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Este libro titulado “La Enfermería en Venezuela.

Historia, organización y lucha colectiva”,


lo han realizado los siguientes autores: Eduardo José Sánchez Uzcátegui, Licenciado en
Enfermería por la Universidad de los Andes (ULA), profesor adscrito al Departamento Médico-
Quirúrgico de la Escuela de Enfermería ULA; Asdrúbal Antonio Velasco Cañas, Licenciado en
Enfermería por la Universidad de los Andes (ULA), profesor y jefe del departamento de Enfermería
en la Universidad Lisandro Alvarado (UCLA); María Gregoria Vega de Peña, Licenciada en
Enfermería por la Universidad de los Andes (ULA), Presidenta del Tribunal Disciplinario del Colegio
de Profesionales de Enfermería del Estado de Mérida; Alba Rosa Fernández, Licenciada en
Enfermería por la Universidad de los Andes (ULA), profesora adscrita al Departamento Médico-
Quirúrgico de la Escuela de Enfermería ULA; José Gregorio Noguera, estudiante de pregrado de
la Escuela de Enfermería de la Universidad de los Andes (ULA). Todos ellos pertenecientes al Grupo
de Investigación del Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico y de las Artes
(CDCHTA-ULA) con la línea de investigación “Historia y Pensamiento Enfermero de
Investigación”, así como del Seminario Permanente para la Investigación en Historia de la
Enfermería Venezolana. Este libro está publicado por la Universidad de los Andes. Consejo de
Publicaciones. Mérida, Venezuela 2011.

El origen de la enfermería es el de la misma humanidad. Desde siempre ha existido la enfermedad y


desde que el mundo es mundo, ha habido personas encargadas de cuidar a los enfermos. A lo largo
del tiempo y en todos los lugares, la aportación de la enfermería a la sociedad se centra en los cuidados
de la salud.

La enfermería abarca los cuidados, autónomos y en colaboración, que se prestan a las personas de
todas las edades, familias, grupos y comunidades en todos los contextos, e incluye la promoción de la
salud, la prevención de la enfermedad y los cuidados de los enfermos, discapacitados y personas
moribundas. Históricamente, las funciones esenciales de la enfermería son la defensa de los
enfermos, el fomento de un entorno seguro, la investigación, la participación en la política de salud
en la gestión de los cuidados y los sistemas de salud, así como la formación.

Órdenes religiosas
La enfermería moderna comenzó a mediados del siglo XIX. Uno de los primeros programas oficiales
de formación para las enfermeras comenzó en 1836 en Alemania a cargo del pastor
protestante Theodor Fliedner. Por aquel tiempo, otras órdenes religiosas fueron ofreciendo
también formación de enfermería de manera reglada en Europa, pero la escuela de Fliedner es digna
de mención por haberse formado en ella la reformadora de la enfermería británica Florence
Nightingale. Su experiencia le brindó el ímpetu para organizar la enfermería en los campos de
batalla de la Guerra de Crimen, y, más tarde, establecer el programa de formación de enfermería en
el hospital Saint Thomas de Londres. La llegada de las escuelas de enfermería de Nightingale y los
heroicos esfuerzos y reputación de esta mujer, transformaron la concepción de la enfermería en
Europa y establecieron las bases de su carácter moderno como profesión formalmente reconocida.

Una sola palabra “Cuidar”, puede definir hoy día a la enfermería, sencillo término pero lleno de
significado. Cuidar es una ciencia social y humana que necesita preparación, conocimientos,
investigación y sobre todo, experiencia de trabajo con los enfermos. Cuidar es poner laboriosidad,
diligencia, atención, disponibilidad y por supuesto, comunicación.

Para finalizar, Domingo A. Socorro Sánchez de la Escuela de Enfermería de la Universidad de los


Andes en Venezuela, decía en su prólogo del libro, que lo que hoy constituye la enfermería es fruto
del pasado, y como tal, nosotros también influiremos en algo en esta magnífica profesión. Así pues,
lo que consigamos ser en el futuro dependerá de nosotros mismos. Somos dueños de nuestro destino.

UNA BREVE HISTORIA DE LA ENFERMERÍA VENEZOLANA


La historia de la enfermería se remonta a las primeras épocas de la humanidad, pero hace unos pocos
siglos empezó a institucionalizarse la atención al enfermo. Antes se consideraba que las enfermedades
se producían por influencia de espíritus malignos. Posteriormente se reflexionó acerca de la necesidad
de atender a las personas enfermas en un sitio adecuado, lo cual dio origen a la organización de
establecimientos para el cuidado de la salud.
En Venezuela, los estudios de enfermería estuvieron estrechamente conectados al proceso histórico,
social, político, económico propio del país y a la organización del sistema de salud.

Al recolectar la información, cada uno de los autores procedió a la búsqueda minuciosa en diferentes
fuentes, tales como personas, registros de instituciones de educación universitaria, archivos
fotográficos, periódicos, libros, artículos de revistas y consulta de páginas Web, entre otros.
Esta obra se divide en cuatro capítulos. El capítulo I comprende desde el inicio de la enfermería en
el período precolombino, pasando por su institucionalización, hasta el abordaje de los cambios
educativos y su influencia en la profesión. En el capítulo II se trata el aspecto relativo a la enfermería
comunitaria. Asimismo, en el capítulo III se enfoca en la actividad gremial de la enfermería, y, por
último, en el capítulo IV se aborda la etapa de profesionalización.

Capítulo I. Inicio y desarrollo de la Enfermería venezolana. Como bien dice el


autor Eduardo José Sánchez Uzcátegui: La enfermería tiene un gran destino que no podrá
cumplirse hasta que todos los que hacemos vida en ella “tú y todos nosotros” cambiemos lo que
somos. Para hacerlo posible debemos modificar la forma en que pensamos, la forma en que sentimos
y la forma en que actuamos.

Desde la antigüedad, uno de los efectos generados como consecuencia de las terribles pandemias
extendidas por todo el mundo producto del fenómeno colonizador, ha sido la necesidad de una
demanda de cuidados que, por fortuna, han venido evolucionando a lo largo de la historia. Comenzó
como un período empírico de los cuidados iniciado con los cuidados propios de los pueblos indígenas,
pasando por una atención a los enfermos en el hogar, acompañado de sentimientos cristianos,
vocación, afecto, observación, conocimiento y habilidades, hasta un período científico y técnico que
permitió la creación de los primeros programas de formación de enfermeras y el surgimiento de una
educación formal y sistemática hasta la actualidad.

El desarrollo histórico de la enfermería en Venezuela ha pasado por las etapas clásicas de la evolución
universal. En la antigüedad se caracterizó por el culto de la salud, las supersticiones, las creencias
sobre la enfermedad y la muerte, así como el uso de plantas medicinales, pasando por un proceso de
sociogénesis o causación social del proceso salud – enfermedad íntimamente ligado a los pasos
histórico – sociales, políticos y económicos propios de la nación y del sistema sanitario, coyunturas
éstas que representaron hitos históricos con repercusión y eco en el devenir social y, por ende, en el
desarrollo de la enfermería.

A finales del siglo XIX, la enfermería en Venezuela estaba en manos de las religiosas que atendían en
centros de salud. En los años treinta era evidente que requería un nuevo modelo para formar
enfermeras profesionales que elevaran los estándares de la profesión. Sin embargo, el precario nivel
educativo con que llegaban las aspirantes y las exigencias de los servicios hospitalarios, que buscaban
una manera económica de llenar sus demandas con personal adiestrado pero sin mejoras educativas,
impidió que se cumpliera tal aspiración. La enfermería se centró en la dimensión técnica y en la
subordinación médica, aunados a la resistencia de la medicina curativa de la época que impidió una
visión integral de la salud.

Los estudios de enfermería se iniciaron entre 1837 y 1900 con la formación de enfermeras obstétricas,
y luego, de forma discontinua hasta 1937. En 1940 nace formalmente la Escuela Nacional de
Enfermeras (ENE), y entre los años 1944 y 1959, por decretos presidenciales publicados en gacetas,
se establecen reglamentos y parámetros a seguir por las distintas escuelas de enfermería en
Venezuela. Pero es sólo a mediados del año 1959 cuando se modifica el currículo relacionado con la
formación de enfermeras en base a dos pensa de estudios otorgándose el título de Enfermera
Profesional.

Período precolombino
El concepto de cuidado y ayuda a los demás está presente desde el inicio de las civilizaciones, lo que
se ha dado en llamar actualmente “cuidados de enfermería” ha estado presente de manera intrínseca
en los cuidados de la vida del hombre en su esencia, en su mundo, en fin, en su vida cotidiana.
En la época precolombina venezolana, nuestros pueblos indígenas combinaban diversas formas de
cuidar. Esta primera etapa, llamada por algunos autores de la historia de la enfermería
universal etapa doméstica de los cuidados, se caracterizó por la división de roles, en la cual, la mujer
encargada de algunos cuidados de la vida cumplía un papel importante en cada hogar, de la misma
manera que lo hizo el hombre indígena llamado de diferentes formas, como sostiene Sánchez (2005):
“…pinches, voz chaima y tamanaca con formas afines en otras lenguas caribes; entre los
caquetíos, boratios; entre los curamanagotos, guisidatus; entre los guajieros, antishi; y entre los
banivas, kamajáiminares”.

Es así como la mayor preocupación del indígena primitivo fue combatir las agresiones externas y las
enfermedades, así como cuidar sus necesidades y su entorno para sobrevivir. De su relación con la
naturaleza, nuestros indígenas no solamente observaron su ecosistema, los elementos naturales y
animales salvajes, que les proporcionaron alimentos, abrigo y medios para la elaboración de objetos
y herramientas, sino también el uso de plantas, raíces y hojas con propiedades terapéuticas que les
permitieron sobrevivir en un ambiente primitivo y hostil. Es necesario señalar que las diferencias
biológicas determinaron la participación y el reparto n el seno de las diversas comunidades indígenas
asignando a la mujer las actividades de protección, promoción y mantenimiento de la vida frente a
las condiciones adversas del medio y utilizando para ello elementos naturales como el agua, las pieles,
las plantas y los aceites. Los cuidados básicos fueron dirigidos a la alimentación, la asistencia durante
la gestación, el parto, la crianza y el cuidado de los niños, ancianos y enfermos.

Esta época se basó en el animismo, por eso la magia, los ritos y las creencias primitivas (exorcismos,
utilización de hierbas, amuletos, cantos, uso de maracas y tabaco), aunado todo al uso de baños en
ríos (abluciones), el arropamiento húmedo (arcilla mojada) y la sangría, que constituyeron asuntos
íntimamente relacionados con los procesos de salud – enfermedad, tanto en lo que concierne al
propio concepto y a su evolución en el tiempo como a las prácticas de las distintas civilizaciones no
sólo para mantener la salud, sino también para curar las enfermedades.

Período Colonial
La época colonial comienza con el descubrimiento o encuentro de las civilizaciones (1498 en
Venezuela) y la independencia en 1810. La primera parte de este período consistió básicamente en lo
que se podría llamar la conquista del nuevo territorio por parte de los españoles, es decir, la época de
guerra y colonización de los indígenas, la fundación de ciudades y el primer poblamiento. Se
desarrolló en gran parte del siglo XVI.

La segunda parte del período colonial corresponde al desarrollo y población del territorio por los
españoles, negros y mestizos.

En cuanto a la medicina de la época, al arribar los españoles e iniciar la colonización guiados por la
codicia, imbuidos por el misticismo cristiano y provistos de una “mejor tecnología”, trajeron también
su medicina, que no era otra cosa que una medicina medieval aún, galénica o hipocrática, una
medicina de examinar el pulso y la orina prescribiendo purgas y sangrías.

Es importante destacar que las diversas culturas prehispánicas se vieron afectadas por una serie de
enfermedades infecciosas endémicas de características regionales, pero con el arribo de los
colonizadores españoles surgieron nuevas enfermedades que produjeron estragos en la población
local, entre ellas el sarampión, la varicela, la tos convulsiva, la difteria, la malaria, la fiebre amarilla,
la peste bubónica, el tifus exantemático y la lepra, traídas de Europa y África principalmente con los
grupos de esclavos africanos o los navegantes españoles.

Como las enfermedades afectaban a los indios y españoles, se vieron en la necesidad de establecer
centros de atención médica como hospitales, casas de reposo, refugios ya silos. En general, la atención
en estos hospitales estaba destinada a la gente pobre, los abandonados, desprotegidos, incurables o
desahuciados. Los españoles de buena posición económica solían ser atendidos en sus domicilios, en
donde recibían atención médica y religiosa. Los que ejercían los cuidados de la salud a las personas
se encontraban dispuestos en estamentos según sus características de clase social y de estudios
cursados. Según Archiva, citado por Sánchez (2005), “…el ejercicio de la profesión médica estuvo sin
control legal, uno de los rasgos típicos de la medicina colonial, consistió en la obligada convivencia de
médicos, curanderos, barberos, cirujanos, comadronas, parteras, sangradores y flebotomistas”.

Los doctores en medicina eran los togados o facultativos (a partir de 1777 mediante el Protomedicato
de la capitanía General de Venezuela), los que se habían graduado en una facultad o colegio de
medicina, y eran españoles o descendientes “legítimos” por ambas ramas paternas. Como en el siglo
XVI aún no había ocurrido la fusión entre la medicina y la cirugía en Europa, la parte manual la
ejercían los cirujanos, quienes también tenían que haber cursado estudios en un colegio o facultad y
debido a su conocimiento del latín eran conocidos como cirujanos latinos, a diferencia de los cirujanos
romancistas, quienes habían cursado y rendido exámenes en español.

Por su parte, los flebotomistas eran practicantes menores cuya principal labor era hacer sangrías por
orden de los doctores. La boticaria o farmacopea, era parte de la medicina en ese entonces, y la labor
de los boticarios consistía en preparar y expender las recetas ordenadas por los doctores.

En esa época, las damas de la nobleza criolla contribuyeron a organizar los primeros servicios
elementales de asistencia pública en Caracas y Maracaibo utilizando sus conocimientos domésticos.
Se da la apertura del Hospital de San Pablo a cargo de practicantes de la escuela de medicina y
enfermeros empíricos (Jamieson, Sewall y Suhrie, 1968). Asimismo, la lepra vino a constituir un
problema en aquel momento (conocida como mal de Lázaro), por lo que fue fundada, según Jamieson
por Real Orden del 21 de marzo de 1752, el Hospital de Lazarinos “Esquina de San Lázaro”.
Posteriormente, los “leprosos” fueron enviados a las colonias de cabo Blanco, Distrito Federal y
Providencia en el estado Zulia.

No habiendo en Santiago de León de Caracas hospitales para la clase pudiente, eran mujeres las que
asistían a los enfermos a domicilio, entre quienes figuraron Francisca de Torres, Margarita
Díaz y Antonia de Becerra. En cuanto a la atención obstétrica figuran como primeras
parteras Isabel de Montes y Juana Henríquez.

Durante la Colonia hubo otro tipo de cuidados de la salud y medicina no tradicionales: las prácticas
curanderas tanto de indígenas como de africanos, quizás de mayor arraigo y extensión que la misma
medicina tradicional. Los curanderos, fieles a la tradición oral de sus antepasados, siguieron haciendo
uso del rico herbario medicinal, las prácticas curativas y los ritos míticos que venían haciendo desde
la época precolombina y que son aún parte de nuestra cultura.

La República
La Venezuela independiente, caracterizada por profundas transformaciones, entre ellas el cambio
generado en las condiciones demográficas y la introducción de nuevas enfermedades por parte de los
colonizadores (las desastrosas epidemias de fiebre amarilla y viruela), trajeron graves consecuencias
sobre la población. Consecuentemente se establecieron medidas defensivas, y de este modo, mediante
la lucha anti-epidémica, se inició el desarrollo del Sistema de Salud en Venezuela (Archila 1956).

Algunos acontecimientos después de la Guerra de la Independencia (1810 – 1823) o comienzos de la


vida republicana (1830), influyeron en lo relacionado con la salud. Según Archila 1956, …

…la ley de Organización Política y de Régimen de las Provincias de 1830, estableció que los Alcaldes
Municipales velasen por la salubridad y ordenó la creación de Juntas Municipales de Sanidad en
las Capitales de Provincias y las Subalternas en las cabeceras de Cantones y Parroquias …

Enfermedades como malaria, fiebre amarilla, peste bubónica, tifus y disentería constituyeron la
forma de vivir, enfermar y morir de la población. Las acciones del Estado fueron llevadas por las
juntas de sanidad u otros organismos, cuyo funcionamiento fue irregular e intermitente (García 1981).

Este período se caracterizó por una práctica empírica de la enfermería, cuya prestación de cuidados
se llevaba a cabo principalmente en el hogar, siendo su marco referencial el ejercicio del cuidado a los
enfermos. Este cuidado exigía un sentimiento cristiano, vocación y servicio, así como observación,
conocimiento y habilidades para curar.
En 1837, el Dr. José María Vargas autorizó al Dr. Santos Gásperi para dictar cursos a las mujeres que
quisieran dedicarse a la atención de partos.

El 24 de julio de 1874, en el convento de las Dominicas de Caracas se crea la casa de beneficencia para
los pobres de la solemnidad con un apartamento separado para los enfermos mentales,
reglamentándose por decreto el 20 de febrero de 1877 la administración y servicio de esta casa, en
donde también se crea una sala de maternidad.

Entre 1865 y 1889 aparecieron los primeros reglamentos, en los cuales se describieron las funciones
del personal de enfermería en instituciones sanitarias. Durante esta época, el grueso de la población
estaba ubicado en áreas rurales y los cuidados de enfermería eran llevados a cabo en las distintas
localidades por practicantes empíricos con escasa formación o por asistentes médicos.

Los cuidados de salud relacionados con la enfermería fueron llevados a cabo sobre todo por mujeres,
y se caracterizaron por el uso de plantas en infusiones, cataplasmas, vigilancia de la alimentación,
abrigo, masajes, cuidado de los enfermos en el hogar y asistencia como parteras. Por otro lado, los
curanderos, “brujos o brujas”, eran personas a las que la población atribuía poderes especiales, puesto
que combinaban ritos mágicos con conocimientos propios de los cuidados de la salud, uso de hierbas,
rezos y amuletos.

Por resolución del 11 de febrero de 1889, el gobierno de entonces contrató a monjas francesas de la
orden Hermanas de la Caridad de San José de Tarbes (1a) y a dos capellanes para la dirección
económica y atención de pacientes en lo que es actualmente el Hospital vargas, fundado en 1888. Pese
a su valiosa contribución, el control por parte de las congregaciones religiosas retrasó el desarrollo de
la enfermería (en 1907 se inicia la preparación del personal auxiliar de enfermería en Ciudad Bolívar
con un curso de dos años en el Hospital Ruiz Páez). No es sino hasta el año 1912 cuando se crea la
primera escuela de enfermería en el Hospital vargas. Es importante señalar que las religiosas no
permitieron a las estudiantes hacer su trabajo práctico, aunado eso a su oposición a que ingresaran
las primeras enfermeras graduadas. Restricciones como estas ocasionaron el cierre de la escuela de
enfermería.

Ahora bien, las cuidadoras religiosas tenían un modo de vida basado en la estricta disciplina, la
obediencia, la humildad y la sumisión. Las hermanas daban énfasis a la ayuda y asistencia al enfermo,
pero sus conocimientos empíricos no cubrían los requerimientos médicos de los pacientes. La
enfermería, desde esta perspectiva, no requería ningún tipo de formación profesional especializada,
a no ser su dedicación religiosa. Lo antes señalado se relaciona significativamente con la influencia
de la etapa vocacional descrita por algunos autores como Martín Caro, para quien “…las actividades
de cuidar se basan en el consuelo, con un enfoque humanitario y en estrecha relación con la
religión”.

Para 1916, se recibió en Venezuela la primera visita de una comisión de higienistas de los Estados
Unidos, de carácter cívico-militar, para asesorar la lucha contra la fiebre amarilla, dirigida por el
mayor general William C. Gorgas. Según la Fundación Rockefeller, la apertura del Canal de Panamá
podía favorecer que la fiebre amarilla se propagase al oriente, y considerando que era posible
extinguir totalmente los focos de endemicidad de las regiones en donde existían, resolvió constituir,
como en efecto hizo, una comisión destinada a erradicar dichos focos y a cooperar con los gobiernos
respectivos en su eliminación (Machado 1982).

Después de la experiencia del programa de malaria y fiebre amarilla, comenzado en 1916 y finalizado
abruptamente en 1932 por las condiciones políticas desfavorables, las relaciones entre el Gobierno
venezolano y la División Internacional de Salud (DIS) de la Fundación Rockefeller se reestablecieron
en 1936 tras la caída del régimen del dictador Juan Vicente Gómez (1908 – 1935), en un período de
intensa reinstitucionalización del país bajo un signo modernizador.

1935 – 1960 La institucionalización de la enfermería


En el transcurso de 1930, las nuevas demandas de salud, los cambios sociales y demográficos y el
crecimiento del sistema de salud, demandaron un nuevo modelo de formación de personal de
enfermería que diera una respuesta real a las necesidades existentes. Sin embargo, el atraso educativo
de la población en general impuso ciertas limitaciones para formar un personal altamente capacitado.
De acuerdo con Sawyer, citado por Vessuri (2001), “…las actividades estaban dispersas y se carecía
de personal adecuadamente adiestrado. Por encima de todo, el país tenía demasiada prisa, lo cual
de por sí, constituía un problema”.

Al principio de este período se asignaba el cuidado de los enfermos a estudiantes de medicina,


congregaciones religiosas y pacientes convalecientes, en su mayoría analfabetos, quienes aprendían
de forma empírica a cuidar de otros en el único hospital civil de la época (Hospital Vargas). Los
enfermos de familias pudientes eran atendidos en su domicilio por el médico de cabecera (2),
encomendándose a los familiares procedimientos simples como aplicación de calor, frío, enemas,
fricciones, cataplasmas, alimentos y cuidados de higiene personal; asimismo, algunos enfermos de
clases humildes eran también atendidos en sus domicilios por vecinos y curanderos.

Con la creación de los cursos de enfermería dirigidos por el Dr. Francisco Antonio Rísquez, se mejora
la asistencia técnica de los enfermos, ya que las egresadas de estos cursos comenzaron a prestar sus
servicios en instituciones públicas y privadas, así como también en el domicilio de las familias
adineradas (Jamieson 1968).

En cuanto a la enfermería asistencial se crearon “servicios de puericultura” con un médico jefe, dos
médicos adjuntos y cuatro enfermeras auxiliares. Estas últimas visitaban especialmente a las madres
y niños inscritos para comprobar que las prescripciones médicas se cumpliesen. También había
consultas de tuberculosis, venereología y lepra en los dispensarios, con médicos especializados y
auxiliares.

Al respecto, Jamieson 1968, señalaban que “…para 1931, el gobierno contrató enfermeras
puertorriqueñas, no solamente para la labor docente, sino también para cargos administrativos en
hospitales, escuelas de enfermería, unidades sanitarias y clínicas particulares”.

Las secuelas de la Segunda Guerra Mundial propiciada entre 1936 y 1945 aumentaron el flujo de
inmigrantes europeos, en su mayoría exiliados españoles, a quienes el Estado acogió y contrató para
aumentar la fuerza de trabajo capacitada.

En 1956 se creó el Ministerio de sanidad y Asistencia Social (MSAS), entre cuyas tareas estaban la
capacitación de recursos humanos, la contratación de peritos extranjeros y el otorgamiento de becas
a personas, entre ellas a estudiantes de enfermería, para formarse en el extranjero mediante
convenios con la Fundación Rockefeller, el Instituto de Asuntos Sanitarios y la Oficina Sanitaria
panamericana (Maldonado 1970).

Desde la perspectiva descrita anteriormente, el MSAS junto con el de Educación, determinaron la


formación de Enfermeras en los años sucesivos. Para 1937 ya Caracas contaba con la Escuela de
Enfermería del Hospital Vargas, creada en el año 1912 (3). El Dr. Francisco Antonio Rísquez (1856 –
1954), ilustre representante de la medicina clínica y miembro fundador de la Academia Nacional de
Medicina, apoyó la creación de esta escuela, anexa a la de Artes y Oficios para mujeres, siendo su
primer director (Boyle 1954).

Asimismo, durante los años que precedieron la década de 1940, los estudios y avances en materia de
pediatría y puericultura eran muy incipientes. No existían centros de salud especializados en la
atención del niño, que pudieran suplir las necesidades médicas de la población infantil, hasta la
fundación del Hospital Municipal de Niños “Dr. José Manuel de los Ríos” (4). Ante la imperiosa
necesidad de formar profesionales de la salud, esta institución médica se convirtió en sede de otra
Escuela de Enfermeras.
Otro centro de enseñanza de la época fue la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja “Dr. Francisco
Antonio Rísquez” (Actualmente Colegio Universitario de Enfermería de la Cruz Roja) (5), que
graduaba desde 1914 enfermeras en cursos de dos años. También desde 1914, la formación de
enfermeras por parte de la Cruz Roja se realizaba en otras ciudades fuera de la capital como eran:
Maracaibo, Puerto Cabello y San Cristóbal. En 1928, su director el Dr. Rísquez, implementó un
sistema de formación con cursos abreviados. Para 1937, la formación fue una modalidad de internado
de 2 años en un régimen semestral.

En 1937, el Ministerio de educación Dr. Rafael E. López, organiza una escuela de enfermería adscrita
a ese ministerio y conocida como la “Escuela Normal Profesional de Enfermeras” (Boley 1954).
Como se señaló anteriormente, las circunstancias de la época permitieron al Gobierno venezolano la
acogida de recursos humanos capacitados para aligerar el desarrollo de un país que cimentaba las
bases de un nuevo tiempo.

Así fue como dos exiliadas españolas fueron contratadas por el Gobierno por recomendación de la
Fundación Rockefeller. La primera se formó en Cataluña, poseía una experiencia profesional de 18
años, había llevado a cabo estancias de especialización en Londres, Paris y Norteamérica, así como
ocupado la dirección de la Escuela de Enfermeras de la Generalitat catalana (7). La segunda se formó
en Madrid, en donde adquirió una experiencia de diez años. También se había especializado en el
extranjero y ocupado el puesto de directora del Instituto Infantil de Sevilla. Ambas conocieron a fondo
los principios de la enfermería anglosajona liderada por Florence Nightingale y consideraron que la
única vía de progreso de la enfermería como disciplina era su profesionalización. La primera tomó el
cargo de directora y a la segunda se le asignó el de subdirectora. Sus tareas en Venezuela consistieron
en organizar y dirigir la escuela de enfermería pese al bajo presupuesto, la falta de equipos y los
inadecuados salones de clase.

En cuanto a la preparación profesional de la época, su formación estuvo a cargo de las instructoras,


médicos y estudiantes avanzados de medicina. Con la creación del MSAS se estableció una estructura
gubernamental que potenció la adopción de programas de envergadura en salud pública, como las
luchas antimalárica y antituberculosa, sumadas a una creciente inversión en la construcción de un
sistema público nacional y la adquisición de equipos e inversión en la formación de recursos
humanos, entre ellos los de enfermería, y se iniciaron los estudios de postgraduadas en el exterior y
en el país (6) en las diferentes ramas de la enfermería: salud pública, arte de la enfermería, anestesia,
pediatría, puericultura, obstetricia, nutrición, dietética, tuberculosis, psiquiatría, quirófano, cuidado
de los niños prematuros, administración de hospitales, planificación, desarrollo de la comunidad, así
como cursos docentes para directoras, coordinadoras e instructoras de escuelas de enfermería y
campos clínicos.

En 1940 la enfermera Mary Elizabeth Tennat, enviada por la Fundación Rockefeller del Programa
de Enfermería de Salud Pública de la DIS, recomendó fundar una escuela nacional independiente que
tomó como punto de partida la Escuela Normal Profesional de Enfermeras.

Las primeras escuelas de enfermería en Venezuela pasaron por un proceso discontinuo de


crecimiento, incluso con desaparición o integración, ya que inicialmente eran programas para
enfermeras planificados por médicos con un contenido programático elemental básico y teórico de la
medicina más que nada. La educación para enfermeras se fundamentó en el modelo pedagógico del
“aprender haciendo”, así como en la vigilancia moral y técnica de los aprendices por parte de sus
instructores. La formación fue principalmente llevada por médicos o estudiantes de medicina para
contar con un personal de apoyo cuya preparación les permitiera asumir de manera competente
algunas actividades de atención a los enfermos en los hospitales, pero principalmente bajo la
conducta y tutela médica, lo cual determinó marcadamente el quehacer de las enfermeras de la época,
caracterizado sobre todo por las conductas socialmente aceptadas de obediencia y sumisión, así como
un mecánico cumplimiento de funciones y asistencia basado principalmente en las necesidades de los
médicos.

Cambios sociopolíticos y su influencia en la salud


Entre 1945 y 1960 acontecen cambios que transforman profundamente la sociedad venezolana. En
1947 se creó el Instituto nacional de Hospitales, en 1949 sólo había 7 hospitales nacionales para todo
el país, el resto eran municipales y privados.

En 1950 ya había 23 hospitales, con 2.932 camas y en 1960 se contaban con 22.773 camas oficiales
(Archiva 1954).

Escuela Nacional de Enfermeras (ENE)


La Escuela se crea por decreto ejecutivo el 22 de julio de 1940, según la Gaceta nº 20.400, siendo su
asiento principal la ciudad de Caracas, adscrita al MSAS con personalidad jurídica, autonomía y
patrimonio propio. Su inauguración fue el 15 de noviembre de ese mismo año.

A la ENE se transfirieron las estudiantes e instructoras de la Escuela Normal. Comienza con 38


alumnas de la Escuela Normal y 115 nuevas. El proyecto contó con la presencia de las
enfermeras Montserrat Ripol y Aurora Mas Gaminde (7), ocupando los cargos de directora y
subdirectora, además de los de docencia y supervisión que venían desempeñando anteriormente.
Hacia 1941 se incorporó otra enfermera española, ex becaria de la Fundación Rockefeller, Manolita
Ricart procedente de Barcelona y con un amplio bagaje profesional, la cual desempeñó importantes
funciones como docente, así como también de subdirectora. Al fallecer Montserrat, Aurora Mas pasa
a ocupar el cargo de directora, bajo cuya dirección comenzó a publicarse la revista de la ENE (Se
empezó a publicar en 1942, imprimiéndose la última en 1950.

En 1943 es nombrada directora de la ENE de Caracas Antonia Fernández, enfermera venezolana


graduada en Panamá y con amplia experiencia en salud pública, quien contrató como instructora del
arte de la enfermería a la enfermera estadounidense Evelyn A. Sturner, integrante de la Oficina
Panamericana de la Salud (OPS). Su labor fue de gran valor para la preparación y formación de la
escuela e instructoras de otras escuelas de enfermería del país. Para el 19 de marzo de 1946, con la
colaboración de Marieta Lares S., integrante de la primera promoción de enfermeras de la ENE de
Caracas, la enfermera Sturner elabora el “Manual Técnico de Enfermería” (Dolores 2011).

Los objetivos de estas enfermeras que llevaban la dirección de la Escuela Nacional de Enfermeras
eran:
Formar enfermeras profesionales.
Servir como modelo para la organización de la instrucción de enfermeras en el país.
Elevar los estándares de la profesión en Venezuela.
Coordinar los esfuerzos de todas las agencias interesadas en proporcionar mejores servicios de
enfermería.

El propósito primordial de la ENE fue preparar enfermeras para el ámbito de la Salud Pública
(Fernández 1942). Estas escuelas se crearon por todo el territorio venezolano, resaltando las
siguientes según su orden cronológico de creación:
1947, Valencia, Escuela Nacional de Enfermeras “Dr. Francisco Antonio Rísquez”, cuya primera
directora fue Aurora Vivas.
1948, Barquisimeteo, Escuela Nacional de Enfermeras “Dr. Juan Alberto Olivares”, y su directora
fue Ramona Contreras.
1949, Cumaná, Escuela Nacional de Enfermeras “Dr. Domingo Badaraco Bermúdez”, cuya directora
fue Lastenia Izaguirre.
1954, Maracaibo, Escuela Nacional de Enfermeras de Maracaibo, cuya directora fue Antonia
Campos.
1957 Caracas, Escuela Nacional de Enfermeras “María de Almenar”.
1963, Mérida, Escuela Nacional de Enfermeras, cuya primera directora fue Maruja Rivas
Belandria.

n Caracas se crearon también la Escuela de Enfermería de la Cruz Roja (1937), la Escuela del “Trabajo
y Estudio” (1959), la Escuela “Municipal de Enfermeras” (1960), la Escuela “Florence Nightingale”
(1963), la Escuela de Enfermería de las Fuerzas Armadas y la Escuela de Enfermería del Hospital
Coromoto en Maracaibo.

NOTAS
(1) Las Hermanas de San José de Tarbes vinieron desde Cantaous (Francia) a Venezuela en 1889.
Las 18 primeras religiosas dirigidas por la Reverenda Madre Saint Simón, llegaron a La Guaira,
Venezuela, el 13 de junio de 1889, con el objeto de desempeñarse en centros hospitalarios y
educativos. A petición de las familias de Caracas, el 1 de marzo de 1891, se abrió una casa particular
contigua a la Iglesia de San Juan, el "Internado de San José de Tarbes", con una matrícula inicial de
40 alumnas. En 1902 el colegio se traslada a su nueva sede en “El Paraíso”, donde continúa su
funcionamiento. Al transcurrir del tiempo, el Colegio ha crecido hasta alcanzar una matrícula
considerable, incorporando de nuevo la educación mixta. En función de las exigencias pedagógicas,
acorde con los nobles objetivos de la Institución y de una Venezuela de avance, fue necesario ampliar
sustancialmente la infraestructura del Plantel.

Durante los primeros 30 años de funcionamiento, además de la formación integral que se impartía a
las alumnas, se cultivaba el buen gusto por las bellas artes, se fomentaba el amor al deber, se formaba
su corazón inspirándoles una piedad sólida, cualidades que eran y continúan siendo el encanto de la
sociedad y aseguran el bienestar de la familia como Institución. Junto a la educación Primaria, el
Colegio impartía la enseñanza del idioma francés como segunda lengua. Otorgaba a las alumnas el
Diploma Francés, Título máximo reconocido en este Instituto. En 1936, se crea
la Educación secundaria y la Educación Preescolar, ajustándose a las exigencias legales
establecidas por el Ministerio de Educación. Esta apertura de la Institución a los diferentes niveles
educativos, impone la necesidad de construir una edificación dedicada a tales fines, la cual es llevada
a cabo por la compañía Guinand y Brillembourg, gracias al dinamismo de la Reverenda Madre Saint
Jacques, quien con grandes esfuerzos adquirió terrenos adyacentes al edificio central y gradualmente
fue impulsando nuevas instalaciones, hasta lograr lo que constituye el actual Colegio San José de
Tarbes - El Paraíso.

(2) Dentro de los cuidados médicos estaban el control de la temperatura, las inyecciones, los vendajes,
las sangrías y las ventosas, entre otros).

(3) Esta Escuela funcionó hasta 1919 y luego pasó a formar parte de la Escuela Normal de Maestros.

(4) Hospital Municipal


http://www.planandino.org/bancoBP/sites/default/files/Venezuela-
%20Informe%20BP%20editado%202010-Hospital%20Rios.pdf

(5) Escuela de Enfermeras “Dr. Francisco Antonio Rísquez” (Actualmente: Colegio Universitario de
Enfermería de la Cruz Roja Venezolana)
La creación de la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja se debe al Dr. Francisco Antonio Rísquez
(1856-1941), quien se dedicó, entre otras cosas, a idear y llevar a cabo proyectos en la formación y
capacitación de Enfermeras.
Desde 1914, la Escuela Pública de Enfermeras graduaba Enfermeras en cursos de 2 años, pero para el
Dr. Francisco Antonio Rísquez había necesidad de formar Enfermeras a la brevedad posible, por lo
que en 1928 en su carácter de Director de la Escuela Oficial y Secretario de la Cruz Roja, creó cursos
abreviados de 4 meses. Funcionaron hasta 1934 y su éxito puede medirse por la aparición de los cuatro
grupos de Samaritanas, que ganaron su diploma de la Cruz Roja con que se las distingue y son hoy la
gala y honor de la Cruz Roja Venezolana. El 24 de julio de 1936, Risquez inaugura el primer curso
definitivo. Dicha inauguración se hizo junto con la del Hospital.
En 1937 la Escuela es una Institución sólida. Su sede está en la Cruz Roja, en un pabellón de dos pisos
construido especialmente para el plantel. Las alumnas son todas internas y el personal directivo
habita igualmente en la sede. El curso consta ahora de dos años, cada uno dividido en semestres.
En 1947 los estudios son de tres años y, para la fecha, han egresado de la Escuela 105 profesionales
que trabajan en distintos hospitales, clínicas e institutos médicos-asistenciales. Para ese mismo año
se construye una nueva sede.
En sesión del 20 de mayo de 1948, el Comité Ejecutivo de la Cruz Roja Venezolana decide dar el
nombre de Francisco Antonio Risquez a la Escuela de Enfermeras Profesionales de la Cruz Roja. En
el mismo año, la Primera Convención de la Cruz Roja dicta nuevos Estatutos, en cuyo artículo 37 se
basa el Comité Central Nacional para redactar y promulgar un Reglamento para el funcionamiento
de los Comités de Samaritanas. La Escuela de Enfermeras Francisco Antonio Rísquez se desenvuelve
en forma progresiva en los años siguientes, hasta que le es otorgado el voto oficial favorable para que
pase al rango de Colegio Universitario de Enfermería de la Cruz Roja de Venezuela (Según
Gaceta Oficial No. 267.281 del 11/10/1988) Hay que tener en cuenta que esta profesión, si bien provee
de un modo de vida, requiere de una gran dosis de entrega, de humanidad, de servicio a la
colectividad.
http://www.cruzrojavenezolana.org/modules.php?name=Content&pa=printpage&pi
d=5

(6) Los estudios de postgraduadas apoyados por el Ministerio de Sanidad comenzaron a partir de
1938 y se desarrollaron de forma discontinua a lo largo del siglo XX.

(7) Aurora Mas Gaminde, enfermera visitadora madrileña que a sus 36 años fue becada durante
el gobierno de la IIa República para cursar sus estudios de Salud Pública en la Fundación Rockefeller.
En 1940 por sugerencia de Mary E Tennant fue a Venezuela junto con Montserrat Ripol, y participó
en la recién creada Escuela Nacional de Enfermeras (ENE).
Fue directora de la ENE de 1941 a 1943 durante los cuales creó la revista también llamada ENE en la
que publicó cuatro artículos. Carlos Álvarez Nebreda recoge esta revista en “Catálogo Bibliográfico de
Publicaciones Enfermeras - 1864 – 1977”. También trabajo con Manolita Ricart en Maracaibo cuando
abandonó la escuela ENE. En 1933 había participado en la nueva revista La Visitadora
Sanitaria. (Grupo de investigación, Cuidados Invisibles. Aurora Mas.

Fuentes: Josep Bernabeu-Mestre y Mª Eugenia Galiana. Grupo Balmis de Investigación en Salud


Comunitaria e Hª de la Ciencia (Alicante).
Hebe MC Vessuri. Enfermería de Salud Pública, modernización y cooperación internacional. El
Proyecto de la Escuela Nacional de Enfermeras de Venezuela, 1936-1950. Hª Ciencia y Saude, sep-
dic 2001;VIII (3):507-39.
Grupo de investigación, Cuidados Invisibles. Aurora Mas.
http://www.unizar.es/auroramas/

MUSEO
El primer Museo de Enfermería en Venezuela se encuentra en la Escuela de
Enfermería de la ULA

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