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LOS OBJETIVOS

Los objetivos de un proyecto social responden a dos cuestiones básicas:

¿para qué vamos a realizar la actividad? y

¿hasta dónde queremos llegar, qué queremos conseguir mediante su ejecución?

Se refieren, por consiguiente, a los resultados que esperamos conseguir gracias a nuestra
propuesta educativa. Estos fines se traducen en capacidades humanas, modelos de conducta o
transformaciones sociales que pensamos desarrollar entre los destinatarios al final del proceso
de la intervención.

Los objetivos pueden ser generales, específicos u operativos, según concreten con mayor o
menor exactitud el modelo de conducta final, que pretendemos lograr en los destinatarios.

Veamos cómo se redacta cada uno de ellos.

a) Objetivos Generales: son las metas que pretendemos alcanzar al final de un proceso de
intervención largo y complejo. Están referidos a indicadores globales de bienestar social,
provisión de servicios y recursos, o valores humanos universales que se tienen presente desde
planes y programas superiores. Por causa de su generalidad, son difícilmente observables y
mensurables. Responden a ideales más o menos trascendentes, de carácter filosófico,
antropológico, sociológico, psicológico, educativo, etc.

Se redactan así:

− VERBO que recuerda los valores o capacidades a tener en cuenta en el proyecto (ej.:
descubrir, conocer, comprender, explicar, promover, potenciar, fomentar, planear, criticar,
valorar, etc.)
− VALOR, CAPACIDAD de la realidad que quiere transformarse.
− Ej.: “Potenciar las relaciones sociales, el espíritu de comunidad y la participación social entre
los habitantes del barrio”.

b) Objetivos Específicos: concretan algún aspecto del objetivo general, determinando lo que
puede llegar a conseguirse al final de un proceso educativo más breve. Describen, pues las
líneas de comportamiento a medio plazo que pueden servir para lograr el modelo de conducta
final, y por eso son más fáciles de evaluar. Su redacción se hace a través de una fórmula que
identifica y define con precisión el modelo de conducta final esperado, así como las estrategias
necesarias para conseguirla.
Se redactan así:
− VERBO que identifica y define la conducta esperada al final de la intervención (ej.: reconocer,
analizar, proponer, describir, discutir, argumentar, justificar, modificar, elegir, desarrollar,
aprender, sensibilizarse, apreciar, comprometerse, etc.)
− ACTITUD, DESTREZA: el conjunto de habilidades que debe desarrollar el sujeto para alcanzar
el modelo de conducta deseado.
− METODOLOGÍA: el conjunto más o menos amplio de tácticas y métodos necesarios para
llevar a cabo el proceso de aprendizaje, explicando también el contexto y las condiciones de
dicho proceso.
− Ej.: “Que los habitantes del barrio tomen conciencia de la necesidad de reunirse pe-
riódicamente para discutir de los problemas que les afectan, organizándose como asociación
de vecinos a través de la cual ejercer mejor su derecho a ser atendidos por las instituciones
políticas.”

c) Objetivos Operativos: precisan una serie de actitudes puntuales, que se van a evaluar en
cada una de las fases o actividades del proceso educativo. Su redacción se hace a través de una
fórmula que describe las condiciones en que tiene que desarrollarse el proceso de aprendizaje
para alcanzar el modelo de conducta final, y por eso incluyen el indicador, el límite
(cuantitativo-cualitativo) o el criterio según el cual podremos comprobar la consecución de ese
modelo de conducta. Restringe el significado del objetivo específico y por ello es fácilmente
constatable, evaluable a corto plazo, preciso, etc. Está en relación directa con cada una de las
actividades. Se redactan así:
− VERBO que identifica y precisa la conducta esperada en cada momento de la intervención
(ej.: distinguir, identificar, aplicar, ordenar, enumerar, clasificar, revisar, seleccionar, comparar,
contrastar, manipular, poner en común, consensuar, etc.)
− ACTIVIDAD: es decir, la descripción del problema o la situación concreta a resolver, con los
pasos demostrativos necesarios para comprobar que efectivamente se produce el aprendizaje.
− TÉCNICA: el método exacto requerido poder desarrollar la actividad definida anteriormente,
detallando además la circunstancia concreta en que se va a producir.
− INDICADOR DE EVALUACIÓN: el criterio, el límite cuantitativo o cualitativo que se propone
para comprobar que el sujeto ha conseguido alcanzar el objetivo.
− Ej.: “Seleccionar, por medio de una puesta en común, los aspectos más prioritarios que
deben debatirse en la reunión de vecinos del próximo fin de semana, hasta enumerar todos los
puntos del orden del día”.

Siguiendo a Bloom y a otros estudiosos del tema como Estarellas, Azcárate Ristori o Bernar-do
Carrasco, los objetivos específicos y operativos pueden clasificarse en tres tipos:

Conceptuales o de conocimiento (para saber): los que hacen referencia a una información o
conocimiento de los hechos, a partir de los cuales los sujetos de aprendizaje pueden deducir y
aprender principios, conceptos y resolución de problemas.
Ej.: “Memorizar los nombres de todos los asistentes a la reunión de vecinos del próximo fin de
semana, por medio de varias dinámicas de conocimiento que ayuden a establecer un ambiente
grupal distendido y confiado.”

Procedimentales, de técnicas o destrezas (para saber hacer): los que tienen que ver con los
aspectos psicofísicos y motrices de los sujetos de aprendizaje, y que proporcionan el dominio
de situaciones cotidianas de la vida. Vale como ejemplo el expuesto anteriormente:

Ej.: “Seleccionar, por medio de una puesta en común, los aspectos más prioritarios que deben
debatirse en la reunión de vecinos del próximo fin de semana, hasta enumerar todos los
puntos del orden del día”.

Actitudinales o socio-afectivos (para saber ser): los que implican valores, normas de conducta
y habilidades socio-relacionales de los sujetos de aprendizaje y su entorno grupal. Por ejemplo:
Ej.: “Manifestar actitudes de escucha y de tolerancia hacia las opiniones ajenas durante la
discusión producida en la reunión, con el fin de alcanzar entre todos acuerdos por consenso”.

Enumeramos, ahora una serie de condiciones que deben observarse para una correcta
redacción de los objetivos.

− Hay que elaborar, por lo menos, tres o cuatro objetivos generales.


− Concretar cada uno de ellos en varios objetivos específicos u operativos, diversificándolos en
los tres tipos: conceptuales, procedimentales y actitudinales.
− Formular los objetivos de forma clara, preferentemente en infinitivo.
− Plantear objetivos adecuados a la realidad con la que vamos a trabajar, posibles de con-
seguir y ambiciosos, pero también aceptables por las instituciones promotoras del proyecto.

Por último, según Espinoza, Cembranos y Vega, los objetivos tienen que ser:
− Claros, concretos, comprensibles, precisos.
− Realistas, factibles, posibles de realizar.
− Evaluables, que expresen una conducta observable.
− Pertinentes, adecuados, en relación con la naturaleza de los problemas.
− Coherentes, con unas finalidades definidas y consecuentes.
− Conducentes a una acción transformadora de la realidad.
− Motivadores para la acción.
− Proporcionados con respecto a los recursos disponibles.

“PLANIFICACIÓN DE ACTIVIDADES Y ELABORACIÓN DE PROYECTOS”

Josué Llull Peñalba

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