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GÉNERO Y GRUPO
Estrés
ISSN: 1134-7937
Maite Garaigordobil y José Antonio Oñederra
mente, gracias a los alumnos y padres que miento puntual ni una respuesta esporádi-
han denunciado los casos de abusos y sus ca, sino una secuencia de acciones repeti-
dramáticas consecuencias, así como a la in- das entre unos protagonistas, agresor/es y
tervención de las instituciones y el profeso- víctima, cuya relación persiste en el tiempo
rado, ya no se considera “normal” ni se to- y desarrolla una determinada y conocida
lera que existan escolares que sean “el saco dinámica. No se trata de un ataque simple,
de los palos” ni son bien vistos “los mato- ni de una pelea, sino de un proceso de des-
nes”. En este contexto, los investigadores igual equilibrio en el igualitario y recíproco
deben aportar datos y conocimiento con el equilibrio de relaciones interpersonales es-
fin de desarrollar recursos para la preven- perables entre los que tienen un estatus so-
ción y la intervención, así como para de- cial homólogo. Tampoco es el maltrato un
terminar la incidencia y la caracterización conflicto, en el sentido de confrontación de
del fenómeno. intereses que define a éste. Estos autores
definen la dinámica de relación del maltra-
Conceptualización del acoso escolar to como un esquema de dominio-sumisión
en la medida en que de una u otra forma
La definición más aceptada y usada es
entre los protagonistas del maltrato (agre-
la formulada por Olweus (1999):
sor-víctima) se despliega una suerte de
Decimos que un estudiante está siendo hábito de prepotencia por parte del agresor
intimidado cuando otro estudiante o grupo y de impotencia en la respuesta de la vícti-
de estudiantes: dice cosas mezquinas o ma.
desagradables, se ríe de él o ella o le llama
En este trabajo consideramos que el
por nombres molestos o hirientes. Le igno-
bullying es “una forma específica de vio-
ra completamente, le excluye de su grupo
lencia escolar entre iguales continuada, en
de amigos o le retira de actividades a
el que uno o varios agresores con mayor
propósito. Golpea, patea y empuja, o le
poder e intencionalidad de causar dolor
amenaza. Cuenta mentiras o falsos rumores
tienen sometido con violencia a un compa-
sobre él o ella, le envía notas hirientes y
ñero de colegio (víctima) que es más débil;
trata de convencer a los demás para que no
engloba todo tipo de actos violentos (ver-
se relacionen con él o ella. Y cosas como
bales o usando las nuevas tecnologías, físi-
esas. Estas cosas ocurren frecuentemente y
cos corporales, contra los objetos, sociales
es difícil para el estudiante que está siendo
y psicológicos) e incluye conceptos como
intimidado defenderse por sí mismo. Tam-
acoso, intimidación, maltrato y agresión”.
bién es bullying cuando un estudiante está
siendo molestado repetidamente de forma
negativa y dañina. Pero no lo podemos Diferencias de género en el acoso escolar
llamar bullying cuando alguien se mete con En Finlandia, a mediados de la década
otro de forma amistosa o como en un jue- de los ochenta se inaugura una importante
go. Tampoco es bullying cuando dos estu- línea de investigación sobre las diferencias
diantes de la misma fuerza discuten o pele- de género (Olweus, 1983). Desde los pri-
an (p. 31). meros estudios realizados hasta entonces
En un reciente trabajo Ortega y Mora- en los países pioneros en la investigación
Merchán (2008), subrayan que el abuso de sobre el bullying, Noruega, Suecia y Fin-
poder, el hostigamiento, la intimidación y landia, se evidenció que había un mayor
los injustos malos tratos verbales, físicos o número de implicados varones que muje-
relacionales, así como la exclusión social y res; así, en el Estudio Nacional Noruego de
los rumores dañinos, no son un comporta- 1983 realizado por Olweus (1999), se cons-
Un análisis del acoso escolar desde una perspectiva de género y grupo 195
tató que había más chicos que chicas entre víctimas mediante la maledicencia (con-
las víctimas y los agresores; además, en los ductas asociadas a la murmuración, el
varones había más agresores que víctimas chismorreo, la difamación, etc.).
en todos los cursos equivalentes a la ESO Sin embargo, según los datos del son-
(Educación Secundaria Obligatoria), mien- deo realizado por el Centro Reina Sofía pa-
tras que en las mujeres había más víctimas ra el Estudio de la Violencia (Sanmartín,
que agresoras, observándose así una rela- 2005), el 15% de los alumnos de ESO su-
ción inversa. Las víctimas chicas eran mal- fren violencia en el sistema escolar y el 3%
tratadas mayoritariamente por sus compa- acoso o bullying, de los que en su gran
ñeros varones y en las escuelas mixtas ha- mayoría, el 65%, son chicas; estos resulta-
bía más víctimas entre los chicos. dos son una excepción y la causa reside en
Varios estudios han observado que las la formulación de los tipos de agresiones
conductas de acoso las realizan principal- que son más psicológicos e indirectos. En
mente varones (Avilés, 2002; Hernández & el estudio realizado por Navarro, Serna,
Casares, 2002; Orte, Ferrá, Ballester & Martínez y Yubero (2007) sobre el acoso
March, 1999; Orte, 2003). Sin embargo, escolar y la identidad de género en Prima-
algunos trabajos han intentado demostrar ria, llegan a la conclusión de que si bien las
que las chicas no son menos agresivas. Or- conductas agresivas (de uno u otro tipo) se
tega y Mora-Merchán (2000) subrayan que dan en ambos sexos y entre los distintos ro-
no se trata tanto de una diferencia cuantita- les sexuales, la tendencia es claramente
tiva sino cualitativa, es decir, las chicas mayor entre los participantes que se sitúan
desarrollan formas de agresión de distinta en el perfil representativo de lo masculino.
naturaleza, en especial formas indirectas. Según las observaciones de estos autores,
En España el estudio Cisneros X (Piñuel & todo parece indicar que los patrones vincu-
Oñate, 2006) de las 10 conductas de acoso lados a la masculinidad justifican, aprue-
y violencia escolar que señala, únicamente ban e, incluso, imponen el uso de la vio-
en la de “van por ahí contando mentiras lencia, por lo que podemos deducir que
acerca de mí” se constatan más víctimas nuestra sociedad está utilizando unas pau-
entre las chicas que entre los chicos. Las tas socializadoras poco saludables.
investigaciones de Ortega (Ortega & Mora- Además, si consideramos que el mayor
Merchán, 2000) y las del Defensor del porcentaje de participantes agresores (chi-
Pueblo (DP, 2000, 2007), así como otras a cos y chicas) se identifican con lo masculi-
nivel internacional evidencian que la ma- no (un 33% frente a un 13% en el rol fe-
yoría de los implicados son varones, la ex- menino), el futuro no es muy esperanzador
cepción suele ser en la conducta de hablar en cuestión de reducción del acoso escolar.
mal de otra persona. Felip (2007), en su
trabajo de revisión, análisis y contraste de Organización en bandas para la agresión y
diversas investigaciones, llega a la misma el acoso
conclusión de que los chicos generan más
La propia definición de acoso escolar
situaciones de acoso que las chicas. Tam-
entre iguales tiene como premisa funda-
bién el Defensor del Pueblo de la Comuni-
mental que la víctima sea más débil que el
dad Autónoma del País Vasco (DP-CAPV,
agresor, que exista desequilibrio y abuso de
2006) señala que el género es una variable
poder. Los estudios realizados evidencian
de gran influencia en el fenómeno del mal-
que los agresores suelen buscar un compa-
trato, que en muchas de las conductas de
ñero más débil como objetivo de sus accio-
este tipo hay más víctimas y más agresores
nes violentas, incluso el grupo prefiere
varones y que las chicas hostigan más a sus
196 Maite Garaigordobil y José Antonio Oñederra
agredir a un único individuo que a otro en 13 conductas evaluadas así como la pre-
grupo. El informe del DP (2007) destaca valencia de grupos o bandas en las situa-
que más de la mitad de los escolares de la ciones de acoso. En el estudio se formulan
ESO, el 54,3%, afirman que bandas de 5 hipótesis: 1) La incidencia del acoso per-
alumnos se meten con un compañero, de cibida por los 3 roles implicados (testigos,
éstos el 43,1% señala que ocurre a veces y víctimas y agresores) será diferencial, aun-
el 11,2% en muchos casos; los que indican que se observarán más conductas agresivas
que las bandas de alumnos se meten con físicas en los varones y más verbales en las
grupos representan el 41,2%, de éstos el mujeres; además en ambos sexos, a medida
34,3% señala que ocurre a veces y el 6,9% que aumenta la edad, las conductas agresi-
en muchos casos; y los que señalan que vas físicas disminuirán mientras que las
bandas de alumnos se meten con bandas el verbales aumentarán; 2) Las conductas de
27,8%, de éstos el 22,6% señala que ocurre acoso escolar se producen con mayor fre-
a veces y el 5,2% en muchos casos. En el cuencia cuando agresores y víctimas son
estudio Cisneros X (Piñuel & Oñate, 2006) del mismo sexo mientras que el acoso
el 13,42% de los alumnos afirman que son sexual se produce principalmente entre
acosados por grupos de otras clases. sexos opuestos, sobre todo de los varones
En esta línea de investigación se ha lle- hacia las mujeres; 3) El agresor primor-
vado a cabo un estudio epidemiológico so- dialmente es varón y la mayoría de las
bre el acoso escolar en la Comunidad agresiones las realiza en grupo exclusiva-
Autónoma del País Vasco (CAPV). En la mente masculino contra un compañero
primera parte de este estudio (Garaigordo- también varón, excepto en las conductas de
bil & Oñederra, 2008a) los resultados evi- maledicencia (murmuración, difama-
denciaron que la gran mayoría de los esco- ción…), más comunes entre las mujeres; 4)
lares se sienten bien tratados por sus com- En los últimos seis meses un porcentaje de
pañeros. El índice de bullying obtenido fue estudiantes (5%) digno de consideración se
de 5,8% de víctimas en Primaria y 3,8% en habrá vinculado a un grupo o a otro com-
Secundaria. Se constató que a medida que pañero para acosar a alguien; y 5) Las ban-
aumenta la edad disminuyen las conductas das acosan principalmente a un solo com-
intimidatorias. La agresión más frecuente pañero.
era la de tipo verbal y el lugar donde más
agresiones se producían era en el patio del Método
colegio. El agresor primordialmente era
Participantes
varón, de la misma clase que la víctima y la
mayoría de las agresiones las realizaba en Para la realización del estudio se selec-
grupo exclusivamente masculino. cionó una muestra representativa de la
CAPV constituida por 5.983 participantes,
de 10 a 16 años, distribuidos en 169 cen-
Objetivos e hipótesis del estudio tros. Del conjunto de la muestra, 2.851
La investigación que se plantea tiene (52,7% varones y 47,3% mujeres) son es-
como objetivo llevar a cabo un análisis tudiantes del último ciclo de la Educación
epidemiológico de la incidencia del acoso Primaria (EP), 5º y 6º curso (10-12 años)
escolar entre iguales en la CAPV en la in- de 88 escuelas, y 3.132 (50,2% varones y
fancia tardía y en la temprana adolescencia, 49,8% mujeres) estudiantes de Educación
analizando específicamente diferencias de Secundaria Obligatoria (ESO) (12-16 años)
género en los participantes que reconocen de 81 institutos. Respecto a la muestra se
ser testigos, agresores y víctimas de acoso requirió una muestra sistemática extraída
Un análisis del acoso escolar desde una perspectiva de género y grupo 197
del marco de todos los centros escolares de sexualmente, obligar a hacer cosas y ame-
la CAPV ordenado por las siguientes va- nazar con armas. Estas conductas fueron
riables: tamaño del centro, titularidad del identificadas en el instrumento del Defen-
centro y comarca. El objetivo fue conseguir sor del Pueblo (DP, 2000).
mayor representatividad en esos estratos.
En realidad se trata de una muestra de con- Procedimiento
glomerados en una primera etapa, ya que se
El estudio utiliza una metodología epi-
muestrean los centros para obtener final-
demiológica con la finalidad de analizar
mente una muestra de alumnos. En una
algunas características del acoso escolar en
etapa posterior se llevó a cabo una selec-
la CAPV. La muestra se seleccionó aleato-
ción aleatoria de alumnos en cada centro.
riamente y se formó a los profesores que
Para la estimación del error se tuvo en
realizaron la evaluación. La aplicación del
cuenta un coeficiente de correlación intra-
instrumento se realizó en el horario escolar,
conglomerado del 0,10; y además también
de forma anónima y en situación colectiva
el efecto de submuestra de la segunda eta-
en el aula de informática mediante encuesta
pa. Respecto al tamaño de la muestra, se
on line asistida.
prepararon varias alternativas de número
de centros en la muestra y número de
alumnos a encuestar en cada centro, con Resultados
una estimación del error de muestreo aso- Percepción según los testigos, víctimas y
ciado a las mismas. A partir de los resulta- agresores de 13 conductas agresivas en
dos obtenidos, en Primaria, se optó por un función del sexo
tamaño de 88 centros y 40 alumnos a Los resultados sobre los estudiantes que
muestrear en cada centro. El error estimado reconocen ser testigos, víctimas y/o agreso-
con estos parámetros fue del 3,5%. Y en res muchas veces en cada una de las 13
Secundaria se optó por un tamaño de 81 conductas agresivas evaluadas permiten
centros y 40 alumnos a muestrear en cada observar que la percepción de la incidencia
centro. El error estimado con estos paráme- del acoso es diferente según el rol que ejer-
tros fue del 3,7%. cen los participantes (testigo, víctima o
agresor), pero las diferencias en función
Instrumentos del sexo varían poco (ver Tabla 1). Como
Se administró el Cuestionario de vio- se puede observar en los datos presentados
lencia escolar: El maltrato entre iguales en en la Tabla 1, los testigos de ambos sexos
la ESO (Defensor del Pueblo, 2000) que observan un mayor número de agresiones
evalúa las relaciones sociales y conductas que las que perciben víctimas y agresores
agresivas en un centro escolar. El cuestio- con mucha diferencia, lo que en parte pue-
nario consta de 19 preguntas, organizadas de explicarse por el hecho de que varios
en 3 bloques, en cada uno de los cuales se espectadores pueden observar una misma
recaba información acerca de su experien- agresión. Las diferencias sobre la percep-
cia como posible testigo, víctima o agresor, ción de la incidencia de las agresiones en
respectivamente, de 13 conductas de mal- función del sexo son pequeñas, aunque en
trato. Las conductas evaluadas fueron: ig- general se constata que hay más varones
norar, no dejar participar, insultar, poner implicados como testigos, víctimas y/o
motes ofensivos, hablar mal de él o ella, agresores.
esconder cosas, romper cosas, robar cosas, El tipo de agresión que con más fre-
pegar, amenazar para asustar, acosar cuencia es señalada por ambos sexos en los
Tabla 1. Percepción según los testigos, víctimas y agresores de 13 conductas agresivas en función del sexo
Soy Testigo Soy Víctima Soy Agresor
% % %
Conductas de acoso
Primaria Secundaria Primaria Secundaria Primaria Secundaria
escolar
(10-12 años) (12-16 años) (10-12 años) (12-16 años) (10-12 años) (12-16 años)
Maite Garaigordobil y José Antonio Oñederra
V M V M V M V M V M V M
Le ignoran 15,6 15,7 22,6 22,7 1,9 2,8 1,4 1,2 1,7 1,0 3,0 2,4
No le dejan participar 24,4 21,5 18,8 18,3 3,6 2,7 2,2 1,6 2,0 1,4 1,9 1,0
Le insultan 49,8 47,1 57,1 53,4 7,6 6,4 5,9 3,0 3,7 1,5 4,8 1,5
Le ponen motes ofensivos 34,8 32,8 50,1 48,6 8,9 8,0 7,1 4,0 2,7 0,8 4,7 1,8
Hablan mal de él o ella 32,6 39,9 42,8 56,0 5,8 6,1 4,3 5,5 3,3 1,9 4,2 4,7
Le esconden cosas 17,8 16,9 24,3 24,0 3,6 2,7 2,4 1,2 0,9 0,3 1,6 0,5
Le rompen cosas 7,3 5,8 10,7 8,4 1,4 1,3 1,3 0,3 1,4 0,4 0,8 0,1
Le roban cosas 9,2 7,8 12,7 13,0 2,2 1,2 1,9 1,5 0,7 0,1 1,0 0,1
Le pegan 33,6 30,4 22,2 16,7 3,6 3,1 2,0 0,4 1,8 0,7 1,7 0,3
Le amenazan para asustar 17,4 15,8 22,7 17,8 3,1 1,7 2,3 0,8 1,2 0,3 1,6 0,4
Le acosan sexualmente 5,0 4,3 3,6 2,9 1,1 1,2 0,8 0,4 0,8 0,1 1,0 0,2
Le obligan a hacer cosas 5,2 3,7 4,1 3,4 1,0 0,9 0,4 0,3 0,8 0,1 0,7 0,2
Le amenazan con armas 2,9 1,6 2,0 1,1 0,8 0,5 0,5 0,1 0,9 0,0 0,9 0,1
N 1.503 1.348 1.573 1.559 1.503 1.348 1.573 1.559 1.503 1.348 1.573 1.559
V = Varones; M = Mujeres
198
Un análisis del acoso escolar desde una perspectiva de género y grupo 199
chico chicos chica chicas chicas chico chicos chica chicas chicas
V M V M V M V M V M V M V M V M V M V M
Me ignoran 2,7 1,5 7,5 2,4 0,4 2,5 0,8 4,7 1,8 1,9 1,4 0,9 5,1 1,7 0,1 1,5 0,6 4,1 1,8 3,7
No me dejan participar 3,1 1,3 12,6 6,1 0,2 2,2 1,4 5,3 3,1 2,3 2,0 0,6 6,1 2,4 0,1 0,8 0,4 2,4 1,0 1,6
Me insultan 7,5 5,0 19,1 12,5 1,3 3,0 1,2 3,0 4,8 4,9 5,5 3,7 13,9 9,6 0,3 1,3 0,9 2,4 3,4 4,2
Me ponen motes 5,4 3,5 14,7 12,5 0,9 2,2 1,2 2,4 2,9 3,1 5,0 4,0 14,9 11,1 0,4 1,2 0,7 2,1 3,4 3,3
ofensivos
Hablan mal de mí 3,5 1,8 10,0 5,5 1,1 6,1 2,3 9,1 3,1 4,8 2,7 1,3 9,4 4,1 1,0 5,1 1,4 12,8 4,3 6,5
Me esconden cosas 3,1 1,8 7,6 4,2 0,5 2,4 1,0 2,7 1,5 1,3 3,2 1,6 7,0 3,0 0,5 1,7 0,4 2,2 1,5 1,9
Me rompen cosas 1,5 0,9 2,5 1,4 0,4 0,6 0,0 0,4 0,7 0,4 0,8 0,6 2,2 0,8 0,0 0,2 0,1 0,1 0,3 0,4
Me roban cosas 2,0 1,3 3,7 1,8 0,6 1,6 0,1 0,2 1,0 0,6 2,0 1,1 2,5 2,2 0,2 0,8 0,1 0,3 0,4 1,2
Me pegan 4,7 4,1 12,8 7,0 0,2 1,6 0,3 1,0 1,8 1,6 1,9 1,2 5,3 1,3 0,2 0,3 0,1 0,3 0,3 0,4
Me amenazan 2,4 1,9 4,9 4,1 0,1 1,0 0,2 0,6 0,5 1,0 1,8 1,2 4,9 1,5 0,2 1,0 0,2 1,0 0,3 0,3
Me acosan sexualmente 0,3 1,3 0,8 2,2 0,3 0,1 0,6 0,2 0,1 0,1 0,2 0,8 0,5 0,8 0,2 0,0 0,3 0,0 0,1 0,1
Me obligan a hacer 0,6 0,1 1,4 0,4 0,1 0,4 0,1 0,4 0,2 0,1 0,4 0,1 0,6 0,1 0,1 0,3 0,0 0,2 0,2 0,1
cosas
Me amenazan con armas 0,6 0,3 1,3 0,6 0,1 0,0 0,0 0,1 0,3 0,1 0,2 0,1 0,6 0,1 0,1 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
N 2.851 3.132
200 V = Varones; M = Mujeres
Un análisis del acoso escolar desde una perspectiva de género y grupo 201
Tabla 3. Alumnos que se han unido a un grupo o a otro compañero para meterse con alguien
continuamente desde que empezó el curso
Primaria (10-12 años) Secundaria (12-16 años)
% %
V+M V M V+M V M
% % % % % %
No me he metido con nadie 74,4 72,1 76,9 78,0 75,0 81,0
Una o dos veces 18,8 20,7 16,8 17,2 18,9 15,5
Algunas veces 6,4 6,7 6,2 4,2 5,1 3,3
Casi todos los días 0,4 0,5 0,1 0,6 1,0 0,2
N 2.851 1.503 1.348 3.132 1.573 1.559
V = Varones; M = Mujeres; V + M = Varones y Mujeres
Tabla 4. Alumnos que han observado que bandas de alumnos se meten con otro compañero, con
grupos de alumnos, y con otras bandas
Primaria (10-12 años) Secundaria (12-16 años)
% %
V+M V M V+M V M
Con otro compañero
Nunca 55,0 57,9 51,7 47,9 52,7 43,0
A veces 34,4 31,2 37,9 41,3 36,4 46,3
A menudo 8,3 8,6 7,9 8,7 8,8 8,5
Siempre 2,4 2,3 2,4 2,1 2,2 2,1
Con grupos de alumnos
Nunca 71,2 73,4 68,8 65,6 67,7 63,5
A veces 23,9 21,2 26,9 28,8 26,6 31,0
A menudo 3,8 4,2 3,3 4,5 4,5 4,4
Siempre 1,2 1,3 1,1 1,1 1,1 1,1
Con otras bandas
Nunca 68,4 69,0 67,7 63,4 68,0 58,8
A veces 24,9 23,6 26,3 29,2 25,0 33,4
A menudo 5,5 5,9 5,1 5,7 5,1 6,4
Siempre 1,2 1,5 0,8 1,7 1,8 1,5
N 2.851 1.503 1.348 3.132 1.573 1.559
V = Varones; M = Mujeres; V + M = Varones y Mujeres
Discusión y conclusiones
El estudio tuvo como objetivo llevar a cabo mo la prevalencia de grupos o bandas en
un análisis epidemiológico de la incidencia las situaciones de acoso. Los resultados ob-
del acoso escolar entre iguales en la CAPV tenidos constatan que el acoso escolar entre
en la infancia tardía y en la temprana ado- iguales en el último ciclo de Primaria y Se-
lescencia, analizando específicamente dife- cundaria en la CAPV es una realidad, con
rencias de género en los participantes que una incidencia y unas características simi-
reconocen ser testigos, agresores y víctimas lares a las que se evidencian en la mayoría
de acoso en 13 conductas evaluadas así co- de los estudios realizados en España y en
202 Maite Garaigordobil y José Antonio Oñederra
otros países (Garaigordobil & Oñederra, DP, 2007; Orte et al. 1999; Orte, 2003).
2008b). Por consiguiente, confirman la hipótesis 3,
En primer lugar, los resultados permiten según la cual el agresor primordialmente es
observar que la percepción de la incidencia varón y la mayoría de las agresiones las
del acoso es diferente según el rol que ejer- realiza en grupo exclusivamente masculino
cen los participantes (testigo, víctima o contra un compañero también varón, ex-
agresor), pero las diferencias en función cepto en las conductas de maledicencia
del sexo varían poco, es decir, varones y (conductas asociadas a la murmuración, el
mujeres observan similar incidencia; am- chismorreo, la difamación…) que es más
bos observan más conductas de agresión común entre las mujeres.
física directa en los varones mientras que En cuarto lugar, el estudio encuentra
las conductas agresivas verbales como que un porcentaje importante de estudian-
hablar mal de otra persona se dan más en tes (6,8% Primaria - 4,8% Secundaria) en
las mujeres; y en ambos sexos a medida los últimos 6 meses se ha metido “algunas
que aumenta la edad, las conductas agresi- veces” o “casi todos los días” con algún
vas físicas directas disminuyen mientras compañero, por lo que incluso en Primaria
que las verbales aumentan. Estos resultados se supera el porcentaje estimado en la hipó-
apuntan en la misma dirección que los ob- tesis 4 (5%). Este nivel de incidencia es
tenidos en otros estudios que han encontra- coherente y está cercano al encontrado
do que los varones realizan más conductas (Garaigordobil & Oñederra, 2008a) cuando
de acoso (Cerezo, 2001; DP, 2000, 2007; se aplicó otro instrumento de evaluación
DP-CAPV, 2006; Felip, 2007; Ortega & (LC Lista de chequeo: Mi vida en la escue-
Mora–Merchán, 2000), confirmando la la; Arora, 1987) con el que se obtuvo un
hipótesis 1. índice de bullying o victimización del 5,8%
En segundo lugar, los resultados sugie- en Primaria y del 3,8% en Secundaria. El
ren que las conductas de acoso escolar en- LC solicita a los participantes que infor-
tre iguales se producen con mayor frecuen- men de las conductas que han sufrido
cia cuando agresores y víctimas son del mientras que el cuestionario del DP (2000)
mismo sexo, excepto en el acoso sexual pregunta por el número de conductas de
que se da principalmente entre sexos acoso en las que los estudiantes han parti-
opuestos, sobre todo de los varones hacia cipado como agresores en los últimos 6
las mujeres. Los resultados obtenidos apun- meses. Teniendo en cuenta que los instru-
tan en la misma dirección de otros estudios mentos y procedimientos usados son distin-
(DP, 2000, 2007) y permiten confirmar la tos y no se pueden comparar los resultados
hipótesis 2, que afirma que los implicados de una forma lineal, no obstante, éstos son
suelen ser principalmente del mismo sexo coherentes y ratifican la hipótesis 4, que
excepto en las agresiones sexuales. señala que en los últimos seis meses un
En tercer lugar, se constata que el agre- porcentaje de estudiantes (5%) digno de
sor suele ser un varón que se une a un gru- consideración se habrá vinculado a un gru-
po exclusivamente masculino para agredir po o a otro compañero para acosar a al-
a un compañero del mismo sexo, excepto guien.
en las conductas de hablar mal de otro u Finalmente, los resultados sugieren que
otra, que es más común entre las mujeres. las bandas organizadas de estudiantes
En la misma dirección apuntan los resulta- cuando agreden lo hacen más contra un so-
dos obtenidos en otros estudios (Avilés, lo compañero (10,7% - 10,8%), que con
2002; Felip, 2007; Hernández et al. 2002; grupos de alumnos (5% - 5,6%) o que con
Un análisis del acoso escolar desde una perspectiva de género y grupo 203
bandas (6,7% - 7,4%). Los resultados obte- las mujeres, sugieren que los estereotipos
nidos apuntan en la misma dirección de sociales son asumidos por los niños, niñas
otros estudios (DP, 2007; Piñuel & Oñate, y adolescentes. De este modo el estereotipo
2006) y permiten confirmar la hipótesis 5, de lo masculino unido a virilidad, fuerza y
según la cual las bandas acosan principal- violencia como contrapuesto a lo femenino,
mente a un solo compañero. Los agresores es asimilado desde la niñez; además se
buscan una víctima más débil a la que aco- constata la importancia que tiene la forma-
sar con la mayor impunidad posible y el ción de grupos con el objetivo de acosar a
ataque en grupo contra un único individuo un compañero. Por consiguiente, los planes
ofrece tal posibilidad. de convivencia y las intervenciones educa-
Una característica esencial del bullying tivas que se realicen deben ir orientados a
es precisamente el desequilibrio o diferen- romper con los estereotipos sociales de
cia de poder entre una víctima débil (física, género. En su conjunto los resultados tie-
social o psíquicamente) y un agresor o nen implicaciones prácticas y sugieren la
agresores más fuertes. Los resultados con- importancia de llevar a cabo intervenciones
firman que principalmente son bandas las grupales dentro del contexto educativo,
que acosan a un solo compañero, lo que fomentando la educación en valores y el
permite subrayar la importancia de las in- aprendizaje-juego cooperativo como méto-
tervenciones grupales dentro del contexto do preventivo.
educativo, complementarias con la reedu-
cación de los agresores así como con el Agradecimientos
apoyo psicológico a las víctimas. Además,
Este trabajo ha sido llevado a cabo con la
junto con otras medidas puede ser útil ob-
colaboración del Departamento de Educa-
servar y reorganizar la red de iguales que
ción, Universidades e Investigación del
se estructura en la convivencia en la escue-
Gobierno Vasco y deseamos agradecer la
la, evitando las situaciones de aislamiento
ayuda a todas las personas implicadas.
o rechazo de las víctimas y aportando apo-
yo a las víctimas para que puedan fortale- Además queremos agradecer a todos los
cer los vínculos positivos dentro del grupo profesores, directores y estudiantes que han
de iguales, lo que ampliaría su red social de participado en este estudio su colaboración.
protección frente a los abusos de los agre- Correspondencia sobre este artículo puede
sores. ser dirigida a Maite Garaigordobil.
Los hallazgos realizados en este estudio
respecto al género, como la prevalencia de
la mayoría de las agresiones, sobre todo las Artículo recibido: 09-07-2008
físicas, en los varones y la maledicencia en aceptado: 22-05-2009
204 Maite Garaigordobil y José Antonio Oñederra
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