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Mantengámonos castos salvaguardando el corazón

“Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son
las fuentes de la vida.” (PROVERBIOS 4:23.)

EL CUADRO quizá parecía pasado de moda. Puede que no encajara con la decoración de la casa. Por la razón
que fuera, su dueño no le encontraba mucha utilidad, así que terminó en una venta benéfica de objetos usados con
una etiqueta que marcaba 29 dólares. Sin embargo, unos pocos años más tarde, se descubrió que su valor
ascendía a casi un millón de dólares. En efecto, resultó que era una excepcional obra de arte. Imaginemos lo que
sintió su anterior propietario cuando supo que había subestimado aquel tesoro.
2 Algo parecido suele ocurrir con la castidad, es decir, la pureza moral de una persona. Hoy día, muchísima
gente le resta valor a su propia castidad. Algunos consideran que está pasada de moda, que no encaja con la vida
moderna, así que la venden barata, a menudo por unos pocos instantes de gratificación sexual. Y hay quienes la
sacrifican para que sus compañeros o alguien del sexo opuesto tengan mejor opinión de ellos (Proverbios 13:20).
3 Muchos descubren muy tarde lo valiosa que era realmente su castidad. Con frecuencia se trata de una pérdida
lamentable, pues, como expresa la Biblia, el resultado de la inmoralidad puede ser como veneno, “tan amargo como
el ajenjo” (Proverbios 5:3, 4). En vista del clima de corrupción moral de hoy, ¿qué nos permitirá valorar y mantener
nuestra castidad? Veamos tres pasos relacionados entre sí que podemos dar.
Salvaguardemos el corazón
4 La clave para mantenerse castos es proteger el corazón. La Biblia aconseja: “Más que todo lo demás que ha de

guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida” (Proverbios 4:23). ¿Qué
significa la expresión “tu corazón”? No se trata del órgano físico, sino del corazón figurado. Se refiere a la persona
que somos por dentro, lo que incluye los pensamientos, sentimientos y motivos. La Palabra de Dios nos dice:
“Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza vital” (Deuteronomio
6:5). Jesús enseñó que este es el mayor mandamiento (Marcos 12:29, 30). Está claro que ese corazón tiene un
valor inmenso, de modo que vale la pena que lo salvaguardemos.
5Sin embargo, la Biblia también indica que “el corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es
desesperado” (Jeremías 17:9). ¿Cómo puede el corazón ser traicionero, y representar por ello un peligro para
nosotros? Pues bien, un automóvil, por ejemplo, es algo valioso, tanto que hasta puede salvarnos la vida en una
emergencia. Pero si el conductor no lo domina ni controla constantemente el volante, ese mismo vehículo quizá se
convierta en un arma mortal. De igual manera, si no salvaguardamos el corazón, estaremos a merced de todos los
deseos e impulsos internos, y nuestra vida seguirá una trayectoria desastrosa. Como señala la Palabra de Dios, “el
que confía en su propio corazón es estúpido, pero el que anda con sabiduría es el que escapará” (Proverbios
28:26). En efecto: podemos andar con sabiduría y escapar del desastre si nos dejamos guiar por la Biblia, como
quien consulta un mapa de carreteras antes de emprender un viaje (Salmo 119:105).
6 El corazón no nos inclinará hacia la castidad de un modo natural, sino que debemos dirigirlo en esa dirección.

Una forma de hacerlo es reflexionar en el auténtico valor de la castidad. Es una virtud muy relacionada con la
santidad, la cual, a su vez, significa pureza, separación del pecado. La santidad es una cualidad preciosa que forma
parte de la naturaleza misma de Jehová Dios. Cientos de versículos bíblicos la atribuyen al Creador. De hecho, las
Escrituras enseñan que “la santidad pertenece a Jehová” (Éxodo 28:36). Pero ¿qué tiene que ver esta excelsa
cualidad con nosotros, que somos seres humanos imperfectos?
7 Jehová nos manda en su Palabra: “Tienen que ser santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16). En efecto,

podemos imitar la santidad de Dios; podemos ser puros ante él, mantenernos castos. De forma que cuando nos
abstenemos de cometer actos impuros y deshonrosos, procuramos alcanzar un privilegio preciado y emocionante:
el de reflejar una hermosa característica del Dios Altísimo (Efesios 5:1). No supongamos que eso está fuera de
nuestras posibilidades, pues Jehová es un Amo sabio y razonable, que nunca nos pide más de lo que podemos dar
(Salmo 103:13, 14; Santiago 3:17). Claro, conservar la pureza moral y espiritual requiere esfuerzo. Sin embargo, el
apóstol Pablo indicó que “la sinceridad y castidad [...] se deben al Cristo” (2 Corintios 11:3). ¿Acaso no les debemos
a Cristo y a su Padre todo esfuerzo por mantener la castidad? Al fin y al cabo, ellos nos han mostrado más amor del
que jamás podremos darles a cambio (Juan 3:16; 15:13). Tenemos el privilegio de expresar nuestra gratitud
llevando vidas que manifiesten moralidad y pureza. Ver la castidad de esta manera nos permitirá valorarla y
salvaguardar el corazón.
8 También salvaguardamos el corazón por la forma en que nos alimentamos. Tenemos que nutrir regularmente la

mente y el corazón con alimento espiritual sustancioso y concentrarnos en las buenas nuevas del Reino
de Dios (Colosenses 3:2). Este hecho debe reflejarse incluso en nuestras conversaciones. Tener la fama de hablar
sobre temas carnales o inmorales revela algo en cuanto a la condición de nuestro corazón (Lucas 6:45).
Procuremos, más bien, que se nos conozca por conversar de asuntos espirituales y edificantes (Efesios 5:3). Hay
graves peligros que debemos evitar para salvaguardar el corazón. Veamos dos de ellos.
Huyamos de la fornicación
9 El apóstol Pablo escribió bajo inspiración divina este útil consejo para salvaguardar el corazón y mantenerse
castos: “Huyan de la fornicación” (1 Corintios 6:18). Observemos que no solo dijo: “Eviten la fornicación”. Los
cristianos tenemos que ir más allá. Debemos huir de tales actos inmorales como huiríamos de un peligro mortal. Si
pasamos por alto este consejo, será más probable que incurramos en inmoralidad grave y perdamos el favor de
Dios.
10 Pensemos, por ejemplo, en una madre que baña a su hijo pequeño y lo viste para una ocasión importante. Él

le pregunta si puede jugar fuera de la casa hasta que toda la familia salga, y ella accede con una condición. Le dice:
“Ni siquiera te acerques a aquel charco de allí. Si te manchas, te voy a castigar”. Sin embargo, a los pocos minutos,
ve que el pequeño se tambalea de puntillas en la orilla misma del charco. Aún no se ha ensuciado... al menos por el
momento. Pero ha pasado por alto la advertencia de no acercarse al charco, y es casi seguro que se ensuciará
(Proverbios 22:15). Pues bien, aunque parezca mentira, muchos jóvenes y adultos cometen el mismo error. ¿A qué
nos referimos?
11En estos tiempos en los que tantos se han entregado “a apetitos sexuales vergonzosos”, ha surgido toda una
industria que promueve las relaciones sexuales ilícitas (Romanos 1:26, 27). La pornografía prolifera como una plaga
en revistas, libros y videocintas, así como en Internet. Está claro que quienes optan por introducir tales imágenes en
la mente no están huyendo de la fornicación. Juegan con ella, tambaleándose en el mismo borde y desdeñando la
advertencia bíblica. En vez de proteger el corazón, lo envenenan con gráficas imágenes que tal vez tarden años en
desvanecerse de su memoria (Proverbios 6:27). Aprendamos del fiel Job, quien estableció un pacto, un compromiso
formal, con sus propios ojos para no exponerlos a aquello que solo serviría para tentarlo a hacer lo malo (Job 31:1).
¡Qué buen ejemplo para nosotros!
12 En particular, es vital ‘huir de la fornicación’ durante el noviazgo. Este debería ser un período gozoso, lleno de
esperanza e ilusión, pero algunas parejas lo echan a perder por jugar con la inmoralidad. Al mismo tiempo, se
privan mutuamente del mejor fundamento para un buen matrimonio: una relación basada en el amor altruista, el
autodominio y la obediencia a Jehová Dios. Una pareja de novios cristiana incurrió en conducta inmoral. Después
de casarse, ella admitió que su conciencia la atormentaba, hasta el punto de ensombrecer la alegría del día de la
boda. “Muchas veces le he pedido a Jehová que me perdone —confesó—, pero aunque han pasado siete años, la
conciencia me sigue acusando.” Es esencial que quienes cometan este tipo de pecado pidan ayuda a los ancianos
de la congregación (Santiago 5:14, 15). Sin embargo, muchas parejas cristianas evitan sabiamente estos peligros
durante su noviazgo (Proverbios 22:3). Limitan las expresiones de afecto, se hacen acompañar de alguien cuando
salen y tienen mucho cuidado de no estar juntos en lugares solitarios.
13 Los cristianos que entran en un noviazgo con quienes no sirven a Jehová se exponen a terribles dificultades.
Por ejemplo, ¿cómo podríamos unirnos a alguien que no ama a Jehová? Es fundamental que los cristianos se unan
bajo un yugo únicamente con quienes aman al Creador y respetan sus normas de castidad. La Palabra de Dios nos
aconseja: “No lleguen a estar unidos bajo yugo desigual con los incrédulos. Porque, ¿qué consorcio tienen la justicia
y el desafuero? ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad?” (2 Corintios 6:14).
14 El conocimiento también es esencial. En realidad, no podemos huir de la fornicación si no sabemos en qué
consiste. En el mundo actual, hay quienes han adoptado un concepto falso del significado de “fornicación”. Se
imaginan que, siempre y cuando se abstengan del acto sexual propiamente dicho, pueden satisfacer sus impulsos
sexuales con alguien con quien no están casados. En un intento por reducir la cantidad de embarazos no deseados
entre adolescentes, incluso respetadas instituciones médicas han animado a los jóvenes a participar en
comportamientos sexuales pervertidos que no conllevan el riesgo de embarazo. Tal consejo es totalmente erróneo.
Evitar el embarazo fuera del matrimonio no es lo mismo que mantenerse castos, y la verdadera definición de
“fornicación” no es tan limitada ni estrecha.

Jóvenes: entrenen sus facultades perceptivas

“El alimento sólido pertenece a personas maduras, a los que mediante el uso tienen sus facultades
perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto.” (Hebr. 5:14.)
Mantén honorable el noviazgo 14 Otro campo en el que necesitas hacer uso de tus facultades perceptivas es el
noviazgo. Es natural que desees demostrar afecto a la persona que quieres. Los novios castos de El Cantar de los
Cantares intercambiaron algunas demostraciones de afecto antes de casarse (El Cantar de los Cantares 1:2; 2:6;
8:5). Hoy, algunas parejas de novios pueden de igual manera pensar que tomarse de la mano, besarse y abrazarse
es apropiado, especialmente cuando la boda está cercana. Pero recuerda: “El que confía en su propio corazón es
estúpido” (Proverbios 28:26). Lamentablemente, algunas parejas no han demostrado tener buen juicio y se han
colocado en situaciones comprometedoras. Las expresiones de afecto se han hecho intensas e incontrolables, y
han cometido actos inmundos e incluso inmoralidad sexual.
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Si tienes novio o novia, es prudente que evites estar a solas con tu futuro cónyuge en circunstancias impropias. Sería mejor
que estuvieran juntos en compañía de otras personas o en lugares públicos. Algunas parejas prefieren estar con un acompañante.
Piensa también en las palabras de Oseas 4:11: “Vino y vino dulce son lo que quitan el buen motivo”. El alcohol puede nublar el
buen juicio y llevar a la pareja a actuar de un modo del que luego se lamente.
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Proverbios 13:10 dice: “Por la presunción solo se ocasiona una lucha, pero con los que consultan juntos hay sabiduría”. Sí,
‘consulten juntos’ y hablen de cómo van a comportarse. Pongan límites a las demostraciones de afecto, respetando cada uno los
sentimientos y la conciencia del otro (1 Corintios 13:5; 1 Tesalonicenses 4:3-7; 1 Pedro 3:16). Hablar sobre este tema delicado
puede resultar difícil al principio, pero evitará que surjan problemas serios en el futuro.
Los jóvenes preguntan...
¿Cómo evitar jugar con la inmoralidad?

“Pensaba que estaba bien tocarse y acariciarse, que tan solo se trataba de una forma de expresar mis sentimientos y amor
profundos. Creí que podría parar antes de cometer algo realmente grave, como fornicación. Pero ¡qué equivocada
estaba!” Así se expresó Valerie, una joven que cometió inmoralidad sexual.

LOS jóvenes cristianos saben que la Biblia condena las relaciones sexuales premaritales. (1 Corintios 6:9, 10.) Sin embargo,
algunos quizás no se den cuenta de que la Biblia también censura jugar con la inmoralidad sexual: permitirse intimidades a las
que solo tienen derecho las parejas casadas. (Gálatas 5:19.) ¿Quiere eso decir que es incorrecto expresar afecto? En absoluto.
La Biblia nos relata la historia de una muchacha sulamita y del pastor con el que estaba comprometida. Su noviazgo fue de
una castidad y moralidad impecables. No obstante, está claro que intercambiaron algunas expresiones de cariño antes de casarse.
(Cantar de los Cantares 1:2; 2:6; 8:5.) En la actualidad, algunas parejas de novios consideran que ir de la mano y abrazarse son
expresiones de cariño apropiadas cuando el matrimonio es inminente. Resulta fácil que incluso una pareja con buenas
intenciones se deje llevar y empiece a jugar con la inmoralidad sexual. ¿Cómo pueden evitarlo?
Hay que ‘mantenerse alerta’
En Salmo 119:9, el salmista preguntó: “¿Cómo limpiará un joven su senda? Manteniéndose alerta conforme a tu palabra”.
Una forma de mantenerse alerta consiste en ser selectivo al escoger las amistades. “Mis amigos siempre me están presionando
para que tenga relaciones sexuales”, dice un muchacho estadounidense llamado Nakia. La Biblia advierte: “Al que está teniendo
tratos con los estúpidos le irá mal”. (Proverbios 13:20.) Una revista juvenil da el siguiente buen consejo: “Esfuérzate por
encontrar otros amigos que compartan tus valores”.
Otra forma de mantenerse en guardia es huir de las situaciones comprometedoras. Considera lo que ocurrió cuando el amado
pastor de la muchacha sulamita la invitó a dar un paseo romántico. Sus motivos eran totalmente inocentes; tan solo quería
disfrutar de la belleza de la primavera con ella. Aun así, los hermanos mayores de la sulamita ‘se encolerizaron con ella’. No es
que desconfiaran de la pareja, pero conocían muy bien las tentaciones que podían presentarse si permitían que estuvieran a solas
en un entorno romántico. ¿Cuál fue la solución? Los hermanos mayores impidieron el paseo romántico de la pareja y le dieron a
su hermana trabajo duro que la mantuviera ocupada. (Cantar de los Cantares 1:6; 2:8-15.)
Estar a solas en un lugar romántico sigue siendo peligroso en la actualidad. Una adolescente a la que llamaremos Mary
recuerda: “Cuando salíamos, normalmente llevábamos un acompañante”. Sin embargo, en cierta ocasión se encontraron a solas
en un apartamento. “Nos dejamos llevar. Fue una estupidez por nuestra parte permitir que ocurriera. Teníamos la actitud de que
‘no nos pasaría a nosotros’. Pero ahora sé que hay que tener compañía todo el tiempo, sean cuales sean las circunstancias. Si
no puedes encontrar a nadie para que te acompañe, haz otros planes. Nosotros bajamos la guardia.”
Tú no bajes la guardia. Si sales con alguien en particular, planea tus citas con cuidado. De ser posible, sal en grupo o insiste
en llevar un acompañante. Rehúye las situaciones peligrosas, como estar a solas en un automóvil estacionado o en un
apartamento. Disfrutar de la compañía mutua en visitas a museos, restaurantes, pistas de patinaje y lugares similares suele ser
más seguro. De igual modo, recuerda también las palabras de Oseas 4:11: “Vino y vino dulce son lo que quitan el buen motivo”.
El alcohol suele reducir las inhibiciones, por lo que sería sensato que tuvieras cuidado con él aunque estés en edad legal para
beber.
Pon límites
Proverbios 13:10 nos da otro consejo importante: “Con los que consultan juntos hay sabiduría”. No esperes a
estar en una situación romántica cargada de tensión emocional para poner los límites. Una pareja de novios hace bien
en fijar los límites antes, comentando abiertamente qué expresiones de afecto son las apropiadas. Sin embargo,
ambos deben seguir el principio de Efesios 4:25: “Hable verdad cada uno de ustedes con su prójimo”.
Supón, por ejemplo, que una joven piensa que su relación con el muchacho ha llegado a un punto en el que
parecería apropiado un beso de despedida. Sin embargo, puesto que él conoce su propia naturaleza emocional, quizás
considere que un beso sería una tentación demasiado fuerte. Ante el temor al rechazo o quizás al verse en la
obligación de agradarla, puede que el muchacho vaya en contra de su buen juicio. Pero por muy desagradable que le
resulte, tiene que decirle la verdad y expresar sus verdaderos sentimientos al respecto. Como el amor cristiano
“no busca sus propios intereses”, cada uno debe respetar los sentimientos y la conciencia del otro en este asunto.
(1 Corintios 13:5; 1 Pedro 3:16.) Por supuesto, hablar de algo tan delicado quizás resulte difícil e incómodo, en
especial durante las primeras etapas del noviazgo. Pero puede ser muy útil para evitar que surjan problemas después.
Además, el que te comuniques y hables de ello puede indicar qué posibilidades tiene dicha relación de convertirse en
un matrimonio sólido.
‘Lo harías si me amaras’
Sin embargo, aun teniendo las mejores intenciones, a veces la situación se vuelve demasiado apasionada. Es el
momento de decir lo que piensas. Con firmeza pero con amabilidad pon el freno, por decirlo así. Márchate si es
necesario. (Compara con Proverbios 23:2.) ¿Qué hacer si la persona con la que sales se niega a respetar los límites
razonables y sigue presionando para que vayas demasiado lejos? Es triste decirlo, pero muchos jóvenes se han dejado
engañar por razonamientos tan simples como ‘Lo harías si me amaras’, o: ‘Todo el mundo lo hace’, o incluso: ‘Nos
vamos a casar pronto, ¿por qué no hacerlo ahora?’. Al igual que en tiempos bíblicos, hay quienes intentan seducir
‘por la suavidad de sus labios’. (Proverbios 7:21; compara con Salmo 5:9.) No cedas a la intimidación verbal.
En primer lugar, alguien que te quiere de verdad no te presionará nunca para que hagas algo que viole tu
conciencia cristiana o te haga sentir incómodo. (1 Corintios 13:5.) En segundo lugar, no es cierto que ‘todo el mundo
lo haga’. Y aunque así fuera, eso no significaría que tú debas hacerlo. Recuerda el principio que aparece en Éxodo
23:2: “No debes seguir tras la muchedumbre para fines malos”.
En cuanto a las promesas de matrimonio, las Escrituras no autorizan en ningún lugar a las parejas de novios a
comportarse como si estuvieran casados. Además, fíjate en las tristes estadísticas que se informan en el libro The
Compleat Courtship (El noviazgo completo), de Nancy Van Pelt: “Más del 33% de las jóvenes con experiencia
sexual pensaron que se casarían con el muchacho cuando tuvieron su primera relación sexual, pero pocas lo hicieron.
Sin embargo, solo el 7% de los muchachos sexualmente activos a los que se entrevistó pensaban que se casarían con
la joven. Una de dos: o la muchacha se estaba engañando o él no dijo la verdad; escoge la que creas que es correcta”.
Un proverbio sabio dice: “Cualquiera que es inexperto pone fe en toda palabra, pero el sagaz considera sus pasos”.
(Proverbios 14:15.)
Si te has dejado llevar
Un joven alemán llamado Thomas confiesa: “Tenía novia formal, y llegábamos bastante lejos. Pero parecía que
siempre nos deteníamos a tiempo. Llegué a creer que podía controlarme”. Ese espejismo lo llevó a participar en
inmoralidad sexual. Recuerda la advertencia de la Biblia: “Por consiguiente, el que piensa que está en pie, cuídese de
no caer”. (1 Corintios 10:12.)
¿Qué hacer si una pareja incurre en conducta impropia? Un joven llamado John dice: “Cuando mi novia y yo
empezamos a salir, nuestra conducta era limpia y se mantenía en un nivel alto. Pero en cierta ocasión comenzamos a
besarnos y a tocarnos, casi hasta el punto de cometer fornicación. Fue entonces cuando decidí hablar con uno de los
ancianos de la congregación”. Sí, cuando una pareja permite que las cosas lleguen tan lejos, ambos necesitan ayuda.
No te engañes pensando que puedes salir de la situación solo. Una joven confiesa: “Yo oraba: ‘Por favor, ayúdanos a
no hacerlo otra vez’. A veces funcionaba, pero otras veces no”. La Biblia da un buen consejo cuando dice: “Que
llame a sí a los ancianos de la congregación”. (Santiago 5:14.) Los superintendentes cristianos pueden darte el
consejo, la advertencia o la reprensión necesarios para volver a encauzar la relación de ambos y, lo que es más
importante, la buena relación con Jehová.
Sin embargo, es mucho mejor tomar medidas adecuadas, poner los límites por adelantado y estar decidido a
permanecer limpio a los ojos de Jehová. De esta forma, se puede evitar la calamidad.
[Notas a pie de página]
Consulta el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Qué es ‘ir demasiado lejos’?”, del 22 de octubre de 1993.
En algunos lugares del mundo, las manifestaciones públicas de afecto entre personas que no están casadas se
consideran impropias y ofensivas. Los cristianos han de tener cuidado para no comportarse de forma que pudiera
hacer tropezar a otros. (2 Corintios 6:3.)

Los jóvenes preguntan... ¿Qué puedo hacer para tener éxito en el noviazgo?

“MI MAYOR error fue encariñarme con Andy antes de fijarme en la clase de persona que era —reflexionó
Louise después que el divorcio destrozó su matrimonio—. Cuando éramos novios, casi siempre salíamos solos.
Nunca vi cómo reaccionaba fuera de aquellas situaciones ‘ideales’.”
El matrimonio de Louise duró siete angustiosos años, pero a las pocas semanas de casarse, ya empezaron a surgir
problemas graves. ¿Cómo puedes evitar tales errores y conseguir que el noviazgo te prepare el camino para un
matrimonio feliz?
Antes del noviazgo
“El cauto —dice la Biblia— medita sus propios pasos.” (Proverbios 14:15, Biblia de Jerusalén.) El que te
encariñes con alguien a quien apenas conoces puede llevarte a contraer matrimonio con una persona cuyas
emociones y metas disten mucho de las tuyas. Por eso, observa primero cómo es esa persona cuando está con otros,
quizás durante algún rato de expansión.
“Sabía que si al principio me acercaba demasiado a ella, mis emociones me nublarían el juicio —explicó Dave,
quien ahora lleva diez años de feliz matrimonio—, así que observaba a Rose de lejos sin que ella supiera que me
interesaba. Pude ver cómo trataba a otros y que no era una coqueta. En conversaciones casuales me enteré de cuáles
eran sus circunstancias y metas.” También es sensato hablar con alguien que conozca bien a la persona a fin de
averiguar qué reputación tiene. (Compárese con Proverbios 31:31.)
Las primeras citas
Ante todo debes preguntarte si tienes suficiente edad para casarte y si estás en posición de cumplir con las
responsabilidades del matrimonio, y si lo mismo es cierto de la otra persona. Una vez que has decidido que alguien
podría ser un buen cónyuge, tal vez quisieras abordar a esa persona y expresarle tu deseo de conocerla mejor. En el
supuesto de que acepte tu proposición, la primera cita no tiene por qué ser una ocasión muy elaborada. El ir a tomar
algo juntos o hasta salir en grupo ayudará a una pareja a conocerse lo suficiente como para decidir si quieren seguir
adelante con su relación. El que se mantenga la relación un tanto informal mitiga el nerviosismo que ambos pueden
sentir al principio. Y si se evitan declaraciones prematuras de afecto, se pueden minimizar los sentimientos de
rechazo —o bochorno— que pueden producirse en el caso de que alguno de los dos pierda interés en la otra persona.
Sin importar el tipo de cita que se haya concertado, tanto el chico como la chica deberían presentarse a tiempo y
vestidos de manera pulcra y apropiada. Ambos tienen que esforzarse por saber llevar una conversación y ser buenos
oyentes. Los chicos deberán manifestar buenos modales, en armonía con las costumbres de la localidad. Por ejemplo:
puede que se espere que el joven abra las puertas para que pase la joven o que le acerque la silla para que se siente.
Aunque la joven no debe esperar que se la trate como a una princesa, sí debería cooperar modestamente con los
esfuerzos de él. No existen reglas concretas tocante a estos temas, pero un joven puede dejar establecidas para el
futuro unas pautas de respeto, ya que al marido se le manda que ‘honre a su esposa como a un vaso más débil’.
(1 Pedro 3:7.)
¿Es apropiado tomarse de la mano, besarse y abrazarse? Y en caso afirmativo, ¿cuándo? A los ojos de Dios esas
acciones pueden considerarse limpias, siempre y cuando sean una expresión de cariño verdadero, no de pasión
egoísta. El Cantar de los Cantares, libro bíblico inspirado por Dios, indica que la doncella sulamita y su amado pastor
—con quien pronto se casaría— habían intercambiado algunas muestras apropiadas de cariño. (Cantar de los
Cantares 1:2; 2:6; 8:5.) Pero al igual que aquella pareja casta, las parejas de hoy deben tener cuidado para que las
muestras de afecto no lleguen a ser inmundas o conduzcan a inmoralidad sexual. (Gálatas 5:19, 21.) Las muestras de
cariño únicamente deberían tener lugar cuando la relación haya llegado a un punto en el que la pareja se ha
comprometido y el matrimonio parece inminente. De esa forma, no se distraerán del principal objetivo del noviazgo
de éxito: llegar a conocer a fondo a la otra persona.
“La persona secreta del corazón”
Después de evaluar lo que contribuyó a que 231 parejas de novios llegasen a tener una sólida relación
matrimonial, un equipo investigador informó lo siguiente en la publicación Journal of Marriage and the Family
(mayo de 1980): “Parece más probable que los matrimonios sobrevivan y prosperen si se entra en esa relación
conociendo relativamente bien el interior de cada uno”. En efecto, es esencial que llegues a conocer “la persona
secreta del corazón” de tu pareja. (1 Pedro 3:4.)
Sin embargo, para poder ‘sacar’ las intenciones del corazón de la otra persona, hace falta esfuerzo. (Proverbios
20:5.) Planea actividades que te ayuden a ver cómo es la otra persona en lo más profundo de su ser. Aunque al
principio puede ser suficiente con ir al cine o a escuchar un concierto, cuando se participa en actividades que
contribuyen a la conversación (como el patinar, jugar a los bolos, visitar un parque zoológico o ir a ver museos),
resulta más fácil llegar a conocerse mejor.
A fin de que puedas averiguar los sentimientos de tu pareja, pregúntale abiertamente cosas como: “¿Qué haces
durante tu tiempo libre?”. “Si el dinero no importase, ¿qué te gustaría hacer?” “¿Qué rasgo de nuestra adoración a
Dios te gusta más y por qué?” Este tipo de preguntas dan pie a respuestas profundas que te permitirán ver lo que tu
pareja valora.
Cuando la relación se profundiza y la pareja piensa más formalmente en el matrimonio, es necesario hablar con
seriedad de asuntos importantes, tales como dónde y cómo vivirán una vez casados, cuestiones económicas, si ambos
trabajarán fuera de casa, qué conceptos tienen sobre el papel de cada uno en el matrimonio, los hijos, la planificación
familiar, metas inmediatas y de largo plazo y cómo planearán llevarlas a cabo. Es un tiempo para revelar detalles —
quizás del pasado de cada uno— que pueden afectar al matrimonio, como, por ejemplo, cualquier deuda u obligación
importante que se tenga. También deberían considerarse cuestiones de salud, como alguna enfermedad grave.
En tales conversaciones sigue el ejemplo de Elihú, quien dijo: “Voy a hablar con sinceridad y a decir francamente
lo que pienso”. (Job 33:3, Versión Popular.) Al explicar cómo el noviazgo la preparó para un matrimonio feliz que
ya dura diez años, Esther dijo: “Nunca traté de fingir o de decir que concordaba con Jaye cuando pensaba de modo
diferente, y sigo sin hacerlo. Siempre procuro ser honrada con él”.
No evadas los temas delicados ni los encubras por temor de poner a tu pareja en un aprieto. Beth cometió ese
error cuando salía con John. Ella le comentó que creía que había que ahorrar para el futuro y no malgastar el dinero,
algo con lo que John concordó. Beth no sondeó más, pues creía que estaban completamente de acuerdo. Pero resultó
que la idea que él tenía de ahorrar para el futuro era ahorrar para un nuevo automóvil deportivo. Cuando se casaron,
el dinero fue una continua fuente de discusión.
Tales malentendidos pueden evitarse. Louise, mencionada anteriormente, admitió: “Tenía que haber hecho
muchas más preguntas, como: ‘¿Y si me quedase embarazada y tú no quisieras tener un hijo?’, o: ‘Si tuviésemos
deudas y yo quisiera quedarme en casa cuidando de nuestro hijo, ¿qué harías?’. Me habría dado cuenta de cómo
respondía”. Tales conversaciones pueden sacar a la luz cualidades del corazón que sería mejor ver antes del
matrimonio.
Observa su forma de actuar
“Una persona puede ser muy agradable con otra cuando están a solas —explicó Esther—, pero delante de otros
quizás se encuentre ante una situación inesperada. A lo mejor una de tus amistades dice algo que quizás no le guste a
tu pareja. Eso te puede servir para ver cómo reacciona bajo presión. ¿Reñirá con esa persona o responderá con
sarcasmo?” Esther concluye diciendo: “Algo que nos ayudó mucho fue que durante el noviazgo nos relacionamos
con nuestras respectivas amistades y familias”.
Además de los momentos de expansión, las parejas deberían dedicar tiempo a trabajar juntos. Por ejemplo:
deberían participar en obras cristianas, como el estudio de la Palabra de Dios y el ministerio cristiano. También sería
útil que llevasen a cabo algunas de las tareas cotidianas que una vez casados se convertirán en un modo de vivir: ir a
la compra, preparar una comida, fregar los platos y limpiar la casa. Es al estar juntos en circunstancias de la vida real
—en momentos en los que tal vez el aspecto que presente tu pareja no sea el mejor—, cuando se aprecia cómo es
realmente la otra persona.
El pastor del Cantar de los Cantares vio el comportamiento de su amada cuando se encontraba desilusionada o
mientras trabajaba bajo el ardiente sol y estaba sudada y cansada. (Cantar de los Cantares 1:5, 6; 2:15.) Al verla
resistir lealmente las seducciones del rico rey Salomón, dijo: “Eres del todo hermosa, oh compañera mía, y no hay
defecto en ti”. (Cantar de los Cantares 4:7.) Seguro que no quería decir que fuese perfecta, pero su belleza física se
veía realzada por su fuerza moral. Ella no tenía ningún defecto ni mancha moral importante. A los ojos de él, sus
virtudes superaban cualquier debilidad.
Si una pareja aprovecha bien el noviazgo, podrá decir lo mismo. Con los ojos totalmente abiertos, ambos podrán
entrar en el matrimonio habiendo aprendido a resolver desacuerdos. El tener éxito en su noviazgo les habrá
preparado para un matrimonio satisfaciente y feliz.
[Notas a pie de página]
Esto aplica en los países donde se ve apropiado que los cristianos concierten citas. Normalmente, es el varón quien
toma la iniciativa, aunque no hay razón bíblica que impida que una joven exprese sus sentimientos de una manera
modesta si el muchacho parece tímido o indeciso. (Compárese con Cantar de los Cantares 8:6.)
Véase el artículo “‘Pero ¿qué digo?’ Perfeccionando el arte de conversar”, publicado en el número del 8 de junio de
1982.
[Fotografía en la página 21]
Si observas el comportamiento de tu posible cónyuge en situaciones de la vida real, llegarás a conocerlo bien
“Tiempo de abrazar y tiempo de mantenerse alejado de los abrazos”
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Los cristianos escogen con cuidado a sus amigos. Tienen presente la advertencia de Pablo: “No se extravíen.
Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles” (1 Corintios 15:33). Y el sabio rey Salomón dijo: “El que está
andando con personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal” (Proverbios
13:20).
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Los siervos de Jehová escogen como amigos a personas que tienen el mismo amor a Jehová y su justicia que
ellos. Aunque valoran la compañía de sus amigos y disfrutan de ella, evitan prudentemente el punto de vista
permisivo y demasiado liberal sobre el noviazgo que es común en muchos países hoy en día. No lo consideran una
diversión inofensiva, sino un paso serio que conduce al matrimonio, paso que solo debe darse cuando se está
preparado física, mental y espiritualmente —así como bíblicamente libre— para formalizar un compromiso
permanente (1 Corintios 7:36).
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A algunos les puede parecer anticuado este criterio sobre el noviazgo y el matrimonio. Pero los testigos de
Jehová no permiten que la presión de grupo influya en su elección de amigos ni en sus decisiones sobre el noviazgo y
el matrimonio. Saben que “la sabiduría queda probada justa por sus obras” (Mateo 11:19). Jehová siempre sabe lo
que es mejor, de modo que toman muy en serio su consejo de casarse “solo en el Señor” (1 Corintios 7:39;
2 Corintios 6:14). No se casan precipitadamente con la idea equivocada de que el divorcio o la separación son
opciones aceptables en el caso de que la relación fracase. Se toman el tiempo para hallar la pareja adecuada, pues
reconocen que cuando ofrecen los votos matrimoniales, les es aplicable la ley de Jehová: “De modo que ya no son
dos, sino una sola carne. Por lo tanto, lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre” (Mateo 19:6;
Marcos 10:9).
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El matrimonio es un compromiso para toda la vida que merece una planificación cuidadosa. Es lógico que el
hombre se pregunte: “¿Es ella realmente la persona apropiada para mí?”. Pero, igualmente importante, debería
preguntarse también: “¿Soy yo realmente la persona apropiada para ella? ¿Soy un cristiano maduro que pueda
atender sus necesidades espirituales?”. Ambos tienen la obligación ante Jehová de ser espiritualmente fuertes,
capaces de formar un matrimonio sólido que merezca la aprobación divina. Miles de parejas cristianas pueden dar
testimonio de que el ministerio de tiempo completo es un excelente punto de partida para un matrimonio feliz,
debido a que este servicio pone el acento en dar más bien que en recibir.
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Algunos cristianos se ‘mantienen alejados de los abrazos’ al optar por permanecer solteros por motivo de las
buenas nuevas (Eclesiastés 3:5). Otros posponen el matrimonio hasta que creen que están cualificados
espiritualmente para atraer a la pareja apropiada. Recordemos también a aquellos cristianos solteros que anhelan la
intimidad y beneficios del matrimonio, pero que no encuentran cónyuge. Podemos tener la seguridad de que Jehová
se regocija de que estos no pasen por alto los principios divinos al buscar pareja. Asimismo hacemos bien en valorar
su lealtad y ofrecerles el apoyo apropiado que merecen.
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¿Deberían en ocasiones ‘mantenerse alejadas de los abrazos’ incluso las parejas casadas? En un sentido sí,
pues Pablo hizo la siguiente observación: “Esto digo, hermanos: el tiempo que queda está reducido. En adelante, los
que tienen esposas sean como si no tuvieran” (1 Corintios 7:29). En consecuencia, a veces es necesario relegar a un
lugar secundario los gozos y beneficios del matrimonio por causa de las responsabilidades teocráticas. Un punto de
vista equilibrado sobre este asunto no debilitará al matrimonio, sino más bien lo fortalecerá, pues ayudará a recordar
a ambos cónyuges que Jehová siempre debe ser la principal figura estabilizadora en su relación (Eclesiastés 4:12).
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Además, algunas parejas han decidido no tener hijos a fin de estar más libres para llevar a cabo su servicio a
Dios. Esto ha supuesto un sacrificio de su parte, y Jehová las recompensará por ello. A propósito, aunque la Biblia
anima a la soltería por causa de las buenas nuevas, no hace ningún comentario explícito sobre permanecer sin hijos
por el mismo motivo (Mateo 19:10-12; 1 Corintios 7:38; compárese con Mateo 24:19 y Lucas 23:28-30). Por lo
tanto, los matrimonios deben tomar su propia decisión sobre la base de sus circunstancias personales y de su propia
conciencia y sentimientos. Sin importar lo que decidan, no se les debe criticar. 1/10/99 Pág. 9

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