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La Guerra Marítima Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918): Pocos años antes del

comienzo de la guerra el rápido desarrollo de la escuadra alemana había venido constituyendo


seria amenaza para la supremacía naval inglesa, a tal punto que hubo una etapa en esta
Primera Guerra que el bloqueo de los submarinos alemanes pusieron en severo riesgo la
alimentación de la pobración inglesa, a punto de “matarlos de hambre”.
Ante este peligro, Inglaterra trató de intensificar sus construcciones navales. Para este país es
de vital importancia el dominio de los mares, puesto que se halla completamente rodeado de
agua. La situación, naturalmente, cobra mayor seriedad en tiempos de guerra.

Los expertos navales concentraron su atención en la construcción de grandes acorazados de


artillería gruesa, los famosos dreadnoughts.

El objetivo del Proyecto Dreadnoughts era concentrar en un solo casco todos los adelantos disponibles
en propulsión, protección y armamento, entre ellos los motores de turbina rotatoria, los blindajes, la
óptica de puntería, los sistemas de control de fuego y las mechas de detonación retardada.
El acorazado Dreadnought, de 18.000 toneladas, fue construido y botado en un tiempo récord entre
octubre de 1905 y febrero de 1906. El Dreadnought estaba impulsado por unas turbinas de vapor Parsons
de 13.000 caballos de potencia, que le proporcionaban 21 nudos, que era más la velocidad de un crucero
que la de un acorazado. Estaba más blindado que cualquier acorazado existente, con diez cañones de
30,5 cm montados en cinco torretas. Veintisiete de 7,6 centímetros y de disparo rápido daban protección
contra ataques de torpederas, manteniéndolas más allá de los 2.743 metros, que era el alcance máximo
de los torpedos existentes. Sin embargo, su vulnerabilidad a las amenazas ocultas en las aguas someras
del mar del Norte —minas «de contacto» y torpedos disparados por submarinos— era bien conocida por
el alto mando de la Roy al Navy.
El salto tecnológico hacia el futuro del Dreadnought pretendía coartar las ambiciones de todos los rivales
navales de Gran Bretaña: Francia, Rusia, Japón, Estados Unidos y Alemania.
En 1914 contaba Inglaterra con 29 acorazados de primera y tenía 13 en construcción; Alemania
poseía 18, y estaba construyendo 9. Al comenzar la guerra, unidas las escuadras inglesa y
francesa, tenían una gran superioridad.

Alemania, en cambio, poseía una gran ventaja, pues había especializado en la construcción de
submarinos. Esperaba contar con éstos para interrumpir el comercio inglés, y tenía una
excelente flota. Para Inglaterra, la función esencial de la escuadra era, en primer lugar, la
protección de sus rutas marítimas y, en segundo, el mantener un bloqueo efectivo contra los
puertos alemanes.

En el año de 1914 no hubo encuentros navales de importancia. Desde el comienzo de las


hostilidades, la poderosa flota había sido concentrada bloqueando el Mar del Norte. Las naves
de guerra de Alemania tuvieron que recluirse en sus puertos sin poder operar. Esa fue su
situación durante casi toda la guerra.

El resto de la flota germana, que se encontraba en alta mar cuando estalló la guerra, pronto
dejó de constituir un problema. Los navios, sin bases de apoyo, no tuvieron más remedio que
atracar en puertos neutrales donde fueron internados, o bien los apresaron los británicos.

En noviembre de 1914, en la costa sur de Chile, tuvo lugar uno de los pocos combates navales
de la guerra. Una escuadra alemana logró destruir una británica. Pero el éxito duró poco tiempo.
Al mes siguiente, una escuadra británica la ponía fuera de combate cerca de las islas Malvinas.

Las escuadras aliadas patrullaron los mares y lograron capturar algunos barcos mercantes
enemigos. La escuadra alemana se mantuvo anclada en sus bases del Mar del Norte, y sólo los
submarinos hicieron la guerra en el mar. Al año siguiente la situación en el frente naval fue
bastante similar al anterior.

Cruceros ligeros alemanes lograron bombardear pequeñas ciudades de la costa inglesa, sin
resultados importantes. En uno de estos ataques el almirante inglés David Beatty sorprendió a
los cruceros alemanes y logró hundir el Blucher (24 de enero).
Dada esta situación, Alemania contaba con una sola alternativa para tratar de romper el
bloqueo: los submarinos.
Estos habían comenzado su acción logrando hundir numerosos buques aliados. Pero un
incidente con Estados Unidos limitó su actividad durante un período. El 5 de mayo de 1915, un
torpedo alemán hundió un barco mercante británico —el Lusitania— que transportaba armas y
pasajeros desde Estados Unidos a Gran Bretaña. En el barco viajaban mil doscientos pasajeros,
cien de ellos norteamericanos. Todos perecieron en el naufragio. El hecho produjo una violenta
reacción de Estados Unidos que inicialmente exigió garantías para la navegación.

Las protestas ocasionadas por el hundimiento del Lusitania detuvieron temporalmente la


campaña submarina. El kaiser decidió acudir a la escuadra, con la esperanza de obtener una
victoria en el mar.

El incidente se solucionó con una declaración de Alemania, mediante la cual se comprometía a


limitar la guerra submarina. En adelante sólo atacarían barcos con bandera de los países
beligerantes, y previo aviso para que la tripulación y pasajeros pudieran salvarse. Era obvio que
la decisión tornaba casi nula la actividad submarina. Empero Alemania se ciñó al compromiso
hasta casi el final de la guerra mundial.
El bloqueo naval británico continuó entonces sin contratiempos. Esta situación amenazaba la
estabilidad interna de Alemania, donde el racionamiento comenzaba a hacerse más riguroso.
El alto mando alemán resolvió intentar una salida. A comienzos de 1916, la flota de guerra
germana, comandada por el almirante Scheer, se lanzó al enfrentamiento con la fuerza naval
más poderosa de todos los tiempos, la marina británica.

INICIO DEL ENCUENTRO BELICO: El 30 de mayo de 1916 se hizo a la mar la escuadra


pesada inglesa, bajo el mando del almirante Jellicoe, en un viaje de reconocimiento. Al día
siguiente abandonó sus bases la escuadra alemana con el objeto de ponerse en contacto con
el enemigo.
El plan naval de Jellicoe consistía en prepararse para una posible batalla, pero estaba resuelto
a no dejarse atraer por los alemanes a aguas de éstos.

El 31 de mayo avistó el almirante Beatty cinco cruceros alemanes en formación de batalla y les
cerró el paso con sus cruceros ligeros. Dos buques ingleses fueron hundidos en el combate y
el grueso de la escuadra alemana rodeó casi a Beatty. Esta, al mando del almirante Scheer, se
aprestó a perseguir a los ingleses. Al darse cuenta de su situación, Beatty navegó hacia el N.
con la intención de atraer a los alemanes hacia la posición que ocupaba Jellicoe. Este, por su
parte, partió rápidamente al encuentro del enemigo.

El resultado fue la Batalla Naval de Jutlandia, la más importante de la guerra, aunque no


decisiva. Jellicoe logró mover su escuadra y colocarla en línea de combate entre la alemana y
sus bases. Por la noche, Scheer, amparado por una fuerte neblina, logró eludir una formación
de destructores ingleses, y navegó hacia sus puertos. Jellicoe no se decidió a perseguir a los
alemanes por temor a las minas submarinas que protegían las costas. Inglaterra continuó siendo
dueña del mar, y el bloqueo de Alemania se hizo más intenso.
Después de este intento, Alemania volvió a la campaña submarina. En las costas aliadas los
ataques amenazaron seriamente el tráfico marítimo. Los barcos mercantes tuvieron que
comenzar a navegar en flotas, escoltados por la marina de guerra. Mientras tanto, el bloqueo
de Alemania iba debilitando gradualmente a ésta.

La falta de importantes materias primas afectaba su producción de guerra. La población civil


sufrió grandes privaciones por la falta de alimentos, principalmente grasas. El l°. de febrero de
1917 decidió el gobierno alemán intensificar la campaña submarina y retornar a los
hundimientos sin previo aviso. Esto, como se ha indicado, dio lugar a la entrada de los E.U.A.
en el conflicto.
La intervención de la escuadra norteam. brindó adicional protección a la navegación aliada. Más
tarde lograron los aliados colocar una línea de minas flotantes que cerró la entrada del Mar del
Norte. Los submarinos alemanes tuvieron grandes dificultades para llegar a sus bases de
aprovisionamiento.

No fue sólo la superioridad de barcos de superficie y el uso de las minas lo que con-ruvo a los
submarinos: la geografía tuvo un importante papel también. Las Islas Británicas rorman una
barrera natural que cierra el paso a los mares del N. de Europa. Los submarinos :enían que
navegar por pasajes estrechos, muy próximos a las costas británicas. A pesar de dichas
dificultades, Alemania, con 147 submarinos de que disponía en 1917, estuvo muy oróxima a
paralizar la vida económica de Inglaterra.

El miedo a perder la flota imperial alemana y el cambio de concepción de la guerra en el mar


que impuso Churchill, muy preocupado por mantener las vías de comunicación y comercio con
las colonias y por la cobertura de las fuerzas expedicionarias en Europa y otros frentes,
hicieron que la Gran Guerra no fuera un conflicto donde los combates marinos tuvieran un
gran protagonismo, todo lo contrario de lo que ocurriría en la Segunda Guerra Mundial. De
todas las maneras se dieron algunas batallas y enfrentamientos de envergadura.

Las primeras batallas y choques navales se produjeron en 1914 pero fuera de las aguas
europeas. La flota británica salió victoriosa frente a la alemana en las islas Malvinas, lo que
permitió que Londres mantuviese el control de las rutas del Atlántico sur. Los enfrentamientos
directos casi desaparecieron frente al protagonismo de la guerra submarina que emprendieron
los alemanes para intentar cortar los suministros a británicos y franceses. La guerra submarina
fue un claro exponente de la guerra económica moderna, y sin lugar a dudas, esta nueva
concepción de la guerra tuvo un impacto enorme y dio muchos éxitos a Alemania. Pero la
guerra submarina generó una consecuencia nada deseada para sus principales protagonistas,
ya que llevó parejos muchos incidentes con países neutrales, porque sus barcos
transportaban suministros de todo tipo a los contendientes. El problema más grave tuvo lugar
cuando fue hundido el Lusitania, navío británico, el día 7 de mayo de 1915, no muy lejos de la
costa irlandesa, provocando casi 1.200 víctimas, siendo más de 200 de ellas de nacionalidad
norteamericana, lo que provocó una protesta contundente de Estados Unidos. Otro escándalo
internacional estalló cuando en marzo de 1916 se hundió al Sussex en el Canal de la
Mancha, donde perdieron la vida el compositor Enric Granados y su esposa. Los alemanes
paralizaron momentáneamente la guerra submarina porque temieron la amenaza
norteamericana de intervenir en la contienda. Pero esta guerra era un recurso muy valorado
por los alemanes, cuando comprobaron el alto número de toneladas hundidas, y reanudaron
sus ataques a finales de enero de 1917. Por poner un solo ejemplo del éxito de este tipo de
guerra: en abril de ese mismo año se superaron ampliamente las 800.000 mil toneladas
hundidas.
La Gran Flota Británica en la Batalla de Jutlandia

El 19 de marzo de 1917, un submarino alemán torpedeó al mercante norteamericano


Vigilantia. Este hecho fue empleado por los políticos y financieros partidarios de entrar en la
guerra para presionar al Senado, al Congreso y al propio presidente Wilson para que
decidieran declarar la guerra a los imperios centrales. Al final, las dos cámaras legislativas
aprobaron declarar la guerra a Alemania el 2 de abril de 1917. La guerra submarina suponía
una clara amenaza para las empresas norteamericanas que tenían importantes contratos de
exportación con franceses y británicos. La Banca Morgan, por su parte, había contribuido a
esta intensa relación comercial entre unos y otros, concediendo créditos casi ilimitados a
Francia y el Reino Unido para facilitar los pagos.

Por fin, habría que citar que el principal enfrentamiento bélico marino de la Gran Guerra fue la
batalla de Jutlandia en la primavera de 1916, entre las flotas británica y alemana, y que
realmente terminó en tablas. La principal consecuencia fue que los alemanes reafirmaron su
temor a perder sus barcos, por lo que decidieron que su armada quedara retenida en los
puertos del mar Báltico, donde llegó casi intacta al final de la guerra.

La guerra en el mar (1914-1918):


En la I Guerra Mundial la superioridad de la flota inglesa sobre la flota alemana
es manifiesta. La flota alemana de superficie queda encerrada en sus bases del
mar del Norte, mientras que la flota inglesa concentra su grueso en la base naval
de Scapa Flow, desde donde bloquea las posibles salidas a la mar de la flota
enemiga. Unicamente una escuadra germana que al estallar la guerra se
encontraba en la colonia de Tsing-tao intenta regresar a la patria cruzando el
Pacífico y el Atlántico. Esta fuerza de cruceros pesados, al mando del almirante
Von Spee (1861-1914), destruye a la división de cruceros de Cradock en Coronel
y poco después es destruida por otra división inglesa en las Malvinas.
Alemania sostuvo durante toda la guerra una porfiada batalla contra el tráfico
marítimo de sus enemigos mediante submarinos y, en menor proporción,
mediante buques mercantes armados y enmascarados de neutrales. Aunque las
pérdidas de las naciones aliadas fueron grandes, no llegaron a poner en peligro
sus abastecimientos. Por el contrario, el bloqueo de los Imperios Centrales fue
tan total que constituyó uno de los factores determinantes de su derrota final.
(Fernando Nárdiz)

Los mercantes alemanes armados en corso no tuvieron un éxito significativo. La


escasez de combustible hizo que se recurriera a los barcos de vela como el tres
palos Seeadler. En diciembre de 1916 el crucero Avenger detiene
al Seeadler para una inspección a la altura de Islandia. Enarbolaba bandera
noruega, estaba al mando del más tarde famoso capitán Luckner, y muchos de
sus hombres hablaban noruego. Consiguió pasar la inspección sin que sus ocultos
cañones (105 mm) y ametralladoras fuesen descubiertos.

El acorazado Dreadnought (1906):


Primer acorazado de grandes armas que dio nombre a una serie. Botado en Portsmouth tras
8 meses de construcción. Su armamento consistía en 10 cañones de 30 cm, con lo que
aventajaba a cualquier otro. Las turbinas de vapor le proporcionaban una velocidad de 22,5
nudos. Su superioridad fomentó el inicio de la competencia Dreadnought entre Alemania y
Japón. Sólo en la batalla de Jutlandia se dio combate entre acorazados de este tipo. La
fórmula de gran velocidad, protección pesada y grandes cañones persistió después de la
Segunda Guerra Mundial. La aparición de las pólvoras coloidales, que permitieron un tiro
más rápido (1885) y el perfeccionamiento de la artillería, y la aparición de proyectiles de
acero cromado (1890), que habían traído como consecuencia el perfeccionamiento de las
corazas, repercutieron en el proyecto de buques-tipo, que halló forma material en el
acorazado Dreadnought (proyecto aprobado en 1905), botado y terminado en 1906. Sus
características principales eran: 17.900 toneladas de desplazamiento; 150 m de eslora entre
perpendiculares, 25 de manga y 9,5 m de calado máximo. Llevaba una cintura acorazada
de acero Krupp de 28 cm en el centro, 15 cm a proa y 10 cm a popa. Por encima de esta
cintura, una coraza de 28 cm en la mediana de la eslora y de 20 cm en las extremidades. La
cubierta protectora era de 7 cm. se suprimió el espolón, pero se conservaron 5 tubos
submarinos lanzatorpedos, aunque la solidez de la estructura permitía utilizarlo como
ariete; las chimeneas era de sección oblonga para ofrecer la mínima resistencia a la marcha.
A la unidad inicial de la serie siguieron los Bellerophon, Temeraire y Superb de 18.600
toneladas e idéntico armamento de 305 mm.

Buques de guerra a vapor:


Aunque posteriormente se emplearon otras fuentes no necesariamente
combustibles, como la energía atómica. El desarrollo de la propulsión a base de
la combustón de carbón y combustible se debió a la Revolución Industrial a
comienzos del Siglo XIX. El americano Robert Fulton fue quien inventó la
propulsión a vapor para las embarcaciones en 1806. La propulsión era
independiente al viento, los cascos de acero eran más ligeros y resistentes que los
de madera, las duras tareas realizadas por marineros fueron orientándose a
especialidades menos físicas, y los proyectiles lograron desplazar su rango de
efectividad de menos de una milla a 19 ó 20 kilómetros. Sin embargo, en los
primeros años, permanecieron algunas desventajas: el rango de una batalla naval
dependía del horizonte visible, y la puntería dependía de la buena vista de los
artilleros. Con la instalación de instrumentos electrónicos en los buques, estas
desventajas fueron desapareciendo. En esta etapa, el desarrollo de las
embarcaciones podría afirmarse que fue efecto exclusivo de las guerras. La
primera batalla entre buques propulsados por el vapor fue la de Lissa, entre Italia
y Austria, en 1866. Lo peculiar de esta batalla es que la artillería se utilizó poco,
debido a su poco alcance, y en cambio se empleó la proa como arma principal
para cargar contra el enemigo. Con una propulsión controlada no se estaba a
expensas del viento para maniobrar en combate. La ventaja pasa a ser la
velocidad, que se convierte en un gran incentivo para el desarrollo técnico
constante. Para alcanzar la mejor posición de disparo la fuerza más rápida trata
de cruzar la T de la más lenta, y si ésta trata de impedirlo cayendo hacia fuera, se
da lugar al combate en barcos concéntricos donde la más rápida trata de envolver
a la más lenta.

Batalla de Tsushima (1905):


La flota japonesa utilizó la artillería de largo alcance contra los buques rusos.
Japón consigue un inmenso prestigio internacional al haber derrotado a una
potencia europea. El tratado de paz firmado en Portsmouth (EE.UU.) contempla
el reconocimiento de Corea como zona de interés de Japón y la cesión de la parte
meridional de la isla de Sajalin. Consigue también el control de Port Arthur, con
su puerto libre de hielo y la parte sur del ferrocarril de Port Arthur. La batalla de
Port Arthur causó 25.000 bajas de soldados rusos y 70.000 del japonés. En
Tsushima el almirante japonés Heachiro Togo consiguió una victoria decisiva
sobre la flota rusa al mando del almirante Sinovi P. Roshdentvesnki, que
proporcionó a Japón el dominio marítimo en el Extremo Oriente.

Las flotas en la carrera armamentista previa a la guerra:


El Reichstag promulga, sin llevar a cabo ningún debate, una nueva ley sobre la
flota de guerra. El único artículo de esta ley prevé la construcción de cuatro
grandes buques de guerra al año, así como un aumento del número de torpederos,
que deberán pasar de los 96 actuales a 113. El 10 de febrero los ingleses botan el
mayor acorazado del mundo, el Dreadnought. La política alemana sobre la
flotatiene como objetivo contrarrestar la hegemonía británica. En un
memorándum, Alfred von Tirpitz, secretario de estado de la Marina, había
destacado en 1900 que sólo hay una forma de proteger las colonias alemanas y el
comercio marítimo alemán: teniendo una flota tan fuerte que hasta el adversario
más poderoso considere peligroso un conflicto. El objetivo de Tirpitz es que la
flota alemana sea siempre un riesgo para la británica de forma que en una guerra
contra nosotros y, hasta venciendo, quede tan debilitada que pierda su
supremacía ante otras naciones. En 1894, Tirpitz había formulado esta directriz a
los altos mandos de la marina: El destino natural de la flota es la ofensiva
estratégica. La segunda ley sobre la flota aprobada en Alemania preveía doblar la
potencia de la flota hasta 1917. Significaba acabar con el Two Power Standard,
según el cual había dos barcos británicos por cada barco alemán, y sustituirla por
la nueva relación de 3 a 2. El gobierno británico responde con la construcción de
barcos como el Dreadnought y el aún mayor y más potente Bellerophon, botado
en julio de 1907.

En la segunda Guerra Mundial, la numerosa artillería anti-aérea de los


acorazados japoneses (como en el acorazado Yamato) poco sirvió para
contrarrestar el feroz ataque de las fuerzas aéreas, dotadas de bombas y torpedos.
Esto se confirmó en 1941, con el bombardeo de Pearl Harbour por los japoneses.
Los portaaviones se convierten en decisivos para dominar el Pacífico.

El desastre de los Dardanelos (1915):


La expedición por iniciativa de Churchill se unió a la estrategia balcánica y la
protección del canal de Suez. La flota rusa del mar Negro estaba bloqueada por
los cruceros alemanes Goeben y Breslauque habían cruzado el estrecho el 10 de
agosto de 1914. Turquía mantenía una alianza secreta dirigida contra Rusia
solamente y entró en guerra el 2 de noviembre de 1914. Un eventual bloqueo
turco del canal de Suez causaría enormes perjuicios en el tráfico con las Indias.
El desembarco de febrero de 1915 se saldaría con una sangrienta derrota y serias
pérdidas navales. Combates de acorazados contra tierra, dragaminas en los
estrechos, donde las minas causaron más estragos que la artillería. Después de
algunos bombardeos a los fuertes turcos la escuadra francobritánica fracasó en su
intento de atravesar los estrechos (18 de marzo). El 25 de abril desembarcaron en
Seddulbahr y en Gapa Tepe, pero los turcos, bajo el mando del general alemán
Liman von Sanders y de Mustafá Kemal, estaban tan bien fortificados que la
cabeza de puente establecida en la península de Gallípoli no consiguió avanzar
más de 6 ó 7 km. Unos 150.000 hombres a las órdenes del general Hamilton
intentaron aproximarse a las líneas de Bulayr que protegían Constantinopla. Se
dieron tres batallas ante Kritiya (mayo-julio), que no dieron ningún resultado.
Durante ese tiempo fueron hundidos 4 submarinos franceses y 4 británicos, y los
acorazados Triumph y Majestic. El 6 de agosto se intentó un nuevo desembarco
frente a Sari Bair y Suvla. Hamilton fue sustituido por Monro, y una visita de
Kitchener concluyó la necesidad de la evacuación. El reembarque aliado del 10
de diciembre de 1915 a 9 de febrero de 1916, bajo el fuego enemigo, de 145.000
hombres, 15.000 caballos, 400 cañones, fue una gran acción heroica de enormes
pérdidas que concluyó sin romper el aislamiento de la flota rusa ni la salida de la
guerra de Turquía. El 5 de octubre de 1915 se había enviado un cuerpo
expedicionario a Salónica que se va reforzando con la apertura del frente del
Oriente. En un Mediterráneo dominado por los aliados gran cantidad de
abastecimientos utilizan bases en las islas griegas sin el acuerdo del rey
Constantino. La flota austríaca queda bloqueada en el Adriático y Suez es
liberado.

Aislacionismo norteamericano:
[La decisión de intervenir en la guerra] tomada tras el anuncio alemán de que a
partir del 1 de febrero de 1917 ignoraría el estatuto de neutralidad de EE.UU. y
extendería sus operaciones de guerra submarina a sus navíos, civiles o militares,
apartó a EE.UU. de uno de sus principios fundacionales: el establecido en 1797
por George Washington en su discurso de despedida animando a sus sucesores a
aprovechar la privilegiada posición geográfica de EE.UU. para mantenerse al
margen de las luchas de poder entre los Estados europeos, en las que, aseguraba,
no había ningún interés en juego para los estadounidenses. Cien años después de
haberse desviado de su trayectoria fundacional, participando en dos guerras
mundiales y sosteniendo sobre sus espaldas casi en soledad todo el orden
político, económico y militar internacional, el mundo observa con profunda
preocupación la transición de poder que está a punto de tener lugar en
Washington D.C. la capital que lleva el mismo nombre del hombre que hizo del
aislacionasimo y la neutralidad su principal bandera. Tanto han girado las tornas
desde las admoniciones de George Washington, y tanto ha conformado EE.UU.
el mundo a su imagen y semejanza en estos cien años, que lo que en este
momento más teme el mundo es que gane un presidente se sienta liberado de sus
compromisos internacionales y decida actuar pura y exclusivamente en función
de un interés nacional definido muy estrechamente [y se ponga en cuestón el
sistema de acuerdos económicos multilaterales y alianzas de seguridad
cuidadosamente tejido por EE.UU. desde el fin de la segunda guerra mundial].
(José Ignacio Torreblanca, 2016)

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