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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

FACULTAD DE HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DE PEDAGOGÍA
LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA Y DERECHOS HUMANOS
CURSO: LEGISLACIÓN EDUCATIVA Y DERECHOS HUMANOS
CATEDRÁTICO: MS. LUIS ERNESTO CHANCHAVAC MORALES

Casos resueltos por la Corte interamericana de Derechos Humanos en


Materia de Violación de Derechos Humanos en Guatemala

Ana Abigail Acalón Fernández

201019735

Guatemala, 14 de octubre de 2019


Introducción

El presente trabajo de investigación compila 5 casos en los que el Estado de


Guatemala violento los Derechos Humanos de su población de manera directa por
lo que fue necesario la intervención de La Corte Interamericana de Derechos
Humanos, por medio de que las victimas llevaron su caso a CID, ya que las
instituciones que pertenecen al Estado no cumplieron con los debidos procesos en
cuanto a las garantías que la República de Guatemala está obligado a dar a sus
habitantes.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) es el órgano judicial de la
organización de Estados Americanos, es autónomo y su cede se encuentra en San
José, Costa Rica, su función es salvaguardar los derechos esenciales del hombre
en el continente americano, 25 países forman parte de él por lo cual se
comprometen a respetar las resoluciones que esta corte dicte.
El sistema Interamericano posee los siguientes instrumentos:
 Estatutos
 Reglamentos
 Cartas
 Acuerdos y declaraciones.
Las áreas en las que han trabajado más específicamente son:
 Promoción y protección de los derechos humanos
 Sobre la prevención de la discriminación
 Derechos de las mujeres
 Niños y niñas
 Pueblos indígenas
 Personas con discapacidad
 Orientación sexual e identidad de género
 Sobre la administración de justicia
 Empleo
 Tortura y desaparición
 Nacionalidad, asilo, refugio y personas internamente desplazadas
 Desplazados Internos
 Uso de la fuerza y conflicto armado
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala
RESUMEN OFICIAL EMITIDO POR LA CORTE INTERAMERICANA SENTENCIA
DE 23 DE AGOSTO DE 2018
(Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas)

El 23 de agosto de 2018 la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictó


Sentencia mediante la cual declaró la responsabilidad internacional del Estado de
Guatemala por las violaciones a diversos derechos cometidas en perjuicio de 49
personas que viven o vivieron con el VIH y de sus familiares. En particular, la Corte
encontró que distintas omisiones del Estado en el tratamiento médico de las
víctimas constituyeron un incumplimiento del deber de garantizar el derecho a la
salud, y que el impacto de esas omisiones provocó violaciones al derecho a la vida
y a la integridad personal de algunas de ellas. Adicionalmente, la Corte determinó
que la omisión de garantizar una atención médica adecuada a dos mujeres
embarazadas que viven con el VIH constituyó un acto de discriminación, y que la
inacción estatal en materia de protección al derecho a la salud de la población que
vive con el VIH en Guatemala constituyó una violación al principio de progresividad
contenido en el artículo 26 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Asimismo, el Tribunal advirtió la existencia de diversas falencias en la resolución de
un recurso judicial intentado por 13 de las víctimas ante la Corte de
Constitucionalidad de Guatemala, las cuales constituyeron violaciones a las
garantías judiciales y la protección judicial.
Finalmente, la Corte encontró que la afectación en la salud, la vida y la integridad
de las víctimas también tuvieron un impacto en el derecho a la integridad personal
de sus familiares.
I. Hechos Los hechos del caso se refieren a 34 personas que actualmente
viven con el VIH en Guatemala, 15 personas que vivieron con el virus
pero que ya han fallecido, y sus familiares. El caso fue presentado ante la
Corte alegando que la falta de una adecuada atención médica estatal a
dicho grupo de personas, así como la falta de una adecuada protección
judicial, habrían constituido violaciones a la salud, a la vida, a la integridad
personal y a las garantías judiciales y la protección judicial. En razón de
ello, la Corte analizó los hechos del caso en relación con tres cuestiones:
1) la situación del VIH en Guatemala; 2) la individualización de las
víctimas y sus familiares; y 3) los recursos y acciones interpuestos por
ellas ante la Corte de Constitucionalidad.
En relación con el primer elemento, la Corte advirtió la existencia de diversas
disposiciones legales relativas a la protección del derecho a la salud, y a las
obligaciones del Estado relacionadas con la atención a personas que viven con el
VIH. En ese sentido, el Tribunal destacó que Guatemala reconoce a la infección del
VIH como un problema social de urgencia nacional. En relación con el segundo
elemento, la Corte constató que las 49 víctimas del caso fueron diagnosticadas con
VIH entre los años de 1992 y 2004, y que la mayoría de ellas no habría recibido
ninguna atención médica estatal antes del año 2004. Asimismo, constató que
algunas de ellas tenían una o varias de las siguientes condiciones: contrajeron
enfermedades oportunistas y en algunos casos fallecieron por causa de estas
enfermedades, eran personas de escasos recursos, eran madres o padres que eran
el sustento económico y/o moral de sus familias, contaban con baja escolaridad, los
efectos de su condición como personas que viven con el VIH no les permitió realizar
la misma actividad previa a su contagio, vivían en zonas alejadas de las clínicas
donde debían recibir atención médica, o eran mujeres embarazadas.
Adicionalmente, la Corte realizó un análisis sobre los hechos probados de cada una
de las víctimas del caso y sus familiares (este análisis fue incluido como el anexo 3
de la Sentencia). En relación con el tercer elemento, la Corte se refirió al recurso de
amparo intentado por 13 de las víctimas ante la Corte de Constitucionalidad. En este
recurso los accionantes solicitaron a la Corte de Constitucionalidad que declarara
que el Estado tenía la obligación de garantizar la vida de las víctimas a través de
una política de compra y distribución de tratamientos antirretrovirales. En respuesta
el Presidente de la República autorizó una partida presupuestal “para llenar los
requerimientos de las personas con VIH/SIDA”. Los accionantes reclamaron que
aun cuando se habían tomado algunas acciones por parte del Presidente, subsistían
las razones que motivaron la presentación de la acción de amparo.
En consecuencia, solicitaron a la Corte de Constitucionalidad que ordenara al
Estado dictar políticas públicas que garantizaran los derechos de personas que
vivían con el VIH. La Corte de Constitucionalidad, tomando en consideración las
acciones del Presidente de la República, consideró que el agravio reclamado habría
cesado por lo que declaró improcedente el recurso de los accionantes.
II. Excepción preliminar y cuestión previa El Estado alegó una excepción
preliminar relacionada con la supuesta falta de agotamiento de los
recursos internos. En concreto, el Estado argumentó que las víctimas no
hicieron uso de los artículos 70 y 71 previstos en la Ley de Amparo,
Exhibición Personal y de Constitucionalidad, por lo que la Corte debía
abstenerse de conocer del caso. La Corte recordó que una de las pautas
para analizar una excepción de esta naturaleza es si fue presentada
oportunamente, es decir durante la etapa de admisibilidad ante la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
En ese sentido, el Tribunal constató que el Estado no indicó los recursos que debían
ser agotados por los peticionarios hasta la presentación de su escrito de
contestación, ya en el trámite ante la Corte. En consecuencia, concluyó que el
Estado no invocó la excepción preliminar en los términos del artículo 46. 1 de la
Convención, por lo que era improcedente. Adicionalmente, el Tribunal declaró
improcedente la solicitud de los representantes de incluir como víctimas directas a
varias personas que no habían sido identificadas como tales por la Comisión en el
Informe de Fondo.
III. Fondo La responsabilidad del Estado fue analizada en el siguiente orden:
1) La violación al derecho a la salud por la atención médica o la falta de
ella-o brindada por el Estado, 2) La violación a la prohibición de
discriminación, 3) La violación al principio de progresividad, 4) La
violación a los derechos a la vida y la integridad personal, 5) La violación
a los derechos a las garantías procesales y la protección judicial, y 6) La
violación a la integridad personal de los familiares de las víctimas.
1) Derecho a la salud. La Corte consideró pertinente precisar diversos aspectos
relacionados con su competencia para pronunciarse sobre violaciones autónomas
a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (en adelante
“DESCA”). Para ello, realizó una interpretación del artículo 26 de la Convención en
relación con los artículos 1.1, 2, 62 y 63 del mismo instrumento. El Tribunal utilizó
los métodos de interpretación estipulados en los artículos 31 y 32 de la Convención
de Viena sobre el Derecho de los Tratados, y en el artículo 29 de la Convención
Americana, para demostrar que una interpretación literal, sistemática y teleológica
de la Convención permite afirmar que el artículo 26 protege aquellos derechos que
derivan de las normas económicas, sociales y de educación, ciencia y cultura
contenidas en la Carta de la OEA, y que éstos pueden ser sujetos de supervisión
por parte del Tribunal en términos de los artículos 62 y 63 de la Convención.
Concluyó que corresponderá en cada caso concreto que requiera un análisis de
DESCA determinar si de la Carta de la OEA se deriva explícita o implícitamente un
derecho humano protegido por el artículo 26 de la Convención, así como los
alcances de dicha protección. 3 La Corte reiteró que de las normas económicas,
sociales y sobre educación, ciencia y cultura contenidas en la Carta de la OEA se
deriva el derecho a la salud, y precisó el contenido de ese derecho así como los
estándares aplicables a personas que viven con el VIH.
2) En particular, concluyó que el derecho a la salud se refiere al derecho de toda
persona a gozar del más alto nivel de bienestar físico, mental y social; que este
derecho abarca la atención de salud oportuna y apropiada conforme a los principios
de disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad; y que el cumplimiento de la
obligación del Estado de respetar y garantizar este derecho deberá dar especial
cuidado a los grupos vulnerables y marginados, y deberá realizarse de conformidad
con los recursos disponibles de manera progresiva y de la legislación nacional
aplicable. Asimismo, estableció que el derecho a la salud de las personas que viven
con el VIH incluye el acceso a bienes de calidad, servicios e información para la
prevención, tratamiento, atención y apoyo de la infección, incluida la terapia
antirretrovírica y otros medicamentos, pruebas diagnósticas y tecnologías
relacionadas seguras y eficaces para la atención preventiva, curativa y paliativa del
VIH, de las enfermedades oportunistas y de las enfermedades conexas, así como
el apoyo social y psicológico, la atención familiar y comunitaria, y el acceso a las
tecnologías de prevención. Sobre la base en lo anterior, la Corte analizó los hechos
del caso en dos momentos: la atención médica brindada por el Estado antes del año
2004, y después del año 2004.
En relación con el primer periodo, constató que 48 de las víctimas no recibieron
tratamiento médico alguno por parte del Estado. En relación con el segundo
momento, la Corte constató que el Estado incumplió su deber de garantizar el
derecho a la salud de 43 personas. El Tribunal acreditó lo siguiente: 1) que las
víctimas tuvieron acceso irregular, nulo e inadecuado a antirretrovirales; 2) la falta
de acceso a pruebas periódicas de CD4, carga viral, fenotipo y genotipo; 3) el
inadecuado y nulo apoyo social; y 4) la imposibilidad de acceso a los centros de
salud de algunas víctimas.

La Corte encontró que estas omisiones son incompatibles con los elementos de
disponibilidad, accesibilidad y calidad en la atención en salud. En consecuencia,
concluyó que el Estado es responsable por la violación al deber de garantía del
derecho a la salud, de conformidad con el artículo 26 de la Convención, en relación
con el artículo 1.1 del mismo instrumento. 2) La prohibición de discriminación. La
Corte recordó que la falta adecuada de atención médica a mujeres en estado de
embarazo o post embarazo son causas de alta mortalidad y morbilidad materna, por
lo que los Estados deben adoptar medidas de protección, asumir una posición
especial de garante, y tomar medidas especiales orientadas en el principio del
interés superior del niño, para evitar la transmisión vertical del virus.

En el caso concreto, la Corte acreditó que 2 de las mujeres víctimas del caso
estaban embarazadas al momento de ser diagnosticadas con VIH o que estuvieron
embarazadas con posterioridad a su diagnóstico, y que no se les otorgó una
atención adecuada en consideración a sus condiciones particulares. Esta omisión
estatal constituyó una discriminación basada en género, pues tuvo un impacto
diferenciado en las víctimas, y generó un riesgo de transmisión vertical del VIH a
sus hijos. Adicionalmente, el Tribunal consideró que la discriminación de las
víctimas fue el producto de varios factores que interseccionaron (mujeres,
embarazadas, que viven con el VIH) y se condicionaron entre sí. En consecuencia,
la Corte concluyó que el Estado es responsable por la violación de la prohibición de
discriminación en relación con la obligación de garantizar el derecho a la salud de
dos de las víctimas.

3) El principio de progresividad. Por otro lado, la Corte se pronunció sobre si el


Estado había violado el principio de progresividad contenido en el artículo 26 de
la Convención Americana. El Tribunal reiteró que existen dos tipos de
obligaciones que derivan de los DESCA protegidos por el artículo 26: aquellas de
exigibilidad inmediata, y aquellas de realización progresiva. Respecto a las
segundas, recordó que el desarrollo progresivo de los DESCA no podrá lograrse
en un breve periodo de tiempo, pero que requiere la realización acciones para la
consecución del pleno goce de estos derechos. En esta lógica, la Corte estableció
que la obligación de realización progresiva de los DESCA prohíbe la inactividad
del Estado en su tarea de implementar acciones para la efectiva protección de
estos derechos, sobre todo en aquellas 4 materias donde la ausencia total de
protección estatal coloca a las personas ante la inminencia de sufrir un daño a su
vida o a su integridad personal.
Esta situación ocurre con las personas que viven con el VIH cuando no reciben
atención médica, por lo que la Corte concluyó que la inacción estatal en materia de
protección del derecho a la salud, previo al año 2004, constituyó una violación al
principio de progresividad previsto por el artículo 26 de la Convención, en relación
con el artículo 1.1 del mismo instrumento.
4) Derecho a la vida y a la integridad personal. En relación con el derecho a la vida,
el Tribunal consideró que las omisiones estatales en la atención médica brindada a
las víctimas constituyeron fallas terapéuticas que de no haber ocurrido habrían
reducido las probabilidades de que se desarrollaran enfermedades oportunistas, las
cuales causaron la muerte de 12 víctimas.
En el mismo sentido, la Corte tuvo por acreditado que 46 de las víctimas sufrieron
secuelas físicas y psíquicas como resultado de su condición como personas que
viven con el VIH. En ese sentido, la Corte consideró acreditada la existencia de un
nexo causal entre las omisiones del Estado en el tratamiento médico y el
fallecimiento y los sufrimientos físicos y psíquicos que experimentaron las víctimas.
En consecuencia, concluyó que el Estado es responsable por la violación al deber
de garantía del derecho a la vida y a la integridad personal previsto por los artículos
4.1 y 5.1 de la Convención Americana, en relación con el artículo 26 y 1.1 del mismo
instrumento.
5) Derecho a las garantías procesales y a la protección judicial. La Corte también
evaluó si la decisión de la Corte de Constitucionalidad cumplió con los requisitos de
idoneidad y efectividad a la luz del recurso que fue presentado por las víctimas, y si
fue resuelto en un plazo razonable, conforme a los estándares previstos por los
artículos 8 y 25 de la Convención Americana. En ese sentido, el Tribunal advirtió
que la resolución de la Corte de Constitucionalidad no se pronunció respecto al
aspecto central que motivó la presentación del amparo, que era el riesgo que existía
al derecho a la salud y a la vida de las víctimas por falta de acceso a un tratamiento
médico adecuado. Asimismo, la Corte advirtió que la Corte de Constitucionalidad no
exteriorizó la justificación por la cual consideró que la medida adoptada por el
Presidente de la República habría sido adecuada. Por otro lado, el Tribunal
consideró que el retraso en la resolución del proceso, dadas sus características
particulares, constituyó una violación a la garantía del plazo razonable. En
consecuencia, la Corte concluyó que el Estado era responsable por la violación a
los artículos 8.1 y 25 de la Convención, en relación con el artículo 1.1 del mismo
instrumento, en perjuicio de 13 víctimas.
6) Derecho a la integridad personal de los familiares. Finalmente, la Corte acreditó
que los familiares de las víctimas sufrieron afectaciones a su integridad personal por
el sufrimiento y la muerte de sus familiares, por lo que el Estado es responsable por
la violación al artículo 5.1 de la Convención, en relación con el artículo 1.1 del mismo
instrumento, en perjuicio de 63 familiares de las víctimas. IV. Reparaciones La Corte
determinó las siguientes medidas de reparación integral.
A. Rehabilitación: 1) brindar gratuitamente tratamiento médico y psicológico a las
víctimas de violaciones al derecho a la salud y la integridad personal, y a sus
familiares, y 2) adoptar medidas positivas para garantizar la accesibilidad a los
centros de salud.
B. Satisfacción: 1) publicar de manera íntegra la Sentencia, así como el resumen
oficial de la misma, 2) realizar un acto público de reconocimiento de responsabilidad,
y 3) otorgar becas de estudio a los hijos e hijas de las víctimas que así lo soliciten.
C. Garantías de no repetición: 1) implementar mecanismos de fiscalización y
supervisión de los servicios de salud, 2) diseñar un mecanismo para mejorar la
accesibilidad, disponibilidad y calidad de las prestaciones de salud para personas
que viven con el VIH, 3) implementar un programa de capacitación para funcionarios
del sistema de salud, 4) garantizar tratamiento médico adecuado a mujeres
embarazadas que viven con el VIH, y 5) realizar una campaña nacional de
concientización y sensibilización sobre los derechos de las personas que viven con
el VIH.
D. Indemnización compensatoria: pagar las sumas 5 monetarias fijadas en la
Sentencia por los conceptos relativos al daño material e inmaterial, así como el
reintegro de gastos y costas y de los gastos del Fondo de Asistencia de Víctimas.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos supervisará el cumplimiento íntegro
de la Sentencia, en ejercicio de sus atribuciones y en cumplimiento de sus deberes
conforme a la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y dará por
concluido el caso una vez que el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo
dispuesto en la Sentencia.
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
CASO COC MAX Y OTROS
(MASACRE DE XAMÁN) VS. GUATEMALA
SENTENCIA DE 22 DE AGOSTO DE 2018
(Fondo, Reparaciones y Costas)
RESUMEN OFICIAL EMITIDO POR LA CORTE INTERAMERICANA

El 22 de marzo de 2018 la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictó una


Sentencia, mediante la cual declaró responsable internacionalmente al Estado de
Guatemala por la muerte de 11 personas, entre ellas una niña y dos niños, y las
lesiones de otras 29, ocurridas en la llamada “masacre de Xamán” el 5 de octubre
de 1995. La Corte también declaró responsable al Estado por la violación del
derecho a la integridad personal en perjuicio de familiares de las víctimas que fueron
muertas. Las víctimas formaban parte de la población indígena q'eqchi', mam,
q'anjob'al, ixil y k'iche, que en 1994 había formado la Comunidad “Aurora 8 de
octubre” que ocupaba la finca Xamán.

Los hechos fueron cometidos por miembros de las Fuerzas Armadas de la


República de Guatemala. Si bien 14 militares fueron condenados, 11 permanecen
prófugos. La Corte determinó la violación de los derechos a las garantías judiciales
y a la protección judicial.
I. Hechos Los hechos tuvieron lugar el 5 de octubre de 1995 en la finca
Xamán, ubicada en el municipio de Chisec, en Alta Verapaz. Ocurrieron
durante el conflicto armado interno que vivió Guatemala entre 1962 y 1996,
que provocó grandes costos humanos, materiales, institucionales y morales.
La Corte se refirió a ese contexto, destacando que durante el conflicto el Estado
aplicó la llamada “Doctrina de Seguridad Nacional”, utilizando la noción de “enemigo
interno”, identificando dentro de esa categoría a miembros del pueblo indígena
maya, por considerar que podía constituir la base social de la guerrilla. De acuerdo
a la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), el pueblo maya fue el grupo
étnico más afectado por las violaciones a derechos humanos cometidas durante el
conflicto armado. La violencia contra dicho pueblo se evidenció en múltiples actos,
inclusive masacres. En el año 1990 se inició un proceso de paz que culminó en
diciembre de 1996.
En ese marco, a partir de 1991 se desarrollaron acciones para el retorno voluntario
al país de personas guatemaltecas refugiadas. En 1992 se firmaron acuerdos con
tal fin, entre Comisiones representantes de personas refugiadas y entidades
estatales. La CEH señaló que los acuerdos se interpretaban como un compromiso
del Ejército de no ingresar o patrullar cerca de comunidades formadas por personas
que habían retornado a Guatemala. En el marco descrito se formó la Comunidad
“Aurora 8 de octubre”, que en 1994 estaba integrada, aproximadamente, por 90
familias que antes se encontraban en México y otras 50 que vivían en el lugar. El 5
de octubre de 1995, cerca de un años después de formada la Comunidad, algunos
pobladores advirtieron la presencia de militares. Un grupo de vecinos salió al
encuentro de la patrulla del ejército y requirió a los militares explicar el motivo de su
presencia en el lugar. Luego la patrulla se adentró en la Comunidad y más
pobladores la fueron rodeando, manifestando con vehemencia su descontento
respecto a los militares. En un momento dado éstos intentaron salir del lugar,
empujando a la gente. Uno de los soldados disparó, causando la muerte de Juana
Jacinto Felipe. Luego realizaron disparos indiscriminadamente. Después, cuando
los soldados se estaban retirando, dispararon al niño Santiago Coc, causando su
muerte.
Además de las nombradas, murieron otras nueve personas, y 29 fueron heridas. Al
día siguiente de los hechos, el Presidente de la República visitó la comunidad,
reconoció la “responsabilidad institucional” y ordenó la formación de una “Comisión
pesquisadora de alto nivel” y una exhaustiva investigación. En la misma intervino,
en primer término, un Juzgado Militar, pero el 31 de enero de 1996 se decidió el
traslado de la causa al fuero penal ordinario. Después de que se sucedieron
múltiples actuaciones, el 21 de abril de 1998 se inició el debate público, que fue
suspendido días más tarde y reanudado el 25 de noviembre del mismo año,
desarrollándose en distintos días, hasta agosto de 1999. El 12 de agosto de 1999
se emitió una sentencia condenando a 11 militares por “homicidio culposo” y a otros
14 por “complicidad” con ese delito. Luego de la interposición de recursos, el 6 de
diciembre siguiente la sentencia fue anulada, y se condenó a 10 militares por
“homicidio y lesiones graves”, quedando absueltos otros 15. El 12 de abril de 2000
esa decisión fue anulada, ordenándose la celebración de un nuevo debate y la
aprehensión de las personas que habían sido absueltas. El debate oral inició el 3
de junio de 2000. El 8 de julio de 2004 14 militares fueron condenados a 40 años de
prisión por los delitos de “ejecución extrajudicial” y “lesiones”. Luego de que se
tramitaran recursos de apelación y casación, el 23 de septiembre de 2005 la Corte
Suprema de Justicia dejó firme la sentencia condenatoria. La información con que
cuenta la Corte Interamericana indica que 11 personas permanecen prófugas.

II. Fondo La Corte Interamericana consideró pertinente examinar, en primer


término, la investigación de lo sucedido. Advirtió que no cuenta con
información que indique acciones del Estado para hacer efectivas las
órdenes de aprehensión existentes contra militares prófugos. Determinó que
ello constituye una falta a la diligencia debida y declaró, por ello, que
Guatemala violó los derechos a las garantías judiciales y a la protección
judicial, establecidos en los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, en perjuicio de los familiares de las personas que
fueron muertas, las personas heridas, y los familiares de éstas.
Además, la Corte concluyó que el uso de la fuerza por parte de los militares no
resultó justificado, y estuvo vinculado a concepciones discriminatorias contra
personas indígenas. Asimismo, destacó la especial gravedad que tiene la agresión
directa a niños o niñas. Por lo anterior, la Corte determinó que Guatemala violó los
derechos a la vida y a la integridad personal, receptados en los artículos 4.1 y 5.1
de la Convención, en perjuicio de las 11 personas que fueron muertas y de las
personas heridas, respectivamente.
Dichas violaciones implicaron un incumplimiento del deber de respetar los derechos
sin discriminación, indicado en el artículo 1.1 del tratado. Además, la violación al
derecho a la vida de la niña y los dos niños muertos se relacionó con el
incumplimiento del deber de protección de niñas y niños, mandado por el artículo
19 de la Convención Americana. La Corte entendió también que debe presumirse
que los familiares directos de las personas que fueron muertas el 5 de octubre de
1995 vieron afectada su integridad personal, sin que en el caso hubiera elementos
para desvirtuar dicha presunción. Por ende, determinó que el Estado violó el
derecho a la integridad personal, en perjuicio de 51 personas, en su carácter de
familiares de personas muertas.

Por último, la Corte determinó que el Estado no violó los derechos a la propiedad
privada ni a la igualdad ante la ley, establecidos en los artículos 21 y 24 de la
Convención, respectivamente. Respecto a lo primero, advirtió que el ingreso de la
patrulla militar a la Comunidad no lesionó la propiedad privada de ninguna persona
considerada víctima. En cuanto a lo segundo, entendió que las circunstancias del
caso no evidencian hechos discriminatorios en la actuación judicial, que derivó en
el establecimiento de lo sucedido y la determinación de responsabilidades. Por otra
parte, dado que no se adujeron normas internas que pudieran relacionarse a la
actuación del ejército, la Corte entendió que no cabía examinar la misma a partir del
artículo 24 indicado.
III. Reparaciones La Corte ordenó al Estado, como medidas de reparación: i)
adoptar las medidas necesarias para continuar la investigación de los hechos
respecto de las personas prófugas, como también, de ser el caso, respecto de
otros elementos que resultaren pertinentes; ii) brindar tratamiento psiquiátrico
y psicológico a las víctimas de la violación al derecho a la integridad personal
que así lo soliciten; iii) publicar la Sentencia de la Corte Interamericana y su
resumen; iv) realizar un acto público de reconocimiento de responsabilidad
internacional; v) establecer un Centro de Salud ubicado en la Comunidad
“Aurora 8 de octubre”; vi) ampliar y asfaltar una carretera que se dirija hacia el
interior de la Comunidad “Aurora 8 de octubre”, y vii) pagar las cantidades
fijadas en la Sentencia por concepto de daño material e inmaterial y por
reintegro de costas y gastos
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
CASO CHITAY NECH Y OTROS VS. GUATEMALA
RESUMEN OFICIAL EMITIDO POR LA CORTE SENTENCIA
DE 25 DE MAYO DE 2010
(Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas)

El 25 de mayo de 2010 la Corte Interamericana de Derechos Humanos encontró


responsable internacionalmente al Estado de Guatemala por la desaparición
forzada de Florencio Chitay Nech, indígena maya kaqchikel, agricultor, quien ocupó
el cargo de alcalde municipal de San Martín de Jilotepeque. El señor Chitay Nech
estaba casado con Marta Rodríguez Quex, con quien tuvo cinco hijos: Encarnación,
Pedro, Eliseo, Estermenio y María Rosaura, todos de apellidos Chitay Rodríguez,
quienes residían en San Martín Jilotepeque, Departamento de Chimaltenango,
Guatemala. En el año 1973 se unió a movimientos campesinos de la región e inició
su participación política afiliándose al partido Democracia Cristiana. En el año 1977
el partido Democracia Cristiana presentó al señor Chitay Nech como candidato a
Concejal en la contienda electoral municipal de San Martín Jilotepeque y resultó
electo. Como consecuencia de la desaparición forzada del entonces Alcalde del
Municipio, ocurrida el 21 de noviembre de 1980, Florencio Chitay Nech asumió la
responsabilidad de la Alcaldía. Desde junio de 1980 recibió diversas notas anónimas
“en donde le invitaban a desatender todas las actividades que realizaba”, y tuvieron
lugar diversos atentados perpetrados en su contra y de sus familiares, tales como
intentos de secuestro y ataques a su casa de habitación. El 1 de abril de 1981
Florencio Chitay Nech salió de su vivienda en la Ciudad de Guatemala para comprar
leña, acompañado de su hijo Estermerio Chitay. Frente a la tienda de leña, un grupo
de hombres armados se bajaron de un vehículo, dijeron el nombre de Florencio
Chitay Nech e intentaron subirlo a la fuerza pegándole en la cabeza. Uno de los
hombres tomó al niño del brazo y lo encañonó, por lo que el señor Chitay Nech dejó
de resistirse y subió al vehículo. Posteriormente, Estermerio corrió a su casa y contó
lo sucedido a su familia y denunciaron los hechos ante la Policía Nacional.

Desde entonces Florencio Chitay se encuentra desaparecido. En la contestación de


la demanda el Estado reconoció parcialmente su responsabilidad internacional por
la violación de los derechos consagrados en los artículos 7 (Derecho a la Libertad
Personal), 5 (Derecho a la Integridad Personal), 4 (Derecho a la Vida), 17
(Protección a la Familia), 19 (Derechos del Niño) y 23 (Derechos Políticos) de la
Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 (Obligación de Respetar los
Derechos) de la Convención, en relación con los artículos I y II de la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, no así respecto de los
artículos 3 (Derecho al Reconocimiento a la Personalidad Jurídica), 8 (Garantías
Judiciales), 21 (Derecho a la Propiedad Privada), 22 (Derecho de Circulación y de
Residencia) y 25 (Protección Judicial) de la Convención. En consideración del
allanamiento del Estado, los hechos del caso, y la prueba que consta en el
expediente, el Tribunal encontró que el Estado es responsable por la desaparición
forzada de Florencio Chitay, ya que fue privado de su libertad de manera ilegal por
agentes del Estado o por particulares con aquiescencia del Estado, sin que a la
fecha se conozca su paradero.

Lo anterior en un contexto sistemático de desapariciones forzadas selectivas en


Guatemala, dirigidas, entre otros, contra líderes indígenas, con el objetivo de
desarticular toda forma de representación política a través del terror y coartando así
la participación popular que fuera contraria a la política del Estado. En específico, el
modus operandi y el subsiguiente ocultamiento del paradero a que fue sometido el
señor Chitay Nech refleja la deliberada intención de extraerlo de la esfera jurídica e
impedirle el ejercicio de sus derechos tanto civiles como políticos. La situación
agravada de vulnerabilidad a la cual fue sometido sin duda le provocó profundos
sentimientos de angustia, miedo e indefensión, lo cual implicó la vulneración de su
integridad personal y vida. En consecuencia, la Corte declaró que el Estado es
responsable por la violación de los derechos consagrados en los artículos 7.1
(Derecho a la Libertad Personal), 5.1 y 5.2 (Derecho a la Integridad Personal), 4.1
(Derecho a la Vida), 3 (Derecho al Reconocimiento a la Personalidad Jurídica) y
23.1 (Derechos Políticos) de la Convención Americana, en relación con el artículo
1.1 (Obligación de Respetar los Derechos) de la Convención, en relación con el
artículo I.a) de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de
Personas, en perjuicio de Florencio Chitay Nech, por haberlo desaparecido
forzosamente. Como consecuencia de los hostigamientos, persecuciones y ataques
de la casa de habitación del señor Florencio Chitay y su posterior desaparición
forzada, los familiares tuvieron que huir de su comunidad, lo que provocó una
ruptura con su identidad cultural, afectando su vínculo con sus familiares, su idioma
y su pasado ancestral. La Corte consideró que la desintegración familiar repercutió
en la condición de los entonces menores de edad Eliseo, Estermerio y María
Rosaura Chitay Rodríguez; y advirtió que los Estados, además de las obligaciones
que deben garantizar a toda persona bajo su jurisdicción, deben cumplir con una
obligación de promover y proteger el derecho de los niños indígenas a vivir de
acuerdo con su propia cultura, su propia religión y su propio idioma. En cuanto al
retorno a su comunidad, el Tribunal observó que hasta la fecha los familiares de
Florencio Chitay no han podido regresar de forma permanente a San Martín
Jilotepeque, debido al temor fundado que siguen teniendo ante la posibilidad de
sufrir represalias como consecuencia de lo sucedido a su padre y personas
allegadas a la familia, así como por la falta de investigación de los hechos
relacionados con la desaparición forzada del señor Chitay Nech. De este modo, la
Corte declaró que el Estado es responsable internacionalmente por el
desplazamiento forzado, la fragmentación familiar, así como el desarraigo cultural
que sufrieron Encarnación, Pedro, Eliseo, Estermerio y María Rosaura, de apellidos
Chitay Rodríguez, en violación de los derechos de circulación y de residencia y la
protección a la familia consagrados en los artículos 22 y 17 de la Convención
Americana, así como a la protección de los niños consagrado en el artículo 19 de la
Convención, respecto de los tres últimos, todos en relación con el artículo 1.1
(Obligación de Respetar los Derechos) de ese instrumento.
3 En cuanto a los derechos a las garantías y protección judiciales consagrados en
los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, la Corte concluyó que los
hechos del presente caso se enmarcaron claramente en un patrón sistemático de
denegación de justicia y de impunidad, ya que la investigación después de 29 años
de los hechos aún se encuentra en la fase inicial. En este sentido, el Tribunal
concluyó que el Estado no ha cumplido con su deber de investigar ex oficio, dentro
de un plazo razonable, de una manera seria, imparcial y efectiva la detención y
posterior desaparición forzada de Florencio Chitay Nech, para identificar, juzgar y
eventualmente sancionar a los responsables de los hechos y evitar así la impunidad,
ni ha realizado las diligencias necesarias para buscar y localizar el paradero del
señor Chitay Nech.

Asimismo, el Estado no ha actuado con la debida diligencia para garantizar el


acceso a la justicia de los familiares de Florencio Chitay.

Consecuentemente, el Tribunal declaró que el Estado es responsable de la violación


de las garantías y protección judiciales consagradas en los artículos 8.1 y 25.1 de
la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio
de Encarnación, Pedro, Eliseo, Estermerio y María Rosaura, todos de apellidos
Chitay Rodríguez, así como del incumplimiento de la obligación consagrada en el
artículo I.b) de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de
Personas. En lo que se refiere al derecho a la integridad personal reconocido en el
artículo 5 de la Convención, este Tribunal observó que de las declaraciones
rendidas por los familiares de Florencio Chitay y de las violaciones declaradas en la
Sentencia, éstos han sufrido afectaciones a su integridad personal.

Además, la denegación de justicia y el desconocimiento del paradero del señor


Chitay Nech que persiste hasta la fecha ha ocasionado en las presuntas víctimas
un impacto traumático, que ha generado sentimientos de indignación, frustración e
incluso de temor. Por lo tanto, el Tribunal concluyó que las afectaciones a la
integridad personal sufridas por los miembros de la familia Chitay Rodríguez,
comprendidas integralmente en el complejo fenómeno de la desaparición forzada,
subsisten mientras persistan los factores de impunidad verificados y no se tenga
conocimiento del paradero del señor Chitay Nech; esto último no ha permitido cerrar
el proceso de duelo de los familiares.

En consecuencia, la Corte declaró que el Estado es responsable por la violación


del derecho a la integridad personal reconocido en el artículo 5.1 de la Convención
Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de Encarnación,
Pedro, Eliseo, Estermerio y María Rosaura, todos de apellidos Chitay Rodríguez.
Por último, el Tribunal estableció que la Sentencia constituye per se una forma de
reparación, y ordenó al Estado las siguientes medidas de reparación:
a) conducir eficazmente, con la debida diligencia y dentro de un plazo razonable, la
investigación relacionada con la detención y posterior desaparición forzada de
Florencio Chitay Nech, para determinar las correspondientes responsabilidades
penales y aplicar efectivamente las sanciones y consecuencias que la ley prevea;
b) continuar con la búsqueda efectiva y la localización de Florencio Chitay Nech;
c) publicar determinadas partes de la Sentencia en el Diario Oficial y un resumen
oficial de la Sentencia en otro diario de amplia circulación nacional. Este último debe
trasmitirse radialmente en español y en maya kaqchikel;
d) publicar íntegramente la presente Sentencia en el sitio web oficial del Estado;
e) realizar un acto público de reconocimiento de responsabilidad internacional en
relación con los hechos del presente caso y en desagravio a la memoria de
Florencio Chitay Nech;
f) colocar en San Martín Jilotepeque, Chimaltenango, una placa conmemorativa con
el nombre de Florencio Chitay Nech, en la que se haga alusión a sus actividades;
g) brindar atención médica y psicológica gratuita en Guatemala a las víctimas
declaras en el Fallo que así lo soliciten,
h) pagar la indemnización por daño material e inmaterial, y el reintegro de gastos.
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
CASO VELIZ FRANCO Y OTROS Vs. GUATEMALA
RESUMEN OFICIAL EMITIDO POR LA CORTE INTERAMERICANA
SENTENCIA DE 19 DE MAYO 2014
(EXCEPCIONES PRELIMINARES, FONDO, REPARACIONES Y COSTAS)

El 19 de mayo de 2014 la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictó


Sentencia en el caso Veliz Franco y otros Vs. Guatemala. La Corte declare que
Guatemala vulneró, en perjuicio de la niña María Isabel Veliz Franco, de 15 años de
edad al momento de los hechos, el deber de garantizar el libre y pleno ejercicio de
los derechos a la vida (artículo 4.1) e integridad personal (artículo 5.1), en relaci6n
con los derechos del niño (artículo 19) y con la obligación general de garantizar los
derechos sin discriminación ( artículo 1.1) de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, y la obligaci6n de actuar con la debida diligencia para prevenir
e investigar la violencia contra la mujer (artículo 7.b) de la Convenci6n
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer.
Asimismo, el Estado violó los derechos a las garantías judiciales (artículo 8.1), a la
protecci6n judicial (artículo 25.1) y a la igualdad ante la ley (artículo 24) de la
Convención Americana, en relación con las obligaciones generales de respetar y
garantizar los derechos ( artículo 1.1) y adoptar disposición es de derecho interno
(articulo 2) de dicho tratado, y con los deberes de actuar con diligencia para
investigar y sancionar la violencia contra la mujer (articulo 7.b y 7 .c) de la
Convenci6n Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra
la Mujer, en perjuicio de la madre de la niña, Rosa Elvira Franco Sandoval, de los
hermanos de Maria Isabel, Leonel Enrique Veliz Franco, Jose Roberto Franco, y de
los abuelos de esta, actualmente fallecidos, Cruz Elvira Sandoval Polanco y Roberto
Perez.

Además, Guatemala violó el derecho a la integridad personal (articulo 5.1) de la


Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de
la señora Franco Sandoval. El Tribunal determine que no era procedente
pronunciarse sobre las alegadas violaciones, en perjuicio de María Isabel, al
derecho a la libertad personal (articulo 7) y los derechos del niño (articulo 19) de la
Convenci6n Americana, en relación con la investigaci6n después del hallazgo del
cuerpo de la víctima.

I. Hechos El Tribunal constató que el 17 de diciembre de 2001, a las 16:00 horas,


Rosa Elvira Franco Sandoval denunci6 ante la Policía Nacional Civil la desaparición
de su hija, quien habría salido de su casa hacia su trabajo a las 8:00 horas del día
anterior y no habría regresado. María Isabel tenía en ese memento 15 años de edad,
y vivía con su madre, sus dos hermanos y abuelos antes mencionados. No se ha
acreditado que luego de la denuncia dependencias o funcionarios estatales
realizaran acciones de búsqueda de la niña.
El 18 de diciembre de 2001, a partir de una llamada anónima, se encontró un
cadáver. El mismo día, la señora Franco Sandoval, luego de ver por televisión
noticias sobre lo anterior, acudió a la morgue e identificó el cuerpo, indicando que
era el de su hija María Isabel. Luego se estableció que la causa de la muerte había
sido un “[t]rauma de cráneo […] producid[o por] arma blanca”. De acuerdo con la
información allegada al Tribunal, la investigación de los hechos, iniciada a partir del
hallazgo del cuerpo, no ha concluido, permanece abierta, y no ha derivado en la
identificación de posibles responsables. El Estado reconoció que un conflicto de
competencia sustanciado entre el 11 de marzo y el 21 de noviembre de 2002 generó
un un atraso en la investigación. También aceptó, como falta de diligencia, la
omisión de aplicación de una media cautelar en relación a una persona sospechosa,
pese a la sugerencia de los investigadores efectuada el 20 de febrero de 2002.
Cuando se pretendió ubicar de nuevo el paradero de esa persona, cuatro años
después, no fue posible hacerlo. Además, en los primeros momentos de la
investigación se presentaron diversas irregularidades, a saber: a) falta de
aseguramiento del lugar del hallazgo del cadáver; b) falta de rigurosidad en la
inspección ocular; c) deficiencias en la elaboración del acta de levantamiento del
cadáver; d) traslado inadecuado del cadáver; e) recolección inadecuada de las
evidencias y su manejo indebido; f) omisión de aseguramiento de la cadena de
custodia de las evidencias, y g) necropsia incompleta. El Estado aceptó que “no se
hicieron, o no se hicieron correctamente [… ciertos exámenes] y la propia
necropsia”. Asimismo, luego de tales momentos iniciales, el “allanamiento” a un
inmueble en la dirección suministrada por el informante anónimo el 18 de diciembre
de 2001, se realizó después de más de un año y medio de esa fecha, y el análisis
de las llamadas telefónicas correspondientes al teléfono celular que tenía María
Isabel fue considerado después más de tres años de contar con la información. El
Tribunal constató además que, durante todo el tiempo que lleva la investigación,
hubo períodos prolongados en que se omitió la realización de diligencias sustantivas
de investigación. Aunado a lo expuesto, las autoridades omitieron recabar pruebas
pertinentes para determinar la violencia sexual, o las realizaron tardíamente. Al
respecto, tal como reconoció el Estado, en el momento de los hechos, no había
legislación ni procedimientos específicos para investigar casos de violencia contra
la mujer. En algunos informes de la investigación se hizo referencia explícita a la
forma de vestir de María Isabel, a su vida social y nocturna, a sus creencias
religiosas, así como a la falta de preocupación o vigilancia por parte de su familia.
Cabe resaltar, finalmente, que los hechos del caso sucedieron en un contexto de
aumento de la violencia homicida contra las mujeres en Guatemala en el que la
existencia de homicidios por razones de género no era excepcional. El Tribunal notó
también que el Estado, antes y después de ese momento, ha adoptado diversas
medidas tendientes a afrontar la discriminación y violencia contra las mujeres. Sin
perjuicio de ello, para diciembre de 2001, así como en los años siguientes,
Guatemala presentaba un alto índice de impunidad general, en cuyo marco la
mayoría de los actos violentos que conllevaban la muerte de mujeres quedaban
impunes. No surge de la prueba remitida a la Corte que tal situación haya sido
modificada en forma sustantiva hasta el presente. II. Excepciones preliminares El
Estado presentó dos excepciones preliminares: a) falta de competencia de la Corte
Interamericana para conocer sobre el artículo 7 de la Convención de Belém do Pará
y b) no agotamiento de los recursos internos. 3 Respecto a la primera excepción
preliminar, la Corte señaló que el Estado ratificó la Convención de Belém do Pará
el 4 de abril de 1995 sin reservas o limitaciones. El Tribunal reiteró su jurisprudencia
anterior al colegir que el artículo 12 de ese tratado concede competencia a la Corte.
Por lo tanto, desestimó la excepción preliminar. En cuanto a la segunda excepción
interpuesta, el Estado adujo que la investigación del caso estaba abierta, por lo que,
a su entender, no se habían agotado los recursos internos. Guatemala también
expresó que no había un retardo injustificado que justificara una excepción al
requisito del previo agotamiento de los recursos. La Corte consideró que la
Comisión, al admitir el caso, indicó que había tal retardo y que, al hacerlo, tuvo en
cuenta un conflicto de competencia entre órganos judiciales internos que se produjo
antes de la presentación de la petición inicial. El Estado aceptó que dicho conflicto
de competencia había generado un atraso en la investigación. En consecuencia, el
Tribunal desestimó la excepción preliminar. III. Fondo La Corte aseveró que el deber
de garantizar los derechos humanos adquiere especial intensidad en relación con
niñas, por lo que surge un deber del Estado de actuar con estricta diligencia para
cumplir tal obligación. Además, determinó que las autoridades estatales, cuando la
señora Franco Sandoval realizó la denuncia de la desaparición de su hija, debieron
tener tal acto como una indicación de la probable vulneración de los derechos de la
niña. En tal sentido, el Tribunal determinó que el Estado conocía o debió conocer
que el hecho denunciado se insertaba en el ya mencionado contexto de aumento
de la violencia homicida contra mujeres. Por ello, afirmó que, en tales
circunstancias, la omisión estatal de realizar acciones de búsqueda implicó una falta
al deber del Estado de prevenir violaciones a los derechos de la niña. Declaró
entonces responsable al Estado por incumplir, en perjuicio de María Isabel, su deber
de garantizar los derechos a la vida e integridad personal, en relación con los
derechos del niño, la obligación general de garantizar los derechos sin
discriminación, y la obligación de prevenir la violencia contra la mujer. Por otra parte,
el Tribunal expresó que resultaba verosímil que el homicidio de María Isabel hubiera
sido cometido por razones de género, dados los evidentes signos de violencia con
que se encontró su cadáver. Siendo así, las autoridades estatales tienen la
obligación de investigar ex officio las posibles connotaciones discriminatorias por
razón de género del acto perpetrado. La debida diligencia incluye el deber de
ordenar de oficio los exámenes y pericias correspondientes tendientes a verificar si
el homicidio tuvo un móvil sexual o si se produjo algún tipo de violencia sexual.

En este sentido, la investigación no debe limitarse a la muerte de la víctima, sino


que debe abarcar otras afectaciones específicas contra la integridad personal, tales
como torturas y actos de violencia sexual. Asimismo, debe incluir una perspectiva
de género y realizarse por funcionarios capacitados en casos similares y en atención
a víctimas de discriminación y violencia por razón de género. Los Estados tienen la
obligación de adoptar normas o implementar las medidas necesarias que permitan
a las autoridades ofrecer una investigación con debida diligencia, de acuerdo a las
pautas referidas.

El Tribunal expresó también que “la ineficacia judicial frente a casos individuales de
violencia contra las mujeres propicia un ambiente de impunidad que facilita y
promueve la repetición de los hechos […] y envía un mensaje según el cual la
violencia contra las mujeres puede ser tolerada y aceptada”. Dicha ineficacia
constituye en sí misma una discriminación de la mujer en el acceso a la justicia. A
partir de los parámetros expuestos, la Corte concluyó que el modo en el que se llevó
a cabo la investigación, de acuerdo a los hechos ya mencionados, no cumplió
pautas de diligencia debida, lo que se vinculó a la inexistencia de normas y
protocolos para la investigación de este tipo de hechos.

Además, el incumplimiento del deber de no discriminación se vio agravado por el


hecho de que algunos funcionarios a cargo de la investigación efectuaron
declaraciones que denotan la 4 existencia de prejuicios y estereotipos sobre el rol
social de las mujeres. Los estereotipos de género tuvieron una influencia negativa
en la investigación en la medida en que trasladaron la culpa de lo acontecido a la
víctima y a sus familiares, cerrando otras líneas posibles de investigación. La Corte
concluyó que la investigación abierta a nivel interno no ha garantizado el acceso a
la justicia de los familiares de María Isabel, violando los derechos a las garantías
judiciales, la protección judicial y el derecho a la igualdad ante la ley, en relación
con las obligaciones generales de respetar y garantizar los derechos y adoptar
disposiciones de derecho interno, y con los deberes de actuar con diligencia para
investigar y sancionar la violencia contra la mujer.
Por último, el Tribunal determinó que la falta de prevención en el caso, así como la
falta de una actuación diligente en la investigación, y la impunidad en que
permanecen los hechos generó un sufrimiento a la señora Franco Sandoval.
Además está demostrado que durante la investigación ella fue objeto de tratos
despectivos e irrespetuosos por parte de agentes estatales, referidos a ella y
respecto a su hija, lo que produjo a la señora Franco Sandoval una afectación
adicional a su integridad personal. IV. Reparaciones La Corte estableció que su
Sentencia constituye per se una forma de reparación.
Asimismo, ordenó que el Estado, en plazos y modalidades establecidos en la
Sentencia, debe: a) conducir eficazmente la investigación y, en su caso, abrir el
proceso penal correspondiente, y de ser pertinente, otros que correspondieren para
identificar, procesar y, en su caso, sancionar a los responsables de los vejámenes
y privación de la vida de la niña María Isabel Veliz Franco;
b) publicar en el Diario Oficial de Guatemala y en un diario de amplia circulación
nacional, por una sola vez el resumen oficial de la Sentencia y publicar ésta en forma
íntegra en sitios web oficiales del Poder Judicial, del Ministerio Público y de la Policía
Nacional Civil
c) realizar un acto de disculpas públicas;
d) elaborar un plan de fortalecimiento calendarizado del Instituto Nacional de
Ciencias Forenses (INACIF);
e) implementar, “teniendo en cuenta lo normado” por la Ley contra el Femicidio y
otras formas de violencia contra la mujer, adoptada en el año 2008 en Guatemala,
el funcionamiento de “órganos jurisdiccionales especializados”;
f) implementar programas y cursos para funcionarios públicos pertenecientes al
Poder Judicial, Ministerio Público y Policía Nacional Civil que estén vinculados a la
investigación de actos de homicidio de mujeres sobre estándares en materia de
prevención, eventual sanción y erradicación de homicidios de mujeres y capacitarlos
sobre la debida aplicación de la normativa pertinente en la materia;
g) brindar atención médica o psicológica a Rosa Elvira Franco Sandoval, si ella así
lo desea;
h) pagar las cantidades fijadas por concepto de indemnizaciones por daños
materiales e inmateriales, así como por el reintegro de costas y gastos, y reintegrar
al Fondo de Asistencia Legal de Víctimas la cantidad establecida,
i) rendir al Tribunal un informe sobre las medidas adoptadas para cumplir con la
Sentencia. La Corte supervisará el cumplimiento íntegro de esta Sentencia, en
ejercicio de sus atribuciones y en cumplimiento de sus deberes conforme a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, y dará por concluido el presente
caso una vez que el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo dispuesto en la
misma.
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
CASO MARTÍNEZ CORONADO VS. GUATEMALA
SENTENCIA DE 10 DE MAYO DE 2019
(Fondo, Reparaciones y Costas)
RESUMEN OFICIAL EMITIDO POR LA CORTE INTERAMERICANA

El 10 de mayo de 2019 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante


“la Corte” o “este Tribunal”) dictó Sentencia mediante la cual declaró al Estado
responsable por: i) la violación del principio de legalidad consagrado en el artículo
9 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con la
obligación de garantizar los derechos establecida en el artículo 1.1 y 2 de la
Convención, y en violación de los artículos 4.1 y 4.2 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, en relación con la obligación de garantizar los derechos
establecida en el artículo 1.1, y ii) la violación del derecho a las garantías judiciales,
consagrado en los artículos 8.2.c) y 8.2.e) de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, en relación con la obligación de garantizar los derechos
establecida en el artículo 1.1 de la Convención, todas en perjuicio del señor Manuel
Martínez Coronado (en adelante “señor Martínez Coronado”).

I. CONSIDERACIONES PREVIAS La Corte concluyó que el señor Manuel


Martínez Coronado es la única víctima en el presente caso y no
corresponde admitir a los familiares del señor Martínez Coronado como
presuntas víctimas, puesto que no fueron incluidos en el Informe de
Fondo de la Comisión, y no se presenta alguna de las excepciones
previstas en el artículo 35.2 del Reglamento de la Corte.

II. HECHOS Contexto sobre la normativa en Guatemala: El artículo 18 de


la Constitución de Guatemala al momento de los hechos reconoce la
posibilidad de que se aplicara la pena de muerte. Además, el artículo 132
del Código Penal vigente en 1995 tipificaba el asesinato considerando “la
pena de muerte en lugar del máximo de prisión, si por las circunstancias
del hecho y de la ocasión, la manera de realizarlo y los móviles
determinantes, se revelare una mayor y particular peligrosidad del
agente”. conforme a lo dispuesto en el artículo 21 del Reglamento de la
Corte, lo cual fue aceptado por el Pleno del Tribunal. Por otro lado, el
artículo 95 del Código Procesal Penal, vigente al momento de los hechos,
indica que, “la defensa de varios imputados en un mismo procedimiento
por un defensor común es, en principio, inadmisible.

El tribunal competente, según el período del procedimiento, o el Ministerio Público


podrá permitir la defensa común cuando, manifiestamente, no exista
incompatibilidad. Cuando se advierta la incompatibilidad, podrá ser corregida de
oficio, proveyendo a los reemplazos necesarios, según está previsto para el
nombramiento de defensor”. Además, el 11 de febrero de 2016 la Corte de
Constitucionalidad de Guatemala declaró inconstitucional el segundo párrafo del
artículo 132 del Código Penal, relativo a la peligrosidad del agente como criterio
para aplicar la pena de muerte, así como también indicó que esta declaratoria tiene
efectos “generales”.
Hechos relacionados con las circunstancias personales de la presunta víctima, así
como sobre el proceso penal y la ejecución del señor Manuel Martínez Coronado:
El señor Manuel Martínez Coronado, junto con un co-imputado fueron acusados por
el delito de asesinato de siete personas, por hechos ocurridos el 16 de mayo de
1995 en la aldea El Palmar. En el proceso penal el señor Martínez Coronado y su
co-imputado fueron representados por un defensor común nombrado de oficio. El
26 de octubre de 1995 el Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos
contra el Ambiente del Departamento de Chiquimula declaró a ambos imputados
como responsables de siete delitos de asesinato, condenando al señor Martínez a
pena de muerte por medio de inyección letal, pena fundamentada en la peligrosidad
del agente, y luego de negar todo valor probatorio a su declaración debido a que
presentaba notorias contradicciones con la declaración rendida por el otro co-
imputado. Luego de la sentencia de 26 de octubre de 1995 el señor Martínez
Coronado, representado por su abogado defensor, interpuso distintos recursos,
presentó acciones de amparo contra la sentencia condenatoria, y un recurso de
gracia, los cuales resultaron infructuosos y el 10 de febrero de 1998 el señor Manuel
Martínez Coronado fue ejecutado, por medio de inyección letal.

III. FONDO La responsabilidad del Estado fue analizada en el siguiente


orden: 1) Derecho a la vida y principio de legalidad y retroactividad, y 2)
Derecho a las garantías judiciales. 1) DERECHO A LA VIDA Y
PRINCIPIO DE LEGALIDAD Y DE RETROACTIVIDAD (Artículos 4 y 9 de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con los
artículos 1.1 y 2 del mismo instrumento) La Corte previamente resaltó la
importancia de proteger el derecho a la vida y señaló que el artículo 4 de
la Convención establece un régimen claramente restrictivo de la pena de
muerte, como se infiere de la lectura de sus numerales 2, 3, 4, 5 y 6. De
forma tal que esta disposición revela una inequívoca tendencia limitativa
y excepcional en el ámbito de imposición y de aplicación de dicha pena.
La finalidad que se persigue es avanzar hacia una prohibición definitiva a esta
modalidad de sanción penal, a través de un proceso progresivo e irreversible
destinado a cumplirse en los Estados que han suscrito la Convención Americana.
De tal manera que la decisión de un Estado Parte en la Convención Americana,
cualquiera sea el tiempo en que la haya adoptado, en el sentido de abolir la pena
de muerte se convierte, ipso jure, en una resolución definitiva e irrevocable. En esta
materia la Convención apunta hacia una progresiva eliminación, al adoptar las
salvaguardias necesarias para restringir definitivamente su aplicación y su ámbito,
de modo que éste se vaya reduciendo hasta su supresión total.
Recordó lo señalado por este Tribunal en su Opinión Consultiva OC-3/83 sobre la
pena de muerte. Además, destacó que la tendencia abolicionista se encuentra
recogida en los considerandos y artículos 1 y 2 del Protocolo a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos relativo a la Abolición de la Pena de Muerte,
y exhorta a los Estados que aún no han suscrito el Protocolo, a suscribirlo y a
proscribir esta modalidad de sanción penal. Todo ello en armonía con la también
tendencia abolicionista imperante en el sistema universal de protección de los
derechos humanos. Seguidamente, la Corte estableció que en el presente caso para
determinar la condena del señor Martínez Coronado se aplicó el artículo 132 del
Código Penal guatemalteco vigente para dicha fecha, en el que se regulaba el tipo
penal de asesinato. En el caso en concreto, se condenó a pena de muerte al señor
Martínez Coronado en aplicación del segundo párrafo de dicha norma, que preveía
la aplicación de dicha pena “si por las circunstancias del hecho y de la ocasión, la
manera de realizarlo y los móviles determinantes, se revelare una mayor y particular
peligrosidad del agente”.
La Corte señaló que ya ha tenido la oportunidad de pronunciarse específicamente
sobre la aplicación del referido artículo 132 del Código Penal y el concepto de
“peligrosidad futura” en el caso Fermín Ramírez Vs. Guatemala, y siguiendo esta
lógica, en la Sentencia el Tribunal determinó que, el empleo del criterio de
peligrosidad del agente, tanto en la tipificación de los hechos del ilícito penal
cometido por el señor Martínez Coronado, como en la determinación de la sanción
correspondiente, resulta incompatible con el principio de legalidad previsto en la
Convención Americana.
El examen de la peligrosidad del agente implica la valoración por parte del juzgador
de hechos que no han ocurrido y, por lo tanto, supone una sanción basada en un
juicio sobre la personalidad del infractor y no en los hechos delictivos imputados
conforme la tipificación penal aplicable. La Corte destacó que la vulneración del
principio de legalidad en el presente caso se encuentra configurada por dos
elementos: a) la indeterminación del concepto de “peligrosidad futura” contenido en
el artículo 132 del Código Penal, y b) la aplicación al señor Martínez Coronado de
la sanción prevista (la pena de muerte) en dicha disposición. En consecuencia, este
Tribunal estima que el Estado fue responsable por la violación al artículo 9 de la
Convención Americana, en relación con los artículos 1.1 y 2 de la Convención, en
perjuicio del señor Martínez Coronado. En el presente caso, el 10 de febrero de
1998 el señor Martínez Coronado fue ejecutado, mediante inyección letal. Dada la
aplicación de la pena de muerte impuesta con base en una norma contraria a la
Convención Americana, este Tribunal declaró que el Estado es responsable de la
violación de los artículos 4.1 y 4.2 de la Convención Americana, en relación con el
artículo 1.1 del mismo instrumento, en perjuicio del señor Martínez Coronado.
2) DERECHO A LAS GARANTÍAS JUDICIALES (Artículo 8 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, en relación con el artículo 1.1 del mismo
instrumento) El caso se relaciona con la aducida falta de las garantías mínimas para
una adecuada defensa en el presente caso, y por lo tanto deben ser analizados bajo
los presupuestos del artículo 8.2 de la Convención Americana. Este Tribunal notó
que en el presente caso, es un hecho no controvertido que el 18 de mayo de 1995
en su indagatoria, el señor Martínez Coronado solicitó que, en razón de su situación
económica le fuera nombrado un defensor de oficio, por ende, el 19 de mayo de
1995 se le designa un abogado como su defensor. Es un hecho no controvertido
que también figuró como defensor de DA, co-imputado del señor Martínez
Coronado. Consta además que el defensor nombrado originalmente fue sustituido
posteriormente, y en su lugar, se nombró a RARM como defensor común de ambos
imputados.
En el presente caso, la Corte consideró que la discusión jurídica que corresponde
analizar se refiere a la compatibilidad con la Convención, y particularmente, con el
derecho a la defensa del señor Martínez Coronado, de que el Estado le haya
proporcionado una defensa común de oficio a la presunta víctima y a otro co-
imputado. Como punto de partida la Corte constató que el artículo 95 del Código
Procesal Penal indica que “[l]a defensa de varios imputados en un mismo
procedimiento por un defensor común es, en principio, inadmisible. El tribunal
competente, según el período del procedimiento, o el Ministerio Público podrá
permitir la defensa común cuando, manifiestamente, no exista incompatibilidad.
Cuando se advierta la incompatibilidad, podrá ser corregida de oficio, proveyendo a
los reemplazos necesarios, según está previsto para el nombramiento de defensor”.
Por lo tanto de conformidad con dicho texto, en principio la defensa común de los
imputados tanto si es provista por sus abogados de confianza o por aquellos
designados por el Estado a través de la defensa pública está prohibida y, solo se
permite excepcionalmente en caso de que no exista manifiesta incompatibilidad.
Este Tribunal consideró que correspondería al Estado, mediante las autoridades
competentes, identificar si existen dichas incompatibilidades y adoptar las medidas
conducentes para que se garantice el derecho a la defensa de los co-imputados
involucrados. Este principio es especialmente relevante en casos donde los
imputados puedan enfrentar una condena severa, como es la pena de muerte. Por
otra parte, la existencia de inconsistencias en las declaraciones realizadas por los
co-imputados en el marco de un proceso penal no demuestra necesariamente una
incompatibilidad en sus defensas e intereses que impida una defensa común. No
obstante, en el caso concreto la contradicción existente en las declaraciones de los
coimputados recae sobre elementos sustanciales de la versión de los hechos
propuesta por el señor Martínez Coronado, de forma tal que la contradicción le privó
de un elemento sustancial de su defensa. En esa medida, en este caso las
inconsistencias en las declaraciones por parte de los co-imputados debieron ser
advertidas por la defensa común, quien debió ponerlas en conocimiento del tribunal
para efectos de que se nombrara otro defensor, o incluso las autoridades judiciales
encargadas de dirigir el proceso debieron adoptar de oficio las medidas pertinentes
para garantizar el derecho a la defensa por tratarse de una defensa pública
proporcionada por el Estado.

En consecuencia, la Corte concluyó que el Estado incumplió con su deber de


asegurar el derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por
el Estado que le garantizara al inculpado los medios adecuados para su defensa,
en violación de los artículos 8.2.c) y 8.2.e) de la Convención Americana, en la
medida que la defensa común, vulneró los derechos del señor Manuel Martínez
Coronado. Es decir, el Estado incumplió con su deber de brindarle las garantías
mínimas necesarias para una adecuada defensa.
IV. REPARACIONES La Corte estableció que su Sentencia constituye, por sí
misma, una forma de reparación y, adicionalmente, ordenó al Estado, en
los plazos fijados en la sentencia: i) realizar las publicaciones de la
presente Sentencia y su resumen oficial, y ii) pagar la cantidad fijada en
la Sentencia por concepto de indemnización por daños inmateriales y el
reintegro al Fondo de Asistencia Legal de Víctimas. -----
La Corte supervisará el cumplimiento íntegro de esta Sentencia, en ejercicio de sus
atribuciones y en cumplimiento de sus deberes conforme a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, y dará por concluido el presente caso una
vez que el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo dispuesto en la misma.
Conclusión

1. El Estado de Guatemala ha incurrido en violentar los Derechos Humanos de


algunos pobladores, ya sea por beneficios económicos o políticos por lo cual
ha sido necesario que estos casos lleguen a la Corte Interamericana de
Derechos Humanos para tener una resolución justa tanto para las víctimas
como para las familias.

2. Es necesario que la población conozca este recurso cuando el Estado


vulnere sus garantías.

E grafía
 Caso 1
 http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_359_esp.pdf
Consultado en línea 1 de octubre 2019
 Caso 2
 http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/resumen_356_esp.pdf
Consultado en línea 1 de octubre 2019
 Caso 3
 http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/resumen_212_esp.pdf
Consultado en línea 1 de octubre 2019
 Caso 4
 http://www.corteidh.or.cr/index.php/es/casos-contenciosos.
Consultado en línea 1 de octubre 2019
 Caso 5
 http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/resumen_376_esp.pdf
Consultado en línea 1 de octubre 2019

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