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LA FILOSOFÍA DE NIETZSCHE

Material didáctico para alumnos/as 2º Bachillerato

Lucía Ruiz Bernal

D.N.I. 28584520M

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INDICE

1. Introducción……………………………………………….... 4

2. Contexto histórico, cultural, filosófico……………………… 5

3. Vida y obra…………………………………………………. 11

4. La Fª de Nietzsche. El arte como eje. Apolo y Dionisio……. 13

5. Zaratustra. El profeta de la vida…………………………….. 16

5.1 La voluntad de poder……………………………………. 17

5.2 El eterno retorno………………………………………… 20

5.3 La transmutación de los valores………………………… 22

5.4 El superhombre………………………………………….. 22

5.5 La muerte de Dios……………………………………….. 27

6. La filosofía a martillazos…………………………………….. 28

6.1 La civilización occidental en el punto de mira………….. 28

6.2 El nihilismo y sus formas……………………………….. 30

7. Crítica a la filosofía…………………………………………. 32

8. Crítica a la moral……………………………………………. 35

9. Crítica a la metafísica tradicional…………………………… 38

10. El crepúsculo de los ídolos………………………………….. 42

11. Comparación de Nietzsche con otros filósofos……………… 50

12. Bibliografía…………………………………………………... 54

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“¿Queréis saber qué es para mí, “el mundo”…Es un monstruo de

fuerza, sin principio ni fin, una magnitud férrea y fija de fuerzas que ni

crece ni disminuye, y que únicamente se transforma,…un juego de fuerzas

y ondas de fuerza…un mar de ondas tempestuosas que se agitan y

transforman desde toda eternidad y vuelven eternamente sobre sí mismas

en un enorme retorno de los años… Éste es mi mundo dionisiaco, que se

crea eternamente a si mismo, y que se destruye eternamente a si mismo,

este mundo enigmático de la doble voluptuosidad, mi “más allá del bien y

del mal”, sin meta, a no ser que exista una meta en la felicidad del círculo,

sin voluntad, a menos que un anillo tenga buena voluntad respecto a si

mismo. ¿Queréis un nombre para este mundo? ¿Y una solución para todos

sus enigmas? ¿Queréis una luz para todos vosotros, los desconocidos, los

fuertes, los impávidos, los hombres de media-noche? –Este mundo es la

voluntad de poder, y nada más que eso. ¡Sed vosotros también esa

voluntad de poder- y nada más que eso!”

(La voluntad de poder, aforismo 1067; en la ed.

Schlechta, II, pp. 916-917)

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1. INTRODUCCIÓN

Vamos a hacer una exposición, lo más aclaratoria posible, de

la filosofía de Nietzsche, teniendo en cuenta la dificultad interpretativa del

pensamiento de este filósofo, un tanto peculiar. Nietzsche resulta un

pensador hermenéutico precisamente por su carácter crítico radical. Su

propuesta de interpretación del mundo, sus expresiones innovadoras y su

lenguaje, hacen difícil la interpretación de su pensamiento. El lenguaje que

utiliza responde a una nueva manera de hacer filosofía y de ahí deriva en

buena medida la dificultad de entenderlo. Su estilo no es discursivo sino

narrativo: no pretende engarzar argumentos que desemboquen en una

conclusión, sino narrar, contar sin explicar. Todos los grandes conceptos

nietzscheanos son metáforas abiertas que cada intérprete ha de darle

sentido. Su intención es trasladar al lector a un estado mental que no

necesita pruebas ni demostraciones, sólo intuiciones. Por eso aparecen con

frecuencia paradojas e ironías que obligan a una lectura más profunda –y a

un horizonte interpretativo más abierto- que la que nos ofrece el sentido

literal.

Su filosofía renuncia a toda voluntad de sistematicidad y se expresa a

través de aforismos, parábolas, máximas, ironías, paradojas, panfletos, con

un lenguaje rico, sugestivo, impactante, cargado de imágenes y símbolos.

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Recogeremos algún fragmento de su obra “El crepúsculo de los

ídolos”, y a través de su análisis nos será más fácil la exposición de su

filosofía.

2. CONTEXTO HISTÓRICO, CULTURAL Y FILOSÓFICO

a) CONTEXTO HISTÓRICO

La vida Nietzsche ocupa casi exactamente la segunda mitad del siglo

XIX (1844-1900), un siglo muy agitado como lo fueron los precedentes.

Es el siglo en que toman cuerpo las profundas transformaciones que

se venían preparando desde el nacimiento de la Modernidad: proceso de

industrialización, revoluciones obreras, el surgimiento de los movimientos

internacionalistas de los trabajadores, el socialismo, el anarquismo,

liberalismo, tradicionalismo, y el auge de los nacionalismos.

Para explicar el contexto de Nietzsche (que precisamente se dedicó a

luchar con todas sus fuerzas contra ese contexto) hay que insistir que

durante la segunda mitad del siglo XIX, ya se empieza a percibir la

decadencia del proyecto de la Ilustración. Los sueños de una humanidad

fraternal y en constante progreso se están desvaneciendo; los conflictos no

cesan aunque cambia su forma: ahora predomina la lucha de clases entre la

burguesía y el proletariado industrial y las disputas nacionales. La

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experiencia demuestra que existen otros factores en la historia que la

razón no explica. Poco habrá que esperar para que dos guerras mundiales

lo confirmen.

Consecuencia de lo anterior, en la época en que vive Nietzsche hay:

- un enorme aumento de la población alemana,

- se va consolidando la segunda revolución industrial,

- hay una mejora de las comunicaciones y más riqueza. Alemania

terminará por constituirse en la primera potencia Europea.

b) CONTEXTO CULTURAL

Entre finales del siglo XIX y comienzos del XX la sociedad occidental

experimenta una serie de cambios, de crisis y se busca algo firme en qué

creer.

Europa difunde los principios jurídicos, institucionales y políticos, su

sistema democrático y liberal, se extiende por casi todo el mundo.

Aunque se constata una intención general de crear un arte

propiamente germánico, coexisten un buen número de tendencias,

especialmente en el campo de la pintura. Así, cabe citar el realismo, el

naturalismo, el impresionismo y el expresionismo.

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La arquitectura alemana es ecléctica, con elementos neogóticos.

En música debe citarse a la gran figura cultural de la época Wagner,

músico, pensador y creador de grandes óperas como Parsifal. Wagner

influyó no sólo en grandes músicos como Verdi, sino también en poetas y

pintores. Gran parte de esta cultura será considerada por Nietzsche como

decadente y reaccionará con fuerza contra ella.

En Europa Central se da una renovación de la cultura europea.

Intentando superar las crisis planteadas se afirma la primacía de la vida. Se

trata de un movimiento nuevo: “El Vitalismo” que es una actitud cultural

que pone el acento en la vida, en los valores vitales.

Aparecen también el Positivismo de Comte y el Materialismo de

Marx.

c) CONTEXTO FILOSÓFICO

Así como desde el punto de vista histórico el siglo XIX se enfrenta a

varias tendencias contrapuestas (liberalismo, tradicionalismo, socialismo,

anarquismo, nacionalismos...), así, también, desde el punto de vista

filosófico proliferan diversos “ismos” (positivismo, vitalismo,

romanticismo, idealismo, irracionalismo...) que se suceden unos a otros por

reacción.

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POSITIVISMO. Durante la segunda mitad del siglo XIX, (la época

de Nietzsche) el positivismo pretendía presentarse como la única respuesta

adecuada a los tiempos. Las ciencias de la naturaleza (sobre todo la física)

estaban pasando una época de ingenua pedantería: muchos científicos

creían que la ciencia y la razón eran capaces de explicar no sólo las leyes

de la naturaleza sino también los misterios del ser humano.

VITALISMO. Una serie de pensadores muy distintos entre sí suelen

agruparse en lo que ha dado en llamarse “VITALISMO”. Todos ellos se

oponen a los intentos positivistas de explicar el mundo a partir de la mera

racionalidad científica. Se trata de las “Filosofías de la vida”, que defienden

el irracionalismo y la afirmación de la vida como realidad radical del ser

humano. La razón no es la facultad exclusiva del hombre para ver la

realidad, también están la inspiración poética, la intuición, el instinto, el

inconsciente, etc... Representantes de esta corriente son: Schopenhauer,

Nietzsche, Bergson, Ortega, Dilthey. Pero la manera de entender esa

“vida” son muy diferentes en los distintos autores. La concepción de

Nietzsche, representa el enfoque más radical y agresivo contra el

racionalismo anterior.

Podemos decir, que desde el punto de vista filosófico cabe anotar

algunas influencias detectables en el pensamiento de Nietzsche:

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* El pensamiento griego. La gran fuente de la filosofía nietzscheana

la constituye la relectura del pensamiento griego, y en especial de los

autores clásicos. Esta lectura está guiada por la contraposición entre el

ideal apolíneo, que representa la racionalidad normativa, y el ideal

dionisíaco, que supone la perturbación de esa realidad normativa por un

impulso vital, basado en el fundamento de retorno, a lo que nuestro autor

llama lo uno primordial, lo originario y de lo que procede todo

ordenamiento racional.

* Kant. Luego, está la influencia de Kant. Pero el Kant que critica

con rigor las pretensiones racionales de la metafísica. Sin embargo, no

acepta, el nuevo planteamiento kantiano de la moral y de la religión.

* Hegel. Nietzsche también es, heredero de Hegel: en la conciencia

histórica, en la comprensión de lo real como proceso en devenir, en la

crítica a la reducción de la realidad a las matemáticas.

* Hay dos influencias directas sobre Nietzsche: Arturo Schopenhauer

y Ricardo Wagner.

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* La influencia de Schopenhauer en Nietzsche es múltiple. Admira

profundamente su estilo literario, su crítica al sistema hegeliano, y su

nihilismo.

De Schopenhauer Nietzsche tomó, también, la idea de que el mundo

es esencialmente voluntad de existir, voluntad ciega de perdurar en el ser.

La influencia de Schopenhauer en el pensamiento nietzscheano se

podría resumir en:

- La inteligencia no es más que una herramienta manejada por los

instintos.

- El papel predominante concedido al arte, sobre todo a la música como

apaciguador momentáneo de la voluntad.

- Radical desconfianza en la historia y en la visión ilustrada de progreso

histórico.

* Wagner, para Nietzsche, Wagner, supuso surgir de un espíritu

libre cuyas armas eran las que más podían agradarle: La música y la

poesía.

El resultado de esta influencia es la creencia por parte de Nietzsche

de que la historia espiritual de occidente, caracterizada por la antigüedad y

dos mil años de cristianismo, ha sido un camino errado en el que el hombre

se ha extraviado. Ante esto, es necesario renunciar a todo lo que hasta

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ahora se ha considerado “bueno”, “santo” y “verdadero”. Nietzsche

representa así la crítica más extrema contra la religión, la filosofía, la moral

y la ciencia.

Darwin. Finalmente, Nietzsche, recibe una importante influencia del

pensamiento evolucionista de Darwin, en especial de sus nociones de

lucha por la vida, y de selección natural de las especies. Considera que la

vida no está sometida a ninguna finalidad teleológica. En definitiva, trata

de redescubrir el componente biológico del ser humano. Este pensamiento

lleva a Nietzsche a ofrecer una visión completamente diferente de la

historia de la humanidad, proporcionando la idea de una posible alternativa

biológica, tal vez, un tanto ingenua y sentimental.

3. VIDA Y OBRA

Hemos realizado primero un recorrido histórico- filosófico- cultural

porque nos resulta determinante para poder adentrarnos más

profundamente en la vida de este pensador, los datos biográficos además de

ser muy significativos se pueden de alguna manera entender y justificar

sabiendo el contexto en el que la vida de este filósofo se desarrolla. Por

otro lado consideramos también determinante el exponer algunos

acontecimientos biográficos que serán la clave para comprender las razones

de su filosofía crítica y radical.

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Es un filósofo del siglo XIX, que nació en 1844 en Roecken

(Turingia, Alemania). Sus abuelos y sus padres fueron pastores

protestantes. Paradójicamente, Nietzsche sería un gran ateo. Cuando tenía

dos años nació su hermana Elisabeth que debía ser su compañera, amiga,

confidente, enfermera y la causante del mayor embuste político que se le

hizo al filósofo. Ésta tuvo una influencia nefasta en su obra, al falsificar

numerosos pasajes de los escritos de Nietzsche e impedir la publicación

de otros con la intención de hacerlo pasar por un precursor del nazismo.

A pesar de que muchos han aprovechado esta circunstancia para atacarle,

su defensa abierta de la individualidad creativa resulta incompatible con

cualquier concepto globalizante, como el de raza o Reich. En la escuela de

Pforta recibe una sólida formación humanista. A los 24 años Nietzsche es

nombrado catedrático extraordinario de la universidad de Basilea. En 1871

aparece su primera obra importante: "El origen de la tragedia en el espíritu

de la música". Entre 1873-1876 publica "Consideraciones intempestivas" y

“Humano, demasiado humano". Por estas fechas cae enfermo: terribles

dolores de cabeza y ojos. A partir de aquí se convierte en nómada: Riva,

Génova, Sicilia, Rapallo, Sils-Maria, Turín,… En 1881 publica "Aurora" y

un año después " La Gaya Ciencia". En Roma conocerá a Lou Andreas

Salomé, de la que permaneció enamorado a pesar de la posterior

separación. En un estado de gran soledad escribe su obra central: "Así

habló Zaratustra" (1883-1884). Ninguna de las obras posteriores alcanzaría

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el nivel de ésta: "Más allá del bien y del mal" (1886), "Genealogía de la

moral" (1887), " El Anticristo" (1888), “Crepúsculo de los ídolos” (1888).

Los dolores se hacen más frecuentes, le acecha la locura. Murió el 25 de

agosto de 1900 a los 45 años de edad.

4. LA FILOSOFIA DE NIETZSCHE. EL ARTE COMO EJE.

APOLO Y DIONISIO.

“[...]sólo como fenómeno estético aparecen justificados la existencia

y el mundo”. Con esta contundente frase y todas las consecuencias que de

ella se derivan podría resumirse la primera etapa del pensamiento

nietzscheano. Su obra central, El nacimiento de la tragedia, está inspirada

en la filosofía de Schopenhauer y Nietzsche esperaba que sus tesis sobre el

arte fueran aplicadas por Wagner en sus óperas. Esta obra es, entre otras

cosas, un profundo estudio filológico, artístico y filosófico centrado en el

nacimiento y evolución de la tragedia griega. Dos fuerzas esenciales están

presentes en estas obras teatrales: por un lado Apolo, el dios griego del sol

y la luz, y, por otro lado, Dionisos, el dios del vino y la embriaguez. Ambos

dioses son utilizados por Nietzsche de un modo metafórico y simbólico,

relacionándose con estos significados: Dioniso es la voluntad (objeto

central de la filosofía de Schopenhauer), lo irracional, la noche, lo

instintivo, y en la tragedia se correspondería con los momentos musicales y

de danza, y aquellos en los que participa el coro. En cuanto a Apolo,

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representaría la luz de la razón, la armonía, la alegría, la luminosidad del

día, y se corresponde con las palabras (lógos, palabra-razón) y los

personajes. Evidentemente, el valor de Dionisos es lo común (aquella parte

de la tragedia en la que todos participan, fundiendo su conciencia en una

fiesta colectiva) y Apolo es lo individual (el personaje con unas ideas,

pensamientos o principios morales propios, que no se identifica con lo

colectivo).

Para Nietzsche, el comienzo de la tragedia griega está marcado por lo

dionisiaco: el espectador es parte activa de la representación, un personaje

más, que neutraliza su conciencia para convertirse en otro. Es ahí donde se

produciría, por ejemplo, la catarsis de la que hablaba Aristóteles. La

tragedia, desde este punto de vista, sería el arte total en el que el individuo

deja de serlo, se funde en lo común, y se entrega a los valores dionisíacos.

Pero esta preponderancia del coro, fue disminuyendo hasta dar paso a la

tragedia griega clásica, transición que Nietzsche personifica en Eurípides:

con él, el coro pierde relevancia, y la van cobrando los personajes

individuales. La esencia dionisíaca y vital de la tragedia se cubre con un

manto apolíneo, aparentemente armonioso y equilibrado. El instinto es

tapado y anulado por el lógos. Si Eurípides inicia este proceso, Sócrates

será el encargado de culminarlo: con él lo dionisíaco y la dimensión vital

de la vida desaparecen, para dejar paso a una visión reflexiva y teórica de la

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misma. El diálogo y la búsqueda de una verdad universal dominan ahora

sobre el instinto, el error, y la embriaguez dionisíaca. La armónica y

equilibrada apariencia de Apolo ocultan para siempre el caos dionisíaco.

Por ello, la propuesta nietzscheana consiste precisamente en

recuperar el sentido originario de la tragedia griega: en desenmascarar a

Apolo, para que Dionisos retome el protagonismo que le corresponde. Eso

es lo que Nietzsche personifica en Schopenhauer y en Wagner. En la

medida en que la voluntad (y no el pensamiento o la verdad, como en la

mayoría de los filósofos anteriores) es uno de los conceptos clave de

Schopenhauer, Nietzsche espera que su pensamiento sea un punto de

inflexión que permita volver a los valores dionisíacos. Igualmente, proyecta

sobre Wagner todos los presupuestos artísticos que se derivan de El

nacimiento de la tragedia, esperando que la ópera de Wagner, concebida

como un arte total en el que se conjugan todas las demás, asuma la misión

de volver a Dionisos. Los desencuentros personales con Wagner unidos a

su negativa de realizar este proyecto artístico, provocarán un

distanciamiento progresivo, que terminará con una ruptura definitiva entre

ambos autores. Sin embargo, el protagonismo de Dionisos y todos los

valores que éste simboliza, reaparecerán una y otra vez en toda la filosofía

nietzscheana. La propuesta dionisíaca vendría a ser como el ave fénix

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filosófico: muerto Dionisos, todas sus ideas vuelven a la vida encarnadas

en una nueva figura simbólica: Zaratustra.

5. ZARATUSTRA. EL PROFETA DE LA VIDA.

La sustitución de Dioniso por Zaratustra responde a la necesidad

teórica de romper con toda la filosofía anterior, y personalizar en una nueva

figura todas sus ideas. Las ideas asociadas a Dionisos estaban claramente

influenciadas por Schopenhauer. Tomando a Zaratustra como protagonista

de su pensamiento, Nietzsche pretende desarrollar una filosofía propia y

original, alejada de cualquier teorización de tipo metafísico. Pese a este

cambio, la crítica va a seguir dirigiéndose contra toda la filosofía anterior y

contra el cristianismo. Zaratustra será, desde esta perspectiva el nuevo

profeta que venga a sustituir a todos los anteriores, que han pervertido el

mensaje de la vida. Zaratustra podría ser considerado como el anticristo, el

mensajero de la muerte de Dios, de la misma forma que Así habló

Zaratustra, la obra en la que Nietzsche nos presenta el mensaje del nuevo

profeta, se convierte en la nueva Biblia nietzscheana, donde las referencias

directas e indirectas a los textos sagrados son constantes, aunque el

mensaje sea completamente opuesto. Veamos algunos de los conceptos que

predica Zaratustra: Voluntad de poder, el eterno retorno, la transmutación

de los valores, el superhombre y la muerte de Dios.

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5.1.- LA VOLUNTAD DE PODER

“Principio básico de la realidad a partir de la cual se desarrollan todos

los seres. Es la fuerza primordial que busca mantenerse en el ser, y ser aún

más.”

Dada la repugnancia que parece despertar en él todo lo metafísico,

todo discurso relativo al ser, puede resultar extraño sugerir que con la

voluntad de poder Nietzsche nos presenta su noción de ser, su teoría del

ser, su teoría de la realidad del mundo, “su metafísica” .

Interpretación de la realidad

Múltiple es la realidad del mundo en cuanto tal, y múltiple es el ser

humano, porque el hombre posee una pluralidad de impulsos e instintos.

Reivindica la multiplicidad del ser. Esta multiplicidad se convierte en

“apariencia”.

Por otra parte el ser es “devenir” porque siempre está por hacerse,

siempre está en proceso, en proceso infinito, eterno, sin posibilidad de fin.

Con el concepto de “voluntad”, Nietzsche trata de expresar la idea

de que el ser es una fuerza ciega, caótica, constructora y destructora, en

continuo devenir, sin sentido y sin fin, creando y destruyendo. El ser tiene

como esencia un impulso que lo lleva a imponerse sobre lo que le rodea,

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sobre el resto del ser, es una especie de lucha sin fin. (aquí se ve claramente

la influencia de Heráclito y de Darwin).

De todo esto se puede concluir: que la “Voluntad de poder”, no es

deseo de poder, ni querer el poder. La voluntad de poder, no es voluntad

como facultad del alma que decide esto o lo otro (psicología). No es

voluntad pasiva, de obedecer o de someterse. Para Nietzsche, la voluntad

de poder, es voluntad de crear, de alumbrar nuevos valores, voluntad de

dar, voluntad de afirmar la diferencia.

La voluntad de poder se identifica con cualquier fuerza,

inorgánica, orgánica, psicológica, y tiende a su autoafirmación: no se trata

de voluntad de existir, sino de ser más.

La Voluntad de Poder puede ser afirmativa o negativa

¿Qué se afirma o niega?: Se afirma la vida. La afirmativa: quiere la vida.

La afirmación es lo que define la voluntad como creación, alegría,

donación, amor, inocencia, juego, azar, devenir; es Dionisos, el dios de la

ebriedad.

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La negativa. También la Voluntad de Poder puede ser negativa o

perseguir la nada. Es la depreciación de la vida, su odio. La vida es

culpable y responsable y necesita justificación.

También, La Voluntad de Poder es lucha de la vida por superarse

así mismo constantemente. La vida es lucha constante. Todo esto exige una

nueva realidad, nuevos valores, una "transmutación de los valores”, que

se favorezca la superación del ser humano, el superhombre.

La nueva idea de verdad.

Entendida así la realidad, el concepto tradicional de verdad carece de

sentido. La verdad también estará en función de la voluntad de poder; será

verdadero aquello que favorezca a la vida y será engañoso todo aquello que

se la niegue. La voluntad de poder es voluntad de apariencia, de ilusión,

es voluntad de vida.

Finalmente, la Voluntad de poder es la voluntad de juzgar, es la

capacidad que tiene el ser humano de crear valores. Juzgar es crear y en

esta creación de valores se simboliza la máxima actuación de la voluntad

de poder. Por esta razón, la voluntad de poder llevará a anegar los valores

de una sociedad decadente.

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5.2. EL ETERNO RETORNO

Inspirándose en la mitología griega y en los presocráticos (Heráclito

de Éfeso), la idea clave del eterno retorno es la repetición, el ciclo que se

ejecuta una y otra vez, sin que nada apunte hacia un estado final, o sin que

haya posibilidad a ningún tipo de progreso o evolución lineal. La teleología

aristotélica, el mundo platónico de las Ideas o el cielo prometido por los

cristianos son creaciones conceptuales absurdas: “Si el Universo tuviese

una finalidad, ésta debería haberse alcanzado ya. Y si existiese para él un

estado final, también debería haberse alcanzado.” El eterno retorno incluye

de este modo connotaciones materialistas, con una clara consecuencia

temporal: no existe más que el presente, el aquí y ahora, el mundo que

vivimos hoy. El pasado ya fue y el futuro no existe, por lo que el hombre

debe ser fiel al presente que vive, única realidad que podemos vivir

realmente. Un presente eternamente repetido, una tierra con procesos que

comienzan y terminan sin cesar: éste es el eterno retorno, que nos invita a

permanecer fieles a nuestro tiempo, “fieles a la tierra”: “¡Yo os conjuro,

hermanos míos, permaneced fieles a la tierra, y no creáis a quienes os

hablan de esperanzas sobreterrenales! Son envenenadores, lo sepan o no.”

Pero Nietzsche va más allá del significado puramente cosmológico. El

eterno retorno se termina convirtiendo en valor: es el camino para afirmar

la vida, es la expresión de la voluntad de poder que se libera del lastre del

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pasado y del temor respecto al futuro. El eterno retorno es el lugar y el

tiempo propio de la voluntad de poder. Zaratustra se convierte en el profeta

de esta nueva concepción, que eleva la visión griega de la naturaleza a la

categoría de valor moral. Aprecia Nietzsche dos aspectos de esta idea:

1. La inocencia y la carencia de sentido del cambio, fijándose

especialmente en los fragmentos heraclíteos. El cambio es sólo eso:

cambio, sin más valoraciones morales o metafísicas que realizar al

respecto.

2. La afirmación de la vida que se contrapone a toda clase de

pesimismo. El eterno retorno nos garantiza que hay sólo una realidad

(la presente) y que no hay un desarrollo hacia “otro” mundo, sea esto

interpretado en un sentido religioso (el cielo cristiano) o político (una

utopía o una sociedad mejor que construir). Como consecuencia de

esto, todo es bueno y justificable, puesto que todo se repite. El

mundo es giro, juego, la danza del mundo alrededor de sí mismo.

El eterno retorno es un reflejo del deseo de eternidad del presente, de la

voluntad de que todo permanezca. Es el sí infinito, eterno y absoluto al

presente vivido, a la vida misma y a la existencia. Para que esta idea

penetre en la sociedad y llegue al hombre es necesario avanzar hacia el

siguiente concepto: la transmutación de los valores.

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5.3. LA TRANSMUTACIÓN DE LOS VALORES

En esta ininterrumpida afirmación de la vida que es la filosofía

nietzscheana, aparece ahora, como siempre, una crítica y una propuesta:

derrumbemos todos los valores que niegan la vida, que se oponen a ella, y

respaldemos con nuestras obras y nuestras palabras la vida, la voluntad de

poder, el eterno retorno. La moral tradicional es decadente, aniquiladora de

todos los momentos en que la vida brota: niega el deseo, el instinto, el

impulso, la creación. La moral tradicional conserva un pesimismo que debe

ser superado: “Transvaloración de todos los valores, ésta es mi fórmula”.

Por eso hay que ser inmoralista: rechazar la moral decadente y pesimista,

negadora de la vida, que la sociedad impone, y ser ultra moralista,

podríamos decir, en la creación e invención de nuevos valores que estén en

sintonía con el eterno retorno, la vida y la voluntad de poder. El creador de

valores está más allá del bien y del mal, y es personificado en la filosofía

nietzscheana por un nuevo concepto: el superhombre.

5.4. EL SUPERHOMBRE

El superhombre es la encarnación de todos los valores nietzscheanos:

sería aquella persona que vive según su voluntad de poder, asumiendo

también el eterno retorno y la transmutación de los valores. Es el “nuevo

hombre” que debe sustituir al “último hombre”, y que es anunciado por

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Zaratustra. El superhombre es producto del eterno retorno, y recupera la

inocencia del hombre primitivo que puede encontrarse en los presocráticos.

No vive apesadumbrado por tantos y tantos siglos de filosofía, reflexión,

religión, ciencia... Juega con la vida, tal y como presenta Nietzsche al

superhombre en sus famosas tres transformaciones: proceso del

superhombre.

1. El camello: es aquella persona humilde y sumisa, que vive pendiente

de obedecer a su amo sin quejarse; el amo manda y él obedece. Es

como un camello que sufre una pesada carga: la moral y la religión

le convierten en un esclavo que vive pendiente de las normas (¡Tú

debes!). Para ganarte el cielo, debes y tienes que sufrir las cargas

que se te impongan.

2. El león: El hombre - camello, cansado por el peso de la carga se

rebela contra su amo y lo derriba. Entonces se convierte en el

hombre-león, crítico y dueño de sí mismo, que dice el “yo

quiero” e impone su voluntad y se emancipa de la religión. Trata de

romper con los valores tradicionales de la religión, pero vive anclado

a la moral, una moral que va en contra de la vida, y que elimina su

libertad.

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3. El niño: A medida que se va quitando las cargas, se va haciendo el

creador de sus propios valores; se convierte en el hombre-niño que

busca la afirmación de sí mismo. Es el ejemplo perfecto del

superhombre, el niño imagina, crea, inventa, juega con la vida. Es el

verdadero creador de valores. El niño se libra de la “seriedad” y del

“rigor” racionalista del león, y convierte la inconsciencia y la

inocencia en su mejor virtud: vive fiel a la tierra, y asume el eterno

retorno como una más de las reglas de la vida. El niño ama la vida, la

vive sin pensar sobre ella.

El superhombre aglutina todos los conceptos anteriormente explicados.

Es el mensaje nietzscheano condensado en una sola figura, en un solo

modelo de hombre. Nietzsche se refiere una y otra vez a uno de los

fragmentos de Heráclito: “El tiempo es un niño que mueve las piezas del

juego: ¡gobierno de un niño!”. El superhombre es la aparición natural que

sigue a la muerte de Dios. Aunque esta expresión tiene precedentes, en

Nietzsche adquiere un nuevo significado: es la desaparición absoluta de

Dios, que es la negación de la vida. El que sirve a Dios o vive pensando en

él, niega la vida, deja de vivirla. Por eso el superhombre es aquel capaz de

superar la destrucción de Dios, el hundimiento del cristianismo, que será

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uno de los temas característicos de la crítica nietzscheana a la civilización

occidental.

Características del superhombre. ( El ideal del superhombre)

A partir del tercer momento (el niño) es cuando empieza a aparecer el

superhombre que da lugar a la nueva humanidad libre y creadora.

El superhombre no se puede identificar con una clase social con

privilegios (la aristocracia), ni con un grupo definido biológicamente (una

raza). Pero lo podemos reconocer a partir de su conducta moral.

1. Rechaza la moral de esclavos. La humildad, la mansedumbre, la

obediencia, el servilismo, el rencor.

2. Rechaza la conducta gregaria. Detesta la moral del rebaño, la

conducta de los que siguen la mayoría, de los que siguen normas

morales ya establecidas.

3. Crea valores. Inventa las normas morales, que sean fieles al mundo de

la vida.

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4. Afán de superación.- Tiene que superar la moral tradicional,

decadente, alienante. Este afán de superación le debe llevar a expulsar a

Dios de su interior, tiene que superar la idea de Dios: Dios ha muerto y

sólo queda el hombre, que se va superando hasta llegar al superhombre

5. Vive en la finitud.- No cree en ninguna realidad trascendente, ni en

Dios, ni en ningún destino privilegiado para los seres humanos: una

raza, una nación, un grupo. Es dionisíaco.

6. Le gusta el riesgo, las nuevas experiencias, las pruebas difíciles, es

duro consigo mismo y con los demás.

7. Ama la intensidad de la vida: la alegría, el entusiasmo, la salud, el

éxito, el amor sexual.

8. Dueño de sí mismo: el superhombre es la afirmación enérgica de la

vida y el creador y dueño de sí mismo y de su vida, es un espíritu libre.

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5.5. “LA MUERTE DE DIOS”

Significado de la “La muerte de Dios”. Es la liberación de un gran peso,

el peso de la idea de un más allá. La idea de Dios es lo que impide al ser

humano superarse. Por ello si queremos redimir al ser humano tenemos

que matar a Dios.

La idea de la existencia de Dios, constituye, según Nietzsche, la

destrucción de la vida. El hombre, temeroso de sus propias fuerzas

creadoras y poderosas, ha puesto en Dios todo lo grande (aunque

momificado) y se ha quedado con lo más pequeño y miserable: Dios es

todo y el hombre es nada.

Dios reúne, para Nietzsche, todas las características opuestas a la vida:

es inmutable, perfecto, eterno, incondicionado, verdadero... Es decir, lo

contrario de la vida real. Por eso Dios debe morir para que viva el

hombre. O mejor, el “superhombre” como llama Nietzsche a ese hombre

que se decide a ser el creador de su propia vida. Sólo así podrá el hombre

recuperar las dimensiones poderosas que había perdido. En otro texto

anuncia solemnemente "la muerte de Dios" como el acontecimiento que

abre las puertas a una "nueva aurora" para la humanidad. Y es

importante advertir que cuando Nietzsche habla de Dios no se refiere

solamente al Dios cristiano, sino a todos aquellos valores absolutos que

27
hacen olvidar al hombre que la vida es una pura creación que rechaza

someterse a valores que no sean los que ella misma produce. Como la

idolatría de la ciencia y el progreso, tan frecuentes en su tiempo.

6. FILOSOFÍA A MARTILLAZOS

6.1. LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL EN EL PUNTO DE

MIRA

La crítica nietzscheana a la civilización occidental es radical: se dirige

contra los fundamentos de la misma, concretados en la moral, la religión, la

filosofía e incluso la ciencia. Esta crítica, parte negativa del pensamiento de

Nietzsche, es desarrollada especialmente en la segunda y cuarta etapa de su

pensamiento. En todas sus críticas aparecen los siguientes aspectos

comunes:

1. El método genealógico y psicológico: intenta ir al fondo instintivo

que subyace a la cultura humana. Adoptando la terminología de El

nacimiento de la tragedia, podríamos decir que la cultura es

interpretada como la continuación “apolínea” de lo dionisíaco, que es

el verdadero motor de la realidad y de la vida. Por ello será necesario

“desenmascarar” la cultura, objetivo que convierte a Nietzsche, junto

a Marx y Freud, en uno de los maestros de la sospecha. Será

28
necesario desarrollar un especial “olfato” para detectar por debajo de

la cultura el impulso primigenio que hace brotar la vida: la razón de

la ciencia, la moral, la filosofía y la religión esconden la sin razón de

la vida, el instinto que late en su fondo. Este método genealógico

será una de las aportaciones de Nietzsche a toda la filosofía del siglo

XX, siendo aplicado en diversos campos por autores como Foucault,

Delueze o Derrida.

2. Un análisis común: Todo procede de la raíz irracional de la vida, y

sin embargo la cultura se empeña en negarla ese origen, en

camuflarlo con el manto de la racionalidad. Por eso, en la medida en

que niega la vida, occidente se dirige hacia la nada: el nihilismo,

término clave de esta crítica, es la destrucción de la vida que parece

ser la meta de la civilización occidental.

3. Un enemigo con muchas caras: allá donde respira la razón se

manifiesta la decadencia propia de la negación de la vida. Da igual

que hablemos de ciencia, arte, religión o filosofía. Lo que niega la

vida debe ser superado y abandonado.

29
6.2.EL NIHILISMO Y SUS FORMAS.

De “nihil”, nada, significa “no dar valor a nada” y se materializa en

el tedio vital actual. Es una actitud vital y filosófica que niega todo valor a

la existencia. Es una consecuencia de la muerte de Dios.

El mismo Nietzsche nos define lo que significa el nihilismo: “que los

supremos valores se devalúan. Falta el fin, falta la respuesta a la

pregunta ¿para qué?”.

El nihilismo es valorado y repudiado al mismo tiempo por Nietzsche,

aunque las dos actitudes no son contradictorias. Por un lado, el nihilismo es

activo porque supera la creencia en un Dios alienante. Es negativo porque

es la falta de energía vital.

Formas del nihilismo

En función de la “Voluntad de poder” podemos distinguir diversos

tipos, formas, caras o aspectos de nihilismo: El nihilismo activo y el

nihilismo pasivo

30
1. Nihilismo activo: signo de la voluntad de poder, de la persona que

supera la angustia inicial que provoca la muerte de Dios.

2. Nihilismo pasivo: la decadencia propia de la persona que se hunde

ante la falta de referentes, y que vive “desfondado”, sin llegar a

abrazar los valores de la vida.

La clave para diferenciar ambos tipos de nihilismo reside en la voluntad

de poder. Si la voluntad de poder se reduce, aparece el nihilismo pasivo. Es

la forma de vida derivada de la pérdida de todo tipo de referentes, y

Nietzsche piensa que está a punto de surgir en occidente: todos los valores

que ha creado occidente son falsos, decadentes, negadores de la vida, hijos

de la “voluntad de la nada”. Cuando todos estos valores supremos muestran

sus debilidades surge la angustia y la inquietud propia del nihilismo pasivo.

Dios, la verdad, el bien y el mal se convierten en palabras vacías, y el

hombre reflexivo potenciado por Sócrates, Platón o Descartes no encuentra

una piedra segura sobre la que levantar su reflexión y su vida. Cuando todo

esto ocurra, habrá llegado el tiempo del último hombre, aquel que se deja

vencer por este desfondamiento, y que vive angustiado, temeroso,

deprimido ante la tristeza de un mundo ilusorio que se derrumba ante su

mirada. El nihilismo pasivo se entristece ante la total falta de sentido.

31
Pero existe una respuesta a esta crisis, y viene proporcionada por el

nihilismo activo: es la fuerza capaz de sobreponerse a la crisis del nihilismo

pasivo, y viene potenciada por una enérgica voluntad de poder. El nihilista

activo no espera a que los valores se derrumben: los destruye el mismo,

siendo capaz de sustituirlos por sus propios valores. La voluntad de poder

crea destruyendo, y destruye en su acto de creación. Este nihilismo activo

será el que conduzca a Nietzsche a desarrollar una crítica radical contra dos

de los fundamentos de occidente: la filosofía y la moral.

7.- CRÍTICA A LA FILOSOFÍA

Los grandes referentes de la filosofía occidental han sido, para

Nietzsche, sus grandes traidores, responsables de la corrupción que provoca

el predominio de la razón sobre la vida. Sus críticas se dirigen contra

Sócrates y Platón: Sócrates fue el encargado de que Apolo se impusiera

sobre Dioniso, con lo que la razón dominó sobre la vida. Su discípulo

Platón despreció el mundo que nos rodea, a la vez que se inventó uno

nuevo, en el cual se encontraba la verdad y el bien. El idealismo de ambos

esconde, en realidad, la decadencia, el temor ante la vida irracional y el

mundo, el miedo al instinto desordenado y dionisíaco, la angustia ante la

finitud y la muerte. Es un consuelo metafísico propio de la debilidad

humana.

32
CRÍTICA A LA MORAL PLATÓNICA (TRADICIONAL)

La crítica que hace a la moral platónico se centra en destacar su

carácter contranatural; es una moral que se dirige contra los instintos de la

vida, es una moral decadente.

La base filosófica de la moral “contranatural” es el platonismo. El

hecho de distinguir entre un mundo auténtico y un mundo aparente, según

Nietzsche, hace que el mundo aparente, el que realmente vivimos, no tenga

sentido, no tenga valor.

El platonismo pone el centro de gravedad del ser humano, no en esta

vida, sino en la otra, en el mundo de las ideas, en el más allá salvador. Se

dirige la vida desde fuera de la vida misma. Esto es un síntoma de

decadencia, de nihilismo, negativo, por ser antitético a la vida misma.

Nietzsche critica esa existencia de un orden moral del mundo, una fuerza

que lo explica y da sentido: Dios, como la Idea de Bien. Nietzsche, dice, si

queremos redimir al ser humano de esta moral es preciso matar a Dios y

hacer desaparecer su sombra, de esta forma “redimimos” el mundo.

33
Una guía absoluta, como propone la moral tradicional, sólo es posible si

imaginamos a alguien fuera del mundo, fuera de la vida; pero esta idea es la

imagen trasnochada de la propia moral cristiana.

Nietzsche solía llamarse “inmoralista”, pero no porque fuera amoral; su

moral va por caminos diferentes a los tradicionales, pero no deja de tener

una moralidad: Frente a la moral tradicional representada por APOLO, dios

del orden, la razón, la armonía que se inventa otro mundo “ideal” que

aplasta este mundo “real”, se alza DIONISO, dios de la vida, de la

embriaguez y del éxtasis, de lo informe, de lo trágico y caótico, de la

creatividad y destrucción naturales, en el originario devenir del ser.

De entre todos los filósofos, sólo Heráclito se salva: muchos de sus

fragmentos aparecen en las obras de Nietzsche, y sus ideas están detrás de

conceptos como el eterno retorno. Los demás filósofos se han dedicado a

conceptualizar, a negar la vida con conceptos como “ser”, “yo”,

“sustancia”, “cosa en sí”, “causa”... Son estos conceptos los responsables

del desprecio a los sentidos y una valoración excesiva de la razón. Se debe

luchar contra este racionalismo con una aceptación contundente de lo único

que nos es dado: los datos de los sentidos, la apariencia. La filosofía debe

regresar a las tesis heraclíteas. La metafísica se equivoca al separar la

apariencia y la esencia, el mundo aparente y el mundo verdadero. La única

34
verdad es la apariencia y los conceptos metafísicos son obstáculos que nos

separan de las cosas: el que quiera pensar con libertad debe deshacerse de

ellos, destruirlos, para retomar el contacto directo con la realidad.

A esta teoría fenomenista, le añade Nietzsche un tono claramente

pragmático: la verdad va unida siempre al interés. Es verdadero para cada

individuo lo que aumenta su voluntad de poder, lo que hace que la vida se

expanda. Las consecuencias subjetivistas son inevitables, pero no

preocupan demasiado al filósofo alemán, que reconoce abiertamente que

“no hay hechos sino interpretaciones”. Todo es perspectiva, punto de vista

ligado al interés propio. La verdad no existe, y su lugar es ocupado por la

verdad de cada uno, aquella que a cada uno le interesa.

8. CRÍTICA A LA MORAL

Si las críticas a la ciencia y la religión siguen la estela abierta por la

crítica a la filosofía, la crítica a la moral sí que aporta nuevos enfoques

sobre los que merece la pena detenerse. Así, La genealogía de la moral es

un ejemplo paradigmático de la aplicación del método genealógico:

Nietzsche indaga en el origen y evolución de los conceptos morales,

descubriendo que su significado no siempre ha sido el que la moral suele

recoger. A través de un estudio etimológico e histórico, Nietzsche llega a

esta conclusión: las palabras que en diversas lenguas significan “bueno”

35
significaron originariamente “noble, aristocrático”, un sentido opuesto al

significado de “malo”, referido siempre a “vulgar, plebeyo”. Como se ve

ambos conceptos no tenían significado moral: habían sido creados por los

nobles y poderosos para separarse del pueblo. Sólo con el paso del tiempo,

ambas palabras adquieren un significado moral, que lleva a un segundo

plano el significado original de estos términos. Los que eran “malos” (los

plebeyos, esclavos, débiles) pasan a denominarse “buenos”, mientras que

los buenos (poderosos, nobles, aristócratas) son ahora los “malos”. Los

judíos fueron, según Nietzsche, los que iniciaron esta transmutación de

los valores, que después fue seguida por los cristianos. La religión estaría,

de este modo, en la base de un movimiento tan revolucionario como

falseador de los valores originarios.

De este modo, los plebeyos imponen sus valores sobre los nobles. La

compasión, el perdón o la caridad (prácticas que sólo tienen sentido entre

los débiles) logran que otros valores como la soberbia, la fuerza o la

rotunda afirmación de la vida sean despreciados y valorados de un modo

negativo. Triunfa así una moral de la mediocridad y el resentimiento, una

moral que niega la vida, el impulso y el sentimiento, y que está en el origen

de la decadencia y el nihilismo que caracterizan a occidente. Si la moral en

que vive el hombre contemporáneo es una negación de la vida, una

imposición de la razón, debemos derrumbarla para retomar los sentidos

36
originales de las palabras “bueno” y “malo”. Por eso Nietzsche muestra la

esperanza en que un futuro no muy lejano la moral de los nobles ocupe el

lugar que le corresponda: surgirá así un nuevo hombre (el superhombre) y

se podrá vivir “más allá del bien y del mal”, recobrando aquella inocencia

del niño que juega la vida, interpretándola como una obra de arte, llevando

a la práctica el mensaje de Zaratustra.

CRÍTICA A LA MORAL CRISTIANA.

Nietzsche critica lo que él llama el espíritu cristiano, que ya tiene sus

precedentes en la época de la Grecia Clásica, encarnado en las figuras de

Sócrates y Platón. Estos pensadores fueron defensores de una moral

ascética, fundada en una concepción de la vida como castigo y del ser

humano como alma prisionera de un cuerpo que debe purificarse,

desentendiéndose de ese cuerpo, así como de los deseos e intereses

mundanos. Esta moral, dice Nietzsche, es contraria a la vida, es una moral

nihilista, que repudia la sensualidad al considerarla pecado.

Esta moral es una herencia de la religión judía, entendida como

imperio sacerdotal. Esta moral represiva, justifica doctrinalmente el poder

del sacerdote sobre el pueblo.

37
La amenaza de desgracias es la clave del poder sacerdotal. Si el

pueblo disminuye su temor a Dios, si desobedece sus disposiciones, será

castigado. En realidad, la desobediencia a Dios no es otra cosa que la

desobediencia a los sacerdotes que son caracterizados como sus

representantes, es decir, el poder sacerdotal.

A esta moral de la religión judía, Nietzsche llama moral de los

esclavos o moral de la debilidad, de los resentidos, de los sumisos, de los

débiles, de los humildes, de los miedosos que no se atreven a manifestarse,

que no se atreven a luchar, es una moral que crea la mala conciencia o

sentimiento de culpa.

9. CRÍTICA A LA METAFÍSICA TRADICIONAL.

(FILOSOFÍA TRADICONAL)

Nietzsche considera que el error fundamental de toda metafísica

desde Sócrates está en la invención de un mundo racional y la

desvalorización de lo opuesto a ese mundo racional, el que se ofrece a los

sentidos, el mundo del devenir.

38
Esta crítica está conectada con la crítica a la moral. No olvidemos

que la moral tradicional se fundamenta en la distinción platónica de los dos

mundos, el aparente y el real, y en la sobrevaloración de la razón frente a

los sentidos, que no nos ofrecen ningún conocimiento cierto de lo

auténticamente real. La crítica se dirige a Sócrates, que hizo someter a

Dionisio (la vida) bajo el fuero de Apolo (la razón, la lógica). Platón, por su

parte, crea un mundo ideal desvalorizando el mundo sensible; dibuja la

ilusión de un mundo verdadero, de un alma sin cuerpo, de un bien en sí.

Pero detrás del idealismo socrático-platónico se esconde un odio, un

recelo a la vida, al instinto.

La metafísica tradicional es dogmática: considera el ser como algo

fijo, estático, inmutable. Pero realmente, dice Nietzsche, este ser no existe;

sólo existe el devenir, sólo existe el mundo de las apariencias, los

fenómenos. De ahí que Nietzsche, salve a Heráclito, el único que ha

afirmado el ser como devenir, y a la dialéctica de Hegel, para quien toda la

realidad está en constante movimiento dialéctico. Sin embargo Kant es

condenado por afirmar esa separación entre fenómeno y noúmeno, pues

sólo existe el fenómeno.

Los conceptos más excelsos de la metafísica tradicional deben su

existencia a engaños gramaticales o del lenguaje. Así, “YO”, “COSA EN

39
SÍ”, CAUSA, SUSTANCIA son conceptos que se deben a una

sobrevaloración de la razón, que nos ha llevado a movernos en un nivel

ficticio. Pero sólo son los sentidos los que nos conectan con el devenir, con

el fenómeno, con las apariencias.

En definitiva, el supremo error de la metafísica consiste en haber

admitido ese desdoblamiento entre mundo verdadero y mundo aparente y

en haber hecho depender el mundo aparente del mundo verdadero (la

antítesis de los valores), cuando sólo existe el mundo que ellos defienden

como aparente. La historia de la filosofía no es otra cosa que la historia de

cómo el ser humano intenta borrar este falso espejismo de su horizonte, de

cómo se va desvaneciendo esta alucinación del mundo auténtico y

verdadero.

Nietzsche en su concepción de la realidad, pone la vida como aspecto

de la realidad al que todo se subordina. De modo que todo es medido,

valorado e interpretado en función de su relación con la vida. La vida es,

pues, la realidad fundamental, la modalidad del ser más valiosa de todas y

la que representa el verdadero y último sentido del ser. Con la vida, el ser

se trasciende a sí mismo, es la muestra más clara de la esencia del ser, de

la voluntad de poder.

40
Si para la metafísica tradicional la realidad es estática, fija e

inmutable, solamente podemos conocerla, aprehenderla, a través de una

construcción fija, estática absoluta y universal: el concepto. Nietzsche

duda de que el concepto pueda servir para aprehender la realidad del ser,

que es devenir y cambio.

Otro obstáculo creado por la metafísica tradicional en nuestro

acercamiento a la realidad es la idea de “verdad”. Pero ¿hay algo tan

absurdo como una “verdad en si”?. Para Nietzsche una verdad resulta

verdadera por su valor para la vida. “la voluntad de verdad” es la

“voluntad de poder”. Verdad es lo que aumenta el poder, lo que sirve a la

vida. La vida determina si algo es verdad o no. La voluntad de poder, la

voluntad de vivir es más profunda que la “voluntad de verdad”, que

imperaba en la metafísica tradicional.

El filósofo dogmático se dedica, dice Nietzsche, a “especular” por

encima del movimiento del mundo, por considerar este mundo causa de

error. Esta separación entre mundo de las ideas (real) y mundo de los

sentidos (aparente) es un error. Nietzsche dice que no hay un mundo

aparente y otro verdadero, sino que sólo está el devenir constante del ser

creando y destruyendo el mundo existente.

Para Nietzsche, el “SER METAFÍSICO” es lo más vacío y abstracto

que el hombre ha podido imaginar y por ello equivale a la “pura nada”.

41
10. EL CREPÚSCULO DE LOS IDOLOS

En este apartado vamos a comentar algunos fragmentos de esta obra

y a partir de ellos analizaremos su significado y comprobaremos todo el

planteamiento teórico que acabamos de exponer acerca de la filosofía de

Nietzsche. Antes hacemos un breve análisis sobre la obra.

El libro pertenece al último período de su vida. Fue escrita el 1988,

junto con El Anticristo y Ecce homo. A finales de ese mismo año aparecen

en él signos evidentes de locura y a principios del año siguiente es

ingresado en una clínica de Basilea. Este libro es el tercer escrito contra la

moral. El primero es Más allá del bien y del mal, es lo mismo que más

allá de lo verdadero y de lo falso, y al revés: el problema gnoseológico se

presenta como el reverso del conocimiento de la problemática moral. El

segundo, también destructivo, es la Genealogía de la moral en el que

afirma que el cristianismo es fruto de un resentimiento, la conciencia no es

la voz de Dios en el hombre, sino el instinto de crueldad vuelto hacia atrás,

y el sacerdote es el terrible poder del ideal ascético, el ideal nocivo por

excelencia.

El crepúsculo de los ídolos o la manera de filosofar con el martillo,

es el tercer libro contra la moral. Supone una declaración de guerra contra

los “ídolos eternos... el ídolo, de la portada del libro, designa

sencillamente lo que hasta ahora se ha llamado verdad. Ocaso de los ídolos

42
significa en lenguaje llano que la antigua verdad está llegando a su fin”. El

nombre, tomado de una ópera de Wagner, significa que ya no hay dioses,

sólo hay deidades falsas veneradas por toda la humanidad. Wagner es para

Nietzsche en la música, lo que Schopenhauer en filosofía. De Wagner se

distancia por la aproximación de éste al cristianismo; desde entonces dirá

de él que es un “decadente corrompido y desesperado...”. Cuando Wagner

le envía su obra Parsifal, Nietzsche contesta con su obra Humano,

demasiado humano.

El crepúsculo de los ídolos, dice el mismo Nietzsche, es un libro

excepcional no hay nada más sustancioso, independiente, revolucionario y

maligno. Si alguien quiere hacerse, una idea de cómo, delante de mí, todo

estaba boca abajo, que comience por leer este libro.

Fragmento:

“¿Me pregunta Vd. qué cosas son idiosincrasia en los filósofos?...

Por ejemplo, su falta de sentido histórico, su odio a la noción misma

de devenir, su egipticismo. Ellos creen otorgar un honor a una cosa

cuando la deshistorizan, sub specie aeterni (desde la perspectiva

de lo eterno) -cuando hacen de ella una momia. Todo lo que los

filósofos han venido manejando desde hace milenios fueron momias

conceptuales; de sus manos no salió vivo nada real. Matan, rellenan

43
de paja, esos señores idólatras de los conceptos, cuando adoran, —

se vuelven mortalmente peligrosos para todo, cuando adoran. La

muerte, el cambio, la vejez, así como la procreación y el crecimiento

son para ellos objeciones, —incluso refutaciones. Lo que es no

deviene; lo que deviene no es...”

Analizamos a continuación los términos que resultan

significativos del texto para entender la filosofía de Nietzsche.

Idiosincrasia: Rasgo distintivo propio de un individuo o de una

colectividad. En el texto, lo utiliza con una intención peyorativa, tiene su

significado habitual de “peculiaridad” pero remarcando lo que hay en ella

de idiota. Este término viene de dos palabras griegas que significan

« propio » y « temperamento »; se trata del carácter propio, de lo que

identifica y de lo que distingue de los demás.

Egipticismo: Nietzsche, usa este término en el texto para criticar la

concepción estática, la petrificación y la negación del tiempo. Con este

término, Nietzsche, crítica a los filósofos dogmáticos, idealistas platónicos,

que consideran la realidad como algo ya consumado sin tener en cuenta que

las cosas se están creando y destruyendo. Es el modo que tiene Nietzsche

de describir el rasgo esencial de los filósofos. Es la tendencia a la

paralización, la falta de creatividad, la lectura rígida e inamovible de la

44
realidad. Todos los filósofos anteriores han demostrado no tener sentido

histórico porque la historia es un devenir permanente y en cambio ellos han

hecho de la historia y de la vida unos conceptos estables, inmóviles, fijos,

como las momias de Egipto. Los conceptos filosóficos son lo contrario a la

vida, por eso la filosofía va contra la vida, por eso la filosofía es como una

momia de Egipto. Por eso dice Nietzsche que de la mano de los filósofos

“no salió nada real” y por lo tanto, sólo hay muerte. Hay que destruir esa

filosofía para meternos en el ritmo de la vida que no tiene nada que ver con

la quietud.

Filósofo: Designa fundamentalmente a un nuevo tipo de ser humano cuya

forma de conocimiento se identifica con la creación, con la vida. El filósofo

verdadero es un “hombre superior” que sigue las orientaciones de

Dionisios, frente a las de Apolo. Es alguien que ama el riesgo y el peligro.

No tiene nada que ver con el concepto estático y apergaminado de

“momia”. El filósofo occidental (el antiguo) es lo más parecido a una

momia. Son dos términos equivalentes, porque los filósofos han

“deshistorizado” la vida y la han hecho irreal, la han hecho una momia,

como los egipcios, algo estable, permanente. Sin embargo la vida es

movible, cambiante. Es alguien que crea una nueva forma de cultura y de

conocimiento, basados en la voluntad de poder. Es el llamado a renovar

desde sus raíces la cultura occidental.

45
Idólatras. Idolatría: Amor excesivo y vehemente a una persona o cosa;

adorar ídolos, o sea, adorar a la imagen de una deidad como si fuera la

deidad misma. En el texto, Nietzsche llama a los filósofos « idólatras de los

conceptos », porque experimentan una pasión desmesurada por ellos y

porque adoran lo que no es más que puro cascarón.

Esos señores idólatras de los conceptos Con este término, en el texto

Nietzsche critica a los filósofos antiguos que piensan que lo que es, la

realidad tal como la conciben ellos, no deviene, es algo estática,

inamovible. Para Nietzsche, sin embargo, la realidad estática no es, no

existe, y sólo existe lo que deviene, porque toda la realidad es puro devenir.

Las cosas, la realidad, el ser, es devenir, está por hacerse, está en proceso

infinito, eterno, sin posibilidad de fin. Todos los filósofos “creen, incluso

con desesperación, en lo que es”, y por lo tanto, no descubren el verdadero

ser, el devenir.

Lo que es no deviene. En el texto significa « lo estático », lo que ha

llegado a ser lo que no está en devenir. Frente a lo que no deviene, está el

devenir, lo que no es, lo que está por hacerse, lo que está en proceso,

proceso infinito, eterno, sin posibilidad de fin. Según Nietzsche, para los

filósofos decadentes (los filósofos antiguos), Dios es el único ser que no

deviene, ya que siempre ha existido y existirá, es un ser estático, porque es

46
causa de sí. Esta concepción de los filósofos —nos dice— no es otra cosa

que una más de las dolencias cerebrales de unos enfermos tejedores de

telarañas. Y lo están pagando muy caro.

Basándonos en el fragmento expuesto, nos preguntamos ¿Cómo es la

realidad para Nietzsche frente a la de los filósofos antiguos?

Para los filósofos antiguos, lo que es, la realidad tal como la

conciben ellos, no deviene, es algo estática, inamovible. Para Nietzsche, sin

embargo, la realidad estática no es, no existe y solo existe lo que deviene,

porque toda la realidad es puro devenir. Las cosas, la realidad, no son, sino

que llegan a ser. Llegar a ser es lo que significa devenir. Todos los

filósofos “creen, incluso con desesperación, en lo que es”, y por lo tanto, no

descubren el verdadero ser, el devenir.

Fragmento:

“Pongo a un lado, con gran reverencia, el nombre de Heráclito.

Mientras que el resto del pueblo de los filósofos rechazaba el testimonio de

los sentidos porque éstos mostraban pluralidad y modificación, él rechazó

su testimonio porque mostraban las cosas como si tuviesen duración y

unidad. También Heráclito fue injusto con los sentidos. Estos no mienten ni

del modo como creen los eleatas ni del modo como creía él, –no mienten de

ninguna manera10. Lo que nosotros hacemos de su testimonio, eso es lo que

introduce la mentira, por ejemplo la mentira de la unidad, la mentira de la

47
coseidad, de la substancia, de la duración11... La «razón» es la causa de

que nosotros falseemos el testimonio de los sentidos. Mostrando el devenir,

el perecer, el cambio, los sentidos no mienten…12 Pero Heráclito tendrá

eternamente razón al decir que el ser es una ficción vacía. El mundo

«aparente» es el único: el «mundo verdadero» no es más que un añadido

mentiroso..”.

Mundo verdadero: Este término, para Nietzsche, es una

ficción, es el resultado de las elucubraciones alejadas de la realidad que

lleva a cabo la metafísica. Nietzsche lleva a cabo en el texto una

reivindicación de los sentidos, el único mundo existente es el que nos

muestran los sentidos. El mundo « verdadero » de la razón es una mentira.

Monótono-teísmo: Expresión irónica para referirse a la concepción

estática cristiana, que es un tedioso monótono teismo. Es un término que

resulta de la fusión de « monoteísmo » y « monótono ». La metafísica

tradicional se caracteriza por lo que Nietzsche llama el « monoteísmo de la

verdad »: la creencia de una verdad única y excluyente que reside en un

trasmundo. La consecuencia inevitable es la desvalorización del único del

único mundo real, la declaración de guerra a la naturaleza y a la voluntad

de vida. Por tanto, la monotonía, el aburrimiento, el hastío, el nihilismo.

48
Heráclito es el prototipo y representante de la realidad cambiante, la

antítesis del conocimiento estable, y por lo tanto el representante más fiel

para Nietzsche de la vida como realidad movible y de la historia que es

perpetuo cambio. No le aplaude en el hecho de negar el conocimiento

sensitivo, aunque la razón es diferente: Heráclito afirmaba que el

conocimiento sensitivo ofrecía un aspecto aparente de unidad y quietud,

mientras que el racional mostraba la dialéctica interior de las cosas, causa

del movimiento permanente.

El único filósofo al que Nietzsche considera exento del error

dogmático es Heráclito. Este presocrático afirmaba que la realidad es puro

devenir (“panta rei”, todo fluye). Heráclito considera que el ser (con los

rasgos de sustancialidad, unidad, duración, identidad, etc.) no existe. No

hay cosas estables y permanentes, sino procesos en continua

transformación. "No te bañarás dos veces en el mismo río". Pero Heráclito

consideraba que los sentidos a veces pueden mostrar la aparente unidad y

duración de la realidad. En este sentido, también Heráclito fue injusto con

los sentidos: afirma que el ser es devenir, pero responsabiliza a los sentidos

de captar unidad y duración en las cosas. Sin embargo, su rechazo a los

sentidos es por razones muy diferentes a las de los eleatas. Los eleatas

(Parménides y su escuela) rechazan el testimonio de los sentidos porque

muestra el devenir mientras que Heráclito rechaza el testimonio de los

49
sentidos porque nos muestra la permanencia.

“Duración” es lo mismo que permanencia. El Ser estático de la

metafísica se caracteriza por la unidad, la permanencia, la inmutabilidad.

Nietzsche cree en el testimonio de los sentidos y hace responsable de

la mentira que supone una realidad sustancial negadora del devenir a la

razón.

11.COMPARACIÓN DE NIETZSCHE CON OTROS

FILOSOFOS

Nos parece interesante y aclaratorio, para concluir la exposición,

hacer un análisis comparativo de la filosofía de Nietzsche con la de otros

filósofos, algunos de ellos sí hace referencia explícitamente en su obra, y

los otros que exponemos son interesantes para tener una idea general de las

diferentes posturas a lo largo de la Historia de la Filosofía, con relación a

temas claves en esta materia.

Nietzsche combate con ferocidad a todos los filósofos precedentes. Así

pues, podríamos elegir cualquier pensador occidental para contraponerlo a

su pensamiento pero nos centraremos en una serie de autores a los que

alude directa (Parménides, Heráclito, Demócrito, Kant y el cristianismo) o

indirectamente (Platón) en el capítulo tercero de Crepúsculo de los ídolos.

Con todos los pensadores mencionados mantiene una relación de oposición

excepto con Heráclito por lo que la trataremos aparte. Los filósofos de la

tradición racionalista defendieron el dualismo ontológico. Esto quiere

50
decir que introdujeron la distinción entre un mundo verdadero,

caracterizado por la unidad, la eternidad y la permanencia y un mundo

aparente cuyos principales atributos eran la multiplicidad, la mortalidad y

el cambio. Así Parménides opuso el ser al no-ser. Platón distinguió entre el

mundo de las Ideas y el mundo de los particulares sensibles. Demócrito y

los atomistas diferenciaron entre los átomos y lo sensible. Con la llegada

del cristianismo (“platonismo para el pueblo”) esta duplicación del mundo

se propaga. La religión cristiana distingue entre una región celestial,

morada de Dios, y el mundo terrenal que es un “valle de lágrimas”.

Finalmente, Kant, filósofo ilustrado alemán, establece la diferenciación

entre nóumeno y fenómeno. Nietzsche rechaza todas estas formas de

dualismo ontológico. Para él no existen dos niveles de realidad, sólo existe

el mundo del devenir. Permaneced fieles a la Tierra, exclamaba. El

pensador alemán proclama la muerte de Dios, es decir la inexistencia de

trasmundos como el mundo de las Ideas o el más allá. Estos trasmundos

niegan la muerte y el cambio y, por tanto, la vida. Los platónicos

defendieron al mismo tiempo el dualismo gnoseológico según el cual

existen dos tipos de conocimiento, siendo la razón superior a los sentidos

los cuales sólo nos muestran la apariencia, el no-ser. Para Nietzsche los

sentidos no nos engañan, nos engaña la razón. Hay que aceptar el

testimonio de los sentidos que nos muestran el devenir. En tercer lugar los

metafísicos han defendido también el dualismo antropológico, es decir,

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entienden que el hombre está compuesto de dos elementos: el cuerpo y el

alma, siendo el alma la esencia del cuerpo. El cuerpo es entendido como

“cárcel del alma”, origen de todo lo pecaminoso. Para la metafísica si los

sentidos nos engañan, su objeto, lo sensible, es negativo. Si el cuerpo es

sensible, lo corporal también será negativo, fuera el cuerpo. Frente a esto,

Nietzsche reivindica lo corporal, el placer, la sexualidad, la procreación.

Heráclito es el único filósofo que salva Nietzsche de su demoledora

crítica porque el efesio entiende el ser como devenir (“panta rei”). Para el

griego no hay cosas estables y permanentes, sino procesos en continua

transformación ("No te bañarás dos veces en el mismo río"). Considera que

el ser uno, eterno e inmutable no existe, es una ficción vacía y siente

aprecio por la pluralidad y el movimiento. También Heráclito es el más fiel

a la gnoseología de Nietzsche aunque piensa el alemán que no fue justo con

los sentidos.

En cuanto a la relación con Ortega y Gasset podemos decir que ambos

defienden una visión de la realidad como devenir, como algo que está en

continuo cambio, que es de carácter dinámico. La realidad es múltiple

según el alemán; la realidad está compuesta por múltiples perspectivas

según el español. Su divergencia se refiere a la postura gnoseológica que

uno y otro mantiene. Ortega considera que la realidad no se puede conocer

de otro modo que no sea mediante la razón (“razón=teoría”) Aunque la

razón ha de hacerse histórica, dinámica, vital. Nietzsche, por el contrario,

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defiende una postura irracionalista: la explicación racional no puede dar

cuenta cabal de lo real. Su filosofía descalifica una y otra vez a la razón

como la gran falsificadora del mundo. El alemán reivindica la metáfora

frente al concepto y considera que los conceptos y categorías racionales no

sirven para dar cuenta de lo real, petrifican la realidad, niegan la vida.

Concluimos haciendo una reflexión sobre la actualidad de la

filosofía de Nietzsche.

La filosofía ha dejado de creer en trasmundos, en más allás y ha

asumido la “muerte de Dios”. La filosofía occidental es fundamentalmente

antimetafísica y esto se debe a la influencia decisiva de la filosofía

nietzscheana; pero también la proclamación nietzscheana de la

desaparición de todos los ídolos de la metafísica tradicional ha supuesto en

nuestra época la renuncia a cualquier ideal y, como consecuencia, la

pérdida de sentido que es una seña de identidad del pensamiento

posmoderno actual.

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BIBLIOGRAFIA

Nietzsche, F. “El crepúsculo de los ídolos” Madrid, Alianza. 1993

“ La genealogía de la moral” Madrid, Alianza. 1980

“ La Gaya ciencia”, Madrid, Akal, 1988

“El Anticristo”, Madrid, Alianza, 1980

“Ecce Homo”, Alianza, Madrid 1988

Eugen Fink, “La filosofía de Nietzsche”, Alianza Universidad 2000

Copleston, “Historia de la Filosofía”, E. Ariel, 1998

Emmanuel Mounier, “Introducción a los existencialismos”

Guadarrama, Madrid, 1973

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