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13 razones para amar la vida

Episodio 13 ♪ María

Padre Raúl Hasbún ♪ EWTN

“You are so beautiful… ¡I love you so much!” /


“Qué hermosa es usted, ¡la quiero mucho!” /
Palabras del intruso del Palacio de
Buckingham a la Reina Isabel de Inglaterra,
cuando penetró en sus aposentos, en 1982,
violando todas las barreras de seguridad.

Este hombre necesitaba decirle a la Reina que


la admiraba, que la quería y que la consideraba
hermosa, que quería experimentar su
inmediata cercanía por una vez en su vida.

Más que escándalo o anécdota, esto es para


https://www.youtube.com/watch?v=OdCtE9o0r1w nosotros la confirmación de que el hombre de
todos los tiempos, de todas las clases y
segmentos sociales, de todas las culturas, tiene
María, Madre del Rey Inmortal,
una incoercible aspiración a lo que Goethe
la más poderosa de las reinas llamó “el eterno femenino”, el sueño de la
mujer perfecta, de la mujer que encarna la
Nadie se asemeja a la Virgen María belleza, la pureza, la calidez, la ternura, la
mirada acogedora, el porte de la reina y la
Nos acompaña en nuestra cruz, agonía cercanía de la madre. Y ese hombre no
y tránsito a la otra vida descansa hasta que la encuentra.

La primera cara que contemplaré Cuesta encontrarla


cuando mi rostro se abra a la eternidad  Y habiéndola encontrado, no tiene acceso
a esa madre y a esa reina.
 Muchas veces teme equivocadamente que,
para franquear tal acceso, debe irrumpir
en una morada ajena, poniendo en peligro
la seguridad.
 Es el hombre de todos los tiempos.

La Reina del Universo

La mujer más conocida de la historia. El


nombre más popular de la historia. La mujer
que ha logrado dividir la historia en un antes y
un después del Hijo que albergó en su seno
virginal. María, Madre del Rey inmortal.

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La mujer, de lejos, la más bella.
La mujer absolutamente más poderosa, tanto, que se la llama “La Omnipotencia
Suplicante”1 … no la omnipotencia beligerante.
Con sólo suplicar, es obedecida.
La súplica de ella, la petición de ella, es una orden.
Sus deseos se tienen que materializar a como dé lugar.
Así como lo probó en las bodas de Caná.

La más poderosa de las Reinas


El hombre buscará siempre, con esa sed de belleza –porque es la belleza la que
finalmente salva al mundo– que se encarna insuperablemente en la mujer; cifra
todos sus sueños y aspiraciones, quiere ver materializados sus ideales, pero
difícilmente la encuentra.

Y el problema es que, cuando la encuentra –a esa mujer bella, madre y reina– el


sistema opone barreras. Es como esos call centers: cuando uno se comunica con
ellos, es para despejar una duda o para solucionar un problema que lo afecta. A uno
lo pasan de un disco a otro, con una voz atemporal e impersonal. No hay contacto ni
acceso directo con la mujer (la reina) que responde. Por ser tan bella, hay que
protegerla de los acosos y de la gente importuna, de la gente que no tiene influencia,
de la gente que no tiene credenciales, de los vagabundos, de los descartados, de los
que no tienen cómo llegar a materializar sus sueños.

Con la Virgen María, no ocurre eso.


Siendo insuperablemente bella, insuperablemente tierna, acogedora, dulce –cuando
le rezamos, le decimos dos veces “Oh, dulce, dulzura mía, Virgen María”–, la más
bella, la más cercana, es la de más fácil y expedito acceso.
Para dirigirse a María, para contactarla, no hay que pasar por un interminable call
center de una grabación a otra.
Ella atiende personalmente, directamente, escucha atentísimamente.
Y decide, resuelve, accede velocísimamente.

1Omnipotencia Suplicante es el título que los santos le dan a María. Esto significa que, María puede obtener
los favores de una manera muy parecida como nos ayuda Dios, pero con la diferencia que cuando Dios quiere
una cosa, la hace. Y María, cuando quiere una gracia para nosotros, la pide a su Hijo Jesús (que es Dios). Y
como Jesucristo no le niega ningún favor a Su amada madre, de esta forma la Virgen María obtiene todo
cuanto desea concedernos. María es Omnipotente por la gracia, ya que es humana y no tiene atributo divino.
El beato Pío IX decía que, María está a la derecha de su Hijo y que siempre logra lo que quiere gracias a sus
ruegos maternales. Cuanto más devota de la Virgen es una persona, más Espíritu Santo recibe, y por ende,
más ayuda le llega del Cielo para conseguir la santidad y obrar maravillas para el Reino de Dios.

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Atiende velozmente
María tiene prisa.
Y la prisa de la Virgen María, es la prisa del amor, del amor hacia aquel cuyo anhelo y
cuya necesidad no puede esperar.
No hay nada más hermoso que las prisas de María: en la Anunciación, cuando el
Ángel le dice: Si tú lo quieres, vas a ser la Madre del Mesías; y como la Madre del
Rey es Reina, tú vas a ser Madre del Rey Inmortal. Todas las generaciones te
aclamarán como la más hermosa y poderosa de todas las reinas del mundo. Vas a
ser reina, así en la Tierra como en el Cielo.

¿Qué haría una Miss Universo cuando escucha un halago semejante?


Mirarse al espejo, auto-contemplarse, auto-deleitarse mirando su imagen de la
más bella y de la más poderosa del mundo, con el cetro real y la corona.

¿Qué hace la Virgen María?


No se mira al espejo, no se prueba la corona ni tiene un cetro en la mano,
solamente escucha: Mi prima Isabel está en sexto mes de embarazo, me necesita.
Y corre. Corre de prisa. Recorre los 128 kms en la parte oeste de Jerusalén,
porque tiene que servir, tiene que atender.
El amor no puede esperar.
Es la prisa del amor.

Mi experiencia: cada vez que le pido algo a la Virgen María, cuando le pido de qué
quieres que hable, qué quieres que le diga a esa persona, sobre qué va a versar la
homilía, cuál es el título de la serie del programa de TV, qué curso voy a dictar en
la universidad… la miro a ella, en cualquiera de sus imágenes… ¡Es tan dulce
María! ¡Atrae tanto María!
Uno se queda como el vagabundo y dice: “You are so beautiful… ¡I love you so
much!”.
No cabe otra expresión.
No hay belleza tan perfecta ni reina tan cercana como María.
Y la miro, y se lo digo, y no pasan 30 segundos, y con la velocidad del poder del
amor (no de la luz ni del pensamiento, sino del amor) porque ella es la Reina del
Amor, con esa velocidad ella me contesta y me dice exactamente lo que tengo que
decir, lo que tengo que elegir y cómo tengo que decirlo.
¡Es algo impresionante!

La Reina es así
La Virgen es así.
Es la reina más hermosa.
La madre más cariñosa.
Y la de más fácil y expedito acceso.
Escucha atentamente, como Jesús ordenó escuchar.

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Escucha absorta, que es lo que Jesús esperaba de Marta y sólo encontró en María,
y por eso aquel dulce reproche a Marta; porque a Marta le faltaba detenerse,
pausar, hacerse silencio y escuchar; también eso es oficio divino, escuchar.

María escucha y responde de inmediato.


La prisa del amor.
¿Quiénes lo saben mejor?
Los peregrinos de los santuarios marianos.
En estas tierras, que son típicas de María, ellos son una legión.

La Virgen María tiene adeptos por millones: si llamara a votación, la Virgen María
saldría electa Reina o Presidenta con abrumadora mayoría en el mundo.
Difícilmente habría un voto en contra de ella, porque María los encandila a todos.
María hace que todos, creyentes y no, digan:
“You are so beautiful… ¡I love you so much!”.
Los peregrinos de la Santísima Virgen, que hacen largas e interminables filas en
los santuarios marianos, saben muy bien que María responde inmediatamente.

Cuando uno se acerca a ella…


…uno quiere ser totalmente puro, como ella.
Cuando uno contempla esa radiante hermosura de María, uno quiere ser hermoso
de cuerpo y de alma.
Uno quiere parecerse a su mamá.
Y la mamá de uno es la Virgen María.

La Virgen María atrae como un imán poderosísimo.


Roba los corazones, bendita ladrona que roba nuestros corazones.
Porque los roba para Cristo, para el Dios Uno y Trino.
Esos peregrinos hacen lo que toda empresa de publicidad anhela: la fidelización
del cliente, la propaganda que se hace de boca en boca. El cliente llega y es
atendido personalmente, rápidamente, profesionalmente. Entonces el cliente sale
a invitar a otros y a decirles que aquí hay fácil acceso, que aquí hay alguien que te
escucha y que sabe que puede y decide, y todavía lo hace con una sonrisa de amor.
Se pasan el dato, y por eso los peregrinos son millones. Y por eso, lejos de
decrecer, la multitud aumenta como una gran ola, que nadie podrá detener jamás.
Porque el fervor de los peregrinos se incrementa cada día más.
Y lo hacen en algo muy hermoso, con sacrificio, arrastrándose de rodillas,
haciendo penitencia, porque ellos sí conocen el valor penitencial, conocen el valor
de la expiación. Conocen el valor del arrepentimiento. Y saben que, no hay que
presentarse nunca ante el Rey o ante la Reina con las manos vacías o sucias.

No hay reina que se asemeje a la Reina y Madre Virgen María.

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Preguntas
1. ¿Quién le dio a la Virgen María el título de Madre y el título de Reina?
2. ¿Cómo se las arregla ella para atender a c/u (y son millones) al mismo
tiempo y a título personal, de tal manera que la persona sabe que en ese
momento la Virgen María le está escuchando? (y conoce, por experiencia,
que en ese momento le está respondiendo)

El título
Primero, hay un título teológico.
Después, hay un título jurídico.

El teológico: cuando el Arcángel San Gabriel le ofreció a María la opción de ser, si


ella lo quería, la madre del Mesías, la Virgen pensó, preguntó, meditó, chequeó
credenciales y luego, con absoluta libertad –Virgen prudentísima– dijo: “Hágase
en mí según tu palabra”.
En ese momento, el Verbo se encarnó.
Al encarnarse, asumió la entera naturaleza humana.
No sólo Él, como Ser Divino, adquirió la naturaleza humana: la naturaleza
humana quedó enteramente asumida por Él.
En ese momento, el Verbo Eterno de Dios se desposó, contrajo matrimonio con la
entera naturaleza y familia humana.
Y ese desposorio tuvo lugar en el seno de la Virgen María.

De tal manera que, ya en el momento de la concepción de Jesucristo, que


celebramos y honramos cada 25 de marzo, no sólo era concebido Cristo, era
concebido el Cuerpo Místico de Cristo.
En ese momento, estabas tú, estaba yo, estábamos tú y yo juntos, en el seno de la
Santísima Virgen María.

Ya en ese momento, la Virgen María nos hace palpitar con un MAMÁ.


Ya éramos hijos de María.
Porque la cabeza nunca está separada de los miembros de su cuerpo.
Y cuando Cristo nació, naciste tú y nací yo; por algo nos regalamos presentes y
obsequios el día que nació Cristo: porque es el día que naciste tú y que nací yo.
De la Virgen María, igual que Cristo.
Y el día que crucificaron a Cristo, te crucificaron a ti y me crucificaron a mí.
El día que murió Cristo, morimos con Él.
Y el día que resucitó Cristo, tú y yo resucitamos con Él.
Y el día en que Cristo subió a los Cielos, ya estamos nosotros con Jesucristo en el
Cielo.

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Por eso sentimos jaqueca: es la nostalgia de unirnos como miembros con Aquel
que es nuestra cabeza. Somos ciudadanos del Cielo.

Ese es el primer título teológico: la maternidad de María respecto de Cristo, es


maternidad de María respecto de todos los que somos miembros del Cuerpo de
Cristo.
¡Impecable título teológico!
Complementado luego por Cristo con un título jurídico: Jesucristo hizo
testamento… en Su agonía en la Cruz, le dijo a la Virgen María señalándole a
Juan: “Mujer, he ahí a tu hijo”, y le dijo a Juan: “He ahí a tu madre”.

Ese es un testamento.
Es la última, solemne y suprema voluntad del que se está despidiendo de esta
vida.
Ese testamento se tiene que cumplir.
Y la Virgen dijo: Si mi Hijo me lo pidió, yo lo tengo que hacer.
Como se hace siempre con todo testamento y el legado que deja el difunto.

¿Qué cualidades y dotes especiales tiene María?


[Para atender tan eficaz y eficientemente lo que aquí en la Tierra hace un call
center]
La respuesta está en el último dogma proclamado por la Santa Iglesia Católica: el
dogma de la Asunción de María, en cuerpo y alma gloriosos, al Cielo.
María ingresó al Cielo con su cuerpo incorrupto.
Desde el momento en que María, con todo su ser, participa de la Luz de Dios
(contempla cara a cara el Rostro Luminoso de Dios) ella participa de la
Omnisciencia y de la Omnipotencia de Dios, como creatura (ella no es diosa).
Es la madre de Dios, pero no es diosa.
Creaturalmente, participa de la gracia que Dios Padre, a través de Jesucristo y el
Espíritu Santo, le comunica a María sin medida.

Porque ella es la Omnipotencia Suplicante.


Y esa vibración del corazón maternal de María en su cuerpo incorrupto, en su
cuerpo unido a un alma gloriosa y glorificada, es lo que le permite a María latir
con el corazón del que se pone de rodillas para suplicarle:
Madrecita querida, Reina hermosa, amada mía, niñita mía (como la llamaba
San Juan Diego) ten compasión de mí, ten misericordia de mí.

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En el momento que María escucha las súplicas de los descartados de este mundo,
de los desesperados, de los olvidados, de los excluidos, de los sufrientes del
mundo, de los miserables de este mundo, María cumple literalmente el
Mandamiento que Jesús nos dio a todos nosotros y que ella es la primera llamada
a cumplir (nuestra única credencial para presentarnos ante el Justo Juez el día
del juicio final): el reconocerlo a Él, el atenderlo a Él, el servirlo a Él expedita y
eficazmente para sacarlo de su miseria.

Y por eso, María atiende a los que tienen hambre.


María calma la sed.
María cubre al desnudo.
María se preocupa de que a nadie le falte la casa.
María vela por los niños y los ancianos.
María es la salud de los enfermos.
María es la libertad y el alivio de los prisioneros.
María es la que aconseja.

María es la que corrige, suave y dulcemente, sin herir ni ofender a nadie, sin
castigar; porque ella, al igual que Jesucristo, no ha venido a condenar ni a fustigar
a nadie, sino a salvar y a redimir.
María es la madre del buen consejo.
María es el consuelo de los afligidos.
María es la causa de nuestra alegría.
María es la que ora sin cesar, Omnipotencia Suplicante.

María es la que acompaña, como acompañó a Jesucristo.


Te acompañará a ti. Me acompañará a mí, cuando yo esté viviendo mi propia
cruz, mi propia agonía, mi propia antesala de mi Pascua, es decir: de mi tránsito a
la vida eterna.
Así como el primer semblante que conocí al nacer fue el rostro de mi mamá, la
primera cara que contemplaré cuando mis ojos se abran a la Luz de la Eternidad
será el rostro de María.
La bien llamada “Puerta del Cielo”.
La que te dice, gozosamente: Hijo mío, hija mía, yo también te engendré con
dolores de parto, ahí en la Cruz de mi Hijo Jesucristo, y ahora te recibo con la
Luz de la Vida Eterna.

7
¿Leyenda?
Cuentan (es una leyenda) que un día Jesucristo se levantó muy preocupado, y fue
a hablar con San Pedro, y le dijo:
-Mira, Pedro, me han llegado noticias y rumores que están entrando al Cielo
una gran cantidad de indocumentados. Me dicen que son gente de mala traza,
que andan vestidos con harapos y andrajos, contrahechos, deformes… no me
gusta esta cosa, dime, ¿qué está pasando, Pedro?
-Voy a investigar, Señor.

San Pedro renunció por una vez a su siesta diaria –la siesta es de derecho divino–
y fingió que dormía siesta. Entonces descubrió, gracias a su fingimiento, que a esa
hora en que se suponía que todos dormían, la Virgen María, pisando grácilmente
sobre una nube, tomaba una llavecita de oro y abría una puerta lateral, una puerta
de servicio, y por esa puerta se colaban –porque ella la abría– los andrajosos, los
harapientos, los zarrapastrosos, los miserables, los vagabundos, los descartados,
los ignorados, los más pobres, los excluidos de este mundo; es decir, los
predilectos de Jesús, los que son y serán siempre la razón de que Jesucristo haya
venido al mundo, a sanar y salvar a los que gimen desde el abismo de su propia
miseria, porque reclaman misericordia.

Entonces, Pedro, sumamente preocupado, le fue a decir a Jesús:


-Oye, Señor, ¡es tu mamá!
Y Jesús sonrió… Él ya lo sabía. Y le dijo:

-Mira, Pedro, dejemos las cosas ahí. Si mi mamá lo ha hecho, está bien, ella está
haciendo lo mismo que yo le enseñé. Pero tú, no te preocupes y no se lo tomes a
mal, porque si tú estás aquí en el Cielo, es porque cuando tú hiciste aquello que
tú sabes que me hiciste, fue mi mamá la que intercedió por ti. Así que, en
homenaje a aquella por la cual tú estás aquí en el Cielo… mejor callemos, Pedro,
no digas nada, y deja que ella siga haciendo entrar a los indocumentados de este
mundo, porque ella es la Puerta del Cielo, y la puerta y las llaves necesitan estar
en buena y eficiente armonía.

Es una leyenda.
Cualquier semejanza con la realidad, es pura y dichosa Divina Providencia.
Al Reino de los Cielos, a las maravillas de la vida eterna, se llega por María.
Porque el camino más cierto y más expedito para entrar a la vida de Cristo, se
llama la Virgen María.

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