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"Año del Buen Servicio al Ciudadano"

UNIVERSIDAD PRIVADA
ROOSVELT
HUANCAYO

LA LEPRA EN EL
PERÚ
CURSO : MICROBIOLOGÍA

DOCENTE : Dr. RAÚL BURGA

ESPECIALIDAD : ESTOMATOLOGÍA

ALUMNO : FREDDY M. RAFAEL MONTALVO

CICLO : III – “U”

TURNO : DIURNO

HUANCAYO – PERÚ
2017

1
DEDICATORIA:

“Dedicada a DIOS, a Santo Tomás de


Aquino, patrono de los estudiantes y a la
Virgen María, quienes inspiraron mi
espíritu para la culminación de esta
monografía. A mis padres quienes me
dieron vida, educación, apoyo y consejos.

2
INTRODUCCIÓN

La lepra en América no existía antes de la llegada de los conquistadores


europeos. Los españoles trajeron esta enfermedad a América Central, América
del Sur y, en Norteamérica, a México y parte de los Estados Unidos. El primer
lazareto se fundó en 1520 en Santo Domingo y, posteriormente, se establecieron
en toda la América colonial. En Brasil, los portugueses introdujeron la
enfermedad desde 1496; los grandes contingentes de esclavos africanos fueron
un factor muy importante en la América portuguesa, Caribe y América Central.
En Norteamérica, además de los focos traídos por los españoles, se sumaron
los procedentes de Francia, Noruega y China, principalmente.

La lepra es una enfermedad infecciosa, aunque no muy contagiosa, de nula


transmisibilidad cuando está debidamente tratada, aunque los pacientes que no
reciben tratamiento (o cuando éste es inadecuado) sí constituyen una fuente de
contagio, debido a que pueden desarrollar una respuesta inmune insuficiente
para contener la infección.

Todavía en 1909, en España se decretó ―por demanda de la Sociedad de


Patologías Exóticas― “la exclusión sistemática de los leprosos” y su
“reagrupamiento” en leproserías como medida esencial de profilaxis.

El estigma social que se asoció con las formas avanzadas de lepra continúa en
muchas regiones, y sigue siendo el mayor obstáculo para los tratamientos
precoces.

3
En 1995, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimaba que entre dos y
tres millones de personas en todo el mundo estaban en situación de
discapacidad permanente por lepra.

Las cuarentenas forzadas, o segregación de pacientes, constituyen medidas


innecesarias y no éticas. Se mantienen leproserías en los siguientes países:
Argentina, Brasil, China, Egipto, España, India, Japón, Liberia, México, Nepal,
República Dominicana, Rumania, Somalia, Tanzania, Vietnam.

Actualmente se sabe fehacientemente que muchas de las personas que fueron


segregadas en esas comunidades, como presuntos leprosos, en realidad
padecían sífilis (que sí es altamente contagiosa).

La última leprosería de Europa Occidental es el Sanatorio de Fontilles, que se


encuentra en Vall de Laguar (provincia de Alicante, España).

El Autor.

4
ÍNDICE GENERAL

Pág.

CARÁTULA 01

DEDICATORIA 02

INTRODUCCIÓN 03

ÍNDICE GENERAL 05

CAPÍTULO I

GENERALIDADES

HISTORIA DE LA LEPRA EN EL PERÚ 07

HISTORIA DEL CONTROL DE LA LEPRA EN EL PERÚ 09

POLÍTICA ACTUAL DEL PROGRAMA DE CONTROL DE LA LEPRA 13

EPIDEMIOLOGÍA DE LA LEPRA EN EL PERÚ 14

¿POR QUÉ SE SABE TAN POCO DE LA ENFERMEDAD? 15

CAPÍTULO II

LA LEPRA

DEFINICIÓN 17

INCIDENCIA 17

CAUSAS DE LA ENFERMEDAD 18

5
SÍNTOMAS 19

DIAGNÓSTICO 20

TRATAMIENTO 20

EVOLUCIÓN DE LA ENFERMEDAD 22

PREVENCIÓN 22

CONCLUSIONES 23

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 25

ANEXOS 26

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CAPÍTULO I

GENERALIDADES

HISTORIA DE LA LEPRA EN EL PERÚ

La historia de la lepra en el Perú ha sido exhaustivamente estudiada por el Dr.


Hugo Pesce y publicada en su tesis de doctorado el año 1961, con el nombre de
"La epidemiología de la lepra en el Perú". En este monumental trabajo, que debe
servir de valiosa fuente informativa para todo médico y sanitario peruano, se
afirma que la lepra en nuestro país se desarrolló de manera independiente en
las tres grandes regiones del país (costa, sierra y amazonía). En la costa tiene
una historia remota y pobre, en la amazonía una historia reciente y explosiva, y
en la sierra un curso escaso y asolapado.

La lepra fue importada a la costa peruana por los colonizadores procedentes de


España, país que era asiento de una apreciable endemia, con unos 3000
leprosos y decenas de leprocomios. Por ello, 28 años después de fundada Lima,
se hizo necesario un leprocomio y es así que, en 1563, se fundó el Hospital de
San Lázaro, en el barrio de Pescadores, en la margen derecha del río Rímac, en
donde se brindó asistencia a los leprosos durante la época colonial.

Según Pesce, la lepra en nuestra amazonía apareció manifiestamente en el


presente siglo. Respecto a su procedencia, la tesis más antigua refiere su origen
en Brasil, en tanto otra tesis postula su origen ecuatoriano. La investigación de
Ponce de León tuvo el mérito de clemostrar que la infección leprosa de algunos
sectores de la selva alta se procesaron anteriormente a la de la selva baja y que

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ella ha tenido, muy probablemente, origen ecuatoriano no muy remoto y de muy
escaso volumen. Aunque Pesce dice que "no es dable comparar la peligrosidad
de la fuente pequeñísima de la selva alta con la fuente brasileña, que debía
asumir el carácter de marejada, dada la "vis a tergo" que la impelía y, dada la
circunstancia propicia de la migración masiva de 15 a 20 mil peruanos y algunos
cientos de brasileños con motivo del auge del caucho, que duró nada menos que
20 años.

La selva baja sucumbió rápidamente a partir de 1910, cuando se hizo patente el


impacto de los focos brasileros masivos, probablemente explicado por las
diferentes condiciones ambientales y a que el habitante de la selva alta estaba
expuesto en mucha menor medida a la desnutrición, la hipoproteinemia, las
helmintiasis intestinales agresivas, con el estado anémico derivado y la
consiguiente baja del nivel de la inmunidad fisiológica general.

De 1901 a 1905 se comenzaron a relatar casos de lepra en ciertos lugares de la


amazonía y, el 17 de marzo de 1905, se emitió una Resolución Suprema
autorizando la construcción de un lazareto en Iquitos para los leprosos del
departamento de Loreto; la Prefectura mandó construir, entre 1906 y 1907, un
Asilo de Emergencias para leprosos en la Isla Padre, frente a la ciudad de Iquitos.
A fines de 1917 se habilitó en Iquitos el segundo lazareto y por ley N°5020, del
28 de enero de 1925, se dispuso la creación de una leprosería en San Pablo, en
el río Amazonas, hacia la frontera con Brasil, asilo que comenzó a funcionar el
15 de mayo de 1926. En 1940, el gobierno creó la Supervisión de Sanidad de
Loreto y San Martín que, prontamente, se elevó a la condición de Supervisión
del Nor-Oriente, a cargo de Maxime Kuczinsky, quien, después de fundar el año
1941 un Dispensario Antileproso en Iquitos, reconstruyó el Asilo de San Pablo,
como colonia agrícola, obteniendo un notable avance en lo que concierne a la
exploración de varios ríos, especialmente el Ucayali, realizando valiosas
encuestas leprológicas. En 1944, con la creación del Servicio Nacional
Antileproso, se constituyó, a los pocos meses, el Servicio Antileproso del Nor-
Oriente, asumiendo las funciones de supervisión en la zona.

Hugo Pesce afirmó que el foco de lepra infantil de Loreto era uno de los más
severos del mundo. Todos los datos recogidos sobre las formas clínicas de lepra
infantil en esa zona revelaron un proceso caracterizado por la ausencia de signos

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apreciables de defensa por parte de la población, lo que equivalía decir que se
trataba de una endemia bastante reciente, severa y con caracteres de desarrollo.
Pesce refirió que los primeros casos de lepra entre los selváticos genuinos
observados en Sur-América fueron reportados por Maxime Kuczinsky (tribus
Cambo y Cocama) y por él (tribu Piro); los sucesivos casos fueron objeto de
estudio en 1953 por H. Pesce y R. Montoya. Todos los casos fueron formas
sumamente malignas, lo que indica el gravísimo y perdurable peligro al que
estaría expuesta toda la población del Nor-oriente si penetrase la lepra en el
seno de las tribus silvícolas, cuyo número de componentes ha sido estimado en
141 mil habitantes, alejados de toda posibilidad de control sanitario.

HISTORIA DEL CONTROL DE LA LEPRA EN EL PERÚ

Hugo Pesce, en Andahuaylas, detectó los primeros casos de lepra andina y creó,
en 1937, el Servicio Anti-leproso de Apurímac. Asimismo, el 1 de enero de 1944
creó la Campaña Nacional Anti-leprosa, como organismo sanitario encargado
oficialmente de la lucha anti-leprosa a nivel nacional, naciendo así, en torno a
este maestro, la escuela leprológica peruana, constituyéndose el mismo año el
Servicio Anti-leproso del Nor-oriente.

El rasgo estructural de la campaña anti-leprosa que en 1954 pasó a denominarse


Servicio Nacional Anti-leproso, estaba dado por ser un organismo unitario, con
una jefatura y diversos servicios periféricos. La jefatura, denominada
Departamento de Lepra, tenía funciones directivas, normativas y de control, con
secciones especializadas. Los servicios periféricos tenían a su cargo la ejecución
de la campaña anti-leprosa en el territorio de su jurisdicción; así, en cada región
leprógena se construyeron unidades funcionales, denominadas Servicios Anti-
leprosos Regionales, con su propia organización.

Esta organización, metódicamente planeada y puesta en marcha, permitió, en


un corto plazo, realizar un diagnóstico de la realidad leprológica peruana y
obtener un beneficio efectivo para los pacientes y el país. Desgraciadamente, el
14 de enero de 1963, el Departamento de Lepra, transformado previamente en
División de Lepra, fue disuelto por el gobierno de aquel entonces,
desarticulándose la estructura tan meticulosamente montada, pasando sus

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diferentes elementos constitutivos a otros organismos y desde 1965 los niveles
periféricos fueron integrados a otros servicios de salud de cada zona del país.

La desarticulada y deteriorada actividad de las acciones de salud relacionadas


con la enfermedad de Hansen en los diferentes niveles de responsabilidad, tanto
técnico-normativas centrales, como ejecutivas periféricas de base, así como en
investigación, capacitación de personal y otros, sensibilizó al Ministro Teniente
General FAP, M. Campodónico, que ocupaba en 1977 la cartera de Salud
Pública, para disponer la actualización del Programa de Control de la
Enfermedad de Hansen, considerando que el diagnóstico, tratamiento y la
investigación en dermatoleprología era una responsabilidad multiinstitucional de
trascendencia nacional, acogiendo las recomendaciones del Seminario Regional
de Hanseniasis, realizado en setiembre de 1971 en la ciudad de Pucallpa.
Desgraciadamente, cambios sucesivos de autoridades y otros factores
imponderables postergaron largamente la ejecución de las medidas dispuestas.

Entretanto, el esfuerzo unipersonal y pionero del Dr. Víctor Noria, a cargo de la


Unidad de Lepra, organismo técnico-normativo del nivel central del Ministerio de
Salud, era el único que mantenía bajo absoluta responsabilidad la conducción
de un programa en base a los proyectos, ideas propias y a su gran experiencia
como epidemiólogo y leprólogo clínico, así como a su indesmayable mística.

Zuño Burstein, en 1980, publicó un trabajo sobre la Quiebra del Programa de


Control de la Lepra en el Perú por la descentralización e integración a los
programas generales de salud, haciendo un detallado análisis de la organización
sanitaria del control de la lepra, concluyendo en el Perú, pormenorizando su
evolución, su estado actual que existía un serio quebrantamiento de las acciones
sanitarias de control de esta afección provocado, en gran medida, por una
inadecuada, inoportuna y prematura política de descentralización e integración
a los programas generales de salud, no adecuados a la realidad nacional.
Además señaló, que era indispensable poner en vigencia un bien articulado
Programa de Control de la Enfermedad de Hansen, adecuadamente financiado,
ya que es un problema sanitario de particular gravedad en zonas endémicas, con
repercusión nacional.

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En 1963, con la desaparición del Servicio Nacional Antileproso y su
Departamento de Lepra, el diagnóstico especializado de laboratorio, la
preparación de lepromina, la realización de investigaciones especiales y la
capacitación del personal profesional y técnico quedó, teóricamente, en manos
del Departamento de Lepra y Micología Médica, ubicado en la estructura
organizativa de los Institutos Nacionales de Salud, organismo descentralizado
del Ministerio de Salud. Este Departamento derivaba del Laboratorio Central de
Lepra, parte constitutiva de la Sección de Leprología del fenecido Departamento
de Lepra, organismo de comando del Servicio Nacional Anti-leproso, ubicado a
nivel del organismo central del Ministerio de Salud. Al desaparecer el Servicio
Nacional y su Departamento de Lepra, el Laboratorio fue incorporado al Instituto
de Salud Pública, conservando teóricamente su función y estructura establecidos
desde 1944. Sobre la base de esta estructura, el Ministerio de Salud tiene
vigente, desde 1975, un convenio -ratificado sucesivamente- con la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, a través de su Instituto de Medicina Tropical
"Daniel A. Carrión", para realizar una labor conjunta de investigación, servicio a
la comunidad y capacitación de personal, en relación con la Hanseniasis y otras
afecciones, que son objeto de la dermatología sanitaria.

Burstein, en una comunicación publicada en 1972, con el título “ Nuestro aporte


al diagnóstico de la Lepra en el Perú” 3 refirió que de 2366 biopsias enviadas
desde el año 1944 a 1971 para diagnóstico de lepra, al Departamento de Lepra
y Micología Médica del Instituto Nacional de Salud a su cargo, 1119 (47.3%)
correspondieron a lepra lepromatosa, 619 (26.2%) a lepra indiferenciada, 233
(9.4%) a lepra tuberculoide y 18 (0.8%) a lepra dimórfica. Valiéndose de las
biopsias seriadas a través del tiempo, se estudiaron los virajes histopatológicos
de estos pacientes y se estableció la concordancia entre el diagnóstico clínico y
la verificación histopatológica. No se han hecho estudios ulteriores similares a
éste.

En 1980, el Dr. Samsaricq, Jefe del Programa de Lepra de la Organización


Mundial de la Salud (OMS), visitó el Perú, recomendando la conformación de
una comisión permanente que se ocupe del Programa de Control de
Hanseniasis, promoviendo, evaluando y recomendando nuevas acciones,

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además de la creación de un comité científico nacional para promover y evaluar
las investigaciones sobre la enfermedad.

Hasta 1985, la Dirección de Epidemiología, consideró dentro de su estructura


programática el Control de la Tuberculosis y Lepra en forma integrada en la
Dirección Técnica de Coordinación de Programas Especiales, a pesar de que la
OMS consideraba el control de estas enfermedades en forma independiente. Por
ello, en 1987, se expide el D.S. N° 017-87-SA que aprobó únicamente el
Programa de Control de la Tuberculosis, desvinculándose, en consecuencia, del
de Lepra.

En enero de 1988, se resolvió aprobar el Programa Nacional de Control de la


Hanseniasis como integrante de los Programas Especiales de Salud, a cargo de
una Dirección General, designándose al Dr. Augusto Reátegui como Director
General del Programa Nacional de Control de la Hanseniasis4. El Decreto
Supremo N° 003-88SA (de fecha 22 de enero de 1988), estableció que "el Perú,
como país miembro de la Organización Mundial de la Salud, ha adoptado el
compromiso de la 40ava Asamblea Mundial de la Salud, del 15 de mayo de 1987,
para organizar programas activos hacia la eliminación de la lepra, como parte de
su objetivo de salud para todos en el año 2000".

En octubre de 1988, se aprobaron las Normas y Procedimientos para el Control


de la Hanseniasis en el Perú, de aplicación obligatoria en todo el territorio
nacional en sus componentes técnico, administrativo, educativo, social y de
investigación; y, en 1992, se aprobó el documento normativo, denominado
"Doctrinas, Normas y Procedimientos para el Control y Eliminación de la Lepra
en el Perú".

En el Perú existe actualmente, a nivel del Ministerio de Salud, una estructura


técnico administrativa denominada Dirección del Programa Nacional de Control
de Enfermedades Transmisibles, en las que se incluye el Programa de Control
de Tuberculosis y Lepra, y que cuenta con la colaboración comprometida
eventual de un Comité Asesor, en el que se encuentran médicos tropicalistas,
leprólogos y dermatólogos.

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POLÍTICA ACTUAL DEL PROGRAMA DE CONTROL DE LA LEPRA:

El marco doctrinario adoptado por el Programa Nacional de Control de la Lepra


en el Perú se basa en el principio de que "las enfermedades transmisibles, entre
ellas la lepra, están ligadas a factores culturales, sociales, y económicos de
compleja solución" y que "los programas de control son de alcance nacional,
permanentes y continuos, usan tecnologías apropiadas, realimentan y hacen
más eficiente su operación mediante el monitoreo y evaluación y en su versión
actual han adoptado la estrategia de incorporar e integrar sus actividades a la
atención general de salud, desapareciendo, por lo tanto, por ineficientes, los
programas verticales con ejecución especializada de sus actividades al margen
de los servicios de salud".

Con este marco doctrinario el programa actual considera que "la lucha por el
control de la lepra se inscribe y articula en el reconocimiento de la dignidad de
las personas, sus derechos universales y la búsqueda de la liberación de sus
capacidades para alcanzar la realización plena", concluyendo que esta nueva
doctrina se basa en una concepción moderna que "tiene un sustento bioético en
el desarrollo de los principios de equidad, subsidiaridad, universalidad,
solidaridad y autonomía; ellos desarrollados a través de una interacción en el
campo médico, educativo y social". El programa se sustenta doctrinariamente en
que la lepra en el Perú es factible de ser controlada y eliminada mediante
determinados ejes de gestión.

La OMS define que la lepra ha sido eliminada como problema de salud pública
cuando la tasa de prevalencia es menos de un caso por cada 10000 habitantes;
sin embargo, esta situación no ocurre en determinadas regiones identificadas y
estratificadas del país. Por ello, para lograr el control y eliminación de esta
enfermedad es necesario fortalecer el desarrollo de una serie de actividades,
basados en la difusión de los siguientes principios: la lepra se cura, el paciente
se trata en su domicilio y no requiere aislamiento, ni reclusión en leprosorios, la
lepra diagnosticada precozmente no produce necesariamente deformidades o
incapacidades, luego de iniciada la poliquimioterapia (PQT) el enfermo de lepra
no contagia y, si el enfermo no recibe tratamiento, sufre deformaciones de las
manos y pies que permanecen como secuela para toda la vida a pesar del
tratamiento posterior.

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EPIDEMIOLOGÍA DE LA LEPRA EN EL PERÚ

El comportamiento epidemiológico de la lepra en el Perú se circunscribe a las


zonas endémicas, donde viven aproximadamente 3 218,109 personas, de ellos
1 255,062 son menores de 15 años. Según las tasas de prevalencia de lepra
correspondientes al año 2000 y teniendo en cuenta las publicaciones de la OMS,
podemos concluir que la lepra en el Perú constituye un problema de salud
pública, fundamentalmente en el departamento de Ucayali, lugar con una
prevalencia de la enfermedad que supera la tasa de 1 x 10000 habitantes. Esta
información nos permite priorizar las actividades del control de la enfermedad,
buscando el compromiso de las autoridades locales y comunidad en general para
desarrollar acciones coordinadas que permitan diagnosticar y tratar precozmente
todos los nuevos casos de lepra, logrando prevenir las discapacidades y
disminuir efectivamente el impacto social de esta enfermedad

El cuarto domingo de Enero (el 27, este año) se ha celebrado en el mundo el día
de la lepra. Esta conmemoración se efectúa desde 1954, en que fue establecida
ha pedido de Raoul Follereau, un periodista francés, gran activista social y
defensor de los leprosos. El lunes siguiente, como se ha vuelto tradicional en el
Perú, un vocero del Ministerio de Salud informó que la lucha contra la lepra se
sigue ganando, reportándose en el 2007, solamente 21 nuevos casos
comparativamente con 35 el año anterior. Pero, ¿es verdad que la lepra se ha
logrado erradicar del Perú?

La lepra es una enfermedad antiquísima. Los afectados por la enfermedad han


sido tradicionalmente estigmatizados y aislados. Ni siquiera el solaz de la fe
religiosa les era permitido. En la Biblia por ejemplo, hay frecuentes referencias a
la lepra como un castigo para los pecadores: la enfermedad hace impuros a los
afectados, los cuales están prohibidos de tener contacto con otras personas o
participar en ceremonias religiosas. El profeta Mahoma también sugirió “escapar
de un leproso de la misma forma que uno escapa de un león” (2). Finalmente la
tradición hinduista intrínsecamente ligada al sistema de castas, ha considerado
que los leprosos eran intocables y por su condición social seguramente
merecedores del castigo.

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La lepra existe en todo el mundo y se calcula que hay en total unos 6 millones
de casos. La enfermedad predomina entre los pobres y en áreas rurales. A pesar
de su antigüedad, el mecanismo exacto de su transmisión es desconocido, pero
se piensa que es por contacto prolongado con aerosoles nasales (gotitas
eliminadas al respirar). El contacto directo de piel con piel, que parecería la forma
más obvia de transmisión, no es probablemente un mecanismo común.

¿POR QUÉ SE SABE TAN POCO DE LA ENFERMEDAD?

Hay varias razones por las que la enfermedad es difícil de estudiar. Primero el
tiempo de incubación, o sea el tiempo entre el contagio y la aparición de la
enfermedad es largo: de 5 a 7 años en promedio. Segundo la bacteria que la
causa es muy difícil de cultivar y demora en crecer. Tercero como es una
enfermedad asociada con la pobreza, hay poco interés en estudiarla

La lepra afecta la piel y los nervios predominantemente. En la piel las lesiones


varían desde una piel gruesa y nodular, hasta lesiones hipocrómicas
(blanquecinas) y pérdida de las pestañas y el vello corporal. Cuando los nervios
son afectados las personas pierden la sensibilidad para el dolor, para el tacto y
para las sensaciones térmicas. El daño nervioso causa deformidad de los
miembros, pero también permite que se produzcan laceraciones, mutilaciones e
infecciones (debido a la ausencia de sensación).

La lepra, felizmente, ha dejado de ser una enfermedad incurable. El tratamiento


involucra el uso de varios antibióticos, por 6 meses a dos años dependiendo del
tipo de lepra. La recuperación es lenta y el tratamiento es complicado con
numerosas reacciones a los medicamentos. Además el daño causado a los
nervios es irreparable. Sin embargo, las tasas de curación son mayores del 90%.

En el Perú, el Dr. Hugo Pesce (mas recordado por ser la fuente de inspiración
de ideas marxistas en el Ché Guevara), fundó el Servicio Nacional Antileproso
(ahora ya fenecido) y es gracias al que se conoce de la distribución
epidemiológica de la lepra en el Perú. Su labor fue muy fecunda. El organizó un
meticuloso sistema de seguimiento y tratamiento de la enfermedad, creo un
laboratorio central leprológico y una biblioteca especializada en el tema. A su
muerte, el programa decayó paulatinamente aunque todavía existían médicos
interesados en la enfermedad, como Juan Aguilar, Emilio Alfaro y José Neyra.

15
Desde la década de los setenta, el número de casos de casos reportados en el
Perú ha decrecido paulatinamente, dando la impresión de que la enfermedad ha
sido erradicada. En efecto, el reporte anual de la Organización Panamericana de
la Salud (3), informa que la tasa de detección en el Perú para el 2007 es de 0.01
por 10,000 habitantes, es decir la más baja de toda Latinoamérica. Brasil, en
cambio es el segundo país del mundo en casos de lepra, solamente después de
la India. La tasa de detección de casos es de 2.35 por 10,000 habitantes. En
Brasil hay más de 60,000 casos en tratamiento y 47,00 nuevos casos
diagnosticados el año pasado. ¿Como se explica que estando geográficamente
tan cerca, las diferencias en la prevalencia de lepra sean tan grandes entre el
Perú y el Brasil? La diferencia es sencilla: En el Brasil existe un programa
dinámico, con respaldo político del gobierno y que utiliza la búsqueda activa de
casos. En el Perú, el programa prácticamente no existe. Los casos que se
detectan son los que llegan por sus propios medios a los servicios de salud, pero
no hay un sistema de detección temprana. Un número indeterminado de nuestros
compatriotas tiene la enfermedad, pero hemos decidido no contarlos.

16
CAPÍTULO II

LA LEPRA

DEFINICIÓN:

La lepra es una enfermedad infecciosa bacteriana caracterizada por la


destrucción de la piel y las mucosas, así como por la afectación a las células
nerviosas. Sin tratamiento, puede provocar las conocidas mutilaciones y
minusvalías de las personas leprosas. La lepra se presenta en diferentes formas
que se diferencian por su gravedad y por sus síntomas:

 dos formas extremas:


 la lepra lepromatosa contagiosa (también llamada lepra multibacilar)
 la lepra tuberculoide o tuberculosa (una forma de lepra llamada también
paucibacilar)
 tres tipos intermedios de lepra denominados borderline que se hallan
entre estos dos extremos (en la mayoría de los casos de lepra se trata de
una de estas tres formas intermedias)

INCIDENCIA

La incidencia de la lepra es anualmente de unos 250.000 nuevos casos en todo


el mundo, principalmente en el Sudeste Asiático. La mayoría de los casos de
lepra se dan en los siguientes países: India, Brasil, Indonesia, Bangla Desh,
República Democrática del Congo, Etiopía, Nepal, Nigeria, Myanmar (Birmania),
Tanzania, Sudán, Sri Lanka, Filipinas, China, Madagascar y Mozambique. Los

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casos declarados en estos países suponen más del 90% de los casos de lepra
a nivel mundial. En España la lepra ya no es una enfermedad importante; solo
se dan algunos casos aislados importados, entre 25 y 30 casos nuevos al año.
Por razones desconocidas hasta ahora, la enfermedad prácticamente
desapareció de Europa en el siglo XVI salvo por un par de lugares aislados.

CAUSAS DE LA ENFERMEDAD:

El causante de la lepra es una infección bacteriana. No obstante, no se conocen


completamente los mecanismos patogénicos exactos de la enfermedad: hay
personas que portan el germen patógeno sin que tengan síntomas de la
enfermedad. Todavía están sin aclarar las razones de por qué esto es así y
dónde se encuentra el reservorio del agente patógeno fuera del ser humano.

Agente patógeno

El causante de la lepra es un agente patógeno determinado llamado


Mycobacterium leprae. Se trata de una bacteria baciliforme resistente a los
ácidos que puede reproducirse únicamente dentro de las células. La temperatura
ideal para la reproducción de la Mycobacterium leprae son 33 grados Celsius.
En caso de brote de la lepra, el agente destruye la piel y las mucosas y ataca
también las células nerviosas de las extremidades. Los efectos concomitantes
de la infección abarcan desde la decoloración de la piel pasando por parálisis
hasta la afectación de los órganos internos y de los huesos.

Transmisión

Todavía no se conoce exactamente la vía de transmisión del agente patógeno


de la lepra. Como factores que pueden aumentar el riesgo de transmisión se han
considerado: una alimentación incorrecta, ingesta de agua contaminada y
hacinamiento en viviendas pequeñas. La vía de transmisión más probable es la
infección por gotitas de las vías aéreas a través de la secreción nasal infecciosa.

El contacto corporal directo prolongado con personas con lepra (por ejemplo,
cuando se vive en la misma casa) puede provocar el contagio. En los países en
los que la lepra está muy difundida, la transmisión tiene lugar prácticamente ya
en la infancia. Que la enfermedad se declare o no depende, en gran medida, del
propio sistema inmunitario. Solo entre un 5 y un 10% de las personas terminan

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padeciendo la enfermedad. En los turistas, que solo entran en contacto con el
agente de forma excepcional, la lepra casi nunca se manifiesta.

Periodo de incubación

El periodo de incubación de la lepra (el tiempo desde el contagio hasta el brote


de la enfermedad) es muy variable. Debido a la velocidad de crecimiento
ralentizada del agente patógeno, pueden transcurrir entre 9 meses y 20 años
antes de que los síntomas de la lepra se manifiesten: la bacteria responsable de
la lepra Mycobacterium leprae se reproduce solo cada 13 días. Esto es algo
extremadamente lento en comparación con otras bacterias como salmonellas o
el causante del cólera. Éstas se reproducen cada 20 minutos y las personas
infectadas enferman en el plazo de días o incluso horas.

SÍNTOMAS:

La lepra puede manifestarse por síntomas variados y heterogéneos. Los


síntomas más comunes e intensos se muestran en la cara; a veces también
afecta a los ojos, las extremidades y la piel.

Los primeros síntomas de la lepra también se manifiestan a menudo como una


sensación de entumecimiento en los dedos y pies y en una inflamación de los
nervios periféricos. Otros síntomas tempranos son manchas en la piel, que en
caso de piel clara son rojas y en caso de piel oscura presentan un color claro.
Estas manchas cutáneas parecen entumecidas, sobre elevadas.
Ocasionalmente, los afectados confunden estas alteraciones de la piel con otras
enfermedades como la psoriasis y algunas enfermedades parasitarias.

El cuadro clínico que causa el agente patógeno (la bacteria Mycobacterium


leprae) dependerá de la reacción inmunitaria individual ante la infección: solo
entre un cinco y un 10% de las personas son propensas a padecer lepra. Estas
desarrollan en una media de dos a cuatro años tras el contagio, unas pequeñas
manchas cutáneas aisladas. Los primeros síntomas de la enfermedad es lo que
se conoce como lepra indeterminada, ésta es tan poco característica que, a
menudo, pasa desapercibida. En la mayoría de los casos (75%) los síntomas
desaparecen solos. En caso contrario, pueden desarrollarse diferentes tipos de
lepra dependiendo de la respuesta inmunitaria. Se distinguen dos formas

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extremas o polares y tres formas intermedias (formas borderline o dimorfas)
entre estas formas extremas. Las dos formas extremas son:

 La lepra lepromatosa (o lepra multibacilar) es la forma más grave de lepra


y surge en caso de falta de respuesta inmunitaria, y
 La lepra tuberculoide, que se da cuando hay respuesta inmunitaria.

DIAGNÓSTICO:

Habitualmente el diagnóstico de la lepra se sospecha clínicamente por los


síntomas del afectado y se confirma mediante histopatología. Hay que realizar
un examen clínico del afectado en el que se objetivarían los típicos síntomas de
la lepra como la sensación de entumecimiento y las manchas cutáneas.

La confirmación diagnóstica se realiza mediante la llamada prueba de detección


de ácidos nucleicos que consiste en examinar el tejido enfermo del afectado para
ver si contiene el ADN del agente patógeno (de la bacteria Mycobacterium
leprae). Si la prueba es positiva, el diagnóstico queda confirmado. Además, el
agente patógeno de la lepra, como bacteria baciliforme, puede visualizarse en el
microscopio mediante un método de coloración determinado (tinción de Ziehl-
Neelsen) en frotis obtenidos a partir de secreciones nasales y lesiones cutáneas.

TRATAMIENTO:

En la lepra, el tratamiento consiste, en primera lugar, en destruir el agente


patógeno, es decir, la bacteria Mycobacterium leprae. Esto se consigue con una
terapia combinada (multiterapia, MDT) de diferentes antibióticos:

 Rifampicina
 Clofazimina
 Dapsona

Determinar la mejor combinación en cada caso, dependerá de la forma de lepra.


Ya desde el primer tratamiento con antibióticos, las personas con lepra dejan de
ser contagiosas. Para un tratamiento satisfactorio de la lepra es necesario tomar
los medicamentos durante un periodo prolongado: puede ser necesario
prolongar la ingesta de los antibióticos hasta dos años. Solo así se consigue
eliminar completamente al agente patógeno del organismo del afectado. Solo en

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casos extraordinarios, como en caso de alteraciones de la piel aisladas, puede
limitarse el tratamiento con medicamentos a un solo día. En estos casos se utiliza
dapsona junto con las sustancias activas ofloxacino y minociclina.

Se aconseja tratar la lepra en centros especializados porque el tratamiento con


medicamentos puede provocar las llamadas reacciones lepróticas o leprosas del
sistema inmunitario, que se dan en aproximadamente uno de cada tres casos:
se trata de reacciones inflamatorias que aparecen inmediatamente y que pueden
provocar afectación nerviosa permanente y constituyen una urgencia médica.
Dependiendo del tipo de reacción leprótica, para su tratamiento son adecuados
corticosteroides o la talidomida.

Además del tratamiento antibiótico encaminado a la erradicación del agente


patógeno de la lepra, también es necesario un tratamiento sintomático como una
kinesiterapia de apoyo que impida las parálisis.

Aceite de ginocandia.

A principios del siglo XX se utilizó aceite de ginocandia (extraído de semillas del


Chaulmoogra) en inyección de ésteres etílicos.

En 1908, la empresa farmacéutica Bayer difundió el preparado antileprol.

En 1923 todavía se encontraban alabanzas al aceite de ginocandia en la


publicación "Estudio crítico de los modernos tratamientos de la lepra" publicado
por Abal (médico residente de Fontilles) y por Guillén (director médico de este
leprocomio), en una comunicación al Segundo Congreso de Ciencias Médicas
de Sevilla, que la consideraba la mejor medicación «hasta que se obtenga el
cultivo del bacilo».

Los primeros tratamientos eficaces aparecieron a fines de 1930 con la


introducción de la sulfona dapsona y derivados. Sin embargo, aparecieron cepas
del bacilo de la lepra resistentes a la dapsona.

Es en los años ochenta cuando se produjo un gran avance para conseguir la


curación de la enfermedad por medio de tratamiento con administración de varios
fármacos de forma simultánea

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EVOLUCIÓN DE LA ENFERMEDAD:

La evolución de la lepra depende de la forma de enfermedad y de un tratamiento


a tiempo y adecuado. La forma más débil, la lepra tuberculoide, se cura en parte
por sí sola, mientras que la más grave, la lepra lepromatosa puede ser mortal sin
tratamiento.

En caso de lepra diagnosticada a tiempo (antes de que se den daños irreparables


como mutilaciones) el pronóstico es favorable. Pero se recomienda continuar
durante un largo periodo de tiempo con el tratamiento para garantizar la curación
total. Sin tratamiento, la lepra adopta una evolución crónica: la enfermedad de la
piel, las mucosas, así como de las células nerviosas, avanza lentamente pero de
forma constante.

El tratamiento de la lepra con antibióticos puede producir complicaciones, tener


efectos secundarios e interacciones con otros medicamentos. Debido a las
reacciones del sistema inmunitario al tratamiento con antibióticos pueden
aparecer formas intermedias de lepra con reacciones cutáneas graves.

PREVENCIÓN:

La lepra no puede prevenirse, como otras enfermedades, por medio de una


vacunación. Puesto que hasta ahora no ha sido posible cultivar el agente
patógeno (la bacteria Mycobacterium leprae) en el laboratorio, no hay disponible
ninguna vacuna eficaz.

Puesto que la lepra solo puede curarse si se trata a tiempo es imprescindible un


diagnóstico precoz de la enfermedad para evitar danos irreversibles. Para
reconocer la lepra a tiempo, son útiles la educación sanitaria y exámenes
rutinarios, por ejemplo, en las escuelas. En algunos países parece que la vacuna
contra la tuberculosis (BCG), cuyo agente patógeno está relacionado con la
bacteria de la lepra, la Mycobacterium tuberculosis, puede proporcionar cierta
protección.

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CONCLUSIONES

 La lepra fue importada a la costa peruana por los colonizadores procedentes


de España, país que era asiento de una apreciable endemia, con unos 3000
leprosos y decenas de leprocomios.
 En el Perú existe actualmente, a nivel del Ministerio de Salud, una estructura
técnico administrativa denominada Dirección del Programa Nacional de
Control de Enfermedades Transmisibles, en las que se incluye el Programa
de Control de Tuberculosis y Lepra, y que cuenta con la colaboración
comprometida eventual de un Comité Asesor, en el que se encuentran
médicos tropicalistas, leprólogos y dermatólogos.
 El programa actual considera que "la lucha por el control de la lepra se
inscribe y articula en el reconocimiento de la dignidad de las personas, sus
derechos universales y la búsqueda de la liberación de sus capacidades para
alcanzar la realización plena".
 La OMS define que la lepra ha sido eliminada como problema de salud
pública cuando la tasa de prevalencia es menos de un caso por cada 10000
habitantes; sin embargo, esta situación no ocurre en determinadas regiones
identificadas y estratificadas del país.
 La lepra es una enfermedad antiquísima. Los afectados por la enfermedad
han sido tradicionalmente estigmatizados y aislados. Ni siquiera el solaz de
la fe religiosa les era permitido. En la Biblia por ejemplo, hay frecuentes
referencias a la lepra como un castigo para los pecadores: la enfermedad

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hace impuros a los afectados, los cuales están prohibidos de tener contacto
con otras personas o participar en ceremonias religiosas.
 La lepra afecta la piel y los nervios predominantemente. En la piel las
lesiones varían desde una piel gruesa y nodular, hasta lesiones
hipocrómicas (blanquecinas) y pérdida de las pestañas y el vello corporal.
Cuando los nervios son afectados las personas pierden la sensibilidad para
el dolor, para el tacto y para las sensaciones térmicas.
 El causante de la lepra es una infección bacteriana. No obstante, no se
conocen completamente los mecanismos patogénicos exactos de la
enfermedad: hay personas que portan el germen patógeno sin que tengan
síntomas de la enfermedad.
 Desde el primer tratamiento con antibióticos, las personas con lepra dejan
de ser contagiosas. Para un tratamiento satisfactorio de la lepra es necesario
tomar los medicamentos durante un periodo prolongado: puede ser
necesario prolongar la ingesta de los antibióticos hasta dos años. Solo así
se consigue eliminar completamente al agente patógeno del organismo del
afectado.
 El tratamiento de la lepra con antibióticos puede producir complicaciones,
tener efectos secundarios e interacciones con otros medicamentos. Debido
a las reacciones del sistema inmunitario al tratamiento con antibióticos
pueden aparecer formas intermedias de lepra con reacciones cutáneas
graves.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Manual Amir Infecciosas y Microbiología; J. Calleja y colaboradores; 1ª


Edición; 2006.

Dermatología Clínica; C. Ferrándiz; 2ª Edición; 2004; Harcourt.

Historia de la Dermatología. Historia de la lepra en España; José Teencio de


las Aguas; Sociedad Internacional de Leprología.

Onmeda International

P. R. Murray, K. S. Rosenthal, M. A. Pfaller: Microbiología médica. Elsevier-


Mosby, 5° edición.

Hernández R., Melany: Jacinto Convit, El lado humano de la medicina,


monografía.

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ANEXOS

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