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Universidad Abierta Para Adultos

Asignatura:
PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO II

Tema:
INDICACIÓN Y ESPACIO PARA ENVIAR
LA TAREA # 7

Participante:
VIANNELLY SERRANO ROJAS 17-1110

Facilitador (a):
CECILIA ESTHER FLORES

Nagua, María Trinidad Sánchez, RD.


16/10/2019
Indicación y espacio para enviar la tarea #7
Después de consultar la bibliografía señalada y otras fuentes de
interés científico para la temática de objeto de estudio, se
recomienda que realices las siguientes actividades:
1. Elabora una línea de tiempo donde presentes las etapas del
duelo y las características de cada una de ellas.

Fase de •La primera reacción que mostramos tras una pérdida dolorosa es negar la realidad de la
Negación. situación. Muchos suelen pensar: “Esto no está pasando, esto no puede estar pasando”. Es
Negarse a sí una reacción normal y una manera de racionalizar las emociones abrumadoras. Es
mismo o al un mecanismo de defensa que amortigua el impacto inmediato de la pérdida. Bloqueamos
entorno que ha las palabras y escondemos los hechos. Esta es una respuesta temporal que nos lleva a
ocurrido la través de la primera oleada de dolor.
pérdida
• A medida que los efectos de ocultación y de la negación comienzan a desgastarse, la realidad y el
dolor afloran. Pero no estamos listos. La intensa emoción de dolor se desvía, reorientándose, y
Fase de Enfado, se expresa de manera contradictora en forma de ira. El enojo puede estar dirigido a objetos
Indiferencia o inanimados, a extraños, a amigos o familiares. La ira puede enfocarse también hacia el ser querido
Ira: Estado de fallecido. Racionalmente, sabemos que la persona no tiene la culpa. Emocionalmente sin embargo,
descontento por no podemos sentirnos resentidos con ella por causarnos tanto dolor al dejarnos. Nos sentimos culpables
poder evitar la por estar enfadados, y esto nos hace enfadarnos más todavía.
pérdida que sucede. • Pero el duelo es un proceso personal que no tiene límite de tiempo, ni una forma “correcta” de
Se buscan razones pasarlo.
causales y
culpabilidad. •Esta es una reacción normal a los sentimientos de impotencia y vulnerabilidad, es a menudo una
necesidad de recuperar el control. Esta puede suceder antes de la pérdida, en caso de tener a un
Fase de Negociación. familiar con enfermedad terminal, o bien después de la muerte para intentar posponer el dolor que
Negociar consigo produce el abandono. En realidad surge la esperanza de que se pueda de algún modo retrasar el
mismo o con el dolor.
entorno, entendiendo •Si hubiéramos buscado atención médica antes …
los pros y contras de
la pérdida. Se intenta •Si hubiéramos tratado de ser mejor persona con él/ella …
buscar una solución a •En secreto, podemos hacer un trato con Dios o nuestro poder superior, en un intento de posponer
la pérdida a pesar de lo inevitable. Esta es una débil línea defensa para protegernos de una realidad dolorosa.
conocerse la
imposibilidad de que
suceda.
Fase de Dolor •Hay dos tipos de depresión asociadas al duelo. La primera de ellas es una reacción a las
Emocional (o implicaciones reales relacionadas con la pérdida. La tristeza y el pesar predominan este tipo de
depresión). Se depresión. Nos preocupamos por los costos, por el entierro… Nos preocupa que, a nuestro
experimenta pesar, hemos pasado menos tiempo con otras personas que dependen de nosotros. Esta fase
tristeza por la puede aliviarse con la en acompañamiento los demás y unas pocas palabras amables.
pérdida. Pueden
llegar a •El segundo tipo de depresión es más sutil y, en cierto sentido, más privada. Es nuestra
sucederse preparación frente a la separación y la despedida personal de nuestro ser querida. A veces todo
episodios lo que realmente necesitamos es un abrazo.
depresivos que
deberían ceder
con el tiempo.
•Llegar a esta etapa del duelo es un regalo que se presentará al final del proceso.
•La muerte puede ser repentina e inesperada, y nos parece que jamás podremos ver
Fase de Aceptación. Se más allá de nuestra ira o negación. No es necesariamente un signo de valentía
asume que la pérdida es resistir lo inevitable y negarnos la oportunidad de hacer las paces con nosotros
inevitable. Supone un mismos. Esta fase se caracteriza por la retirada y la tranquilidad final. Esto no
cambio de visión de la
situación sin la pérdida; significa que sea un período de felicidad, es más bien un período de paz, es el
siempre teniendo en cuenta momento en el que hacemos las paces con la pérdida que hemos sufrido, dándonos
que no es lo mismo aceptar la oportunidad de vivir nuevamente a pesar de la ausencia.
que olvidar.
2. Redacta un informe breve donde analices la muerte desde el
punto de vista de la edad adulta tardía y propón sugerencias de
cómo se debe manejar la misma en la familia.
Los seres humanos son únicos. Experimentan diferentes situaciones y reaccionan
a éstas de maneras distintas. Pero una parte inevitable de la vida de todos es la
muerte. Las mejores personas pueden entender tal acontecimiento impostergable
y mientras más sabiamente logren abordarlo antes de que llegue, su vida será
más plena.

La muerte es el último hito, el final de la vida que conocemos. “La vida es corta.
Más corta para algunos que para otros”, observó Gus, uno de los personajes
centrales de la película de televisión Lonesome Dove. A ese comenta rio que se
refiere a la mayoría de las personas podríamos agregar, a manera de corolario, lo
siguiente: 1) por mucho que vivamos, nunca será suficiente, y 2) cuando llegue el
final nos parecerá que ha llegado demasiado repentina o abruptamente.

Antes de los tiempos modernos, en un año típico morían alrededor de cincuenta


personas por cada mil; y durante las plagas o desastres naturales, la tasa de
mortalidad alcanzaba un 40 por ciento. Más de un tercio de todos los bebés
morían en la infancia, y la mitad de todos los niños antes de su noveno
cumpleaños. Las personas veían sucumbir a parientes y amigos de enfermedades
mortales a una edad temprana, y esperaban que algunos de sus propios hijos
murieran jóvenes (Lofland, 1986). La muerte era un acontecimiento normal y
esperado, a veces incluso bienvenido como un final pacífico al sufrimiento.

Sin embargo ¿Qué es la muerte? Aunque la pregunta parezca sencilla, es


sorprendentemente difícil definir el momento exacto en que termina la vida y
ocurre la muerte. En las últimas décadas, la medicina ha avanzado hasta el punto
que algunas personas, que habrían sido consideradas muertas hace pocos años,
ahora se considerarían vivas.

La muerte funcional se define como ausencia de latidos del corazón y de


respiración. Aunque esta definición parece clara, no lo es del todo. Por ejemplo, un
individuo cuyo corazón ha dejado de latir y cuya respiración se ha detenido
durante cinco minutos podría ser resucitado y sufrir poco daño como
consecuencia. ¿Significa esto que el ser que ahora está vivo estuvo muerto como
lo habría implicado la definición funcional?

A causa de esta imprecisión, ya no se toman en cuenta el latido cardíaco y la


respiración para determinar el momento de la muerte. Actualmente, los médicos
expertos miden el funcionamiento del cerebro. En la muerte cerebral, se
interrumpen todos los signos de actividad cerebral medidos por las ondas
eléctricas. Cuando ocurre la muerte cerebral, no hay posibilidad de restablecer el
funcionamiento del cerebro.

Algunos expertos sugieren que una definición de la muerte que sólo se base en la
falta de ondas cerebrales es demasiado estricta, ya que la sola pérdida de la
capacidad para pensar, razonar, sentir y experimentar el mundo sería suficiente
para declarar muerto a un individuo. Según este punto de vista, que tiene en
cuenta las consideraciones psicológicas, una persona con daño cerebral
irreversible, en estado de coma, que nunca podría experimentar algo que se
aproxime a la vida humana, se considera muerta.

No sorprende que ese argumento, que nos lleva de los criterios estrictamente
médicos a las consideraciones morales y filosóficas, sea controvertido. Como
resultado, la definición legal de muerte en la mayoría de las localidades en
Estados Unidos se basa en la ausencia completa de funcionamiento cerebral,
aunque algunas leyes todavía mantienen la definición basada en la ausencia de
respiración y latidos cardíacos. La realidad es que no importa dónde ocurra una
muerte, en la mayoría de los casos las personas no se ponen a medir las ondas
cerebrales. Por lo regular, las ondas cerebrales se monitorean sólo en ciertas
circunstancias: cuando es importante establecer el momento exacto de la muerte,
cuando hay posibilidad de trasplantar los órganos, o cuando están implicados
asuntos criminales o legales.

La dificultad para establecer definiciones legales y médicas de la muerte refleja


algunos de los cambios en la comprensión y la actitud hacia la muerte que
suceden a lo largo de la vida de un individuo.

La muerte es un hecho biológico, pero también incluye aspectos sociales,


culturales, históricos, religiosos, legales, psicológicos, del desarrollo, médicos y
éticos, todos los cuales suelen estar estrechamente relacionados. Aunque la
muerte y la pérdida son experiencias universales, tienen un contexto cultural e
histórico. La muerte solía ocurrir temprano y con frecuencia en la vida de una
familia y comunidad, y era una compañera constante en el hogar. Hoy, en la
mayoría de los países la gente vive más tiempo, por lo que la muerte sucede con
menos frecuencia y es menos notoria.

Confrontar la muerte

Todas las muertes son diferentes, tal como todas las vidas lo son. La experiencia
de morir no es la misma para una víctima de un accidente, un paciente con cáncer
terminal, una persona que se suicida y alguien que muere instantáneamente de un
ataque al corazón. Ni la experiencia de pérdida es la misma para sus deudos. El
modelo de ocurrencia de los acontecimientos de vida sugiere por qué la muerte no
significa lo mismo para un hombre de 85 años que padece una artritis que le
ocasiona dolores agudos, una mujer de 56 años en la cima de una brillante carrera
legal que descubre que tiene leucemia y un joven de 20 años que muere debido a
una sobredosis de drogas. Ni, como los teóricos contextuales señalarían, la
muerte es la misma para un brahmán de la India que para un indigente de Nueva
York. La cohorte también tiene un papel. Entre la primera generación de ancianos
de japoneses americanos, la aceptación de lo inevitable puede reflejar
enseñanzas budistas; pero los japoneses americanos de tercera generación
muestran menos aceptación, no sólo porque son más jóvenes sino también
porque crecieron con la creencia estadounidense relacionada con la habilidad para
controlar el destino propio (Kalish y Reynolds, 1976). Sin embargo, todas las
personas son humanas, y tal como puede haber similitudes en las vidas de los
adultos, también las hay en la forma en que los adultos confrontan la muerte en
diferentes edades. Observemos primero cómo los adultos jóvenes, los adultos
medios y los ancianos se sienten con respecto a la muerte, y luego los cambios
que pueden ocurrir conforme se aproxima ésta.

Adultez tardía o vejez:

Para el momento en que alcanzan la adultez tardía, las personas saben con
certeza que su tiempo se está aproximando a su fin. Además, enfrentan un
número creciente de muertes en su entorno. Cónyuges, hermanos y amigos quizá
hayan muerto ya, lo que interpretan como un recordatorio constante de su propia
mortalidad.

Las causas más probables de muerte durante la edad adulta tardía son el cáncer,
la apoplejía y la cardiopatía. ¿Qué sucedería si se eliminaran estas causas de
muerte? De acuerdo con estimaciones de los demógrafos, la expectativa de vida
del ser humano promedio de 70 años se incrementaría alrededor de 17 años
(véase la figura 19-1; Hayward, Crimmins y Saito, 1997).

La frecuencia de la muerte en la vida de los adultos mayores los hace sentir


menos angustia por morir que en etapas anteriores de la vida. Esto no significa
que la persona en la edad adulta tardía le dé la bienvenida a la muerte. Más bien
implica que es más realista y reflexiva. Piensa y empieza a prepararse para ella.
Algunos empiezan a retirarse del mundo como resultado de la disminución de la
energía física y psicológica (Gesser, Wong y Reker, 1988; Turner y Helms, 1994).

En general, los ancianos están menos ansiosos acerca de la muerte que las
personas en la adultez media (Bengtson, Cuellar y Ragan, 1975). Presentan más
probabilidad de usar estrategias de enfrentamiento enfocadas en la emoción. A lo
largo de los años, conforme las personas pierden amigos y parientes,
gradualmente reorganizan sus pensamientos y sentimientos para aceptar su
propia mortalidad. Las pérdidas físicas y otros problemas de la vejez pueden
disminuir su placer por vivir.
De acuerdo con Erikson (1950), las personas en la adultez tardía deben lidiar con
la última de ocho crisis: integridad frente a desesperación. Quienes resolvieron
dicha crisis lograron una sabiduría que les permitió aceptar tanto lo que hicieron
con sus vidas como su muerte inminente. Los ajustes de Peck (1955) para la vejez
pueden ayudar a las personas a hacerle frente a la muerte. Los individuos que
sienten que sus vidas han sido significativas por lo general son más capaces de
enfrentar la muerte. Sin embargo, algunos tienen sentimientos complejos.

La muerte inminente en ocasiones es acompañada por el deterioro acelerado del


funcionamiento cognoscitivo. En lo que se conoce como declive terminal, una
caída significativa en el desempeño en áreas cognoscitivas como la memoria y la
lectura anuncia la muerte a los pocos años (Small y Bäckman, 1999; Wilson,
Beckett y Bienias, 2003).

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