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Fernando Guagnini mat: 18409

Sobre el tratamiento de la acedia en la Edad Media

Resumen: En el siguiente texto se abordará el tema del tratamiento la acedia en el


medioevo. Para ello, primero será menester realizar una breve historia y un abordaje del
concepto empezando con la noción de melancolía vista en los Problemata XXX,1 de
Aristóteles la cual es investigada por Rubén Peretó Rivas en su artículo Aristóteles y la
melancolía: En torno a Problemata XXX,1. Luego, se desarrollará la manera en que la
acedia pasó a transformarse en un sentimiento vinculado a la tentación demoníaca y a un
acto voluntario de desidia por parte del hombre centrándonos en Evagrio Póntico (quién fue
el primero en incorporar a la acedia en su lista de pecados capitales), para finalmente
observar las características planteadas por Tomás de Aquino en quién encontraremos un
punto medio entre lo dicho por Aristóteles y lo mencionado por el anterior autor citado. A
partir de esto, veremos luego de que manera se busca dar un "remedio" contra el mal de la
acedia en la época medieval y se discutirá la eficacia del mismo teniendo en cuenta también
los diferentes objetivos que este "remedio" buscará. Finalmente, haremos un rastreo de lo
que entendemos por acedia en nuestros tiempos y plantearemos a modo de debate la
posibilidad de que el día de hoy el remedio cristiano para controlar y evadir el mal de la
acedia haya sido desplazado luego de la gran secularización producto de la modernidad. En
torno a esto, analizaremos la manera en que se comprende el concepto de acedia en ambas
épocas y debatiremos sobre las distintas formas planteadas tanto en la época medieval
como en la moderna para paliar este mal estableciendo a modo de conclusión una opinión
propia acerca de cuál sería la mejor forma de tratar con el mal de la acedia.

Desarrollo

Sobre la acedia en Aristóteles

Para iniciar con el desarrollo, será necesario en primer lugar explicar que es lo que se
entiende por la “acedia”. Este término derivó de la palabra griega avkhdi,a o avkhdei,a el
cual, dentro de sus varios significados corresponde con el sentido de tedio, tristeza o pereza
espiritual. De esta manera, comprendemos la idea del concepto, el cual está ligado a una
especie de cansancio espiritual, una negación hacia la devoción a Dios lo cual también,
como consecuencia puede llevar a una tristeza interna o del alma. Para respaldarnos sobre
este conocimiento, veremos que podemos encontrar una relación entre el concepto de
“melancolía” en Aristóteles y el desarrollo que se dio luego hasta llegar al concepto de
acedia. Dada la inexistencia de una cultura cristiana imperante en la época, y de las
atribuciones de los distintos estados de ánimo a cuestiones ligadas a la religión, Rubén
Peretó Rivas muestra como Aristóteles en su libro XXX de los Problemata explica el
concepto de melancolía, el cual será comprendido como un exceso de “bilis negra” en el
cuerpo el cual podría ser alterado debido a objetos externos como el cambio climático, por
problemas digestivos o bien, por una cuestión constitutiva del sujeto. 1 La cuestión por la
que se elige hablar de la melancolía aristotélica desde el principio se da gracias a que con
esta encontramos una especie de sensación cercana a la acedia, pero que, por cuestiones de
ignorancia sobre ciertos saberes del cristianismo, era atribuida por el filósofo de Estágira a
un comportamiento que altera la luz del genio. Vemos entonces, un sentimiento que
corresponde a una condición física (el exceso de bilis negra) que produciría efectos
secundarios en el comportamiento de las personas. Esto, sin embargo no sería malo del todo
para el filósofo, ya que de la tristeza provendrían también obras de excelencia de manera
que para Aristóteles muchos de los hombres más melancólicos serían los más brillantes ya
que pudieron hacer una catarsis en el momento justo de su sentimiento melancólico para
crear grandes obras. La pregunta correspondiente a esta observación sería la siguiente:
¿Debe ser extraída totalmente del hombre la sensación de acedia? Queda también expuesto
que la pregunta se volcará hacia el deber dejar, ya que si de si se puede dejar o no de sentir
acedia es muy difícil saber algo al respecto.

El concepto de acedia en Evagrio Póntico

Siguiendo adelante entonces, con la historia de la acedia, vemos que Evagrio Póntico sería
quien introduciría esta sensación dentro de su lista de pecados capitales, la cual constaría de

1 Rubén Peretó Rivas hablará de este tema en una ponencia llamada Aristóteles y la melancolía. En torno a
problemata XXX,1 leída durante las Jornadas Aristotélicas en la facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza entre el 14 y el 16 de septiembre de 2010
ocho. La acedia es un pensamiento apasionado y complejo que se nutre de la afectividad
irascible y concupiscible al mismo tiempo y suele despertar todos los otros vicios. Esto
explica que sus manifestaciones puedan parecer contradictorias al extremo: indolencia y
activismo, parálisis y frenesí, frustración y agresividad, huida del bien y entrega al mal. La
tristeza es hermana gemela de la acedia, se parecen en algo pero no se identifican. El triste
encuentra con más facilidad remedio a su mal, el acedioso está totalmente asediado. La
tristeza es una experiencia pasajera y parcial; la acedia es vivencia permanente y global, en
este sentido es contraria a la naturaleza humana.

Evagiro mencionaría también que la acedia es la debilidad del alma que irrumpe cuando no
se vive según la naturaleza ni se enfrenta noblemente la tentación, pero para situarnos en las
propias palabras del autor, podemos extraer la siguiente cita:

“El demonio de la acedia, que es llamado también «demonio de mediodía», es el más agotador de
todos. Ataca al monje hacia la cuarta hora y asalta su alma hasta la octava hora [...] El demonio
fuerza al monje a tener los ojos continuamente fijos en las ventanas y saltar fuera de su celda [...]
Además, le inspira aversión por los lugares en los que se encuentra y por su estado de vida [...] El
demonio, entonces, le aconseja desear otros lugares porque, como dice la Escritura, «Dios puede ser
adorado en cualquier parte» (Jn.4, 21) [...] El demonio apunta todas sus armas para que el monje
abandone la celda y huya del lugar. Este demonio no es seguido inmediatamente por ningún otro, y
un estado apacible y un gozo inefable le sobrevienen al alma después de la lucha”2

Evagrio propone varios remedios para superar esta situación como las lágrimas, el trabajo,
la escucha de la Palabra de Dios y la meditación sobre la muerte. Sin embargo, el más
eficaz de todos es la perseverancia, el resistir ante las tentaciones, el luchar contra las
mismas.

El concepto de acedia en Santo Tomás de Aquino

Santo Tomás dedica al tema de la acedia una cuestión completa tanto en la Suma de
Teología (Summa Theologiae II-II, q.35.) como en la Cuestión Disputada Sobre el Mal
(Quaestio Disputata De Malo, q.11) y la define con precisión como tristeza del bien
espiritual; indicando que su efecto propio es el quitar el gusto de la acción sobrenatural. Es

2 Evagiro Pontico, Traité Practique, Cerf, París, 1971, n°12, p.521-527. La siguiente cita a su vez es extraída
de un trabajo de Rubén Peretó Rivas llamado El itinerario medieval de la acedia Universidad de Cuyo,
Mendoza año 2010 vol. 4 n°1 pp. 33-48
una desazón de las cosas espirituales que prueban a veces los fieles e incluso las personas
adentradas en los caminos de la perfección; es una flaccidez que los empuja a abandonar
toda actividad de la vida espiritual, a causa de la dificultad de esta vida. Sin embargo, Santo
Tomás, en la reflexión teológica dominica, introduce algunas variaciones en el tratamiento
del tema. Pareciera que la suya es una aproximación que no tiene en cuenta solamente los
aspectos espirituales, sino que también considera elementos de naturaleza física. Vemos
entonces como Tomas de Aquino en cierto sentido se acerca a Aristóteles al introducir
también causas del cuerpo a la sensación de acedia. Definirá entonces el siguiente concepto
así:

“cierta tristeza que apesadumbra, es decir, una tristeza que de tal manera deprime el ánimo del
hombre, que nada de lo que hace le agrada, igual que se vuelven frías las cosas por la acción

corrosiva del ácido. Por eso la acedia implica cierto hastío para obrar”3

El filósofo relaciona este fenómeno con los elementos propios de la vida espiritual, pero es
cuidadoso en hacer las distinciones pertinentes. En efecto, afirma que cualquier tipo de
debilidad corporal puede predisponer a la persona a la acedia. Aporta el ejemplo del ayuno,
y dice que los ataques de acedia suelen venir hacia el mediodía, ya que es el momento en
que el hambre se deja sentir en la persona que ha ayunado. En efecto, si el fenómeno
psíquico de la depresión es de verdad “endógeno”, esto es, derivado (al menos en gran
medida) de causas orgánicas en el sujeto, no podríamos confundirlo con un vicio moral, un
pecado capital; que como tal ha de ser consciente y voluntario. Tendríamos, entonces, un
doble tipo de acedia o depresión: la psicológica, involuntaria, no culpable, por una parte; y
la espiritual, voluntaria y pecaminosa, por otra. Aunque hay que tener siempre en cuenta
que los trastornos del alma no suelen ser tan sencillos.

En sentido contrario, Santo Tomás reconoce la influencia de los factores corporales y


medioambientales en la vida moral del hombre, y en la acedia en particular. Así explica el
nombre asignado por los ascetas del desierto a este pecado capital: el “demonio del
mediodía”:

“Las pasiones del apetito sensitivo pueden ser en sí mismas pecados veniales e inducen al alma al
pecado mortal. Y, dado que el apetito sensitivo tiene órgano corporal, se sigue que por alguna

3 Tomás de Aquino, Santo Suma de teología Madrid Biblioteca de autores cristianos 1990 II-II,q. 35, a. 1
transmutación corporal el hombre sea más hábil para algún pecado. Por eso puede suceder que por
algunas transmutaciones corporales, que acaecen a sus tiempos, nos molesten más ciertos pecados. Y,
pues toda flaqueza corporal de suyo dispone a la tristeza, los que ayunan sufren más los ataques de la
acedia hacia el mediodía, cuando empiezan a sentir la falta de comida y se sienten agobiados por el
calor del sol”4.

Por otro lado, y lejos de las clasificaciones que Tomás de Aquino le da a la acedia con
respecto a su carácter psicológico involuntario o voluntario, hay que advertir también que la
gravedad de la acedia para el filósofo no radica sólo en su cortejo de vicios. El filósofo
enseña que ella es de suyo pecado mortal, en su misma naturaleza, por su propio género. En
resumen, la califica como “doblemente mala”: mala en sí misma y mala en sus efectos. Tan
mala es la acedia, nos dice, que ella impide entrar al cielo y arroja en cambio a quienes la
ejercitan al infierno. En efecto, la acedia es tal vez el más grave de los pecados capitales,
por cuanto comporta el rechazo del bien más importante para el hombre.

Conclusiones sobre un posible trato de la acedia en nuestros tiempos

Como conclusión, puede decirse que la depresión es una causa de factores tanto internos
como externos. La acedia, por su parte entendida como pereza espiritual es un concepto el
cual se relaciona a la depresión en el sentido de que aquel que no logra conocer la gracia
divina, tiende más a caer en la tristeza. El acercamiento a Dios entonces, puede ser tratado
como una medicina para la melancolía, pero cierto es que en algunos pacientes los
medicamentos más recomendados pueden dar también efectos secundarios que empeoren
su situación. El problema del punto de vista religioso es que se ofrece un tratamiento
universal hacia el problema eligiéndose entonces como única solución la actividad
sometida a las prácticas cristianas en favor de encontrar el goce a partir de la gracia divina..
Muy probablemente, la solución no sea la planteada por el pensamiento cristiano aunque
también el hedonismo puro puede no generar el fin esperado, ya hallamos en la modernidad
los casos de depresión presentados por aquellas personas que viven una vida al modo
dionisíaco, como lo plantearía Nietzsche y sin embargo, a pesar de saciar sus deseos y vivir
entre lujos y abundancia no pueden derrotar la sensación de vació existencial y de
melancolia. Estos casos abundan el día de hoy, sobre todo en el mundo moderno en donde
se dieron dos fenómenos importantes los cuales fueron, en primer lugar el secularización y
4 Tomás de Aquino, Santo Suma teológica Madrid Biblioteca de autores cristianos 1990 II-II q.35, a.1, ad2
el pensamiento desligado a la ideología cristiana en su sentido más dogmático y, en
segundo lugar, una fuerte tendencia a la necesidad del consumismo lo cual muestra como a
pesar de que a partir del mismo, el hombre sacie constantemente sus deseos materiales,
pueda no sentirse espiritualmente feliz, es decir, que se encuentre melancólico. El origen de
la depresión es entonces todavía misterioso ya que tampoco la receta cristiana surte efecto
siendo un gran exponente Otloh (1010 1072), quien fue considerado como “monje
neurótico”, ya que a pesar de su total devoción a las prácticas cristianas no podía dejar de
poseer esa sensación de vacío y de tristeza, de algo faltante en su vida. El trabajo,
finalmente intenta mostrar una fractura en el problema del tratamiento de la depresión, ya
que en mi opinión todavía no se ha descubierto con total detalle ni su causa, ni su fin y
hasta quizás ni su significado. Habrá que plantearse con más detalle entonces la pregunta
acerca de ¿Qué es la melancolía? Para llegar a las siguientes fases cuestionándonos si es
algo que está mal sentir o si sólo se torna algo perjudicial cuando se siente constantemente
y, recién ahí los tratados que pueden darse a la misma para que desaparezca. Quizás, hasta
es probable que se llegue a la conclusión aristotélica y la solución no esté en borrar el
sentimiento, sino en utilizarlo con otros fines, mirándolo desde otra perspectiva.
Finalmente, cabe destacar que en las éticas antiguas la búsqueda de la felicidad ha tenido
una gran importancia, y que el modo de vivir para llegar a la misma se ha discutido de
diversas formas. La relación entre la búsqueda de Dios y la felicidad demuestran como ese
objetivo final de los griegos mayormente plasmado por Aristóteles se vio subordinado en el
cristianismo por la actividad religiosa encontrando una relación peligrosa entre la búsqueda
de Dios y la felicidad.

Bibliografía

 Peretó Rivas, Rubén Aristóteles y la melancolía. En torno a problemata


XXX,1. Conferencia leída durante las Jornadas Aristotélicas Facultad de Filosofía y
Letras Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza 14-16 de septiembre de 2010

 Tomás de Aquino, Santo Suma teológica Madrid Biblioteca de autores


cristianos 1990 II-II, q.35.

 Peretó Rivas, Rubén El itinerario medieval de la acedia Universidad de


Cuyo, Mendoza año 2010 vol. 4 n°1 pp. 33-48

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