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Definición y concepto de empleabilidad

El concepto se relaciona con la capacitación profesional y las aptitudes


para el mercado de trabajo. La empleabilidad se encuentra, así,
directamente relacionada con el valor profesional que una persona puede
tener en el ámbito del mercado de trabajo.

A lo largo de la historia, varios cambios se produjeron en el mundo del


trabajo y, especialmente en el inicio de los años 90, la cuestión de la
empleabilidad pasó a ocupar un lugar destacado en los contextos de
trabajo, desencadenado principalmente por eventos como
la globalización, la apertura del mercado a las importaciones y el aumento
de las innovaciones tecnológicas.

Podemos definir el término Empleabilidad de la forma siguiente: La capacidad


de una persona de acceder a un puesto de trabajo, mantenerse en él y
reorientarse profesionalmente en otro en el caso de pérdida del primero.

Una persona es “empleable” si posee los requisitos en términos de


conocimientos y competencias demandados por los empleadores para su
perfil y es capaz de transmitir adecuadamente un mensaje al mercado.

Sin embargo la cuestión reside en determinar ¿donde está el mercado? y ¿cuál es


su valor?.

Un factor que resulta más relevante en un momento como el actual en el que


una titulación o cualificación no aseguran por si mismos el éxito
profesional. La formación de la que se dispone es relevante, probablemente, en
determinados entornos (administración pública) pero no lo es, o su peso se reduce
exponencialmente, cuando se trata en de competir entre diferentes diferentes
candidatos a una posición profesional determinada en el entorno organizativo y
empresarial no público.

de la aptitud y capacidad para consolidarse en una organización.

En un momento de gran competencia en el mercado de trabajo las organizaciones


intentan identificar cómo es cada uno de los candidatos que optan a integrarse en
su organización, y al mismo tiempo determinar sus competencias, sus
motivaciones y finalmente su capacidad para relacionarse en los contextos
formales e informales, de gestionar conflictos, de reaccionar ante el stress, etc.
Estos aspectos competenciales y motivacionales, sumados a los factores que
dependen estrictamente del mercado laboral (equilibro entre oferta y demanda) y
de las corrientes sociales (genero, edad, diversidad, etc) hacen que la
empleabilidad dependa tanto de factores que un profesional puede controlar
como otros de carácter ajeno y en los que resulta muchas veces imposible
de incidir.

Este tipo de criterios resultan aplicables para todos los niveles de competencia,
formación, e inclusive, aunque pueda sorprendernos, a los puestos de trabajo de
menor cualificación.

Nuestra propia empleabilidad se encuentra también ligada a


la visión y expectativas que cada uno de nosotros tenemos
sobre nuestra trayectoria profesional.

Por ello para el desarrollo de nuestra propia empleabilidad es necesario ligar


nuestras opciones profesionales futuras con nuestra capacidad de
diferenciarnos y de crear “marca”. Y por supuesto vincularlas a nuestra
flexibilidad para adaptarnos a la demanda de los empleadores y al contexto
en las que estas se producen.

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