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NOTA BIBLIOGRAFICA

Obras Completas de
Sor Isabel de la Trinidad
ELISABETH DE LA TRINITÉ, Carmélite. Une Myslique franr,:aise.
J'ai trouvé Dieu. Oeuvres completes. Tome la. Introduction générale.
Traités spirituels. Paris, Ed. du Cerf, 1980, 206 p.; Tome lb, 528 p.;
Tome n, 1979, 414 p., 19,5 X 13,5 cm.

Nadie duda que la figura de Isabel de la Trinidad es tenida entre


las mayores de nuestro siglo XX. Sin embargo, hemos tenido que esperar
a 19,80, año del centenario del nacimiento de Isabel Catez, para tener
entre las manos el instrumento de trabajo necesario para proceder con
seguridad total en su estudio. Desde la aparición de los Recuerdos en
1909, a los tres años de su muerte, los escritos de Isabel comenzaron
a circular por el mundo. Han sido miles los volúmenes vendidos de estos
Recuerdos, así como de los demás con parte de sus obras, y la misma
suerte han corrido las obras con que el dominico padre Philipon ha es-
tudiado la espiritualidad de Isabel. Sin duda, un gran avance supuso para
su conocimiento la edición italiana de sus escritos, publicada en 1967,
así como las posteriores de sus obras en español de 1958 y 1969. Pero
faltaba la edición francesa de sus obras, necesaria para su pleno cono-
cimiento, sobre todo en las ocasiones en que las versiones se encontra-
ban discordantes, lo que sucedía más de una vez.
Hoy, gracias a la dedicación del carmelita belga Conrado de Mees-
ter, ya bien conocido como especialista de Santa Teresita, el lector tiene
ante sí un texto seguro y, en lo humano, completo. La presente edición,
planeada en principio para dos volúmenes, por causa de la presentación,
ha sido editada en tres, y con la particularidad de que el segundo tomo
fue publicado antes del primero. Pero en realidad sin daño para el lector.
Además, poco después apa·recían los tomos que faltaban.
Tal como está la edición, consta de tres volúmenes. En el primero
se contiene la Introducción general y los Tratados espirituales, es decir,
El cielo en la fe, el Ultimo Retiro, la Grandeza de nuestra vocación y la
carta Déjate amar, escrito este último para la madre Germana de Jesús,
priora de Dijon, y encontrado a su muerte. El volumen segundo o, si se
prefiere, segunda parte del tomo primero, es el más voluminoso. Está
dedicado por completo a las cartas escritas por Isabel desde su entrada
en el carmelo de Dijon el 2 de agosto de 1901 hasta su muerte el 9 de
noviembre de 1906. El volumen restante nos ofrece los textos del Diario,
la Notas íntimas, Las Cartas de juventud, es decir, las escritas antes de
entrar religiosa, y todas las Poesías.
Al que tome contacto con esta edición de las obras de Isabel le entra
por los ojos el trabajo ,realizado por el P. De Meester, con la simple
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comparación con las versiones realizadas hasta la fecha, incluso con la


de Burgos de 1979, a pesar de estar basada en los mismos textos origi-
nales. En la Presentación (avant-propos) el P. De Meester dice, con razón
(aunque referido al francés), que la mayor parte de los textos no han
visto la luz (p. 7), que los textos nos ofrecen "toda" la personalidad de
Isabel, subraya con ,razón la proyección universal de su mensaje y ra-
zona el porqué de esta edición en tres volúmenes, habiendo sido pen-
sada para sólo dos. Se hace, además, sabedor al que lee de los trabajos
que están puestos en marcha para completar 10 que no se halla en la
edición.
En la Introducción, ya publicada en nuestra Revista 1 por benigna con-
cesión del autor, el P. De Meester, se coloca a Isabel en su lugar dentro
de la historia de la espiritualidad, haciendo notar las características de
sana inteúoridad, de devoción entusiasta del misterio de la Trinidad, el
redescubrimiento de la Sagrada Escritura como carta magna de la vida
cristiana y la aplicación a los seglares de su doctrina, sin dejar en la
penumbra tampoco su pensamiento sobre la misión póstuma que Dios
la reservaba. Una parte no pequeña de la Introducción está dedicada a
los problemas históricos, de modo especial sobre la Circular con ocasión
de su muerte y sobre todo a los Recuerdos, que han sido durante largos
años la mejor biografía de Isabel. Nada ha escapado al autor: la pre-
paración, los criterios, las ediciones, la fidelidad textual sustancial, la
difusión. Naturalmente la apertura del proceso de beatificación llevaba
consigo la búsqueda y recogida de los textos de Isabel. Así, ya en 1931,
comenzó esto que resultaría tan beneficioso para la edición posterior de
las obras de Isabel. Por otra parte, la entrada en escena del P. María
Miguel Philipon, con sus estudios sobre Isabel y su aportación a la cla-
sificación y datación de los textos, aunque en alguna ocasión no acer-
tada, significaba un progreso, tanto en el conocimiento de la espiritua-
lidad de Isabel, como en la difusión de nuevos escritos. Naturalmente,
el P. De Meester valora y critica la obra del P. Philipon, ya hecho inclu-
so por el mismo Padre. De todos modos no se olvide que la obra del
P. Philipon tuvo doce ediciones en francés y fue traducida a nueve len-
guas, y en algunas de ellas 'reeditada varias veces. La última parte de la
introducción está centrada en la edición de lrs Obras completas. Se
hace el inventaría de los autógrafos, deteniéndose de manera especial
en las cartas: conservadas, perdidas, ocasión de las mismas, frecuencia
en el Carmelo, material, datación, etc. El último punto de la Introduc-
ción, ya directamente en relación con la edición, se refiere a los cri-
terios seguidos para establecer el texto, sobre la ortografía, puntuación,
mayúsculas, etc. El estudio de las influencias cierra esta magnífica in-
troducción.
Tratándose de una edición completa de las Obras de Isabel, sin duda
el lector se pregunta cuáles son las novedades. Desde luego hay que tener
presente que la novedad será mayor o menor según del idioma de que
se hable. Para el lector italiano o español, que ha tenido las ediciones
de 1967, 1969 y 1979 las novedades serán mucho menores. Pero para
1 Revista de Espiritualidad, 39 (1980), 217-271.
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la mayoría de los lectores las novedades son grandes, sobre todo en lo


referente a las cartas, al Diario y a las' Poesías. Incluso para la edición
italiana y española se encuentran novedades en cartas nuevas y algunas
poesías más (d. poesía 1, 52, 78, 81, 82, 90, 92, etc.). Pero la novedad
mayor, pensamos, la tienen las introducciones, y las notas. Basta la sim-
ple comparación. Las introducciones son abundantes. Cada tratadito doc-
trinal tiene la suya, en la que nada se descuida, desde la materialidad
del papel en que se ha escrito, hasta los, aspectos más salientes de espi-
ritualidad que en cada uno se destaca, sin olvidar el tiempo y situación
de salud de Isabel y su finalidad concreta. Estas introducciones se pro-
digan al tratar de las cartas desde el Cm·melo. Nada menos que cuatro
pequeñas introducciones, según la división que ha hecho de las cartas
claustrales. En ellas, el P. De Meester introduce al lector en el estado
espiritual y corporal de Isabel, las ideas dominantes, las novedades que
van apareciendo, los acontecimientos políticos que explican algunas ex·
presiones, etc. En la introducción a las poesías se ha hecho notar el
valor autobiográfico que tienen, sobre todo las escritas antes de entrar
en el convento. No se trataba de mero ejercicio de composición; eran
brotes de un corazón puesto en contacto con realidades de la vida. Así,
si desde el punto de vista del arte no ofrecen casi valor, 10 tienen y
mucho en el histórico. Estamos plenamente de acuerdo en ver en ellas,
como dice el autor, "algo como un diario íntimo y ayudan mucho a
describir su itinerario espiritual" (111, p. 264). Además, nos agrada ver
en el P. Conrad el deseo de no ofrecer cosa dudosa en estos escritos
de Isabel, tal como lo manifiesta en la "Nota sobre autógrafos de Isa-
bel de atribución dudosa" (IlI, pp. 270-271).
Una de las cosas que más agradecerán los lectores al editor han sido
las notas con que ha enriquecido los textos. Las notas son abundantes
e ilustrativas. Evidentemente no son precisamente las notas o referencias
de la Sagrada Escritura las que más le agradece el lector, sino aquellas
otras en las que nos ofrece las fuentes inspiradoras de su fraseología.
Es una riqueza que se extiende a toda la producción literaria, desde los
tratados, a las cartas, a las notas íntimas. Ello revela la atención que
el P. De Meester ha tenido y el estudio previo de los autores que han
influido en Isabel. Ha sido una empresa, sin duda, dura, pero llena de
realidades. El lector le agradece ver confirmado el influjo de Santa Te-
Tesa, San Juan de la Cruz, Santa Teresita del Niño Jesús, las aportacio-
nes debidas a influjo del P. Vallée, y a las lecturas de Isabel. En cuanto
a las cartas, juzgamps de un valor excepcional el interés puesto en la
datación de las mismas. A quien haya tenido la paciencia de ver las edi-
ciones precedentes y las variantes entre ellas, e incluso en algún autor
de una a otra edición, o por sí mismo haya trabajado en dilucidar un
poco este problema, sabrá lo que este trabajo ha presupuesto. En verdad
que el Padre De Meester ha tenido a su disposición elementos mayores
paTa determinar las fechas. Pero hay que decir que el editor no ha
descuidado ningún elemento que pudiese aprovechar para ello: papel,
escritura, matasellos, costumbres del Carmelo y de la familia, datos de
defunción, leyes civiles, firma, etc. El resultado ha sido una colocación
de las cartas completamente nueva y original, y, lo que más vale, difí-
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cilmente atacable. La simple confrontación o paralelo con las ediciones


de sus obras completas precedentes 10 pone bien de manifiesto; no sólo
el cambio de fecha de muchísimas cartas (d. carta 15, 17, 24, 41, 42,
etcétera), sino también la aproximación a la fecha en muchas más. Ade-
más, hay que agradecer las notas que se han puesto sobre las personas,
que aparecen en la correspondencia. Como al tratar de las fuentes, tam-
bién aquí las gestiones para localizar y encuadrar debidamente los hechos
han sido puntillosas y amplias. Difícilmente se encontrarán nuevos datos
para identificar personas o datos que no hayan sido ya previamente in-
vestigados. Todo este trabajo ha llevado a un conocimiento mayor del
marco de las amistades de Isabel y de su figura humana.
Para dar mayores facilidades al lector, en unos "annexos" se nos
ofrec~n la tabla de referencias bíblicas, la de citas de los autores prin-
cipales, el índice de personas y de notas claves y la distribución de las
cartas de Isabel por destinatarios.
Dentro de tantas cosas dignas de alabanza, se nos permitirá también
exponer nuestro punto de vista en orden a lo que pensamos pudiera me-
jorar la edición. Nos parece que la designación como cartas ha sido de-
masiado amplia. Cie-rtamente para la catalogación es más cómoda que
la distinción de la edición española entre cartas y billetes. Con todo,
difícilmente nos parece se puede considerar como carta una sentencia
puesta en una estampa (c. 153) o las cartas 132, 166, 217, 248, 253,
25<5, etc.). Tampoco nos parece el lugar debido para los "anejos" el fin
del volumen segundo; su lugar normal sería al fin del volumen último.
Tal vez hayan sido las urgencias y necesidades de la edición las que en
este caso han aconsejado hacer esto, pero, en sí, no nos parece lo más
correcto. Finalmente echamos de menos un índice de materias, propia-
mente tal. Lo que se nos ofrece en el Índice de notas claves es dema-
siado poco.
Pequeños defectos éstos, comparados con la riqueza que nos ofrece
esta edición, verdaderamente "completa" de los escritos de Isabel. Por
otra parte, estas obras completas están pensadas en relación con otras
obras referentes a Isabel, algunas de las cuales ya están editadas. Sólo
teniendo todas se podrá decir que tenemos en nuestras manos el mate-
rial completo para poder esqibir y conocer a Isabel. Desde aquí hace-
mos una invitación a los lectores a no privarse de este material, prepa-
rado también por la misma mano cuidadosa que con tanto acierto nos
ha ofrecido estas "Obras completas".

FORTUNATO ANTOLÍN

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