Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
CON HO’OPONOPONO
xxxooo
Perdónate
Por Tahíta
¿Alguna vez has cometido un error y pensaste que eras tan malo que
simplemente no podías perdonarte a tí mismo? Tan malo… que te hundiste en la
depresión y no pudiste seguir adelante? ¿Por qué somos tan duros con nosotros
mismos? Por qué no podemos perdonarnos por nuestros errores? ¿Cuánto
tiempo nos castigamos antes de considerarnos dignos de perdón?
Hace poco contacté con una mujer amorosa, angustiada porque iba a tener
que declararse en quiebra debido a un momento crítico en la marcha de sus
negocios. Había dejado su trabajo un año antes, tomado todo el dinero que ella y
su marido tenían ahorrado, y comenzó un negocio de elaboración y venta de
joyas. Instaló una joyería hermosa, pero careciendo de visión para los negocios y
experiencia, para obtener suficientes ventas.
Quería saber qué podía hacer para corregir la situación. Tenía la esperanza
que sus guías espirituales le darían un nuevo plan de negocios o una forma rápida
de ganar dinero por lo que no tendría que declararse en quiebra. Pero eso no es
lo que sus guías le ofrecieron. Le ofrecieron el don del auto-perdón.
“Oh, me gustaría decirle que no debería ser tan dura con ella
misma, que todo el mundo comete errores. Le diría que como es
ingeniosa e inteligente, puede recuperarse de este revés. Me gustaría
decirle que no renuncie, sino que profundice, para tomar mejores
decisiones, aprender de sus errores y seguir adelante”.
Entonces le dije: “¿Y por qué no puedes decirte esto a ti misma? ¿Por
qué no lo aplicas en tu caso?”.
Ella se quedó atónita por un momento, sin habla. Luego dijo: “Pero yo no
merezco ser perdonada”.
Ella no respondió.
“Por supuesto. Quiero que sepan que nunca deben darse por
vencidos. No quiero que terminen deprimidos, llorando en un rincón”.
Hay cuatro perdones con los que necesitamos trabajar para sanear nuestra
vida íntima. Desde hace años mucho se habla básicamente de dos. Quisiera
enunciar a los cuatro. Pero antes deseo aclarar que el perdón no es un acto: es un
proceso. O sea: no es posible perdonar desde la voluntad; desde la voluntad lo
que sí podemos es elegir cultivar ese proceso, sabiendo que si no lo hacemos una
porción de nuestra vida permanecerá infectada, inflamada, y cada vez que algo la
toque, dolerá.
Esto toma tiempo; y perdonar no significa aceptar que el dañador nos siga
dañando, o que retorne a nuestra vida si lo hemos expulsado: implica que esa
persona ya no ocupe tanto espacio dentro de uno. De modo que no se trata sólo
de “ser magnánimo con quien nos hirió”, sino de des-enquistar al otro del
enorme lugar que ocupa cuando una herida no ha cicatrizado. Ése es el primer
perdón… Pero hay tres más.
El segundo es el que refiere a pedir perdón (tarea indispensable en el
propio proceso evolutivo): revisar nuestra historia y el día a día, determinando a
quiénes hemos lastimado. Por torpeza, por inmadurez, por ignorancia, por
egoísmo... Una vez detectados a conciencia estos actos incisivos, será necesario
ofrecerle al otro, -si aún es posible-, nuestro reconocimiento del error: ayudarle a
que despliegue el proceso de su primer perdón, pues ese proceso es más fluido si
el heridor se hace cargo de la herida frente al herido. Éste también es un acto
liberador, ya sea que nos brinden la disculpa o no (y debemos estar preparados
para lo último, con coraje y dignidad).
Si no nos disponemos a transitar este cuarto perdón, los otros tres por sí
mismos no alcanzarán a cerrar los círculos abiertos, dado que cada uno de los
cuatro perdones dinamiza el proceso de los otros tres, necesitándose
recíprocamente.
En la mitología egipcia, hay una historia que dice que cuando una persona
muere, el alma viaja a una dimensión diferente para someterse a una revisión de
su vida. En ese eterno, reino sin espacio, el dios Anubis coloca el corazón astral
del recientemente fallecido en una báscula para pesarlo poniendo en el
contrapeso, la pluma de la verdad. Si el corazón es más ligero que la pluma, el
alma se libera por la eternidad. Si el corazón es más pesado que la pluma, ya que
está lleno de remordimientos y resentimiento, el alma es enviada de vuelta a otra
vida de aprendizaje y evolución.
Aun sabiendo el valor del perdón, muchas personas dudan de que alguna
vez sean capaces de perdonar y dejar ir. Tengamos la seguridad de que todos
tenemos la capacidad de perdonar, porque es la naturaleza de la vida liberar la
toxicidad y volver a la totalidad. Al mismo tiempo, el perdón a menudo no
sucede de una sola vez. Sobre todo en los casos de vejamen profundo, el perdón
es un proceso que nos obliga a perdonar de a una capa a la vez.
Una vez que tomamos las medidas necesarias para restablecer la paz en
nuestro corazón, notaremos un cambio. Nos sentiremos más ligeros a medida
que expandimos nuestra capacidad de amor, la compasión y la sanación.
Ari Shemoth
Mabel Katz
Algo que necesitas tener en mente para estar en paz es que matar, cometer
delitos, herir a otras personas, no son parte de la naturaleza humana. Estas
acciones son simplemente memorias tocando y las personas no pueden evitar
actuar de acuerdo a sus memorias.
Cuando alguien hace algo que no te gusta, tú debes ser consciente, ser
capaz de observar y saber que en ese momento no están siendo ellos mismos.
Son simplemente las memorias tocando. Si puedes tomar 100% responsabilidad
de que el otro es simplemente parte de tus memorias y estás dispuesto a
limpiarlas, aquello que se desprenda de ti se desprenderá también de ellos.
HA’I
Pero de este modo, jamás vendrá la paz. La paz comienza dentro de cada
uno. Si quedas atascado en las memorias, vendrá más y más de lo mismo. Sólo
memorias repitiéndose. Una y otra vez. Es como si la vida te enviara maestros...
si no aprendes con el primero, te manda otro y otro y otro... hasta que finalmente
comprendes. Por eso, liberar, desengancharte, te ofrece un modo más amable y
pacífico de aprender tu lección...
Cuando algo surge en tu experiencia y lo identificas como un problema,
decides hacer la limpieza, liberando la memoria oculta que lleva, permitiendo a
Dios hacerse cargo... dejando ir, sin engancharte o atascarte en los datos, en la
información, que siempre serán puntos de vista retorcidos por la experiencia de
cada uno, por lo tanto, datos erróneos e incompletos y lógicamente inútiles, si no
te enganchas y liberas... vaya a saber cuál memoria repitiéndose y creando esa
realidad... podrás estar en la Paz de Dios, sin importar lo que pase.
Cada día es nuevo. Y todo es nuevo. Y en cada día hay una bendición y
una oportunidad. Sólo hay que encontrarla, dentro de uno mismo. “Limpia,
borra, borra y encuentra tu propio Shangri-lá... Dónde? DENTRO de ti”.
(Morrnah Simeona).
Pedir perdón... reconocer un error (bajar la cabeza, nos diría nuestro ego).
En la jugarreta de don ego, todo se vuelve más complejo. Sólo por que don ego
lo pone en términos despreciables, complicados y retorcidos. Entonces, tienes
toda una tarea... que no es menor: Todo un desafío al ego.
Pedir perdón, es sólo reconocer que hemos fallado. No hay más historias
detrás de esto. Don ego pondrá gran esfuerzo en retorcerlo, pero en realidad es
muy simple. Y trae sorpresa extra... todo por el mismo precio: ¡TE LIBERAS!
Esta es una oración que el Dr. Ihaleakala Hew Len hizo en un seminario
dictado en Los Ángeles. Un amigo de un foro tuvo la dicha de estar ahí, y me la
envió. Hay que decirla, teniendo un vaso de agua lleno hasta las ¾ partes, como
el que usamos para limpiar ambientes.
La oración es la siguiente: