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REFLEXIONES EN TORNO A LA EDUCACIÓN CONVENCIONAL

2da Parte
Prof. Pbro. Samuel Gallegos

INTRODUCCIÓN
Haciendo un análisis crítico de la educación convencional, con la fantasía de provocar
algún cambio, por lo menos de visión, hablé en el artículo pasado de la educación como un
bien de consumo al que estamos obligados, por el gran monopolista que es la Secretaría de
Educación Pública. La SEP, monopolista por excelencia de la educación, ofrece su producto
en paquetes (cursos), que tienen un contenido (programa), por el cual hay que pagar para
que disfruten de ella los miembros más jóvenes de la sociedad y cuya “franquicia”
autorizada es otorgada a las escuelas “incorporadas”. Son éstas franquicias, como únicas
depositarias del conocimiento, las que dicen quien es buen estudiante y quien no. Al mismo
tiempo, éstas franquicias tratan el conocimiento como un objeto manejable, controlable,
experimentable y medible, pasando por alto el factor vivencial del ser humano.
A continuación, desarrollo algunas otras ideas en cuanto al tema que nos ocupa,
esperando aportar algo más a la mirada crítica que podemos echar sobre la educación
convencional.

LA EDUCACIÓN Y SU FUTURA RECOMPENSA


Existe un hecho innegable: a la escuela la volvemos una experiencia traumática para
los alumnos. Uso traumática no en el sentido de daño cerebral irreversible, sino en el
sentido en que la mayoría de los niños y adolescentes se expresan en lo cotidiano de su
experiencia escolar, es decir, como una actividad indeseable. Ningún niño, después de sus
primeros años de escuela espera que asistir a ella sea una experiencia placentera. Ningún
adolescente espera con ansia el día siguiente con tal de encontrarse con algún maestro o
con la enseñanza en sí (lo único que en todo caso sucede en los alumnos es que espera
encontrarse con su grupo de amigos o amigas para ver cómo le hacen la vida imposible a
algún maestro que no tenga el dominio del grupo o sufrir con aquél que les exige
demasiado). Cualquier cosa a la que sea sometido el alumno dentro de la escuela le hará
tragarse la idea de que es por su bien en aras de alguna ventaja futura, vagamente definida
e inalcanzable. Aquí encontramos un criterio medieval: cualquier sacrificio presente,
cualquier renuncia al placer, tendrá en el futuro una recompensa más allá de lo imaginable
(algo parecido a la interpretación que se hace de las palabras del apóstol Pablo a los
Romanos 8:18 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse). Esto se infringe en
la mente del niño desde temprana edad.

LA EDUCACIÓN Y SU ETOLOGÍA
También podemos hacer una lectura etológica de la experiencia en el aula
convencional. La Etología es la ciencia que estudia el comportamiento de los seres vivos con
relación a su entorno o ambiente. En el caso de los seres humanos también tiene que ver
con los significados de dicha relación. Y ya que los maestros y alumnos somos seres vivos
que interactuamos con el medio escolar y le damos significados (lo sepamos o no),
podemos hablar de los salones de clase y la disposición de sus sillas y/o mesas como un
ámbito de comportamiento con significado.
La disposición ortodoxa de las sillas, en hileras dispuestas de tal forma que miran
hacia donde estamos los maestros, hace que la interacción se centre entre el maestro y los
alumnos. Por otro lado, las sillas apuntan en la dirección “lógica” de la cual vendrá
conocimiento. Desde luego que se manejan diferentes disposiciones de las sillas para
efectos pedagógicos, pero en el fondo no hay cambio real. El conocimiento sale de nosotros
los maestros y ayudamos a los alumnos a asimilarlo. Todo lo usado como material de apoyo
está encaminado a reforzar ésta disposición, para que el alumno consuma más fácilmente la
información.

¿QUÉ HACER?
Liberarse de un monopolista no es fácil. Sobre todo si por ley, toda perspectiva
educativa está obligada a ser aprobada por dicho monopolista, a fin de tener algún valor.
Liberarse de los usos y significados que se le dan a los espacios, tampoco es sencillo.
Piensen en el nivel de los ámbitos religiosos lo que provoca cambiar la disposición de las
bancas a circular, por ejemplo. ¿Cómo lograr que dentro de los lineamientos de la educación
convencional, podamos manejar otros modelos de educación sin meternos en problemas?
¿De dónde tiene que surgir el deseo de mejorar la educación y la experimentación de
modelos nuevos y alternativos? ¿Cómo resignificar los espacios y la disposición que
hacemos de ellos? Quizá estas preguntas no sean tan importantes, porque en mi
experiencia hay otra cuestión que estorba aún más que la obligación de ajustarse a un
modelo educativo como el nuestro: la falta de compromiso real de los maestros que
impartimos la educación. Los maestros no somos capaces de manejar ni el modelo ya
existente. ¿O será que dicho modelo es inmanejable? Pero eso, es materia de otro artículo.

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