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3a Parte
Prof. Pbro. Samuel Gallegos
INTRODUCCIÓN
He estado reflexionando y analizando críticamente la educación
convencional, con la fantasía de provocar algún cambio, por lo menos de visión. En
el artículo pasado traté el asunto desde la innegable experiencia nada placentera
que resulta la educación en el aula (hace poco acaban de correr a una maestra en
la escuela de una amiga porque agredía verbalmente a sus alumnos y los padres
protestaron. Lo malo es que también hay padres que no se atreven a protestar).
Decía yo que, sin embargo, se trata de convencer tanto a alumnos como a los
padres que todo es por el bien futuro de los alumnos, lo cual es una lógica
medieval: cualquier sacrificio presente, cualquier renuncia al placer, tendrá en el
futuro una recompensa más allá de lo imaginable.
También hacía una lectura etológica de la educación y explicaba que la
construcción de las aulas, la disposición de las sillas, todo el uso de dinámicas de
estudio y de material de apoyo está encaminado a reforzar la idea de que el alumno
miren hacia el maestro como fuente de conocimiento y consuma más fácilmente la
información que se le da.
Siguiendo con las reflexiones del tema que no ocupa comparto con ustedes
algunas otras ideas desde una mirada crítica.
¿QUÉ HACER?
Liberarse de un programa no es fácil. Ya cargamos, hablando en términos
sicológicos, con nuestros propios programas. Hemos sido programados por la
cultura, por la familia, por la religión, etc. Por otro lado, es verdad que, en la vida
cotidiana, las personas nos sentimos perdidos sin una guía. Pero en el caso de la
educación, además está el peso de que el programa de la SEP es “EL PROGRAMA”.
No hay otro. Por si esto fuera poco, hay “VIGILANTES” (inspectores) que nos
observan. Van a nuestros salones para verificar que “el programa” se lleve a cabo.
¿Cómo lograr que dentro de los programas establecidos por el modelo de educación
convencional, podamos introducir aspectos que tengan que ver con la realidad de
cada comunidad en concreto? Claro, suena a imposible, dado que tendría que
suceder que los maestros no nos conformáramos solo con ir a dar nuestra clases y
cobrar nuestra quincena. Ya que somos maestros pero también tenemos otros
sueños que no tienen que ver con hacer de nuestros alumnos mejores seres
humanos (en el caso de que ése sea uno de nuestros sueños). Al final de cuentas
¿no es más cómodo que nos den un programa ya hecho que andar creándolo
nosotros? Definitivamente.