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LA VIDA EN LAS ESCUELAS

Una introducción a la pedagogía crítica


en los fundamentos de la educación
por PETER
McLAREN


•Iglo
veintiuno
editora*
M\
siglo xxi editores, s.a. de c.v.
CERRO DEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACAN, 04310, MÉXICO, D.F.

siglo xxi editores argentina, s.a.


TUCUMÁN 1621, 7 N, C1050AAG, BUENOS AIRES, ARGENTINA

portada de ivonne murillo

primera edición en español, 1984


cuarta edición en español, revisada y aumentada, 2005
© siglo xxi editores, s.a. de c.v.
isbn 968-23-2578-1

cuarta edición en inglés, 2003 © 2003,


1998 pearson education, inc. allyn and
bacon, bostón
título original: Ufe in schools. an introduction to critical
pedagogo in the foundations of education

derechos reservados conforme a la ley


impreso y hecho en méxico/printed and made in mexico
4. EL SURGIMIENTO DE LA PEDAGOGÍA CRÍTICA

En el contexto de aquella elección, una teoría radical de la educación ha emergido en


los últimos quince años. Definida de manera informal como la "nueva sociología de la
educación" o una "teoría crítica de la educación", la pedagogía crítica examina a las
escuelas tanto en su medio histórico como por ser parte de la hechura social y política
que caracteriza a la sociedad dominante. La pedagogía crítica opone varios
argumentos importantes al análisis positivista, ahistórico y despolitizado empleado
tanto por los críticos liberales como por los conservadores, un análisis demasiado vi-
sible en los programas de entrenamiento en nuestros colegios de educación. Funda-
mentalmente preocupados por el centralismo de la política y el poder en nuestra
comprensión de cómo trabajan las escuelas, los teóricos críticos han realizado estudios
centrados en la economía política de la escuela, el estado y la educación, la pre-
sentación de los textos y la construcción de la subjetividad del estudiante.
La teoría educacional crítica tiene una profunda deuda con sus progenitores
europeos. Varios teóricos, Henry Giroux, por ejemplo, continúan abrevando en los
trabajos de la Escuela de Frankfurt de la teoría crítica que tiene sus orígenes antes de
la segunda guerra mundial en el Instituí für Sozialforschung de Alemania (Instituto
para la Investigación Social). Los miembros de este grupo, que escribieron brillantes y
esclarecedores trabajos éticos de análisis freudomarxista, incluyen figuras tales como
Max Horkheimer, Theodor W. Adorno, Walter Benjamín, Leo Lowenthal, Erich
Fromm y Herbert Marcuse. Durante la guerra, varios miembros del instituto partieron
a Estados Unidos como resultado de la persecución de los nazis a los izquierdistas y a
los judíos. Después de la guerra restablecieron el instituto en Frankfurt. Los miembros
de la segunda generación de teóricos críticos, tales como Jürgen Habermas, han salido
del instituto para continuar en otras partes el trabajo iniciado por miembros
fundadores. En Estados Unidos, la Escuela de Frankfurt actualmente está haciendo
nuevas incursiones en la investigación social e influye en numerosas disciplinas tales
como la crítica literaria, la antropología, la sociología y la teoría educacional.
La pedagogía crítica tiene también diferentes raíces estadunidenses, como el
trabajo de John Dewey y los reconstruccionistas sociales, así como los de educadores
como Myles Horton, de la escuela escocesa y las enseñanzas de los activistas por los
derechos civiles, incluso Martin Luther King, hijo, y Malcolm X.
La pedagogía crítica ha comenzado a proporcionar una teoría radical y un análisis
de la escuela, y al mismo tiempo añade nuevos avances en la teoría social y desarrolla
nuevas categorías de investigación y nuevas metodologías. La pedagogía crítica, no
obstante, no consiste en un conjunto homogéneo de ideas. Es más exacto decir que los
teóricos críticos están unidos por sus ottjetivox
12551
256 PEDAGOGÍA CRITICA

habilitar a los desposeídos y transformar las desigualdades e injusticias sociales


existentes. El movimiento constituye sólo una pequeña minoría dentro de la co-
munidad académica y la enseñanza pública, pero es una presencia creciente y
desafiante en ambas arenas.1

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES

La pedagogía crítica resuena con la sensibilidad del símbolo hebreo tikkun, que
significa "curar, reparar y transformar al mundo"; todo lo demás es comentario.
Proporciona dirección histórica, cultural, política y ética para los involucrados en la
educación que aún se atreven a tener esperanza. Irrevocablemente comprometida con
el lado de los oprimidos, la pedagogía crítica es tan revolucionaria como los primeros
propósitos de los autores de la declaración de la independencia: dado que la historia
está fundamentalmente abierta al cambio, la liberación es una meta auténtica y puede
alumbrar un mundo por completo diferente.

Política
Una de las mayores tareas de la pedagogía crítica ha sido revelar y desafiar el papel
que las escuelas desempeñan en nuestra vida política y cultural. Sobre todo en la
última década, los teóricos de la educación crítica han comenzado a ver a la escuela
como una empresa resueltamente política y cultural. Los avances recientes en la
sociología del conocimiento, la antropología cultural y simbólica, el marxismo
cultural y la semiótica han conducido a estos teóricos a ver a las escuelas no sólo
como espacios instruccionales, sino también como arenas culturales donde una
heterogeneidad de formas sociales e ideológicas suelen enfrentarse en una lucha
irremisible por la dominación. En este contexto, los teóricos críticos generalmente
analizan a las escuelas en una doble forma: como mecanismo de clasificación en el
que grupos seleccionados de estudiantes son favorecidos con base en la raza, la clase y
el género, y como agencias para dar poder social e individual.
Los teóricos críticos sostienen que los maestros deben comprender el papel que
asume la escuela al unir el conocimiento con el poder, para aprovechar ese papel para
el desarrollo de ciudadanos críticos y activos. El punto de vista tradicional de la
instrucción y el aprendizaje en el salón de clase como un proceso neutral antiséptico y
aislado de los conceptos de poder, política, historia y contexto ya no puede ser
sostenido con verosimilitud. De hecho, los investigadores críticos han dado primacía a
lo social, lo cultural, lo político y lo económico para comprender mejor la forma en
que trabaja la escuela contemporánea,
' Stanley Aronowitz y Henry Giroux, Education under siege: The conservative, liberal and radical debate
mier schooling, Soulh Hadley, Massachusetts, Bergin and Garvey Publishers, Inc., 1985, pp. 69-114. Véase
para una revisión y análisis crítico de esta literatura.
EL SURGIMIENTO DE LA PEDAGOGÍA CRITICA 257

Cultura

Los teóricos críticos ven a la escuela como una forma de política cultural; la escuela siempre
representa una introducción, una preparación, y una legitimación de formas particulares de vida
social. Está siempre implicada en las relaciones de poder, en las prácticas sociales y en la
aprobación de las formas de conocimiento que apoyan o sostienen una visión específica del
pasado, del presente y del futuro. En general, los teóricos críticos sostienen que las escuelas
siempre han funcionado en formas que racionalizan la industria del conocimiento en estratos di-
vididos de clase, que reproducen la desigualdad, el racismo y el sexismo y que fragmentan las
relaciones sociales democráticas mediante el énfasis en la com-petitividad y el etnocentrismo
cultural.
Aunque la pedagogía crítica está en deuda con una amplia variedad de tradiciones
intelectuales europeas, también se nutre de una única tradición estadunidense que se extiende
desde la corriente principal del movimiento progresista de John Dewey, William Kilpatrick y
otros, hasta los esfuerzos más radicales de los re-construccionistas sociales de los años veinte
tales como George Counts y la obra de Dwayne Huebner, Theodore Brameld yjames McDonald.
En términos de Ro-ger Simón, la pedagogía debe ser distinguida de la enseñanza.

"Pedagogía" [se refiere] a la integración en la práctica del contenido y el diseño curricular


particular, las estrategias y técnicas del salón de clase y la evaluación, los propósitos y métodos.
Todos estos aspectos de la práctica educacional se reúnen en la realidad de lo que ocurre en el
salón de clases. Juntos organizan una imagen de cómo el trabajo de un maestro en un contexto
institucional especifica una versión particular de qué conocimiento es más valioso, qué significa
conocer algo y cómo podemos construir representaciones de nosotros mismos, de los demás y
de nuestro ambiente social y físico. En otras palabras, hablar de pedagogía es hablar
simultáneamente de los detalles de lo que los estudiantes y los otros deben hacer juntos y de las
políticas culturales que tales prácticas sostienen. En esta perspectiva, no podemos hablar de
prácticas de enseñanza sin hablar de política.2

Economía

Desafortunadamente, en su discusión del "pensamiento crítico" los neoconser-vadores y los


liberales han neutralizado el término crítico por su uso repetido e impreciso, removiendo sus
dimensiones políticas y culturales y lavando su potencial de análisis para que signifique
"habilidades de pensamiento". En sus términos, la enseñanza se reduce a un mero ayudar a los
estudiantes a que adquieran más altos niveles de habilidades cognoscitivas. Poca atención se
pone al propósito al cual esas habilidades están dirigidas. La visión moral que subyace en es-

* Koger Simón, "Empowerment as a pedagogy of possibility", en Languagt arts 64, ni'im. 4, abril «Ir
IÍI87, p. 370.
258 PEDAGOGÍA CRITICA

te punto de vista alienta a los estudiantes a tener éxito en el difícil mundo competitivo
de las formas sociales existentes.
Al definir el éxito académico casi exclusivamente en términos de crear trabajadores
cumplidos, productivos y patrióticos, el nuevo programa conservador para una "nación
resurgente" evade cualquier compromiso por formar ciudadanos críticos y
comprometidos. En cambio, los estudiantes son vistos como la futura vanguardia de la
restauración económica de Estados Unidos. Los teóricos críticos han respondido a la
nueva derecha sosteniendo que la creciente adopción de pedagogías de tipo
administrativo y los esquemas orientados a cumplir con la lógica de las demandas del
mercado ha dado lugar a propósitos políticos que promueven activamente la
desespecialización de los maestros. Esto es más evidente en la proliferación de
programas de estudios enviados por el estado que claman ser a "prueba de maestros",
lo cual reduce efectivamente el papel del maestro al de un empleado semientrenado y
mal pagado. La agenda neoconservadora en efecto, ha detenido el avance de la
democracia en nuestras escuelas. Los neocon-servadores rechazan el punto de vista de
que las escuelas deberían ser espacios para la transformación social y la emancipación
donde los estudiantes sean educados no solamente para ser pensadores críticos, sino
también para ver el mundo como un lugar donde sus acciones pueden tener efecto.
La pedagogía crítica se funda en la convicción de que para la escuela es una
prioridad ética dar poder al sujeto y a la sociedad sobre el dominio de habilidades
técnicas, que están primordialmente atadas a la lógica del mercado de trabajo (aunque
debería resaltarse que el desarrollo de habilidades ciertamente es importante). La
preocupación por la dimensión moral de la educación ha llevado a los académicos
críticos a emprender una reconstrucción socialmente crítica de lo que significa "ser
escolarizado". Destacan que cualquier práctica pedagógica genuina exige un
compromiso con la transformación social en solidaridad con los grupos subordinados
y marginados, lo que por necesidad implica una opción preferencial por el pobre y por
la eliminación de las condiciones que permiten el sufrimiento humano. Tales teóricos
impugnan el hincapié que la democracia liberal hace en el individualismo y la
autonomía respecto de las necesidades de los demás.
De acuerdo con los teóricos de la educación crítica, el análisis de la escuela
emprendido por los críticos liberales y conservadores necesariamente favorece los
intereses de la cultura dominante. La perspectiva liberal, sobre todo ha sido
reapropiada por la misma lógica que se propone criticar. En contraste la perspectiva
crítica nos permite hacer un escrutinio de la escuela más persistente en términos de
raza, clase, poder y género.
Los estadunidenses por tradición han asumido que las escuelas funcionan como
mecanismos para el desarrollo del orden social igualitario y democrático. Los teóricos
críticos argumentan lo contrario y sugieren que las escuelas no pro- ¡ porcionan
oportunidades en la amplia corriente humanista occidental para dar ] poder al sujeto
y a la sociedad, sino que trabajan contra esas oportunidades. La I

i
EL SURGIMIENTO DE LA PEDAGOGÍA CRITICA 259

pedagogía crítica también desafía el supuesto de que las escuelas operan como
espacios mayores de movilidad social y económica. Teóricos como Michael Apple
sostienen que la escuela norteamericana no ha cumplido su promesa de una reforma
igualitaria y de hecho no proporciona oportunidades a muchos grupos de estudiantes
de convertirse en ciudadanos críticos y activos. Más bien, sostienen, las recompensas
económicas de la escuela son muy diferentes para los ricos que para los que se
encuentran en desventaja.
En sus intentos por desacreditar la creencia popular de que las escuelas son
instituciones fundamentalmente democráticas, los académicos críticos han comenzado
a desentrañar las formas en que los programas escolares, los conocimientos y la
política dependen del mercado de trabajo corporativo y las necesidades de la
economía. Su meta es desenmascarar la desigualdad de los intereses particulares en
competencia dentro del orden social que impiden la igualdad de oportunidades.
Advierten a los educadores contra la idea de que tanto los conservadores como los
liberales ofrecen una plataforma verdaderamente progresista. En su opinión, no se
pueden tomar decisiones a partir de criterios de valor transparentes y desinteresados, y
ninguna práctica educacional -tanto si se centra en la cuestión de la excelencia, la
evaluación o la responsabilidad- es nunca inocente respecto de los contextos sociales,
económicos e institucionales en los que la educación ocurre. En cambio, sugieren que
la escuela siempre debe ser analizada como un proceso cultural e histórico, en el que
grupos selectos ocupan relaciones asimétricas de poder de acuerdo con agrupamientos
específicos de raza, clase y género. En otras palabras, los académicos críticos rechazan
la tarea que el capitalismo les asigna como intelectuales, como maestros y como
teóricos sociales, de servir pasivamente a las situaciones ideológicas e institucionales
existentes en las escuelas públicas. Estos académicos creen que las escuelas sirven a
los intereses de la riqueza y del poder, mientras al mismo tiempo descalifican los
valores y las habilidades de los estudiantes más desposeídos de nuestra sociedad: las
minorías, los pobres y las mujeres. En resumen, los maestros de la tradición crítica
sostienen que la corriente educativa dominante mantiene una tendencia esencialmente
injusta que da como resultado la trasmisión y la reproducción de la cultura del statu
quo dominante.
Parte central de su intento por reformar la educación pública es el rechazo del
énfasis en la predictibilidad y la medición científicas que se ha alojado tácitamente en
los modelos de planeación curricular y en otros enfoques teóricos de la práctica
educacional. Los teóricos críticos impugnan la relación, pocas veres disputada, entre
la escuela y la sociedad, desenmascarando la pretensión de la pedagogía dominante de
que provee igualdad de oportunidades y acceso a la democracia igualitaria y al
pensamiento crítico. Los académicos críticos rechazan la idea de que la escuela
constituya un proceso apolítico y no axiológico. De lucho, sostener que las escuelas
son instituciones meritocráticas es una tautolev gía: los alumnos exitosos son aquellos
a quienes la escuela recompensa. Si ocurre que alguien tiene éxito, debe ser a causa de
sus méritos individuales. Falta
260 PEDAGOGÍA CRITICA

en esta lógica el reconocimiento de que los estudiantes provenientes de ambientes


blancos y ricos obtienen privilegios por encima de los provenientes de otros grupos no
por méritos sino por la ventaja que conllevan el dinero y un alto estatus social. La
pedagogía crítica intenta proporcionar a maestros e investigadores mejores medios
para comprender el papel que desempeñan en realidad las escuelas dentro de una
sociedad dividida en razas, clases y géneros, y en este esfuerzo, los teóricos han
establecido categorías o conceptos para cuestionar las experiencias de los estudiantes,
los textos, las ideologías de los maestros, y los aspectos de la política escolar que los
análisis conservadores y liberales con frecuencia dejan sin explorar. En efecto, la
pedagogía crítica ha definido con nitidez las dimensiones políticas de la educación, al
sostener que las escuelas operan principalmente para reproducir los valores y
privilegios de las élites. La pedagogía crítica se compromete con las formas de
aprendizaje y acción emprendidas en solidaridad con los grupos subordinados y
marginados, y además de cuestionar los presupuestos de la educación, los teóricos
críticos están dedicados a los imperativos emancipatorios de dar poder al sujeto y de
la transformación social
Los pedagogos críticos quisieran sacar la teoría de la academia e incorporarla a la
práctica educacional. Ellos le arrojan el guante a los que, como el secretario de
Educación del presidente Reagan, William Bennett, desean que en las escuelas sólo se
enseñe a los estudiantes la gran herencia cultural de Estados Unidos3 y aspiran a
proporcionar a los maestros las categorías o conceptos críticos que los capacite para
analizar a las escuelas como lugares que producen y trasmiten esas prácticas sociales
que reflejan los imperativos ideológicos y materiales de la cultura dominante.
Los educadores críticos sostienen que somos responsables no sólo por cómo
actuamos individualmente en la sociedad, sino también del sistema en el que
participamos. Los teóricos críticos proponen algo que puede ser etiquetado como
surrealismo pedagógico: intentan hacer familiar lo extraño y extraño lo familiar y
comienzan a "relativizar" las escuelas como medios normalizadores -es decir, como
instrumentos que en esencia legitiman las relaciones y prácticas sociales existentes,
sancionándolas como normales y naturales- desmantelando y reordenando las reglas y
códigos artificiales que maquillan la realidad en el salón de clase. A diferencia del
humanista que comienza con lo diferente y lo vuelve comprensible, el teórico
crítico-educacional ataca lo familiar, trastornando los lugares comunes.4 Los teóricos
críticos intentan ir más allá de la cuestión convencional de qué significa la escuela
planteando en su lugar la cuestión más

3
William J. Bennet, What works: Research about teaching and leaming, Washington, D.C., The
United States Departament of Education, 1986. También: Henry Giroux y Peter McLaren, Teacher
education and the politics of democratic lige: Beyond the Reagan agenda in the era of 'goodtimes'",
en C. C. Yeakey y G. S. Johnston (eds.), Schools as conduits: Educational policy making during the Reagan
years, Nueva York, Praeger Press, en prensa.
4
James Clifford, "On Ethnographic Surrealism", en Comparative studies in society and history
23, núm. 4, 1981, pp. 539-564.
EL SURGIMIENTO DE LA PEDAGOGÍA CRITICA 261

importante de cómo la escuela ha venido a significar lo que significa. El resultado es


que las escuelas -frecuentemente vistas como instrumentos socializantes que ayudan a
que la sociedad produzca ciudadanos inteligentes, responsables, comprometidos y
hábiles- resultan ser instituciones extrañas y perturbadoras que no sólo enseñan cosas
sino que también producen sujetos humanos irreflexivos que, en sus actividades
diarias, practican las ideologías de la cultura dominante.
Los teóricos educacionales críticos sostienen que el marxismo no ha sido tomado
con seriedad en este país como medio de análisis sociohistórico; los teóricos marxistas
y aquellos que trabajan dentro de las tradiciones del pensamiento social radical en
deuda con el marxismo suelen estar sujetos a la reacción de la "marxo-fobia". Aunque
muchos, si no la mayor parte de los teóricos críticos, trabajan fuera de la tradición
marxista ortodoxa y no consideran al capitalismo un mal irrevocable, ellos insisten en
que el modelo de explotación ha producido una racionalidad económica que infunde
ideas comunes a las cuestiones sociales y educacionales y continúa contribuyendo a
los problemas sociales masivos tales como el racismo, el sexismo y el clasismo. Para
asegurar que todos los individuos tengan derechos sobre la plusvalía que su trabajo
genera, los educadores críticos sostienen que los responsables de nuestro actual grado
de capitalismo deben mantener obligaciones morales. Se necesita una nueva ética
económica que ayude a guiar y eventualmen-te a redefinir una política económica del
interés de todos, que tenga la visión y el poder para contraponerse a los efectos
deshumanizantes del moderno capitalismo del consumo. Esto sólo puede lograrse
derrocando a la propia sociedad capitalista en favor de una sociedad en la que el
desarrollo pleno del individuo sea la base para el desarrollo pleno de la sociedad.
Los educadores críticos cuestionan la base misma del financiamiento escolar. ¿Por
qué -preguntan- se toma el impuesto predial como base para otorgar financiamiento a
las escuelas, garantizando así que los hijos de los ricos y los privilegiados hereden
mejores escuelas en términos de recursos, salarios a maestros, aseo en los edificios,
etc.? ¿Por qué los gobiernos estatales y federal no se hacen responsables de financiar
plenamente la educación? Después de todo, el gobierno federal asume la
responsabilidad de operaciones como Tormenta del Desierto, ¿no? Los educadores
críticos se oponen a la desregulación y a abrir el éxito de la enseñanza escolar a la
lógica del mercado, supuestamente mediante nuevos esquemas "optativos" y planes
clasificatorios. Dejar que el mercado "ecualice" la educación mediante clasificaciones
sólo exacerbará la disparidad de oportunidades entre los estudiantes ricos y los pobres:
las escuelas de barrio pobre se vendrían abajo. "Optativo" significa que los pobres
tengan la "libertad" de hacerse más pobres, mientras a los ricos se les da la "opción"
de volverse más ricos. "Optativo" significa educación tipo Jim Crow* en los noventa.
Los esquemas optativos necesitan mejorar las condiciones de las escuelas de bajo
desempeño o, de lo contrario, el financiamiento estatal menguará debido a la
disminución en el nú-

* Sistema racista de* la separación sureña en Estados Unidos. [T.]


262 PEDAGOGÍA CRITICA

mero de inscripciones, y los estudiantes y maestros serán transferidos a otras escuelas.


De hecho, algunos educadores críticos (me incluyo entre ellos) ponen en tela de juicio
los cimientos mismos del orden social capitalista global.

Teoría del interés y de la experiencia


Los teóricos de la educación crítica como Henry Girox sostienen que los programas
escolares deben ser comprendidos en términos de una teoría del interés y una teoría
de la experiencia. Por teoría de interés Giroux quiere decir que el programa refleja los
intereses que lo rodean: las visiones particulares del pasado y del presente que
representan, las relaciones sociales que afirman o descartan. Por teoría de experiencia
Giroux se refiere a que el programa es una narrativa construida históricamente que
produce y organiza las experiencias del estudiante en el contexto de formas sociales
tales como el uso del lenguaje, la organización del conocimiento dentro de categorías
de nivel alto y bajo, y la afirmación de clases particulares de estrategias de enseñanza.
No obstante, el programa no sólo representa una configuración de intereses
particulares y experiencias; también forma un campo de batalla donde diferentes
versiones de autoridad, historia, presente y futuro luchan por prevalecer. Los teóricos
críticos quieren proporcionar a los teóricos de la educación en general un lenguaje
público que no sólo afirme las voces de los maestros y de los grupos subordinados en
la población estudiantil, sino que además vincule el propósito de la escuela a una
visión transformadora del futuro.
Más allá de estar de acuerdo con que las escuelas reproducen la desigualdad y la
injusticia, los teóricos críticos contemporáneos difieren en muchos puntos de análisis.
Los trabajos recientes en la tradición crítica pueden en general dividirse en dos
categorías: los que creen que el capitalismo puede reformarse en beneficio de la clase
trabajadora (es decir, casi todos los exponentes de la pedagogía crítica) y los
educadores marxistas que creen que la justicia social sólo puede alcanzarse realmente
aboliendo la sociedad clasista e instrumentando una alternativa socialista (Paula
Allman, Glenn Rikowski, Dave Hill, Richard Brosio, Ranún Farahmandpur, yo y
otros).
La pedagogía crítica trata con múltiples temas, muchos de los cuales se sitúan en
campos distintivos de la investigación y la crítica. Algunos de estos campos
relativamente nuevos incluyen a la pedagogía feminista, el constructivismo crítico y la
educación multicultural. Por otra parte, algunos críticos educacionales han acogido la
teoría social posmoderna. Los estudios culturales son otra área que en años recientes
también ha generado mucho interés entre los teóricos educacionales. El conocimiento
transdisciplinario también está aumentando entre los teóricos educacionales, una
tendencia que probablemente continúe. La obra de Lankshear y McLaren ha
aprovechado la teoría social crítica interdisciplinaria para proponer un análisis de la
enseñanza elemental.5 1.a obra de
5
Colin Lankshear y Peter McLaren (eds.), Critical litemcy, Albany, N.Y SUNY Press, 1993.
I-I, SURGIMIENTO DE LA PEDAGOGÍA CRITICA 263

I'alti Lather combina teoría posmodernista con teoría feminista pero, lamenta-
blemente, no hace gran cosa por debatir las relaciones sociales capitalistas de
explotación.6 La enseñanza elemental crítica y la mediática son nuevos rumbos
importantes que están incursionando con fuerza en los esfuerzos de reforma escolar,
particularmente en las áreas urbanas. Las fronteras disciplinarias están empezando a
borrarse y, desde mi punto de vista, esto sirve para investigar a londo y de manera
innovadora la tradición crítica. En el resto del libro se hablará más sobre estos
campos.
I lay muchas vertientes diferentes en la pedagogía crítica: la libertaria, la radical y
la liberacionista, todas ellas con puntos de divergencia y de coincidencia. I'sie libro se
alimenta principalmente de las perspectivas radicales ejemplificadas en los trabajos de
teóricos como Paulo Freiré y Henry Giroux, que hacen una distinción importante entre
escolarización y educación. La primera es principalmente un modo de control social;
la segunda tiene el potencial de transformar la sociedad, entendiendo al estudiante
como un sujeto activo comprometido con su desarrollo y con el de la sociedad.

* Pili I l.rtlhri, (¡rtting Smart: Feminixl liesmnh and l'edtifpify willi/in the l'oslmmtfrn, NIICVII York y
ilWtófi'l. HnlllIrilKr, l'lül.

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