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siglo xxi editores, s.a. de c.v.
CERRO DEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACAN, 04310, MÉXICO, D.F.
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
La pedagogía crítica resuena con la sensibilidad del símbolo hebreo tikkun, que
significa "curar, reparar y transformar al mundo"; todo lo demás es comentario.
Proporciona dirección histórica, cultural, política y ética para los involucrados en la
educación que aún se atreven a tener esperanza. Irrevocablemente comprometida con
el lado de los oprimidos, la pedagogía crítica es tan revolucionaria como los primeros
propósitos de los autores de la declaración de la independencia: dado que la historia
está fundamentalmente abierta al cambio, la liberación es una meta auténtica y puede
alumbrar un mundo por completo diferente.
Política
Una de las mayores tareas de la pedagogía crítica ha sido revelar y desafiar el papel
que las escuelas desempeñan en nuestra vida política y cultural. Sobre todo en la
última década, los teóricos de la educación crítica han comenzado a ver a la escuela
como una empresa resueltamente política y cultural. Los avances recientes en la
sociología del conocimiento, la antropología cultural y simbólica, el marxismo
cultural y la semiótica han conducido a estos teóricos a ver a las escuelas no sólo
como espacios instruccionales, sino también como arenas culturales donde una
heterogeneidad de formas sociales e ideológicas suelen enfrentarse en una lucha
irremisible por la dominación. En este contexto, los teóricos críticos generalmente
analizan a las escuelas en una doble forma: como mecanismo de clasificación en el
que grupos seleccionados de estudiantes son favorecidos con base en la raza, la clase y
el género, y como agencias para dar poder social e individual.
Los teóricos críticos sostienen que los maestros deben comprender el papel que
asume la escuela al unir el conocimiento con el poder, para aprovechar ese papel para
el desarrollo de ciudadanos críticos y activos. El punto de vista tradicional de la
instrucción y el aprendizaje en el salón de clase como un proceso neutral antiséptico y
aislado de los conceptos de poder, política, historia y contexto ya no puede ser
sostenido con verosimilitud. De hecho, los investigadores críticos han dado primacía a
lo social, lo cultural, lo político y lo económico para comprender mejor la forma en
que trabaja la escuela contemporánea,
' Stanley Aronowitz y Henry Giroux, Education under siege: The conservative, liberal and radical debate
mier schooling, Soulh Hadley, Massachusetts, Bergin and Garvey Publishers, Inc., 1985, pp. 69-114. Véase
para una revisión y análisis crítico de esta literatura.
EL SURGIMIENTO DE LA PEDAGOGÍA CRITICA 257
Cultura
Los teóricos críticos ven a la escuela como una forma de política cultural; la escuela siempre
representa una introducción, una preparación, y una legitimación de formas particulares de vida
social. Está siempre implicada en las relaciones de poder, en las prácticas sociales y en la
aprobación de las formas de conocimiento que apoyan o sostienen una visión específica del
pasado, del presente y del futuro. En general, los teóricos críticos sostienen que las escuelas
siempre han funcionado en formas que racionalizan la industria del conocimiento en estratos di-
vididos de clase, que reproducen la desigualdad, el racismo y el sexismo y que fragmentan las
relaciones sociales democráticas mediante el énfasis en la com-petitividad y el etnocentrismo
cultural.
Aunque la pedagogía crítica está en deuda con una amplia variedad de tradiciones
intelectuales europeas, también se nutre de una única tradición estadunidense que se extiende
desde la corriente principal del movimiento progresista de John Dewey, William Kilpatrick y
otros, hasta los esfuerzos más radicales de los re-construccionistas sociales de los años veinte
tales como George Counts y la obra de Dwayne Huebner, Theodore Brameld yjames McDonald.
En términos de Ro-ger Simón, la pedagogía debe ser distinguida de la enseñanza.
Economía
* Koger Simón, "Empowerment as a pedagogy of possibility", en Languagt arts 64, ni'im. 4, abril «Ir
IÍI87, p. 370.
258 PEDAGOGÍA CRITICA
te punto de vista alienta a los estudiantes a tener éxito en el difícil mundo competitivo
de las formas sociales existentes.
Al definir el éxito académico casi exclusivamente en términos de crear trabajadores
cumplidos, productivos y patrióticos, el nuevo programa conservador para una "nación
resurgente" evade cualquier compromiso por formar ciudadanos críticos y
comprometidos. En cambio, los estudiantes son vistos como la futura vanguardia de la
restauración económica de Estados Unidos. Los teóricos críticos han respondido a la
nueva derecha sosteniendo que la creciente adopción de pedagogías de tipo
administrativo y los esquemas orientados a cumplir con la lógica de las demandas del
mercado ha dado lugar a propósitos políticos que promueven activamente la
desespecialización de los maestros. Esto es más evidente en la proliferación de
programas de estudios enviados por el estado que claman ser a "prueba de maestros",
lo cual reduce efectivamente el papel del maestro al de un empleado semientrenado y
mal pagado. La agenda neoconservadora en efecto, ha detenido el avance de la
democracia en nuestras escuelas. Los neocon-servadores rechazan el punto de vista de
que las escuelas deberían ser espacios para la transformación social y la emancipación
donde los estudiantes sean educados no solamente para ser pensadores críticos, sino
también para ver el mundo como un lugar donde sus acciones pueden tener efecto.
La pedagogía crítica se funda en la convicción de que para la escuela es una
prioridad ética dar poder al sujeto y a la sociedad sobre el dominio de habilidades
técnicas, que están primordialmente atadas a la lógica del mercado de trabajo (aunque
debería resaltarse que el desarrollo de habilidades ciertamente es importante). La
preocupación por la dimensión moral de la educación ha llevado a los académicos
críticos a emprender una reconstrucción socialmente crítica de lo que significa "ser
escolarizado". Destacan que cualquier práctica pedagógica genuina exige un
compromiso con la transformación social en solidaridad con los grupos subordinados
y marginados, lo que por necesidad implica una opción preferencial por el pobre y por
la eliminación de las condiciones que permiten el sufrimiento humano. Tales teóricos
impugnan el hincapié que la democracia liberal hace en el individualismo y la
autonomía respecto de las necesidades de los demás.
De acuerdo con los teóricos de la educación crítica, el análisis de la escuela
emprendido por los críticos liberales y conservadores necesariamente favorece los
intereses de la cultura dominante. La perspectiva liberal, sobre todo ha sido
reapropiada por la misma lógica que se propone criticar. En contraste la perspectiva
crítica nos permite hacer un escrutinio de la escuela más persistente en términos de
raza, clase, poder y género.
Los estadunidenses por tradición han asumido que las escuelas funcionan como
mecanismos para el desarrollo del orden social igualitario y democrático. Los teóricos
críticos argumentan lo contrario y sugieren que las escuelas no pro- ¡ porcionan
oportunidades en la amplia corriente humanista occidental para dar ] poder al sujeto
y a la sociedad, sino que trabajan contra esas oportunidades. La I
i
EL SURGIMIENTO DE LA PEDAGOGÍA CRITICA 259
pedagogía crítica también desafía el supuesto de que las escuelas operan como
espacios mayores de movilidad social y económica. Teóricos como Michael Apple
sostienen que la escuela norteamericana no ha cumplido su promesa de una reforma
igualitaria y de hecho no proporciona oportunidades a muchos grupos de estudiantes
de convertirse en ciudadanos críticos y activos. Más bien, sostienen, las recompensas
económicas de la escuela son muy diferentes para los ricos que para los que se
encuentran en desventaja.
En sus intentos por desacreditar la creencia popular de que las escuelas son
instituciones fundamentalmente democráticas, los académicos críticos han comenzado
a desentrañar las formas en que los programas escolares, los conocimientos y la
política dependen del mercado de trabajo corporativo y las necesidades de la
economía. Su meta es desenmascarar la desigualdad de los intereses particulares en
competencia dentro del orden social que impiden la igualdad de oportunidades.
Advierten a los educadores contra la idea de que tanto los conservadores como los
liberales ofrecen una plataforma verdaderamente progresista. En su opinión, no se
pueden tomar decisiones a partir de criterios de valor transparentes y desinteresados, y
ninguna práctica educacional -tanto si se centra en la cuestión de la excelencia, la
evaluación o la responsabilidad- es nunca inocente respecto de los contextos sociales,
económicos e institucionales en los que la educación ocurre. En cambio, sugieren que
la escuela siempre debe ser analizada como un proceso cultural e histórico, en el que
grupos selectos ocupan relaciones asimétricas de poder de acuerdo con agrupamientos
específicos de raza, clase y género. En otras palabras, los académicos críticos rechazan
la tarea que el capitalismo les asigna como intelectuales, como maestros y como
teóricos sociales, de servir pasivamente a las situaciones ideológicas e institucionales
existentes en las escuelas públicas. Estos académicos creen que las escuelas sirven a
los intereses de la riqueza y del poder, mientras al mismo tiempo descalifican los
valores y las habilidades de los estudiantes más desposeídos de nuestra sociedad: las
minorías, los pobres y las mujeres. En resumen, los maestros de la tradición crítica
sostienen que la corriente educativa dominante mantiene una tendencia esencialmente
injusta que da como resultado la trasmisión y la reproducción de la cultura del statu
quo dominante.
Parte central de su intento por reformar la educación pública es el rechazo del
énfasis en la predictibilidad y la medición científicas que se ha alojado tácitamente en
los modelos de planeación curricular y en otros enfoques teóricos de la práctica
educacional. Los teóricos críticos impugnan la relación, pocas veres disputada, entre
la escuela y la sociedad, desenmascarando la pretensión de la pedagogía dominante de
que provee igualdad de oportunidades y acceso a la democracia igualitaria y al
pensamiento crítico. Los académicos críticos rechazan la idea de que la escuela
constituya un proceso apolítico y no axiológico. De lucho, sostener que las escuelas
son instituciones meritocráticas es una tautolev gía: los alumnos exitosos son aquellos
a quienes la escuela recompensa. Si ocurre que alguien tiene éxito, debe ser a causa de
sus méritos individuales. Falta
260 PEDAGOGÍA CRITICA
3
William J. Bennet, What works: Research about teaching and leaming, Washington, D.C., The
United States Departament of Education, 1986. También: Henry Giroux y Peter McLaren, Teacher
education and the politics of democratic lige: Beyond the Reagan agenda in the era of 'goodtimes'",
en C. C. Yeakey y G. S. Johnston (eds.), Schools as conduits: Educational policy making during the Reagan
years, Nueva York, Praeger Press, en prensa.
4
James Clifford, "On Ethnographic Surrealism", en Comparative studies in society and history
23, núm. 4, 1981, pp. 539-564.
EL SURGIMIENTO DE LA PEDAGOGÍA CRITICA 261
I'alti Lather combina teoría posmodernista con teoría feminista pero, lamenta-
blemente, no hace gran cosa por debatir las relaciones sociales capitalistas de
explotación.6 La enseñanza elemental crítica y la mediática son nuevos rumbos
importantes que están incursionando con fuerza en los esfuerzos de reforma escolar,
particularmente en las áreas urbanas. Las fronteras disciplinarias están empezando a
borrarse y, desde mi punto de vista, esto sirve para investigar a londo y de manera
innovadora la tradición crítica. En el resto del libro se hablará más sobre estos
campos.
I lay muchas vertientes diferentes en la pedagogía crítica: la libertaria, la radical y
la liberacionista, todas ellas con puntos de divergencia y de coincidencia. I'sie libro se
alimenta principalmente de las perspectivas radicales ejemplificadas en los trabajos de
teóricos como Paulo Freiré y Henry Giroux, que hacen una distinción importante entre
escolarización y educación. La primera es principalmente un modo de control social;
la segunda tiene el potencial de transformar la sociedad, entendiendo al estudiante
como un sujeto activo comprometido con su desarrollo y con el de la sociedad.
* Pili I l.rtlhri, (¡rtting Smart: Feminixl liesmnh and l'edtifpify willi/in the l'oslmmtfrn, NIICVII York y
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