Sei sulla pagina 1di 100

Gasparin,

María Inés

Mujeres penitenciarias. El trabajo


en pabellones de una unidad de
mujeres de La Plata desde la
perspectiva de las agentes del
Servicio Penitenciario Bonaerense
Tesis presentada para la obtención del grado de Licenciada en
Sociología

Director: Galvani, Iván Horacio. Codirectora: Calandrón, Sabrina

Gasparin, M. (2017). Mujeres penitenciarias. El trabajo en pabellones de una unidad de mujeres de La


Plata desde la perspectiva de las agentes del Servicio Penitenciario Bonaerense. Tesis de grado.
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria
Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1397/te.1397.pdf

Información adicional en www.memoria.fahce.unlp.edu.ar

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons


Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
 
 

 
 
VERSIDAD NACIONA
UNIV AL DE LA P
PLATA 
FACULLTAD DE HUMANIDA
ADES Y CIEENCIAS DEE LA EDUC
CACIÓN 
  DEEPARTAMENTO DE SSOCIOLOG
GÍA   
 
 

LICEN
NCIATU
URA EN SSOCIOLO
OGÍA 

TESINA

“Mujerees penittenciariaas. El traabajo en
n pabellones de

un
na unidaad de m
mujeres d de La Pllata desde la peerspectivva 
d
de las ag
gentes d
del Servicio Pen nitenciarrio Bonaaerense
e” 
 
 
 
 
 
Alum
mna: Maríaa Inés Gassparin 
Legaajo: 92605/6 
Correo electró ónico:inesgasparin@
@gmail.co
om 
Direcctor: Dr. Ivván Galvani 
Co‐D
Directora: Dra. Sabrina Calanddrón 
Fech
ha: Abril 20 017 
Resumen
 

En esta tesina se analiza el trabajo que las agentes penitenciarias realizan en el

sector de pabellones de una unidad penitenciaria de mujeres de la ciudad de La Plata.

Buscamos comprender las especificidades del trabajo de las agentes al interior de una

cárcel de mujeres, actividad que además requiere relacionarse con la “población de

madres” que se alojan en la unidad junto a sus hijos/as.

El presente trabajo indaga en las diferentes prácticas y significados que las

agentes despliegan a fin de cumplir o justificar el incumplimiento de los objetivos

institucionales de la cárcel. Esos objetivos se orientan a la búsqueda de “orden y

seguridad” y al “tratamiento” de las mujeres detenidas. Particularmente, se analizan las

estrategias de recepción y de administración de las “demandas” de las detenidas, la

clasificación de la población carcelaria que orienta el trabajo cotidiano, las habilidades

profesionales consideradas relevantes para desempeñarse como “encargada de pabellón”

y las particularidades implicadas en la atención y control de detenidas madres.

A fin de indagar en los sentidos construidos y reproducidos por los propios

actores, el trabajo fue realizado utilizando la metodología cualitativa, aplicando como

herramienta principal la realización de entrevistas a las mujeres penitenciarias.

Términos claves: Servicio Penitenciario Bonaerense – Cárcel de mujeres - Mujeres

penitenciarias – Trabajo - Maternidad


 
Contenido
 

Resumen ....................................................................................................................................... 1 
1. Introducción ............................................................................................................................. 3 
Presentación .............................................................................................................................. 3 
La cárcel y el trabajo penitenciario .......................................................................................... 5 
Metodología ............................................................................................................................ 13 
Estructura del trabajo ............................................................................................................. 15 
2. Trabajar en el penal:“Todo repercute adentro” ................................................................ 17 
Principales clasificaciones de la población carcelaria .......................................................... 17 
Tareas y ocupaciones laborales de las agentes penitenciarias en “el penal” ........................ 21 
“Cumplir con los objetivos” ................................................................................................... 25 
Las mujeres como encargadas ................................................................................................ 31 
Conclusión ............................................................................................................................... 37 
3. Las encargadas de pabellón: miradas acerca de un rol “clave” ....................................... 40 
Conocer ................................................................................................................................... 40 
Recibir las demandas .............................................................................................................. 46 
Contener .................................................................................................................................. 53 
Responsabilidades ................................................................................................................... 60 
Conclusión ............................................................................................................................... 64 
4.La población de madres: “¿vos que pensás hacer por tu hijo?” ........................................ 66 
La maternidad como concepción cultural ............................................................................... 66 
Concepciones sobre las madres delincuentes ......................................................................... 68 
La presencia de los/as niños/as en la unidad .......................................................................... 72 
Particularidades de la población de madres .......................................................................... 75 
Sancionar la maternidad ......................................................................................................... 81 
Conclusión ............................................................................................................................... 89 
Consideraciones finales ............................................................................................................. 91 
Bibliografía ................................................................................................................................ 96 
 

 
1. Introducción

Presentación

Esta investigación se centra en las representaciones que tienen sobre su trabajo

las mujeres penitenciarias encargadas del cuidado de los pabellones de una cárcel de

mujeres de la ciudad de La Plata. Estas agentes son oficiales y suboficiales del Servicio

Penitenciario Bonaerense (S.P.B.) que trabajan a diario con las mujeres detenidas

alojadas en la Unidad. También se encuentran encargadas del resguardo de los/as hijo/as

de algunas de estas mujeres ya que la unidad estudiada está habilitada para alojar a

mujeres con niño/as hasta los cuatro años de edad. Al momento de realizar el trabajo de

campo se encontraban alojadas aproximadamente 270 mujeres (“madres”,

“embarazadas” y mujeres de “población común”, según los términos penitenciarios) y

alrededor de 86 niños/as. Esta unidad fue inaugurada en 1999, forma parte del S.P.B. y

es una de las cárceles de mujeres con mayor capacidad de alojamiento en la provincia

de Buenos Aires.

Las mujeres penitenciarias y el trabajo que ellas realizan surgen como un nuevo

eje de investigación que me ayuda a ampliar mi conocimiento sobre la cárcel ya que, en

anteriores trabajos y diferentes actividades académicas, focalicé siempre la atención en

otros actores de la cárcel como son los/as detenidos/as.

Mi acercamiento a las cárceles se inicia a partir del dictado de talleres de

extensión universitaria en varias unidades penitenciarias de La Plata. Interés que

encuentra continuidad en la actualidad por las tareas que desempeño en la Procuración

General de la Provincia de Buenos Aires relacionadas al fuero penal, específicamente a

poblaciones consideradas vulnerables como son mujeres madres y jóvenes en conflicto

con la ley. Mi foco de interés ha ido variando a lo largo del tiempo desde la educación

en contexto de encierro a las formas de interacción y las relaciones que se establecen


 
entre los/as detenidos/as, y entre internos/as y agentes penitenciarios/as, el sistema

jurídico que enmarca el encierro, entre otros, pero siempre pensando en cárceles de

varones. Cargada de ideas acerca del funcionamiento de las cárceles de hombres, al

ingresar por primera vez a una cárcel de mujeres descubrí que las relaciones y

dinámicas en estas unidades eran diferentes a las que ya conocía. En consecuencia,

comencé a centrar mi interés en las particularidades que tienen estas unidades.

Mis inquietudes principales se centraron en las mujeres detenidas, sus formas de

resistencia, sus necesidades y preocupaciones dentro de la cárcel, pero también en las

marcas físicas y emocionales que deja la institución en esas mujeres que conocí. Todas

esas dimensiones que se presentaban con particularidades específicas de las mujeres, y

muy distintas a las de los hombres, me impulsaron a intentar comprender de manera

más acabada el funcionamiento de una unidad de mujeres.

Si bien las cárceles y los sistemas penitenciarios son temas abordados desde una

amplia variedad de aristas en las ciencias sociales y jurídicas, el lugar de las mujeres

suele tratarse a partir de las problemáticas de las mujeres presas (Makowski, 1994;

Azaola, 2003; Colanzi, 2006; Miño y Rojas, 2012; Rossi, 2015) o en forma de denuncia

a través de diferentes tipos de informes (CELS, 2012; Comité contra la Tortura, 2016).

Los temas aquí tratados se fueron reconfigurando a lo largo de los procesos de análisis y

de escritura que este trabajo demandó, pero mi interés en el personal penitenciario se

centra en la importancia que encuentro en las perspectivas de diferentes actores. Al

concebir la cárcel como una institución compleja, alejada del ideal de “recuperación” o

“rehabilitación” y como eslabón visible de una cadena de selectividades del sistema

penal, me resulta fundamental conocer más acerca de su funcionamiento para así poder

pensar modificaciones integrales y posibles. La manera en que se desarrolla el trabajo

de las agentes en las unidades, el papel de las trabajadoras mujeres en una fuerza de


 
seguridad y la manera en que conciben sus trabajos son ejes que considero relevantes

para comprender la cárcel y serán la guía de esta investigación.

La cárcel y el trabajo penitenciario

Para poder pensar el trabajo de las mujeres penitenciarias nos detendremos en la

cárcel, institución en la cual trabajan. Nuestro interésse centra en las trabajadoras

penitenciarias y pretende analizar las particularidades del trabajo de las encargadas de

pabellón en las cárceles de mujeres. El trabajo de las agentes implica el contacto

cotidiano con las mujeres detenidas, la mediación, prevención y control de conflictos al

interior de la unidad y brindar respuestas a los reclamos y necesidades de las internas.

En este apartado, hacemos un breve recorrido por las perspectivas centrales que

nos ayudarán a pensar el contenido de este trabajo. Por un lado, en relación a la cárcel

como institución y a la función de los sistemas penitenciarios.Por otro lado, veremos

ciertas particularidades del trabajo de las agentes penitenciarias focalizándonos en los

distintos tipos de relaciones entre diferentes actores del mundo carcelario, en particular

de las cárceles de mujeres. Por último, expondremos la relevancia que encontramos en

centrar la investigación en la perspectiva de las agentes mujeres.

En lo que respecta al primer punto mencionado, el referente clásico con el que

contamos para analizar las relaciones sociales al interior de las cárceles es Goffman

(1994), que identifica a la cárcel como una “institución total”. Esta definición supone

una conceptualización de la prisión como una entidad aislada de la sociedad. Lo que

sucede en la cárcel es visto por el autor como si sucediera exclusivamente dentro de

ella, sin tener relación con el afuera. El carácter “total” de las instituciones está dado,

entonces, por la ruptura de la institución con el “ordenamiento social básico en la


 
sociedad moderna” (1994:19). Con esto hace referencia principalmente a que todos los

aspectos de la vida se desarrollan en el mismo lugar, cada actividad diaria se realiza en

compañía de otras personas y porque todas las etapas de la actividad diaria están

estrictamente programadas y se rigen por normas relacionadas a objetivos de la

institución.

Pensamos que dicha definición resulta acotada para el análisis empírico y

debemos complejizarla a la luz de los datos y de investigaciones actuales concentradas

en el funcionamiento concreto de las cárceles. Es así que coincidimos con Ludueña en

que las instituciones que abarca dicha definición poseen diferencias entre sí y en

consecuencia, no debemos “desvincular las instituciones totales de la sociedad mayor en

la que se inscriben y con la cual se hallan estrechamente relacionadas” (2000:124).

En este sentido entendemos a la cárcel como parte de la sociedad y

ligadaprincipalmente a un sistema de justicia que determina quiénes son las personas

que ingresan a ella, por lo tanto, para investigarla no podemos pensarla de manera

completamente aislada. En esta línea, coincidimos con autores como Rodriguez y

Viegas quienes plantean que al estudiar la cárcel “no abordamos un mundo aparte, sino

instituciones que hay que pensarlas al lado de otras instituciones, es decir, sobre la base

de otras rutinas y prácticas sociales que perfilan modalidades de encierro particulares.

Se busca pensar la cárcel más acá y más allá del mundo carcelario” (2015: 7). Los

actores sociales de la cárcel tampoco se encuentran aislados/as sino que al interior de las

unidades se expresan y reproducen sentidos provenientes de otros espacios de

socialización. En este trabajo hacemos referencia, por ejemplo, a nociones relacionadas

al género vinculadas a concepciones culturales que influyen en la manera en que las

agentes conciben la maternidad o los diferentes tipos de delitos. Estas construcciones no

son exclusivas de la institución carcelaria sino que las agentes las reproducen desde el


 
afuera.A lo que aspiramos es a comprender los sentidos que cobran esas concepciones al

interior de la cárcel.

En este marco consideramos importante dar cuenta de los diferentes tipos de

relaciones sociales que tienen lugar al interior de las unidades penitenciarias y, además,

buscamos comprender cuáles son los elementos de la vida extramuros que influyen en el

trabajo de las mujeres penitenciarias. En este sentido, el trabajo de Goffman nos interesa

porque recupera las experiencias cotidianas de las personas en las instituciones totales,

presentando determinados puntos para el análisis que nos ayudarán a reflexionar sobre

las prácticas cotidianas rutinizantes y sobre las relaciones de poder entre los diferentes

actores. De este modo, describir y explicar el trabajo de las mujeres penitenciarias y sus

experiencias, nos sirve para poder pensar de manera más compleja el funcionamiento de

la cárcel en general y del Servicio Penitenciario Bonaerense en particular.

Por otra parte, para poder comprender las cárceles, uno de los aspectos que

necesitamos explicar es el funcionamiento de los sistemas penitenciaros. Esto resulta

relevante porque a través de ellos se administran y regulan las unidades penales en

Argentina y además, en ellos se enmarca el trabajo de las agentes penitenciarias.

Garland sostiene que a fines del siglo XVIII “los procesos de castigo se han ido

transformando en herramientas administrativas y se han ido profesionalizando”

(1999:222) y que en consecuencia se puede ver cierta autonomía de las “burocracias

penales”. De acuerdo al autor éstas cuentan con intereses y objetivos propios.Responden

a ciertos requisitos o exigencias de diversas instituciones pero detentan un importante

grado de control del proceso penal, sin limitarse a la ejecución de la pena de las

personas detenidas.Esta perspectiva nos permite comprender que los sistemas

penitenciarios de los que las cárceles son parte, no permanecen aislados sino que se

relacionan con otras instituciones y se constituyen como parte de un todo social, pero, a


 
su vez, presentan su propia especificidad y autonomía.

Indagar en el trabajo de las penitenciarias encargadas de vigilar los pabellones y

en la manera en que ellas como protagonistas lo conciben, nos permitirá comprender

dichas particularidades. En este trabajo nos centraremos en las nociones de las agentes

en relación al delito, a las funciones y objetivos carcelarios, al tratamiento penitenciario,

a la mujer detenida y a la maternidad.

Para Mouzo (2010), los y las agentes penitenciarios atraviesan un proceso de

subjetivación a través del cual llegan a reconocerse a sí mismos/as como “sujetos

penitenciarios”. La autora señala que dicha identificación se efectúa en torno de las

categorías de “defensa social” y de “resocialización”. Para nuestro trabajo, estas

posturas resultan categorías fundamentales ya que los hallazgos de campo y los

discursos de las entrevistadas/os se encuentran enmarcados en estos posicionamientos y

serán uno de los ejes que atravesarán el análisis sobre las prácticas de las encargadas de

pabellón. Estas categorías surgirán como focos en constante tensión.

Teniendo esto en mente, los ejes planteados para analizar el trabajo de las agentes

son los siguientes: las diferentes relaciones que se establecen en la unidad y las

tensiones entre dos funciones fundamentales que según el discurso institucional tiene el

trabajo de las agentes como son el “control” de la unidad y el “tratamiento” de las

internas. El control se relaciona principalmente con la regulación por parte de las

agentes de la unidad penal y sus actividades.Con tratamiento, hacemos referencia al

carácter “resocializador” de la pena privativa de la libertad y las acciones penitenciarias

orientadas hacia ese fin.

Entendemos que ambos ejes se encuentran relacionados y en consecuencia, para

poder abordar las maneras en que entran en tensión las funciones de control yde

tratamiento, nos centraremos primero en las relaciones cotidianas al interior de la


 
unidad. Para poder pensar el abordaje en este sentido apelamos a las contribuciones

hechas por Miguez (2007).

El autor plantea que en la cárcel coexisten mecanismos de confrontación y

complicidad entre “las agencias de orden y los transgresores” (Miguez, 2007: 24). La

cárcel se percibe, por un lado como maquinaria represiva y violenta, y por otro, se la

considera un sistema que tolera transgresiones e incluso puede establecer complicidad

con el mundo delictivo.

A partir de esta idea y, retomando a Foucault, el autor explica que las agencias del

orden no reprimen la existencia del delito sino que lo exponen como aquello que no

debe ser realizado, condenándolo moralmente pero sin suprimirlo. En esta lógica, el

delito es controlado pero no necesariamente evitado.Esto se extiende a las lógicas y

dinámicas al interior de las agencias penales, como las cárceles. Los miembros de las

agencias penalesconforman un sistema de reciprocidades que permite controlar la

población carcelaria, generando vínculos que alternan entre relaciones de cooperación,

extorsión e imposición (Miguez, 2007: 31). Dichos vínculos no implican que las

relaciones asimétricas entre los funcionarios penitenciarios y los/las presos/as

desaparezca pero sí dan cuenta de la construcción de nuevos tipos de relaciones por

fuera de la estructura jerárquica y burocratizada. De este modo, Miguez nos amplía un

poco más la perspectiva acerca de las prácticas y dinámicas carcelarias, dando cuenta de

los diversos vínculos y relaciones sociales que entran en juego en las cárceles.

En el mismo sentido, Ojeda (2013), a partir de su trabajo etnográfico en una cárcel

federal de mujeres, sostiene que las relaciones de afinidad entre el personal y las

internas pueden leerse como formas de sostener el orden carcelario:

“más allá del discurso de las agentes penitenciarias, resulta evidente cómo dicho orden no sólo se

mantiene sobre la base de la represión y la prohibición, sino también sobre las afectividades y las

afinidades que se ponen en juego en la construcción diaria que legitima su sostenimiento”


 
(2013:154).

Es así que muchos conflictos pueden ser apaciguados por las buenas relaciones

establecidas y por la compasión que tiene alguna agente por determinada interna debido

a las historias personales que tuvieron la oportunidad de compartir. Por ejemplo, ciertas

sanciones disciplinarias solamente pueden ser aplicadas, si las aplica una agente a la

cual la detenida sancionada le tiene “respeto”, producto de un vínculo ya construido.

Tanto las interpretaciones de Miguez como las de Ojeda nos permiten comprender

el lugar que ocupa para los/as agentes la díada control - tratamiento, y nos habilitan a

pensar desde la perspectiva de los actores, cuáles son las formas con las que se llevan a

cabo los objetivos institucionales explícitos.

Vinculado a la relación entre control y tratamiento, Mouzo plantea que ambos

objetivos se encuentran relacionados.El “tratamiento tiene como fin producir seguridad

dentro de la prisión, es decir, construir y reactualizar permanentemente el orden interno,

a partir de actuar sobre todos y cada uno de aquellos que son presa del sistema penal”

(2010: 203). Para la autora, el objetivo de control y orden en la prisión es parte de una

problemática en la cual “la seguridad se transforma en medio y fin de gobierno” y el

tratamiento se convierte en una herramienta a tal fin.

Coincidimosen que los objetivos relacionados al orden y la seguridad se

priorizan por sobre los objetivos tratamentales, pero creemos que para comprender de

manera más completa el trabajo penitenciario, debemos centrarnos en la perspectiva de

los actores al respecto. Entendemos que en las interpretaciones de las agentes sobre su

trabajo, los objetivos tratamentales van de la mano de prácticas que podemos identificar

como de control, e indagando en las relaciones cotidianas al interior de la unidad, no

nos resulta posible diferenciar tan acabadamente una práctica de otra.

En relación a lo expuesto hacemos la salvedad de que los/as

autores/aselegidos/as describen las instituciones carcelarias en general, y no desarrollan


10 
 
características exclusivas y particulares de cárceles de mujeres. En este sentido,

debemos contemplar que podemos encontrar variaciones al interior de las cárceles tanto

en función del género(Makowski, 1994; Rossi, 2015), del régimen (de mínima o

máxima seguridad) (Calveiro, 2010), o de las generaciones predominantes de agentes

egresadas en la carreara penitenciaria (Ojeda, 2013), entre otras. El desafío está en

poder entender el trabajo de las mujeres penitenciarias en el S.P.B. y particularmente en

una cárcel de mujeres. Como veremos en este trabajo, para las mujeres penitenciarias

trabajar en una unidad carcelaria de mujeres presenta particularidades y se diferencia

notoriamente del trabajo realizado en cárceles para varones.Encontramos dichas

especificidades principalmente en los tipos de demandas y necesidades de las detenidas,

en la presencia de mujeres con su hijos/as, en la presencia de mujeres embarazadas con

los requerimientos médicos y sanitarios que eso conlleva, y en las relaciones que se

establecen entre las agentes.

Creemos fundamental incorporar en las investigaciones la visión de las mujeres

desde sus propias experiencias, e interpretar su situación desde su óptica e intereses

específicos. Es por esto que para este trabajo que nos posicionamos en cercanía con los

estudios de las mujeres (Gamba, 2009) que, con la incorporación de la perspectiva

feminista en las ciencias a partir de los años ´60, intentan separarse de la perspectiva

androcéntrica en la cual se toma al hombre como central y como paradigma de lo

humano. En este sentido, la dimensión del estudio y conocimiento de la realidad social

desde la posición de las mujeres implica su incorporación a la historia y la ciencia tanto

como sujetos cuanto como objetos del conocimiento (Alberdi, 1999:11).

Esta línea argumentativa nos plantea la importancia de, a la hora de investigar la

cárcel, comprender las experiencias de las mujeres trabajadoras y también de las

mujeres detenidas. Procuraremos romper con la generalización que en las

11 
 
investigaciones acerca de la cárcel se centran en una visión masculina, y colaborar para

comprender la totalidad del universo carcelario y de la institución penitenciaria. Para el

caso particular de la cárcel, por ejemplo, Alameda (2002), desde una perspectiva

foucaultiana, sostiene que se deben considerar las disciplinas que producen un tipo

peculiar de cuerpo “típicamente femenino” y que la producción de cuerpos dóciles debe

poder interpretarse desde experiencias corporales diferenciadas para hombres y mujeres.

Tener en cuenta esta perspectiva a la hora de investigar nos brinda herramientas para

comprender mejor el fenómeno del poder, ya que nos permite estar atentos/as a un

nuevo eje que complejiza las relaciones(Segato, 2010).

En este trabajo, la perspectiva de los estudios de las mujeres nos resulta útil

porque nos ayuda a comprender la cárcel desde la visión de sus trabajadoras y buscar las

especificidades en el trabajo de las mujeres y de una cárcel para mujeres. Pero también

porque, como dijimos al inicio, los/as actores en la cárcel no están aislados por

completo en su interior sino que el sentido de sus acciones se construye y reproduce a

partir de concepciones sociales incorporadas también fuera de la institución. Las

nociones sobre el género (entendidas de manera acotada como las cualidades y

comportamientos definidos culturalmente para los hombres y para las mujeres), forman

parte de las perspectivas de los actores al interior de la cárcel. Principalmente en nuestra

investigación nos centraremos en las nociones de mujer como delincuente y mujer como

madre.

Si bien estas nociones exceden el ámbito carcelario, en dicho contexto cuentan

con una notoria relevancia. Es en este sentido que coincidimos con Melhuusy Stolen

(2007) en pensar al género como una categoría que varía su significado en diferentes

contextos socio-culturales ya que al focalizarnos para el análisis en las perspectivas de

los actores debemos explicar las articulaciones específicas de las relaciones de género

12 
 
en las perspectivas nativas.

A través de las concepciones teóricas mencionadas analizaremos el trabajo

penitenciario de las mujeres encargadas de pabellón y las tensiones que lo atraviesan.

Para esto, indagaremos acerca de cómo se conforman esas nociones que las agentes

penitenciarias construyen sobre su propio trabajo. Así, identificar prácticas y

concepciones de las agentes relacionadas con dichas nociones, que nos permitan ampliar

el conocimiento acerca del funcionamiento de las cárceles de mujeres.

Metodología
 

Este trabajo fue realizado en una cárcel de mujeres con régimen cerrado de la

ciudad de La Plata a través de la metodología cualitativa de investigación. Utilicé un

diseño de investigación flexible que ha permitido adaptar las decisiones a lo largo del

proceso de investigación (Marradi, Archenti, y Piovani, 2007).

Como estrategia de recolección de datos, realicé entrevistas semiestructuradasa

agentes penitenciarios/as que trabajen o hayan trabajado en la unidad estudiada.

Además, que dicho paso por la unidad haya sido en puestos que impliquen contacto con

las mujeres detenidas, es decir, que hayan trabajado alguna vez en el sector de

pabellones de la unidad. A su vez, entrevisté a diferentes personas que fueron

directores/as de unidades de mujeres, por su experiencia y conocimiento acerca de las

cárceles de mujeres y sobre el trabajo de las mujeres penitenciarias.

Las entrevistas semiestructuradas me permitieron guiar las conversaciones con

los/as entrevistado/as en función de temas pensados previamente, como por ejemplo sus

trayectorias laborales. Pero también habilitaron la posibilidad de detenerme en tópicos

planteados por los/as entrevistados/as, lo cual resultó fundamental al tratarse de una

investigación centrada en la perspectiva de los/as actores.

13 
 
En un principiolas condiciones para la selección de las personas a entrevistar

fueron tomadas como un ideal, ya que no tenía certeza acerca del tipo de acceso que iba

a tener para concretar las entrevistas. Luego, y sorteando mis prejuicios acerca del

difícil acceso a los miembros del S.P.B., a través de un oficial de larga experiencia y ex

director de la unidad pude realizar entrevistas a diferentes trabajadores/as.

Dicho informante, a quién yo ya conocía por otros trabajos realizados en el

S.P.B. en el marco de talleres de investigación curriculares de la facultad, accedió a

entrevistas en más de una oportunidad y me facilitó nombres y teléfonos de diferentes

personas que habían sido directoras/es de la unidad estudiada. Al llamar para consultar

sobre la posibilidad de acercarme a la unidad para concretar las entrevistas, en un inicio

existió cierta reticencia a acceder, hasta que el nombre del informante surgió en la

conversación. Dicha persona es un oficial con alta jerarquía dentro del S.P.B y era

citado por las/los agentes de mayor edad con buenos recuerdos y buenas referencias.En

más de una oportunidad me señalaron la decisión de acceder al encuentro en función de

quién me había recomendado.

Las entrevistas entonces fueron realizadas a personal de la unidad, en su mayoría

mujeres con grados tanto de oficiales como de suboficiales. También a ex directores/as

y a la directora a cargo en el momento del trabajo de campo. Esta última, todos los

miércoles durante un mes y medio, puso a mi disposición su oficina, jugo, galletitas y al

personal que se encontraba de guardia para la realización de las entrevistas.

Una de las decisiones más significativas que tomé durante la realización del

trabajo, fue incorporar en el análisis el lugar que tiene la “población de madres” en el

trabajo de las agentes penitenciaras. Mi interés en un inicio se centraba en las cárceles

de mujeres en el ámbito provincial, sin prestar atención a este tipo de población en

particular, sino considerandoel colectivo de mujeres detenidas en su conjunto. Alrealizar

14 
 
las entrevistas a los/as agentes noté que la presencia de madres detenidasjunto con sus

hijos/as pequeños/as,resulta relevante en el trabajo cotidiano de las agentes. En este

sentido, debido a la importancia que cobraba en los discursos la “población de madres”,

decidí darle un lugar privilegiado en el análisis.

Además realicé observación participanteen un pasillo que nuclea las entradas a

las oficinas, en los momentos,muchas veces largos,de espera al personal a entrevistar.

Otro espacio de observación fueron reuniones que se realizan mensualmente en la

unidad, en el marco de la“mesa de trabajo por los derechos del niño”, a las cuales asistí

como representante de la oficina en la cual trabajo. En dichas instancias participan

autoridades y profesionales de la unidad, organizaciones sociales y miembros de

diferentes dependencias delos poderes ejecutivo y judicial. Por las similitudes en las

temáticas abordadas en esta instancia y los hallazgos en las entrevistas analizadas, es

que opté por incorporar dichas reuniones como parte del trabajo de campo.

Estructura del trabajo


 

En este primer capítulo hemos introducido las principales nociones que serán

tenidas en cuenta para el análisis del trabajo de las mujeres penitenciarias. A su vez,

justificamos la elección de la metodología utilizada y expusimos las dificultades y

fortunas que atravesamos a la hora de realizar el trabajo de campo.

En un segundo capítulo, nos centraremos en percepciones de las

penitenciariasacerca de su trabajo. Además indagaremos en las especificidades del

trabajo en el sector de pabellones y en algunas particularidades que implica ser agentes

mujeres. En relación a esto expondremos diferentes problemáticas que las agentes

atraviesan en su trabajo para el cumplimiento de las exigencias de la institución,

descripción que nos ayudarán a enmarcar las temáticas tratadas en el capítulo tres.

15 
 
En el tercer capítulo analizaremos diferentes dimensiones del trabajo de las

agentes en relación al trato con las detenidas. Identificaremos sensaciones que las

penitenciarias tienen sobre su trabajo. Indagaremos también en las maneras a través de

las cuales en el trabajo cotidiano las agentes buscan cumplir con los objetivos de

“control” y “tratamiento”.

En el último capítulo nos centraremos en la relevancia que tiene para el trabajo

de las agentes la “población de mujeres madres”, particularmente la presencia de los/as

hijo/as de estas mujeres en la unidad. A partir de esto indagaremos en las formas en que

la maternidad de las detenidas supone especificidades en la forma de trabajo de las

agentes.

16 
 
2. Trabajar en el penal:“Todo repercute adentro”
 

A continuación haremos un recorrido por diferentes dimensiones del trabajo de

las encargadas de pabellón de la unidad estudiada, con el fin de identificar las

percepciones que las agentes tienen sobre su trabajo y a partir de qué situaciones dichas

percepciones son construidas.

Principales clasificaciones de la población carcelaria


 

De manera introductoria, describiremos el sector de la unidad en el que hemos

focalizado la atención para este trabajo, es decir, los “módulos” en los cuales se

encuentran alojadas las mujeres detenidas. Además introduciremos los principales

criterios de clasificación de las mujeres detenidas que las agentes tienen en cuenta a la

hora de ordenar a la población carcelaria.Nos resulta importante exponer brevemente las

características del espacio físico y los principales criterios de clasificación de la

población carcelaria, como ayuda para comprender de manera más clara diferentes ejes

del trabajo de las agentes que analizaremos a la lo largo del capítulo.

Se denomina “módulo” a un espacio delimitado por paredes y al cual se accede a

través de una puerta de rejas cerrada con candado y bajo custodia del personal

penitenciario. Éstos presentan divisiones internas entre las que podemos encontrar

pabellones (lugares donde las detenidas tienen sus habitaciones) o espacios con otros

fines como puede ser una cocina o un lugar para recreación.

Si bien los módulos de alojamiento de esta unidad son tres, existe un cuarto

espacio denominado “módulo de control” que cumple la función de vigilancia y no de

alojamiento de las internas. Espacialmente, se encuentra ubicado en un lugar central de

la cárcel que conecta los diferentes espacios de la unidad como la escuela, las oficinas

17 
 
del equipo técnico, el “casino” del personal, parte del patio, e incluso los otros módulos

(de alojamiento). Desde allí, las agentes penitenciarias pueden tener visión de los

accesos al resto de los sectores a la vez que regulan el tránsito entre los mismos.

Cada sector se encuentra separado del módulo de control mediante puertas de

reja con candado que las encargadas abren y cierran para permitir el paso de un sector a

otro, tanto de las detenidas como de diferentes personas que tengan acceso a la unidad.

Dentro de este cubículo de rejas existe una escalera de libre acceso que conduce a las

oficinas de las y los profesionales que trabajan en la unidad y a la oficina judicial que

allí funciona. La denominación “módulo” no implica que comparta exactas

características con los otros sectores de igual nombre.No obstante, lo tendremos en

cuenta por ser un espacio de intercambio -reja de por medio- entre las agentes y las

mujeres detenidas.

Por su parte los módulos que cumplen la función de alojar a las detenidas, están

compuestos por cuatro pabellones cada uno. Los pabellones son espacios diferenciados

y separados físicamente y pueden contener celdas individuales o compartidas. En el

caso de esta unidad conviven aproximadamente veinte mujeres en cada uno. Las

mujeres que conviven en un mismo pabellón suelen organizarse entre ellas para llevar a

cabo las tareas diarias como la limpieza y la organización de las comidas.

En la unidad que estudiamos, las mujeres presas son agrupadas en los diferentes

pabellones de cada módulo de acuerdo a ciertos criterios clasificatorios. Uno de los

principales divide entre mujeres embarazadas, “madres” (mujeres alojadas con hijos o

hijas hasta cuatro años de edad) y “población común” (mujeres que no cuentan con

alguna de las características anteriores).En todos los módulos de alojamiento podemos

encontrar pabellones tanto de “madres” como de “población común”.

Existe un módulo particular en donde se aloja a las mujeres que ingresaron

18 
 
recientemente a la unidad. Estas mujeres, nombradas por las agentes como “las

ingreso”, son descriptas como mujeres queaún deben aprender las formas correctas de

conducta en la unidad y en consecuencia se las considera “conflictivas”. En este sentido,

la conducta de las detenidas es otro criterio que utilizan las agentes a la hora de designar

un pabellón a las mujeres presas.

El pase de una mujer de un pabellón a otro implica características objetivas

como la maternidad, pero además esel resultado de los informes de “conducta”. La

conformación de los pabellones en cada módulo, entonces, quedará a criterio de las

penitenciarias en función del tipo de relación entre las internas y las rutinas de cada una,

como asítambién de la calificación de laconducta que las agentes realizan en función del

comportamiento las mujeres detenidas. Esta clasificación se basa en la evaluación qua

hacen las agentes sobreel “comportamiento” de las internas, siendo la “conducta”

evaluada y calificada por diferentes agentes penitenciarios/as en el marco del

reglamentado régimen de progresividad de la pena1.

A través de la observación, las agentes penitenciarias determinan las

características de comportamiento de las mujeres detenidas.En función, principalmente,

de la manera en que se relacionan con otras internas o con el personal y de su

predisposición ante los quehaceres cotidianos: se identifica si son más o menos


                                                            
1
El régimen de progresividad de la pena se estructura en cuatro períodos a) observación, b) tratamiento, c)
prueba, d) libertad condicional. El período de tratamiento es aquel en que la condenada pasa la mayor
parte del tiempo su condena, y se subdivide en tres fases: socialización, consolidación y confianza. Por su
parte, el período de prueba es el que posibilita que las condenadas accedan a salidas transitorias de la
cárcel durante algunas horas (de 12 a 72) o al régimen de semi-libertad, que les permite trabajar fuera de
la cárcel. La ley establece que el avance de la condena de una etapa a otra de la progresividad depende de
su evolución personal, de la que se deduce su menor o mayor posibilidad de reinserción social,
apreciación que siempre realiza la administración penitenciaria mediante un sistema de calificaciones.
Éstas sirven de base para la aplicación de la progresividad del régimen, para el otorgamiento de salidas
transitorias, de la semi-libertad, de la libertad condicional, de la liberad asistida, de la conmutación de
pena y del indulto. De este modo se hace depender los avances en el sistema progresivo de los “avances”
en el “tratamiento penitenciario”, estableciendo un perverso juego disciplinario y de obediencia fingida
(…) Al examinar la aplicación práctica del sistema penitenciario progresivo, lo primero a destacar es que
todas las previsiones normativas en gran medida no tienen validez si consideramos que más de la mitad
de las mujeres detenidas son procesadas, por lo que en principio no se les aplica la progresividad hasta
que recaiga sentencia condenatoria firme(CELS, 2011).

19 
 
“conflictivas”, si buscan pleitos (entre detenidas o con las penitenciarias), si colaboran o

no en las tareas comunes o si asisten a actividades como el trabajo, talleres o la escuela.

Las agentes también consideran si hay mujeres en una situación de mayor

vulnerabilidad y en consecuencia deben tener cierto resguardo. Dicha vulnerabilidad

puede estar dada, por ejemplo, porque las internas desconozcan las lógicas carcelarias

por ser la primera vez que ingresan a una unidad penal como detenidas. Las

penitenciarias tienen también en cuenta silas mujeres se encuentran en una posición más

fuerte o ventajosa por ocupar un lugar de liderazgo en la unidad.

Otra característica que las agentes tienen en cuenta a la hora de clasificar las

detenidas es el tipo de delito por el que las mujeres están imputadas. En losrelatos de las

entrevistadas encontramos cómo las propias presas se clasifican entre sí, de acuerdo a

una escala que implica el tipo de delito cometido y la mayor o menor legitimidad de

éste. La que cometió robo, “la chorra”, es la que está arriba de la escala, a continuación

la homicida (caracterizada,según las penitenciarias, por tener buen comportamiento),

luego quienes se encuentran detenidas por delitos relacionados a estupefacientes y, en

último lugar, la “infanto” (mujer que ha matado niños o niñas, en general sus hijos/as o

nietos/as).

Quienes se encuentran vinculadas a delitos juzgados de mayor gravedad por las

demás mujeres presas – homicidio calificado, agravado por el vínculo (madre-hijo/a) o

el abuso sexual y la corrupción de menores– son alojadas en un pabellón específico (“el

once”).Es la forma que tiene el S.P.B. de resguardarlas de posibles represalias que

pueden sufrir por parte de otras detenidas.

La posición que ocupan las mujeres encarceladas por delitos vinculados

estupefacientes, de acuerdo a la concepción que tienen las detenidas, fue descripta por

las agentes como un nuevo rango quesurge en las cáceles bonaerenses a partir de la

20 
 
desfederalización de la ley nacional de estupefacientes. La aplicación de esta ley

generóun aumento en la cantidad de mujeres detenidas en el ámbito provincial y bajo

custodia del S.P.B. Quienes están vinculadas a delitos prescriptos por esta ley, están

ubicadas, para las detenidas, en un lugar superior al ocupado por las “infanto”.Pero las

agentes plantean que en la práctica no se encuentran grandes diferencias. De acuerdo a

Leticia (oficial), una de las trabajadoras penitenciaras, las mujeres vinculadas a delitos

con drogas son vistas por otras detenidas como, “las gilas a las que se les puede robar

todo”.Y en consecuencia, estarían en una posición más vulnerable.

Las mujeres son alojadas en los diferentes pabellones principalmente en función

de las clasificaciones descriptas: la maternidad, la conducta y el tipo de delito por el que

se las imputa. Si bien el objetivo de este trabajo no es complejizar acerca de los

trasfondos que dan origen a las clasificaciones que estructuran la cárcel, esta breve

descripción nos ayudará a comprender las lógicas subyacentes de ciertas prácticas que

analizaremos a lo largo de trabajo,principalmente en relación al control y orden del

sector de pabellones. En el próximo apartado nos centraremos en las especificidades que

para las agentes tiene su trabajo al interior de la unidad y la manera en que conciben su

puesto en comparación a otras tareas que se realizan en la unidad.

Tareas y ocupaciones laborales de las agentes penitenciarias en “el


penal”
 

En este apartado nos centramos en las percepciones que tienen las entrevistadas

acerca su trabajo, con el fin de comprender de qué manera conciben el puesto que

ocupan en la unidad y qué especificidades encuentran en dicho puesto.

Las encargadas dividen las actividades que se realizan en la unidad en tres tipos:

el trabajo “al interior del penal”, referido a las labores cotidianas con las internas en los

21 
 
sectores arriba descriptos; el trabajo de “la guardia”, que implica la vigilancia de los

accesos externos del penal; y el trabajo administrativo.

Resulta notoria la valoración que le dan al trabajo “al interior del penal”

quienes allí trabajan o han trabajado. Lo caracterizan como un trabajo “difícil”,

“desgastante” y de “mucha responsabilidad”, y lo jerarquizan por sobre otras tareas

cotidianas. Teresa (suboficial) destaca constantemente que quienes llevan a cabo ese

trabajo son, “las que tienen verdaderas ganas de trabajar”. Para las entrevistadas resultan

muy positivos los lazos personales que se generan entre compañeras/os cuando trabajan

“en el penal”, en comparación a lo que ocurre, por ejemplo, en el trabajo de “la

guardia”. Al respecto Lucrecia contó:

“La gente del penal es muy unida, porque viven situaciones que las hacen unir, por
experiencia y por situaciones que les pasan todos los días se hacen muy unidas
porque se tienen que cubrir, hacen cambio de guardia, lo que haga falta para el
otro compañero, lo aprenden con lo que tienen que enfrentar día a día, porque
tienen que tolerar mucho, están en una cárcel de mujeres…”(Lucrecia, oficial).

Como expresa Lucrecia a partir de su experiencia laboral tanto en pabellones

(al inicio de su carrera)como en los puestos jerárquicos que luego ha ocupado, los

momentos difíciles vividos dentro del penal motivan en las encargadas de pabellón un

aprecio particular por el puesto que ocupan. Situaciones como la constante discusión

con las detenidas, la extensa jornada laboral y los momentos “complicados” que deben

afrontar (en relación a situaciones de violencia física), fomentan, “otros tipos” de lazos.

Según Alejandra (suboficial),estos vínculos se construyen específicamente en el penal

por la necesidad, que el contextode los pabellones impone, de “confiar en tus

compañeros”.

De acuerdo con las agentes, sectores como “la guardia” se caracterizan por no

tener tanta actividad ni complejidad en su labor cotidiana. Tal es el caso también del

22 
 
trabajo administrativo. Éste último es valorado negativamente al menos que se arribe a

él tras un periodo de buen desempeño en un puesto de trabajo al interior del penal.

Quienes acceden de esta manera expresan cierto apego al lugar que ocupan entre

papeles, muchas veces remarcando la “necesidad de tranquilidad” y nombrándolo como

un premio. A su vez, las encargadas de pabellón expresan críticas hacia quienes esperan

y poseen como expectativa, al ingresar en el S.P.B., ocupar exclusivamente puestos

administrativos.

Las condiciones hasta aquí descriptas del trabajo “en el penal” producen,según

las agentes, un alto número de penitenciarias “con carpeta”2, lo cual decanta en un serio

problemainstitucional relacionado a la falta de personal. Al respecto, Brenda (oficial)

dijo:

“Inés: dentro del personal de cárceles de mujeres, ¿qué cuestiones te encontrabas


de por qué no trabajar acá… o por qué carpeta médica?
Brenda: ¿En cárceles de mujeres?… porque hay cárceles de hombres, y si vos vas
destinada a una cárcel de hombres, estoy hablando de la “gachada”
Inés: ¿De la qué?
Brenda: De la “gachada”, del que no quiere laburar, yo entro al Servicio
Penitenciario, soy mujer y puedo trabajar en una cárcel de hombres, y, sacando
visita, voy a estar en una oficina, es mucho más cómodo ¿no?”.

Lo que explica Brenda,es considerado por todas las agentes entrevistadas como

un problema relacionado exclusivamente con la cárcel de mujeres. En las cárceles de

hombres, las mujeres no pueden ser encargadas de pabellón ni ser parte del personal que

trabaja al interior del penal. Ya sea por “resguardar la seguridad” de las penitenciarias, o

por considerarlas “débiles” en el caso de tener que usar la fuerza física en contra de

hombres presos, las cárceles de hombres brindan a las mujeres penitenciarias pura y

exclusivamente la opción de trabajo administrativo. Por eso el trabajo en las cárceles de

                                                            
2
La expresión “con carpeta (médica)” hace referencia al goce un tipo de licencia extraordinaria que puede
ser solicitada en diferentes ambientes laborales por razones de enfermedad, concedida cuando exista
enfermedad de corta o larga evolución que ocasione al o la agente impedimento para prestar normalmente
las tareas asignadas.

23 
 
mujeres es visto por las agentes como “extremadamente demandante” y

“exigente”.Resistir al trabajo al “interior del penal” sin carpeta médica implica para las

agentes una gran fortaleza que conlleva a una mayor valoración de esos puestos y de las

personas que los ocupan.

Las agentes destacan la importancia del control de los pabellones en el marco de

objetivos institucionales concretos relacionados con el mantenimiento del “orden”. En

consecuencia, una de las tareas que se atribuyen estas agentes es, en palabras de

Alejandra (suboficial), poder “mantener las situaciones de conflicto reducidas al

mínimo posible”.

Las encargadas de pabellón se atribuyen un conocimiento superior sobre la

unidad, en comparación con quienes ocupan otros puestos. Un conocimiento infaltable

para el correcto funcionamiento de la institución, que implica conocer a las presas,

conocer las dinámicas de la cárcel y cómo manejarse allí.

Las agentes que trabajan en pabellones se encuentran en una posición que les

posibilita la construcción y acumulación de un conocimiento específico acerca de la

unidad y que es útil a fin de lograr su correcto funcionamiento. Sin embargo, aquello va

acompañado de una atribución de responsabilidades que exceden las obligaciones

consideradas por las agentes como parte de su puesto,tanto con las detenidas como con

el personal jerárquico que no accede cotidianamente a ese entorno. Ese lugar implica

también determinadas formas de responsabilidad y cierta tensión en las prácticas

laborales. Si bien nos centraremos en eso en el próximo capítulo, hacemos referencia,

por ejemplo, a decisiones que las agentes deben tomar, que no siempre se enmarcan en

las normas institucionales, o la responsabilidad extra que para las agentes implica la

presencia de menores en la unidad.

Teniendo en cuenta la concepción que tienen las agentes acerca del puesto que

24 
 
ocupan en la unidad y de su trabajo específico en “el penal”, en el próximo apartado nos

centraremos en problemáticas específicas del trabajo en pabellones,queconfiguran las

percepciones de las encargadas acerca de su trabajo.

“Cumplir con los objetivos”


 

En el presente apartado hacemos referencia a ciertas problemáticas identificadas

por las agentes a la hora de llevar a cabo sus tareas laborales cotidianas. Aquellas

situacionesenmarcan las posibilidades de acción y prácticas de las encargadas de

pabellóne influyen la manera en que éstas perciben su trabajo.

En los relatos de las entrevistadas, mantener “el orden y la seguridad” fue

nombrado como un objetivo fundamental de su trabajo. Lo importante para ellas es

lograr que la unidad se mantenga “tranquila” y controlar lo mejor posible todo lo que

sucede en los pabellones para así evitar “molestar a la señora (directora del penal)”,

expresó Patricia (oficial). A su vez, como funcionaras estatales, las agentes consideran

como parte de sus obligaciones, incentivar la “resocialización” de las internas, es decir,

fomentarsu “tratamiento”. Estos objetivos muchas veces se superponen, y resulta difícil

diferenciarlos en las prácticas concretas de las agentes. Si bien éste es un tema que será

abordado de manera detallada en el próximo capítulo, dicha superposición nos habilita a

pensar un nuevo eje de análisis: las limitaciones que encuentran las agentes para la

concreción de estos objetivos.

Al analizar los discursos de las agentes notamos que el objetivo de “orden y

seguridad” lo representan como prioritario frente al objetivo de “tratamiento”. De

acuerdo a las agentes, para lograr este último primero deben garantizar un lugar “seguro

y en orden”. Dicho “orden” abarca una gran diversidad de acciones relacionadas al

“control” dentro del penal, como hacer cumplir los horarios estipulados para las

25 
 
diferentes actividades, aplicar sanciones de diferentes tipos, hacer respetar los tiempos

de visita, controlar los espacios y momentos de circulación, cumplir con los protocolos

de seguridad (por ejemplo, la realización de requisas para detectar elementos prohibidos

al interior de la unidad), entre otros.

Analizaremos el control a partir de una situación específica y recurrente que

pone en tensión el cumplimiento de los objetivos del trabajo y la exigencia en la toma

de decisiones por parte de las agentes. Hacemos referencia a la presión que ellas sienten,

de acuerdo a los relatos, de dar respuesta a las necesidades de las detenidas, sentimiento

presente en todas aquellas personas que han cumplido con el rol de cuidar los

pabellones en algún momento de su carrera. Aquel rol, implica recibir todas las

demandas de las mujeres presas y buscarles una solución

  “(…) es mucha responsabilidad…todo deriva en el penal (sector de


pabellones), todo repercute allá, lo de talleres repercute en el penal, si no la
atendió la trabajadora social repercute en el penal, todo repercute adentro
entonces todo termina dependiendo de nosotras. Vos sos la encargada de turno y te
reclaman, te reclaman, te reclaman, y lo tenés que solucionar vos, no podés estar
levantando el teléfono (y avisar a los/las superiores) para todo, se trata de
solucionar allá…”(Teresa, suboficial).

Como describe Teresa, las diferentes situaciones cotidianas que tienen

lugar en la unidad cobran centralidad “en el penal”.Las mujeres presas se ven

afectadaspor diferentes situaciones y las encargadas del pabellón son quienes

tratan con ellas cara a cara y deben enfrentar, al menos en un primer momento, los

conflictos que surjan. A continuación veremos cuáles son lasproblemáticas que las

encargadas identifican para llevar adelante sustareas y de qué manera estos

problemas condicionan sus representaciones sobre su trabajo.

Como principal problemática, encontramos la “intromisión”, como las agentes lo

describen de la “sociedad civil” (organizaciones, asociaciones, agrupaciones políticas

instituciones educativas que ingresan a la unidad con diferentes fines) y de los


26 
 
“derechos humanos” (en referencia a organismos de control y denuncia) en el “buen

funcionamiento”de la unidad. Muchas agentes perciben como negativa la aparición en

las cárceles de diferentes organismos externos al S.P.B. que, según su opinión,

cuestionan una forma de funcionamiento que permite el “control” exitoso de las

personas detenidas y de la unidad. Otra problemática radica en los tipos de relaciones

que se generan entre encargadas de pabellón y otros/as funcionarios/as del S.P.B. Las

relaciones laborales implican jerarquías difíciles de respetar y órdenes que pocas veces

pueden ser cuestionadas por las agentes entrevistadas si no coinciden con las formas de

resolución de conflictos que las encargadas consideran adecuadas. Las encargadas de

pabellónen algunas ocasiones reciben órdenes en pos de un objetivo institucional, sin

embargoel puesto que ocupan implica la toma de decisiones por parte de las agentes que

pueden ser fácilmente cuestionadas por sus superiores. Las agentes al tomar decisiones

en la inmediatez de los conflictos asumen riesgos acerca de las consecuencias de sus

decisiones y pueden ser sancionadas por no responder directamente a esas órdenes o

protocolos. Por último y relacionada con las dos anteriores, ante la posibilidad de perder

el control de las situaciones y actividades que se desarrollan en la unidad, las

encargadas de pabellón expresan poseer pocas herramientas para intervenir en el

conflicto si no es a través de la fuerza física o las sanciones.

Estas problemáticas se superponen entre sí e influyen de diversas maneras en las

formas de trabajar de las penitenciariasinfluyendo en la perspectiva acerca de su función

como trabajadoras.

Retomemos la primera problemática señalada relacionada a la relativamente

reciente injerencia de la “sociedad civil” dentro de las cárceles. En la última década ha

aumentado el ingreso en las unidades penales de organizaciones que enmarcan su acción

en los derechos humanos. Principalmente desde organismos de control, de

27 
 
investigación, de promoción de los derechos y de denuncia hacia el interior de las

unidades, las cárceles comenzaron a ser, en el escenario público y académico,

instituciones a las cuales se debe conocer. Lugares aceptados y poco cuestionados en la

generalidad de la sociedad, se transformaron en objetos sobre los cuales se debía dar a

conocer lo que allí sucede (desde torturas hasta pésimas condiciones de vivienda y

alimentación) así como denunciar y controlar su funcionamiento a fin de intentar reducir

principalmente los malos tratos y las formas de vida inhumanas.

En este sentido, que las penitenciarias ejerzan las prácticas de “control” que ellas

identifican como “más eficientes” a la hora de resolver un conflicto, como sanciones3 o

violencia física, implica de manera latente la posibilidad de ser denunciadas por las

internas o por estos organismos, tanto ellas de manera individual como las autoridades

de la unidad.

Basándonos en el análisis que realiza Monjardet (2010) sobre la policía, los

resultados que deben tener las acciones de las fuerzas de seguridad estatales no son algo

explícito o escrito.Los policías consideran que cualquier tipo de control externo resulta

en detrimento de la eficacia de su trabajo.  La presencia entonces en el S.P.B. de nuevas

normas en el marco de derechos humanos, para las agentes reduce el marco de acción

que tienen como encargadas. Las agentes deslegitiman esas nuevas normas ya que para
                                                            
3
En la unidad se considera fundamental crear condiciones adecuadas de convivencia, y a fin de lograrlo
se utiliza la evaluación conceptual como forma de control y se habilita la utilización de prácticas de
castigo como, los traslados (o amenaza de ellos), las requisas o el aislamiento. La evaluación acerca de
ejercer o no estas prácticas disciplinantes y con lógicas de castigo, estará mediada por la observación del
comportamiento de las internas y la clasificación de aquel. El comportamiento evaluado como malo o
conflictivo puede derivar en el traslado de las mujeres hacia otras unidades teniendo como principales
consecuencias gran impacto subjetivo sobre las detenidas al tener que adaptase nuevamente a la unidad de
destino y en algunos casos el alejamiento de su lugar de residencia, entre otros. Por su parte, las requisas
implican la inspección ya sea de un lugar físico como la celda o el pabellón, como del propio cuerpo de
las mujeres, y son realizadas a criterio de las penitenciarias. Otras prácticas implican el aislamiento por
largos períodos de tiempo (muchas veces no determinado a las mujeres castigadas) en celdas de
aislamiento, nombradas como “tubos” por las penitenciarias; y el “engome”, ya sea individual o colectivo,
que consta de encierro en las celdas no pudiendo acceder a ningún tipo de actividad, entre otras que
podemos encontrar en varios informes (CELS, 2012; Comité contra la Tortura, 2016) Además de estas
prácticas características de las cárceles en general se suman golpizas, quita de objetos personales,
suspensión de actividades.

28 
 
ellas dificultan la realización eficiente del trabajo. “Antes de ser el trabajo hecho según

las reglas, el trabajo bien hecho es el que produce un buen resultado”, explica Monjardet

(2010:238). Según las agentes, el control de estos organismos sobre su trabajo y la

limitación de las formas de sanción generan que su trabajo sea menos eficaz.

La “aparición de los derechos humanos”, como nombran las agentes, modifica

las formas de intervención en los conflictos y las funcionarias lo perciben y se expresan

al respecto. De acuerdo a las interpretaciones de las agentes, sus acciones son limitadas,

su función es cuestionada y su rol, desvalorizado. Frente a la posibilidad de ser

denunciadas por malos tratos, por aislamientos por períodos excesivos, por golpes,

traslados y demás mecanismos violentos de control, sus maneras de actuar deben ser

otras centradas principalmente en estrategias de negociación con las internas. En

consecuencia, para las penitenciarias la presencia de los “derechos humanos” es

negativa dado que permite que las presas “mientan” sobre las formas de trato en las

unidades y que las “mentiras” sean respaldadas por denuncias, al mismo tiempo que

acotan las maneras posibles de actuar de las agentes frente a conflictos. Las encargadas

de pabellón sostienen que esta situación las desautoriza y les quita respeto frente a las

detenidas.

En el marco de esta situación, encontramos también las relaciones entre el

personal directivo y el personal subalterno. La posibilidad de tener contacto con “la

señora”, directora del penal, o con “el jefe”en el caso de ser un director hombre -

términos diferenciados por las encargadas de acuerdo al género de quien lleve a delante

la dirección de la unidad-, es uno de los principales conflictos que mencionan las

agentes y no siempre es sencillo acceder a ello. Al ser uno de los principales reclamos

que las internas tienen hacia las agentes, influye en el control de las agentes sobre los

pabellones. Determinar si un problema amerita una entrevista en dirección o no, se

29 
 
resuelve a través de una larga cadena burocrática que implica jefes/as de diferentes

áreas. Frente a esta situación ypor una constante falta de respuesta que las agente

expresan tener, las encargadas explicaron que deciden enfrentar las situaciones desde “el

penal”.

Muchos de los problemas, principalmente la falta de suministros, ya sean

productos de higiene, alimentos o elementos específicos para el bienestar de los niños y

niñas alojados/as en la unidad, exceden por completo a quienes se encuentran de

guardia. La falta de comunicación entre los diferentes eslabones de mando que no se

encuentran inmediatamente uno contiguo al otro, les genera a las agentes sensación de

“sobrecarga”, que se traduce en el maltrato hacia las internas o en una selección

subjetiva de qué necesidades serán satisfechas y cuáles no. Las encargadas de pabellón

deben solucionar la mayoría de los reclamos y situaciones de conflicto que las mujeres

realizan desde los pabellones y que no siempre se originan en ese sector.En muchos

casos se originan en la atención de los profesionales (psicólogas/os, medicas/as,

asistentes sociales) de la unidad, en relación a mercancías no distribuidas o a actividades

de las internas que fueron suspendidas por decisión de la dirección.

Las herramientas que las agentes interpretan como más eficientes, como son las

sanciones, no pueden ser puestas en práctica, al menos como primera opción. Dichas

formas de intervención son cuestionadas desde organismo externos a la unidad

“limitando” su utilización pero sin ser reemplazadas por nuevas herramientas que

adapten el “tratamiento” de las internas a ese nuevo paradigma de derechos humanos.

En función de esta situación las agentes consideran que las internas les “faltan el

respeto” constantemente ya que no encuentran manera de ponerles límites. “Ellas (las

presas) hacen lo que quieren”, es una frase recurrente cuando se habla de la relación que

con las detenidas se establece. Las agentes encuentran la solución de los conflictos a

30 
 
partir de recursos individuales, que van a depender de la personalidad de cada una y no

de una formación estrictamente institucional. En esto nos detendremos en el próximo

capítulo centrándonos en las diferentes formas de afrontar los reclamos de las internas

que tienen las agentes.

En el siguiente apartado, describiremos las particularidades que tiene el puesto

en pabellones para las agentes mujeres y el lugar que ocupan los agentes varones. Para

esto nos detendremos en las formas de trabajo que son valorados por las agentes para

llevar a cabo sus tareas y la manera en que estas formas habilitan determinada

concepción de las agentes sobre su trabajo.

Las mujeres como encargadas

En este apartado nos centramos en las encargadas de pabellón como

trabajadoras, para poder comprender un aspecto más de la percepción sobre su trabajo.

El género es otra dimensión que nos permite caracterizar de manera específica cómo se

desarrolla el trabajo de las mujeres en el interior de la cárcel, particularmente en el

sector de pabellones.

La ley nacional nº 24.600 de ejecución de la pena establece en los artículos n°

190 y 191 que las mujeres privadas de su libertad deben estar exclusivamente a cargo de

personal femenino (salvo excepciones)4.Lo cierto es que la presencia de personal

masculino es una constante en la unidad. Las agentes atribuyen la presencia de

varonespenitenciarios en el sector de pabellones a cuestiones de seguridad, dando por

supuesto que el varón tiene más capacidad para controlar situaciones de enfrentamiento

                                                            
4
Fundamentación relacionada a las reglas mínimas para el tratamiento de reclusos de la ONU, Adoptadas
por el Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del
Delincuente, celebrado en Ginebra en 1955, y aprobadas por el Consejo Económico y Social en sus.
Resoluciones 663C (XXIV) de 31 de julio de 1957 y 2076 (LXII) de 13 de mayo de 1977

31 
 
físico o de fuerza física.

Concretamente el trabajo de los hombres consta en intervenir frente a situaciones

conflictivas y, en palabras de las agentes, “cuidarlas” de las mujeres detenidas. Es a

partir de estas concepciones que indagaremos en los discursos de las agentes acerca de

su puesto de trabajo como encargadas mujeres. Primero, veremos de qué manera las

agentes conciben sus trayectorias laborales para luegocentrarnos en las características

que las distinguen de sus compañeros varones a la hora de trabajar en pabellones. Para

comenzar y centrándonos en la trayectoria laboral de los/las agentes, en las entrevistas

realizadasencontramos discursos diferentes en los relatos de varones y mujeres en

relación a la forma de describir el trabajo que realizan o han realizado durante su carrera

en el S.P.B.

La percepción sobre el trabajo propio y el ajeno varía en función del género de

los/as entrevistados/as. Mientras que los hombres no encuentran grandes contrastes en

los distintos puestos que han ocupado a lo largo de su carrera (de control o

administrativos), las mujeres sí lo hacen. De sus trayectorias laborales, ellas destacaban

la importancia y sacrificios que requiere transitar la carrera penitenciaria y enfatizaron

en los esfuerzos que han hecho para lograr un buen desempeño en sus tareas. Las

agentes destacaban con orgullo en sus relatos un nuevo puesto o un ascenso y se

comparaban constantemente con el personal masculino al mencionar con énfasis que sí

es posible alcanzar igualdad con respecto a sus compañeros varones.

En relación a esto, las mujeres penitenciarias destacaron los períodos en los

cuales ocuparon puestos jerárquicos o puestos que implicaban tener personal a cargo,

como así también el esfuerzo que significapara ellas algunos puestos, especialmente de

control. Por su parte, los hombres mencionaron un puesto y otro como parte de una

carrera laboral, sin detenerse en dificultades a la hora de llevar adelante su carrera como

32 
 
penitenciarios.

Es así que las agentes diferencian de acuerdo al género las trayectorias y

desempeño laboral, y resaltaban buscar a partir del buen desempeño en su trabajo

igualar a los hombres: “tenemos que trabajar como un hombre y no es que no podamos

hacerlo” decía Mariana (oficial); Lucrecia, por su parte, contaba que a un puesto “me lo

negaron dos veces, se pensaba que era un puesto para hombres, yo tuve que demostrar

que podía hacerlo, que podía trabajar como ellos”. Brenda y Viviana también hicieron

referencia a esto a partir de frases como “el afecto que tengo (con los compañeros) es

porque demostré que puedo hacer lo mismo que ellos”, “para destacarte tenés que

igualarte a los hombres, incluso nosotras mismas relegamos a las que no lo hacen” o

“todos podemos hacer lo mismo, pero no todos los femeninos tiene la posibilidad de

demostrarlo”.

En las citas, agentes con trayectorias laborales diferentes, señalan la importancia

de igualarse a los hombres a nivel laboral para destacarse o ser reconocidas. Las

mujeres y los hombres entrevistados tienen en general los mismos objetivos en relación

a su carrera profesional dentro del S.B.P. pero perciben de manera diferenciada la forma

en la que deben llevar adelante su trabajo y los esfuerzos que los diferentes puestos

requieren. Mientras los hombres perciben las dificultades del trabajo por las propias

exigencias (físicas y de tiempo) que implica, las mujeres señalan además que deben

igualar las maneras de trabajo de los varones para ser reconocidas o, podemos decir, que

valoran las características que implica el trabajo masculino y ven necesario

igualarlo.Igualar a los hombres, es trasmitido por las agentes como una forma de

evaluación informal en la que constantemente deben reforzar sus capacidades de

trabajo.

Si bien en las entrevistas las agentessostienen que el ejercicio del trabajo de las

33 
 
mujeres no está condicionado por el género, ellas destacan que deben igualar a los

hombres en las formas de trabajo. En este sentido, si analizamos en profundidad los

discursos, las habilidades profesionales sí son diferenciadas por las agentes de acuerdo a

esa característica. Para poder comprender esto, debemos indagar en cuáles son los

rasgos valorados por las/os agente en el S.P.B. y cuáles son las características que deben

poseer o desarrollar para ser tenidas/os en cuenta dependiendo de si se trata de agentes

mujeres u hombres.

En el trabajo cotidiano, las mujeres penitenciarias conversan con las detenidas

sobre cuestiones personales y también sobre posibles soluciones a los problemas que

puedan surgir diariamente; indagan acerca del bienestar o malestar de cada interna,

comparten momentos de intercambio de experiencias de vida dentro del ambiente

carcelario. A través de estas acciones construyen conocimiento acerca de las personas

con las que trabajan y sobre cómo accionar o negociar cuando se producen conflictos.

Esta forma de relacionarse es considerada por la totalidad de las agentes entrevistadas

como particular de las unidades de mujeres en contrapartida a las relaciones que se

generan con los presos hombres en las cárceles de varones.

Las agentes encargadas de pabellón son valoradas por poseer la cualidad de

conversar, de comprender y ser compasivas con las detenidas. Esa particularidad es

estimada de manera positiva también en las presas, ya que con ellas, de acuerdo a las

agentes, se pueden conversar las problemáticas y desarrollar en conjunto estrategias que

reduzcan la conflictividad. El rol y desempeño de las mujeres que trabajan en

pabellones es destacado por las propias agentes y por sus compañeros teniendo en

cuenta estas características.

Con base en estas descripciones, las encargadas de pabellónmencionan que se

consideran a sí mismas como “más permisivas” con las detenidas que sus compañeros

34 
 
varones, siendo esta la principal diferencia entre la presencia femenina o masculina en

los puestos de control que estudiamos. Las agentes entienden que los hombres son “más

duros” y efectivamente castigan o sancionan los malos comportamientos de las

detenidas. Las agentes describieron el trabajo de sus compañeros a partir de frases como

“ellos saben llevar mejor las situaciones” contaba Mariana. Patricia analizaba que en el

trato con la presas “son menos permisivos, son más duros, (las presas)lesresponden

mejor”; por otra parte Viviana en relación al trabajo de los hombres opinaba que “está

bien que estén acá, es en donde hay que tomar decisiones rápido” y que “por reglamento

deberían haber mujeres, pero bueno, no tienen el perfil, se necesita determinación”.

Con las descripciones como las citadas acerca de trabajo de los hombres en el

sector de pabellones de la unidad, las agentes consideran que sus compañeros tienen

necesariamente un mejor control y manejo de las situaciones, por su racionalidad, su

capacidad de tomar decisiones y las sanciones que aplican a las internas.

Por otro lado, la importancia de la presencia de los hombres en la unidad se

relaciona además al resguardo de sus compañeras mujeres. En relación a esto, Marcelo

decía:

“Nada, las sancionas (a las presas en una situación de pelea con las
penitenciarias), la cuestión de la violencia puede ser manejada de muchas
maneras, yo nunca tuve que golpear a nadie, sé que golpean, pero yo no
tuve que hacerlo. Delante de mí no golpearon a ninguna compañera, está
bueno que no golpeen, ellas (sus compañeras) saben que yo las consiento y
que yo las cuido, saben que cuando están conmigo están tranquilas, laburan
en paz”. (Marcelo, suboficial)

Marcelo en su relato da cuenta del lugar de protección que tiene frente a sus

compañeras y la posibilidad de sancionar a las detenidas demostrando su capacidad para

controlar las situaciones de conflicto. Tanto en el discurso de las entrevistadas como en

el de los entrevistados varones, la función de estos últimos es “proteger a sus

35 
 
compañeras”, concebidas como “frágiles” y “vulnerables” frente a los posibles malos

tratos que pueden recibir de las mujeres detenidas. Se valoriza positivamente alos

varones como protectores y se empaña la capacidad de acción de sus compañeras,

dejando en segundo plano las facultades antes descriptas por las entrevistadas de cara al

control de los pabellones.

En relación a la perspectiva recién señalada podemos tomar el análisis de

Melhuus (2007) a fin de que nos ayude a comprender las percepciones diferenciales de

las agentes acerca del trabajo de las mujeres y el de los hombres. La autora señala que

poder y valor son dos conceptos que nos ayudan a comprender las relaciones en función

del género pero necesitamos pensarlos en conjunto entendiendo al poder como

necesario y al valor como una cualidad; de acuerdo a la autora el poder se encuentra

asociado a lo masculino y el valor a lo femenino.

En el caso del trabajo penitenciario, la ponderación de estas características

(poder y valor) determina: en el caso de la construcción de poder, una forma de trabajo

y/o comportamiento necesario relacionada a los hombres y, en caso del valor, una

cualidad intrínseca propia de las mujeres. En este sentido, para comprender la manera

en que las agentes conciben su trabajo y el de sus compañeros varones, podemos darle

lugar a ambas características y determinar la importancia que poseen encontrando la

mayor estimación en lo masculino. Mientras que lo masculino representa el dominio y

determina la posesión de poder o no dentro de la estructura penitenciaria, lo femenino y

las cualidades que de ello se desprenden poseen un mayor valor.

La masculinización y lo masculino, las formas de trabajo entendidas como

propias de los hombres poseen mayor validez para llevar adelante el trabajo cotidiano,

son percibidas como fundamentales por las agentes y como ejemplo de la forma como

se debe trabajar. Pero, por otro lado, la feminización y las cualidades determinadas

36 
 
como específicas de las mujeres, también son vistas como una cualidad aceptable y

particular a la hora de trabajar con mujeres brindando cierta especificidad a la cárcel de

mujeres.

La necesidad de contar con la presencia masculina ante un conflicto implica que

si bien las cualidades femeninas del diálogo y comprensión y los saberes propios de su

puesto son válidos, el trabajo de las agentes depende del trabajo de sus compañeros

varones. A través de las cualidades masculinas de poder, no construidas sino

“naturales”, el rol de las agentes es subsumido al trabajo de sus compañeros en una

situación de conflicto. Podemos decir, que la manera privilegiada de controlar los

conflictos sigue siendo a través de la fuerza, las sanciones y la intransigencia en las

decisiones, todas ellas identificadas con los agentes hombres.

Dicha percepción de los roles modifica también la propia concepción de las

mujeres acerca de su trabajo. En la construcción de su rol como trabajadoras estas

formas diferenciadas de concebir el trabajo de los hombres y el trabajo de las mujeres,

genera que las agentes subestimen la utilidad que tiene su trabajo e interpreten como

más importante o fundamental el trabajo de sus compañeros varones. A su vez, esta idea

se refuerza a partir de la comparación constante que las mujeres hacen de sí mismas en

relación a los hombres, tomando como ideal de comportamiento el desarrollo de

cualidades “masculinas”, siendo las cualidades “femeninas” puestas en segundo plano a

la hora de pensar las diferentes formas del trabajo cotidiano en la unidad.

Conclusión
 

Las encargadas de pabellónorientan su trabajo principalmente en función

del objetivo de mantener bajo control y segura la unidad.En los distintos apartados

del capítulo vimos diferentes condicionantes que regulan y determinan el trabajo

37 
 
de las mujeres encargadas de pabellón.

Existen reglas tácitas y explícitas de comportamiento y organización que

estructuran la manera en que las agentes ordenan la población carcelaria en los

diferentes pabellones y módulos. El orden espacial que las agentes dispongan para

la población carcelaria influirá en un mejor o peor control de las agentes sobre la

unidad.

Por otro lado, encontramos la especificidad del trabajo en el interior del

penal y la importancia que para las agentes tiene su puesto en comparación a otras

labores que se realizan en la unidad. El trabajo en pabellones, la cercanía con las

detenidas y los conflictos que allí se producen, implican particularidades en el

trabajo de las agentes y en la relación entre compañeras/os.Resulta un puesto para

las agentes sumamente importante, según quienes trabajan allí, para lograr el

orden y seguridad en la unidad.

Todo lo anterior está atravesado por el lugar específico que ocupan como

trabajadoras mujeres en dicha institución, y el lugar que tiene su trabajo frente al

de sus compañeros varones. Este últimolo perciben como ideal y como meta a

alcanzar, y ponen en segundo plano las particularidades y valor del trabajo de las

mujeres en una cárcel para mujeres.

Todos estos ejes intervienen en la percepción que las encargadas de

pabellón tienen sobre su propio trabajo en relación a la utilidad y fines que este

tiene. La principal concepción a destacar se relaciona con que el puesto implica

una sobrecarga laboral. Para las agentes los diversos problemas,

independientemente del origen que tengan, deben resolverse en el área de

pabellones.

En el siguiente capítulo nos centraremos en ciertas particularidades del

38 
 
trabajo cotidiano de las encargadas de pabellón que nos permitirán ampliar

nuestro conocimiento sobrela percepción que tienen las agentes sobre su trabajo.

Esto nos brindará un marco de análisis más específico para comprender las

problemáticas y matices existentes a la hora de actuar en función del “control” de

la unidad y del “tratamiento” de las mujeres detenidas.

39 
 
 

3. Las encargadas de pabellón:miradas acerca de un rol


“clave”

En este capítulo nos centramos en el contacto cotidiano de las encargadas de

pabellón con las detenidas. Identificamos y describimos cuáles son los principales

aspectos que estas agentes tienen en cuenta para desempeñarsu trabajo según lo que

consideran correcto,conforme a qué situaciones las agentes construyen la percepción

que tienen acerca de su labor y qué características tienen las tareas cotidianas que ellas

asocian al cumplimiento de los objetivos de “control” y “tratamiento”.

Conocer
 

Como característica principal de su trabajo, las encargadas de pabellón

destacaron la cercanía a las detenidas y la importancia de “conocer” a quienes se

encuentran alojadas en la unidad. “Conocer” a las mujeres detenidas implica, por un

lado, estar al tanto de las actividades que cada una realiza y en qué horario las realizan:

saber si trabajan, estudian, asisten a algún taller o participan de alguna otra actividad

que implique tener que salir del pabellón en el que se alojan. Por otro lado, conocerlas

también significa identificar la singularidad de su comportamiento: reconocer y estar

atentas a los cambios de humor de cada una de ellas, a sus formas de reaccionar y a los

modos de relacionarse con otras detenidas, tanto al interior del pabellón como con

mujeres de otros pabellones.

Una de las tareas de las penitenciarias en los pabellones es mencionada por las

entrevistadas como “dar paso”. Consiste en abrir las rejas o las puertas que dividen las

diferentes secciones de la unidad, con el fin de permitir la circulación de personas que

transitan de un espacio al otro del establecimiento. Una vez habilitado el paso, las rejas

40 
 
 

o las puertas son nuevamente cerradas. Esta tarea no es exclusiva del sector de

pabellones sino que existe una persona encargada de realizarla en cada una de las rejas o

puertas del edificio.Dependiendo del sector, pueden también estar aseguradas con

candados, como por ejemplo, en el ingreso a la unidad y en el paso al sector de

vigilancia. Esta tarea a veces es acompañada por un registro en papel del nombre y

apellido de la persona que “pasa”, principalmente si es ajena al personal de la unidad.

En el caso concreto del sector de pabellones, el “paso” es una de las tareas

principales que realizan las penitenciarias. Implica la apertura y cierre de rejas con

candados a fin de habilitar la circulación de las internas, de los pabellones a espacios

comunes como el patio, la escuela, los talleres o sanidad. Las agentes cuentan que,

generalmente, la tarea es dividida en sectores y una persona puede estar encargada de

más de un “paso”.

Alejandra describe la tarea como tener que estar “yendo y viniendo, yendo y

viniendo, cuando vos estas abriendo una reja, están golpeando la otra, nunca llegás”;

Brenda en el mismo sentido, cuenta que se trata de “abrir, abrir, abrir, caminar, caminar,

caminar, bancarte los insultos, caminar, caminar, abrir”. Es una tarea identificada por las

agentes como “dinámica” y “cansadora”. Para “agilizar” y “facilitar” su trabajo, las

penitenciarias consideran fundamental el registro mental de algunos datos: saber

quiénes son las mujeres que pasan de un lado al otro de las rejas, hacia dónde se dirigen

y si corresponde que lo hagan o no, en función del horario y las actividades.

En este sentido, al momento de describir su primer día de trabajo en pabellones

las agentes hicieron referencia al acercamiento con las detenidas de manera

individualizada, como estrategia para sortear alguna de las dificultades con las que se

encontraron. Ellas entienden que dicha forma de conocimiento “facilita el trabajo” ya

que saber el apellido de cada una (el apellido es la manera de nombrar y dirigirse a las

41 
 
 

internas), el pabellón del cual son parte y las actividades que realizan son fundamentales

a la hora de organizar y controlar la unidad. Brenda, una de las oficiales entrevistadas,

remarcó en su relato esta situación contando lo siguiente:

“Cuando llegás(a trabajar por primera vez a la unidad) lo único que ves son rejas cerradas
y te encontrás con las internas que te dicen ´paso para acá, paso para allá´, y vos como sos
nueva, tenés que estar todo el tiempo preguntando que adónde van, que cómo se llaman,
diez mil veces hasta que te acordás el apellido. Hasta que te lo aprendés medio que les
hincha, tienen que contestar y se ponen medias incordiosas. Le genera a la interna como
un fastidio: ´ay señora, diez veces le dije mi apellido´; hay algunas que ni te
contestan”.(Brenda, oficial)

Muchas de las agentes mencionaron la importancia de aprenderse los nombres lo

más rápido posible ya que preguntar constantemente el apellido de las internas es

interpretado por las detenidas como una falta de respeto. Ante la reiteración de la

pregunta por el nombre, puede suceder, como relata Brenda, que las internas decidan no

contestar, generándose tensiones entre presas y penitenciarias. Identificar a las internas

les permite a las agentes, tener mayor control de la circulación y, a su vez, evitar

tensiones cuando las internas se acercan a la reja a “pedir paso”.

Brenda y Teresa, coincidían en la importancia de “conocer” a las internas y “dar

paso” de manera fluida para que estas las “respeten”. Estas formas de trabajar les

permiten construir un lugar de autoridad a partir de un intercambio de palabras que

contribuye a la reducción de los momentos de choques o discusiones con las detenidas.

Así muestran que tienen el “control” de la situación y les permite lograr un intercambio

más fluido y menos conflictivo con las detenidas. Teresa en este sentido contó que si las

agentes demuestran saber, frente a los pedidos de “paso”, que a determinada detenida no

le corresponde circular por ahí en ese momento, la detenida entiende que la agente

“sabe lo que hace” y en consecuencia la reconoce y respeta en el ejercicio de su función.

Otra aspectoque las penitenciariasdeben“conocer” de las internas para el eficaz

desempeño de su trabajo, es la condición de madre o embarazada de algunas mujeres.

En la unidad estudiada, se encuentran alojadas mujeres embarazadas y mujeres con sus


42 
 
 

hijos/as. Este tipo de población, a diferencia de la “población común”, tiene “libre

circulación” por la unidad, es decir, las mujeres pueden trasladarse con los niños/as a los

lugares comunes, como el patio o sanidad, prácticamente sin restricciones. Por ejemplo,

las “mujeres madres” no tienen horarios determinados para ir a “la plaza” sino que

durante el día pueden acceder cuando la madre del niño/a lo requiera, y éstas pueden

acercarse a “pedir paso” en momentos en los cuales la circulación por la unidad está

restringida, como puede ser durante el “cierre”5 o durante el “recuento”6.

Diferentes agentes explicaron que esta particularidad es consecuencia de que las

autoridades de la unidad dan prioridad al bienestar de los niños/as y consideran que son

las madres las que se encuentran detenidas y no sus hijos/as. A su vez, esta perspectiva

contribuye para las encargadas, a la pérdida de control de la unidad por parte de las

agentes. Éstas haciendo una comparación con las detenidas de población común

interpretanque el trato con las “madres” es muchas veces “limitado”. En relación a esto

Viviana nos dijo:

“(a población común) si no sé a dónde vas, no salís. Una madre sale, sale por la panza o
por el bebé en brazos. Si la interna (madre) me dice: ´señora deme paso´, yo le doy paso,
sin pedirle explicaciones. A población es: ´ ¿vas al médico?, bueno no, el médico va a
bajar acá´ (a pabellones). Tenés más control”. (Viviana, oficial)

Las agentes explicaron que no “darle paso” a una mujer madre o embarazada

puede generar conflictos inmediatos, como el reclamo de las compañeras de pabellón de

la interna para que dejen salir a la mujer que pide “paso”.También conflictosa futuro, si

esa prohibición del paso trae aparejadas consecuencias, por ejemplo, en la salud de

                                                            
5
Las agentes penitenciarias denominan “cierre” al momento de la noche en el que los pabellones se
cierran con candado y queda prohibida definitivamente la circulación por otros sectores de la unidad hasta
la mañana siguiente, momento en el que vuelven a ser abiertos. El cierre se realiza diariamente a las 20:00
hs.
6
Las agentes penitenciarias denominan “recuento “ al momento del día, puede ser más de una vez al día,
en el que se prohíbe la circulación en la unidad porque se cuenta a las internas con el fin de corroborar
que la totalidad de las internas se encuentren en la unidad y prevenir, por ejemplo, fugas.

43 
 
 

los/as niños/as. Por lo tanto, saber identificar a las internas y sus rutinas, es importante

para las agentes a fin de conservar el control respecto de la circulación en la unidad y

evitar conflictos o confrontar con las internas.

Como se nombró al inicio, conocer las personalidades de las internas y las

reacciones usuales de cada una de ellas o de los grupos que integran, es para las agentes

otro aspecto importante para el desempeño de su función. Esta cuestión es favorecida

por el contacto permanente que sostienen con las detenidas, a través del cual se habilita

la construcción de un conocimiento que, según las agentes, es producto de la

“experiencia” en el trabajo y de las “horas compartidas con las mismas personas”, como

describió Mariana.

Por ejemplo, notar y saber manejar los cambios de humor de las detenidas,

permite según las encargadas de pabellón, controlar y principalmente prevenir los

conflictos, “berrinches” y situaciones tensas que puedan generarse. Brenda destaca la

importancia de comprender que“son personas que tiene sus días como todos” y en

consecuencia, poder leer esos comportamientos, les permite no confrontar

innecesariamente con las detenidas. Algunas mujeres oficiales resaltaron lo ventajoso de

tener contacto directo y cotidiano con las detenidas como grupo de personas, ya que les

brinda experiencia. Para ellas, como oficiales, esa experiencia puede resultar de utilidad

en un futuro para el manejo de recursos humanos, es decir, si en sus carreras como

penitenciarias asumen un puesto que implique tener personal a cargo.

Además, algunas agentes explican que en situaciones conflictivas como las

peleas, conocer a las internas resulta importante a la hora de decidir la forma de

intervención. En las entrevistas, las encargadas expresaron que como agentes saben que

no deben intervenir en las peleas entre detenidas. Contrariamente deben llamar a

quienes trabajan en la guardia, ya que ellos/as poseen elementos de protección con los

44 
 
 

que ellas no cuentan. En muchos relatos como el de Teresa o el de Lucrecia, las

agentesnombraron que intervenir para separar las peleas es un error de principiantes que

todas han cometido alguna vez.

Sin embargo, hay otras intervenciones que dependen de la manera en que las

agentes interpreten la situación, en base al conocimiento que tienen de las mujeres y/o

de las dinámicas grupales. Por ejemplo, no intervenir en la pelea pero tampoco llamar a

la guardia, es decir, permitir que la pela se desarrolle. Esta puede parecer una acción

contradictoria respecto de una norma general, pero en ocasiones, es una práctica

aceptada, ya que se sostiene en la lectura que las agentes hacen de esa situación

específica. La existencia de una ganadora en una pelea o de un grupo ganador, si el

enfrentamiento es entre grupos de mujeres, puede dar fin a algún conflicto anterior.

En relación a lo descripto, podemos ver que “conocer” a las mujeres detenidas,

permite a las agentes tener un mejor desempeño laboral. Tener control sobre las

actividades cotidianas de la cárcel y quiénes las realizan no sólo facilita el trabajo sino

que les otorga a las agentes respeto frente a las detenidas y frente a las/os

compañeras/os. Conocer a las detenidas también implica que las agentes construyan un

conocimiento específico y exclusivo del puesto que ocupan. Dichos saberes les brindan

herramientas para llevar adelante su trabajo y poder reducir los conflictos que surjan.

Relacionado a esto, usar ese conocimiento de manera acertada habilita la posibilidad a

que ciertas prácticas contrarias a las normas o protocolos se tornen legítimas. Conocer

en definitiva, les permite a las agentes desde diferentes aspectos tener bajo control los

pabellones y posibilita prevenir conflictos manteniendo “tranquila la unidad”.

En el próximo apartado describiremos la tarea que las agentes identifican como

principal en el trabajo cotidiano en pabellones, esta es, recibir las demandas de las

internas. Indagaremos en qué concepciones acerca de las mujeres detenidas y sus

45 
 
 

pedidos se ponen en juego a la hora de decidir la manera de responder a los pedidos de

las internas.

Recibir las demandas


 

El trabajo en pabellones, como ya dijimos, implica estar en continuo contacto

con las detenidas. Además de controlar los lugares de acceso y circulación, como hemos

señalado en el apartado anterior, la recepción de las “demandas” de las mujeres

detenidas, es otra de las tareas cotidianas destacadas por las agentes entrevistadas. Las

internas, por su condición de encierro, ven imposibilitadoel acceso por sus propios

medios a diferentes bienes materiales o a la satisfacción de algunas necesidades. En

consecuencia, cada cosa que necesitan es pedida a las encargadas de pabellón.

De acuerdo con las descripciones de las penitenciarias, los pedidos de las

detenidas varían mucho en su contenido. Las internas se dirigen a las agentes con el fin

de conseguir bienes materiales como ropa de abrigo, útiles escolares, elementos de

higiene, pañales o alimentos específicos para los/as bebés y niños/as. También hacen

reclamos acerca de las condiciones materiales de la unidad o de la calidad y cantidad de

la comida. Asimismo, se dirigen a las encargadas para acceder a una consulta con el/la

médico/a de la unidad, para comunicarse con su defensor/a o para solicitar hablar con la

directora o jefa de penal cuando existe algún problema puntal que las aqueja.

Las mujeres de un pabellón transmiten a las encargadas necesidades de diversa

índole: lograr el “paso”, que las encargadas sean intermediarias frente a otro/a

funcionario/a de mayor jerarquía que ellas o que los bienes o “mercancías” sean

entregados. El conjunto de estos reclamos fue nombrado por las agentes como

“demanda”, sin diferenciar el motivo o contenido de los mismos.

De esta manera, las encargadas de pabellón ocupan un puesto que las posiciona

46 
 
 

como intermediarias de toda necesidad enunciada por las internas, lugar en el cual,

según describieron las entrevistadas experimentan continuas “exigencias”. Teresa y

Alejandra manifestaron que la dinámica de intercambio obligatorio que implica la

situación de encierro de las mujeres presas y el puesto de trabajo en pabellones que

tienen ellas en la unidad, hace que las agentes perciban los reclamos de las detenidas

muchas veces como “inabordables”. En el mismo sentido, muchas agentes calificaron a

las detenidas como “muy demandantes” y a la tarea como “desgastante”.

De los reclamos cotidianos de las detenidas y las posibilidad o no de

solucionarlos, surge en las agentes sentimientos de resignación y por momentos de

enojo.Para Patricia “la interna no entiende que todo no se puede”, mientras que otras

agentes expresaron de diferentes maneras la misma idea, tanto en relación a la

percepción que tienen las internas sobre los reclamos, como a los modos en que éstas se

dirigen a las encargadas. “No te entienden lo que le decís”, contó Viviana al referirse a

la insistencia de las detenidas en los reclamos. Por su parte, Brenda expresó que “estar

todo el tiempo con ellas (las detenidas), es desgastante, no paran un segundo, están todo

el tiempo: ´quiero, quiero, quiero´”.

Por otro lado, en los relatos las agentes hicieron referencia a los modos que las

internas emplean a la hora de pedirles cosas. Plantearon que cuando las mujeres les

solicitan cosas las “atosigan” y que no piden sino que“exigen”.Para el caso de la

población de madres, las agentes perciben que la exigencia de sus pedidos es continuay

más intensa. Al tener las “mujeres madres” a los/as niños/as a cargo y mayores permisos

de circulación, como describimos en el apartado anterior, muchas agentes las

caracterizaron como “mucho más demandantes” que las mujeres de población común.

Las demandas de las primeras les resultan “prácticamente incontrolables” ya que a los

pedidos de cada mujer se suman los pedidos por el bienestar o necesidades de los/as

47 
 
 

chicos/as.

Cuando las internas plantean “demandas”, la decisión de responder a ellas o no y

de qué manera hacerlo, recae, la mayor parte de las veces, sobre las encargadas de

pabellón. Relacionado a esto, las mujeres penitenciarias mencionan distintos factores a

tener en cuenta. Uno de ellos es la posibilidad de contar o no con los recursos materiales

demandados. En la unidad estudiada muchas veces el personal no cuenta con las

mercancías que las presas piden, como alguna comida específica para ellas o para los/las

niños/aso elementos de higiene o de saneamiento.

Durante mis ingresos a la unidad, por ejemplo, pude observar algunas

situaciones en las que el personal, tanto subalterno como directivo, tuvo que resolver

situaciones de estas características. Por un lado, hacía varios días que las madres no

recibían la materia prima para la papilla de los/as bebés. La directora contó que hacía

días que estaban intentando resolver esa situación desde el penal y que el día anterior la

jefa de penal le había pedido a ella que intervenga. Es así que la directora decide

realizar una llamada telefónica y luego de un saludo cordial y simpático en el que se

notaba que conocía a su interlocutor, la directora pregunta:

“Escuchame, la papilla para los nenes, ¿vos cuando creés que me la vas a mandar?,
porque hace una semana que las madres no tienen, se me van a ´parar de manos´, ya me
dijeron que sin papilla hasta los nenes se ´van a parar de manos´ (se ríe)”.

Exagerando con un chiste la situación de conflicto que podía generarse si la

comida no era provista a las madres, la directora de la unidad dejaba en claro la

necesidad de contar con ese bien, siendo ella quien debía reclamarlo. De lo contario,

podrían generarse conflictos en el sector de pabellones.

Frente a la ausencia de recursos, las encargadas de pabellón contaron que se

intenta sortear los reclamos de las internas o resolverlos parcialmente. Primero, porque

saben de la imposibilidad para cumplirlos y segundo, para molestar lo menos posible al

personal superior. En relación a esto Patricia expresaba que “siempre buscamos la

48 
 
 

posibilidad para poder cumplir, te la rebuscás, y tirás, tirás, hasta que no da más”.

“Tirar” una situación hasta que no da más, implica que las encargadas de pabellón se

hacen cargo de una situación hasta que consideran necesario dar intervención a personal

jerárquico. Fue así en el caso del pedido de papilla a la directora del penal, o cuando una

interna no cesa los reclamos y exige por una situación puntual hablar con la directora. El

pedido de papilla ejemplificado más arriba es importante y es el personal jerárquico

quien se encarga de reclamarlo. La importancia no radica estrictamente en el bienestar

de las madres y sus niños/as, sino como refiere la directora a modo de chiste, en las

consecuencias y posibles reclamos que pueden generar las internas. Dichos reclamos

influyen directamente en el buen control de la unidad y en la ausencia de conflictos.

Distintos son los casos en los cuales los elementos materiales están al alcance de

las penitenciarias o cuando los reclamos no implican “mercancías”.Para estos casos

evidenciamos interpretaciones diferentesen los discursos de las entrevistadas, acerca de

la respuesta que dan las agentes a las demandas de las internas.

Por un lado, plantean la importancia de “comprender” la situación de las mujeres

y entender que son en palabras de Alejandra y Patricia “personas con carencias”. Con

esto hacen referencia por un lado, al origen de las detenidas, la mayoría de ellas

provenientes de sectores pobres de la sociedad, y por otro, a situaciones de violencia

física o sexual a las que algunas fueron expuestas antes de entrar a la cárcel.

“Comprender” también implica notar y tener en cuenta la situación de encierro que

atraviesan las internas, por ejemplo, la lejanía respecto de sus familias. En este sentido,

como forma de cumplir con el trabajo pero también advertidas de la situación de las

detenidas, tratan de hacer todo lo posible a fin de satisfacer las necesidades de

lasinternas.

Por otro lado y en contraposición con lo recién expuesto, las agentes atribuyen la

49 
 
 

gran cantidad de recamos que reciben de las detenidas a lo habituadas que están a que

en el Servicio Penitenciario les den todo lo que necesitan. En consecuencia, las mujeres

“se quejan de llenas” y “se quejan porque están cómodas”, expresaban Mariana y

Patricia al respecto. En este sentido, varias agentes explicaron que, para ellas, las

mujeres detenidas olvidan las “carencias” sufridas antes de caer detenidas y el reclamo

entonces, surge a partir de la oferta que brinda el S.P.B., a veces innecesariamente y en

exceso. En el caso de la población de madres las agentes que identificamos con este

discurso, remarcaron aún más esta postura, haciendo referencia a que dicha población

hace uso de los niños/as para pedir más cosas, es decir, que solicitan diferentes

elementos poniendo como excusa el bienestar de los/as niños/as.

Las agentes tienen la decisión sobre qué demandas responder o priorizar y cuáles

ignorar o postergar. Dicha decisión está influenciada por la perspectiva de las agentes de

que muchos reclamos de las internas son innecesarios. Además, a esto se suma que las

agentes perciben esos reclamos como una “exigencia” por parte de las internas y no

como un simple pedido. La perspectiva que las agentes adoptan para interpretar los

pedidos de las mujeres presas, influye en la forma en que desarrollan su trabajo.

En este sentido comentaron que muchas veces hay pedidos de fácil resolución,

que sin embargo algunas agentes deciden no resolver, aludiendo diferentes motivos.

Ojeda (2013) en su trabajo acerca de una cárcel federal de mujeres, identifica en la

dinámica de intercambios, el uso estratégico del tiempo como una práctica del personal

de la unidad que refleja su perspectiva sobre el encierro. En este sentido la espera de las

detenidas resulta la aplicación indirecta del castigo. Nos resulta relevante esta postura

ya que demuestra las opciones que tienen las encargadas. Para las agentes existen ambas

posibilidades, la decisión de actuar o no y también, la posibilidad de regular el tiempo

de intervención, es decir, cuándo facilitar los bienes.

50 
 
 

Un motivo común, presente en los relatos, se relaciona al juicio que las agentes

establecen respecto del merecimiento o no de “beneficios”, el cual se basa en la

percepción subjetiva que tienen de aquella interna que realizar el pedido. Como dijimos

más arriba, existe la representación de la mujer presa como una demandante ilimitada

que tiene todo lo que necesita y aun así continúa demandando. A esto se suma la

representación que las agentes tienen respecto del delinquir, acción que para ellas remite

a una elección personal, por lo que las condiciones de la cárcel son parte de lo que

deben atravesar las internas como consecuencia de la decisión tomada.

“El que no sabe lo que es esto dice ´pobres’, y no son pobres de nada, porque ellas
acá tienen todo, y por ahí una persona normal como nosotras afuera, te levantás,
trabajás, procurás tus cosas, ellas acá tienen todo y no saben valorarlo. Si te digo,
no quisiera estar encerrada porque la libertad no la pagás con nada, si lo mirás de
ese lado si, son pobres minas presas porque es un bajón, pero algo hicieron y no la
pasan mal acá porque se van y vuelven, salen a la calle y a los tres meses vuelven a
entrar. Acá tienen la leche, los pañales, la comida, la calefacción y a cambio de
nada, porque no hacen nada. A muchas, el 90%, les gusta vivir acá y viven bien, vos
afuera tenés que procurarte tus cosas, la comida, tenés que comer, leche, las cosas
para tus hijos. Y yo tengo un bebé, noventa pesos sale un chupete, acá tienen cinco
o seis cada uno, ¿me entendés? Después nosotras somos los ogros, nosotras no las
trajimos acá”. (Teresa, suboficial)

Teresa en su relato, deja en evidencia la comparación que establece entre ella y

las detenidas respecto de la disponibilidad de mercancías y el esfuerzo para

conseguirlas. Esta idease conjugacon la concepción de las agentes descripta más arriba,

acerca dela necesidad de las penitenciarias de “comprender” la situación de las mujeres

detenidas. Una postura no excluye a la otra, y ambas influyen en la evaluación que

hacen las agentes de cómo resolver las demandas, implementando criterios

discrecionales al momento de optar por la resolución o no de las mismas.

Las diferentes formas de percibir la tarea de recibir las demandas de las internas,

influye en la manera en que las agentes conciben su trabajo y sus funciones. Por un

lado, percibir los pedidos como exigencias y recibir malos tratos si las demandas no son

51 
 
 

cumplidas. Por otro, la concepción de que las detenidas de cierta manera demandan de

manera exagerada más de lo que necesitan. Estas son nociones que influyen en la

conjugación de una concepción negativa de las agentes sobre la tarea en particular y su

trabajo en general.

En los relatos relacionados a esta temática las agentes mostraron desincentivo

con el trabajo principalmente por la “falta de respeto” que reciben en los pedidos de las

internas y el “desgaste” que ello les produce. A su vez sienten que a nivel institucional

se priorizan las demandas de las internas y no se tienen en cuenta los malos tratos que

ellas “soportan” por parte de las detenidas.

En relación a esto último, la mayoría de las agentes expresaban la idea “nosotras

también somos personas”, haciendo referencia a la sensación de desprotección que

sienten en su trabajo e interpretando que la atención está puesta en las detenidas y no en

el equipo de agentes. Si bien algunos relatos matizaban esta postura argumentando que

como agentes no están en iguales condiciones que las internas, la mayor parte de las

entrevistadas demostraron cansancio y enojo frente a la situación de desprotección que

perciben.

Teniendo en cuenta lo descripto, podemos señalar diferentes concepciones de las

agentes respecto de la relación que establecen con las internas en función de las

demandas y reclamos de estas. En un principio las agentes asumen la tarea de recibir las

demandas, como un deber del trabajo que tienen que cumplir, comprendiendo la

situación de la interna más allá del fastidio y la molestia que les produce. Además, a la

hora de responder a las demandas existe la posibilidad de que las agentes cuenten o no

con los recursos para cumplir con los reclamos. No contar con los recursos imprime

complejidad al trabajo de las agentes teniendo que lidiar con los reclamos que persisten

o pedir intervención a personal jerárquico.

52 
 
 

En los casos en los cuales los recursos existen se ponen en juego factores

subjetivos como la percepción que tienen de las mujeres presas y el desgaste en el

trabajo. Concebir, por ejemplo, que las mujeres demandan demasiado o que tienen

malos modos influye enla decisión de que las agentes respondan o no a los reclamo y en

qué momento hacerlo. En esta situación se superponen concepciones que entendemos

responden a objetivos diferenciados.Por un lado, se tienen en cuenta las necesidades de

las internas y se concibe la tarea como parte del trabajo de la agente, en este sentido, se

la relaciona con objetivos vinculados al tratamiento de la interna. Por otro lado, las

agentes deben poder manejar las demandas de las internas a fin de mantener el orden y

poder controlar el sector en el que trabajan. Esto último se manifiesta más claramente en

las situaciones en las cuales las agentes no cuentan con las mercancías que las detenidas

solicitan.

El tratamiento yel control como objetivos, se superponen en otras acciones de las

agentesque describiremos en el próximo apartado a partir del análisis de las diferentes

concepciones que tiene para las agentes la terea de “contener” a las internas.

Contener
 

En los discursos de las agentes encontramos constantemente la idea de

“contención”. Para las penitenciarias “contener” a las internas implica por un lado,

acompañarlas emocionalmente y, por otro, interactuar con ellas en situaciones

conflictivas con el fin de evitar que se acrecienten las hostilidades.

En relación a “contener” de manera emocional, una tarea del trabajo -a veces

descripta como “tediosa” pero otras veces como “gratificante”-, consta en estar atentas a

los estados de ánimo de las detenidas. De acuerdo a las agentes, las mujeres detenidas

expresan malestar por la situación de encierro, principalmente por la incertidumbre que

53 
 
 

tienen sobre la situación de su familia fuera de la cárcel. Las agentes coincidieron en

que la “contención” se aprende en la práctica. Al respecto Viviana contó:

“En la escuela te dicen, las leyes son estas, los derechos del interno son estos, y
cuando llegás acá, te das cuenta de la realidad. ¿Cómo le hago tratamiento a una
interna que llora?, la tenés que contener, una interna que no ve a su familia, la
tenés que contener, una familia que viene a verla y se va, la tenés que contener. Te
dan teoría, pero vos acá tenés eso y algo tenés que hacer y no siempre sabés
cómo”.(Viviana, oficial)

Como vemos en el fragmento de la entrevista a Viviana, las mujeres presas

atraviesan diferentes circunstancias que las afectan y las agentes deben aprender a través

de su trabajo cómo llevar adelante cada situación.

En el relato de la oficial podemos dar cuenta de la importancia que tiene la

familia tanto para las internas como para el “tratamiento” de las mismas. Las familias

ocupan un lugar fundamental en el bienestar de las detenidas, principalmente por las

visitas a las internas y, en el caso de las que son madres, el grado de preocupación que le

despierta a cada una de ellas, los/las hijos/as que están “afuera”. Las agentes señalan

que la familia es un pilar central en la “contención” de las internas para sobrellevar el

encierro, pero también es la principal causa de angustia de las mujeres detenidas y una

problemática a abordar desde el “tratamiento” penitenciario.

Con el fin de “contener” a las mujeres detenidas en situaciones de angustia,

llanto, enojo o malestar, las agentes describen como parte de su trabajo mirar, estar

atentas a esas situaciones pero, principalmente, hablar con las detenidas. En este

sentido, mencionaron que para ellas, trabajar en pabellones implica tener “muchos

roles”, como controlar, cuidar a las detenidas para garantizar seguridad y también,

“hacer de psicólogas”. Patricia describió parte de su trabajo de la siguiente manera:

“Horas charlando con la interna para que baje los decibeles, para que entiende
que ella está acá y su familia no tiene que verla así. No sé, te puedo decir mil
situaciones de la vida de cada una, hay un montón de situaciones y vos te encontrás

54 
 
 

con todo eso y terminás siendo penitenciaria, y también sos psicóloga, porque
también tenés que dialogar con la interna para no crear una situación más
complicada de la que ya tenés”.(Patricia, oficial)

Las agentes nombraron hablar constantemente y generar un diálogo con las

mujeres presas como acciones fundamentales a la hora de intervenir ante los diferentes

estados emocionales de las detenidas. Tantas horas de trabajo en el mismo puesto

habilitan estas charlas, principalmente durante las guardias nocturnas, momentos en que

la unidad está “más tranquila”. Dialogar con las internas implica para las agentes,

ayudarlas a comprender la situación de encierro e intentar “calmaras”, pero también

implica conocer sus historias de vida y comprender mejor qué les sucede.

A través del diálogo y un mayor acercamiento entre las agentes y las mujeres

presas, por momentos logran sortear el antagonismo que existe entre ellas. Las amplias

jornadas compartidas por las agentes y las detenidas habilitan este tipo de relación.

Dicho acercamiento, para las encargadas de pabellón depende de la voluntad personal

de cada agente, contando que “si querés, les entrás” o “si querés mejorar las cosas,

entrás”. Estas frases extraídas de los relatos de Mariana y Viviana, hacen referencia a

que si hay voluntad por parte de una agente penitenciaria para acercarse desde un lugar

más personal a las internas y ganar la confianza de estas, existen formas de hacerlo.

En relación a esto, muchas agentes mencionaron la importancia que tiene la

“sinceridad” a la hora de acercarse a hablar con las internas. Ser “sincera”, para las

agentes, es poder transmitirles que están ahí para ayudar a resolver la situación,

mostrarles su interés y voluntad y ser consecuentes en la práctica con dicha actitud.

En relación a esto último, Alejandra expresó que “hay cosas muy sencillas de

hacer que sin embargo muchas no las hacen”. Con esta expresión, la agente diferencia

aquellas trabajadoras con voluntad de “contener” y ayudar a las mujeres, en

contraposición a otras que no lo hacen. Algunos ejemplos de “cosas sencillas de hacer”,

55 
 
 

son: “conseguir un llamado telefónico para que una interna hable con la familia para

quedarse tranquila sobre alguna situación que se enteró sucede ´afuera´ y deje de llorar”

(Alejandra); “tramitar con celeridad los requerimientos judiciales” (Viviana) y hacer

alguna averiguación acerca de las causas penales o las resoluciones de los jueces sobre

diferentes pedidos realizados por las detenidas. Otro ejemplo es “conseguir algo rico

para algún cumpleaños” (Teresa), lo cual refleja una buena relación entre la agente que

lo tramita o consigue y la/las presas. Esto último para las agentes constituye un gesto

que fomenta el bienestar de las detenidas.

Estas maneras de intervención las agenteslas describen como formas correctas de

actuar como penitenciarias, por un lado, por fomentar el “tratamiento” de las detenidas

y por otro, por lograr mantener “tranquila” la unidad. Como dijimos al inicio del

apartado y como se citó, en palabras de Patricia “tenés que dialogar con la interna para

no crear una situación más complicada de la que ya tenés”.

En suma, “contener” a las detenidas implica involucrarse consu situación

emocional e interactuar con ellas en situaciones problemáticas con el fin de evitar que se

acrecienten los conflictos. Estas formas de describir la contención, no se encuentran

escindidas una de otra.

Como principal acción, las agentes mencionan la posibilidad de hablar con las

detenidas. Hablar en una situación de conflicto, en donde se generan reclamos

colectivos por diferentes motivos (alimentarios, recreativos, sanitarios), es una práctica

efectiva, según las agentes, para reducir o eliminar el conflicto. A su vez, las agentes

perciben como meritorio lograr hacerlo.

En la posibilidad de diálogoidentificamos la intención de las agentes de “hacer

reflexionar” a las internas acerca del comportamiento conflictivo que están teniendo.

Esto con el fin de que desistan y se comporten de manera “correcta” o evitar mayores

56 
 
 

conflictos. Las penitenciarias relataron que, una forma de diálogo para reducir o

prevenir un conflicto es, plantearles a las internas las consecuencias que pueden traer

aparejados los reclamos que realizan o las formas en que realizan dichos reclamos.

Los modos de acercamiento de las agentes a las presas son variados y, además de

las advertencias acera de las consecuencias, también amenazan con posibles sanciones

individuales o colectivas, o con la utilización de fuerza física. Alejandra nos contó que

para evitar esto último o posibles conductas de autoflagelación de las internas, a veces

permiten que el reclamo continúe pero de manera controlada. “Seguí gritando, pero que

ni se te ocurra pegar”, es una advertencia para mantener “tranquilas” a las internas en

situaciones conflictivas.

Como vemos, estas lógicas de acercamiento y “reflexión” se encuentran

presentes en un discurso a favor del diálogo y la comprensión, pero dicho discurso se

enmarcan en advertencias sobre posibles sanciones que pueden ser aplicadas si no se

acatan las sugerencias de las encargadas de pabellón. Una vez que las agentes hacen las

advertenciaspara que “la interna reflexione”, si la situación conflictiva continúa, las

sanciones o agresiones para las encargadas están justificadas. La posibilidad y los

diferentes modos de generar diálogo, van a depender, según las agentes, de la

personalidad de cada trabajadora y de la confianza que se haya generado con las

detenidas en otras instancias. De las entrevistas elegí un episodio que ayuda a ilustrar

estas situaciones y las formas de actuar de las agentes.

La escena que relata Alejandra sucedió en un pabellón de población donde las

mujeres gritaban y golpeaban cosas en reclamo de mejores condiciones alimentarias.

Esta situación preocupaba a Alejandra ya que el reclamo podía extenderse a otros

pabellones, además de generar conflictos en la unidad. La suboficial entrevistada

planteó que “una sanción colectiva” era un opción posiblepara frenar el reclamo, ya que

57 
 
 

“si (las internas) arman bondi (generan conflictos) o se mandaron un moco en un

pabellón se las encierra a todas y listo”.Pero, también habló y destacó sus capacidades a

la hora de acercarse a las detenidas y lidiar con el conflicto: mencionó específicamente

la capacidad de “hacerlas reflexionar” sobre las consecuencias del comportamiento que

colectivamente estaban teniendo. El diálogo de la agente con las detenidas se basaba en

recordarle a las internas que la jefa de penal que en ese momento trabajaba en la unidad,

venía de una cárcel con régimen de máxima seguridad y que la costumbre en aquella

institución era mantener a las internas encerradas en sus celdas y darles permiso para

salir dos horas al día. Que el conflicto continúe, podría implicar para las detenidas

perder “privilegios” en relación a la circulación que tienen en esa unidad, y que sean

aplicados mecanismos o dinámicas diferentes a las acostumbradas, perjudiciales para las

detenidas. De acuerdo al relato, Alejandra a través de esa intervención logró el fin de la

protesta.

En esta descripción podemos ver cómo la sanción no es tomada como primera

opción por las agentes, pero siempre es una advertencia latente y posible de ser

aplicada. Además, la “resolución” del conflicto no implica siempre para las agentes

resolver las necesidades o reclamos, sino que puede significar acallarlos, postergarlos o

anularlos, logrando calma en la unidad.

De acuerdo a las agentes, la capacidad de “hacer reflexionar” a las internas,

además de dar fin a los conflictos o reducirlos, permite también la posibilidad de

generar un “compromiso” y en consecuencia “colaboración” por parte de las detenidas.

Por un lado, las agentes nombran la noción de “colaboración” como una forma

exitosa de desarrollo de su trabajo. La “colaboración mutua”, está relacionada con el

papel de intermediarias y la posibilidad de facilitar soluciones a problemas y

necesidades de las internas. Por otro lado, evitar la sanción y simplemente advertir a las

58 
 
 

detenidas, implica para las agentes “generar un compromiso” por parte de la interna:

“Seguí gritando, pero no pegues”(Alejandra); “yo sé que la única forma de que te

escuchen(a la interna)es reclamando a los gritos, ahora yo te digo, gritá pero ni se te

ocurra tirar una piedra” (Mariana); “Estás generando un compromiso, vos (agente)

prometés que no hacés tal cosa (sanción) y, vos (interna) prometeme que sólo vas a

hacer teatro. Lográs que grite, consiga lo que quiere y vuelve la paz” (Patricia).

Para las agentes lograr “colaboración” mejora los vínculos con las detenidas y

apacigua los niveles de conflictividad. Pero también implica generar una “deuda” por

parte de las detenidas. Para las penitenciarias, lo que puede ser leído como un favor o el

cumplimiento del trabajo, dependiendo de cada caso, puede resultar una dinámica más

compleja. Las agentes plantean que en futuras situaciones conflictivas, dichas prácticas

generan “una deuda”, según algunas, y una “deuda moral”, según otras, de las detenidas

con las encargadas de pabellón, la cual trae aparejada la ampliación de los márgenes de

negociación que tendrán las agentes.

Dentro de este aprendizaje que implica formas de relacionarse, las agentes

destacan como una buena práctica, no prometer cosas que no pueden cumplir. Poder

decir que no, demuestra carácter, y cumplir con las demandas con las que se

comprometieron, respeto. Todo esto facilita el camino para la imposición de pautas y

formas de comportamiento a las detenidas y en consecuencia, cumplir (bien) con su

trabajo, manteniendo bajo control la unidad. La buena práctica para las agentes, no sólo

se relaciona con saldar necesidades o reducir conflictos de manera inmediata, sino

también, con lo útiles que son las prácticas de intervención en la relación con las

internas, “cómo vas a hacer que te escuchen si a todo les decís que no”, expresaba

Alejandra.

“Contener” a las internas, entonces, está relacionado con conocerlas y con poder

59 
 
 

manejar las situaciones de demanda como se describió en apartados anteriores. Para las

agentesrepresenta acciones bien vistas ya que les permite controlar los conflictos en la

unidad. A su vez, comprometerse en el “tratamiento” de las internas conteniéndolas

emocionalmente y generar “colaboración” de su parte supone, para las agentes, un buen

desempeño como encargadas de pabellón.

En el siguiente apartado veremos las diferentes formas de responsabilidad que

asumen las agentes en su trabajo cotidiano, relacionadas tanto al control de la unidad,

como al tratamiento de las mujeres detenidas.

Responsabilidades
 

En el trabajo penitenciario cotidiano, las diferentes formas de actuar de las

encargadas de pabellón frente a situaciones de conflicto o de demanda, implican que las

agentes deban tomar decisiones. De acuerdo a las penitenciarias, en la toma decisiones

buscan por un lado, “negociar la paz” con las internas para mantener el control de la

unidad y por otro, brindarles “tratamiento”.

Estas decisiones se basan en la experiencia de las agentes en su trabajo y supone

responsabilidad para las encargadas frente a diferentes situaciones. Un ejemplo de esto

son las decisiones respecto de qué tipo de elementos van a ser facilitados a las internas

para responder a determinada demanda. Las agentes mencionaron que existen

situaciones en las cuales no responden necesariamente a protocolos o reglamentos de la

unidad, sino que intervienen en función de cuál consideran que es la mejor manera de

apaciguar el conflicto en el momento. Las penitenciarias explicaron que resulta una

dinámica común de trabajo, en donde constantemente “asumen consecuencias” ya que,

si no funciona la manera de intervención por la que optaron, las agentes pueden ser

sancionadas por sus superiores. Al respecto, Alejandra y Teresa contaron:

60 
 
 

“Vos no tenés un fundamento sólido (acerca del trabajo), no se pregunta por qué tal
o cual cosa. Hay elementos que no se permiten porque no sé, porque no son
elementos de seguridad. Los cubiertos, se controlan los cubiertos, porque
supuestamente si entrás a un pabellón te pueden sacar un ojo con un tenedor, y…
no sé…, la experiencia te dice que eso no pasa, si quieren hacerte algo tienen cosas
para hacerlo, incluso a mano limpia. Entonces sabiendo eso, te focalizás en otras
cosas aunque no sea lo “correcto” (le agrega comillas a la palabra con un gesto)”.
(Alejandra, suboficial)

“Yo trabajo y asumo consecuencias, arriesgo, a veces me sale bien y no se entera


nadie y a veces me sale mal y se entera todo el mundo, cuando se entera todo el
mundo me cae la guillotina y me haré cargo, vos tenés que hacer que te escuchen
(las detenidas), cómo lo hacés y qué pasa después, bueno no sé”. (Teresa,
suboficial)

Alejandra y Teresa dejan ver que existen formas de actuar que en lugar de

resolver el conflicto pueden empeorarlo, y serán estas situaciones en las que tendrán que

responder frente a sus superiores. Por ejemplo, que un conflicto no cese o se complejice

y, como consecuencia de la intervención de las agentes, alguna persona resulte

lastimada (personal penitenciario o internas).

Si bien en las citas Teresa menciona que no se reconocen las decisiones con

buenos resultados que toman las agentes, a lo largo de las entrevistas hemos notado que

cumplir con los objetivos de “paz” genera legitimidad frente a las/os otras/os

compañeras/os de pabellones.

Las agentes realizaban asociaciones entre: la necesidad de control de la unidad,

las decisiones que tomen y las consecuencias de esas decisiones; en base a estas

relaciones identificamos dos tipos de discursos diferentes.Por un lado, encontramos

agentes que hicieron referencia a la opción de solucionar los problemas mediante el

diálogo o “colaborando” con las internas.Por otro lado, penitenciarias que concebían

como recurso prioritario y más efectivo sancionar a las internas, incluyendo la violencia

física.

Estos diferentes posicionamientos los podemos ejemplificar en disímilesformas

61 
 
 

de actuar de las agentes.Por ejemplo, para el primer caso ciertas acciones pueden estar

vinculadas a permisos como: prestar atención a determinados elementos y no a otros;

permitir en los pabellones determinados objetos considerados peligrosos por estar en

manos de tal o cual interna o habilitar llamadas telefónicas fuera de horario (lo cual

implica formas de circulación no permitidas en la unidad). Por su parte, para el segundo

caso las decisiones de las penitenciarias pueden involucrar excesos en sus

conductas,como realizar una requisa rompiendo o sustrayendo las pertenencias de las

internas para demostrar control sobre las situaciones.

En este sentido, “asumir consecuencias” implica asumir responsabilidades frente

a las decisiones tomadas. Es decir, resultará visible la responsabilidad de las agentes

cuando sus acciones y decisiones no logren reducir los conflictos por los cuales se

intervino en primera instancia. También en aquellas situaciones no planificadas de

conflicto que sean consecuencia de permisos que hayan otorgado. Por otro lado, si se

opta por sancionar o por ejercer fuerza física, las principales consecuencias a asumir se

relacionan con la posibilidad de que alguien resulte herido/a (las agentes o las presas) o

de ser denunciadas por parte de las internas frente a organismo de derechos humanos o

judiciales.

En los discursos de las agentes entrevistadas, tal como fue descripto en el

apartado anterior, la sanción (“engome”,aislamiento, traslado) a las detenidas es una

opción posible, e incluso relataron episodios de ejercicio de fuerza física contra las

internas. Sin embargo, fueron reconocidas como “buenas” formas de intervención

aquellas en donde se priorizan otras manera de actuar. “Jactarse de haberle pegado a una

interna”, en palabras de Brenda, no resulta meritorio para las penitenciarias, más allá de

que las agentes cuenten que utilizan la violencia física como recurso. En contraposición,

saber manejar las situaciones de otra manera, representa para las agentes tener mayor

62 
 
 

conocimiento del trabajo, y poder ser “ejemplo” para las penitenciarias que recién

ingresan.

La “responsabilidad” de las agentes refiere también a una de las funciones de su

trabajo relacionada a” brindarle tratamiento” a las internas. En los relatos de las agentes,

muchas mencionaron que su trabajo tiene una función “resocializadora” y su

responsabilidad se relaciona con fomentar la efectividad de ese objetivo en la cárcel.

Dentro de este rol, las agentes mencionan que parte de su función es “inculcar valores”

a las internas:

“Nuestra función es resocializar, enseñarles costumbres, brindarles valores. Vos


tenés poder y lo tenés que usar bien, las personas que están ahí encerradas
dependen de vos”.(Lucrecia, oficial)

“(las detenidas) Son chicas sufridas, están aprendiendo lo que nunca les enseñaron
en la calle, tenemos la función de transmitirlo”.(Teresa, suboficial)

“Llegan pibitas de dieciocho, diecinueve, veinte años, que nunca les pusieron un
límite, que se creen que saben todo, vos tenés que demostrarles que hay otras cosas,
enseñarles valores, que usen bien su tiempo, que trabajen, que estudien”.(Viviana,
oficial)

En los relatos, las agentes se adjudican la responsabilidad de transmitir ciertos

valores a las internas, los cuales consideran correctos y opuestos a aquellos que rigen la

conducta de las detenidas y son traídos “de la calle”. Lucrecia introduce con su discurso

la noción de responsabilidad, y además distingue el posicionamiento de las agentes del

de las presas. Lucrecia deja ver cómo las decisiones que toman las agentes impactan en

las vidas de las internas y en consecuencia, interpreta como necesario “usar bien el

poder”.

Esto último implica para las agentes tomar decisiones conforme a la

responsabilidad que interpretan que tienen en la unidad. Esto es,brindar soluciones alos

63 
 
 

problemas de las internas y fomentar el “tratamiento” y “resocialización” de las

internas. A partir de esta concepción acerca de su trabajo, las penitenciaras manifestaron

que la motivación para asumir consecuencias en sus puestos la encuentran en los

resultados “gratificantes” que obtienen. Por ejemplo, que “venga una interna que era

analfabeta y te muestre el cuaderno en donde escribió” como comentó Lucrecia o, “la

energía que se recibe cuando hacés algo bien” como dice Alejandra. Estos intercambios

con las internasconstituyen para las agentes signos positivos de su desempeño, que se

traducen en un incentivo para continuar haciendo su trabajo. Parte de este incentivo se

fundamenta además, en la posibilidad de encontrar en su labor maneras de salir de la

rutina y hacer un ejercicio más creativo de su trabajo sin limitarse a “dar paso” o a

cumplir órdenes jerárquicas.

Conclusión

Describimos algunas dimensiones del trabajo cotidiano de las encargadas de

pabellón en las cuales observamos diferentes prácticas vinculadas al cumplimiento de

objetivos institucionales como son por un lado, el orden y la seguridad carcelaria, y por

otro, objetivos tratamentales del S.P.B.

En el discurso de las penitenciarias acerca de sus prácticas, las agentes

superponen dichos objetivos, situando las diferentes acciones entre el control de la

unidad y el tratamiento de las internas. Por ejemplo, llevar adelante las tareas que

describimos facilita el trabajo de las encargadas de pabellón y les permite cumplir, no

sin contradicciones y riesgos, con ambos objetivos institucionales.

Para las agentes sus prácticas se inscribenen tensiones entre formas de actuar

que implican el uso de la fuerza y la aplicación de sanciones, y la posibilidad de

desplegar otras maneras de vincularse con las internasmediadas por ejemplo por el

64 
 
 

diálogo, la colaboración y la negociación. “Conocer” a las detenidas, “responder a las

demandas” de las internas, “contener” a las internas y “asumir responsabilidades”, son

cualidades que se ven atravesadas por aquellas tensiones y a partir de las cuales las

agentes determinan ciertas nociones acerca de lo que son formas efectivas de actuar en

el trabajo en pabellones.

A continuación, en el último capítulo de esta investigación, nos focalizaremos en

el trabajo de las agentes con la “población de madres” y las particularidades que existen

en el trato penitenciario con esta población específica.

65 
 
 

4.La población de madres: “¿vos que pensás hacer por tu


hijo?”
 
En este capítulo nos centramos en las particularidades de las formas de “control”

y “tratamiento” en la unidad estudiada, focalizando el análisis en la población carcelaria

que convive con sus hijos o hijas en la unidad, es decir, la “población de madres”.

Tomando la concepción de la maternidad como una construcción cultural sobre la cual

se inscriben determinados valores y expectativas de comportamiento, nos proponemos

identificar las concepciones de las agentes acerca de la “población de madres” y de la

presencia de menores en la unidad. Esto con el fin de identificar las especificidades que

conlleva la presencia de la población de madres en la unidad en relación a la alteración

del “control” y en formas particulares para el “tratamiento” penitenciario.

La maternidad como concepción cultural

Para el análisis del trabajo penitenciario en relación a la población de las

“mujeres madres” entendemos el concepto “maternidad” como resultado de una

construcción cultural. En consecuencia, consideramos que las percepciones de las

agentes penitenciarias no escapan a dichas nociones y estas se ponen en juego en el

desarrollo del trabajo de las agentes en la unidad.

En este sentido tomamos el concepto de maternidad como una construcción de

orden cultural y no biológica, relacionando a esta última únicamente con la capacidad

reproductiva, comprendiendo que en la actualidad los conceptos mujer-madre, son

interpretados socialmente como pares inseparables. Dicha asociación, determinada a

partir de una visón biologisista naturaliza los roles, determinándolos por las aptitudes

biológicas reproductivas y “la naturalización de la maternidad totaliza y unifica

66 
 
 

semánticamente ´mujer’ y ´madre´, garantizando la reversibilidad del sentido: madre

significa mujer y mujer significa madre” (Gamba, 2009:212).

Esta concepción se reproduce en una multiplicidad discursiva constituyéndose

como real e influye en las subjetividades en relación a qué implican las prácticas

maternales y significaciones sobre lo femenino y lo masculino (Fernández, 2014). Estos

“mitos sociales”, como los denomina Fernández (2014), constituyen un conjunto de

creencias y anhelos colectivos que ordenan la valoración social que la maternidad tiene

en un momento dado de la sociedad, pero son también individuales “en la medida que –

inhibidores o movilizadores de la acción de cada madre- dan los parámetros de

significación individual de dicha función” (Fernández, 2014:162). Dichas

construcciones dotan a la maternidad de un sentido social, el cual se encuentra

atravesado por relaciones de poder y que va a determinar buenas y malas formas de

ejercer la maternidad.

A partir de esta interpretación, entendemos que al trabajar las penitenciarias con

mujeres a las cuales clasifican principalmente en base a su condición de madre, las

construcciones culturales descriptas no permanecen ausentes en las acciones de las

agentes y será a partir de esta perspectiva que será pensado el capítulo.

Para comenzar el análisis del trabajo de las agentes penitenciarias en relación a

la población de madres, en el próximo apartado describiremos primero qué

concepciones tienen las agentes acerca de las mujeres delincuentes. Entendemos que

dichas construcciones nos ayudan a comprender cómo conciben las agentes el rol de la

mujer y qué lugar toma la maternidad en la comisión de delitos y nos permiten pensar

la manera en que se concibe a la población de madres al interior de la unidad.

67 
 
 

Concepciones sobre las madres delincuentes


 
Para introducir las formas de control que son específicas del trato de las

penitenciarias con lapoblación de madres, vamos primero a indagar en las percepciones

que tienen las agentes sobre las presas como mujeres delincuentes. Esto es, ver qué

particularidades hemos identificado en los relatos de las agentes, por un lado, de las

nociones construidas acerca de las mujeres como delincuentes y por otro lado, formas

de acción de las agentes enmarcadas en estas concepciones.

De acuerdo a Arduino, Lorenzo y Salinas (2007), tradicionalmente se ha

percibido a la mujer como moralmente superior al hombre, aunque biológicamente

sumisa, pasiva débil y poco agresiva, la criminalidad implica agresividad; por tanto, se

asocia con el sexo masculino. Predomina en esta concepción el imperativo biológico, a

partir del cual se insiste en que la mujer criminal es inherentemente distinta al hombre

criminal y más propensa a perturbaciones psicológicas. Los factores sociales,

económicos, situacionales y psicológicos, considerados primordiales en el hombre

criminal, se relegan a un segundo plano en el caso de la mujer delincuente.

Almeda (2002), desde la perspectiva de la criminología feminista7 afirma que la

política penitenciaria que se aplica en las instituciones carcelarias, es marcadamente

sexista y discriminatoria con las mujeres, principalmente por reproducir el rol

tradicional de la mujer en la sociedad. Para la autora esto genera que la pena privativa

de la libertad sea mucho más severa para las mujeres encarceladas que para los

                                                            
7
La autora se centra en la criminología feminista o criminología del género, haciendo referencia a una
corriente criminológica que surge en los años '80 y que se desarrolla con más fuerza en los '90, tanto en
las disciplinas criminológicas como en la sociología jurídica, en países de Europa como España,
Inglaterra, Francia e Italia. Dicha corriente permite estudiar las políticas penitenciarias dirigidas a las
mujeres encarceladas enmarcadas en el rol social que tienen las mujeres teniendo en cuenta la teoría de la
igualdad entre los géneros, cuestionando las explicaciones sexistas de la delincuencia femenina tanto de
los primeros positivistas como de los funcionalistas. La autora decide englobar en un único término
general a la criminología feminista pero reconoce la existencia de diferentes perspectivas dentro de este
campo. A su vez, reconoce el desarrollo de esta disciplina también en países latinoamericanos citando los
trabajos de Rosa de Olmo como aporte al estudio de las situaciones de las mujeres en el sistema penal de
varios países andinos.

68 
 
 

hombres(Almeda, 2002:219).8 Estas consideraciones las podemos encontrar en los

relatos de las entrevistadas, tanto en relación a los tipos de delitos y la participación de

las mujeres en estos hechos, como en de las formas de comportamiento a partir de las

cuales las agentes describen a las mujeres detenidas.

Los principales delitos de detención y prisionización de las mujeres en la

Provincia de Buenos Aires, son en primer lugar los delitos relacionados con la

comercialización de estupefacientes y, en segundo lugar, robos9. Independientemente de

este dato, las mujeres presas son consideradas por las trabajadoras penitenciarias como

sujetos pasivos en la comisión de los hechos relacionados a estos delitos. Las mujeres

son señaladas como “acompañantes de los hombres que las convencen a robar” o como

“encubridoras” de maridos, novios o hermanos que sí se encontrarían insertos en el

negocio de la droga o que han tenido intención de robo. Al respecto Brenda y Viviana

contaron:

“Son pocos los tipos de delito, las mujeres que están, por ejemplo, por
estupefacientes, se hace cargo de la situación para tapar al marido, de droga te
estoy hablando, al hijo o al novio, entonces termina perdiendo la mujer y en algo
que no tuvo nada que ver, termina acá y no tiene nada que ver”.(Brenda, oficial)

“La mayoría están, por robo, robo, robo, robo y también drogas si...salen a robar
porque les pidió el novio, acompañan a robar a uno que conocieron por ahí”.
(Viviana, oficial)

                                                            
8
La autora señala que las principales cuestiones que encrudecen la estadía de las mujeres en prisión en
comparación a los hombres son: que las unidades de mujeres suelen ser anexos de cárceles de hombres
por lo que no se adaptan a necesidades de las internas como puede ser el alojamiento con sus hijos/as. A
su vez son pocas las unidades de mujeres y en consecuencia mayores las distancias entre el domicilio de
la detenidas y la unidad, lo cual genera mayores dificultades para que la familia pueda visitarlas y para
mantener los vínculos con sus familiares y amigos/as. Por otrolado, la autora también señala que la oferta
de actividades educativas y de formación profesional es mucho más reducida en las cárceles de mujeres
que en las de hombres y suele estar vinculada a tareas domésticas. Esto se traduce en menos herramientas
para las mujeres de inserción social. Por último, a nivel emocional, el rol de las mujeres como sostén de
familia se rompe cuando la mujer es encarcelada, tenido consecuencias no sólo en la composición
familiar (cuidado de los/as niños/as, por ejemplo) sino también, en las preocupaciones de interna acerca
de su familia fuera de la unidad.
9
Informe anual 2016, R.U.D., Procuración General de la Provincia de Buenos Aires, S.C.B.A.

69 
 
 

Las agentes nombran que en los principales delitos en los que se ven

involucradas las mujeres (robo y estupefacientes), éstas cumplen un papel pasivo en

relación a un otro que sí parecería tener las características necesarias para llevar a cabo

el delito.Entienden que están allí presas por haber sido manipuladas por hermanos,

novios, maridos o amantes.

Las mujeres vinculadas a los delitos nombrados, sí aparecen como protagonistas

cuando las agentes cuestionan su rol maternal o de cuidado. En los discursos de las

penitenciarias, las mujeres detenidas son juzgadas negativamente por las agentes por

“no pensar en sus familias”, principalmente en sus hijos e hijas cuando cometieron el

hecho y cómo ahora estos/as “están solos/as ´afuera´, en la ´calle´”, relató Viviana.

Ahora bien, frente a delitos que están relacionados explícitamente al rol

maternal, las agentes sí señalan a las internas como culpables y las juzgan moralmente.

Concretamente hacemos referencia a delitos relacionado con corrupción y abuso de

menores o a mujeres que han asesinado a sus hijos, hijas, nietos o nietas. Si bien

porcentualmente estos delitos implican un porcentaje muy pequeño (3,6 %)10 dentro de

las causas de mujeres detenidas, las construcciones sociales acerca de la maternidad –

concepciones acerca de una maternidad ideal, el deseo natural de querer ser madres

acompañado de un instinto también natural que guiará una práctica adecuada y las

convertirá en “buenas madres”- recae con todas sus fuerzas sobre las mujeres

relacionadas a esos hechos. Ser mujer en estos casos sí tiene peso y protagonismo,

precisamente por no haber cumplido, al menos de una manera adecuada, con ese rol

impuesto y “natural” que implica ser mujer y, en consecuencia, (buena) madre.

En las concepciones descriptas, se entremezclan las nociones acerca de, por un

lado, la criminalidad femenina que describíamos en un principio y por otro, la conducta

                                                            
10
Información brindada por el R.U.D. con datos de diciembre de 2016, Procuración General de la
Provincia de Buenos Aires, S.C.B.A

70 
 
 

socialmente esperable y las expectativas que las agentes, como otros actores de la

sociedad, tienen sobre el comportamiento maternal en este caso de las internas. Azaola

(2003) citando a Lagarde desnaturaliza esta relación y cuestiona el juicio (sobre las

formas de maternidad) hacia las mujeres detenidas vinculadas a los últimos delitos que

fueron nombrados.La autora dice:

“Son millones las mujeres que enfrentan dificultades extremas personales y sociales, para
cumplir con la maternidad. Culturalmente son concebidas como madres desobligadas que
descuidan a los hijos, o que son violentas y agresivas con ellos. Sin embargo, mientras no
rebasen los límites de la agresión y la violencia aceptada forman parte del mundo de las
buenas. Algunas son vistas como regañonas en exceso, egoístas o histéricas. Las
dificultades de la maternidad que se expresan en violencia o grave descuido hacia los hijos,
son enfocados como incapacidad personal de la madre, como falta, como locura. (…) Las
mujeres que manifiestan problemas en cumplir con la maternidad atentan contra la
estructuración simbólica del mundo. Ellas están mal, están equivocadas, deliran, son
malasmadres[sic]”.(Lagarde, 1993:754)

De esta cita, la autora destaca que, si se considera al crimen como elemento

explicable de condiciones sociales y culturales que viven los/as protagonistas, en contra

de esta concepción individualista –incapacidad personal de la madre-, entonces el

fenómeno deja de aparecer como anormal y claramente puede vérselo como el resultado

de la concatenación de un conjunto de hechos que lo anticipan y conducen a él ( Azaola,

2003:86).Por ejemplo, relacionados al rol social esperado de la mujer. Lo que genera

que estos tipos de delitos se vean como extraordinarios es que “se antepone la

valoración de mundo que no acepta la violencia y el crimen, mucho menos materno”

(Lagarde, 1993:755).

Lo que propone Azaola resulta interesante ya que permite contextualizar ciertos

delitos en relación a problemáticas sociales y culturales más amplias y no reducirlos a

visiones sexistas que justificarían los hechos desde una perspectiva de desviación o de

locura avalando conductas correctas o incorrectas, válidas o inválidas según quién

delinque, sea una mujer o un hombre. La importancia de esta perspectiva radica en los

71 
 
 

sentidos relacionados con la maternidad y con el “ser mujer” que se imprimen en los

relatos de las agentes y que condicionan comportamientos por parte de las penitenciarias

consecuentes con estas concepciones. A partir de un hecho concreto como es la

presencia de los hijo/as de las internas en la unidad estudiada pasaremos a describir de

qué manera estas construcciones acerca de las mujeres delincuentes (madres) influyen

en el trabajo carcelario y qué particularidades le imprimen al mismo.

En el próximo apartado focalizaremos la atención en la presencia de los niños en

la unidad y las particularidades que dicha situación genera en el trabajo de las mujeres

penitenciarias.

La presencia de los/as niños/as en la unidad


 

De acuerdo a la ley nacional nro. 24.660 de ejecución de la pena, los niños y

niñas pueden permanecer alojados/as en las unidades junto a sus progenitoras hasta los

4 años de edad.Llegado ese momento deben “egresar” de la unidad y permanecer al

cuidado de algún familiar o bajo la tutela de otros organismos estatales, en el caso de no

tener parientes cercanos.

La reglamentación vigente se limita a los artículos nro. 195 y 196 de la citada

ley nacional en los cuales se establece que:

ARTICULO 195. — La interna podrá retener consigo a sus hijos menores de cuatro
años. Cuando se encuentre justificado, se organizará un jardín maternal a cargo de
personal calificado.

ARTICULO 196. — Al cumplirse la edad fijada en el artículo anterior, si el


progenitor no estuviere en condiciones de hacerse cargo del hijo, la administración
penitenciaria dará intervención a la autoridad judicial o administrativa que
corresponda.

72 
 
 

Por su parte, la ley provincial nro. 12.256, hace referencia a los niños y niñas en el

artículo nro. 18:

ARTICULO 18. — A fin de privilegiar la relación materno infantil en los lugares


donde se alojen madres que convivan con hijos y en los casos en que el Servicio
Penitenciario Bonaerense cuente con dichos establecimientos, se formará un
Consejo asistido integrado por profesionales médicos pediatras, psicólogos,
trabajadores sociales y docentes, quienes se ocuparán de estructurar una didáctica
acorde con los principios pedagógicos científicos que permitan aplicar métodos
activos, para integrar al niño a Jardines Maternales. Se brindará un ambiente físico
que satisfaga los intereses y necesidades infantiles. Los niños podrán asistir a
Jardines Maternales de la comunidad.

Como podemos ver en los artículos citados, en ellos no se dice nada acerca de la

manera en que las penitenciarias que trabajan en pabellones deben llevar a cabo el paso

de los niños y las niñas por las unidades. La ley provincial amplía en mayor medida que

la nacional acerca de la forma de intervención sobre esta población específica, pero

únicamente en referencia al equipo técnico profesional que debe conformarse en

unidades con menores, y no en relación a las formas de intervención del personal

penitenciario que se encuentra diariamente al cuidado de las madres y sus niños/as. Las

agentes, manifestaron desconocer si las obligaciones en relación a los/as niños/as en las

unidades se encuentran normadas o no. Contaron que las necesidades de las mujeres

madres y de los/as niños/as las determinan por “costumbrismo”, y construyen a partir de

“la experiencia” y del “boca en boca” cuáles son las formas de actuar frente a esta

población.

Las agentes muestran resistencia a la presencia de menores en contexto de

encierro, salvo en casos particulares en los cuales las detenidas no tienen familiares

allegados con quienes dejar a los/as niños/as fuera de la cárcel. En los relatos de las

entrevistadas, las mujeres madres son juzgadas por estar con sus hijos/as en prisión.

Algunas de las maneras en que las agentes nombraron a las detenidas que se encuentran

en esta situación fue como “malas madres”, “desconsideradas”, “forras” o “egoístas”,

73 
 
 

principalmente por exponer a los/as chicos/as a ese tipo de vida y por criarlos/as en un

contexto que consideran “violento”. Además de las opiniones a nivel moral como éstas,

las agente son reticentes a la presencia de menores en la cárcel principalmente porque

entienden que su trabajo debe abocarse al cuidado de las mujeres detenidas y, en este

sentido, la presencia de los y las menores implican una tarea con “mucha

responsabilidad” que excede a sus funciones.

De acuerdo al relato de las agentes es importante para no tener problemas en su

trabajo que a los niños y las niñas no les pase nada malo, que no resulten heridos/as, que

no tengan problemas de salud o que no fallezcan en la unidad. Si algo les sucede, tanto

las agentes como el personal jerárquico de la unidad pueden ser denunciadas/as por las

internas o por organismos externos al S.P.B. La institución en general y sus autoridades

en particular pueden ser cuestionadas y señaladas, lo cual pone en riesgo el trabajo de

las agentes.

En relación a esto, las personas que habían tenido puestos directivos en la

unidad, señalan a esta como “una caja de resonancia”, en referencia al gran impacto que

tiene en el “afuera” las cosas que allí suceden. Las entrevistadas mencionaban que al ser

una unidad que aloja población “vulnerable” como los niños/as y las embarazadas, los

conflictos que surgen en la unidad tienen una “exagerada” trascendencia “afuera” y la

unidad resulta fácilmente citada en notas periodísticas. Pasa lo mismo con otras

unidades provinciales caracterizadas históricamente por pésimas condiciones

habitacionales y de sobrepoblación o con altos índices de violencia al interior.

A partir de la concepción que las agentes tiene sobre las mujeres madres en

relación a la estadía de los niños/as en la unidad y por las responsabilidades extra que

las agentes perciben tienen en su trabajo, identificamos la presencia de los niños y las

niñas en las unidades junto a sus madres como un factor clave para analizar. Esta

74 
 
 

situación, nos permite indagar en las concepciones de las de las encargadas de pabellón

tienen sobre su trabajo y la manera en que lo llevan a cabo con esta terea específica. A

continuación veremos cuál es la especificidad que la población de madres tiene en

relación al trabajo que llevan adelante las agentes en la unidad principalmente en

relación a los reclamos que impulsan.

Particularidades de la población de madres


 

Como venimos describiendo, la presencia de los/as niños/as en la unidad

influyen diferentes aspectos del trabajo de las encargadas de pabellón, sumado a las

particularidades que para las agentes tiene la población de madres. Las agentes hacen

una gran diferencia entre a esta población y la población común, ya que entienden que

la primera dificultamássu trabajo.

Las particularidades que las agentes describen acerca de la población de madres

y sobre las cuales decidimos indagar se relacionan con la manera y los tipos de reclamos

que realizan las madres, los problemas que encuentran las agentes en estas situaciones

para mantener el control y sancionar a este tipo de población.

En relación a los reclamos, para las penitenciarias las madres son mucho menos

tolerantes que las mujeres de población común a las falencias y tiempos de las agentes

para resolver las demandas de las internas. Según las agentes, las madres, son

“insistentes”, “muy demandantes”, “agotadoras”, “incansables” y hasta “insoportables”.

Las demandas de las madres están conformadas por una amplia diversidad de pedidos

relacionados a reclamos alimentarios y habitacionales, como describimos en el capítulo

anterior, pero también a las necesidades y bienestar de los niños y las niñas. Makowski

(1994) identifica que muchas formas de resistencia de las mujeres en la cárcel están

atravesadas por “el interés para otros”, en este sentido define como sintomático el hecho

75 
 
 

de que sean las madres con hijos las que se manifiesten como más demandantes ya que

se relaciona directamente con la defensa en situaciones que comprometen directamente

a los/as hijos/as. En este sentido, la autora interpreta dichas acciones de las internas

como “motores de acción en contra de las autoridades”(1994: 126).

La particularidad de los reclamos de las madres para las penitenciarias radica en

que, las primeras demandan que sus pedidos sean resueltos en el momento que son

solicitados, además para las agentes los reclamos de las madres “no cesan”. Natalia

(oficial) contaba en tono de hartazgo que “hay madres que reclaman por los chicos cada

dos por tres, si no es porque no le absorbió el pañal, es porque el puré estaba frío (se

ríe)”. En la misma línea Mariana contó también acerca de su percepción sobre los

pedidos de las madres:

“Lo que pasa es que ellas todo el tiempo reclaman, por más que tengan todo (sonríe
con una leve risa), por más que estén recontra re bien, son muy demandantes, todo
el tiempo necesitan pedirte algo…más veces a sanidad, reclaman la fruta, las
consultas. Si tienen todo siempre quieren más, Si les traes estos pañales no, de la
otra marca, entonces ellas, siempre .reclaman, es como que todo el tiempo
demandan, demandan, te la pasas yendo y viniendo”.(Mariana, suboficial)

La cantidad de reclamos de las madres, y la importancia que tienen éstos en

relación al bienestar de los/as niños/as genera que el trabajo de las agentes tome una

dinámica particular para quienes lo llevan a cabo.

En la mayoría de los relatos de las agentes, las demandas de las internas madres

son definidas como reclamos “innecesarios” o simplemente “pavadas”, argumentando

que se aprovechan de esa situación para reclamar más cosas de las que necesitan.

Algunos ejemplos de esto los vemos en las citas, como una marca de pañal diferente a

las que le dan las agentes, una comida diferente a la que les fue provista o comidas

especiales para los/as niños/as Para las agentes trabajar con la población de madres

resulta aún más agotador que trabajar con la población común. Por un lado, como

76 
 
 

dijimos, por el constante reclamo de las madres, pero por otro, porque en la tensión de

resolver o no las demandas y de qué manera, siempre está latente para las agentes la

responsabilidad sobre los/as niños/as.

En relación a esto, cuando las agentes describen la manera en que responden a las

demandas, manifiestan que la mayoría de las veces se movilizan para resguardar

principalmente a los niños y niñas,“yo le consigo las cosas pero por el nene, ¡por el

nene!, no por ella” explicó Teresa. “Hacer las cosas por los/as chicos/as” implica para

las penitenciarias, por un lado, sensibilizarse frente a la situación de los menores y

entender que los/as chicos/as “no tienen la culpa de estar en la unidad” y por otro lado,

ser conscientes de la importancia que tiene para el resguardo de su trabajo que a los/as

niños/as no les pase nada, principalmente en relación a la salud.

A estas particularidades de los reclamos de la población de madres se suma que

muchas veces las mujeres de población común se adhieren a los reclamos que hacen las

mujeres madres y se generan mayores conflictos y desorden al interior de la unidad. Las

agentes frente a esta situación deslegitiman los reclamos “por solidaridad” que hacen las

mujeres de población común, como forma de evitar la universalización del reclamo y

limitar las demandas colectivas. Independientemente del carácter agotador de los

reclamos maternos, éstos tiene más legitimidad que los reclamos del resto de población

carcelaria, ya sea porque la posibilidad de sancionarlas (aislamiento, traslados,

“engome”) se ve limitada por la presencia de los/as niños/aso por la importancia que las

agentes le dan los/as chicos/as.

Otro aspecto de la percepción de las agentes acerca de los reclamos se relaciona

con las afirmaciones de las agentes acerca de que muchas mujeres madres utilizan a

los/as niños/as para obtener “beneficios” o llevar una vida “más tranquila” en la unidad,

sin priorizar realmente el bienestar de los/as menores.

77 
 
 

Los beneficios a los que hacen referencia las agentes, están vinculados por un lado

a condiciones habitaciones y por otro, a algunos permisos. En el primer caso, las

agentes aseguran que por tener que alojar menores, la unidad estudiada se encuentra

más cuidada que otras unidades en relación a condiciones estructurales (calefacción,

estado de pisos y techos) y sanitarias (control de plagas, acceso a elementos de higiene).

Además, afirman que por el mismo motivo, existen recursos para el cuidado de los/as

niños/as en relación, por ejemplo, al jardín de infantes interno y los traslados a jardines

extramuros. En este sentido, las agentes expresan que los/as nenes/as en la unidad

“están mejor que ´afuera´” y en relación a las madres, que éstas mantienen a los/as

niños/as con ellas para conservar dichas condiciones de vivienda. Adjudicándoles una

forma de actuar completamente racional de acuerdo a intereses propios, con estas

acciones para las agentes las detenidas pretenden evitar ser trasladadas a otras unidades

en peores condiciones habitacionales.

En el segundo caso, los beneficios a los cuales hacen referencia las agentes se

relacionan con permisos que tienen las madresvinculados a la circulación y que hemos

introducido a lo largo de este trabajo. Por un lado, la posibilidad de circular y “pedir

paso” con menos restricciones que las mujeres de población, cuya circulación debe estar

justificada en función de las actividades realizadas por cada interna y por otro, contar

con menos controles como permanecer con las celdas abiertas sin candado.

A partir de estas situaciones las agentes entienden que las mujeres madres se

“aprovechan” de estos permisos y que en muchos casos los/as nenes/as son utilizados

por las internas como una excusa para atravesar de una manera más amena la condena

que deben cumplir en prisión. Las agentes lo describen como una “estrategia de las

internas para no cumplir con las normas” y a su vez, sienten que las internas no las

respetan y hacen “abuso” de esos permisos.

78 
 
 

Lo que nos resulta relevante acerca de la perspectiva de las agentes recién

descripta y sobre lo que nos interesa profundizar, es en los motivos por los cuales

resultan problemáticos para las agentes los permisos que nombramos.

De acuerdo a lo que pudimos reconstruir de las entrevistas, para las agentes,la

circulación en la cárcel es “innecesaria”. Esto, que Makowski identifica como “el

reforzamiento de los espacios de autonomía y libertad de las mujeres presas dentro de la

unidad” (2010:125), para las agentes implica falta de control carcelario y dificultad para

controlar y garantizar la seguridad en la unidad. La imposibilidad de controlar

efectivamente la circulación por la unidad, se convierte en uno de los principales

motivos por los cuales las madres resultan “más molestas” y “agotadoras” que otras

detenidas. Acerca de esta situación, Patricia y Alejandra contaron:

“El trato con población es, como te digo, más directo, no tienen embarazo no tienen
hijos, son internas comunes. En cambio cuando son madres es distinto, tienen
distintos derechos, que realmente no las pueden vulnerar, pero el de la situación de
embarazo, de los de derechos de niñez que todos conocemos”.(Patricia, suboficial)

“(...)lo que pasa es que madres con chicos...es casi incontrolable, es muy pequeño
el margen de control, pueden escuchar en algunos casos, pero si llegado el caso me
dice una madre ´tengo el nene con fiebre´, le abrís . No es tanto por la madre, es
por el chico, y a la madre no la podés tocar porque está a cargo del
chico”.(Alejandra, suboficial)

La presencia de las madres, como podemos inferir de los relatos de Alejandra y

Patricia, las obliga a otorgar ciertos permisos a las internas por estar con los/as nenes/as,

que a “población” no le darían.

Tanto en relación a la circulación como en relación a las formas de reclamos de

las mujeres madres, para las agentes esta población sabe que no puede ser sancionada de

las mismas formas que las mujeres de población común y entienden que las detenidas

toman esto para “hacer lo que ellas quieren y no respetarlas”. A esto se agrega el hecho

79 
 
 

de que la unidad que estudiamos es la única en el ámbito provincial clasificada como

exclusiva para el alojamiento de madres con niños/as y embarazadas. Por esto último, la

posibilidad de ordenar “traslados” como forma de castigo es relegada por las agentes, al

menos en primera instancia, y habilita según las encargadas, la posibilidad a las

detenidas de romper las reglas “sin consecuencias” o “sabiendo que van a volver” a la

unidad. La sensación de las agentes que describimos en el capítulo anterior acerca de las

pocas herramientas que perciben tener para poder responder a los conflictos se exacerba

con la población de madres.

En relación a lo descripto, el permiso que otorga la ley a las mujeres para

alojarse en la unidad con sus hijos/as para las agentes se convierte en una dificultad para

su trabajo cotidiano en relación al “orden y la seguridad” carcelaria, pero también a la

hora de aplicar sanciones disciplinarias que son consideradas comunes por las agentes.

Como dijimos, las principales problemáticas expresadas por las encargadas de

pabellón en el trato con la población de madres, tienen que ver con el resguardo de los

niños y las niñas. Dicha situación no les permitiría a las agentes, en principio,aplicar

sanciones típicas, salvo en ocasiones en las que el personal o directivos lo consideren

necesario. Pueden ser situaciones de enfrentamientos muy violentos entre internas o si

hieren a alguien ya sea una interna o al personal. Las mujeres madres no pueden ser

encerradas en sus celdas, y menos aún en celdas de aislamiento ya que mantienen a los

menores a su cargo. Los traslados también son limitados porque hay sólo dos unidades

provinciales que permitan alojar a las mujeres con sus hijos/as.

En este sentido, los reclamos que realiza esta población particular de detenidas

se tornan “insostenibles” para las agentes ya que al no poder aplicar sanciones, si los

conflictos no se resuelven pueden irrumpir en la tranquilidad de la unidad u ocasionar

disturbios mayores, “sin consecuencias” para las internas. Por otro lado, la importancia

80 
 
 

que tiene para las agentes que nada malo pase a los/as niños/as, acrecienta la atención

que deben poner en los tipos de reclamos que hacen las internas e interpretan que

implica “mucha responsabilidad” saber que algo puede pasar.

Los reclamos de las “madres” de cierta manera son atendidos con mayor

importancia por las consecuencias que pueden implicar para el trabajo de las internas,

pero a su vez los consideran “excesivos” e “innecesarios”, haciendo el trabajo

“agotador” para las encargadas de pabellón. Las mujeres madres son en este sentido

caracterizadas de manera negativa por las agentes ya que para éstas se aprovechan de

los “beneficios” que tienen por los/as niños/as y a su vez complejizan el trabajo que se

realiza en la unidad.

Como nombramos más arribaexisten situaciones en las cuales sí pueden las

agentes aplicar sanciones las madres si lo consideran necesario. Teniendo en cuenta esta

concepción de las agentes sobre la población de madres, en el próximo apartado

avanzaremos sobre la evaluación del comportamiento y en la posibilidad de aplicar

ciertas sanciones a este grupo de mujeres. También en las diferentes formas en las que

la “maternidad” de las mujeres detenidas es utilizada por las agentes como recurso para

garantizar el orden de la unidad y fomentar el tratamiento de las mujeres detenidas.

Sancionar la maternidad
 

A partir de las percepciones descriptas acerca de cómo las encargadas de

pabellón experimentan la presencia de las mujeres madres en la unidad, analizaremos el

lugar de la maternidad en situaciones en las cuales se aplican sanciones a estas mujeres.

Además, veremos de qué manera la forma en que las agentes conciben la maternidad

influye en las prácticas de evaluación y control penitenciario.

81 
 
 

En función de las visitas realizadas a la unidad observamos algunas situaciones

en las cuales las agentes aplican sanciones “graves” a las mujeres madres.Las sanciones

se aplican con más rigurosidad principalmente en situaciones en las cuales tuvo lugar

una pelea física entre internas(de manera individual o entre grupos de mujeres de

diferentes pabellones), cuando existió algún tipo de agresión al personal por parte de las

internas o frente a reclamos colectivos que se extienden en el tiempo y no cesan. En

estos casos las mujeres son sancionadas sin discriminar el tipo de población de la cual

forman parte.El bienestar de los/as niños/asdeja de estar en un primer plano y cobra

mayor relevancia el castigo hacia las mujeres detenidas, funcionando las sanciones a las

madres de una manera similar a las aplicadas a la población común.

Durante el período en el que realicé el trabajo de campo, fui testigo de un

episodio particular que nos ayuda a pensar las formas de intervención de las agentes

penitenciarias al momento de sancionar a las mujeres madres.

En el episodio que nombramos, varias mujeres de un pabellón (madres y de

población común) atacaron y lastimaron gravemente ala referente de otro pabellón. De

acuerdo a las agentes, el motivo del ataque estaba relacionado con que algunas

integrantes de un pabellón consideraban que otro (el de la mujer atacada) tenía

privilegios y un trato preferencial por parte del S.P.B. y de organizaciones.

Al momento de solucionar la situación, las agentes concebían los “traslados”

como “la mejor opción” para resolver el conflicto que se había generado ya que así

podrían evitar que se prologue el enfrentamiento entre las mujeres de diferentes

pabellones o que se reitere otro ataque o enfrentamiento. Las penitenciarias

identificaron la utilización del “traslado” como una herramienta eficaz para el “orden y

la seguridad”. El mismo día del conflicto, las mujeres que atacaron a la otra fueron en su

mayoría trasladadas a diferentes unidades de la provincia.Producto de esta situación,

82 
 
 

algunas debieron “externar” a los/as niños/as inmediatamente, otras pudieron llevar a

sus hijos/as con ellas a otras unidades. Por ser mujeres madres las que fueron

trasladadas,intervinieron en el proceso funcionarios del ministerio de justicia a fin de, en

palabras de uno de ellos, “garantizar un traslado tranquilo”.

En relación a esta situación identificamos dos posturas diferentes entre las

agentes. Por un lado, algunas de ellas evaluaron de manera positiva la intervención de

funcionarios del ministerio de justicia, por ejemplo, por acordar con las internas a qué

unidad iban a ser llevadas. Ese grupo de penitenciarias interpretaban que dicha situación

matizaba el carácter disciplinario de la decisión de trasladar las detenidas y, al tratarse

de la población de madres, la responsabilidad no caía enteramente sobre el S.P.B. Por

otro lado, algunas agentes desaprobaban por completo la actitud de las internas madres

y consideraban que los “traslados” eran insuficientes y que “debía (algún organismo

competente) quitarle a los nenes”, es decir, sacarlos de la unidad y que queden a cargo

de algún pariente o de una institución.

En las conversaciones entre las agentes en la unidadacerca de este episodio, los

ejes de discusión se centraban sobre dos cuestiones principales relacionados entre sí. La

primera, el nivel de violencia carcelaria, es decir, diferentes episodios violentos que

comprometen no sólo el “orden” en la unidad sino la “seguridad e integridad” tanto del

personal como de las internas. El segundo, el grado de responsabilidad de las madres en

situaciones graves como la acontecida.

En relación a la violencia carcelaria, notamos que los conflictos graves son

menos aceptados por las agentes cuando están implicadas mujeres madres. Las agentes

interpretan que las detenidas no “tienen en cuenta a los nenes” en este tipo de

situaciones. Vinculado a esto, encontramos un discurso contradictorio en la perspectiva

de las agentes. Mientras sostenían la falta de cuidado de las madres hacia los/as

83 
 
 

nenes/as, para el mismo hecho las gentes describieron a las mujeres detenidas,

principalmente a las madres, como unas “guachas” porque atacaron premeditadamente.

Las mujeres habían planeado el ataque y distribuyeron los roles, entre otras cosas, para

encargarse de que los/as niños/as (de ambos pabellones) no se encuentren presentes en

el momento del conflicto.En este sentido las agentes encontraban que, simultánea y

contradictoriamente, las detenidas descuidaron a los niños y los preservaron.

Relacionada a esa perspectiva, encontramos la responsabilidad que para las

agentes, deben asumir las madres en hechos de este tenor. Las agentes culpabilizan a

estas mujeres por la situación que debieron atravesar los menores, producto del

conflicto. Concretamente, que éstos/as “egresen”11 forzadamente de la unidad y dejar de

ver a sus madres o, que tengan que atravesar junto a sus madres el procedimiento de

“traslado”, el cual incluye “requisas”, horas de viaje en el camión, la espera en admisión

en la nueva unidad, entre otras situaciones desagradables. Para las agentes las mujeres

madres sabían las consecuencias que podía tener el ataque tanto para ellas como para

sus hijos/as, por lo tanto, debían atravesar la situación y hacerse responsables. Proteger

a los niños/as no resulta suficiente para considerarlas buenas madres, sino que tiene un

mayor peso la responsabilidad que deben asumir porlo que hicieron y cómo esto afecta a

los/as niños/as.

A partir de estas interpretaciones que hicieron las agentes sobre la situación en

general y sobre el papel de las mujeres madres en particular, podemos decir que la

violencia de ciertos episodios carcelarios, para las agentes,es menos justificada cuando

están involucradas mujeres madres. Mientras que en situaciones cotidianas las sanciones

a las madres se encuentran limitadas, cuando existen “faltas graves” las sanciones se
                                                            
11
Las agentes denominan “egreso” al momento en el que los/as niños/as dejan la unidad. El egreso puede
darse de diferentes formas. Abruptamente a partir de una situación concreta por orden judicial, a partir de
la aparición de alguna nueva persona o familiar que puede cuidar del/ de la menor fuera de la unidad o
progresivamente cumplidos los cuatro años de edad con el apoyo del “consejo asistido” existente en la
unidad conforme a la ley.

84 
 
 

aplican independientemente del tipo de población que las cometa. El bienestar de los/as

niños/as queda de cierta manera relegado siendo responsabilidad de la madre las

consecuencias que su comportamiento puede tener sobre sus hijos/as.

Además de las sanciones en situaciones “graves”, cotidianamente existen otras

formas a través de las cuales las mujeres madres son responsabilizadas por las

condiciones de vivienda de los/as niños/as en la unidad y que se relaciona con las

obligaciones que tiene la madre en la crianza de los/as niños/as. Existe una

superposición entre la obligación penitenciaria, de llevar adelante algunas tareas en

relación a los niños y niñas (traslados y asistencia al jardín de infantes externo,

garantizar condiciones de salud y alimentación) y la voluntad de la mamá para que estas

tareas se lleven a cabo.

En el discurso de las penitenciarias, el bienestar de los niños y de las niñas

depende pura y exclusivamente de las madres, independientemente del lugar en el que

éstas se encuentran alojadas. Las madres de los/as niño/as son las responsables de

“mandarlos al jardín”, de “controlar su salud y alimentación” y de “protegerlos”. Las

agentes diferencian a las mujeres detenidas entre buenas y malas madres teniendo como

referencia la manera en que crían a sus hijos/as en la unidad.

Las acciones de las mujeres madres reprobadas por las agentes incluyen no

mandar a los/as niños/as al jardín de infantes o a actividades organizadas para los/as

menores, que no los/as bañen o estén sucios/as, que los/as dejen solo/as o que se porten

mal o hagan berrinches. En relación a la protección de los menores, las agentes hacen

diferencia entre la madres que “los cuidan y los alejan de los ´líos´ (peleas, discusiones,

situaciones conflictivas de reclamos)”, y quienes no lo hacen. Además de esto, las

agentes nombraron como negativo en la actitud de las internas, que éstas se queden en

sus celdas y no asistan a actividades de estudio o trabajo ya que consideran dicho

85 
 
 

comportamiento como un mal ejemplo para los/as niños. Las decisiones de las mujeres

madres son juzgadas con base en estas situaciones, pero todas las mujeres son

cuestionadas por criar a sus hijos/as en ese contexto.

Lo que nos interesa destacar es cómo esta visión acerca de las mujeres madres y

sus responsabilidades influye en la evaluación de la conducta y los subsecuentes

informes que elaboran las agentes sobre las detenidas.Las penitenciarias consideran que

parte de su trabajo es evaluar las maternidades de las detenidas y en consecuencia

establecen modos mejores y peores de experimentar la maternidad estando detenida.

Los controles disciplinarios sobre las madres entonces, surgen en gran parte de la

evaluación del buen o mal ejercicio de la maternidad, la cual es controlada por las

agentes a partir de la evaluación del vínculo madre-hijo/a.

La evaluación de las internas la realizanen parte a partir de la conducta del niño

o de la niña, del trato que tienen las madres con sus hijos/as, del control del aseo y la

alimentación de los/as menores y no, exclusivamente en base al comportamiento de la

mujer en el marco del régimen penitenciario de progresividad de la pena. Por otro lado,

la continua observación que las agentes hacen sobre las detenidas, condiciona el vínculo

de las madres con los hijos/as ya que fuerza actitudes de las primeras para que los

menores no tengan un mal comportamiento y no molesten. A partir de estas acciones de

las agentes, se superponen la observación y evaluación penitenciaria con el rol que las

detenidas tienen como internas cumpliendo una pena y su rol como madres.

Podemos decir que la maternidad entonces es incluida por las agentes como

parte del régimentratamental. La manera en que ésta es construida y ejercida por las

internas en la unidad es evaluada por las agentes e influye en los resultados de los

informes sobre el comportamiento de las detenidas y en la percepción de sus

responsabilidades laborales. Además la condición de “madre” de las internas las agentes

86 
 
 

la utilizan una como herramienta al momento de controlar la unidad. Patricia y Viviana

plantearon su punto de visto acerca del trato con las madres:

“Ellas saben que tienen que hacer conducta si se van a quedar con los
chicos, si se la mandan los van a tener que externar, no en todas (las unidades) te
aceptan con chicos, entonces vos les recordás, `si vos te querés quedar con el pibe,
bajá porque te vas de traslado´, ellas saben esto”.(Patricia, oficial)

“Nosotras las llamamos para decirles trabajá, estudiá, hacé un curso, cortá el
pasto, ¡hacé algo!, no vengas a hacer huevo acá, vos estás purgando una pena,
capitalizá tu tiempo haciendo algo para que te sirva cuando vos salís, y ¿qué
hacemos siempre?....apelamos a algo que les duele mucho...¿tenés un hijo? ¿qué
pensás hacer por tu hijo? y ahí es el quiebre”.(Viviana, oficial)

En los relatos podemos ver la utilización del vínculo madre – hijo/a como recurso

de disciplinamientopara lograr tener influencia sobre el comportamiento de las internas:

poder quedarse con sus hijos/as y no ser trasladadas debe ser el resultado de un buen

comportamiento.Además de esta forma de control, como en el relato de Patricia,

también las agentes fomentan una actitud de reflexión en la interna que se adapte a la

interpretación de las agentes acerca del “tratamiento”, es decir, estudiar, trabajar y otras

actividades relacionadas.

Las agentes, les “recuerdan” a las detenidas que las sanciones como el “traslado”

son posibles y que pueden perder a sus hijo/as si no se comportan. Por otro lado, lograr

que las internas realicen las actividades que son valoradas positivamente dentro de la

unidad argumentando que es correcto realizarlo “por sus hijo/as”. En ambos casos se

apela a la culpa y al rol materno de las detenidas como forma de modificar el

comportamiento o generar un “quiebre” a nivel emocional en las internas, que se

traduzca en conductas reflexivas y acordes al control y tranquilidad carcelarias. Estas

formas de acción de las agentes podemos encontrarlas no sólo en relación a la población

87 
 
 

de madres, sino también al resto de las mujeres detenidas que tienen hijos/as fuera de la

unidad.

Dobash, Dobash y Gutteridge (1986) opinan que las pautas de comportamiento

de las mujeres presas son en general menos toleradas por el funcionariado que las de los

hombres, por lo cual tienen más sanciones disciplinarias. Para los/as autores/as son

menos toleradas, por un lado, porque las concepciones del funcionariado están

impregnadas de explicaciones sexistas sobre la mujer presa y, por otro, la ideología y

las prácticas sociales discriminatorias en las cárceles de mujeres exigen unos estándares

de comportamientos más elevados para las mujeres que para los hombres. Además, la

concepción estereotipada de la mujer encarcelada como una persona «conflictiva,

histérica y emocional» comporta que en las cárceles de mujeres se suministre mayor

medicación (Almeda, 2002). Siguiendo esta argumentación y en función de lo antes

descripto podemos decir que, en las cárceles de mujeres, el cumplimiento de la pena se

torna más complejo en términos subjetivos porque, además de cargar las mujeres con el

peso social de cumplir la pena, las detenidas son juzgadas desde su rol en la sociedad

como mujeres y en específico, como madres.

Al interior de las unidades, se culpabiliza a las madres por las vivencias que

tienen los/as niños/as, se las responsabiliza por la evaluación negativa del cuidado y se

las juzga en consecuencia. Se las acusa de exponerlos/as a situaciones violentas, y se

pone en sus manos poder garantizar los derechos que les corresponden como niños/as,

además se las presiona con alejarlas de ellos/as y con tomar medias que los/las

perjudican si no se respeta una forma determinada de comportamiento.

En el tratamiento penitenciario, la evaluación del comportamiento de las mujeres

como madres se basa en juicios de valor y concepciones culturales sobre la maternidad

y se convierte en un nuevo índice no reglamentado para medir el comportamiento de las

88 
 
 

internas y evaluar y sancionar en consecuencia. Por otro lado, a través de la culpa y la

responsabilidad de las internas sobre el bienestar de sus hijos/as, las agentes encuentran

en la maternidad de las detenidas y en el rol materno de éstas un eje a través del cual

tener un mayor control de la unidad e “incentivar” actividades que entienden se

enmaran en el tratamiento penitenciario.

Conclusión

En este capítulo hicimos referencia principalmente a las maneras en que la

presencia de niños/as en la unidad contribuyen a conformar la percepción que las

agentes tienen sobre su trabajo. La posibilidad que otorgan las leyes en los artículos al

inicio citados de que las mujeres se alojen en las unidades con sus hijo/as de hasta

cuatro años de edad, puede ser leída desde un doble carácter.Por un lado, desde el

proteccionismo brindando la posibilidad a las “madres” de mantenerse junto a sus hijos

e hijas una vez que son detenidas, por otro lado, implica la reafirmación de valores

morales a los cuales se ata a la mujer en función de deberes y obligaciones maternales.

La escueta normativa en relación al alojamiento de niños y niñas en las unidades

no devendría en un problema en sí mismo ya que como plantea Miguez (2003) la

normativa institucional no necesariamente redunda en cambios favorables para las

dinámicas organizativas. Sino que son principalmente objetivos relacionados a lógicas

de control y tratamiento los que guían la práctica de las agentes y es la dificultad en el

cumplimiento a ese tipo de objetivos en donde se encuentra el “estorbo” y particularidad

de la población de madres.

Para las agentes, la presencia de mujeres madres en la unidad implica

cuestionamientos a su forma de trabajo ya que seven limitadas las formas para

sancionar. Esto genera sobrecarga laboral por los tipos y formas de reclamos que realiza

89 
 
 

esta población e implica mayores responsabilidades por la presencia de los niños/as.

Para las agentes todo esto genera que tengan un menor control de la unidad en la cual

trabajan.

La maternidad de las detenidas y específicamente la presencia de los/as niños/as

en la unidad, influye entonces en el trabajo de las agentes. A su vez,la manera en que las

mujeres detenidas llevan adelante su maternidad en la unidad se convierte en una

herramienta de las agentes para evaluar y sancionar a las internas, contribuyendo en

cumplimiento de objetivos institucionales como el control y el tratamiento. La manera

en que las mujeres detenidas son madres, es parte de la evaluación disciplinaria y a

través de la maternidad las agentes “incentivan” comportamientos que interpretan como

correctos para el tratamiento de las internas.

90 
 
 

Consideraciones finales
 

Con el fin de lograr una mayor comprensión acerca del funcionamiento de las

cárceles de mujeres, en estatesina intentamos reconstruir desde diferentes dimensiones

la percepción que las agentes penitenciarias tienen acerca de su trabajo. Para lograrlo

nos focalizamos en las tareas de las mujeres penitenciarias en el sector de pabellones de

la unidad y realizamos un recorrido por diferentes aspectos del trabajo de las agentes

describiendo las lecturas que ellas hacen al respecto.

En una primera instancia, nos centramos en la manera en que las agentes

conciben el puesto de trabajo en el sector de pabellones y en las problemáticas

específicas que surgen allí. Además indagamos en cuáles son las características del

trabajo que se valoran a la hora de desempeñar sus tareas y qué implica ser agentes

mujeres en el cuidado del sector mencionado. Por otro lado, analizamos el trabajo

concreto de las agentes en los pabellones, guiándonos a través de las implicancias que

tiene para las penitenciarias trabajar a diario con las mujeres detenidas. En este sentido

indagamos los diferentes sentidos que las agentes le atribuyen a las prácticas que

identificamos como más relevantes para llevar adelante su trabajo. Por último,

focalizamos el análisis en la relevancia que tienepara las agentes el alojamiento de

mujeres madres en la unidad y, específicamente, la presencia en ella de niños y niñas

menores de edad. A partir de la lectura que las agentes hacen acerca de las detenidas

como mujeres-madres-delincuentes analizamos las particularidades para trabajar con

esta población y diferentes prácticas que las agentes llevan adelante.En función de este

recorrido, podemos hacer algunas observaciones generales.

El S.P.B. se encuentra encargado de regular la ejecución de la pena y el paso de

las mujeres presas por la cárcel. En base a la normativa vigente, también se brinda la

posibilidad a las mujeres detenidas de alojarse en la unidad con sus hijos/as de hasta

91 
 
 

cuatro años de edad. En este marco las mujeres penitenciarias encargadas del cuidado de

los pabellones cumplen un rol sumamente relevante en la unidad ya que permanecen en

constante contacto y relación con las mujeres detenidas.

La principal dificultad del trabajo de las agentes está vinculada a que las

decisiones que se toman en la unidad repercuten directamente en el bienestar y malestar

de las detenidas. Consecuentemente son las encargadas de pabellón las que deben poder

lidiar con cada problemática que surge, se origine o no en el sector de pabellones. Para

lograrlo las agentes deben tener control sobre los espacios de circulación y sobre las

mujeres detenidas, entendiendo como principal objetivo de su trabajo prevenir o reducir

al mínimo los conflictos que surjan. La principal tarea que tienen se relaciona con la

posibilidad o no de responder a las numerosas demandas de las internas. Los diferentes

conflictos que en ese intercambio se originan hacen que las agentes entiendan su trabajo

como difícil, desgastante y de mucha responsabilidad.

A lo hora de resolver los conflictos, tanto en situaciones cotidianas como extra

cotidianas, las agentes perciben que desde la unidad les brindan pocas herramientas para

resolverlos de formas no violentas. Simultáneamente les exigen limitar las sanciones y

los castigos físicos a las internas. En este sentido, las mujeres penitenciarias se sienten

desprotegidas e identifican que su trabajo se torna ineficiente producto de los controles

principalmente externos a la unidad (vinculados a organizaciones, instituciones

educativas u organismos de derechos humanos).Además se sienten desautorizadas y que

“pierden el respeto de las detenidas”.Esta situación se profundiza en el caso de la

población de madres y embarazadasya que la obligación de resguardar a los/as niños/as

y de la salud de sus madres limita aún más la aplicación de sanciones. Las agentes

encuentran dificultades para traducir las nombradas exigencias en prácticas concretas

yven las intervenciones externas como una traba o limitación en su desempeño laboral y

92 
 
 

no como un posible eje a través del cual mejorar las condiciones laborales e impulsar la

reducción de la violencia carcelaria.La pérdida del respeto de las internas es un

elemento relevante que influye de manera negativa en la manera en que las agentes ven

su trabajo por lo que sus acciones se ven orientadas a recuperar o fomentar el respeto

hacia su puesto.

A pesar de esta perspectivalas agentes construyen un conocimiento específico

sobre la unidad y sobre las mujeres detenidas que, con origen en la práctica cotidiana,

les permite crear otras formas de intervención. En base a ese conocimiento las agentes

pueden negociar con las internas, presionarlas para que reaccionen frente a alguna

situación, mediar en conflictos, lograr colaboración y generar confianza, respeto y

obediencia en las internas. Estas prácticas se basan mayormente en la experiencia y

habilidades personales que cada agente tiene para llevarlas a cabo yse traducen

directamente en un mayor control y un mejor orden de la unidad. Los conocimientos de

las agentes y la eficacia que generan en la práctica para la resolución de conflictos, son

puestos en segundo plano cuando se los compara con el trabajo de los compañeros

varones, cuyas funciones se asocian a intervenciones que implican el uso de la fuerza

física y el enfrentamiento. En este sentido, la manera privilegiada de controlar los

conflictos sigue siendo a través de la fuerza, las sanciones y la intransigencia en las

decisiones, todas ellas identificadas con los agentes hombres. Cabe aclarar que las

sanciones graves como el traslado, el aislamiento o el “engome”, no desaparecen en las

prácticas de las agentes sino que siempre están latentes en forma de advertencia y de

hecho son recursos utilizados frecuentemente en la unidad. Sin desconocer esto, en este

trabajo nos centramos en otros tipos de prácticas que las agentes penitenciarias llevan a

cabo basándose en los conocimientos generados en el contacto cotidiano con las

detenidas.

93 
 
 

El conocimiento que las agentes construyen con base en la experiencia en

pabellones, ellas no lo evalúan como relevante o al menos no lo identifican como

importante. Muchas acciones alternativas a las sanciones son impulsadas entonces en

función de diferentes sentidos que le otorgan las penitenciarias y, en este marco, se

legitiman prácticas de las agentes que muchas veces no responden a normas y

protocolos vigentes. Por otro lado, por el puesto que ocupan las agentes y en el marco

de las problemáticas que venimos explicando, las agentes asumen riesgos en la toma de

decisiones los cuales se ven impulsados por las gratificaciones que reciben de “avances”

y reconocimiento de las internas y porque, estas tomas de decisiones, les permite salir

de prácticas rutinizadas y de vínculos en las cuales responden estrictamente a órdenes

jerárquicas.

Las tareas que realizan las agentes penitenciarias se encuentran enmarcadasen el

cumplimiento de objetivos institucionales que se superponen en la práctica, como son el

“control” y el “tratamiento” de las internas. El lugar del tratamiento vinculado a la

“resocialización” de las mujeres detenidas resulta difícil de identificar ya que las

acciones que las agentes señalan como tratamentales se enmarcan en una forma

particular para garantizar seguridad (respetando los derechos de las detenidas) que tiene

como fin evitar conflictos. Brindar soluciones a las demandas de las internas, fomentar

ciertos valores, contener a nivel anímico a las mujeres, hacer cumplir las actividades,

buscar la colaboración de las detenidas y hacerlas reflexionar sobre sus actitudes, son

acciones que tienen como principal fin prevenir y apaciguar conflictos y no brindar

herramientas para la futura salida de las internas de la unidad. La maternidad es una de

los principales recursos disciplinadores que utilizan frente a la imposibilidad de

sancionar y,la manera en que las detenidas llevan a cabo su maternidad, se transforma

en una herramienta de evaluación y de control sobre la población carcelaria

94 
 
 

El abordaje de los diferentes ejes señalados no agota en absoluto los análisis

posibles acerca del trabajo de las mujeres penitenciarias, sino queintroduce nuevos

aspectos y preguntas para profundizar el conocimiento acerca del funcionamiento de las

cárceles de mujeres. Algunas preguntas que no fueron abordadas en este trabajo pero sí

surgieron como inquietudes a la hora de analizar el trabajo de campose relacionan

principalmente con la forma en que influyen otros actores en el trabajo de las agentes.

En primer lugar, los equipos técnicos o profesionales en la unidad de mujeres y de qué

manera sus prácticas limitan o complementan el trabajo de las agentes. Por otro lado, la

multiplicidad de tipos de vínculos que se establecen entre agentes y detenidas y qué

otras formas para el control y el tratamiento habilitan dichos vínculos. También el lugar

que ocupan los actores judiciales y de qué manera la ejecución de la pena y el paso de

las mujeres por la cárcel está vinculado tanto al S.P.B. como a actores externos y cuáles

son las concepciones que se ponen en juego acerca de las mujeres detenidas y los

delitos. Por último, profundizar en los sentidos que cobra la maternidad al interior de la

unidad y de qué manera su evaluación influye como elemento disciplinador en las

mujeres que son madres y no viven con sus niños en la unidad. Apostamos desde aquí a

continuar ampliando y profundizando el estudio de las cárceles de mujeres desde las

voces de sus protagonistas y desde sus propias particularidades.

95 
 
 

Bibliografía
-Alberdi, I. (1999): El significado del género en las ciencias sociales, Política y Sociedad
Nro. 32,(pp.9-21), España, Universidad Complutense de Madrid.

-Almeda, E. (2002): Corregir y castigar. El ayer y el hoy de las cárceles de mujeres,


España, Ediciones Ballaterra.

-Ardunio, I.; Lorenzo, L.; Salinas, R. (2007): Mujeres y cárceles: aproximación a la


situación penitenciaria en Argentina desde una perspectiva de Género,Revista digital
pensamiento penal, disponible en:
http://www.pensamientopenal.com.ar/ dossier/ARDUINO.pdf(consultado en julio 2016)

-Azaola, E. (2003): El delito de ser mujer, México, Plaza y Valdés.

-Caimari, L. (2009): Entre el panóptico y el pantano: avatares de una historia de la


prisión argentina, Política y Sociedad, Vol. 46, Núm. 3: 135-147.

-Calandrón S. y Galeano D. (2013): Mujeres policía: la cuestión de género en las


fuerzas de seguridad, Cuestiones de Sociología, n°9, 2013. Disponible en:
http://www.cuestionesdesociologia.fahce.unlp.edu.ar/(consultado en diciembre 2016)

-Calveiro, P, (2010), El tratamiento penitenciario de los cuerpos, en Cuadernos de


Antropología Social. Nº 32. Pp. 57-74, Mexico.
‐Colanzi, I. (2006), Mujeres con sus hijos en situación de encierro. Abordaje desde una
perspectiva de género,V° Congreso Argentino de Salud mental, Argentina.  
-Daroqui, A.V (2002): La cárcel del presente, su “sentido” como práctica de secuestro
institucional en Gayol S. y Kessler G.: Violencias, delitos y justicias en Argentina,
Argentina, Ediciones Manantial.
-Fernández, A.M. (2014): La mujer de la ilusión, pactos y contratos entre hombres y
mujeres, Argentina, Paidós.
-Foucault, M. (2008): Vigilar y castigar, Argentna, Siglo XXI.

-Galvani I. (2009): “Si te quedás pensando te vuelan la cabeza”: cuerpo, disciplina y


reflexividad en la capacitación de los futuros agentes del Servicio Penitenciario
Bonaerense, Tesis de maestría en Antropología Social IDES-UNSAM, Argentina.

-Gamba, S.B. (coord.) (2009): Diccionario de estudios de género y feminismos,


Argentina, Biblos.

-Garland, D. (1999): Castigo y sociedad moderna, Argentina, Siglo XXI.

-Garriga, J. (2012): Los sentidos de la violencia para la policía de Buenos Aires,


Question, Vol.1, n°33, 2012.

-Goffman, E. (1994): Internados. Ensayos sobre la situación actual de los enfermos


mentales, Argentina, Amorrotu.
96 
 
 

-Guber, R. (2005): El salvaje metropolitano. Reconstrucción del conocimiento social en


el trabajo de campo, Argentina, Paidós.

-Kalinsky, B. (2008): El Agente penitenciario: la cárcel como ámbito laboral, Runa,


vol. 28, pp. 43-57, Argentina, Universidad de Buenos Aires

-Lagarde, M. (1993): Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas,


presas y locas, México, UNAM.

-Ludueña, G.2000), Monasterios e instituciones totales: relaciones entre enografía y


construcción de teoría social, en Rev. Avá. Nº 4 Pp. 111.126.
-Makowski, S. (1994), Las flores del mal. Identidad y resistencia en cárceles de
mujeres, México, Universidad AtónomaMatropolitana.
-Marradi, A., Archenti, N. y Piovani, J.I (2007): Metodología de las ciencias sociales,
Argentina, Planeta.

-Melhuus, M. (2007): Poder, valor y los sentidos ambiguos de género en Melhuus M. y


Stolen, K.A.: Machos, putas, santas, Argentina, Antropofagia.

-Miguez, D. (2007): Reciprocidad y poder en el sistema penal argentino. Del “pitufeo”


al motín de Sierra Chica en Isla A.: En los márgenes de la ley, Argentina, Paidós.

-Miguez, D. y Gonzalez, A. (2003): El estado como palimpesto. Control social, anomia


y particularismo en el sistema penal de menores de la provincia de Buenos Aires, una
aproximación etnográfica. En Isla, A. y Miguez, D. (2003): Heridas Urbanas. Violencia
delictiva y transformaciones sociales en los noventa, Argentina, Editorial de las
Ciencias.

-Miño, R. y Rojas, G. (2012), Nadie las visita. La invisibilidad de las mujeres privadas
de su libertad,Argentina, Universidad Nacional de Rosario editora.
-Monjardet, D. (2010): Lo que hace la policía: Sociología de la fuerza pública,
Argentina, Prometeo.

-Mouzo, K.G (2010): Servicio Penitenciario Federal.Un estudio sobre los modos de
objetivación y de subjetivación de los funcionarios penitenciarios en la Argentina
actual, Tesis doctoral en ciencias sociales, UBA, Buenos Aires, Argentina. Disponible
en:
http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2014/12/doctrina35470.pdf(consultad
o en marzo de 2017)

-Ojeda, N.S. (2013): La cárcel y sus paradojas: los sentidos del encierro en una cárcel
de mujeres, Tesis de Doctorado en antropología social, UNSAM, IDAES, Argentina.

-Rodriguez, E. y Viegas Barriga, F. (editores) (2015): Circuitos carcelarios. Estudios


sobre la cárcel en Argentina, Argentina, EPC. Versión digital:
http://perio.unlp.edu.ar/sites/default/files/circuitos_carcelarios_0.pdf(consultado en febrero de
2017)

97 
 
 

-Rossi, A.(2015),La reja pegada a la espalda : Las marcas del encierro y la integración
comunitaria en palabras de sus protagonista, Tesis de grado para la Lic. en sociología,
Fahce – UNLP, Argentina. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis.te.1129/te.1129.pdf(consultado en marzo de
2016)

‐Segato, R. (2010): Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género


entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos, Argentina, Prometeo.

Informes y normativas

-CELS (2011): Mujeres en prisión. Los alcances del castigo, Argentina, Siglo XXI.

- Comisión Provincial por la Memoria (2016), Informe anual 2015. El sistema de la


crueldad IX. Publicado por el Comité contra la Tortura, Argentina. Disponible en:
http://www.comisionporlamemoria.org/comite/informes/anuales/ANEXO%20II%20Informe_an
ual_2015.pdf

- Ley nacional de ejecución de la pena nro. 24.660

- Ley Provincial de ejecución de la pena nro. 12.256

- Manual de Asistencia y Tratamiento del Servicio Penitenciario Bonaerense.

-Informe anual R.U.D 2016, Procuración General de la provincia de Buenos Aires,


SCBA

- Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos. Adoptadas por el Primer


Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del
Delincuente, celebrado en Ginebra en 1955, y aprobadas por el Consejo Económico y
Social en sus resoluciones 663C (XXIV) de 31 de julio de 1957 y 2076 (LXII) de 13 de
mayo de 1977
 

98 
 

Potrebbero piacerti anche