La Conferencia Mundial sobre la Educación Superior de la UNESCO (1998), en la que se
traza una macropolítica para los 20 años siguientes, insistió en la necesidad de la educación permanente del profesorado universitario y su formación pedagógica: "Un elemento esencial para las instituciones de enseñanza superior es una enérgica política de formación del personal. Se deberían establecer directrices claras sobre los docentes de la educación superior, que deberían ocuparse, hoy en día, de enseñar a sus alumnos a aprender y a tomar iniciativas, y no a ser, únicamente, pozos de ciencia. Deberían tomarse medidas en materia de investigación, así como de actualización y mejora de sus competencias pedagógicas mediante programas de formación del personal, que estimulen la innovación de los planes de estudio y los métodos de enseñanza- aprendizaje”. En consecuencia, se han empleado diversas estrategias, fundamentalmente en el contexto iberoamericano, para iniciar o perfeccionar el desarrollo profesional pedagógico de los claustros, las cuales han ido en aumento y han tenido resultados en países e instituciones específicas. El Aprendizaje Basado en Problemas resulta ser una estrategia innovadora en el campo de la pedagogía, utilizada por primera vez 156 aproximadamente hace 30 años en la Universidad de McCaster Canadá en la cual se brinda la oportunidad de que el estudiante sea el actor principal de su propia formación, con un aprendizaje significativo y por medio de estrategias metodológicas (Dueñas, 2001). Para Hernández (2003) aborda la perspectiva de que los problemas se enlazan con la realidad, convirtiendo el problema simulado en un hecho de carácter social que involucra individuos en una sociedad (Hernández, 2003). Lograr en la educación superior todas estas variantes con respecto a la formación del nuevo profesional es la respuesta a las demandas que buscan las universidades por medio de sus currículos, los cuales deben formar parte de la realidad y dar solución a hechos reales que acontecen en la actualidad, además de tener la capacidad de seguir innovando y buscando múltiples soluciones. Como alternativa válida para asumir el desarrollo profesional pedagógico surge el enfoque por competencias y dentro de estas las competencias didácticas, en el escenario de la educación superior, el que se diferencia de las concepciones que han prevalecido, al trascender el aprendizaje de contenidos teóricos por un aprendizaje demostrado en un desempeño eficaz, donde se integren conocimientos, habilidades, valores y actitudes. La competencia didáctica ha de entenderse como aquella que al docente “le permite la dirección sistémica y personalizada del proceso de enseñanza aprendizaje“(Peralta, 2013). Particularizando la problemática en el contexto ecuatoriano, es de destacar la preocupación estatal por elevar la calidad integral de la formación universitaria, consciente de que esta transita por la preparación científica pedagógica de sus claustros.