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Las narrativas:
Cabrini, Elsa Beatriz; Ortiz, María Emilia; Duhart, Silvia; Ferreyra, Analía; Gutiérrez,
Cristina; Peralta, María Eugenia; Zozaya, Claudia; Hermoso, Adriana; Copello, Celeste;
Guillen, Alejandra; Russo, Irma Beatriz; Altamirano, Aldo. Facultad de Educación
Elemental y Especial. UNCuyo. elsacabrini@speedy.com.ar.
Resumen: La práctica profesional es el eje de la formación docente. Modelos que priorizaron la teoría sobre
la práctica, vigentes en las últimas décadas han sido superados, sin ignorar la teoría que la explica y que
brinda orientaciones para su comprensión y transformación. Los procesos reflexivos se han enriquecido con
la incorporación de narrativas que el propio practicante maestro realiza sobre su práctica, pues le permiten
reconstruir la clase, analizarla, ponerla a consideración de otros y hacer valoraciones. Revisarla desde
diferentes perspectivas ha permitido la toma de decisiones con respecto a diversos aspectos que se presentan
a diario en el aula y en la institución, escenarios en los que se incorpora paulatinamente y progresivamente.
Las narrativas elaboradas por los practicantes se han constituido en dispositivos adecuados para registrar y
recuperar las vivencias, sensaciones, temores, logros, aciertos y desaciertos. Todo tiene valor en la medida
que se constituya en un instrumento que facilita la “reflexión” durante la práctica, además de la reflexión
sobre la práctica. Esta forma de comprender y de construir la práctica, se inscribe en las corrientes actuales de
la didáctica, superando los desarrollos lineales, prescriptivos y rígidos para dar lugar a procesos espiralados,
complejos, participativos, creativos y éticos..
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docentes, narrativas e investigación educativa”
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amalgaman una serie de aspectos y factores externos e internos que la mayoría de las
veces, potencian los intereses, aptitudes y disposiciones personales, los que enriquecidos
desde la formación académica, fortalecidos por el conocimiento de marcos teóricos
científicos y metodológicos y los continuos procesos metacognitivos favorecen la
construcción de la identidad docente, pero también aparecen elementos que obstaculizan o
hacen más difícil este proceso que se enriquece, cuestiona, toma sentido en las narrativas
elaboradas por los mismos sujetos que son los protagonistas de las prácticas. “…El interés
por la narrativa expresa el deseo de volver a las experiencias significativas que
encontramos en la vida diaria…, como una forma de investigación” (Manen 1994:159),
tratar de reconstruir como afirma Bruner (1988) “… dos paisajes simultáneamente”: el
paisaje exterior de la acción y el paisaje interior del pensamiento y las intenciones (Bolívar
Botía: 2002:55).
En la mayoría de los currículum de formación docente, hasta hace muy poco, la
Práctica y Residencia Pedagógica se ubicaba en una etapa final del proceso, poniendo el
acento en que los futuros docentes deben aplicar lo que aprendieron durante sus años de
formación, enfatizando el sentido aplicacionista que tuvo vigencia durante muchos años en
los planes de formación docente, primero se adquiere la teoría para después practicar. Esta
concepción, propia de un modelo tradicional, va perdiendo vigencia, y aunque muchas
veces es lo que está prescripto, aparecen indicios de un currículum oculto que pretende
superar esta práctica por otra enmarcada en paradigmas mediacionales y críticos,
reconociéndola como
…un proceso de construcción, elaborada y reformulada a partir del intercambio de los
conocimientos previos con las características y circunstancias propias de una práctica concreta, en un
contexto particular y en la que se encuentra afectivamente implicado. Es aquí en donde se entrecruzan,
cuestionan, sustentan y elaboran propuestas pedagógicas tendientes a una enseñanza constructiva e integral.
La intención de este espacio está puesta en “establecer una interacción entre lo teórico y lo práctico, de tal
forma que los conceptos y la experiencia práctica de los estudiantes cobren “riqueza y claridad a partir de la
incursión del otro” (Zeichner y Liston en Angulo Rasco y otros, 1999:511).
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percepciones, los juicios y las decisiones que se toman en las situaciones divergentes de la
enseñanza. Con la reflexión, el practicante-maestro aprende a construir y a contrastar
nuevas teorías de acción, nuevas búsquedas, nuevas categorías de comprensión, nuevos
modos de afrontar y definir los problemas.
La práctica es compleja y dinámica, Achilli (2000:23) conceptualiza a la práctica
pedagógica como “… la práctica que se despliega en el contexto del aula caracterizada por
la relación docente, alumno y conocimientos”, y la diferencia de la “práctica docente” que
trasciende a la pedagógica por que implica “un conjunto de actividades, interacciones,
relaciones que configuran el campo laboral del sujeto maestro o profesor en determinadas
condiciones institucionales y socio- histórica”. Estas dos caras de la práctica se presentan
en una relación dialéctica constante, armonizando a veces el desarrollo de cada una de ellas
y otras veces desarticulándolas o sobresaliendo una sobre la otra.
Desde estas conceptualizaciones de la práctica, vinculada sin lugar a dudas a una
teoría pedagógica, se inscriben todas aquellas situaciones en las que se implican los
docentes, en nuestro caso los practicantes. Cada experiencia educativa que éstos vivencian
se les presenta como diferente, pues lo educativo está compuesto por pequeñas realidades
particulares, realidades que se van construyendo cotidianamente en el salón de clases,
realidades cambiantes y dinámicas, en donde se condensan la historia, la sociedad y la
cultura tanto institucional como personal. En estos escenarios, el practicante maestro
construye su oficio a partir de una práctica que pretende ser diferente e innovadora, es un
arquitecto del conocimiento de los alumnos y de las interrelaciones subjetivas entre los
actores que participan en este escenario tan singular que es el salón de clases, es un
mediador de los procesos que suceden en él para favorecer la “actividad mental
constructiva de sus alumnos”. Wallace (1991:21) se refiere a la práctica como "la
oportunidad que se le da al practicante de desarrollar y mejorar su práctica profesional
dentro del contexto de una aula real, usualmente bajo alguna forma de guía o supervisión."
Es, sin duda, en este proceso de construcción y resignificación, que el futuro docente tiene
la oportunidad de desarrollar una actitud positiva hacia la enseñanza; de adquirir una serie
de hábitos y actitudes que lo identificarán como docente, de iniciarse en el ejercicio
profesional, de desarrollar, hacer crecer y mejorar ese ejercicio; todo ello con la adecuada y
oportuna guía, orientación y promoción del profesor de prácticas.
Este espacio curricular en la formación docente, es clave, central y nuclear, en él
se entrelazan expectativas institucionales y personales que generan tensiones entre la
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En este relato, aparecen huellas e indicios que dan cuenta de tales tensiones,
algunas más técnicas y prescriptivas como puede ser la planificación, desarrollo y
evaluación del trabajo, los recursos didácticos y otras más difíciles de superar y armonizar,
como pueden ser las relaciones interpersonales, la formación actitudinal de los estudiantes,
el clima de trabajo, la buena enseñanza y la formación en valores. También hay otro tipo
de factores que influyen en la práctica docente, como es el caso de los de índole personal
del practicante maestro: su historia, su compromiso moral profesional y sus expectativas
respecto a los alumnos, además de los elementos d índole institucional, social o política,
pues “…la función docente está en un equilibrio entre las tareas profesionales en la
aplicación de un conocimiento, el contexto en que se aplican, el compromiso ético de su
función social y la estructura de la participación social existente en ese momento y en la
que está comprometido” (Imbernón, F., 1994:23).
La tensión estudiante / docente, teoría /práctica, se van conjugando de diversas
maneras, en algunos momentos hay predominio de un extremo sobre el otro provocando
inseguridad e incertidumbre. El practicante organiza y planifica su práctica, hace todas las
previsiones posibles anticipándose en cuanto a lo que va a enseñar, cómo, con qué
recursos, en qué tiempos. Ha elaborado su libreto teniendo en cuenta lo adquirido desde la
teoría, pero cuando este libreto comienza a desarrollarse en un escenario particular como es
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el aula, se tiñe con un claroscuro de significados y simbolismos propios del entorno social
e institucional, cobra vida en su relación con un contexto y con unos actores concretos, y
genera cierta ansiedad y temor.
Los relatos de los practicantes surgidos tanto en las instancias individuales y como
grupales, son recuperados a partir de dinámicas que provocan procesos de reflexión sobre
la acción y en la acción. A medida que se van identificando con la singularidad del rol, con
el conocimiento y comprensión de la cultura institucional, que asumen responsabilidades y
toman decisiones se disminuye la tensión para lograr un equilibrio entre los extremos.
También se hace presente su propia historia personal, las expectativas de la institución
formadora, las urgencias y necesidades cotidianas que influyen en la práctica de una
manera sutil, pero que en definitiva les provoca cuestionamientos y replanteos a su
desempeño. Una practicante manifestaba en uno de los Talleres de reflexión:
No pude desarrollar lo que había planificado, la maestra cuando vio la propuesta le pareció muy
buena e innovadora, pero cuando tuve que llevarla a cabo, me encontré con que más de la mitad de los
alumnos no había traído el material que les había solicitado (mapas, afiches, láminas, marcadores revistas,
tijeras y goma de pegar)… no se pudo hacer el trabajo grupal ni tampoco por supuesto los afiches que
pensaba tener para hacer el cierre de la clase… (Practicante 2007).
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tejiendo hilos que permiten construir una trama particular de su práctica. En estas “tramas”
los practicantes nos comunican sus conocimientos teóricos, cómo van construyendo su
conocimiento práctico, tramas que se van afianzando por la seguridad y firmeza de sus
hilos y otras en que se van debilitando en la medida que se van destejiendo aquellos hilos
débiles a los que hay que fortalecer o volver a tejer. También aparecen en esta trama
espacios vacíos, llenos de silencio y de ausencias, espacios que hay que orientar para que
se pueda explicitar lo implícito o lo obvio y completarlos para enriquecerlos. Así es como
en los Talleres de Reflexión se trata de brindar los apoyos necesarios para que cada uno
pueda volver a enhebrar la aguja y rehacer una trama fuerte y constitutiva de nuevos
saberes prácticos. En definitiva, a través de los relatos narrativos los practicantes maestros
pueden estructurar la experiencia para volver sobre ella, analizarla y transformarla para
mejorarla.
En la Residencia Pedagógica el futuro docente es él mismo, con su historia, sus
miedos, expectativas y motivaciones, se descubre a sí mismo, significa su propia
formación, sus decisiones y proyectos personales y no desde lo que hacen y dicen otros que
son ajenos a su propia historia y a su proyecto, de allí que la incorporación y permanencia
del practicante en la escuela debería anticiparse y prolongarse tanto en lo referido al tiempo
en que se desarrolla la misma, como a las actividades que puedan ir asumiendo y
responsabilizarse. Se trata de que pueda ir descubriendo, interpretando e identificando
situaciones, acontecimientos y tejiendo su propio entramado de significados y sentidos de
su práctica; que pueda ir construyendo “su lugar”, y dejar de lado el “no lugar” (Augé
1993:83). Según Gimeno Sacristán el contexto áulico es un escenario complejo, atravesado
por la “pluridimensionalidad, simultaneidad, inmediatez y una fuerte dosis de implicación
personal”, escenario, espacio de la práctica docente, donde el practicante maestro se
encuentra en un principio como ajeno, pero que con el transcurrir de los días y con el
reconocimiento que alumnos y maestros le brindan, comienzan a sentirse más cómodos y a
identificarse no solo con el espacio físico y con el grupo sino con lo que se espera de él,
van construyendo su “lugar”.
Algunas expresiones de practicantes dan cuenta de este proceso,
Sentí una alegría inmensa al finalizar este período y los alumnos me pedían que no me fuera”,
otras decían “la maestra me invitó a la fiesta de fin de año, quiere que comparta con los chicos este
momento”, y otra expresaba “Justo cuando terminé el período de las prácticas, la maestra del grado tomó
licencia, y en la escuela me pidieron si podía quedarme en el grado, llamaron a un reemplazo y como no se
presentó nadie, por suerte, pude hacerlo (Practicante M. 2007).
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desempeñarse se notan muchas falencias, yo la oriento mucho sobre lo que debe hacer,
sobre todo cómo manejar y tratar a los alumnos…”
Captar, analizar y canalizar estas tensiones, nos ha llevado a replantear no solo la
organización y desarrollo de este especio curricular, sino también a proponer cambios en la
propuesta curricular de la formación docente, ubicando la práctica en el centro de la
misma, aunque sería una utopía pensar y afirmar que finalizada la etapa de formación, los
futuros maestros han adquirido las competencias básicas para desempeñare como tal, pues
el conocimiento práctico se comienza durante la formación inicial, pero se fortalece
durante el ejercicio de la docencia.
La Práctica y Residencia Pedagógica es un espacio curricular privilegiado para
construir y construirse como docente, Mingorance Díaz (1991) afirma que:
El conocimiento profesional se genera a través de la experiencia, las teorías se traducen en
pensamiento práctico que analiza la situación en el aula y formula modos peculiares de hacer. Supone un
caudal de ideas que se adquieren en la vida diaria o en el ejercicio de la ocupación profesional, supone
habilidad, pericia, sentido de la oportunidad, del cómo y cuándo. Se podría afirmar que es un saber hacer en
el manejo de la situación cotidiana de la clase.
El centro y el eje hacia donde debería converger toda propuesta curricular, desde
las teorías epistemológicas que fundamentan lo educativo como los diversos
planteamientos disciplinares, cobran sentido en relación al “hacer” docente, pero a su vez,
ésta es un centro desde el que se proyecto e irradia los procesos de interpretación para
abordar todo acto educativo desde la diversidad social, política y cultural.
Una práctica desarrollada durante toda la formación inicial, brinda la posibilidad a
los futuros maestros de construir y construirse en cuanto tales, de identificarse con el rol a
través de procesos reflexivos, procesos que posibilitan durante esta etapa, mediar para
acompañarlos y poder captar los verdaderos sentidos y significados que le otorgan a su
práctica, sentidos que podrán ser enriquecidos y ampliados en la medida que se construyan
categorías de análisis facilitadoras del mismo proceso, que lo clarifiquen y lo
diversifiquen.
Referencias
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Andreozzi M. (1996) “El impacto formativo de la práctica”, en Revista IICE Nº 9, 20- 21
Andreozzi M (1998) “Sobre residencias, pasantías y prácticas de ensayo”, en Revista IICE,
nº 13, 38-42.
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docente. Madrid. Akal.
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modernidad. Barcelona: Gedisa.
Bolívar, A. (2002), “¿De nobis ipsis silemus’: epistemología de la investigación
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Bruner, J. (1997): La educación, puerta de la cultura. Madrid: Visor.
Bruner, J. (1988).Realidad mental, mundos posibles. Barcelona: Visor
Edelstein, G y Coria A. (1999): Imágenes e imaginación: iniciación a la docencia. Buenos
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Jackson, Philip (1991), La vida en las aulas. Morata, Madrid.
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aprender. Rosario: Homo Sapiens
Montero Mesa, L. (2001): La construcción del conocimiento profesional docente. Rosario,
Homo Sapiens.
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en: A. Camillioni y otros: La evaluación de los aprendizajes en el debate didáctico
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Pérez Gómez, Barquín Ruiz., J., Angulo Rasco (1999), Desarrollo Profesional del
Docente. Política, Investigación y Práctica. Madrid, Akal.
Rodrigo, M. J.; Rodriguez, J.; Marrero, J. (1993), Las Teorías Implícitas. Madrid. Visor.
Schön, D.A. (1992) La formación de profesionales reflexivos, Barcelona, Paidos-Mec.
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Zabalza, A. (1989) en Marcelo García (1995), Desarrollo Profesional e iniciación a la
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Zeichner y Liston, (1999) “Enseñar a reflexionar a los futuros docentes”, en Desarrollo
profesional del docente: Política, investigación y práctica. Madrid. Akal
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