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ELECTIVA CPC

Asignatura: Introducción de la economía solidaria

Presentan:
Jeimmy Marcela Cano Fonseca
ID 653471

Tutor:
Jesús Farfán Casagua
NRC 3525

Corporación Universitaria Minuto de Dios


Facultad de Ciencias Empresariales
Programa de Contaduría Pública
Bogotá D.C., Octubre de 2019
Introducción
En función de que fueran una muestra representativa de la compleja realidad de las
experiencias de la Economía Social y Solidaria en nuestra región, de las diferentes
metodologías de abordaje a esas experiencias, y de las visiones y expectativas teóricas
respecto al aporte del sector a la realidad socioeconómica de americana latina. Se intentó,
además, que estuviera representado el más amplio espectro temporal y territorial; en este
sentido los trabajos seleccionados cubren más de un siglo de evolución histórica
La economía social y solidaria en Colombia
La formalización del modelo solidario en Colombia tiene una historia reciente que
se inició en 1931 con la expedición de la ley 134. En 1986 se adopta el concepto de
Economía Solidaria con el decreto 2536 del 4 de agosto que dio vida al Consejo Nacional
de Economía Solidaria y lo reconoce como un sector de gran importancia en el entorno
económico nacional. Y en 1988 con la ley 79 se organizan las formas solidarias del
cooperativismo, asociaciones mutuales y fondos de empleados.

Hasta 1999, la función de supervisión de las entidades de economía solidaria fue


adelantada por el Departamento Nacional de Cooperativas -Dancoop-, la institución de
gobierno encargada de definir la política para las formas solidarias de organización en
particular para el sector cooperativo. La entidad tenía a su cargo la planificación de sus
políticas, la ejecución de programas y proyectos y a su vez, el ejercicio del control de
gestión de las mismas.

En esa perspectiva, se evidenció un importante desarrollo de entidades; sin


embargo, la falta de un marco regulatorio propició la informalidad de la actividad solidaria.
Se abrió un gran espacio para la incorporación y canalización de recursos emergentes, y
formas indebidas de manejo de recursos, conllevando a una crisis que afectó al sistema
financiero nacional.

Creación de la superintendencia
Como respuesta a la crisis del sector financiero y su reflejo en las organizaciones
solidarias, el Gobierno del Presidente Ernesto Samper Pizano expidió la Ley 454 de 1998,
que transformó al Departamento Nacional de Cooperativas -Dancoop- en el Departamento
Administrativo de la Economía Solidaria -Dansocial-; y creó a la Superintendencia de la
Economía Solidaria -Supersolidaria- y al Fondo de Garantías del Sector Cooperativo -
Fogacoop. Juan Camilo Restrepo, en ese entonces Ministro de Hacienda expresó:
"Necesitamos una entidad ágil y eficiente, que rescate el sector solidario de Colombia".
A la luz de la ley 454 del 98, se denomina Economía Solidaria al sistema
socioeconómico, cultural y ambiental conformado por el conjunto de fuerzas sociales
organizadas, en formas asociativas identificadas por prácticas auto gestionadas solidarias,
democráticas y humanistas, sin ánimo de lucro para el desarrollo integral del ser humano
como sujeto, actor y fin de la economía.

Esta estructura estatal significó el retorno de la confianza en el sector solidario,


especialmente en la actividad financiera, al que se le establecieron definiciones, alcances y
condiciones claras para su ejercicio. La economía solidaria tiene su origen a partir de la
creación de las Cooperativas que nacieron en las grandes industrias debido a la desigualdad
y necesidades de la clase obrera.

Muchos ideólogos buscaron darle una solución a esta desigualdad y fomentaron la


creación de empresas con características de cooperativas no solidarias, algunas salieron a
delante y otras no lograron sobrevivir, en razón a que no existía la solidaridad, y también
porque no existía un modelo claro sobre cómo darle el manejo y la administración a este tipo
de economía. Para 1771, Robot Owen ante las situaciones de desigualdad entre los
campesinos, trabajadores y las personas ricas, empezó a trabajar para buscar soluciones a esta
situación.

Es así que nace la cooperativa RODCHDALE (1844), en un centro industrial


carbonífero en el cual ya antes habían existido movimientos cooperativos pero que no fueron
exitosos, de los cuales se aprendió para sacar adelante la cooperativa.

Una vez en funcionamiento, aprendieron que la cooperativa era una empresa y que
todos eran dueños de ella, donde con dedicación, trabajo en equipo y responsabilidad
administrativa lograron formar una gran cooperativa, que sirvió de modelo para crear muchas
más en Inglaterra y se extendiera por todos los países del mundo.

Cuando llega este modelo a Colombia ya existían formas asociativas como son las
comunidades indígenas y las afrocolombianas que integraban la ayuda mutua, la solidaridad
y la cooperación; para su época se llamaban así:
 MINGA: Organización de trabajo colectivo para construir obras o realizar
labores agrícolas que benefician a toda la comunidad.
 CONVITE: Sistema donde todos participan en trabajo en una obra para el
beneficio de uno de los miembros del grupo.
 MANO PRESTADA: Trabajo del grupo o de uno de los miembros del grupo
en la tierra de uno de ellos, que luego este retribuirá con trabajo en la tierra de otro.
 FAEBA: Sistema para realizar obras de beneficio común, en el que cada
miembro de la comunidad aporta jornadas de trabajo de medio día.
 WAKI: Organización colectiva del trabajo para cultivar la tierra en la que se
utilizan semillas de propiedad común y se divide la cosecha por surcos.
 AYNI: Sistema de préstamos pactados para mutuo beneficio de jornadas de
trabajo agrícola, la que se cancelan en posteriores oportunidades.
 PASANACU: Fondo comunitario al que sus miembros hacen aportes iguales,
se utiliza para atender calamidades familiares graves.

A la llegada de los españoles las culturas más desarrolladas eran la Tairona y la


Muisca “Tenían grandes aldeas densamente pobladas, agricultura muy adelantada por sus
técnicas y sus cultivos en terraza, cerámica y textiles desarrollados, activo comercio, la
sociedad organizada en sectores bien diferenciados por la riqueza o por el oficio, y un gran
adelanto político ya que los cacicazgos se unían o estaban en vías de formar grandes
confederaciones.
Pero con la llegada de los españoles, surgieron nuevas formas como el resguardo, la
encomienda y la mita, para las relaciones indígenas; para la población negra traída de África
se revivió la esclavitud, estas comunidades trabajaban y ayudaban a los necesitados, pero no
era una ayuda solidaria lo que existía, sino un sometimiento para apropiarse y explotar a las
comunidades apropiándose de lo que se producía y lo disfrazaban a través de la caridad.
Al verse sometidos, los negros escapaban y formaron sus propias organizaciones que
llamaron “PALENQUES”, donde imperaba la armonía, la cooperación y lo que se producía
era en forma comunitaria.
Después de la independencia la Oligarquía se vio necesitada de mano de obra para
trabajar las tierras y la burguesía requirió de mano de obra para sus empresas; lo que conllevo
a que se terminara la esclavitud y los resguardos.
Para este momento existían problemas a los que había que darles una solución, y fue
así como los estudiosos de esa época en Colombia crearon la Asociación Mutual la Caridad
en 1841, en 1899 se crearon las “Sociedades de socorro mutuo” en las ciudades de Manizales,
Bogotá y Cúcuta. Igualmente surgieron para esos tiempos las “Natilleras” en Antioquia,
Valle y Cundinamarca las cuales dan origen a la formación de los fondos de empleados.

En 1904 el General Rafael Uribe y Benjamín Herrera presentan un plan cooperativo


para fomentar el agro y defender los derechos de los trabajadores, abogaban por la creación
de restaurantes populares, colonias de vacaciones, cajas y ahorros, sindicatos y cooperativas.

A partir de la década de los treinta se empezó a incrementar el desarrollo del


cooperativismo, en 1931 el congresos aprobó la primera ley cooperativa con la ley 134 de
1931.
En 1932 con el decreto Ley 874 dicta medidas para el fomento cooperativo. El
Decreto 1339 reglamenta la ley 134.

En 1963 el Gobierno dicta el decreto ley 1598 que se constituye en el nuevo marco
legal del cooperativismo colombiano, con este decreto ley se inicia el auge del
Cooperativismo en Colombia.

Mediante el decreto 1587 de 1963 se establece la Superintendencia de cooperativas,


posteriormente por decreto 1629 del mismo año se le da estructura y funciones a la
superintendencia.

En 1968 por decreto 2059 se reglamenta el decreto 1598 de 1963. En 1981 la Ley 24
transforma la superintendencia en Departamento Administrativo Nacional de Cooperativas
DANCOOP e, cual funciono hasta la expedición de la ley 454 de 1998.
En 1989 se expiden los decretos leyes 1333, 1480, 1481 y 1482 que regulan las formas
solidarias de las precooperativas, asociaciones mutuales, fondos de empleados y
administraciones públicas cooperativas, respectivamente. En 1990, se expide el Decreto 486
que reguló las cooperativas de trabajo asociado hasta la expedición del Decreto 4588 de 2006
que lo derogó.

En 1998 mediante la ley 454 se transforma el dancoop en departamento


administrativo nacional de la economia solidaria - dansocial.
Con esta ley se determina el marco conceptual que regula la economía solidaria:
 Se transforma el Departamento Administrativo Nacional de
Cooperativas en el Departamento Administrativo Nacional de la Economía Solidaria
 Se crea la superintendencia de economía solidaria
 Se crea el fondo de garantías para las Cooperativas financieras y de
ahorro y crédito
 Se dictan normas sobre la actividad financiera de las entidades de
naturaleza cooperativa y se expiden otras disposiciones

A la luz de la Ley 454 de 1998, se denomina Economía Solidaria al sistema


socioeconómico, cultural y ambiental conformado por el conjunto de fuerzas sociales
organizadas, en formas asociativas identificadas por prácticas autogestionadas solidarias,
democráticas y humanistas, sin ánimo de lucro para el desarrollo integral del ser humano
como sujeto, actor y fin de la economía

La economía social y solidaria en América Latina


El campo de la ESS en América Latina ha atravesado un singular período de
ampliación en lo que va del siglo, especialmente en la última década. Tal ampliación
responde a una confluencia de procesos y factores, que abarcan tanto las dinámicas interna
s de las experiencias o actores, como sus interrelaciones con el sistema económico, con las
propuestas de transformación que caracterizaron este tiempo, con el Estado y las políticas
públicas y con los avances conceptuales (a su vez en sinergia con esas realidades).
Todo esto se traduce en una agenda política ampliada, especialmente cuando los
alcances de la ESS han llegado a plantearse como sistema económico alternativo o cuando
se han adelantado convergencias con formulaciones en torno al Buen Vivir, a la economía
del cuidado, la soberanía alimentaria, entre otros, desbordando la predominancia de
enfoques sectoriales o de respuesta transitoria a las crisis de otros momentos.

Son avances que se ven interferidos hoy por el giro político y económico que
afronta la región pero que dejan pautas inéditas para proyectar la ESS como alternativa
sistémica, arraigada en prácticas y visiones que dan cuenta de sus posibilidades y alcances.
En estas líneas nos proponemos reflejar algunas dimensiones de este rico panorama
y algunos de sus desafíos.

Ampliación del rango de experiencias, actores y enfoques


La diversidad que caracteriza las sociedades y economías latinoamericanas ha sido
un rasgo propio de la ESS, quizá aún más acentuado dada su capacidad para reconocer y
fortalecer variadas formas de producción y respuesta económica en contextos disímiles.
En la región coexistieron en estos años situaciones de hegemonía del neoliberalismo
con otras marcadas por una agenda de búsqueda post neoliberal (en este caso en países de
gobiernos progresistas). Aquellas caracterizaciones de la ESS como el ámbito de
actividades que no pueden ser asumidas “ni por el mercado ni por el Estado”, como
respuesta de sobrevivencia y empleo en situaciones de crisis, o como prácticas que añaden
aspectos sociales a la economía (que siguen siendo aludidas), se vieron ampliamente
rebasadas por perspectivas de perfil más anti sistémico y por la adopción de la ESS como
modelo económico alternativo para los países, como es el caso de Ecuador y Bolivia.

Han coexistido también visiones que siguen tratando la ESS como problema (al
identificarla en sentido amplio con informalidad), con aquellas que la proyectan como
solución para la crisis global, para la crisis ambiental, y para problemáticas nacionales y
locales.
Los procesos constituyentes de “refundación de los Estados” y de búsqueda de
alternativas al neoliberalismo, crearon un ambiente de visibilidad y reconocimiento para esa
“otra economía” realmente existente, de la que hacen parte tanto las organizaciones
estructuradas y formalizadas explícitamente bajo los parámetros establecidos como propios
de la ESS (principios, valores, formas de gestión), hasta formas preexistentes (incluso las
ancestrales) de organización de la producción, como son las comunas o los talleres
artesanales, entre otros. Estos sectores o unidades, desde una valoración positiva, han
pasado cada vez más a autoreconocerse y converger como integrantes de la ESS.

El antecedente cuantitativo de presencia paritaria y hasta mayoritaria de mujeres en


la ESS, se junta con las problemáticas en torno a la organización social del cuidado y la
economía del cuidado, lo cual alimenta la proyección de la ESS como forma apropiada para
hacer frente a la crisis de la reproducción y sostenibilidad de la vida, que pasa por
evidenciar e interpretar las dinámicas de género que deben ser superadas en las actuales
experiencias.

Se ha desencadenado también una búsqueda de “cobijo”, con un sentido de


resistencia, ante las corrientes de concentración que han operado en estos años, más allá de
los logros progresistas de redistribución y de sus esfuerzos para democratizar la economía.
Escapar de la absorción o de la eliminación de sus rubros de producción, comercio o
servicios, mueve a pequeñas y medianas empresas a identificarse con la ESS como campo
amplio capaz de proteger sus condiciones diferenciadas, pero siempre en medio de la
disputa con la matriz empresarial que ha caracterizado el impulso de las conocidas como
PYMES. Los más ricos no sólo aumentan su poder económico, sino que afianzan la visión
del orden empresarial capitalista como el ideal, lo cual abarca una particular visión del
“emprendedurismo”, proyectado bien sea en clave individual o bien en términos asociativos
pero con eje en negocios susceptibles de “encadenarse” con las empresas grandes.

En los casos del fortalecimiento del sector público de la economía las empresas
públicas emergen como posibles actores de la ESS (hubo experiencias en ese sentido en
Venezuela, por ejemplo), dado que sus formas de organización y gestión podrían
desplazarse desde las pautas de la empresa capitalista que han “colonizado” en los hechos
estas unidades con sus esquemas administrativos y cultura corporativa, hacia formas de
organización y gestión más afines con su manejo de sectores estratégicos asociados a
objetivos de bien común.
Así, tanto por razones de reconocimiento y legitimidad, de estrategia de cambio del
modelo, como de mecanismo defensivo frente a la concentración y el poder de mercado, se
ha producido una ampliación del ámbito de la ESS.

Es evidente que esta ampliación se da, además, en un terreno de disputa de su


sentido, actores y procedimientos. Lo que sucede con el comercio justo quizá sea una
muestra de tendencias más generales para la ESS, pues se ha hecho necesaria la defensa de
su sentido originario, esto es, “construir un mercado solidario para quienes nunca tuvieron
acceso directo y en condiciones justas al mercado; es decir, los pequeños productores
organizados”, frente a las empresas tradicionales que ahora hacen suyos y sacan ventaja de
mecanismos como las certificaciones.

La ampliación de políticas públicas e institucionalidad orientadas a la ESS, en


algunos casos completamente novedosa, expresa en parte la demanda y la incidencia de las
organizaciones y redes que ven la presencia del Estado necesaria para su reconocimiento y
fortalecimiento. Sin embargo, el sentido de directrices y acuerdos políticos llega a ser
interferido por una tecnoburocracia incapaz de comprenderlos y aplicarlos en sus alcances.
Estos límites se hacen más notables cuando se pretenden transformaciones estructurales.
Es muy destacable que los procesos de integración alternativa, especialmente la
ALBA, hayan construido su andamiaje declarativo y de acción en principios y herramientas
que le dan una proyección inédita a la ESS en la relación entre países y bloques regionales.

Desafíos
Asumiendo la realidad de reversión o contracción de las condiciones favorables
hacia la ESS que caracterizaron este comienzo de siglo en la región, el escenario se redefine
con una correlación favorable a la agenda neoliberal. Corresponde ahora evitar que este
quiebre lleve a retrocesos, proteger al sector de ESS aprovechando, en lo que cabe, el nuevo
perfil de visibilidad asociado a su resiliencia para afrontar condiciones adversas de distinto
tipo. Resulta imperativo defender y consolidar los avances en tanto sector y en tanto
proyecto de cambio.
Es preciso preservar los avances legales y normativos, así como sostener una
dinámica de consolidación a nivel de movimiento y de pensamiento. Precisamente la
riqueza de las experiencias de estos años ofrece material invaluable para la sistematización,
análisis y elaboración teórica, al mismo tiempo que el desborde y cruce de agendas
políticas deja abiertas nuevas líneas de trabajo a nivel de organizaciones y redes.

Potenciar la convergencia de múltiples actores bajo el “paraguas” de la ESS, obliga


a combinar la lógica de una validación interna, que enfatiza en nuevos valores en las
relaciones sociales, con una de disputa con las dinámicas de concentración y control desde
el frente empresarial capitalista, lo que necesariamente supone flexibilizar criterios y
requisitos de pertenencia.

Así también, cabe combinar una mirada de las unidades ESS y su agregación con la
de procesos de producción que en ocasiones fluyen acompañando tiempos y espacios de
reproducción de la vida en sentido amplio, y que precisan identificar como indisociable la
producción de la reproducción, lo cual tiene consecuencias prácticas para el diseño y
aplicación de políticas. Por ejemplo, considerar las cocinas de los hogares rurales como
espacios productivos.

Conviene evitar la visión anti-Estado o antipúblico, bajo el supuesto de que la


autonomía y comunitarismo son la clave, con versiones ad hoc de las mismas. Nuevamente,
el comercio es una de las áreas en las que se ha hecho más nítida la necesidad de regulación
y control, pues sólo desde normas e instituciones generales será posible avanzar hacia
condiciones más justas de intercambio, resistir al esquema de libre comercio y sus tratados.
Esto no excluye, sino que resulta complementario con la línea de acción que busca
influenciar las decisiones de las y los consumidores, sus elecciones a la hora de comprar
productos y servicios (que ha sido, forzosamente, una arena de influencia en tiempos
neoliberales, ya que se basa en decisiones y elecciones individuales de quienes tienen poder
de compra).

Reconfigurar la relación con el Estado (superando sospechas cuando su accionar se


ubique del lado de la recuperación y defensa del bien público y del bien común) es
condición para defender y, en lo posible, fortalecer políticas públicas favorables a la ESS,
que por un lado operen ante su consolidación y funcionamiento interno, y por otro
acompañen en la disputa con el poder de mercado que ejercen empresas y corporaciones.

Las pautas transformadoras generales que se han vislumbrado en estos años, las
experiencias parciales o incluso fallidas, constituyen una veta para la elaboración
conceptual y de política pública que, desde una racionalidad o lógica distinta, dispute las
definiciones económicas clave, generen herramientas concretas de política económica y
política pública integral, sin las cuales persistirá la trampa de abordar la ESS como el modo
de añadir lo social a una economía “naturalmente” concebida como mercado
capitalista.

Nota
1. La ESS como solución –aunque con connotaciones sectoriales más que
sistémicas- ha ido posicionándose también a nivel mundial, en diferentes contextos. Uno de
ellos son los procesos y acuerdos adoptados por la ONU en 2014.
2. Otra escala y novedad trajeron las fábricas y empresas recuperadas por las y
los trabajadores, especialmente en Argentina y Brasil, que pasaron a ser gestionadas
bajo modalidades de ESS, en las cuales la confrontación y disputa trabajo vs capital
aparece de forma más directa.
3. Incluso a pesar del subregistro que aún prevalece, dados los límites para
captar actividades y dinámicas.
4. El 30% más pobre de la población experimenta una mejora en su nivel de
vida, la proporción de sus ingresos en el ingreso global aumenta, pero lo mismo sucede con
los más ricos. En lo que se refiere a los pobres, América Latina se distingue de los países
desarrollados, pero se aproxima a ellos en lo que se refiere a los más ricos, incluso en los
países conducidos por gobiernos progresistas”.
5. No falta el escenario ambiguo de impulso y neutralización de la ESS desde
iniciativas de gobiernos locales bajo enfoques como “territorios competitivos”.
6. Jara, C. J. (2015): “Contribución de la economía popular y solidaria a la
reducción de la pobreza y la inequidad”. Secretaría Nacional de Erradicación de la Pobreza,
ponencia al Seminario Internacional de Economía, Quito. “En el caso ecuatoriano, este ha
sido un factor identificado ante este desafío: ¿Cómo posibilitar el despliegue del Buen Vivir
en marco del capitalismo y su matriz productiva en metamorfosis, valiéndonos entre otros
movimientos de la economía solidaria, buscando justicia económica?”
Conclusión

En esencia, existen perspectivas teóricas sobre la construcción de una economía


social y solidaria. La primera se enfoca en una estrategia neoliberal ideada a mediados de la
década de 1990 como respuesta a la problemática generada por el funcionamiento del
capitalismo en la periferia latinoamericana.

la economía social y solidaria es el núcleo de una forma de sociedad alternativa y


emergente de tipo pos capitalista. Referente a las perspectivas de desarrollo de una
economía social y solidaria más allá́ de varios enclaves de desarrollo local y comunitario,
aun se cuestiona la posibilidad de ampliarse y coordinarse de manera que constituyan una
alternativa viable y vibrante de desarrollo o incluso una alternativa al desarrollo
Bibliografía
http://www.emagister.com/curso-economia-solidaria-colombia/antecedentes-
historicos- economía-solidaria
http://www.supersolidaria.gov.co/es/nuestra-entidad/resena-historica
https://www.economiasolidaria.org/biblioteca/la-economia-social-y-solidaria-en-la-
historia-de-america-latina-y-el-caribe
http://www.revistapueblos.org/blog/2016/11/29/la-economia-social-y-solidaria-en-
america-latina-brevisimo-acercamiento-a-sus-tendencias-y-desafios/
https://www.centrocultural.coop/blogs/cooperativismo/2017/07/09/la-economia-
social-y-solidaria-en-la-historia-de-america-latina-y-3
https://www.estudiosdeldesarrollo.mx/critical/rev12/1.pdf

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