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Respuestas:
1- El cine puede tener una relación con los acontecimientos de una época, por
ejemplo, la obra de Vertov nos habla sobre la gente común, también el contexto
de la Revolución Rusa nos dice algo, a su vez nos introduce a una sociedad con un
modo de vida particular. Las imágenes que se muestran están liberadas de un
artificio, tampoco se ven actores, puesta en escena u otras particularidades del
cine tradicional. Este film se parece mucho más a un documental, y debido a su
naturaleza nos emplaza a una aparente realidad. Aunque evidentemente la
realidad puede ser subjetiva, la manipulación de imágenes en el montaje de Vertov
también nos ocasiona ciertas suspicacias, si se seleccionan imágenes, entonces…
¿es realmente la realidad? Podríamos en este caso hacer referencia a la cita de
Bolaño “Yo no prefiero juzgar una obra por su estructura, sino por su ritmo, por su
valor, por su resistencia a la soledad, que por motivos puramente éticos”. Es decir,
que cada obra puede tener una belleza o valor, independiente de qué tema trate,
o si es algo que consideramos pésimo en un primer momento, podemos buscar o
rescatar aspectos que valgan la pena. Y de cierta forma es lo que ocurrió, puesto
que la película trata sobre un relato –o secuencia de montajes- bastante críptico,
pero que fue valorado posteriormente, y se ha erigido como una de las mejores
películas de la historia.
La obra de Griffith por otra parte habla sobre la intolerancia, en cuatro momentos
de la historia, si bien existe una palabra que nos aventura en la posible “trama”
ésta no queda bien delimitada. Nos encontramos con escenas que no se
desarrollan completamente, pero que de igual forma nos llaman la atención
debido a su monumentalidad, el escenario y los actores, que en algunas escenas
sobrepasan los 10.000.
Si bien la obra intenta aunar a la sociedad, recibe críticas por el contexto histórico
del momento: la Primera Guerra mundial, evidenciando que lo que ocurría ahí no
se estaba manifestando en la vida real. En la cita del filósofo Vilém Flusser: “La
revolución cultural actual, la que acabará con las formas sagradas, es la revolución
técnica, no política” nos señala que la técnica será la protagonista en la revolución
cultural, pero esto es erróneo, o al menos una declaración apresurada, puesto que
la política vista desde el punto de la ciudadanía, se relaciona con el ser en la
sociedad; independiente que la técnica alcance niveles de sofisticación. Podríamos
decir que técnica y política se unen, o de cierta forma se retroalimentan, pero no
una técnica liberada de nuestra propia subjetividad. Por lo tanto, esa crítica sobre
aunar la sociedad en ese momento histórico, responde a lo que vive ese ciudadano
europeo asolado por una de las guerras más mortíferas de la historia.