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LOS TRES CERDITOS

Había una vez tres cerditos que eran hermanos, y se fueron por el mundo a buscar fortuna.
A los tres cerditos les gustaba la música y cada uno de ellos tocaba un instrumento. El más
pequeño tocaba la flauta, el mediano el violín y el mayor tocaba el piano...
A los otros dos les pareció una buena idea, y se pusieran manos a la obra, cada uno
construyendo su casita.
- La mía será de paja - dijo el más pequeño-, la paja es blanda y se puede sujetar con
facilidad. Terminaré muy pronto y podré ir a jugar.
El hermano mediano decidió que su casa sería de madera:
- Puedo encontrar un montón de madera por los alrededores, - explicó a sus hermanos, -
Construiré mi casa en un santiamén con todos estos troncos y me iré también a jugar.
El mayor decidió construir su casa con ladrillos.
- Aunque me cueste mucho esfuerzo, será muy fuerte y resistente, y dentro estaré a salvo
del lobo. Le pondré una chimenea para asar las bellotas y hacer caldo de zanahorias.
Cuando las tres casitas estuvieron terminadas, los cerditos cantaban y bailaban en la
puerta, felices por haber acabado con el problema. De detrás de un árbol grande surgió el
lobo, rugiendo de hambre y gritando:
- Cerditos, ¡os voy a comer!
Cada uno se escondió en su casa, pensando que estaban a salvo, pero el Lobo Feroz se
encaminó a la casita de paja del hermano pequeño y en la puerta aulló:
invierno
Sopló y sopló, pero la casita de ladrillos era muy resistente y no conseguía su propósito.
Decidió trepar por la pared y entrar por la chimenea. Se deslizó hacia abajo... Y cayó en el
caldero donde el cerdito mayor estaba hirviendo sopa de nabos. Escaldado y con el
estómago vacío salió huyendo hacia el lago
Los cerditos no le volvieron a ver. El mayor de ellos regañó a los otros dos por haber sido
tan perezosos y poner en peligro sus propias vidas.
CAPERUCITA ROJA

Había una vez una niña muy bonita. Su madre le había hecho una capa roja y la muchachita
la llevaba tan a menudo que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja.

Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuela que vivía al otro lado del
bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar el bosque era
muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí el lobo.

Caperucita Roja recogió la cesta con los pasteles y se puso en camino. La niña tenía que
atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuelita, pero no le daba miedo porque allí
siempre se encontraba con muchos amigos: los pájaros, las ardillas...

- Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes!

- Son para verte mejor - dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela.

- Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!

- Son para oírte mejor - siguió diciendo el lobo.

- Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!

- Son para...¡comerte mejoooor! - y diciendo esto, el lobo malvado se abalanzó sobre la


niñita y la devoró, lo mismo que había hecho con la abuelita.

Mientras tanto, el cazador se había quedado preocupado y creyendo adivinar las malas
intenciones del lobo, decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita.
Pidió ayuda a un serrador y los dos juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa
abierta y al lobo tumbado en la cama, dormido de tan harto que estaba.

El cazador sacó su cuchillo y rajó el vientre del lobo. La Abuelita y Caperucita estaban allí,
¡vivas!.

Para castigar al lobo malo, el cazador le llenó el vientre de piedras y luego lo volvió a cerrar.
Cuando el lobo despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un
estanque próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho, cayó en el estanque de
cabeza y se ahogó.
EL GANSO DE ORO

Érase una vez, un anciano leñador que tenía tres hijos. El más pequeño de los tres se
llamaba “Tontín”, y sus hermanos lo despreciaban porque era muy lento para el trabajo.

Un buen día, mientras el más grande y fuerte de los hijos del leñador se encontraba talando
en el bosque, apareció de repente un anciano vestido con harapos que suplicaba por un
sorbo de agua y un poco de comida.

“De mi parte no recibirás nada, anciano inútil. Apártate” – le gritó el jovenzuelo y continuó
su trabajo talando los árboles. Entonces, el hombre canoso le lanzó una maldición y desde
lo alto cayó una rama pesada que fue a parar a la cabeza del joven leñador.

Al llegar a casa, adolorido y triste, el más grande de los hijos del leñador le contó lo sucedido
al hermano mediano, y este salió camino hacia el bosque para continuar con el trabajo.
Horas después, apareció en el mismo lugar el débil anciano, y al pedir por un poco de
comida y un sorbo de agua, el muchacho le respondió:

“No le daré nada, viejo decrépito. Apártese a un lado”. Y nuevamente, el hombre canoso
lanzó una maldición sobre el muchacho, quien recibió un fuerte golpe en la cabeza por una
rama desprendida de los árboles.

Con tan mala suerte, el hermano mediano regresó a casa y como no quedaba nadie para
trabajar, Tontín decidió terminar de talar los árboles, y partió a toda velocidad hacia el
bosque. Al llegar al lugar, el anciano apareció entre los árboles para pedir un poco de agua
y comida, pero Tontín no lo pensó dos veces y aceptó compartir su comida con aquel
hombre debilucho. Para recompensarlo, el anciano le regaló nada menos que un ganso de
oro.
EL PATITO FEO
El momento tan esperado llegó, lo que causó un gran alboroto ya que todas las amigas de
mamá pata corrieron hacia el nido para ver tal acontecimiento. A medida que iban saliendo
del cascarón, tanto la Señora Pata como sus amigas gritaban de la emoción de ver a unos
patitos tan bellos como esos. Era tanta la algarabía que había alrededor del nido que nadie
se había percatado que aún faltaba un huevo por romperse.

El séptimo era el más grande de todos y aún permanecía intacto lo que puso a la expectativa
a todos los presentes. Un rato más tarde se empezó a ver como el cascarón se abría poco
a poco, y de repente salió un pato muy alegre. Cuando todos lo vieron se quedaron
perplejos porque este era mucho más grande y larguirucho que el resto de los otros patitos,
y lo que más impresionó era lo feo que era.

Esto nunca le había ocurrido a la Señora Pata, quien para evitar las burlas de sus amigas
lo apartaba con su ala y solo se dedicaba a velar por el resto de sus hermanitos. Tanto fue
el rechazo que sufrió el patito feo que él comenzó a notar que nadie lo quería en ese lugar.

Toda esta situación hizo que el patito se sintiera muy triste y rechazado por todos los
integrantes del coral e incluso su propia madre y hermanos eran indiferentes con él. Él
pensaba que quizás su problema solo requería tiempo, pero no era así pues a medida que
pasaban los días era más largo, grande y mucho más feo. Además se iba convirtiendo en
un patito muy torpe por lo que era el centro de burlas de todos.

Un día se cansó de toda esta situación y huyó de la granja por un agujero que se encontraba
en la cerca que rodeaba a la propiedad. Comenzó un largo camino solo con el propósito de
encontrar amigos a los que su aspecto físico no les interesara y que lo quisieran por sus
valores y características.

Después de un largo caminar llegó a otra granja, donde una anciana lo recogió en la
entrada. En ese instante el patito pensó que ya sus problemas se habían solucionado, lo
que él no se imaginaba que en ese lugar sería peor. La anciana era una mujer muy mala y
el único motivo que tuvo para recogerlo de la entrada era usarlo como plato principal en
una cena que preparaba. Cuando el patito feo vio eso salió corriendo sin mirar atrás.
PINOCHO

Había una vez, un viejo carpintero de nombre Gepetto, que como no tenía familia, decidió
hacerse un muñeco de madera para no sentirse solo y triste nunca más.

“¡Qué obra tan hermosa he creado! Le llamaré Pinocho” – exclamó el anciano con gran
alegría mientras le daba los últimos retoques. Desde ese entonces, Gepetto pasaba las
horas contemplando su bella obra, y deseaba que aquel niño de madera, pudiera moverse
y hablar como todos los niños.

Cuento infantil PinochoTal fue la intensidad de su deseo, que una noche apareció en la
ventana de su cuarto el Hada de los Imposibles. “Como eres un hombre de noble corazón,
te concederé lo que pides y daré vida a Pinocho” – dijo el hada mágica y agitó su varita
sobre el muñeco de madera. Al momento, la figura cobró vida y sacudió los brazos y la
cabeza.
– ¡Papá, papá! – mencionó con voz melodiosa despertando a Gepetto.
– ¿Quién anda ahí?
– Soy yo, papá. Soy Pinocho. ¿No me reconoces? – dijo el niño acercándose al anciano.

Cuando logró reconocerle, Gepetto lo cargó en sus brazos y se puso a bailar de tanta
emoción. “¡Mi hijo, mi querido hijo!”, gritaba jubiloso el anciano.

Los próximos días, fueron pura alegría en la casa del carpintero. Como todos los niños,
Pinocho debía alistarse para asistir a la escuela, estudiar y jugar con sus amigos, así que
el anciano vendió su abrigo para comprarle una cartera con libros y lápices de colores.

El primer día de colegio, Pinocho asistió acompañado de un grillo para aconsejarlo y guiarlo
por el buen camino. Sin embargo, como sucede con todos los niños, este prefería jugar y
divertirse antes que asistir a las clases, y a pesar de las advertencias del grillo, el niño
travieso decidió ir al teatro, a disfrutar de una función de títeres.

Al verle, el dueño del teatro quedó encantado con Pinocho: “¡Maravilloso! Nunca había visto
un títere que se moviera y hablara por sí mismo. Sin dudas, haré una fortuna con él” – y
decidió quedárselo. Este aceptó la invitación de aquel hombre ambicioso, y pensó que con
el dinero ganado podría comprarle un nuevo abrigo a su padre.
RICITOS DE ORO

Hace mucho tiempo, existió una niña hermosa de cabellos largos y tan rubios, que todos
le llamaban Ricitos de Oro. Como era costumbre cada mañana, Ricitos de Oro se
levantaban temprano para recoger flores en el bosque, pero un buen día, la niña caminó
tanto entre los árboles que se perdió. Cansada y triste, Ricitos de Oro llegó a una cabaña
pequeña que se alzaba a los pies de un arroyo, y al descubrir que la puerta de aquella
cabaña se encontraba abierta, decidió entrar.

Una mesa grande ocupaba el centro de la sala, y encima de ella la niña pudo ver tres
tazones de sopa, uno grande, otro mediano y el último, el más pequeño de los tres. Al ver
aquella sabrosa comida, Ricitos de Oro se dispuso a beberla, comenzando por el tazón más
grande de todos.

“¡Qué caliente!” – exclamó con sorpresa la niña, y decidió probar del tazón mediano. “¡Este
también está caliente!” – dijo con pesar y se dispuso finalmente a saborear la sopa del
último tazón, el más pequeñito de los tres. “¡Este sí que está delicioso!” – repitió una y otra
vez con cada bocado hasta que no dejó una sola gota de la sopa.

Cuando terminó de comer, Ricitos de Oro sintió ganas de descansar y descubrió tres sillas
en la esquina de la sala, una grande, otra mediana y la última, la más pequeñita de las tres.

Al probar la silla grande, descubrió que sus pies no tocaban el suelo, por lo que decidió
sentarse en la silla mediana, pero esta era muy ancha para ella. Por último, se dejó caer en
la silla más pequeñita de todas, pero lo hizo con tanta fuerza que la rompió.

Ante tanta algarabía, Ricitos de Oro se despertó asustada, y al ver a los tres osos mirándola
se asustó tanto que salió a toda velocidad por la ventana del cuarto, y tanto corrió la
pequeña niña que en pocos minutos atravesó el bosque y pudo por fin encontrar el camino
de regreso a casa.
EL SOLDADITO DE PLOMO

¿Te sabes la historia del soldadito de plomo? Todo comienza en la pequeña casa de una
ciudad donde habitaba un niño. El día de su cumpleaños, nuestro amiguito había recibido
como regalo de sus padres una caja misteriosa. Lleno de curiosidad, el niño abrió la caja y
descubrió en su interior quince soldaditos de plomo idénticos. Con un porte elegante, fusil
al hombro, pantalones azules y gorra roja, los quince soldaditos habían nacido de una vieja
cuchara de plomo fundida.

El niño aplaudió con gran alegría al ver sus nuevos juguetes, y sin perder un segundo los
sacó de la caja y los colocó en fila para comenzar a jugar. Sin embargo, el último de los
soldaditos no era igual que el resto, pues como el plomo de la cuchara no había sido
suficiente le faltaba una pierna al desdichado. Aun así, el soldadito se mantenía firme igual
que sus hermanos, y una vez que fue colocado junto al resto de los juguetes en la alacena,
pudo comprobar un hermoso castillo de papel que se alzaba frente a él.

Aquel castillo era realmente deslumbrante, tenía grandes ventanas y puertas doradas, y en
su interior, lo más sorprendente era una pequeña muñeca que se encontraba con los brazos
en alto y una pierna recogida hacia arriba como suelen hacer las bailarinas. Al verla, el
soldadito quedó completamente enamorado, y como pensó que a ella también le faltaba
una pierna, decidió tomarla por esposa cuanto antes.

“He encontrado la persona perfecta para mí, y encima tiene un castillo donde podremos
vivir juntos”, así pensaba el soldadito de plomo mientras contemplaba la belleza de su
amada. Al arribar la noche, el niño terminó de jugar y se marchó a la cama, y en ese instante,
los juguetes cobraron vida y comenzaron a caminar y a conversar en la alacena. Sin
embargo, el soldadito de plomo permanecía inmóvil con la mirada fija en la muñeca
bailarina. A cambio, ella también le devolvía sonrisas y en poco tiempo entablaron una
hermosa amistad que hubiese durado por mucho tiempo si la envidia y la maldad no
hubiesen aparecido esa noche.
EL GATO CON BOTAS

Érase una vez un viejo molinero que tenía tres hijos. El molinero solo tenía tres posesiones
para dejarles cuando muriera: su molino, un asno y un gato. Estaba en su lecho de muerte
cuando llamó a sus hijos para hacer el reparto de su herencia.

–“Hijos míos, quiero dejarles lo poco que tengo antes de morir”, les dijo. Al hijo mayor le
tocó el molino, que era el sustento de la familia. Al mediano le dejó al burro que se
encargaba de acarrear el grano y transportar la harina, mientras que al más pequeño le
dejó el gato que no hacía más que cazar ratones. Dicho esto, el padre murió.

Cuento infantil de El gato con botasEl hijo más joven estaba triste e inconforme con la
herencia que había recibido. –“Yo soy el que peor ha salido ¿Para qué me puede servir
este gato?”, – pensaba en voz alta.

El gato que lo había escuchado, decidió hacer todo lo que estuviese a su alcance para
ayudar a su nuevo amo. – “No te preocupes joven amo, si me das un bolso y un par de
botas podremos salir a recorrer el mundo y verás cuántas riquezas conseguiremos juntos”.

El joven no tenía muchas esperanzas con las promesas del gato, pero tampoco tenía nada
que perder. Si se quedaba en aquella casa moriría de hambre o tendría que depender de
sus hermanos, así que le dio lo que pedía y se fueron a recorrer el mundo.

Caminaron y caminaron durante días hasta que llegaron a un reino lejano. El gato con botas
había escuchado que al rey de aquel país le gustaba comer perdices, pero como eran tan
escurridizas se hacían casi imposibles de conseguir. Mientras que el joven amo descansaba
bajo la sombra de un árbol, el gato abrió su bolsa, esparció algunos granos que le quedaban
sobre ella y se escondió a esperar.
CENICIENTA
Había una vez un gentilhombre que se casó en segundas nupcias con una mujer, la más
altanera y orgullosa que jamás se haya visto. Tenía dos hijas por el estilo y que se le
parecían en todo.
El marido, por su lado, tenía una hija, pero de una dulzura y bondad sin par; lo había
heredado de su madre que era la mejor persona del mundo.

Sucedió que el hijo del rey dio un baile al que invitó a todas las personas distinguidas;
nuestras dos señoritas también fueron invitadas, pues tenían mucho nombre en la comarca.
Helas aquí muy satisfechas y preocupadas de elegir los trajes y peinados que mejor les
sentaran; nuevo trabajo para Cenicienta pues era ella quien planchaba la ropa de sus
hermanas y plisaba los adornos de sus vestidos. No se hablaba más que de la forma en
que irían trajeadas.

-Yo, dijo la mayor, me pondré mi vestido de terciopelo rojo y mis adornos de Inglaterra.

-Yo, dijo la menor, iré con mi falda sencilla; pero en cambio, me pondré mi abrigo con flores
de oro y mi prendedor de brillantes, que no pasarán desapercibidos.

Manos expertas se encargaron de armar los peinados de dos pisos y se compraron lunares
postizos. Llamaron a Cenicienta para pedirle su opinión, pues tenía buen gusto. Cenicienta
las aconsejó lo mejor posible, y se ofreció incluso para arreglarles el peinado, lo que
aceptaron. Mientras las peinaba, ellas le decían:

-Cenicienta, ¿te gustaría ir al baile?


-Ay, señoritas, os estáis burlando, eso no es cosa para mí.
-Tienes razón, se reirían bastante si vieran a un Culocenizón entrar al baile.

Fue conducida ante el joven príncipe, vestida como estaba. Él la encontró más bella que
nunca, y pocos días después se casaron. Cenicienta, que era tan buena como hermosa,
hizo llevar a sus hermanas a morar en el palacio y las casó en seguida con dos grandes
señores de la corte.
LA OVEJA NEGRA- AUGUSTO MONTERROSO

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy
bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por
las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran
ejercitarse también en la escultura.

EL BURRO Y LA FLAUTA- AUGUSTO MONTERROSO

Tirada en el campo estaba desde hacía tiempo una Flauta que ya nadie tocaba, hasta que
un día un Burro que paseaba por ahí resopló fuerte sobre ella haciéndola producir el sonido
más dulce de su vida, es decir, de la vida del Burro y de la Flauta.
Incapaces de comprender lo que había pasado, pues la racionalidad no era su fuerte y
ambos creían en la racionalidad, se separaron presurosos, avergonzados de lo mejor que
el uno y el otro habían hecho durante su triste existencia.
FIN
EL ECLIPSE- AUGUSTO MONTERROSO

Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La
selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia
topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna
esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el
convento de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su
eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.
Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se
disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en
que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.
Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó
algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.
Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal
y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un
eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para
engañar a sus opresores y salvar la vida.
-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.
Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio
que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.
Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente
sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras
uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las
infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la
comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de
Aristóteles.
FIN
EL GRILLO MAESTRO- AUGUSTO MONTERROSO

Allá en tiempos muy remotos, un día de los más calurosos del invierno, el Director de la
Escuela entró sorpresivamente al aula en que el Grillo daba a los Grillitos su clase sobre el
arte de cantar, precisamente en el momento de la exposición en que les explicaba que la
voz del Grillo era la mejor y la más bella entre todas las voces, pues se producía mediante
el adecuado frotamiento de las alas contra los costados, en tanto que los pájaros cantaban
tan mal porque se empeñaban en hacerlo con la garganta, evidentemente el órgano del
cuerpo humano menos indicado para emitir sonidos dulces y armoniosos.
Al escuchar aquello, el Director, que era un Grillo muy viejo y muy sabio, asintió varias
veces con la cabeza y se retiró, satisfecho de que en la Escuela todo siguiera como en sus
tiempos.
FIN

LA TORTUGA Y AQUILES- AUGUSTO MONTERROSO

Por fin, según el cable, la semana pasada la tortuga llegó a la meta.


En rueda de prensa declaró modestamente que siempre temió perder, pues su contrincante
le pisó todo el tiempo los talones.
En efecto, una diezmiltrillonésima de segundo después, como una flecha y maldiciendo a
Zenón de Elea, llegó Aquiles.
FIN
LA RANA QUE QUERÍA SER UNA RANA AUTÉNTICA

Había una vez una Rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba
en ello.

Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada


autenticidad.

Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta
que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.

Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente,
y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para
saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una Rana auténtica.

Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas,
de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez
mejores, y sentía que todos la aplaudían.

Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la
consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían,
y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena Rana, que
parecía Pollo.
EL RAYO QUE CAYÓ DOS VECES EN EL MISMO SITIO

Hubo una vez un Rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la
primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho.

EL ESPEJO QUE NO PODÍA DORMIR


Había una vez un espejo de mano que cuando se quedaba solo y nadie se veía en él se
sentía de lo peor, como que no existía, y quizá tenía razón; pero los otros espejos se
burlaban de él, y cuando por las noches los guardaban en el mismo cajón del tocador
dormían a pierna suelta satisfechos, ajenos a la preocupación del neurótico.
EL CABALLO DE CORTÉS.

Uno de los cuentos más arraigados en Petén es la del Caballo de Cortés, que se escucha
en los pueblos del lago como San Miguel y Santa Elena. Cuentan que cuando Hernán
Cortés, en los tiempos de la Conquista de México y Guatemala, dirigía su expedición hacia
Honduras, y cuando pasó por las márgenes del lago Petén Itzá; como iba "muy cansado y
agotado", dejó recomendado su caballo a los Itza'es del Señorío del Rey Caneck.
Cortés ya no regresó a México por esa ruta, y el caballo se quedó con los itza'es, pero el
animal se murió de tristeza porque ellos le daban de comer flores y plumas preciosas, y no
lo sacaban a pasear. Los indígenas con la pena de quedar mal con Cortés, construyeron
uno de piedra, "igualito y del mismo color".

El caballo quedó entre los itza'es, quienes lo adoraron como deidad. Pero una vez que
querían trasladarlo de la punta del Nij Tum cerca de San Andrés, hacia la Isla de Flores; la
balsa donde lo llevaban dio vuelta, el caballo cayó al agua y quedó parado en el fondo del
lago. Los lancheros dicen que el caballo está todavía ahí, frente a Tayasal, es decir, frente
a la Isla de Flores, y puede ser visto en las mañanas claras.
Los lancheros de San Benito cuentan que han escuchado los relinchos del caballo en las
noches del Día de San Juan, y que se oyen sus pasos en el fondo del lago. Los habitantes
de la aldea El Remate, dicen que debido a las flores que le dieron al caballo, a la isla se le
dio el nombre de Flores.
"LA PARRA DE UVAS Y LA MUERTE".

el cuento de "La Parra de Uvas y la Muerte". Don Francisco afirma que había un anciano
que tenía como toda fortuna doce centavos, con los que compró tres panes blancos, ya que
se encontraba muy hambriento. Pronto apareció un niño quien le pidió un pan, el hombre
se lo dio de buena gana. Luego, regaló su segundo pan a una vieja y el tercero a otro
anciano. Viendo que se habían terminado sus panes, el señor se disponía a buscar raíces
para comer, cuando se le apareció el anciano a quien le había obsequiado un pan. Este
anciano le regaló el costal de los deseos. Con este costal el hombre pudo comerse un
canasto de quezadillas y pescados fritos.
El niño, a quien él también había dado un pan, lo gratificó concediéndole una mágica parra
de uvas que tenía la virtud de que aquél que se subiera en ella no podría bajarse.

Por último, la vieja le concedió vida eterna, o, bien, tener el privilegio de morirse en el
momento deseado. Al tiempo, el diablo y San Pedro discutían porque el primero quería
llevarse al anciano a los infiernos y el segundo deseaba que siguiera viviendo. Entonces el
diablo bajó a la tierra a traer al anciano; en seguida éste ordenó al costal encerrarlo. Cuando
el diablo estuvo encerrado, el anciano le dio tal apaleada que ya no le dieron ganas de
regresar y se quedó en el infierno.

Luego, la muerte decidió llevarse al anciano; llegó a su casa, tocó a la puerta e informó que
llegaba a traerle. El anciano entonces dejó pasar a la muerte y la invitó a comer uvas.
Cuando la muerte se subió a la parra y después quizo bajar, ya no pudo y así el mundo
pasó sin muertos durante algún tiempo. Al fin el anciano dejó bajar a la muerte y ésta se
fue.

Pasaron los años y el anciano deseó morirse, entonces bajó al infierno y el diablo al
reconocerlo no le dejó entrar. Entonces se fue al cielo con San Pedro, quien tampoco lo
dejó pasar, pues había dejado a la muerte atrapada años antes. Entonces el anciano se
dirigió al Padre Eterno quien si le dejó entrar a la gloria, ya que ese hombre le había dado
pan en la tierra.
EL PAPEL Y LA TINTA

Había una hoja de papel sobre una mesa, junto a otras hojas iguales a ella, cuando una
pluma, bañada en negrísima tinta, la manchó completa y la llenó de palabras. “¿No podrías
haberme ahorrado esta humillación?”, dijo enojada la hoja de papel a la tinta. “Tu negro
infernal me ha arruinado para siempre”. “No te he ensuciado”, repuso la tinta. “Te he vestido
de palabras. Desde ahora ya no eres una hoja de papel sino un mensaje. Custodias el
pensamiento del hombre. Te has convertido en algo precioso”. En ese momento, alguien
que estaba ordenando el despacho, vio aquellas hojas esparcidas y las juntó para arrojarlas
al fuego. Sin embargo, reparó en la hoja “sucia” de tinta y la devolvió a su lugar porque
llevaba, bien visible, el mensaje de la palabra. Luego, arrojó el resto al fuego.
LA AVENTURA DEL AGUA

Un día que el agua se encontraba en el soberbio mar sintió el caprichoso deseo de subir al
cielo. Entonces se dirigió al fuego y le dijo: -“¿Podrías ayudarme a subir más alto? El fuego
aceptó y con su calor, la volvió más ligera que el aire, transformándola en un sutil vapor. El
vapor subió más y más en el cielo, voló muy alto, hasta los estratos más ligeros y fríos del
aire, donde ya el fuego no podía seguirlo. Entonces las partículas de vapor, ateridas de frío,
se vieron obligadas a juntarse, se volvieron más pesadas que el aire y cayeron en forma de
lluvia. Habían subido al cielo invadidas de soberbia y recibieron su merecido. La tierra
sedienta absorbió la lluvia y, de esta forma, el agua estuvo durante mucho tiempo prisionera
en el suelo, purgando su pecado con una larga penitencia.
SECRETO A VOCES

Gretel, la hija del Alcalde, era muy curiosa. Quería saberlo todo, pero no sabía guardar un
secreto. –“¿Qué hablabas con el Gobernador?”, le preguntó a su padre, después de intentar
escuchar una larga conversación entre los dos hombres. –“Estábamos hablando sobre el
gran reloj que mañana, a las doce, vamos a colocar en el Ayuntamiento. Pero es un secreto
y no debes divulgarlo”. Gretel prometió callar, pero a las doce del día siguiente estaba en
la plaza con todas sus compañeras de la escuela para ver cómo colocaban el reloj en el
ayuntamiento. Sin embargo, grande fue su sorpresa al ver que tal reloj no existía. El Alcalde
quiso dar una lección a su hija y en verdad fue dura, pues las niñas del pueblo estuvieron
mofándose de ella durante varios años. Eso sí, le sirvió para saber callar a tiempo.
EL MUÑECO DE NIEVE
Había dejado de nevar y los niños, ansiosos de libertad, salieron de casa y empezaron a
corretear por la blanca y mullida alfombra recién formada.
La hija del herrero, tomando puñados de nieve con sus manitas hábiles, se entrego a la
tarea de moldearla.
Haré un muñeco como el hermanito que hubiera deseado tener se dijo.
Le salio un niñito precioso, redondo, con ojos de carbón y un botón rojo por boca. La
pequeña estaba entusiasmada con su obra y convirtió al muñeco en su inseparable
compañero durante los tristes días de aquel invierno. Le hablaba, le mimaba...
Pero pronto los días empezaron a ser mas largos y los rayos de sol mas calidos... El
muñeco se fundió sin dejar mas rastro de su existencia que un charquito con dos carbones
y un botón rojo. La niña lloro con desconsuelo.
Un viejecito, que buscaba en el sol tibieza para su invierno, le dijo dulcemente: Seca tus
lagrimas, bonita, por que acabas de recibir una gran lección: ahora ya sabes que no debe
ponerse el corazón en cosas perecederas.
EL HONRADO LEÑADOR

Había una vez un pobre leñador que regresaba a su casa después de una jornada de duro
trabajo. Al cruzar un puentecillo sobre el río, se le cayo el hacha al agua.
Entonces empezó a lamentarse tristemente: ¿Como me ganare el sustento ahora que no
tengo hacha?
Al instante ¡oh, maravilla! Una bella ninfa aparecía sobre las aguas y dijo al leñador:
Espera, buen hombre: traeré tu hacha.
Se hundió en la corriente y poco después reaparecía con un hacha de oro entre las manos.
El leñador dijo que aquella no era la suya. Por segunda vez se sumergió la ninfa, para
reaparecer después con otra hacha de plata.
Tampoco es la mía dijo el afligido leñador.
Por tercera vez la ninfa busco bajo el agua. Al reaparecer llevaba un hacha de hierro.
¡Oh gracias, gracias! ¡Esa es la mía!
Pero, por tu honradez, yo te regalo las otras dos. Has preferido la pobreza a la mentira y
te mereces un premio.
EL ÁRBOL MÁGICO

Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro encontró un árbol
con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo verás.
El niño trató de acertar el hechizo, y probó con abracadabra, supercalifragilisticoespialidoso,
tan-ta-ta-chán, y muchas otras, pero nada. Rendido, se tiró suplicante, diciendo: "¡¡por
favor, arbolito!!", y entonces, se abrió una gran puerta en el árbol. Todo estaba oscuro,
menos un cartel que decía: "sigue haciendo magia". Entonces el niño dijo "¡¡Gracias,
arbolito!!", y se encendió dentro del árbol una luz que alumbraba un camino hacia una gran
montaña de juguetes y chocolate.
El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del mundo, y por
eso se dice siempre que "por favor" y "gracias", son las palabras mágicas
LA GATA ENCANTADA

Erase un príncipe muy admirado en su reino. Todas las jóvenes casaderas deseaban
tenerle por esposo. Pero él no se fijaba en ninguna y pasaba su tiempo jugando con
Zapaquilda, una preciosa gatita, junto a las llamas del hogar.
Un día, dijo en voz alta:
Eres tan cariñosa y adorable que, si fueras mujer, me casaría contigo.
En el mismo instante apareció en la estancia el Hada de los Imposibles, que dijo:
Príncipe tus deseos se han cumplido
El joven, deslumbrado, descubrió junto al a Zapaquilda, convertida en una bellísima
muchacha.
Al día siguiente se celebraban las bodas y todos los nobles y pobres del reino que
acudieron al banquete se extasiaron ante la hermosa y dulce novia. Pero, de pronto, vieron
a la joven lanzarse sobre un ratoncillo que zigzagueaba por el salón y zampárselo en cuanto
lo hubo atrapado. El príncipe empezó entonces a llamar al Hada de los Imposibles para
que convirtiera a su esposa en la gatita que había sido. Pero el Hada no acudió, y nadie
nos ha contado si tuvo que pasarse la vida contemplando como su esposa daba cuenta de
todos los ratones de palacio.
EL LOBO

Cauto, silencioso, el lobo salió una noche del bosque atraído por el olor del rebaño. Con
paso lento se acercó al redil lleno de ovejas, poniendo atención en donde ponía la pata para
no despertar con el más leve ruido al dormido perro.
Sin embargo, la puso sobre una tabla y la tabla se movió. Para castigarse por aquel error,
el lobo levantó la pata con que habla tropezado y se la mordió hasta hacerse sangre.
¿Verdad, amiguitos, que este lobo fue el mejor juez de sí mismo?
EL GRANJERO BONDADOSO

Un anciano rey tuvo que huir de su país asolado por la guerra. Sin escolta alguna, cansado
y hambriento, llegó a una granja solitaria, en medio del país enemigo, donde solicitó asilo.
A pesar de su aspecto andrajoso y sucio, el granjero se lo concedió de la mejor gana. No
contento con ofrecer una opípara cena al caminante, le proporcionó un baño y ropa limpia,
además de una confortable habitación para pasar la noche.
Y sucedió que, en medio de la oscuridad, el granjero escuchó una plegaria musitada en la
habitación del desconocido y pudo distinguir sus palabras:
-Gracias, Señor, porque has dado a este pobre rey destronado el consuelo de hallar refugio.
Te ruego ampares a este caritativo granjero y haz que no sea perseguido por haberme
ayudado.
El generoso granjero preparó un espléndido desayuno para su huésped y cuando éste se
marchaba, hasta le entregó una bolsa con monedas de oro para sus gastos.
Profundamente emocionado por tanta generosidad, el anciano monarca se prometió
recompensar al hombre si algún día recobraba el trono.
Algunos meses después estaba de nuevo en su palacio y entonces hizo llamar al caritativo
labriego, al que concedió un título de nobleza y colmó de honores. Además, fiando en la
nobleza de sus sentimientos, le consultó en todos los asuntos delicados del reino.
LA RATITA BLANCA

El Hada soberana de las cumbres invito un día a todas las hadas de las nieves a una fiesta
en su palacio. Todas acudieron envueltas en sus capas de armiño y guiando sus carrozas
de escarcha. Pero una de ellas, Alba, al oír llorar a unos niños que vivían en una solitaria
cabaña, se detuvo en el camino.
El hada entro en la pobre casa y encendió la chimenea. Los niños, calentándose junto a
las llamas, le contaron que sus padres hablan ido a trabajar a la ciudad y mientras tanto, se
morían de frío y miedo.
-Me quedare con vosotros hasta el regreso de vuestros padres -prometió ella.
Y así lo hizo; a la hora de marchar, nerviosa por el castigo que podía imponerle su
soberana por la tardanza, olvido la varita mágica en el interior de la cabaña. El Hada de las
cumbres contemplo con enojo a Alba.Cómo? ,No solo te presentas tarde, sino que además
lo haces sin tu varita? ¡Mereces un buen castigo!
Las demás hadas defendían a su compañera en desgracia.
-Ya se que Alba tiene cierta disculpa. Ha faltado, sí, pero por su buen corazón, el castigo
no será eterno. Solo durara cien años, durante los cuales vagara por el mundo convertida
en ratita blanca, Amiguitos, si veis por casualidad a una ratita muy linda y de blancura
deslumbrante, sabed que es Alba, nuestra hadita, que todavía no ha cumplido su castigo.
Apólogos
EL ANCIANO Y EL CUARTO NUEVO

Cuenta la historia que un anciano acababa de enviudar cuando llegó al asilo, su


nuevo hogar. Mientras el recepcionista le informaba sobre las comodidades de su
cuarto y la vista con la que contaría en dicha habitación, el anciano permaneció por
unos segundos con la mirada perdida y luego exclamó: “Me gusta mucho mi nuevo
cuarto”.

Ante el comentario del anciano, el recepcionista le dijo: “Señor, aguarde que en


unos minutos le mostraré su cuarto. Ahí podrá evaluar si le agrada o no”. Pero el
anciano le respondió rápidamente: “Eso no tiene nada que ver. No importa cómo
sea mi nuevo cuarto, yo ya he decretado que mi nuevo cuarto me gustará. La
felicidad se elige por adelantado. Si me agrada o no mi cuarto no depende del
mobiliario o la decoración, sino de cómo yo decido verlo. Yo ya he decidido que mi
nuevo cuarto me agradará. Esa es una decisión que tomo cada mañana al
levantarme”.
EL TURISTA Y EL HOMBRE SABIO

En el siglo pasado un turista fue a visitar El Cairo, en Egipto, para conocer al anciano
sabio que vivía allí.

Al ingresar a su casa, el turista se percató de que no había muebles, vivía en un


pequeño cuarto muy simple donde solo había unos cuantos libros, una mesa, una
cama y un banco pequeño.

El turista se asombró por la escasa posesión de sus bienes. “¿Dónde están sus
muebles?”, preguntó el turista. “¿Y dónde están los suyos?”, respondió el sabio.
“¿Mis muebles? Pero si yo solo estoy de paso”, se asombró aún más el turista. “Yo
también”, le contestó el sabio, y agregó: “la vida terrenal es solo temporal, pero
muchas personas viven como si fueran a quedarse eternamente aquí y se olvidan
de ser felices”.
EL SULTÁN Y EL CAMPESINO

Cuenta la historia que un sultán salía de las fronteras de su palacio cuando y al


cruzar por el campo se encontró con un anciano que plantaba una palmera. El
Sultán le dijo: “Oh, Anciano ¡Qué ignorante eres! ¿No ves que la palmera tardará
años en dar sus frutos y tu vida ya se encuentra en el ocaso?”. El anciano lo miró
con bondad y le dijo “¡Oh, Sultán! Plantamos y comimos. Plantemos para que
coman”. Frente a la sabiduría del anciano el Sultán, sorprendido le entregó unas
monedas de oro en señal de agradecimiento. El anciano hizo una pequeña
reverencia y luego le dijo: “¿Has visto? ¡Qué pronto ha dado sus frutos esta
palmera!”.
LOS OJOS CULPABLES

Cuentan que un hombre compró a una muchacha por cuatro mil denarios. Un día la miró y
se echó a llorar. La muchacha le preguntó por qué lloraba; él respondió:

-Tienes tan bellos los ojos, que me olvido de adorar a Dios.

Cuando quedó sola, la muchacha se arrancó los ojos. Al verla en ese estado, el hombre se
afligió y le dijo:

-¿Por qué te has maltratado así? Has disminuido tu valor.

Ella respondió:

-No quiero que haya nada en mí que te aparte de adorar a Dios.

A la noche, el hombre oyó en sueños una voz que le decía: «La muchacha disminuyó su
valor para ti, pero la aumentó para nosotros y te la hemos tomado». Al despertar, encontró
cuatro mil denarios bajo la almohada. La muchacha estaba muerta.

Ah´med ech Chiruani, H´adiquat el Afrah


SUEÑO PASAJERO

De su época de pandillero arrastraba el pseudónimo: “Cloroformo” -porque durmió a uno de


una patada-. Ahora, borracho irrecuperable, contentábase con comer cada noche de algún
basurero.

Hurgando entre los desperdicios encontró el maletín. ¡Más de 100.000 dólares! Urgente fue
a gastarlos. Cerró el cabaret, ordenó whisky para todos y pidió tres mujeres. Se emborrachó
como nunca. Por supuesto, estuvo impotente.

Niños de la calle le robaron lo que le quedaba.

Tanta fue la vergüenza que prefirió morir por las torturas de los narcotraficantes que habían
ocultado el maletín en aquel bote antes de revelar que había perdido todo.
EL REGRESO

Viajan hacia el origen.

Guiados por alguna brújula secreta, los salmones vuelven al lugar donde nacieron.
Vuelven para parir y morir.
Desde la mar, remontan los ríos. Nadan a contracorriente, sin detenerse nunca,
saltando a través de las cascadas y los pedregales y los muchos días y las muchas
leguas.

Los salmones se habían ido de la cuna, rumbo a la mar, cuando eran jóvenes de
poco cuerpo. En las aguas saladas, han crecido mucho y han cambiado de color.
Cuando desandan camino y río arriba vuelven al punto de partida, llegan convertidos
en peces enormes, que del color rosa han pasado al naranja rojizo y al azul de plata
y al verdinegro.

El tiempo ha transcurrido, y los salmones ya no son los que eran. Tampoco su lugar
es el que era. Las aguas transparentes de su reino de origen y destino están cada
vez menos transparentes, y cada vez se ve menos el fondo de grava y rocas. Pero
los salmones llevan miles o millones de años creyendo que el regreso existe, y que
no mienten los pasajes de ida y vuelta.
EL HOMBRE Y LA SERPIENTE

Un pescador dominguero estaba mirando por la borda de su barca, y vio una


serpiente que llevaba una rana entre los dientes. Al pescador le dio pena la rana y
alargó la mano, libró a la rana de las mandíbulas de la serpiente sin hacerle daño a
ésta, y la dejó en libertad.

Pero entonces le dio lástima la serpiente, que también tendría hambre, y como no
llevaba nada de comer, sacó una botella de aguardiente y derramó unas gotas en
la boca de la serpiente. Esta se largó muy satisfecha, la rana también estaba
contenta y el hombre quedó muy satisfecho de sus buenas acciones.

Pero Al rato, cuando más tranquilo estaba, oyó golpes en el costado de su barca y
se asomó otra vez a mirar, y cuál no sería su asombro al ver que era la misma
serpiente…con dos ranas entre los dientes.
LA CASA

Había sido albañil desde la infancia. Cuando cumplió dieciocho años, el servicio
militar lo obligó a interrumpir el oficio.

Lo destinaron a la artillería. En la práctica del tiro de cañón, debía disparar contra


una casa vacía, en medio del campo. Le habían enseñado a tomar puntería, y todo
lo demás; pero no pudo hacerlo. El había construido muchas casas, y no pudo
hacerlo. A los gritos le repitieron la orden, pero no.

El quería decir que una casa tiene piernas, hundidas en la tierra, y tiene cara, ojos
en las ventanas, boca en la puerta, y tiene en sus adentros el alma que le dejaron
quienes la hicieron y la memoria que le dejaron quienes la vivieron. Eso quería decir,
pero no lo dijo. Si hubiera dicho eso, lo hubieran fusilado por imbécil. Plantado en
posición de firmes, se calló la boca; y fue a parar al calabozo.

En un fogón de las sierras argentinas, en rueda de amigos, Carlo Barbaresi cuenta


esta historia de su padre.
Ocurrió en Italia, en tiempos de Mussolini.
EL UNIFORME DE TRABAJO

Ciento treinta y cinco años después de su muerte, Abraham Lincoln andaba por las
calles de Baltimore, Annapolis y otras ciudades de Maryland.

Lincoln entraba en cualquier comercio. Tocándose el ala del sombrero de copa,


inclinaba el cuerpo en una leve reverencia. Estudiaba el panorama con sus
inconfundibles ojos melancólicos, mientras se rascaba la barba grisácea sin bigotes,
y después extraía de la levita negra una pistola Magnum 357. En su estilo directo,
de hombre que va al grano y no se anda con vueltas, decía:

-La bolsa o la vida.

Durante el mes de mayo del año 2000, Kevin Gibson asaltó once tiendas, siempre
disfrazado de Abraham Lincoln, hasta que la policía lo atrapó y lo metió en la cárcel.

Gibson está preso desde entonces. Tiene cárcel para rato. Él se pregunta por qué.
Al fin y al cabo, no estaba haciendo nada más que imitar a algunos exitosos políticos
de su país.
SOLIDARIDAD CON LOS DESCENDIENTES

El sultán sale una mañana rodeado de su fastuosa corte. A poco de salir encuentra
un campesino, que planta afanosamente una palmera. El sultán se detiene a verlo
y le pregunta asombrado.
-¡Oh anciano! , plantas esta palmera y no sabes quiénes comerán su fruto... muchos
años necesita para que madure, y tu vida se acerca a su término.

El anciano lo mira bondadosamente y luego le contesta:

-¡Oh sultán! Plantaron y comimos: plantemos para que coman.

El sultán se admira de grande generosidad y le entrega cien monedas de plata, que


el anciano toma haciendo una reverencia, y luego dice:

¿Has visto, ¡oh rey!, cuán pronto ha dado fruto la palmera?

Más y más asombrado , el sultán, al ver cómo tiene sabia salida para todo un
hombre del campo, le entrega otras cien monedas.

El ingenioso viejo las besa y luego contesta prontamente:

-¡Oh sultán!, lo más extraordinario de todo es que generalmente una palmera sólo
da fruto una vez al año y la mía me ha dado dos en menos de una hora.
Maravillado está el sultán con esta nueva salida, ríe y exclama dirigiéndose a sus
acompañantes:
-¡Vamos...vamos pronto! Si estamos aquí un poco más de tiempo este buen hombre
se quedará con mi bolsa a fuerza de ingenio.
Parábolas
EL GRANO DE MOSTAZA.

El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y


lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero
cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que
las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.
LA OVEJA PERDIDA.

¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja
las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se le perdió, hasta que la halla?

Y al encontrarla, la pone sobre sus hombros gozoso; y cuando llega a casa, reúne
a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: Alegraos conmigo, porque he hallado mi
oveja que se había perdido.

Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que
por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.
EL HIJO PRÓDIGO.
Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte
de los bienes que me corresponde”; y les repartió los bienes.
Y no muchos días después, juntándolo todo, el hijo menor se fue lejos a una
provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando
todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia y comenzó a
pasar necesidad. Entonces fue y se acercó a uno de los ciudadanos de aquella
tierra, el que le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar
su vientre con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.

Y volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia


de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre,
he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme
como a uno de tus jornaleros.” Entonces, se levantó y fue a su padre. Y cuando aún
estaba lejos, lo vio su padre y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre
su cuello y le besó.

Y el hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de
ser llamado tu hijo.”
Pero el padre dijo a sus siervos: “Sacad la mejor ropa y vestidle; y poned un anillo
en su mano y sandalias en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos
y hagamos fiesta, porque este, mi hijo, muerto era y ha revivido; se había perdido y
ha sido hallado.” Y comenzaron a regocijarse.

Y su hijo mayor estaba en el campo, y cuando vino y llegó cerca de la casa, oyó la
música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Y el criado le dijo: “Tu hermano ha venido, y tu padre ha hecho matar el becerro
gordo por haberle recibido sano y salvo.”

Entonces se enojó y no quería entrar.


Salió, por tanto, su padre y le rogaba que
entrase. Pero él, respondiendo, dijo al
padre: “He aquí tantos años hace que te
sirvo, no habiéndote desobedecido jamás,
y nunca me has dado ni un cabrito para
alegrarme con mis amigos. Pero cuando
vino este, tu hijo, que ha consumido tus
bienes con rameras, has hecho matar
para él el becerro gordo.”

Él entonces le dijo: “Hijo, tú siempre estás


conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
Pero era menester hacer fiesta y
regocijarnos, porque este, tu hermano,
muerto era y ha revivido; se había perdido
y ha sido hallado.”
SEMBRADOR.

El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se


levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra
da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en
la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha
llegado la siega.
EL TESORO ESCONDIDO

”... El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al


encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende
todo lo que tiene y compra el campo aquel.”

Aquí Dios es el tesoro. Imaginemos que es Jesús que descubre a Dios en Él, se la
juega todo. Lo mismo nosotros, el día que descubramos a Dios, nos la jugamos todo
por tenerlo.
¿Cómo entiende Jesús la Divinidad? Haciendo la voluntad de Dios. Tener ese
tesoro implica la voluntad de Dios. Lo mismo en nosotros. El tesoro es la acción de
Dios acogida por mi. Cuando caigo en la cuenta de eso, no hay una cosa más
grande que eso. Dios por encima de cualquier cosa, inclusive por encima de su
propia religión.Jesús tuvo que sacrificar la praxis judía muchas veces
desacreditándose, por acoger la Divinidad.
LO QUE CONTAMINA AL HOMBRE

Nada hay fuera del hombre que entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que
sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.”

Me atrevo a creer que Macros fue un personaje que pudo haber vivido en Damasco.
El párrafo está armado con esa frase. Por qué se sabe? Por que la terminología que
se usa es de Pablo. Tomaron la frase de Jesús y armaron historias. Casi todos los
milagros de Jesús son armados a partir de una frase de Jesús.

Y cuando le preguntan sobre la parábola es un aforismo, una sentencia La frase


“con que ¿vosotros también estáis sin inteligencia?” Esa frase les debió caer
durísimo a los judíos, porque para el judaísmo lo que nos vuelve impuro es lo de
fuera. Así para un judío comer carne de cerdo es una impureza, comer sin lavarse
las manos, conversar con una prostituta, tocar un muerto y así varias cosas. Todo
viene de fuera. Jesús es diferente. El impuro eres tú que abusas de los otros.. Lo
que puso la comunidad a continuación es de la comunidad.

Vv.18-20: y añadía. ”No es lo de fuera lo que contamina es lo de dentro.” O sea lo


que daña es tu corazón, el torcido es tu corazón”.
ÁGUILA O GALLINA

Un guerrero indio se encontró un huevo de águila, el cual recogió del suelo y colocó
más tarde en el nido de una gallina. El resultado fue que el aguilucho se crió junto
a los polluelos.

Así, creyéndose ella misma gallina, el águila se pasó la vida actuando como éstas.
Rascaba la tierra en busca de semillas e insectos con los cuales alimentarse.
Cacareaba y cloqueaba. Al volar, batía levemente las alas y agitaba escasamente
su plumaje, de modo que apenas se elevaba un metro sobre el suelo. No le parecía
anormal; así era como volaban las demás gallinas.

Un día vio que un ave majestuosa planeaba por el cielo despejado.


Volaba sin casi batir sus resplandecientes alas dejándose llevar gallardamente por
las corrientes de aire.
-¡Qué hermosa ave! -le dijo a la gallina que se hallaba a su lado. ¿Cuál es su
nombre?
- Aguila, la reina de las aves - le contesto ésta. Pero no te hagas ilusiones: nunca
serás como ella.
El águila vieja dejó, en efecto, de prestarle atención.
Murió creyendo que era gallina.
EL TIGRE Y EL ZORRO

Un hombre que paseaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas,
por lo que el hombre se pregutnaba cómo podría sobrevivir. Entonces vio llegar a
un tigre que llevaba una presa en su boca. El rigre ya se había hatadoy dejó el resto
de la carne al zorro.

Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre. El
comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se dijo a sí mismo: «Voy
también yo a quedarme en un rincón, confiando plenamente en el Señor, y éste me
dará cuanto necesito».

Así lo hizo durante muchos días; pero no sucedías nada y el pobre hombre estaba
casi a las puertas d ela muerte cuando oyó una Voz que le decía: «¡Oh tú, que te
hallas en la senda del error, abre tus ojos a la Verdad! Sigue el ejemplo del tigre y
deja ya de imitar al pobre zorro mutilado!».
LA PARÁBOLA DE LOS TALENTOS

"Es también como un hombre que al marcharse de su tierra llamó a sus servidores
y les entregó sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno sólo: a
cada uno según su capacidad; y se marchó. El que había recibido cinco talentos fue
inmediatamente y se puso a negociar con ellos y llegó a ganar otros cinco. Del
mismo modo, el que había recibido dos ganó otros dos. Pero el que había recibido
uno fue, cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor. Después de mucho
tiempo, regresó el amo de dichos servidores e hizo cuentas con ellos. Llegado el
que había recibido los cinco talentos, presentó otros cinco diciendo: Señor, cinco
talentos me entregaste, he aquí otros cinco que he ganado. Le respondió su amo:
Muy bien, siervo bueno y fiel; puesto que has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo
mucho; entra en el gozo de tu señor. Llegado también el que había recibido los dos
talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste, he aquí otros dos que he ganado.
Le respondió su amo: Muy bien siervo bueno y fiel; puesto que has sido fiel en lo
poco, yo te confiaré lo mucho: entra en el gozo de tu señor. Llegado por fin el que
había recibido un talento, dijo: Señor, sé que eres hombre duro, que cosechas
donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por eso tuve miedo, fui y
escondí tu talento en tierra: aquí tienes lo tuyo. Le respondió su amo, diciendo:
Siervo malo y perezoso, sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo de
donde no he esparcido; por eso mismo debías haber dado tu dinero a los banqueros,
y así, al venir yo, hubiera recibido lo mío junto con los intereses. Por lo tanto, quitadle
el talento y dádselo al que tiene los diez.

Porque a todo el que tenga se le dará y abundará; pero a quien no tiene, aun lo que
tiene se le quitará. En cuanto al siervo inútil, arrojadlo a las tinieblas exteriores: allí
será el llanto y el rechinar de dientes"(Mt).
LA PARÁBOLA DE LOS DOS HIJOS
. "¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos; dirigiéndose al primero, le mandó:
Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. Pero él le contestó: No quiero. Sin embargo se
arrepintió después y fue. Dirigiéndose entonces al segundo, le dijo lo mismo. Este
le respondió: Voy, señor; pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?
El primero, dijeron ellos. Jesús prosiguió: En verdad os digo que los publicanos y
las meretrices os van a preceder en el Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros
por camino de justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y las meretrices
le creyeron. Pero vosotros, ni siquiera viendo esto os movisteis después a
penitencia para poder creerle"(Mt)
LA PARÁBOLA DEL FARISEO Y EL PUBLICANO

Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El
fariseo, quedándose de pie, oraba para sus adentros: Oh Dios, te doy gracias
porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese
publicano. Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo que poseo. Pero
el publicano, quedándose lejos, ni siquiera se atrevía a levantar sus ojos al cielo,
sino que se golpeaba el pecho diciendo: Oh Dios ten compasión de mí que soy un
pecador. Os digo que éste bajó justificado a su casa, y aquél no. Porque todo el que
se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado".
Leyendas
LEYENDA DEL MICO BRUJO

Cuenta la leyenda que en la noche de luna llena y después de media noche, sale
una Señora de aspecto horrible que se transforma en un "Mico" de aspecto
aterrador.

Este ser sale asustar a los pobladores que andan por calles, además de ir brincando
y saltando sobre los techos de las casa. Si alguna persona se le ocurre asomarse
para ver que sucede y se encuentra con este Mico Brujo, es atacada con sus garras
y le tira piedras.

Se dice que en la época colonial, una bruja convirtió en una Mona a una bella mujer
ya que esta envidiaba su gran belleza. La mujer hechizada, se fue a vivir muy lejos
debido a su horrible forma, y con el tiempo, murió sola.

Mucho tiempo después, se dice que regreso con aspecto de una especie de Mono
para vengarse de los hombres, y que esta mona, es enviada por un Hechicero para
que le haga daño a una persona en especial.
LA LEYENDA DEL SOMBRERÓN

La leyenda del Sombrerón, nos narrar que hace mucho existía un hombre bajito
vestido de negro con un gran sobrero del mismo color, que siempre lleva consigo
una guitarra, un cinturón y unas espuelas de plata. Él, montaba un audaz caballo
negro con el que se ocultaba perfectamente en la noche. Tampoco hablaba con
nadie y a nadie hacía daño; sólo aparecía y desaparecía como si fuera magia.

Algunos comentan que este pequeño ser, podía encontrarse en las orillas del
camino y aunque afirman que ya falleció, se siente aún su presencia, ya que se
convirtió en un un espectro que anda por las calles tocando la guitarra. Él es muy
enamoradizo de jóvenes de ojos grandes y pelo largo; y si se ha fijado en una chica
atractiva para él, la seguirá tocando una Serenata.

Si el Sombrerón conoce el hogar de aquella chica que le gusta, y por la noches se


le aparece, le hará una trenza en su cabello para que ella pierda el apetito y
después, morirá. La única manera de que una chica pueda evadir el interés del
Sombrerón, es cortarse su cabello cuando ella haya sido selecta por él. Sólo así ella
se podrá salvar.

En otros Países, han comentado que han visto


al Sombrerón pero, dicen que suele ser
acompañado por dos enormes perros negros
que son llevados por gruesas cadenas. Quienes
lo vieron muy de noche, dicen que si él los
encuentra en el camino, los hace correr y les va
gritando palabras para asustarlos. Además
gusta perseguir a los borrachos, a los busca
pleitos, a los que se trasnochan, los apostadores
y a los tramposos.

En noches de luna llena, es fácil confundir a este


personaje con las sombras que crean las ramas
y los arbustos. Cuando sale en su caballo, va a
todo galope, acompañado de un fuerte viento
helado y desaparece de inmediato.
LA LEYENDA DE LA SIGUANABA

Cuenta la leyenda de la Siguanaba, que ella se originó hace mucho cuando una
mujer llamada Sihuehuet (que significa mujer hermosa) tuvo una relación con el hijo
de un Dios llamado Tlaloc, del cual se embarazó.

Cuando nació el bebé, Sihuehuet no era buena madre y no quiso cumplir con sus
obligaciones. Ella prefirió dejar todo y tener un amante del cual prefería estar más
con él. Cuando Tlaloc descubrió sus falencias, la maldijo de la siguiente manera:
Cuando ella esté lejos de las personas, sería una mujer bella; pero si ellos se la
acercaban, verían a una mujer muy horrible.

Hoy en día, esta leyenda continua viva, y así se origina la Ciguanaba que, puede
parecer una mujer muy hermosa de lejos, y cuando estás cerca tiene una cara de
caballo o de una calavera. Ella persigue a los hombres infieles o que gustan
amanecerse en la calle. Gusta de atraer a los Hombres a los barrancos o a lugares
desiertos, para que perezcan al seguirla.

En otras versiones, la Siguanaba mata del susto a sus víctimas; pero si no muere y
logran escapar, se vuelven locos de por vida.
EL CADEJO LEYENDA

Cuenta la leyenda del Cadejo, que es un animal legendario que aunque parezca
extraño, cuida a los borrachos y aquellos quienes no pueden ver ni estar de pie; se
le considera un espíritu protector.

Él se guía por la soledad y afición del corazón de los borrachos que tratan de olvidar
sus penas o dolor con el alcohol, motivo por la cual este ser se compadece. Y no se
separa de él hasta que llegue sano a su hogar o se alivie su dolor. Si un Cadejo
llega a lamer la boca de un borracho, lo seguirá durante nueve días, y no lo dejará
en paz hasta que perezca. Luego se llevará su alma. Por eso hay quienes dicen,
que si un perro negro va detrás de un hombre, no debe ser confundido, ya que
puede ser el Cadejo.

Este ser, tiene la forma de un perro peludo con ojos rojos, patas de cabra y algunas
veces de color blanco o negro. Si el Cadejo es blanco, es bueno; pero si es color
negro, es malo o travieso. Otros detalles que se cuentan es que el cadejo oscuro
(gris en otros relatos) cuida a los niños abandonados; mientras el cadejo blanco es
protector de las mujeres soltiarias, abandonadas o viudas. Ambos son muy
protectores, tanto el blanco como el oscuro.
LEYENDA EL CARRETON DE LA MUERTE

Cuenta la leyenda del Carretón de la muerte, que este aparece en las casas donde
fallecerá una persona, y cuando sucede lo peor, el carruaje se lleva al muerto. Este
viene halado por 2 caballos negros que según algunos, estos animales exhalan
fuego de su boca. El cochero va totalmente vestido de negro logrando, un aspecto
tenebroso total en todo este carruaje.

En Guatemala, se dice que al llegar la medianoche, muchas personas del Centro


Histórico escuchan el sonido de las ruedas de una carreta. Otros dicen que se oye
el relinchido de unos caballos. Cuando las personas se asoman a ver qué es, no
ven nada pero continúan escuchando y juran, que hay un aire extraño. Hay quienes
dicen que el Carretón no roza el piso, sino que va levitando.

Cuando los pobladores presienten la presencia de este Carretón, prefieren estar


ocultos en sus casas, porque es capaz de llevarse a todos. En otros países, este
Carretón también está presente, sola su presencia es que se llevarán a algunos
vivos. Casi similar a la leyenda de Guatemala.
LEYENDA DEL JILGUERILLO

Esta es la historia de una bella doncella maya que habitó en Izabal antes de la
llegada de los españoles. Era muy feliz hasta que un sanguinario principe guerrero
la escogió como esposa, por lo que ella huyó al bosque.

El principe se enfureció y para obligarla a salir ordenó que el bosque fuera quemado,
ofreciéndole perdonarla si salía y se casaba con ella. Pero ella prefirió la muerte,
tras lo cual se transformó en un pajarito que aún se escucha en Guatemala.
LEYENDA DE LA SIGUAMONTA

. Cuenta la historia que en aquel entonces, la todavía pequeña capital estaba


rodeada por barrancos donde sucedían cosas atroces.

El culpable según los testigos era un endemoniado pajarillo dorado de


simpatiquísimo cantar que atraía a los niños curiosos y desobedientes para
embarrancarlos.
EL CUADRO DEL PAYASO

Esta es una leyenda urbana originada en la década de 1980, acerca de un médico


de Quetzaltenango que se traslada con su familia a la Ciudad de Guatemala,
instalándose en una vieja casa de la zona 4.

Cuando el hijo mayor encuentra un misterioro cuadro de un payaso -supuestamente


pintado por Rosemary Kennedy en 1941- da inicio una serie de sucesos fatales que
terminan involucrando incluso a un cura, la guerrilla salvadoreña y la familia
Kennedy de los Estados Unidos.
LEYENDA DE LA TATUANA

Esta leyenda narra la historia de la más bella mujer que hubo alguna vez en
Guatemala. Tras ser acusada de bruja por atraer a todos los hombres, fue
sentenciada a morir quemada en la hoguera por la Santa Inquisición.

Leyenda de la Tatuana, Guatemala

La noche antes de su ejecución, dibuja en la pared de su celda un barco con un


pedazo de carbón y tras recitar un conjuro aparece el diablo y la ayuda a escapar
en el barco.
LA LLORONA

La llorona es una de las leyendas más conocidas en Guatemala y, aunque hay


varios elementos que no cambian, existen varias versiones sobre el origen de esta
leyenda. Uno de los elementos que permanece igual en todos los relatos es el
nombre de la Llorono y su procedencia. Es decir, en todas las leyendas la mujer
lleva el nombre de María y es criolla, es decir, hija de de españoles en época de la
colonia.

Así mismo, otro de los elementos en común de las leyendas es que María contrajo
matrimonio y que su esposo viajaba mucho. Los elementos que varian es que,
estando de viaje, Maria se enamoro de un fontanero de nombre Juan de la Cruz y
producto de este amor queda embarazada.

Otra de las versiones es que de la persona que se enamora es de un mozo de su


finca y la tercera versión es que María llevaba una vida de libertinaje y se desconoce
de quien queda embarazada. Las leyendas, casi todas de ellas, cuentan que, una
vez embarazada, puede ser de 1, 2 o inclusive 3 hijos, y preocupada de lo que diría
su esposo, Maria va al rio y ahoga a sus hijos. Luego de haber ahogado a su hijo o
hijos, a María le da cargo de conciencia y trata de rescatar a sus pequeños y termina
ahogada ella también.

Otro de las leyendas cuentan que María regresa a su casa y al darse cuenta de lo
que había hecho corre por las calles gritando “mis hijos, mis hijos, donde están mis
hijos” con lagrimas en los ojos. Finalmente, las leyendas cuentan que la llorona está
condenada a buscar a sus hijos por toda la eternidad; asimismo, se comenta que si
se escucha a la llorona lejos es porque esta cerca y cuando se escucha cerca es
porque esta lejos.
Refranes
Perro Que Ladra, No Muerde
Significado: Los que hablan mucho, suelen hacer poco.

Al Que Madruga Dios Lo Ayuda


Significado: Muchas veces, el éxito depende de la rapidez.

Aunque La Mona Se Vista De Seda, Mona Se Queda


Significado: No importa con que vista una persona, ella siempre sera la misma
Quien Ríe Ultimo Ríe Mejor
Significado: Sera el tiempo quién diga quien tiene la razón y quién se equivoca

A Caballo Regalado, No Se Le Miran Los Dientes


Significado: Si algo no cuesta, no se tienen pretensiones.

Mucho Ruido y Pocas Nueces Significado: Se aplica a quien habla mucho y obra
poco
A Mal Tiempo,Buena Cara
Significado: Hay que saber sobrellevar los problemas de la vida

A Cada Cerdo Le Llega Su San Martín


Significado:No hay persona a quien no le llegue la hora de rendir sus cuentas.

A Perro Flaco No Le Faltan Pulgas


Significado: Al abatido y caído se le juntan todos los males.
El Que La Hace Lo Paga
Significado: Siempre llega el momento de rendir cuentas.
Cuentos inventados

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