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Para resolver los problemas neuróticos del adulto, el grupo terapéutico es, en
la mayoría de los casos, muy ventajoso. Al igual que la terapia individual,
pone énfasis en explorar el mundo interno. También trabaja con el individuo
en relación con su entorno pero, a diferencia de la terapia individual, cuenta
con los datos que aporta el grupo en cuanto a su carácter.
Este capítulo contiene algunas apreciaciones acerca del grupo y de los
fenómenos que impulsan al cambio.
Para desarrollar estas ideas, me apoyo en la experiencia resultante de la
labor diaria a lo largo de catorce años con grupos terapéuticos.
Cada grupo estaba compuesto de ocho a quince personas, hombres y
mujeres. Los pacientes pertenecían en su mayoría a la clase media, y su edad
oscilaba entre veinticinco y cuarenta años. En todos los grupos había uno o
dos pacientes que tenían entre diecinueve y veintidós años, y uno o dos cuyas
edades oscilaban entre cuarenta y cinco y sesenta.
Los participantes se reunían durante un lapso variable de diez meses a
dos años.
La renovación de los pacientes dependía de mi decisión y de la del
propio grupo para dar las altas, con lo cual se hacía posible el ingreso de
nuevos miembros, y también de la disponibilidad de pacientes útiles para el
grupo y para los que a su vez el grupo también sirviera. Los pacientes asistían
a una sesión semanal de tres horas, participando siempre del mismo grupo y
horario.
2. Símbolos
Para hablar del trabajo dentro del grupo es esencial describir el rol del
símbolo, porque está relacionado con todo el fenómeno grupal.
Cada símbolo es un elemento abstracto que representa en la mente un
conjunto de significados. Los significados de un símbolo se interrelacionan
entre sí, y también se relacionan con los significados representados en otros
símbolos.
Solemos oír expresiones como “Tiene sabor a campo” o “Esto me huele
a engaño”.
Estas expresiones, que combinan palabras cuyos significados no se
pueden relacionar en un nivel lógico, ponen de manifiesto la complejidad de
la representación simbólica.
Distribución de roles
Cada paciente ingresa al grupo con su esquema de representaciones
acerca de sí mismo, del ambiente, de los vínculos y de cómo interactuar. El
paciente se comporta como si el grupo tuviera los roles y los códigos que él
conoce para relacionarse. En consecuencia, cada paciente usa al grupo para
proyectar aspectos de sí mismo y desplegar su mundo interno. Cada uno toma
de los otros roles para sí y reparte roles propios entre sus compañeros.
Dicha repartición de roles no se hace al azar. Se da como consecuencia
de que cada paciente confronta en el grupo sus ideas acerca de sí mismo y
acerca de los compañeros.
Para confrontarse con los otros, cada participante despliega lo que él es.
Al mostrarse, permite al grupo percibir por un período más o menos largo un
aspecto de su personalidad y sus conflictos. Esto lo convierte en el
depositario adecuado del rol que juega en el grupo.
La selección de roles por parte de cada participante puede hacerse en
forma consciente o inconsciente y cuenta con el tácito consenso de todos.
Supongamos que un miembro del grupo tiene el rol de sometido, que
trae de la repartición de roles de su sistema familiar. Este paciente espera que
alguien del grupo adopte un rol complementario dominador. El rumbo del
grupo lo frustra porque no pone el acento en generar roles complementarios.
Sesión tras sesión, dentro de cada participante se realiza la batalla entre
realidad e irrealidad. El paciente tiene ideas, afectos y tensiones originados
por el simultáneo deseo de cambiar y de ser aceptado tal cual es. Cada uno
busca en qué proporciones y con cuáles variantes padece el conflicto de los
otros.
La investigación por la introspección que hace cada participante
transforma el problema en un tema común al grupo.
Cuando un problema individual se transforma en grupal, la persona que
aportó el tema conflictivo no puede seguir instrumentando el pasado para no
cambiar; tampoco puede usar el rol como distintivo individualizador frente a
los demás.
El tema individual pasa a pertenecer al grupo. Cada uno revisa, en sí
mismo y en los otros, diferentes conflictos. Estos conflictos, al ser amasados
y trabajados por todos, se asimilan y elaboran en el grupo. De esta manera, se
deshacen las proyecciones, y el depositario de ellas puede soltar el rol, al
mismo tiempo que se ve liberado del peso grupal que caía sobre él.
Los pacientes hacen cambios y aprenden a vivir, incluidos en un sistema
de roles modificables según la dinámica de la convivencia.
Imágenes y fantasías acerca del grupo
El grupo introyectado sigue trabajando en el mundo interno de sus
miembros durante y después de las horas de sesión.
Los pacientes imaginan al grupo de maneras cambiantes. En algunos
momentos tienen la sensación de que el grupo les brinda protección, calor,
hermandad, intimidad, familia; piensan que la sesión los protege, calma sus
penas y los equipa con los elementos para realizarse afuera.
Los pacientes pueden dejar volar la imaginación hasta llegar a la idea
omnipotente de que el grupo lo puede todo. A veces, en cambio, sienten que
el grupo es limitado y pobre.
De a ratos, algún paciente se siente pequeño, solo y enfrentado al resto
del grupo; en ese momento, percibe al grupo como un demonio que lo quiere
vaciar. Siente, entonces, que el grupo le quiere arrancar las ilusiones de que él
es de una determinada manera, que quiere mostrarle que él es de otra manera
y no lo puede aceptar.
Fuera de sesión aparecen en la mente de los pacientes recuerdos e
imágenes fantaseadas de los compañeros como figuras simbólicas de los roles
que les hayan depositado. Cada uno imagina a los otros ordenando su
desorden mental, calmando angustias, enjuiciando, otorgando permiso, dando
soluciones o ideas creativas. Por ejemplo, el paciente puede decir: “Cuando la
situación se puso difícil sentí la voz del compañero A dándome una idea que
me sirvió mucho.” “Me imaginé que yo era el compañero B y reaccioné
como lo hubiera hecho él.” “Me imaginé que el compañero C se iba a vivir
solo y sentí su alivio, aunque yo aún no me atreva a hacer lo mismo.”
La identidad grupal
Sueño de Lisa
Estamos en nuestro auto, Juancho y yo. Íbamos por la calle que corre
detrás de la casa de mis padres. Juancho manejaba y yo estaba sentada a su
lado. El iba despacio. Un auto que venía detrás nuestro nos apuraba con la
bocina, que tocaba en forma repetitiva. Juancho, en lugar de apurarse o
dejarlo pasar, se impacientaba y hacía gestos de enojo a los señores de atrás.
Al darme vuelta, yo vi que en ese coche venían varios policías y me puse
muy nerviosa por lo que hacía Juancho. Seguíamos andando y el sonido de la
bocina se fue transformando en el ladrido de un perro. El perro estaba en una
casa, donde aparecía un hombre en la puerta con un plato de empanadas. El
nos invitaba a entrar. Yo no me-decidía porque no lo conocía, pero Juancho
bajó y se sirvió empanadas.
Después, estábamos en la casa. La casa estaba llena de gitanos, hombres
y mujeres. Una de ellas tenía en brazos una criatura envuelta totalmente en
una manta. Cuando me acerqué a mirarla le destapó la cabeza y vi, con
espanto, que era un bebé macrocefálico.
Uno de los gitanos le ofreció a Juancho comprarle el chasis del auto y la
carrocería, dándole, a cambio, uno nuevo. Juancho aceptó y entonces en el
auto apareció, sobre las cuatro ruedas y el eje, una mesa colocada con las
patas hacia arriba. Yo me daba cuenta de que los gitanos lo habían engañado.
Yo le decía a Juancho: ¡Pero esto es una mesa, no podemos ni sentarnos!
Juancho trataba de conformarme diciendo que le iba a colocar unos
lindos sillones y que iba a ser muy cómodo. Pero después, convencido de que
lo habían engañado, iba en busca de los gitanos. Yo estaba con nuestro hijito
en brazos y detrás mío estaba mi madre. Yo trataba de impedir que Juancho
fuera a buscar a los gitanos, pero él entraba en un galpón que parecía un
corralón de materiales. Mi madre y yo lo seguíamos. Juancho entró en otro
galpón que estaba oscuro y yo no podía ver adentro.
La gitana que había tenido el nene en— brazos se acercaba y me decía:
¡Vas a darme tu chico!
Yo quería huir. Apretaba a mi hijo en mis brazos. Yo quería salir pero
no podía porque los gitanos habían hecho un cerco alrededor. También tenían
a mi mamá sin dejar que se moviera. Desde adentro llegaban ruidos, golpes y
quejidos. Yo estaba muy angustiada porque sabía que le estaban pegando a
Juancho. Me desperté y escuché el ladrido del perro con el que había
comenzado el sueño, en el mismo tono. E1 ladrido provenía de una casa
vecina a la nuestra.
Los símbolos están cargados de significados del mundo interno. Una de las
maneras de encarar la exploración y modificación de estos significados es a
través de su exploración y consecuente modificación.
La inmersión en el trabajo individual de símbolos requiere que la
terapeuta proponga una técnica que permita al paciente desplegar su
intimidad.
Apoyado en la técnica, el paciente hace contacto consigo mismo,
permitiéndose ser sus símbolos.
Desde la terapeuta, varios elementos son fundamentales para que el
trabajo sea efectivo: el lenguaje, las directivas, el tono de voz y
acompañamiento emocional al paciente que está trabajando. Con estos
elementos la terapeuta puede ayudar al paciente a contactar con sus símbolos,
sentimientos y pensamientos que lo llevan al procesamiento que finaliza en el
insight. Una apresurada interpretación por parte de la terapeuta puede impedir
al paciente un buen contacto con su problemática. Esta propuesta implica que
el paciente debe entregarse a ser sus símbolos y hacer el diálogo entre los
distintos personajes que imagina ser. La terapeuta complementa esta
propuesta con la directiva que da al paciente de permanecer centrado en sí
mismo, con los ojos cerrados y registrando las sensaciones provenientes del
cuerpo.
La terapeuta cuida que sus intervenciones fomenten que el . paciente
vaya encadenando los diálogos entre los personajes que representa y
mantenga un nivel alto de compromiso afectivo.
Durante el trabajo individual, el paciente puede necesitar un largo
tiempo para hacer cambios en sus símbolos. El compromiso real de la
terapeuta con el trabajo del paciente lo ayuda a no apurarlo, a detectar la
situación por la que el paciente está pasando y a acompañarlo con eficacia.
La terapeuta debe estar atenta a las alteraciones corporales que produce
el sistema nervioso autónomo del paciente. Estas alteraciones pueden ser
calor, sudoración, frío, alteración del ritmo cardíaco, etc. La terapeuta debe
incluir esas sensaciones en el trabajo y sugerir al paciente que se entregue a
ser el síntoma, hablar desde él y con él.
Es muy importante evaluar las situaciones de la vida real que el paciente
está atravesando para saber a qué atenerse, según se desarrolla el trabajo.
Recuerdo a un paciente que llegó al consultorio con síntomas de asma.
Durante un diálogo imaginario con su madre estos síntomas se agudizaron.
Sentía que tenía a su madre metida dentro de su cuerpo, abarcando su pecho y
garganta. Esto le provocaba una necesidad apremiante de sacarla por la boca.
Fue un trabajo muy dramático. Le pedí que se acostara boca arriba y
comprimiéndole el pecho con las palmas de mis manos, en sucesivos
movimientos de empuje, desde el epigastrio hasta la garganta, le ayudé a
arrojarla fuera de sí. Cuando se sintió libre de ella respiró profundamente con
los pulmones relajados. Cambió su mirada que ahora era límpida, y tuvo un
sentimiento de sorpresa al encontrar que no necesitaba su inhalador para el
asma. Los síntomas asmáticos no se volvieron a repetir.
Se hace necesario relatar otro caso donde fue necesario tener en cuenta
el momento existencial del paciente. Este paciente comienza a trabajar un
sueño, en el cual se ve en una habitación con tres nichos: el del padre, el de
su hermano y el suyo. En la realidad el único muerto era su padre; de su
hermano, él decía que era como si lo estuviera, porque era alcohólico y había
fracasado en la vida.
Durante el trabajo, el paciente hace una detallada descripción de los
féretros. Las bases sobre las que se apoyan están unidas entre sí por mármol
entrelazado, etc. El paciente mira a su padre muerto en el cajón que le
corresponde, luego a su hermano, y finalmente se acerca a su propio cajón.
Para él había escogido el centro de la habitación. Se mete dentro y dice tener
una fuerte opresión en el pecho, que se prolonga al brazo izquierdo y toma
los dedos anular y meñique. Los labios se le tornan cianóticos, la piel terrosa
y tiene una profusa sudoración. El paciente presentaba un cuadro de angina
de pecho. No creí oportuno seguir trabajando con esos síntomas. Le pedí que
se concentrara en la respiración y aumentara su relajación hasta salir de tal
situación. Así lo hizo. Con esta maniobra interrumpí —en forma intencional
— el trabajo. El paciente comentó, posteriormente, que deseaba morir
rodeado del grupo
Este tipo de situaciones son excepcionales pero pueden ocurrir.
Sin embargo, a otros pacientes que presentan un cuadro de angina de
pecho les propongo que se entreguen a ser la opresión. Desde la opresión,
cada uno dialoga consigo mismo y se abandona a la sensación de muerte sin
controlarla. Los acompaño mientras están en esa sensación hasta que salen
hacia una explosión de alegría, pena, etc.
Es muy importante tener en cuenta la situación existencial en la que está
inmerso el paciente para decidir el curso posterior de lo que se está haciendo.
El acompañamiento emocional de la terapeuta consiste en penetrar con
su propio mundo interno en la situación del paciente. Esto permite a la
terapeuta encaminar el trabajo desde lo que el paciente le transfiere y así
entender y respetar la senda que éste marca. La terapeuta y el paciente
atraviesan juntos las vicisitudes que el segundo tiene en el camino hacia el
insight. Aunque la terapeuta conozca mucho al paciente, su selección del
símbolo para que el paciente trabaje está relacionada con su propia fantasía y
curiosidad acerca del mundo interno del paciente. La terapeuta usa su
experiencia subjetiva para guiar al paciente, éste muestra, paso a paso, los
contenidos de sus símbolos y así reorienta a la terapeuta sobre lo que le está
pasando.
La movilización de afectos y energética es utilizada para modificar los
símbolos del tema que se aborda. La terapeuta acompaña el trabajo sin juicios
previos, sin saber de antemano adónde se dirige y el paciente, a su vez, se
deja acompañar. La terapeuta tiene que respetar el deseo del paciente, cuando
quiere permanecer más tiempo en el rol de uno de sus símbolos para
esclarecerse y no como forma de resistencia para zafarse del encuentro.
También la terapeuta debe dejarlo cambiar de representación y ser el símbolo
opuesto cuando lo necesita. Cuando el paciente siente que, desde el personaje
que está siendo en ese momento, no tiene más nada que decir y necesita la
respuesta del otro rol desde la sensación de ser el otro símbolo, o siente que
el otro símbolo ya está respondiendo, debe cambiar de rol. Cuando el símbolo
que está encamando, o el opuesto, han sufrido transformaciones es
conveniente continuar el trabajo con el nuevo símbolo. Cuando en un caso
dado, el paciente rechaza una frase o interpretación de la terapeuta acerca de
sus sentimientos, la terapeuta no debe insistir y debe acatar el camino que el
paciente toma, aunque no debe permitir que el paciente se evada del trabajo
mediante comentarios al margen. A veces, durante el trabajo, la terapeuta
llevada por la necesidad de saber lo que está pasando pregunta: ¿Qué sientes
ahora? Es conveniente que agregue: Cuéntale lo que sientes al personaje con
el que hablas. La terapeuta agrega esa frase para. evitar la desconcentración
del paciente e impedirle evadirse del diálogo con los símbolos. La terapeuta
debe proponer volver a la conversación con sus personajes, cada vez que ésta
se interrumpa, a través de un diálogo con él. Como veremos al analizar el
sueño de Juana, la terapeuta hace todo lo posible para evitar que la paciente,
haciendo comentarios al margen, se evada del trabajo específico.
Muchas veces los pacientes sostienen que ellos no determinan lo que les
pasa; que las cosas simplemente les ocurren, mas en realidad, en la gran
mayoría de los casos ellos provocan activamente su circunstancia. Es
importante que tomen conciencia de ello. También es importante que se den
cuenta de lo que estaban sintiendo y pensando antes de provocar la situación
y del momento en que la generan.
En el trabajo de Natalia que se transcribe más adelante, se puede
observar cómo mantiene empobrecida su percepción de la realidad y registra
datos en el orden que le conviene para preservar su juego neurótico. Ella
reniega de jugar el rol de madre de sus parejas y de ser usada; pero no toma
conciencia de que elige parejas para ser usada por ellos y renegar. Natalia
elige para convivir un hombre mucho menor que ella, junto a quien encuentra
la posibilidad de continuar sintiéndose no querida, rechazada. Le complace
jugar a que su vida es un drama dentro del cual ella desarrolla estrategias para
obtener una migaja de cariño. Alcanza con el juego un clima interno de
desgaste, angustia y sufrimiento, que forma parte de su identidad infantil.
De adulta, sus parejas son personas con las cuales logra, durante mayor
tiempo, situaciones que la reencuentran con sus símbolos infantiles.
Natalia prefiere pensar que su pareja es una mala persona y no que su
elección es inadecuada.
Ella niega el paso del tiempo, su edad, su realidad de mujer sola y
separada de cincuenta años, para reactualizar su mecanismo tóxico
autoagresivo.
A continuación se incluyen los trabajos de Natalia y de Sofía.
SESION PROLONGADA
Trabajos individuales
Después de los pasos mencionados, el grupo está en condiciones de
comenzar con los trabajos individuales. Se puede aprovechar para ello el
material que surge de la interacción grupal.
Durante el desarrollo del taller, se despierta en los pacientes el deseo de
contactar, en especial con aquellas personas en quienes proyectan aspectos
valiosos de sí mismos. A la vez, sienten rechazo por los compañeros que son
representativos de sus propios aspectos enajenados o poseen rasgos de
personalidad con los que tienen conflicto. Así es que se pueden dar
situaciones complementarias: un hombre, A, proyecta en otro, B, la figura de
su padre con el que nunca pudo comunicarse; a su vez, B proyecta en A a su
hijo con el que le ocurre lo mismo.
Una mujer proyecta en un compañero la figura de su marido con quien
no se entiende; y éste proyecta en ella a la figura de su mujer con la que vive
un conflicto similar. Los protagonistas arman un juego parecido al que
mantienen en su vida privada. Este juego de roles debe ser aprovechado para
evaluar el estado de los vínculos reales, y conocer los manejos y afectos que
están en juego. Esto permite una apertura y diálogo diferente que luego llevan
a su mundo real.
Puede ser enriquecedor comenzar la sesión del segundo o tercer día de
sesión prolongada con una fantasía dirigida. El objetivo de esta consigna es
estimular el surgimiento de símbolos en el grupo.
El terapeuta propone a los pacientes que se recuesten, relajen e imaginen
la fantasía que él relata muy lentamente. Por ejemplo, el terapeuta dice al
grupo: “Imaginen que están en un bosque... ven un árbol con un hueco... se
introducen en él y llegan al país de los niños. ¿Qué hay en ese lugar? ¿Cómo
interactúan con el niño? Tómense un largo rato para imaginar y sentir.”
Cada paciente usará los elementos simbólicos que quiera para
representarse a sí mismo y al entorno.
El terapeuta propone que al finalizar el viaje imaginario abran los ojos e
intercambien miradas. Esta consigna sirve para que se reconecten con la
sesión y con los compañeros.
Luego, de a uno por vez, los pacientes relatan su fantasía. Durante los
relatos se produce una muy agradable sensación de comunicación; esto se
debe a la brusca introducción en el ámbito grupal de importantes contenidos
del mundo interno de los participantes bajo la forma de símbolos.
El material que surge de este tipo de fantasías propuestas con una
consigna tan amplia se trabaja a partir de los símbolos que surgieron de la
imaginación de los pacientes. Se revisan los conflictos representados en ellos
y en la mayoría de los casos se pasa del nivel metafórico al real.
Los trabajos pueden realizarse individualmente o con todo el grupo al
mismo tiempo, utilizando un símbolo unificador— sintetizador del material
de sesión o con las formas de trabajo llamadas simbolización grupal de
conflictos. El camino que se elige para la realización de los trabajos depende
de las necesidades del grupo y del tiempo de que se dispone Trabajar con
todos los pacientes, en forma individual, requiere mucho más tiempo que el
que se necesita para las formas grupales de trabajar el material de sesión.
Para finalizar el encuentro, los pacientes hacen una breve evaluación.
Cada uno expresa lo que rescató de la experiencia.
La despedida puede ser no verbal. Por ejemplo, el terapeuta pone música
y propone a los pacientes que caminen por la habitación. Deben mirar las
manos de sus compañeros como si las vieran por primera vez, tocarlas y
despedirse a través de ellas,
CAPITULO X
TRABAJOS INDIVIDUALES
En esta sesión, Linda eligió para identificarse el rey de copas del mazo
presentado al grupo por la terapeuta.
Desarrollo del trabajo
Linda: Yo soy la reina de copas. Estoy sentada en el trono y veo cómo
se distribuye, cómo se escancia el vino entre todos los presentes. Hay gente
que no toma; no toma porque tiene miedo. No se agota el vino.
Marta: ¿No se agota el vino?
Linda: No se agota el vino... Yo tengo una copa que simboliza todo lo
que tengo para dar.
Marta: ¡y en la otra mano, qué tienes?
Linda: En la otra mano tengo el cetro y el trono.
Marta: ¿Cómo es tu trono?
Linda: Es rico. El cetro es una esfera que simboliza el mundo. Arriba
tiene dos alas.
Marta: Sé tú la esfera.
Linda: Yo soy una esfera con alas acá (señala la nuca). Quien me tiene,
tiene el poder. Quien me tiene puede ser un hombre, llega a ser un hombre.
Marta: Pon la copa adelante y cuéntale eso a la copa.
Linda: Yo soy el cetro. Soy el poder. Yo indico la posesión del mundo.
(Linda cambia de rol y habla desde la copa.) Yo soy una copa que indica
contención, el alimento
Marta: Sé el cetro.
(1) Linda: Yo soy lo masculino y tú, la copa, lo femenino. Tú eres un
hueco donde quepo perfectamente.
Marta: Sé la copa.
Linda: Yo soy la copa. Tengo alimento, vida y tengo espacio. Cuando tú
te colocas dentro de mí, adquiero la dimensión de mi cuerpo y me das
sentido.
Marta: ¿Límite?
(2) Linda: Sí. Tengo cuerpo de copa pero si no estás adentro, soy nada
más que vino, alimento. Al entrar tú ahí, empiezo a ser copa.
Marta: Sé la copa con la esfera adentro. Trata de tomar forma y sentir.
No pienses.
(3) Linda: Siento asfixia. Si tú te metes, me quedo tan ocupada que me
asfixio. Eres de un metal muy precioso y eres muy pesada.
Marta: Sé la esfera.
Linda: Yo me meto dentro de ti porque tienes justo la forma para
abarcarme, además de lo contrario rodaría... Me da seguridad estar acá.
Marta: ¿Qué te parece eso de que la copa se asfixia?
Linda: No es para tanto, no pasa nada. No hagas tanto ruido, tanto
bochinche. (Cambia de lugar espontáneamente y ocupa el lugar de la copa.)
Yo no hago ruido. Tú eres el mundo bullicioso. Yo miro nada más. Todas las
palabras las tienes tú. Ni me quejo, ni me lamento, ni grito. (Aquí la paciente
trata de disimular la envidia que tiene por la esfera.)
Marta: ¿Cómo te sientes ahora como copa? ¿Te sientes ahogada?
Linda: No, ahora no, al decir esto.
Marta: ¿No te sientes ahogada al tener la esfera adentro tuyo?
Linda: No, al decir esto no porque ya está afuera. Ahora que te puedo,
tener afuera puedo hablar contigo. Además puedo decirte que no grito.
Cuando te tengo dentro adquiero sentido, tengo los bordes. Cuando estás
afuera adquiero significado, palabras.
Marta: Trata de no pensar tanto.
(4) Linda: Cuando te tengo adentro, se desborda el alimento, el agua.
Marta: ¿Te gusta tener la esfera dentro o te molesta?
Linda: Me ocupa.
Marta: ¿Te ocupa? ¿Es cómodo tener la esfera adentro?
(5) Linda: Va justo pero se pierde el alimento. Tú entras tan exactamente
que lo que está adentro de mí se pierde.
Marta: ¿Tenerla adentro es incómodo?
(6) Linda: No, no es incómodo pero no me gusta perder el alimento
(apenada).
Marta: Sé la esfera y contesta.
(7) Linda: Si yo salgo, automáticamente vuelves a llenarte.
No se pierde el alimento pero yo me caigo rodando. Necesito una mano
como la del rey de copas o una copa que me contenga. Entonces ahí me
puedo quedar, si no puedo rodar.
Marta: ¿Te da lo mismo que sea ésa u otra copa?
Linda: Aquí es la única que hay.
Marta: Tu conflicto entonces es con esta copa. Si la ocupas se desborda,
pero si no la ocupas te vas rodando.
Linda: Posiblemente habría otras copas, pero yo no las veo.
Marta: Por eso hagamos un encuentro entre esta copa y esta esfera.
Veamos si se ponen de acuerdo o no. Como copa no te gusta perder el
contenido y como esfera no te gusta rodar. Sé la esfera.
Linda: Corro riesgo si ruedo, pero tampoco puedo quedarme dentro de
ti, quieta. Soy un mundo que giro.
Marta: ¿Cómo es eso?
(8) Linda: Soy un planeta luminoso que gira alrededor de su eje. Giro
muy rápidamente en un espacio inmenso y reflejo un: luz. Estoy muy lleno de
vida.
Marta: ¿Cómo gira?
Linda: Sss (zumba).
Marta: Quédate un rato sintiendo que eres ese planeta que gira a toda
velocidad. Quédate todo lo que quieras.
(9) Linda: Rozo otros planetas y otras cosas muy fugazmente. Tan...
tan... (con cada sonido “tan” golpea ambas manos las separa). En el eje está
todo el asunto. Giro y giro con mi si tema y no me puedo detener.
Marta: ¿Cómo te sientes?
Linda: Muy bien. Soy un aventurero. Puedo conocer muchas cosas.
Contacto muchas cosas, otros seres, otros mundo otros idiomas, otros
paisajes. Es infinita la rapidez y los contactos. Es una sensación linda, de
mucho poder. Tengo un contacto muy fácil... tan... tan.
Marta: Haz un contacto con la copa.
Linda: ¿Qué haces ahí tan fija, tan quieta? Tú no sabes bailar. Tú no te
sabes mover. Yo recorro todo el espacio y tú quedas quieta.
Marta: ¿Qué piensas de esta copa?
(10) Linda: Que está muy... que está muy suspendida. 1 vuelvo a ver al
lado de la cabeza del rey.
Marta: Pero siempre en el mismo lugar.
Linda: Está siempre en el mismo lugar.
Marta: En cambio tú...
(11) Linda: Yo busco. Voy y vengo. Entro y salgo... Ter mucho espacio.
Marta: ¿Te interesa meterte dentro de esta copa?
Linda: Si está a tiro sí, si no, no.
Marta: Cuéntaselo a ella.
(12) Linda: No te mandes la parte con que yo te ahogo. S< me interesas
si estás a tiro... (Cambia espontáneamente de gar y es la copa.) Yo no me
mando la parte. Yo estoy acá. te metes de esa manera tan compulsiva, tan
imprevista. Yo I ahogo y se me vuelca el contenido. Me preocupo. Cuando
no jodes, todo está bien.
Marta: ¿Cuándo no jode? ¿Qué quieres decir?
(13) Linda: Cuando me reprocha que estoy acá, que tanto me ahogo, no
le encuentro sentido. Me da bronca sentirme fi Me da bronca que no me use
bien.
Marta: ¿Cómo te gustaría que te usara?
(14) Linda: Me gustaría que me pusieras de sombrero, p ejemplo y que
giraras junto conmigo. Yo podría volar. (Cambia de rol y ahora es la esfera.)
Si te pusiera de sombrero se caería todo el alimento. ¡Tú eres loca! (El grupo
se ríe.) (Linda cambia de lugar y es la copa.) Yo me preocupo porque me cae
el alimento. Esto ocurre porque tú jodes. Si tú no jodieras, yo podría
conservar el alimento. Después de todo, sales girando y andas por todos
lados, porque yo contengo el alimento
Marta: ¿Cómo te jode?
(15) Linda: Me fastidia que tu vengas, tomes de mí y no n saques de
aquí.
Marta: ¿Tú crees que se te va a volcar todo si vas arriba d planeta?
(16) Linda: No tú... Tú no me llevas porque necesitas que esté acá fija.
Marta: Sé el planeta y contesta.
(1 7) Linda: A estas alturas, me resulta un poco difícil ser u planeta y no
ser Jorge. (El grupo se ríe.)
Marta: Métete bien en la sensación de ser el planeta y olvídate por un
rato de tu marido. El planeta es otro aspecto tuyo
Tú aceptas ser la copa porque hay algo que no te deja ser planeta. Míralo
como una parte tuya. La copa dice que quiere viajar arriba de ti.
(18) Linda: Mira... si tú quieres ir arriba de mí, yo no me puedo mover
porque me desequilibro, me detengo.
Marta: ¿Qué temes? ¿Cómo te impide?
Linda: No puedo moverme. Tengo mi sistema, mi equilibrio.
Marta: Sé la copa de nuevo.
Linda: Tanto poder, tanto movimiento, tanta velocidad y al final no
puedes llevar una copa encima. Realmente es como para cambiarse de
sistema solar e irse a otra galaxia (el grupo se ríe).
Marta: ¿Tú crees realmente que se desequilibra si te lleva?
Linda: No.
Marta: Díselo.
(19) Linda: No creo que te desequilibre llevarme. No tienes ganas de
llevarme y, además, tengo miedo de salir. No hay quien me proteja de mis
propios miedos si no tienes ganas de llevarme.
Marta: ¿Cómo te podrías ir?
Linda: Yo me iría si me quisieras llevar. Además, me iría si pudiera
conservar el alimento, y si te pudieras quedar.
Marta: Tú le estás poniendo condiciones.
Linda: Yo tengo miedo... No sé si le pongo condiciones Necesito cierta
seguridad. ¿Es imponer condiciones?
Marta: Sé el planeta.
Linda: Tú estás bien ahí. Estás segura, estás tranquila, yo después voy a
darte todo. (Cambia de lugar y es la copa, hace un gesto de vomitar.) Te
escupo todo. Esto que cuidé, yo misma lo tiro. Me haces sentir mala. Eso es
lo que más me lástima porque yo no estaba ahí, de mala, estaba en actitud de
dar.
Marta: ¿Tú que querrás en realidad, copa?
Linda: Vivir. Girar sin joder. Acompañar al planeta y no quedarme a
expensas de mi bronca. No quiero vomitar lo que cuide que no se me volcara.
(Ahora es el planeta.) Tú no me vas I detener porque este movimiento lo
tengo que seguir. Ruede ser que sea un movimiento totalmente loco, que me
haga reventar, pero...
Marta: O sea que si la copa se te posa, te detiene.
Linda: Yo creo que seguiría girando, pero...
Marta: Pero mejor que no se acerque, que se quede en su lugar.
Linda: Si se quiere vaciar que se vacíe.
Marta: ¿No te incumbe?
Linda: Tal vez me afecte, pero no me conmueve.
Marta: ¿Cómo te afecta?
Linda: Como una cierta inclinación hacia la simetría, a la armonía, pero
si no puede ser... .
Marta: En el fondo sigue su camino... Sé la copa.
Linda: Siento que se me sube la venganza... Me lleno de veneno.
Marta: Métete bien en el planeta.
Linda: Cuando te veo llena de veneno, no tengo ningún problema en ir
girando cada vez más lejos. Cuando me alejo, te extraño. Extraño justamente
mi continente.
Marta: O sea que, además de ser tu continente, puede ser muy peligrosa.
Linda: Soy una copa de veneno.
Marta: Eres una copa venenosa. Sé la copa venenosa.
Linda: Sí. O te pones a salvo. ., A cualquiera que se me acerque, lo
mato.
Marta: Dile eso también al grupo.
Linda: Cuando me lleno de odio, lo que tengo para dar se me vuelve
veneno verde, que los va a envenenar.
Marta: Sé de nuevo el planeta.
Linda: Yo me lo tomo y no me hace nada.
Marta:¡A m í no me vas a asustar!
Linda: Desde el planeta no es nada, desde la copa es terrible.
Marta: ¿Podrías bailar tu veneno?
Linda Sí.
Marta: Siéntete siendo la copa de veneno.
Linda: Soy una víbora, me enrosco en quien se me acerca, lo seduzco y
muere.
Marta: Llámalos.
Linda: No. Yo estoy aquí, el que se acerca...
Marta: El que se te acerca, ¡zácate!
Linda: No, no, yo no estoy llamando. Están todos dentro de la copa.
Marta: Un universo dentro de ti.
Linda: Todo está adentro, el planeta también.
Marta: Díselo.
Linda: Por más que gires... estás adentro. Muy chiquitito.
Marta: Sé el planeta.
(20 y 21) Linda: Qué chiquitito... Soy una brizna en el cosmos. Todos
somos iguales adentro de esta copa, somos una mierdita (el grupo ríe). Todo
el mundo cree que viajas, pero estás adentro. (Desde el planeta.) Yo soy
chiquito, brillante, giro. Estaba convencido de que iba y venía pero todos
estamos adentro de esta copa. Soy un planeta chiquito, de oro. con alitas.
Pertenezco a un lejano reino perdido del rey de copas. Giro y giro adentro de
la muerte. Estoy vivo, soy sólido. Estoy dentro de este líquido y tengo
movimiento.
Marta: Sé la copa.
(22) Linda: Soy inmensa. Miro los recorridos del planeta como tantos
otros recorridos casi graciosos. Es impresionante desde acá. Hay muchos
parecidos pero no hay otro igual. No hubo otro igual.
Marta: ¿Cómo te sientes ahora como copa?
(23) Linda: Me siento muy bien, con un líquido espeso verde y negro
con burbujas que giran y están todas vivas. (Cambia de lugar y habla desde el
planeta.) Soy una semiesfera redonda, inmensa, transparente. Fuera de mi
oscuridad hay una claridad muy blanca.
Comentario sobre el trabajo de Linda
Los números escritos en este comentario indican en qué parte del
desarrollo del trabajo se expresa la idea señalada.
La esfera simboliza lo masculino y la copa, lo femenino. Linda está muy
insegura de lo femenino. Ella necesita que un hombre le dé la identidad
femenina.
La copa con la esfera dentro simboliza la integración. Desde la copa (lo
femenino) siente ambivalencia y enojo por necesitar lo masculino.
Lo masculino y ¡o femenino no pueden estar nunca juntos, pues cuando
’o están, siempre pasa algo grave.
Llega a pensar por momentos que el hombre no le da nada, sino que le
saca. En otros momentos, no hay lugar para los dos; si él entra, ella
desaparece.
(5 y 6) Cuando él se acerca a ella se despersonaliza', deja de ser alguien.
Femenino y masculino se inhabilitan mutuamente.
(7, 8 y 10) Pasa rápidamente de sentirse desprotegida, necesitando ser
contenida, a una salida maníaca y omnipotente donde no necesita de nadie.
(9, 11 y 12) Hace seudocontactos fóbicos con los que se conforma. Evita
deprimirse al no tener conciencia de estos pasajes desde la desprotección a la
omnipotencia.
(12) La asfixia que siente con la integración de la copa y la esfera podría
estar relacionada con que fue elegida por su madre para cumplir el papel de
hijo varón.
(13 y 19) Al tiempo que se asfixia depende de la presencia de lo
masculino para sentirse mujer, y esa dependencia la irrita.
(14, 15 y 16) La exigencia de su madre de que sea el hijo varón,
acrecentó su envidia del pene. Ella quisiera que él también quede fijo, para no
sentir envidia por lo que él hace.
Pese a darse cuenta de que el conflicto está dentro de ella, lo traslada a
su pareja. Esto alivia sus temores a despersonalizarse o a transformarse en un
varón si junta las dos cosas.
Si lo femenino descansa en lo masculino, lo detiene.
En su vida cotidiana Linda, pese a ser profesional, se dedica solamente a
las tareas de la casa (repartir el alimento). Deja los viajes y el trabajo afuera,
para su marido, para el rol masculino; con esa actitud consigue calmar sus
miedos.
(20 y 21) Al final del trabajo no soporta más su propia desvalorización,
dependencia y envidia. Tiene una salida omnipotente, odiando y
desvalorizando lo masculino. En realidad es ella quien se siente poca cosa.
(22 y 23) Finalmente, ella acepta el odio como suyo.
Poco tiempo después de este trabajo y del otro en el cual la terapeuta
incluye una verdad que la paciente no puede negar, Linda comenzó a sentirse
y mostrarse más femenina y a ejercer su profesión.
TRABAJOS GRUPALES
Nicolás
Dice: “Yo le sirvo de apoyo a la parte negra y en otros momentos ella
me sirve de apoyo a mí. Somos complementarios y nos alternamos la
ganancia. No soy dos piezas, sino una sola.”
Desarrollo de la sesión
La sesión comienza con mi propuesta al grupo de que se relajen e
imaginen que van a la casa de su infancia. En esta casa deben reconocer los
objetos que fueron de ellos, sentir su olor, tocarlos y descubrir qué afectos
evocan a través de ellos. Después de estar un rato inmersos en la fantasía
deben volver a la realidad del consultorio.
Julio: Vi el violín de mi padre dentro de la caja negra de madera. Salía el
olor de la cera del arco y el olor de la madera del violín. Sentí el ruido a
hueco al depositar la mano bruscamente sobre él. El violín estaba arriba de un
ropero donde lo dejaba mi padre. También había un revólver cuarenta y
cinco. El violín era algo muy querido y muy distante. Me gustaba cuando mi
papá tocaba música. (Dirigiéndose a Marta.) Después me quedé dormido y no
sé si propusiste alguna otra consigna, estaba profundamente dormido.
Tomás: Me rompí una pierna a los once años y empecé a coleccionar
estampillas. A todo el mundo lo volvía loco pidiéndole estampillas en hueco
relieve, creía que tenían gran valor. No encontré otro objeto que me
perteneciera, pero el jardín, su fragancia y la terraza eran míos.
Noemí: Yo vi figuritas con las que jugaba con mi mamá. Vi un aromo y
un banco. Mi mamá me llevaba después del colegio a la casa de una tía;
llevábamos tortas de coco.
Alfredo: En esta fantasía no ubiqué mi juguete preferido más allá de los
once años. Pude encontrar a los nueve o diez años un triciclo y otras cosas,
que me gustaban mucho, como ser un carrito, una radio.
Rosita: Escuché de la casa vecina al consultorio la canción del “Árbol
del olvido”, en guitarra, y no te escuché la fantasía que nos propusiste. (Es
interesante destacar que tanto Julio como Rosita encontraron caminos para
evadir el encuentro con el pasado.)
Luisa: Me vi a los cuatro años cuando estaba enferma de los oídos. Mi
papá me traía muñecas hermosísimas. Lo primero que hacía yo era sacarles
los vestidos para ver si caminaban o hablaban, luego las rompía. En una
época tuve muchas muñecas. Me veo después más grande, disfrazándome y
bailando danzas españolas con mantones, recortando actores de las revistas y
haciendo álbumes. Me quedaron más grabadas las muñecas porque quería
que tuvieran vida.
Marta (dirigiéndose a Luisa): Luisa, colócate en el centro de la
habitación y métete en la sensación de ser la muñeca.
Luisa: Soy una muñeca de material duro. Tengo un lindo vestido, no
tengo movimientos (largo silencio).
Marta: Siendo la muñeca, habla con Luisa.
Luisa: Eres igual que yo, estás siempre en el mismo lugar. No te
mueves; haces siempre lo mismo.
Marta: Cámbiate de lugar, sé tú misma y contéstale.
Luisa (permanece en silencio): No se me ocurre nada.
Marta: Ahora le voy a pedir al grupo que cada uno elija el rol que le
parece que le va a salir más fácil. Se van a identificar con la muñeca o con
Luisa y van a hablar desde cada rol, compitiendo con los que juegan el rol
opuesto. Los que hacen de Luisa se agrupan a mi derecha y los que hacen de
muñeca a mi izquierda. Tú, Luisa, vas a cambiar de lugar, sentándote
alternativamente junto a los que hacen de muñeca o junto a los que hacen de
ti misma. Una vez que te identifiques con el grupo que habla, repites
solamente aquellas oraciones de tus compañeros que tú también dirías desde
ese rol. (Primero se dispone a hablar el grupo que hace de Luisa.)
Tomás: Puedo hacer cosas. Ponerme en la posición que yo elijo, ir donde
quiera, hacer lo que yo determino. Estoy vivo, tú no. Soy dueño de mis
movimientos. Tú, en cambio, estás sin vida, sin movimientos. No puedes
pensar como yo. Eres un objeto que depende de mí, nada más que un pedazo
de plástico.
Marta: Luisa, habla tú con la muñeca aprovechando que tu compañero
te dio palabras. Repite de las cosas que él dijo aquellas que tú también dirías.
Luisa: Todas, absolutamente todas.
Marta: Díselas tú a la muñeca.
Luisa: Yo puedo ir adónde quiera, me puedo mover, hacer cosas. Puedo
hacer lo que quiera, ponerme derecha, no como tú, que estás sin vida, sin
movimientos. Eres un pedazo de plástico, en una palabra, yo tengo vida.
Marta: Cámbiate de equipo ahora y responde. (Luisa se coloca junto a
los que hacen el rol de muñeca. Nuevamente no puede decir nada desde el
rol. Después de un rato, uno de los yo auxiliares comienza a hablar.)
Alfredo: Es lindo ser una muñeca como yo. Me gusta que me arropen,
me lleven a pasear, me busquen los lugares más lindos para estar. Me gusta
que los chicos me besen, me mimen. No tengo problemas de vivienda,
siempre algún lugarcito voy a tener.
Tomás (se cambió de lugar hacia el grupo de las muñecas): No tengo
que decidir. Dejo que las cosas me pasen. Servimos para que los demás se
sientan vivos. Como soy de material, no siento dolor. Los demás viven sus
emociones a través de mí.
Marta (a Luisa): Repite desde el rol de muñecas las cosas con las que te
identificas.
Luisa: Como muñeca no tengo problemas, no tengo que ocuparme de
nada. Si me ponen en un rincón voy a estar bien igual. Si no me quieren,
como no siento no importa. No tengo que preocuparme absolutamente de
nada.
Marta: Ahora vuelva a hablar el grupo que hace de Luisa.
Julio: Eres inanimada. En cambio, yo tengo vida, gozo. Ustedes las
muñecas son muertos con una sonrisa pintada. A ustedes los hacen y
deshacen a gusto. Para calentarles hay que tirarles agua caliente. Yo tengo
posibilidades de reír, de llorar, ustedes no.
Luisa: Puedo tener pareja, hijos y estar sola si quiero. Si me arrancan un
brazo grito, protesto, en cambio tú, muñequita, estás arriba de la cama, arriba
de la cama por años. (Aquí Luisa habló, en forma espontánea, usando
palabras propias, sin necesidad de tomar las palabras del grupo.)
Noemí (como muñeca): Otra ventaja nuestra es que no pasan los años.
(Ahora el grupo habla espontáneamente desde uno y otro rol.)
Tomás (desde el rol de Luisa): La vida que ustedes tienen, muñecas, es
la que yo les asigno.
Luisa: Eres inmóvil, muy linda, pero sin vida. Tú no puedes tener pareja,
hijos.
Julio (desde Luisa): Ni siquiera quiere tener algo.
Alfredo (desde la muñeca): Danos el valor que tenemos como muñecos.
Sirvo para estar en la fantasía de los chicos. Ayudo a que la fantasía sea más
clara. No me gusta que me comparen con un humano. Fui creado para una
función y la sé hacer. Fui creado para ser parte de la imaginación.
Marta (a Luisa): ¿Qué contestas?
Alfredo (desde el rol de muñeca): Si me sabes aprovechar te puedo ser
útil. (Hace rato que el grupo está proyectando sus propios conflictos a través
de los roles de Luisa y la muñeca.)
Luisa: Eres una cosa linda pero sin vida, tú no eres imprescindible.
Marta: Repite esta última frase.
Luisa: No soy imprescindible y puedo pasármela muy bien sin ti. (Aquí
cometió un acto fallido y dice que ella misma no es imprescindible.)
Marta: Sé la muñeca.
Luisa: Y si no me tienes a mí, ¿con quién juegas? ¿Con quién imaginas
cosas? Cuando vas conmigo por la calle y todos te dicen que tienes una linda
muñeca, te gusta. No es como para desecharme y decir que no sirvo para
nada. (Cambia sola de lugar. vuelve a ser ella frente a la muñeca y responde.)
Es muy lindo lo que dijiste, pero en vez de llevarte a ti en brazos es preferible
llevar un bebé. Hablar con el bebé, divertirse, quererlo y que te quiera.
Entonces sí, uno puede sentirse bien. (Ella confunde a su hija con una
muñeca. Luisa considera que su hija es su obra y que las obras del marido son
los cuadros.)
Marta: Vamos a hacer un diálogo entre la muñeca y el cuadro.
Luisa (como muñeca): Eres un cuadro muy lindo. Eres exitoso y sin
vida. Te cuelgan en una pared, a veces te miran y a veces no. Te compran
porque con el tiempo te puedes valorizar, eres una inversión.
Julio (desde el cuadro): Me molesta la luz que me pusieron para que me
vean mejor. La luz acentúa mis colores y me realza el marco. Me gusta que
me miren.
Noemí (a Julio): Pero no que te toquen.
Julio (como cuadro): Soy para ser colgado y no tocarme nunca más. Si
me tocan me manchan. (Julio tiene psoriasis.)
Luisa (como muñeca): Me gusta estar en brazos de Luisa; ella me
acaricia, me toca. Tú no tienes cabeza, cuadro; en cambio, yo sí. Soy una
muñeca como no hay muchas.
Luisa (desde el rol de cuadro): Yo soy único.
Luisa (desde el rol de muñeca): Yo también como muñeca puedo estar
en un lugar importante. A mí me cuidan muy bien.
Marta: ¿Qué tienes como muñeca que no tiene el cuadro?
Luisa (desde el rol de muñeca): Tengo contacto con las personas; en
cambio tú eres para mirar, no para tocar. (Desde el rol de cuadro.) A mí si me
tocan me hacen daño. Me tienen que cuidar del polvo, sol, humedad.
Marta (a Luisa): Ahora tú eres el cuadro. Trata de registrar cómo te
sientes respecto de la muñeca. (Luisa permanece en silencio.)
Alfredo (identificado con la muñeca, trata de estimular a Luisa para que
hable): Yo tengo afecto, cariño; en cambio tú no sabes si te compran por
esnobismo o para tener el dinero bien invertido. En cambio yo estoy tranquilo
y juego con Luisa mi rol de muñeca.
Luisa (desde el cuadro): Yo también cumplo una función, porque la
gente ve cosas en mí. La gente imagina cosas al mirarme. Para algunos soy
un adorno en una casa.
Marta (a Luisa): ¿Te gusta más la vida del cuadro o la de fa muñeca?
Luisa: Me gusta más tu vida de muñeca que la mía de cuadro, porque
estás más en contacto con las personas. Te pueden agarrar, tocar, llevar.
Como cuadro, en cambio, me cuelgan en la pared. Si se cae el clavo me
rompo.
Marta (a Luisa): Habla con tu ex marido.
Luisa: ¿Qué le digo?
Marta: Lo mismo que la muñeca al cuadro y dale un ejemplo de ello.
Luisa (a su marido): Yo crié a la nena, es más importante que un cuadro.
Ella tampoco se puede volver a repetir y es la única obra que no tiene precio.
Comentario de la terapeuta
En lugar de trabajar con un paciente por vez. como se hizo en este
material de sesión, también se podría abordar con todos los pacientes al
mismo tiempo. Para ello se podría buscar un elemento sintetizador y
unificador del material de sesión o bien usar el método de simbolización
grupal de los conflictos individuales.
Capítulo 12
Ejercicio 1
La terapeuta pide a los pacientes que se sienten en ronda, se tomen de
las manos y cierren los ojos. Cada uno se concentra en su mano derecha y en
el contacto de ésta con la mano izquierda de su compañero. La mano derecha
entrega y la izquierda, recibe. Utilizando turnos espontáneos, cada uno
entrega verbalmente algo a la persona que tiene a su derecha. Tiene que dar
algo que supone que su compañero necesita.
En el momento de recibir la información, cada uno se concentra en su
mano izquierda, que es la mano que está receptiva. Una vez concluido este
paso, los pacientes cambian de ubicación en la ronda y repiten el ejercicio,
dando y recibiendo de otras personas.
Cada uno por tumos espontáneos repite en voz alta las cosas que dijo a
los compañeros que estuvieron a su derecha, pero ahora se dice esas cosas a
sí mismo. Por ejemplo, si antes dijo: “Te doy mi apoyo y comprensión’’,
ahora dirá: “ Me doy mi apoyo y comprensión”. El paciente se permite sentir
cuánta necesidad tiene de darse a sí mismo lo que dio a los otros.
Luego los pacientes comentan lo que creen haber recibido con su mano
izquierda, verificando si hay coincidencia entre lo que creen haber recibido y
lo que los otros dicen que le quisieron dar. Finalmente, el grupo reflexiona
acerca de las distorsiones de la comunicación que se produjeron y sobre las
dificultades que tuvieron para dar o recibir.
Ejercicio 2
La terapeuta desparrama en el piso un mazo de cartas. Cada paciente
elige una carta y se trabaja con lo simbolizado en la carta que eligieron. Son
ejemplos de este ejercicio los trabajos de Mariana y Linda.¹
Ejercicio 3
La terapeuta desparrama en la alfombra un mazo de cartas. Pide a los
pacientes que entre todos elijan una carta que represente al grupo. La
terapeuta observa el desarrollo de la discusión y toma nota de lo más
significativo en la lucha por el liderazgo (manejos verbales y no verbales,
cómo se usan y en qué momento). Finalizada la tarea de elegir la carta, la
terapeuta propone que cada paciente recuerde en silencio los manejos que
utilizó para liderar la elección. Luego, con la ayuda de las notas que tomó el
terapeuta, se comenta el material. También se puede trabajar la simbología
proyectada en las cartas elegidas o especialmente descartadas por cada uno.
[1] Véanse los trabajos de Mariana y Linda en las pp. 94-137. (en el
original)
Ejercicio 4
La terapeuta da a cada miembro del grupo tantas hojas en blanco como
personas hay en sesión. Cada paciente dedica una hoja a cada compañero y
una a sí mismo.
En cada hoja escriben:
1) El nombre de la persona a la que está dirigida y su problema actual.
2) En qué lo ve errado respecto del camino por el que intenta salir del
conflicto.
3) Pronóstico.
4) Qué cosa le molesta al que escribe respecto del que va a recibir el
papel.
La terapeuta aclara que no deben firmar las hojas.
Supongamos que se trata de un grupo de ocho personas. Una vez que
todos escribieron, la terapeuta recoge las hojas, las mezcla y hace ocho pilas
en la alfombra. La terapeuta da a cada paciente una pila para que la lea en voz
alta.
Una vez que todo fue leído se vuelven a hacer ocho pilas. Ahora en cada
pila están las hojas dedicadas a cada persona. Se entrega a cada paciente la
suya. La terapeuta les propone que subrayen en cada hoja lo que les gustaría
modificar y que escriban en el reverso de la hoja los beneficios que obtienen
al continuar con el problema subrayado.
Finalmente, cada uno lee lo subrayado y los beneficios que le aporta.
Luego, cada uno permite que los compañeros fantaseen sobre qué otros
beneficios le aporta continuar con el problema subrayado.
Ejercicio 5
Cada paciente piensa acerca de los mecanismos que usa para boicotear
su propio trabajo y el trabajo de sus compañeros dentro del grupo. Luego
cada uno relata y muestra dramáticamente lo que pensó y, finalmente,
reflexionan todos juntos acerca de lo expuesto.
Ejercicio 6
Un paciente por vez sale fuera de la habitación, pero se queda cerca de
la puerta para escuchar todo lo que se conversa adentro. Los restantes
imaginan que el que se quedó afuera no viene más al grupo. Comentan
entonces en voz alta las causas por las que piensan que ese compañero no
volverá más.
Una vez que todos pasaron por el rol de “ausente”, se comenta la
experiencia.
Este ejercicio resulta útil cuando hay un alto nivel de rivalidad y el
grupo no cuida de sus miembros sino que los expulsa. Muchas veces durante
este juego, los pacientes confiesan la intolerancia que tienen con el que no
está presente en esos momentos. Ellos pueden decir si realmente les gustaría
que no viniera más y dar más detalles sobre ese deseo. Pueden hablar de la
culpa que sienten por haberlo agredido alguna vez. De esta manera, se
prepara el terreno para futuros trabajos en los que se explore más a fondo lo
proyectado en el que está afuera.
Ejercicio 7
Cada paciente escribe en una hoja, a la que no le pone su nombre,
aquellas cosas de su mundo interno que cree que jamás va a poder confiar a
otro.
Deberán escribir, si es posible, la causa por la que creen que no pueden
comunicar ese tema.
La terapeuta explícita que no exigirá que lean o compartan lo que
escribieron.
Una vez que hicieron esto, la terapeuta propone que aquellos que
quieran pueden entregar su hoja para mezclarla con las de sus compañeros y
leerlas todas juntas. En general, todos la entregan, y el que no lo hace al
principio, casi siempre la entrega más adelante.
El hecho de que las vergüenzas, miedos, culpas y dolores más hondos se
incluyan en el grupo, permite pasar de un clima de distancia, desconfianza y
miedo a un clima de buena comunicación.
Ejercicio 8
Los pacientes imaginan que van a un bar que se llama “La depresión”;
allí está absolutamente prohibido hablar de cosas buenas.
Los pacientes deben hacer un balance de todo lo malo que tienen y
acompañar lo que dicen con una postura y tono de voz coherentes. Cada uno
investiga las modificaciones que se producen en su energía y humor al tomar
contacto con sus aspectos depresivos y quejosos. En general, descubren que
se sienten más tristes y cansados que al comenzar el ejercicio. También los
pacientes descubren cómo juegan esos roles todos los días casi sin darse
cuenta.
Ejercicio 9
Los pacientes se imaginan que van a un bar que se llama “Lo bueno es
que...” Allí está absolutamente prohibido hablar de cosas negativas o tristes.
Los pacientes deberán usar un tono de voz y actitud física coherentes
con los argumentos y hacer un balance de sus cosas buenas y de los gratos
momentos vividos.
Se investigan, al finalizar la conversación, los cambios energéticos y de
humor que se produjeron en cada uno durante el ejercicio.
Ejercicio 10
Los pacientes se agrupan en parejas. Ellos se sientan como si estuvieran
viajando en un tren. Se imaginan que están sentados al lado de alguien
desconocido y tratan de comunicarse sólo con gestos. Luego pasan todos a
otro espacio de la habitación, que la terapeuta indica como el comedor del
tren. Allí deberán cambiar de pareja y seguir comunicándose por gestos.
Luego de un rato vuelven al vagón y se sientan nuevamente con su primer
compañero. La terapeuta elige y muestra otro espacio que hará de baño y
propone que vayan cuando imaginen que lo necesitan. Finalmente todos
recogen sus valijas y salen por un angosto pasillo.
Este ejercicio permite jugar diferentes roles y descargar agresión.
Ejercicio 11
Cuando un paciente se va de alta, se le pide que se siente delante de cada
compañero. Mutuamente deben decirse lo que recibieron uno del otro. Este
ejercicio también es útil en el momento voraz-dependiente.
Ejercicio 12
La terapeuta pone música y propone que cada paciente dibuje algo que
sienta representativo de sí mismo, para lo cual ofrece papel y crayones o
lápices de colores. Una vez concluida esta etapa, cada uno muestra su dibujo
y relata lo que quiso representar. El resto del grupo expresa lo que siente
frente a cada dibujo tratando de no emitir juicios.
El objetivo de este ejercicio varía según el período que atraviesa el
grupo en que se lo utiliza. En un grupo en sus comienzos será útil para
romper el frío inicial existente entre sus integrantes y para que los pacientes
se concentren en sentir en lugar de tratar de pensar. En un grupo entrenado
servirá, además, para que cada uno haga un trabajo individual a partir de su
dibujo o de lo que proyecta en el dibujo del otro.
Ejercicio 13
Sentados en ronda y con los ojos cenados, los pacientes se toman de las
manos y cada uno explora las manos de sus compañeros, tratando de registrar
qué le dicen esas manos acerca de la persona de su compañero. Una vez que
todos realizaren esa primera parte, cada uno dice en voz alta: “La persona que
tengo a mi derecha es... y la persona que tengo a mi izquierda es...” De esta
manera, cada uno describe lo que intuyó acerca de los integrantes de su grupo
a través del contacto con sus manos y enfatiza ante el grupo rasgos de sus
compañeros.
Ejercicio 14
Entre todos los miembros del grupo deben crear una historia respetando
la consigna y secuencia que se expone a continuación.
Los pacientes se sientan en ronda y uno de ellos comienza la historia;
siguiendo un orden continúa cada uno de los otros.
Cada paciente relata tres trozos de la historia. Una vez finalizada esta
etapa, cada uno dice a los demás lo que sintió mientras componían la historia.
El material se escribe y su lectura se hace en dos niveles: a) individual y
b) grupal (dinámica básica).
a) Lo individual se pone al descubierto leyendo de corrido solamente los
fragmentos que una sola persona dijo a lo largo del cuento y saltándose
momentáneamente el material de sus compañeros.
En el relato que hace cada uno hay una secuencia y coherencia
individuales. Esta secuencia individual se da simultáneamente con la
secuencia y coherencia grupales.
Para la realización de los trabajos individuales se buscan elementos
polares dentro del material de cada paciente. Cada persona trabaja solamente
con su material.
b) La dinámica básica se pone de manifiesto leyendo el cuento en su
totalidad.
En general, los grupos que atraviesan un período de desorganización,
voraz-dependiente o de condenación, no logran unidad temática.
El grupo que atraviesa un período intelectualizador, expansivo o
elaborativo suele buscar, espontáneamente, la unidad temática, y cada
participante descarta parte de su propio material para armar la trama común.
Este ejercicio es útil para comenzar una sesión prolongada cuando se
conocen todos sus miembros entre sí y el grupo está en condiciones de pasar
a los trabajos individuales. Este ejercicio también es adecuado para recoger
más datos acerca de la dinámica básica.
Ejercicio 15
Cada paciente cambia su ubicación rotando por los lugares que ocupa
cada uno de sus compañeros. Desde la sensación de ser el compañero que
representa, se imagina lo que ese compañero piensa y siente por él y se dice a
sí mismo, en voz alta, lo que el compañero le diría. Luego cada uno imagina
que él mismo está en el espacio vacío que dejó para ocupar el lugar del otro.
Este ejercicio sirve para calmar ansiedades persecutorias y revisar la
propia imagen.
Ejercicio 16
La terapeuta le da a los pacientes la siguiente consigna: de a uno por
vez, pueden hacer un diálogo imaginario entre su mamá y su papá acerca de
él. Los pacientes cambian de asiento para representar los diferentes roles.
El grupo atiende especialmente a la voz y a la actitud corporal del que
trabaja. Luego, entre todos los pacientes, reflexionan acerca de lo que
escucharon.
Finalmente, cada uno descubre, en silencie, algún tema que evitó
enfrentar y, si quiere, lo comparte con el grupo.
Ejercicio 17
Cada paciente relata al grupo un día de su vida y los compañeros
registran lo que sienten al escucharlo. Una vez que todos hicieron el relato,
cada uno comenta lo que sintió al escuchar a los demás y frente a su propio
relato.
Ejercicio 18
Cada paciente determina cuál es su conflicto más importante y elige un
compañero que representa el polo opuesto a su problema. Si el compañero
piensa que la elección es correcta, se procede de la manera que sigue: las
parejas que representan polos opuestos se sientan de a una por vez en el
centro del grupo, espalda contra espalda. Cada uno representa su polo y trata
de mostrar sus ventajas.
Es importante que los pacientes permitan que su voz y su cuerpo
acompañen al argumento.
Cuando el rol que representa cada uno cambia francamente sus
características, la terapeuta propone a los pacientes que abran los ojos, se
tomen de las manos, y sigan hablando desde el rol integrador.
Ejemplo: Los polos elegidos fueron rigidez-blandura. Cada paciente
elige un símbolo para su rol.
RELACIÓN DE PAREJA
Ejemplos
Puede ocurrir que la pareja comience a funcionar, permanentemente, en
forma simbiótica, como un individuo dividido en dos cuerpos. Esto produce
asfixia del vínculo con pérdida de la individualidad y empobrecimiento
paulatino del yo de ambos. O bien puede ocurrir que una persona no madure
adecuadamente, generando sentimientos de sobrecarga, soledad y enojo en el
otro que asume sus roles deficitarios.
Cuando la entrega es siempre en una sola dirección, se produce en el que
se entrega sensación de vaciamiento, frustración y dolor. También puede
ocurrir que la pareja abandone aquella forma de comunicación que le brinda
la sensación de ser una pareja y descubrir que la misma sólo era en
apariencia, careciendo de un vínculo afectivo y efectivo sólido.
A veces, alguno de los dos queda anclado en los primeros contratos.
Esto se debe a que esta persona no se va acomodando de acuerdo a las
necesidades que el vínculo y su situación le plantean. Con esta imposibilidad
de acomodarse detiene el crecimiento del vínculo y genera una relación
estereotipada y frustrante.
La pareja puede llegar a la consulta porque sobrevive, como único
contrato, la necesidad de no quedarse solos. Es importante que el terapeuta
acompañe a la pareja en la búsqueda de nuevos contenidos que den sentido a
la vida en común.
Siempre que la pareja pide ayuda es porque necesitan un cambio. Sin
embargo, puede ocurrir que uno de ellos sabotee permanentemente el
tratamiento. Esto se puede deber a que tiene que cuidar secretos intereses de
algún viejo contrato de necesidad, que encuentra satisfacción en la relación
tal como está y no puede sobrevivir a los cambios.
Capítulo XIV
TRATAMIENTO
Primeras entrevistas
El objetivo más importante de las primeras entrevistas es comenzar a
gestar un vínculo entre los pacientes y el terapeuta; tomar contacto con el
conflicto manifiesto y plantear hipótesis acerca del conflicto latente.
El terapeuta deja que la pareja exprese libremente todo lo que quiera
contar acerca de lo que le pasa. Formula las preguntas que necesita para
orientarse en lo que sucede y comunica sus impresiones.
Si el terapeuta considera que puede ayudarlos, les propone nuevas
entrevistas diagnósticas. En estas entrevistas investiga si existe en ambos el
deseo de preservar el vínculo; averigua los intereses y posibilidades que tiene
cada uno de escuchar las expectativas del otro y hasta dónde puede y desea
satisfacerlas.
Al cabo de varias sesiones, el terapeuta tiene una idea acerca de las
características del vínculo, madurez individual e interés en permanecer
juntos.
El terapeuta comenta a los pacientes cómo piensa encarar el tratamiento.
Luego, les propone un contrato por tiempo limitado a partir de lo que su
experiencia subjetiva le indica acerca del tiempo aproximado que podrían
necesitar.
En situaciones de mucha urgencia —pareja recuperable con hijos que
está a punto de romper la relación en malos términos— podrían ser
necesarias dos entrevistas semanales. El número de entrevistas se reduce a
una, una vez que pasó el momento crítico.
En general una sesión semanal de una hora a hora y media suele resultar
suficiente.
Durante el tratamiento, el terapeuta ayuda a la pareja a esclarecer y
resolver los diversos temas que traen a sesión. Los temas se superponen unos
con otros. Con algunos es posible avanzar rápidamente; en cambio, otros
temas demandan mucho tiempo.
Puede ocurrir que un miembro de la pareja esté maduro para enfrentar
un problema y el otro, aún no. En este caso es preferible no forzarlo y
esperar, para revisar temas especialmente difíciles, el momento en que ambos
puedan aprovechar el trabajo.
Cuando la pareja crece en forma desigual, puede aparecer intolerancia
en el que cambia más rápido y existe riesgo de ruptura del vínculo. En este
caso, puede ser conveniente reforzar la tarea mediante un específico cambio
en el esquema de tratamiento. El terapeuta plantea que es apresurado tomar
una decisión en un momento en que la situación aparenta estar muy
desequilibrada e incorpora a cada uno de los pacientes en distintos grupos
terapéuticos.
Mediante esta maniobra distiende la tensión de ruptura y abre nuevas
posibilidades. Además, desplaza momentáneamente la atención de la pareja
hacia los grupos. Dentro de los grupos, el terapeuta los acompaña en su
crecimiento, ayudado igual que antes por el conocimiento de las necesidades
de los dos. Ahora cada paciente cuenta con el grupo para revisar su mundo
interno.
En los grupos, cada uno trabaja los problemas que se resisten a enfrentar
en los encuentros de pareja. Podría tratarse de contratos de necesidad
inconscientes, influencia de las familias primitivas en la pareja o mandatos
parentales. En un encuadre grupal, estos problemas se movilizan más
fluidamente.
También el grupo brinda, aunque no es su objetivo, un grupo de
pertenencia. Este amplía la relación con el entorno de cada uno de los
cónyuges. Esto es muy útil si es que tenían un entorno muy limitado o pobre,
como ocurrió en el ejemplo que mencionamos.
Función del grupo en el tratamiento de parejas
En los grupos, los pacientes aprenden a discriminar las funciones,
alcances y responsabilidades de cada persona en el vínculo. Descubren cómo
crear momentos íntimos propios y compartidos.
Durante el tratamiento, los pacientes incluyen al terapeuta en la pareja.
Depositan en él toda su contradicción y confusión, pero el terapeuta no se
debe dejar distraer por ello.
El terapeuta siempre actúa a favor de los intereses de la relación. y sujeta
sus intervenciones a las necesidades del vínculo.
La función del terapeuta es seleccionar aquella información que le
permite generar cambios en los pacientes. Su presencia en los grupos de los
dos facilita que encuentre atajos para hacer crecer a las personas en aquellas
áreas que son puntos clave de sus vínculos.
JUEGOS
A. Juego de la casa.
Ejemplo1
Miguel: Dibujé la casa de fin de semana. Me gusta el living. Es el lugar
donde pasamos los mejores mementos. Yo proyecté y dirigí la casa. Me gusta
arquitectónicamente. La buhardilla tiene todas las cosas que tengo que hacer
y no hago, están amenazándome. Me preguntan “cuándo te ocuparás de
nosotras”.
Bárbara: Dibujé la casa donde vivimos actualmente, el jardín, el
comedor con su hogar que, en invierno, me gustan mucho. Abriendo los
ventanales se ve el jardín y la calle. El garaje es lo que menos me gusta, está
desordenado, más sucio.
Marta: Cada uno va a representar, ahora, la parte que más le gusta de la
casa que eligió.
Miguel: Soy el living, soy lindo, sencillo. Estoy decorado
modestamente. Estoy en el campo y tengo más vista que la tuya.
Bárbara: Soy el living, estoy en el centro de la casa. Percibo lo que pasa
en toda la casa. Tengo un hogar en pleno centro y el control de todo. Yo
percibo lo que pasa alrededor de la casa mejor que nadie. En este living
comenzamos una nueva etapa. Compramos la casa juntos, la decoramos
juntos, es de los dos.
Marta: Cada uno debe representar la parte que menos le gusta de la casa
que eligió y hablar con la parte que menos le gusta al otro.
Bárbara: Yo soy el garaje.
Miguel: Soy la buhardilla, siempre oscura. Me encajan todas las
porquerías que sobran; cosas rotas para arreglar. A ti, garaje, por lo menos te
limpian, te sacan el coche: en cambio, aquí tengo tierra de años.
Bárbara: Estoy mal hecho. En mí siempre queda agua acumulada,
botellas vacías, basura. Soy difícil de lavar porque se acumula el agua. Cada
vez que sacan las porquerías, surgen nuevas. En ti, buhardilla, en cambio, hay
cosas viejas pero no basura. Aquí hay agua sucia y grasa acumuladas.
Marta (a Miguel): ¿Cómo te gustaría ser como buhardilla?
Miguel: Me gustaría tener mejor comunicación, o sea un buen acceso.
Quisiera que no fuera necesario colgarse para entrar en mí. Quisiera ser más
útil, tener estanterías, guardar sólo lo que sirve, tener una ventana con luz
natural.
COMUNICACIÓN EN LA PAREJA
Ejemplos
Una mujer, en las entrevistas de pareja, cuando no le convenía lo que su
marido decía, tomaba bruscamente su saco y se ponía de pie, sin emitir una
sola palabra. Con esta maniobra conseguía que el marido cambiara el tono y
la dirección de la conversación.
Con otra pareja ocurrió en sesión la siguiente situación: El hombre
golpeó violentamente con su mano un cenicero de pie que estaba entre él y su
mujer, en el momento en que ella decidía usar su propio coche que hasta el
momento sólo usaba él. El efecto de este golpe fue que ella se olvidara
definitivamente de esta decisión.
La pareja puede hacer crecer las manipulaciones hasta que con ellas
desplaza a las personas del centro de la escena, convirtiéndose las
manipulaciones en una de las más importantes metas de la relación.
Las manipulaciones son usadas por la diada para mantener posiciones de
poder respecto del otro. Entonces es útil saber si los cónyuges están todo el
tiempo en la escalada de ganarle al otro o logran momentos de mutuo respetó.
También es útil averiguar si las manipulaciones afectan algunas áreas
del vínculo o todas, y con qué grado de complejidad las organizan.
Explorando la comunicación no verbal
Es muy común el uso de diferentes tipos de miradas para manipular.
Muchas personas acostumbran a hablar mirando el piso, el techo o cualquier
lugar, menos los ojos del interlocutor. Si esto se da, la terapeuta pone énfasis
en este punto clave de la comunicación. Ella pide a los pacientes que durante
la sesión se miren a los ojos cuando hablan. Si los pacientes no lo logran, la
terapeuta propone ejercicios orientados a ese fin.
Ejercicio 22
Bárbara (a Miguel): Eres frío, distante, sólo te importan tus I hobbies.
(La terapeuta pide a Miguel que no responda a la agresión y trate de leer qué
más le quiere decir Bárbara con esas palabras.)
Miguel: Bárbara me dice: “ ¡Ocúpate de mí también!” Marta (a
Bárbara): Transforma tu frase en un pedido.
Bárbara (a Miguel): Me gustaría que pusieras tanto cariño y dedicación
en mí como el que pones en tus hobbies. ¡Estoy celosa!
Ejercicio 23
Bárbara (a Miguel): Eres indiferente, egoísta. Solamente te interesan tus
cosas.
Marta: ¿Qué sientes ahora mientras dices eso?
Bárbara: Rabia.
Marta: ¿En qué parte del cuerpo sientes la rabia?
Bárbara: En el pecho.
Marta: ¿Sobre quién actúa tu rabia?
Bárbara: ¡Sobre Miguel!
Marta: ¿En el pecho de quién la sientes?
Bárbara: En el mío (ríe).
Marta: ¿Cuál fue tu crítica a Miguel?
Bárbara: Que es indiferente, egoísta; puede pasar días en el sótano con
sus hobbies.
Marta: ¿Tú tienes hobbies?
Bárbara: No.
Marta: ¿Te gustaría tener alguno?
Bárbara: Sí, pero nada me gusta, nada me apasiona, y eso me da mucha
rabia.
La terapeuta pretende mostrar cómo el ataque al otro es también
autoagresión y es una negación del verdadero conflicto que tiene consigo
misma. Es útil mostrar cómo el ataque a alguien con quien uno está unido es
en última instancia una autodescalificación.
En expresiones como las que siguen, hechas con el fin de aliviar
rivalidad y competencia, se observa la autodescalificación.
Bárbara (a los amigos): Si Miguel fuera un poco más dinámico, no
estaríamos en esta situación.
Miguel (a Bárbara, en presencia de los amigos): ¿Todavía no los
convidaste con nada?
Expresando afectos
Con los ejercicios, los pacientes comienzan a identificar con creciente
precisión lo que sienten en cada instante. A veces ellos logran describir las
sensaciones que componen sus sentimientos.
En cada sesión, la terapeuta trata de que los pacientes tomen contacto
con los afectos que surgieron durante su transcurso y logren ponerlos en
palabras. Suele ocurrir, en las primeras sesiones, que los pacientes no saben si
sienten o no. Ellos pueden no distinguir una emoción de otra, o les da igual
pensar que sentir, porque les parece que es lo mismo. Otras veces
desvalorizan los sentimientos y consideran que pensar es superior.
La terapeuta investiga los problemas que los pacientes tienen en esa
área. También ella evalúa si los pacientes pueden tolerar el miedo al propio
cuestionamiento al confrontar sus sentimientos con los de la pareja.
Ejercicio 24
La terapeuta propone a los pacientes que expresen las cualidades
positivas que se encuentran mutuamente y registren lo que sienten durante el
ejercicio. Mientras uno habla, el otro se deja sentir.
En muchas ocasiones, los pacientes no logran encontrarse mutuamente
cualidades positivas y se expresan de la siguiente manera:
Miguel: Ella es buena madre, es muy noble, es muy afectuosa con los
niños.
Bárbara: Él es un padre que sabe estar con los chicos. Lo que tiene de
bueno es que se preocupa por nosotros.
En este ejemplo, los pacientes evitan hablar del vínculo porque se
descalifican mutuamente como pareja.
Luego la terapeuta pide a los pacientes que hablen de las cualidades
negativas que se encuentran mutuamente.
Ejercicio 25
La terapeuta propone a los pacientes que se acuesten y se relajen. Una
vez que alcanzaron la relajación deben imaginar que van por un camino hacia
una gran galería comercial. En la galería entran en distintos negocios: una
tienda de ropa, una zapatería, una casa de disfraces, una casa que vende
“roles para desempeñar’’, un negocio de comidas, un vivero y una casa de
regalos. En cada negocio los pacientes eligen algo para sí y algo para su
pareja. La terapeuta les pide que no comuniquen su experiencia en voz alta
hasta que finalice.
Luego los pacientes relatan la experiencia, reflexionan acerca de ella y
trabajan guestálticamente con el material.
El empleo de este ejercicio también resulta muy interesante en los
grupos terapéuticos. Es útil para trabajar la capacidad de dar y recibir de cada
uno. También es útil para trabajar con la autoestima y para ponerse en
contacto con otros aspectos del mundo interno a través de lo fantaseado.
Ejercicio 26
Los pacientes hablan de sus sentimientos. Agregan —si quieren— todas
las explicaciones que se les ocurran acerca de sus sentimientos. Los pacientes
suelen hacer esta última parte muy bien. Es frecuente que crean encontrar la
causa de todo lo que les pasa; esto les da cierta seguridad que calma la
ansiedad producida por el miedo a sentir y a no poder controlar los afectos.
Ejercicio 27
La terapeuta puede proponer a los pacientes que digan lo que sienten sin
justificarlo y que detecten los detalles de sus sentimientos.
Un paciente dice: “Estoy con rabia porque no me preparaste el
desayuno”. La terapeuta le pide que simplemente repita varias veces “estoy
con rabia”.
El paciente debe buscar dentro de sí más detalles de las sensaciones que
componen sus sentimientos.
Este ejercicio tiene como finalidad el autoconocimiento y la catarsis.
Además, puede llevar al enlace de los afectos actuales con los de la infancia.
Ejercicio 28
Ejemplos:
Ambos pacientes se sientan en la alfombra frente a frente, se toman de
las manos y hacen movimiento de rueda de tren. Con voces burlonas se dicen
el enojo en forma irónica.
Ella: Estoy cansada de que critiques a mis amigos homosexuales. Me
parece que les tienes envidia porque saben gozar de las fiestas mejor que tú.
Él: Yo estoy cansado de que me lleves a esas reuniones donde soy el
único que está de traje. Los demás están de chombita porque son unos
putitos.
Ella: Bueno, vente tú con ramerita, así no estarás tan fuera de tono y
cambiarás un poco.
El. Por qué no te dejas de ser tan mandonita (ríen los dos y se relaja la
tensión).
En este caso el ejercicio permitió al bajar la tensión que hablaran de
múltiples situaciones de enojo entre ambos.
Ejercicio 30
Marta: Conviértase en la sensación que siente en la tarde al entrar a su
casa.
Marido: Soy una sensación de cansancio y mufa. Soy una opresión en el
pecho y desaliento. Soy temor.
Marta (al marido): Vuelva a ser usted mismo y responda a la sensación.
Marido: Me vas a matar, sensación, hace quince años que te soporto. No
doy más. Sé que la única manera que tengo de no sentirte es logrando que
cambie Carmen, a quien igual que a ti hace quince años que soporto. ¡No
aguanto su tristeza! ¡Tendría que romper con ella!
Marta (al marido): Sea de nuevo la sensación y responda.
Marido: No es con Carmen con quien tienes que romper, sino con tu
maldita costumbre de hacerte cargo de los otros y de querer arreglarle la vida
a todo el mundo.
Comentario final
La sociedad, el mundo individual y el cuerpo humano cambian a un paso
acelerado, demandando que cada uno de nosotros tome una posición activa
en esa evolución. Por esa razón, creo que los pacientes necesitan de los
terapeutas que nos actualicemos y estudiemos permanentemente. Necesitan
que manejemos técnicas que nos permitan hacer una psicoterapia cada vez
más eficiente y breve. Tenemos que asimilar las técnicas de modo tal que se
vuelvan parte de nosotros mismos; así podremos implementarlas de la
manera más útil y natural para la situación que abordamos. Yo deseo que el
presente libro contribuya a dicho objetivo.
ESTE INDICE CORRESPONDE AL ORIGINAL EN PAPEL
Prefacio 7
Agradecimientos 11
Parte I
Psicoterapia de grupo
Capítulo I
Introducción a la psicoterapia de grupo 15
1. Características generales de los grupos mencionados en esta obra 15
2. Símbolos 16
3. Partes individuales y compartidas de los significados de los símbolos
1ó
4. Información general acerca de los trabajos guestál-
ticos 21
Capítulo II
Dinámica de grupos 25
5. Introducción a las dinámicas del grupo terapéutico 25
Capítulo III
Dinámica de las transformaciones individuales 33
6. Mecanismos que operan en la dinámica de las transformaciones
individuales 33
Capítulo IV
Dinámica del grupo 5 1
7. Mecanismos que operan en la dinámica básica del
grupo terapéutico 51