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Arrepentimiento1

IB Bethania, domingo 8 de noviembre de 1998 por la tarde,


IB Jerusalén, domingo 10 de junio de 2007 por la tarde.

Hechos 26: 20 — “… les prediqué que se arrepintieran y se


convirtieran a Dios, y que demostraran su arrepentimiento con
sus buenas obras.”

Introducción. Es interesante notar que el mensaje del evangelio


como fue proclamado por Juan el bautista (Mateo 3:2), Jesús
(Mateo 4:17), los doce (Marcos 6:12), Pedro (Hechos 2:38),
Pablo a los gentiles (Hechos 17:30) y Jesús glorificado a las
iglesias (Apocalipsis 2:5, 16, 22; 3:3, 19) fue un llamamiento
al arrepentimiento. Ciertamente se requiere “arrepentimiento
para con Dios y fe en nuestro Señor Jesucristo” para alcanzar
la salvación. El arrepentimiento debe estar íntimamente
ligado a nuestra fe en Cristo, o no hay salvación. Cristo debe
ser Señor de nuestra vida para poder ser el Salvador de ella.
Sin embargo, una vez que empieza nuestra vida cristiana,
algunos tendemos a olvidar esta gracia, y nos enfocamos más
en describir a Dios como un Dios de amor que como un Dios
que se complace en la santidad de sus hijos, y así lo
presentamos a la gente, siendo que deberíamos empezar como
Jesús y sus discípulos: con un llamado al arrepentimiento.
Pero, ¿que es en sí el arrepentimiento? Examinemos algunas
de las características del arrepentimiento verdadero y sus
consecuencias para nuestra vida cristiana.

I. Lo que no es arrepentimiento
A. Remordimiento de conciencia por haber hecho algo malo.
B. Temor de ser descubiertos en nuestro pecado. ¡A veces
nuestro arrepentimiento se debe a que fuimos descubiertos
y no a nuestro pecado mismo!.
C. Tratar de cambiar nuestros hábitos por nosotros mismos,
sólo porque reconocemos que nos van a hacer daño.
D. Temor de ser castigados por nuestras malas acciones

1
Idea del bosquejo tomada de: The Doctrine of Repentance. Thomas
Watson. Puritan Paperbacks, p. 18
II. Características del arrepentimiento verdadero
A. Visión del pecado (Hechos 26:18)
Antes de poder arrepentirnos, debemos reconocer nuestro
pecado.
B. Tristeza por haber pecado (Lucas 7:37, 38)
Una tristeza real de haber pecado contra Dios, por la
ofensa más que por el castigo, y que busca la restitución
de la ofensa.
C. Confesión de nuestro pecado (1 Juan 1:9)
Ver nuestro pecado justamente como lo que es, como Dios
lo ve, sin tratar de justificarnos, simplemente
reconociendo lo que hemos hecho.
D. Vergüenza por nuestro pecado (Esdras 9:6)
Sentir verdadera vergüenza por lo que hicimos, pues
hicimos a Cristo sufrir vergüenza por ello.
E. Odio por el pecado (Salmo 119:104)
¡Ay del que ama el pecado! Debemos sentir
verdaderamente lo que Dios siente del pecado.
F. Decisión de alejarse del pecado (Gálatas 2:20; Romanos
6:1, 2)
El arrepentimiento debe ser algo práctico, que involucre la
voluntad. Morir al pecado da vida al arrepentimiento.

III. Cuando arrepentirse


A. El arrepentimiento no es algo que se hace solamente una
vez.
B. El inicio de nuestra vida cristiana está en el
arrepentimiento.
C. Toda nuestra vida debemos seguir practicando
continuamente el arrepentimiento, hasta que estemos
libres por completo de todo pecado, cuando estemos en la
presencia del Señor.
Conclusión. El arrepentimiento no es algo que el hombre natural
pueda realizar. Es una gracia del Señor, que se manifiesta cuando
primeramente confiamos en él, y continúa manifestándose en el
continuo obrar del Santo Espíritu en nuestra vida. Arrepentirse no
beneficia en nada a Dios, nos beneficia a nosotros. El momento en
que veamos que no estamos viviendo esta realidad, es el momento
de preocuparnos de nuestro estado espiritual. Practiquemos esta
disciplina con denuedo, y así el Señor nos mantendrá humildes y
cada vez más cerca de Él — Amén.

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