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Introducción

Este trabajo pretende articular los conceptos correspondientes al módulo de pareja de la


asignatura con un caso de la actualidad. Para esto se utilizará como ejemplo la pareja de
Diego Armando Maradona y Claudia Villafañe.

Teniendo en cuenta la historia desde sus inicios hasta las complejidades de estos últimos
meses, se intentará ejemplificar algunos de los conceptos más importantes del
psicoanálisis de pareja.

La mayoría de los hechos citados son verdaderos, producto de una investigación y


lectura de distintos artículos periodísticos y libros que permitían conocer un poco más
en profundidad los pormenores del vínculo, así como también el contexto en el que este
se desarrollaba.

La modalidad elegida es de desarrollo, ya que resulta difícil el armado de esta


exposición a modo de ateneo clínico, por un lado, por la extensión de la historia; y por
el otro porque resulta complejo desarrollar las entrevistas con tanto bagaje histórico.

Los títulos elegidos en referencia a cada concepto son declaraciones de uno u otro
miembro de la pareja en los medios (información referenciada al final del trabajo) a
modo de ilustrar la explicación de cada tema, teniendo en cuenta la imposibilidad de
conocer los hechos exactos, pero pretendiendo guardar fidelidad al caso.

En el anexo del presente trabajo aparece la línea de tiempo que grafica resumidamente
los eventos más significativos de la relación.
El comienzo de la relación y de la fama

Diego y Claudia se conocieron cuando ambos tenían 17 años y vivían en Villa Fiorito.
Eran vecinos, y se pusieron de novios a las pocas semanas. Para ese entonces, año 1977,
Diego ya había debutado en la selección.

Años mas tarde a Diego lo contratan del club Barcelona, entonces ambos se mudan a
España; y en 1984 hace su pase al club Nápoles, en Italia, a donde ambos se mudan.
Este tiempo trascurre con algunas peleas y vueltas a Buenos Aires de Claudia, para
luego reconciliarse nuevamente.

En el mundial de Méjico 1986 Diego hace el mítico gol con la mano a los ingleses,
llevando también la copa del campeonato a Argentina. Esto lo coloca en un estatuto de
semidios para los argentinos y para todo el mundo.

Entre 1986 y 1987 nacen las dos únicas hijas de la pareja, Dalma y Gianina, y a fin de
ese mismo año se casan con una fastuosa ceremonia en el estadio Luna Park. La pareja
seguiría hasta que Claudia presenta el pedido de divorcio en el año 2003, pero en el
medio habrán transcurrido distintos hechos y situaciones, hasta terminar en un
entramado judicial en la actualidad.

Las adicciones

En 1991 se conoce el primer caso de doping positivo para Diego en el club de Nápoles.
A partir de este momento se inicia una historia pública de adicción e internaciones. Su
adicción prácticamente lo expulsará del mundo deportivo (repitiéndose casos de doping
positivo en el mundial de USA 1994 y en 1997 hasta su retiro), y emprendiendo
distintas internaciones, tanto para rehabilitarse como para tratar temas de salud siempre
derivados del consumo excesivo de cocaína. Hasta el año 2010, divorcio de por medio,
Claudia permanece a su lado como apoyo, pero también administrando los negocios de
él.

Hijos extramatrimoniales

El primer hijo extramatrimonial de Diego coincide con el primer embarazo de Claudia.


Diego Maradona Jr. nace 6 meses antes que Dalma, y Claudia se entera por televisión
estando de 5 meses de embarazo. La segunda hija, Jana Maradona, nace en 1996,
producto de la relación con una mesera argentina. Ninguno de estos hijos fue
reconocido por Maradona, sino por la justicia italiana y argentina, obligándolo a proveer
apellido y cuota alimentaria de ambos. En 2013 nace Diego Fernando Jr. de su noviazgo
con Verónica Ojeda, a quien abandona a los 5 meses de embarazo por Rocío Oliva. A
octubre del corriente año hay 4 hijos más a la espera de ser reconocidos: tres en Cuba y
uno en la ciudad de La Plata.

Internaciones

La primera internación de Diego es en agosto de 1996 en Suiza, fue voluntaria y tenía el


objetivo de rehabilitarse de sus adicciones previo a su retiro. En enero de 2000 sufre una
internación en Punta del Este por un cuadro de hipertensión producido por el exceso de
droga, y al año se instala en Cuba hasta 2004, nuevamente voluntariamente, para tratar
el daño de su corazón producto de la cocaína. En abril de 2004, ya en Buenos Aires,
Diego sufre una crisis cardiorrespiratoria que lo lleva a estar 12 días internado en terapia
intensiva, con asistencia respiratoria por un cuadro de neumonía. Claudia estuvo
presente todo el proceso. A la salida de esta internación, es llevado por la fuerza a una
internación en un neuropsiquiátrico de Ituzaingó para ser tratado por su adicción, con un
control estricto de visitas por parte de Claudia, quien era la única autorizada a permitir
el ingreso de personas. A fines de 2004 vuelve a Cuba para realizarse una intervención
de bypass gástrico por su sobrepeso, volviendo recuperado para hacer un programa de
televisión, en el cual intenta desesperadamente reconquistar a Claudia. En 2007 es
internado nuevamente en el Sanatorio Güemes, por una hepatitis producto del consumo.

Causas judiciales relacionadas a la pareja

En el año 2005 y alentado por Claudia, Maradona le inicia juicio a Guillermo Coppola
por malversación de sus fondos durante el tiempo que fue su representante.

En el año 2014, Diego, desde Dubai donde estaba trabajando, le revoca el poder sobre
sus bienes a Claudia y a sus hijas. Un año después, tras una auditoria sobre su
patrimonio, le inicia juicio a su ex mujer por mala administración de sus bienes, y robo
de sus camisetas y trofeos; y por la compra de departamentos en Miami como soltera
mientras estaba aún casada. Actualmente estos juicios siguen su curso tanto en
Argentina como en EEUU.
Desarrollo

“Nunca me voy a acostumbrar a despedirme de mi madre”

Ante todo debemos contextualizar la situación en la que Diego y Claudia se conocen en


el momento evolutivo que están pasando: la adolescencia. Él con 17 años y ella con 16,
aparece el enamoramiento descrito por Freud en su máxima expresión. Ese estado en el
que el propio Yo se empobrece y aparece un enaltecimiento del otro Yo.

Desde el discurso de ambos podemos pensar que se eligieron casi sin querer, siendo
vecinos de la misma propiedad horizontal, casi por casualidad. Mucho del momento
adolescente aparece: “Cuando la vi con un pantalón amarillo supe que era el amor de mi
vida” dijo Diego, sin dejar lugar a dudas que ese fervor hormonal adolescente fue
responsable de que, atracción física primero y mediante, quiera entablar un vínculo con
Claudia.

Pero no pasa desapercibido el hecho de que ambos vivían en el mismo lote. Era una
propiedad horizontal, Diego vivía junto con su familia en el fondo, mientras Claudia
vivía en la casa del frente, al inicio del pasillo. Más allá de la coincidencia estructural,
nos preguntamos si realmente en algún momento lograron salir de las familias de origen
hacia la exogamia.

Losso (2016) dice que al mismo tiempo que la pareja significa una salida de la
conflictiva edípica, es también una reentrada en el Edipo (…) en el sentido de que es
imposible no teñir al objeto de características relacionadas con los objetos infantiles, es
decir, de la situación edípica.

Quien manifiesta permanentemente la falta de su madre es Diego, quien, mientras la


pareja vivía en Barcelona, siempre protestaba porque no podía comer nada de lo que le
gustaba. Mando a llamar a “Doña Tota”, quien inmediatamente viajó para “hacerlo
sentir como en casa” y cocinarle.

Don Diego y Doña Tota siempre tuvieron un lugar privilegiado no sólo para Maradona,
sino también para su exposición mediática. Diego funcionó desde un primer momento
como proveedor, enunciando como objetivo poder comprarle una casa a sus padres.

A su vez no podemos dejar pasar que, cuando tienen a Dalma, en 1987, Diego elige ese
nombre para su primera hija mujer, que coincide con el nombre de pila de Doña Tota
(Dalma Salvadora). Aparece entonces el componente transgeneracional, donde Diego le
asigna a su hija el lugar de su madre, o bien homenajea a la misma nombrándola de esa
forma.

Claudia aparece, frente a todo esto, como una figura pasiva. En el primer año de
noviazgo ella vislumbra, a través de una situación que se da en la casa de origen, el
lugar que ocuparía en la vida de Diego.

Una tarde, el padre de Diego le dice “Vos no podés hacerlo acostar tan tarde al nene, lo
tenés que cuidar un poco más. Él tiene que ir al entrenamiento”. Claudia apretó los
dientes y no dijo nada. La noche anterior se había acostado temprano, y Maradona se
había ido por ahí”.

De esta manera se replica el triángulo edípico en la pareja: aquella figura materna, que
cuidó de el en los primeros momentos, debía replicarse ahora en la figura de Claudia,
quien, al igual que la figura materna, debía asegurar la subsistencia (y ahora el éxito) de
este hombre niño.

Podemos pensar también la triangulación edípica desde la introducción permanente de


Diego de una tercera, en este caso una amante; casi como una necesidad de replicar el
triángulo permanentemente.

Por el lado de Claudia podemos pensar su elección más desde el lado de la admiración,
de alguien que era incipientemente conocido, y quien estaba destinado al éxito. Alguien
que iba a poder proveer, salir y sacarla a ella y a todos de ese lugar de carencia; pero
quizás sin tomar en cuenta el precio que se pagó por eso.

A su vez podemos aventurarnos en pensar transgeneracionalmente una nueva conflictiva


edípica que, aunque se daría de todas maneras, deja ubicado a Diego en medio de dos
triángulos incestuosos: con la Dalma Salvadora y con la Dalma niña.

En relación a la envoltura narcisista de la pareja, podemos decir que casi constituyeron


uno solo. Luego de ponerse de novios, “no se separaron más”. Aparecieron los viajes, la
convivencia y las hijas incluso antes de la formalización, cosa que para la época era
polémico. Nada de eso importaba ni para la familia de ella o el (era una cuestión menor
cuando se priorizaba la carrera de Diego por sobre todas las cosas), y quizás la boda
haya aparecido a modo de reafirmación del amor y la confianza, pero también como
doblar la apuesta en algo que ya comenzaba a mostrar su lado conflictivo.

“Yo siempre le creí”


Las parejas se organizan en ejes positivos y negativos, cada uno con elementos
libidinales y antilibidinales respectivamente.

Los elementos positivos que mantienen unida a esta pareja tienen que ver con:

- Admiración mutua
- Identificaciones comunes
- Comunidad de ideales y creencias

Al ser un ídolo, y ya desde los inicios, Claudia vio en Diego a ese Dios deportivo que
luego vería el mundo. Diego, por otro lado, pone a la admiración del lado de la
maternidad, donde Claudia es la madre excelente que se ocupa de sus hijas y también de
el, no lo descuida, siempre lleva a las nenas al colegio, llega puntual a las reuniones de
padres, festeja los cumpleaños, etc.

Por otra parte, la coincidencia en cuanto a los orígenes y las familias hace que se
identifiquen mutuamente, comparten los valores de la familia, la humildad, saber lo que
es la carencia, venir de un barrio marginal y anhelar la estabilidad económica para ellos
mismos y su familia. Este despegue desde “el barro del potrero de Villa Fiorito” hasta la
vida de lujos en Europa fue hecho juntos, paso a paso, sorprendiéndose ambos a lo largo
del camino, y sacrificándose también.

En relación a los elementos negativos, podemos hablar de un conjunto de renuncias que


se da en la pareja: Claudia renuncia a su vida y sus proyectos para acompañarlo, y los
proyectos de Diego se transforman en los de ella. No hay familia, no hay casa, no hay
carrera; desde el momento en que están juntos, toda ella, sus gustos y actividades, están
supeditados al éxito y el trabajo de Diego (tal como le reclamaba Don Diego aquella
tarde en el pasillo del PH de la calle Argerich).

¿Qué aspectos del vínculo quedan reprimidos, desmentidos, denegados o escindidos?


Para esto es necesario referirse al pacto denegativo y a la colusión de esta pareja, pero
inicialmente a los distintos contratiempos que se les presentaron en los primeros
tiempos de la fama del jugador.

Según Losso (2016), cuando lo negativo tiene que ver con el orden de la desmentida,
puede llegar a vivirse como menos amenazador o menos desorganizante el mantener a
toda costa y todo costo un vínculo que implica sufrimiento y empobrece, que la
posibilidad de la irrupción de lo que permaneció silencioso y que había permitido
contener los aspectos más primitivos e indiferenciados de cada sujeto.

A partir del conocimiento de las infidelidades de Diego, y más tarde los hijos
extramatrimoniales y la exposición de la adicción; aparece la posibilidad de un
movimiento, de que algo suceda, algún velo se caiga. Sin embargo, el vínculo cae en la
desmentida, donde aquello sucede pero no sucede, y esto sucede tanto para Claudia
como para Diego: aparece una infidelidad, pero esa infidelidad no es tal, aparece un hijo
producto de una relación, pero tampoco es hijo, porque los hijos para Diego siempre
serían los que tuvo con Claudia, y nadie más. Ambos están escindidos, e incurren en la
desmentida velando una parte de la relación que, aunque existente, no quieren ni pueden
ver.

“Fue un puñal en el alma”

Dentro de la vida de esta pareja podemos hablar de dos momentos o dos colusiones
distintas, teniendo en cuenta la larga historia y los tantos eventos que fueron marcando
cambios.

En la colusión, ambos deben jugar el rol que el otro le adjudica y, al mismo tiempo, el
rol necesitado por cada uno. Cuando se logra una síntesis, dice Losso (2016), se
representa esta comedia original nueva e inédita. Pero ¿qué escenas expresan la
colusión?

Si analizamos el primer momento de la pareja, su vida en Nápoles, el salto a la fama de


Diego, hasta su retiro; podemos pensar en una colusión relacionada al matrimonio y a
los hijos y relaciones extramatrimoniales.

El primer hijo de Diego es extramatrimonial, y nace mientras Claudia estaba


embarazada de su primera hija. Si bien Maradona desmintió a rajatabla la relación con
la madre del niño (literalmente aparece la desmentida), Claudia sufre más allá de la
verdad. Más tarde, cuando tiene a la segunda hija extramatrimonial, Jana, Claudia
tampoco hace caso a la situación. Maradona nunca reconoció a ninguno de los hijos
fuera de Dalma y Gianina.

Podemos pensar esta primera escena colusiva en relación a la continuidad de la pareja


mientras los hijos extramatrimoniales no sean reconocidos por él, desmintiendo –en
ambas acepciones del término- incluso a la misma justicia.
Diego será el deportista exitoso, padre devoto, entregado a sus hijas, enamorado de su
mujer, de esa mujer impoluta y “madraza”, vivirá con ellas, siempre volverá a casa,
expresará su devoción por las tres, y ellas gozarán de los beneficios de ser Maradona
(no así los otros “maradonas”).

Claudia será la mujer dedicada, aquella que siempre le creerá a Diego, aquella que, ante
las dudas, sufrirá en secreto, pero ante los demás estará a su lado. Ella seguiría así
siempre y cuando él reconociera como su única familia y sus únicas hijas a las
correspondientes al matrimonio. Esto asegura no sólo que las niñas no tengan que
introducir a un nuevo integrante a sus vidas, sino también que los beneficios familiares,
económicos, y aquellos que brinda la fama serían exclusividad de su única familia, sin
importar lo que dijera el resto.

Así, la desmentida es total, la comedia peculiar está armada, y cada uno juega su papel.
Mientras tanto, fuera de la colusión, aparecen hijos, arrestos, internaciones, amistades,
etc.

¿Cuándo se rompe esta colusión? En el momento en el que Diego deja de volver a la


casa familiar, en 1998. La colusión cae por la imposibilidad de mantener la “obra” en
funcionamiento, producto del incremento en la adicción y sus repercusiones en su
carrera (un doping positivo en Nápoles en 1991 junto con la detención; y la expulsión
en el Mundial USA 1994 por consumo de efedrina), junto con el reconocimiento de
Diego Jr. por parte de la justicia italiana, y la obligación a darle el apellido y la cuota
alimentaria. A partir de estos hechos la colusión comienza a tambalear para ambos
actores, que debían aumentar la desmentida a niveles casi irrealizables.

Aquel que podía hacer de todo pero que siempre debía volver a la casa, un día no
volvió. Allí comenzaría a caer esta escena, hasta culminar en el pedido de divorcio de
Claudia en 2003.

Aun así, divorciados, surgiría un nuevo pacto colusivo, o una reactualización del
anterior.

En el año 2003 Claudia presenta el divorcio, alegando que Diego hizo abandono de
hogar en el año 1998, y que llevaba casi 5 años son retornar al hogar. En ese momento
Diego ya se había retirado, se había internado varias veces por su adicción, se había
radicado en Suiza y, más definitivamente, en Cuba para tratarse, y su cuerpo comenzaba
a pasarle factura porque empezaban a aparecer la secuela de tantos años de consumo.

A pesar de esto, Diego intenta reconquistarla varias veces, sin éxito, pero ellos seguían
manteniendo una relación ya no de pareja matrimonial, pero sí de compañeros dándole
batalla a la adicción, como un equipo. En cada internación (Suiza, Cuba, Punta del Este,
Sanatorio Güemes, en el Neuropsiquiátrico de Ituzaingó) Claudia permanecía a su lado;
y además de eso se hizo cargo de los negocios de él tras despedir a su antiguo manager
Guillermo Coppola. “Mientras él me necesite y yo pueda ayudarlo, voy a estar. Estamos
juntos luchando para que pueda salir de esta” se le escuchaba decir a Claudia según
cuenta Minuto Uno (C.V. reportaje televisivo, 26 de junio de 2004).

Aparecía entonces nuevamente la comedia en la que Claudia jugaba el rol de cuidadora


y compañera, a pesar de todo (tal como lo había hecho anteriormente), mientras él
seguía reconociendo únicamente a ese núcleo familiar, dejando de lado tanto a los otros
hijos como a aquellos que, según la misma Claudia, practican la condescendencia y el
“sidieguismo”.

Esta dramática sigue, internación tras internación, durante varios años, hasta el año
2013, y la colusión finalmente se rompe. No importa demasiado qué fue lo que primero
lo rompió, si del lado de Diego o de Claudia, pero aparecieron dos hechos muy
evidentes que hicieron que esta comedia nueva se desmorone.

En el año 2012 Verónica Ojeda, la nueva pareja de Diego, anuncia su embarazo: un


nuevo Maradona entraría en la familia, y esta vez sería reconocido. Pero antes del
nacimiento del niño aparece en la tapa de Revista Paparazzi una foto de Claudia en el
muelle de su casa junto a su nieto Benjamín Agüero, acompañado por Jorge Taiana, su
pareja desde el año 2003 a quien había mantenido en secreto. Esto enfureció a Diego:
“Fue como un puñal en el alma” dijo en una entrevista radial (Rial, J. 2013). Mientras
Claudia se debiera a él, se mostrara devota como siempre y no hiciera pública su vida
sentimental, Maradona seguiría considerándola su compañera, poniéndola en un
pedestal; y mientras Diego siguiera considerando como sus únicas hijas y herederas a
Dalma y Gianina, allí estaría Claudia para acompañarlo.

La colusión había caído, por alguno de los dos hechos, pero ya no existía más.
A partir de ese momento comenzaría entre ellos un vínculo tóxico, acusatorio y
recriminatorio, donde Diego reconocería a todos sus hijos como provocación a Claudia,
comenzando un raid de acusaciones y juicios, mientras que las hijas de él tomarían
partido por su madre, quebrando la relación con su padre. La agresividad reprimida en
tantos años saldría a la luz.

“La disolución de la pareja hace surgir a menudo lo que formaba parte del pacto y
quedaba silencioso. Por eso muchas veces (…) el vínculo adquiere características de
gran violencia, ya que los sujetos sienten amenazada su integridad psíquica. Aparecen
reproches, descalificaciones, agresiones verbales o corporales”. (Losso, 2016)

“A partir de este momento, somos el Diego y la Claudia”

Decimos entonces que en este caso aparece un modelo de colusión narcisista, en la cual
se trata de concretar el ideal de la fusión, de completud, en un intento fantaseado de
negar la negatividad radical (Kaes, 1991). Es una relación en que uno de ellos encarna
el ideal, por lo general centrado en la belleza física, el poder, la riqueza o la fama, como
atributos que hay que admirar; y el otro lo admira incondicionalmente, obteniendo una
satisfacción narcisista vicariante a partir de los éxitos del partenaire (Losso, 2016).

Sin dudas la condición deportiva, económica y famosa de Diego facilitan al hecho de


colocarlo en el ideal, más aún cuando la relación comienza desde tan jóvenes, y la
individualidad se encuentra desdibujada, siendo Claudia su compañía y su cuidadora,
con una actividad casi exclusivamente maternal relacionada tanto a las niñas como al
propio Diego.

El problema aparece también en que se debe realizar la expectativa del ideal narcisista
del cónyuge, cosa que en este caso se intenta hasta que ya es imposible de mantener.
Esto lleno de odio y desilusión a ambos, apareciendo el juego masoquista destructivo
con defensas transpersonales, ataques, reproches y venganzas que veremos más al final
de la relación.

Dice Losso (2016) que el miedo a que el otro se aparte del rol narcisista que debe jugar,
vivido como abandono y traición (“fue un puñal en el alma”), puede llevar al
incremento de la desconfianza y las fantasías o acciones retaliativas, o preventivas de la
intolerablemente temida herida al narcisismo.
Dice también que otra variante de la amenaza de herida narcisista son los celos
patológicos, y este es un tema que es recurrente en la pareja de los Maradona. Él la celó
siempre, incluso estando divorciados (cuando en su programa, Nicolás Repetto la hizo
dar “la vueltita”, Diego terminó ofendido con el conductor, quien según él lo habría
traicionado por semejante hecho; y Claudia también, en distintas entrevistas, habla de
las mujeres que se le acercan al jugador, y la reacción que considera imposible de
manejar desde su parte).

“Éramos un fuego1”

La sexualidad juega un papel determinante en esta pareja como en todas las demás.

La elección más sencilla a la hora de catalogar lo sexual en esta pareja puede tener que
ver con adjudicarle a Diego la característica de dependiente al sexo (Losso, 2016),
incapaz de controlar ciertos impulsos carnales. Sin embargo, un análisis más profundo
sugiere que el verdadero problema radica en una escisión entre erotismo y ternura. Por
el lugar maternal y de cuidadora que se da y se le da a Claudia en los inicios de la
relación, aparece la corriente tierna, pero hay una imposibilidad de reunir ambas
corrientes en ella. Es por esto que Claudia queda del lado de la corriente tierna, mientras
que la corriente erótica se despliega en las distintas amantes a lo largo del tiempo.

Claudia también se conforma con la vertiente tierna, la del padre proveedor de la familia
y amoroso con las hijas, transformándose en importante la vuelta a la casa familiar antes
que la relación de pareja y encuentro de ambas corrientes en una sola persona.

Dice Losso (2016) que la infidelidad e incluso la promiscuidad pueden funcionar como
defensa frente a la intimidad emocional, a la excesiva dependencia, al miedo a la fusión
indiscriminada y a la pérdida de la propia identidad. En una colusión autodestructiva, el
engaño implica también fidelidad a figuras parentales.

En este aspecto también aparece la escisión de las corrientes tierna y erótica, junto con
la defensa, entre otras cosas, a la excesiva dependencia. Si tenemos en cuenta los roles
adjudicados en relación a la pareja como reentrada a la conflictiva edípica, resulta
imposible la reconciliación de ambas tendencias en un solo compañero o compañera.

1
Declaración realizada por la ex vedette Graciela Alfano, para ilustrar que la sexualidad de la pareja
queda del lado de las amantes. Que allí hayan sido un fuego muestra que, donde tenía que serlo, no lo
fueron.
Si dudas en una pareja de tantos años, iniciada en un contexto endogámico, mismo
barrio, misma propiedad, misma situación (falta decir misma familia), la amenaza de
fusión se hace presente, especialmente cuando aparece desde la inexperiencia y
adolescencia, donde los espacios individuales no pudieron ser construidos, y la distancia
optima tampoco, adoptándose extremos de casi fusión hasta la distancia física y
emocional.

“No pudo”

Si intentamos pensar a modo de terapia de pareja, podemos pensar el motivo de consulta


manifiesto, previo a la separación, tiene que ver con el hartazgo por parte de Claudia en
relación a las infidelidades, situaciones relacionadas a la adicción y aparición de hijos
extramatrimoniales.

Las fantasías de enfermedad de cada uno de ellos, de acuerdo a sus declaraciones, son
distintos: “El problema principal de Diego es que no asume lo que le pasa”, dice
Claudia, y en relación al por qué piensan que sucedió todo esto, cada uno se da una
explicación: “Diego no pudo hacer vida de adolescente, y luego no le enseñaron a
asimilar la fama”, a lo que Diego coincide: “Me subieron a la cina de la montaña y, una
vez allí, nadie me dijo que hacer”.

En una terapia de pareja, el tratamiento de la situación no habría tenido demasiado que


ver con estas cuestiones, sino más bien con develar estas estructuras subyacentes y
recuperar individualidades para poder construir con un otro, abrazar expectativas más
racionales, implicarse en el cambio, la igualdad jerárquica y la posibilidad de aceptar la
agresión.
Conclusión

Una definición a la que he arribado luego de este trabajo de investigación y articulación


es que, si un solo sujeto está plagado de complejidades, historias, conductas, defensas;
en una pareja debemos enfrentarnos a tres sujetos: los dos miembros de la pareja y una
tercera entidad que es la pareja misma, con sus particularidades y donde se ponen en
evidencia aquellas cuestiones de cada uno y la dinámica entre ambos.

En mi caso pude elegir la pareja a analizar, y sin dudas sentí como un desafío este caso,
teniendo en cuenta la historia, las vicisitudes, pero también la figura, el ícono, el dios,
cuyo estatuto hace muchas veces perder la entidad de persona. Visto desde una pareja,
me pareció el modo más humanizante para analizar a Maradona, ese lugar en donde los
goles y las gambetas quedan un poco de lado para ver también que el ídolo, junto con su
compañera, cuentan con carencias de otro tipo, y que quien todo lo tiene quizás tuvo
muy poco en otros órdenes de la vida.

Estas carencias (o a veces excesos) dejan huella y marcas en el psiquismo, y lo que


pudo resultar una casualidad en el por qué estas dos personas se eligieron, termina
siendo un rompecabezas laberíntico en el que cada curva remite a los vínculos infantiles
y su reactualización en la dinámica de la pareja.

El caso es también rico porque, si bien no tenemos la posibilidad de ahondar en los


vericuetos reales de los sentimientos de cada uno, el nivel de exposición de ambos,
junto con el estatuto mediático que tomó a lo largo de los años los hechos relacionados
a esta pareja; nos permiten analizar discursos, silencios, declaraciones y hechos que
dicen mucho acerca de la historia.

Las complejidades individuales que se suman a la vida de a dos, tales como la adicción
de Diego o los manejos administrativos y restricciones de Claudia, nos hacen
preguntarnos qué quieren –o qué se quieren- decir en cada situación.

La relación de un hombre con la droga, siendo un hombre que es droga para todo el
mundo; y la explotación del beneficio que tuvo ser su mujer, hacen que este caso
presente infinitas maneras de abordaje, incluso introduciendo a las hijas y pudiendo
extenderlo al análisis de la problemática de familia.
Referencias

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droga. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=l0z3rvjKE9g

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