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Episodio 13 ♪ María
1
La mujer, de lejos, la más bella.
La mujer absolutamente más poderosa, tanto, que se la llama “La Omnipotencia
Suplicante”1 … no la omnipotencia beligerante.
Con sólo suplicar, es obedecida.
La súplica de ella, la petición de ella, es una orden.
Sus deseos se tienen que materializar a como dé lugar.
Así como lo probó en las bodas de Caná.
1Omnipotencia Suplicante es el título que los santos le dan a María. Esto significa que, María puede obtener
los favores de una manera muy parecida como nos ayuda Dios, pero con la diferencia que cuando Dios quiere
una cosa, la hace. Y María, cuando quiere una gracia para nosotros, la pide a su Hijo Jesús (que es Dios). Y
como Jesucristo no le niega ningún favor a Su amada madre, de esta forma la Virgen María obtiene todo
cuanto desea concedernos. María es Omnipotente por la gracia, ya que es humana y no tiene atributo divino.
El beato Pío IX decía que, María está a la derecha de su Hijo y que siempre logra lo que quiere gracias a sus
ruegos maternales. Cuanto más devota de la Virgen es una persona, más Espíritu Santo recibe, y por ende,
más ayuda le llega del Cielo para conseguir la santidad y obrar maravillas para el Reino de Dios.
2
Atiende velozmente
María tiene prisa.
Y la prisa de la Virgen María, es la prisa del amor, del amor hacia aquel cuyo anhelo y
cuya necesidad no puede esperar.
No hay nada más hermoso que las prisas de María: en la Anunciación, cuando el
Ángel le dice: Si tú lo quieres, vas a ser la Madre del Mesías; y como la Madre del
Rey es Reina, tú vas a ser Madre del Rey Inmortal. Todas las generaciones te
aclamarán como la más hermosa y poderosa de todas las reinas del mundo. Vas a
ser reina, así en la Tierra como en el Cielo.
Mi experiencia: cada vez que le pido algo a la Virgen María, cuando le pido de qué
quieres que hable, qué quieres que le diga a esa persona, sobre qué va a versar la
homilía, cuál es el título de la serie del programa de TV, qué curso voy a dictar en
la universidad… la miro a ella, en cualquiera de sus imágenes… ¡Es tan dulce
María! ¡Atrae tanto María!
Uno se queda como el vagabundo y dice: “You are so beautiful… ¡I love you so
much!”.
No cabe otra expresión.
No hay belleza tan perfecta ni reina tan cercana como María.
Y la miro, y se lo digo, y no pasan 30 segundos, y con la velocidad del poder del
amor (no de la luz ni del pensamiento, sino del amor) porque ella es la Reina del
Amor, con esa velocidad ella me contesta y me dice exactamente lo que tengo que
decir, lo que tengo que elegir y cómo tengo que decirlo.
¡Es algo impresionante!
La Reina es así
La Virgen es así.
Es la reina más hermosa.
La madre más cariñosa.
Y la de más fácil y expedito acceso.
Escucha atentamente, como Jesús ordenó escuchar.
3
Escucha absorta, que es lo que Jesús esperaba de Marta y sólo encontró en María,
y por eso aquel dulce reproche a Marta; porque a Marta le faltaba detenerse,
pausar, hacerse silencio y escuchar; también eso es oficio divino, escuchar.
La Virgen María tiene adeptos por millones: si llamara a votación, la Virgen María
saldría electa Reina o Presidenta con abrumadora mayoría en el mundo.
Difícilmente habría un voto en contra de ella, porque María los encandila a todos.
María hace que todos, creyentes y no, digan:
“You are so beautiful… ¡I love you so much!”.
Los peregrinos de la Santísima Virgen, que hacen largas e interminables filas en
los santuarios marianos, saben muy bien que María responde inmediatamente.
4
Preguntas
1. ¿Quién le dio a la Virgen María el título de Madre y el título de Reina?
2. ¿Cómo se las arregla ella para atender a c/u (y son millones) al mismo
tiempo y a título personal, de tal manera que la persona sabe que en ese
momento la Virgen María le está escuchando? (y conoce, por experiencia,
que en ese momento le está respondiendo)
El título
Primero, hay un título teológico.
Después, hay un título jurídico.
5
Por eso sentimos jaqueca: es la nostalgia de unirnos como miembros con Aquel
que es nuestra cabeza. Somos ciudadanos del Cielo.
Ese es un testamento.
Es la última, solemne y suprema voluntad del que se está despidiendo de esta
vida.
Ese testamento se tiene que cumplir.
Y la Virgen dijo: Si mi Hijo me lo pidió, yo lo tengo que hacer.
Como se hace siempre con todo testamento y el legado que deja el difunto.
6
En el momento que María escucha las súplicas de los descartados de este mundo,
de los desesperados, de los olvidados, de los excluidos, de los sufrientes del
mundo, de los miserables de este mundo, María cumple literalmente el
Mandamiento que Jesús nos dio a todos nosotros y que ella es la primera llamada
a cumplir (nuestra única credencial para presentarnos ante el Justo Juez el día
del juicio final): el reconocerlo a Él, el atenderlo a Él, el servirlo a Él expedita y
eficazmente para sacarlo de su miseria.
María es la que corrige, suave y dulcemente, sin herir ni ofender a nadie, sin
castigar; porque ella, al igual que Jesucristo, no ha venido a condenar ni a fustigar
a nadie, sino a salvar y a redimir.
María es la madre del buen consejo.
María es el consuelo de los afligidos.
María es la causa de nuestra alegría.
María es la que ora sin cesar, Omnipotencia Suplicante.
7
¿Leyenda?
Cuentan (es una leyenda) que un día Jesucristo se levantó muy preocupado, y fue
a hablar con San Pedro, y le dijo:
-Mira, Pedro, me han llegado noticias y rumores que están entrando al Cielo
una gran cantidad de indocumentados. Me dicen que son gente de mala traza,
que andan vestidos con harapos y andrajos, contrahechos, deformes… no me
gusta esta cosa, dime, ¿qué está pasando, Pedro?
-Voy a investigar, Señor.
San Pedro renunció por una vez a su siesta diaria –la siesta es de derecho divino–
y fingió que dormía siesta. Entonces descubrió, gracias a su fingimiento, que a esa
hora en que se suponía que todos dormían, la Virgen María, pisando grácilmente
sobre una nube, tomaba una llavecita de oro y abría una puerta lateral, una puerta
de servicio, y por esa puerta se colaban –porque ella la abría– los andrajosos, los
harapientos, los zarrapastrosos, los miserables, los vagabundos, los descartados,
los ignorados, los más pobres, los excluidos de este mundo; es decir, los
predilectos de Jesús, los que son y serán siempre la razón de que Jesucristo haya
venido al mundo, a sanar y salvar a los que gimen desde el abismo de su propia
miseria, porque reclaman misericordia.
-Mira, Pedro, dejemos las cosas ahí. Si mi mamá lo ha hecho, está bien, ella está
haciendo lo mismo que yo le enseñé. Pero tú, no te preocupes y no se lo tomes a
mal, porque si tú estás aquí en el Cielo, es porque cuando tú hiciste aquello que
tú sabes que me hiciste, fue mi mamá la que intercedió por ti. Así que, en
homenaje a aquella por la cual tú estás aquí en el Cielo… mejor callemos, Pedro,
no digas nada, y deja que ella siga haciendo entrar a los indocumentados de este
mundo, porque ella es la Puerta del Cielo, y la puerta y las llaves necesitan estar
en buena y eficiente armonía.
Es una leyenda.
Cualquier semejanza con la realidad, es pura y dichosa Divina Providencia.
Al Reino de los Cielos, a las maravillas de la vida eterna, se llega por María.
Porque el camino más cierto y más expedito para entrar a la vida de Cristo, se
llama la Virgen María.