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Playa del Carmen a 11 de julio del 2019.

Atención
Instituto Nacional de Antropología e Historia
Órgano de Control Interno
PRESENTE

A quien corresponda:
Por medio de la presente, acudo a la titularidad de quejas del Órgano de Control
Interno del Instituto Nacional de Antropología e Historia, con motivo de dar a conocer
una serie de eventos e irregularidades que repercuten en forma negativa en el
proceder de algunos funcionarios públicos adscritos a la Subdirección de Arqueología
Subacuática, que afectan a mi persona en lo moral y trayectoria, así como en mi labor
profesional y modo de vida.
Como antecedentes personales cabe mencionar que he sido colaborador de la
Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH desde el año 1998, en concreto he
participado como codirector en proyectos de exploración en cenotes y cuevas de la
península de Yucatán y específicamente como responsable de las actividades de buceo
y registro arqueológico en el proyecto Inventario y diagnóstico del patrimonio
arqueológico e histórico sumergido en la Reserva de la Biosfera Banco Chinchorro,
Quintana Roo, proyecto que surge de la Subdirección de Arqueología Subacuática en el
año 2006, teniendo como aval inicial a Pilar Luna, jefa del área en ese entonces y que
ahora retoma Roberto Junco, quien da continuidad a la gestión y responsabilidad del
mismo a la pasante de arqueología Laura Carrillo Márquez y de donde emana la
presente controversia.
Anexo envío una carta que le hice llegar al Dr. Junco, director de la Subdirección de
Arqueología Subacuática (SAS) donde menciono una serie de señalamientos que
implican un mal proceder de la P.A. Laura Carrillo y que ponen en riesgo mi trabajo y
trayectoria, así como mi prestigio e integridad moral y cuyos procederes involucran a
Dr. Junco, y que aquí intentare resumir.
Mi participación con la SAS/INAH se basa básicamente gracias a mi formación como
arquitecto y como egresado del diplomado de arqueología subacuática de la ENAH en
1995, así como a mi trayectoria como instructor de buceo, lo que me permitió
participar, como ya se mencionó, como responsable de operaciones de buceo y
registro arqueológica en diferentes proyectos de esa área, siempre como colaborador
particular o externo a la planta de investigadores del INAH.
A partir del año 2014 tuvimos la oportunidad, Laura Carrillo y el que esto suscribe, de
ser reconocidos como tutores de la Archaeological Nautical Society (NAS) en UK, para
dar cursos de esa asociación con representación en México. Derivado de ello, una
evidente competencia se hizo presente, iniciando un bloqueo por parte de ella
impidiendo la posibilidad de que yo diera dichos cursos en México. En carta reciente
enviada por el Dr. Junco a la NAS, se me prohibía dar dichos cursos en Banco
Chinchorro sin ningún sustento legal y se me difamaba mencionando que yo me
beneficiaba de recursos federales para darlos. En carta de réplica, explico claramente
que dicho decires y procederes carecían de sustento y así se lo hago saber al jefe del
área de la SAS, Dr. Junco. Hasta el momento no he recibido explicación, prueba o
disculpa alguna de lo expresado ante la agencia internacional donde se me difama e
involucra en procederes ilícitos sin prueba alguna.
Sin embargo, al respecto se gestiona y me envía un correo con una serie de
lineamientos sin ningún fundamento legal, ni de manera oficial debida con membrete
y firma, y donde se les hiciera saber de dichas restricciones a los demás tutores en
México de dicha agencia respecto a esos nuevos requisitos para la impartición de
cursos en arqueología subacuática en México. Es decir, fueron dirigidos solo a mi
persona y de manera directa se me limitaba en lo personal a llevarlos a cabo. No así a
Laura Carrillo, a quien incluso se le favoreció con el uso de logotipos de la SAS y la
representación y apoyo de la SAS para llevarlos a cabo, y quien desde el 2014 ha
lucrado con los sitios arqueológicos, de los cuales debe su protección y cuidado,
utilizando datos de investigación e imágenes para beneficiarse económicamente, y con
ello la intención de monopolizar la actividad valiéndose de lineamientos inocuos y del
apoyo del jefe del área para llevarlos a cabo.
Por otro lado, algunas de mis imágenes elaboradas durante los proyectos han sido
publicadas en artículos elaborados por Laura Carrillo dando los créditos a otras
personas, y bajo escusa de equivocación de la revista donde se publicaron, menciona
que se enviaron las correcciones pertinentes, siendo que las mismas correcciones aún
están mal y no se hizo más al respecto.
Así también, en la última y más reciente temporada de investigación arqueológica
realizada dentro del proyecto en Banco Chinchorro, llevada a cabo durante el pasado
mes de noviembre del 2018, Laura Carrillo invitó al Dr. Nicolas Ciarlo de nacionalidad
argentina, a que participara como corresponsable del proyecto y descargando en la
responsabilidad de las actividades a realizar. Mi participación en dicha temporada fue
como colaborador general en las actividades a realizar, siendo esto al final de la
segunda mitad de la temporada, del día 20 al 30 de noviembre, de los cuales solo 7
días fueron los días efectivos de trabajo que pude dedicarle al sitio, ello después de
una gran insistencia de mi parte por participar, ya que me encontraba atenido a las
decisiones de la responsable del proyecto dados los antecedentes y quejas realizadas
respecto a los cursos, lineamentos y difamaciones a los que había sido sometido.
Cabe mencionar que desde el año 2001 había sido, con el aval de Pilar Luna de la SAS,
el precursor de la investigaciones en Banco Chinchorro, generando los antecedentes
de investigación del mismo 6 años antes de la llegada de Laura Carrillo a Chinchorro,
procurando así, información valiosa y un acercamiento con las comunidades de
pescadores, lo que permitió generar una fuente invaluable de informantes sobre la
ubicación de una gran mayoría de los sitios que ahora se estudian, y que ahora,
después de 20 años de participación ininterrumpida y sin antecedente alguno que lo
amerite, se condicionaba mi participación.
Respecto a los trabajos realizados previos a la llegada de Laura Carrillo, entre los
reportes de sitios que realice a la SAS/INAH se encuentra el pecio El Ángel. Se trata de
un bergantín construido en los astilleros de Irvin en Escocia en 1819, y que por su
característica construcción naval, lo emplazan como un barco peculiar dada la mezcla
de materiales utilizados, donde la madera del casco es reforzada con una estructura
interior de hierro que le daba más soporte y rigidez, tecnología que emana de la
revolución industrial previa a la construcción de los grandes buques de vapor.
Durante la última temporada de campo mencionada con anterioridad, el nuevo
corresponsable del proyecto C. Nicolas Cialro, y durante los 7 días que tuve la
oportunidad de participar, sucedieron una serie de eventos lamentables detonados
por las malas decisiones de esta persona, entre ellas la de amarrar la boya que ubica el
sitio en la superficie a una parte de la estructura metálica del pecio, situación
contradictoria en un buen proceder arqueológico, ya que eventualmente y dado por
las marejadas, oleaje, corrientes, maniobras de la embarcación, ascenso y descenso de
buzos, así como las colonias de coral que habitan en ella, pudieran ser afectada, lo que
eventualmente sucedió. La embarcación se atoro con la boya al virar y garrear el ancla,
desprendiendo un tramo de 4 metros de la buzarda, elemento diagnóstico importante
que perfila la embarcación en la proa, y junto con esta pieza, una gran formación
coralina fue también afectada, yaciendo ahora ambos de cabeza a unos metros frente
al pecio.
Estas afectaciones se suman a otras tantas dadas por las decisiones del nuevo
corresponsable, entre ellas, tirar costales sobre el pecio y corales, o tirar el ancla sobre
el sitio, o la manguera de dragado, o el pisar y manotear las formaciones. Todo ello lo
reporte en carta expresa al jefe de la Subdirección de Arqueología Subacuática, quien
en respuesta se me hace llegar un documento escrito por Laura Carrillo, donde se
pretenden justificar todos los señalamientos anteriores e incluso minimizar los daños
causados. Cabe señalar que la carta fue firmada por todos los participantes actuales y
anteriores del proyecto, entre los que se encuentra el actual corresponsable del
proyecto Nicolás Ciarlo, quien firma ahora, sin mayor trámite, como co-director del
proyecto, ello asado en su gran trayectoria y perfil como investigador, que si fuera el
caso, o es negligente e irresponsable dados los daños señalados, o aún más grave, es
indiferente o inconsciente de lo que sucedió y no supo prever dichas afectaciones.
Es importante señalar que en la carta de respuesta de Laura Carrillo, y pese a la
existencia de correos con lineamientos apócrifos y muestras de autoritarismos, así
como las publicaciones de artículos con imágenes plagiadas, se pretende minimizar las
acciones, los dichos y los hechos, y se intenta justificar dichas acciones repartiendo
culpas o haciendo señalamientos lesivos incongruentes que demeritan aún más mi
persona. Otro ejemplo de ello es que a pesar de las evidentes afectaciones causadas al
sitio El Ángel, se pretende repartir la responsabilidad entre los participantes, el capitán
y marinero de la embarcación y mi persona, siendo que todas las decisiones fueron
tomadas por los responsables del proyecto, a quienes el resto del equipo nos
sometimos voluntaria y profesionalmente al seguimiento de dichas directrices.
Es evidente que existe un conflicto de intereses al ser la SAS y sus investigadores
quienes ocasionan el daño, e irresponsable involucrar al resto de los participantes
como coautores de los mismos, y entre ellos yo. Así mismo, en lugar de sancionar y
establecer mecanismos para que este tipo de acciones no vuelvan a suceder, se premia
al corresponsable con una codirección y a mí, por denunciar y hacer evidentes estos
procederes, se me veta del proyecto después de 20 años de participación en el mismo
por no ser “empático” con la situación como se menciona en la carta de respuesta, y al
no querer ser cómplice de ello, se me excomulga, incluso bajo la venia de la
coordinación de arqueología quien siempre estuvo enterada de lo sucedido al anexarle
copia vía correo electrónico de los escritos e imágenes generadas.
Por último, es importante mencionar que, respecto a las afectaciones causadas al
patrimonio cultural, no existe posibilidad alguna de respuesta imparcial y objetiva de
parte del área del INAH a quien corresponde dictaminar sobre las afectaciones
causadas, ya que de la misma SAS emana el daño. Por otro lado, la UNESCO es la
entidad internacional a quien se podría acudir para valorar las buenas o malas
prácticas arqueológicas realizadas, sin embargo, la UNESCO en México está
representada en cuanto a patrimonio cultural sumergido por Helena Barba, quien es a
su vez, la representante de la SAS en la península de Yucatán, donde nuevamente un
conflicto de intereses se hace evidente, tal es el caso dada la falta de respuesta de esta
organización respecto a lo que aquí se ha narrado.
Agradezco de antemano la atención que se sirva prestarle a la presente, y quedo en
espera de poder obtener respuesta favorable respecto a las imputaciones que se me
hacen y afectan en mi persona y trayectoria profesional.
Atentamente

Octavio Del Río

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