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Meditar con el arte

Un canto a la belleza de lo cotidiano, a la vida sencilla y al equilibrio de la armonía


-Sor Isabel de La Trinidad / Editorial Styria-

Sor Isabel de La Trinidad


pertenece, desde hace +30 años,
a la Comunidad de Hermanas Clarisas Contemplativas
del Monasterio de Santa Isabel de Valladolid.
Como sencilla hermana clarisa-franciscana,
es una humilde enamorada de la Belleza,
de la misma belleza que cautivó a Clara y Francisco de Asís.

Dedicada a la contemplación y a la vida de claustro,


al trabajo en la panadería/repostería del convento,
y a conservar las obras de arte que atesora el Monasterio
de Santa Isabel, custodia con celo y pasión el patrimonio
artístico e histórico del primer cuarto del siglo XVI.

El convento cuenta con fondos de Juan de Juni, Gregorio Fernández,


Diego Valentín Díaz y de autores de la escuela de Berruguete.
La belleza nos habla de Dios.
Pero ésta, no es más que el anuncio de lo que ha de ser.
Para Sor Isabel de La Trinidad, es un valor de signo, una invitación a la caridad, la misma que
ejercieron los hombres y las mujeres cuyos rostros plasmaron los artistas.

La mirada, al contemplar un cuadro o una escultura, no es sólo memoria de la historia, ni


veneración de imágenes caducas del pasado. Al meditar frente a una obra de arte, se nos abre la
esperanza; porque el arte, para un creyente, es una invitación a la esperanza, a creer, a saber, que
un día trascenderemos todas las cosas en Cristo Jesús Nuestro Señor.

La experiencia de vida contemplativa es una experiencia vital.


¿Qué ha podido admirar en esta vida sor Isabel, en la quietud y el silencio del claustro, sino la
belleza, el bien y la verdad? En las páginas de este libro, la armonía se expone en las meditaciones
serenas y conmovedoras, junto al comentario de cuadros significativos de la historia del arte; que
despiertan la conciencia de una vida de oración abierta al mundo, a los demás y a Dios.

Meditar con el arte es el testimonio de una mujer de vida sencilla que, cautivada por La Belleza de
Dios, se abandona completamente en Sus manos, para hacer de su vida un canto armonioso de
esperanza, armonía, compromiso y fe.

La Anunciación / Leonardo da Vinci


“¡Oh, María Inmaculada!, Estrella de la mañana que disipas las tinieblas de la noche
oscura, a Ti acudimos con gran confianza” (San Juan XXIII).
“Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:14).

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“La oración contemplativa es, en cierto modo, simplemente
la preferencia por el desierto, el vacío, la pobreza.
Cuando uno ha conocido el sentido de la contemplación,
intuitiva y espontáneamente
busca el sendero oscuro y desconocido de la aridez,
con preferencia a ningún otro.
El contemplativo es el que más bien desconoce que conoce,
más bien no goza que goza,
y el que más bien no tiene pruebas de Dios le ama.
El contemplativo es el orante que acepta el amor de Dios en fe,
en desafío a toda evidencia aparente”
-Thomas Merton-

La Orden de Santa Clara es la parte necesaria y complementaria en lo que se refiere a la contemplación de


la vida franciscana. Santa Clara aspiró a compartir el estilo de vida evangélico y pobre iniciado por San
Francisco. Su clausura, como medio para cultivar la vida contemplativa, nos abre los caminos del mundo
a la evangelización. Su oración, soporta el trabajo apostólico de la Iglesia. Su pobreza y alegría, recuerdan
y sostienen la de Los Hermanos Menores.
Lo que define la contemplación no es la separación del mundo, sino la particular atención a la palabra y la
gozosa dedicación a la oración. La separación del mundo –manifestada en la clausura– es sólo un medio,
no un fin. La vida dedicada por entero a la contemplación, sigue ocupando siempre un lugar preclaro en
el Cuerpo Místico de Cristo.
“Pues ellos (los monjes y las monjas contemplativas) ofrecen a Dios un eximio sacrificio de alabanza,
ilustran al pueblo de Dios con frutos ubérrimos de santidad, lo arrastran con su ejemplo y lo dilatan con
una misteriosa fecundidad apostólica. De esta forma, son gala de la Iglesia y manantial de gracias
celestiales” -Perfectae Caritatis, No 7-

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Es importante comprender el valor actual de la vida contemplativa; es decir, su ubicación en la Iglesia de
hoy, como respuesta clara y comprensible de las necesidades del mundo actual. Las monjas clarisas
vivimos la clausura como un carisma y una herencia, con el mismo valor, aunque de manera distinta.
La presencia de la vida contemplativa en la Iglesia, constituyendo el Corazón del Cuerpo Místico de
Cristo, quiere dejar claro –ante todos los hombres– que Dios es tan grande, tan inmenso, tan tierno, tan
justo, tan majestuoso, que vale todo entregarle la vida que Él nos regaló primero, para que se consuma,
sin ningún otro provecho, en Su honor, en total abandono y desprendimiento, por pura adoración, por
puro amor al Amor, sin buscar más motivos: es DIOS, y eso basta.
El conocimiento del hombre alimenta la contemplación, y la contemplación ahonda la comprensión del
hombre. Algunos elementos que la vida contemplativa puede ofrecer a nuestra sociedad son: el concepto
de la verdadera libertad de los hijos de Dios, la experiencia fundamental de la Paternidad Divina, la
fraternidad universal, el equilibrio del silencio y la oración, la comunicación de la paz y la alegría, y el
testimonio permanente y comunitario de la esperanza.
En la clausura y en la vida contemplativa, se aprende a admirar la grandeza de las cosas sencillas y a ser
cántico de la auténtica hermosura de Dios y Su creación. De la mano del silencio, se va comprendiendo
más profundamente el valor del arte como instrumento de adhesión a Dios, en el amor y en la confianza.
En la comunidad contemplativa, se consagra la vida a ser signo de la armonía, de la verdad, de Jesucristo,
de María Santísima, de La Santísima Trinidad, de los santos, de los ángeles y de toda la Corte Celestial. En
la vida en claustro, se consagra la vida a ser signo de la belleza y de la bondad de Dios. Una belleza, una
bondad, un bien que superan las dimensiones caducas de las pequeñas verdades, bondades y hermosuras
que pone el mundo ante nuestros ojos.
Aquí, se medita con el arte que se vive. Este es el significado de las almas contemplativas: no hacemos
catequesis, no servimos a la sociedad, no predicamos La Palabra; es la nuestra una vida inútil e inservible
para el mundo de hoy; justamente por esto, nuestra vida contemplativa, consagrada a Dios en el silencio,
en el anonimato, en la ausencia total de motivaciones y recompensas o frutos materiales, es alimentada,
única y sustancialmente, de la fe, la esperanza y el Amor de Dios. Es un acto continuo de adoración, pues
patentiza la Supremacía de Dios, la total validez de Su Amor como Valor Absoluto que plenifica, realiza y
da sentido a una vida humana que se le entrega por completo, constantemente.

Aquí, el arte no es un recuerdo del pasado: es parte de la vida, algo al que damos vida.
Aunque lo principal es la liturgia y la oración,
el arte es también sacramento y vida.
Los monasterios han heredado la historia,
y también la doctrina, que invita a la contemplación y al consuelo.

La búsqueda de Dios, por la belleza, es el camino que sigue nuestra vida contemplativa
y que ha realizado esta Comunidad desde su fundación, en el siglo XVII.
La iglesia alberga esculturas de Juan de Juni y de Gregorio Fernández.
El claustro posee motivos de tracería gótica.
Y, entre las varias capillas y el antiguo refectorio,
hay montada, con criterio museístico, una sala en la que se exponen piezas representativas
del patrimonio artístico que albergan las clausuras con obras de Diego Valentín Díaz,
y otros escultores y pintores de la escuela de Mena y de la escuela de Berruguete.

La adoración y contemplación a través del arte nos lleva a decir como Santa Catalina de Siena:
“¡Levántese, pues, el corazón con toda su fuerza a amar al que ama sin ser amado!”.

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“Si Jesús se manifiesta a vosotros, dadle gracias.
Si se os oculta, dadle gracias.
Todo esto es un juego de Amor
para atraernos dulcemente hacia el Padre.
Perseverad hasta la muerte,
hasta la muerte con Cristo en La Cruz”
-San Pío de Pietrelcina-

La Visitación / Domenico Ghirlandaio


“A ti, Virgen Inmaculada, predestinada por Dios sobre toda otra criatura como abogada de
gracia y modelo de santidad para su pueblo, guía tú a sus hijos en la peregrinación de la fe,
haciéndolos cada vez más obedientes y fieles a la Palabra de Dios” (San Juan Pablo II).
“Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno” (Lucas 1:42).

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Virgen Niña en éxtasis / Francisco de Zurbarán
“Virgen prudentísima, virgen digna de veneración, virgen digna de alabanza, virgen poderosa,
virgen clemente, virgen fiel” (De las Letanías de la Santísima Virgen María).
“Conservaban todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lucas 2:15).

Desposorio de la Virgen / Pietro Perugino


“Dios os salve, María, Madre de Dios. En vos está y estuvo toda la plenitud de la gracia y todo
bien” (San Francisco de Asís).
“… una virgen desposada con un varón de nombre José… ” (Lucas 1:26).

6
Madonna del Belvedere / Rafaello Sanzio
“La grandeza de María reside en su humildad. Jesús, quien vivió en estrechísimo contacto con
ella, parecía querer que nosotros aprendiéramos de él y de ella una lección, solamente: ser
mansos y humildes de corazón” (Santa Teresa de Calcuta).
El rostro de la Madonna irradia una delicadeza extraordinaria y la luz baña los cuerpos de los niños, que
contrastan con el manto oscuro de la Virgen. Rafaello deja constancia de la intimidad de la familia, tema
recurrente del Humanismo Renacentista. La naturalidad de la Virgen, su bella expresión, sus gestos, denotan
amor de Madre. Refleja también por qué es la Excelsa Madre de Dios: refleja paz interior, gozo, generosidad y
entrega; confía plenamente en Dios, y es prudente, y guarda silencio.

7
La Virgen mostrando al Varón de Dolores / Hans Memling
“Gran cosa es lo que agrada a Nuestro Señor cualquier servicio que se haga a Su Madre” (Santa
Teresa de Jesús).
María, Madre de Dios y Madre nuestra, recoge a su hijo en sus brazos.
Su dedicación y entrega fue total.
Tocada por la gracia antes de nacer, manifestó su entrega total en el anuncio de Gabriel.
Durante toda la vida pública de Jesús permaneció a su lado, en silencio.
En las bodas de Caná, indicó al mundo el camino al Cielo: “Haced lo que Él os diga”.
En la Cruz, siempre de pie, junto a su hijo.
Aceptó sin condiciones ser nuestra Madre por siempre.
Sus brazos, cubiertos de blanco, se muestran impolutos:
no están manchados por la sangre de la muerte sino por la pureza del amor.
María es Madre.
Cristo ha muerto, pero ella sigue entregándole su vida.
Así es el amor de la madre, entrega total.

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Cristo ayudado por el cirineo y la Verónica / Retablo de La Santa Cruz, Iglesia de San Lesmes de Burgos
“A Ti te escupieron, Te insultaron, Te azotaron, Te ofendieron, Te humillaron, Te clavaron en
un madero, y siendo Dios, perdonabas humilde, callabas, y aún Te ofrecías… ¡Qué podría decir
yo de Tu Pasión! Más vale que nada diga, y que allá, adentro de mi corazón, medite en esas cosas
que el hombre no puede llegar jamás a comprender” (Beato Rafael).
“La Verónica enjuga el Rostro de Jesús” (Sexta Estación del Via Crucis).
“No tenía figura ni belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un
hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros; despreciado y desestimado”
(Isaías 53,2-3).

9
San Pedro salvado de las aguas / Lluis Borrassa
“Valora el precio de tu redención” (San Luis Beltrán).
“Ánimo, soy yo, no tengáis miedo” (cf. Mt 14,27).

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El Ángelus / Jean-Francois Millet
10 años de Indulgencia por cada vez que se rece e Indulgencia Plenaria al mes.
V. El Ángel del Señor
lo anunció a María.
R. Y concibió por obra
del Espíritu Santo.
Dios te salve, María…
Santa María…

V. He aquí la esclava
del Señor.
R. Hágase en mí
según Tu Palabra.
Dios te salve, María…
Santa María…

V. Y El verbo se hizo carne.


R. Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María…
Santa María…

V. Rogad por nosotros,


Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas y gracia
de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

ORACIÓN: Infundid, Señor, vuestra gracia en nuestras almas, para que, pues hemos creído la
Encarnación de Vuestro Hijo y Señor nuestro Jesucristo, anunciada por el Ángel, por los
merecimientos de Su Pasión y Muerte, alcancemos la gloria de la Resurrección. Amén.

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Anunciación / Fra Filippo Lippi
La fe la Virgen María (Catequesis de Juan Pablo II / 3-VII-96)
(1) En la narración evangélica de la Visitación, Isabel, «llena de Espíritu Santo», acogiendo a
María en su casa, exclama: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le
fueron dichas por parte del Señor!» (Lc 1,45). Esta bienaventuranza, la primera que
refiere el evangelio de San Lucas presenta a María como la mujer que, con su fe, precede
a la Iglesia en la realización del espíritu de las bienaventuranzas.

El elogio que Isabel hace de la fe de María se refuerza comparándolo con el anuncio del
Ángel a Zacarías. Una lectura superficial de las dos anunciaciones podría considerar
semejantes las respuestas de Zacarías y de María al mensajero divino:
«¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad», dice Zacarías.
Y María: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» (Lc 1,18.34).
Pero, la profunda diferencia entre las disposiciones íntimas de los protagonistas de los
dos relatos, se manifiesta en las palabras del Ángel, que reprocha a Zacarías su
incredulidad, mientras que da inmediatamente una respuesta a la pregunta de María.
A diferencia del esposo de Isabel, María se adhiere plenamente al proyecto divino, sin
subordinar su consentimiento a la concesión de un signo visible. Al Ángel que le
propone ser madre, María le hace presente su propósito de virginidad. Ella, creyendo en
la posibilidad del cumplimiento del anuncio, interpela al mensajero divino sólo sobre la
modalidad de su realización, para corresponder mejor a la voluntad de Dios, a la que
quiere adherirse y entregarse con total disponibilidad. «Buscó el modo, no dudó de la
omnipotencia de Dios», comenta San Agustín (Sermo 291).

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Virgen con Niño / Fra Filippo Lippi
“María fue bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su maestro, lo llevó en su seno. María es
dichosa, también, porque escuchó la Palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de
Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo” (San Agustín de Hipona).-. “Con
la práctica fiel de las virtudes más humildes y sencillas, has hecho, Madre mía, visible a todos el
camino recto del Cielo” (Santa Teresita del Niño Jesús / Teresa de Lisieux).
“Con gozo me gozaré en Yahveh, exulta mi alma en mi Dios, porque me ha revestido de ropas de salvación, en
manto de justicia me ha envuelto como el esposo se pone una diadema, como la novia se adorna con aderezos.
Porque, como una tierra hace germinar plantas y como un huerto produce su simiente, así el Señor Yahveh hace
germinar la justicia y la alabanza en presencia de todas las naciones” (Isaías 61, 9-11).

13
Virgen con Niño y dos Ángeles / Fra Filippo Lippi
“No teman tanto los soldados un copioso ejército de enemigos como teme el poder del infierno
al oír el nombre de María” (San Buenaventura).-. “Nunca tengas miedo de amar demasiado a la
Santísima Virgen María, jamás podrás amarla más que Jesús” (San Maximiliano Kolbe).
“Mas tú, Belén Efrata, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de
dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño. Por eso él los abandonará hasta el
tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces, el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel. Él
se alzará y pastoreará con el poder de Yahveh, con la majestad del nombre de Yahveh su Dios. Se asentarán bien,
porque entonces se hará él grande hasta los confines de la Tierra. Él será la Paz. Si Asur invade nuestra tierra, y
huella nuestro suelo, sucitaremos contra él siete pastores y ocho príncipes de hombres” (Miqueas 5, 1-4a).

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Anunciación / Fra Filippo Lippi
“María es el camino más seguro, el más corto y el más perfecto para ir a Jesús” (San Luis María
Grignion de Montfort).-. “Nos has dado a Tu Madre como nuestra, para que nos enseñe a
meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la
más perfecta Madre” (San Juan Pablo II).
“Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras tú acechas su
calcañar” (Génesis 3, 9-15, 20).

15
Coronación de la Virgen / Fra Filippo Lippi
“Totus Tuus (Todo Tuyo) a través de La Inmaculada” (San Juan Pablo II).
“El Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le
pondrá por nombre Emmanuel” (Isaías 7, 10-14; 8, 10).

16
El regreso del hijo pródigo / Bartolomé Esteban Murillo
“Si ofendes a Cristo con un pecado mortal y si le haces cualquier otra injuria, pero después le
ofreces la flor de la contrición o la rosa de una confesión bañada en lágrimas, Él no se acuerda
más de tu ofensa, perdona la culpa y corre a tu encuentro para abrazarte y besarte” (San Antonio
de Padua).-. “Las lágrimas son la sangre del alma” (San Agustín).
“… Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero había que celebrarlo y alegrarse, porque ese
hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado” (Lucas 15:11-32).

17
La Última Cena / Juan de Juni
“Tomando el pan, dio gracias, lo partio y se los dio, diciendo: ´Este es mi cuerpo, que será
entregado por vosotros; haced esto en memoria mía. Asi mismo, el cáliz después de haber
cenado, diciendo: Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que será derramada por vosotros”
(San Lucas 22,19).
“¡Ah, hija mía!, quiero todas las almas, y postrado ante ellas como un pobre mendigo, las pido, las urjo, y
llorando, tramo mis insidias de amor para tenerlas!” (“Las Horas de La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo” /
Cuarta Hora, de las 8 a las 9 de la noche, La Cena Eucarística / Por la Sierva de Dios Luisa Piccarreta, Hija
Pequeña de La Divina Voluntad).

18
Jesús y la samaritana / Alonso Cano
(Juan Pablo II, Audiencia General miércoles 12 de octubre de 1983):
“Díjole la mujer: Señor, dame de esa agua para que no sienta más sed” (Jn 4,15). La petición de la
samaritana a Jesús manifiesta, en su significado más profundo, la necesidad insaciable y el deseo
inagotable del hombre. Efectivamente, cada uno de los hombres digno de este nombre se da
cuenta, inevitablemente, de una incapacidad congénita para responder al deseo de verdad, de
bien y de belleza que brota de lo profundo de su ser. El hombre tiene necesidad de Otro; vive, lo
sepa o no, en espera de Otro, que redima su innata incapacidad de saciar esperas y esperanzas.
¿Cómo podrá encontrarse con Él? Para este encuentro resolutivo, es condición indispensable
que el hombre tome conciencia de la sed existencial que lo aflige y de su impotencia radical para
apagar su ardor. El camino para llegar a esta toma de concienica es, para el hombre de hoy, como
para el de todos los tiempos, la reflexión sobre la propia existencia.
¿Cómo definir esta experiencia humana profunda, que indica al hombre el camino de la auténtica
comprensión de sí mismo? Es el cotejo continuo entre el yo y su destino. La verdadera
experiencia humana tiene lugar solamente en la apertura genuina a la realidad.

“Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás,
sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna” (Juan 4:13-14).

19
Jesús y la samaritana / El Veronés
(Juan Pablo II, Audiencia General miércoles 12 de octubre de 1983):
¿Cuáles son las características de tal experiencia, gracias a la cual el hombre puede afrontar con
decisión y seriedad la tarea del “conócete a ti mismo”, sin perderse a lo largo del camino de esa
búsqueda? Dos son las condiciones fundamentales que debe respetar: ante todo, deberá aceptar
apasionadamente el complejo de exigencias, necesidades y deseos que caracterizan su yo; en
segundo lugar, debe abrirse a un encuentro objetivo con toda la realidad.
¡Qué difícil resulta para el hombre en el mundo de hoy arribar a la playa segura de la experiencia
genuina de sí, en la que puede entrever el verdadero sentido de su destino! Está continuamente
acechado por el riesgo de ceder a los errores de perspectiva que, haciéndole olvidar su naturaleza
de “ser” hecho a imagen de Dios, le dejan luego en la más desoladora de las desesperaciones, o
lo que es peor aún, en el cinismo más inexpugnable.

20
Jesús y la samaritana / Carracci
(Juan Pablo II, Audiencia General miércoles 12 de octubre de 1983):
A la luz de estas reflexiones, ¡qué liberadora aparece la frase que pronunció la samaritana!: “Señor,
dame de esa agua para que no sienta más sed”. Realmente vale para todo hombre, más aún, mirándolo
bien, es una profunda descripción de su misma naturaleza.
En efecto, el hombre que afronta seriamente sus problemas y observa con ojos limpios su
experiencia, según los criterios que hemos expuesto, se descubre más o menos conscientemente
como un ser a la vez lleno de necesidades, para las que no sabe encontrar respuesta, y traspasado
por un deseo, por una sed de realización de sí mismo, que no es capaz él solo de satisfacer.
El hombre se descubre, así, colocado por su misma naturaleza en actitud de espera de Otro que
complete su deficiencia. En todo momento, impregna su existencia una inquietud, como sugiere
Agustín al comienzo de sus Confesiones: “Nos has hecho, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto
hasta que descanse en Ti” (Confesiones 1,1).
Cristo es quien lo salva. Sólo Él puede sacarlo de esta situación en que se encuentra, colmando la
sed existencial que le atormenta.

21
La lamentación por Cristo / Hans Baldung Grien
“Jesús es bajado de la Cruz y entregado a Su Madre” (Decimotercera Estación del Via Crucis).

22
La Virgen de la humildad / Fra Angelico
Temple sobre tabla, estilo gótico, Museo Nacional de Arte de Cataluña (Barcelona, España).
Cuadro del pintor florentino Fra Angelico, pintado ya en plena madurez del artista, entre 1433 y 1435. A
principios del siglo XIX, esta pintura pertenecía al príncipe Jorge de Inglaterra (luego, Jorge IV), quien se
la obsequió a su hija Carlota; ésta contrajo matrimonio con Leopoldo de Sajonia, futuro rey Leopoldo I
de Bélgica, quien heredó el cuadro cuando ella falleció prematuramente en 1817. Luego, el cuadro pasó al
hijo de la pareja, Leopoldo II.
María aparece sentada sobre un cojín en el suelo, con el Niño de pie en su regazo. La Virgen viste un
manto azul con bordes dorados y una túnica roja. Sobre su cabeza, una aureola con la inscripción “Ave
María Gratia Plena”. En la mano sostiene una jarra con una rosa y una azucena, simbolismo mariano.

23
El Buen Pastor / Bartolomé Esteban Murillo
Óleo sobre lienzo, realizado por el pintor sevillano alrededor del año 1660. Perteneciente a la
escuela española del Barroco. Se encuentra en la colección permanente del Museo del Prado
(Madrid, España). Del viejo tema El Buen Pastor, interpretado por Murillo en versión infantil, se
conocen tres versiones:
 (La que probablemente sea la más antigua) La del Museo del Prado, pintada hacia 1660:
presenta al Niño Jesús reposando una mano en la oveja extraviada, erguido, mirando al
espectador con cierto aire melancólico y sentado en un bucólico paisaje de ruinas clásicas,
lo que hace de ella una eficaz imagen devocional.
 Una versión posterior (Londres, Colección Lane) con Jesús en pie conduciendo el
rebaño, deja más espacio al paisaje pastoril y el rostro del Niño, dirigido ahora al Cielo,
gana en expresividad cristiana.
 La última versión del tema (Francfort) trabajada con notable soltura de pincel y colores
suaves, pertenece a los años postreros del pintor, con un sentido de la belleza más dulce y
delicada.

24
Cristo cargando la Cruz / Maestro Thomas de Coloswar
“Si queréis, alma devota, crecer siempre de virtud en virtud y de gracia en gracia, procura meditar
todos los días La Pasión de Jesucristo… No hay ejercicio más a propósito para santificar tu alma
que la meditación de los padecimientos de Jesucristo” (San Buenaventura).-. “Vale más una
lágrima derramada en memoria de La Pasión de Cristo, que hacer una peregrinación a Jerusalén y
ayunar a pan y agua durante un año” (San Agustín).

25
La expulsión del Jardín del Edén / Miguel Ángel Buonarroti

Madonna Canigiani / Rafaello Sanzio

26
La Anunciación / Fra Angelico
“No hay criatura que haya contribuido tanto como María a la reconciliación de Dios con los
hombres. Ella nos trajo al Redentor, Ella es la mediadora ante el único Mediador que es Cristo,
por medio de Ella vino al mundo El que hizo las paces entre Dios y los pecadores” (Santo
Tomás de Aquino).
“Aquel por quien María se digna rezar, ya no puede dudar de su salvación ni de su ida a la gloria
celeste” (San Agustín).
“Aquel por quien María rezó una vez, no perecerá. Quien recitó piadosamente todos los días el
Avemaría, no será abandonado en la última hora” (San Anselmo).
“Ante Dios, los ruegos de los Santos son ruegos de amigos, pero los ruegos de María son
los ruegos de Madre” (San Alfonso María Ligorio).
“Si yo no tuviera a la Madre de Dios que me defeiende a cada paso de los peligros del alma, ya
habría caído en poder de Satanás” (Santo Cura de Ars).
“Hay una novena bienaventuranza, dice así: “Bienaventurados los devotos de la Santísima Virgen, porque
tendrán sus nombres escritos en el Libro de la Vida Eterna” (San Buenaventura).
“¡Nunca se honra tanto a Jesucristo como cuando se honra a la Santísima Virgen! Efectivamente,
si se la honra, es para honrar más perfectamente a Jesucristo” (San Luis María Grignion de
Montfort).

27
Muerte de San José / Francisco de Goya

28
Cristo, Salvador del Mundo / Pedro Berruguete

29
Madonna de la silla / Rafaello Sanzio
“La humildad y el amor de la Virgen Inmaculada penetró mi alma. Cuanto más imito a la
Santísima Virgen, tanto más profundamente conozco a Dios” (Santa Faustina Kowalska).
“Cuando las tentaciones pongan en peligro tu salvación y la tristeza te quite las fuerzas y los
deseos de seguir trabajando por conseguir la santidad, acuérdate de María y llámala en tu ayuda;
llámala insistentemente como el niño aterrorizado pide ayuda a su madre, y Ella, que es causa de
nuestra alegría, correrá a ayudarte. No te fallará ni una sola vez” (San Bernardo de Claraval).
“Había trabajado mucho en tratar de convertir a un gran pecador y no lo lograba. Entonces
decidí encomendárselo totalmente a la Santísima Virgen María y la gracia se obtuvo
prontamente” (Santa Gemma Galgani).
“He recomendado muchas veces a la gente que repita frecuentemente esta oración: ´Oh, María,
rogad a Jesús por mí´ y los resultados obtenidos son maravillosos” (San Alfonso María Ligorio).
“Si tú haces algo por la Virgen María, la Virgen María hará mucho por ti” (Siervo de Dios Felipe
Rinaldi).
“Nunca he visto que un pecador haya rezado con fe y perseverancia a la Santísima Virgen y haya
tenido mala muerte” (San Alfonso María Ligorio).
“Cuando la última hora suena para un devoto de la Virgen, esta buena Madre le envía los
espíritus angélicos que están bajo sus órdenes, junto a San Miguel, su jefe” (San
Buenaventura).

30
La conversión de San Pablo / Miguel Ángel Buonarroti
“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hechos 9).

31
Lamentación de Cristo Muerto (detalle) / Luca Signorelli
“El canto del sufrimiento, unido a Sus sufrimientos, es lo que más cautiva Su corazón. Jesús arde
de amor por nosotros… ¡mirad Su Faz adorable!, ¡mirad esos ojos apagados y bajos!, ¡mirad esas
Llagas!, ¡mirad a Jesús en Su Santa Faz! Allí veréis cómo nos ama” (Santa Teresa de Lisieux).

32
El Salvador / El Greco
“El recuerdo de La Pasión Santísima de Nuestro Señor Jesucristo, y la meditación de Sus
virtudes, conducen al alma a la unión íntima con Dios, al recogimiento interior y a la
contemplación sublime. La Pasión de Jesucristo es la obra mayor y más maravillosa del Amor de
Dios. La Pasión de Jesucristo es el medio mejor para llevar a la conversión a las almas, aún a las
más empedernidas. Conserven cuidadosamente el piadoso recuerdo de los padecimientos del
Hijo de Dios y vivirán eternamente. El camino más corto para llegar a la santidad cristiana es el
perderse enteramente en el océano de los sufrimientos del Hijo de Dios. En el inmenso océano
de La Pasión de Jesucristo, el alma cristiana pesca las perlas preciosas de todas las virtudes y hace
suyos los padecimientos de su amado Bien” (San Pablo de La Cruz, Cartas y Diario Espiritual).

33
Cristo atado a la columna / Juan de Juni
“Acerca de La Pasión del Señor, procure usted no querer hacer su voluntad y gusto en nada,
pues ello fue la causa de Su Pasión y Muerte” (San Juan de La Cruz).
“Pilato entonces tomó a Jesús y mandó azotarle. Los solados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la
cabeza y le vistieron un manto de púrpura; y acercándose a él, le decían: ´Salve, Rey de los Judíos´. Y le daban
bofetadas” (Juan 19, 1-3).

34
Dolorosa / Pedro de Mena

35
Pieta / Jean Fouquet
“Seis cosas se han de meditar en La Pasión de Cristo:
la grandeza de Sus dolores, para compadecernos de ellos;
la gravedad de nuestro pecado, que es la causa para aborrecerlo;
la grandeza del beneficio, para agradecerlo;
la excelencia de la Divina bondad y caridad, que allí se descubre, para amarla;
la conveniencia del Misterio, para maravillarse de él.
Y la muchedumbre de las virtudes de Cristo, que allí resplandecen, para imitarlas.
Pues, conforme a esto, cuando vamos meditando, debemos ir inclinando nuestro corazón,
unas veces a compasión de los dolores de Cristo, pues fueron los mayores del mundo,
así por la delicadeza de Su Cuerpo como por la grandeza de Su Amor, como también
por padecer sin ninguna manera de consolación, como en otra parte está declarado.
Otras veces, debemos tener respeto a sacar de aquí motivos de dolor de nuestros pecados,
considerando que ellos fueron la causa de que Él padeciese tantos y tan graves dolores
como padeció. Otras veces, debemos sacar de aquí motivos de amor y agradecimiento,
considerando la grandeza del Amor que Él por aquí nos descubrió, y la grandeza del beneficio
que nos hizo redimiéndonos tan copiosamente, con tanta costa suya y tanto provecho nuestro”
(San Pedro de Alcántara)

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La Virgen y el Niño Jesús con Santa Ana / Leonardo da Vinci
“La devoción y el amor a María Santísima es una gran protección y un arma poderosa contra las
acechanzas del demonio” (San Juan Bosco).
“Una mujer paciente y humilde. Durante veinte años, Ana sufre sin queja la tremenda humillación de la
esterilidad. Cuando, por fin, su amargura se derrama en presencia del Señor, sus quejas son tan suaves y
humildes, que inclinan al Señor a escucharla. Su larga prueba no ha endurecido su corazón, no le ha agriado. Es
todavía capaz de reconocer que todas las criaturas de Dios siguen siendo buenas, y la obra del Señor, perfecta; es
ella, únicamente, la que parece desentonar en este armonioso conjunto. Y, en honor del Señor, en su día, se viste de
gala, aunque su corazón esté triste” (Apócrifos).

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La Piedad / Gregorio Fernández
“La Pasión de Nuestro Señor es el motivo más dulce y el más fuerte que puede mover nuestros
corazones en esta vida mortal. Allá arriba, en la gloria, después del motivo de la Bondad Divina,
conocida y considerada en sí misma, el de la muerte del Salvador será el más poderoso para
arrebatar el espíritu de los bienaventurados en el Amor de Dios (San Francisco de Sales, Tratado
del Amor de Dios).

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La Oración en el Huerto / Francisco Salzillo
Recoge el paso y el momento en que Jesús se retira con Pedro, Santiago el Mayor y Juan, al
Huerto de Getsemaní; puesto en oración, sintiendo “angustia de muerte” (Marcos 14,34) “se le
apareció un ángel del cielo, confortándole”, Lucas 22.
Retirados se encuentran los apóstoles, con sus ojos “cargados de sueño” (San Mateo, San
Marcos).
La tradición asegura que, cada uno de ellos simboliza los diferentes estados de la vida: sueño
confiado y profundo, el del joven San Juan; sosegado, el del maduro Santiago; ligero y en vela, el
del más anciano, San Pedro, que en su mano porta la espada presta a intervenir. Esta última es
una figura muy lograda, por su expresivo rostro, la perfecta anatomía del brazo en alerta y los
magníficos pliegues del pie.
La figura de Cristo, imagen de vestir, se representa arrodillada e implorante, como hundido ante
el peso del destino que se avecina, con todo el sufrimiento concentrado en un rostro de mirada
suplicante, que contrasta con la serena belleza del Ángel, quien lo conforta, y que, a su mismo
nivel, evita que desfallezca, con las alas aún desplegadas como señal de que acaba de posarse en la
Tierra. Este Ángel, elogiado por su belleza, muestra el cáliz, que en la procesión se encuentra
sobre una palmera cargada de dátiles, enfrentada a una rama de olivo, para representar el Huerto
de Getsemaní.

39
Cristo Yacente / Gregorio Fernández
“El cristiano que medite atentamente en la Vida, Pasión y Muerte del Señor, encontrará allí, en
abundancia, todo lo que le es necesario para progresar en su vida espiritual, sin necesidad de ir a
buscar fuera de Jesús algo que le pueda aprovechar mejor” (Tomás de Kempis).

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En casa de Simón el Fariseo / Pierre Paul Rubens
“Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado
mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra” (Lucas 7,47).

41
Jesús en el desierto / Película “Son of God”
https://www.youtube.com/watch?v=RTmFb7PcSVI

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Piedad al pie de la Cruz / Ambrosius Benson

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A los ojos de un mundo que todo lo mide con medidas de utilidad/beneficio, las monjas y los monjes de
clausura no sirven para nada. No tienen escuelas, no ayudan con catequesis o en las parroquias, no
dirigen grupos juveniles, no son educadoras en institutos o universidades, ni siquiera acogen o cuidan a
enfermos o ancianos, tampoco tienen orfanatos a su cargo.
En los monasterios de clausura de monjes y monjas, sólo rezan, se sacrifican y aman. Y es aquí donde
radica su riqueza, su inmensa riqueza y valor. La oración de las monjas de clausura es como el corazón
que bombea la sangre a todas partes del cuerpo, su presencia silenciosa y orante da vida a la Iglesia; y,
además, es un consuelo constante a Cristo. A base de mucha oración y constante sacrificio, arrancan de
Dios las gracias que necesita la humanidad. En medio de una vida de oración, de silencio, recogimiento,
trabajo manual y físico, ayuno frecuente, estas almas van adentrándose en el corazón de Dios y, gracias a
esa intimidad con Él, van haciendo de este mundo el mundo que Dios quiere, un mundo más de Dios.
Nuestra sociedad está confundida, no va bien, pero iría mucho peor si en el mundo no hubiese monjes y
monjas de clausura y de vida contemplativa. En un mundo habituado a valorar y sopesar todo según el
número de bienes que produce, nada parece más insulso e improductivo -incluso despreciable- que una
comunidad de personas que voluntariamente están dedicadas al servicio de Dios en la contemplación. Sin
embargo, el mundo ha reconocido de alguna manera que no hay acción más valiosa que la de “estarse
amando al amado”, en palabras de San Juan de la Cruz.
Como lo dijera San Bruno, fundador de La Cartuja: “Dios habla en el silencio”. Para alabanza y gloria de
Dios, Cristo, el Verbo del Padre, ha escogido desde siempre y por medio del Espíritu Santo, a hombres y
mujeres para guiarlos a la soledad y unírselos en íntimo amor.
El mismo Jesucristo lo expresó y confirmó claramente:
“Marta, Marta, muchas cosas son las que te inquietan, pero una sola es necesaria.
María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”.

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