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“Los árboles meditan en Invierno; gracias a ello, florecen en Primavera, dan sombra y frutos
en el Verano y se despojan de los superfluo en el Otoño”
El otoño es la estación del SOLTAR; dejar ir aquello que nos pesa, que nos dificulta u
obstaculiza el camino, sean emociones negativas, caprichos, compromisos que ya no nos
motivan o relaciones que no nos nutren; así como lo hace el árbol en otoño, es momento de
desprendernos de aquello seco, descolorido, inútil, innecesario, que ocupa lugar y ya no nos
sirve.
UNA HISTORIA
Un psicólogo, en una sesión grupal, levantó un vaso de agua. Todos los asistentes
esperaban la típica pregunta: ¿El vaso… está medio lleno o medio vacío?
El psicólogo respondió:
El peso del vaso no cambia, es siempre el mismo. Pero cuanto más tiempo lo sujeto, más
pesado, y más difícil de soportar se vuelve.”
Y continuó: Las preocupaciones, los pensamientos negativos, los rencores, el resentimiento,
son como el vaso de agua. Si piensas en ellos un rato, no pasa nada. Si piensas en ellos
todo el día, empiezan a doler. Y si piensas en ellos toda la semana, acabarás sintiéndote
paralizado, e incapaz de hacer nada.
¿Cuántas veces nos aferramos, tal vez demasiado, a una persona, a una situación, a un
lugar, a un puesto de trabajo… aun cuando sentimos que nos duele y ya no nos hace bien?
Y observamos que nos resulta difícil soltar, dejarlo ir para emprender un cambio.
Cuando generamos dependencia hacia esa persona, situación, dinero, poder, estatus,
puesto de trabajo, objeto, o lo que fuera, pensamos (erróneamente) que allí radica la fuente
de nuestra felicidad y/o seguridad, que nuestra vida tiene sentido gracias a eso a lo cual nos
aferramos; que sin ello nos sentiremos solos, vacíos, inseguros, desprotegidos, etc. Y ante
la existencia de esa creencia, nos apegamos más y más; y generamos vínculos desde el
miedo, y no desde el amor.
Cuando nos aferramos tanto a algo o a alguien creamos sufrimiento, angustia y miedo a
perder esa persona u objeto del apego. Y generalmente, para defender nuestra posesión,
empleamos la agresión, la competencia y nos destruimos cada vez más en ese proceso.
EL DESAPEGO
Para crecer, para sentirnos más libres, fuertes, seguros e independientes busquemos
aprender a “soltar” aquello que ya no nos sirve ni aporta mejoría, desarrollo ni bienestar a
nuestras vidas.
En fin… soltemos todo lo que nos pesa… tengamos conversaciones agradables con quien
deseamos tenerlas, aclaremos situaciones que nos preocupan o nos quitan el sueño,
olvidemos aquellos temas que no son productivos en nuestras vidas.
Así como los árboles en otoño necesitamos dejar marchar las hojas viejas para dar lugar a
los brotes nuevos y frescos en la primavera. Seamos simples, seamos prácticos. Es tiempo
de soltar de remover para sentirnos más livianos, puros, y así poder disfrutar de lo que llega
y florecer.