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El riesgo y la rentabilidad pueden ser medidos de manera directamente proporcional.

Es decir,
mientras mayor sea la rentabilidad esperada, mayores serán también los riesgos asumidos.
Por ello, es importante que, ante un riesgo de inversión grande, los beneficios potenciales
sean lo suficientemente altos como para que el proyecto resulte atractivo. Del mismo modo,
mientras mayores sean las expectativas de rentabilidad, es común que la cuota de riesgo se
incremente. No obstante, a pesar de esta estrecha relación, cabe mencionar que, en ningún
momento, asumir mayores riesgos garantiza obtener un mejor rendimiento.

La rentabilidad consiste en la capacidad de un activo de generar beneficios en relación a una


inversión hecha o a un esfuerzo realizado. Es un concepto importante para medir el
rendimiento de un producto determinado o de un negocio. Al realizarse una inversión es
inevitable que exista cierta incertidumbre sobre si las cifras de rentabilidad serán las
esperadas. A esto se le conoce como riesgo.

La rentabilidad es la ganancia o pérdida obtenida de los ahorros invertidos. Las ganancias


mensuales se reinvierten periódicamente con el propósito de obtener una mayor
rentabilidad, generando un efecto multiplicador conocido como “efecto del interés
compuesto”.

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