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MINI TALLER DEL PERDON

CON HO’OPONOPONO

Lic. Raúl E. Pérez

xxxooo
Perdónate
Por Tahíta

¿Alguna vez has cometido un error y pensaste que eras tan malo que
simplemente no podías perdonarte a tí mismo? Tan malo… que te hundiste en la
depresión y no pudiste seguir adelante? ¿Por qué somos tan duros con nosotros
mismos? Por qué no podemos perdonarnos por nuestros errores? ¿Cuánto
tiempo nos castigamos antes de considerarnos dignos de perdón?

Hace poco contacté con una mujer amorosa, angustiada porque iba a tener
que declararse en quiebra debido a un momento crítico en la marcha de sus
negocios. Había dejado su trabajo un año antes, tomado todo el dinero que ella y
su marido tenían ahorrado, y comenzó un negocio de elaboración y venta de
joyas. Instaló una joyería hermosa, pero careciendo de visión para los negocios y
experiencia, para obtener suficientes ventas.

Después de un año de hundirse en deudas, tuvo que admitir la derrota y


se preparaba para declararse en quiebra. El peso de la culpa era abrumador.
Simplemente no podía perdonarse por “arruinar la situación financiera de su
familia”. Se había vuelto deprimida, retraída y triste, porque no podía soportar la
vergüenza y la decepción que leía en el rostro de su esposo e hijos. Se sentía
como un fracaso total y absoluto.

Quería saber qué podía hacer para corregir la situación. Tenía la esperanza
que sus guías espirituales le darían un nuevo plan de negocios o una forma rápida
de ganar dinero por lo que no tendría que declararse en quiebra. Pero eso no es
lo que sus guías le ofrecieron. Le ofrecieron el don del auto-perdón.

Al principio, puede que no parezca un gran regalo, pero sabiendo cómo


perdonarnos a nosotros mismos y cómo seguir adelante después de que una
tragedia golpea a nuestra puerta, todo se reacomoda, de adentro hacia afuera,
que es la forma en que lo espiritual promueve el cambio para ayudarnos. ¿Cómo
lo hicieron? Creo que me utilizaron a mí (sus guías), para darle una respuesta.

Me dijeron que le preguntara: “Si tu mejor amiga viniera a ti con este


problema, ¿qué le dirías?”

“Oh, me gustaría decirle que no debería ser tan dura con ella
misma, que todo el mundo comete errores. Le diría que como es
ingeniosa e inteligente, puede recuperarse de este revés. Me gustaría
decirle que no renuncie, sino que profundice, para tomar mejores
decisiones, aprender de sus errores y seguir adelante”.

Entonces le dije: “¿Y por qué no puedes decirte esto a ti misma? ¿Por
qué no lo aplicas en tu caso?”.

Ella se quedó atónita por un momento, sin habla. Luego dijo: “Pero yo no
merezco ser perdonada”.

Así que le dije: “¿Cómo es que tu amiga se merece el perdón, pero no


tú?”

Ella no respondió.

“Perdonarte a ti misma no significa que te librarás de las


consecuencias de tus acciones. Sí, habrá consecuencias, pero esas
consecuencias no tienen que incluir sensación de culpa, vergüenza y
depresión. La culpa, la vergüenza y la depresión no te van a dar nuevos
recursos ni te van a hacer más fuerte. De hecho, te debilitan y hacen más
difícil que te recuperes. Te debes a ti y a tu familia, mantener tu vibración
alta para encontrar la salida de esta situación de la mejor manera posible”.

Respondió: “Sí, supongo que sí les debo eso. Pero si me perdono a


mí misma y quedamos todos felices otra vez ¿No pensarán que no estoy
tomando en serio mi fracaso?”.

“¿Crees que tu familia quiere que te sientes en un rincón a llorar y


culparte? ¿O crees que preferiría que encontraras los recursos y que
trabajaras todos los días para mejorar la situación? Ellos saben que lo
sientes”.

Comenzó a llorar. “Yo soy la que se siente malísima. No puedo creer


que haya hecho ese daño a mi familia”.

“No le has hecho daño. Estás desilusionada de ti misma y estás


decepcionada del resultado de tus acciones. Pero nada es permanente. No
importa si te caes. Todo el mundo cae. Sólo importa la rapidez con que te
recuperas y continuar la carrera. Tu familia cuenta contigo. ¿Qué es lo
mejor que puedes hacer para ayudarles en este momento”.
“Yo podría conseguir un trabajo”.

“Y lo harás, pero lo primero que tienes que hacer es perdonarte a ti


misma. Date la misma compasión y comprensión que le darías uno de tus
hijos si tomaran una decisión equivocada. Quieres que tus hijos aprendan
de sus errores ¿no?”.

“Por supuesto. Quiero que sepan que nunca deben darse por
vencidos. No quiero que terminen deprimidos, llorando en un rincón”.

“Bueno… enséñales a caer y volver a levantarse. Tienes la


oportunidad de ser un modelo para ellos acerca de lo que el verdadero
éxito es, que estás aprendiendo cómo recuperarte después de un revés.
Únanse como familia, lleguen a un plan sólido para recuperarse, un plan
de trabajo, y sigan adelante. Ser feliz y crear recursos después de un revés
no significa que estés negando la responsabilidad de lo que hiciste. Sólo
significa que estás reconociendo la situación y te comprometes a hacer
algo para mejorarla”.

Al momento en que nuestra conversación terminó, se sentía mucho mejor


que cuando nos contactamos. Adoptó una nueva creencia sobre su situación. En
lugar de considerarse un fracaso, empezó a pensar en sí misma como un “éxito
en potencia”. Se comprometió a dedicar tiempo y energía en mejorar su
situación en lugar de seguir castigándose. Finalmente aceptó el perdón de su
familia y empezó a tratarse a sí misma en la forma en que trataría a los demás
en la misma situación.

El secreto para perdonarse a sí mismo es tomar responsabilidad por


nuestras acciones, pero no permitir que nuestra idea de fracaso nos abata.
Cuando cometamos un error, aprendamos de él lo que vino a enseñarnos, y
sigamos adelante. No nos rindamos…elevemos lo más posible nuestra vibración,
y pidamos guía y ayuda si la necesitamos.

¡Démonos el perdón que tan amorosamente


damos a los demás!

El perdón es el regalo que nos brindan para que aceptemos en humildad


nuestra parte humana.
No siempre podemos evitar errar, pero siempre…SIEMPRE…podemos
perdonarnos.

Los cuatro perdones

Hay cuatro perdones con los que necesitamos trabajar para sanear nuestra
vida íntima. Desde hace años mucho se habla básicamente de dos. Quisiera
enunciar a los cuatro. Pero antes deseo aclarar que el perdón no es un acto: es un
proceso. O sea: no es posible perdonar desde la voluntad; desde la voluntad lo
que sí podemos es elegir cultivar ese proceso, sabiendo que si no lo hacemos una
porción de nuestra vida permanecerá infectada, inflamada, y cada vez que algo la
toque, dolerá.

No podemos, entonces, decidir “Te perdono”. Pero sí podemos decidir


colaborar conscientemente con ese proceso. Este trabajo psicológico, sin
embargo, es sólo una parte. La otra es que, a medida que sostenemos en el
tiempo la intención de cultivar el perdón, algo nuclear de nuestro Inconsciente
(nuestra Esencia, nuestro Sí Mismo) a su vez trabaja subterráneamente para que
el perdón acontezca. Sí: la médula del perdón deviene de una instancia interna
superior. Por eso se llama per-don: es un don que viene desde algo muy hondo
(en inglés, forgive , siendo que to give no sólo es dar, sino también consagrar, o
sea: con-sagrar).

De manera que decidir perdonar implica disponerse a hacer,


humanamente, nuestra parte en ese proceso, y también a pedir a esa instancia
interna (como en una oración) que tenga a bien desplegar eso más sutil que,
desde nuestro psiquismo limitado, no podemos ejecutar. Así, cuando el perdón
adviene y sentimos la herida limpia, es porque muy dentro han convergido
nuestro trabajo psicológico intencional y el trabajo de nuestro Sí Mismo (sin el
cual el perdón no acontece).

Esto toma tiempo; y perdonar no significa aceptar que el dañador nos siga
dañando, o que retorne a nuestra vida si lo hemos expulsado: implica que esa
persona ya no ocupe tanto espacio dentro de uno. De modo que no se trata sólo
de “ser magnánimo con quien nos hirió”, sino de des-enquistar al otro del
enorme lugar que ocupa cuando una herida no ha cicatrizado. Ése es el primer
perdón… Pero hay tres más.
El segundo es el que refiere a pedir perdón (tarea indispensable en el
propio proceso evolutivo): revisar nuestra historia y el día a día, determinando a
quiénes hemos lastimado. Por torpeza, por inmadurez, por ignorancia, por
egoísmo... Una vez detectados a conciencia estos actos incisivos, será necesario
ofrecerle al otro, -si aún es posible-, nuestro reconocimiento del error: ayudarle a
que despliegue el proceso de su primer perdón, pues ese proceso es más fluido si
el heridor se hace cargo de la herida frente al herido. Éste también es un acto
liberador, ya sea que nos brinden la disculpa o no (y debemos estar preparados
para lo último, con coraje y dignidad).

Aclaración importante: cuando hacemos ho’oponopono, no es


necesario pedirle perdón personalmente a las personas, lo hacemos
trabajando en nuestro propio interior. Ocurre que quien escribió este
artículo, no utiliza este método sanador. Sin embargo lo he agregado en
este texto, porque son conceptos importantes de conocer.

Del tercer perdón también se habla mucho: perdonarse a sí mismo por el


daño causado a otros. Pero al cuarto no se lo menciona, y quiero destacarlo: en
un momento de soledad, de quietud, a corazón abierto, pedirse perdón a sí
mismo. Pues en muchos aspectos de nuestra vida hemos sido el heridor y el
herido: nos hemos despreciado, nos hemos saboteado, nos hemos exigido hasta
agotarnos, nos hemos expuesto al abuso reiterado de otros heridores, sin
brindarnos cuidado ni afecto... (Incluiría en ello el pedirle perdón a nuestro
cuerpo, pues con frecuencia ha sido lastimado por nuestras actitudes hacia él.)

Si no nos disponemos a transitar este cuarto perdón, los otros tres por sí
mismos no alcanzarán a cerrar los círculos abiertos, dado que cada uno de los
cuatro perdones dinamiza el proceso de los otros tres, necesitándose
recíprocamente.

Pedirse perdón es un acto de amistad consigo mismo, tal como lo


haríamos en el segundo perdón con cualquier ser querido. Y... ¡necesitamos ser
para con nosotros mismos un ser querido!

El único con el que conviviremos hasta el fin de nuestros días (y más).


Recordando también que, como dijo el gran Jung:

“Nadie puede relacionarse con otro mientras no se relacione


primero consigo mismo”.
Sanando el corazón - Los dones del perdón
Dr. Deepak Chopra

En la mitología egipcia, hay una historia que dice que cuando una persona
muere, el alma viaja a una dimensión diferente para someterse a una revisión de
su vida. En ese eterno, reino sin espacio, el dios Anubis coloca el corazón astral
del recientemente fallecido en una báscula para pesarlo poniendo en el
contrapeso, la pluma de la verdad. Si el corazón es más ligero que la pluma, el
alma se libera por la eternidad. Si el corazón es más pesado que la pluma, ya que
está lleno de remordimientos y resentimiento, el alma es enviada de vuelta a otra
vida de aprendizaje y evolución.

Este antiguo mito ofrece un mensaje poderoso para iluminar. . . dejar de


lado las cargas emocionales que nos agobian, que perturban nuestra paz, y que
hacen difícil el estar completamente presentes.
En muchos de nosotros, una de las mayores cargas emocionales que
llevamos es la falta de perdón para los demás y para con nosotros mismos.

Cuando nos aferramos a la queja, la vergüenza, la ira o el dolor del pasado,


todo nuestro cuerpo-mente sufre. Nuestro cuerpo produce cantidades excesivas
de hormonas tales como adrenalina y cortisol, que con el tiempo pueden
comprometer nuestro sistema inmune y contribuir a la enfermedad
cardiovascular.
La hostilidad es una emoción inflamatoria que según investigadores es
causa emocional de prematuros ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
La hostilidad también está asociada con trastornos autoinmunes. No es una
coincidencia que hablamos de personas que mueren “porque les rompieron el
corazón” o describir una traición como “una puñalada por la espalda”, o
decir que una gran pérdida fue “desgarradora” . Como sabemos desde hace más
de tres décadas, el cuerpo y la mente están íntimamente conectados.

Afortunadamente, el cuerpo-mente es increíblemente flexible, y cuando


nos desprendemos de la toxicidad emocional, inmediatamente comienza a volver
a la homeostasis, que es un estado de auto-curación y auto-regulación. En un
nivel emocional, los beneficios del perdón y la liberación de la carga que provoca
el juzgar, tienen un valor incomparable. Al perdonar, nos liberamos de las
ataduras del pasado y gravámenes que constriñen nuestro corazón, ampliando
nuestra capacidad de amar y ser amado.
Perdonar no es condonar

Es común que las personas se resistan a perdonar a otros, por la creencia


de que el perdón de alguna manera condona las acciones de esa persona. En
nuestra perspectiva, el perdón no se trata de tolerar una acción que causó el dolor
para nosotros o para otros. Esto no implica que toleremos que un ladrón nos
robe, o que engañemos a nuestra pareja o nuestros hijos mintiendo. Podemos
perdonar incluso si nos negamos a tolerar el comportamiento de alguien y ya no
queremos que esa persona sea parte de nuestra vida.

En última instancia el perdón es un regalo que nos damos a nosotros


mismos. Podemos beneficiarnos de perdonar incluso si la persona a la que
perdonamos no tiene conocimiento de nuestros sentimientos e incluso si ya ha
partido de plano.
Podemos encontrar la inspiración en las palabras de Nelson Mandela, que
fue encarcelado por el gobierno sudafricano durante veintisiete años Sin odio ni
amargura por sus captores. Él dijo:

“Cuando entré por la puerta hacia mi libertad, sabía que si no


dejaba toda la ira, el odio y la amargura atrás, todavía estaría en una
cárcel”.

El Perdón ocurre de una capa a la vez

Aun sabiendo el valor del perdón, muchas personas dudan de que alguna
vez sean capaces de perdonar y dejar ir. Tengamos la seguridad de que todos
tenemos la capacidad de perdonar, porque es la naturaleza de la vida liberar la
toxicidad y volver a la totalidad. Al mismo tiempo, el perdón a menudo no
sucede de una sola vez. Sobre todo en los casos de vejamen profundo, el perdón
es un proceso que nos obliga a perdonar de a una capa a la vez.

A veces tenemos que perdonar a alguien muchas veces antes de que


finalmente nos desprendamos de todo el residuo emocional del pasado.

Una vez que tomamos las medidas necesarias para restablecer la paz en
nuestro corazón, notaremos un cambio. Nos sentiremos más ligeros a medida
que expandimos nuestra capacidad de amor, la compasión y la sanación.

Démonos esa oportunidad a todos, incluyéndonos.


Como es adentro, es afuera

Ari Shemoth

Si no lo ves, no lo tienes... Vemos el mundo como somos... No existe el


afuera desconectado de nuestra realidad interna, esto es mera ilusión de nuestra
percepción lineal. Nada de los que nos acontece nos es ajeno, se encuentra
asociado y vinculado vibracionalmente, estamos dentro de la misma frecuencia.
Es por eso que lo atraemos, es por eso que lo creamos... Como es adentro es
afuera. Tú lo pensaste, tú lo creíste, tú lo creaste.
Todo el tiempo nos ponemos enfrente situaciones que son una película
que estamos proyectando desde los datos que se encuentran en nuestro
subconsciente. El mundo es una pantalla, solo nos refleja lo que enviamos. Solo
vemos lo que nos permite apreciar nuestro propio condicionamiento adquirido.
Las cosas siempre se tiñen del color del cristal con que las miramos.
Observador y realidad son una misma cosa... El pecado y la perfección reposan
en los ojos de quien observa e interpreta.

Inocente e inconscientemente intentamos separar lo de afuera con lo de


adentro, dando así origen a las ilusiones de la percepción y a esas falsas
interpretaciones que generan más drama y victimización. Todo lo que percibes
habla de ti... Siempre ha sido así... Tú te relacionas en presencia de otros. Tú los
convocas… y cuando algo te molesta de ellos… te vienen a señalar lo que te falta
atender en ti... Eres tú mismo viéndote a través de los demás. Son tus espejos que
te muestran tus puntos ciegos.
Todo tiene que ver con los aspectos internos que no has resuelto. Me
refiero a esas cargas mentales que te desvalorizan y culpan, creando interferencias
y desequilibrio en tu sistema energético que después proyectas en forma de
bloqueos emocionales, de temores y drama.

Un concepto que no está de más recordar


La paz comienza contigo

Mabel Katz

Siempre estamos esperando que las cosas se resuelvan, que cambien


“fuera” de nosotros. En realidad, cuando estamos en Paz, todo y todos cambian.
Todo y todos sólo son memorias. Mientras experimentamos confusión, temor y
ansiedad, podemos limpiar esas memorias. Podemos soltarlas, sabiendo que sólo
son memorias tocando.
Cuando tomas 100% de responsabilidad vuelves a encontrar la paz mental.
A medida que sueltas todo aquello que no forma parte de ti, puedes hallar esa paz
de ser tú mismo, de saber mejor. Cuando despiertas, eres más consciente. Puedes
observar sin preconceptos. Cuando experimentas la verdad, tus experiencias son
totalmente diferentes.

A medida que comiences la limpieza y sueltes todo aquello que no forma


parte de ti, podrás apreciar la vida de un modo diferente. Te hallarás observando
más, de un modo completamente diferente. Notarás los árboles, las hojas que
caen y el océano como nunca antes los habías visto. Caerás en la cuenta de que
has estado ciego todo este tiempo.
Hallarás más paz cuando logres observar en lugar de dejarte llevar y
reaccionar. Cuando sueltes las memorias, lograrás ver del mismo modo en que ve
Dios y tendrás el coraje de no reaccionar con opiniones y juicios de valor cada
vez que algo ocurra.

Algo que necesitas tener en mente para estar en paz es que matar, cometer
delitos, herir a otras personas, no son parte de la naturaleza humana. Estas
acciones son simplemente memorias tocando y las personas no pueden evitar
actuar de acuerdo a sus memorias.
Cuando alguien hace algo que no te gusta, tú debes ser consciente, ser
capaz de observar y saber que en ese momento no están siendo ellos mismos.
Son simplemente las memorias tocando. Si puedes tomar 100% responsabilidad
de que el otro es simplemente parte de tus memorias y estás dispuesto a
limpiarlas, aquello que se desprenda de ti se desprenderá también de ellos.

La mayoría de nuestros problemas provienen de nuestros antepasados y la


mayor parte de lo que sucede en este momento en el mundo son memorias. El
mundo está manejado por información proveniente de memorias.
Imagina lo que sucedería en el mundo si las personas dejaran de
considerarse víctimas, de culpar al prójimo y de creer que tienen la razón. Es
simplemente parte de ser ignorantes, de estar adormecidos, de no saber quiénes
somos.

Imagina lo que sucedería si todos tomaran 100% de responsabilidad.

Y siguiendo con el mismo tema, otros conceptos interesantes.


La Paz comienza dentro de tí
Verónica Tomsic

HA’I

A lo largo de mi vida, he tenido que “enfrentar” todo tipo de “problemas”,


que, definitivamente, eran “aparentemente” ajenos a mi voluntad. Claro que esto
era visto desde mi perspectiva. La mayor parte de las veces, terminaba con una
sensación “culposa”, sobre algo que no había creado, pero se manifestaba
abiertamente en mi experiencia.
Y, aunque era pequeña, había un común denominador. Cada vez que había
un problema... yo estaba allí. Aquello, que a simple vista, parecía sumamente
sencillo, se complicaba de un modo exagerado. El papel que mejor representaba
era el de CULPABLE. Cuando algo ocurría y decían: ¿Quién hizo esto? Yo
siempre asumía la culpa. Era, simplemente culpable. Pudo haber sido peor... pude
haber sido víctima... y no lo fui... y estoy agradecida por eso.

Ho’oponopono vino a mi vida justo cuando la guillotina tocaba mi cuello.


Era tan pero tan CULPABLE, que ya estaba CONDENADA.

Después de un buen tiempo de practicarlo, un día me dije: “No quiero


más de esto.” “Si yo lo permití, entonces yo lo hice”. “Quiere decir que yo
puedo cambiarlo”.

Esto es 100% DE RESPONSABILIDAD. Todo lo que entra en tu


realidad es tu responsabilidad, sólo por el hecho de estar en tu vida.

De ningún modo, Ho’oponopono te exime de los problemas. Ellos


seguirán apareciendo en tu vida... pero, ahora, en lugar de “problemas” son
“oportunidades”. Oportunidades para limpiar, para liberar, para dejar ir.

Un problema... es sólo lo que tú dices acerca de él... es eso que tú ves...

De alguna forma, todos somos guerreros inmersos en una gran lucha y


muchos hemos sufrido hasta sangrar el corazón. Pérdidas afectivas y financieras,
enfermedades terribles tanto personales como de seres queridos, amores que se
han ido, soledades extremas, incomprensión, desesperanza, injusticias,
desilusión... Pero Ho’oponopono te recuerda en todo momento que el dolor es
inevitable, pero el sufrimiento es opcional.
Sólo tienes que hacer tu limpieza y encontrar tu paz. La Paz está en algún
lugar muy dentro de ti. Es tu tarea comprender que la Paz comienza contigo y
con nadie más. No hay nada “allá afuera”. Todo ocurre adentro.

Claro que siempre tienes disponible el otro camino... el de engancharte en


los problemas, retorcerlos... y colgarte de las memorias repitiéndose una y otra
vez. Esto es sólo una representación de un papel que tu ego ha elegido. Recuerda
que “nadie te ha hecho nada”... sólo hemos permitido que suceda. Hemos dado
permiso para que entre en nuestra realidad... y cada problema será tan terrible
como nosotros mismos permitamos que sea.
Cada vez que te encuentras en un gran problema, “ajeno” aparentemente a
tu voluntad... que está ocupando tu mente a jornada completa... tratando de
averiguar cómo salir de allí del modo más benéfico y menos doloroso para
todos... te estás centrando en los DATOS, en la INFORMACION... y quedas
cada vez más y más atascado. Si te alejas un poco, de tal modo que puedas ver
desde un ángulo externo... puedes observar cómo cada uno de los involucrados
va reaccionando en función de sus propios intereses, acomodando la situación,
llevando el asunto a dimensiones insospechadas... cada uno a su modo,
especulando, tergiversando, manipulando, victimizándose.

En poco tiempo el problema... que ya no recuerdas cómo comenzó... tomó


dimensiones extremas, y, muy probablemente, un rumbo totalmente opuesto al
original.
En ese momento, te das cuenta que somos “creadores” de problemas.
Somos nosotros los que dejamos que las memorias regresen y jueguen el papel
que tienen que jugar. Cada uno se retuerce un su papel. Y creemos que eso es la
vida.

No estamos capacitados para resolverlos. Simplemente no podremos


jamás reunir todas las piezas. Así como jamás podremos juzgar teniendo todos
los elementos. Cuando tratamos de hacerlo solos, por nuestra propia cuenta, le
decimos a Dios: “Yo puedo sólo... no te necesito” “Yo puedo resolverlo”... Y
Dios respeta tu decisión... y espera hasta que digas: “Dios mío! Yo no puedo con
esto!”...

Pero de este modo, jamás vendrá la paz. La paz comienza dentro de cada
uno. Si quedas atascado en las memorias, vendrá más y más de lo mismo. Sólo
memorias repitiéndose. Una y otra vez. Es como si la vida te enviara maestros...
si no aprendes con el primero, te manda otro y otro y otro... hasta que finalmente
comprendes. Por eso, liberar, desengancharte, te ofrece un modo más amable y
pacífico de aprender tu lección...
Cuando algo surge en tu experiencia y lo identificas como un problema,
decides hacer la limpieza, liberando la memoria oculta que lleva, permitiendo a
Dios hacerse cargo... dejando ir, sin engancharte o atascarte en los datos, en la
información, que siempre serán puntos de vista retorcidos por la experiencia de
cada uno, por lo tanto, datos erróneos e incompletos y lógicamente inútiles, si no
te enganchas y liberas... vaya a saber cuál memoria repitiéndose y creando esa
realidad... podrás estar en la Paz de Dios, sin importar lo que pase.

Y sí... eres un guerrero. Pero la lucha siempre es más simple si tienes a


Dios en tu equipo. No le pidas que se vaya... no le digas que no lo necesitas.
Quédate con él. Lucha de su lado. Y todo será más sencillo.

Cada día es nuevo. Y todo es nuevo. Y en cada día hay una bendición y
una oportunidad. Sólo hay que encontrarla, dentro de uno mismo. “Limpia,
borra, borra y encuentra tu propio Shangri-lá... Dónde? DENTRO de ti”.
(Morrnah Simeona).

Aquí otro artículo esclarecedor de Verónica Tomsic.

Algunas curiosidades: Perdonar y Pedir Perdón

La PAZ comienza conmigo

Pedir perdón... reconocer un error (bajar la cabeza, nos diría nuestro ego).
En la jugarreta de don ego, todo se vuelve más complejo. Sólo por que don ego
lo pone en términos despreciables, complicados y retorcidos. Entonces, tienes
toda una tarea... que no es menor: Todo un desafío al ego.

Pedir perdón, es sólo reconocer que hemos fallado. No hay más historias
detrás de esto. Don ego pondrá gran esfuerzo en retorcerlo, pero en realidad es
muy simple. Y trae sorpresa extra... todo por el mismo precio: ¡TE LIBERAS!

Qué extraño y curioso el hecho de poner complicado lo simple... aun


sabiendo que no hay liberación posible si persistes en el error...

Pero PERDONAR es algo diferente... ¡No hay NADA que perdonar!


Déjame ponerlo de este modo:
Algunas frases que hemos aprendido, que se arremolinaban en mi corazón
y me inquietaban, como esta: “Errar es humano, perdonar es divino” o ésta:
“Pedir perdón es de hombres inteligentes, perdonar es de hombres sabios”... no,
no, NO!
Cuando logras comprender que la mochila de rencores no te sirve para
nada... dejan de “existir” algunas cosas... como por ejemplo: “ME lastimaron”,
“ME hicieron daño”, “ME hizo enojar”, todas ellas, frases favoritas del ego y del
rol de víctima que tan bien representamos los seres humanos... “El dolor es
inevitable, pero sufrir es opcional” del Buda, nos ayuda a comprender esto.
Claro que pueden lastimarte! Pero tu regeneración es instantánea, y la
percepción de “ataque”, por llamarlo de algún modo, y todas sus consecuencias
quedan en el “agresor”. Ya no sientes odios, ira o sed de “justicia”. Sólo sientes
amor!
Desde este nuevo ángulo de visión o interpretación de un suceso o
experiencia, quien pide perdón, reconoce su error y se libera a sí mismo. Y aquel,
que en otro momento se considerara el “agredido” ya no tiene NADA que
perdonar!
Jesús fue muy claro cuando dijo “pon la otra mejilla”. Crees que dijo algo
tan inaplicable? No! Él dijo: ¡no te cuelgues, no te prendas! Cuando el supuesto
“agresor” te lastima, por cualquier motivo, el que fuera... lo que te ocurre
“normalmente”, es que quedas impregnado de la agresión... ¡te llenas de odios,
ofensas, broncas... que no son tuyas! Jesús te decía que esto no tiene sentido... La
agresión viene del otro, no de ti.
¿Cómo es eso que te agreden y tú quedas pegado? NO tiene sentido! Y si
no te prendes, algo bueno puede salir de allí. Tal vez el agresor puede recapacitar,
al menos es una pequeña posibilidad... de otro modo es un círculo vicioso, de
rencores y más rencores, que viajan en ambos sentidos... sin fin
Entonces: pedir perdón es liberarse a sí mismo. Y “perdonar” ya no es
necesario... no tiene el más mínimo sentido.
Ya no existe “perdonar” y “pedir perdón” libera... ¿Extraño, no?

Algunas oraciones breves para trabajar el perdón


“Me declaro en paz con todas las personas de la Tierra y
especialmente con quienes tengo deudas pendientes. Lo Siento,
Perdóname, Gracias, Te Amo”.
“Aunque me cueste perdonar a alguien yo soy quien pide perdón a
ese alguien ahora, por lo que pasó en ese instante, en ese tiempo. Lo
Siento, Perdóname, Gracias, Te Amo”.

“Asumo el cien por cien de mi responsabilidad en todas las


situaciones y experiencias en mi vida y por la vida de todos los
involucrados, por mis actos y sus actos, yo los libero de toda
responsabilidad de contrato o acuerdo previo. Lo Siento, por las memorias
que comparto con ellos, ahora son libres y yo soy libre. Te Amo, Gracias”.

“Te pido perdón si te causé dolor y sufrimiento, te pido perdón si


yo, mi familia o alguno de mis antepasados te ofendieron a ti, a tu familia,
o antepasados. Siento haberte involucrado y relacionado en mi realidad.
Lo Siento, Perdóname, Gracias, Te Amo”.

Esta es una oración que el Dr. Ihaleakala Hew Len hizo en un seminario
dictado en Los Ángeles. Un amigo de un foro tuvo la dicha de estar ahí, y me la
envió. Hay que decirla, teniendo un vaso de agua lleno hasta las ¾ partes, como
el que usamos para limpiar ambientes.

“Humildemente, pido perdón por todos nuestros errores,


resentimientos, culpas, odios, dolores o traumas, ofensas, bloqueos, etc.,
que hemos creado y acumulado desde el principio de los tiempos hasta el
presente, por favor perdónanos”.
Permite que esta agua limpie, purifique al que ofende y al ofendido
de todo lazo espiritual, mental, material, financiero y kármico.
Borra de nuestro banco de memorias el dolor y los bloqueos que nos
mantienen estancados. Desata, abre, libera, y suelta estas memorias no
deseadas. Transmuta estas energías en pura Luz.
Permite al orden Divino de la Luz, el Amor, la Paz, el Equilibrio,
Entendimiento, Alegría, Sabiduría y Abundancia, que se manifiesten a
través del poder Divino del Divino Padre, Creador de toda la Vida, Madre,
Hijo en Uno, en quién descansamos y somos…AHORA POR SIEMPRE
Y PARA SIEMPRE. AMEN.
Oración del Perdón de 36 días
Si uno trabaja con esta oración durante 36 días consecutivos, se ha
comprobado que pueden ser sanados dolores insuperables. El perdón es la llave
que nos abre al portal de Amor Infinito.

La oración es la siguiente:

“Me perdono por cualquier acción, hecho o pensamiento pasado,


presente o futuro, en esta o en cualquier otra realidad, que no haya estado
compuesto por las frecuencias del Amor Sagrado”.

“Perdono a todos aquellos con los que haya compartido energías


conflictivas o discordantes durante mi vida presente o en vidas pasadas, en
esta o en cualquier otra realidad, y les devuelvo, envueltos en una burbuja
de Amor, todos los recuerdos negativos, energías impactantes y futuros
probables que hayamos creado juntos. Pido a la Divinidad que impregne
todas las facetas de mi Ser con las frecuencias del Amor y de la Luz, para
que yo pueda estar concentrado en mi alma y centrado en mi corazón
como Maestro de mi Ser y Portador de la Luz”.

“Si me he herido en el pasado, presente o futuro de modo consciente


o inconsciente, lo perdono y lo libero, para mi bien y para el bien mayor. Si
hay algo o alguien que me ha herido en el pasado, presente o futuro, de
modo consciente o inconsciente, lo perdono y lo libero. Si yo he herido a
algo o alguien en el pasado, presente o futuro de modo consciente o
inconsciente, pido que me perdone y me libere”.

Lic. Raúl Pérez


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donde aprendemos y compartimos experiencias, además de borrar grupalmente
escribí a: licenciado.raul.perez@gmail.com
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entradas del blog, en diferentes años, porque hay mucho material.

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