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subversivo en Hispanoamérica
Tomás Moro inventa la palabra utopía a partir de su correspondencia con Erasmo sobre
la «nusquaína terra» («nuestro país de ninguna parte») dándole el nombre griego de «u-topos»
(«no lugar», textualmente). Sin embargo, una polémica lingúística sobre el término creyó
descubrir en ci origen un error de transcripción. Moro habría escrito «eu-topos», es decir,
«lugar feliz» y no utopos.
DE LA UTOPIA AL UTOPISMO
Apenas publicada en 1516, Utopía dejó de ser el titulo de una obra para
convertirse en un género literario. Pero como sucede con íos términos
tragedia u novela, es el adjetivo derivado, trágico o novelesco, el que ¡la
dado el amplio sigííificado que la palabra tiene actualmente. La palabra
‘<utópico» apareció casi inmediatamente después del títuto de Moro, en
1529. El término «utopíano>’ que estuvo en boga durante esos años
desapareció en ci curso del siglo xviii. «Utopista» adquirió cartas creden-
ciales en 17292. En idioma alemán, la palabra utopía derivó aún hacia dos
vocablos divergentes: «utopisch>’, la utopia en sentido objetivo, y «utopis-
tich’>, la utopía en sentido peyorativo, sinónimo de búsqueda de lo
imposible.
Gracias al adjetivo <‘utópico», la utopía pasó a ser «un estado de
espíritu», sinónimo de actitud mental <‘rebelde>’, de oposición o de resisten-
cia al orden existente por la proposición de un orden radicalmente
diferente. Esta visión «alternativa» de la realidad no necesita darse en una
obra coherente y sistemática fácilmente catalogable en el género utópico.
En la «subversión» del orden real que toda proposición de un mundo
imaginario coniteva, basta muchas veces rastreare1 carácter de cuestiona-
miento o la simple esperanza de un mundo mejor, para estar frente a un
pensamiento utópico. Algunos autores hablan de «una forma del espíritu » a
la que bautizan como «utopismo>A, señalando «lo imaginario subversivo»
en obras tan diversas como las utopias propiamente dichas, ensayos
filosóficos, plataformas políticas, declaraciones, artículos periodísticos,
panfletos y discursos. Se puede afirmar así que un escritor puede ser
<‘utopista» sin haber escrito ninguna utopía.
Lo que podría llamarse el pensamiento utópico puede rastrearse sin
dificultad desde la antigúedad a nuestros días. E) carácter retroactivo de la
palabra utopía ha permitido releer con otra óptica obras anteriores a la
obra de Tomás Moro y solamente una crítica puntillosa puede negarse a
adjudicar como carácter de la «condición humana» el de «horno
utopicus»4. Esta suerte de sentimiento de rebelión abstracta contra el
Según la definición del Diccionario Littré, citado por Jean Jacques Wuner,burger en
Lutopie ou ¡a críse de ¡‘imaginaire (Sean Pierre Delarge Editeur; París, 1979), pág. 20.
Alexandre Cioranescu en Lavenir dii passé (fltopie et iliterata re); Gallimard, París, 1972;
analiza cinco diferentes sentidos de La palabra utopía y la completa con la del utopista y la de
utopisrno.
Ene1 prólogo y en la advertencia a su historia literaria del pensamiento utópico, Voyages
Tensión utópica e imaginario subversivo en Hispanoamérica 15
aux pays de nulle parte (Editions de lUniversité de Bruxelles, 1975)> Rayrnond Trousson
establece una definición restrictiva de utopia, teniendo únicamente en cuenta las obras que
puede catalogar en eí género utópico.
Sociologie de lutopie por Georges Duveau (PUF; 1961); Introduction.
6 LUto pie et les utopistes por Raymond Ruyer (Paris, 1950), pág. 9.
16 Fernando Aínsa
»Utopia para si’» por Arturo Andrés Roig, en «Revista de Historia de las Ideas», Onito, 1981,
págs. 53-67.
8 Duveau, o. c. « La resurrection de lutopie», págs. 39-60.
Tensión utópica e imaginario subversivo en Hispanoamérica 17
Utopía y rekrmismo en la España de los Austrias por José Antonio Maravalí (Siglo XXI;
Madrid, 1982), pág. 74.
Ilpensiero utópico, antología a cargo de Massimo Baldini (Cittá Nuova Editrice; Roma,
1974), pág. 12.
En Das Prinzip-Hoftnung (Berlín, 1954), Ernst Bloch propone lo que llama «los
diagramas para un mundo mejor>’ a partir del «Principio esperanza», donde analiza en detalle
las utopías geográficas.
¡2 Le mythe de la riu=id¿ale por Roger Mucchielli (PUF, Paris, 1960).
4 Ideologie und tiwpie por Karl Mannhelni {-192-9f -Traducción española publicada por
Aguilar, Madrid, 1958.
« Lutopie contre leschatologie» por Eduardo Colombo en obra colectiva, Limaginaire
suhversi/S interrogations Sur lutopie (Atelier de création Libertaire/Editions Noir, Généve,
1982, págs. 27 a 43.
«El imaginario subversivo» por Amadeo Bertolo en o- c. en nota 15, pág. 9.
Tensión utópica e imaginario subversivo en Hispanoamérica 19
27 Eduardo Colombo, o- c.
21< O. c., pág. 404.
29 Bertolo, o. c., pág. 17.
Tensión utópica e imaginario subversivo en Hispanoamérica 23
obra de Tomás Moro, tal vez una de las menos realizables, pero seguida de
ejemplos prácticos como los Hospitales-Pueblo que fundó en México el
obispo Vasco de Quiroga. Algo similar sucede con la obra de Charles
Fourier, cuyas meticulosas indicaciones y clasificaciones suscitan dos
reacciones e influencias opuestas. Por un lado, los discípulos que organizan
comunas y colonias en base a sus principios en Argentina, Estados Unidos,
Brasil y México y, por el otro, entusiasmados por «la subversión imaginati-
va» de sus textos, los surrealistas señalan su aspecto «imposible’>.
Verificar, pues, la realización de las utopías para valorarlas o medirlas
en función de su eficacia práctica es limitar la visión histórica, donde lo
imaginario individual y lo imaginario colectivo deben considerarse como
un ingrediente imprescindible de «l’histoire á part entiére>’30. Ya lo decía
Bakunin: «Ha habido siempre en la naturaleza un gran defecto capital, el
amor por lo fantástico, por las aventuras extraordinarias e increíbles, por
empresas abriendo a la mirada horizontes ilimitados y de los cuales nadie
ha podido imaginar el desenlace >21. Por esta razón, puede incluso integrar-
se a lo utópico, un cierto aspecto de lo «maravilloso>’ que toda subversión
imaginativa, en la medida en que es generosamente libre y revolucionaria,
supone. Una tradición del pensamiento utópico libertario, desde «la Abadía
de Teleme” de Rabelais cuya única ley es «el haz lo que quieras”, hasta las
utopias contemporáneas anarquistas, ofrecen esa «extraña luz del delirio,
luz del sueño y pasión que sobrevuela sobre las masas en los momentos de
rebelión>’ con que Michel Abensour define «lo maravilloso utópico>’ de
News froin nowhere de William Morris. «Lo maravilloso exprime la necesi-
dad de sobrepasar los límites impuestos, impuestos por nuestra estructura,
como un modo de llegar a una más grande belleza, una más grande
potencia, un mayor placer —puntualiza—. Anhela sobrepasar los límites
del espacio y del tiempo, destruir barreras racionales, verdadera lucha de la
libertad contra todo lo que la reduce, la destruye o la mutua»32. Verdadera
«tensión’> ajena al «trabajo regular y maquinal», esta aspiración de
supresión radical de toda regla normativa y de todo sistema jurídico a fin de
~ Lucien Febvre en Poar une histoire a part entiére (París, 1962) sostiene que eí proyecto y
planeamiento del futuro permite a los historiadores comprender mejor el presente de Ja
utopia. «Anticipaciones y comprobaciones mezcladas; los lineamientos del mundo que se ve;
los trazos que se adivinan y profetizan del mundo de mañana o pasado mañana. Es a las épocas
de convulsión y de transición donde sedan carreras entre adivinos y profetas... Hablan cuando
la humanidad, inquieta, busca precisar las grandes líneas de las conmociones sociales y
morales, que cada uno siente como inevitables y amenazantes. Por ello sus obras son, para el
historiador, testimonios muchas veces patéticos, siempre interesantes, no sólo por la fantasía
y la imaginación de algunos precursores, sino por lo que representan del estado íntimo de una
sociedad» (pág. 742).
31 Bakunin, citado por A. Reszler, « Lesthéthique anarchiste».revista Diogene o.» 78, 1972,
págs. 55-56.
32 «William Morris, Utopie libertaire et novation technique» por Michel Abensour eno. c.
en notas 15,16 y 22, se basa en P. Mabilley su definición de «lo maravilloso» (Le Merveilleux,
París, 46; pág. 68) para proponer la de lo marvilloso utópico.
24 Fernando Aínsa
que producía de todo. «Per se dabat omnia tellus” decía Ovidio en las
Metamorfosis.
Pero en general, a partir de La Basiliada y Le codede la nature de Morelly,
publicadas respectivamente en 1753 y 1755, la utopía se proyecta hacia el
futuro. Al criticar el orden existente y proponer un mundo alternativo
(contra-imagen de lo que «es>’), nada mejor que disponer de «la tábula
rasa” del futuro. Este es el «tiempo del anhelo>’ del que han hablado otros
filósofos y poetas. El futuro ha podido simbolizarse con el Progreso en el que
confían esperanzados muchos escritores del siglo xix, con los adelantos
técnicos y los descubrimientos científicos proyectados aritmética o geomé-
tricamente en los años a venir, con el crecimiento sin límites o con la
posibilidad de <‘destruir” literalmente el pasado como proponen los futu-
ristas a principios del siglo xx.
En la práctica, el hombre utópico, por no decir el ser humano en general,
se sitúa mucho más ambiguamente entre las dos imágenes de la utopia: la
que espera con ilusión y la que ha perdido con el Paraíso o la Edad de Oro.
Esta ambigúedad proviene del carácter dinámico que tiene la idea que de la
«felicidad’> se ha hecho el hombre a lo largo de la historia. En el curso de la
propia vida de un ser humano existe la tendencia natural a ir revistiendo de
«buenos recuerdos’> y a ir idealizando todo lo que va siendo pasado. Con
melancolía o tristeza se van reclasificando las experiencias y los recuerdos
(«todo tiempo pasado fue mejor» se dice, casi como un lugar común), al
mismo tiempo que las ilusiones depositadas en el futuro se van neutralizan-
do a medida en que se aproximan al tiempo presente.
Esta revalorización permanente parece implícita a lo que podría
llamarse una filosofía del tiempo, a la que está íntimamente ligada la
utopía, forma necesaria de justificación de la vida que todo hombre
necesita para no limitarse a una aceptación resignada del paso del tiempo.
Se puede hablar así de «un reconocimiento hacia todo lo que es recuerdo»,
reconocimiento en el doble sentido de la palabra: recuerdo y situación en la
memoria por un lado, gratitud y agradecimiento por el otro, tal como hace
Jean Cazeneuve al estudiar las relaciones existentes entre la idea de
felicidad y la de civilización ~.
‘~colombo, o. c.
Citado por DanieJ J. Boorstin en The exploring spirit: Anierica, the World, titen, now
‘1<
de los diálogos Timé y Crito de Platón supervive en islas que no son más que
los picos del antiguo continente. Esta primera tensión entre utopía y
realidad profundamente impregnada de mitos y leyendas sobre los países
de la fantasía de la antigúedad, se cumple a través de un movimiento en el
espacio. La búsqueda de lo utópico es espacial y geográfica y está motivan-
do, al mismo tiempo que los afanes comerciales e imperiales, la riesgosa
apuesta de los navegantes árabes, genoveses, portugueses y catalanes, y se
da paralelamente a los viajes mesiánicos de los monjes irlandeses que
llegan hasta «la última Tule>’ (Islandia) y al «mar sólido» con que se
identifican las costas de Groenlandia y de América del Norte. Son también
leyendas sobre territorios desconocidos las que animan las arriesgadas
expediciones de pillaje y colonización de los vikingos, especialmente del
famoso Erik el Rojo. Este movimiento parece «cristalizarse” con el descu-
brimiento «oficial» de América por parte de Cristóbal Colón en 1492.
Por azar, los primeros territorios «encontrados» son también islas, y son
islas de naturaleza paradisíaca donde viven «seres primitivos’> en «estado
puro”. De esta fascinación original nació la certeza repetida hasta hoy en
día que América es un sitio privilegiado donde podrá realizarse el sueño de
«una felicidad más completa y mejor repartida entre los hombres, una
soñada república, una Utopía>’37. La idea abstracta y fantástica del Edén se
‘<objetivó” y se volvió concreta. Rápidamente, como ha demostrado Sergio
Buarque de Holanda para el caso del Brasil38, las nociones míticas del
Paraíso pagano y cristiano, ayudan a componer y a fijar la imagen del
Nuevo Mundo.
La Edad de Oro de los textos clásicos de Hesíodo, Virgilio, Píndaro,
Horacio, Ovidio, Séneca y Luciano, no pertenece a un pasado irremediable-
mente perdido, sino que felizmente supervive incontaminada en territorio
americano. El hecho de este «encuentro» con el mito y esta encamación de
lo utópico en un espacio que se descubre y explora, no lleva a la desapari-
ción de la fantasía. La imaginación es más pródiga que nunca y parece
estimularse y crecer gracias a una realidad que no la desmiente, sino que
parece darle una asombrosa razón.
El efecto dialéctico de esta realidad que sobrepasa a la fantasía esla
multiplicación de relatos y crónicas, muchas de ellas pobladas de los
monstruos y prodigios de las leyendas de la antigoedad clásica y medieval,
su repercusión directa en Europa y la aparición del género utópico a partir
de la obra de Tomás Moro en 1516. El género se difunde al mismo tiempo
que la conquista de América se acelera. Uno y otro se alimentan en un
progresivo movimiento pendular entre teoría imaginativa y práctica de la
conquista y de la colonización, entre geométricos conceptualizadores de
~‘ La última Tule por Alfonso Reyes en Óbras Completas, tomo XI (Fondo de Cultura
Económica; México, 1960).
~» Visao do paraiso: os motivos edénicos no descubrimiento e colonizacao do Brasil por
Sergio Buarque de Holanda (Río de Janeiro, 1959).
30 Fernando Alnsa
~ Una antología del pensamiento utópico de Simón Bolívar resultaría de gran utilidad
para definir algunos de los más importante «sueños colectivos» americanos. De J
05é Gervasio
Artigas deben ser recordados el «Reglamento provisorio de tierras» y las «Instrucciones del
año XIII» de insuficiente difusión americana.
Tensión utópica e imaginario subversivo en Hispanoamérica 33
40 Inventamos o erramos por Simón Rodríguez, recientemente reeditada por Monte Avila
en la Biblioteca de la Utopia que dirige Dardo Cúneo.
1 En «LJ[opic, lene promise, emigration et exile» por Fernando Aínsa en o. c. colectiva en
notas 5, ió, 22 y 32. Asimismo en Diogenes, nfr 119 (septiembre, 1982: México, UNAM).
42 La raza cósnh¡ca por José dc Vasconcellos (Barcelona, 1925); pág. 15.
Tensión utópica e imaginario subversivo en Hispanoamérica 35
FERNANDO AíN5A
UNESCO. París
~ «La utopía de América» por Pedro Henríquez Ureña, recogido en Plenitud de América,
antologia de Javier Fernández (E. A., 1952).
~ Sobre eí tema de la utopía en la narrativa hispanoamericana ver Los buscadores de la
utopía por Fernando Aínsa (Monte Avila, caracas, i977).