Sei sulla pagina 1di 506

001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página i

001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página ii


001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página iii

ESTA SALVAJE
PESADILLA
Salamanca en la
guerra civil española

crítica contrastes
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página iv
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página v

Ricardo Robledo, ed.

Jaume Claret, Josefina Cuesta Bustillo,


Severiano Delgado Cruz, Luciano G. Egido,
Luis Enrique Espinoza, Javier Infante, Santos Juliá,
Santiago López García, M.ª Luz de Prado Herrera,
Manuel Redero San Román y Ricardo Robledo

ESTA SALVAJE
PESADILLA
Salamanca en
la guerra civil española
Prólogo de
Josep Fontana
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página vi

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright,
bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra
por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento
informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

Diseño de la cubierta: Jaime Fernández


Ilustración de la cubierta: © Agencia EFE
Realización: Ātona, SL

© 2007, del prólogo: Josep Fontana Lázaro


© 2007, de sus respectivos capítulos: Jaume Claret, Josefina Cuesta Bustillo,
Severiano Delgado Cruz, Luciano G. Egido, Luis Enrique Espinoza,
Javier Infante, Santos Juliá, Santiago López García, M.ª Luz de Prado Herrera,
Manuel Redero San Román y Ricardo Robledo
© 2007 de la presente edición para España y América:
CRÍTICA, SL, Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona
www.ed-critica.es
e-mail: editorial@ed-critica.es

ISBN: 978-84-8432-901-5
Depósito legal: M-19.412-2007
Impreso en España
2007. BROSMAC, SL, Polígono Industrial 1, Calle C, Móstoles (Madrid)
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página vii

Prólogo
Salamanca, capital de una España
«viva, confiada y sana»

C OMO CORTE QUE fue, por un tiempo, del general Franco, Salamanca reci-
bió en 1936 y 1937 la visita de muchos amigos del nuevo régimen, como
el suizo H. Carlier, quien nos dice cómo la vio en noviembre de 1936. La
imagen que nos da es la de una ciudad llena de vida:

Asnos tranquilos llevan sus canastas y detrás, su guía; las mulas tiran de ca-
rros con ruedas muy altas; en la esquina de la calle el vendedor de castañas vende
sus frutos, cocidos en el horno. Los soldados con los uniformes más diversos:
rojo escarlata, capas azul celeste con borla roja, turbantes de los moros, unifor-
me sombrío de los falangistas; autos con la carrocería camuflada; oficiales con
gorros de policía de borla plateada; banderas y más banderas; vida que bulle,
sonriente, estruendo de los motores (¡Oh el silencio de Ginebra!) y de los cláxo-
nes. Es un auténtico kaleidoscopio que pasa, sonoro y sonriente: la verdadera Es-
paña, viva, confiada y sana.

Carlier presenció la misa por los caídos desde el balcón del ayuntamiento
—está claro que era un visitante distinguido— y nos habla del entusiasmo de
la población, «con gritos, vivas, clamores, manifestaciones de alegría deli-
rante y de admiración por los soldados que luchan por liberar el país —y Eu-
ropa— del marxismo destructor de libertades».1
En el transcurso de su viaje por España regresó de nuevo a Salamanca,
donde mantuvo una entrevista con el obispo Pla y Deniel, y aprovechó en-
tonces para recapitular sus impresiones de «un día de lluvia en Salamanca».
La vida económica era normal, «la retaguardia de la España nacionalista no
parece estar en guerra». Los precios, controlados por el gobierno, eran más
bajos que en Suiza (no nos dice, sin embargo, si los salarios eran equivalen-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página viii

viii esta salvaje pesadilla

tes), y las mercancías, y en especial los alimentos, abundantes y baratos. Lo


único que faltaba, para desconsuelo de las señoras, eran las medias de seda.
Repite entonces su visión de unas calles de Salamanca llenas de los «encanta-
dores asnitos españoles» que llevan jarras de leche en sus cestas, mientras las
verduleras «conducen sus asnos cargados de verduras y de frutas hasta las
puertas de las casas» y en las esquinas las «vendedoras de crujientes paneci-
llos blancos gritan para anunciar la apetitosa hornada».
Cuando de la descripción pintoresca pasa al análisis, comienza con unas
consideraciones sobre «la vida religiosa», en que destaca la existencia de una
práctica «muy fuerte», incluso entre los hombres, que ponen sus dos rodillas
en el suelo y rezan con los brazos en cruz. Y trata de justificar estas manifesta-
ciones de una piedad que algunos consideran fanática y superficial, argumen-
tando que «hay mucho de oriental en la piedad española». Y acaba con un in-
tento de comparar este mundo con el suyo, Salamanca con Ginebra, que le
lleva a la trivialidad de reconocer que los españoles «no leen mucho, no tienen
este maldito bienestar que nos aplasta y nos paganiza; no tienen el “refina-
miento” de que nosotros gozamos», pero que no por ello son menos felices.
Lo cual le conduce a la sensacional conclusión de que los españoles no están
«atrasados», sino que tan sólo están «en retraso respecto de nosotros».
También en la propaganda nacionalista se nos pinta Salamanca como un
oasis de paz. En el número 4 de Spain, la revista de publicidad franquista
para el exterior que editaba en Londres Spanish Press Services, apareció un
artículo de Douglas Organ con el título de «Salamanca: ciudad de sorpre-
sas», donde el presunto viajero aseguraba que se había visto sorprendido por
una ciudad en que apenas si se veía algún soldado (lo cual se contradice con
lo que afirman todos cuantos pasaron por ella en estos años). Tan sólo vio
unos cuantos uniformes entre los que paseaban, en una noche de verano, por
la Plaza Mayor, donde las «señoritas» acudían «to make the most of them»
(no traduzco, para evitar equívocos). El único caballo que pudo ver por la
ciudad no era el de un militar, sino el de un repartidor de leche (los «encanta-
dores asnitos» de Carlier ascendían de categoría). Había un clima general de
libertad, de modo que pudo entrar en todas partes, salvo en un «cuartel de
moros», y ello se debió a que «quizás el centinela no entendió mi acento in-
glés más de lo que yo entendía el suyo africano». Ni siquiera le impidieron
tomar fotos donde se le antojaba, incluso antes de obtener un permiso para
ello.2
Una imagen mucho más viva nos da, meses después, Cecil Gerathy,
un corresponsal inglés, en «Salamanca en invierno», donde nos describe un
Gran Hotel en que se pueden ver «diplomáticos con sus esposas, aviadores,
soldados y otros, hablando por lo menos cinco idiomas. Chóferes de auto-
móviles oficiales, vestidos de cuero», generales y coroneles con sus fajas, ro-
jas y azules respectivamente. Todo en la más absoluta normalidad.3
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página ix

prólogo ix

Es una ciudad en que, como nos informa un artículo sin firma, no hay
paro, porque las nuevas autoridades han eliminado el que existía, como nos
demuestran una serie de fotografías en que se ven hombres de una cierta edad
trabajando a pico y pala en la mejora de las calles. Las condiciones de traba-
jo, se añade, son las mismas que se habían acordado antes del movimiento,
salvo los salarios, que se han aumentado, y a nadie se le ha preguntado a qué
sindicato pertenecía o «qué actos públicos podían haber realizado». Todo
ello en vivo contraste con el caos de la zona roja, «donde los trabajadores vi-
ven en la más espantosa pobreza».4
Salamanca vuelve a aparecer en la publicación oficial de propaganda,
esta vez con un aire menos alegre, en las fotografías de ruinas y de víctimas
de los bombardeos de los rojos, en un artículo cuyo único objetivo era justifi-
car algo que comenzaba a escandalizar a la opinión internacional, como eran
los bombardeos de ciudades españolas por parte de las aviaciones alemana e
italiana, que llevaron al propio Ciano a escribir en su diario, por estos mis-
mos días: «He recibido y entregado al Duce un informe de un testigo ocular
acerca de los bombardeos llevados a cabo recientemente sobre Barcelona.
No había leído nunca un documento tan auténticamente aterrador».5
La propaganda franquista no sólo los justificaba con las imágenes de los
bombardeos de Salamanca, sino que aseguraba, en un alarde de imaginación
creativa, que la primera aviación que atacó Barcelona, el 19 de julio de 1936,
fue la republicana, que «bombardeó muchas partes del centro de Barcelona y
las ametralló desde el aire», y destruyó el edificio de Capitanía General y mu-
chas casas alrededor. Y aventuraba que fueron precisamente estos bombar-
deos la causa decisiva de que se rindieran allí las tropas sublevadas. A lo que
añadía la conclusión de que la culpa de que se atacase a las ciudades era del
gobierno republicano que se empeñaba en defenderlas («ha expuesto delibe-
radamente a todos los terrores a sus propios ciudadanos civiles en Madrid, al
defender la ciudad»).6
Salamanca reaparece también en uno de los aspectos más desvergonza-
dos de esta propaganda, con la utilización del nombre y la figura de Unamu-
no. En octubre de 1937 se publicaba en Spain, con gran despliegue tipográfi-
co, un texto titulado: «Civilización contra barbarie. El llamamiento al
mundo del profesor Unamuno», con una breve introducción en que se decía
que esta publicación se hacía «en memoria del gran pensador y patriota que
falleció el 31 de diciembre pasado».7 Meses más tarde, en febrero de 1938,
encontramos un artículo de Francisco Bravo, fundador de la Falange salman-
tina, con el título de «Unamuno y el movimiento nacional», donde cuenta
sus paseos y conversaciones con Unamuno, transcribe sus entusiastas mani-
festaciones de apoyo al «alzamiento» y acaba asegurándonos que, en el últi-
mo día de su vida, el 31 de diciembre de 1936, tras haber escuchado a su hijo
Rafael hablar con entusiasmo de Falange, le dijo a su hija María, una vez ha-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página x

x esta salvaje pesadilla

bía marchado Rafael: «A este joven (sic!) le gusta la Falange. A mí también.


Sólo que yo no lo digo».8
Lo que encontramos, en cambio, en los textos del último Unamuno reco-
gidos por Francisco Blanco Prieto son repetidas condenas de la Falange y del
fascismo, con una última expresión de sus ideas, fechada muy poco antes de
su muerte —Blanco Prieto la supone del mismo día 31 de diciembre—, tan
inequívoca como ésta: «La Falange ha hecho un llamamiento a los intelec-
tuales y me temo que quieren proponerme una vez más que me sume a ellos.
No sé ya cómo decirles que jamás colaboraré con fascistas ni con nada que
vaya contra la libertad de las personas».9
Volviendo a la imagen de la ciudad que nos ofrecen los viajeros de estos
años, hay que señalar que la impresión de observadores más neutrales, como
eran los diplomáticos británicos, coincidía en buena medida con la de los que
eran favorables al franquismo. Alan Hillgarth, el cónsul británico en Mallor-
ca,10 que visitó Salamanca a fines de julio de 1937 para mantener conversa-
ciones sobre intercambio de prisioneros con Sangróniz, vio una ciudad en
que «los uniformes en las calles son tan variados como las voces», y la definía
también como tranquila y confiada. «Hay de todo en las tiendas; no escasean
los alimentos; la ciudad está limpia, todo el mundo parece tener ocupación.
Aunque todos están cansados de la guerra, nadie duda de la victoria». Si de
algo se quejaba era de los horarios de trabajo de la administración franquis-
ta: «Pocos están en la oficina antes de mediodía. Con largos intervalos para
la comida y la cena, trabajan hasta las 2 o las 3 de la madrugada». De ahí que
la mejor hora para hablar con Sangróniz, «jefe del Gabinete diplomático»,
fuese las 7 de la tarde.11
Los testimonios de quienes vivieron estos años en la ciudad, evocados
mucho tiempo después, añaden matices a lo que han visto los extranjeros.
Para Sancho Dávila, «la bella ciudad, llena de historias, era más bien aburri-
da». Y no se interesaba demasiado por lo que ocurría en su entorno. «Sin
contar las tertulias del Gran Hotel, casi todas pobladas de murmuradores, y
los restaurantes y cafés, principalmente el Trilingüe, bajo los soportales de la
majestuosa plaza ... hay que reconocer que más bien había gran indiferencia
por la política en general».12
Ángel Alcázar de Velasco nos pinta, en cambio, una Salamanca llena de
chismes y rumores, comenzando por el bar del Gran Hotel, «con olor a garro-
cha campera», donde se comentan en voz alta los asuntos más reservados y
donde Carmen Polo de Franco mantiene una tertulia con las esposas de los
agraristas. La peña de los falangistas, casi todos «intelectuales sin triunfo y to-
dos con cargos pomposos en despachos oficiales», estaba en uno de los cafés
de la Plaza Mayor. En el del hotel Novelty se reunían sobre todo los militares,
mientras que en los «de los soportales y tabernas aguardienteras circundan-
tes», lo hacían «apretados grupos de “pacíficos” adinerados agricultores».
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xi

prólogo xi

Alcázar de Velasco es el único de estos observadores que mira más allá de


la Plaza Mayor y de los cafés, y acierta a ver también a «los hacendosos habi-
tantes de barrios de carencia absoluta y otros que de más lejos llegaban a la
capital». Gentes a las que «se les advertía faltos de pan y de justicia», que
iban casi todos de luto, se reunían en «una especie de mercadillo ... poniendo
en el suelo la mercancía» y trajinaban «en el silencio del terror», temerosos
de que cualquier imprudencia pudiera ser considerada como hostilidad al ré-
gimen y llevarles a la cárcel o al paredón.13
Esa es también la ciudad que nos describen los textos del último Unamu-
no, con sus dos caras contrapuestas. La de los represores alegres y confiados
que le muestra a Jerôme Tharaud en un paseo: «Hemos dado una vuelta por
la ciudad y le ha sorprendido ver tantos militares y burgueses pavoneándose
con una pistola en la cadera. Curas sacando pecho con la capa del brazo, que
van pisando fuerte por las calles, haciendo el saludo fascista a falangistas y
militares».14
Y junto a ella, la de los reprimidos, la ciudad de las palizas y las torturas,
donde «las personas son llevadas por la fuerza al campo y fusiladas en las cu-
netas o contra las tapias». Lo que le lleva a concluir que

aquí en Salamanca no hay guerra, sino algo peor, porque se oculta en el cinismo
de una paz en estado de guerra. No hay guerra de trincheras y bayoneta calada,
pero la represión que estamos sufriendo no hay forma de calificarla. Se cachea a
la gente por todas partes. Los «paseos» de presos hasta los lugares de fusilamien-
to son constantes. Se producen desapariciones... Hay tortura, vejaciones públicas
a las mujeres que van por la calle con el pelo rapado. Trabajos forzados para mu-
chos disidentes. Aglomeración inhumana en la cárcel. Y aplicaciones diarias de la
ley de fugas para justificar ciertos asesinatos.15 La paz de la ciudad alegre y con-
fiada que veían los visitantes extranjeros se asentaba en el silencio colectivo con-
seguido con el terror.

Lo cual le llevaba a esta angustiosa pregunta:

¿Qué será de mi España cuando despierte de esta salvaje pesadilla? Al final


no quedará piedra sobre piedra, ni vivos que puedan enterrar a los muertos.
Toda la tierra será un cementerio al aire libre donde sólo podrán sobrevivir las
alimañas, alimentándose de los restos de seres humanos que van dejando las ba-
las por los campos y ciudades.16

Este libro, fruto de muchos años de investigación, puede ayudarnos a en-


tender lo que sucedió en realidad en la Salamanca de aquellos tiempos, lo
cual significa mucho más que una aportación a la historia local. Porque com-
prender esta doble faz de la primera capital del nuevo estado es algo que ha
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xii

xii esta salvaje pesadilla

de ayudarnos a descifrar la complejidad de la guerra civil española, superan-


do las visiones en blanco y negro, o mejor en rojo y azul, que siguen domi-
nando entre nosotros. Un primer esfuerzo ha conducido en los últimos años
a restablecer en la imagen de lo sucedido las sombras que una visión militan-
te y triunfalista se había empeñado en ocultar durante sesenta años, a golpes
de censura y cárcel. Una visión que algunos insisten aún en sostener, contra
las reglas más elementales, no ya de la ciencia histórica, sino incluso de la ra-
cionalidad.
Pero haber hecho esto no es suficiente. No basta con denunciar la injusti-
cia y recuperar la memoria de víctimas tan injustas como Casto Prieto y Fili-
berto Villalobos. No basta con contar los muertos sobre los que se había edi-
ficado esta paz aparente. Era necesario hacerlo; era obligado comenzar
investigando con rigor la suerte de paseados y desaparecidos, de encarcela-
dos, vejados y sometidos a un exilio interior como el que vivió en los últimos
meses de su vida Unamuno, con vigilancia policíaca incluida. Pero este no
debe ser el resultado final del trabajo del historiador, sino el inicio de un pro-
ceso que nos lleve a entender por qué en esta Castilla azul en que no había
ocurrido en los años de la República nada que pudiese considerarse como
una amenaza revolucionaria, y en que no puede ni siquiera decirse que llega-
se a existir guerra civil, pudo producirse tanta violencia y tanta muerte.
Trabajos como los del grupo de historiadores que han escrito estas pági-
nas son necesarios para desvelar las razones de la sinrazón e ir más allá del
desespero de un Unamuno que, ante el espectáculo de «tanta sangre derra-
mada y tanto crimen», se preguntaba «¿Qué fuerzas ocultas dormían en el
alma de este país? ¿Qué veneno corría por sus venas?». Y no acertaba a res-
ponderse sino que «España lleva en sí misma terribles instintos que no espe-
ran más que las circunstancias propicias para expresarse en actos».17
Una recuperación cabal del pasado debe ayudarnos a combatir contra
quienes se empeñan todavía hoy en despertar las «fuerzas ocultas» y en azu-
zar los «instintos» de destrucción. Para que nunca más vuelva a producirse
otra «salvaje pesadilla».

JOSEP FONTANA
Barcelona, 14 de abril de 2007
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xiii

Introducción.
La memoria rota de Salamanca
Ricardo Robledo
Universidad de Salamanca

Políticamente está clasificada esta tierra entre las que los gobiernos
consideran «sensatas». En ella no florece ningún extremismo ...
Puede decirse con cierta exactitud que el cedismo es un fruto natu-
ral y lógico de una tierra bien dispuesta para su cultivo.
J. ARRARÁS, 1939

Veo encima una dictadura, cuando termine esta guerra incivil que
está representando el suicidio moral de España. Aquí mismo, en Sa-
lamanca, parece que ya han fusilado a todos sin juicio previo ni jus-
tificación alguna ... La cosecha de muertos en Salamanca se hace ya
insoportable ... Salamanca no está más tranquila porque se encuen-
tre aquí el caudillo, ni mucho menos. Aquí no hay refriegas de cam-
po de batalla, ni se hacen prisioneros de ella, pero existe la más bes-
tial persecución y asesinatos sin justificación.
MIGUEL DE UNAMUNO,
16 de octubre, 5 de noviembre, 13 de diciembre de 1936.

Me voy a casa de Venero y me pongo de uniforme. Como en la


Peña Palentina. A las diez, al Teatro Coliseo ... Moros de capas de
carmín, requetés con borlas amarillas en la boina roja, falangistas,
marinos, aviadores, fajines azules de Estado Mayor, rojos de los ge-
nerales, muchachas. En su palco, S. E el Jefe de Estado, entre ban-
deras nazis, italianas. Molduras con el yugo y las flechas.
AGUSTÍN DE FOXÁ, 9 de mayo de 1937

M EDIADO EL VERANO de 1936, Salamanca se fue coloreando con los uni-


formes pardos de Acción Popular y de sus juventudes, las boinas rojas
de los requetés y el azul falangista. La policromía —ensalzada por cronistas
locales y literatos del primer franquismo— subió de intensidad con la llegada
de Franco a la ciudad del Tormes. Pero el número creciente de católicos, tra-
dicionalistas y falangistas no era mero reflejo de la instalación del Cuartel
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xiv

xiv esta salvaje pesadilla

General. Al fin y al cabo el que había sido aclamado por las Juventudes de
Acción Popular como Jefe, Jefe, Jefe, no era otro que el salmantino Gil Ro-
bles y la secretaría de la Junta Tradicionalista la desempeñaba el terratenien-
te Lamamié de Clairac, mientras que el Jefe de la Falange salmantina, Fran-
cisco Bravo, había conspirado con José Antonio contra la República y era
uno de sus principales interlocutores y consejeros.1 Es decir, la historia de la
República y la guerra en Salamanca es algo más que un ejercicio necesario de
historia local o regional2 con el que iluminar algún ángulo de la visión gene-
ral y se convierte más bien en laboratorio en el que se comprueba el protago-
nismo y la eficacia de la lucha contra la República y cómo se llevó a cabo el
primer ensayo del franquismo en España.
En la primera parte del libro se ofrece una visión de la historia que al cen-
trarse mayoritariamente en los avatares de la sociedad civil salmantina pasa
por alto episodios tan importantes, entre otros, como la pastoral de Las dos
ciudades de Pla y Deniel, el nombramiento de Franco como Jefe de Estado, la
instalación de Radio Nacional, la escuela de mandos de Falange en la finca de
Llen (Las Veguillas), la constitución del partido único, la llegada de la Legión
Cóndor... de los que el lector tiene más información o puede recabarla en la
bibliografía general o más específica.3 En la segunda parte se ofrece docu-
mentación inédita muy valiosa y la historia de Salamanca de aquellos agita-
dos años es analizada a través del relato biográfico de cinco personajes bien
representativos de la historia local pero con un protagonismo político que
sobrepasó con creces en la mayoría de ellos el recinto salmantino. En estas
páginas iniciales se exponen algunas observaciones que permitan hilvanar las
aportaciones principales de cada capítulo.
Conviene empezar advirtiendo que el futuro no estaba escrito. Como ocu-
rrió en otros lugares de Castilla, pocos podían prever que la ilusión republica-
na de abril de 1931 acabara en la deriva de la retaguardia más patriótica aun-
que los teóricos del momento creyeran que la planta natural que mejor se
aclimataba en Salamanca era la del conservadurismo católico. No había sido
así en el ayuntamiento de la capital cuando se aprobó en 1910 la proposición
de que los miembros de las órdenes religiosas se sujetaran a una ley común
como cualquier ciudadano, y se defendió la supremacía del poder civil.4 Tam-
bién la Diputación se hizo eco del reformismo agrario y sacó adelante en 1913
la propuesta de una «ley reguladora de la renta de la tierra» que defendió Vi-
llalobos en un congreso agrario. En fin, es bien sabido que Salamanca, donde
el integrismo tenía su peso en la Universidad o en la Iglesia, gozaba también
de un movimiento republicano o reformista, influido por la Institución Li-
bre de Enseñanza, con nombres propios que no iban a pasar desapercibidos
en la política española. Entre ellos destacan Giral, Bernis, Dorado Montero,
Sánchez Rojas, Elorrieta, Villalobos, Rodríguez Pinilla y, sobre todo, Unamu-
no, que simbolizó en la primavera de 1931 el triunfo contra una dinastía, en-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xv

introducción xv

vilecedora, según él, cuando proclamó la República desde el balcón del ayun-
tamiento.
El radio de acción de las fuerzas políticas no conservadoras era sin duda li-
mitado, salvo en Béjar, hasta que la llegada de la República propició el desarro-
llo del asociacionismo agrario, especialmente del Sindicato de Trabajadores de
la Tierra que eclipsó la hegemonía del sindicalismo agrario católico. Ésta fue sin
duda la novedad en la historia contemporánea salmantina pues hasta entonces
el asociacionismo se había limitado a propietarios y arrendatarios.
El primer capítulo del libro describe los principales trazos de la cuestión
agraria en un momento en el que el contraste campo-ciudad no era tan marca-
do como hoy y la ciudad servía de portavoz de los problemas rurales. Una de
las cosas que llaman la atención del periódico El Adelanto el día 17 de julio de
1936 es la foto de una cuadrilla de segadores paseando por las calles de Sala-
manca después de comprar las hoces. Sirve de recordatorio de una Salamanca
donde dos de cada tres activos estaban en el campo, y de que buena parte de los
conflictos de la provincia se producían por discrepancias al ajustar los jornales
agrícolas o el pago de la renta más que por repartir la tierra a los campesinos.
«¡El campo en pie!» fue el lema del Bloque Agrario creado para aglutinar
el voto conservador en las primeras elecciones de junio de 1931; constituye un
buen ejemplo de la temprana movilización de la derecha que en otros lugares
sólo pudo empezar a forjarse después del verano de 1931. Una vez resuelto el
problema de la impugnación de las actas (que volvería a plantearse con signo
distinto en 1936) la proyección política de Gil Robles, Casanueva y Lamamié
de Clairac superó ampliamente el marco salmantino. Su actividad parlamen-
taria fue muy intensa, sin parangón con la de los otros diputados como Una-
muno o Villalobos de modo que la voz de Salamanca que más se escuchó en el
Parlamento fue para atacar la Constitución, la reforma agraria, el Estatuto de
Cataluña, la ley de divorcio, la de congregaciones religiosas, etc. La tendencia
del voto salmantino había sido claramente de centro-izquierda pero la organi-
zación electoral de la derecha y luego su empeño en la labor obstruccionista al
programa reformista del primer bienio dieron un protagonismo a la minoría
agraria poco acorde con la orientación electoral de junio de 1931.
El Bloque Agrario defendía «la bandera del espíritu nacional, del espíritu
religioso, del espíritu agricultor», y no había más agrarios que ellos.5 Pero no
se trataba de la mera defensa de la visión tradicional de Gabriel y Galán, que
también ensalzaba Arrarás, ni el apoyo que recibía el Bloque era sólo ni prin-
cipalmente de los terratenientes como Lamamié; como ocurrió en otros luga-
res, el declive del poder de la tierra coincidió con el ascenso de la ideología
del fundamentalismo agrario que apoyaban los capitanes de la industria.6
Gregorio Mirat, el industrial de más solera en Salamanca (su antecesor de
igual nombre había instalado una fábrica de almidones en 1812) tuvo un pa-
pel muy activo en la organización de la derecha católica. Fue gracias a la ini-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xvi

xvi esta salvaje pesadilla

ciativa y a la «decisiva contribución» del principal banquero Matías Blanco


Cobaleda, antecedente histórico del actual Banco de Castilla, cómo se creó
en agosto de 1920 La Gaceta Regional sin cuya colaboración no se hubiera
inventado tan fácilmente el Bloque Agrario; en octubre de 1931 Gil Robles
«en representación de importantes fuerzas sociales, entre las que figura la
nueva vigorosa organización ‘Bloque Agrario’ » se hacía cargo del periódico.
En fin, la evolución de algunos representantes de la burguesía comercial an-
taño cosmopolita, como los Huebra, hacia el universo provinciano de los
«valores seguros» de orden, familia y propiedad amplía el espectro urbano
de los que daban soporte a los intereses del Bloque.7
No sabemos hasta dónde se debe forzar la semejanza del Bloque Agrario
Salmantino, apoyado por diversos sectores, con el «bloque histórico» consti-
tuido por los terratenientes del sur y los industriales del norte, al que se refi-
rió Gramsci. Pero de su análisis habrá que rescatar al menos el concepto de
hegemonía cultural que gracias al control de la educación, la religión y la
prensa hace de cemento de grupos sociales que se sienten identificados por
un consenso en torno a algunos ideales (patria u otros). El «bloque históri-
co» con la ayuda de diversos intelectuales orgánicos —desde el gran escritor
al sacerdote o el maestro— es capaz de ejercer dominación sobre los distintos
grupos y por eso se convertía en «hegemónico». 8 Sin duda la llegada de la
República debilitó este «bloque hegemónico»; la legislación laicista de la Re-
pública buscaba entre otras cosas disminuir el poder de la iglesia, aliada tra-
dicional de la monarquía y de la dictadura, pero no se podía cambiar de re-
pente un influjo secular que había servido para fabricar el consentimiento de
un modo casi natural.9
Dentro de esa amalgama cultural analizada por Gramsci se dedica el ca-
pítulo 2 a la cuestión educativa y el capítulo 3 a la religiosa con lo cual se
consideran en el libro tres de los grandes problemas, que se acostumbra a lla-
mar estructurales, a los que tuvo que enfrentarse el programa reformista re-
publicano. Sólo por razones expositivas se habla primero del problema agra-
rio, luego del educativo y después de la iglesia pues las tres cuestiones están
muy entrelazadas. Si el ministro Villalobos molestaba a sus paisanos de la de-
recha, como documenta I. Francia en el anexo 2 del capítulo 1, era debido a
su programa agrario y, sobre todo, a su trabajo por la escuela pública y acon-
fesional. Éste es el aspecto que escoge Santos Juliá para mostrar el enfrenta-
miento de los dos ministros salmantinos en 1934 a propósito de la sustitu-
ción de la enseñanza religiosa. Entre los objetivos de la CEDA sobresalía el
de «contener» la sustitución de la enseñanza religiosa por la escuela pública,
«devolviendo la tranquilidad a las familias y a las Congregaciones docentes».
Gil Robles, educado en el colegio de los salesianos, ya había dejado claras
sus intenciones en junio de 1933 al tildar la ley de congregaciones de «tiráni-
ca, persecutoria, que en su iniciación ha sido violencia, y en su promulgación
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xvii

introducción xvii

cobardía», afirmando su voluntad de suprimirla, cuando llegaran las dere-


chas a las Cortes, «que quizá sean también constituyentes, para borrar de un
plumazo todo lo que ha sido». Y su compañero Cándido Casanueva iba más
lejos al exigir a las mujeres católicas salmantinas un rencor cotidiano a gotas:

Tenéis la obligación ineludible de verter todos los días una gota de odio en el
corazón de vuestros hijos contra la Ley de Congregaciones y sus autores. ¡Ay de
vosotras si no lo hacéis!10

El «boicot implacable» que, como aconsejaba Casanueva, había que de-


clarar a las escuelas que se crearan para sustituir a las de las Órdenes Religio-
sas chocaba frontalmente con aquel defensor de una política laica y siempre
leal a la República que era Villalobos, un republicano fiel a la Constitución,
miembro de un partido laico y partidario de una decidida acción estatal en
favor de la escuela pública; todo ello le convertía en «principal diana de los
ataques de los católicos» como analiza S. Juliá en su capítulo. Se comprende
bien la ofensiva de La Gaceta Regional y el amplio eco que tuvo la campaña
si se advierte que no había hija o hermana de los representantes de la burgue-
sía agraria, industrial y profesional de Salamanca que no se hubiera educado
en el Colegio de las Esclavas. Y lo mismo puede decirse de los apellidos mas-
culinos como congregantes o estudiantes en otros colegios.11
El monopolio que tenía la Iglesia como institución educativa de las clases
acomodadas en la ciudad de Salamanca se extendía a todos los lugares y sec-
tores de la provincia gracias a la organización parroquial. La iglesia salman-
tina fue sin duda el bastión antirrepublicano por activa y por pasiva; a la in-
fluencia tradicional del sindicalismo agrario o de la Acción Católica se sumó
la incorporación de nuevas asociaciones nacidas para defender la enseñanza
católica o las familias de religiosos; luego estaba el Bloque Agrario y como
demiurgo de todo el movimiento conservador el periódico de La Gaceta Re-
gional, pues primero fue la prensa y luego el partido. Hasta el tradicionalis-
mo católico, de escaso éxito parlamentario durante la Restauración, salió re-
forzado consiguiendo excelentes resultados en las tres elecciones. El capítulo
3 detalla la ofensiva antirrepublicana de la iglesia salmantina y su importan-
te compromiso con la organización del Nuevo Estado. El personaje de Abilia
Arroyo, «Teresa de Castilla», indica la importancia política de la moviliza-
ción femenina que se muestra también en el caso de Francisca Bohigas en
León, la primera mujer que llegó al Parlamento en Castilla la Vieja y León.12
No se puede aislar la presión del clero de otras variables sociales y de la
propia historia en la explicación de los comportamientos políticos. Pueblos
dominados por la espadaña de la iglesia (cuyos párrocos, que elaboraban
«estado de las almas», creían inconcebible ser republicano o de izquierdas y,
a la vez, buena persona),13 de muy pocos centenares de habitantes como pro-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xviii

xviii esta salvaje pesadilla

100

80

60 Centro
Derecha
40
Izquierda
20

0
1931 1933 1936

GRÁFICO 1. Evolución del voto en Palacios Rubios (%)

medio, vieron en el verano de 1931 cómo llegaba por primera vez el sindica-
lismo socialista; en muy pocos meses se crearon 150 agrupaciones del Sindi-
cato de Trabajadores de la Tierra, que al concentrarse en el cuadrante nor-
oriental hizo que hubiera un sindicato en cada pueblo. Pero con la afiliación
llegó la represión. El caso de más importancia que se rescata del olvido en
este libro es el de Palacios Rubios con cuatro muertos en septiembre de 1931
por disparos de la guardia civil.
El Gráfico 1 presenta la evolución del voto en este pueblo a lo largo de la
República, una llamativa derechización que sólo en parte cabría atribuir a
la incorporación del voto femenino a partir de 1933. Pueden compararse es-
tos resultados con los del Gráfico 2 que presenta los resultados electorales de
los otros pueblos donde hubo sucesos igualmente violentos y bien conocidos.
Tanto en Castilblanco como en Arnedo hubo crecimiento del voto conserva-
dor respecto a 1931 pero no hay datos sólidos que permitan la comparación
en 1933, entre otras cosas por el grado de abstencionismo que pedía la CNT
en Arnedo.14 En las elecciones de 1936 hay una participación más o menos
similar (71 % en Arnedo, 82 % en Castilblanco y 88,5 % en Palacios Ru-
bios); la derecha consigue en el pueblo salmantino 54 puntos más que en
Castilblanco y casi cerca de 30 más que en Arnedo. Opino que buena parte

100

80 Izquierda

60 Derecha

40

20

0
Arnedo Castilblanco Palacios Rubios

GRÁFICO 2. Elecciones febrero 1936 (%)


001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xix

introducción xix

de la explicación de este diferencial se debe a la mayor receptividad del men-


saje de la iglesia en Salamanca que, al igual que en el pueblo cercano de Ma-
cotera donde se produjo otro suceso violento,15 tenía motivos para acentuar
la supuesta ruptura con el pasado feliz («Del remanso y paz de la Restaura-
ción al caos de la República» como tituló uno de sus capítulos E. Aunós).
La explicación de las afinidades políticas responde a una compleja com-
binación de factores demográficos, afectivos, materiales... de modo que pue-
de haber campesinos del mismo pueblo afiliados al sindicato católico y otros
a una agrupación de signo opuesto.16 En el caso salmantino conviene prestar
atención al efecto del mensaje de la iglesia cuando llegaba a unos pueblos con
sindicalismo socialista recién estrenado y cuya combatividad social había
sido muy reprimida. Cuando, según el informe de A. Buylla, las agitaciones
campesinas llegaron a Castilla en 1904, se extendieron por diversos lugares
de la región sin afectar a la provincia salmantina; la coyuntura de la primera
guerra mundial alteró esta situación pero no se consolidó una tradición de
asociacionismo para afrontar años después con alguna garantía la presión
ideológica y social en contra.
El programa de reformismo agrario, de escaso éxito en cuanto a la entrega
de tierras, modificó en cambio las reglas por las que se ajustaban los salarios y
se pagaba la renta de la tierra. Esta alteración, especialmente en el primer
bienio republicano y después de febrero de 1936, proporcionó a un mismo
tiempo, en la acepción de Hirschman, «salida» y «voz» a los menos pudien-
tes, es decir, opciones económicas y posibilidades de participación ciudada-
na.17 Éstas se materializaban en la sindicación rural (dependiente del Ministe-
rio de Trabajo, no del Gobierno Civil), los jurados de revisiones de rentas,
jurados mixtos de trabajo rural, en la reivindicación de los comunales, en la
formación de comunidades de campesinos... acciones todas que ocasionaban
una gran pérdida de rentas políticas y sociales tan importante o más que las
pérdidas económicas.18 En la medida que avanzaba el reformismo agrario
crecía el tejido asociativo y disminuían los beneficios políticos derivados de
los cambios en la tenencia de la tierra y en la regulación el mercado de trabajo
agrario. Derribar este marco institucional, acabar con la «anarquía en el cam-
po», fue una de las motivaciones fundamentales del golpe del 18 de julio en
Salamanca. Arrarás no tuvo reparo en justificar la compra de armas en Sala-
manca porque los del Bloque no se fiaban de la legalidad del Frente Popular

En La Gaceta Regional aparecen detalladas instrucciones a los afiliados del


Bloque Agrario —poderosa entidad de dueños y arrendatarios de fincas y filial
de la CEDA— para que defiendan sus derechos ante los Tribunales, evitando la
caprichosa aplicación de unas Bases ya de por sí lesivas e injustas. Pero los mis-
mos que dan estos consejos no tienen mucha confianza en la precaria legalidad
que el Frente Popular puede brindarles y, previniéndose contra temidas contin-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xx

xx esta salvaje pesadilla

gencias, se gestiona la compra de armas para proteger a los obreros y a los terra-
tenientes de las inevitables agresiones de los agitadores políticos.19

El amplio capítulo 4 de Santiago López y Severiano Delgado se enfrenta


al tema de la guerra civil y rescata del olvido la represión en Salamanca du-
rante la guerra civil. Un sector considerable de la sociedad salmantina, iden-
tificado con «los intereses agrarios» y «la defensa de la religión», se puso de
parte de los golpistas desde el primer momento. Sin embargo, como explican
estos autores, la actuación militar no se quedó en una mera ocupación del
poder, sino que a partir del 19 de julio se desató en Salamanca una represión
inusitada y muy violenta. Pocas dudas caben de que éste es uno de los ele-
mentos clave para recomponer la memoria rota de Salamanca.
Durante mucho tiempo, prácticamente hasta principios de este siglo, la
única memoria válida y respetable en Salamanca ha sido la de los que «duran-
te la dominación roja fueron muertos violentamente o desaparecieron y se cree
fueron asesinados». Un escrito en el que se pedían indagaciones en este sentido
recibieron todos los ayuntamientos y con tal información se elaboró la Causa
General.20 Si descontamos los nombres que figuran en Lumbrales y Aldehuela
de la Bóveda, donde el celo del informante incluyó a los asesinados por ser sim-
patizantes del Frente Popular, la relación de los represaliados por los rojos, se-
gún los ayuntamientos insisto, incluye 45 nombres originarios de Salamanca,
varios de ellos desaparecidos sin poder precisar entonces nada más, algunos
que habían fallecido en el frente de Guadarrama o en el Cuartel de la Montaña
y finalmente unos doce donde se concretaban las circunstancias de la muerte,
entre ellos los cuatro familiares Pérez Tabernero-Lamamié de Clairac asesina-
dos en agosto de 1936 en Málaga. Pero en Salamanca, es una obviedad, la úni-
ca represión posible fue la que ejercieron los vencedores de la guerra; el capítu-
lo 4 da cuenta de la cronología, la geografía y las diversas formas de represión.
La historia de la guerra civil en Salamanca pone en evidencia la lógica del
franquismo y de sus inspiradores laicos o religiosos. En una provincia contro-
lada a las pocas horas del golpe, la guerra debería haberse reducido, en teoría,
a la movilización humana y material y a honrar a los fallecidos en el frente,
pero como en tantos pueblos de Castilla se instaló la represión para lograr la
construcción de la Nueva España; una represión que alcanzó por otra parte a
personajes que se habían distinguido por su centrismo y moderación (Villa-
lobos, Prieto Carrasco, «El Timbalero», el pastor protestante A. Coco...). La
cita de Unamuno que encabeza esta Introducción es suficientemente expresi-
va. A la represión física y a la depuración política, se unió la extorsión econó-
mica disfrazada de ofrecimientos o donativos patrióticos según se analiza en
el capítulo 5. El entramado recaudatorio que se puso en marcha con las sus-
cripciones e impuestos no sólo fue un cauce de exacción económica, sino tam-
bién un eficaz instrumento para el encuadramiento y control de la población.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xxi

introducción xxi

Fue por lo tanto otra forma de violencia política al utilizarse medios coactivos
y represores para obligar a la población a contribuir, además de servir de im-
posición y control de la adhesión y de vehículo de propaganda.
La huella que dejó en la prensa la campaña recaudatoria fue la del entu-
siasmo y desprendimiento,21 pero a tenor de la investigación de María Luz de
Prado, el charro no fue muy patriótico; la recaudación pareció a las autorida-
des de Burgos insuficiente respecto a la de otras provincias castellanas, hubo
negativas de los vecinos a la colaboración por lo que tuvo que imponerse el
sistema de multas para que la participación fuera efectiva. Donaciones a la
fuerza, multas, listas negras o delaciones constituyen diversas facetas de la
represión que se extendió a todas las capas de la población. Es la otra cara de
la historia financiera de la guerra, de ese «Oro para la Patria» con el que los
rebeldes tuvieron que contar inicialmente para suplir la falta de divisas.
Salamanca fue laboratorio del franquismo antes de que Franco llegara a la
ciudad, laboratorio experimental donde se ensayaron los mecanismos de
exacción económica que paulatinamente se irían poniendo en marcha en
otras capitales. Y lo fue también por el papel desempeñado por la Universidad
en la legitimación de la violencia del Nuevo Estado y en la depuración del per-
sonal universitario como analiza Jaume Claret en el capítulo 6. La depuración
no pretendía únicamente castigar a los desafectos y reprimir a los tibios sino
también reconocer a los adictos; la purga tenía un carácter político como se
evidenciaba durante toda su tramitación y en la resolución final. Ni siquiera
el profesorado salmantino se vio libre de la purga. Que casi una cuarta parte
de los profesores de la Universidad de Salamanca fuera objeto de la represión
indica que ésta no sólo fue la institución que legitimó con sus escritos la suble-
vación o que aportó personal para depurar a otras universidades.
La segunda parte del libro analiza la historia salmantina desde el observa-
torio de cinco biografías realmente singulares donde se juntan vencedores y
vencidos con un protagonismo político muy importante en Salamanca pero
también fuera de ella. Qué duda cabe de que Unamuno fue el que más rebasó
ese ámbito local sobre todo debido al acto en el Paraninfo el 12 de octubre de
1936. En el capítulo 7, Luciano G. Egido plantea la incapacidad de Unamuno
para entender bien la historia contemporánea —los conceptos «España» y
«pueblo»— por los inadecuados instrumentos hermenéuticos de los que se
servía. Muestra de las contradicciones unamunianas es ese doble discurso, pú-
blico y privado que siguió teniendo después de ser expulsado al mismo tiempo
del Casino, de la Universidad y del Ayuntamiento por sus antiguos amigos.
Como analiza Egido, se hace difícil descubrir el significado que Unamuno
daba a cada palabra, cambiante y siempre personalizado, fenómeno mucho
más acentuado cuando el caos de la guerra le dejó sin anclajes dialécticos.
Pese a ese universo contradictorio, puede percibirse la coherencia de
Unamuno en su discurso interrumpido en el acto de la Hispanidad. Frente a
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xxii

xxii esta salvaje pesadilla

la postura tradicionalista de la «madre patria», Unamuno siempre rechazó


desde 1917, cuando Maura convirtió el 12 de octubre en fiesta nacional, las
«primacías y maternidades» y prefirió referirse a las repúblicas suramerica-
nas, simplemente como hermanas; es más, rehabilitó a los que fueron llama-
dos «filibusteros» por los colonialistas españoles, especialmente al filipino
José Rizal considerándolo un mártir. Precisamente el nombre de Rizal figura
en los apuntes que iba garabateando aquella mañana a medida que los dis-
cursos oficiales iban desgranando los tópicos del Día de la Raza. Y es de su-
poner que si no le hubieran interrumpido los gritos de cólera de Millán As-
tray, habría finalizado su intervención evocando a José Rizal.22
Al día siguiente, 13 de octubre, F. Bravo escribió desde Burgos una carta
al hijo mayor de Unamuno, que estaba en Palencia, en la que tras aludir al
“grave incidente suscitado con ocasión del acto del paraninfo”, añadió

Creo, Fernando, que debes irte a Salamanca y convencer a tu padre de que


en tanto duren las circunstancias evite actuaciones públicas que alarmen o indig-
nen a gentes que andamos metidos en la guerra ... Sería doloroso que a tu padre,
cuya contribución al movimiento nacional es tan significativa y magnífica, sobre
todo para el Extranjero, pudiera sucederle algún incidente desagradable.23

Inquietantes palabras que por primera vez se hacen públicas así y que re-
flejan la exaltación en la que vivía aquella ciudad convulsa, agitada por falan-
gistas de derecha y de izquierda, militares, legionarios, carlistas, monárquicos
o arribistas de todo tipo. En ese caldo de cultivo es comprensible que recupe-
rara su protagonismo un personaje como Diego Martín Veloz, compañero de
fatigas políticas y financieras de Queipo, Goded y del mismo dictador Primo
de Rivera. Bien podría extenderse a Veloz lo que Marx escribió para Luis Bo-
naparte cuando llegó al poder «¡Sólo el robo puede salvar a la propiedad, el
perjurio a la religión, la bastardía a la familia y el desorden al orden!».24 El es-
critor José Venegas nos dejó un sinfín de anécdotas de aquel personaje estra-
falario, que, por ejemplo, llamó «Unamuno» a su burro garañón, y de episo-
dios que demostraban que su compañera más fiel era siempre la pistola.25 El
capítulo 8 reconstruye su biografía en la que los sables se mezclaban con los
naipes y el periodismo con la compra de votos. Javier Infante ha recogido los
testimonios disponibles que empiezan a escasear cuando llega la República
pero que son suficientes para demostrar que el colofón de aquella peculiar
biografía fue el de un caudillo rural agitando los campos en el largo verano del
36. Es cierto que una parte de la tradición oral nos ha dejado la imagen de un
hombre que salvó algunas vidas; cada uno es muy libre de interpretar rasgos
de benevolencia como el de su amigo Queipo de Llano, curtidos ambos en la
guerra de Cuba, cuando perdonó la vida de Giménez Fernández.26
Si el capítulo 8 aporta fragmentos de unas rudimentarias memorias de un
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xxiii

introducción xxiii

familiar de Martín Veloz, el capítulo siguiente tiene como objetivo principal


presentar algunos escritos inéditos de Casto Prieto Carrasco, alcalde de Sala-
manca durante la mayor parte de la República. Sin exageración creo que la pu-
blicación de las Cartas y del Diario justifica por sí sola la edición del libro. Du-
rante los ocho días que precedieron a su asesinato, el preso —catedrático de
Anatomía y Diputado a Cortes— se cartea con la familia e intenta eludir en el
Diario, con el recurso escapista de que va en un barco navegando por el Medi-
terráneo, las presiones inauditas de una cárcel casi vacía a su llegada y que al-
bergaba a la semana a cerca de medio millar de detenidos. Son retazos de una
retórica sui generis, que da cauce a la expresión de una irrealidad que termina
recubriendo la realidad que se vive por insoportable. Se trata de retóricas para
fortificar la fragilidad y la literatura está llena de estas construcciones,27 aun-
que, claro, Casto Prieto no estaba en la cárcel por sus aficiones literarias...
A los pocos días, el sitio del alcalde fusilado fue ocupado por el diputado
y ex-ministro F. Villalobos. Como de este personaje hace años que A. Rodrí-
guez de las Heras nos había dejado un valioso estudio que terminaba en
1936, el capítulo 10 se ha centrado en esos dos años de cárcel (agosto 1936-
julio 1938), en el calvario judicial cuando salió y en el exilio interior al que se
vio obligado el que sin duda debe de haber sido el político más popular de la
Salamanca contemporánea. El relato de los profesores Josefina Cuesta y Ma-
nuel Redero, respaldado con una valiosa documentación, transmite la incer-
tidumbre por el futuro que tenía cualquier encarcelado en aquellas circuns-
tancias. Si la represión no perdonó a un católico que tuvo que alegar en su
escrito de descargo el número de templos que había restaurado cuando era
ministro ¿qué consideración se guardaría con alguien comprometido con un
programa de izquierdas? El encarcelamiento de Villalobos y su ostracismo en
la posguerra tuvieron que verse como el escarmiento adecuado para el que se
atrevía a meterse en política.
El libro concluye con la biografía de Castro Albarrán, magistral de Sala-
manca con lo cual tenemos representadas las tres instituciones, ayuntamien-
to, universidad, cabildo, que durante siglos habían cooperado o competido
por el bienestar de la ciudad. Don Aniceto no era menos ambicioso que el
otro Magistral que noveló Clarín; llegó a dar ejercicios espirituales a Franco
y a ser episcopable, pero su reloj ideológico se había parado hacía tiempo, de
modo que no pasó de canónigo, aunque fuera de la diócesis de la capital de
España desde 1947. Estamos ante la obra más prolífica en pro del nacional-
catolicismo del régimen franquista, obra temprana y duradera, pues después
del Vaticano II aún seguía tras la estela de la guerra santa que llevaba predi-
cando desde 1936. Su biografía es algo más que un ejercicio de erudición que
descubre episodios realmente insólitos de un canónigo en la noche madrile-
ña; representa a una generación que hizo de la lucha contra la República el
motivo de su vida y creyó, cuando se acercaba la transición, que se había trai-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xxiv

xxiv esta salvaje pesadilla

cionado aquel compromiso.


Este libro intenta recomponer la memoria rota de Salamanca, que sigue
teniendo sus medallones y sus lápidas pero que, con argumentos sorprenden-
tes, no acepta rehabilitar a sus antecesores democráticos como se ha podido
comprobar recientemente,28 con lo cual el consejo del olvido lo único que
hace es mantener vivo el recuerdo de una contienda que sigue dignificando a
unos y marginando a «los otros», a aquellos a los que se refirió Pío XI en sep-
tiembre de 1936 para pedir para ellos amor y bendición, frases que Castro
Albarrán o el canónigo Artero silenciaron para seguir mirando a otro lado.
En los diccionarios de Enrique Esperabé, el de los salmantinos ilustres y
beneméritos o el de los hombres de España29 se hace reseña más o menos am-
plia de cada uno de los biografiados en esta segunda parte, salvo de Casto
Prieto Carrasco. Figura también Francisco Bravo como alcalde y escritor «de
gran mentalidad y muy culto»; en cambio el alcalde republicano de Salaman-
ca parece que no fue ni ilustre ni benemérito ni culto. Como en otros casos, el
poder establecido durante muchos años30 siguió creyendo que era «prudente
silenciar» el nombre y la obra del profesor Prieto cuyas publicaciones se
ocultaban o se destruían en las bibliotecas salmantinas para no dar pie a la
sospecha.31 No es con la ignorancia, como se acabará con la memoria rota de
Salamanca pues para olvidar habrá que saber antes lo que ocurrió y quedar-
se callado equivale a mentir. Junto a personajes singulares en los que se cen-
tra esta segunda parte, un buen número de hombres y mujeres —hasta ahora
perdidos en el anonimato de quienes creen que la historia la hacen sólo los
grandes nombres— son rescatados del olvido para concederles el protagonis-
mo que tuvieron en su momento aunque fuera como víctimas de la represión.

Hace algo más de quince años el repaso a la historia contemporánea de


Salamanca dio pie, aunque fuera con interrogantes, para describir la situa-
ción como un «desierto historiográfico».32 Afortunadamente, el estado de la
cuestión presentado en 1989 ha sido superado y con todos sus defectos y
pese a polémicas ideológicas —de no muy altos vuelos— más que historio-
gráficas, la publicación del tomo V de Historia de Salamanca se ha converti-
do en referencia académica.33 El Catálogo de la exposición de F. Villalobos,
que contó con el generoso apoyo de Caja Duero, y en el que se basan dos ca-
pítulos de este libro, permitió avanzar en la historia de la República y la Gue-
rra sin olvidar el contexto de la historia contemporánea de España.34 Pese a
estos avances, hay lagunas importantes en este libro como la de la Salamanca
obrera y la de Béjar. Al menos para Salamanca se cuenta con investigaciones
a las que puede acudir el lector para suplir este vacío y esperamos que pronto
se pueda completar una buena monografía.35
Debo agradecer el acceso a la documentación de los archivos privados de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xxv

introducción xxv

F. Villalobos, Eduardo González Huebra, Santos Unamuno y de la familia


de Casto Prieto Carrasco, en especial las facilidades concedidas por Casto
Prieto López, y la dedicación del personal del Archivo y Biblioteca de la Uni-
versidad de Salamanca. La amabilidad de F. Villalobos y de la dirección de la
Casa-Museo de Unamuno ha permitido disponer de dos buenos testimonios
fotográficos. Sin los esfuerzos de la Asociación Memoria y Justicia de Sala-
manca, que presiden Santiago López y Mar González, este libro sería menos
valioso y determinados hechos no habrían podido documentarse. Vicente
Donoso y Vicente Forcadell han colaborado para que la lectura de parte de la
obra fuera más fluida. Severiano Delgado se responsabilizó de la bibliogra-
fía. A Francisco Espinosa debo varias referencias bibliográficas y más de una
observación y a Josep Fontana el que haya prologado el libro con tanto esme-
ro. Que ésta sea la primera historia de Salamanca contemporánea publicada
en una editorial no institucional es mérito de Gonzalo Pontón y Carmen Es-
teban. La edición de este libro me ha obligado a ser avaro con mi tiempo, ac-
titud que la generosidad de Mila ha sabido comprender y disculparme, de
modo que mis deudas de gratitud, que llevan treinta y cinco años acumulán-
dose, se han incrementado sustancialmente por causa de este libro.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página xxvi
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 1

Primera parte
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 2
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 3

1
«¡El campo en pie!».
Política y reforma agraria
Ricardo Robledo
y Luis Enrique Espinoza
Universidad de Salamanca

En la República los campesinos gozarán de más derechos que los


conejos de los montes del contorno. Yo comprendo que la sospecha
de esa superioridad del aldeano sobre el roedor, moleste a los roe-
dores humanos que viven del prestigio de sus dientes bien afilados.
JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS, 28 abril de 1931

En vez de atenuar la agitación del campo encauzando las causas


justísimas, humanas de los pueblos, [nuestros terratenientes] espe-
ran un nuevo dictador tronante y despótico, un movimiento fascis-
ta que aplaste la agitación de los hombres del campo.
FILIBERTO VILLALOBOS, 1933

El Bloque Agrario [fue] bautizado por mí al conjuro de un grito


guerrero: ¡El campo en pie! que yo le di como consigna y que per-
mitió el triunfo de los elementos contrarrevolucionarios en aquella
memorable ocasión ... Pensad que la suerte de las revoluciones se
dilucida en el campo. Sois vosotros [los labradores] los que vais a
ganar o perder la que ahora atraviesa España. Si como otras veces
cumplís vuestro deber, más pesado y más difícil que hace cinco
años, os salvareis y con vosotros a la Patria.
FRANCISCO BRAVO, mayo de 1936

E STE ESCALONAMIENTO DE las citas, que empieza con la ilusión por la refor-
ma agraria del mes de abril, sigue con la certera y precoz predicción de
un movimiento fascista y acaba con la invocación al campo para que triunfe
tal movimiento, señala bastante bien la secuencia que el problema social
agrario tuvo en Salamanca durante la República.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 4

4 esta salvaje pesadilla

El literato y periodista Sánchez Rojas (1885-1931) —muerto prematura-


mente el último día de 1931 (la prensa salmantina se vio obligada a compar-
tir su portada con la de la «barbarie» de los sucesos de Castilblanco)— ex-
presó bien la crítica contra aquella gente respetable de Salamanca a la que
discurseaba Gil Robles en el Gran Hotel («Gilito» para «las propietarias
guapas»), que «lo que quiere es que subsista un régimen de propiedad que
haga perdurar una esclavitud de la que se comienzan a sacudir bravamente
estos aldeanos, ordeñados por el duque, y el administrador del duque, y el
procurador del administrador, y el subalterno del curial, y el amigo del sub-
alterno, así, en cadena continua e irrompible». En la misma línea argumental
que el ministro Ruiz Funes sostendría en 1936 (con la reforma agraria se
consolidaría la democracia), Sánchez Rojas pedía que las Cortes Constitu-
yentes aprobaran con urgencia la reforma agraria, pues «automáticamente
democratizarán y republicanizarán precisamente esa España aldeana que no
tiene fe en los gobernantes, porque ellos no conocen del Estado más que la
curia, y el fisco, y el recaudador que les lleva los cuartos, y la orden del alcal-
de que les saca el hijo para la guerra y para el cuartel».1
Este proyecto de cambio económico y político no sólo estaba varado en
el verano de 1933 sino que ya se había recorrido mucho camino en sentido
contrario, gracias al empeño del falangista Bravo. Y no porque la Falange
hubiera triunfado en Salamanca, al contrario: a principios de 1935 sólo con-
taba con unos 60 jóvenes y 25 adultos. La labor de Bravo había sido otra,
como confesó a José Antonio Primo de Rivera cuando volvían de un mitin
por la provincia de Cáceres en 1936:

La masa campesina cree en Gil Robles, del que ha hecho un mito. Yo le in-
venté el Bloque Agrario que le permitió salir diputado en el 1931; por eso conoz-
co bien la densidad del entusiasmo que suscita. Le he dicho que va a fracasar, que
no hay sitio ya para el populismo en el mundo. Pero le esperan días de triunfo
aparente y esto hace que no quieran ni tomarnos en cuenta a nosotros.2

Ellos iban por otros senderos. Paco Bravo, redactor jefe de La Gaceta
Regional, hacía tiempo que había abandonado el «populismo». En la reu-
nión de la Junta de Falange celebrada en Gredos en junio de 1935 hace de
notario de la necesidad de «la guerra civil y santa para el rescate de la Pa-
tria»; a él le confiesa Jose Antonio que «debemos ir al alzamiento, contan-
do, a ser posible, con los militares, y si no, nosotros solos». Poco después,
este camisa vieja, principal biógrafo de José Antonio, estaba empeñado en
concentrar en Fuentes de Oñoro, en la frontera de Portugal, a cuatro mil o
cinco mil falangistas armados para conquistar Madrid y en caso de fracasar
«batirse a la defensiva y crear un estado de inquietud que minase la existen-
cia del gobierno».3
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 5

el campo en pie 5

En este capítulo se expone el éxito del populismo agrario y cómo el cam-


po salmantino, escaso de agitaciones hasta entonces, se puso en pie en 1931
como ensayo del alzamiento de 1936.

EL PROBLEMA AGRARIO:
«MANSAS LAS PENAS, RAIGADAS LAS CREENCIAS»4

¿Qué es lo que había hecho relevante el problema agrario en Salamanca para


que fuera la única provincia de Castilla y León incluida en la Ley de bases de
reforma agraria?
Podríamos resumirlo en tres aspectos: el uso del suelo, la distribución de
la propiedad y el sistema de tenencia. Los tres confluían para llenar de nuba-
rrones el apacible paisaje campesino cantado por el poeta Gabriel y Galán.
La primera variable se concretaba en la extensión ocupada por la superficie
adehesada cuya mayor densidad se hallaba en la zona central, en el llamado
Campo charro. Es cierto que las características de los suelos favorecían la de-
dicación ganadera en demérito del cultivo, pero también lo es que la opción
extensiva potenciaba las críticas debido a la escasa demanda de empleo de la
dehesa, críticas que subían de tono cuando se aireaba la dedicación a cotos
de caza o a la cría de reses bravas. En aquellos términos municipales donde
existían grandes fincas dedicadas fundamentalmente a la ganadería extensi-
va, y en menor medida al cultivo, el empleo disponible se reducía a un escaso
número de obreros fijos dedicados al ganado y sólo en el período de la reco-
lección y en el desmoche invernal del arbolado se contrataba a eventuales. Si
a ello añadimos el crecimiento de la población, queda claro el crónico exceso
de oferta de mano de obra agravado en determinadas épocas del año.5
La distribución de la propiedad añadía elementos nuevos a esa visión crí-
tica. El primer dato a escala provincial lo proporcionó el Inventario de Fincas
Expropiables de 1933: poco más de un centenar de propietarios titulares de
fincas de más de 1.000 hectáreas acumulaban algo más de 180.000 ha, una
extensión que equivalía al 15% de la superficie agraria útil de la provincia.6
En los partidos judiciales de Ledesma, Ciudad Rodrigo, Salamanca y Alba
era donde se situaba el mayor número de grandes fincas. Muy probablemen-
te la concentración de la propiedad rústica a principios del siglo xx era me-
nor que cien años atrás cuando instituciones religiosas y mayorazgos eran ti-
tulares de un importante patrimonio rústico y urbano; el lugar de los
Dominicos, del Cabildo, o del Marqués de Castellanos había sido ocupado
por los Tabernero, Sánchez, Cobaleda, etc., que redondearon su fortuna a
costa del patrimonio municipal. Sin embargo, los cambios de la sociedad li-
beral hacían más complicada que en el Antiguo régimen la legitimación de la
desigualdad de la renta de la nueva y vieja oligarquía. Y no sólo desde el án-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 6

6 esta salvaje pesadilla

gulo de la equidad; también desde el de la eficiencia se podía demostrar que


los rendimientos de la pequeña parcela superaban ampliamente a los de la
gran explotación.
La tercera variable, relativa a los sistemas de tenencia, nos remite a un
problema de raíces seculares en el campo salmantino; nos referimos al proce-
so de despoblamiento-adehesamiento iniciado en la baja Edad Media que ha-
bía comprometido la viabilidad de varias comunidades campesinas al tiempo
que encumbrado al selecto grupo de grandes arrendatarios. La concentración
de la propiedad había favorecido también la concentración de los arriendos
en perjuicio del grupo de los colonos que vivían en la finca (a veces pueblo o
aldea). Con ganado pero sin tierra, «los opulentos ganaderos y labradores,
verdaderos dueños señoriales de aquel territorio», a los que se refirió Meso-
nero Romanos, fueron consolidando su posición con las oportunidades brin-
dadas por la Desamortización y Desvinculación, pero el sistema de tenencia
de la gran explotación siguió prefiriendo a unos pocos ganaderos solventes y
no a los pequeños colonos que fueron desahuciados. En Anaya de Huebra, el
señor Marqués para acelerar los trámites de evacuación de los colonos a fines
del siglo XIX, prendió fuego al pueblo por los cuatro costados, dejando a los
que allí vivían sin casas y sin medio alguno de subsistencia.
En consecuencia, cuando los reformistas republicanos se lamentaban de
las situaciones de expropiación ocurridas antes de 1931 y acusaban a «una
clase ciega de poder y envilecida por la codicia (que) decretó la desolación y
la miseria del campo», no hay por qué separar demasiado al rentista del gran
arrendatario, que no era infrecuente fuera también gran propietario.7 Las
diatribas contra el terrateniente absentista, de tanta influencia en la tradición
del reformismo agrario español, olvidaban el papel de aliado que siempre en-
contró aquél en el gran arrendatario. La coyuntura de la Segunda República
se encargaría de demostrarlo una vez más.
La literatura del «problema social agrario», que tanto preocupó a los
contemporáneos en el primer tercio del siglo xx, no era por lo tanto sólo
meridional y se enriquecía con ejemplos charros que fueron expuestos en
las Cortes para incluir a Salamanca en las provincias donde la aplicación de
la reforma agraria debía ser inmediata.8 Bien es cierto que la geografía sal-
mantina tiene más de una comarca en la que dominaba la pequeña explota-
ción y que los casos de expropiación campesina podían contrarrestarse con
otros de ascenso de la propiedad parcelaria, pero este proceso había sido
insuficiente para paliar la gravedad del problema agrario. Cuando se había
puesto a la venta el patrimonio de la gran nobleza, la mayor parte había
sido adquirida por la gran burguesía agraria, aunque los pequeños o media-
nos colonos, ayudados con préstamos de los sindicatos católicos, consiguie-
ran hacerse con alguna gran finca que aprisionaba al pueblo en el que vi-
vían.9
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 7

el campo en pie 7

En resumen, la situación de «hombres sin tierra y tierra sin hombres»,


aunque no alcanzara la gravedad de algunas poblaciones andaluzas, se mani-
festaba en Salamanca con el problema del paro forzoso para numerosos
obreros como se encargaron de documentar los ingenieros agrónomos cuan-
do elaboraban los planes de aplicación de la reforma agraria para las distin-
tas dehesas. Desde un punto de vista ético se podía cuestionar la legitimidad
de la renta de la tierra e incluso el mismo orden social del que se beneficiaba
aquella oligarquía de terratenientes y ganaderos salmantinos. Tres clases de
adoctrinamiento orientaban las movilizaciones en el campo.
El primero de ellos era el movimiento asociativo dependiente de la «doctri-
na social de la iglesia»; los sindicatos agrarios católicos se habían implantado
en la mayoría de las comarcas, sobre todo en el ángulo nororiental más cerea-
lista (La Armuña, Campo de Peñaranda, parte de Alba) y en Ciudad Rodrigo;
los principales vacíos se daban en el cuadrante suroccidental (Sequeros, Béjar).
Dos de cada tres pueblos tenían un sindicato católico hacia 1920, proporción
que, una vez que pasó el temor al bolchevismo en los campos, había bajado en
un porcentaje difícil de precisar en los primeros años de la República. Las pre-
guntas de varias encuestas inéditas de 1915 que hacían los consiliarios pueden
ayudarnos a comprender la amplitud de intereses que tenían estas organiza-
ciones: allí figuran todas las cuestiones posibles sobre la economía agraria (su-
perficie, producción, medios técnicos, salarios, arrendamientos, mercados...),
la emigración (desde cuántos emigran a si vuelven impíos o no), la cultura, la
política («¿hay enconos o divisiones políticas?»), la moral cristiana del mo-
mento («¿se va mucho a las tabernas?», «¿se blasfema?», «¿los bailes son ho-
nestos?»)...Nada escapaba pues a la preocupación de los dirigentes eclesiásti-
cos que con estas instituciones buscaban la modernización del campo, acabar
con la usura al tiempo que ponían un valladar a la difusión de la «plaga» socia-
lista y libertaria, preocupación más acuciante en Andalucía que por estas tie-
rras. El éxito fue desigual en cada uno de estos empeños y cuando llegó la Re-
pública se perdió en muchos lugares el monopolio del asociacionismo agrario
de los católicos. Según el Informe del Director de la Sucursal del Banco de Es-
paña en 1933 se contaba en la Diócesis de Salamanca con 83 organizaciones
locales y 4.500 socios;10 dadas las cifras oficiosas que se barajaban de la Fede-
ración Provincial Obrera (en torno a 10.000 afiliados para toda la provincia)
el asociacionismo agrario socialista superaría al de los católicos.11
El malestar creado por el torrente migratorio camino de América y los
desahucios que se prodigaron en el Campo de Yeltes animaron otro asocia-
cionismo fuera del influjo de la iglesia que contó con la implicación de desta-
cados intelectuales. Por primera vez, la Universidad salía de su recinto urba-
no y pisaba los campos poco antes de la primera guerra mundial. La llegada
de Bernis, Unamuno, Elorrieta y otros profesores, concedió al asociacionis-
mo agrario del campo de Yeltes (Fuente de San Esteban, Boada, Boadilla,
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 8

8 esta salvaje pesadilla

San Muñoz y pueblos próximos) una gran publicidad, que llamó la atención
del Ateneo y la prensa de Madrid con suspicacias y alabanzas de Ortega y
Gasset. Se especula incluso que en la destitución de Unamuno del cargo de
Rector en 1914 tuvo su papel la «campaña agraria». Si el efecto publicitario
de esta campaña universitaria agitada por la cuestión agraria fue notorio, en
la práctica no tuvo continuidad y cosechó fracasos estrepitosos cuando se
quiso trasplantar la fórmula, como confesaba Elorrieta con asombro

Las sociedades obreras agrícolas, análogas a las que fundamos en Salaman-


ca, me han votado todas en contra. No me ha votado ni uno de los obreros cons-
cientes.12

Además de alguna otra sociedad,13 la tercera corriente era la organiza-


ción de la Liga de Agricultores y Ganaderos, buen ejemplo de movilización
«desde abajo», siguiendo una senda intermedia, entre el sindicalismo confe-
sional y las organizaciones de clase, y con protagonismo político continuado
durante la II República. La Liga, creada hacia 1911, representaba los intere-
ses del pequeño-mediano propietario o arrendatario, con especial implanta-
ción en la Armuña, y defendía un reformismo técnico, además de las consabi-
das reclamaciones sobre la conveniente remuneración del precio del trigo y el
agravio de la contribución rústica. Como otras organizaciones similares, ha-
cía gala de interclasismo y en ella participaron personajes tan dispares como
Diego Martín Veloz hasta 1923 o Tomás Marcos Escribano que tendrá un
gran protagonismo durante los primeros años de la República como tendre-
mos ocasión de comprobar.14 La peculiaridad que convendría destacar es su
orientación reformista en contra del alza de los arrendamientos por lo que su
principal audiencia estaba entre los colonos, grandes o pequeños, que sufrían
la elevación de la renta de la tierra después de la crisis agraria finsecular.
De las tres corrientes en que hemos dividido el asociacionismo agrario, la
más relevante, pese al declive sufrido, fue la del sindicalismo católico. Y no
solamente por su importancia en el campo salmantino. Dos de los líderes po-
líticos españoles más combativos contra el reformismo republicano Lamamié
de Clairac y Gil Robles desempeñaron los cargos de presidente y secretario
de la Confederación Católica Agraria (CNCA) de modo que sin demasiada
exageración podría decirse que la matriz antirrepublicana hundía sus raíces
en el campo del agrarismo católico. El futuro Jefe de la CEDA se encargó más
de una vez de manifestar sus deudas intelectuales igual que Lamamié procla-
mó en 1938 que el campo había salvado a España por haber sido «la solera
que ha[bía] conservado las más puras esencias del país».15
El liderazgo de Lamamié y Gil Robles extendía la influencia católica en el
campo desde la hostilidad al liberalismo —que pregonaban los tradicionalis-
tas (El Siglo Futuro)— a la aceptación con reservas de los que seguían las di-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 9

el campo en pie 9

rectrices del catolicismo de El Debate (Ángel Herrera). Las diferencias nunca


impidieron una estrecha colaboración en la práctica y puesto que Gil Robles
había sido educado en un ambiente familiar tradicionalista y no tardaría en
defender la infinita superioridad del corporativismo frente a los «delirios in-
dividualistas», incluso aquellas distancias ideológicas se acortaban mucho.16
Esta observación da pie para plantear someramente el influjo del tradiciona-
lismo en Salamanca, más importante de lo que indicaban sus resultados elec-
torales en la Restauración, un escaño a veces, o del papel desempeñado por el
Marqués de Cerralbo en la reorganización del carlismo.
El principio de tolerancia religiosa, aunque fuera reconocido de modo li-
mitado en la Constitución de 1876, contradecía a los que seguían defendien-
do la identificación perfecta entre trono y altar. Como es bien sabido, esto
provocó el surgimiento del bando «integrista» defensor de un «Estado cris-
tiano» frente a la actitud posibilista y de sumisión a los poderes constituidos
de las principales autoridades eclesiásticas. Lo que hacía llamativo el panora-
ma de la Salamanca de fines del siglo XIX era ver a su obispo, el agustino P.
Cámara (1885-1904), empeñado en la «tarea recristianizadora» (en una dió-
cesis que contaba con más de 400 templos y 300 conventos), y que dicha ta-
rea, famosa por escarmientos como el de negar sepultura eclesiástica a M.
Arés o condenar al penalista Dorado Montero, pareciera insuficiente a los
«integristas».17 Como ha investigado M. Esteban, el «integrismo» o el «tra-
dicionalismo» encontró un eco bastante considerable en la sociedad salman-
tina. La Universidad le brindó alguno de sus principales teóricos, especial-
mente Enrique Gil y Robles, y contó con el apoyo de varios de los principales
terratenientes y ganaderos de la provincia, tales como J. A. Sánchez del Cam-
po, Fulgencio María Tabernero, Juan Lamamié de Clairac o Manuel Sánchez
Tabernero: «probablemente, una parte mayoritaria del clero salmantino,
tanto regular —sobre todo de los jesuitas— como secular, simpatizaba con
esta corriente».18 No deja de ser un sarcasmo que estos «defensores de la
causa de Dios», como los calificaba el párroco de San Martín, la iglesia que
más frecuentaban, hubieran adquirido importantes posesiones del Cabildo o
del convento de los Dominicos; el fervor carlista era tan intenso en aquellos
terratenientes que tan sólo uno de ellos, Juan Sánchez, se había comprometi-
do a pagar el viaje y demás gastos a 200 peregrinos de la diócesis en la gran
peregrinación a Roma que organizaba Cándido Nocedal en 1882.19
Este párrafo, que momentáneamente nos ha apartado del período próxi-
mo a la República, era necesario para confirmar el extremo conservadurismo
ideológico que dominaba entre los pudientes del campo o de la ciudad de Sa-
lamanca, además de recordar los antecedentes familiares de los hijos José Ma-
ría (Gil Robles, Lamamié) que más lucharon contra la reforma agraria repu-
blicana. Fueron aquellos mismos tópicos de la «hispana tradición», que
agitaron las discusiones de fines de siglo, los que cobraron nuevos bríos cuan-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 10

10 esta salvaje pesadilla

do concluía la dictadura de Primo de Rivera como demuestra la recuperación


efectuada entonces del periodista integrista Manuel Sánchez Asensio, director
de La Información de Salamanca y enemigo acérrimo del P. Cámara. La pu-
blicación en 1926 de Las cuestiones triguera y ganadera en España resulta
significativa por los autores que participan y porque ahí están condensados
los tópicos de la conveniente autarquía, la necesidad de regenerar España, de
restaurar la vida agrícola, de huir del fanatismo industrial...Todo ello adere-
zado con el canto al antiliberalismo que el nuevo régimen propiciaba.20
Este contexto ideológico y social ambienta bien y explica el surgimiento de
Acción Castellana en Salamanca, que se anticipó un año a la movilización cató-
lica que cristalizaría en Acción Nacional. A mediados de mayo de 1930 La Ga-
ceta Regional entrevistaba a José María Lamamié de Clairac que adelantaba las
líneas directrices de la organización creada un mes después: «En primer térmi-
no Dios», «Hay que acabar con las falsas libertades y absurdas democracias»,
«Hay que acabar con esas libertades, que permiten corromper el corazón y la
inteligencia de los españoles a título de un absurdo derecho», «Castilla el cora-
zón de la nación española», «regeneración de la ciudad por el campo»... son las
principales directrices;21 no deja de ser sorprendente que aquel descendiente de
legitimistas franceses («¡antes emigrados que llevar sobre el tricornio noble la
escarapela de la revolución!»), miembro de la Junta Suprema Carlista, y directi-
vo de los sindicatos católicos, manifestara también la necesidad de «acabar con
los tinglados políticos y con las oligarquías que gobernaron».22
Cuando en la primavera de 1931 José María Gil Robles llegue a Sala-
manca dispuesto a dar la batalla política y agrupar como en otras provincias
«a las fuerzas no republicanas, destrozadas y maltrechas»,23 una parte del te-
rreno ya estaba preparada; protegido bajo el manto de Acción Castellana
empezó a dar sus mítines como si los genes paternos hubieran facilitado el
acercamiento de los Gil Robles y los Lamamié; de hecho, según le recordó
éste en 1933 y 1935, Gil Robles era un desconocido y, gracias a él, sacó el es-
caño.24 La ventaja para ambos es que el periódico La Gaceta Regional, crea-
do en 1920 «para defender serenamente y con denuedo los principios básicos
del Orden Social —Religión, Autoridad, Patria—»,25 iba a estar plenamente
a su servicio. De este modo puede suscribrirse plenamente el análisis de Blin-
khorn que asigna a los integristas una triple función (no exclusiva de ellos se-
guramente) relacionada con la política católica y conservadora en las regio-
nes de Castilla la Vieja y León:

su control casi absoluto de las organizaciones que se suponía existían para mejo-
rar los intereses de los pequeños propietarios y de los arrendatarios, su capacidad
para ejercer su influencia a través de una prensa local y provincial de la cual eran
propietarios o que, al menos, era benevolente con ellos, y sus íntimas relaciones
con la Iglesia que, como harían patente los acontecimientos de los cinco años si-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 11

el campo en pie 11

guientes, les permitiría movilizar el púlpito en defensa no sólo de la religión, sino


del statu quo socioeconómico.26

EL PRIMER ALZAMIENTO DEL CAMPO SALMANTINO. LAS ELECCIONES DE 1931

La estrecha vinculación entre propiedad de la tierra, religión y prensa católica


no aseguraba la subordinación del campesinado. Es significativo señalar que
el mismo Lamamié fuera siempre derrotado y no lograra escaño parlamenta-
rio hasta la República.27 Por otra parte, tampoco se impuso del todo el turno
de conservadores y liberales; el comportamiento político del electorado sal-
mantino demostró a lo largo de la Restauración el triunfo de candidaturas
que no se plegaban al turnismo oficial y defendían un espacio más democráti-
co; Villalobos es el caso más significativo, pero no el único. Además, aunque
no existiera una Federación de Trabajadores de la Tierra como hubo en la Re-
pública, la importancia del movimiento huelguístico del verano de 1919 en
numerosos pueblos desmiente la idea de un entorno rural sometido.28
Cuando Gil Robles se estrenó el 9 de junio de 1931 como candidato ante
un público campesino, después de doce años de ausencia de su provincia na-
tal, lo hizo en el pueblo de Tamames: «¡Qué labor tan disolvente se había lle-
vado a cabo entre aquellos sencillos labradores!», apunta desilusionado;29 es
como si estuviera testificando el fracaso de la tarea recristianizadora del P.
Cámara a principios de siglo o la añoranza por el mundo agrario idealizado
por Gabriel y Galán.
Si en el campo no estaba garantizada la adhesión a los principios conser-
vadores del orden social, la tradición de republicanismo en la capital de pro-
vincia la hacía muy sensible a los movimientos contra la monarquía. La frus-
trada sublevación de Jaca en favor de la República provocó la huelga
general,30 y aunque la declaración del Estado de Guerra interrumpió momen-
táneamente la actividad política, en febrero de 1931 los republicanos sal-
mantinos conmemoraron el aniversario de la Primera República; la Universi-
dad se había clausurado ante la agitación estudiantil y poco después, el 25 de
marzo, la condena en Consejo de Guerra celebrado en Madrid de los dirigen-
tes republicanos provocó la manifestación de los universitarios en Salaman-
ca, que lanzaron vivas a la República. El día 29 se celebró en el Teatro Bretón
un gran mitin republicano con la presencia de Eduardo Ortega y Gasset y
Casto Prieto Carrasco en el que se pidió la amnistía de los presos políticos.
La convocatoria de elecciones municipales para el 12 de abril de 1931 se
planteó con carácter plebiscitario desde todos los sectores. La Conjunción re-
publicano-socialista, (Alianza Republicana, PSOE y Partido Radicalsocialis-
ta) pidió el voto como un sufragio por la República venciendo en todas las
secciones de la capital donde obtuvo 19 de 31 concejales. En Béjar se eligieron
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 12

12 esta salvaje pesadilla

11 concejales republicanos y 6 independientes, mientras que en Peñaranda


triunfó la candidatura monárquica por escaso margen, que se fue ampliando
en Ciudad Rodrigo (10 monárquicos frente a tres de izquierda) hasta dominar
totalmente en Ledesma (los 11 concejales fueron monárquicos), con acusa-
ción al poderoso Casanueva de haber comprado votos a 50 pesetas.31
Si Salamanca fue pionera en más de una organización antirrepublicana,
como se verá en el capítulo 3, también debió de ser uno de los primeros luga-
res donde se proclamó la República. La misma tarde del 13 de abril, en la
Casa del Pueblo, Unamuno la proclamó, como dijo él, «virtualmente»:

¡¡Hombres, y vosotras, mujeres, que habéis sabido cumplir con un deber de


ciudadanía echando de vuestras casas a los que os querían explotar vuestra mise-
ria y creían que Salamanca seguía siendo un pueblo de mendigos y de pordiose-
ros!! Recibid un saludo cordial y fervoroso. Otro fervoroso saludo a ese «noble
aduar de moros» de los Pizarrales (enorme ovación) que no se ha dejado com-
prar. Aquí no han quedado más mendigos que los que lo son de profesión, los de
las órdenes mendicantes ... Entraremos en la Casa de la Villa y yo os aseguro que,
por mi parte, haré todo lo posible para que no nos presida el consabido retrato
(Vivas y ovaciones). Dijo un día que si los españoles queríamos la República, que
la ganásemos en la calle. ¡Que baje él a la calle! ... Y ahora mucha serenidad y
tranquilidad; a ser ante todo ¡hombres!, a no doblegar la cerviz ante los poderes
que carecen de autoridad ... El porvenir es nuestro ...32

Al día siguiente, La Marsellesa, convertida en himno provisional del nue-


vo régimen, animó la manifestación presidida por Unamuno que desde la
Casa del Pueblo se dirigió a la Plaza Mayor, insuficiente para acoger a tanta
gente, sobre todo cuando se acercaba otra manifestación al frente de la cual
figuraban los viejos republicanos. Desde el balcón del Consistorio, rodeado
de concejales y miembros de los partidos republicanos, que le habían desig-
nado al efecto, se hizo un silencio sepulcral cuando tomó la palabra para
proclamar la República en Salamanca. Comenzó así, según sus emocionadas
palabras, «una nueva era y termina una dinastía que nos ha empobrecido,
envilecido y entontecido».33
El socialista Primitivo Santa Cecilia fue elegido Alcalde con la abstención
de la minoría monárquica, sustituyendo a Miguel Íscar Peyra nombrado tras
la caída de Primo de Rivera. Los republicanos se hicieron cargo del resto de
instituciones, y así Casto Prieto Carrasco, de Acción Republicana, se convir-
tió temporalmente en gobernador civil mientras que Tomás Marcos Escriba-
no, del Partido Republicano Conservador, asumió la presidencia de la Comi-
sión Gestora de la Diputación Provincial. Unamuno fue nombrado alcalde
honorario y el 18 de abril el Claustro de la Universidad le eligió rector por
abrumadora mayoría, al dimitir Ramos Loscertales por «la desconsideración
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 13

el campo en pie 13

de los estudiantes que abandonaron la Universidad sin escucharle el día en


que ésta fue asaltada y forzadas las puertas del Paraninfo».34
La primavera de 1931 fue también en la ciudad de Salamanca la de la ilu-
sión del republicanismo, que no debería extenderse al resto de la provincia
más que muy parcialmente y sólo en el mes de mayo cuando hubo que repetir
elecciones en varios pueblos. El Gráfico 2 muestra los resultados de un buen
número de pueblos donde al presentarse una sola candidatura resultaba ele-
gida automáticamente sin necesidad de votación. El perfil es muy conserva-
dor: más del 70% de los concejales elegidos fueron monárquicos; si se suman
liberales y conservadores el 90% de los concejales seguían siendo del «anti-
guo régimen» con una representación ínfima del socialismo o radicalsocialis-
mo. Como es sabido, las elecciones que se ajustaban al artículo 29 eran vistas
como una manifestación más del caciquismo secular en el campo. Ahora
bien, si tomamos en consideración los resultados de 33 pueblos donde sí
hubo votación, el gráfico no variaría mucho: los monárquicos seguían supe-
rando el 70% y el retroceso de los conservadores beneficiaría a republicanos
y socialistas, pero muy tímidamente. La muestra es pequeña pero los pueblos
no lo son: Béjar, Ciudad Rodrigo, Ledesma, Alba de Tormes, Vitigudino, Se-
queros, Fregeneda, Hinojosa, Macotera... o sea, en las cabeceras de partido y
pueblos grandes se repite un panorama similar, donde el concejal socialista
es rara avis, uno en Villavieja, otro en Tejares, dos en Ciudad Rodrigo y cua-
tro en Béjar. Esta distribución conservadora del voto municipal, que no será
así ciertamente dos años después,35 ya no lo fue tampoco al mes siguiente

GRÁFICO 3. Elecciones municipales en 153 pueblos (art. 29)

1%
9%
4%
Monárquicos y
tradicionalistas

15% Conservadores
Liberales
Republicanos
Socialistas y radical-
socialistas
71%

Fuente: Elaboración a partir de El Adelanto, 14 de abril de 1931.


001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 14

14 esta salvaje pesadilla

cuando hubo que celebrar elecciones parciales el 31 de mayo ante la presen-


tación de medio centenar de reclamaciones. Lo que se produjo entonces fue
una «superproducción» de republicanismo circunstancial. Candidatos pre-
sentados como monárquicos en abril concurrían al mes siguiente bajo siglas
republicanas o independientes por la conveniencia de situarse al lado del po-
der establecido o al menos por no querer indisponerse con él.36 Pero estas
elecciones parciales no podían alterar mucho el panorama electoral, pues
sólo afectaban a un 14% de los concejales.
En resumen, las cifras tan favorables a los republicanos que proporciona
el Anuario Estadístico de 1931 parecen improbables; de ser así, no se enten-
dería luego que los ayuntamientos fueran tan hostiles al reformismo republi-
cano; no sería extraño que, en conjunto, resultaran elegidos casi dos tercios
de concejales monárquicos, como afirma Ben Ami, y como avalan los resul-
tados de varios grandes pueblos nombrados antes.37 Esta presentación de los
resultados municipales hace menos extraño el que en las elecciones generales
del 28 de junio, aunque no por número de sufragios, consiguieran «los de
siempre», los diputados de la derecha, tres de los siete diputados; la ilusión
de abril, no tanto por los votos de centroizquierda, insistimos, se había con-
vertido en un espejismo. Al igual que el biógrafo de Unamuno, podemos pre-
guntarnos, «¿Qué ha pasado en Salamanca para que tras el entusiasmo del
14 de abril, la hectárea de ilusión republicana que vibró en la plaza Mayor se
deje ganar de esta forma la partida?».38
Este interrogante tiene varias respuestas, una de las cuales se aborda en el
capítulo 3 dedicado a la Iglesia, sin duda muy relacionado con éste de la cues-
tión agraria y en concreto con el éxito de la derecha en la movilización conse-
guida por el Bloque Agrario Salmantino. A pesar de existir una investigación
valiosa,39 no se ha aclarado bien la génesis de este grupo, capaz de conseguir
en menos de quince días tan buenos resultados electorales que tanto iban a
influir en la política española por su labor obstruccionista a cualquier refor-
mismo social e ideológico. Conviene pues relatar bien el origen del Bloque.
Celebrada la segunda vuelta de las elecciones municipales el 31 de mayo,
donde los antiguos monárquicos se habían republicanizado a toda prisa, es-
taba claro que intentar ganar las elecciones en Salamanca, por muy conserva-
dora que fuera, no podía hacerse con enseña tan averiada como la de la Mo-
narquía, pero, en 1931, tampoco con el lema de «En primer término Dios»,
con que el tradicionalista Lamamié había fundado Acción Castellana. De ahí
que esta organización optara por pulir sus aristas monárquico-religiosas y
cobijarse dentro de Acción Nacional, cuyo programa sin dejar de ser católi-
co, reconocía el régimen de la República. Lamamié, Gil Robles y el Vizconde
de Revilla (L. Bermúdez de Castro) se aprovecharon de la infraestructura de
una organización que, en contra de lo expuesto por su impulsor en mayo de
1930, aparecía ahora como «partido agrario» e iniciaron la campaña a la
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 15

el campo en pie 15

que luego se sumaría Cándido Casanueva, diputado conservador por Ledes-


ma en 1923.40 Ahora bien, si Lamamié era un gran propietario y de gran
exaltación religiosa, tanto Gil Robles como el vizconde pertenecían a la Ac-
ción Católica Nacional de Propagandistas (ACNP). Esta mezcla de terrate-
nientes y catolicismo no era la mejor panacea electoral para el ambiente de
ruptura que se vivía en la primavera de 1931, mucho más receptivo a las pro-
puestas de reformismo agrario que pregonaban Villalobos o Marcos Escriba-
no, quien además disponía de la red de La Liga de Agricultores por numero-
sos pueblos de la provincia.
El sábado 6 de junio de 1931 apareció en los dos periódicos de la ciudad
el anuncio «A los Propietarios, Colonos y Obreros Agrícolas» de una reu-
nión de representantes de treinta pueblos de la convocatoria para «una mag-
na asamblea» para el día 10 de junio:

Pues tenemos que dar la sensación que la campaña disolvente de elementos


políticos interesados, es débil ante la muralla que vamos a constituir, con la fe de
redención que nuestra compenetración produzca y desnaturalizar de una vez el
vergonzoso concepto de oprimidos parcialmente, cuando lo que ha sucedido es
la lesión más tremenda a la armonía que patronos y obreros agrícolas han tenido
siempre, por sentir ambos el mismo ideal.

Este manifiesto, de sintaxis más bien atropellada, terminaba con «¡Por la


Agricultura, por la Patria!», anunciando que en la asamblea del día 10 se
nombraría a los candidatos agrarios «exclusivamente agrarios ... como con-
venientes a los intereses de clase, que en suma son los de la parte económica
más extensa del país».41 Una nota oficiosa de La Liga de Agricultores criticó
la convocatoria y desautorizó a los afiliados que la firmaban «y por anticipa-
do a los que concurran a la Asamblea».42
No sabemos qué pueblos estaban representados ni dónde se reunieron y
los firmantes carecían de relieve político. Sin embargo, a los dos días, esta
convocatoria más bien anodina y desautorizada era realzada al máximo por
La Gaceta Regional y en primera página se publicaba la entrevista «Charla
con un charro por los cuatro costados»; el entrevistado, cuyo nombre nunca
se citaba, exponía su ojeriza contra los políticos y la necesidad de organizar
«falanges de campesinos»: «los intelectuales, los hombres de la ciudad no
tendrán nunca derecho a burlarse de nosotros»; había que fundir todos los
elementos agrarios y formar un bloque agrario, y, luego, ya se llamaría a los
políticos si se necesitaban. En lo concerniente a ideología política se daba
apoyo y lealtad al nuevo régimen republicano y las reformas eran bien vistas
«siempre, claro está, que se vele por los derechos sagrados y legítimos de la
tierra; que no están dispuestos a tolerar las campañas subversivas que ahora
se han iniciado por gentes que desconocen en absoluto el problema».43
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 16

16 esta salvaje pesadilla

La entrevista que firmaba «B» (podemos suponer razonablemente que


era Francisco Bravo), venía precedida por lo que se convertiría en grito de
combate del Bloque: «¡El campo en pie!»; es decir, antes de manifiestos ofi-
ciales ya se disponía del eslogan y La Gaceta dejaba de informar para publi-
citar la convocatoria del día 10 en el teatro Bretón, como haría igualmente
con el mitin del día 14. El Manifiesto que salió de la asamblea del Bretón re-
cogía los tópicos que había expuesto el entrevistado en La Gaceta con los
añadidos reformistas del Banco Nacional Agrario, cuerpo de Guardería Ru-
ral, el precio remunerador para el trigo... El único punto que, además del de
la tasa mínima del trigo, se distinguía por su concreción era el punto 7, «que
se permita la entrada de obreros de otras regiones o del extranjero en el nú-
mero que represente la diferencia entre los necesarios y los útiles de cada pue-
blo». Es decir, el Bloque que se estaba gestando surgía como reacción a la po-
lítica laboral del gobierno provisional que había limitado seriamente la
tradicional libertad de contratación.
Pero una organización necesitaba un centro social, y el tiempo apremia-
ba, como decían todos, pues faltaban unos quince días para las elecciones; la
comisión provisional surgida tras la asamblea «aceptó el generoso ofreci-
miento de La Gaceta Regional; provisionalmente dicha oficina quedará ins-
talada en la Redacción (calle Padilleros, 4)», donde deberían enviarse las lis-
tas de afiliados y simpatizantes de los pueblos.44 En la asamblea se anunció
un gran mitin en la plaza de toros para el domingo día 14 del que saldría la
lista de representantes, y se acordó enviar al mitin de Ledesma de Acción
Castellana del día siguiente una representación (en la que estaba Ernesto
Castaño) para explicar las finalidades de la organización.
Nos hemos extendido en estos prolegómenos, porque el relato que se ha
hecho del surgimiento del Bloque Agrario Salmantino, la organización que
más combatió la política reformista del primer bienio, ha pasado por alto la
fuerte implicación del diario católico y de aquel precoz fascista que fue F.
Bravo. Cuesta creer que en plena faena de recolección unos pocos agriculto-
res descontentos con la política reformista del gobierno provisional hubieran
podido crear («de abajo a arriba» como decía Gil Robles) una plataforma
electoral en nueve días, la organización de dos asambleas, un mitin, y reunir
a representantes de cerca de 140 pueblos. Y todo ello para ponerse de acuer-
do sobre un programa electoral que, sobre el papel, no difería sustancialmen-
te del que estaba difundiendo en sus actos Marcos Escribano con el soporte
de una organización consolidada como era La Liga de Agricultores.
La hipótesis que planteamos es la siguiente. Después del desastre de los
monárquicos en las municipales, la única organización con la que contaban
las derechas era la Acción Castellana del tradicionalista Lamamié, que aun-
que fuera bautizada por Ángel Herrera y El Debate carecía, por sí sola, del ti-
rón electoral necesario para aquella primavera de cambio; la búsqueda de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 17

el campo en pie 17

una coalición electoral fracasó.45 Por otra parte, el programa reformista re-
publicano era respaldado en buena medida por La Liga de Agricultores lide-
rada por Marcos Escribano que se presentaba a las elecciones con las siglas
de Derecha Liberal Republicana. Había que buscar otra alternativa vestida
con el ropaje de lo agrario que, como otras veces, sirvió de manto interclasis-
ta; las referencias al campo oprimido y marginado tenían un público muy re-
ceptivo en una coyuntura como aquélla. Gil Robles expuso a los pocos días
de las elecciones que el Bloque Agrario Salmantino había sido una «organi-
zación democrática» que había surgido «de abajo arriba», sin iniciativas per-
sonales ni ambiciones.46 La historia que hemos tratado de demostrar es muy
distinta dada la implicación de La Gaceta Regional en hombres y servicios47
y con personajes como Bravo, el futuro biógrafo de José Antonio, o Ernesto
Castaño, dedicado cinco años después a recorrer cuarteles preparando otro
alzamiento menos pacífico.48
Pero a principios de junio de 1931 lo políticamente oportuno era ser re-
publicano, reformista y hasta apolítico. En cuanto al apoliticismo, las rela-
ciones Acción Castellana-Bloque parecen una escenificación de juegos flora-
les; si Castaño se presentó al mitin de Ledesma que celebraban las derechas
agrarias de Acción Castellana, esta organización proclamaba humildemente
que se sometería a lo que dijeran las bases del Bloque en el mitin de la plaza
de toros del día 14. Ese día en la Cámara de Comercio fueron elegidos como
candidatos del Bloque Agrario, por este orden: Lamamié, Gil Robles, Mar-
cos Escribano, Villalobos y Cándido Casanueva; como Marcos Escribano y
Villalobos mantuvieron la candidatura original de sus propios partidos, al fi-
nal, el resultado fue simplemente que Acción Castellana desembarcó en el re-
publicano Bloque produciéndose la paradoja de que los triunfadores del 28
de junio fueran los tres de convicciones monárquicas, uno de ellos carlista.
Respecto al reformismo, era fácil acudir a las encíclicas sociales y a la
promesa de parcelación de latifundismo, firmadas por latifundistas, para
crear el mayor número posible de pequeños propietarios.49 Es ilustrativo el
ejemplo de Lisardo Sánchez, gran propietario y ganadero salmantino y extre-
meño —propietario número uno del término de Badajoz con 6.016 has50—
que no tardaría en escribir contra la política reformista de la República, pero
que ahora aconsejaba repartir unas 260.000 ha en Badajoz para solucionar
el problema social.51
«A partir de aquel momento, la batalla estaba ganada» confiesa Gil Ro-
bles, pues en efecto, la campaña electoral se había iniciado sin que Acción
Castellana lograra alianzas. Ahora, sin embargo, «llovían los ofrecimientos,
las colaboraciones generosas y desinteresadas ..., humildes campesinos sin
reparar en las labores de la recolección, visitaban los pueblos de la provincia
trabajando para nosotros».52 Es objeto de discusión quiénes entre los candi-
datos electos —que habían sido escogidos los cinco el día 14 de junio por los
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 18

18 esta salvaje pesadilla

representantes de los pueblos— resultaron más beneficiados, si los agrarios


reformistas (Villalobos, Marcos Escribano) que se presentaron con sus parti-
dos o los agrarios advenedizos (Lamamié, Gil Robles, Casanueva). A la vista
de los resultados que se comentan en otro lugar,53 aunque parte de los electo-
res escogiera a los cinco hubo un voto agrario de derecha (que se notó más en
Ledesma y Vitigudino) y otro de centro-izquierda (Béjar, Sequeros). Una par-
te de la explicación de esta orientación debe estar en la influencia que seguían
manteniendo Casanueva y Villalobos en sus respectivos distritos.
Conocido el resultado electoral, hubo incidentes en Salamanca (se asaltó
la oficina electoral de los agrarios); las actas fueron impugnadas porque en
varios pueblos hubo igual número de electores y votantes, o éstos fueron el
97-99% de los electores, afluencia electoral llamativa por otra parte al coin-
cidir las elecciones con las faenas de recolección. Cuando la discusión de las
actas llegó a las Cortes, fue la ocasión para que Gil Robles demostrara sus
habilidades parlamentarias al defender la honestidad de los diputados agra-
rios, puesta muy en entredicho por varios miembros de la comisión.54 Mere-
ce la pena llamar la atención sobre el éxito conseguido en el partido de Se-
queros por Queipo de Llano, que se había metido en política «para acabar
con el indigno caciquismo», pues consiguió más del 80% de los votos; a pe-
sar de estos buenos resultados, en el distrito en el que se había presentado sin
éxito en 1923, y en los de Alba, Béjar y Ciudad Rodrigo, le faltaron unos
7000 votos para ser diputado.
El Gráfico 4 ofrece el panorama de las tres elecciones que se irán comen-
tando más adelante. Los resultados de 1931 nos muestran a un electorado de
centroizquierda en un 75%, pero que sólo consiguió cuatro de los siete diputa-
dos (Véase Cuadro 1); los límites de la Conjunción republicano-socialista son
claros,55 pues sólo logró sacar a Unamuno y al socialista Santa Cecilia. Ade-
más de cuestiones de técnica electoral, está la variable explicativa de la disci-
plina de la derecha que va a ser una constante a lo largo de toda la República:
«Los votos de los católicos para los católicos»56 se pedía desde La Gaceta Re-
gional pocos días antes de las elecciones. Los mismos que están escribiendo en
ese periódico sobre «la Religión católica como fuerza inexpugnable», es el
caso de Cimas Leal, participan como oradores en la Plaza de Toros el 14 de ju-
nio en el principal acto propagandístico del Bloque Agrario Salmantino.
A mediados de octubre de 1931, cuando la minoría agraria había dado
ya suficientes señales de oposición a cualquier reformismo, el comentario en
El Socialista a un nuevo mitin en Ledesma, ahora para atacar a la Constitu-
ción en ciernes, fue que el verdadero programa de la derecha era el de «Mo-
narquía, Plutocracia, clericalismo becerril y servidumbre total del que labra
la tierra», programa que había sido escondido con el señuelo del agrarismo
para «engatusar» a la pobre gente. Ingenuamente el comentarista profetiza-
ba que los agrarios ya no podrían engañar en las próximas elecciones...57
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 19

el campo en pie 19

GRÁFICO 4. Porcentaje de votos, provincia y capital de


Salamanca, 1931-1936

60,0

50,0

40,0
D ERECHA
30,0 C ENTRO

20,0 IZQUIERDA

10,0

0,0
Provincia Capital Provincia Capital Provincia Capital
1931 1931 1933 1933 1936 1936

Fuente: R. Robledo, «Cambio político y social en Salamanca».

PALACIOS RUBIOS, EL CRIMEN OLVIDADO

Hasta septiembre de 1931, la villa de Palacios Rubios, situada a unos 15 ki-


lómetros de Peñaranda, había sido conocida por el topónimo debido a Don
Juan López de Vivero (1450-1524), consejero de los Reyes Católicos (Don
Juan López de Palacios Rubios). A partir del domingo 27 de septiembre de
1931 adquirió otra celebridad bien distinta, la de anticiparse a Castilbanco o
Arnedo en los dramas rurales con protagonismo de la guardia civil.
A principios de julio de 1931 se había fundado o registrado el Sindicato
de Trabajadores de la Tierra con la inscripción de 126 asociados,58 un grado
muy elevado de sindicación para un pueblo de 791 habitantes, donde el Cen-
so de Campesinos había contabilizado 144 jornaleros, además de 54 peque-
ños propietarios; en las elecciones de junio tres cuartas partes de los votos de
Palacios Rubios, habían sido para la Conjunción Republicano-Socialista. El
25 de septiembre se había declarado huelga general para conseguir mejoras
salariales que permitieran cobrar de 4 a 7 pesetas, según las diversas tareas.
La huelga transcurrió sin incidentes; el domingo 27 varios obreros asistieron
a un mitin en Peñaranda, uno de cuyos oradores fue el socialista Andrés
Manso; a la vuelta, mantuvieron una reunión con el cabo de la Guardia Civil
quien les comentó

Parece que la huelga se arregla. Si no se arregla, aquí estoy yo, ¡eh!; pero pa-
rece que se arregla. Sí —dicen los obreros— y estamos muy contentos. El presi-
dente de la Sociedad, que venía también de [Peñaranda de] Bracamonte, habla
igualmente con el cabo, y todos muestran su alegría.59
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 20

20 esta salvaje pesadilla

Una de las informaciones periodísticas precisa que comunicaron al cabo


que rebajarían la petición de salario mínimo en 50 céntimos, y que éste se
ofreció para hacerlo saber a los patronos. Luego, se reunieron con el resto de
compañeros felicitándose todos del éxito de las reivindicaciones.

De alguien partió la idea de recorrer el pueblo para exteriorizar el entusias-


mo para lo cual se organizó una manifestación compuesta de unas 150 personas,
entre hombres, mujeres y niños, marchando al frente de ella Angel Pró que toca-
ba un cornetín y otro obrero con un tamboril. La actitud de los manifestantes ...
era de alegría y de expansión. Al llegar la manifestación a la calle de la Iglesia, so-
bre las diez o diez y media de la noche, apareció en el extremo opuesto la fuerza
de la Guardia Civil, con cuatro números a caballo y otros cuatro a pie. Varios de
los obreros que engrosaban la manifestación nos dijeron que, por lo menos ellos,
no habían oído órdenes de disolverse; por el contrario la Benemérita afirma que
estas órdenes se dieron reiteradas veces sin ser atendidas por los manifestantes.
Nuestros informantes siguen diciendo que al encontrarse frente a la Guardia Ci-
vil, ésta hizo fuego resultando dos obreros muertos y cuatro heridos graves. Y la
Benemérita nos afirma que al disparar fue obligada por la actitud agresiva de los
manifestantes. El pánico que los disparos produjeron fue tremendo. Las puertas
de las casas se cerraban rápidamente y los manifestantes, dando gritos, corrían
alocadamente.60

Una manifestación festiva que había acabado, aparte de con heridos gra-
ves, con cuatro muertos (a los dos que murieron el día 27 se sumaron los fa-
llecidos a los pocos días) tenía que disfrazarse grotescamente de campaña
subversiva, poniendo en boca del socialista Andrés Manso palabras que deja-
ban empequeñecido hasta el discurso más incendiario.61 Esta versión de
«efervescencia de campesinos», como acostumbraba a decir aquel goberna-
dor, contradecía la lógica de una huelga pacífica reconocida por la Guardia
Civil en el juicio, la negociación a la baja en los salarios, la manifestación con
niños y tamboril y hasta el testimonio de la hermana del cura que recoge el
Diario de Sesiones.62
A la huelga general convocada por la Federación Obrera para el día 29
sucedieron manifiestos de las fuerzas vivas en la ciudad y muy especialmente
de la comisión de propietarios para felicitar al gobernador «por la campaña
conducente a mantener el orden, único medio del desenvolvimiento de todos
los intereses en la provincia».63 En el Consejo de Guerra celebrado casi dos
años después se sentaron en el banquillo el comandante de la fuerza, para
responder de cuatro delitos de homicidio y varios de lesiones, y diez obreros
acusados por Gil Robles de ofender de obra a la fuerza armada.64 No fue di-
fícil conseguir la sentencia absolutoria, pues aunque no se demostró que hu-
biera agresiones, ni actos de excitación, la eximente del cumplimiento del de-
ber y las normas de la cartilla de la Guardia Civil de cómo repeler con
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 21

el campo en pie 21

armamento de guerra manifestaciones subversivas (se dieron gritos de vivas


al socialismo y se tocó La Marsellesa) fueron suficientes para absolver a un
cabo que para entonces había ascendido a sargento y que había dado mues-
tras de impunidad.65
La reconstrucción de este suceso, desapercibido en la historiografía de la
Segunda República, ilustra la importancia de las luchas laborales más que las
de la tierra incluso en Salamanca, afectada de inmediato por las medidas de
expropiación de la tierra. Un recuento parcial de otros sucesos sangrientos
de Macotera —diciembre de 1932—, Arabayona de Múgica66 —abril de
1933—, Alaraz —diciembre de 1933—, Mancera —marzo de 1936— y Villar
de la Yegua —junio de 1933—, todos pertenecientes al partido de Peñaranda,
salvo el último, tuvieron mayoritariamente la misma motivación, las disputas
por el nuevo marco de relaciones laborales que llevó a cabo Largo Caballero
nada más tomar posesión del Ministerio de Trabajo.
En efecto, a diferencia de las críticas que suele recibir la política agra-
ria republicana por el retraso en el asentamiento de campesinos —la Ley de
Bases llegó diecisiete meses después del 14 de abril, una tardanza que mar-
chitó el entusiasmo por la República—, Largo Caballero adoptó la vía de los
decretos, convertidos en leyes en septiembre de 1931, para modificar de in-
mediato las reglas tradicionales del mercado laboral. Y algo parecido desde
el Ministerio de Justicia hizo Fernando de los Ríos con los contratos agra-
rios. Es decir, en los dos meses y medio que precedieron a las elecciones a
las Cortes Constituyentes se cambió el estatus secular donde descansaba,
desde las Cortes de Cádiz, el ajuste de salarios y renta de la tierra. Es com-
prensible que la alteración de costumbres y privilegios que las clases tradi-
cionales juzgaban como «el orden natural» se viviera como una campaña
subversiva sin percibir o aceptar el cambio sociopolítico que el nuevo régi-
men amparaba.67
Ciertamente no todo había sido inmovilismo antes de 1931, pero las ca-
racterísticas dominantes de la contratación agraria seguían siendo las de un
rígido modelo disciplinario para que funcionara bien la «máquina de traba-
jo» compuesta por peones y yunteros, lo que no excluía comportamientos
paternalistas y condescendientes de los propietarios que aceptaban alojar a
obreros en situaciones de miseria. La disciplina no era sólo interna pues el
modelo no podía sostenerse sin fuerzas coercitivas generadas por el triángulo
institucional Gobernador Civil-Alcalde-Guardia Civil todos ellos dispuestos
a salvaguardar el orden socioeconómico.68
Esta trabazón se descompuso en los primeros meses de la República.
Aunque hubiera precedentes institucionales en la Dictadura, «por primera
vez, el peso favorable de los derechos legales se desplazó de los propietarios
al proletariado rural».69 La reforma del mercado de trabajo se concretó en el
establecimiento de la jornada de ocho horas, de los jurados mixtos de patro-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 22

22 esta salvaje pesadilla

nos y obreros y en el decreto de términos municipales que en su primera re-


dacción impedía la contratación de obreros de fuera hasta que estuvieran
empleados los de la localidad; fue la decisión más polémica y pretendía poner
fin al «mercado de plaza». Por último el laboreo forzoso buscaba anticiparse
a la reacción patronal de dejar las fincas en barbecho. En definitiva se creaba
un marco institucional que daba cauce a negociaciones hasta entonces dicta-
das por la ley del más fuerte y cuanto más y mejor funcionara ese marco más
se iba a consolidar el poder de las organizaciones obreras.
Las diversas investigaciones de que disponemos sobre la reforma agraria
en España han ido dando cuenta de las tensiones sociales que supo la aplica-
ción de la nueva normativa y sus efectos políticos.70 El relato del caso salman-
tino está justificada por ser el mejor exponente de la estrategia de la patronal
agraria, enfrentada al sindicalismo de los Trabajadores de la Tierra, pero
donde tuvo su espacio y su tiempo la organización interclasista de la Liga de
Agricultores con lo que se enriquece el tratamiento de la cuestión agraria re-
publicana.

LAS ARMAS DE LA NEGOCIACIÓN

La mejor forma de comprobar cómo habían cambiado las cosas en la socie-


dad salmantina con la llegada de la República es fijarse en el Mapa de las
Asociaciones de 1934. De un campo dominado casi en solitario por las redes
del sindicalismo católico se había pasado a otro donde el poder de los patro-
nos, grandes o medianos, tenía el contrapeso de la organización de la Federa-
ción de los Trabadores de la Tierra;71 incluso había sindicalistas católicos afi-
liados a la Casa del Pueblo.72 En dicho mapa están señalados los pueblos con
representación patronal y obrera en los jurados mixtos de la propiedad,73 y
lo que hemos hecho es añadir la información relativa al grado de labrantío,
acudiendo a los datos del Censo de 1999; aunque desde hace decenios se han
producido cambios en el tipo de cultivos, el Mapa 1 recoge fielmente la voca-
ción agrícola del nordeste salmantino, que es el que demandaba más mano
de obra y propiciaba por tanto un mayor grado de afiliación obrera; no es ex-
traño que los sucesos de mayor violencia se dieran en esta zona, tal como he-
mos advertido. Para el Bloque Agrario se había desencadenado «la lucha de
clases que propagandas criminales habían encendido por el campo provo-
cando la guerra civil más feroz que pueda imaginarse»;74 esta forma de ver
las cosas, de considerar una agresión el hecho de que los obreros salmantinos
del campo estuvieran organizados por primera vez, explica la actuación del
Bloque capaz de desafiar del modo más eficaz posible las normas legales en
una actividad como la agrícola: boicot a la siembra en 1932 y boicot a la re-
colección en 1933.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 23

el campo en pie 23

Las primeras Bases de Trabajo Rural aprobadas el 17 de junio de 193275


llaman la atención por ser un documento muy prolijo donde se regula por
primera vez no sólo el salario del segador adulto (siete pesetas y mantenido),
sino las horas extraordinarias, los horarios de siega y acarreo, la prohibi-
ción del trabajo femenino (o su autorización excepcional con salario nunca
inferior al 20% del salario del hombre), la exigencia de habitación decoro-
sa o la de que hubiera una persona que cocinara para los obreros foraste-
ros, etc. Es decir, de un mercado laboral, apenas sin restricciones, se pasaba
a otro muy intervenido; es como si las Bases se hubieran escrito para no ser
cumplidas.
En efecto, las relaciones de poder no se cambiaban por decreto y aunque
se suavizara el impacto de la Ley de términos municipales (la provincia era
considerada como un término municipal) el rechazo de las autoridades loca-
les o las presiones de los patronos iban a hacerlas inviables.76 Esta previsible
oposición de los poderes locales estaría respaldada luego por la actitud desa-
fiante de Gil Robles y Castaño que invitaban al impago de contribuciones y a
la suspensión de la siembra lo que provocó la detención de los dirigentes del
Bloque Agrario y la clausura de su sede, donde se encontraron los pliegos que
debían firmar los labradores.77 Había llegado la hora de los «procedimientos
fuertes» como había planteado Castaño en la «trascendental asamblea del

MAPA 1. Vocación agrícola y afiliación Campesina en 1934


001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 24

24 esta salvaje pesadilla

Bloque Agrario» celebrada en el Bretón; Lamamié precisaba bien la inten-


ción de la protesta, pues si no había siembra, tampoco habría labor.

Se teme al laboreo forzoso y si desde aquí sale el acuerdo unánime de no


sembrar ¿dónde están los medios para llevar a cabo ese laboreo forzoso? (Gran-
des aplausos.) Dice que no es posible que se incauten de todo, porque entonces
habría llegado el momento de defenderse con los dientes, con las manos (Enorme
ovación.)78

En la elaboración de las Bases de 1932 no se excluye que hubiera una


operación provocadora del Bloque, para consentir, sobre el papel, cláusulas
que nunca podrían cumplirse pero que serían aireadas para demostrar el de-
rrumbe del campo, aunque fuera con datos poco fidedignos,79 y en definitiva
para fortalecer su posición como salvador de la agricultura. Esta hipótesis de
una estrategia realmente maquiavélica se basa en la actuación del Presidente
cuyo voto de calidad decidía en caso de empate de los vocales obreros y pa-
tronales en el Jurado Mixto de Trabajo Rural. Pues bien, el Bloque Agrario
propuso como Presidente al monárquico Alejandro Tavera80 que solía votar
a favor de los obreros, alentando expectativas, que al no cumplirse, compli-
carían las relaciones laborales hasta 1934.81 No es que Tavera se hubiera afi-
liado a la UGT: a los pocos días de que fuera cesado (21 de noviembre de
1932), fue elegido secretario de la recién creada Derecha Autónoma Salman-
tina; luego, como concejal, apoyaría en octubre de 1934 la destitución de
Prieto Carrasco y de los concejales de izquierda y más adelante actuaría
como exponente de la ultraderecha. En la «Relación de personas de significa-
ción extremista de derechas» ocupaba el lugar número 3, después de G. Mi-
rat y M. Iscar.82
La amenaza de dejar de sembrar que habían hecho los dirigentes del Blo-
que o la reacción de los grandes labradores de reducir la demanda de mano
de obra y de discriminar a los obreros asociados empujó al sindicato a accio-
nes de fuerza para hacer efectivas las Bases de Trabajo.83 Tras el fracaso de
las negociaciones, la Federación de Trabajadores de la Tierra dio un ultimá-
tum para exigir resultados inmediatos y en concreto que se contrataran diez
ingenieros que aplicasen el decreto de laboreo forzoso en el campo. Llegó así
la huelga general que durante siete días paralizó la provincia en diciembre de
1932, huelga que no contó con el apoyo de las autoridades republicanas lo-
cales y que fue desautorizada por el partido socialista y la UGT.84 La deten-
ción del comité de huelga con José Andrés Manso a la cabeza prolongó la
huelga con diversos incidentes en la ciudad y en especial en los partidos de
Peñaranda, Ciudad Rodrigo y Alba. El suceso más grave tuvo lugar en Ma-
cotera donde resultó muerto un huelguista y hubo tres heridos, por disparos
de varios vecinos.85
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 25

el campo en pie 25

La negociación de las Bases de 1933 se hizo en un clima de aparente con-


cordia al que colaboró el que se aceptara la presentación de las reclamacio-
nes relativas a los salarios que se adeudaban de la cosecha de 1932.86 Las ex-
pectativas levantadas debieron de ser grandes; se trataba de cantidades que
iban de las dos pesetas a las dos mil y se presentaron miles de reclamaciones
que en nuestra opinión lo que demostraban es que cuando se iba a trabajar se
llegaba a acuerdos verbales de pago que luego no se cumplían; ahora había
posibilidad de reclamar ante un Jurado; otra cosa es el decepcionante resulta-
do de los fallos meses después.87 En junio, cuando se acercaba el momento
crítico de la cosecha, las nuevas disposiciones El Ministerio de Trabajo cho-
caban con otras de las Bases de 1932 (modificadas a fines de noviembre de
1932) que seguían vigentes, de modo que las normas eran múltiples, ambi-
guas, casi contradictorias, pues dejaban resquicios para interpretaciones ten-
denciosas como las del Bloque.88 A mediados de junio empezó la recolección
con cuadrillas de trabajadores, venidos de Galicia o Portugal, al margen de
cualquier marco jurídico, produciéndose los inevitables conflictos.
Cuando un pequeño grupo de labradores fue detenido y encarcelado, Gil
Robles, Marcos Escribano y otros líderes solicitaron ser arrestados como
muestra de solidaridad. Esta segunda ofensiva del Bloque Agrario, cuya mo-
tivación confunde Gil Robles en sus memorias,89 acompañado ahora de la
Unión de Agricultores Salmantinos (sucesora de la Liga de Agricultores),
contó con el respaldo de los empresarios urbanos que amenazaron con el
lock-out y otras medidas de fuerza. Era preciso librarse de la anarquía y de la
dictadura de la Casa del Pueblo y restablecer los derechos de los propietarios,
entre los que destacaba la libertad de contratación.90 La Plaza de Toros fue
de nuevo el lugar para un mitin al que asistieron cerca de 10.000 personas el
9 de julio de 1933. Castaño, el líder agrario, le dio todo el simbolismo posi-
ble al interpretar el acto como el inicio de una «Cruzada de Liberación de un
partido sectario».91 El ministerio defendió las necesidades de la economía na-
cional y consideró tan ilegal el boicot a la recolección como la huelga que se
había convocado a principios de julio que provocó la detención de unos se-
senta obreros y varios heridos.92 Es importante señalar que la reivindicación
del Sindicato de Trabajadores de la Tierra era que, mientras hubiera parados
en la provincia, no pudieran trabajar los de otras regiones debiendo ser con-
tratados los inscritos en la Bolsa de Trabajo; sin embargo era difícil prescin-
dir de la arraigada tradición de la venida de segadores de fuera de la provin-
cia que siguieron llegando a los pueblos salmantinos disputándose, a veces
sangrientamente, el puesto de trabajo.93
No podemos detenernos en las vicisitudes de las Bases de 1934 y 1935, o
en la huelga de junio de 1934, muy limitada al parecer al partido de Peñaran-
da,94 pero si con gobiernos de «izquierda» las victorias del sindicato de Tra-
bajadores de la Tierra fueron tan pírricas, ya puede imaginarse el desenlace
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 26

26 esta salvaje pesadilla

en el bienio radical-cedista. El esquema general de desquite, de reducción de


salarios, etc. se dio en Salamanca incluso más que en otros lugares pues hasta
desde La Gaceta Regional se llamó la atención sobre la pretensión de traer
cuadrillas de gallegos y extremeños e incluso la JAP, convencida de las bon-
dades del catolicismo social, se permitía criticar a los patronos.95 La Delega-
ción Provincial de Trabajo se vio obligada a llamar la atención sobre diversas
estratagemas de los patronos que hacían firmar recibos en blanco a los obre-
ros, entre otras.96
Las condiciones que introdujo la negociación de las Bases de Trabajo
obligaron a unos y otros a aprovecharse de sus resquicios e imprecisiones o
de la debilidad de los organismos encargados de revisar su cumplimiento. Si
la Casa del Pueblo exigía el cumplimiento del laboreo forzoso, sólo podía ha-
cerse con servicios que hicieran un seguimiento, como el Servicio Agronómi-
co o la policía rural que, nunca mejor dicho, no estaban por la labor.97
Ante este desencuentro puede uno preguntarse con cierto escepticismo
hasta dónde era posible la cultura del pacto y de la negociación en la socie-
dad rural salmantina (o castellana) de entonces. Una respuesta igualmente
escéptica es recurrir a la explicación del atraso: se arbitraron medidas para
una sociedad que no estaba preparada... pero este es un lugar común que
desmiente la actuación de los jurados mixtos pues el número de conflictos re-
sueltos fue casi diez veces más que el de los no resueltos.98 La creación de un
marco institucional que favorecía sin duda al jornalero (hasta entonces su
papel principal había sido formar parte del «mercado de plaza»), no era fru-
to de una «pandilla de audaces sectarios»,99 sino que, con todos sus defectos,
pretendía por primera vez resolver los problemas sin recurrir a la caridad de
los alojamientos, es decir, la distribución, de acuerdo con las instituciones lo-
cales, de obreros en las grandes fincas del sur para paliar temporalmente un
grave problema social. Lo que ocurrió es que no hubo oportunidad de conso-
lidarlo dada la fortaleza del poder social, económico y político de la derecha
salmantina y de su capacidad organizativa contra la República, como se de-
muestra en el capítulo 3. Al mes de los sucesos de Palacios Rubios, se reunie-
ron los prohombres de la villa

para adaptar el Estatuto o Reglamento del Bloque Agrario a las necesidades de


aquella localidad, llevando muy adelantados los trabajos hasta el punto de llegar al
entusiasmo por la sociedad, que están dispuestos a ceder en arrendamiento varias
fincas de su propiedad a todos cuantos quieran engrosar sus filas. Estos señores
siempre se han distinguido en hacer todo el bien posible en pro de sus vecinos.100

Esta crónica del corresponsal, que se explayaba luego en los actos cele-
brados en desagravio al Sagrado Corazón de Jesús, pone en evidencia que la
actividad del Bloque Agrario, aparte de mítines, era dar tierra a sus fieles,
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 27

el campo en pie 27

cosa que no hacía la República pues por entonces, octubre de 1931, ni siquie-
ra había llegado un proyecto de reforma agraria a las Cortes.
Y luego estaban las otras armas. Los sucesos de Palacios de Rubios debie-
ron actuar como escarmiento que fue creciendo a medida que se respondía a
las huelgas con pistolas, algo que la justicia llegó a interpretar benévolamen-
te porque sólo se quería amedrentar...101. Las armas de la negociación sin
duda eran muy desiguales y unas más efectivas que otras. No hizo falta espe-
rar a la Falange para que llegara el pistolerismo a los campos, el de «las per-
sonas decentes».102 Como se quejaba Manso en las Cortes de 1936

Se han sucedido sólo en este partido quince o veinte hechos de sangre, que
habiendo sido acompañados por la impunidad más perfecta para los que los ha-
bían realizado, han creado una situación total de coacción en el partido de Peña-
randa de Bracamonte y en toda la provincia de Salamanca, que no han tenido ne-
cesidad los pistoleros de la CEDA de salir el día de las elecciones a realizar las
coacciones indicadas.103

Y si nos hemos referido al inicio a la manifestación de Palacios Rubios con-


viene referirse a otra manifestación pacífica en Mancera el 15 de marzo de
1936; los manifestantes iban llegando a la plaza cuando sus gritos de vivas fue-
ron contestados no sólo con mueras sino con disparos de escopeta de varios
elementos de derecha del pueblo que estaban allí apostados: fueron heridos
siete manifestantes, uno de los cuales murió; en el desconcierto que provocó el
tiroteo murió un niño de tres años y cayó muerta una mujer «perteneciente a la
clase patronal», al parecer por arma blanca de un manifestante.104

CONTRA LA RENTA DE LA TIERRA. LAS ELECCIONES DE 1933

Si por una parte la labor del reformismo republicano reducía los beneficios
del cultivador-arrendatario cuando se cumplían las bases de trabajo, por la
otra compensaba estos efectos al permitir «la revisión del contrato [de arren-
damiento] al único efecto de reducción del precio» como ordenaba el decreto
de 11 de julio de 1931, completado luego por el del 31 de octubre, que acep-
taba aplazamientos en el pago de la renta; por una u otra causa, a los pocos
meses había en España cerca de 70.000 demandas de propietarios que no ha-
bían cobrado las rentas. En una muestra de 44 arrendamientos salmantinos,
9 consiguieron rebajas inferiores al 20%, 33 del 20-40% y 2 del 40-60%.
Por primera vez (si se excluye el precedente de los decretos del final de la Dic-
tadura), el cambio político ayudaba a romper con la plena libertad de arren-
damientos fijada en el decreto de 8 de junio de 1813 con el consabido «a ries-
go y ventura».
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 28

28 esta salvaje pesadilla

Los arrendatarios y los aparceros podían acudir a los jurados mixtos de


la propiedad rústica o bien a los juzgados ordinarios para solicitar una reba-
ja de rentas, cuando su importe se considerase abusivo bien porque superase
la renta catastral o el líquido imponible de la finca (donde no existiese Catas-
tro) o bien porque la cosecha fuese deficiente. A diferencia de la conflictivi-
dad desatada por las negociaciones de los jurados de trabajo, no tenemos no-
ticia de conflictos relevantes por las rebajas de renta quizá porque millares de
pactos de rebaja se celebraron amistosamente sin forzar la vía judicial.105 Si
se llegaba a este procedimiento, la renta que hubiera subido de modo excesi-
vo se ajustaba automáticamente al importe del líquido imponible; esto indica
el alto nivel que habían alcanzado los arrendamientos
La Liga de Agricultores y la organización que le sucedió desde junio de
1932, la Unión de Agricultores Salmantinos (UAS), impulsó el proceso de re-
visión de rentas y en julio de 1932 se dirigió a la Diputación para que la insti-
tución solicitase la prórroga de la vigencia de la revisión.106 La ventaja para
llevar a buen término estas reivindicaciones, o la de la creación del Jurado
mixto de propiedad rústica,107 que satisfacían aspiraciones seculares del colo-
no salmantino, es que el Presidente de la Gestora de la Diputación, Marcos
Escribano, lo era también de la UAS. Aunque se dispone de información he-
merográfica, nos faltan datos de aquella organización auténticamente centris-
ta por su lugar en el proceso productivo —los arrendatarios (que no tuvieran
otras propiedades) se veían aprisionados por las «legítimas reivindicaciones
de la clase obrera y por la exigencia de la renta»— y por su programa político.
El acceso a la correspondencia de la administración salmantina del Duca-
do de Fernán-Núñez puede suplir en parte esta laguna pues deja bien claro el
papel reformista de Marcos Escribano, a quien el administrador llama des-
pectivamente «paladín» o «cabecilla», mostrándose mucho más beligerante
con él que con la Federación Obrera del pueblo de San Pedro de Rozados con
la que llegó a acuerdos para la explotación de la dehesa de Bernoy.
La dehesa de Bernoy, la más importante de Fernán-Núñez en Salamanca,
era llevada por seis labradores de San Pedro de Rozados. La llegada de la Re-
pública había introducido las «cuestiones sociales y agrarias» y la renta dejó
de pagarse con regularidad; dado el apoyo político que los arrendatarios te-
nían en el sr. Marcos Escribano era imposible hacerse cargo de la finca para in-
tentar algún tipo de explotación directa porque «este señor les promete todo lo
prometible, siendo él la causa de las dificultades surgidas para el cobro de la
renta y actualmente les tiene dichos que Bernoy es de ellos por las buenas o por
las malas». El administrador ideó entonces una estrategia arriesgada, impues-
ta por las circunstancias de que «a grandes males, grandes remedios»

Encontrándose esta administración en buenas relaciones con la masa obrera


de San Pedro de Rozados (que es la mayoría) por haber sabido ampararlos, más
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 29

el campo en pie 29

con buenas palabras que con positivos hechos y viendo por otra parte esta clase
obrera que si prosperan los malos propósitos de los labradores de San Pedro de
Rozados, ellos no resolverían el problema del paro existente, están decididos a co-
locarse antes al lado del propietario que les puede dar trabajo que al lado de esos
elementos que se labrarían ellos mismos la tierra, sin proporcionarles beneficio.

No cabía «mas recurso que ganar rápidamente —por la mano— la parti-


da al señor Marcos Escribano, poniéndonos de acuerdo con la Federación
obrera de San Pedro de Rozados» para explotar directamente la dehesa. Pero
esta opción era imposible pues seguía en vigor el contrato de arrendamiento
con los labradores. La estrategia para lograrlo tenía una vertiente social, le-
gal y moral. Desde el punto de vista social no habría problemas para que la
Federación Obrera escribiera al señor Duque suplicando dar trabajo a la cla-
se obrera.

A esto contestaría S.E. expresando el sentimiento al no poder llevar a efecto


por tener la finca arrendada, prometiendo una vez que la ley se lo consintiera o la
autoridad se lo ordenare, dar gusto y satisfacción a las legítimas aspiraciones de
la Federación Obrera de San Pedro de Rozados.

Desde el punto de vista legal, había que respetar el contrato de arrenda-


miento:

Ahora bien la clase obrera de San Pedro de Rozados, no ha cometido ya un


desafuero en la dehesa de Bernoy por las consideraciones que siempre me han te-
nido, pero que la Directiva no responde ya que esto pueda subsistir mucho tiem-
po más. Considero que esta actitud de la masa obrera, podríamos muy fácilmen-
te aprovecharla para que ellos mismos nos sacaran las castañas del fuego,
consiguiendo gubernativamente el poder S.E. explotar la finca con sus colonos,
con lo cual tendríamos resuelto el problema en su aspecto legal.

Solucionado el problema en los aspectos legal y social, ya se encargaría el


administrador de dar publicidad «incluso de prensa» al acuerdo adoptado
entre la Casa de Fernán-Núñez y la Federación Obrera de haber solucionado
el problema del paro de común acuerdo. Y como si repugnara esta extraña
alianza de nobleza señorial con obrerismo, argumentaba el administrador:

Téngase presente que los golpes de los socialistas, van casi exclusivamente
contra unas cuantas casas como ésta de S.E. Téngase presente también que en es-
tas circunstancias no solamente es necesario sino muy conveniente pactar con
los de abajo. Tenga S.E. presente que para poderse defender hay que cambiar los
moldes antiguos, cambiando en absoluto todo el sistema, es decir que de la mis-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 30

30 esta salvaje pesadilla

ma forma que ellos han hecho una revolución, hagamos los demás otra para de-
fender lo más que se pueda defender, todo lo cual no es obstáculo para que cada
uno pueda seguir con sus ideas personales

Con esta triple estrategia se pensaba «dar al traste con los manejos del
Señor Marcos Escribano», y el modelo de Bernoy serviría para otras dehesas
de la casa: «sin estridencias ... pararemos las cuestiones referentes a señoríos,
asentamientos, expropiaciones, etc. etc.».108 La franqueza con que se expresa
el administrador (Francisco Ramón y Laca) deja bien a las claras los diversos
intereses en conflicto que afectaban a la renta y al trabajo. Los grandes o me-
dianos arrendatarios se sentían identificados con el líder de la Unión de Agri-
cultores que en agosto de 1932 había conseguido que continuaran morato-
rias o rebajas de las rentas; Marcos Escribano era sobre todo exponente de la
lucha antirrentista, de la crítica regeneracionista contra las condiciones leo-
ninas de los contratos de arrendamiento. Por la otra parte, los obreros en
paro, que vivían al lado de la gran explotación, presionaban, apoyados por
la Federación Obrera, para no seguir siendo excluidos del mercado de traba-
jo. En medio, la habilidad del administrador se ponía a prueba ensayando
fórmulas para recomponer el tradicional canal por donde había circulado el
excedente agrario camino de Madrid o Biarritz.
Pero las reglas de juego habían cambiado; ya no se podía amenazar al co-
lono u obligarle a que pagara los aumentos de la contribución territorial
como le sugería el apoderado del duque, entre otras cosas, porque el gran co-
lono, por no pagar, ni pagaba la renta. Había que «dejar pasar un poco de
tiempo hasta que la tormenta, que tenemos encima, se disipe», contestaba el
administrador de Salamanca. En ese intervalo, se iban ensayando fórmulas
como la de ceder parte de la dehesa bajo la modalidad de arrendamiento co-
lectivo a la federación obrera o pasar del arriendo a la aparcería como el me-
dio de esquivar la gran incertidumbre para el cobro de la renta por una parte
y la fortaleza de las organizaciones obreras por la otra.
Cuanto más forzara su discurso de intransigencia la patronal del Bloque
Agrario y de radicalismo la Federación Obrera más espacio social, en teoría,
quedaba para la Unión de Agricultores para aparecer como defensora de los
intereses de los arrendatarios en contra de los privilegiados o del «señoritis-
mo de usureros y parásitos». Era fácil que en Salamanca hubiera un público
receptivo al mensaje de exaltación del cultivador directo y de censura de la
gran propiedad arrendada.109 Éste fue el tono de la campaña electoral de no-
viembre 1933, que tuvo el anticipo de las elecciones municipales parciales en
abril;110 los candidatos que acompañaban a Marcos Escribano veían bien en
sus discursos las reivindicaciones obreras, pero no a saltos, sino «evolutiva-
mente» y, sobre todo, lo que se atacaba era a la «plutocracia». Marcos Escri-
bano cargaba en sus mítines contra «esa aristocracia envilecida que os esquil-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 31

el campo en pie 31

mó y os arruinó con rentas abusivas», contra los que escudados en «el sagra-
do nombre de agrario» buscaban «restaurar todos los privilegios abatidos»
después del 14 de abril y se presentaba como defensor de los «humildes culti-
vadores de la tierra» frente a la extrema derecha salmantina que se aprove-
chaba trayendo obreros gallegos y zamoranos.111
Pero si había espacio para este discurso, el tiempo iba en su contra a me-
dida que avanzaba la República y cobraba más virulencia el programa de la
CEDA contra personajes como Villalobos o Marcos Escribano que había de-
fendido vehementemente la inclusión de Salamanca en la Ley de Bases de la
reforma agraria. Malos tiempos para el centrismo en noviembre de 1933 y
mucho peores aún en febrero de 1936 como se demuestra en los resultados
electorales que se presentan en el Cuadro 1. La Unión de Agricultores se vio
obligada a efectuar la expulsión de algunos afiliados que «no supieron resis-
tir las presiones, amenazas y coacciones de todo género que contra ellos se es-
grimieron con motivos electorales».112

CUADRO 1
1931 (1) (2) 1933 (1) (2) 1936 (1) (2)
Villalobos PRLD 9,5 6 Gil Robles CEDA 11,6 1 Gil Robles CEDA 11,1 6
Santa Cecilia Conjunción 8,6 2 Castaño CEDA 11,3 7 C. Casanueva CEDA 8,9 7
Unamuno Conjunción 8,5 1 C. Casanueva CEDA 10,9 3 Castaño CEDA 8,9 15
M. Escribano DLR 8,3 8 Lamamié CEDA 10,6 6 Cimas CEDA 8,8 9
Gil Robles BAS 7,7 7 Cimas CEDA 10,4 5 Lamamié CEDA 8,7 8
C. Casanueva BAS 7,5 9 Andrés Manso PSOE 5,5 2 Olleros CEDA 8,2 10
Lamamié BAS 6,9 10 Villalobos PRLD 5,5 11 Andrés Manso PSOE 7,3 1
C. Prieto Conjunción 6,7 3 V. Casanueva PSOE 4,9 4 Villalobos* Ind. 6,6 11
Camón Aznar Conjunción 5,9 4 De Castro PSOE 4,9 8 C. Prieto* IR 6,5 32
V. Kent Conjunción 5,8 5 Goé PSOE 4,0 9 V. Casanueva* PSOE 6,2 2
R. y Laca DLR 4,6 11 M. Escribano PRC 4,0 13 Ruipérez IR 5,9 4
Capdevila PRLD 3,5 13 F. Iscar Peyra PRC 4,0 12 Crespo PSOE 5,9 5
Pierna Sanitaria 5,7 12 Martín Sánchez PSOE 3,6 10 Marcos Escribano PRC 2,9 12
1. Porcentaje de votos del total provincial.
2. Posición según número de votos en la ciudad de Salamanca.
* Diputados electos por la anulación de las actas de Castaño, Olleros y Lamamié. El total de la columna 1 no da
100 al exponer sólo en el cuadro los 13 primeros candidatos.
Fuente: Anexo 1.

Marcos Escribano perdió su escaño y ya no lo recuperó; Villalobos


aguantó contra viento y marea... Mayor descalabro sufrió el partido socialis-
ta que sólo logró un escaño de los siete (a pesar de que no hubo descenso en
número de votos de la izquierda, véase Gráfico 3): si más de uno de cada dos
votantes salmantinos había votado a la CEDA, sólo uno de cada cinco lo ha-
bía hecho al PSOE. No puede decirse que le perjudicara en exceso la candida-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 32

32 esta salvaje pesadilla

tura del partido comunista (que ya no se presentó en 1936) pues sus votos no
llegaron al 3% de electorado. La campaña electoral de la CEDA, es decir del
Bloque Agrario Salmantino,113 se había caracterizado por una especial agre-
sividad. Acusaron a los socialistas de la ruina de la agricultura y de no haber
realizado asentamientos, a los radicales de sectarismo, a los conservadores de
perseguir a la Iglesia y de haber incluido a Salamanca en la Reforma Agraria.
De Villalobos dijeron que no había que votarle porque iba en algunas candi-
daturas socialistas. Se dirigieron especialmente al obrero para recordarle que
la Ley de Términos Municipales de los socialistas le había lanzado al paro, y
también a la mujer, advirtiendo de que el comunismo le arrancaría los hijos
de su lado, la iglesia de su pueblo y al esposo por la Ley del Divorcio.
Además de la dinámica política, la Ley de Arrendamientos de 1935, de-
bió de recortar aún más el espacio a la Unión de Agricultores. Al igual que el
golpe frustrado de Sanjurjo propició una aceleración de la reforma agraria,
la Revolución de Octubre lo hizo en sentido inverso con la Ley de contrarre-
forma (1-VIII-1935) y la Ley de Arrendamientos (15-III-1935), ley que tardó
en llegar más que ninguna otra: una «minoría gloriosa», de cuya obra se jac-
taba el salmantino Casanueva,114 se había encargado de boicotear el proyec-
to de Marcelino Domingo en el verano de 1933 igual que el de Cirilo del Río,
pero luego no tuvo reparos en formar parte de la Comisión y dictaminar el
proyecto de Giménez Fernández que sería ley el 15 de marzo de 1935. Lo que
se pretendía era acabar con la situación creada por los decretos de 1931, que
habían llevado no sólo a un descenso de rentas, sino a su impago, a pesar de
que los tribunales hubieran fallado a favor de los propietarios: «Nadie se nie-
ga a pagar, pero el caso es que nadie paga», escribía desconcertado un admi-
nistrador en 1932, buen testimonio de la verdadera derrota del rentista.115
Una vez fijados más favorablemente los derechos de los propietarios, se
pensaba que la disminución de la incertidumbre en la fijación de los arrenda-
mientos rectificaría la desvalorización de la propiedad rústica. El tiempo de
contrato fue rebajado de seis a cuatro años, no se pusieron topes a la renta (al
desligarla del líquido imponible), se prescindió de cualquier tribunal de arbi-
traje (jurados mixtos de propiedad rústica) y, sobre todo, se facilitaron los
desahucios con la excusa del cultivo directo. Sin el marco legal que durante el
primer bienio había facilitado la lucha contra la renta de la tierra —la orga-
nización de Marcos Escribano solía lograr buena representación de vocales
arrendatarios en los jurados mixtos— los días del reformismo centrista de la
Unión de Agricultores Salmantinos (UAS) estaban contados.116
En definitiva, el reformismo agrario había forzado al alza los salarios no-
minales pero a costa de más paro, mientras que los descensos de la renta de la
tierra habían finalizado con el desquite de los desahucios en la primavera de
1935. La solución del problema agrario como advertían desde el centro
—Villalobos— o desde la izquierda sólo podía estar en el acceso a la tierra.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 33

el campo en pie 33

TIERRA, TRIGO Y POLÍTICA. LAS ELECCIONES DE 1936

Existen en los términos municipales de dichos pueblos un número


grande de fincas de la extinguida Nobleza, que podía mitigar la do-
lorosa y trágica miseria en que vivimos los campesinos de esta co-
marca, dando así la demostración de que no era propaganda electo-
ral las promesas que se nos hicieron por el Frente Popular en la
última lucha, y que sirvió para que, al igual que en 1931, la espe-
ranza entrara en nosotros y nos hiciera vislumbrar un mañana más
humano y justo que el que vivimos en nuestros tristes pueblos caste-
llanos, donde parece que no ha de entrar nunca un soplo de frater-
nidad ni de armonía
Carta al Ministro de Agricultura, 8 de abril de 1936117

De la desigualdad en la distribución de la riqueza como elemento


que podría haber dado ocasión a la guerra, me dice [el Generalísi-
mo] que no son precisamente los grandes terratenientes los que ha-
bían causado el desequilibrio, si se exceptúan algunas regiones del
sur de España, sino los grandes industriales y las anónimas, y que a
ello deberá atenderse en las futuras campañas por la justicia social
Cardenal GOMÁ, 1937

Cuando se elaboró el censo campesino de la provincia de Salamanca, el cen-


so de los potenciales beneficiarios que iban a formar parte de las Comunida-
des campesinas, dio como resultado el de 33.563 personas, donde estaban in-
cluidos jornaleros, pequeños propietarios y arrendatarios. Esto vendría a
suponer que casi uno de cada dos activos agrarios serían campesinos asenta-
bles que podrían beneficiarse de la aspiración de la reforma agraria.118 Muy
probablemente estemos refiriéndonos a un máximo de potenciales beneficia-
rios; si nos referimos a los jornaleros, en principio más necesitados, en el cen-
so se apuntaron 17.331, que representaban una cuarta parte de la población
activa agraria, siendo los partidos del nordeste los que superaban el prome-
dio provincial. Un escalón inferior que hace de reductor del problema social
es fijarnos sólo en los obreros parados. En el año 1933 algo menos de 9.000
obreros agrícolas figuraban como parados total o parcialmente en la provin-
cia de Salamanca, lo que venía a representar en torno a un 12% de la pobla-
ción activa agraria; no hará falta recordar la distinta situación del parado en
los años treinta, sin cobertura de paro o de sanidad, para no minimizar en ex-
ceso los efectos de esta última reducción; también conviene tener en cuenta
situaciones de paro encubierto de pequeños arrendatarios o propietarios.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 34

34 esta salvaje pesadilla

Frente a este panorama, el primer objetivo del proyecto de reforma agra-


ria que defendió Marcelino Domingo el 15 de junio de 1932 se planteó preci-
samente para «evitar el paro obrero». El Registro de la propiedad expropia-
ble de Salamanca inventarió unas 310.000 ha, contando sólo las fincas que
pasaban de 100 ha; pero si nos fijamos en la superficie en poder de los gran-
des terratenientes, 28 grupos familiares que poseían 2.500 ha o más., suma-
ban 176.304 ha (Cuadro 2); el poder del Antiguo régimen que sorteó los ata-
ques del liberalismo está bien representado por la Casa de Alba, pero otros
nobles poderosos han desaparecido de la lista y sus lugares han sido ocupa-
dos por los grandes ganaderos que habían realizado el sueño secular de jun-
tar ganado con tierra propia. Aunque la reforma agraria era algo más que re-
partir tierras, digamos a título indicativo que entregando a cada uno de los
asentados el promedio de 10 ha, que es lo que se hizo en los asentamientos de
1934-35, habría suficiente tierra con la superficie expropiable de los 28 gru-
pos para la mitad de los inscritos en el censo de campesinos o para el total de
los jornaleros.
La intervención en las Cortes de la minoría agraria, liderada por Gil Ro-
bles, Casanueva y Lamamié, se dedicó en general a descalificar la reforma
agraria y en particular a tratar de demostrar el futuro sin salida de intensifi-
car la producción de cereales sobre tierras no aptas para ello. Este argumen-
to, que recorrió todas las discusiones sobre la reforma hasta las vísperas de la
guerra civil, fuera o dentro del Parlamento,119 tenía en Salamanca una fuerza
especial cuando se hablaba de la aptitud ganadera de la dehesa o de los enci-
nares que iban a desaparecer. No deja de ser curioso que los mismos que ha-
bían deforestado el campo salmantino para aprovechar la coyuntura de los
altos precios que deparó la primera guerra mundial se convirtieran poco des-
pués en «ambientalistas» avant la lettre.120
Los propios ingenieros agrónomos del Instituto eran conscientes de las
características de las fincas que iban a ser objeto de la Reforma, cuando pre-
cisaban más de una vez que «se trata de dehesas más apropiadas para la pro-
ducción de pastos que para el cultivo; sin embargo, no existiendo en este tér-
mino municipal ni en los colindantes fincas a propósito, forzoso nos es
recurrir a aquéllas»; forzoso, dada la angustiosa situación social que se pre-
tendía remediar. Pero cuando los ingenieros aprobaban el plan de aplicación
tampoco desintegraban sistemas de explotación extensivos para aconsejar
roturaciones indiscriminadas; al contrario.121 Lo que hacían era introducir
nuevos cultivos y rotaciones exigentes en abonado y mano de obra, utilizan-
do el factor más abundante, el trabajo, y con el soporte del capital aportado
por el IRA.
Pues bien, ¿cuántos empleos se generaron con la intensificación de culti-
vos y los asentamientos antes de 1936? La respuesta es que fueron muy insu-
ficientes para solucionar los problemas de desempleo. La aplicación del de-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 35

el campo en pie 35

CUADRO 2
Grupos familiares propietarios de 2500 o más ha en la provincia de
Salamanca según orden decreciente de superficie expropiable, año 1933122
Grupo familiar Superficie expropiable
1. Stuart Falcó (duque de Alba) 20.445
2. Soriano Scholtz (marqués de Ivanrey) 13.454
3. Sánchez Tabernero 11.021
4. Fdez. de Córdoba y Salabert (duque de Medinaceli) 10.091
5. Cobaleda, Sánchez, Blanco Cobaleda 7.643
6. Yerro Ruiz Zorrilla 7.269
7. Bernaldo de Quirós (marqués de los Altares) 7.210
8. Narváez del Águila (duquesa de Valencia) 7.162
9. Garrido Sánchez 7.033
10. Zúñiga Clavijo 6.921
11. Sánchez Arjona, Velasco 6.350
12. Palacios y Martínez del Campo 6.260
13. Fernández Henestrosa (duque de Santo Mauro) 6.211
14. Careaga, Bastida 5.419
15. Sánchez Sánchez 5.411
16. Patiño (marqués Castelar) 5.071
17. Luna Terrero 4.841
18. Bartol 4.060
19. Fernández, Maqueira 4.058
20. Tremor y Arróspide (duque de Castro Enríquez) 3.982
21. Rodríguez Fabrés (Fundación) 3.948
22. Puerto, Cascón 3.720
23. Arteaga (duque del Infantado) 3.499
24. Tapia López 3.338
25. Fonseca Martín 3.265
26. Cáceres de la Torre 3.232
27. Muriel García, Martín 2.852
28. Pérez Herrasti, Orellana (marqués de Albayda) 2.538

creto de intensificación de cultivos en la provincia se realizó sobre 35 fincas


de 16 términos municipales, donde se cultivaron 3.105 ha a cargo de 921
obreros. Por otra parte, a fines de 1935 habían sido expropiadas sin indem-
nización 10 fincas y ocupadas 6 con carácter temporal por nueve años; la su-
perficie total en cuanto a asentamientos fue de 10.632 ha. En total se asenta-
ron 654 jornaleros, 98 arrendatarios y 79 pequeños propietarios, formando
comunidades campesinas usufructuarias de las explotaciones. Es decir, en
conjunto, se había dado empleo a 1.752 trabajadores, el 5% de los que se ha-
bían apuntado en el censo para que les dieran tierras, o en torno al 20% de
los que figuraban como parados agrícolas.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 36

36 esta salvaje pesadilla

Una reforma tan tímida no fue óbice para que nada más aprobarse la Ley
de septiembre de 1932 sonara la voz de alarma y las administraciones nobi-
liarias aconsejaran la contracción de cualquier gasto:

Ayer estuve a visitar al Sr. Duque y me encargó con mucho interés, dijera a
usted que no compre ninguna yunta, y que en los trabajos de labores, se reduzcan
a lo exclusivamente indispensable hasta la peseta, pues a esto obliga la aproba-
ción de la Reforma Agraria agravada a última hora con la adición de que sean
expropiados todos los bienes rústicos de los Grandes de España.123

Pocos meses después comentaba Villalobos,

En las dehesas y en las grandes fincas rústicas, no se levanta una pared, ni se


hacen alumbramientos de aguas, ni se limpian charcas, ni se realizan las múlti-
ples operaciones de adecentamiento y de mejora, que en otros tiempos, desde el
otoño hasta la primavera, daban ocupación a gran número de trabajadores.
Todo el mundo tiene abierta una interrogación en su pensamiento.124

En resumen, los límites de la ley de bases de 1932 (cuyos asentamientos


tuvieron que ser aprobados por los gobiernos del «Bienio Negro»), la apro-
bación de la ley de 1 de agosto de 1935 (de «contrarreforma») que ordenó el
sobreseimiento de aquellos expedientes que no hubieran dado lugar a un
asentamiento efectivo (en Salamanca fueron sobreseídos 19 expedientes,
aunque sabemos que otras 6 fincas estaban en estudio en aquel momento)
más las opciones por el cultivo extensivo de los propietarios, todo en conjun-
to había colaborado para que el desempleo no sólo no disminuyera sino que
se acusara a la reforma agraria de esa situación como se había hecho en la
campaña de 1933 y volvería a hacerse en 1936. La propaganda de la CEDA,
en efecto, se basó en oponer la «tranquilidad social», disfrutada en los últi-
mos meses, a las tragedias, huelgas, desempleo, demandas ante los jurados,
imposición de obreros, etc. del anterior período. Gracias a Ley de Reforma
de la Reforma agraria del año 1935 (junto con la Ley de Arrendamientos) se
había conseguido restablecer la «armonía» en el campo, aunque no se expu-
sieran logros concretos que hubieran recortado el desempleo.
Junto a la reforma agraria, la propaganda electoral de la derecha aireó el
asunto del precio del trigo: «Labradores: el trigo en enero de 1935, con un
Ministro de Agricultura de la CEDA, valía a 82 reales. En el enero proselitis-
ta de 1936, vale sólo a 62», se escribía con grandes titulares en La Gaceta
Regional.125 La importancia que el asunto de los trigos tuvo antes y después
de las elecciones obliga a exponer con cierto detalle algunos aspectos del
«problema triguero» que tan negativamente llegaría a afectar a los líderes del
Bloque Agrario.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 37

el campo en pie 37

Entre esos líderes, el mayor protagonismo correspondió a Lamamié de


Clairac, que había fundado su partido de Acción Castellana en 1930 cuando
más grave era la saturación del mercado triguero, de modo que resultó inevi-
table criticar el arancel por estar de espaldas a la agricultura, hacer a Castilla
«el corazón de la nación española» y pedir precios remuneradores para el ce-
real.126 «Reventamos de gordos y nos morimos de hambre» confesaba enton-
ces Antonio Monedero presidente de la Liga Nacional de Campesinos,127
pero cinco años después es como si el tiempo se hubiera detenido: El Campe-
sino, órgano oficioso de la Liga Nacional de Campesinos, atacaba a los hari-
neros y a los viejos políticos por empujar el problema triguero «hacia las tur-
bias aguas de sus molinos», criticando en octubre de 1935 el baile de
ministros de agricultura, cuatro en seis meses.128 Estas quejas de la derecha
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 38

38 esta salvaje pesadilla

campesina reflejaban la impotencia ante un problema estructural —producir


trigo a costes no competitivos para un mercado que demandaba más carne o
naranjas y menos trigo— que mal podía resolverse con medidas intervencio-
nistas tales como fijar un precio mínimo del trigo (tasas), reducir su oferta
obligando a los harineros a formar un stock o gastar en pocas semanas para
sostener el precio del trigo cuatro veces más que las cantidades asignadas al
Instituto de Reforma Agraria.129
Después del fracaso del ministro Velayos (del Partido Agrario) en la Ley
de Autorizaciones de febrero de 1935 (retirada de 600.000 tm de cereal con
el concurso de la iniciativa privada), el 9 de junio de 1935 el mismo ministro
sacaba adelante la Ley de retirada de trigos de 400.000 tm que se efectuaría
optando el Estado por llevar a cabo la operación directamente o delegando
en un banco oficial.130 Al mes siguiente, la Federación Católico Agraria sal-
mantina obtuvo el contrato de retirada; el 3 de agosto Lamamié de Clairac en
nombre de la Federación —de la que era presidente— y Ernesto Castaño por
el Bloque Agrario llegaron al acuerdo de que la Federación católica se haría
cargo del trigo recogido por el Bloque. Ambas organizaciones creían que esta
medida permitiría la fluidez deseada que necesitaba el mercado triguero y la
consiguiente efectividad de la tasa. Abrieron paneras y se establecieron
acuerdos con algunas entidades bancarias para obtener fondos y facilitar
adelantos a los pequeños agricultores sirviendo el trigo de garantía crediticia.
La deficiente calidad del trigo entregado por el Bloque provocó un conflicto
entre ambas organizaciones aunque era al parecer un problema generalizado
en Salamanca. La Federación, en aplicación de la normativa, no podía acep-
tar trigo defectuoso y esto hizo que el Bloque responsabilizase a Lamamié de
la situación, acusándole de rechazar arbitrariamente trigo en buenas condi-
ciones. Pero entonces apareció el ministro de la Guerra, Gil Robles, que in-
tervino para que el Ejército adquiriera el trigo defectuoso para ser moltura-
do. El aparente éxito en la operación fue utilizado publicitariamente para
sostener la idea del Bloque como defensor eficaz de los intereses agrarios. No
hacía falta ser malpensado para referirse a la «Santísima Trinidad de las de-
rechas», integrada por la Federación Católica Agraria, Acción Popular y el
Bloque Agrario Salmantino.131
Pese al gran volumen de trigo pignorado y protegido oficialmente, pron-
to se hizo notar el estancamiento del mercado y el incumplimiento de la tasa,
aunque esto no quiere decir que el cultivo no fuese rentable. En la campaña
electoral los candidatos del Frente Popular reprocharon a los cedistas y agra-
rios el fracaso de su política triguera, pues sólo había beneficiado a los gran-
des cultivadores como hizo Largo Caballero en un mitin en Salamanca el 12
de febrero.132
Como una parte importante del éxito de la derecha consistía en arrebatar
espacio electoral al centro, es decir a Villalobos, La Gaceta Regional quiso
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 39

el campo en pie 39

contrastar la «prodigalidad» en el reparto de fondos del ministro de Instruc-


ción Pública, Filiberto Villalobos, con la actitud de los candidatos del Bloque
Agrario que habían garantizado «con su firma personal, un préstamo de mi-
llón y medio de pesetas a los agricultores que no venden su trigo», y destaca-
ba que se trataba de su dinero, pues «no compran votos con dinero del go-
bierno». El lapsus venía a reconocer que se trataba de una compra de votos
con dinero de los candidatos. Gil Robles atribuyó el equívoco a una «desa-
fortunada redacción».133
Si para el votante rural la reforma agraria y el problema triguero eran los
temas sensibles, para el vecino de Salamanca o Béjar lo fueron las referencias
a la huelga general de octubre de 1934.134 Los sucesos de octubre habían es-
timulado el progresivo perfeccionamiento de las Juventudes de Acción Popu-
lar (JAP), que reforzaron su carácter de fuerza de choque antisocialista.135 Al
conservadurismo de la sociedad rural, cuya combatividad del primer bienio
había sido domesticada, se unió la movilización urbana de la JAP, con bole-
tín propio en el que se anunciaban las principales firmas comerciales e indus-
triales de la ciudad;136 Salamanca era «la vanguardia del derechismo espa-
ñol» se decía con orgullo, y el Jefe Supremo, Gil Robles. Cuando llegaron las
elecciones, funcionó a la perfección la disciplina del voto de derechas —alen-
tada por La Gaceta, el púlpito o el confesionario—, y una excelente organi-

Kilómetros
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 40

40 esta salvaje pesadilla

zación electoral para evitar la dispersión del voto.137 Las divergencias Gil
Robles-Lamamié producidas cuando éste formó parte del comité ejecutivo
del Bloque Nacional (el «Bloque de los biliosos») se habían superado;138
todo esto explica en buena medida que en febrero de 1936 la derecha dobla-
ra el número de diputados conseguido por el Bloque en 1931 obteniendo seis
de los siete diputados. Sin embargo, la impugnación de las actas de Castaño,
Olleros y Lamamié volvió a dejar a la derecha con tres diputados.
El Mapa 2 por partidos judiciales139 muestra el cambio (1931-1936) que
hemos visto en páginas anteriores desde otra perspectiva.
El primer aspecto que debe comentarse es el de los partidos donde la de-
recha superó el 70% de votos, Vitigudino y Ledesma. Tiene que haber algu-
na variable más que el «arraigo» o la influencia del antiguo cacique: Cándido
Casanueva, diputado por Ledesma al final de la Restauración, era natural de
Pereña, en el límite con el partido de Vitigudino. Ciertamente, la derecha en
Ledesma se sentía como en casa; su plaza de toros acogió el mitin del 11 de
junio, previo a la fundación del Bloque Agrario y el de revisión de la Consti-
tución (octubre de 1931), y la celebración del triunfo de 1933 se hizo en la
iglesia Mayor de Ledesma. En éste como en otros casos resulta algo arriesga-
do relacionar precipitadamente esta derechización con sistemas de propiedad
o explotación de la tierra. Peñaranda, el partido de la mayor conflictividad
agraria en el primer bienio, le sigue en intensidad del voto de derecha. Y por
debajo del 50%, aunque fuera por muy poco, sólo está el partido de Sala-
manca, debido, sólo en parte, a los buenos resultados de la izquierda en la ca-
pital al obtener los cinco primeros puestos (Cuadro 1); si aislamos la capital
del partido, el porcentaje de votos de derecha sube siete puntos (del 48,4 al
55,8%), es decir, la ciudad no desentonaba tanto, no era la isla roja rodeada
por un campo abrumadoramente conservador.
La presentación del mapa facilita una visualización de la tendencia del
voto de 1931 a 1936, situando en cada círculo los porcentajes de votos en su
lugar respectivo. Sólo podemos llamar la atención sobre el fenómeno de la de-
rechización. Sobresale así el caso del partido de Béjar donde el centro-izquier-
da había rozado el 90% en 1931; cinco años después la derecha había logrado
multiplicar casi por cinco sus votos; a diferencia de lo señalado antes para el
partido de Salamanca, casi hay veinte puntos de diferencia entre el voto de la
derecha en la ciudad (37%) y el partido sin la capital (56%); aquí sí podía de-
cirse que había un cinturón más conservador que rodeaba la ciudad fabril. La
mayoría de los partidos dobló sus porcentajes de votos de derecha, salvo Se-
queros y Ciudad Rodrigo que los multiplicaron por cerca de 3 o más. El des-
plome del voto de centro explica en buena medida estas oscilaciones, con toda
seguridad en el caso de Sequeros donde la candidatura de Queipo, que se pre-
sentó como republicano en 1931, había conseguido los mejores resultados
que ningún candidato pudo lograr en toda la República en un partido judicial.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 41

el campo en pie 41

Gran parte de este voto debió traspasarse fácilmente a la candidatura de la


CEDA.
La estabilidad del voto de izquierda que refleja el mapa de partidos judi-
ciales se rompió favorablemente para la izquierda en la ciudad de Salamanca
que superó los buenos resultados de 1933 en 11 puntos, tal como los hemos
calculado nosotros (Gráfico 3). El 21 de febrero, por la tarde, «una gran mu-
chedumbre» acompañó a los ediles republicanos y socialistas del 12 de abril,
(que habían sido depuestos en octubre de 1934), hasta la Casa Consistorial,
donde, con todos los honores, tomaron posesión de sus cargos cuando falta-
ba poco para cumplirse los cinco años de la victoria de 1931. El socialista Sr.
Alba agradeció a los concejales republicanos, especialmente al alcalde Prieto
Carrasco, las atenciones que tuvieron cuando fue encarcelado con sus com-
pañeros en octubre de 1934. En sesión presidida por el gobernador se hizo
cargo interinamente de la alcaldía, igual que en 1931, el socialista Santa Ce-
cilia y con vivas a la República, a Azaña y a Largo Caballero se respondió a
los breves discursos de toma de posesión; poco después, cantando «La Inter-
nacional», la manifestación continuó por la calle Zamora arriba, dando la
vuelta por la avenida de Mirat, paseo de Canalejas y casa del Pueblo; al día
siguiente, sábado 22 de febrero, fue elegido alcalde Casto Prieto Carrasco,
que se comprometió a cumplir el programa del Frente Popular en la esfera de
la vida municipal.140
Este pacífico y festivo acto, con el que se celebraba también la clara vic-
toria de la izquierda en la ciudad de Salamanca, se convirtió el día 15 de
marzo en todo lo contrario cuando se producía el relevo en el ayuntamiento
de Mancera. Una manifestación para entregar peticiones que hicieran llegar
la reforma agraria fue disuelta a tiros de escopeta por individuos de la dere-
cha, suceso al que nos hemos referido antes.141 La Reforma Agraria que im-
pulsó algunas movilizaciones había sido en efecto uno de los argumentos
electorales del Frente Popular, algo que la derecha consideró como un so-
borno pero de los ilegítimos.142 En ese mes de marzo se registraron algunas
invasiones de fincas por parte de obreros que pretendían así «acelerar» la
Reforma Agraria. Estos hechos tuvieron gran repercusión en la prensa pro-
vincial y nacional, pero el Gobernador Civil no tardó en hacer saber por el
mismo medio que existía una disposición del Director General del Instituto
de Reforma Agraria (IRA) que ordenaba excluir de los asentamientos futu-
ros a quienes realizasen ocupaciones ilegales. La advertencia pareció dar re-
sultado pues no se consolidaron ni sirvieron para anticipar la labor del Ser-
vicio Provincial de Reforma. No hubo en Salamanca ninguna primavera del
Frente Popular como ocurrió en Badajoz.143 El campo salmantino seguía
«¡en pie!».
El 11 de marzo de 1936 la Gaceta publicaba una Orden, por la que se
pretendía realizar, con «urgencia y eficacia», asentamientos en las provincias
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 42

42 esta salvaje pesadilla

de Badajoz, Cádiz, Cáceres, Toledo y Salamanca, reduciendo los trámites bu-


rocráticos de aplicación de las leyes y haciendo realmente ejecutivo al Conse-
jo Ejecutivo del IRA. Se trataba de aplicar la cláusula de «utilidad social», se-
gún disponía el artículo 14 de la Ley de 9 de noviembre de 1935, y proceder
a expropiar las fincas radicadas en municipios donde se dieran las siguientes
circunstancias: una gran concentración de la propiedad, un censo campesino
elevado en relación con el número de habitantes, una reducida extensión del
término en comparación con el censo de campesinos o un predominio de cul-
tivos extensivos. Tales circunstancias podían concurrir aislada o simultánea-
mente.
Entre marzo y julio de 1936 se declararon de «utilidad social» 61 fincas de
más de 200 ha pertenecientes a 77 propietarios entre ellos el duque de Alba
(Gómez Velasco, Castillejo de Salvatierra, El Rodillo), la familia Palacios (Es-
teban Isidro, El Zancado, La Zarza, Campilduero, Valborraz, Pito y Sierro),
Inés Luna, la famosa «Bebé» (Gomeciego, El Huelmo), Matías Blanco Cobale-
da, el banquero y fundador de La Gaceta Regional (Fresno Alhándiga, Santo
Tomé), Cándido Casanueva, hijo (Rodasviejas) ... En total, y en teoría, debe-
rían haberse asentado 2.699 campesinos y la superficie ocupada ascendería a
57.597 ha, pero en la práctica hay que reducir estas cifras en un 40% pues en
25 fincas no dio tiempo a constituirse comunidades; la guerra llegó antes. Es
decir, el reparto de la tierra se hizo con moderación y tardanza en Salaman-
ca:144 sólo se vio afectado el 18% de la superficie expropiable y la superficie
promedio que recibió cada asentado superaba las 20 ha, señal de que los pla-
nes de aplicación de los ingenieros habían respetado las características de la
explotación adehesada. Sin que haya que generalizar el tópico del absentismo
ineficiente, los planes de los ingenieros agrónomos hacían ver la viabilidad de
cultivos más intensivos que absorbieran el paro de los pueblos, como al expo-
ner la opción productiva en esta dehesa de la zona de Ledesma:

Hay partes de la finca donde no hay un pelo de hierba por la gran cantidad de
conejos que con la explotación indicada [hacen que]la yerba escasee, teniendo
que alimentarse el ganado con ramón de encinas y paja de centeno que le suminis-
tran en los meses de noviembre a febrero pues la hierba por ser muy frío este terre-
no no hay pastos hasta más adelante ... Hoy en esta finca se realiza por decirlo así
el ideal del latifundista, que es asentista y enemigo de la población y es un sólo co-
lono con garantía que no aprovecha más que la vegetación espontánea con la ga-
nadería semisalvaje, garantizada por la no residencia en la finca del rentero, así no
mermará los derechos del dueño en su dominio absoluto de la tierra.145

En la cita que encabeza este capítulo, Sánchez Rojas creía que con la Re-
pública los campesinos salmantinos iban a gozar de más derechos que los co-
nejos de los montes del contorno. Se equivocó. Todavía en los primeros años
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 43

el campo en pie 43

cincuenta los vecinos de Peralejos de Abajo tenían que asociarse para impe-
dir la entrada de los conejos que invadían sus tierras («la hoja del Ombo»)
procedentes de la dehesa vecina, dedicada en parte a coto de caza.146
La primavera de 1936 fue de gran actividad en Salamanca para hacer rea-
lidad el programa del Frente Popular. Mientras los socialistas, con Manso a la
cabeza recorrían los barrios de la periferia salmantina (Pizarrales, La Prospe-
ridad), donde tan buenos resultados electorales habían conseguido, y la CNT
daba mítines por los pueblos, algunos diputados de la CEDA, más liberados
después de haber perdido las actas, practicaban la vía de la conspiración.
Lamamié, que se convertiría en Secretario de la Junta Nacional de la Co-
munión Tadicionalista, ya había sido encargado en 1933 de organizar sus
unidades de acción para responder al «desorden y la anarquía»;147 Casanue-
va había hecho funciones de intermediario de los generales Goded y Fanjul
ante Gil Robles para montar un golpe de estado tras las conmutaciones de
pena de muerte por los sucesos de octubre de 1934.148 El Jefe, por su parte,
puso a disposición de Mola medio millón de pesetas para el Movimiento na-
cional149 mientras que Castaño, el inspirador del Bloque, frecuentaba las
guarniciones militares, como la de Valladolid, para incitar a la subleva-
ción.150 Los mismos que habían gestado el primer alzamiento prepararon el
segundo alzamiento: «El espíritu valiente, cándido, altamente patriótico de
los agricultores salmantinos, que se veía asfixiar en el ambiente de anarquía
que reinaba sobre el campo [ha respondido] con robustez y disciplina a su
grito de guerra, contra los traidores a Dios, a la Patria y a la Agricultura».151
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 44

44 esta salvaje pesadilla

ANEXO 1

Se presentan los candidatos ordenados de más a menos según votos con-


seguidos en la capital. Están señalados con asterisco los que resultaron ele-
gidos.

ELECCIONES DEL AÑO 1931


Filiación Candidatura Capital % Provincia % %
Votantes
Unamuno* Alianza R. Conjunción 5.482 14,7 28.849 8,5 40,5
Santa Cecilia* PSOE Conjunción 5.417 14,6 29.190 8,6 41,0
Camón Aznar Alianza R. Conjunción 4.864 13,1 20.191 5,9 28,3
C. Prieto Acción R. Conjunción 4.590 12,3 22.681 6,7 31,8
Victoria Kent PRRS Conjunción 4.498 12,1 19.824 5,8 27,8
Villalobos* PRLD PRLD 1.862 5,0 32.418 9,5 45,5
Gil Robles* Agrario BAS 1.762 4,7 26.365 7,7 37,0
M. Escribano* DLR DLR 1.701 4,6 28.213 8,3 39,6
C. Casanueva* Ind-Catól. BAS 1.656 4,5 25.618 7,5 36,0
Lamamié* Tradic. BAS 1.632 4,4 23.649 6,9 33,2
R. y Laca DLR DLR 1.000 2,7 15.734 4,6 22,1
Pierna – Sanitaria 702 1,9 11.884 3,5 16,7
Capdevila PRLD PRLD 668 1,8 19.316 5,7 27,1
Martín Veloz Monárq. Independ. 659 1,8 7.921 2,3 11,1
Coca Rep. Ind. Independ. 384 1,0 12.075 3,5 17,0
Queipo de Llano Rep. Ind. Independ. 327 0,9 16.359 4,8 23,0

Total votos
emitidos 16 candidatos 37.204 100,0 340.287 100,0
Electores 89.531
Votantes 71.224
Participación en Salamanca 79,6
Participación en Castilla-León 79,2
Participación en España 70,1
Fuentes: Ricardo Robledo, «Cambio político y social en Salamanca: las elecciones durante de
la Segunda República», Actas de las jornadas «Castilla y León en la historia contemporánea»,
Salamanca, 8-11 de marzo de 2006, Fundación 27 de Marzo, en prensa. Los datos de la capital
en José Ramón Martín Vasallo, Las Elecciones a Cortes en la ciudad de Salamanca 1931-1936.
Un estudio de sociología electoral, Ayuntamiento de Salamanca, Salamanca, 1982. Para las ci-
fras totales de electores y participación en Castilla y León, Concepción Marcos del Olmo, Vo-
luntad popular y urnas. Elecciones en Castilla y León durante la Restauración y la Segunda Re-
pública (1907-1936), Universidad de Valladolid, Valladolid, 1995.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 45

el campo en pie 45

ELECCIONES DE 1933
Filiación Capital % Provincia % %
votantes
Gil Robles* CEDA 7.468 8,8 85.581 11,6 57,2
Andrés Manso* PSOE 7.454 8,8 40.757 5,5 27,2
C. Casanueva* CEDA 7.008 8,2 80.015 10,9 53,5
V. Casanueva* PSOE 6.938 8,2 36.162 4,9 24,2
Cimas* CEDA 6.766 8,0 76.772 10,4 51,3
Lamamié* Tradic. 6.722 7,9 78.020 10,6 52,1
Castaño* CEDA 6.640 7,8 82.908 11,3 55,4
De Castro PSOE 6.551 7,7 36.142 4,9 24,1
Goé PSOE 5.582 6,6 29.663 4,0 19,8
Martín Sánchez PSOE 5.206 6,1 26.584 3,6 17,8
Villalobos* PRLD 4.939 5,8 40.701 5,5 27,2
F. Iscar Peyra PRC 3.209 3,8 29.235 4,0 19,5
M. Escribano PRC 2.961 3,5 29.663 4,0 19,8
Camón Aznar PRR 2.666 3,1 16.057 2,2 10,7
Rico PRR 2.474 2,9 23.178 3,1 15,5
Ramón y Laca PRP 748 0,9 17.945 2,4 12,0
Campo Redondo PCE 644 0,8 4.155 0,6 2,8
Ochoa PCE 481 0,6 1.208 0,2 0,8
Hierro Muriel PCE 232 0,3 529 0,1 0,4
Cifuentes Pérez PCE 188 0,2 681 0,1 0,5
González Gorjón PCE 163 0,2 393 0,1 0,3
Otros 365 0,0 0,2

Total de votos emitidos 85.040 100,0 736.714 100,0


Electores 193.702
Votantes 149.664
Participación en Salamanca 77,3
Participación en Castilla y León 72,9
Participación en España 67,3
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 46

46 esta salvaje pesadilla

ELECCIONES 1936
Filiación Candidatura Capital % Provincia % %
votantes
Andrés Manso* PSOE F. Popular 9.312 10,4 54.432 7,2 36,4
V. Casanueva PSOE F. Popular 9.150 10,2 46.492 6,2 31,1
C. Prieto I. Republicana F. Popular 9.146 10,2 48.590 6,5 32,5
Ruipérez I. Republicana F. Popular 9.013 10,1 46.118 6,1 30,8
Crespo PSOE F. Popular 8.623 9,6 44.391 5,9 29,7
Gil Robles* CEDA Contra-Rev. 8.021 9,0 83.362 11,1 55,7
C. Casanueva* CEDA Contra-Rev. 7.864 8,8 66.841 8,9 44,7
Lamamié* Tradicionalista Contra-Rev. 7.482 8,4 64.906 8,6 43,4
Cimas* CEDA Contra-Rev. 7.387 8,2 65.841 8,8 44,0
Olleros* CEDA Contra-Rev. 7.063 7,9 61.715 8,2 41,2
Villalobos Indep. Repub. Centrista 3.396 3,8 49.337 6,6 33,0
M. Escribano PRC Conservador 1.682 1,9 21.502 2,9 14,4
M. Veloz Monárquico 605 0,7 8.021 1,1 5,4
G. Cobos PRLD Centrista 463 0,5 17.069 2,3 11,4
Castaño* CEDA Contra-Rev. 266 0,3 66.540 8,9 44,5
Fdez. Suárez Independiente 61 0,1 4.784 0,6 3,2
Gª Tabernero Agrario 15 0,0 853 0,1 0,6
Otros 5 0,0 174 0,02 0,1

Total votos emitidos 89.559 100 750.794 100,0


Electores 200.759
Votantes 149.664
Participación en Salamanca 76,6
Participación en Castilla-León 74,4
Participación en España 72,9
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 47

el campo en pie 47

ANEXO 2. LA DERECHA SALMANTINA CONTRA FILIBERTO VILLALOBOS*

Al proclamarse la Segunda República la derecha arrastraba discrepancias


abiertas, y algunos enfrentamientos, con Filiberto Villalobos, como consecuen-
cia de su significación republicana y, sobre todo, la derecha agraria por las posi-
ciones nítidas sobre la cuestión agraria, defendidas en el Parlamento y en artícu-
los. La situación se agudizó a raíz de que Villalobos se alzara con el mayor
respaldo de votos en las elecciones de junio de 1931, se reforzó ante la convoca-
toria de noviembre de 1933, la intensidad fue potente a raíz de ser nombrado
ministro en 1934 y halló nuevos bríos con el regreso al Ministerio en 1935, pero
aumentó en intensidad ante la votación electoral de febrero de 1936. Para la de-
recha su adversario principal en Salamanca no eran las izquierdas, sino Villalo-
bos.151
El periódico La Gaceta Regional, portavoz oficial de la derecha, trasladó
sin reparo esas posiciones. Durante la campaña para las elecciones a las Cor-
tes Constituyentes de junio de 1931 el recién fundado Bloque Agrario realizó
una votación para establecer los candidatos que deberían apoyarse al acudir
a las urnas y entre los hombres de la derecha se colaron otros dos ajenos, por
su peso en el sector: Villalobos y Marcos Escribano; se estableció el compro-
miso de apoyarlos «decididamente y con todo entusiasmo» y se exigió disci-
plina al votar.152 Pero el periódico sólo aludió a Villalobos al reproducir el
manifiesto de los candidatos del Partido Republicano Liberal Demócrata.153
El periódico, como el Bloque (éste, salvo una llamada a los «elementos
agrarios» de la provincia), concentraron toda su decisión en los otros tres
«ante-candidatos»: J. Mª. Lamamié de Clairac, J. Mª. Gil Robles y C. Casa-
nueva, que integraron la lista de la derecha. Resultó significativa la que figu-
ra como primera embestida del periódico-portavoz: «Terribles revoluciona-
rios»,154 en alusión a «la gesta revolucionaria de agosto de 1917» por cuya
participación había sido encarcelado Villalobos.
Ya el 11 de julio La Gaceta Regional155 dejó impresa en primera página
una muestra de la decisión de destruir la reputación de F. Villalobos con el
texto «Don Fili», firmado por Axel (permanente azote del médico) al comen-
tar que el candidato pasó «momentos crueles de desesperanza» ante la evolu-
ción de los resultados, para concluir, en contra de la realidad de los resulta-
dos, que lo salvaron «los pueblecitos más apartados». Además, el firmante
sentenció que «compadezco a los hombres de la generación del señor Villalo-
bos. Dudo que sean capaces de adaptarse a los nuevos tiempos. Han perdido
el astrolabio y andan a la bolina». Aparte de acusarlo de «caciquillo», Axel
asentó: «Y sobre todo, es que la gente no sabe explicarse, caro don Fili, esas
cosas tan pasadas de moda, de la amistad nocturna con Miguel Íscar o la

* Ignacio Francia.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 48

48 esta salvaje pesadilla

diurna con Santa Cecilia. O al vado o la puente», para reprocharle su bon-


dad («don Fili es un hombre bueno que practica la bondad», sentenció) y es-
tablecer finalmente que tendría que definirse:«Tiene que convencerse de que
su porvenir está en el Bloque o en las fuerzas obreras. Pensar en mantener un
prestigio personal será exponerse a un completo fracaso».
La fuerza de los votos que situó a Villalobos como primera referencia
provincial acrecentó la dedicación de «los agrarios» a través de su periódico
a tratar de mermar la figura respetada a la que se habían comprometido a
apoyar «decididamente» desde la votación en la Casa de la Tierra (Cámara
de Comercio) en junio de 1931. La oportunidad se planteaba, aunque no
sólo, con motivo de artículos y propuestas parlamentarias en torno a los pro-
blemas de la tierra: no se olvide que en junio de 1933 apareció uno de los tex-
tos básicos de Villalobos, «Tierra y humanidad»,156 donde concretó que «la
propiedad rústica, en vez de ser patrimonio popular, es privilegio hereditario
de casta». Y ello, a pesar del no ocultado desencanto villalobista sobre la
evolución de la Reforma Agraria.157
En el balance del primer año de legislatura, el editorial de La Gaceta Re-
gional158 acusó a Villalobos de «alto silencio» en las Cortes frente a lo que ca-
lificó como «su bullicioso e inquieto politiqueo provincial», frente al «heroico
y constante embate que esa ejemplar minoría agraria está manteniendo todos
los días». La aspiración de «reconducir» a Villalobos hacia el Bloque (sin
duda, por su capacidad de arrastre) no cejó, hasta el punto de que en enero de
1933, su presidente, Ernesto Castaño, invitó al diputado republicano a una
asamblea en torno a los problemas que inquietaban a la patronal y Villalobos,
replicó negativamente, porque «en los momentos actuales de España me pare-
ce suicida todo lo que no sea mero respeto a la ley», al tiempo que reiteraba la
raíz del problema de la tierra.159 La posición de Villalobos de apoyo al socialis-
ta J. Andrés y Manso con motivo de los conflictos de 1932 reforzaron la discre-
pancia, al igual que ante la protesta patronal agraria de junio de 1933.160
Ante las elecciones de noviembre de 1933 la derecha celebró que no cua-
jara la propuesta formulada por Villalobos de configurar en Salamanca una
candidatura única de las fuerzas republicanas, a modo de espacio entre dere-
cha e izquierda. Los ataques fueron implacables y un texto del periódico sal-
mantino del día 17 de noviembre,161 incitó abiertamente a las gentes del cam-
po a no votar a Villalobos porque

el labrador que otorgue su voto a Villalobos traiciona su conciencia, tira contra


él mismo y contribuye a aumentar la propia tragedia y la de los demás compañe-
ros de trabajo, de dolor y de ruina del campo salmantino.

Ante ese acoso, diez días antes de la votación Villalobos publicó un mani-
fiesto162 que comenzaba:
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 49

el campo en pie 49

Soy objeto de la más vil e innoble de las campañas. Y estoy harto de aguan-
tar tanta miseria ... y de falsedades, inventadas por gentes que tienen la religión
en los labios; pero que, engañando diariamente a Dios, pretenden hacer igual con
los hombres.

El texto, implacable, terminaba con la denuncia de «la condición moral


de los que se dicen depositarios de la fe, de la propiedad y de la decencia». En
el número de esa misma tarde La Gaceta Regional en su editorial163 comentó el
manifiesto aparecido en el colega local matutino (El Adelanto), y estableció:
«Don Fili, político viejo si los hay», del que señaló que está «empavorecido
por el mal aspecto que para él presenta el panorama electoral», al ver que «el
acta por Salamanca se le escapa», y le garantizó tan sólo acta de concejal aco-
gido al paraguas socialista. El mismo día de las elecciones La Gaceta Regional
lanzó un editorial vitriólico:164 «El escozor de don Fili», en el que incluso se
reprochaba que sus problemas se debían «a su particular posición en la lucha,
equidistante de todos, y dispuesto a captar votos de todas las organizaciones
en provecho propio». En ese momento, el periódico ya había configurado el
panorama en su editorial:165 «Salamanca por los agrarios. Los clarines de la
marcha triunfal resuenan ya en los ámbitos provinciales». Villalobos volvió a
salir elegido diputado, a pesar del triunfo de la derecha.
La campaña contra Villalobos aumentó al ser nombrado ministro..., e in-
cluso antes. Cuando se rumoreó que la crisis de mediados de abril de 1934
podría situarlo en el Ministerio de Justicia, La Gaceta Regional166 ya estable-
ció que «Don Fili va a ser ministro por chiripa», por conveniencia de su par-
tido, no importando de qué ministerio porque «don Fili es un político espa-
ñol y por consiguiente omnisciente», no sin haber resaltado el «tremendo
sacrificio» que el ascenso político suponía para el médico. Se le reprochó con
el editorial «Desentonos de don Fili»167 que en el homenaje por ser ministro
que le rindió su feudo de Guijuelo hiciera «esporádicas manifestaciones de
agrarismo». Pero, sobre todo, se destacó que

Don Fili es en el actual Ministerio uno de los miembros de mayor virulencia iz-
quierdista, virulencia que siempre ha procurado esconder bajo esa capa bona-
chona y acogedora ... una habilidad especial para aprovechar todas las concomi-
tancias.

Ese fue sólo el comienzo de los duros y permanentes ataques de que fue
objeto el Ministro de Instrucción Pública por parte del periódico, ya que a los
problemas de la tierra se sumaron las decisiones políticas en materia educati-
va, que se analizan en el capítulo siguiente. El otro portavoz de la derecha
agraria, El Debate —al igual que el diario salmantino, bajo la presidencia eje-
cutiva de J. M.ª Gil Robles— se alzó en azote inmisericorde del ministro.168
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 50

50 salamanca

Toda esta hostilidad subió de tono —con el fondo del ministro salmantino a
favor de los indultos y contra las penas de muerte en Asturias— en el debate
de presupuestos del Ministerio en el mes de junio con la censura de la CEDA
—socio del Gobierno— a la política de Villalobos y que, ya sin contemplacio-
nes, estalló con la descalificación derechista al ministro y se resolvió con el
abandono del banco azul por Villalobos en las vísperas de Navidad, y su dimi-
sión como ministro. En el conflicto de junio, en La Gaceta Regional169 Axel
acusó al ministro de que la escaramuza parlamentaria «aparece en parte
como un episodio salmantino de la lucha de partidos», y advirtió al ministro:

Quien detrás de sí no tenga una organización y unas masas disciplinadas y


reunidas por un ideal, tendrá que despedirse de los azares que ocasionalmente
elevan a quienes no saben ser políticos de estos tiempos duros y terminantes.

Al despedirlo como ministro, el mismo Axel170 sostuvo la eficacia de Vi-


llalobos para conseguir beneficios para la provincia, mientras que resaltó «la
injusticia para el común de los ciudadanos» derivada de una vida política
que terminó calificando como «limitada y pobre».
El cese como ministro no libró a Villalobos de la continuidad de ataques de
la derecha escenificados en los textos del periódico, como se plasmó, por ejem-
plo, en el regreso a los problemas del campo a través del editorial171 «Figuro-
nes y figurillas. Ya es mucho, don Fili», en abril de 1935, a raíz de la posición
del político reformista en torno a los problemas del trigo y los arrendamientos.
Pero en cuanto Villalobos regresó al Ministerio de Instrucción Pública media-
do diciembre de 1935, de nuevo aumentaron también las lanzadas por ese
flanco, tras destacar los problemas con su partido por aceptar la cartera.
Esa descalificación se acentuó al abrirse el período electoral para el 16 de
febrero de 1936. Incluso ante rumores de posible entendimiento electoral
con la derecha, «Don Fili». se vio obligado a precisar —y así lo recogió La
Gaceta Regional—172 que «con la CEDA no puedo yo tener ningún acuerdo,
porque soy liberal y ellos no lo son». Desde el periódico se coreó la imagen de
Villalobos a la desesperada e inútil búsqueda de candidatos para cerrar una
lista... En vísperas de la votación, al otear el «horizonte electoral», el diario
tituló con arrogancia su editorial «Enfrente no tenemos a nadie»,173 y con-
cretó que

frente a nosotros se encuentra también la candidatura solitaria del señor Villa-


lobos, ducho en pescar en todas las aguas; es decir, en sacar votos de la derecha
y de la izquierda. El señor Villalobos ocupa un punto centro que sufre la frota-
ción de las candidaturas extremas, y por lo tanto no es fácil que consiga su pro-
pósito.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 51

el campo en pie 51

El resultado electoral dejó fuera del Parlamento por primera vez a Villalo-
bos (a menos de 5.000 votos para alcanzar el escaño, al reducirse su voto en la
capital), con el arrastre total de la CEDA y el añadido del socialista J. Andrés
y Manso. Villalobos sostuvo que su derrota había sido causa del rencor: «las
gentes de derecha, con espíritu suicida, provocaron una lucha extremista, y
los elementos revolucionarios reaccionaron con igual violencia, siendo elimi-
nados los hombres que tenemos un sentido generoso y humano de la vida».174
No obstante, Filiberto Villalobos consiguió el acta de diputado a Cortes
cuando, a causa de irregularidades en las votaciones, el día 3 de abril en el Parla-
mento se cerró el debate sobre la situación electoral en Salamanca y se incapacitó
a los diputados agrarios J. M. Lamamié de Clairac, E. Castaño y R. Olleros.
Una vez en marcha la sublevación militar, el día 10 de agosto de 1936 Vi-
llalobos fue encarcelado. Tanto él mismo como su familia han mantenido que
la situación que lo situó al borde de colocarlo ante el paredón de fusilamiento
estuvo originada «por la denuncia de la derecha, en Salamanca», con situacio-
nes relacionadas con sus posiciones en torno a la tierra y sobre la educación.

Álbum oficial de las Cortes Constituyentes, página correspondiente


a Salamanca (Archivo familia Villalobos).
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 52
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 53

2
Gil Robles contra Villalobos:
la cuestión educativa (1934)
Santos Juliá
UNED

T RANSCURRÍAN LAS SEMANAS siguientes a la entrada de la CEDA en el Go-


bierno y a la fracasada revolución socialista que pretendió impedirla en
los primeros días de octubre de 1934. José María Gil Robles había dado un
paso adelante en la estrategia elaborada en noviembre de 1931 y comunicada
entonces al cardenal Francesc Vidal i Barraquer: procurar un «acuerdo con
otras fuerzas parlamentarias (grupo Lerroux, por ejemplo)» para llevar al
Parlamento una minoría suficientemente fuerte para plantear la revisión
constitucional.1 El acuerdo se había alcanzado dos años después de este pri-
mer esbozo de política revisionista de la Constitución, cuando la coalición
republicano-socialista que había gobernado a la República desde su instaura-
ción saltó por los aires y el Partido Radical y la CEDA resultaron vencedores
en las elecciones generales celebradas en noviembre de 1933. A partir de este
momento se puso en marcha la primera fase del plan enunciado por Gil Ro-
bles: apoyar a Lerroux prestándole asistencia en el Parlamento, una política
que escindió al Partido Radical e introdujo una fuerte inestabilidad en los go-
biernos presididos por Alejandro Lerroux, que mudaron con inquietante fre-
cuencia su composición. La creciente debilidad del Partido Radical preparó
el terreno para poner en marcha la segunda fase del plan: colaborar con Le-
rroux, esto es, exigir para la CEDA una presencia en el Gobierno, y no como
mozo de estoques sino en primera fila de la escena.
La revolución socialista de octubre de 1934, concebida teóricamente
como un proyecto de conquistar el poder por todos los medios disponibles y
preparada, en la práctica, como una advertencia al presidente de la Repúbli-
ca para que no cediera a las presiones de la CEDA de llegar al Gobierno,
marcó el comienzo efectivo de la segunda fase a la vez que puso al alcance de
los católicos los instrumentos para acelerar la llegada de la tercera. Convoca-
da como una huelga general que sería asistida, en lo relativo a la toma del po-
der, por una insurrección armada a cargo de milicias, el fracaso de la revolu-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 54

54 esta salvaje pesadilla

ción venía exigido por su anuncio desde todas las tribunas a la opinión públi-
ca, fuerzas de seguridad incluidas, y por su convocatoria con cerca de un año
de antelación para una fecha determinada: cuando la CEDA entrara en el
Gobierno. Fácilmente sofocada, excepto en Asturias, no consiguió su propó-
sito teórico ni su objetivo práctico: no hubo conquista del poder a la soñada
manera bolchevique, la CEDA entró en el Gobierno y José María Gil Robles,
culminada la segunda fase de su plan, creyó llegado el momento de iniciar la
marcha a la tercera, anunciada con toda claridad y con una considerable do-
sis de descaro desde El Debate en su editorial de 15 de noviembre de 1934:
«Apoyar a Lerroux, primero; colaborar con Lerroux, después; sustituir a Le-
rroux, más tarde. He ahí las tres etapas de una táctica política», se decía en
este asombroso editorial, que añadía, para más humillación del Partido Ra-
dical, por entonces su aliado de gobierno: «Se ha cumplido la primera; está
en plena y feliz ejecución la segunda. En cuanto a la tercera, ha sido anuncia-
da desde el banco azul por el mismo presidente del Consejo». Fruto de esa
política, seguía el editorial, fue un día «la expulsión del Partido Radical de
las fuerzas masónicas conducidas por Martínez Barrio; otro, el lanzamiento
del banco azul de ministros que no gozaban de la confianza del país». Un día
después, en efecto, Diego Hidalgo fue lanzado, como él mismo tituló un li-
bro, del Ministerio de la Guerra después de que Gil Robles le retirara la con-
fianza, un golpe que se llevó por delante también a Ricardo Samper, nombra-
do cinco semanas antes titular del ministerio de Estado.2
De manera que al acercarse el final del año 1934, la CEDA y su grupo di-
rigente podían sentirse pletóricas: su famosa táctica funcionaba. No sólo ha-
bían apoyado a, y colaborado con Lerroux, sino que desde su entrada en el
Gobierno a principios de octubre estaban decididos a sustituirlo. Para eso,
nada mejor que ir dando zarpazos a sus bases: con la escisión de Martínez
Barrio en marzo de 1934 habían mostrado los católicos su capacidad para
romper la unidad de los radicales; con la caída de Lerroux y su sustitución por
Samper en abril del mismo año allanaban el terreno para el asalto final; aho-
ra, en noviembre de 1934, con la retirada de confianza y la inmediata sustitu-
ción de dos ministros que ocupaban carteras clave —Estado y Guerra— en el
Gobierno presidido de nuevo por Lerroux, Gil Robles mostraba ante la opi-
nión que el Partido Radical y su jefe estaban a su merced, sin fuerzas para sos-
tener en sus puestos a los ministros de su propio partido, ni que fueran tan
amigos suyos como Lerroux presumía de serlo de Diego Hidalgo, ni que fue-
ran titulares de carteras tan fundamentales como la vicepresidencia del Go-
bierno y los ministerios de Guerra y de Estado.3
La confianza en que la táctica funcionaba era tal que, cuando iba mediado
noviembre de 1934, El Debate no dudaba en exponer las tareas de sanea-
miento todavía pendientes antes de llegar al momento realmente soñado y
buscado: que las Cortes se disolvieran «habiendo votado la necesidad de re-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 55

gil robles contra villalobos 55

forma constitucional». Como establecía la misma Constitución, su reforma


sólo era posible cuando hubieran pasado cuatro años desde su promulgación
en diciembre de 1931, previa una votación favorable por la mayoría de las
Cortes y su inmediata disolución y la consiguiente convocatoria de nuevas
elecciones. Esa circunstancia sólo podía presentarse, por tanto, en diciembre
de 1935, de tal modo que la CEDA, cuando todavía quedaba un año para lle-
gar a esa fecha, exigía de sus aliados la dilatación de la vida de las Cortes has-
ta el mismo día en que pudiera votarse la reforma constitucional. Mientras
tanto, no se quedaba con los brazos cruzados esperando el paso del tiempo,
sino que preparaba concienzudamente el terreno debilitando a su aliado has-
ta poder sustituirlo con el evidente propósito de que su jefe pudiera presidir el
Gobierno que votase la reforma constitucional y que, por lo mismo, disolvie-
se las Cortes y convocase elecciones. Gil Robles podía ser un joven y muy fo-
goso político, pero estaba bien aconsejado por sus más que maduros tutores.
Con un año por delante, debilitar a los radicales exigía vaciar por com-
pleto de contenido reformista su política. Aplastada la revolución de octubre
de 1934 y después de inutilizar a varios pesos pesados del Partido Radical, la
CEDA se propuso el «saneamiento suave de los Institutos armados» y la im-
posición de «una severa Ley de Asociaciones a los sindicatos socialistas», dos
objetivos para los que el cierre de locales y organizaciones sindicales había
allanado el terreno: el ejército había intervenido en la primera línea de la re-
presión y los sindicatos habían sido disueltos y sus líderes apresados. Ade-
más, la CEDA pretendía «contener» la sustitución de la enseñanza religiosa
por la escuela pública, «devolviendo la tranquilidad a las familias y a las
Congregaciones docentes». Había más, desde luego, como «dar la libertad
posible a la Iglesia, interpretando benévolamente las leyes sectarias»; proce-
der a la reforma de la Reforma Agraria; encontrar una solución transitoria
para Cataluña —que había visto suspendido su estatuto de autonomía—; re-
formar también la ley de Prensa y, en fin, conseguir «una situación estable y
lógica para nuestra enseñanza». Tal era el programa máximo que la CEDA
y, muy personalmente, José María Gil Robles anunciaban públicamente para
el año y pico de vida que le quedaba a unas Cortes en las que, sin ser más que
la minoría mayoritaria, pretendían alcanzar una posición hegemónica.

FILIBERTO VILLALOBOS, DE REFORMISTA A LIBERAL DEMÓCRATA

La primera pieza que debía cobrarse como fruto maduro de esta política era
el ministro de Instrucción Pública, Filiberto Villalobos, que había llegado al
Gobierno en abril de 1934, con motivo de una de las varias crisis de los go-
biernos radicales, esta vez directamente provocada por el presidente de la Re-
pública, Niceto Alcalá-Zamora, que decidió sustituir al siempre molesto Ale-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 56

56 esta salvaje pesadilla

jandro Lerroux por el más complaciente Ricardo Samper. Villalobos había


nacido en 1879 y, como tantos otros profesionales e intelectuales de su gene-
ración —la que ha pasado a la historia con el número 14 a sus espaldas: era
un año mayor que Azaña y le sacaba cuatro años a Ortega—, se afilió al Par-
tido Reformista fundado por Melquíades Álvarez y lanzado en un banquete
en el palacio de la Industria, en el Retiro madrileño, en 1912. En el discurso
pronunciado en aquella ocasión, Melquíades Álvarez anunció su intención
de agrupar al disperso republicanismo en torno a un programa de gran cala-
do reformista en el que sobresalía la neutralidad religiosa del Estado expresa-
da «en cuatro fórmulas: matrimonio civil, secularización de los cementerios,
libertad de cultos y escuela neutra». Álvarez habló además del sentido social
del programa republicano con la supresión de impuestos indirectos y de gra-
vámenes sobre tierra, la reconquista de minas y la reversión al Estado de los
monopolios. Proclamó, en fin, la inspiración del programa del nuevo partido
en los principios rectores del liberalismo inglés, en su obra de transformación
social, con la implantación de retiros de vejez y seguros de enfermedad y de
paro.4
A los oídos de Filiberto Villalobos debía de sonarle muy familiar la músi-
ca y la letra del mensaje del líder reformista, que pretendía levantar las pesa-
das losas que la Iglesia católica y los militares levantiscos habían echado so-
bre las frágiles espaldas del Estado liberal español. Villalobos había formado
parte de la Agrupación republicana gubernamental creada en Salamanca en
noviembre de 1911, de la que había ocupado la secretaría.5 Republicanismo
gubernamental era como se conocía a las diversas corrientes que confluyeron
en el nuevo partido político: cambiando republicanismo por reformismo, as-
piraban a gobernar sin necesidad de esperar a la instauración de la República
para emprender su programa de reformas políticas y sociales. Nada más lógi-
co que su nombre se encontrara entre los asistentes al banquete ofrecido a
Melquíades Álvarez el día 23 de octubre de 1913, con ocasión de la definiti-
va botadura del Partido Reformista.
Pertenecía, pues, Villalobos a aquella «masa enorme» de republicanos
que Melquíades Álvarez condujo suavemente a un compromiso con la mo-
narquía cuando afirmó que podía haber normas jurídicas que permitieran in-
gresar en ella. Eran muchos los republicanos, decía Álvarez, que no rendían
culto a la forma de gobierno y se contentaban con «reformas radicales» que
afectaran a la sociedad y al Estado. Quería una monarquía que no usurpara
«el poder del pueblo», que abriera cauces a todas las ideas por radicales que
fueran. Los reformistas colocaban entre paréntesis sus primeros ideales repu-
blicanos en favor de la accidentalidad de las formas de gobierno y compensa-
ban este deslizamiento con una mayor concreción de su programa de refor-
mas radicales del Estado y de la sociedad: soberanía del poder civil,
secularización del Estado en aquellas cuatro esferas anunciadas desde 1912
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 57

gil robles contra villalobos 57

como parte fundamental del programa, y medidas de apoyo a los sindicatos y


de mejoras sociales. Tal era el programa del nuevo partido al que, con los
más distinguidos miembros de la intelectualidad española, se incorporó des-
de el primer momento Filiberto Villalobos.6
Reforma radical del Estado dentro del orden social y de la moderación
política: la fuerza de esta opción generacional por el reformismo dependía de
la afirmación autónoma del propio proyecto frente a los tradicionales parti-
dos dinásticos y al republicanismo histórico. Los reformistas, en el momento
de formular su propuesta política, se alejaron de los republicanos no porque
renunciaran a la democracia parlamentaria en su más plena realización, sino
porque pretendían tantear las posibilidades de alcanzarla en el marco de la
monarquía. Naturalmente, la posibilidad de explorar ese camino exigía del
reformismo un compromiso claro con la democracia. Y este compromiso fue
lo que un numeroso sector de intelectuales y profesionales creyó percibir en
las propuestas formuladas en 1912 y 1913 por Melquíades Álvarez. Se pro-
dujo así un fenómeno singular: la llegada en masa a la política de un grupo
generacional caracterizado por la crítica a la anterior generación intelectual,
la del 98; por la conciencia de representar algo nuevo en la sociedad y la vida
política española; por su anterior apartidismo y su lejanía de los partidos di-
násticos, pero también de los republicanos y del socialista, y dispuesta, por
tanto, a hacer una nueva política. Eran intelectuales o profesionales y consti-
tuían la primera generación española «plenamente universitaria», moderna,
que tenía como norma «la precisión intelectual». Formaban también la pri-
mera generación intelectual deliberadamente política, que insistía, con Orte-
ga, en la necesidad de la eficacia y la competencia técnica.7
Luego, como es sabido, los caminos comenzaron a dividirse y la mayoría
de aquellos intelectuales y profesionales que rodearon al líder reformista en
los homenajes de 1912 y 1913 abandonaron el reformismo cuando se acercó
tanto al Partido Liberal que finalmente acabó sirviendo a la misma vieja polí-
tica que en principio venía a liquidar. Filiberto Villalobos, sin embargo, se
mantuvo fiel a su jefe político y leal a su partido tal vez porque desde el primer
momento, en las elecciones de 1918, consiguió un puesto de diputado por Bé-
jar, triunfo que revalidó en sucesivas convocatorias de elecciones generales y
que le valió formar parte de la elite dirigente de su partido. Sin duda, el triun-
fo lo debió más a su arraigo personal en el distrito que a su pertenencia al Par-
tido Reformista, de escasa implantación en el conjunto de España, salvo en
Asturias, y muy débil en Salamanca. Pero la relevante posición política que
consolidó tras sucesivas elecciones a Cortes, y su dedicación a las construccio-
nes escolares, le permitió estar por encima del cambio de régimen: fue diputa-
do en las Cortes de la Monarquía desde 1918 y sería diputado de las Cortes de
la República desde las primeras, las Constituyentes de 1931, hasta las últi-
mas, las que dieron el triunfo al Frente Popular en 1936, logrando también un
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 58

58 esta salvaje pesadilla

escaño en las segundas, las que contemplaron el ascenso al poder del Partido
Radical y la CEDA: muy pocos de los elegidos en 1918 pudieron decir lo mis-
mo, buena prueba de la popularidad alcanzada por este singular médico-polí-
tico, que en unas declaraciones a El Sol, siendo ya diputado de la República,
afirmó que el primer problema de Salamanca, de la capital tanto como de la
provincia, era el mismo: «escuelas, escuelas y escuelas».8
Pero si su trayectoria estuvo siempre al abrigo de los vaivenes de la políti-
ca, no ocurrió lo mismo a su partido, que comenzó a perder el rumbo desde
que inició el acercamiento al Partido Liberal, se ahondó con su participación
en el gobierno de concentración y acabó por estrellarse a consecuencia de su
ambigua posición ante el golpe de Estado de Primo de Rivera. Al formarse las
primeras Cortes de la República, en el reformismo no quedaba nadie de relie-
ve: este buen asturiano, escribió Azaña en su diario refiriéndose a su antiguo
jefe político, «tiene dos votos en las Cortes: el suyo y el de Filiberto Villalo-
bos». Era Melquíades Álvarez, en opinión de Azaña, «el hombre que está
más solo en las Cortes, el más fuera de su sitio. Pudo serlo todo en España, y
por defectos de su carácter se ha quedado en nada».9 Nada era, en efecto,
contar con sólo dos votos en las primeras Cortes de la República. Pero Fili-
berto Villalobos no abandonó a su jefe y decidió acompañarle en la travesía
del desierto y en la fundación de un nuevo partido, sucesor del reformista,
bautizado como Liberal Demócrata. En esa calidad se presentó de nuevo a
las elecciones legislativas de 1933 por Salamanca, ocasión aprovechada has-
ta el fondo por el cabeza de lista de la candidatura de la CEDA, José María
Gil Robles, para montar un furibundo ataque contra un candidato que se
presentaba solo, sin coalición con ningún otro grupo, sin medios para em-
prender una campaña electoral a base de propaganda y mítines, sostenido
únicamente en su arraigo social, en sus relaciones personales y en un trabajo
puerta a puerta.10
Las razones que hayan impulsado a la CEDA a dirigir sus principales ata-
ques contra Villalobos en estas elecciones de noviembre de 1933 no guardan
relación, por tanto, con el daño que su candidatura pudiera infligir a la de los
católicos: yendo solo, era imposible que saliera por las mayorías. Más bien se-
ría preciso ver en esta manifiesta hostilidad la competencia que de este perso-
naje políticamente desasistido podría llegarles en lo relativo a su programa
agrario y, sobre todo, a su trabajo por la escuela pública y aconfesional. En
parte por lo que tenía de antiguo reformista y en parte por su condición perso-
nal, Villalobos, llevado de su inquietud social por la situación del campesina-
do, había mostrado elocuentemente en más de una ocasión su solidaridad con
huelguistas y presos y había fomentado a través de la Caja de Previsión Social
de Salamanca, Ávila y Zamora la construcción de escuelas y de obras públicas
en beneficio de la agricultura. Era, además, un adversario perteneciente a la
misma clase social que los dirigentes de la CEDA, pero defensor de una políti-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 59

gil robles contra villalobos 59

ca laica y siempre leal a la República, lo que le convertía en principal diana de


los ataques de los católicos, de la misma manera que ocurría con Azaña, tam-
bién antiguo reformista. Los católicos consideraban traidores a su causa a los
profesionales e intelectuales, pertenecientes a una clase media culta, compe-
tente, que habían proyectado la construcción del Estado como artífice de una
política de profundas reformas sociales y educativas. No podían soportar la
idea de que profesionales de este tipo mantuvieran una lealtad sin fisuras a la
República, a sus programas educativos y a su política social y les culpaban de
haber sido corrompidos por el virus del liberalismo, del anticlericalismo o de
la anti-patria. Como eran laicos, aparecían a sus ojos poco menos que como
representantes del mal absoluto, que era preciso exterminar. Por eso, las ca-
lumnias y los ataques personales de los que este tipo de políticos fueron obje-
to por parte de las huestes católicas, tanto en la versión «accidentalista» de la
CEDA como en sus variadas versiones monárquicas.11
Los ataques no fueron suficientes, sin embargo, para acabar con los apo-
yos que por su acción personal más que por la fuerza de su partido confluían
en Filiberto Villalobos. En las elecciones de 1933 volvió a salir elegido dipu-
tado por los puestos correspondientes a las minorías, consiguiendo 40.701
votos, poco menos de la mitad de los obtenidos por el cabeza de la lista de la
CEDA, su temible adversario José María Gil Robles y unos cincuenta más
que José Andrés Manso, cabeza de lista del Partido Socialista, el otro candi-
dato que salió elegido por las minorías. Podría verse en este empate técnico
entre Villalobos y Manso un posible flujo de votos socialistas hacia el candi-
dato liberal-demócrata: es muy posible que muchos socialistas hayan inclui-
do su nombre en las papeletas de su partido gracias al sistema electoral de
candidaturas abiertas y no bloqueadas. En todo caso, lo cierto es que Villalo-
bos se vio otra vez en el puesto de diputado, como miembro del partido Libe-
ral Demócrata y, por tanto, como parte de una fuerza política cuyo destino
no podía ser otro que ofrecerse como aliado del Partido Radical con objeto
de reforzar el contenido republicano de un gobierno que necesariamente de-
bía buscar y obtener el apoyo parlamentario de la CEDA, el gran partido ca-
tólico que hasta el momento no había manifestado su lealtad a la República
ni a la Constitución.

UN LAICO EN EL MINISTERIO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA

Situación paradójica para el diputado salmantino, porque si, por un lado, su


partido formaba parte de la coalición de Gobierno encabezada por los radi-
cales, por otro, él, personalmente, era un adversario declarado de la CEDA
—fuerza imprescindible para mantener a los radicales en el poder— y muy
personalmente de su jefe, Gil Robles, adversario directo en las elecciones por
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 60

60 esta salvaje pesadilla

Salamanca. De manera que cuando le ofrecieron, en la crisis de abril de


1934, el siempre delicado Ministerio de Instrucción Pública, se encontró en
una situación realmente difícil: un republicano leal a la Constitución, miem-
bro de un partido laico, partidario de una decidida acción estatal en favor de
la escuela pública, formando parte de un Gobierno sostenido parlamentaria-
mente por un partido que no había manifestado su lealtad a la Constitución,
que era además declaradamente confesional y que consideraba que los pro-
gramas educativos hasta entonces desarrollados por los gobiernos republica-
nos, al prohibir la enseñanza por órdenes religiosas y decretar la sustitución
de sus escuelas, atentaban contra el ser de España. Era sólo cuestión de tiem-
po que ese conjunto de contradicciones saliera a la superficie y acabara dan-
do en tierra con el valeroso médico, diputado y ahora ministro salmantino.
Las escaramuzas comenzaron pronto, a la primera ocasión, y con el pre-
texto de la discusión parlamentaria sobre el presupuesto del Ministerio de
Instrucción Pública y Bellas Artes que tuvo lugar en el Congreso de Diputa-
dos el 26 de junio de 1934. Cuando el debate iba más que mediado y se ha-
bían oído, entre otros, los discursos de Pedro Sainz Rodríguez y de Fernando
de los Ríos, el diputado de la CEDA Jesús Pabón aprovechó la ocasión para
definir de forma «clara y terminante» la actitud de su grupo ante el problema
de la sustitución de la enseñanza religiosa. Pabón planteó la cuestión como
un problema de conciencia religiosa, por una parte, y de orden práctico, por
otra. En lo primero, no dijo nada que no se conociera: su grupo renovaba la
protesta por haber prohibido la Constitución la enseñanza religiosa, enten-
diendo con esta expresión la enseñanza impartida en centros regentados por
órdenes y congregaciones religiosas, y declaraba de nuevo la actitud revisio-
nista de la CEDA, proclamada «a los cuatro vientos» con objeto de que todo
el mundo supiera que lo que a ellos impulsaba con mayor fuerza para ser re-
visionistas de la Constitución era la existencia de su artículo 26. No paraba
ahí la protesta de Pabón, pues luego de la Constitución vino la ley de Con-
fesiones y Congregaciones religiosas de junio de 1933, que añadió a la prohi-
bición unos plazos que «obligaban al Estado español a la sustitución de esa
enseñanza». Y en este punto renovó la protesta de la CEDA con un razona-
miento de orden práctico: la sustitución, imposible de hecho por la escasez
de recursos para abrir y mantener nuevos centros, llevaría a un desastre a la
enseñanza pública española. Comprendía Pabón que presentar de nuevo esa
protesta en una discusión del presupuesto no era lo más adecuado, pero a
ello se había visto obligado por no haber podido informar cuando el ministro
Pareja Yébenes, antecesor de Villalobos en el cargo, decretó el 29 de diciem-
bre la suspensión del proceso de sustitución de la enseñanza.12
A esta primera manifestación de la CEDA respondió Villalobos recor-
dando a Pabón que, como él y los diputados monárquicos Romualdo de To-
ledo y Pedro Sainz Rodríguez sabían perfectamente, «no ha habido tal susti-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 61

gil robles contra villalobos 61

tución». En efecto, la ley a la que se había referido Jesús Pabón se había apro-
bado en las postrimerías de la legislatura anterior. Más aún, esa ley fue en
buena medida la causa de la retirada de confianza del presidente de la Repú-
blica, Alcalá Zamora, al presidente del Gobierno, Manuel Azaña, que acaba-
ría por determinar el fin del gobierno de coalición republicano-socialista y la
disolución de las primeras Cortes de la República. No había habido tiempo
ni ocasión, por tanto, para poner en marcha el proceso de sustitución —que
de todas formas habría tropezado con grandes dificultades prácticas— cuan-
do los radicales apoyados por la CEDA se hicieron cargo del Gobierno. Por
ese lado, por tanto, Pabón podía estar tranquilo. Pero el ministro no se detu-
vo en esa cuestión y anunció su propósito de «reorganizar» —término que
prefería a «sustituir»— toda la segunda enseñanza de manera que, sin proce-
der al cierre ni a la sustitución de los centros privados, por la razón de que el
Estado no «puede tener capacidad económica para resolver por sí solo estos
problemas», el Estado se reservara el derecho de vigilar e inspeccionar todos
los centros de enseñanza privada, exigir al personal docente un nivel suficien-
te de aptitud académica y obligar a los alumnos a examinarse en un Instituto
público sobre un programa común.13 Era una afirmación nítida de la supe-
rior importancia que el ministro de Instrucción Pública estaba decidido a
conceder a la enseñanza pública sobre la privada: de esa superioridad era de
la que esperaba el ministro que se iniciara algún día el proceso de sustitución
de la segunda enseñanza cuando «los padres se convenzan de la bondad y efi-
ciencia de la enseñanza oficial».14
No tardó Villalobos en cumplir lo anunciado: el 28 de julio de 1934 la
Gaceta de Madrid publicaba un decreto que, entre otra cosas, obligaba a to-
dos los alumnos de los colegios de enseñanza privada a «examinarse necesa-
riamente en un Instituto Nacional de la provincia donde esté la residencia del
Colegio». Un mes después, el 30 de agosto, aparecía en la Gaceta el decreto
con el anunciado nuevo plan de Bachillerato, recibido por El Sol como una
importante reforma a la que sería difícil «que quien aspire honestamente y
sin miras sectarias a la formación intelectual de la juventud española ... pue-
da poner reparos sustanciales». En su editorial, destacaba El Sol que el nuevo
plan no se prestaba a la preparación memorista ni a la cultura de almacén
que había predominado hasta entonces; ni al mercantilismo y a los abusos.
Y, lo que más dolería: el decreto establecía que, «sobre la continuidad de
unos mismos estudios cardinales en creciente grado de intensidad dentro de
cada ciclo, vienen las pruebas de conjunto ante las Juntas de profesores y con
cuestionario único para todos los Institutos. Y para la reválida final, entra la
intervención universitaria marcando el nivel de capacidad para pasar a la en-
señanza superior». Desaparecía, por tanto, la «cátedra cantonal, la trinchera
en que se defendía tantas veces el libro de texto, los estudios rituales e inco-
municados, las falsas autoridades docentes ... la mixtificación y, en ocasio-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 62

62 esta salvaje pesadilla

nes, la prostitución de un tipo de enseñanza del cual dependen la cultura me-


dia española y la intensidad y eficacia de los estudios superiores». El Sol, en
definitiva, suscribía «con aplauso los propósitos y orientaciones del proyec-
to, tanto por el tipo de enseñanza que trata de implantar como por sus efec-
tos saneadores de los actuales vicios y abusos», aunque no dejaba de mostrar
su preocupación por las dificultades que en la práctica pudieran presentar-
se.15
Al mencionar posibles dificultades, no pensaban los editorialistas del dia-
rio madrileño en la cerrada oposición de los católicos, que no perdieron tiem-
po en denunciar desde las páginas de El Debate lo que juzgaban como una re-
miniscencia extensa del proyecto presentado por Fernando de los Ríos en las
Cortes Constituyentes, hasta el punto de atribuirlo a la intervención de las
mismas manos con ligeras variantes: Filiberto Villalobos convertido en mero
instrumento de Fernando de los Ríos. Lo que más indignaba a los editorialis-
tas de El Debate era que el decreto traspiraba una «concepción de la política
docente ruinosa y en descrédito, cual es el monopolio estatal hermanado con
criterios de laicismo que destruyen no ya la posibilidad de una unidad espiri-
tual sino el mínimo de educación ideológica que exige la libertad de concien-
cia». El Debate no podía admitir que el decreto se limitara a consentir desde-
ñosamente la existencia de una enseñanza privada, especialmente porque no
le permitía examinar a sus propios alumnos. La nueva disposición de los exá-
menes constituía «la más irreductible» de las discrepancias manifestadas por
los católicos. Los autores de la reforma, según escribían, habían esgrimido el
sistema de exámenes para perseguir a la enseñanza privada, «con el propósito
de abatirla y reducir el favor público que hacia ella siente la sociedad españo-
la». Mientras la enseñanza oficial salía amparada con el sistema de exámenes,
a la privada se le imponían, además del de ingreso y las dos reválidas, un exa-
men anual ante los institutos y ni siquiera se daba voto en los Tribunales a su
profesor privado y eso los católicos no lo podían admitir.16
La discrepancia de El Debate, órgano oficioso de la CEDA, era profunda
y afectaba a todo el contenido de la reforma propuesta por Villalobos. Que el
ministro de Instrucción no tratara en ningún momento de iniciar el proceso
de sustitución de la enseñanza privada, o sea, religiosa, por la enseñanza pú-
blica o estatal, sino de reorganizar los planes de segunda enseñanza, no im-
portaba nada. El plan de reforma de Villalobos, «que continúa “gloriosa-
mente” el del señor de los Ríos», era denunciado con las mismas palabras
que antes habían servido para atacar a los proyectos del gobierno republica-
no-socialista: constituían una auténtica persecución a la enseñanza religiosa.
Lo que se busca, decía El Debate, es «atar de pies y manos a la enseñanza pri-
vada para hacer efectiva la famosa sustitución después de su enorme fraca-
so». No era así, desde luego, pues en ningún momento había enunciado Vi-
llalobos planes para llevar a cabo la tan famosa sustitución. Más bien, lo
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 63

gil robles contra villalobos 63

contrario: siempre que se había referido a ella fue para recordar los proble-
mas de orden práctico que planteaba. Pero eso daba igual a los políticos de la
CEDA, interesados en presentar a Villalobos como instrumento de «una nue-
va táctica de las fuerzas derrotadas del bienio, que continúan siendo dueñas
del Ministerio de Instrucción». Villalobos era el ejecutor de un nuevo intento
de «estatificar la enseñanza solapadamente para lograr así la laicización inte-
gral de la vida docente española». Necio empeño, terminaba su requisitoria
El Debate, irrealizable además porque no lo soportarán los presupuestos ni
mucho menos la conciencia pública, que hará oír su voz en el Parlamento.17
No se podrá decir, por tanto, que no estuviera advertido Filiberto Villa-
lobos de las intenciones de su principal adversario y, a la vez, imprescindible
aliado de la coalición política que sostenía al gobierno del que él era minis-
tro. Porque quienes le acusaban de querer implantar este especie de laicismo
integral en la enseñanza eran sus coligados, no la oposición republicana o so-
cialista, que atravesaba durante aquellos meses su peor momento y que, en el
fondo, estaba de acuerdo con los planes del ministro aunque significaran
posponer sine die la sustitución de la enseñanza impartida por las órdenes re-
ligiosas por la enseñanza pública. Sin duda, en julio y agosto la CEDA sólo
prestaba al Gobierno un apoyo parlamentario y su capacidad de provocar
crisis de gobierno debía administrarse con cierta medida, sólo para la caza de
piezas mayores; pero a partir de octubre formaba ya parte del Gobierno,
—nada menos que al frente de tres ministerios: Justicia, con Rafael Aizpún;
Agricultura, con Manuel Giménez Fernández; y Trabajo, con José Oriol An-
guera de Sojo— y su propósito consistía en ir ocupando paulatinamente po-
siciones de poder. Era lógico esperar que si en agosto sus diputados habían
demostrado a las claras las intenciones de su partido y anunciado que no
aceptarían impasibles, como «obra definitiva», las reformas aprobadas por
decreto, en noviembre y diciembre el cerco se estrechara hasta el punto de co-
locar al ministro de Instrucción pública en la disyuntiva de dar marcha atrás
en su política de reforma o abandonar el Gobierno. En este punto, tratándo-
se de la «unidad espiritual» de la nación, de los derechos de la enseñanza re-
ligiosa, y de su absoluta independencia respecto al control y vigilancia del Es-
tado, la CEDA no estaba dispuesta a mostrar ninguna transigencia.

CENSURA Y CAÍDA DE UN MINISTRO DESASISTIDO

No tardaron mucho en expresar de nuevo, en el Parlamento, lo que ya ha-


bían anunciado en la prensa. Fue en diciembre de 1934 cuando se sometió a
debate el dictamen de la Comisión de presupuestos sobre «el proyecto de ley
prorrogando por el primer trimestre de 1935 los presupuestos generales del
Estado». Jesús Pabón, hablando de nuevo en representación de la minoría
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 64

64 esta salvaje pesadilla

Popular agraria, declaró la intención de su grupo de «votar sin reparos la


prórroga del presupuesto que el Gobierno presenta». Faltaría más: el Gobier-
no que presentaba ese proyecto era, en una medida no desdeñable, el suyo y
no iba él a manifestarse en contra. Pero sin detenerse ni un minuto en la con-
sideración de la totalidad del presupuesto, declaró de inmediato que, aun
manifestando el respeto que le merecía el señor ministro de Instrucción, si la
discusión del Presupuesto hubiera sido ministerio por ministerio, su grupo
habría aprovechado la ocasión para enfrentarse con dos cosas: con la política
de conjunto del Ministerio de Instrucción Pública y con el hecho concreto de
la enseñanza religiosa. No era ésa la ocasión evidentemente de enfrentarse a
esas dos cuestiones, pero aunque no lo fuera, el diputado popular agrario no
la perdió y arremetió contra la «marcha vertiginosa» que el ministro había
seguido en su política reformista de espaldas a las Cortes. Jesús Pabón volvió
a dedicar unos minutos al problema de la sustitución para terminar dando la
estocada mortal al ministro hacia el que tanto respeto había mostrado. Le
habían otorgado su confianza, habían votado todos los créditos que había
pedido, aprobaban ahora la prórroga solicitada... ah, pero «de traerse sólo el
presupuesto de Instrucción pública, con el sr. Villalobos al frente del depar-
tamento, esta minoría no lo votaría».18
Con su intervención, Pabón colocaba a Villalobos en la peor de las situa-
ciones posibles: lo suyo era un voto de censura a un ministro y un voto a fa-
vor de la prórroga de los presupuestos en la que obviamente iba incluido el
de ese mismo ministerio. Villalobos entendió enseguida la naturaleza del tor-
pedo que el diputado popular había lanzado bajo su línea de flotación y, en
lugar de desviarlo o de disimular procurando taponar el boquete, reconoció
enseguida que el disparo había dado en el blanco y que su barco se hundía a
la vista de todo el mundo. «Yo soy hombre que ha seguido durante toda su
vida el camino recto de la verdad», comenzó su respuesta, presentándose
como hombre virtuoso que habiendo sido siempre leal en sus relaciones y en
su conducta con sus adversarios, no podía ser desleal con la República ni con
la Constitución de la República. Era esa lealtad lo que le había granjeado la
hostilidad del grupo de Acción Popular porque, de acuerdo con el artículo 48
de la Constitución a la que había prometido lealtad, él tenía que «defender la
enseñanza oficial».
Y eso era precisamente lo que la minoría de Acción Popular no podía so-
portar, dijo a los diputados. «Lo que quiere el señor Pabón y lo que quiere la
minoría de Acción Popular es inutilizar la enseñanza oficial en provecho de
la enseñanza privada». No se trataba, pues, ni de la sustitución de la ense-
ñanza privada ni de que los planes aprobados por decreto se hubieran fra-
guado en los hornos de la Institución Libre de Enseñanza o en los medios
próximos a Fernando de los Ríos. Nada de eso; el hermano del señor Pabón
había colaborado con el Ministerio de Instrucción pública para establecer los
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 65

gil robles contra villalobos 65

programas de estudio del latín y un distinguido catedrático de su mismo gru-


po, Ibáñez Martín, había colaborado con el mismo ministro en la redacción
del cuestionario de Geografía e Historia. De modo que los tiros no iban por
ahí, sino por otro lado, el que miraba directamente a la República. «Yo creo,
señores diputados de Acción popular que SS.SS. ... no debían boicotear la ac-
tuación de los Ministros que defienden sinceramente y con toda lealtad a la
República». Villalobos no temía ponerse la soga al cuello cuando introdujo
ese giro en su réplica: colocando en primer término la cuestión de la lealtad a
la República daba ya su causa por perdida. La intervención del representante
de Acción Popular significaba «el desplazamiento del Ministro de Instruc-
ción pública del Gobierno y del banco azul». Sea, vino a decir el afectado.
Pero que sepa todo el mundo una cosa: que el ministro se sentía orgulloso de
su actuación y si volviese alguna vez a regentar el mismo ministerio no recti-
ficaría ni una línea de cuanto llevaba hasta entonces realizado.
No satisfecho con esta numantina defensa de su obra, Villalobos insistió
en reivindicar también su significado como político recordando, de las con-
tiendas sostenidas con Gil Robles en Salamanca, «la nobleza de [su] actuación,
la nobleza de [su] conducta que, si no por él, no fue jamás correspondida por
sus correligionarios». Gil Robles, naturalmente, saltó sobre la oportunidad
que tan ingenuamente le brindaba el orador para pedir la palabra. Antes de
que el presidente se la concediese, Villalobos insistió todavía en que no tenía
por qué realizar ningún acto de humillación ni de renuncia a su ideología ni a
su conducta y, dirigiéndose a la minoría popular, acabó por redondear su pro-
pia sentencia de muerte hurgando todavía más donde más les dolía: «Si SS.SS.
al entrar en la República no lo hacen con la mayor lealtad y con la mayor fide-
lidad a la Constitución, era preferible que hubieran SS.SS. continuado en el
campo de donde proceden, y así, no serían desleales ni a su ideología ni a sus
electores».
Pocas veces se habrá producido en ningún Parlamento una tan rotunda
descalificación de un socio de una coalición gubernamental por uno de sus
ministros: que la CEDA entrara en la República fue la justificación que Ale-
jandro Lerroux gustaba de utilizar para justificar la coalición de los radicales
con los católicos. Si la entrada, decía ahora Villalobos, es para liquidar la en-
señanza pública más valía que se hubieran quedado donde estaban; lo que no
podía ser es que entraran para ser desleales a la misma República. Natural-
mente, pronunciándose en estos términos, Villalobos se daba ya por excluido
de aquel Gobierno y ofrecía todos los flancos posibles a la respuesta de sus
adversarios. Y fue José María Gil Robles en persona quien se encargó de re-
matar la obra de demolición iniciada por su correligionario Jesús Pabón:
«Después de palabras tan poco afortunadas —recordará luego—, el rompi-
miento era inevitable». Comenzó por donde Villalobos se lo había puesto
más fácil: tergiversando la alusión de que había sido objeto por parte del mi-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 66

66 esta salvaje pesadilla

nistro a propósito de las elecciones en Salamanca y lamentando que en un de-


bate de tanta trascendencia se hubiera venido a mezclar «cosa tan insignifi-
cante como la de la lucha política en una determinada provincia»: Villalobos
no habría hecho otra cosa, en opinión de Gil Robles, que «enquistar en una
cuestión principal algo tan secundario como las amarguras» que para él te-
nían —y Gil Robles, magnánimo, se lo explicaba perfectamente— «la políti-
ca en Salamanca».19
Rebajando a su interlocutor a la condición de amargado político provin-
ciano, Gil Robles podía elevarse a la categoría de hombre de Estado: Villalo-
bos no había sido capaz de responder a Pabón cuando éste le pedía cuentas
de las promesas contraídas al solicitar del grupo popular la votación de los
presupuestos. A esto era a lo que Villalobos debía responder en lugar de
«marcharse por los campos frondosos del mitin y hacer una invocación a la
República, que nadie atacaba» para ver si encontraba en los campos de la
oposición «los aplausos de unos señores que han suscrito notas que constitu-
yen un ataque a la República». Se refería Gil Robles a las notas publicadas
por los partidos republicanos de izquierda con ocasión de la entrada de la
CEDA en el Gobierno. «¿Es que nosotros hemos pedido a S. S. una trasgre-
sión mínima de ningún precepto legal?», insistía el líder católico. La respues-
ta era no, no lo habían pedido. Lo único que ellos reclamaban era que el mi-
nistro les trajese el plan de reorganización que había prometido. Como no
había sido capaz de hacerlo, seguía Gil Robles, la única falta de lealtad que
en todo el asunto se había producido era la del propio ministro «que no ha
hecho honor a un compromiso». A Villalobos se le atacaba únicamente «por
no haber cumplido las promesas solemnes formuladas en los momentos en
que tan necesarios le eran estos votos para la aprobación del Presupuesto». A
la vista de la acusación, la sentencia era inapelable: la minoría popular agra-
ria iba a votar la prórroga del Presupuesto, pero Villalobos debía saber que si
se hubiera presentado por separado el relativo a Instrucción Pública, «las dis-
crepancias serían de tal naturaleza que por cuestiones doctrinales pero prin-
cipalmente por cuestiones técnicas y por cuestiones de formalidad política,
difícilmente podríamos prestarle los votos a S. S.».20
Después de aquella andanada y de lo que sólo podía entenderse como un
voto de censura, Villalobos no pudo hacer otra cosa que recordar el leal cum-
plimiento de sus compromisos aunque aceptando que no podía «proceder a
la supresión de Institutos de Segunda Enseñanza sin conocer su situación».
Pero esa era precisamente la acusación de que había sido objeto: no haber su-
primido por decreto los Institutos elementales creados en el anterior bienio
con el propósito de sustituir a los centros privados en la enseñanza secunda-
ria. Antes de tomar alguna medida, Villalobos quería conocer exactamente
su situación para lo cual permitió a esos centros abrir inscripción condicional
de matrícula aunque sin consolidar su situación ni la de las cátedras ocupa-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 67

gil robles contra villalobos 67

das por encargados de curso o por catedráticos interinos. Por lo demás, si


aludió a las elecciones de Salamanca no fue para ocuparse de problemas de
política local, sino para rebatir las manifestaciones que en la Cámara se ha-
bían hecho «de que me había levantado a hablar esta tarde en combinación o
de acuerdo con las oposiciones de la Cámara (lo cual consideré molesto para
mi dignidad y mi decoro)». No era más que un inciso la referencia que había
hecho a las elecciones de Salamanca, en las que, por algunos correligionarios
del señor Gil Robles, había sido objeto de similares acusaciones.
«Eran públicas las discrepancias entre la minoría que acaudilla el Sr. Gil
Robles y el ministro de Instrucción Pública, señor Villalobos», escribía ABC
en su crónica de la sesión parlamentaria en la que se había producido lo que
juzgaba como una situación «chocante»: que hubiera sido una minoría y no
la representación de esa minoría en el Gobierno la que hubiera obligado a di-
mitir al ministro. La discrepancia era, en todo caso, notoria: la CEDA enten-
día que el departamento dirigido por Villalobos realizaba una labor de ten-
dencia izquierdista opuesta a la política de centro-derecha propugnada por el
Gobierno, aconsejado como se hallaba el ministro por significados socialis-
tas que le inducían a una gestión extremista. Reconocía el cronista de ABC
que el discurso de Pabón, de quien ya se sabía que marcaría sus diferencias
con la gestión ministerial, no hubiera causado estrago alguno sin sus frases
finales, pero ¿implicaban necesariamente una dimisión esas frases finales?
No lo creía así el presidente ni algunos ministros del Gobierno, que mantu-
vieron con Villalobos una reunión en el despacho de ministros para tratar de
convencerle de que en un Gobierno de concentración «pueden surgir roza-
mientos y dificultades al chocar criterios opuestos» sin que de ahí se derive la
apertura de una crisis política. Los gobiernos de concentración, para subsis-
tir, han de ser exponentes de sacrificios continuos, le dijeron, pensando que
Villalobos «estaba reducido». Lerroux, de hecho, se fue a casa diciendo a los
reporteros «que no pasa nada». Todavía a la mañana del día siguiente, como
le dijeran que Villalobos había ido al Ministerio a recoger papeles, Lerroux
insistía en su «no pasa nada» y consideraba lo más natural del mundo que
«en un Gobierno como éste es natural que surjan discrepancias». Le parecía
lógico que Villalobos hubiera quedado dolido después de lo ocurrido en el
salón de sesiones, pero después de las palabras que le dirigió el mismo Le-
rroux había cesado «su condolencia».21
Con esta sensación de normalidad, lo que Lerroux pretendía era evitar a
toda costa una nueva crisis de gobierno, estando tan reciente la anterior.
Desde la fecha de su regreso al poder, el 5 de octubre, ya había tenido que
prescindir de Diego Hidalgo y de Ricardo Samper: a un ministro por mes, su
Gobierno no tendría larga vida, sobre todo porque con cada dimisión ponía
de relieve su dependencia de la CEDA. Pero, por más que insistiera, Villalo-
bos había quedado herido de muerte en el debate del día 21 y resultaron inú-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 68

68 esta salvaje pesadilla

tiles todas las presiones para que volviera a ocupar su sitio en el Consejo de
Ministros. Un día antes, Villalobos había dirigido una carta a su jefe político,
Melquíades Álvarez, recordándole sus deseos de «dejar la cartera de Instruc-
ción pública»: un núcleo importante del partido no estaba conforme con su
conducta ni con sus orientaciones políticas y el antagonismo con Acción po-
pular y con un importante sector del mismo Partido Radical era absoluto. A
esa razón se añadía el sentimiento de tortura que dominaba su espíritu cuan-
do oía los discursos de Gil Robles y de Lerroux pidiendo las cabezas de los
dirigentes socialistas implicados en la revolución de octubre: las «penas seve-
rísimas que se cumplirán inexorablemente», exigidas por Gil Robles —escri-
bía a su jefe— hacían imposible su continuación en el Gobierno. Villalobos
pedía, pues, a Álvarez que se pusiera de acuerdo con Lerroux para que éste
resolviera su salida del Gobierno, un deseo que con toda seguridad le reiteró
en la visita que le hizo la misma noche del debate. Al salir, después de media
hora, no quiso hacer declaraciones, pero todo el mundo entendió que se ha-
bía abierto la crisis política,22 aunque todavía debieron pasar unos días para
que se cerrara. El 29 de diciembre aparecía en la Gaceta el decreto que nom-
braba nuevo ministro de Instrucción Pública a Joaquín Dualde, miembro
también del partido Liberal Demócrata de Melquíades Alvarez. De esta ma-
nera, Lerroux evitó la apertura de una crisis total de Gobierno, que le hubie-
ra obligado a una amplia remodelación, pero no pudo impedir que Villalo-
bos volviera sobre la decisión adoptada en el mismo momento de su debate
con Jesús Pabón y José María Gil Robles.
¿Fue una simple discrepancia fácilmente subsanable o se trataba en reali-
dad de una diferencia de fondo, sin arreglo posible, lo que enfrentó con tanta
implacable hostilidad a Gil Robles con el ministro Filiberto Villalobos? Qui-
zá la clave para responder a esta cuestión la proporcione el discurso que el
mismo Gil Robles pronunció el día siguiente del debate parlamentario en el
domicilio de Acción Popular sobre «Actuación Política de la CEDA». Dijo en
la ocasión el dirigente católico que el «bloque ministerial» que la CEDA ha-
bía formado con el Partido Radical tenía tres finalidades: primera, hacer im-
posible la revolución social; segunda, acometer los problemas de reorganiza-
ción nacional, y tercera, la reforma constitucional. Por lo que se refería a esta
tercera finalidad —única que interesa en este contexto— Gil Robles tenía la
evidencia de que muy pronto iban a comenzar los estudios para acometerla.
Y aclaró: «La reforma de los artículos 26 y 48 y todas las disposiciones secta-
rias de la Constitución es un postulado para nosotros. Sobre esto, ni discutir.
No haremos ningún convenio».
Es significativo que los dos únicos artículos sobre los que la CEDA no ad-
mitía discusión, ni negociación, ni convenio, tuvieran que ver con la enseñan-
za. El 26 prohibía a la órdenes religiosas «ejercer la industria, el comercio o
la enseñanza»; el 48 establecía como «atribución esencial del Estado» el ser-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 69

gil robles contra villalobos 69

vicio de la cultura mediante instituciones educativas enlazadas por el sistema


de la escuela unificada; declaraba gratuita y obligatoria la enseñanza prima-
ria, reconocía la libertad de cátedra y la laicidad de la enseñanza y reconocía
a las Iglesias el derecho, sujeto a inspección del Estado, de enseñar sus respec-
tivas doctrinas en sus propios establecimientos. Pública y laica, la enseñanza
propugnada por la Constitución chocaba frontalmente con los intereses de-
fendidos por la CEDA que se había erigido en abanderada de la enseñanza
privada y religiosa. Gil Robles estaba convencido de que Dios había hecho ya
con ellos, con la CEDA, varios milagros. Por eso, estaba seguro del triunfo de
su partido. Dios y España lo necesitaban: «Cuando veo que el partido de de-
rechas más numeroso y mejor organizado es el nuestro, he adquirido el con-
vencimiento de que somos la única salvación de España. Continuemos traba-
jando por esos dos ideales: Dios y España», terminaba su discurso.23 Ante
tan elevados ideales —que A.Vivero había tildado de ultramontanos—,24 un
ministro liberal y demócrata, como Filiberto Villalobos, que sólo pretendía
defender en la medida de sus exiguas posibilidades una reforma racional de
la enseñanza secundaria y lo que había de escuela pública y laica, y a quien le
torturaba la idea de permanecer en un Consejo de Ministros que con toda
probabilidad tendría que refrendar la ejecución de penas de muerte, no tenía
nada que hacer sino recoger los papeles y abandonar el ministerio.
Pocos días antes, había escrito a Melquíades Álvarez:

No es para V. una novedad que estoy hace tiempo deseando dejar la cartera
de Instrucción Pública. Mi presencia en el Gobierno tiene la simpatía de V. con
todo el cariño que le inspiró mi fidelidad a su política y a su persona; pero un nú-
cleo importante del Partido no está conforme con mi conducta ni con mis orien-
taciones políticas aunque éstas responden a la tradición liberal, generosa y tole-
rante que fue dogma del reformismo y del Partido liberal-demócrata. Y este
antagonismo es absoluto con Acción Popular y con un importante sector del Par-
tido Radical. El Debate, órgano oficial y oficioso de Gil Robles, mintiendo dia-
riamente, me hace una campaña que no puede ser desagradable al Jefe de Acción
Popular, cuando no pone coto a las insidias de su periódico. Los últimos discur-
sos de Lerroux en Sevilla proclamando que «cabezas de Jefes socialistas están es-
torbando sobre los hombros» y el de Gil Robles en Madrid afirmando que «los
cabecillas del movimiento de Asturias serán condenados a penas severísimas que
se cumplirán inexorablemente» hacen imposible mi continuación en el Gobier-
no. Para mi ya era una tortura continuar en éste desde las semanas posteriores a
la revolución. Ahora es ya un suplicio del que deseo verme libre.25
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 70
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 71

3
La iglesia salmantina:
rebeldía, cruzada y propaganda.
El Centro de Información Católica
Internacional*
Ricardo Robledo
Universidad de Salamanca

¿Por qué se han de empeñar ustedes en que la política española siga


con este corte rural de feroces intransigencias, de enmarañamiento
de problemas religiosos y políticos, tan apto para que prosperen las
más turbias intenciones? ¿Por qué entre todos no hemos de procu-
rar desterrar esa «moral del resentimiento», inspiradora hasta aho-
ra del áspero y vulgar panorama político español?
CAMÓN AZNAR, 1930

Nuestros amigos se han sumado desde el primer instante a este mo-


vimiento nacional [de] todas las fuerzas auténticamente nacionales,
sin exclusivismos, y por eso hemos preferido diluirnos en esta mag-
na cruzada.
GIL ROBLES, septiembre 1936

Mitad por miedo, mitad por ambición, la iglesia no cumplió con la


obligación de criticar abiertamente los crímenes que se estaban come-
tiendo. Su pasividad representaba la aprobación tácita de la repre-
sión, al mismo tiempo que aceptaba generosos beneficios del estado.
ERNESTO CASTAÑO, 1977

* Agradezco las observaciones realizadas por Jaume Claret, Julián Casanova,


Francisco Espinosa, Jesús Millán, Juan Carlos Monedero, Hilari Raguer, Albert Reig
e Ismael Saz, eximiéndolos de cualquier error que perciba el lector.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 72

72 esta salvaje pesadilla

E N LAS PÁGINAS ANTERIORES se ha expuesto la ofesiva de la derecha contra


la reforma de la enseñanza del católico Villalobos y no han faltado alu-
siones en el capítulo primero al papel de la iglesia en el patrocinio del conser-
vadurismo político en relación con la cuestión agraria. En las páginas que si-
guen se explica el éxito en la movilización social contra la República
sostenida por la iglesia y el periódico La Gaceta Regional antes de 1931; se
analiza también el decisivo papel desempeñado por personajes del cabildo,
tanto con la pluma como con la espada, que hacen más comprensible aquella
defensa entusiasta de la Nueva España en la que se implicó la iglesia salman-
tina. En segundo lugar, si nos fijamos en el discurso legitimador de los suble-
vados es para explorar las raíces de la violencia que generó así como la sim-
biosis institucional de la iglesia de Salamanca con la organización del Nuevo
Estado. Por último, se presenta la génesis y el funcionamiento del Centro de
Información Católica Internacional, el principal centro de contrapropaganda
que podía frenar en Europa la opinión de los católicos contraria a Franco.
Rebeldía, cruzada y propaganda indican bien cada una de las tres etapas.

REBELDÍA,«DELENDA EST RES PUBLICA» (1930-1936)

Cuando se estudia la guerra civil en Salamanca, suele destacarse con razón el


papel singular en la legitimación del régimen del 18 de julio de Pla y Deniel,
un obispo que llegó a Salamanca cuando quedaba poco más de un año de re-
pública. Este protagonismo, aparte de pasar por alto otras facetas del obispo
catalán,1 tiene el inconveniente de abordar su estudio muy condicionado por
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 73

la iglesia salmantina 73

la instalación del Cuartel General dejando en penumbra los antecedentes an-


tirrepublicanos del clero secular y regular. También olvida la fuerte moviliza-
ción, patrocinada por la Iglesia y sus numerosas organizaciones, contra el
programa del primer bienio, que llegó a numerosas capas de la que podría
denominarse, con cierta violencia del lenguaje, intelligentsia salmantina.
En realidad la movilización contra la República empezó un año antes de
la llegada del nuevo régimen cuando la Iglesia salmantina vivió la que sería
su última primavera de exaltación religiosa hasta el triunfo total del nacio-
nalcatolicismo. La clausura de las misiones a fines de marzo de 1930 se vivió
con la autocomplacencia de ver la calle tomada por la religión, un «magnífi-
co acto de afirmación religiosa»: «Señor, Señor, como santa Teresa os digo,
dadme menos emociones o más corazón. Salamanca será recia farola de la
iglesia, linterna de la civilización católica», exclamaba el obispo Frutos Va-
liente, impresionado por aquel desbordamiento religioso.2 La «imponente y
grandiosa procesión», dedicada por el Obispo al Padre Cámara, era algo
nunca visto en Salamanca. El canónigo José Artero daba los detalles: «eran
masas prolongadas de seis en fondo, de doce a veces, que enardecidas ento-
naban cánticos de penitencia, aclamaciones a Cristo Rey, y las tiernas estro-
fas de aquel Vía Crucis».3 El dibujo en las «Estampas Salmantinas» quiso de-
jar huella imborrable.
Frente a este catolicismo que quería entroncarse con el Padre Cámara y
su «tarea recristianizadora» otras voces habían apoyado semanas atrás el
manifiesto de un nuevo partido con el lema de «libertad, derecho responsabi-
lidad» pidiendo se pusiera al frente Ossorio y Gallardo. El proyecto presen-
tado en Madrid se planteaba como una «campaña de civilidad» y como
«enemigo por igual del mesianismo político que todo lo fía al azar de un po-
der personal como de la gallardía revolucionaria» siendo bien acogido en Sa-
lamanca por representantes de las profesiones liberales, comerciantes y pro-
pietarios entre los que destacaban Fernando Iscar Peyra, Eduardo Lamamié
de Clairac, José Cimas Leal, Aquilino Romo o Siro Gay. Este proyecto, he-
cho público cuando la ciudad se preparaba para el recibimiento de Unamu-
no, no cuajaría y algunos de los firmantes locales como Cimas Leal y Jiménez
del Rey acabarían al poco tiempo dando apoyo a la derecha católica más
conservadora y llevando las riendas de La Gaceta Regional.4
Otra corriente, respetuosa con la religión, trataba de hacerse oír cuando
se desmoronaba el régimen de la Dictadura. Camón Aznar, catedrático de la
Universidad de Salamanca, había publicado un editorial en el periódico Cla-
ridad defendiendo que, para «una masa de opinión», «el primer paso para
una patria más noble y una humanidad mejor» pasaba por la instauración de
la República». El canónigo Jesús Artero, desde la primera página de La Ga-
ceta Regional inició una polémica que tiene interés exponer brevemente.5
Camón Aznar, que se presentaría sin éxito a las elecciones de 1931 y
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 74

74 esta salvaje pesadilla

1933 en las filas del Partido Republicano Radical, planteaba un ideal repu-
blicano que no era irreligioso, primero porque en el partido republicano de Sa-
lamanca abundaban los católicos militantes, y aunque esto no sucediera «bas-
taría que nos propusiéramos el aumento de la fraternidad entre los hombres, la
liberación de todos los inicuamente sometidos, de todos los que padecen ham-
bre y sed de justicia para que nos sintiéramos tutelados por los Evangelios».
Veía compatible por tanto república y catolicismo (llegaba a decir que su teo-
ría era más cristiana porque era más democrática), y expresaba la queja, como
figura en el encabezamiento de este capítulo, por comportamientos que se
iban a intensificar en los años siguientes cuando se refería a las «feroces in-
transigencias» y al «enmarañamiento de problemas religiosos y políticos».6
Para José Artero, que actuaba como voz oficiosa del obispado,7 las cosas
estaban muy claras: «la religión católica es intransigente o “totalmente” se
acepta o totalmente se deja». Aunque había expresado que la espiritualidad
católica nada tenía que ver con la republicana, se vio obligado a reconocer
que ningún dogma se oponía a la forma republicana, pero los católicos esta-
ban obligados a seguir lo establecido por el Cardenal Segura. En cuestiones
como la enseñanza, el matrimonio, la moral... «toda forma de gobierno tiene
que relacionarse íntimamente con la religión» y consideraba que la llegada
de la República traería consigo «un cataclismo social y religioso».
Antes de que llegara el nuevo régimen ya había sido condenado, y por tan-
to al año siguiente las pastorales o circulares de los obispos de Salamanca y
Ciudad Rodrigo saludaron a la República con el entusiasmo que cabía en la
fórmula del acatamiento. A pesar de las alabanzas de La Gaceta a los socialis-
tas salmantinos, por no ser «petroleros» ni «tragacuras», y de la templanza de
Primitivo Santa Cecilia,8 los decretos del gobierno republicano sobre libertad
religiosa y el carácter voluntario de la enseñanza religiosa en las escuelas des-
ataron una campaña de reacción en La Gaceta Regional. De este modo, afir-
ma Mary Vincent, las declaraciones de respeto al gobierno democrático eran
desmentidas por su incapacidad para aceptar el pluralismo político y cultural
en el que se basaba la democracia.9 El artículo «No hay derecho al error» del
9 de junio de 1931, posiblemente de Cimas Leal, marcó sin duda un punto de
inflexión, con argumentos expuestos ya por el canónigo Artero

Cuando en las Constituciones políticas se habla de libertad de pensamiento


no se hace más que consignar palabras vanas. Ni el pensamiento es libre para
aceptar la verdad, ni el pensamiento admite coacciones externas para creer ...
Cuando se trata de problemas religiosos, el creyente tiene la certidumbre de estar
en posesión de la verdad: su conciencia no admite posibilidades de error; su ver-
dad es dogma religioso. Si el creyente católico dudase, dejaría de ser creyente (no
empieces lector a fruncir el ceño; las cosas son lo que son y no lo que tú acaso qui-
sieras que fueran). El creyente católico no es tolerante, no puede ser tolerante...10
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:31 Página 75

la iglesia salmantina 75

Las discrepancias por la cuestión religiosa subieron de grado cuando en


el otoño de 1931 llegó la discusión del artículo 26 de la Constitución (artícu-
lo 24 en el proyecto) que ponía fin a la confesionalidad católica del Estado,
daba un plazo de dos años para la extinción del presupuesto del clero, disol-
vía la Compañía de Jesús y restringía las actividades de las órdenes religiosas.
Los debates pusieron en evidencia la dificultad de llegar a posturas concilia-
torias, pues si la mayor parte de los socialistas o de los radicales seguían fieles
a sus principios anticlericales la minoría agraria liderada por los salmantinos
no cedía en su intransigencia.
Pese a la emotividad y visceralidad de las discusiones o de las visiones
apocalípticas de Gomá,11 la política religiosa, tal como se expuso en la Cons-
titución de 1931 «y con su caótica puesta en práctica en el nivel local», repre-
sentó un punto medio entre «la aplicación de los principios liberales históri-
cos y la decisión de tener a la Iglesia muy vigilada en vista del apoyo que
había dado a la monarquía y la dictadura». Por injustamente que fuera trata-
da en ciertos campos de actividad, «la Iglesia no fue sometida a una “guerra
implacable” que pudiese reducirle a la impotencia. Siguió siendo una institu-
ción formidable».12
La agitación contra la política laicista de la República contaba en Sala-
manca con una amplia gama de organizaciones católicas (Acción Católica,
Adoración Nocturna, Federación de Estudiantes Católicos, etc.), con el sur-
gimiento de otras nuevas (AFEC, AFER), a las que me referiré luego, y con el
apoyo que le proporcionaban los cuadros políticos del Bloque Agrario que
tan buenos resultados electorales había conseguido en junio de 1931. La re-
ceptividad a la celebración de vía-crucis, triduos, rosarios o llamadas desde
La Gaceta a postrarse ante la imagen de Jesús el Rescatado (Iglesia de san Pa-
blo) para reparar los pecados de España era por tanto muy amplia; qué me-
nos que la iglesia de la Clerecía se llenara para escuchar al P. Clairac, familiar
del tradicionalista Lamamié. Y algo similar ocurrió en la diócesis de Ciudad
Rodrigo. Prácticamente, la agenda de la primera quincena de octubre de
1931 se llenó diariamente con actos religiosos que eran anunciados, o más
bien publicitados, desde La Gaceta.
La campaña contra el artículo 26 (24 en el proyecto) salió del recinto reli-
gioso para extenderse en el variado terreno de las campañas de prensa, las
manifestaciones y el envío de firmas y telegramas a las Cortes. La constitución
de una nueva sociedad para hacerse cargo de La Gaceta, convirtiéndolo aún
más en el periódico del Bloque Agrario, coincidió con esta ofensiva.13 Cuando
se votó el artículo 3 (El Estado español no tiene religión oficial) La Gaceta Re-
gional lo consideró un atentado, haciendo pública la relación de los que ha-
bían votado en contra (Gil Robles, Casanueva y Lamamié) y poniendo en la
otra lista al resto. Sin muchos matices, Santa Cecilia, Marcos Escribano y Vi-
llalobos, que se habían abstenido en la discusión de diversas cláusulas religio-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 76

76 esta salvaje pesadilla

sas, integraban la lista de «los malos», de modo que parecía que los únicos
que habían defendido los sentimientos católicos eran los agrarios.14 La posi-
bilidad de un pluralismo de la opinión católica se excluía cerrando la vía de un
catolicismo liberal que creyera en el laicismo del Estado.15
Respecto a las manifestaciones, llama la atención que en la realizada el
domingo 18 de octubre en Ledesma, el distrito electoral del diputado Cándi-
do Casanueva en 1923, se planteara como el punto de inicio de revisión de la
Constitución, dos meses antes de que se aprobara; Salamanca, por tanto, era
pionera y Ledesma, «barbacana primera desde donde se inicia una lucha fun-
damental para el conservadurismo del país».16 Por último, el periódico de Gil
Robles insertó varios días en primera página anuncios sobre el «deber mo-
ral» de los católicos para enviar telegramas a las Cortes pidiendo respeto
para sus creencias, y animando a los pobres a hacerlo pues «a los pobres se
les recibe con mucho agradecimiento el nombre, porque no faltan ricos, que
abonan su despacho y el de algunos pobres»; millar y medio de telegramas
fueron enviados en dos días. La llamada de la Unión Católica de Mujeres Es-
pañolas recogió unas 52.300 firmas;17 según eso, debió de firmar uno de
cada cuatro salmantinos mayor de 20 años.
La movilización católica salmantina fue estimulada por el nacimiento de
varias asociaciones. El 6 de agosto de 1931 se creó la Asociación de Familias
Emparentadas con Religiosos para la provincia de Salamanca (AFER), con el
objetivo de laborar en defensa de los intereses materiales y morales de las
personas y bienes de sus familiares religiosos; de nuevo, Lamamié de Clairac
estaba al frente.18 Se enviaron cerca de 4.000 firmas al Presidente de la Repú-
blica y la animosidad antirrepublicana de sus fundadores hizo que hasta La
Gaceta fuera acusada alguna vez de cobarde y traidora a sus seguidores. El
órgano de expresión era Defensa, cuyo primer número salió el 19 de septiem-
bre y a partir del número 9 con el subtítulo de «periódico católico de van-
guardia. Como presidente figuraba Tomás Salas Diestro (tradicionalista) y
como vocales Graciliano Sánchez Cobaleda, Lamamié de Clairac, entre
otros. Se publicaban escritos incendiarios contra personas e instituciones de
la República, contra Cataluña, «la niña mimada», contra los políticos sal-
mantinos, especialmente Andrés Manso; la sal gorda utilizada se potenciaba
por el anonimato pues la mayoría de sus colaboraciones eran firmadas con
seudónimos tales como «Robespierre». Era la extrema derecha con la salve-
dad de que colaboradores de La Gaceta como Cimas Leal o Abilia Arroyo no
tuvieron reparo en enviar algún artículo. En uno de sus artículos la escuela
laica fue considerada un «degolladero de niños» en el que se enseñaba la in-
moralidad, la corrupción y el anarquismo lo que provocó el encarcelamiento
del director; el periódico fue suspendido a fines de 1932.19
Con siglas casi idénticas se fundó un mes después la Asociación Femeni-
na de Educación Ciudadana (AFEC), la rama femenina de Acción Popular. A
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 77

la iglesia salmantina 77

los pocos días de aprobarse el voto femenino —con el voto en contra de La-
mamié lo que no le impediría ser asesor de la AFEC—20 nacía esta asociación
que demostraba el instinto de conservación y el pragmatismo organizativo de
la derecha católica;21 Salamanca fue, de nuevo, la pionera de España y se an-
ticipó un mes a la creación de la de Madrid. Su líder fue Abilia Arroyo Pas-
cual (1891-1961), esposa del catedrático de universidad E. Román, cuya
hoja de servicios recoge puestos directivos en diversas organizaciones católi-
cas que justifican un perfil igualmente conservador.22 Doña Abilia utilizó el
seudónimo «Teresa de Castilla», y su llegada a la arena política fue saludada
como portaestandarte de la bandera de la defensa del hogar en «esta aguerri-
da Cruzada». Nada que ver con la señorita Campoamor enjuiciada como
una vulgar descreída.23
La aplicación de la legislación constitucional dependió como en tantos
otros casos de la actitud de las autoridades municipales; hubo protestas en la
Sierra, en Lumbrales o en Vitigudino por la retirada del crucifijo; en Golpejas y
Santa María de Sando los niños se fueron a casa hasta que el crucifijo volviera
a la escuela:24 pero de contar con sólo estos datos aireados por La Gaceta a
principios de febrero de 1932 (y no parece que este periódico autocensurara
este tipo de información) estaríamos muy lejos de cualquier motín popular por
la recuperación del crucifijo escolar. Está por ver si alguna acción anticlerical
pudo ser o no maniobra de la propia derecha como en Lumbrales, donde según
el Gobernador civil los monárquicos intentaron quemar la iglesia.25 Las acti-
tudes contemporizadoras no debieron de ser extrañas y es posible que la aten-
ción hemerográfica al conflicto desvirtúe la importancia de las noticias sin
conflictividad. Sirvan como ejemplo las procesiones en varios pueblos el día de
San José después de haber celebrado novenarios con toda solemnidad.26
Sin duda era muy difícil en esa sociedad rural, acostumbrada a prédicas
que estimulaban la intolerancia de la verdad única, intentar cambiar com-
portamientos seculares; la mejor pedagogía hubiera sido el tiempo, del que
nunca dispuso la República. Se acostumbra a valorar el efecto negativo que
tuvo la eliminación de símbolos religiosos que formaban parte de la cultura y
de las relaciones humanas y resulta comprensible que esta política se viviera
como una agresión. Por ejemplo, en Béjar, «una ciudad laica entregada al
culto de su patrona, la Virgen del Castañar», unos jóvenes católicos desafia-
ron las medidas secularizadoras aplicadas por el consistorio; la provocación
llevó a un enfrentamiento en el que uno de los notables de la ciudad, J. Gó-
mez Rodulfo, esgrimió una pistola, siendo encarcelado por unas horas.27
Ahora bien, este punto de vista (además de olvidar que también se agredía el
proyecto modernizador republicano)28 tiene que completarse con el de las ac-
titudes de intransigencia y de parcialidad de la iglesia salmantina, que en
asuntos de conflictividad social o de intentos de modificar la distribución de
la renta mediante la reforma agraria seguía anclada en la misma orilla de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 78

78 esta salvaje pesadilla

siempre. Lo ocurrido con los sucesos de Castilblanco (Badajoz) es uno de los


ejemplos de parcialidad.
El alcalde de Castilblanco había ordenado disolver una manifestación de
obreros en huelga; el forcejeo violento entre un guardia civil y una mujer acabó
con la muerte por disparo de un manifestante que había salido en defensa de
aquélla y con la inmediata matanza de los cuatro guardias civiles del puesto.
«De esta secuencia, el nefasto papel del alcalde ex monárquico y el asesinato
previo del obrero fueron borrados desde ese mismo momento hasta la actuali-
dad».29 La información de que dispuso el lector charro fue muy distinta30 y,
además, se vio estimulado por llamadas de un «ilustre salmantino». El mismo
que el 15 de octubre ya había alertado de los pecados cometidos en las discu-
siones parlamentarias —«¡Católicos, Desagraviemos al Señor por las blasfe-
mias que se han producido en las Cortes Constituyentes!— llamó la atención
ahora sobre los bárbaros sucesos proponiendo un homenaje y recomendando
a «todos los buenos ciudadanos» que pasaran por los cuarteles a firmar

¿Es posible que cuatro hombres necesariamente honrados (porque de otro


modo no pertenecerían al benemérito instituto) mueran acorralados como perros
rabiosos, por todo un pueblo, que ceba en ellos su furia destrozando sus cadáve-
res? ¿Es posible que ante tamaño salvajismo no se alce una protesta unánime de
todos los españoles dignos...?31

Los grandes titulares de La Gaceta Regional dieron cuenta de esta forma


de presentar los hechos y de inmediato se preparó un «Homenaje popular en
Salamanca al Cuerpo de la Guardia Civil»: se había producido la «reacción
sentimental» simplemente con la aparición del artículo de Fernando G. Sán-
chez Martín. Empezaron los actos de adhesión y la consabida relación de fir-
mas hecha pública desde La Gaceta; «Teresa de Castilla» animó a sus asocia-
das a firmar y en dos días, unos y otros a porfía, consiguieron 1.859 firmas.
Finalmente se celebró un réquiem por las víctimas en la Iglesia de San Martín
con la asistencia del Obispo y representación de las asociaciones católicas.32
Nada excepcional sucedió en Salamanca que no sucediera en otros luga-
res. En Valladolid, por ejemplo, hubo una manifestación de 5.000 personas y
en Segovia una importante concentración, según La Gaceta. Lo que resulta
llamativo en Salamanca es la asimetría de comportamientos de las autorida-
des eclesiásticas que en teoría deberían tener algún criterio de ecuanimidad.
Apenas tres meses habían pasado desde que en Palacios Rubios se produje-
ran unos sucesos, mucho más próximos, igualmente «bárbaros», con igual
número de muertos sólo que en este caso eran cuatro obreros indefensos.
Ninguna voz eclesiástica, que se sepa, reclamó homenajes o firmas por las
víctimas e incluso el representante político católico por antonomasia, Gil Ro-
bles, salió en defensa del guardia civil causante de los hechos.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 79

la iglesia salmantina 79

La beligerancia de los dirigentes católicos salmantinos contra la política


reformista se dividía entre los que la combatían en el parlamento, liderando la
minoría agraria, y los que conspiraban, división poco clara a veces. Entre las
organizaciones que cultivaban el campo de la conspiración estaba Acción Es-
pañola, organización creada en octubre de 1931. Un sector muy relevante del
cabildo salmantino estaba representado en la lista de suscriptores por José Ar-
tero y Aniceto de Castro Albarrán; eso significa que no les convencía la línea
oficialista de El Debate, objeto pronto de sus críticas. La viabilidad de Acción
Española pasaba por aglutinar a las diversas facciones que podían tener cabi-
da dentro de la derecha más conservadora: «integrismo, tradicionalismo car-
lista, conservadurismo tradicional, catolicismo social, posibilismo contra-re-
volucionario, interés por la experiencia corporativa italiana». Uno de los
elementos que podía soldar corrientes tan heterogéneas estaba en la acción
conspirativa y en el recurso a la fuerza, siguiendo la estrategia de Maurras, si
bien se diferenciaba de éste y de L’Action Française por su tendencia seculari-
zadora entre otras cosas.33 Dada la implicación de Acción Española en la pu-
blicación de El derecho a la rebeldía del magistral de Salamanca no cabe duda
de que podemos situar a su autor como uno de los voceros más significados de
aquella organización, que, cuando tuvo que hacer una Antología en 1937, in-
cluyó su artículo «La sumisión al poder ilegítimo» publicado en el número de
octubre de 1933 como anticipo del libro que le haría más famoso.34
La simpatía de elementos significados del clero salmantino por la acción
directa contra la República tuvo diversas manifestaciones. En la comarca de
Ciudad Rodrigo donde debía de haber un núcleo monárquico importante se
habló muy tempranamente de un complot de monárquicos y militares y fue
encarcelado un sacerdote poco antes de la Sanjurjada;35 cuando ésta se mate-
rializó se proporcionó ayuda logística a los implicados en la sublevación. El
hombre de contacto con los sublevados era Don Teodoro Andrés Marcos,
catedrático de Derecho Canónico que fue el encargado de facilitar la fuga del
capitán de Caballería sr. Batalla, significado monárquico, implicado en otros
complots similares. Don Teodoro (que desempeñaría puestos relevantes en el
aparato represivo del franquismo) le facilitó un coche para trasladarse a Ciu-
dad Rodrigo el 1 de septiembre; allí le esperaba el sacerdote Benedicto Nieto
para encaminarlo hacia Portugal. Ambos fueron detenidos (el catedrático en
la Peña de Francia), y trasladados a la Dirección General de Seguridad en
Madrid. Un mes después serían puestos en libertad, en loor de multitudes.36
Es posible que don Teodoro fuera sólo la cabeza visible de un grupo donde
estaban, quizá, Artero y Castro Albarrán. La fuente que lo avala es la carta
de Azaña a Vidal i Barraquer de 5 de septiembre de 1932: «Acabamos de des-
cubrir que la huida a Portugal de uno de los rebeldes herido en las refriegas
de Madrid, ha sido facilitada por cuatro sacerdotes de la diócesis de Sala-
manca, uno de ellos profesor en aquella Universidad».37
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 80

80 esta salvaje pesadilla

Sin duda la beligerancia no cesó por el fracaso de los «Héroes del 10 de


agosto», sino que sólo se cambió la espada por la pluma. Según confesión del
propio magistral de Salamanca, la mayor parte del libro El derecho a la re-
beldía debió de escribirlo en 1932 para lanzarlo al público cuando estuvieran
todavía en el poder Azaña y los socialistas.38 Este libro, como se explica en el
capítulo 11, aunque conste publicado en 1934, en realidad tuvo que difun-
dirse durante la campaña de las elecciones de 1933 y tensó mucho más las re-
laciones entre la Iglesia y la República. Religión y política se mezclaron de tal
forma en la campaña electoral que los intentos de separarlas se vieron como
opciones de medias tintas. Esta fue la acusación lanzada contra el católico
Villalobos, según se documenta en el anexo 2 del capítulo primero.
La campaña de 1933, como es sabido, significó un salto cualitativo en las
artes de la propaganda (diez millones de octavillas, doscientos mil carteles de
color) que se puso al servicio del más puro maniqueísmo.39 En la línea expues-
ta anteriormente por el canónigo Artero, se mostraban al votante las únicas
opciones de redención o revolución, de cristianismo frente a comunismo, de
modo que no es extraño que el «Viva Cristo Rey» sirviera para boicotear al-
gún acto electoral.40 Había llegado el momento de la reconquista moral para
cuyo objetivo la derecha salmantina contaba con mejor organización que la
disponible en junio de 1931. La maquinaria política de la CEDA englobaba al
Bloque Agrario, la Derecha Autónoma, los Tradicionalistas y, hay que remar-
carlo, a la AFEC de Abilia Arroyo. La oportunidad histórica del voto femeni-
no concedió justificado protagonismo a esta «Teresa de Castilla». Con tal
seudónimo, a los dos días de disueltas las Cortes, La Gaceta publicaba en la
primera página lo que podría ser su manifiesto «Por Dios y por España», un
inflamado artículo excitando a la mujer charra al «Todo por Dios y por Espa-
ña». La asociación femenina se había extendido por numerosos pueblos de la
provincia adonde «distinguidas señoras» se acercaban para predicar los ma-
les del socialismo (divorcio, lucha de clases y enemigo de la propiedad priva-
da), pedir dinero («porque sabemos que lo hacemos por Dios y Él nos lo ha de
pagar») y aconsejar el voto «a palo seco», es decir, voto íntegro para la candi-
datura agraria, la «verdadera derecha», sin borrar ni quitar ningún nombre.41
Conseguido el triunfo, al que habían colaborado las mujeres acudiendo a
votar con «verdadero fervor» para echar a Azaña del poder,42 el mensaje que
transmitió La Gaceta Regional en noviembre de 1933, fue que el triunfo ha-
bía sido «legal y legítimo»; el editorialista daba un paso más al afirmar que
«el fino espíritu político del país ha[bía] sido guiado por la iluminación de la
Providencia»; era ahora cuando la nación había votado bien a diferencia de
la alucinación de junio de 1931; se había ganado en cantidad pero sobre todo
en calidad: «es indiscutible la inmensa distancia que separa a esos «majos»
del socialismo de esas cumbres refinadas y cultas, que son un Goicochea o un
Ventosa, por poner diputados nuevos». Tamaña victoria no podía por me-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 81

la iglesia salmantina 81

nos de celebrarse y como anticipo del nacionalcatolicismo de guerra la Iglesia


de Santa María la Mayor de Ledesma se abrió para celebrar la victoria

A la puerta de la Iglesia Mayor fueron recibidos los diputados por el clero re-
vestido y Cruz alzada, pasando al interior del templo a ocupar un puesto de ho-
nor en el presbiterio al lado de la Epístola, en tanto que la orquesta interpretaba
la “Marcha Triunfal” de Tanhauser ... Después de la misa se hizo la Exposición
al Santísimo y se cantó el “Te Deum”...43

Formalizado el frente de derechas en 1933 con tan buenos resultados,


cuando llegaron las elecciones de 1936 se repitió la fórmula. Siguió, por tan-
to, el maniqueísmo incrementado por el eslogan de «Contra la revolución y
sus cómplices». El folleto editado en Salamanca, no difería de la propaganda
general, salvo la llamada a votar al Bloque Agrario para salvar a España.44
El «Por Dios, Por España» de la campaña de 1933 tenía el añadido ahora
de «Por el Jefe» trilogía que servía de movilización a las juventudes de Acción
Popular (JAP) para luchar contra la anti-España.45 Doña Abilia Arroyo subió
de tono la propaganda de «Teresa de Castilla» y recomendó de nuevo el «a
palo seco»: la madre España, la Virgen y ser mujer se mezclaban de tal modo
que parecía antinatural no votar íntegramente a la candidatura contrarrevo-
lucionaria.46 En fin, Don Fili, el católico que podía desviar votos era atacado
de modo inmisericorde tal como se ha expuesto en el capítulo primero.
Como temía Camón Aznar en 1930 «el enmarañamiento de problemas
religiosos y políticos» entrañaba el peligro de que prosperaran «las más tur-
bias intenciones. ¡Qué lejos quedaban aquellos apoyos salmantinos al parti-
do de «libertad, derecho responsabilidad» manifiesto que habían firmado J.
Cimas Leal y Eduardo Jiménez! Ahora, el primero, jaleaba en los mítines a
las juventudes de Acción Popular dispuestas a dar su vida por España, mien-
tras que el segundo estaba al frente de un periódico dirigido a exaltar al Jefe
y su «clarín de guerra». A fines de junio de 1936, cuando ya los clarines de-
bían estar afinándose, E. Jiménez firmó una editorial titulada «En marcha.
La Nueva España» donde llamaba a defender «el ideal de una España grande
y de una España fortalecida en la unidad de la fe»; después de apelar a Me-
néndez Pelayo, concluía: «todos los hombres de bien deben agruparse para
llevar a buen fin esta cruzada patriótica, cuyo lema es “Sobre todo, España,
Sobre España, Dios”».47
La documentación disponible del Gobierno Civil y la información de la
prensa después del triunfo del Frente Popular hacen poco creíble que Sala-
manca estuviera a punto de caer bajo «las garras del oso mogol» como temía
el director de La Gaceta. En lo que respecta al asunto religioso, los sucesos
más graves fueron los incendios de la iglesia de San Salvador y de la ermita de
San Gregorio en Béjar.48 Respecto a los problemas suscitados por la celebra-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 82

82 esta salvaje pesadilla

ción de procesiones, el Gobernador comunicaba a los alcaldes que se autori-


zaran las que tuvieran carácter tradicional y no hubiera temores fundados de
alteración del orden. Así se concedieron bastantes permisos mientras que en
otros lugares —San Muñoz, San Esteban de la Sierra, Santiago de la Puebla,
Añover de Tormes, La Tala, El Pedroso de la Armuña— hubo algunos con-
flictos, o el alcalde, para evitar disturbios, denegaba el permiso porque,
como decía el de San Muñoz, «en esta población no están bien las cosas».49
La documentación disponible deja sin argumentos a la tesis del sectarismo
republicano y nos acerca más bien al conflicto social que se esconde bajo
posturas tachadas sin más de anticlericales. En el pueblo El Pedroso de la Ar-
muña la celebración de la procesión que incluía la tradicional subasta
—quien más pagaba entraba con las andas de la imagen en la Iglesia— era vi-
vida como una agresión por los obreros en paro. Por esta razón el 13 de julio
el alcalde comunicó al gobernador las razones para denegar la autorización
porque

pudieran existir temores de alteración del orden público, habida en considera-


ción que existe un número de obreros relativo en paro por no darles jornal los
patronos, que por esta causa y la costumbre de otorgar dádivas a la Virgen las
personas que la porten a juicio del que suscribe cree que esto pudiera tomarse
como una provocación al elemento que no trabaja, al mismo tiempo que se ter-
mina la procesión con una subasta de los palos [?] de las andas para introducir en
la iglesia el que más da.50

No había trascurrido un mes de esta denegación cuando el alcalde Valen-


tín Poveda, junto con otros vecinos, fue asesinado en el monte de la Orbada.51

CRUZADA. «LA VIOLENCIA DE LA IGLESIA-ESTADO. EL LARGO VERANO DE 1936»

Porque Goebbels utilizaba el bolchevismo para cohonestar los rigo-


res del régimen hitleriano o como un pretexto para hacer mangas y
capirotes en el orden internacional, pero jamás se le había ocurrido,
ni aún en los años de oposición y lucha del partido nazi, desencade-
nar una terrible lucha entre alemanes para conjurar una problemá-
tica revuelta comunista.
GALLEGOS ROCAFULL, 1936

El proceso de deslegitimización de la Segunda República, que empezó el ca-


nónigo José Artero un año antes del 14 de abril, había encontrado el entu-
siasmo constante de la iglesia salmantina a lo largo de la República con las
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 83

la iglesia salmantina 83

puntas estacionales de las campañas electorales y la movilización contra el


laicismo republicano a fines de 1931. Siempre resulta arriesgado generalizar
tendencias en colectivos tan heterogéneos como el de la Iglesia. Lo ocurrido
con la revista La Ciencia Tomista editada por los dominicos de Salamanca
puede ilustrarlo. Las crónicas científico-sociales, que informaban del pulso
político y social, estuvieron hasta 1934 firmadas a menudo por el P. Gafo de-
fensor del catolicismo social y de actitudes tolerantes, con citas de Vidal i Ba-
rraquer y críticas al comodín de la masonería como base del catastrofismo. A
partir de mediados de 1935 se hizo cargo de la sección otro dominico, Anto-
nio Carrión que veía el mundo dominado por las tres internacionales, la ju-
daica, la masónica y la soviética y a los socialistas preparando «la tragedia
dinamitera, marxista y separatista... [como] traidores a la Madre Patria, en
cuyo pecho clavan las dagas buidas por el Internacionalismo y enherboladas
(sic) por el odio y malquerencia judaicos».52
Esta fue la tendencia que había ido imponiéndose a medida que avanzaba
el año de 1935; La Gaceta, que había aceptado colaboraciones de Gafo en la
sección sabatina de «Página Social» dejó de publicarlas.53 En mayo de ese
año tomaba posesión de la sede episcopal de Salamanca Pla y Deniel. Magis-
tral y Obispo, que habían coincidido en la más que conservadora ciudad de
Ávila, volvían a estar juntos de nuevo. Con la ayuda de los dominicos y de
otras órdenes religiosas hicieron de Salamanca la ciudad con mayor densidad
de ideólogos de la cruzada por habitante. Lo expuesto en el apartado ante-
rior demuestra que las aportaciones de los cruzados salmantinos no eran un
subproducto de la instalación del Cuartel General sino el colofón de una ac-
titud coherente, perseguida desde hacía años; el nuevo régimen necesitaba
ideologías de justificación y ellos eran los mejor situados para cubrir esa de-
manda.
El proceso de deslegitimización de la República subió el mayor escalón
de intensidad posible nada más desencadenarse la guerra. Se había atravesa-
do la línea roja que separaba el derecho de la violencia y se imponía la justifi-
cación del golpe. Si bien los tiempos no estaban para mucha literatura y sí
para la acción directa, hubo que hacer legitima la ilegitimidad y a la inversa,
hasta el punto de que los rebeldes convirtieron la «excitación a la rebelión»
en comodín de la represión de los que habían respetado la legalidad. Nunca
el lenguaje se trastocó tanto.
Aunque en el corto plazo puede funcionar un gobierno ilegítimo, su esta-
bilidad sólo se puede asegurar con un grado aceptable de legitimación o de
legitimidad. La situación creada por el golpe fallido había generado una gran
inestabilidad política y social; había que crear un nuevo orden y defenderlo
de un embate cualificado lo que obligaba a esgrimir una legitimidad novedo-
sa, radical, dinámica, que articulara a la población en la dirección que mar-
cara el caudillo —individual, colectivo o grupal— encargado de sumar las
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 84

84 esta salvaje pesadilla

dispersas partes; sustituir la legitimidad legal-racional por una tradicional y


carismática.54 Como el carisma de Franco no podía ser el argumento impor-
tante de legitimidad antes de octubre de 1936, la mayor parte del discurso le-
gitimador se dedicó en los dos meses y medio posteriores al 18 de julio a des-
calificar aún más el régimen republicano, a convertir la guerra en Cruzada y,
dada la insuficiencia carismática, a justificar la violencia. En esta tarea Sala-
manca hizo la principal aportación, rivalizando en el empeño todas las insti-
tuciones, cabildo, obispado, dominicos, universidad...
Quien mejor estaba situado para iniciar dicha tarea era el magistral de
Salamanca, cuya labor se detalla en el capítulo 11, pues ya había recorrido
desde 1933 un buen trecho en deslegitimar la República. El lugar escogido
ahora fue la radio y en una fecha de sentido tan religioso como la del 15 de
agosto de 1936 proclamó la teología de la cruzada con la fraseología de
«Dios lo quiere» y «guerra santa».55
Junto a la voz del púlpito catedralicio, el convento de los dominicos y el
Obispado prestaron también un concurso valiosísimo para la fundamenta-
ción, es decir, exculpación, del régimen rebelde. Muy esquemáticamente, por
tratarse de documento de sobra conocido, la pastoral de Pla y Deniel, Las
dos ciudades, independientemente de que hubiera ya antes otras voces, venía
a oficializar, por el lugar y la fecha de publicación (el día antes del nombra-
miento de Franco como Jefe de Estado), el espíritu de Cruzada, mientras que
los folletos del padre Menéndez Reigada divulgaban internacionalmente su
polémica con el católico Maritain que había negado el carácter de guerra
santa: no se podía matar curas por «fascistas» pero tampoco obreros por
«marxistas; igual que era un sacrilegio quemar iglesias, también lo era ador-
nar a los soldados musulmanes con enseñas del Sagrado Corazón.56 Tanto la
pastoral como el folleto del dominico eran publicaciones que tuvieron un im-
pacto muy superior al de la extensión de su aparato crítico, pero en cuanto
contenido no difieren del maniqueísmo expuesto por Castro y Albarrán (sal-
vo la insistencia de Pla y Deniel sobre el comunismo como peligro universal)
y por tanto no tiene sentido embarcarse en hacer genealogía de las ideas o
concordancias de obras que al igual que otras, como la Carta Colectiva del
Episcopado Español, han sido analizadas una y otra vez desde diversos pun-
tos de vista y cuya consistencia analítica se basa a menudo en «pedestres silo-
gismos».57 Sí ofrece más interés comentar la función desempeñada por este
tipo de publicaciones.
En noviembre de 1938, en el memorándum entregado por Vegas Latapie
al delegado nacional de prensa, Dionisio Ridruejo y al ministro Serrano Sú-
ñer, figura el haber editado «contra viento y marea» El derecho a la rebeldía
y muchos más sobre el tema «dando seguridad a los católicos que llegado el
momento no sólo era lícito sino obligatorio alzarse en armas contra los ene-
migos de la religión y la Patria» (cursiva original) pese al silencio sepulcral de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 85

la iglesia salmantina 85

Autoridades y revistas eclesiásticas ... aprobando»la doctrina falsa y antipa-


triótica sostenida por El Debate y Acción Popular».58
Podemos poner en duda esta interpretación a posteriori de que libros
como El derecho a la rebeldía al tranquilizar las conciencias de los católicos
fueran factor desencadenante de la guerra. Ahora bien, la vulgarización que
se hizo de aquél y otros libros en forma de discursos radiofónicos de agosto
de 1936 o de enero de 1937 disminuyen las dudas sobre esta relación entre
ideas y hechos cuando se considera el surgimiento del terror azul en la ciudad
de Salamanca del que nos informan S. López y S. Delgado en el capítulo 4. Es
posible que desde el púlpito o el micrófono no se incitara a las represalias, en
cambio la constante descalificación del enemigo a unos niveles grotescos de-
bía conceder más impunidad a la violencia

Los hijos no pertenecen a sus padres. Los hijos no deben amar a sus padres.
Los hijos son propiedad de estado. ¡Fijaos madres, vuestros hijos no son vuestros.
La verdad es que estos antiespañoles, más que un ejército de criminales, pa-
rece una manada de bichos que inutilizan todo lo que tocan y hasta con sólo la
mirada y no digamos con el aliento infliccionan (sic) y corrompen cuanto en-
cuentran a su lado; semejan como temeroso conjunto de medrosas alimañas, cual
lo serían descomunales y venenosas sabandijas, sapos, víboras, piojos, chinches,
moscas, escarabajos, todos del tamaño de toros y elefantes que en una repugnan-
te alteración de todas sus entrañas hubiera vomitado el averno.59

Por muchas licencias que permita el discurso radiofónico de guerra,60 re-


sulta sorprendente escuchar soflamas de este estilo por parte de «prestigiosos»
catedráticos o religiosos que, a la vez que citaban a los filósofos del idealismo
alemán, consideraban que los dirigentes del comunismo, que supuestamente
dominaba a la patria, eran «como las ratas y cucarachas [que] encuentran sus
delicias entre lo más infecto» o que «los otros» eran «ralea canallesca de alcan-
tarilla».61 Ese ambiente que caldeaba el verano del 36 hace menos anómalo al
Conde de Alba de Yeltes, jactándose del asesinato de seis colonos de su finca el
18 de julio «pour encourager les autres», y otros casos como los de los diputa-
dos Manso y Prieto Carrasco.62
Los alemanes de la Legión Cóndor que habían llegado a la ciudad cuan-
do terminaba el otoño de 1936, no comprendían la violencia desatada en un
país donde el problema judío era irrelevante y se hacía gala de catolicismo.
De haber escuchado los mensajes de varios púlpitos de Salamanca habrían
entendido lo que pasaba en la Reina del Tormes:

El cura de nuestra parroquia comenzaría suavemente, un día, pidiendo seve-


ridad para con el adversario, siguió encrescendo (sic), hasta pedir que se hicieran
denuncias, para terminar por decir que había que matar a los «rojos». Cuando
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 86

86 esta salvaje pesadilla

mi suegra, le oyó decir aquella sarta de barbaridades, salió de la iglesia tan ate-
morizada que llegó lívida a casa, diciendo que no volvía a misa y que jamás que-
rría ver a don Santos ... En los pueblos sin embargo, no había medio de esquivar-
los, pues no ir a misa constituía un desafío.63

Esto se cuenta de la parroquia de San Juan de Sahagún, pero sermones pa-


recidos se oyeron en la del otro extremo de la ciudad. Para el párroco de San
Pablo, en un sermón dominical, la interpretación de los mandamientos tenía
sus excepciones: «el quinto, prohibido matar, como sabéis, salvo a los ro-
jos».64 Con tales pláticas se comprende mejor la violencia de algunas acciones:

No era yo más que un adolescente y no puedo olvidar la escena de la que fui


testigo uno de los primeros días de la guerra en el cruce de la Rúa con la calle del
Horno (hoy Felipe Espino). Sería ya al atardecer cuando una pareja de militares
sin graduación, uniformados y armados, de muy pocos más años que yo, cachea-
ban a los transeúntes tras pedirles la documentación. Contemplaba yo la escena
sin entender muy bien de qué iba la cosa, cuando llegó al lugar un sargento con la
cara desencajada y el fusil con huellas recientes de sangre. Acabo de destrozarle
el cráneo de un culatazo a un rojo que se negó a enseñarme su cédula personal,
dijo. Y se alejó tambaleante. Como para no acordarse.65

La violencia tiene muchos más ingredientes que un discurso ideológico


exaltado o incluso enloquecido, pero mostrar a «los otros» como «hijos de-
mentados y enfebrecidos por influencias corrosivas y satánicas» como hace
el cabildo catedralicio66 no favorecía precisamente la ternura. Sin duda el dis-
curso religioso aliviaba la toma de decisiones: «con el paraguas de la religión
bien sujeto, la sangre no salpicaba», ha escrito Casanova.67 La guerra permi-
tió mudar el discurso retórico violento en violencia física y la apelación a la
Escuela de Salamanca con su discurso de la guerra justa y santa, ofreció la
mejor cobertura teológica posible.
Esta alusión nos permite hacer una breve consideración sobre la utiliza-
ción que se hizo de los diversos autores de la Escuela de Salamanca, de modo
especial de Francisco de Vitoria. Una asociación con tal nombre, se había fun-
dado en 1926 con motivo de la celebración en Salamanca del cuarto centena-
rio del nombramiento de Vitoria como catedrático de Prima de Teología, al
frente de la cual estaba Yanguas Messía; al año siguiente se creó la Cátedra
Francisco de Vitoria para conservar y difundir la doctrina «del amor a la paz
y el respeto a los derechos humanos» y, finalmente, ya en plena República en
abril de 1933 se fundó en la Universidad el Instituto de Derecho Internacional
Francisco de Vitoria;68 en el directorio estaban precisamente catedráticos de
Derecho (Beato Sala, J. Esperabé, González Oliveros, Rodríguez Aniceto)
que, salvo Esperabé, se distinguirían tres años después en la exaltación de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 87

la iglesia salmantina 87

prácticas que poco tenían que ver con la solidaridad propuesta por el ilustre
dominico. La apelación a Vitoria o al derecho de gentes por parte de eclesiás-
ticos o civiles se convirtió durante la guerra en un comodín para incitar a la
violencia o ejercerla. Si dejamos de lado las consideraciones sobre el supuesto
carácter salmantino poco proclive a la cooperación, no es difícil distinguir co-
rrientes ideológicas distintas en la interpretación de la tradición vitoriana que
se pusieron en evidencia cuando surgió la polémica por la creación de aque-
llas organizaciones. Frente a los que proclamaban valores eternos el econo-
mista Rodríguez Mata y el Catedrático de Derecho Penal Antón Oneca mos-
traron públicamente sus discrepancias

Apena ver manejada la tradición universitaria salmantina como bandera de


combate ... El orgullo de esta Escuela fue su universalidad, cuando aquí vinieron
profesores y alumnos de otras partes ... Entonces la Universidad salmantina no
era sólo de Salamanca sino del mundo entero; y ahora hay quien —aisladamente
por fortuna— pretende hacer de ella el órgano oficioso de la Armuña.
Si la ciencia no admite fronteras, ¿por qué ese privilegio a los hispanoameri-
canos y portugueses? ¿Se ha olvidado ya que han sido los holandeses de los que
más han contribuido a difundir la doctrina de Vitoria? ... La divulgación, exposi-
ción y comentario de la doctrina de un sabio no debe ser objeto de una cátedra
permanente. Con las mismas razones se podría crear la cátedra de Kant, de San-
to Tomás de Aquino, de Darwin, de Carlos Marx...69

Es importante constatar cómo aquellas discrepancias se reflejaron más


tarde en sus respectivas biografías: tanto Rodríguez Mata como Antón Oneca
mantuvieron una actitud beligerante firmando con otros catedráticos de la
Universidad el «manifiesto de los cien» en defensa del movimiento estudiantil
y del fuero universitario en 1930; al final de la guerra civil Rodríguez Mata
tuvo que exiliarse y Antón Oneca sufrió los efectos de la cárcel y la depura-
ción.70 Por la otra parte, Yanguas Messía, Ministro de Estado y Presidente de
la Asamblea Nacional con Primo de Rivera, se convertiría en el primer emba-
jador ante la Santa Sede y según Vegas Latapie el encargado de la redacción del
decreto por el que se elegía a Franco Jefe de Estado.71 Finalmente, entre los
conferenciantes que participaron hasta 1936 en el ciclo anual dedicado a «las
ideas de Vitoria y de su escuela» estuvieron Antonio Royo Villanova, Sánchez
Mazas, Antonio Goicochea, Yanguas Messía, es decir personajes muy impli-
cados en la preparación del 18 de julio mientras que los salmantinos Alonso
Getino, Beato Sala, Menéndez Reigada, Teodoro Andrés Marcos, Torres Ló-
pez...lo habían estado en su lucha contra la República y, como estamos docu-
mentando, serían propagandistas entusiastas de Franco.72
En mi opinión, se citaba a Vitoria pero a menudo se actuaba como Ma-
quiavelo.73 En los textos de Vitoria como en la Biblia siempre pueden hallarse
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 88

88 esta salvaje pesadilla

justificaciones morales, haciendo decir a los textos todo lo contrario para lo


que en teoría servían, como ocurría con el discurso de los derechos humanos
en América;74 en el mismo sentido puede dudarse razonablemente de que las
condiciones tradicionales de la guerra justa según Vitoria —causa suficiente,
autoridad legítima y recta intención— fueran la mejor manera de justificar la
guerra, aunque el discurso llevara la marca de la casa donde se había fabrica-
do. Así el dominico L. Alonso Getino en la conferencia pronunciada en San-
tander el verano de 1938 afirmaba ante un auditorio de estudiantes extranje-
ros que las doctrinas de Vitoria se estaban aplicando al pie de la letra. No se
podía usar la guerra contra los inocentes o los soldados vencidos y en su apo-
yo citaba frases contundentes sacadas del De Iure belli («no se puede dar
muerte ni a uno siquiera de ellos») que según él se cumplían a rajatabla:

En nuestro campo jamás se ha matado a uno por las faltas de otro, ni siquie-
ra por los crímenes, cuanto menos porque hayan dejado a su familia a merced
nuestra. Por ahí andaba —la he visto en Valladolid— la del general Asensio, el
rojo defensor de Málaga ¿Quién se metió con ella? Digo, sí se metieron, mante-
niéndola y tratándola como si fuera uno de nuestros difuntos generales. ¿A quién
puede pasarle por la cabeza que porque los rojos tomasen Brunete, Belchite o Te-
ruel, nosotros no digo que matásemos, sino que molestásemos a ninguna familia
de rojos? ... Ni los niños, ni las mujeres de los rojos, ni los rojos mismos, por el
hecho de haberlo sido, han sido expoliados, ni detenidos, ni menos fusilados en-
tre nosotros. Y no hablemos de martirios, porque esos no se propinan entre no-
sotros ni a los mayores criminales, a pesar de que esa conducta nuestra nos colo-
ca en posición de inferioridad, pues nunca ellos nos temerán como nosotros a
ellos, que sabemos se complacen en la tortura.75

Puesto que el conferenciante declaraba haber visitado los frentes seis ve-
ces, cabría preguntarse ¿En qué guerra estuvo el padre Getino, cronista de la
ciudad de Salamanca? La misma pregunta puede hacerse al otro dominico
Menéndez Reigada quien afirmaba que faltaba probar que los desmanes se
hubieran producido pues sólo había constancia de bulos, «calumnias y em-
brollos».76
Por último, conviene indicar algunos ejemplos de la simbiosis institucio-
nal de la Iglesia salmantina con la organización del Nuevo Estado en un mo-
mento en que, como decía Gil Robles en septiembre de 1936, había que re-
nunciar a todo lo específico para diluirse «en la magna cruzada». En primer
lugar, la sintonía Iglesia y Universidad es total a la hora de apoyar al nuevo
régimen. De hecho, la pastoral de las dos ciudades y el mensaje de la Univer-
sidad de Salamanca al resto de universidades coinciden prácticamente en el
tiempo y refleja la existencia de un cálculo propagandístico. Ambas institu-
ciones ofrecieron su doctrina, su saber y sus hombres. Los militares dispo-
nían de las armas, pero la estructura administrativa-jurídica-depuradora-le-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 89

la iglesia salmantina 89

gislativa y la ideología la aportaron la Iglesia y la Universidad. Así, figuras


como Teodoro Andrés Marcos aparecen como el nexo de conexión entre am-
bas instituciones y con el nuevo poder. Este catedrático de Derecho Canóni-
co, implicado en la Sanjurjada, será uno de los miembros de la Comisión De-
puradora, que ejemplificará bien la existencia de espacios comunes a Iglesia y
Universidad.77
Un segundo ejemplo pertenece a los dominicos. Se conoce bien la obra de
Menéndez Reigada, pero mucho menos una publicación que simboliza la
simbiosis del Convento de San Esteban con la «revolución judicial» del fran-
quismo, un año después de la unificación.78 No cuesta mucho imaginarse a
Antonio Luna, Delegado Nacional de Justicia de FET y de las JONS, con su
uniforme de Falange departiendo con el Padre Menéndez Reigada por el
claustro gótico de San Esteban; el ilustre falangista, «jurisconsulto de altos
vuelos» que había sabido encauzar la crisis de Falange,79 le confiesa que para
exaltar el partido único ha «preferido el recogimiento de esta santa casa,
donde en silencio trabajaron Francisco Vitoria, Diego de Deza, Domingo de
Soto ... y tantos otros artífices de nuestro primer Imperio». La creencia de es-
tar forjando un nuevo imperio («la restauración de la patria, una, grande, li-
bre, católica, imperial») se alimentaba con toda la mitología de la España
Imperial «sepultando el poder de la media Luna» —decía en su discurso el
Profesor de Teología— pasando por alto la función que desempeñaban aho-
ra tales creyentes y defendiendo por otra parte la concepción fascista.
Antonio Luna García y Castejón, ensalzado por Menéndez Reigada por su
participación en el golpe de Sanjurjo, es autor de un anteproyecto de código
penal, una «revolución judicial» que fue presentada en San Esteban. En el an-
teproyecto se empezaba rechazando el principio de legalidad, abandonándose
por primera vez en la historia esta exigencia y facultando al juez para crear de-
litos.80 Las motivaciones políticas totalitarias eran evidentes: si para el libera-
lismo la justicia había sido una balanza, para el Nuevo Régimen era una espa-
da. La división de poderes quedaba más que en entredicho; al no existir
Tribunal Supremo, propio de un «estado quebrado», habría que «elevar la de-
puración judicial a las propias manos del Caudillo de la Nación, que es como
Jefe de Estado, el primer Magistrado de ella, sólo responsable ante Dios y ante
la Historia».81 Es llamativo que en apoyo de la Ley de Defensa del Estado se ci-
taran experiencias dictatoriales, con elogio a las de Hitler —«que en julio de
1934 aplastó personalmente la sublevación de Rohm»— y las de la Gestapo,
mientras se calificaran de criminales las soviéticas. Se trata, afirma Casabó, de
un proyecto de corte nazi por su culto al líder, exaltación del nacionalismo, la
Raza (constituiría delito casarse con persona de raza inferior) y el honor.
Finalmente, los insurgentes, en el proceso de construcción de la legiti-
midad del nuevo orden, se afanaron desde el primer momento en elaborar un
universo ideológico y para ello, incluyeron la celebración de fiestas y conme-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 90

90 esta salvaje pesadilla

moraciones de todo signo. Éstas fueron utilizadas no sólo como vehículos co-
hesionadores y encuadradores de la población en el nuevo orden, sino también
como medio para extraer fondos para la causa. Así, muchas celebraciones reli-
giosas iban acompañadas de cuestaciones, de entregas de donativos a cambio
de emblemas, de veladas teatrales como colofón a la festividad. Las institucio-
nes públicas se implicaron en las festividades religiosas, se imbricaron y cola-
boraron en su realización.82
Conviene hacer una última reflexión. Como se comprueba en el capítulo 1,
la cuestión agraria fue uno de los asuntos candentes en Salamanca; sin embar-
go, en los discursos del verano del 36 no se baja a la arena política del conflicto
agrario. El fracaso de la reforma agraria o el miedo a su implantación no son
los recursos habituales para el convencimiento del auditorio de guerra. El con-
flicto se ha dignificado calificándolo de cruzada y forzando todos los mani-
queísmos posibles; no hay conflicto civil, y no se mencionan explícitamente
objetivos o motivaciones políticas, hay una «sobreinterpretación católica»,
que al año de la guerra convirtió la ciudad de Salamanca, ahora sí realmente en
ciudad levítica, volcada en novenas y procesiones y con la implicación de las
instituciones civiles y militares «por la pronta victoria de las armas españolas y
el afianzamiento de la fe católica en toda la nación».83 Ahora bien, el sendero
de la represión en Salamanca tiene unas señales que, como en otros lugares, lle-
van a los lugares donde había existido agudización del conflicto social o se ha-
bía aplicado la reforma agraria. Esto no hace más que ratificar la función ideo-
lógica del discurso religioso salmantino, en el sentido del término ideología
como un conjunto de ideas que describe la sociedad de un modo deformado en
beneficio de los intereses de la clase dominante.

PROPAGANDA: CENTRO DE INFORMACIÓN CATÓLICA INTERNACIONAL


(1937-1942)

Es ejemplarísimo en su vida privada, y cumple estrictamente con


sus deberes religiosos, de suerte que [el Generalísimo] solicitó dis-
pensa de ley de ayuno al sr. Obispo de Salamanca a causa del ago-
biador trabajo que sobre él pesa. Los días de Semana Santa ha sus-
pendido las audiencias de guerra con su Auditor para que nadie
fuera condenado a muerte durante los días santos, al tiempo que, el
día de Viernes Santo, ha indultado a numerosos reos de la pena de
muerte. Asistió a los oficios ... y con este motivo recibió sentidísmas
muestras de cariño del pueblo de Salamanca, que veía tan alto
ejemplo de piedad.
CARDENAL GOMÁ, 1937
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 91

la iglesia salmantina 91

Con la instalación del Cuartel General en Salamanca empezó a construirse el


edificio del franquismo que necesitó la aportación de mano de obra muy di-
versa. De fuera, al calor del poder, fueron llegando profesionales de la «zona
no ocupada» dispuestos a servir al Nuevo Estado, como Giménez Caballero,
Joaquín Garrigues entre otros.84 De los de dentro, es natural que se recurriera
a los que ya habían mostrado, desde la sublevación de Sanjurjo, cuando me-
nos, fidelidad a los nuevos ideales. Si Teodoro Andrés Marcos se dedicaba a
depurar profesores de Universidad, José Artero y Castro Albarrán colabora-
rán en diversas tareas de la máquina propagandística. En efecto, cuando se
creó a principios de noviembre de 1936 el Servicio de Prensa y Propaganda en
el palacio de Anaya, de quien dependía el Gabinete de censura cinematográfi-
ca de Sevilla, el Cardenal Segura pidió un representante de la Iglesia y el Obis-
po de Salamanca nombró a José Artero; aunque no fuera del agrado de Segu-
ra, se valoró muy positivamente que esta representación de la Iglesia hubiera
servido para que se pudiera radiar la misa los domingos y días de precepto.85
La tarea principal en la que iban a colaborar los canónigos salmantinos o
los dominicos iba a ser la de dar coherencia al fundamentalismo católico del
Movimiento Nacional que había topado de inmediato con dos graves proble-
mas que cuestionaban la idea de Cruzada: «la tragedia vasca» (el apoyo na-
cionalista a la República, los curas católicos fusilados) y la crítica de los inte-
lectuales católicos, sobre todo franceses, al régimen del 18 de julio; ambos
problemas se reforzaban.86 La postura del Vaticano no estaba exenta de am-
bigüedades y por lo mismo de reticencias frente al régimen del 18 de julio que
llevarían a decir al embajador alemán Faupel, a propósito de la encíclica Mit
brennender Sorge (Con ardiente preocupación), que «Franco también tenía
que luchar contra el Vaticano».87 Con esta encíclica, que lleva fecha de 14 de
marzo de 1937, Pío XI criticaba las divinizaciones de la raza, del pueblo o del
Estado (mitificaciones habituales del régimen nazi) porque pervertían y falsi-
ficaban el orden creado e impuesto por Dios. Como Salamanca era sede del
Cuartel General y de Radio Nacional, que empezó a funcionar gracias a la
importante ayuda alemana,88 a los pocos días se elevaba una nota de protes-
ta contra la encíclica a cargo de dos técnicos alemanes desde los micrófonos
de aquella radio. El Adelanto transcribió la emisión mientras que La Gaceta
pagó su atrevimiento de atacar al protestantismo por su concomitancia con
el comunismo.89
Si Franco tenía que luchar también contra el Vaticano, la jerarquía cató-
lica era quien podía inclinar la benevolencia de Roma por el nuevo régimen,
de forma más contundente que la expuesta en el discurso de Castelgandolfo
de 14 de septiembre de 1936, que no satisfizo ni mucho menos a los católicos
españoles que se sentían cruzados.90 El celebre Informe de Gomá de mayo de
1937 (poco después del bombardeo de Guernica), al tiempo que se hacía eco
de varias quejas de Franco sobre la prensa católica, L’Observatore Romano
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 92

92 esta salvaje pesadilla

incluido, recogía la información del sacerdote Bonet sobre la opinión católi-


ca de varios países europeos y un «Anteproyecto de organización de una Ofi-
cina de Información Católica». Al mes siguiente, Gomá y Francisco de Luis,
que ocupaba un puesto destacado en los servicios de propaganda, visitaban a
Franco en Salamanca para lanzar la creación de la Oficina Católica de Infor-
mación, propuesta que debió de contar con respaldo oficial. Éstos deben ser
los orígenes del Centro de Información Católica Internacional que empezó a
funcionar en Salamanca en la plaza de San Boal, (cerca de donde estaba la re-
presentación italiana) seguramente a principios del verano de 1937, donde
permaneció hasta el inicio de la primavera de 1938. El inspirador fue Gomá,
quien llevó la dirección fue el jesuita P. Bayle y se contó siempre con el entu-
siasmo y el afán de protagonismo del magistral de Salamanca.91
Si Gomá y Castro Albarrán son suficientemente conocidos para el lector,
no ocurre lo mismo con Constantino Bayle (1882-1953), de quien aportare-
mos algunos rasgos biográficos. Este extremeño, que había pasado varios
años en las misiones de América, era desde 1919 redactor de Razón y Fe. En el
decenio largo de 1920-31 había publicado, además de 62 artículos, una doce-
na de libros con el tema preferente de la conquista y colonización americanas.
Poco antes de la proclamación de República, este biógrafo del segundo mar-
qués de Comillas, sin dejar la épica cristiana del Orinoco o de El Dorado, hizo
alguna incursión en la prosa republicana, interpretando la sublevación repu-
blicana de diciembre de 1930, liderada por F. Galán desde Jaca, como una
«algarada comunista».92 Hasta 1934 no volvió a pisar la palestra política con
dos artículos que ampliados convenientemente dieron lugar al libro Sin Dios
y contra Dios. En esta obra llega a creer que la legislación antirreligiosa del
primer bienio republicano estaba programada por la Internacional Comunis-
ta de 1924 y columbra sovietización hasta en la etapa de Villalobos como mi-
nistro de Instrucción Pública.93
Evadido del Madrid republicano, gracias a su refugio en la embajada de
Bolivia, pudo llegar a Salamanca en la primavera de 1937 y reanudó la publi-
cación de Razón y Fe en septiembre de 1937 ya en Burgos; las exigencias de
hacer el relato del día a día, «la materia candente de la actualidad española»,
hacían que la revista pudiera salir apenas sin dedicación de redactores fijos.94
Si hasta entonces la epopeya de América había sido el principal motivo de sus
publicaciones, la docena de artículos desde la apertura de la revista hasta
1940 se dedicaron íntegramente a ensalzar las ideas de la nueva España, em-
pezando por defender el catolicismo de Falange y aplicando una censura al
discurso de Pío XI de 14 de septiembre de 1936 que no habían ejercido los
obispos;95 Franco supo premiar esta fiel dedicación concediéndole el título de
Comendador con placa de la orden de Isabel la Católica y ese mismo año el
ministro Ibáñez Martín al crearse el CSIC permitió que ocupara puestos des-
tacados en el Instituto de Historia de América.96
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 93

la iglesia salmantina 93

La tarea que unió a Gomá, Bayle y Castro Albarrán hasta la muerte de


Gomá en 1940 fue la defensa y la justificación del régimen del 18 de julio en
el mundo católico internacional. Si el incipiente régimen de Franco era cues-
tionado por católicos europeos de prestigio (Maritain, Mauriac, Berna-
nos...), es natural que fuera la iglesia católica española quien mejor pudiera
liderar la contrapropaganda, que alcanzó su cenit en el verano de 1937 con
la Carta Colectiva del episcopado español, sugerida por Franco a Gomá para
«contrarrestar con toda la autoridad moral de la jerarquía la propaganda in-
ternacional adversa al Movimiento, y en especial la repugnancia de muchos
católicos extranjeros al carácter de cruzada que tanto los generales como los
obispos estaban dando a la guerra».97 Bayle, como responsable del Centro de
Información, se encargó de recopilar las respuestas a la Carta Colectiva y
otros documentos que avalaban el éxito de la Carta, o la manipulación pro-
pagandística que temía Vidal i Barraquer.98 Este jesuita ya había trabajado
para la Delegación del Estado para Prensa y Propaganda, con sede en Sala-
manca, encargada de publicar el folleto ¿Qué pasa en España? A los católi-
cos del mundo. El maniqueísmo en el que se basa la publicación se ilustra en
diversas fotos donde «la piedad» de los requetés defendiendo una posición
bajo la protección de un gran crucifijo o a la Falange uniformada en misa de
campaña se contrapone a las fotos de las «hordas rojas», que habrían arroja-
do los cadáveres a los estercoleros para que los comieran los cerdos, o al «sal-
vajismo marxista» de la profanación de sepulcros; estamos ante muestras de
la guerra de propaganda que por entonces tenía que enfrentarse a lo sucedido
en Guernica y otros sitios.99
Salamanca, que se había convertido durante el verano de 1937 en centro
de la ofensiva para contrarrestar las críticas de los católicos europeos, fue
también el lugar donde se materializó la idea de una publicación periódica,
De Rebus Hispaniae, convertida en Boletín de Información Católica Interna-
cional y cuyo primer número salió con fecha 1 de enero de 1938, aunque se
publicó el 25 de febrero con una tirada de 30.000 ejemplares.100 El título de
la publicación debió de inspirarse en la crónica de Jiménez de Rada exaltan-
do la figura de Fernando III y su portada estaba ilustrada sólo por el dibujo
de un cruzado, de pie sobre una peana con el nombre de «OCCIDENTE». La
presentación («poco, bien sentado y ad rem», como le había pedido Bayle)
corrió a cargo de Gomá que concibió el Boletín, órgano del Centro de Infor-
mación Católica Internacional, como una continuación y complemento de la
Carta Colectiva de los obispos españoles:

Lo que allí no era oportuno hacer lo hará cumplidamente el Boletín de Infor-


mación Católica Internacional: traer pruebas de que la revolución la preparaba,
la estaba realizando el Gobierno del Frente popular; de que la Causa della (sic)
España Nacional es la causa de la civilización cristiana; de que el pueblo español,
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 94

94 esta salvaje pesadilla

persuadido de que en la lucha actual se ventila no sólo sus intereses máximos, la


Religión, la Patria, la Familia, sino de que la Providencia lo ha escogido paladín
de la nueva cruzada contra las hordas de los sin Dios dócil al llamamiento, se ha
alzado dispuesto a vencer o morir. A vencer, podemos decir hoy, gracias a Dios,
va demostrando el resultado de la campaña, y el valor de nuestro Ejército y la pe-
ricia de nuestro Caudillo nos permite esperar sin género de duda (sic).101

Este desahogo de Gomá se comprende bien teniendo en cuenta la trabajosa


elaboración del documento oficial de la Carta Colectiva. La utilización del con-
cepto de Cruzada fue más frecuente en Pla y Deniel que en Gomá, quien —como
máximo representante individual de la Iglesia española— estaba en permanente
contacto con el Vaticano donde ni Pío XI ni Pío XII utilizaron nunca el término
Cruzada.102 Precisemos que el beneplácito del Vaticano tardó en llegar, por eso
la presentación de Gomá concluía con frases del Discurso del Papa del 14 de sep-
tiembre de 1936 que no eran por supuesto las que incitaban a la concordia. Es
decir pese a lo expuesto por los propagandistas del momento como Gomá y
Castro Albarrán o de algunos historiadores de hoy, cuando salió el primer nú-
mero de De Rebus Hispaniae, finales de febrero de 1938, aún no había llegado
el beneplácito y cuando al final llegó fue nueve meses después de la publicación
de la Carta y con reticencias que la censura se encargó de suprimir.103
El objetivo de De Rebus Hispaniae consistía en suministrar información
de la guerra española a las revistas católicas de todo el mundo cuya lista ha-
bía conseguido Bayle en uno de sus viajes a Roma; funcionaba como una
agencia de noticias, bien difundiéndolas o fabricándolas.
De Rebus Hispaniae es un ejemplo más de propaganda de guerra, de comu-
nicación persuasiva, interesada en divulgar y manipular noticias que demostra-
ran «el ensañamiento increíble de los rojos» como pretendía el cardenal Gomá.
Es lo que hacía Tebib Arrumi en Salamanca por otro lado. A tal fin, valía difun-
dir por ejemplo, al referirse a la expatriación de los niños republicanos, que «a
las jovencitas de trece a catorce años las desfloraron y corrompieron en la trave-
sía los marinos» por orden del gobierno rojo de Valencia.104 La forma de justifi-
car la ejecución de Carrasco Formiguera merece la pena contarla

Iba ya el ex diputado a salir camino de la cárcel y se entera el Gobierno del


General Franco de que habían fusilado en Barcelona a cinco de los nuestros
—entre ellos una señora— preparados para el canje, y natural y justamente si-
guió su curso la sentencia: Carrasco Formiguera murió, gustoso lo consigno,
como buen católico, más gritando ¡Viva Cataluña libre! con lo que vino a confir-
mar que la sentencia estaba bien fundada en derecho.105

Se difundían informes de las «salvajadas rojas en la diócesis de Badajoz»


sin nombrar para nada lo que ocurrió en la plaza de toros de Badajoz cuando
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 95

la iglesia salmantina 95

llegó «la columna de la muerte», lo mismo que de las «salvajadas marxistas


de Málaga», omitiendo cualquier referencia a la carta del Cardenal Pacelli a
Gomá, «expresándole el pesar del papa por las atrocidades del ejército nacio-
nal al entrar en Málaga» etc.106 Seguramente el golpe más bajo vino con Les
Grands Cimetières sous la Lune de Bernanos, «porque cuando viene un cató-
lico, monárquico, casi falangista, y testimonia, porque vivió entre ellos, crí-
menes y tropelías, aún los más sesudos flaquean, y admiten la autenticidad del
relato». Bernanos era, claro, «un necio o un malvado ... o un alucinado».107
¿Quiénes administraban este conjunto de mentiras y silencios? Aunque
no constituyeran un consejo formal de redacción hay cuatro escritores que
colaboran permanentemente y que ya conoce el lector en mayor o menor
medida: el jesuita Bayle, Castro Albarrán, el dominico Antonio Carrión108
y el agustino Teodoro Rodríguez, teórico de la anti España y de la imposible
conciliación;109 durante los primeros números fue colaborador asiduo tam-
bién el canónigo Artero. Se juntaba así el clero secular, salmantino, con el
clero regular de origen madrileño, una mezcla que tuvo que superar la prefe-
rencia del Ministerio de Serrano Súñer por los frailes como los más idóneos
para estas tareas.110 Había cierta especialización de modo que el magistral
de Salamanca escribía a menudo como si fuera el editorialista de temas doc-
trinales mientras que Bayle se ocupaba de aplicar el nacionalcatolicismo
(restauración del crucifijo en las escuelas, saneamiento de la cultura españo-
la...) o contar las bondades de los generales. No me resisto a extractar la de
Franco:

El General Franco es hombre modesto, amigo de su hogar, parco en pala-


bras, aborrecedor de posturas fotogénicas ... como militar lo conoce el mundo
entero ... Pues como estadista no se queda atrás ... Tuvo que improvisar la má-
quina complicadísima de la administración, y le resultó como ensayada de mu-
chos años atrás. ¡Mejor que la ensayada y practicada¡ ... Los datos prueban ser la
vida en España, tan fácil y la mitad más barata que en Francia en Italia y en casi
toda Europa, quedándose los extranjeros pasmados ... ¿Es Franco católico de
verdad? ...

Los hechos que lo afirmaban categóricamente eran casi innumerables: se


confesaba en África «siempre que salía a operaciones», oía misa devotamen-
te en Zaragoza, se ofrecía voluntario para llevar el palio en Mallorca y co-
mulgó devotamente en Las Palmas antes de coger el hidroavión (sic) para
Marruecos; y concluía:

Las ocupaciones del gobierno y de la campaña, que dirige por sí, son abru-
madoras; sobre la mesa del despacho le sorprenden a veces las cuatro de la maña-
na. Pues nunca se retira a descansar sin haber rezado el Santo Rosario en compa-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 96

96 esta salvaje pesadilla

ñía de su esposa, que le aguarda para ello. ¡Así bendice Dios y la Santísima Vir-
gen su obra!111

Se comprende que con esta literatura fuera difícil cambiar la opinión de


los católicos franceses que leían a Mauriac o Bernanos...
Parece lógico que cada uno de los que trabajaban como redactores del
Boletín escribiera en función de su preparación; así, el agustino Teodoro Ro-
dríguez, que había escrito durante la República contra la conciliación, confe-
saba, cuando volvieron a oírse de nuevo las voces de la mediación, que la
guerra había que continuarla hasta el final y que se fueran a vivir a Rusia
quienes la vitoreaban o quienes defendían «el amor libre o perruno»; en una
antítesis, no cabían puntos medios.112 Este objetivo de la victoria, sin abrazos
de Vergara ni Pacto de Zanjón, ocupa bastantes páginas, pues desde la pri-
mavera de 1937 la jerarquía eclesiástica se había opuesto firmemente a cual-
quier plan de mediación que pudiera llegar del Vaticano para conseguir una
paz negociada, tutelada por potencias europeas.113
No podemos pormenorizar otros temas de esta labor de contrapropagan-
da tales como la libertad de cultos en la España roja, el separatismo vasco,
«el judaico proceder de los rojos» o un inédito eje del mal Moscú-Praga-Pa-
rís, que indica el temor a los católicos franceses, al que había que oponer el
eje del bien Berlín-Roma-Tokio.114
En algún momento de la primavera de 1938 el Centro se trasladó a Bur-
gos en donde apareció el número 2 el 16 de junio de 1938 y así hasta el n.º 28
(1-VI-1940) que se editó en Madrid. Los cuatro primeros números fueron
impresos a multicopia, con frecuentes errores tipográficos; luego se fue per-
feccionando la edición y sistematizando la información, con el añadido de
que el Boletín era «para uso exclusivo de publicaciones periódicas». A partir
del número 10 de 15 de octubre de 1938 el Boletín se estructuró en cinco sec-
ciones: «1) NOSOTROS: el sentido católico del Movimiento nacional, 2)
ELLOS, Ateismo comunista de la España Roja, 3) El Movimiento Nacional
en el extranjero, 4) Documentación, 5) Bibliografía sobre el Movimiento Na-
cional». No podemos extendernos en el contenido de lo publicado en De Re-
bus Hispaniae que con sus martirologios y hagiografías de generales frente a
las salvajadas de los antiespañoles provocó una fractura que iba a durar mu-
cho tiempo.
Del anterior relato debe de quedar claro que el Centro Católico de In-
formación Internacional funcionaba como portavoz del Cuartel General de
Salamanca (y más tarde de Burgos) cumpliendo la misión de propaganda del
régimen, sin autonomía como institución eclesiástica, pues es Prensa y Propa-
ganda quien «arregla» los viajes de Bayle, censura al secretario de Estado Pa-
celli o a Pla y Deniel o dificulta la difusión de la encíclica Mit brennender
Sorge: «No me atrevo a que se publique —dice Gomá— ni siquiera en los Bo-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 97

la iglesia salmantina 97

letines, sin antes tantear oficiosamente el criterio de la casa grande [Cuartel


General]».115 También es perceptible que, sin despreciar la acogida dispensa-
da por las autoridades de Sevilla y de Burgos, «el nacionalcatolicismo de gue-
rra»116 dio sus primeros pasos en Salamanca y fue ayudado por muchas ma-
nos, además de las muy conocidas de Pla y Deniel, también por las de la
«troika» formada por Gomá, que prologa el libro de Guerra Santa de Castro
Albarrán, por éste y por el jesuita Bayle, encargado a su vez de recopilar y pro-
logar en 1940 las pastorales de Gomá (Por Dios y Por España). Creada la De-
legación Nacional de Servicios Documentales, el magistral y el jesuita Bayle
vuelven a estar juntos para poder utilizar aquella avalancha documental de
los «rojos mundos» para abrir «los ojos en el extranjero»; la carta que se re-
produce en el capítulo 11 no tiene desperdicio. Si hemos de fiarnos del Magis-
tral, casi la única propaganda que se hacía en el extranjero al acabar la guerra
era aquella que seguía haciendo el Centro de Información.
Digamos para completar la implicación política de la Iglesia salmantina
que en enero de 1937 fue creado el Servicio Artístico de Vanguardia, institu-
ción que como tantas otras del momento no escapaba a los condicionantes
de una guerra patriótica y hacía algo más que rescatar el tesoro artístico del
«expolio marxista;117 y allí encontramos también al musicólogo José Artero,
cuya función suponemos sería la de visitar las zonas ocupadas para recuperar
los tesoros artísticos. Pero lo sagrado y lo profano se confundían entonces en
tal amalgama que no es extraño que el responsable de tal Servicio Artístico
convirtiera un acto litúrgico de reconciliación en todo lo contrario. En su
plática «de hondo sentimiento español», pronunciada en la catedral de Ta-
rragona a fines de enero de 1939, se le escuchó el conocido exabrupto: «¡Pe-
rros catalanes! ¡No sois dignos del sol que os alumbra!».118
La literatura apologética del Movimiento Nacional tiene pocas variantes
en su argumentación, de modo que sería una pérdida de tiempo examinar las
disquisiciones de los «productos» salmantinos para justificar la guerra civil,
me refiero a Las dos ciudades de Pla y Deniel, La Guerra nacional española
del dominico Menéndez Reigada y Guerra Santa de Castro Albarrán, versión
actualizada de El derecho a la rebeldía, o ¿Qué pasa en España? de Bayle.
El principal objetivo, señalado una y otra vez de toda esa literatura du-
rante la guerra, es legitimar el Movimiento Nacional ilegitimizando a la Se-
gunda República; a esto se reduce, en mi opinión el aparato de propaganda
que empieza a funcionar en Salamanca. Como es bien sabido, el Alzamiento
no necesitó invocar ninguna motivación religiosa;119 fue un maquillaje de la
sublevación que los militares aprovecharon de mil amores, pero fue la jerar-
quía, sacerdotes como Albarrán y Artero o los dominicos quienes se echaron
en brazos de los sublevados para bautizar el pronunciamiento y asumir el en-
cargo de cambiar la opinión católica internacional. Franco iba ganando ba-
tallas pero perdió durante bastante tiempo, incluso después de 1939 la gue-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 98

98 esta salvaje pesadilla

rra mediática internacional, especialmente la de Francia y los intelectuales


católicos. Para lograr el fin de deslegitimar la República hacían falta dos co-
sas sobre todo: demostrar doctrinalmente, acudiendo principalmente a las
autoridades de la Escuela de Salamanca, la ilicitud del régimen republicano.
Tanto los dominicos del convento de San Esteban como Castro Albarrán es-
taban en el tiempo y lugar adecuados para atender mejor que nadie esta de-
manda. La otra cosa necesaria era demostrar, a posteriori, la maldad de los
hechos republicanos de febrero de 1936 en adelante. El magistral de Sala-
manca lo llevó a cabo con «estudios de campo», diríamos, y con recursos fo-
tográficos abundantes. Además, con el acceso al que hoy llamamos «Archivo
de la Guerra» se pensaba lograr información para que se pudiera demostrar,
como querían Bayle y Castro Albarrán, las «maquinaciones de los rojos en
orden a la cuestión religiosa» o los «excesos, principalmente en el orden mo-
ral y religioso [a que] hubiésemos llegado en el caso de haber ellos ganado la
guerra».
La confusión de la Iglesia con el Estado del 18 de julio tiene muchas im-
plicaciones que han sido analizadas más de una vez por diversos autores.120
Ahora bien, además del gesto simbólico de convertir el Palacio Episcopal en
Cuartel General de Franco, la actuación de la iglesia charra durante 1930-
1940 permite hablar de cierta especificidad y de un protagonismo que se
acentuaron cuando Salamanca se convirtió en el laboratorio del franquismo.
Cabría sistematizar la generosa colaboración o implicación directa de la Igle-
sia salmantina en el triunfo del régimen del 18 de julio en las seis funciones si-
guientes. Antes de la guerra, deslegitimó la República de palabra y de obra.
En segundo lugar, una vez desencadenado el conflicto, santificó la subleva-
ción; en tercer lugar, exculpó a los rebeldes, admitiendo como mucho algu-
nos errores, de inmediato corregidos; en cuarto lugar, a través de distintas
publicaciones, avaló la tesis de la imposible conciliación y de la necesidad de
la guerra hasta acabar con el enemigo. En quinto lugar las celebraciones re-
ligiosas desempeñaron junto a las funciones ideológicas propias del nacio-
nalcatolicismo, funciones recaudatorias para la causa de los sublevados. Por
último, la iglesia de Salamanca participó de modo hegemónico en la propa-
ganda internacional del régimen mediante el Centro de Información para com-
batir, con no mucho éxito, la hostilidad de los católicos, especialmente los
franceses. Se había cumplido la profecía del obispo salmantino en 1930: «Sa-
lamanca será recia farola de la iglesia, linterna de la civilización católica».
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 99

4
Que no se olvide el castigo:
la represión en Salamanca durante
la guerra civil
Santiago López García y Severiano Delgado Cruz
Universidad de Salamanca

Hay que tener en cuenta que también esa ideología izquierdista que
en algunos momentos profesó el sr. Torrelo, merece una sanción, y
aún cuando ya puede considerarse bien sancionado con el tiempo
que lleva en suspenso, parece lógico que su reingreso no se efectúe
como si fuese un honor, sino de modo que no pueda olvidarse que
fue sancionado.
(Del expediente de reingreso en 1948 del maestro
de instrucción primaria Arturo Aurelio Torrelo Molina,
dado de baja por depuración en 1937)

E N EL PRESENTE capítulo contamos cómo se vivió en Salamanca el devenir


de la guerra, centrándonos en el hecho que dominó la vida cotidiana: la
represión. La represión evolucionó al compás de la guerra. Al principio fue
de una extrema dureza y contundente. Era la adecuada para un golpe de Es-
tado. Pero el fracaso de éste convirtió a la represión en un terror sin cara y
ejercido con total impunidad. Aquel terror era imprescindible para mante-
ner la retaguardia en orden hasta que la campaña militar para tomar Ma-
drid concluyese. Los meses pasaron y cuando en noviembre se intentó to-
mar Madrid los insurgentes volvieron a tener un nuevo fracaso. Aquello
modificó la estrategia del terror, que se convirtió en un terror más institu-
cionalizado, con la cara de la justicia militar. Sin embargo, no debemos de
entender que la represión y el terror fuesen fruto del devenir de los aconteci-
mientos. Sólo los ritmos e intensidades lo fueron. Desde el primer momento
en el que se tramaron los complots, ya en abril de 1936, la idea de utilizar la
represión para mantener el territorio fue fundamental. Lo único que suce-
dió fue que la violencia se alargó ante el fracaso del golpe de Estado y du-
rante los primeros meses se convirtió en un terror impune, admitido y am-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 100

100 esta salvaje pesadilla

parado por todas las autoridades de los insurgentes. En nuestro relato no


pretendemos hacer una lista exacta de víctimas de la represión, sino mostrar
el mecanismo de ésta.

DE FEBRERO A JULIO DE 1936

Tras las elecciones del 16 de febrero de 1936, el debate político se centró en el


asunto de la revisión de las actas de diputados a Cortes por la provincia de Sa-
lamanca.1 En efecto, tras haber obtenido en primera instancia las derechas
seis escaños de los siete posibles, la revisión del proceso electoral llevada a
cabo por la comisión electoral de las Cortes determinó la pérdida por las dere-
chas de tres de ellos, bajo la acusación de haber comprado los votos. Al mis-
mo tiempo, el triunfo a nivel nacional del Frente Popular, y la formación de
un gobierno de partidos republicanos sin la CEDA, con apoyo socialista y co-
munista, supuso una honda decepción para la derecha salmantina, que conta-
ba entre sus filas con dos de los principales dirigentes del bloque contrarrevo-
lucionario: José María Gil Robles, el Jefe de la CEDA, y José María Lamamié
de Clairac, tradicionalista. Como consecuencia de la revisión de las actas, im-
pulsada por el diputado socialista José Andrés y Manso, Lamamié quedó fue-
ra de las Cortes. El triunfo del Frente Popular causó una desilusión especial-
mente notable entre las Juventudes de Acción Popular, que comenzaron a
orientarse hacia la Falange.2
Desde mediados de marzo, en determinados ambientes políticos y milita-
res empezó a fraguarse la idea de derribar al gobierno con un golpe de fuerza.
El primer plan de los golpistas, entre los que se encontraban los generales
Franco, Mola, Orgaz, Villegas, Fanjul, Ponte, Saliquet y Varela, consistía en
dar un golpe de mano el 20 de abril de 1936, mediante el cual Varela se apo-
deraría del Ministerio de la Guerra y Orgaz del cuartel general de la 1ª Divi-
sión Orgánica, en Madrid, dirigiendo la acción conjunta Rodríguez del Ba-
rrio,3 en la vieja línea de los golpes centrífugos, cuyo ejemplo más acrisolado
es la entrada del general Pavía en el Congreso de los Diputados en 1874, po-
niendo fin a la Primera República.
Sin embargo, la acción del Gobierno para desbaratar la conspiración mi-
litar forzó a abandonar la trama basada en Madrid y a encargar la dirección
al general Emilio Mola Vidal, comandante militar de Pamplona y jefe de la
12ª Brigada de Infantería, quien ideó un golpe centrípeto para forzar la caída
del gobierno presionando hacia Madrid desde la periferia territorial del Esta-
do, tal como habían hecho los generales Riego en 1820 o Primo de Rivera en
1923.4 El plan de Mola preveía que el general jefe de cada División Orgánica
declarase el estado de guerra para poner en manos militares la autoridad de
los gobernadores civiles y de los alcaldes, lo cual les permitiría militarizar el
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 101

que no se olvide el castigo 101

orden público. En los planes conspirativos, las divisiones orgánicas 5ª (Zara-


goza), 6ª (Burgos) y 7ª (Valladolid) tenían una importancia fundamental. En
cuanto se produjera el levantamiento debía salir sin demora una fuerte co-
lumna de Valladolid para marchar sobre Madrid a través de los puertos de
Guadarrama y Navacerrada, para lo que sería auxiliada por fuerzas de Sala-
manca, Zamora y Cáceres. Esta columna coincidiría en la sierra madrileña
con otras que, procedentes de Burgos, Pamplona y Zaragoza, confluirían so-
bre Madrid a través del puerto de Somosierra. Por su parte, la 8ª División (La
Coruña) y la 4ª (Barcelona) contendrían a los revolucionarios de sus propias
regiones, mientras que la 3ª (Valencia) lanzaría también una columna sobre
Madrid. Por último, el ejército de África, con la Legión y los Regulares Indí-
genas, marcharía sobre Madrid por Despeñaperros tras desembarcar en Má-
laga y Algeciras. Se suponía que ante la confluencia sobre Madrid de colum-
nas procedentes de todo el territorio, el Gobierno se rendiría en cuestión de
días y dejaría paso a la junta militar que debía presidir el general Sanjurjo.5
Para preparar el ambiente, desde mayo de 1936 comenzaron a circular
bajo mano unos «documentos secretos» que demostrarían la existencia de un
complot clandestino para un golpe comunista que se produciría el 29 de ju-
lio, con objeto de derribar el gobierno republicano e imponer un «Soviet na-
cional» presidido por Largo Caballero.6 El enlace de la conspiración en Cas-
tilla sería el diputado socialista por Salamanca José Andrés y Manso. Los
«documentos secretos comunistas» formaban parte de la trama golpista y es-
taban destinados a sembrar el miedo y la indignación en ambientes derechis-
tas y militares, pero, a pesar de ser «secretos», circularon con tal profusión
que hasta el diario socialista Claridad los publicó para ridiculizarlos.7 No
obstante, en los medios derechistas se hablaba de «listas negras» en las que
los revolucionarios habían apuntado los nombres de quienes iban a ser asesi-
nados en cuanto estallara la sublevación comunista.8 En general, la derecha
antirrepublicana propaló con insistencia el bulo de que la legislación de ám-
bito político, económico y religioso del primer bienio, e incluso la propia
proclamación de la República, respondía a una conspiración extranjera or-
ganizada secretamente por el judaísmo, la masonería y el comunismo.9
Al iniciarse el verano de 1936 los rumores de pronunciamientos militares
se sucedían, especialmente tras el asesinato de Calvo Sotelo el 13 de julio. Los
diputados y ex diputados del Bloque Agrario con sus visitas a los cuarteles y
con su dinero o el de la CEDA preparaban el levantamiento militar.10 El go-
bierno civil de Salamanca lo desempeñaba Antonio Cepas López, de Izquier-
da Republicana, del mismo partido que el alcalde de la capital, el doctor Cas-
to Prieto Carrasco, catedrático de Medicina de la Universidad y diputado.
Junto a él encabezaban el Frente Popular salmantino el inspector de enseñan-
za y profesor de la Escuela Normal de Maestros, José Andrés y Manso, dipu-
tado socialista y presidente de la Federación Obrera, y el veterano concejal
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 102

102 esta salvaje pesadilla

Manuel de Alba Ratero, obrero ferroviario, diputado provincial y dirigente


de la UGT.
La victoria del Frente Popular había servido para que el gobernador civil,
en uso de las atribuciones que le confería la Ley de Orden Público, repusiera
en sus cargos a los numerosos ediles republicanos y socialistas electos en
1931 (entre ellos Casto Prieto y los alcaldes de Béjar y Ciudad Rodrigo) que
habían sido cesados por el anterior gobernador a causa de la huelga general
revolucionaria de octubre de 1934. En la capital las elecciones generales las
había ganado el Frente Popular y en el conjunto de la provincia las ganó la
derecha (Cuadro 1, p. 31), pero el gobernador Cepas nombró comisiones
gestoras del Frente Popular para gobernar la Diputación Provincial y buena
parte de los municipios de la provincia.
La vida política salmantina estaba marcada por el gran desarrollo de la
derecha agraria y católica (Acción Popular, Bloque Agrario), propia de una
provincia donde dominaba la economía basada en la agricultura y la ganade-
ría, con la población dispersa en casi cuatrocientos municipios, en la que la
Iglesia católica tenía un gran peso a través de la educación, la beneficencia y
la religiosidad cotidiana. Junto a los pequeños arrendatarios, una gran masa
de jornaleros trabajaba en las dehesas y los latifundios, a la espera de que la
legislación social de la República y la reforma agraria les depararan una suer-
te mejor. El socialismo se desarrollaba en Salamanca sobre todo por medio
de la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (UGT), que había
conseguido organizarse en numerosos pueblos de la provincia alrededor de la
Casa del Pueblo, un lugar unitario en cuya actividad participaban todas las
sociedades y los partidos obreros. Allí se organizaba la actividad de los tra-
bajadores de izquierdas, se escuchaba la radio, se montaba una biblioteca, se
leían los periódicos, se preparaba la negociación de las bases de trabajo, se
organizaban las elecciones y las huelgas. Desde la Casa del Pueblo se difundí-
an, en suma, los valores societarios del republicanismo.11
Pero —como se explica en páginas anteriores— un importante sector de
la sociedad salmantina, identificado con «los intereses agrarios» y «la defen-
sa de la religión» consideraba que las novedades republicanas estaban po-
niendo en peligro sus intereses, sus principios sociales y su forma tradicional
de vida. Como dice Arrarás, sintetizando aquella manera de ver el mundo:

desde las elecciones de febrero la situación del campo salmantino se agrava por
instantes. Las Casas del Pueblo se han adueñado de los municipios, que rigen por
Comisiones gestoras; se invaden las dehesas con pretexto de la reforma agraria, y
la ganadería, que es una de las riquezas típicas y tradicionales de esta tierra, corre
peligro de desaparecer. Los Jurados Mixtos hacen imposible la convivencia en el
trabajo y éste es ruinoso. Acaban de promulgarse unas bases para la recogida de
la cosecha, que son un semillero de violencias y de disgustos y que constituyen la
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 103

que no se olvide el castigo 103

más grave preocupación de los agricultores salmantinos al acercarse este verano.


En La Gaceta Regional aparecen detalladas instrucciones a los afiliados del Blo-
que Agrario —poderosa entidad de dueños y arrendatarios de fincas y filial de la
CEDA— para que defiendan sus intereses ante los Tribunales, evitando la capri-
chosa aplicación de unas Bases, ya por sí lesivas e injustas.12

Otras organizaciones de izquierdas, como el POUM, el PCE o la CNT,


tenían una fuerza muy inferior a la de la Federación Obrera.13 Por su parte,
Falange Española era una organización pequeña, formada por activistas jó-
venes, y con apenas unos meses de vida en Salamanca.14 En medio de todos
ellos, el doctor Filiberto Villalobos, tantas veces diputado y ministro de la
República, representaba un republicanismo liberal y moderado que le valió
el odio de la derecha católica, como se expone en el anexo 2 del Capítulo 1. A
su vez, los partidos republicanos (Izquierda Republicana, Unión Republica-
na) no pasaban de ser pequeñas agrupaciones de cuadros, con pocos afilia-
dos, aunque muy representativos de la pequeña burguesía reformista.

GOLPE DE ESTADO, RESISTENCIA Y REPRESIÓN15

En el organigrama militar, Salamanca pertenecía a la 7ª División Orgánica,


con cuartel general en Valladolid, mandada por el general Nicolás Molero
Lobo, de probada lealtad republicana.16 Comandante militar de la plaza era
el general Manuel García Álvarez, jefe de la 14ª Brigada de Infantería. La
guarnición estaba compuesta por el regimiento de Infantería La Victoria (co-
ronel Manuel Palenzuela Arias) y el regimiento de Caballería Calatrava (te-
niente coronel Enrique Salazar).17 Jefe de la comandancia de la Guardia Civil
era el comandante Rodrigo Zaragoza, con tres compañías dispersas en nu-
merosos puestos por toda la provincia. Había también dos compañías de Ca-
rabineros y dos del Cuerpo de Seguridad y Asalto.18 En abril de 1936 se ha-
bía establecido en Salamanca el comandante retirado Fortea, enlace del
general Mola, quien logró organizar un grupo conspirador conectado con el
de Valladolid, del que el comandante de infantería Francisco Jerez fue uno de
los impulsores, junto con el falangista Francisco Bravo.19
El sábado 18 de julio, a mediodía, una compañía de Seguridad y Asalto,
mandada por el capitán Jesús Valdés y el teniente Honorio Inés, ambos de
probada lealtad, salió para Madrid, vía Ávila, siguiendo órdenes del Gobier-
no. El teniente Criado, que quedó al mando de los de Asalto, estaba en la
conspiración. Por su parte, el Ayuntamiento salmantino trabajó con norma-
lidad, celebrando por la tarde una sesión sobre asuntos ordinarios que termi-
nó a las nueve de la noche. Se reunió también la comisión gestora de la Dipu-
tación, teniendo como punto central a tratar una epidemia de sarampión
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 104

104 esta salvaje pesadilla

surgida entre las niñas del hospicio provincial. Al final de la reunión, el ges-
tor provincial Manuel de Alba hizo constar el apoyo de su grupo al gobierno
del Frente Popular, «ante la difícil situación por que atraviesa el gobierno de
la República ... exigiendo la adopción de medidas rigurosas y enérgicas para
oponerse a toda maniobra fachista», siendo apoyado por el grupo de Izquier-
da Republicana.20 Habían pasado ya las nueve de la noche y por la radio se
estaba difundiendo la noticia del levantamiento militar en África
Esa misma noche se reunieron en el Gobierno Civil el gobernador, Anto-
nio Cepas; el comandante militar, general García Álvarez; el alcalde, Casto
Prieto; y el diputado José Andrés Manso. El mando militar manifestó su leal-
tad al orden constituido y dio seguridades de calma absoluta en los regimien-
tos de la ciudad, lo cual hizo a los dirigentes civiles desechar la idea de convo-
car una huelga general. Prieto y Manso acordaron crear un comité de enlace
del Frente Popular, para hacer frente a la amenaza de golpe de estado.21 El
rumor se extendió rápidamente por la ciudad y grupos de jóvenes del Frente
Popular comenzaron a cachear sospechosos bajo los soportales de la plaza
Mayor22 y patrullar las calles, en especial los alrededores de la Casa del Pue-
blo (calle del Arco de la Lapa), y de los cuarteles.
En Salamanca, a pesar de lo dicho por el general, los militares no se man-
tuvieron leales al orden constitucional. Los brotes de reacción contra los in-
surgentes vinieron de las organizaciones ciudadanas de izquierda que inten-
taron mantener la legalidad, pero sus fuerzas resultaron ser claramente
insuficientes. El esfuerzo armado de las organizaciones democráticas conclu-
yó entre el 19 y el 20 de julio.23 De esta forma, Salamanca y otros lugares
donde triunfó el golpe militar se convirtieron de un día para otro, paradóji-
camente, en la retaguardia de la guerra civil provocada por el fracaso de gol-
pe militar en el conjunto de España.
En ningún lugar de España la autoridad civil, por sí misma, pudo hacer
frente a la jefatura militar. Si ésta se decantaba a favor de los golpistas, la re-
sistencia tenía sus horas contadas, sobre todo si la Guardia Civil, la de Asal-
to y los Carabineros se sumaban a la sublevación, como ocurrió en todas las
provincias de Castilla y León. En Salamanca la suerte del levantamiento se
jugó en realidad en Valladolid. Allí, el mismo día 18 por la noche los genera-
les Andrés Saliquet Zumeta y Miguel Ponte y Manso de Zúñiga24 detuvieron
al general Molero y sacaron las tropas a la calle. El general Saliquet se hizo
con el mando de la 7ª División y ordenó a todas las fuerzas bajo su mando
que declararan el estado de guerra, lo cual hicieron sin mayores dilaciones ni
obstáculos.
El día 18 por la tarde, el regimiento de Caballería había despachado dos
enlaces a Valladolid, para informarse de lo ocurrido en esa plaza, regresando
a Salamanca por la noche. El teniente coronel Salazar, de Caballería, y el co-
ronel Palenzuela, de Infantería, pidieron al comandante militar que declarara
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 105

que no se olvide el castigo 105

el estado de guerra, pero éste esperó unas horas, hasta tener órdenes directas
del mando de la 7ª División. Mientras tanto, en los aledaños del cuartel de
Caballería se produjeron tiroteos entre militares y civiles. Finalmente, García
Álvarez recibió una perentoria llamada telefónica desde Valladolid del gene-
ral Saliquet, en la que le decía que Burgos, Pamplona, Zaragoza y Galicia ya
estaban en armas, y que esperaba la colaboración del comandante militar de
Salamanca en el plazo de dos horas.25 García Álvarez no debió dudar mucho,
puesto que ya había declarado el estado de guerra el 7 de octubre de 1934, si-
guiendo órdenes del Gobierno.
La noche del 18 al 19 no estuvo exenta de movimientos, aunque muy ais-
lados, para prepararse contra el golpe militar. La Casa del Pueblo de Sala-
manca y la Diputación Provincial fueron los lugares desde donde el diputado
Manso organizó la resistencia de primera hora. Repartió las pocas armas que
había conseguido reunir y encargó a sus más allegados la defensa de puntos
estratégicos en la ciudad y en la provincia.26 Su plan era resistir en la capital
apoyándose en los obreros de los barrios, en especial de Pizarrales y del pue-
blo-barrio de Tejares. A su vez era vital mantener Ciudad Rodrigo y los pue-
blos al norte de ésta para tener una línea de retirada hacia Portugal. A su
mano derecha y secretario, Antero Pérez Rodríguez, presidente provincial de
las Juventudes Socialistas Unificadas, le dio una pistola y le encargó organi-
zar la resistencia en Ciudad Rodrigo. En la capital quedó el grueso de los di-
rigentes locales del Partido Socialista y de la UGT. Gonzalo Alonso Manza-
nera, presidente de la Junta de Reforma Agraria en Salamanca, instó al
gobernador para que llamase al de Zamora y coordinasen la resistencia. Ro-
mán Pérez Pérez, gerente del teatro Liceo, se ofreció al gobernador para cual-
quier misión en apoyo del Gobierno.27
Por la mañana ya se habían cerrado todos los planes inmediatos por parte
de los militares para hacerse con el control de la ciudad. Ésta todavía vivía aje-
na al conflicto que se estaba desatando. De hecho el domingo 19, a las ocho
de la mañana, se celebró con gran éxito la carrera de patinetes organizada por
El Adelanto, en la que se dieron cita 120 chavales y numerosos espectadores,
en la avenida de Rodríguez Sampedro (actual Comuneros). El Adelanto que-
ría llamar la atención sobre la necesidad de un parque para niños, del que Sa-
lamanca carecía.28
Los salmantinos asistentes a la competición infantil y los que se encontra-
ban en las calles por la costumbre de la misa o del paseo dominical, o para in-
formarse de los insistentes rumores que recorrían la ciudad, se fueron dando
cita en la plaza Mayor. Allí vieron cómo un escuadrón del cuartel de Caballe-
ría, a caballo y con casco metálico, mandado por el capitán José Barros Man-
zanares, entraba en la plaza Mayor por el arco de la calle del Doctor Riesco
(vulgo Toro) y leía el bando declarando el estado de guerra dictado por el ge-
neral Saliquet en Valladolid para todo el territorio de la 7ª División. La plaza
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 106

106 esta salvaje pesadilla

estaba llena de gente, sobre todo por la zona ajardinada que entonces ocupa-
ba la parte central, y apenas se oía lo que leía el militar.29 Tuvo lugar enton-
ces lo que dio en llamarse «el tiro de la Plaza», que marcó de forma bien trá-
gica el comienzo de la guerra en Salamanca y dio cumplida información del
talante con el que los militares pensaban actuar en adelante: el bando militar
terminaba con un «Viva España», que fue secundado por numeroso público.
Al parecer, hubo otros gritos, un hombre disparó con pistola contra los mili-
tares hiriendo a un cabo. El piquete hizo una descarga y mató a varias perso-
nas (cuatro hombres y una niña), que fueron las primeras víctimas de la gue-
rra civil en Salamanca.30 Después la Plaza quedó vacía, y vacías quedaron las
calles de la ciudad todo el día y toda la noche.
Esa misma mañana, los militares tomaron sin encontrar resistencia el
Ayuntamiento, el Gobierno Civil (calle del Prior),31 Correos (plaza de Santa
Eulalia), la Telefónica (plaza de los Bandos), la emisora Inter Radio Salaman-
ca32 y la estación del tren, y distribuyeron destacamentos por distintos lugares
de la carretera de circunvalación (lo que hoy es el anillo Canalejas-Mirat-Car-
melitas-San Vicente-Rector Esperabé) y de las vías férreas que pasaban por la
ciudad, en especial el puente de hierro sobre el Tormes. Los falangistas que ha-
bía en la cárcel fueron liberados y su jefe, Francisco Bravo, comenzó de inme-
diato a organizar sus milicias y grupos de choque. El general García Álvarez
designó a los militares de su confianza que deberían sustituir a los cargos civi-
les: el comandante del Centro de Movilización y Reserva número 14, Francis-
co del Valle Marín, pasó a ser alcalde de la ciudad. El día 19 a las diecisiete ho-
ras y veinticinco minutos entraba en el consistorio anulando el poder civil en la
capital.33 Por otro lado, el teniente coronel Rafael Santa Pau Ballester fue
nombrado gobernador civil y el coronel retirado Ramón Cibrán Finot, presi-
dente de la Diputación.34 El nuevo gobernador civil dio orden de sustituir «to-
das las gestoras municipales socialistas con elementos patrióticos», y además
—dice el gobernador en la prensa— «se invita a todos los patriotas a que se
presenten con urgencia en el cuartel de Infantería para ser militarizados. En los
pueblos, todos los labradores, los valientes patriotas, deberán ponerse inme-
diatamente en contacto con la Guardia Civil, secundándola en la tarea de re-
ducir los pequeños focos extremistas. Las fuerzas de la Benemérita tienen or-
den de entregar las armas a las personas que las depositaron anteriormente.35

Los afiliados de Falange Española, Acción Popular, Bloque Agrario, Reno-


vación Española y Requetés, y demás organizaciones de tipo nacional, deben
presentarse a secundar las decisiones de la Benemérita, acabando en horas con el
poder socialista refugiado en las Gestoras.
Salmantinos, la victoria de las fuerzas armadas es segura. Ayudadlas todos
por España y para España. ¡Viva la Patria!
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 107

que no se olvide el castigo 107

Por su parte, el comandante militar, general García Álvarez, comunicaba:

Se recuerda a todos que los preceptos del Bando declarando el estado de gue-
rra serán cumplimentados con todo rigor. Durante toda la noche las fuerzas pro-
cederán con la máxima energía para acabar con los alarmistas.
En toda la provincia la opinión se suma al movimiento. En los pueblos la
Guardia civil procede a destituir a las Comisiones gestoras socialistas, entregan-
do el mando a los patriotas.
El entusiasmo patriótico en las masas agrarias de toda la región es enorme.
Se ha decidido que en aquellos pueblos donde no haya fuerzas de la Benemérita,
las fuerzas nacionales de cada localidad se incauten del Ayuntamiento, mante-
niendo el orden a todo trance ...
Una pequeña columna recorrió Ciudad Rodrigo y su partido, restableciendo
la confianza de la masa popular, que con sin igual entusiasmo se suma al movi-
miento de las fuerzas armadas, que llevan adelante con toda decisión para evitar
que España se una a la barbarie comunista ...
En cuanto a la capital, es menester que todos los ciudadanos hagan su vida
normal, que abran los comercios, que se trabaje en los talleres y fábricas y que la
clase obrera, desengañada del rumbo lamentable que se imprimía al país entero,
vuelva al trabajo, colaborando en el pronto restablecimiento de la normalidad.
Para lograr lo anterior, la autoridad no escatimará esfuerzos y observará una ac-
titud implacable.
Salmantinos, españoles todos. Viva España. Viva la República con dignidad.36

Los días 19 y 20 de julio se produjeron las primeras detenciones. Además


de los dirigentes políticos más conocidos, los mandos militares sublevados
contaban ahora con toda la información policial archivada en la comisaría y
en la comandancia de la Guardia Civil, lo cual les permitió detener en los pri-
meros momentos a cientos de personas que se habían significado en el pasa-
do por haber sufrido detención gubernativa.37 Los socialistas Miguel Mella-
do Castro, Juan Francisco Martín Sánchez (presidente de la agrupación
socialista), Ignacio Hernández Leal (secretario de la Casa del Pueblo y diri-
gente de la UGT), Octavio Rivas García, Marcelino Álvarez Ramos, Ángel
Rivas Vicente, el concejal Manuel de Alba Ratero y el diputado Manso fue-
ron detenidos y más tarde ejecutados.38 Tan sólo Antonio Alonso Medina,
Manuel Andrés Carballo y Antonio Blanco Roldán (presidente de la sección
de oficios varios de la UGT)39 sobrevivieron entre el grupo de dirigentes so-
cialistas de Salamanca, aunque no serían indultados hasta 1959.40 El conce-
jal socialista Luis Maldonado Bomatti fue a parar a la prisión, y murió en
una de las sacas.41 Igualmente fue detenido el concejal y veterano dirigente
socialista Primitivo Santa Cecilia Rivas, de 61 años de edad, que había sido
diputado en la legislatura 1931-1933 y fue quien, como alcalde provisional,
izó la bandera tricolor el 14 de abril de 1931.42
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 108

108 esta salvaje pesadilla

También fueron detenidos de inmediato los dirigentes comunistas Mateo


Delgado González y Luis Campo Redondo.43 Manuel Sánchez Rodríguez, di-
rigente de la sección salmantina del POUM, salvó la vida manteniéndose hui-
do por el campo durante varias semanas, hasta que pudo regresar a su casa,
en la que permaneció escondido varios años.44 El concejal de Unión Republi-
cana Pablo Sotés Potenciano fue detenido el 21 de julio, acusado de ser diri-
gente del Frente Popular y masón, lo cual era cierto, pero perfectamente legal
hasta el 18 de julio de 1936, mas no fue obstáculo para que un consejo de
guerra le condenara a pena de muerte. El presidente de la Diputación, Anto-
lín Núñez Bravo, del mismo partido, fue detenido el 20 de agosto bajo las
mismas acusaciones que Sotés, siendo también condenado a muerte.45 El al-
calde de la capital, Casto Prieto Carrasco, fue sacado de la cárcel a finales de
julio de 1936, junto con el diputado José Andrés y Manso.
Según Fraser, unos falangistas de Valladolid que volvían del frente de
Madrid, excitados por la muerte en acción de guerra de su jefe Onésimo Re-
dondo, sacaron a Prieto y a Andrés Manso de la prisión provincial con la ex-
cusa de conducirlos a la prisión de Valladolid y los mataron en la cuneta de la
carretera a treinta kilómetros de Salamanca, en el término municipal de La
Orbada.46 Según la versión de la viuda de Manso, Fe García Encinas, éste fue
asesinado el 24 de julio, cuando fue a buscarlo a la cárcel un grupo de falan-
gistas encabezado por Francisco Bravo,47 pero, como se recoge en el capítulo
9, los escritos de Casto Prieto desde la cárcel prueban que tanto éste como
Manso fueron sacados el 29 de julio. Como luego veremos, las sacas de la
cárcel no se hacían sin control. Prieto y Manso eran los máximos represen-
tantes en Salamanca del Frente Popular, y fueron las primeras víctimas de los
sublevados mediante saca de la cárcel. Su muerte fue una represalia por la de
Onésimo Redondo y un aviso de hasta dónde estaban dispuestos a llegar. Por
otra parte, lo lógico sería que los falangistas vallisoletanos fueran a ver al jefe
de sus correligionarios salmantinos, Francisco Bravo, en lugar de dirigirse a
la cárcel directamente, pues para sacar a un preso de la cárcel hacía falta una
orden firmada por la autoridad de la que dependiera el preso. Seguramente
los detenidos en razón de su cargo político eran presos gubernativos a dispo-
sición del gobernador civil. Por tanto, la muerte de Prieto y Manso parece
más lógico que haya sido urdida en Salamanca, en concreto entre la jefatura
de Falange y el Gobierno Civil, que no consecuencia de un calentón de unos
falangistas foráneos.
La resistencia fuera de la capital se centró en los barrios obreros de Teja-
res y Pizarrales. En este último, el vicepresidente del Centro Cultural, Víctor
González Carrasco, junto con José Sánchez Martín, repartieron algunas pis-
tolas la noche del 18. González Carrasco era sindicalista de la UGT, y ya se
había destacado como delegado de los obreros de la barriada en la reforma
agraria. Sus esfuerzos de primera hora contra los insurgentes, traducidos en
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 109

que no se olvide el castigo 109

tiroteos infructuosos con los centinelas de los cuarteles y las patrullas milita-
res, que se prolongaron durante toda la noche del 19, dieron paso a una resis-
tencia pasiva en forma de huelga. En los días siguientes, del 24 al 31 de julio,
los dirigentes de la Casa del Pueblo de Tejares y del Centro Cultural de Piza-
rrales, todos ellos obreros de la UGT, fueron detenidos y acusados de haber
organizado la resistencia en Salamanca.48
Al levantarse la gente el día 19 no sabían aún la gravedad de los aconteci-
mientos de la pasada noche. La ciudadanía, como sucedía en buena parte de
España, no podía imaginar el cariz que estaban tomando los acontecimien-
tos, pero aquella mañana, tras «el tiro de la Plaza», los salmantinos se encon-
traron de bruces con el terror que les acompañaría de forma explícita los si-
guientes seis años.49 Por supuesto, los dirigentes y los colaboradores de los
movimientos de izquierda ya eran muy conscientes de que había que escapar
o refugiarse. Pocas posibilidades ofrecían los alrededores para escabullirse de
una posible persecución. La capital pronto se convirtió en una jaula. En los
días siguientes se sucedieron las detenciones y las persecuciones, que termi-
naron, en ocasiones, con la vida de los que intentaban huir.50
En el campo, la Guardia Civil se encargó de acabar con cualquier resis-
tencia al golpe. Una vez bloqueados los caminos, los guardias fueron redu-
ciendo y apresando a todos aquellos que habían intentado oponerse al alza-
miento, a los alcaldes que no habían querido proclamar el estado de guerra y
a los que estaban siguiendo la huelga general desde el día 21. En algunos pue-
blos todavía pensaban que las cosas volverían a su cauce democrático, de lo
contrario no se entienden sucesos como los de Retortillo, donde el alcalde
Isaías Montero Egido se negó a publicar el bando de guerra y declaró la huel-
ga general. Él y diez más fueron apresados casi en el mismo momento y el jui-
cio militar fue inmediato. Montero fue condenado a treinta años de reclusión
y al pago de una multa de 10.000 pesetas por rebelión. El resto sufrieron con-
denas entre dos años y ocho meses. Finalmente, en 1941 la mayoría serían in-
dultados.51
La huelga general declarada de forma espontánea se mantuvo durante
unos días. El Adelanto no volvió a salir hasta el 28 de julio, aprovechando la
salida para manifestar su «total adhesión al movimiento iniciado en pro de
la salvación de la Patria por el heroico Ejército Español» y para hacer un com-
pendio de lo sucedido durante esos días. Se daba por segura la toma de
Madrid en breves fechas, debido a la confluencia de rápidas columnas moto-
rizadas que habían salido desde Zaragoza, Pamplona, Logroño, Burgos y Va-
lladolid, para converger con las columnas que habían salido desde Algeciras y
Málaga.52 El miércoles 21 —seguía informando El Adelanto— «llegó a Sala-
manca un grupo de fascistas de Valladolid», que entraron en la ciudad acom-
pañados por la banda de música del regimiento de Infantería, entre gritos de
«¡Viva España! y ¡Viva el fascio!». Se sumaron a la manifestación varios miles
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 110

110 esta salvaje pesadilla

de personas, hasta llegar a la plaza Mayor, donde fue izada en el balcón del
ayuntamiento «una bandera fascista traída de Valladolid». Todos los días,
Inter Radio Salamanca, en conexión con Radio Castilla de Burgos, Radio Va-
lladolid y Radio Club de Lisboa, transmitía noticias del movimiento salvador
de España y las soflamas y arengas de los jefes militares y políticos. Tres mil
voluntarios de la capital y provincia se habían presentado en los cuarteles
para ponerse a disposición de las autoridades. Falange Española había orga-
nizado en pocos días varias compañías, mientras que Acción Popular y el Blo-
que Agrario organizaron otra.53 Por su parte, la Cámara de Comercio solicitó
la militarización de las clases mercantiles e industriales «ante la amenaza de
que las hordas rojas, sicarios de Rusia, se aproximaban a Salamanca». Pronto
se formó una compañía de la Guardia Cívica con aquellos que sabían manejar
el fusil y otra con los que no sabían manejarlo, que comenzaron a ser adiestra-
dos en el cuartel de Infantería. Por toda uniformidad se les dio un brazalete y
una gorrilla cuartelera con borla. Un mes más tarde ya eran seis las compañías
de «gentes de orden» que, con imposible apariencia militar, desfilaban por la
ciudad, organizaban misas de campaña y hacían la ronda de día o de noche,
cacheando y amedrentando a quien les parecía oportuno.54
A mediodía del viernes 24 salió un batallón del regimiento de Infantería
La Victoria, mandado por el comandante Juan Toribio de Dios, hacia el Alto
del León, en la sierra de Guadarrama, teniendo un primer choque, de poca
importancia, en Villacastín, y acampando finalmente en El Espinar. En él
formaron como voluntarios unos doscientos muchachos falangistas.55 Poco
después comenzaron a aparecer en la prensa local las primeras esquelas por
la muerte de los «heroicos mártires» caídos por Dios y por España.
El sábado 25 se constituyó con gran solemnidad el nuevo Ayuntamiento,
presidido por el comandante Francisco del Valle, del que formaban parte
Íscar Peyra y Miguel de Unamuno. En ese mismo acto se izó por vez primera
en los balcones del ayuntamiento la bandera bicolor roja y gualda, al igual
que en Béjar y otras localidades de la provincia.56 Sin embargo, la bandera
tricolor perduró en muchos ayuntamientos de la provincia hasta el decreto
de la Junta de Defensa Nacional. Al mismo tiempo comenzó una larga serie
de fiestas patrióticas para la reposición del crucifijo en las escuelas y el izado
de la bandera nacional.
El domingo 26, «la animación en la capital fue completa, viéndose con-
curridísimos los cafés, terrazas y establecimientos públicos. En el Coliseum
hubo funciones de cine de cuatro a seis y media y de siete a nueve, acudiendo
también numeroso público. El aspecto de la población era de completa nor-
malidad. Varios camiones de soldados y milicias salieron con dirección a
Guadarrama. A su paso por las calles, las tropas eran objeto de constantes y
delirantes ovaciones, con gritos de ¡Viva España! La banda del regimiento de
Infantería dio conciertos en la Plaza y calles principales.»57
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 111

que no se olvide el castigo 111

El día 27 salió para Ávila otro batallón del regimiento La Victoria, al


mando del comandante Juan Ortiz. Este batallón se quedó en Ávila, que ca-
recía de guarnición militar y estaba expuesta a los ataques de las fuerzas gu-
bernamentales. El día 29 salieron dos escuadrones del regimiento de Caballe-
ría Calatrava, al mando del comandante Luis Merlo, con la misión de ocupar
Villacastín, y una columna motorizada organizada por el comandante de la
Guardia Civil Lisardo Doval —tristemente célebre por su brutalidad durante
la represión de la huelga de octubre de 1934 en Asturias—, compuesta por
unos ochocientos hombres, entre guardias civiles, falangistas y requetés de
Salamanca, Zamora y Cáceres, además de cinco sacerdotes y dos frailes do-
minicos del convento de San Esteban, con la intención de ocupar los pueblos
de Ávila que se encontraban bajo control del Gobierno.58 Poco después pasó
una columna de unos 700 militares y «jóvenes fascistas» de Zamora con des-
tino a Ávila.59
La pronta caída de la capital provincial condujo al desanimo en las otras
poblaciones y al pánico ante la inminente llegada de los militares y las mili-
cias armadas de derecha. Las resistencias más notables se dieron en Ciudad
Rodrigo y Béjar, así como en sus pueblos más próximos como Saelices el Chi-
co o Calzada de Béjar. El resto de la provincia parece que no se preparó para
resistir, sino que esperaban que desde Salamanca llegaran tropas leales al
Gobierno. En toda la provincia resultó determinante la actuación de la Guar-
dia Civil, que desde el primer momento obedeció sin vacilaciones las órdenes
cursadas por la autoridad militar en el sentido de declarar el estado de gue-
rra, disolver las gestoras municipales regidas por el Frente Popular y detener
a los elementos «extremistas».
En Ciudad Rodrigo, Antero Pérez había logrado organizar la resistencia
la misma noche del 18. A su llegada reunió en el Ayuntamiento a las autori-
dades locales del Frente Popular, encabezadas por el alcalde de la ciudad,
Manuel Martín Cascón. Junto a ellos estaban Aristóteles González Riesco
(gestor de la Diputación Provincial),60 y Domingo Hurtado Martínez (presi-
dente del Partido Comunista en Ciudad Rodrigo). También se les unieron
otros miembros del consistorio o que habían apoyado en las elecciones al
Frente Popular, como Joaquín Gaite Veloso (director del Instituto de Segun-
da Enseñanza), Luis Sánchez Rivera (agente de Vigilancia), Vicente Repila
Tetilla (carretero), Aquilino Moro Ledesma (sastre) y Emilio Calvo Vallejo
(alpargatero). Su intención era defender Ciudad Rodrigo del avance que ven-
dría por la carretera de Salamanca si se confirmaba la caída de la capital.
Con este propósito intentaron montar la resistencia en el pueblo y proteger la
retirada hacia Saelices el Chico, donde Eusebio Garduño Alonso y Martín
Cenizo Calderero habían organizado una débil resistencia. Entre Saelices y
Ciudad Rodrigo, Epifanio Cejudo Cejudo, cartero del primero de los pue-
blos, sirvió de enlace para las órdenes.61 Más al norte, también el alcalde de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 112

112 esta salvaje pesadilla

Villar del Ciervo, Ángel Lorenzo Bajo, estaba preparado para cortar la carre-
tera e impedir el paso a los insurgentes, era el último punto de resistencia an-
tes de escapar por Aldea del Obispo a Portugal.62
En Ciudad Rodrigo, como en muchos otros lugares de España, las autori-
dades locales intentaron seguir las consignas del Gobierno que se emitían
desde Unión Radio de Madrid, que consistían en requisar armas y automóvi-
les y hacerse con el control de los cuarteles de la Guardia Civil. Lo primero
que intentaron fue convencer al comandante del puesto de la Guardia Civil
para que les entregara las armas procedentes de las incautaciones que ésta
había hecho en los meses anteriores, en aplicación del decreto de revisión de
licencias. El comandante se negó, pero tampoco inició ningún movimiento
contra ellos. El alcalde requisó todos los vehículos de tracción mecánica para
impedir traslados de tropas, traer milicianos de izquierdas e intentar tomar el
cuartel. La comitiva estuvo recorriendo la ciudad todo el día 19, pero en nin-
gún momento contaron con armas y hombres suficientes para enfrentarse a
la Guardia Civil. El comandante se limitó a esperar que los seguidores del al-
calde se dieran cuenta de su aislamiento. Salamanca ya había caído. A última
hora de la tarde hizo su aparición para declarar el estado de guerra, pero la
resistencia fue lo suficientemente fuerte como para hacerle volver al cuartel.
Por la noche llegaron otros números de la Guardia Civil procedentes de Vi-
llar del Ciervo, que habían sido despedidos no sin tensión por los propios ha-
bitantes de aquel pueblo.63 Pero no sería hasta la mañana del día 20 cuando
conseguiría la Guardia Civil controlar la situación y declarar finalmente el
estado de guerra. Los dirigentes de la resistencia fueron apresados y conduci-
dos a la cárcel de Salamanca para esperar el juicio militar, que se celebró el
21 de agosto de 1936, y la condena de pena de muerte. De todos los dirigen-
tes detenidos tan sólo a Cejudo y a Calvo Vallejo se los condenó a 30 años de
prisión, el resto fue fusilado el 30 de agosto.64 Pero incluso estos dos desapa-
recían cinco meses más tarde, en el traslado al penal de Burgos, al que nunca
llegaron.65
En Ledesma el farmacéutico Raimundo García Bartolomé, apoderado
del Frente Popular, el mismo día 18 por la noche tomó su coche y se dedicó
a recorrer los pueblos colindantes convocando a los jornaleros a defender
Ledesma del ejército y hacerse con el cuartel de la Guardia Civil. Pero las no-
ticias de que un destacamento militar venía para batirlos hizo desistir a aqué-
llos de cualquier acción. Unos días después Raimundo fue dado por desapa-
recido y más tarde por fallecido en 1936 sin especificar la fecha concreta.66
Una columna de sesenta hombres (soldados de infantería y voluntarios de
Falange y de las JAP) recorrieron las comarcas de Ledesma y Vitigudino para
disolver las gestoras municipales del Frente Popular e implantar el nuevo or-
den.67 En Peñaranda de Bracamonte algunos vecinos estaban dispuestos a lu-
char, pero parece que nunca lo hicieron. Temían la llegada por tren de algu-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 113

que no se olvide el castigo 113

na milicia fascista procedente de Salamanca, así que el día 20 se apostaron en


la línea férrea e hicieron descarrilar el tren correo número 312 con dirección
a Ávila. Allí acabaron sus actos de resistencia.68
Los bulos en uno y otro sentido se sucedieron, como el de la llegada inmi-
nente de una columna de mineros asturianos camino de Madrid.69 Algunos
de los alcaldes socialistas de los pueblos de la carretera de Madrid se apresta-
ron a defender la vía en espera de la llegada de los asturianos.70 Este parece
que fue el caso de José Gómez Alonso, alcalde por el Frente Popular del pue-
blo de Encinas de Abajo. Con un puñado de hombres y algunas escopetas se
dispusieron a vigilar una carretera por la que nunca pasó la columna de astu-
rianos. El 23 de diciembre de 1936 sería sentenciado y fusilado.71
Béjar, la única ciudad industrial de la provincia, con sus famosas fábricas
de tejidos y una potente Casa del Pueblo, se encontraba en la carretera Sala-
manca-Cáceres y en la línea férrea de Astorga a Plasencia. Desde antiguo te-
nía tradición liberal, republicana y socialista, por lo que ante la noticia del
golpe de estado se declaró de manera inmediata la huelga general y se hicie-
ron barricadas en la Puerta de Ávila y en la Corredera. La Guardia Civil de la
localidad, mandada por el capitán Evaristo Falcó, no se atrevió a proclamar
el estado de guerra, permaneciendo encerrada en el cuartel. El día 20 pasó
por allí una compañía del batallón de ametralladoras número 7 de Plasencia,
que se dirigía a Ávila, y fue tiroteado por los grupos obreros que vigilaban la
carretera. Uno de los jóvenes bejaranos murió. El día 21 llegaron en coche
unos falangistas salmantinos, dirigidos por Ignacio Sánchez Cobaleda, para
entregar en mano al jefe del puesto de la Guardia Civil la orden del coman-
dante militar de declarar el estado de guerra, pero fueron recibidos a tiros
cuando entraban en la ciudad, muriendo Cobaleda y otro falangista, así
como un bejarano. Como respuesta a esta muerte, una patrulla de treinta y
dos falangistas —la primera que se organizaba— salió para Béjar, seguida
por una centuria al mando de Mayorga,72 y por una compañía del regimien-
to La Victoria, a las órdenes del capitán Mariano Moreno de Vega,73 que
ocuparon la ciudad sin resistencia. La Guardia Civil se hizo finalmente con el
poder local y el día 25 se constituyó una comisión gestora municipal con
nuevos cargos: Faustino García (alcalde), Emilio Muñoz, Ernesto Izard, Hi-
ginio Cascón, Manuel Francés y José González. Todos ellos hicieron constar
en acta que aceptaban el nombramiento sólo por la gravedad de las circuns-
tancias y por creerlo un deber cívico, pero con carácter provisional y espíritu
de concordia. El alcalde del Frente Popular, Eloy González Benito y el conce-
jal Valentín Garrido Muñoz fueron apresados y conducidos a Salamanca.74
De inmediato comenzaron las detenciones, que alcanzaron un número des-
mesurado: unas 400 personas. A una docena de mujeres, entre ellas la maes-
tra doña Aquilina, de sesenta años, les raparon la cabeza y les obligaron a re-
correr las calles céntricas. La huelga se prolongó hasta el día 29. En las
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 114

114 esta salvaje pesadilla

carreteras que iban de Béjar a los pueblos cercanos aparecían todos los días,
durante el mes de agosto, cadáveres de hombres tirados en las cunetas.75
En las cercanías de Béjar se mantuvieron huidos algunos militantes de iz-
quierdas, contra los que la Falange de Béjar organizó una batida el 11 de
agosto, en el paraje llamado Cancho de la Muela, ya en la provincia de Cáce-
res. De siete huidos, tres murieron, uno fue capturado y los otros dos escapa-
ron heridos.76
Arrarás da cuenta de uno de los «episodios sangrientos» originados por
la resistencia de la autoridad local. Ocurrió en «Lebaña (sic), pueblecillo si-
tuado en la carretera de Salamanca a Béjar». Seguramente se trata de Beleña.
«Llegó ante él un camión ocupado por falangistas, que se dirigía a la última
ciudad, y encontró cerrado el camino por un parapeto de piedras y troncos
de árboles, que le impedía continuar. El jefe, un teniente de la Guardia Civil,
requirió al alcalde para que ordenara retirar el obstáculo, mas como se nega-
ra y respondiera insolente y amenazador, se hizo fuego y el alcalde cayó sin
vida. Este duro castigo llenó de temor a los sediciosos, que entregaron sus ar-
mas sin hacer la menor resistencia.»77
Tras los acontecimientos de Ciudad Rodrigo y Béjar, la resistencia arma-
da, si es que así puede adjetivarse, había concluido en la provincia. La milita-
rización de Salamanca y sus grandes pueblos fue absoluta tras la declaración
general de estado de guerra el día 21 y el toque de queda. Por la noche en la
capital sólo se movían los militares y algún médico para asistir a las urgen-
cias, siempre escoltado por una guardia especial.78 Los periódicos pasaron a
confeccionarse de día, en lugar del tradicional trabajo nocturno. En este am-
biente fue fácil desatar una represión sistemática contra los dirigentes de iz-
quierda, en especial los del Partido Socialista y los cargos municipales del
Frente Popular.
La respuesta de la población fue variada. Por una parte se iniciaron las
huidas hacia Portugal, León, Gredos y Extremadura, pero parecen haber
sido muy pocas. Primero, porque la gente no esperaba que la inestabilidad se
prolongara tanto tiempo, ni que se desatara una represión tan brutal en la re-
taguardia. La huelga general revolucionaria de 1934 se había solventado con
una veintena de consejos de guerra y varias decenas de detenciones guberna-
tivas.79 En principio no había motivo para pensar que la cosa fuera a ser
peor: Salamanca y su provincia no habían tenido ningún acontecimiento im-
portante contra las iglesias ni el clero tras la victoria del Frente Popular. Tan
sólo allí donde se habían ocupado algunas fincas y donde se había iniciado la
reforma agraria podía esperarse un «ajuste de cuentas».80 Como veremos,
los pueblos más destacados en la reforma agraria serían duramente represa-
liados. Segundo, porque la escapatoria más fácil, la portuguesa, se cerró rápi-
damente al rechazar el gobierno vecino la entrada de refugiados de izquierda.
Otra respuesta fue inhibirse ante la represión. Era la consecuencia lógica de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 115

que no se olvide el castigo 115

la derrota infligida en los primeros momentos del alzamiento contra los par-
tidarios del diputado José Andrés y el alcalde Casto Prieto, e incluso contra
sus familiares. Un pariente del doctor Prieto que era secretario del Ayunta-
miento de Morasverdes, viajó casualmente a la capital en julio y fue deteni-
do. Estuvo en la cárcel hasta mayo de 1937, sin ser juzgado, y fue puesto en
libertad moribundo causa de una dolencia en la vejiga para la que no recibió
tratamiento en prisión.81 Durante años los apellidados Manso en Salamanca
sentían miedo cuando tenían que identificarse.
De todas formas, la huelga general siguió adelante. La huelga fue la últi-
ma manifestación de resistencia en la provincia y se mantuvo más de un mes,
especialmente en la capital y fundamentalmente entre los empleados munici-
pales y en la construcción, hasta el 3 de agosto. La parálisis en algunos servi-
cios públicos fue notable, a juzgar por el número de empleados expulsados
por no comparecer en los días siguientes. Cuando el día 25 se reanudaron los
plenos de la corporación, algunas de las intervenciones aludían a la huelga
que estaba teniendo lugar. Sin embargo, el nuevo hombre fuerte en la capital,
el comandante Francisco del Valle, dejó claro que ninguna huelga paralizaría
la actividad del consistorio. Mandó reunir en la sala capitular a la nueva rela-
ción de miembros del Ayuntamiento, que había sido pergeñada por el gober-
nador civil, para poner remedio a la situación.
Antes de nada, en el pleno del día 25 de julio el problema de la legalidad
del nuevo consistorio quedó zanjado. El gobernador civil designó a los susti-
tutos para los puestos de alcalde y concejales —entre ellos a Miguel de Una-
muno— en virtud de las facultades que le otorgaba el artículo 55 de la Ley de
Orden Público. La trampa legal se llevó a cabo considerando los asientos de
los miembros de la oposición, ausentes forzosos, como vacantes. Para dar
una apariencia de legalidad al acto el anterior alcalde Íscar Peyra pronunció
un corto discurso en favor de la «nueva Nación» y contra el marxismo. No
tuvo réplica. La oposición había desaparecido. Sin embargo, Unamuno puso
en duda que la situación del momento fuese una pugna de ideas o de doctri-
nas, para él era «sencillamente un estallido de malas pasiones». No obstante,
y cayendo en una clara contradicción, justificaba su presencia en aquel reme-
do de Ayuntamiento porque esperaba «salvar la civilización occidental, la ci-
vilización cristiana amenazada. Bien de manifiesto está mi posición de los úl-
timos tiempos, en que los pueblos estaban regidos por los peores, como si se
buscase a los licenciados de presidio para mandar los pueblos.»82 Este com-
portamiento ambiguo y crítico a la vez terminaría siendo incómodo para las
nuevas autoridades. El respaldo ético que daba su presencia fue pronto re-
chazado, y ese mismo nuevo Ayuntamiento pediría su procesamiento cuatro
meses más tarde.
No se tardó en hacer un nuevo reparto de cargos.83 Miguel Íscar Peyra
quedó como primer teniente de alcalde, pero estaba claro que el comandante
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 116

116 esta salvaje pesadilla

Del Valle era quien realmente iba a mandar; sólo necesitaba a Íscar, y en par-
te a Unamuno, para arrogarse cierta credibilidad y legalidad, en un momento
en el que el legítimo alcalde estaba detenido y todavía los usurpadores no
contaban con la parafernalia de una nueva legalidad que los legitimara ante
la sociedad. En aquellos momentos la única legalidad que amparaba a los su-
blevados era el bando declarando el estado de guerra.84
Por orden del comandante militar, el 27 de julio se militarizó al personal de
la Electra de Salamanca (empresa privada de suministro eléctrico) y al perso-
nal de los servicios municipales de Aguas, Alcantarillado, Mercados, Benefi-
cencia, Matadero, Desinfección, Edificaciones, Incendios y Cementerio, así
como el personal afecto al servicio público de autobuses de la capital.85 Tras la
militarización se dio de baja a veinticinco trabajadores, la mayoría pertene-
cientes a la vigilancia sanitaria y al servicio de barrenderos. La situación de
huelga continuó, y como consecuencia en las siguientes sesiones del Ayunta-
miento se fue apartando del empleo a más y más trabajadores. El 3 de agosto se
destituyó a nueve guardias municipales por su «ideología marxista y ser ene-
migos declarados del régimen y situación actual». El goteo de despidos conti-
nuó a lo largo del mes de agosto, afectando a decenas de empleados municipa-
les. Poco a poco la huelga pasó a ser una resistencia civil individualizada.
La represión entre los empleados municipales de Salamanca fue desmesu-
rada y fulgurante, hasta el punto de que provocó la atrofia de algunos servi-
cios públicos. El castigo se cebó con la Beneficencia Municipal en el mes de
septiembre y sobre los empleados del Matadero a continuación.86 En este últi-
mo servicio y en el mes de noviembre se inició la depuración con la destitución
de Agustín Calvo Santa María, para luego acordarse por el Pleno instruir ex-
pediente a cada uno de los trabajadores del matadero. El procesamiento se
amplió a otros servicios, en especial al de barrenderos, y a finales de año y
principios de 1937 se había cesado a 34 trabajadores, acusados de haber rea-
lizado actividades políticas conducentes a la rebelión anteriores al Alzamien-
to.87 Su participación en listas electorales, su colaboración como interven-
tores o la simple pertenencia a la Casa del Pueblo o a la Asociación de Em-
pleados y Obreros Municipales «La Fe» (afiliada a la UGT) fueron los moti-
vos utilizados para acusarles de subversión. Poco les importaba el cese, por-
que en muchos casos ya estaban presos. En otros veintidós casos el proceso se
había sobreseído y en cuatro sumarios se fue a una revisión más pormenoriza-
da.88 En resumen, la huelga, sólo en el ayuntamiento, se zanjó con el cese y
procesamiento militar de más de cincuenta operarios, al que siguió un lento
goteo de inculpados a lo largo de los años de la guerra. Sin necesidad de ape-
lar a la pérdida que supuso la represión política sobre los concejales de iz-
quierdas, encontramos que el menoscabo del capital humano por la purga
desmanteló buena parte de las actividades de servicio público del Ayunta-
miento, en especial las de sanidad.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 117

que no se olvide el castigo 117

El gobernador civil, haciendo uso de sus atribuciones, procedió a depurar


la plantilla de funcionarios a su cargo.89 Ni siquiera se libró la policía. El co-
misario del Cuerpo de Investigación y Vigilancia, Antonio Martín del Casti-
llo, quedó en situación de disponible forzoso poco antes de ser jubilado,90
mientras que el inspector Próspero Sainz Herráiz y el agente Alfonso Nava-
lón Peral fueron separados del servicio.91 Navalón, además, estuvo en prisión
entre 1942 y 1944.
También fueron sancionados tres funcionarios de la prisión provincial:
Abilio Castro Martín, Amador de la Cuesta González (oficiales) y Arturo
Torrelo Molina (profesor de primera enseñanza), a los que se incoó expe-
diente «como desafectos al Movimiento Nacional, salvador de España»,
siendo separados del servicio poco después.92 De nada les sirvió haber apor-
tado 10,66 pesetas cada uno (al igual que el resto de los funcionarios de la
prisión) a la suscripción para la fuerza pública.93
La represión se cebó especialmente con los maestros de escuela, hasta el
punto de que el rector de la Universidad, Miguel de Unamuno, tuvo que fir-
mar el 5 de octubre de 1936 una convocatoria de provisión de plazas de es-
cuelas, desguarnecidas de maestros.94
Salamanca contaba en 1933 con 885 escuelas (345 de niños, 362 de ni-
ñas y 178 mixtas), servidas por 597 maestros y 581 maestras (1.178 en to-
tal),95 que atendían a 50.333 niños y niñas repartidos en 386 municipios, la
gran mayoría de menos de mil habitantes.96 Lo habitual sería encontrar en
las pequeñas localidades una escuela de niños atendida por un maestro y otra
de niñas por una maestra.
En el campo de la enseñanza, el enfrentamiento ideológico entre el repu-
blicanismo y la derecha católica fue total desde el nacimiento mismo de la Se-
gunda República. El asunto es conocido y no vamos a extendernos en ello.97
Para la derecha católica, agraria, tradicional y clerical, recuperar el control
absoluto sobre la enseñanza era un objetivo fundamental, y en ello puso
buen empeño la Junta de Defensa Nacional. En la orden del 19 de agosto,98
por la que se acordaba que las escuelas de instrucción primaria reanudaran
las clases el primero de septiembre, se establecía también que los alcaldes de-
bían informar a los rectores, antes del 30 de agosto, sobre la conducta políti-
co-social y sobre la educación moral de los maestros de su localidad, y se
otorgaba a los rectores capacidad para destituir a los maestros que hubiesen
desarrollado una labor perturbadora de las conciencias infantiles.
Al menos 223 maestros fueron represaliados por las nuevas autoridades.
Seis fueron fusilados por sentencia de consejo de guerra. Otros seis fueron
ejecutados ilegalmente tras sacarlos de la prisión provincial. Uno desapareció
y dos maestras fueron, al parecer, paseadas.99 En total pasaron por la prisión
provincial 46 maestros, que sepamos, a lo largo de la guerra.
El 29 de agosto de 1936 aparecía en La Gaceta Regional una nota del Go-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 118

118 esta salvaje pesadilla

bierno Civil haciendo pública una relación de 46 inspectores de enseñanza y


maestros nacionales cesados por el gobernador (Anexo 4. Represión sobre los
maestros). Por otro lado, se tiene noticia de 197 maestros sometidos a expe-
diente de depuración en la provincia de Salamanca, después de que se crearan
las comisiones de depuración contempladas en el decreto de 8 de noviembre
de 1936.100 La depuración afectó a 137 localidades, más la capital de provin-
cia, alcanzando en ocasiones tanto al maestro como a la maestra, por lo que
podemos decir que la depuración del magisterio alcanzó a un tercio de los mu-
nicipios salmantinos.101
Una de las maestras cesadas era Juana Vila Hernández, hermana de Sal-
vador Vila, salmantino de origen y rector de la Universidad de Granada, que
en aquellas fechas se encontraba en Salamanca de vacaciones. Salvador, ami-
go personal de Miguel de Unamuno, había sido destituido del rectorado por
el gobernador civil de Granada el 24 de julio. Fue arrestado el 7 de octubre y,
junto con su esposa, trasladados ese mismo día a Granada, donde fue fusila-
do, en Víznar, el 22 de octubre.102
También fue sometido a depuración el profesorado de los institutos de
Segunda Enseñanza de Salamanca (36 profesores), Béjar (13 profesores),
Ciudad Rodrigo (11 profesores) y Peñaranda de Bracamonte.103 Según Ne-
grín Fajardo, en el conjunto de España el 38% de los profesores de secunda-
ria sufrió algún tipo de sanción, que para el 16% consistió en separación del
servicio con baja en el escalafón. En Castilla la Vieja el porcentaje de sancio-
nados fue del 29%. En Salamanca fueron sancionados: un profesor en la ca-
pital, tres en Béjar, uno en Ciudad Rodrigo y uno en Peñaranda, lo cual da un
porcentaje inferior a la media. El Instituto de Segunda Enseñanza y la Escue-
la Superior y Elemental del Trabajo de Béjar fueron los centros más castiga-
dos por la represión.104
A principios de septiembre la huelga y la resistencia estaban concluidas y
se daba paso a la represión metódica. En el ayuntamiento el propio Íscar Peyra
manifestó que se estaba realizando «la depuración del personal en la que hay
que proceder con la debida circunspección para no cometer injusticia alguna».
La circunspección era dejar en manos de la justicia militar los procesamientos.
A partir del bando de la Junta de Defensa Nacional declarando el estado de
guerra en todo el territorio nacional, del 28 de julio, la jurisdicción militar se
hacía cargo de todo lo relacionado con el orden público.105 Y por tanto, la ju-
risdicción ordinaria se inhibió de conocer los asuntos relacionados con la apa-
rición de muertos en los caminos. Este fue el criterio que siguió el juez de Peña-
randa de Bracamonte, que el día 13 de agosto de 1936 indicaba que:

Las circunstancias actuales ... obligan a simplificar trámites en lo concer-


niente a actuaciones para levantamiento y reconocimiento pericial de cadáveres
de individuos presuntamente fallecidos por choque con la fuerza pública, debien-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 119

que no se olvide el castigo 119

do en estas causas limitarse la acción de los juzgados tanto militares como civiles
a ordenar rápidamente su traslado a los depósitos correspondientes donde serán
identificados y reconocidos a los fines de certificación de fallecimiento y referen-
cia solamente del aspecto exterior del mismo sin práctica de autopsia, procedién-
dose lo más pronto posible al enterramiento.106

De manera similar opinaba el obispo de la vecina Ávila, quien el 9 de no-


viembre de 1936 emitió una circular estableciendo que:

Cuando se trate simplemente del caso (¡tan frecuente como lastimoso!) de


aparecer por sorpresa en el campo el cadáver de una persona afecta (al parecer) a
la revolución, pero sin que conste oficialmente ni sea notorio que ha sido conde-
nada a muerte por la autoridad legítima, hágase constar simplemente que «apa-
reció su cadáver en el campo ... y recibió sepultura eclesiástica», pero guárdense
mucho los señores párrocos de sugerencia alguna que revele al autor o la causa
de esa muerte trágica.107

EL TERROR DE ESTADO

Durante el verano de 1936, mientras las columnas facciosas avanzaban sobre


Madrid y se pensaba que la conquista de la capital era cuestión de días o se-
manas, una ola de violencia sin precedentes se abatió sobre Castilla la Vieja.
Nadie pensaba en una guerra larga, Madrid caería en poco tiempo y había
que aprovechar, por tanto, para hacer una buena «limpieza» antes de que
concluyera el movimiento militar.108
En la capital del Alzamiento, Valladolid, durante los meses de julio y
agosto fueron inscritos 221 «desconocidos» en el libro de enterramientos del
cementerio; entre julio y septiembre fueron ejecutadas sin juicio 178 perso-
nas, mientras que 241 fueron ejecutadas por sentencia de consejo de guerra
entre el 18 de julio y el 31 de diciembre (otras 183 fueron ejecutadas entre
1937 y 1941).109
En Burgos, capital de la Cruzada, en los meses de agosto a octubre de
1936 hubo al menos 400 ejecuciones extrajudiciales en 27 sacas de la prisión
central, y otras mil en la provincia, al tiempo que entre julio y diciembre se
produjeron 140 ejecuciones por sentencia de consejo de guerra (otras 145 en-
tre 1937 y 1941).110
En Zamora, esa tranquila ciudad en la que nunca pasa nada, del 31 de ju-
lio de 1936 al 15 de enero de 1937 fueron enterradas 875 personas en el ce-
menterio de San Atilano con la anotación «hallado muerto» o «ejecutado
por sentencia».111
En la bella Segovia, ciudad del acueducto, tierra de pinares, entre julio y
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 120

120 esta salvaje pesadilla

diciembre de 1936 hubo 180 ejecuciones ilegales y 49 ejecuciones por senten-


cia de consejo de guerra (61 más en 1937).112
En Soria, ciudad de apenas siete mil habitantes, hubo unas 300 ejecucio-
nes en el conjunto de la provincia, la mayoría ilegales.113 En Salamanca, la
Atenas castellana, entre agosto y diciembre de 1936 hubo 65 ejecuciones por
sentencia de consejo de guerra (90 más hasta febrero de 1940), unas 130 eje-
cuciones extrajudiciales por saca de la cárcel y unas 160 por «paseo».
Había un sector de personas que por su relevancia social o profesional
eran fácilmente identificables. En primer lugar los alcaldes y concejales del
Frente Popular,114 seguidos de los dirigentes de los partidos y sindicatos de
izquierdas, así como los dirigentes de las sociedades obreras del campo y
cualquier trabajador que se hubiera significado en las huelgas campesinas.
En el campo la ola de violencia se cernió sobre el campesino sin tierra, sobre
el jornalero.
Un factor de inestabilidad y violencia en el campo fue la legislación sobre
las bases de trabajo. La acción colectiva de los jornaleros amparada por di-
chas leyes rompía las reglas tradicionales del caciquismo y el paternalismo, al
sustituir la negociación individual de las relaciones laborales por una nego-
ciación colectiva en la que los obreros eran representados por instancias pro-
pias (las sociedades obreras), en posición no subordinada y con el arbitraje
de unos poderes públicos (los jurados mixtos) que por primera vez no esta-
ban al servicio exclusivo de los propietarios.115 Los criterios para la contrata-
ción de trabajadores —según el turno controlado por la sociedad obrera— y
el incumplimiento por la patronal agraria de las bases de trabajo, fueron
fuente continua de conflictos. Todo ello se explica largamente en el capítulo
«El campo en pie».
Otro factor de inestabilidad era la facultad gubernativa para cesar y
nombrar alcaldes y concejales por simple decisión del gobernador civil, susti-
tuyendo los ayuntamientos de elección popular por comisiones gestoras.116
Desde abril de 1931 no volvió a haber elecciones municipales (excepto elec-
ciones parciales en abril de 1933 en los Ayuntamientos que se habían regido
por el artículo 29),117 de manera que los diferentes gobiernos aprovecharon
sin miramientos la potestad que les daba la Ley de Defensa de la República
(1931), la de Orden Público (1933) y la Municipal (1935) para cesar a los
ediles y nombrar una comisión gestora en caso de alteraciones del orden pú-
blico (las dos primeras) o de que estuviera vigente alguno de los estados de
excepción (la Municipal). Como los estados de excepción fueron más bien lo
normal en el período republicano, el gobierno de la CEDA cambió los Ayun-
tamientos en masa cuando hubo problemas de orden público con los sucesos
revolucionarios de octubre de 1934. Tras la victoria del Frente Popular en fe-
brero de 1936, el gobierno restituyó a los alcaldes y concejales de su tenden-
cia, pero también aprovechó para cesar a los ediles de Ayuntamientos en los
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 121

que no se olvide el castigo 121

que el Frente Popular estaba en minoría, como era habitual en Castilla y


León. Así, por ejemplo, en Cañizo (Zamora), el gobernador civil destituyó al
Ayuntamiento elegido en 1931 y nombró en su lugar una corporación for-
mada sólo por miembros del Frente Popular, a pesar de que en febrero había
obtenido 116 votos, frente a 292 de la derecha.118 Sucedió lo mismo en Aran-
da de Duero (Burgos), donde las derechas en febrero obtuvieron 8.782 votos
y el Frente Popular 2.965, a pesar de lo cual el gobernador civil cesó al Ayun-
tamiento de elección popular y puso en su lugar a una gestora frentepopulis-
ta, que de inmediato se ganó la enemistad de gran parte de los notables loca-
les y del sector más tradicional de la localidad.119 En Grajal de Campos
(León), el gobernador civil nombró una comisión gestora del Frente Popu-
lar, a pesar de que éste había obtenido 1.765 votos y el Bloque Nacional
1.959.120 En Salamanca, como hemos visto antes, el gobernador civil repuso
a los concejales cesados en 1934 y nombró una comisión gestora para la Di-
putación.121
Está por estudiar todavía el detalle de estos nombramientos de gestoras
en Castilla y León, pero es obvio que, tras el golpe de estado, los gestores
frentepopulistas se convirtieron en un blanco perfectamente señalado para la
represión. Si bien los ediles republicanos y socialistas de elección popular co-
rrieron la misma suerte.
Entraba en los planes de Mola que la sublevación militar fuera en extre-
mo violenta desde el primer momento, pero los militares rebeldes, al mismo
tiempo que asumían todos los poderes con el objetivo declarado de reforzar
la autoridad del Estado, lo que hicieron en realidad fue lo contrario: además
de provocar en el territorio gubernamental la revolución social que decían
querer evitar, en el territorio por ellos controlado se suprimió la vigencia del
ordenamiento jurídico en sus aspectos más esenciales: el derecho a la vida y a
la libertad. Ya no sólo se trataba de considerar rebeldes a quienes defendían
el orden constitucional, sino que los militares auspiciaron, toleraron, promo-
vieron la creación y la actuación de piquetes de voluntarios a los que permi-
tieron actuar con gran violencia, con tal de que estuvieran siempre a las órde-
nes de la autoridad militar.122
Como señala Eduardo Martín González, «a la violencia propia de la reta-
guardia en una situación de guerra civil, basada en la aplicación (perversa y
abusiva) del Código de Justicia Militar, y de toda una legislación represiva ad
hoc, hay que añadir otras formas de violencia desarrolladas por grupos civi-
les, prefiguradas en los años anteriores y en las que interviene una pluralidad
de actores».123 La violencia efectiva era obra de un número reducido de indi-
viduos (falangistas, derechistas, jóvenes de Acción Popular), a menudo aje-
nos al pueblo en el que actuaban, mientras que un colectivo mucho más am-
plio estaba dispuesto a prestar la colaboración y la información necesarias
para hacer eficiente la acción violenta. En el caso del campo zamorano —te-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 122

122 esta salvaje pesadilla

rreno en el que se desenvuelve el citado estudio, pero seguramente también


en el campo castellano en general—, los grandes y medianos propietarios
destacan entre los inductores, ya sea organizando los grupos de acción o se-
ñalando objetivos para la violencia, pero entre los ejecutores encontramos
miembros del campesinado familiar124 y otros sectores de la población rural,
como empleados públicos, artesanos o comerciantes que de una u otra forma
se habían visto perjudicados o sentido amenazados por la legislación republi-
cana, por el avance del movimiento obrero o por actos concretos de la admi-
nistración local en la etapa del Frente Popular. La violencia extrema desarro-
llada por estos grupos sólo puede explicarse por la función de paralizar
mediante el terror al grupo social al que tomó como objetivo. La combina-
ción de impunidad, legitimación ideológica y resentimiento social acentuaría
la violencia.125
Resulta todavía un tema tabú intentar averiguar quiénes formaban parte
de esos grupos irregulares, aunque es evidente que Falange Española consti-
tuyó la columna vertebral de los que sembraron el terror en el verano de
1936.126 Sin embargo, la Falange era un partido muy pequeño antes de julio
de 1936. Sus militantes solían ser estudiantes, empleados, jóvenes hijos de
propietarios rurales, y sus organizaciones locales a menudo tenían importan-
tes conexiones con la Guardia Civil o los militares.127 A partir del 19 de julio
se produjo en Castilla la Vieja una afluencia masiva a las filas de Falange, en
gran parte destinada a la formación de las columnas que debían partir hacia
los frentes para tomar Madrid, pero también a las tareas de «pacificación»,
es decir, a la represión en la retaguardia. Es aquí donde aparecen los grupos
de falangistas que se dedican a detener gente en los pueblos para matarlos sin
juicio o conducirlos a la cárcel.
De manera similar a los grupos que en la zona republicana se lanzaron en
los primeros momentos de la guerra a la caza del cura y del señorito, en la
zona sublevada los paramilitares se lanzaron a la caza y captura del rojo.
Pero, a diferencia de lo que ocurría en la zona republicana, en la que el go-
bierno se esforzó en poner fin a esas matanzas, en la zona facciosa eran los je-
fes militares quienes consideraban que la eliminación física del enemigo polí-
tico —aunque éste no hubiera hecho nada para oponerse al alzamiento
militar—, era una parte necesaria de la estrategia para ganar la guerra. Por
eso la violencia contra las clases populares, y contra cualquier persona afín al
Frente Popular, se llevó a cabo de manera premeditada y sistemática, puesto
que no se trataba simplemente de imponer un Directorio Militar y aplicar de-
terminadas medidas de gobierno, sino de «salvaguardar el orden social y de-
purar al proletariado del bolchevismo».128
El conflicto de clases y la religión católica fueron desde el principio ingre-
dientes fundamentales de aquella guerra. Como explica Julián Casanova,129
en Badajoz, Córdoba, Jaén, Ciudad Real y Toledo, provincias en las que fra-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 123

que no se olvide el castigo 123

casó el golpe militar, el campesinado, fundamentalmente asalariados del


campo organizados en el sindicalismo socialista, entró en acción, eliminó a
sus enemigos políticos y de clase y estableció un nuevo orden basado en la
utilización colectiva de la tierra. Terratenientes, representantes de grandes
familias de propietarios de la tierra y personajes de la aristocracia cayeron
fulminados en el verano de 1936.
Entre los asesinados —prosigue Casanova— había muchos labradores,
un término con el que a veces se designaba a propietarios medianos que em-
pleaban con regularidad asalariados, con los que tuvieron constantes enfren-
tamientos durante el período republicano, pero que servía también a menudo
para identificar a todos esos «elementos de orden», pequeños propietarios y
propietarios muy pobres, enfrentados por su modo de vida y cultura a los
que nada tenían y trabajaban para ellos. Como además solían controlar los
mecanismos políticos y administrativos que regían la vida local, el ataque
que sufrieron fue total.
«Elementos de orden» eran también para los campesinos todos esos pro-
fesionales con poder social, abogados, farmacéuticos, médicos, ingenieros.
Muchos de ellos eran dirigentes locales y provinciales de la CEDA y desde sus
puestos vincularon la defensa de la religión con la del orden y la propiedad.
Lo ocurrido en Salamanca y el resto de provincias de Castilla y León pa-
rece la imagen invertida de la descripción hecha por Casanova.
En una provincia de base agraria, donde el gran propietario coexistía con
el campesino familiar —llamémoslo «labrador»—, con el propietario pobre y
con el jornalero sin tierra; y en la que la Iglesia católica tenía un enorme peso en
la vida social, cuando el alzamiento militar suprimió el ordenamiento legal y
dio un manto de impunidad a la represión violenta, los terratenientes, los la-
bradores y los «elementos de orden», organizados en el Bloque Agrario y Ac-
ción Popular, sus hijos organizados en Falange Española, emprendieron un
ataque frontal contra sus enemigos políticos y de clase, si bien este ataque no
sirvió para crear un nuevo orden social y económico, sino para blindar el estilo
de vida tradicional, conservador, paternalista y clerical, en el que no había mo-
lestas leyes modernas que reconocieran sus derechos a los obreros, ni se ponía
en duda el sacrosanto principio de que siempre ha habido ricos y pobres, los
pobres se resignan a su situación y los ricos les ayudan practicando la caridad a
través de la Santa Madre Iglesia, reinando de esta forma la paz y la armonía.
Para que reinara la paz y la armonía tradicionales era necesario acabar
con los elementos revolucionarios: los sindicalistas que sembraban el odio de
clase en los humildes obreros; los elementos marxistas, obreros del tendido
ferroviario o eléctrico que difundían por los pueblos sus perversas ideas bol-
cheviques y ayudaban a organizar la Casa del Pueblo; los maestros del Go-
bierno que difundían el laicismo, intoxicaban las conciencias infantiles y
eran el ejemplo vivo de la persecución sufrida por la Iglesia. Junto a ellos
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 124

124 esta salvaje pesadilla

—parafraseando a Casanova— había profesionales con poder social, aboga-


dos, farmacéuticos, médicos, ingenieros. Muchos de ellos eran dirigentes lo-
cales y provinciales de los partidos del Frente Popular que luchaban para in-
corporar a las clases medias y a los trabajadores urbanos al proyecto
republicano, y desde sus puestos vincularon la defensa de la República con la
del laicismo y el progreso social.
Como dice Arrarás a propósito de Ávila, «los elementos perturbadores
estaban principalmente entre los funcionarios oficiales: profesores de la Nor-
mal, inspectores de Enseñanza, maestros rurales, empleados de Correos y
otros burócratas que llegaban a esta provincia, con carnets de socialistas y
comunistas y con diplomas de la Institución Libre de Enseñanza, y empeza-
ban, sostenidos por el Estado al que combatían, su labor revolucionaria,
para agrupar a su alrededor a todos los díscolos y los disconformes.»
En el imaginario rebelde, los «rojos» muy pronto fueron considerados no
solamente forasteros que venían a los pueblos a perturbar el orden tradicio-
nal, sino llanamente «hordas comunistas al servicio de la Rusia soviética»
que debían ser expulsados de España.

FORMAS DE REPRESIÓN DEL ENEMIGO POLÍTICO

El terrorismo de Estado empezó a operar según se iba declarando el estado de


guerra. En realidad, los militares sublevados lo que hicieron fue utilizar de
manera «perversa y abusiva» la legislación vigente, una vez cometida la ile-
galidad primigenia, consistente en declarar el estado de guerra sin estar legiti-
mados para ello. En efecto, a causa de la militarización del orden público que
de manera estructural ha afectado al sistema constitucional español desde
1812 —como ha mostrado Manuel Ballbé—,130 la declaración por el Gobier-
no de los estados de alarma, excepción o guerra, que se produjo de forma
harto frecuente durante la Restauración y la República, permitía al Ejército
intervenir abiertamente en la represión de los disturbios de orden público,
tanto por medio de la Guardia Civil y las unidades regulares (recuérdese la
intervención del ejército de África en Asturias) como por medio de la juris-
dicción militar. De hecho, entre 1934 y febrero de 1936 se celebraron más de
dos mil consejos de guerra a paisanos, aplicándoseles en muchos casos el de-
lito de rebelión militar.131 En suma, la Ley de Orden Público de 1933 (vigen-
te hasta 1959), obra de la coalición republicano-socialista, que fue pensada
para defender a la República de sus enemigos, sirvió para que los enemigos
de ésta se hicieran con el poder prácticamente sin alterar el orden jurídico en
los primeros momentos.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 125

que no se olvide el castigo 125

La liquidación física

La represión tuvo tres niveles: la liquidación física del enemigo, la cárcel y la


represión económica. La liquidación física se llevó a cabo, en un primer mo-
mento, mediante las ejecuciones extrajudiciales que convencionalmente se
han dado en llamar «paseos»: un grupo de hombres, normalmente de fuera
del pueblo, a menudo con camisa de la Falange, y acompañados a veces por
un guardia civil, se presentaban en un pueblo con una lista de hombres (pocas
veces mujeres) y se los iban llevando de sus casas. O bien iban a buscarlos al
campo si estaban trabajando. Los metían en un camión y se los llevaban. En
ocasiones la intervención de alguna autoridad local respetada por los irregu-
lares, sobre todo el cura, impedía que éstos se llevaran a alguien. Cuando el
camión se alejaba, los familiares comenzaban la peregrinación en busca de los
detenidos: la cárcel, la comisaría, los cuarteles militares, el cuartel de Falan-
ge... A veces los detenidos aparecían en la cárcel, pero otras eran encontrados
en las cunetas de los caminos o en algunos sitios específicos, como el monte de
la Orbada, que por alguna razón los irregulares elegían para ejecutar a sus
víctimas. Otras veces de los detenidos no se ha vuelto a saber nada.132
En muy contadas ocasiones fueron los propietarios rurales quienes mata-
ron a los jornaleros. El caso más significativo fue el de Gonzalo de Aguilera,
conde de Alba de Yeltes, quien el mismo día 18 «hizo ponerse en fila india a
los jornaleros de sus tierras, escogió a seis y los mató a tiros delante de los de-
más. Pour encourager les autres ¿comprende?».133 Normalmente los pique-
tes estaban formados por jóvenes que, o bien sufrían una gran radicalización
política, o bien eran rufianes sin escrúpulos que buscaban hacer méritos ante
los nuevos amos de la situación.134 A veces los gobernadores civiles, en las
provincias controladas por los sublevados, emitían bandos recordando a
todo el mundo «que cuantos actos están relacionados con el orden público,
como detenciones, registros, informaciones, etc., se ejecutarán por Guardia
Civil, de Asalto, Seguridad o Cuerpo de Investigación y Vigilancia, utilizan-
do sólo en contados casos y cuando las circunstancias lo aconsejen, indivi-
duos de las milicias patrióticas, los que serán provistos por la autoridad de la
correspondiente orden por escrito para cada caso particular» (Valladolid,
14-09-1936), o bien que se prohíbe «en forma terminante que falangistas o
fuerzas similares practiquen detenciones sin orden escrita y cometan actos de
violencia» (Cáceres, 22-08-1936).135
No cabe aquí hablar de que todo fue «terror espontáneo» o de «grupos
incontrolados» a causa de rencillas personales, enemistades y litigios por la
propiedad de la tierra. Es cierto que esas rencillas existían, a veces causadas
por conflictos políticos y sindicales. Pero no es menos cierto que el terror no
fue ciego. El resentimiento personal de unos y la radicalización política de
otros fueron canalizados con mano sabia hacia la destrucción de las bases so-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 126

126 esta salvaje pesadilla

ciales de la República,136 de todo lo relacionado con el Frente Popular e in-


cluso con la mera idea del republicanismo liberal y laico. El terror actuó al
mismo tiempo de un modo lógico, eliminando a las personas más destacadas
política y socialmente, y de un modo azaroso, quitando la vida o sancionan-
do a personas carentes de significación política.137 De ese modo se conseguía
extender la sensación de miedo entre toda la población expuesta a sufrir el
castigo.138
Falta todavía mucho por estudiar acerca de la formación y composición
de los grupos irregulares, pero la mano sabia que los dirigía aparece con clari-
dad y evidencia: la autoridad militar emanada del bando de declaración del
estado de guerra. A pesar de los avisos publicados en los periódicos, la autori-
dad militar nunca tomó la medida más eficaz para acabar con la violencia
irregular, si realmente quería hacerlo: suprimir la impunidad de los irregula-
res, ordenar a la Guardia Civil que los detuviera —empezando por sus jefes,
de todos conocidos— y los pusiera a disposición de los tribunales militares.
Pero la autoridad militar nunca levantó la impunidad de las «milicias patrió-
ticas» porque actuaban en el mismo sentido político que los sublevados, por-
que lo hacían en connivencia con la Guardia Civil y porque incluso tenían la
consideración de fuerzas auxiliares.139 Los falangistas estaban bien organiza-
dos. Alguien les facilitó el armamento y los vehículos con los que se desplaza-
ban de un sitio a otro. La Guardia Civil les permitió circular en grupo y arma-
dos, y cometer actos de violencia, a pesar de las disposiciones de los bandos de
guerra.140 En realidad, la autoridad militar delegó en esos grupos irregulares
el trabajo sucio que no se consideraba apropiado que lo hicieran ni los milita-
res ni la Guardia Civil, para no asumir la responsabilidad de la matanza.
Hay noticia de 159 ejecuciones extrajudiciales por paseo, algunas de ellas
respaldadas por documentación o testimonios fehacientes,141 pero la mayo-
ría basadas en el recuerdo de los familiares o de la gente del pueblo y recopi-
ladas a lo largo de los años por la incansable labor del militante socialista
Luis Calvo Rengel.142
Otra forma de liquidación física eran las sacas de la cárcel. De forma si-
milar al paseo, un grupo de falangistas, con o sin acompañamiento de un
guardia civil, se presentaba en la cárcel con la orden de entrega de los hom-
bres enumerados en una lista, firmada por el gobernador civil o por el co-
mandante militar,143 oficialmente para trasladarlos a otra prisión. Los fun-
cionarios de la prisión los entregaban, anotando en su ficha «Destino: Tal
prisión» o «Destino: Libertad». Después, los sacados eran ejecutados en los
lugares de costumbre, pero sin dar cuenta a la familia, que normalmente se
enteraba de lo sucedido cuando iba a visitar a su allegado.
Tenemos noticia de 135 ejecuciones ilegales por saca de la cárcel, pero a
menudo no hay documentos que respalden los datos y ello da lugar a erro-
res.144 Con más razón que en los paseos, en las sacas no cabe hablar de «te-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 127

que no se olvide el castigo 127

rror espontáneo» o «incontrolado», puesto que era la propia autoridad mili-


tar quien organizaba el asesinato de los detenidos que tenía bajo su custodia.
Tal vez la única diferencia fuera ser preso a disposición del gobernador civil
o preso a disposición del juzgado militar, pero el resultado era el mismo,
puesto que la saca era otra modalidad de juicio sumarísimo. Para averiguar
el número de asesinados por saca, sería necesario seguir la traza de cientos o
miles de detenidos, para ver si llegaron a su destino. En la vecina ciudad de
Zamora, la orden de traslado a la cárcel de Bermillo de Sayago, era equiva-
lente a fusilamiento inmediato contra las tapias del cementerio de San Atila-
no.145 De Valladolid salieron dos camiones de presos, uno custodiado por fa-
langistas y otro por requetés, hacia la prisión de Salamanca. El de los
requetés llegó a su destino, pero los falangistas mataron a sus presos en un
monte próximo a Salamanca, probablemente La Orbada.146
La tercera forma de eliminación física fueron las sentencias emanadas de
los consejos de guerra, por las que se condenaba a muerte al encausado me-
diante la ficción legal de aplicarle el delito de rebelión militar. A los tribuna-
les militares les bastaba con aplicar el bando de declaración del estado de
guerra publicado por el general Saliquet en Valladolid el 19 de julio de 1936:

1º. Queda declarado el ESTADO DE GUERRA en todo el territorio de esta Di-


visión.
2º. Para repeler la fuerza las agresiones de que sean objeto, no precisará intima-
ción ni aviso alguno.
3º. Serán objeto de procedimiento sumarísimo los hechos siguientes:
a) Los delitos de rebelión, sedición, los atentados y resistencia a los Agentes
de la Autoridad, desacato, injuria, calumnia, amenaza al personal militar
o militarizado, así como contra el personal civil en funciones de servicio.
b) La tenencia ilícita de armas o cualquier otro objeto de agresión quedan-
do, desde luego, caducadas las licencias de uso de armas expedidas con
anterioridad.
4º. También se considera como autores de los delitos anteriores los incitadores,
agentes de enlace, repartidores de hojas subversivas o clandestinas.147

Poco después, el 28 de julio, la Junta de Defensa Nacional emitió un ban-


do extendiendo la declaración del estado de guerra a todo el territorio nacio-
nal y precisando con minuciosidad las acciones que quedaban sometidas a la
jurisdicción de guerra, comenzando por «Los delitos de rebelión, sedición y
sus conexos, atentados, resistencia y desobediencia a la Autoridad y sus
Agentes y demás comprendidos en el título III del Código Penal ordinario,
bajo el epígrafe Delitos contra el orden público».
Posteriormente, se perfeccionaría el mecanismo represor con el decreto
de 1 de noviembre de 1936, regulando el procedimiento a seguir en los pro-
cesos sumarísimos.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 128

128 esta salvaje pesadilla

En Salamanca fueron fusiladas 154 personas por sentencia de consejo de


guerra. Todas las condenas a muerte se ejecutaban en la capital de la provin-
cia, por lo que resulta fácil establecer la identidad de los ejecutados, fecha de
fallecimiento y demás datos personales consultando el Registro Civil (Anexo
5. Víctimas de la represión en Salamanca). La primera ejecución tuvo lugar el
17 de agosto de 1936, y la última el 21 de febrero de 1940.148
Los detenidos por lo general estaban en la cárcel tres meses antes del con-
sejo de guerra. Era frecuente que los juicios se realizaran a grandes grupos a
la vez. Por ejemplo, el 27 de noviembre se juzgó a 34 presos, de los cuales re-
sultaron condenados a muerte 10 en total, que fueron ejecutados el 1 de ene-
ro de 1937 (todos de Béjar). Los consejos de guerra se celebraban en los cuar-
teles de Infantería y de Caballería. Había 8 juzgados militares y la mayoría de
las penas de muerte fueron impuestas por los juzgados número 2 (capitán
Holgado Manzanera) y número 4 (teniente coronel Ávila). La ejecución se
llevaba a cabo en horas del amanecer en el campo del Marín, cerca del ce-
menterio. Los ejecutados eran enterrados en el «Primer grupo de adultos»,
destinado antes y después a los indigentes; algunos fueron inhumados en la
fosa común que se abrió en un rincón del cementerio civil, y otros en la sepul-
tura familiar, cuando la familia se atrevía a recoger el cadáver.149
La cantidad de presos ejecutados por sentencia de consejo de guerra o ex-
trajudicialmente es la siguiente:

Sentencia Saca Total


1936 JUL 0 2 2
AGO 14 39 53
SEP 4 6 10
OCT 25 7 32
NOV 0 2 2
DIC 22 76 98
1937 61 0 61
1938 18 0 18
1939 9 0 9
1940 1 0 1
1941 0 0 0
154 132 286

El año más sangriento fue 1936, con 197 ejecuciones. En 1937 se produ-
jeron 61, en 1938 hubo 18, en 1939 hubo 9 y en 1940 solamente una.
Resulta significativo que en noviembre de 1936, como consecuencia, se-
guramente, del decreto citado anteriormente sobre juicios sumarísimos, no
haya ningún fusilamiento en Salamanca, ni en Segovia,150 ni en Valladolid.151
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 129

que no se olvide el castigo 129

En Burgos se produjeron cuatro fusilamientos ese mes.152 Pero más significa-


tivo todavía es que en noviembre de 1936 sólo hubiera dos asesinados por
saca de la cárcel en Salamanca, y ningún fusilamiento ilegal conocido en Se-
govia ni en Valladolid, mientras que en Burgos casi todos los asesinatos ex-
trajudiciales tuvieron lugar antes de mediados de octubre de 1936,153 lo cual
pone de manifiesto la estrecha relación entre el funcionamiento regular de la
justicia militar y las ejecuciones extrajudiciales: a algunos se les hacía juicio y
a otros no, pero el resultado era el mismo. Parece claro, por tanto, que el mis-
mo órgano de decisión que controlaba los tribunales militares controlaba
también los paseos y las sacas.154 Ese órgano de decisión era la autoridad mi-
litar.

La cárcel

El segundo método para el control de la población fue la detención en masa.


La prisión provincial se convirtió en el epicentro de una vasta redada que
afectó a toda la provincia durante años (Anexo 4. La prisión provincial de
Salamanca).155
La población reclusa de la prisión provincial de Salamanca antes de 1935
era de 32 personas, con 47 altas y 15 bajas. En 1935 era de 104 personas.
A partir de 1935 el movimiento de la población reclusa fue el siguiente:156

PRESOS (CIS-VICTORIA)
Con registro
Altas Bajas Saldo Hombre Mujer %
1935 74 2 104
1936 1.967 804 1.267 1.724 91 4,63
1937 964 1.011 1.220 855 109 11,31
1938 1.154 1.166 1.208 1.025 129 11,18
1939 1.035 1.200 1.043 952 83 8,02
1940 518 582 979 498 20 3,86
1941 701 717 963 633 68 9,70
1942 455 389 1.029 379 76 16,70
1943 492 655 866 352 140 28,46
1944 491 645 712 374 117 23,83
1945 381 502 591 288 93 24,41
1946 599 707 483 479 120 20,03
1947 446 564 365 361 85 19,06
1948 407 473 299 343 64 15,72
1949 305 418 186 254 51 16,72
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 130

130 esta salvaje pesadilla

Como se puede apreciar, la prisión pasó de golpe, entre julio y diciembre


de 1936 de 104 personas a 1.267, casi todas ellas presos políticos: 51 deteni-
dos de los 74 que entraron en 1935 salieron en 1936.
Durante toda la guerra la prisión no bajó de los mil presos, con el consi-
guiente problema de hacinamiento. La aglomeración era terrible. En las cel-
das del pabellón celular, destinadas en principio a uno o dos presos, había
doce o trece en cada una. En las dos galerías, con 50 camas cada una, había
tal cantidad de presos que tenían que dormir dando los pies del uno con la
cabeza del otro y completamente pegados por los costados, como las sardi-
nas en lata.157 Se quitaron las camas y cada uno dormía en una manta que en-
rollaba durante el día. Para dar cabida a los presos se habilitaron como dor-
mitorio todos los espacios posibles, como los talleres y la escuela-biblioteca.
Los amontonaron también en la sección de mujeres, y éstas a su vez fueron
amontonadas en la vivienda de la celadora hasta enero de enero de 1937, fe-
cha en la que se trasladó a las detenidas a su sección.158
El rancho se componía de café con leche aguado por la mañana, legum-
bres, patatas y arroz, pan negro, a veces bacalao o arenques, muy poca carne,
escasa fruta. Los presos podían recibir comida de fuera, llevada por sus fami-
liares, y comprar tabaco, ropa y útiles de aseo en el economato. Las cucara-
chas y los piojos vivían a sus anchas y las patologías del pulmón, del corazón
y de la piel eran muy frecuentes, hasta el punto de que a finales de 1939 una
epidemia de tifus acabó con la vida de 22 presos. En total murieron en la cár-
cel entre 1936 y 1942, 67 presos, muchos de ellos por bronquitis o tubercu-
losis, pero probablemente sean más las víctimas, puesto que en ocasiones los
presos enfermos eran llevados al hospital provincial (calle del Espejo) o al
preventorio antituberculoso (paseo del Rollo).
Los funcionarios eran profesionales que ya estaban allí desde antes de la
República. Acostumbrados a tratar con delincuentes comunes, la presencia
de tal cantidad de presos políticos los tenía abrumados. También dos de ellos
y el maestro de la prisión habían sido depurados. Su trato era correcto, dentro
de las condiciones de masificación que también a ellos les afectaba. La situa-
ción sólo cambió cuando después de la guerra fueron destinados a Prisiones
muchos militares provisionales —alféreces y sargentos—, muy politizados,
que veían a los presos como enemigos.
La vida en la cárcel era monótona: levantarse a las 7 o las 8 de la mañana,
según la época del año, desayuno, patio, comida a las 12, encierro, patio has-
ta las 8 o las 9 de la tarde, cena, silencio a las 9 o 10 de la noche. Cuando iba
a haber ejecuciones al día siguiente, el corneta daba el toque de silencio con
un final especial, de modo que todos quedaban avisados. El ánimo se encogía
y el silencio envolvía la cárcel.
Todos los días, a eso de las diez de la mañana, se formaban corrillos de
familiares en busca de noticias, a llevar comida, o sencillamente para estar un
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 131

que no se olvide el castigo 131

rato con el marido, el padre, el hijo, el hermano... El locutorio era una estan-
cia rectangular dividida en su mitad más larga por una reja doble, con un es-
pacio vacío entre ambas. El barullo era enorme y mantener una conversación
era casi imposible. A menudo el oficial de turno tenía que decir: «Mire usted,
señora, a su marido lo sacaron anoche y ya no está aquí».159
La mitad de los presos del período 1936-1950 ingresaron durante los tres
años de guerra. En 1938 aparecen unos 60 presos con apellidos claramente
aragoneses, signo del avance nacionalista hacia el este peninsular, y en 1939
llegan unos 80 presos con apellidos netamente catalanes. A partir de 1943
llama la atención el gran porcentaje de mujeres presas, muy superior a lo ha-
bitual. La gran mayoría de las mujeres tienen estancias muy cortas (entran y
salen en el mismo año), lo cual podría indicar actividades de contrabando, de
estraperlo o de prostitución. Otra consecuencia es que, mientras que la aglo-
meración de la sección de hombres iba disminuyendo, la de mujeres se man-
tuvo durante muchos años. También desde 1945 hay una fuerte presencia de
apellidos portugueses (unos 400 presos), lo cual podría indicar una actividad
de contrabando, al igual que la cincuentena de personas con apellidos típicos
de los gitanos salmantinos que pasan por la cárcel entre 1938 y 1948.
A comienzos de los años cuarenta, el celo represor había ocasionado tal
congestión en las cárceles que se hizo necesario regular alguna forma de li-
bertad condicional o indulto. En 1943 se creó el Servicio de Libertad Vigila-
da y en 1945 comenzaron a emitirse los primeros decretos de indulto.160
Como la de Salamanca no era una prisión de cumplimiento, los presos
con penas elevadas normalmente eran enviados a otras prisiones, destacando
la Central de Burgos (106 presos) y el fuerte de San Cristóbal en Pamplona
(90 presos), así como el campo de concentración de la Santa Espina (Valla-
dolid) (80 presos), entre otros lugares. Debido a las malas condiciones sani-
tarias y de todo tipo, fallecieron numerosos presos. En fechas recientes se han
localizado los restos de tres salmantinos detenidos aquí en 1936 y fallecidos
en el fuerte de San Cristóbal (Pamplona).161
Resulta muy difícil seguir la pista a los detenidos. Caso prototípico es el
de Luciano Hernández Martín, mancebo de la farmacia del Corrillo, afiliado
a la UGT, que fue ingresado en la prisión provincial el 17 de enero de 1937
con el número de matrícula 11710. En marzo de 1938, sin ser sometido a jui-
cio, fue trasladado al campo de concentración de Medina de Rioseco. En
agosto del mismo año lo trasladaron al campo de Villagodio, y poco después
al del antiguo monasterio de la Santa Espina (los tres en Valladolid). En to-
dos los campos de concentración, sobre todo el de la Santa Espina, las condi-
ciones de vida eran calamitosas y los malos tratos continuos. Por último pasó
por otro campo en Álava, y regresó a Salamanca en septiembre de 1939 para
hacer cuatro años de servicio militar. Fue afortunado porque, como hijo de
sexagenario, le licenciaron a los cuatro meses. Tuvo que trabajar de peón de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 132

132 esta salvaje pesadilla

la construcción, hasta que, cumplidos los 35 años de edad, encontró empleo


en la fábrica de zapatillas de Peñaranda, donde terminó su vida laboral.162
La prisión provincial albergó algunos presos singulares, como don Fili-
berto Villalobos, de quien se habla en otro capítulo de este libro, o Joaquín
Maurín, el secretario general del POUM, que desde diciembre de 1937 a
mayo de 1942 estuvo recluido en régimen de aislamiento y a disposición del
Cuartel General, él solo en la celda 14, bajo la falsa identidad de «Máximo
Uriarte Ortega, de Portugalete.»163 Muy cerca había otros presos radical-
mente contrarios: Manuel Hedilla Larrey y otros dirigentes de Falange que
se opusieron a la unificación con los tradicionalistas.164 En la sección de
mujeres estuvo Anunciación Casas Cerezo, la única mujer fusilada en Sala-
manca por sentencia de consejo de guerra, el 7 de enero de 1938, a la edad
de 35 años. Había sido directora de la Cárcel Modelo de Madrid. Leonor
Ruipérez la define como «una mujer original, inquietante, muy compleja ...
Nunca llegué a entender su historia, casi mítica, pues presumía de ascen-
dencia noble, aunque bastarda, y añoraba enormemente a una hermana que
llamaba Beluca ... Cuando se hablaba de la toma de Madrid por los nacio-
nales, nos decía que estaba preparado muy bien para defenderse y que no
sería vencido. Una sonrisa de esperanza iluminaba su cara, para nuevamen-
te mostrar su rostro hermético y lejano.»165 La autora de esas líneas, Leo-
nor Ruipérez Cristóbal, era una maestra de Peñaranda de Bracamonte, de-
tenida con su hermana Encarnación, también maestra. Los Ruipérez de
Peñaranda fueron una familia republicana burguesa muy castigada por la
represión.
En 1937 y 1938 aparecen por la prisión unos detenidos que, a juzgar
por el nombre, parecen rusos: Alexandre Alexandrovich, Alexis Teodoro
Cherkasar, Pedro Kononenkof Sakolof, Anatoli Alexevitch Mokronsow,
Alexander Andrevitch Martinoff, Michail Ivanovich Sokolowski y Fiodor
Alexandrovich Suinoff.166 Rusos o de otro lugar, el caso es que entre 1936
y 1946 ingresan en la cárcel varias decenas de presos con apellido clara-
mente extranjero (sin contar los portugueses), que bien podrían ser briga-
distas internacionales. Un grupo de 27 extranjeros estaba formado por co-
munistas británicos detenidos en el curso de la batalla del Jarama (febrero
de 1937).167 Después de pasar tres meses en Talavera de la Reina, los britá-
nicos fueron trasladados a Salamanca, donde se les juzgó por «auxilio a la
rebelión militar», en un consejo de guerra colectivo y sin intérprete. Cinco
fueron condenados a muerte, el resto a 20 años de cárcel, pero ninguno fue
fusilado. En marzo de 1937, 23 brigadistas fueron canjeados y expulsados
por la frontera de Irún. Los otros cuatro fueron expulsados en noviembre
de 1937.168
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 133

que no se olvide el castigo 133

La represión económica169

En toda guerra hay requisas forzadas. Las diversas fuerzas armadas operan-
tes en la ciudad (ejércitos español, alemán e italiano, milicias falangistas y
tradicionalistas, Guardia Civil), al igual que los servicios políticos y adminis-
trativos del nuevo Estado, ocuparon inmuebles de todo tipo, tanto de titula-
ridad pública como privada,170 sin que hasta el final de la guerra pudiera sa-
berse, a menudo, hasta qué punto la cesión fue voluntaria. Sin embargo, los
militares argumentarán siempre, durante la guerra y después, que las circuns-
tancias extraordinarias del alzamiento, y las necesidades apremiantes de or-
ganizar la guerra y prestar servicios, se superponían a la burocracia de la tra-
mitación de expedientes, y por ello aplicaron, además de los poderes propios
de la autoridad militar durante el estado de guerra, el reglamento de Estadís-
tica y Requisición de 1921. No obstante, al amparo de la situación de emer-
gencia bélica se produjeron numerosos abusos, de tal forma que el 8 de enero
de 1937 el gobernador militar de Salamanca, José María Baigorri Aguado,
tuvo que publicar un bando en el que se establecía que las requisas sólo se po-
dían efectuar por orden expresa del general jefe del Ejército del Norte, del
Cuerpo de Ejército, de la División o del propio gobernador militar.
Los asesinatos y requisas del primer momento dieron pronto paso a una
represión económica que normalmente se sumaba a la carcelaria, era muy
sistemática y estaba amparada en la legalidad de los juicios militares y civiles.
Desde enero de 1937 los procesos de incautación de bienes dependían de la
normativa derivada del Decreto 108 de la Junta de Defensa Nacional,171 por
el que se decretó (art. 2) «la incautación de cuantos bienes muebles, inmue-
bles, efectos y documentos pertenecieren a los partidos o agrupaciones» del
Frente Popular, pero que se aplicó también (art. 5.º) a las personas físicas
«que por su actuación fueren responsables directos o subsidiarios, por acción
o inducción, de daños y perjuicios de todas clases ocasionados directamente
o como consecuencia de la oposición al triunfo del movimiento nacional».
La norma era de por sí un disparate jurídico: iba destinada a determinar
la responsabilidad civil por daños y perjuicios de todo tipo causados a Espa-
ña, por oponerse al triunfo del alzamiento militar por acción o por omisión,
tanto por organizaciones políticas y sindicales172 como por las personas que
formaban parte de ellas, o que hubieran expresado de alguna forma su oposi-
ción al alzamiento. Los desafectos, en suma. A las organizaciones políticas
no se les pudo requisar gran cosa. Ya en agosto de 1936 se confiscaron todos
los bienes y las cartillas de ahorro de las sociedades obreras de Béjar.173 En el
solar ocupado por la Casa del Pueblo de Salamanca, años después se constru-
yó la sede de los sindicatos verticales.
Las comisiones provinciales de Incautación de Bienes, creadas por el De-
creto-Ley de 10 de enero de 1937 (con una Comisión Central Administrativa
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 134

134 esta salvaje pesadilla

de Bienes Incautados en Burgos), estaban formadas por el gobernador civil,


que ejercía de presidente, un magistrado de la Audiencia y un abogado del
Estado, que ejercía de secretario.174 El proceso de incautación lo llevaba el
juzgado especial de incautación de bienes, que actuaba por delegación de la
Comisión Provincial de Incautación. Todo el proceso quería tener la aparien-
cia de un acto jurisdiccional, pero la resolución final recaía siempre sobre el
general de la División, comandante general o general en jefe de ejército que
correspondiera, quien resolverá, «sin ulterior recurso, si el o los inculpados
son responsables de los daños o perjuicios expresados ... y fijando en caso
afirmativo la cuantía de la responsabilidad.» Una vez declarada ésta por la
autoridad militar, a la administración de Justicia sólo le quedaba un papel
auxiliar: «Se remitirá testimonio de lo necesario, juntamente con la pieza de
embargo, al Presidente de la Audiencia del territorio respectivo para que se
ejecute el acuerdo en la forma prevenida en los artículos 1481 y siguientes de
la ley de Enjuiciamiento Civil.» En el caso de Salamanca, la resolución recaía
en el general Saliquet, jefe de la 7ª División Orgánica.
El gobernador civil iniciaba expedientes a los «presuntos culpables» por
denuncia o comunicación de otras autoridades, o por haber sido condenados
por consejo de guerra.175 Un criterio fundamental a la hora de seguir el expe-
diente era que el denunciado tuviera bienes, pues en caso de que careciera de
ellos el trámite no se iniciaba. A continuación, el gobernador civil enviaba el
expediente al juzgado especial de incautaciones. En el inicio del expediente,
el acusado era citado por el juez instructor, mediante anuncio en el Boletín
Oficial de la Provincia, para que se presentara en el plazo de ocho días. En
esta primera comparecencia se le leían los cargos que se le imputaban, y se le
comunicaba que tenía derecho a presentar un pliego de descargos para de-
mostrar su inocencia y a proponer la asistencia de testigos que la acreditaran.
El instructor también podía requerir la presencia de personas para aclarar la
actuación del inculpado (compañeros de trabajo, vecinos...).
El juez instructor requería informes a las diversas autoridades (alcalde,
Gobierno Militar, Guardia Civil, Comisaría de Investigación), bien de carác-
ter general sobre los antecedentes político-sociales del inculpado, o bien so-
bre algún cargo concreto. Como no era preceptivo, raramente se pedía infor-
me a Falange o al párroco del pueblo. El problema para el inculpado era que
normalmente se le acusaba de actividades perfectamente legales antes del al-
zamiento militar, o incluso de cargos tan vagos como ser un «exaltado mar-
xista».
Un caso típico de acusaciones sin fundamento, pero que terminaban con
resultado fatal, es el de Eduardo Aparicio Fernández, de 39 años, director de
la sucursal del Banco del Oeste en Ciudad Rodrigo. Aparicio estaba casado
con Isabel Cascón, prima de Manuel Martín Cascón, alcalde mirobrigense
con el Frente Popular, que fue detenido, junto con los demás concejales de su
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 135

que no se olvide el castigo 135

grupo, tras la sublevación militar y fusilados todos ellos el 30 de agosto por


sentencia de consejo de guerra. Los Cascón eran una familia muy conocida
como de izquierdas,176 mientras que los Aparicio, de Béjar, eran más bien de
la CEDA, lo cual no era obstáculo para que Eduardo tuviera perfecta rela-
ción con la familia de su mujer. Eduardo, sin estar afiliado a ningún partido,
era un hombre liberal y cercano a Izquierda Republicana. Estaba frontal-
mente en contra de lo que representaba la derecha radical de aquellos mo-
mentos. El 15 de diciembre de 1936 detuvieron a Eduardo y a otros siete ve-
cinos de Ciudad Rodrigo, entre ellos Avelino Martín Cascón, hermano del
alcalde, y los ingresaron en la cárcel de partido. A las dos y media de la ma-
ñana del día siguiente los sacaron del calabozo (oficialmente fueron puestos
en libertad por orden del comandante militar de la plaza) y los condujeron a
la dehesa Ravida, donde fueron fusilados y enterrados en una fosa común.
Días después, el 24 de diciembre, la familia Aparicio consiguió autorización
verbal para retirar el cadáver, como así hicieron, llevándolo al cementerio de
Béjar, donde fue enterrado. Su fallecimiento fue inscrito en el Registro Civil
por orden del juzgado militar núm. 2 de Salamanca.177
Al final de la guerra se le abrió a Eduardo un proceso de responsabilida-
des políticas, al que tuvo que comparecer su viuda, a quien el juez preguntó
que dónde estaba su marido desde que fue puesto en libertad el 16 de diciem-
bre de 1936, a pesar de que su fallecimiento constaba en el Registro Civil de
Béjar. El difunto Eduardo fue acusado de llevar corbata roja, de ser el prime-
ro en informar en el casino de la muerte de Calvo Sotelo, y de ser miembro
del Partido Socialista de Madrid. La primera acusación es obvio que resulta
absurda. La segunda es cierta, pero tampoco quiere decir nada. Y la tercera
era falsa, puesto que no estaba afiliado al Partido Socialista, aunque en cierta
ocasión Indalecio Prieto le había ofrecida un cargo, y por lo visto cometió el
error de comentarlo en el casino. Con estas acusaciones, y a pesar de que ya
estaba muerto, Eduardo fue condenado a una multa de 500 pesetas, lo que
no dejó de ser una pesada carga para una viuda con dos hijos pequeños que
se encontraba en condiciones muy difíciles.178
En los expedientes de incautación de bienes se partía, a menudo, de los
anteriores juicios militares como principal fuente de información sobre los
inculpados. En no pocos casos las multas eran una repetición de las ya im-
puestas por los juzgados militares, que se solían revisar a la baja, pero el per-
juicio real era que los bienes quedaban embargados mientras no se pagara la
multa. Las situaciones llegaban a ser muy dramáticas cuando, por ejemplo,
en 1941 se reclamaban los pagos a personas que habían sido fusiladas ilegal-
mente y cuyas familias tenían los bienes embargados. Algo similar pasaba
con reos que estaban cumpliendo condena en los penales y cuyas familias ha-
cía tiempo que no podían disponer de sus bienes libremente. En cualquier
caso, la mayoría de los fusilados y penados carecían de bienes o éstos eran
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 136

136 esta salvaje pesadilla

tan escasos que los litigios no salían a cuenta para los costes que ocasiona-
ban. Por todo ello, en 1942 se decidió que sólo se perseguirían los casos en
que el inculpado tuviera bienes por encima de 25.000 pesetas; sin embargo
los sobreseimientos, en algunos casos, no se consumaron hasta finales de los
años cincuenta.
Hubo muy poca misericordia desde el primer momento. Hasta el punto
de que destacan hechos aislados como los protagonizados por Diego Martín
Veloz, presidente de la Diputación en agosto de 1936, que se esforzó por po-
ner en la frontera a algunos perseguidos y refugiar en su feudo de Cañadilla a
algunos que se sentían en peligro. Al mismo tiempo salía a reclutar milicia-
nos para el frente o iba a visitar en la cárcel a su amigo Filiberto Villalobos.
La población intentó superar psicológicamente los fusilamientos y los asesi-
natos pensando que lo mismo sucedía en el otro bando, pero tampoco falta-
ron quienes iban a ver los fusilamientos contra las tapias del cementerio to-
mando tranquilamente chocolate con churros.
El terror de Estado, como siempre que se manifiesta, se sirvió en aquellos
primeros compases de un principio para imponerse: «si no te has metido en
nada, nada tienes que temer». Esta máxima tenía la virtud de dejar consola-
da de momento a casi toda la población. La justicia aparentemente del «ojo
por ojo, diente por diente» pasó así a ser admitida por muchos ciudadanos
desde el día diecinueve, pero siempre y cuando produjera una rápida restau-
ración del orden. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo y la inestabili-
dad se iba convirtiendo en la norma, se apreció claramente que el límite del
«haberse metido o no en nada» no estaba tan claro, sino que se podía modi-
ficar según el antojo de los falangistas y los militares, nuevos árbitros de la si-
tuación ante quienes las leyes tenían poco que decir. Indudablemente esto
permitía irregularidades de todo tipo. Pronto surgieron los especialistas en
sacar partido de aquel remedo de justicia que dejaba a las víctimas en una no-
table indefensión. Aunque se dieron algunos casos de protestas por parte de
los acusados sobre sobornos y abusos lo cierto es que no era habitual que los
casos de corrupción salieran a al luz. Sin embargo, el del teniente Marciano
Díez Solís sí lo hizo y resulta esclarecedor de una situación que no debía ser
excepcional.
El teniente Díez Solís, procedente de unas de la mejores familias salman-
tinas y con un hermano con amplias responsabilidades en la Compañía de Je-
sús, ejercía de abogado de las víctimas en el Juzgado Militar número 7, el
más activo de Salamanca. Su tarea era puramente formal, porque dichos
abogados tan sólo actuaban como relatores de los cargos. No obstante, era
un puesto apetecido por los menos escrupulosos, dispuestos a sacarle el dine-
ro a los inculpados a cambio de exponer el caso de tal forma que la pena fue-
ra la menor posible. Para llevar a cabo sus extorsiones Díez Solís contaba con
dos bazas. Por un lado era un gran conocedor de la sociedad salmantina y sa-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 137

que no se olvide el castigo 137

bía las familias que tenían recursos y que a la vez era sencillo acusarlas de ser
de izquierdas. Por otra parte, contaba con la complicidad de Adrián Hernán-
dez Sánchez, mecanógrafo del Tribunal de Responsabilidades Políticas de Sa-
lamanca, quien hacía las veces del interlocutor con el procesado. El mecanis-
mo era sencillo. Hernández le decía al inculpado una pena o multa muy
superiores a las que en realidad eran de esperar. Ante este temor, Hernández
se ofrecía para interceder ante Díez Solís para que éste silenciara algunas ac-
tividades del pasado del reo. De esta forma la pena sería menor. Además, en
el caso de que en el juicio no pudiera aminorar las penas siempre quedaba el
recurso de falsificar el documento. Es difícil saber a cuanta gente extorsiona-
ron Díez Solís y Hernández. Sí se advierte que el mecanismo de extorsión era
muy elaborado, porque el dinero se debía pagar en un café de Salamanca
para cambiarlo inmediatamente por otros billetes, con el fin de no correr
riesgos con la numeración. Además, en el proceso que se les abrió a Díez So-
lís y a Hernández se indica la existencia de varios casos. En unos Díez Solís
había cobrado la defensa cuando esta era gratuita, en otros ambos habían
falsificado los documentos para conseguir estafar a los procesados. De Her-
nández perdemos la pista, pero Díez Solís fue conducido a la cárcel en el mes
de febrero de 1937. Ahora bien, la acusación no fue por estafa (ésta fue so-
breseída) sino por conducta indecorosa continuada, ya que quedaron proba-
dos varios intentos de abusos deshonestos con hombres. Sin duda su homo-
sexualidad pesó más que su condición de estafador, pero parece ser que
también influyo en su caída el hecho de que habían indicado a los estafados,
que si no atendían sus sobornos, entonces tendrían que hacer frente a los del
juez militar instructor Rafael García Reparaz. En aquellos días de furor cas-
trense «rebajando» al teniente Díez Solís a la condición de homosexual, el
problema de la corrupción quedaba en segundo plano y podía ocultarse.179
Sin llegar al extremo de Adrián y Marciano, fueron abundantes los casos
de personas que intentaron bandearse al compás del cambio de régimen. Al-
gunos no lo lograron y sufrieron el procesamiento judicial. Francisco Fernán-
dez Fernández era un pequeño propietario de tierras y comerciante de Fuen-
tes de Oñoro que había pertenecido a Izquierda Republicana. De él la
Guardia Civil decía: «Políticamente hay que conceptuarlo como hombre sin
consistencia en sus ideas, sin escrúpulo en este orden de cosas, oportunista
que se da gran habilidad para figurar en todas las situaciones políticas». De
poco le valió la ayuda que prestó a Calvo Sotelo cuando éste tuvo que trasla-
darse a Portugal.180 Finalmente se enfrentó al pago de una multa de 25.000
pesetas, que todavía no había terminado de pagar en 1952, año en que fue in-
dultado, mientras sus bienes estaban bajo embargo.
Los que habían intentado capear el temporal haciéndose falangistas em-
pezaron a notar que la represión se acercaba. Antolín Santos Alonso, jefe lo-
cal de Falange en Campillo de Azaba y maestro nacional en Terradillos, su-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 138

138 esta salvaje pesadilla

frió una condena de cinco meses, hasta febrero de 1938. Se le acusó de moles-
tar a las personas de derechas sirviéndose de su cargo falangista y de haber
infiltrado a comunistas reconocidos en el partido del Movimiento. En 1940,
cuando se iniciaba un proceso civil contra él, se le dio por desaparecido.181
La vida cotidiana se hizo cada vez más agobiante, en todas partes había
que andar con pies de plomo, de lo contrario se podía terminar como mínimo
con una multa o un embargo de bienes.182 Ni siquiera la pertenencia a cuerpos
funcionariales socialmente considerados «de orden» era suficiente salvaguar-
dia. Así, el comisario del Cuerpo de Investigación y Vigilancia de Salamanca,
Antonio Martín del Castillo, el 21 de octubre de 1936 quedó en situación de
disponible forzoso, por acuerdo del gobernador general del Estado, mientras
el inspector de 1ª clase del mismo Cuerpo Raimundo Horcajada Rodríguez
quedaba cesante provisional «hasta tanto se resuelve su situación definiti-
va».183 Por su parte, el 24 de febrero de 1937 se abría expediente a los funcio-
narios Abilio Castro Martín, Luis Laso Conde y Amador de la Cuesta Gonzá-
lez, oficiales de Prisión, y Arturo Torrelo Molina, profesor de instrucción
primaria, todos de la plantilla de la Prisión Provincial de Salamanca, «como
desafectos al Movimiento nacional, salvador de España».184 Del expediente
resultó probado que Abilio de Castro, Amador de la Cuesta y Arturo Torrelo
«se hallan comprendidos en el artículo 1º del Decreto-Ley de 5 de diciembre
de 1936, por la actuación antipatriótica con que cooperaron, dentro de sus
medios, a los males que sufre el país», por lo que fueron separados definitiva-
mente del servicio.185
Abilio de Castro Martín estaba afiliado al Partido Republicano Radical
Socialista. Se le acusó de dar trato de favor a los presos izquierdistas y de ha-
ber influido en el traslado del jefe de la prisión, Manuel Lozano, destacado
elemento de las derechas. También se le acusó de hacer tertulia en el café Las
Torres con destacados izquierdistas, y de haberse alegrado de la muerte de
Calvo Sotelo. En consecuencia, fue expulsado de la función pública el 16 de
octubre de 1937. En 1953 fue revisado su expediente y se confirmó la san-
ción. En 1964 le correspondió la jubilación forzosa por edad, pero todavía
en 1976 solicitó le fuera anulada la sanción, al amparo de lo dispuesto en el
Decreto 3357/1975, de 5 de diciembre, por el que se declaran revisadas de
oficio y anuladas las sanciones administrativas acordadas de conformidad
con lo que establece la Ley de 10 de febrero de 1939, de Responsabilidades
Políticas. El ministerio de Justicia le reconoció como servicios prestados el
tiempo transcurrido entre la expulsión y la jubilación, pero sin derecho a per-
cibir retribución alguna.
Amador de la Cuesta González fue expulsado del cuerpo de Prisiones
porque durante los meses de marzo a mayo de 1936 formó parte de la comi-
sión gestora de Sequeros, por designación del gobernador civil, mientras es-
taba destinado en la cárcel de partido de esa localidad. Parece ser, por las in-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 139

que no se olvide el castigo 139

formaciones que obran en el expediente, que Amador aceptó la designación


por proceder la propuesta de la Sociedad Obrera, pero no manifestó ideas
extremistas. Incluso Francisco Bravo, jefe de Falange, testificó que Amador,
en conversación con él cuando estaba preso gubernativo, le dijo que el asesi-
nato de Calvo Sotelo había sido una canallada.
En 1948 Amador fue readmitido al servicio activo, en la revisión de su
expediente, si bien imponiéndole la sanción de inhabilitación para el desem-
peño de puestos de mando o de confianza durante cinco años, y ocupando en
el escalafón el lugar que le correspondería en caso de no haber sido separado.
Se jubiló en 1963 como jefe de administración civil del cuerpo especial de Pri-
siones, con destino en la provincial de Teruel «y con el haber pasivo que por
clasificación le corresponda».
Arturo Aurelio Torrelo Molina era el maestro de primera enseñanza de la
prisión provincial. Su gran pecado era estar afiliado al sindicato de Trabaja-
dores de la Enseñanza. Todos coincidían en que era una bella persona, inclu-
so Francisco Bravo, quien declaró en 1937 que «en cuanto hace al maestro
sr. Torrelo, tiene la impresión de que es una buena persona, que en la cárcel
trataba cariñosamente a todos los presos y que no tiene nada que decir en
contra de su ideología, ignorando si pertenecía a alguna sociedad que tuviera
concomitancias con el Frente Popular, o que sea incompatible con la signifi-
cación del actual movimiento». En 1947 fue revisado su expediente y, como
en todos los demás casos, se solicitó informe a la Dirección General de Prisio-
nes, a la Auditoría de Guerra de la 7ª Región Militar, al Tribunal Especial
para la Represión de la Masonería y del Comunismo, a la jefatura provincial
de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, a la 207 Comandancia
de la Guardia Civil («En lo político-social se sabe que era izquierdista antes
del Movimiento Nacional, pero no de acción y más bien ideológicamente»),
al Ayuntamiento de Salamanca («Mencionado señor desde 1932 hasta la ter-
minación de la Guerra de Liberación, observó buena conducta moral, públi-
ca y privada, no habiéndosele conocido perteneciera a ningún partido. Con
anterioridad al 18 de julio de 1936 parece ser que el citado ex funcionario
frecuentaba la Casa del Pueblo, y sus amistades eran siempre personas o ele-
mentos de izquierdas»), Comisaría de Policía de Salamanca («Su conducta
moral, buena. Políticamente se le consideraba de izquierdas, haciendo propa-
ganda marxista entre sus amistades, sabiéndose que pertenecía a Oficios Va-
rios afecto a la UGT con el cargo de Vice-secretario, motivo por el cual al
surgir el Alzamiento Nacional fue cesado de su cargo») y varias personas in-
dividuales.
Como resultado de todos los informes, el inspector de Prisiones que revi-
sa el expediente, a la vista de que la actividad de Torrelo en la UGT fue «limi-
tadísima» y su ideología izquierdista «moderada». Que han pasado once
años desde que la sanción fue impuesta y la ideología izquierdista del Sr. To-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 140

140 esta salvaje pesadilla

rrelo «puede considerarse desterrada», y que ha autorizado a dos de sus hijos


a que prestasen sus servicios al Movimiento Nacional, uno de ellos en el fren-
te de batalla como alférez provisional y el otro como miembro de FET y de
las JONS, el inspector propone el reingreso de Torrelo en el cuerpo de Maes-
tros de Prisiones. «Ahora bien, hay que tener en cuenta que también esa ideo-
logía izquierdista que en algunos momentos profesó el sr. Torrelo, merece
una sanción, y aún cuando ya puede considerarse bien sancionado con el
tiempo que lleva en suspenso, parece lógico que su reingreso no se efectúe
como si fuese un honor, sino de modo que no pueda olvidarse que fue sancio-
nado; y esta sanción puede consistir en la pérdida de cinco puestos en el esca-
lafón.»
En 1948 Torrelo fue readmitido al servicio activo con sanción, pero de
inmediato comenzó una serie de recursos de agravios solicitando la rectifica-
ción del escalafón, llegando hasta el consejo de ministros, que en junio de
1953 desestimó su pretensión. Y así, el maestro Torrelo Molina se jubiló en
agosto de 1961 sin haber conseguido que se le devolviera su lugar en el esca-
lafón. Porque el régimen nacido el 18 de julio de 1936 no solamente sancio-
naba a las personas por tener ciertas ideas, sino que además procuraba que
ese castigo no fuera olvidado jamás.
Que no lo olvidaran ni ellos ni sus hijos. El BOE del 13 de febrero de
1937 publicaba las bases que desarrollaban el decreto 101, de 15-12-1936,
disponiendo el concierto de préstamos a los funcionarios del Estado, Provin-
cia o Municipio, así civiles como militares, para sufragar gastos de carrera de
sus hijos en Universidades, Escuelas especiales o Academias. En la instancia
solicitando el crédito, el funcionario hará constar «Declaración jurada de no
haber pertenecido nunca a la masonería ni a los partidos integrantes del lla-
mado Frente Popular».

Los grupos sociales y el terror sistemático

Como hemos visto, el terror no fue indiscriminado. En principio toda aquella


persona que hubiera votado al Frente Popular era una víctima potencial, pero
era imposible conocer el voto. Sin embargo, era fácil señalar a los dirigentes
de izquierda y a los sindicalistas. Así fue como el terror centró sus medios en
la captura y procesamiento de los políticos de izquierda y, particularmente,
sobre los relacionados con la reforma agraria de la Segunda República.
En el conjunto de las víctimas asesinadas o con condenas por encima de
los veinte años se pueden distinguir, por su orden de importancia numérica,
cuatro grupos. Primero, estaba el de todos aquellos que entre los días 18 y 21
habían demostrado alguna actitud de rebeldía contra el levantamiento. Este
grupo fue liquidado en su mayor parte durante el verano. Sólo si se había
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 141

que no se olvide el castigo 141

participado pero no organizado las acciones podía convertirse la condena en


una cadena perpetua o similar. Supuso el 40% de las víctimas.186
En segundo lugar se encontraba el de los políticos de izquierda. El grupo
estaba formado en su mayoría por los alcaldes y concejales del Frente Popu-
lar así como por los directivos de las Casas del Pueblo y del Sindicato de Tra-
bajadores de la Tierra que habían sido especialmente activos en las vindica-
ciones sobre el reparto de tierras. En no pocos casos el primer grupo estaba
incluido en este segundo, pero si se habían abstenido de ir contra el golpe, en-
tonces las condenas no llegaban a la pena de muerte o la cadena perpetua.
Este grupo constituyó el 35% de las víctimas.187
El tercer grupo era el los simpatizantes del Frente Popular que habían
ayudado en las elecciones a distribuir propaganda, ceder sus locales para mí-
tines o sencillamente ayudar en las mesas electorales como interventores.
Vendrían a ser el 20%.188
El cuarto grupo era muy heterogéneo, aunque reducido, porque el estar
incluido en él dependía de otros motivos que los políticos. Se trataba de to-
das aquellas personas que sin tener una relación directa con el Frente Popular
ni con los acontecimientos de los primeros días, sin embargo resultaba con-
veniente retirarlos en una cárcel o aniquilarlos para hacerse con sus bienes o
liquidar antiguas rencillas incluso familiares. Estamos hablando en este caso
de un 5%. Estos procesos era difícil que acabaran tal y como habían planea-
do los denunciantes, puesto que incluso a la sesgada justicia militar no le gus-
taba verse «engañada» por oportunistas, por lo que solían acabar con san-
ciones económicas para la víctima y el denunciante.189
Al margen de esta clasificación hay que hacer mención de la que se refie-
re a los orígenes profesionales de las víctimas. Ante todo hay que hacer una
mención especial en el caso de los maestros nacionales. Suponen un grupo
que en términos relativos fue posiblemente el más castigado: aproximada-
mente el 6% de los fallecidos (12 maestros, 3 catedráticos y un inspector) y el
14% de los procesados estaban relacionados con la enseñanza (14 personas
en números absolutos). Otro grupo que también destaca entre el de los obre-
ros es el de los ferroviarios, que llegaron a sumar alrededor de la veintena de
fallecidos en un conjunto de casi cien trabajadores.
Por supuesto, el grupo más numeroso de víctimas fue el de los jornaleros
(40% de los fallecidos y 30% de los procesados) seguido por el de los obreros
(33% de los fallecidos y cerca del 20% de los procesados). Los funcionarios
junto con los profesionales liberales supusieron siempre algo más del 10% y
los empresarios y comerciantes también arrojan una cifra similar, incluso
algo superior. En ambos casos el cálculo se refiere tanto a fallecidos como a
procesados. Por último, destaca la escasa presencia de militares y policías.
Estos no llegaron a suponer mucho más de un 5% de los fallecidos y prácti-
camente un 10% de los procesados. Los datos sobre las fuerzas de seguridad
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 142

142 esta salvaje pesadilla

confirman el cariz de la represión como un hecho al margen de la propia gue-


rra. En Salamanca, la represión iba contra las personas en función, ante
todo, de su reconocida adscripción política.

CONCLUSIONES

En Salamanca se produjo en julio de 1936 un golpe de estado clásico, por el


cual la autoridad militar se impuso ilegalmente al legítimo poder civil. Los je-
fes militares de Salamanca, siguiendo órdenes de sus superiores, detuvieron a
las autoridades locales y a los principales dirigentes políticos republicanos y
de izquierdas, sin que la sociedad civil pudiera dar una respuesta defensiva.
Un sector considerable de la sociedad salmantina, identificada con «los inte-
reses agrarios» y «la defensa de la religión», se puso de parte de los golpistas
desde el primer momento. Sin embargo, la actuación militar no se quedó en
una mera ocupación del poder, sino que a partir del 19 de julio se desató en
Salamanca una represión inusitada y muy violenta, al igual que en el resto de
las provincias controladas desde el principio por los militares sublevados.
La represión inicial no fue llevada a cabo directamente por el ejército,
sino por la Guardia Civil y piquetes de voluntarios de la extrema derecha fa-
langista o católica, sin que ni la autoridad militar ni la judicial hicieran nada
para evitar las numerosas agresiones contra personas que se estaban produ-
ciendo, como ejecuciones extrajudiciales, detenciones ilegales, detenciones
seguidas de desaparición, palizas y vejaciones de todo tipo. Por su parte, des-
de el Gobierno Civil se procedió a una amplia depuración de los cuerpos fun-
cionariales.
La represión tuvo gran intensidad en los primeros días y semanas después
del golpe, con el objetivo de eliminar físicamente a los dirigentes de las orga-
nizaciones afectas al Frente Popular, así como de sembrar el terror entre las
organizaciones obreras. Los alcaldes y concejales del Frente Popular, los
maestros y los jornaleros del campo fueron los sectores más castigados por la
represión, en especial en aquellos lugares más significados en el proceso de la
reforma agraria. Los miembros de los piquetes irregulares mantuvieron siem-
pre la impunidad, amparados por la autoridad militar.
La eliminación física del contrario se llevó a cabo sobre todo durante los
meses de agosto, septiembre y octubre de 1936, con un parón en noviembre y
un fuerte repunte en diciembre, mediante el paseo (detención seguida de de-
saparición o de ejecución extrajudicial), la saca de la cárcel (ejecución extra-
judicial) y el fusilamiento por sentencia de consejo de guerra, siguiendo a
partir de enero de 1937 solamente con esto último. Los tres mecanismos re-
presivos estaban controlados por la autoridad militar. Al mismo tiempo, se
llevó a cabo una detención masiva de personas, lo cual condujo a una graví-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 143

que no se olvide el castigo 143

sima sobreocupación de la prisión provincial (diez veces su capacidad) que se


mantuvo durante toda la guerra y fue el origen del fallecimiento por enferme-
dad de numerosos presos.
La represión en Salamanca y en Castilla la Vieja formaba parte del plan
de los golpistas con el objetivo de paralizar a la población por el terror y ex-
tirpar del cuerpo social cualquier traza de liberalismo, republicanismo, socia-
lismo, comunismo o marxismo, que para ellos era todo igual.
La idea de los sublevados era hacer una limpieza ideológica y social antes
de la conquista de Madrid, que se preveía próxima (creación de la Junta Téc-
nica del Estado el 2 de octubre de 1936, al mismo tiempo que comenzaban los
bombardeos aéreos de la capital), lo cual permitiría abolir la República y sus-
tituirla por un Nuevo Estado «dentro de los principios nacionalistas». Pero la
resistencia de Madrid convirtió lo que hasta entonces era un sangriento golpe
de estado en una auténtica guerra civil, que nadie había previsto, la cual dio
origen al régimen nacional-católico del Generalísimo Franco, Caudillo de Es-
paña por la Gracia de Dios, lo cual estaba menos previsto todavía.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 144

144 esta salvaje pesadilla

ANEXO 1. LA GEOGRAFÍA DEL TERROR A LO LARGO DE LA GUERRA CIVIL EN LA


PROVINCIA DE SALAMANCA

Al iniciarse el mes de agosto de 1936 comenzaron los juicios militares y fruto


de los mismos fueron los fusilamientos. Agosto arrojó una media de casi dos
personas fusiladas por día, procedentes en su mayoría de los apresados en los
sucesos de Salamanca capital y de la comarca de Ciudad Rodrigo.190 Desde el
primer momento la represión tuvo tres grandes áreas:

1) Zona de Salamanca. En la que, a su vez, se distinguen tres subáreas:


1.1. La principal que era la propia capital con sus barrios y pueblos
muy cercanos como Tejares y Pizarrales.
1.2. La zona de las villas en la antigua carretera a Madrid hasta Peña-
randa.
1.3. Los pueblos cercanos a Salamanca camino de Guijuelo (en espe-
cial Pedrosillo y La Maya).
2) Zona noroeste desde Ciudad Rodrigo hasta Cabeza de Framontanos.
En la que también se pueden apreciar cuatro subáreas:
2.1. La propia Ciudad Rodrigo y los pueblos cercanos hacia el norte
hasta Villar de Ciervo y al sur en la comarca de El Rebollar.
2.2. El valle del río Yeltes, con su epicentro en Villavieja de Yeltes.
2.3. Lumbrales y la carretera hacia Vitigudino, en especial Bermellar
y Cerralbo.
2.4. La zona al norte de Vitigudino, especialmente La Peña y Cabeza
de Framontanos.
3) La comarca de Béjar, que agruparía a la misma Béjar, Calzada de Bé-
jar y Puerto de Béjar.

El año 1936 fue el más aciago. En él se registran 197 fallecimientos, cerca


del 60% de las muertes del período.191 En términos relativos la zona más cas-
tigada fue la de Béjar, con diez fallecidos y dieciocho condenados a más de
veinte años de prisión (en Salamanca capital fueron 17 y 15 respectivamente)
y, luego la de la propia Ciudad Rodrigo (zona 2.1), con nueve muertos y tres
condenados a más de veinte años. En las otras zonas citadas cada población
perdió a uno de sus habitantes por fusilamientos y entre uno y tres sufrieron
penas de más de veinte años.192 A estas cifras, que son provisionales, pero
que son válidas para indicar las zonas y la intensidad comparada de la repre-
sión entre ellas, hay que sumar los cientos de procesos que terminaron en
condenas de menos de veinte años, embargos totales de bienes o multas más
o menos onerosas.
Entrando en una descripción más pormenorizada podemos señalar que la
carretera a Ciudad Rodrigo se convirtió en el camino principal del terror, des-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 145

que no se olvide el castigo 145

de Barbadillo hasta Fuentes de Oñoro. No obstante, a lo largo de ella, dos fue-


ron las comarcas que sufrieron más. Por una parte destaca la propia Miróbri-
ga y la zona norte en dirección a Saelices el Chico y Villar de Ciervo (zona 2.1
ya indicada). La represión se derivaba directamente de la revancha contra los
acontecimientos de los días 19 y 20 de julio ya narrados. Por otro lado, nos
encontramos el valle del Yeltes, en especial Villavieja de Yeltes, Villar de Yel-
tes y Retortillo. En Villares el presidente del Sindicato de Trabajadores de la
Tierra, José Aparicio Galache, fue condenado en rebeldía y fallecería en la
prisión de Fuerte de San Cristóbal en 1941. A otros dos afiliados al mismo
sindicato las condenas fueron por veinte años, a lo que se sumaban multas
que en la mayoría de los casos suponían el embargo total de sus bienes, dejan-
do a las familias, normalmente numerosas, en situaciones muy precarias. En
1941 el escrito de uno de los acusados a veinte años que pide la revisión de su
caso, José Casado Calzada, explica la conexión entre la reforma agraria de la
República y el terror en la guerra civil en la comarca del valle del río Yeltes.
Indica José que «no tuvimos otra instrucción que muy escasos días en la es-
cuela primaria, y que si en algo nos desviamos de la rectitud social que siem-
pre habíamos tenido por norma, fue debido a la desesperación, que nos pro-
ducía, avivada por profesionales de mitin, el vernos sin tierra para trabajarlas,
por pertenecer a un término municipal que además de pequeño se halla dividi-
do en tres grandes fincas, que nos privan a la mayoría de los vecinos de Villa-
res de Yeltes, de los medios indispensables para subsistir.»193
También en la zona noroeste se vieron sacudidos los pueblos de Lumbra-
les, Cerralbo, Vitigudino y especialmente Bermellar, aunque en menor cuan-
tía que en Ciudad Rodrigo o la zona de Yeltes, y ya en los años 1937 y 1939.

Salamanca, zona grande

Los acontecimientos de Salamanca capital han quedado reflejados en el texto


del capítulo.

La Maya

Volviendo a 1936, la otra región que sufriría los primeros choques del terror
fue la cercana a la cabecera del pantano de Santa Teresa, en concreto La
Maya y Pedrosillo de los Aires. Nuevamente, esta había sido una zona en la
que se había planeado la reforma agraria, pero el terror también fue contra
los obreros del embalse que habían defendido la huelga general como medio
para oponerse al alzamiento. Como escarmiento se condenó al capataz de las
obras, y presidente de la UGT y dirigente de la Casa del Pueblo de Armente-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 146

146 esta salvaje pesadilla

ros a doce años de prisión en la Colonia Militarizada de La Corchuela (Dos


Hermanas – Sevilla). La pena sería conmutada en 1941.

Peñaranda de Bracamonte

En 1937 la represión se dejó sentir con mayor énfasis al este de la capital: Vi-
lloria, Babilafuente, Encinas de Abajo y Peñaranda de Bracamonte. En esta
última localidad la familia Ruipérez pasó varios años bajo la presión del te-
rror.194 Textualmente, en el proceso civil se dice que la familia está «toda ella
sometida a expediente de responsabilidad civil y condenados la mayoría de
sus miembros a pena grave por la Jurisdicción de Guerra». Los hermanos
Francisco, Jesús y Salvador Ruipérez Cristóbal sufrieron diversos procesos.
Jesús quedó exculpado en 1943, pero Salvador, alcalde en 1936, fue conde-
nado a doce años de prisión por el reparto de armas que hiciera el día 20 de
julio de 1936. Los bienes de la familia fueron embargados hasta 1945, mien-
tras se repetían las peticiones de sus mujeres para que les permitieran la utili-
zación aunque fuera parcial de éstos. El más codiciado resultó ser la fábrica
de alpargatas que, en los primeros momentos de la contienda se pensó en que
fuera la Falange su beneficiaria y administradora.195
Las pocas fábricas de la provincia que pudieran estar en manos de parti-
darios del Frente Popular se convirtieron en un botín ansiado. Un buen ejem-
plo, aunque nos apartemos de la zona, fue la fábrica de harinas de Cereceda
de la Sierra (Sierra de la Peña de Francia). Dicha fábrica pertenecía a Agustín
Marcos Hernández, que había sido el secretario del Ayuntamiento con el
Frente Popular. Ni en el juicio militar ni en el civil Agustín sufrió pena o mul-
ta alguna (tampoco pasó por la cárcel), aunque todo el interés del alcalde y
del jefe local de Falange estaba centrado en expropiarle de la fábrica, que a su
juicio valía 52.000 pesetas, aunque finalmente fuese tasada en 19.000 pese-
tas. Lo que ellos nunca supieron fue la carta que contenía el expediente de
Agustín. Nada más y nada menos que del mismísimo Gonzalo Queipo de Lla-
no y Sierra, general del Ejército Sur certificaba el 24 de diciembre de 1937 en
referencia a Agustín que:

fue uno de los vecinos del partido de Sequeros que desde el primer momento se
pusieron a su disposición para combatir el cruel e indigno caciquismo que reina-
ba en el distrito de Sequeros, y como todos los que se pusieron a mi lado, son
hombres de orden y de espíritu liberal, incompatibles con aquella tiranía vergon-
zosa que ejercía el sr. Bullón con unos cuantos Secretarios que le apoyaban, caci-
quismo que hoy revive nuevamente, merced a verdaderos maleantes que vengan
la derrota que les produjimos, efectuando denuncias contra hombres honrados,
que si figuraron en algún partido político fue por orden mía para que no queda-
sen en manos de los contrarios los destinos de aquellos pueblos ...
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 147

que no se olvide el castigo 147

La lucha de intrigas, de insidias que produce ese espíritu de venganza, creo en


mi opinión, es la desgracia más grande que puede ocurrir para el régimen que nace,
pues a éste no puede convenirle que el país esté dividido en dos clases, una en la que
hoy más o menos interesadamente están agrupados en derredor de los que mandan
y otra aquellos a los que se hacen víctimas de estas denuncias por haber pertenecido
a partidos de izquierda, a pesar de que ninguna persona sensata pueda creer que se
delinca con el pensamiento y sí sólo con actos tendentes a perjudicar la causa que
hoy defendemos todos los españoles dignos.
Creo, por tanto, que en lugar de perseguir a estos hombres de bien, debiera
apurarse el origen y razón de esas denuncias.196

La carta de Queipo de Llano es muy elocuente respecto del clima de dela-


ción, intereses cruzados y extorsión en el que se estaba viviendo.

El Rebollar

En los registros civiles se inscribieron 54 muertes por herida de arma de fuego.


Los testimonios fiables y concordantes de viudas, hermanos, hijos y corrobo-
rados por expediente judiciales o lápidas, permiten identificar otras 25 vícti-
mas a las cuales se pueden sumar otros 28 asesinatos al cruzar las fuentes, se-
gún las investigaciones en marcha de Ángel Iglesias Ovejero.

Béjar, 1937

En ese mismo año el terror llegó en forma de procesos, a Béjar, Puerto de Bé-
jar y Calzada de Béjar. A estas alturas de la guerra los ajusticiados hacía
tiempo que estaban en la Cárcel Provincial o habían sido «sacados» y fusila-
dos ilegalmente, como Juan Manuel Domínguez Rodríguez, el secretario del
ayuntamiento de Calzada que «fue muerto en los primeros días del Movi-
miento en choque con la fuerza pública» por apedrear la iglesia y la casa del
cura. Al final del año 1937 se iniciaría el juicio militar contra él y otros siete
directivos de partidos del Frente Popular. Dos de ellos ya habían fallecido en
aquel verano. En particular, Juan Blázquez Tolosa, uno de los concejales, pa-
rece que hizo uso de su última libertad y se suicidó.197

Lumbrales y Cantalpino, 1939

Los últimos golpes fuertes del terror vinieron en el año 1939, y se dieron en
lugares como Lumbrales y sobre todo en Cantalpino. En Lumbrales se suce-
dieron los juicios contra los que habían esperado el día 18 y 19 de julio la
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 148

148 esta salvaje pesadilla

venida de un camión con armas. Unos fueron condenados a seis años de


prisión.
Pero la represión también se hizo patente en las zonas antes citadas. Es-
pecialmente contra los dirigentes de las casas del pueblo y del Sindicato de
Trabajadores de la Tierra. Así, por ejemplo el de Cabeza de Framontanos fue
condenado a doce años.

ANEXO 2. LA MASONERIA SALMANTINA

La única logia existente en Salamanca, la Helmántica, llevó una vida anodina


desde su fundación en febrero de 1932 por Ángel Arias Fernández198 y Manuel
Solórzano Barroso,199 en la obediencia de la Gran Logia Española, hasta su re-
fundación en mayo de 1933 a impulso de Atilano Coco, maestro y pastor protes-
tante, y José María Freira, del Partido Radical, a la sazón gobernador civil de Sa-
lamanca, en la obediencia de la Gran Logia Regional del Centro de España,
integrada en el Grande Oriente Español. A pesar de la sonoridad de los nombres,
el número total de masones salmantinos nunca pasó de veinte, ni tampoco tuvo
un local propio. Primero se celebraban las tenidas en un local de la calle Juan del
Rey y después en el propio domicilio de Atilano Coco, que era también escuela.
En julio de 1936 solamente había en Salamanca quince masones. De ellos,
los más conocidos eran Pablo Sotés Potenciano, concejal, y Antolín Núñez
Bravo, presidente de la Diputación Provincial, los cuales fueron detenidos de
inmediato.200 En ambos casos el tribunal militar los condenaba por pertene-
cer al Frente Popular y por masones, pero es evidente que pesó mucho más la
militancia política de estos dos hombres que su adhesión a la masonería. Lo
mismo ocurrió con Joaquín Gaite Veloso,201 socialista de Ciudad Rodrigo,
quien al parecer fue captado para la masonería por José Sánchez Cánovas202
en mayo de 1935, y del que en un informe policial se dice que «fue condenado
a muerte y ejecutado, en virtud de sentencia dictada en Consejo de Guerra Su-
marísimo por tratarse de destacado socialista y masón.»203
Atilano Coco Martín fue detenido el 31 de julio «como propalador de no-
ticias falsas»,204 y por lo tanto sometido a la jurisdicción militar por aplicación
del bando de guerra, pero antes tuvo tiempo sobrado de destruir la documen-
tación de la logia que guardaba en su casa. La policía pudo continuar la inves-
tigación gracias a los archivos de la logia Constancia de Valladolid, con la que
la Helmántica mantenía correspondencia. No obstante, las detenciones fue-
ron muy espaciadas en el tiempo, e incluso varios de los afectados fueron dete-
nidos y puestos en libertad dos o tres veces, a lo largo de 1936 y 1937, debido a
que, por un lado, los represores querían actuar dentro de un cierto orden jurí-
dico y se encontraron con que según la legalidad vigente resultaba muy difícil
inculpar de delitos concretos a los masones; y por otro, la actividad de la logia
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 149

que no se olvide el castigo 149

salmantina había sido tan escasa que apenas se podía establecer de qué modo
la actividad de la logia había tenido incidencia política en Salamanca.
Para superar el escollo, Marcelino de Ulibarri —el acérrimo tradicionalista
navarro que, desde el Cuartel General de Franco estaba organizando la campaña
contra la masonería— solicitó al catedrático de Derecho Penal de la Universidad
de Salamanca, Isaías Sánchez Tejerina, que elaborara un informe que permitiera
dar un barniz de legalidad a la represión de la masonería desde el punto de vista
del derecho penal, ya que la jurisdicción militar era claramente incompetente.205
Mientras tanto, los masones salmantinos se fueron complicando su propia
existencia. En agosto de 1936, Ángel Arias Fernández, que se había dado de baja
de la masonería en marzo de 1936,206 publicó en La Gaceta Regional un par de
artículos atacando a la masonería y adhiriéndose a la sublevación. A continua-
ción Pablo Sotés, que estaba detenido, denunció a Arias como masón. En vengan-
za, Arias delató a once miembros de la logia, quienes fueron prestando declara-
ción ante el juez especial sumidos en el miedo, lo cual les llevó a la delación, la
retractación y la contradicción. Sólo tres de los delatados (Sánchez Cánovas, Ma-
nuel Solórzano y Pablo Sotés) admitieron su filiación masónica. Un ausente, José
Pantoja Flores, capitán del ejército, fue fusilado en Zaragoza en julio de 1936.207
El 20 de septiembre de 1938, el catedrático Sánchez Tejerina ultimó su
informe jurídico sobre la logia Helmántica, fundamentando la teoría y técni-
ca jurídica que iba a permitir procesar a los masones individualmente y san-
cionarlos con las penas correspondientes. Sánchez Tejerina, de este modo,
sentaba las bases teóricas de la Ley de Represión de la Masonería y el Comu-
nismo de 1940. Según Sánchez Tejerina, la masonería internacional está con-
trolada por la Iglesia Anglicana, o sea, por Inglaterra. Por lo tanto, los maso-
nes se sujetan a las órdenes de una potencia enemiga de España, de la
hispanidad y del catolicismo, lo cual significa incurrir en el delito de traición.
La masonería en sí misma es antiespañola.
En la segunda parte, el juez crea la técnica jurídica adecuada para delimitar
la punición individualmente, dado que el código penal no contemplaba el delito
de masonería. Haciendo equivaler el ser masón con ser traidor a la patria, se sal-
vaba el primer obstáculo, pero quedaba la delimitación de las responsabilidades
individuales. Para ello, Sánchez Tejerina considera que el delito de masonería
sólo se puede cometer colectivamente. En cuanto que miembros de una logia,
hay un concurso de voluntades para cometer el delito y la responsabilidad es de
todos e indivisible. Pero cada partícipe puede atenuar o agravar su responsabili-
dad individual según las circunstancias eximentes, agravantes o atenuantes, al
igual que se hace con el resto de los delitos previstos en el código penal. Ese mo-
delo trazado por Sánchez Tejerina sirvió para todos los tribunales especiales y
permitió desvincular la represión política de los tribunales militares.208
A partir de ese informe se pudo procesar y juzgar a los masones salmanti-
nos, hasta entonces en detención gubernativa. En 1938 había ocho masones
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 150

150 esta salvaje pesadilla

en la prisión provincial, otro condenado a trabajos forzosos y tres fusilados


(Atilano Coco, José Pantoja y Mariano García Zapata).209 Tres más se en-
contraban en libertad provisional. No obstante, al terminar la guerra prácti-
camente todos los masones salmantinos se encontraban en la cárcel. En 1941
salieron los juicios y ninguna sentencia bajó de la pena de doce años y un día,
además de las accesorias de multas y privación de empleos del Estado.210
La figura más importante de la logia Helmántica fue Atilano Coco Martín,
pastor anglicano, nacido en 1902 en Guarrate (Zamora). Residente en Inglate-
rra y en Alicante durante varios años, se trasladó a Salamanca a comienzos de la
década de 1930, abriendo unas escuelas en el número 2 del paseo de San Anto-
nio, que era también su domicilio, donde ejercía como maestro. Era una perso-
na conocida en la ciudad por su actividad docente y, sobre todo, por ser el único
pastor protestante que había en Salamanca. Hombre inquieto y activo, estuvo
afiliado al Partido Radical Socialista y después a Unión Republicana. Se asoció
también a la Liga Española de los Derechos del Hombre, cuya sección salmanti-
na fue fundada en junio de 1935. En mayo de 1936, representando a Unión Re-
publicana, participó en un mítin pro presos organizado por el Socorro Rojo In-
ternacional, una organización de inspiración comunista que en Salamanca
trataba, en medio de grandes dificultades económicas y organizativas, de man-
tener encendida la llama de la solidaridad con los presos político-sociales.211
Como era costumbre en los pastores anglicanos, Atilano Coco pertenecía
a la masonería. Había ingresado en Inglaterra hacia 1920 y en Alicante se ha-
bía incorporado, en 1928, a la logia Constante Alona del Grande Oriente Es-
pañol. La logia Helmántica pertenecía a la Gran Logia Española de Barcelo-
na. Como la logia de procedencia de Coco era de otra obediencia, en principio
no participó en la vida de la logia salmantina, hasta que se refundó en mayo
de 1933. A partir de ese momento, Coco participó como secretario y más tar-
de como venerable maestro.
El 31 de julio, Coco fue detenido y conducido a la prisión provincial, des-
de donde escribió a Miguel de Unamuno, a comienzos de septiembre, una
carta en la que le agradecía el interés de don Miguel por su situación y le co-
municaba que estaba «pidiendo constantemente a Dios en mis oraciones que
todos los españoles depongan las armas y se amen como hermanos».212
A pesar de que nunca fue acusado de nada ni sometido a juicio, Atilano
Coco fue fusilado el 8 de diciembre de 1936, día de la Purísima Concepción,
dogma católico negado por los protestantes.213
En marzo de 2005 empezó a funcionar en Salamanca la Residencia Uni-
versitaria «Atilano Coco», promovida por la Iglesia Episcopal española, con
el apoyo de las iglesias anglicanas de todo el mundo, como homenaje al obis-
po asesinado por los franquistas. La Universidad de Salamanca incluyó al re-
verendo Coco entre las víctimas de la represión franquista homenajeadas por
la institución el 11 de diciembre de 2006.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 151

que no se olvide el castigo 151

ANEXO 3. LA PRISION PROVINCIAL DE SALAMANCA

La prisión provincial de la Aldehuela de los Guzmanes se inauguró oficialmente


el 29 de noviembre de 1931, con la asistencia de la directora general de Prisiones,
Victoria Kent para sustituir a la vieja prisión provincial de la cuesta de Sanct-Spi-
ritus, que no era más que un convento habilitado como cárcel en 1885. Había en
la provincia también pequeñas cárceles en las cabezas de partido (Alba de Tor-
mes, Béjar, Ciudad Rodrigo, Ledesma, Peñaranda de Bracamonte, Tamames,
Vitigudino y Sequeros). La plantilla de la cárcel estaba compuesta por un direc-
tor, un subdirector, siete oficiales, un médico, un capellán, un maestro y una ce-
ladora. Las prisiones de partido contaban con un jefe y un oficial.
La prisión provincial de Salamanca consta de un módulo celular y otro,
perpendicular, de galerías comunes. El centro de vigilancia, que no se aprecia
en el plano, era una amplia oficina acristalada por los cuatro lados, sobre la
que se disponía el altar los domingos y fiestas de guardar, situada en el pabe-
llón central. El pabellón celular —separado del pabellón central por una
reja— tenía 21 celdas dispuestas en dos alturas: 13 en el lado izquierdo según
se mira desde el centro de vigilancia (6 abajo y 7 arriba) y 8 en el ábside semi-
circular que se aprecia claramente desde el exterior. Una escalera de piedra
unía los dos niveles de celdas y por una puerta en el hueco de la escalera se
podía salir al patio. El acceso a las de arriba era posible por medio de una
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 152

152 esta salvaje pesadilla

plataforma voladiza de hierro que recorría todo el lateral del pabellón y el


ábside. Las celdas de la parte de abajo del ábside eran, durante la guerra, las
destinadas a los condenados a muerte. En el lateral derecho unos grandes
ventanales proporcionaban abundante luz al conjunto.
Cada celda medía 3 metros de ancho por 4 de largo y tenía una bombilla,
una ventana cuadrada de un metro de lado situada a 1,40 m del suelo (con su
correspondiente reja), un retrete turco y un lavabo inglés, pero carecía de ca-
lefacción. Se cerraba con una pesada puerta de hierro con cerradura, dos ce-
rrojos y una mirilla.
Este pabellón disponía de un patio propio, el segundo en superficie de los
cuatro con que contaba la prisión, al que se accedía por una puerta situada
en el extremo del pabellón más cercano al centro de vigilancia. Como ese pa-
tio tenía un gran portón en el muro para el paso de los vehículos de servicio
(basura, cocina, leña), y dos puertas que daban a las cocinas y a la leñera, se
habilitó un patio especial (llamado patio chico) que consistía en una cerca de
ladrillo hasta la altura de la cadera, continuada por una valla de alambre
hasta por encima de la cabeza. Es decir, era un patio dentro de otro, y a él
sólo se podía acceder por la puerta del hueco de la escalera. El patio chico es-
taba reservado a los condenados a muerte. Los funcionarios y los presos de
confianza podían pasar por la «zona de servicio» del patio y de esta forma
entablar contacto con los condenados a muerte, pero sin entrar en el patio.
Las galerías-dormitorios comunes, situadas en la primera planta, tenían unas
50 camas cada una. Las ventanas eran altas, de tal forma que los presos no po-
dían asomarse por ellas, y contaban con retretes turcos y veinte lavabos ingleses.
Tampoco había calefacción. En estas galerías los presos hacían vida en común
día y noche, y para su esparcimiento contaban con el patio más grande de la pri-
sión, en el que estaban, a la izquierda, los talleres y el economato y, a la derecha,
la escuela —con su pequeña biblioteca— y las duchas, entre otras dependencias.
La prisión contaba también con peluquería, enfermería, lavandería, locu-
torios y, por supuesto, oficinas para los funcionarios (que, por cierto, iban
armados con pistola). Existía también una sección de mujeres, con un peque-
ño patio, y todavía otra sección más pequeña, la de aislamiento, con dos o
tres celdas y su correspondiente patio, destinada a albergar durante unos días
a los presos que ingresaban.
Los patios estaban cerrados por un muro de unos cuatro metros de alto.
Luego había un espacio vacío (recinto de seguridad) y un muro perimetral
más alto con garitas en las esquinas, destinadas a la Guardia Civil. Flan-
queando la puerta principal se encontraban las viviendas del director, del
subdirector y de la celadora. En 1936 se encontraba también allí la capilla.

La cárcel nueva es un verdadero sanatorio, donde han sido tenidos en cuenta


los detalles de las mejores prisiones de España. A pleno campo, con luz natural en
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 153

que no se olvide el castigo 153

todas las dependencias, celdas, talleres, escuelas, dormitorios, salones y comedores


ventilados, con amplios ventanales, reúne el edificio las condiciones de alegría, sa-
lubridad e higiene más perfectas. Servicios de cuartos de baño, piscinas, duchas, la-
vabos, patios soleados, todo aquello que les pueda proporcionar a los reclusos un
cambio total en el régimen de la antigua e inmunda cárcel en que hoy se encuentran.
El edificio destinado a cárcel está rodeado por un gran paseo de ronda, con
cuatro garitas, dos de ellas provistas de receptores de dos a tres mil bujías, que do-
minan perfectamente todos los paseos y cuerpo del edificio. En el ala izquierda es-
tán los locutorios generales de hombres; una magnífica piscina de baños, catorce
duchas, lavapiés y baños, con su correspondiente generador de agua caliente. El
patio general es amplio, con porches de estilo castellano, para resguardarse del
agua los reclusos. En el piso central se encuentra el botiquín, sala de consultas, con
dos habitaciones de aislamiento en casos graves, sala de medicina general, otra de
convalecientes, con baños, cocina especial y terrazas de convalecientes desde las
que se domina el campo. Las camas de la enfermería, de hierro, esmaltadas en blan-
co, con mantas de lana, han sido hechas en el penal de Ocaña, y el equipo quirúrgi-
co es completísimo y con arreglo a todas las necesidades de la ciencia moderna.
En el ala derecha del patio están los comedores, escuela y biblioteca, todos
con calefacción central. En el centro, el cuadro de distribución de luces, barbería
y economato, con cocina especial, sala de visitas y almacenes. También en el cen-
tro, en la planta baja, hay dos cocinas con 8 hornos y 6 fogones, con termos de
agua caliente y fría. En la planta baja y principal están situadas 21 celdas. Éstas
son ventiladas con luz directa a los patios, con cabina para retrete, luz eléctrica y
camas plegables y contiguo al taller de los reclusos. En el principal se hallan dos
magníficos dormitorios generales, capaces para cincuenta o más camas, con su
correspondiente galería de 20 lavabos ingleses, con agua caliente y fría. En el
centro de este pabellón hay un lugar para colocar un altar, con el fin de que pue-
dan todos los reclusos que lo deseen, oir misa sin salir de él. Los locutorios de
mujeres se encuentran a continuación, así como el vestíbulo, cuartos de estar,
sala de lavar, comedor, baños y demás servicios complementarios.

El Adelanto del 19 de septiembre de 1931

Fuentes:

La mayor parte de la información sobre la cárcel procede de las visitas de Se-


veriano Delgado a la misma en octubre de 1998 y octubre de 1999 y las in-
formaciones verbales facilitadas por el funcionario Carlos Coloma y el anti-
guo preso Jerónimo Madrid García. Véase también: Julio Fernández García,
«Cárceles y sistemas penitenciarios en Salamanca», de donde está tomado el
plano. La dotación de personal en el Real Decreto de 27-11-1919, recogido
en José Antonio Abril y Ochoa (comp.), Leyes penitenciarias de España, Li-
brería Internacional de Romo, Madrid, 1920, p. 408.
ANEXO 4. REPRESIÓN SOBRE LOS MAESTROS
154

Situación en la prisión
Maestro/a: Destino: Entra Sale Exped. Ces. Dep. Fallece Datos adicionales
Alejano Fonseca, Restituto Espeja 1936 1939 11.843 Dep.
001-480 Salvaje pesadilla

Alonso Jambrina, Lydia Aldeacipreste Dep.


Alonso Sánchez, Abdón Salamanca 1937 1940 11.216 Ces. Dep.
Álvarez Álvarez, Antonio Vecinos 1936 1936 1.228 Ces. Dep. 14/12/1936 Fusilamiento ilegal
8/5/07

(Saca de la cárcel)
Álvarez de la Cruz, Emilio Salamanca? 1939 1939 11.847 Dep.
Álvarez Macías, Pedro Salamanca? Dep.
12:32

Álvarez Manso, Rosario Salamanca Dep.


Álvarez Martín, Magín Salamanca Dep.
Álvarez Martín, Socorro Pelabravo Dep.
Álvarez Martínez, Gerardo Salamanca 1937 1937 2.221 Ces. Dep.
Anaya Hernández, Emilio Gajate Dep.
Anaya Hernández, Ahigal de
Página 154

María del Pilar los Aceiteros Dep.


Andrés García (Carballo), Salamanca 1936 1936 1.214 20/12/1936 Fusilamiento ilegal
Urbano (Saca de la cárcel)
esta salvaje pesadilla

Anta Hernández, Agustina de Aldealengua 1936 1938 11.594 Dep.


Anta Ramos, Natalia de Babilafuente? Dep.
Anta Salvador, Julio de Parada de Rubiales Dep.
Antón García, Vicente 1936 1936 1.421 19/12/1936 Fusilamiento ilegal
(Saca de la cárcel)
Antona Sánchez, Antonio Rágama Dep.
Arduán Esteban, Justo Gallegos de Argañán Dep. Fusilamiento ilegal
Arroyo Barbero, Rosa Villaflores Dep.
Artacho Falván, Juan Peñaranda de Dep. Desaparecido tras detención.
Bracamonte
Astudillo Arroyo, Germán Palacios Rubios Dep.
Barcala Polo, Nieves Fuentes de Béjar Dep.
Barrueco Celestino, María Pereña Dep.
Francisca
Bayona Izquierdo, Ildefonso Terradillos Dep.
Bello Sánchez, Andrés San Esteban de la 1939 1939 10.807 Dep.
Sierra
Benito Benito, Telesforo La Hoya de la Sierra Dep.
Benito Fernández, Vicente Babilafuente Multa de 2.500 pts
Benito Hernández, Aniano Valdelosa Dep.
001-480 Salvaje pesadilla

Bernal Bruna, Francisca El Cerro Dep.


Bernal Rodríguez, Próspero Fregeneda Dep.
Blanco Alonso, María de las
Nieves Plan profesional Dep.
8/5/07

Blázquez Polo, Alejandro Dep.


Calvo Villoslada, Justa Dep.
Carbajosa Mancebo, Carmen Lagunilla Dep.
12:32

Carrasco Pardal, Virginia Alconada Dep.


Carreto Casado, Marcial Barruecopardo 1938 1938 8.875 Ces. Dep. Multa de 1.500 pts
Castro Cornejo, Pedro de Calzada de Béjar Dep.
Castro Ramos, José Trabanca 1936 1936 Ces. Dep. 05/12/1936 Fusilamiento por sentencia
Castro, Juan Manuel Coca de Alba Dep.
Página 155

Chico Sánchez, Fernando Lumbrales Dep.


Chincho González, Fernando Lumbrales Ces.
Córdoba Málaga, Justa Santa María del Llano Dep.
que no se olvide el castigo

Crespo Ledesma, Manuel La Peña Dep.


Curto Bellido, Agustín Tejares Ces.
Díaz Logones, Francisco Salamanca Dep.
Díaz Serrano, Augusto Bercimuelle Dep.
Dios Boiza, Isabel de Horcajo Medianero Dep.
Domínguez Cachorro, Luis Valdelosa Dep.
Domínguez Clemente, Procopio Ahigal de los Aceiteros 1936 1936 1.744 Dep.
Durán García, Julio Vitigudino 1936 1936 1.743 Ces. Dep. 27/10/1936 Fusilamiento ilegal
(Saca de la cárcel)
Egido Galache, Inés Villavieja de Yeltes Dep.
155

Encinas Sánchez, Andrés San Silvestre 1938 1938 9.087 Dep.


Situación en la prisión
Maestro/a: Destino Entra Sale Exped. Ces. Dep. Fallece Datos adicionales
156

Escanilla Simón, José Celso Bogajo Ces.


Escanilla Simón, Nicolás Salamanca Tribunal militar. Coronel
milicias rojas
Esteban Pascual, Clodoaldo Cantalpino 1939 Ces. Dep. 12/01/1939 Fusilamiento por sentencia
001-480 Salvaje pesadilla

Etreros Sousa, Raimundo Pedrosillo de Alba 1937 1940 5.198 Ces. Dep.
Fernández Sánchez, Cándida Valdelacasa Dep.
Fernández, Magdalena Parada de Arriba Dep.
Ferrero González, Rosa San Felices de los Ces
8/5/07

gallegos
Francisco Crespo, Manuel Béjar 1937 Dep. 21/04/1937 Fusilamiento por sentencia
Fuente y Lucas, Abdón de la Villar de Samaniego Dep.
12:32

Fuertes, Dominica Valero Dep.


Gándara Fraile, Francisco de la Barbadillo 1936 1938 11.756 Dep.
García Alonso, Juan Agustín Puebla de San Medel Dep.
García Aznar, Evaristo Villar de Peralonso Dep.
García Clavero, Emiliano Sequeros 1937 1937 2.248 Dep.
Página 156

García García, Jerónimo San Martín del 1944 1944 21.268 Dep.
Castañar
García García, Liborio Revalvos Dep.
esta salvaje pesadilla

García Gil, Telesforo Sorihuela Dep.


García González, Aurelio Babilafuente Dep.
García Hernández, Serafín Ledrada 1941 1942 19.662 Dep.
García Jiménez, Antonio Madrid 1939 1940 4.860 05/08/1940 Enfermedad
(angina de pecho)
García Martín, Antonia C. Rodrigo 1937 1938 11.813
García Mesonero, María Canilla de Abajo Dep.
Victoria
García Narros, Matías El Manzano Dep.
García Villarón, Teresa Rinconada de la Sierra Dep.
García y L. Nava, Eduardo Cespedosa de Tormes Dep.
Girón, Esperanza Berrocal de Salvatierra 30/08/1936 Fusilamiento ilegal
(en el campo)
González Alonso, Urbano Candelario Dep.
González Elena, Francisco Miranda del Castañar Dep.
González Iglesias, José Manuel Tejares 1937 1939 1.591 Ces. Dep.
González Martín, Domingo Salamanca Ces.
González Mateos, Juan Manuel Salamanca 1937 1938 11.206 Ces. Dep.
González Sánchez, Emilio Babilafuente Ces. Dep.
González Torres, Gerardo Cespedosa de Tormes? 1937 16/05/1937 Fusilamiento por sentencia
Gorjón Vicente, Ildefonso Aldearrodrigo Dep.
001-480 Salvaje pesadilla

Granado Sánchez, Francisco Salamanca Dep.


Grande Vacas, Bernardo La Alberca Dep.
Hernández García, Dimas Cabrillas Dep.
Hernández Hernández, Pizarral Dep.
8/5/07

Juan Manuel
Hernández Hernández, Sofía Salamanca 1937 1938 12.300 Ces. Dep.
Hernández Manchado, Manuel Salamanca Dep.
12:32

Hernández Martín, Elías Lumbrales 1941 1941 5.344 Ces. Dep.


Hernández Miguel, Feliciano Sepulcro Hilario Dep.
Hernández Prieto, Raimundo Vilvestre 1936 1937 2.319 Ces.
Hernández Vela, Segundo Salmoral (sic) Dep.
Herrero Hernández, Cándido Valverde de Valdelacasa Dep.
Página 157

Herrero Holgado, Teresa Salamanca 1937 1938 12.229 Dep.


Herrero Navedo, Felisa Valverde de Valdelacasa Dep.
Holgado Flores, Arturo Encinas de Abajo 1943 1943 20.885
que no se olvide el castigo

Holgado González, Manuel Villanueva del Conde Ces. Dep.


Iglesias Hernández, Fabio Valverde de Valdelacasa Dep.
Jeremías Rodríguez, Jesús Escuernavacas Ces.
Laso Lado, Cristina Martín de Yeltes Dep.
Llamas Conejo, Ceferino Villar del Ciervo 1938 1938 11.901 Dep.
López Pérez, Rosario Babilafuente Dep.
López Vázquez, Rosario Babilafuente Dep.
Luengo Vicente, Jesús Salamanca
Macías González, Isabel Sequeros Dep.
Marchante Lora, Enrique San Cristóbal de 1936 1936 1.230 Dep.
157

la Cuesta
Situación en la prisión
158

Maestro/a: Destino Entra Sale Exped. Ces. Dep. Fallece Datos adicionales
Marcos Herrero, Manuel Almendra Dep.
Marcos Rodríguez, Jesús Plan profesional Dep.
Marino Polo, Alejandro Aldeacipreste Dep.
Martín García, Leonides Nava de Béjar Dep.
001-480 Salvaje pesadilla

Martín Grande, Nicolás Cabrillas Dep.


Martín Martín, Francisco Sanfelices de los Gallegos
Mateo Serrano, Julio Candelario Ces.
8/5/07

Matos Maderal, María Carpio de Azaba Dep.


Mayor Andrés, Juan Martinebrón Dep.
Merchán Acosta, José María Bañovarez Dep.
12:32

Miñambres García, Basilio Dep.


Montero Hernández, Ángela Casillas de Flores Dep.
Mora Egido, Antonio Santibáñez de Béjar Ces.
Moreno Hernández, Germán M. Calvarrasa de Abajo Dep.
Morín Montejo, Ángel Plan profesional Dep.
Morín Montejo, Tomás Abusejo Dep.
Página 158

Moro Lucas, Felipa Cerezal de Peñahorcada Dep.


Mulas Blanco, Gabriel Valdehijaderos 1936 1936 1.229 Ces. Dep.
Nieto González, Felicísima Navaumbela Dep.
esta salvaje pesadilla

Núñez González, Antonio Chagarcía Medianero Dep.


Oria, Guadalupe Babilafuente
Ortiz Mantrana, Ambrosio El Cerro Dep.
Ortiz Valverde, Miguel Salamanca 1936 1937 2.765 Dep.
Pardal Martín, Asunción Florida de Liebana Dep.
Pardo Duarte, Antonio Carrascal del Obispo Ces.
Pascual Hernández, Manuel Mieza Dep.
Payán Martín, Fabián Miranda del Castañar Dep.
Pérez Alonso, Tomás Salamanca Dep.
Pérez Cambón, Rosario Navalmoral de Béjar Dep.
Pérez Estévez, Miguel 1939 1939 11.845 Dep.
Pérez García, Bernardino Sanchotello 1939 1939 11.846 Dep.
Pérez Lorenzo, Luis Monforte de la Sierra Dep.
Pérez Martín, Emigdio Salamanca 1936 1937 2.217 Ces. Dep.
Perrino Villalón, Elisa Calvarrasa de Abajo Dep.
Perucho Blázquez, Antonio Villanueva del Conde Dep.
Polo Blanco, Heliodoro Alamedilla Dep.
Polo Valverde, Miguel Sobradillo Dep.
Prieto Picazo, Antonio Salamanca Dep.
Prieto Picazo, Enrique Salamanca Dep.
001-480 Salvaje pesadilla

Ramiro Moro, Blas Castellanos de Villiquera Dep.


Ramos Herrero, María Escurial de la Sierra Dep.
Ramos Sánchez, Perfecto Villoria Dep.
Ramos Vaquero, María Sanchón de la Ribera Dep.
8/5/07

Francisca
Rey Navarro, Eduardo del Cespedosa de Tormes Dep.
Rivas García, Octavio Salamanca. 1936 1936 Ces. Dep. 19/09/1936 Fusilamiento por sentencia
12:32

Rivas Turiel, Manuel Ciudad Rodrigo Dep.


Rodil Fernández, Leonor Gomecello Dep.
Rodríguez Alonso, Elena C. Aldeatejada Dep.
Rodríguez Bravo, Atanasio La Encina Dep.
Rodríguez Casado, Guadalupe Dep.
Página 159

Rodríguez Castilla, Joaquín Ledesma 1936 1936 1.914 Dep. 19/12/1936 Fusilamiento ilegal
(saca de la cárcel)
Rodríguez Conde, Teresa Lumbrales Ces. Dep.
que no se olvide el castigo

Rodríguez González, Teresa Lumbrales Dep.


Rodríguez Hernández, Isidro Aldeatejada 1936 1939 12.196 Ces. Dep.
Rodríguez Martín, Isaac Olmedo de Camaces Dep.
Rodríguez Martín, Narciso El Maillo Dep.
Rodríguez Ovejero, Saturnino Salamanca 1937 1938 11.217 Ces. Dep.
Rodriguez Tocino, Melquiades Colmenar de Ces. Dep.
Montemayor
Romero, Inocenta Teófila San Morales Ces. Dep.
Rua Crespo, José de la Salamanca Dep.
Ruipérez Cristóbal, Encarnación Peñaranda de 1936 1938 11.246 Dep.
159

Bracamonte
Situación en la prisión
160

Maestro/a: Destino Entra Sale Exped. Ces. Dep. Fallece Datos adicionales
Ruipérez Cristóbal, Leonor Peñaranda de Bracamonte 1936 1938 11.245 Dep.
Salvador Caballero, Isidora Cabeza de Framontanos Dep.
Sánchez Alba, Ángel Narros de Matalayegua Dep.
Sánchez de la Granda, Román Vidola Dep.
001-480 Salvaje pesadilla

Sánchez Fernández, Venancio Armenteros Dep.


Sánchez García, María del Alaraz Dep.
Socorro
8/5/07

Sánchez Grande, Enrique Salamanca Dep.


Sánchez Hernández, Tamames Dep.
Hermenegildo
12:32

Sánchez Hernández, Julio Fuente de San Esteban Dep.


Sánchez Hernández, Manuel Mogarraz 1936 1940 5.197 Dep.
Sánchez Hernández, Primo Moriscos Dep.
Sánchez Hernández, Venancio Armenteros Ces.
Sánchez Huebra, Obdulia Cantalapiedra Dep.
Sánchez Lorenzo, Alberto Garcihernández 1936 1936 Ces. Dep. 19/09/1936 Fusilamiento por sentencia
Página 160

Sánchez Patiño, Toribio Ciudad Rodrigo Dep.


Sanchez Piñel, Francisco La Alberca Dep.
Sánchez Prieto, Mariano Sepulcro Hilario Dep.
esta salvaje pesadilla

Sánchez Redondo, Gerardo Zorita de la Frontera 1936 1937 2.321 Dep.


Sánchez Sánchez, Antonio Pedrosillo de los Aires Dep.
Sánchez Sánchez, Ignacio Ledesma Ces. Dep. 19/12/1936 Fusilamiento ilegal
(saca de la cárcel)
Sánchez, Socorro Alaraz Ces.
Sancho Asencio, Fabián Mancera de Abajo Ces.
Sancho, Marcelina La Sagrada Dep.
Sanjuan Martín, Fausto Villarmayor 1936 1938 8.870 Dep.
Santos Alonso, Antolín Campillo de Azaba Embargo de sus bienes,
6.000 pts
Santos Alonso, Carolina San Esteban de la Sierra Dep.
Santos Borrego, José Peñaranda de Bracamonte Dep.
Santos González, José Plan profesional 1941 1941 20.413
Santos Mareca, Luis Salamanca 1945 1945 22.064 Dep.
Santos Martin, Leovigildo L. Fregeneda Dep.
Solórzano Barroso, Manuel Salamanca 1937 1939 12.026 Dep.
Sotero Sánchez, Segundo Malpartida Dep.
Suárez Serrano, Elisardo Martiago Dep.
Tapia Martín, José Vistahermosa Dep.
001-480 Salvaje pesadilla

Terán González, Luisa Agallas Dep.


Tio Vallejo, Pedro Puente del Congosto Ces. Dep.
Toves Sánchez, María Las Torres Dep.
Una joven maestra Zaragoza 1936 1936 09/12/1936 Fusilamiento ilegal
8/5/07

(en el campo)
Vasallo Gutiérrez, Horacio Guijuelo Dep.
Vázquez González, Ricardo Cantalpino Dep.
12:32

Velasco Crespo, Nieves Casillas de Flores Dep.


Vicente Barrueco, Emilia Bogajo Dep.
Vicente Barrueco, Santiago Pereña Ces. Dep. Pérdida de todos sus bienes
Vicente García, Andrés Gejuelo del Barco 1936 1937 11.305 Dep.
Vicente Inestal, Consuelo Calvarrasa de Abajo Dep.
Vicente Sierra, Joaquín Aldeaseca de la Frontera Dep.
Página 161

Viera López, Irena Babilafuente Dep.


Vila Hernández, Juana Salamanca Ces. Dep.
que no se olvide el castigo

Yuste Sánchez, Carmen Cerralvo Dep.


Zato Vicente, Gabriel Robleda Dep.
Fuente: Antonio García Madrid. «La depuración del magisterio nacional en la provincia de Salamanca: avance de estudio», Papeles salmantinos de educa-
ción, 4, 2005, pp. 137-189.
Ces.: Cesado por el gobernador civil el 20 de agosto de 1936.
Dep.: Depurado.
161
ANEXO 5. VÍCTIMAS DE LA REPRESIÓN EN SALAMANCA 162

Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
Acosta Merino, Lucas Albañil Villavieja de Yeltes Fusilamiento ilegal
Aires Alonso, Santiago Jornalero Villavieja de Yeltes 1.735 1936 1936 Saca de la cárcel
Aja Fernández, Esteban 29 Soldado Ruesga (Santder) 07/03/1939 Sentencia de Consejo de Guerra
001-480 Salvaje pesadilla

Alba Ratero, Manuel 40 Concejal Salam. Salamanca Salamanca 1936 1937 20/06/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Alfonso González, José 37 Fuenteguinaldo 08/10/1936 Fusilamiento ilegal
Alguacil Martínez, Pascual 45 Empleado Taravilla (Gda.) Madrid 10.715 1939 1939 02/12/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
Alonso Blanco, David Rollán 02/08/1936 Fusilamiento ilegal
8/5/07

Alonso Díez, Plácido 29 Carpintero Peñaranda Peñaranda de B. 1937 04/03/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Alonso García, Decoroso Jornalero Villavieja de Yeltes Fusilamiento ilegal
Alonso Goya, José Maria Santiago Cuba Castro Urdiales (Sant.) 18/04/1937 Falangista. Herida por arma de
12:32

fuego
Alonso Manzanera, Industrial Villavieja de Yeltes 9.067 1936 1938 Enfermedad
Gonzalo
Alvarado Ciriezo, Antonio 31 Marinero 1.827 1936 1936 14/12/1936 Saca de la cárcel
Álvarez Álvarez, Antonio 37 Maestro nacional Salamanca Vecinos 1.228 1936 1936 14/12/1936 Saca de la cárcel
Álvarez Carrasco, Candido 39 Secretario Fregeneda 28/07/1936 Fusilamiento ilegal
Página 162

Álvarez Iglesias, Martín 60 Jornalero Puerto de Béjar Puerto de Béjar 1937 29/07/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Álvarez López, Juan Pablo 39 Pajero Villardigo (Z.) Salamanca 1938 10/04/1938 Enfermedad (broncopneumonía)
Álvarez Maquedano, 33 Jornalero Talavera (TO) Talavera de la 1938 09/10/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
esta salvaje pesadilla

Victoriano Reina (TO)


Álvarez Ramos, Manuel 24 Mozo de almacén 1.218 1936 1936 26/08/1936 Saca de la cárcel
Álvarez Ramos, Marcelino 37 Policía municipal 1.703 1936 1936 20/12/1936 Saca de la cárcel
Álvarez Regueras, Gabriel 18 Panadero 1.701 1936 1936 11/08/1936 Saca de la cárcel
Álvarez Rodríguez, 45 Jornalero Armariz (Or.) Armariz (Orense) 12.031 1937 1939 19/05/1939 Enfermedad (tuberculosis
Antonio pulmonar)
Anaya Expósito, Rufino 39 Jornalero Salamanca C. Rodrigo 1.265 1936 1936 20/12/1936 Saca de la cárcel
Andrés (de Malpartida) Jornalero Malpartida 28/08/1936 Fusilamiento ilegal
Andrés García (Carballo), 21 Maestro Salamanca 1.214 1936 1936 20/12/1936 Saca de la cárcel
Urbano
Andrés y Manso, José Diputado PSOE Salamanca 1.232 1936 1936 29/07/1936 Saca de la cárcel
Antón García, Vicente 21 Maestro nacional 1.421 1936 1936 19/12/1936 Saca de la cárcel
Antón Gutiérrez, Víctor 75 Jornalero Fuentelapeña (Z) Pajares de la 1938 06/03/1938 Enfermedad (septicemia)
Laguna (SA)
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
Antón Rodríguez, Braulio 22 Pintor Pino de Tormes 1937 29/07/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Aparicio Fernández, Director Banco Béjar Ciudad Rodrigo 16/12/1936 Fusilamiento ilegal
Eduardo
Aparicio, Agustín Los Santos 14/09/1936 Fusilamiento ilegal
Aparicio, Andrés Los Santos 14/09/1936 Fusilamiento ilegal
Aparicio, Daniel Los Santos 14/09/1936 Fusilamiento ilegal
Arciniega López de 63 Mecánico Vitoria Madrid 10.782 1939 1939 04/11/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
001-480 Salvaje pesadilla

Armentia, M.
Arco Encinas, Adriana del 67 Sus labores Bogajo (SA) Bogajo 11.822 1937 1938 05/05/1938 Enfermedad (hemorragia cerebral)
Arco García, Benjamín del 24 Tejedor Béjar 1.114 1936 1936 05/08/1936 Saca de la cárcel
Arduan Esteban, Justo Maestro Gallegos de Fusilamiento ilegal
8/5/07

Argañán
Arévalo Domínguez, Blas 30 Jornalero 1.993 1936 1936 14/12/1936 Saca de la cárcel
Aristides (de Aldehuela) Cartero Aldehuela de la 15/08/1936 Fusilamiento ilegal
12:32

Bóveda
Armenteros Salgado, 24 Factor Salamanca Peñaranda de 1937 22/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Celedonio Jesús Bracamonte
Arnaz Pérez, Alejandro 25 Aviador republica Olmedo (V) 1939 1940 21/02/1940 Sentencia de Consejo de Guerra
Arribas Martínez, Juan 38 Jornalero Ayllón (S) Salamanca 1938 31/01/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
Artacho Falvan, Juan 35 Maestro Peñaranda de Desaparecido tras detención.
Página 163

Bracamonte
Aymani Contijoch, Pedro 47 Labrador Vilaplana (Ta) Vilaplana 1939 1939 06/12/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
(Tarragona)
que no se olvide el castigo

B. M., C. 29 Contable 1936 1936 11/08/1936 Saca de la cárcel


B. M., L. 33 Periodista Salamanca 1936 1936 19/12/1936 Saca de la cárcel
Bajo Montero, Andrés 39 Molinero Aldearrubia Desaparecido tras detención por
falangistas
Bancora Bravo, Dionisio 35 Camarero 1.958 1936 1936 06/12/1936 Saca de la cárcel
Barbero Fernández, Julio 60 Jornalero Cantalpino Cantalpino 1939 12/01/1939 Sentencia de Consejo de Guerra
Barbero Martín, Julio 22 Peón de albañil Cantalpino Cantalpino 1936 1939 14/05/1939 Sentencia de Consejo de Guerra
Barco Ramos, Santiago Jornalero Villavieja de Yeltes 2.026 1936 1937 Prisión del fuerte de San Cristóbal
(Pamplona)
Barrado Sánchez, Ángel Barbadillo 1.845 1936 1936 09/12/1936 Saca de la cárcel
Barrot Inglés, Salvador 49 Obrero del campo Tarragona Roquefort del 10.781 1939 1939 04/11/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
163

Querol
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
164

Basilio (de Peñaranda) Jornalero Peñaranda de Desaparecido tras detención


Bracamonte
Becerro Martín, Ángel 27 Jornalero 1.463 1936 1936 19/12/1936 Saca de la cárcel
Bellón García, Manuel 21 Labrador La Coruña San Andrés 1939 1940 05/01/1940 Enfermedad (tifus exantemático)
(La Coruña)
001-480 Salvaje pesadilla

Benito Bermúdez, Francisco 48 Empleado Madrid Las Rozas (Madrid) 10.806 1939 1939 03/10/1939 Enfermedad (asistolia)
Benito González, Benito 27 Jornalero Salamanca 1.824 1936 1936 20/12/1936 Saca de la cárcel
Benito Hernández, Alonso 27 Jornalero Villaseca de los 1.730 1936 1936 19/12/1936 Fusilamiento ilegal (en el campo)
Gamitos
8/5/07

Benito Hernández, Candida 62 Molinillo 11/08/1936 Fusilamiento ilegal


Benito López, Heliodoro 25 Albañil Villalba Solanos. Salamanca 19/07/1936 El tiro de la Plaza
Berrocal López, José Jornalero Matilla de los 01/10/1936 Fusilamiento ilegal
12:32

Manuel Caños
Blanco, Ubaldo Los Santos 14/09/1936 Fusilamiento ilegal
Blázquez Tolosa, Juan 42 Calzada de Béjar Béjar 23/08/1936 Se tiró al tren.
Blázquez Vaquero, Vicente 39 Tejedor Béjar 1937 06/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Boj Rodríguez, José 41 Empleado 20.625 1936 1936 14/12/1936 Saca de la cárcel
Bonilla, Agustín Los Santos 14/09/1936 Fusilamiento ilegal
Página 164

Bravo Pizano, Matías 34 Ferroviario 1.917 1936 1936 15/12/1936 Saca de la cárcel
Bravo Sayalero, Jacinto 23 Mecánico Cáceres Salamanca 17/10/1936 Fractura del cráneo
Butragueño, Ignacio Desaparecido
C. T., J. 32 Mecánico 1936 1936 31/12/1936 Saca de la cárcel
esta salvaje pesadilla

Caba Trujillo, Manuel 47 Factor ferrocarril 1.946 1936 1936 28/08/1936 Saca de la cárcel
Caballero García, Manuel 38 Jornalero Tordillos Tordillos 12.245 1936 1938 01/12/1938 Enfermedad (tuberculosis
pulmonar)
Caballero Mulas, Alfonso Cantalpino 1.957 1936 1942 01/01/1942 Posible muerte por enfermedad en
la cárcel
Caballero Pinto, Alejandro 56 Hortelano Cantalpino (SA) Cantalpino 10.744 1937 1939 09/11/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
Cabo, Valentín María 38 Villoria 1936 1936 03/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Cáceres Escribano, Cantalpino 20/12/1936 Fusilamiento ilegal
Guillermo
Cáceres Guijo, Feliciano 34 Jornalero 1.682 1936 1936 26/08/1936 Saca de la cárcel
Calle Paredero, Bernardino 19 Jornalero 1.112 1936 1936 26/08/1936 Saca de la cárcel
Calvillo Hernández, Isidoro Salamanca 1.838 1936 1936 13/11/1936 Saca de la cárcel
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
Calvo Martín, Víctor 59 Jornalero Aldea del Obispo Cercedilla 19.644 1939 1942 05/01/1940 Enfermedad (broncopneumonía)
(SA) (Madrid)
Calvo Moronta, Juan 37 Chofer La Peña 1937 04/10/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Calvo Vallejo, Emilio 31 Alpargatero Ciudad Rodrigo 01/01/1937 Fusilamiento ilegal
Camiñas García, Manuel 25 Barbadillo (SA) Barbadillo 1936 1936 20/08/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Campo Redondo, Luís 36 Inspector enseñanza Salamanca 1.226 1936 1936 14/12/1936 Saca de la cárcel
Campos Gómez, Andrés Carabinero Los Santos 15/09/1936 Choque con la fuerza pública
001-480 Salvaje pesadilla

Cañada Sánchez, Elías 28 Jornalero Cantalpino Cantalpino 1939 12/01/1939 Sentencia de Consejo de Guerra
Carrasco Leal, José Militar Se ignora 1937 08/09/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Carreño de Anta, 21 Aldealengua 15/08/1936 Fusilamiento ilegal
Felicísimo
8/5/07

Carreño González, Agapito 23 Casillas de Flores 08/10/1936 Fusilamiento ilegal


Carreño Tendero, Esteban 28 Fuenteguinaldo 08/10/1936 Fusilamiento ilegal
Carretero Hernández, 19 Albañil Béjar 21/07/1936 Tiroteo con falangistas
12:32

Faustino
Casas Cerezo, Anunciación 35 Sus labores Nájera (LO) Madrid 1937 1938 07/01/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
Castaño Duran, Ramón 24 Fuenteguinaldo 08/10/1936 Fusilamiento ilegal
Castellanos del Real, 35 Agente Vigilancia 1.823 1936 1936 21/09/1936 Saca de la cárcel
Francisco
Castrillo Olivera, Miguel 25 Se ignora Salamanca 1936 1936 25/08/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Página 165

Juan
Castro Pérez, Enrique 21 Camarero Béjar 1936 1937 01/01/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Castro Ramos, José 43 Maestro nacional. Fermoselle (Z) Trabanca 1936 1936 05/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
que no se olvide el castigo

Cejudo Cejudo, Epifanio 35 Cartero Saelices 1.208 1936 1937 01/01/1937 Saca de la cárcel
Cenizo Calderero, Martín 44 Saelices el Chico 1.936 1936 30/08/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Cerezo Hernández, Ciudad Rodrigo 12/08/1936 Fusilamiento ilegal
Eugenio
Chamorro de la Torre, Jornalero Cantalpino 19/12/1936 Fusilamiento ilegal
Severiano
Cifuentes Pérez, Rogelio 42 Herrero 1.936 1936 19/12/1936 Saca de la cárcel
Cifuentes, Julián 34 Jornalero Peñarandilla 16/09/1936 Posible fusilamiento en Fuente el
Sol (V)
Civicos Bragado, Román 27 Herrero Cantalapiedra 1.741 1936 1936 19/12/1936 Saca de la cárcel
Clavijo Cano, Luís 26 Abogado 1.931 1936 1936 06/12/1936 Saca de la cárcel
165

Coca y Coca, Francisco 58 Industrial S Pedro Atarce. Salamanca 19/07/1936 El tiro de la Plaza
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
166

Coco Martín, Atilano 33 Pastor evangélico Guarrate (Z) Salamanca 1.749 1936 1936 08/12/1936 Saca de la cárcel
Collado Rodríguez, Julián 36 Jornalero Peñaparda Peñaparda 1938 10/03/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
Collantes Fernández, Julio 30 Pedrosillo Aires 1936 1936 03/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Colorado González, Béjar Béjar 10/10/1936 Fusilamiento ilegal
Francisco
001-480 Salvaje pesadilla

Conde Hortet, Juan 43 Guarda jurado Miajadas (C) Miajadas (Cáceres) 1938 12/05/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
Francisco
Corredera Pérez, Agustín 29 Escribiente 1.678 1936 1936 31/12/1936 Saca de la cárcel
Cortes Ramos, Leonardo 41 Villoruela 24/08/1936 Fusilamiento ilegal
8/5/07

Cortes Ramos, Leoncio 38 Villoruela 24/08/1936 Fusilamiento ilegal


Cortina, Avelino Jornalero Aldehuela de la 15/08/1936 Fusilamiento ilegal
Bóveda
12:32

Crespo González, Pedro 44 Ferroviario Collado Villalba Collado Villalba 4.808 1939 1940 12/03/1940 Enfermedad (tuberculosis
(Madrid) pulmonar)
Crespo Mingo, Ernesto 50 Jornalero Leganés (M) Carabanchel Alto 4.700 1939 1940 04/09/1940 Enfermedad (septicemia aguda)
(Madrid)
Crespo Regalado, Luís Rollán 02/08/1936 Fusilamiento ilegal
Criado Barés, Desiderio Ciudad Rodrigo 15/09/1936 Fusilamiento ilegal
Página 166

Criado Palacios, Pedro 42 Fogonero 1.718 1936 1936 11/08/1936 Saca de la cárcel
Criado, David 40 Escayolista Desaparecido tras detención por
falangistas
Cruz Sánchez, Ramón 23 Pedrosillo Aires 1936 1936 03/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
esta salvaje pesadilla

Cuadrado Gómez, 65 Béjar Béjar 21/09/1936 Se tiró a un pozo


Florencio
Cuadrado Prieto, Francisco 19 Cáceres 1942 04/11/1942 Enfermedad (pleuresía supurada)
Curto Briz, Bernardo 37 Zapatero Béjar Béjar 08/09/1936 Conmoción cerebral
Curto Sánchez, Abdón Jornalero Matilla de los 01/10/1936 Fusilamiento ilegal
Caños
D. V., F. 31 Industrial 1936 1936 12/12/1936 Saca de la cárcel
Delgado Arroyo, Jornalero Aldehuela de 1.113 1936 1936 15/08/1936 Saca de la cárcel
Bernardino la Bóveda
Delgado González, Mateo 30 Aldeatejada (SA) Salamanca 1936 1936 23/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Delgado Pérez, Eladio Jornalero Aldehuela de 1.710 1936 1936 15/08/1936 Saca de la cárcel
la Bóveda
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
Díaz García, Leoncio 64 Cartero Toledo Cabañas Sagra 4.889 1939 1940 15/02/1940 Enfermedad (arteriosclerosis)
(Toledo)
Diez Gorrionero, Aurelio Barbadillo 1.849 1936 1936 09/12/1936 Saca de la cárcel
Domínguez Guerra, Ciudad Rodrigo 15/09/1936 Fusilamiento ilegal
Constantino
Domínguez Ordiales, 21 Salamanca 1936 1936 05/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Bonifacio
001-480 Salvaje pesadilla

Domínguez Rodríguez, 37 Médico Calzada de Béjar 1.314 1936 1936 26/08/1936 Saca de la cárcel
Juan Manuel
Durán Díez, Emilio 39 Ebanista 20.628 1936 1936 26/08/1936 Saca de la cárcel
Duran García, Julio 45 Maestro nacional Vitigudino 1.743 1936 1936 27/10/1936 Saca de la cárcel
8/5/07

Escanilla Simón, Celso 31 Ciudad Rodrigo Bogajo 1936 1936 24/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Escribano Marcos, Eladia Cantalpino 19/12/1936 Fusilamiento ilegal
Escribano Pérez, Julián Cantalpino 1936 1936 19/12/1936 Fusilamiento ilegal
12:32

Escribano Pérez, Miguel 18 Jornalero Cantalpino 36.944 1936 1936 20/12/1936 Saca de la cárcel
Escribano Pérez, Serapio 45 Jornalero Paradinas Salamanca 25/07/1936 Herida por arma de fuego
Escudero Expósito, Molinillo 11/08/1936 Fusilamiento ilegal
Hipólito
Esteban Pascual, Clodoaldo 41 Maestro nacional Baliabado (ZA) Cantalpino 1939 12/01/1939 Sentencia de Consejo de Guerra
Fatuarte Rodríguez, Julio 41 Zapatero Alburquerque (B) Alburquerque 10.920 1938 1939 28/06/1939 Enfermedad (enfermedad de
Página 167

(Badajoz) Addison)
Fernández Barván, 27 Soldado El Fresno (Ov) 28/08/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
Gumersindo
que no se olvide el castigo

Fernández Carrasco, 38 Labrador 1.071 1936 1936 27/10/1936 Saca de la cárcel


Fermín
Fernández Fuentes, 73 Jornalero Almendralejo (B) Almendralejo 11.494 1938 1939 05/01/1939 Enfermedad (bronconeumonía)
Lorenzo (Badajoz)
Fernández Jiménez, Vicente 47 Jornalero Lillo (Toledo) Lillo (Toledo) 20.024 1939 1941 16/11/1941 Enfermedad (hemorragia cerebral)
Fernández Pérez, Benito 45 Cantero Entrimo (Or) 1936 1936 03/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Fernández Pernas, Eusebio 18 Cerrajero 1.707 1936 1936 28/08/1936 Saca de la cárcel
Fernández Ríos, José Carpintero Villavieja de Yeltes Fusilamiento ilegal
Manuel
Fernández Sánchez, Pedro Curtidor Villavieja de Yeltes Fusilamiento ilegal
Fiz Fonseca, Manuel 38 Tamames Salamanca 1937 20/06/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
167

Flores Aldehuelo, León P. 38 Fuenteguinaldo 08/10/1936 Fusilamiento ilegal


Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
168

Fortuny Canela, Pedro 54 Labrador Tarragona Cabra Campo 10.773 1939 1939 24/11/1939 Enfermedad
(Tarragona) (tifus exantemático)
Fraile, Ángel Luís 52 Pedrosillo 1936 1936 03/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Francisco Crespo, Manuel 26 Ferroviario 21.403 1936 1936 12/12/1936 Saca de la cárcel
Francisco Crespo, Manuel 45 Maestro nacional Salamanca Béjar 1937 21/04/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
001-480 Salvaje pesadilla

Froufe Carlos, Agustín 22 Abogado Puerto Seguro Salamanca 1937 20/06/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
G. A., M. 26 Empleado Audie 1936 1936 15/12/1936 Saca de la cárcel
G. A., Z. 29 Fogonero 1936 1936 11/08/1936 Saca de la cárcel
G. C., B. 35 Jornalero 1936 1936 06/12/1936 Saca de la cárcel
8/5/07

G. D., J. 22 Albañil 1936 1936 21/12/1936 Saca de la cárcel


G. M., A. 24 Jornalero 1936 1936 21/12/1936 Saca de la cárcel
G. M., C. 45 Jornalero 1936 1936 06/12/1936 Saca de la cárcel
G. M., J. 37 Relojero 1936 1936 27/10/1936 Saca de la cárcel
12:32

G. P., C. 51 Guarda carreteras 1936 1936 28/08/1936 Saca de la cárcel


G. P., H. 58 Albañil 1936 1936 15/12/1936 Saca de la cárcel
Gaite Veloso, Joaquín 44 Catedrático instituto Orense Ciudad Rodrigo 1936 1936 30/08/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Gajate Estévez, Julián 25 Jornalero Salamanca 1.822 1936 1936 21/12/1936 Saca de la cárcel
Galindo Gómez, Marcelino 35 Carpintero Peñaranda Peñaranda de 1937 22/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Bracamonte
Página 168

Galindo Gómez, Saturnino 43 Carpintero Peñaranda Peñaranda de 1937 22/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Bracamonte
García Alaejos, Serapio Ciudad Rodrigo 16/12/1936 Fusilamiento ilegal
esta salvaje pesadilla

García Alonso, Casimiro 43 Hortelano Cantalpino Cantalpino 1939 12/01/1939 Sentencia de Consejo de Guerra
García Bartolomé, 50 Farmacéutico Ledesma 1.975 1936 1936 28/08/1936 Saca de la cárcel
Raimundo
García Buitrago, Sixto Jornalero Cantalpino 19/12/1936 Fusilamiento ilegal
García Cacho, Manuel 25 Carrocero 1.200 1936 1936 11/08/1936 Saca de la cárcel
García Cívicos, Cosme 22 Jornalero 1.271 1936 1936 19/12/1936 Saca de la cárcel
García de la Iglesia, 56 Jornalero Beleña Salamanca 9.040 1937 1938 13/11/1938 Enfermedad (angina de pecho)
Prudente
García Díaz, Francisco 25 Jornalero Babilafuente Babilafuente 1936 1936 22/09/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
García Guerras, Agustín 28 Artista pintor Salamanca Salamanca 1938 12/05/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
García Holgado, Elías 45 Alcalde Lumbrales Madrid Lumbrales 1937 05/07/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
García Jiménez, Antonio 43 Maestro nacional Cartagena Madrid 4.860 1939 1940 05/08/1940 Enfermedad (angina de pecho)
García Lozano, Francisco 25 Villoruela 24/08/1936 Fusilamiento ilegal
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
García Martín, Basilio Barbadillo 1.850 1936 1936 09/12/1936 Saca de la cárcel
García Martín, Celestino 20 Maquinista Béjar Béjar 1936 1937 01/01/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
García Martín, Pedro Jornalero Villavieja de Yeltes Fusilamiento ilegal
García Martínez, Manuel 23 Chapista 1.806 1936 1936 26/08/1936 Saca de la cárcel
García Mata, Rafael 50 Farmacéutico 1.736 1936 1936 28/08/1936 Saca de la cárcel
(No conf.)
García Mediero, Fabián 25 Jornalero Barbadillo 23/07/1936 Fusilamiento ilegal
001-480 Salvaje pesadilla

García Miguel, José 19 Mosaísta 1.966 1936 1936 28/08/1936 Saca de la cárcel
García Muñoz, Rafael 37 Ferroviario Salamanca 1936 1936 18/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Gonzalo
García Otero, Agustín 54 Jornalero Monleón (T) Monleón (Toledo) 20.536 1939 1942 12/02/1942 Enfermedad (bronconeumonía)
8/5/07

García Paredero, Antonio 42 Barrendero Aldeacipreste 1937 05/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
García Rodríguez, Alipio 50 Zapatero Aldehuela de 23/09/1936 Fusilamiento ilegal
la Bóveda
12:32

García Rodríguez, 25 Mecánico 1.679 1936 1936 21/12/1936 Saca de la cárcel


Francisco
García Rodríguez, Gabriel 27 Jornalero 1.747 1936 1936 21/12/1936 Saca de la cárcel
García Rodríguez, José 39 Jornalero 1.225 1936 1936 27/10/1936 Saca de la cárcel
García Rodríguez, José 26 Ferroviario 1.225 1936 1936 14/12/1936 Saca de la cárcel
García Rueda, Carmelo Pintor 42.013 1936 1936 26/08/1936 Saca de la cárcel
Página 169

García Sánchez, José 62 Capataz de Fuente Esteban Fuente de San 2.496 1936 1937 07/04/1937 Enfermedad (gripe abdominal)
Manuel telégrafos Esteban
García Sánchez, Manuel Cabeza de Béjar 11.181 1936 1937 01/01/1937 Saca de la cárcel
que no se olvide el castigo

García Torres, Constantino 25 Marmolista Salamanca 25/09/1936 Desaparecido tras detención por
falangistas
García, Bienvenido Jorge 36 Villoria 1936 1936 03/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
García, Celestino Béjar 20/07/1936 Tiroteo con los militares de
Plasencia
García, Salvador Jornalero Malpartida 28/08/1936 Fusilamiento ilegal
Garduño Alonso, Eusebio 35 Saelices el Chico Saelices el Chico 1936 1936 03/09/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Garrido Lobo, Ramón 24 Abogado Béjar Béjar 15/08/1936 Le dieron una paliza
Garrido Muñoz, Valentín 53 Procurador Béjar Béjar 1936 1937 01/01/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Garrido Sánchez, Eugenio 29 Concejal de Béjar Béjar Béjar 1936 1937 01/01/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Valentín
169
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
170

Gázquez Soler, Moisés 30 Torero y viajante Lorca (Murcia) Madrid 1937 04/03/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Antonio
Giménez Guillén, Alfonso 22 Albañil Madrid Madrid 1937 04/03/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Girón, Esperanza 40 Maestra nacional Berrocal de 30/08/1936 Fusilamiento ilegal (en el campo)
Salvatierra
001-480 Salvaje pesadilla

Gómez Abelló, Manuel 52 Comerciante Briebes (Ov) Madrid 11.977 1938 1939 25/11/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
Gómez Alonso, José 30 Jornalero Encinas Abajo 1936 1936 23/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Gómez Anguas, Diego 45 Campesino Badajoz 1942 24/12/1942 Enfermedad (tuberculosis
pulmonar)
8/5/07

Gómez Cáceres, Mariano 21 Béjar Béjar 26/08/1936 Fusilamiento ilegal


Gómez García, Horacio Jornalero Matilla de los Caños 01/10/1936 Fusilamiento ilegal
Gómez Gómez, Santiago 38 Molinillo 11/08/1936 Fusilamiento ilegal
12:32

Gómez Hernández, Concejal C. Rodri. Ciudad Rodrigo 15/09/1936 Fusilamiento ilegal


Victoriano
Gómez Morato, Manuel Los Santos 14/09/1936 Fusilamiento ilegal
Gómez Varela, David 19 Aviador rojo Madrid 1937 06/11/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
González Amador, Comandante Salamanca Desaparecido
Fernando
Página 170

González Benito, Eloy 61 Alcalde de Béjar Béjar Béjar 1936 1937 01/01/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
González Cabreras, Félix Ciudad Rodrigo 15/09/1936 Fusilamiento ilegal
González Castellano, 29 Hilador Béjar 1937 06/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
esta salvaje pesadilla

Manuel
González Cilleros, 74 Jornalero Escurial Salamanca 1936 1936 15/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Francisco
González García, Genaro 46 Béjar Béjar 25/07/1936 Herida por arma de fuego
Gregorio
González Gómez, Labrador Pedroso de la 09/08/1936 Fusilamiento ilegal
Salvador Armuña
González Gordón, Andrés Ciudad Rodrigo 12/08/1936 Fusilamiento ilegal
González Herrero, Agustín Jornalero Pedroso de la 09/08/1936 Fusilamiento ilegal
Armuña
González Lucas, Ismael Barbadillo 1.848 1936 1936 09/12/1936 Saca de la cárcel
González Martín, Manuel 31 Industrial 1.461 1936 1936 Saca de la cárcel
González Pérez, Francisco 20 Torero 1.680 1936 1936 26/08/1936 Saca de la cárcel
González Posada, Juan 46 Camarero 1.833 1936 1936 06/12/1936 Saca de la cárcel
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
González Riesco, Aristóteles 42 Ciudad Rodrigo Ciudad Rodrigo 1936 1936 30/08/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
González Salinero, José 51 Periodista 1.375 1936 1936 21/12/1936 Saca de la cárcel
González Sánchez, Vicente 44 Jornalero San Muñoz 1936 1936 14/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
González Segovia, 35 Alguacil Fregeneda 28/07/1936 Fusilamiento ilegal
Baldomero municipal
González Sierra, Adrián Jornalero Cantalpino 19/12/1936 Fusilamiento ilegal
González Torres, Gerardo 32 Maestro nacional Cespedosa 1937 16/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
001-480 Salvaje pesadilla

González Valles, Antonio 52 Jornalero Salamanca 25/09/1936 Desaparecido tras detención por
falangistas
González Velázquez, 48 Jornalero 1.990 1936 1936 21/12/1936 Saca de la cárcel
Eugenio
8/5/07

González Zarzuelo, Manuel 39 Tordesillas (V) 1936 1936 03/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Grimaldos Múgica, Ángel Concejal C. Rodri. Ciudad Rodrigo 15/09/1936 Fusilamiento ilegal
Gutiérrez Castillo, Enrique 63 Empleado Madrid Madrid 10.679 1939 1941 02/12/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
Gutiérrez Sánchez, Antonio 31 Concejal de Béjar Béjar Béjar 1936 1937 01/01/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
12:32

Gutiérrez Sánchez, Julián Béjar? Salamanca 20/07/1936 Cem: Procedencia en blanco


H. L., L. 28 1936 1936 02/08/1936 Saca de la cárcel
H. M., I. 26 Obrero 1936 1936 15/12/1936 Saca de la cárcel
Hera Calzada, Antonio 37 Ladrillero Alba de Tormes Tejares 1937 22/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
de la
Hernández Estévez, Juana 55 Sus labores Morasverdes Morasverdes 12.195 1937 1939 08/03/1939 Enfermedad (cáncer de la cara)
Página 171

Hernández Fernández, 59 Labrador 1.215 1936 1936 15/12/1936 Saca de la cárcel


Serafín
Hernández García, Antonio 25 Albañil 1.239 1936 1936 28/08/1936 Saca de la cárcel
que no se olvide el castigo

Hernández Hernández, 29 Villoruela 24/08/1936 Fusilamiento ilegal


Esteban
Hernández Hernández, 39 Lechero Villavieja Y Villavieja de Yeltes 1936 1936 23/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Laureano
Hernández Jiménez, 29 No consta Alba de Tormes Alba de Tormes 08/07/1937 Lesión de corazón por metralla
Rosario alojada.
Hernández Leal, Ignacio 32 Panadero Cubo Vino (Z) 1936 1936 18/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Hernández Lucas, Juan Jornalero Aldehuela de la 23/09/1936 Fusilamiento ilegal
Bóveda
Hernández Manzano, Félix 21 Chauffeur Salamanca Salamanca 1937 04/03/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
171

Hernández Martín, José 20 Jornalero Peñaranda Peñaranda de 1937 22/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Bracamonte
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
172

Hernández Neila, Pablo 33 Caminero Hervás Puente del Congosto Fusilamiento ilegal
Hernández Rodríguez, Ciudad Rodrigo 12/08/1936 Fusilamiento ilegal
Denis
Herrera García, Fernando 41 Fundidor Salamanca 1937 16/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Herrero Díaz, Cándido 40 Empleado Banca Arnedo (L) Madrid 3.008 1939 1939 13/11/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
001-480 Salvaje pesadilla

Herrero Diez, Cayetano Rollán 02/08/1936 Fusilamiento ilegal


Herrero Galán, León 37 Fuenteguinaldo 08/10/1936 Fusilamiento ilegal
Herrero Lucas, Manuel 32 Jornalero Pedroso Pedroso de la 1936 1936 18/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Armuña
8/5/07

Hidalgo Carrera, Martín 30 Obrero Salamanca Salamanca 1936 1936 19/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Hidalgo Hernández, 18 Villoruela 24/08/1936 Fusilamiento ilegal
Benigno
Hombre sin Identificar Jornalero Aldehuela de la 15/08/1936 Fusilamiento ilegal
12:32

(Aldehuela) Bóveda
Hombre sin Identificar Ciudad Rodrigo 16/12/1936 Fusilamiento ilegal
(C. Rodrigo)
Hombre sin Identificar Cantalpino 02/08/1936 Fusilamiento ilegal
(Pelabravo)
Hombre sin Identificar Cantalpino 02/08/1936 Fusilamiento ilegal
Página 172

( Pelabravo)
Hombre sin Identificar Cantalpino 02/08/1936 Fusilamiento ilegal
( Pelabravo)
esta salvaje pesadilla

Hombre sin Identificar Cantalpino 02/08/1936 Fusilamiento ilegal


( Pelabravo)
Hombre sin Identificar 30 Jornalero Robleda 15/08/1936 Fusilamiento ilegal
(Robleda)
Hombre sin Identificar Pedroso de la 13/08/1936 Puede ser Caballero, José
(Sa) Armuña?
Hombre sin Identificar (Sa) Pedroso de la 13/08/1936 Puede ser Rodríguez, Simón
Armuña?
Hombre sin Identificar (Sa) Pedroso de la 13/08/1936 Puede ser Martín Frutos, Manuel
Armuña?
Hombre sin Identificar Sotoserrano 24/08/1936 Fusilamiento ilegal
Hoyos de Arriba, Serafín 30 Premero Valdesangil Béjar 1937 06/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Huerta de la Cruz, José 21 Ferroviario Salamanca Salamanca 1937 04/03/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
Hurtado Martínez, 41 Ciudad Rodrigo Ciudad Rodrigo 1936 1936 30/08/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Domingo (SA)
Iglesias Alvar, Orlando 23 Estudiante Gijón (Asturias) Madrid 1937 04/03/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Iglesias Fraile, Francisco 25 Militar Barbadillo (SA) Salamanca 21/07/1936 Herida por arma de fuego
Iglesias Peral, Juan 42 Salamanca Salamanca 1937 20/06/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Iglesias, Manuel (Miguel) 21 Pedrosillo 1936 1936 03/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Antón
001-480 Salvaje pesadilla

Íñiguez Parra, Paulino 34 Peinador de lanas Béjar 1937 05/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Saturnino
Izcaray Cebriano, Adolfo 20 Tipógrafo Puerto de Béjar Béjar 1936 1937 01/01/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Izquierdo Monse, Justo 35 Tenedor de libros 1.222 1936 1936 26/08/1936 Saca de la cárcel
8/5/07

Jaspe Sánchez, Blas Jornalero 2.013 1936 1936 11/09/1936 Saca de la cárcel
Javier de la Mano, Manuel 44 Jornalero 1.830 1936 1936 14/12/1936 Saca de la cárcel
Jimeno López, José 34 Jornalero Peñarandilla 16/09/1936 Posible fusilamiento en Fuente el
12:32

Sol (V)
Juan Miguel Los Santos 14/09/1936 Fusilamiento ilegal
Juanes Montánchez, 24 Carrocero 1.689 1936 1936 11/08/1936 Saca de la cárcel
Manuel
L. M., E. 52 Agricultor 1936 1936 31/12/1936 Saca de la cárcel
Lanega Martínez, Pedro 63 Albañil Madrid 20.155 1941 1941 31/07/1941 Enfermedad (peritonitis por
Página 173

hepatitis)
Lebrón Meléndez, Antonio 30 Ferroviario 1.106 1936 1936 28/08/1936 Saca de la cárcel
Ledesma Alonso, Cándido 41 Industrial Peñaranda Peñaranda 16/01/1938 Herida por arma de fuego
que no se olvide el castigo

León, Evaristo José 29 Fuenteguinaldo 08/10/1936 Fusilamiento ilegal


Llauradó Sanahuja, 62 Labrador Albi (Lérida) Espluga de 1.483 1939 1939 25/09/1939 Enfermedad (gangrena)
Antonio Francolí
Lobato Plaza, Segundo Ciudad Rodrigo 15/09/1936 Fusilamiento ilegal
López Delgado, Ángel 33 Tratante Correjones (Or) Ciudad Rodrigo 1937 17/06/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
López Gómez, Sinforosa 65 Molinillo 11/08/1936 Fusilamiento ilegal
López López, Dionisio Molinillo 11/08/1936 Fusilamiento ilegal
López López, Santiago Molinillo 11/08/1936 Fusilamiento ilegal
López Moreno, Juan 76 Jornalero El Casar (G) Camarena (Madrid) 5.061 1939 1940 24/05/1940 Enfermedad (pneumonía)
López Rodríguez, José Ciudad Rodrigo 12/08/1936 Fusilamiento ilegal
López Rodríguez, Miguel 20 Jornalero Molinillo 11/08/1936 Fusilamiento ilegal
173

López Serrano, Juan 21 Jornalero Salamanca 1937 18/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
174

López, Francisco 42 Jornalero Béjar Guijuelo 11.924 1938 1938 21/06/1938 Enfermedad (carcinoma de
estómago)
López, Santiago 67 Jornalero Molinillo 11/08/1936 Fusilamiento ilegal
Lorenzo Candelario, Andrés 43 Sastre Salamanca Salamanca 20/07/1936 Herida por arma de fuego
Lucas Velasco, Arcadio 26 Camarero La Peña 1937 04/10/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
001-480 Salvaje pesadilla

Luís Pascual, Manuel 35 Jornalero La Maya La Maya 1936 1936 31/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Luís Pascual, Moisés 31 Jornalero La Maya La Maya 1936 1936 31/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
M. A., L. 40 Policía 1936 1936 21/09/1936 Saca de la cárcel
Maíllo Moro, Joaquín 42 Jornalero Herrera del Duque 1.828 1936 1936 19/12/1936 Saca de la cárcel
8/5/07

Majada De La Iglesia, Cleto 41 Jornalero Béjar 1942 30/11/1942 Enfermedad (tuberculosis


pulmonar)
Maldonado Bomatti, Luís 33 Concejal Salamanca Salamanca 1.726 1936 1936 20/12/1936 Saca de la cárcel
Mangas Martín, Juan José Barbadillo 1.855 1936 1936 09/12/1936 Saca de la cárcel
12:32

Mangas Rivas, Victoriano Barbadillo 1.854 1936 1936 09/12/1936 Saca de la cárcel
Mangas Rodríguez, Avelino Barbadillo 1.853 1936 1936 09/12/1936 Saca de la cárcel
Manjón Hernández, Juan Tejares 02/08/1936 Fusilamiento ilegal
Manuel
Manjón, Juan Manuel Salamanca 02/08/1936 Fusilamiento ilegal
Manuel (carbonero) Carbonero Béjar 15/08/1936 Fusilamiento ilegal
Página 174

Manuel (de Aldehuela) Jornalero Aldehuela de la 15/08/1936 Fusilamiento ilegal


Bóveda
Manzanera Prieto, Tomás Panadero Villavieja de Yeltes 2.037 1936 1937 Fusilamiento ilegal?
esta salvaje pesadilla

Marcos García, Dionisio Jornalero Cantalpino 19/12/1936 Fusilamiento ilegal


Marcos García, Justiniano 48 Jornalero Cantalpino 1.221 1936 1936 19/12/1936 Saca de la cárcel
Marcos González, Enrique 54 Funcionario Juzg. Alcalá (Madrid) Madrid 10.756 1939 1939 24/11/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
Ángel de
Marcos Losada, Agustín Jornalero Malpartida 28/08/1936 Fusilamiento ilegal
Marcos Manchado, 35 Tejero Fuentes Oñoro Tejares 08/09/1936 Herida por arma de fuego
Francisco
Marcos Martín, Marcelino Ciudad Rodrigo 15/09/1936 Fusilamiento ilegal
Marcos Morán, Nicolás 37 Fuenteguinaldo 08/10/1936 Fusilamiento ilegal
Marcos, José Juan 33 Telegrafista Zamora Salamanca 1936 1937 01/01/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Marín Donoso, Emilio Ciudad Rodrigo 16/12/1936 Fusilamiento ilegal
Marqués del Valle, 43 Carabinero El Carpio (V) 1937 05/07/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Mariano
Márquez Martín, Luís 45 Cestero Béjar Béjar 11.959 1937 1939 21/12/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
Márquez Pérez, Ángel 39 Camarero Fregenal Fregenal Sierra 10.755 1939 1939 02/11/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
(Badajoz)
Martín Alonso, Francisco Jornalero Cantalpino 19/12/1936 Fusilamiento ilegal
Martín Alonso, José 43 Jornalero Cantalpino 1.217 1936 1936 19/12/1936 Saca de la cárcel
Martín Aparicio, Procopio 24 Mosaísta 1.270 1936 1936 28/08/1936 Saca de la cárcel
Martín Cascón, Avelino Ciudad Rodrigo 16/12/1936 Fusilamiento ilegal
Martín Cascón, Manuel 41 Ciudad Rodrigo Ciudad Rodrigo 1936 1936 30/08/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
001-480 Salvaje pesadilla

Martín Diego, Rogelio 28 Pelabravo 1938 24/08/1938 Sentencia de Consejo de Guerra


Martín Estévez, Eliseo 37 Bogajo 1936 1936 24/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Martín Hernández, Ismael 44 Carnicero Almenara Almenara de 1.934 1936 1937 09/05/1937 Enfermedad (endocarditis aguda)
Tormes
8/5/07

Martín Herrero, José Luís 20 Militar Villalba Llanos 1938 27/10/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
Martín Lagar, Dimas Jornalero Cantalpino 19/12/1936 Fusilamiento ilegal
Martín Linaje, Santiago 58 Secretario Ayunt. Robregordo (M) La Cabrera 10.716 1939 1939 05/12/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
12:32

(Madrid)
Martín Martín, Gabriel Tejares 02/08/1936 Fusilamiento ilegal
Martín Martín, Gregorio Jornalero Cantalpino 19/12/1936 Fecha de fallecimiento aproximada
Martín Moro, Félix Ciudad Rodrigo 15/09/1936 Fusilamiento ilegal
Martín Pacho, Bernardo 27 Jornalero Trabanca 1936 1936 05/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Martín Rodríguez, Jesús 35 Barbero Ciudad Rodrigo Ciudad Rodrigo 2.591 1936 1938 06/07/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
Página 175

Martín Romero, Santiago 52 Labrador Sotoserrano 24/08/1936 Fusilamiento ilegal


Martín Sánchez, Juan 30 Dependiente Buenavista 1936 1936 18/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Francisco
que no se olvide el castigo

Martín Sánchez, Marcelino 28 Sargento Aviación Montejo Montejo de 1936 1936 19/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Salvatierra
Martín Trujillo, Félix 48 Alcalde S. Felices San Felices de los 19/08/1936 Fusilamiento ilegal
Gallegos
Martínez Muriel, Cristino 27 Retortillo Retortillo 1936 1936 23/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Bartolomé
Mata Calle, Amador 32 Valdelagueve Salamanca 06/10/1936 Fractura del cráneo
Matas Sánchez, Federico 38 Cantero Navalmoral Béjar 1937 15/09/1937 Enfermedad (disentería)
Mateos Carballo, Juan Jornalero Robleda 24/08/1936 Fusilamiento ilegal
Mateos García, Abel 22 Militar Ontaneda (S) Salamanca 14/11/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
Mateos García, José 36 Cabrero Robleda 24/08/1936 Fusilamiento ilegal
175

Mateos López, Aníbal 49 Cantero Villavieja Villavieja de Yeltes 1936 1936 23/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Prisión provincial
176

Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
Mateos Rodríguez, Armenteros 02/08/1936 Fusilamiento ilegal
Eduardo
Mediero Medina, Alejandra 23 Sus labores Fresno Cantalapiedra 23/07/1936 Paseo
Medina Santos, Luís 9 Párvulo Salamanca Salamanca 1938 01/11/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
001-480 Salvaje pesadilla

Mellado de Castro, Miguel 29 Salamanca 1936 1936 23/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Mendo Mateos, Matías 39 Fuenteguinaldo 08/10/1936 Fusilamiento ilegal
Miguel Plaza, Alfredo Ciudad Rodrigo 16/12/1936 Fusilamiento ilegal
Minaya Morcillo, Francisco 42 Guarda jurado S. Amalia Santa Amalia 1938 12/05/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
8/5/07

(Badajoz)
Miñana Regadera, Pedro 45 Secretario Ayunta. Béjar Béjar 1936 1937 01/01/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Miranda, Manuel Mancebo Sando 06/08/1936 Fusilamiento ilegal
Monje González, Ramón 34 Jornalero Sieteiglesias La Maya 1936 1936 31/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
12:32

Monroy Hernández, 66 Jornalero Villanueva Madrid 1.646 1939 1939 26/07/1939 Enfermedad (gangrena pulmonar)
Arsenio
Moñita Marín, Gabriel Valladolid Salamanca 02/08/1936 Fusilamiento ilegal
Moñita Marín, Gregorio Tejares 02/08/1936 Fusilamiento ilegal
Morán Gabriel, Juan Jornalero Matilla de los Caños 01/10/1936 Fusilamiento ilegal
Moreiro Herrero, Simón 29 Fuenteguinaldo 08/10/1936 Fusilamiento ilegal
Página 176

Moreno (Montero) Bernal, 66 San Muñoz 1936 1936 03/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Fausto
Moreno Martín, Cesareo 51 Kiosquero Salamanca Desaparecido tras detención por
esta salvaje pesadilla

falangistas
Moreno Matilla, Amador 25 Peluquero Ciudad Rodrigo Salamanca 20.607 1941 1942 31/03/1942 Enfermedad (asistolia)
Moro García, José Manuel 44 Jornalero Boada Boada 5.161 1939 1940 12/03/1940 Enfermedad (bronquitis)
Moro Hernández, Celso 28 Cerralbo Cerralbo 1936 1936 23/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Moro Ledesma, Aquilino 42 Sastre Ciudad Rodrigo Ciudad Rodrigo 1936 1936 30/08/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Muñoz Cabezas, Marciano 28 Calzada Valdun. Salamanca 1936 1936 23/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Muñoz De La Peña Sánchez, 34 Industrial Béjar 15/08/1936 Fusilamiento ilegal
Cesareo
Muñoz González, Antonio 43 Jornalero Cantagallo Cantagallo 1937 04/03/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Muñoz González, Diego 30 Albañil Beleña Beleña 1937 04/03/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Muriel Blanco, Máximo 26 Retortillo Retortillo 1936 1936 23/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Nadal Pérez, Esteban 55 Jornalero Almedina Almedina 10.711 1939 1939 15/11/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
(Ciudad Real)
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
Nájar Caparros, Pedro 50 Garrucha (A) Garrucha (Almería) 20.106 1939 1941 02/04/1941 Enfermedad (insuficiencia mitral)
Nieto Huerta, Ángel 22 Salamanca Salamanca 1936 1936 23/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Nieto Luís, Pedro 22 Labrador Aldeadávila Salamanca 25/08/1936 Shock traumático. Cuartel de F.E.
Nieto Muñoz, Gregorio 58 Labrador Fresnedoso 1936 1937 01/01/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Nieto Sáez, Cipriano 28 Jornalero Cantalpino Cantalpino 1939 12/01/1939 Sentencia de Consejo de Guerra
Niño Caballero, Olegario Ciudad Rodrigo 16/12/1936 Fusilamiento ilegal
001-480 Salvaje pesadilla

O. S., S. 42 Policía 1936 1936 21/09/1936 Saca de la cárcel


Oliva Pastor, Francisco Ciudad Rodrigo 19/08/1936 Fusilamiento ilegal
Ovejero García, Ángel 30 Jornalero Robleda 15/08/1936 Fusilamiento ilegal
Ovejero García, Juan Jornalero Robleda 15/08/1936 Fusilamiento ilegal
8/5/07

Ovejero García, Julián Jornalero Robleda 02/09/1936 Fusilamiento ilegal


P. A., C. 38 Viajante 1936 1936 28/08/1936 Saca de la cárcel
P. G., C. 21 Jornalero 1936 1936 19/12/1936 Saca de la cárcel
12:32

Pacho Criado, Víctor 47 Labrador Trabanca 9.138 1938 1938 06/07/1938 Enfermedad (úlcera de estómago)
Palomero Cruz, Teodoro 25 Albañil 1.951 1936 1936 26/08/1936 Saca de la cárcel
Palomero Rivas, Félix 39 Tipógrafo Salamanca 1937 04/10/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Panadero Domínguez, 40 Secretario Ayunt. Nuño Moral (C) Rollán 1936 1936 20/08/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Patricio Ángel
Paredero García, Demetrio 48 Sastre Cristóbal Béjar 1938 31/01/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
Página 177

Paredes Mier, Casimiro Concejal Salaman. Salamanca 1.725 1936 1936 13/11/1936 Saca de la cárcel
Parra García, Ignacio 43 Jornalero Béjar 21/07/1936 Tiroteo en Béjar
Patricio «El Brasileño» Jornalero San Felices de los 15/08/1936 Fusilamiento ilegal
que no se olvide el castigo

Gallegos
Pedraza Dosuna, José Maria 19 Jornalero Peñaranda Peñaranda de 1937 22/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Bracamonte
Peralta Borrego, Víctor 33 Ferroviario Babilafuente 1.740 1936 1936 12/12/1936 Saca de la cárcel
Pereña Melgar, Francisco 23 Zapatero Villavieja Villavieja de Yeltes 1936 1936 23/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Pérez Fraile, Graciliano Zapatero Sando 06/08/1936 Fusilamiento ilegal
Pérez Macías, Esteban 24 Jornalero Salamanca 1938 1938 26/02/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
Pérez Pérez, Baldomero Rollán 02/08/1936 Fusilamiento ilegal
Pérez Rodríguez, Antero 24 Madrigal (Ávila) Salamanca 1936 1936 30/08/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Pérez Yuste, José Los Santos 14/09/1936 Fusilamiento ilegal
Pérez, Esteban Los Santos 14/09/1936 Fusilamiento ilegal
177
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
178

Pescador Pescador, Gerardo Alcalde Matilla C. Matilla de los Caños 01/10/1936 Fusilamiento ilegal
Pino Castaño, Evaristo Ciudad Rodrigo 16/12/1936 Fusilamiento ilegal
Piñel Sánchez, Juan 20 Sargento Aviación Pedroso 06/08/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
Pons Grau, Ángel 63 Carpintero S. Cugat Vallés Puig del Pi 10.735 1939 1939 28/10/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
Portejo Alonso, Salvador 36 Industrial Carracera (L) La Maya 1936 1936 31/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
001-480 Salvaje pesadilla

Poveda Gallego, Paulino Viajante Pedroso de la 09/08/1936 Fusilamiento ilegal


Armuña
Poveda Gallego, Valentín Alcalde de Pedroso Pedroso de la 09/08/1936 Fusilamiento ilegal
Armuña
8/5/07

Prado Gil, Gabriel de Jornalero Cantalpino 1.700 1936 1936 20/12/1936 Fusilamiento ilegal
Prado Gómez, Ángel del 36 Agente comercial Estrella Jara Estrella de la Jara 11.982 1938 1939 14/11/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
(Toledo)
12:32

Prieto Carrasco, Casto Catedrático y alcalde Salamanca 1.724 1936 1936 29/07/1936 Saca de la cárcel
Prieto Mateos, Antonio Jornalero Villavieja de Yeltes Fusilamiento ilegal
Pulido González, Eladio Ciudad Rodrigo 15/09/1936 Fusilamiento ilegal
R. F., H. 18 Carrocero 1936 1936 11/08/1936 Saca de la cárcel
R. M., E. 34 Comerciante 1936 1936 06/12/1936 Saca de la cárcel
R. P., T. 26 Electricista 1936 1936 23/10/1936 Saca de la cárcel
Página 178

Rabazas Mújica, Francisco Cantero Villavieja de Yeltes Fusilamiento ilegal


Rabazas Zúñiga, Francisco 31 Cantero Villavieja 1936 1936 23/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Rabazas Zúñiga, Saturnino Labrador 20.074 1936 1936 23/10/1936 Saca de la cárcel
Ramos de la Torre, 51 Villoruela 24/08/1936 Fusilamiento ilegal
esta salvaje pesadilla

Eustaquio
Real Banús, Jaime 29 Mecánico Barcelona Barcelona 1938 1938 12/05/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
Rebollo Ávila, Pablo 22 Electricista Salamanca Desaparecido tras detención por
falangistas
Redondo Domínguez, 48 Béjar Béjar 10/10/1936 Se ahorcó en su casa
Adolfo
Repila Tetilla, Vicente 36 Carretero Ciudad Rodrigo Ciudad Rodrigo 1936 1936 30/08/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Repollo Briega, Francisco 25 Maquinista 1.066 1936 1936 11/08/1936 Saca de la cárcel
Reyes Hernández, Andrés 38 Jornalero Fuentes de Béjar La Maya 1936 1936 31/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Río Alcobendas, Adolfo del 53 Ordenanza Escalona (T) Madrid 0 1939 1939 09/11/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
Ripoll Avellaneda, Juan 51 Chófer Gerona S. Miguel Cladells 1.640 1939 1939 17/07/1939 Enfermedad (uremia)
(Gerona)
Risueño González, Agustín Ciudad Rodrigo 15/12/1936 Fusilamiento ilegal
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
Rivas García, Octavio 25 Maestro nacional Pedrosillo Salamanca 1936 1936 19/09/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Rivas Mendo, Francisco 19 Salamanca 1936 1936 23/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Rivas Miguel, Elías 43 Villoruela 24/08/1936 Fusilamiento ilegal
Rivas Vicente, Ángel 29 Albañil Salamanca Salamanca 1936 1936 18/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Rivero Polo, Jerónimo Salamanca 19/08/1936 Fusilamiento ilegal
Rodero Sánchez, Carmelo 23 Jornalero-Militar Zorita Frontera Zorita de la 1937 07/10/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Frontera
001-480 Salvaje pesadilla

Rodríguez Barrado, 34 Ferroviario 1.925 1936 1936 15/12/1936 Saca de la cárcel


Teodosio
Rodríguez Castilla, Joaquín 46 Maestro nacional Ledesma 1.914 1936 1936 19/12/1936 Fusilamiento ilegal
Rodríguez Conde, Salvador 30 Falangista Pereña Pereña 1938 20/06/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
8/5/07

Rodríguez Freire, José Los Santos 14/09/1936 Fusilamiento ilegal


Rodríguez González, Juan Béjar Béjar 1.699 1936 1936 26/08/1936 Fusilamiento ilegal
de Dios
12:32

Rodríguez Hernández, Justo 41 Jornalero Valdelamatanza Béjar 1937 15/09/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Rodríguez López, Primitivo 42 Policía 1.748 1936 1936 21/09/1936 Saca de la cárcel
Rodríguez Lorenzo, Paulino 39 Jornalero Cepeda Sierra 1937 1937 16/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Rodríguez Martín, Félix 27 Escribiente Peñaparda Peñaparda 1938 10/03/1938 Sentencia de Consejo de Guerra
Rodríguez Pérez, Agustín Rollán 02/08/1936 Fusilamiento ilegal
Rodríguez Pérez, Rafael Rollán 02/08/1936 Fusilamiento ilegal
Página 179

Rodríguez Rodríguez, 28 Churrero Moraleja Cantalpino 1.954 1936 1939 12/01/1939 Sentencia de Consejo de Guerra
Adolfo Zamora
Rodríguez, Eduardo Barbadillo 1936 1936 09/12/1936 Fusilamiento ilegal
que no se olvide el castigo

Rodríguez, Serafín Jornalero Aldehuela de la 15/08/1936 Fusilamiento ilegal


Bóveda
Romo Hernández, Ignacio Jornalero Matilla de los Caños 01/10/1936 Fusilamiento ilegal
Rosell Villamayor, Inocente 62 Jornalero Madridejos Madridejos (Toledo) 5.177 1939 1940 25/12/1940 Enfermedad (hemorragia cerebral)
Rosete Costillas, Juan 46 Maestro nacional 1.914 1936 1936 19/12/1936 Saca de la cárcel
Rubio Cervera, Florián 34 Jornalero Peñarandilla 16/09/1936 Posible fusilamiento en Fuente el
Sol (Valladolid)
Rubio Sánchez, Rafael 35 Jornalero Usagre Usagre (Badajoz) 4.571 1938 1940 31/07/1940 Enfermedad (pneumonía
tuberculosa)
Ruipérez Morán, Fortunato 23 Empleado Peñaranda Peñaranda de 1937 22/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Bracamonte
179

Ruiz Mayoral, Ladislao 23 Jornalero Salamanca 1936 1936 27/10/1936 Saca de la cárcel
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
180

S. J., D. 59 Ferroviario 1936 1936 26/08/1936 Saca de la cárcel


S. J., S. 26 Fogonero 1936 1936 15/12/1936 Saca de la cárcel
S. L. 32 Empleado Ayunt. 1936 1936 31/12/1936 Saca de la cárcel
S. N., M. 41 Jornalero 1936 1936 31/12/1936 Saca de la cárcel
S. S., J. 52 Médico Salamanca 1936 1936 21/12/1936 Saca de la cárcel
001-480 Salvaje pesadilla

Salgado de la Torre, Elías 49 Veterinario Alba de Tormes 1.708 1936 1936 19/12/1936 Saca de la cárcel
Salinero, Justino Jornalero Malpartida 28/08/1936 Fusilamiento ilegal
Salvador Barrueco, Paulino 38 Ferroviario 1.719 1936 1936 14/12/1936 Saca de la cárcel
San Guillermo, Maximino B. 22 Militar Cabrillas Salamanca 1936 1936 23/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
8/5/07

San Juan Guzmán, Ignacio 22 Cervecero Salamanca Salamanca 1937 1937 04/03/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
San Juan Marcos, Juan de 67 Jornalero Pitiegua Salamanca 11.271 1937 1938 24/01/1938 Enfermedad (tuberculosis
pulmonar)
12:32

Sánchez Alonso, Fermín Barbadillo 1.851 1936 1936 09/12/1936 Saca de la cárcel
Sánchez Cobaleda, Ignacio 28 Agricultor Carreros Salamanca 21/07/1936 Falangista. Tiroteo en Béjar
Sánchez Delgado, Abel 24 Médico. S. Pedro Valle Salamanca 19/07/1936 El tiro de la Plaza
Sánchez Díaz, Ángel Jornalero Malpartida 28/08/1936 Fusilamiento ilegal
Sánchez Díaz, Felipe 35 Jornalero Peñaranda de Desaparecido tras detención
Andrés Bracamonte
Página 180

Sánchez Díaz, Nicomedes Jornalero Peñaranda de Desaparecido tras detención


Bracamonte
Sánchez García, Ignacio 40 Vigilante sanitario Salamanca 30/01/1938 Fusilamiento ilegal
Sánchez García, Isaac 27 Panadero 1.061 1936 1936 28/08/1936 Saca de la cárcel
esta salvaje pesadilla

Sánchez García, Nicanor 47 Albañil Candelario Candelario 1936 1937 04/03/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Sánchez García, Nicasio 33 Jornalero Cantagallo Cantagallo 2.023 1936 1937 04/03/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Sánchez Gómez, José, 54 Periodista Salamanca Salamanca 1.759 1936 1936 25/12/1936 Saca de la cárcel
«El Timbalero»
Sánchez Gómez, Leandro 33 Cabezuela Salamanca 1937 20/06/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Sánchez González, Eugenio No consta Se ignora 1937 1937 14/04/1937 Enfermedad?
Sánchez González, Manuel 76 Jornalero 2.003 1936 1936 04/01/1937 Enfermedad (debilidad senil)
Sánchez Lombardía, 34 Empleado Ayunt. 11.073 1936 1936 31/12/1936 Saca de la cárcel
Manuel
Sánchez Lorenzo, Alberto 41 Maestro nacional Masueco Garcihernández 1936 1936 19/09/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Sánchez Lucas, Manuel Barbadillo 1.846 1936 1936 09/12/1936 Saca de la cárcel
Sánchez Luís, Esteban 28 Electricista 1.706 1936 1936 02/08/1936 Saca de la cárcel
Miguel
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
Sánchez Mangas, Manuel Barbadillo 1.852 1936 1936 09/12/1936 Saca de la cárcel
Sánchez Marcos, Alfonso Jornalero Matilla de los Caños 01/10/1936 Fusilamiento ilegal
Sánchez Martín, Nicolás 33 Fuenteguinaldo 08/10/1936 Fusilamiento ilegal
Sánchez Mateos, Isidro Ciudad Rodrigo 19/08/1936 Fusilamiento ilegal
Sánchez Mateos, Luciano 25 Jornalero Aldeatejada Salamanca 21/07/1936 Herida por arma de fuego
(fusilamiento ilegal)
Sánchez Mulas, Emilio 15 Tejedor Béjar 2.001 1936 1936 05/08/1936 Saca de la cárcel
001-480 Salvaje pesadilla

Sánchez Paradinas, Daniel 35 Villoruela 24/08/1936 Fusilamiento ilegal


Sánchez Ríos, Epifanio Jornalero Villavieja de Yeltes Fusilamiento ilegal
Sánchez Rivera, Luís 43 Agente vigilancia Peñaranda Ciudad Rodrigo 1936 1936 30/08/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Sánchez Roales, Demetrio 38 Montador 1.714 1936 1936 02/08/1936 Saca de la cárcel
8/5/07

Sánchez Sánchez, Casimiro 25 Cantalpino Cantalpino 1939 12/01/1939 Sentencia de Consejo de Guerra
Felipe
Sánchez y Sánchez, Ignacio 42 Maestro nacional Ledesma 1936 1936 19/12/1936 Saca de la cárcel
12:32

Sánchez, Juan Vicente Ciudad Rodrigo 19/08/1936 Fusilamiento ilegal


Santos Sánchez, Laureano 35 Tinajero Tomelloso (CR) Tomelloso 5.084 1939 1940 07/05/1940 Enfermedad (pneumonía)
(Ciudad Real)
Sardiña Ferrán, José 39 Carabinero Vilaseca 20.117 1939 1941 21/04/1941 Enfermedad (tuberculosis
Tarragona intestinal)
Serrano Aguilera, Félix 64 Portero Almedinilla (CR) Almedinilla 10.789 1939 1939 08/11/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
Página 181

Sevillano Arias, Felipe Jornalero Villavieja de Yeltes Fusilamiento ilegal


Sevillano Piñero, José Maria Ciudad Rodrigo 16/12/1936 Fusilamiento ilegal
Sierra Polo, Celestina 14 Sus labores Salamanca Salamanca 19/07/1936 El tiro de la Plaza
que no se olvide el castigo

Silva Gómez, Arturo de 33 Jornalero Braga (Portugal) Tejares (SA) 24/07/1936 Herida por arma de fuego
Solano Riu, José 48 Labrador Estopiñán (H) Estopiñán (Huesca) 11.880 1938 1939 25/03/1939 Enfermedad (cáncer gástrico)
Solano Solano, Amador 21 Alcalde Barbadillo Salamanca Barbadillo 1936 1936 20/08/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Tapia Vicente, Joaquín de 29 Administrativo Sando 06/08/1936 Fusilamiento ilegal
Tapia Vicente, José Maria de 34 Farmacéutico Sando 06/08/1936 Fusilamiento ilegal
Téllez Becerra, Marcelino 42 Carpintero 1.948 1936 1936 31/12/1936 Saca de la cárcel
Tetilla Diego, Adolfo 40 Jornalero San Felices de los 19/08/1936 Fusilamiento ilegal
Gallegos
Tornel Cayuela, Manuel 53 Relojero Librilla (Murcia) Madrid 10.709 1939 1939 21/12/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
Torres García, Emilio Rollán 26.849 1936 1948
Trujillo Escudero, Isidro 48 Jornalero San Felices de los 19/08/1936 Fusilamiento ilegal
181

Gallegos
Prisión provincial
Identidad Edad Profesión Natural de Vecino de Exped. Entra Sale Fallece Causa
182

Una Joven Maestra Maestro nacional Zaragoza 1936 1936 09/12/1936 Fusilamiento ilegal
Usayán Muñoz, Emilio 26 Albañil 1.088 1936 1936 11/09/1936 Saca de la cárcel
Valencia Moreno, Pedro 40 Jornalero Béjar 1937 05/05/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Valentín Rodolfo 41 Fuenteguinaldo 08/10/1936 Fusilamiento ilegal
Valiente Salvador, Juan 31 Fuenteguinaldo 08/10/1936 Fusilamiento ilegal
001-480 Salvaje pesadilla

Valiente Santiago, Eugenio 36 Zapatero Tirados de la Vega 1.940 1936 1936 19/12/1936 Saca de la cárcel
Vallejo García, Francisco 46 Tejedor Béjar Béjar 1936 1937 01/01/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
(Félix)
Valls Ferrer, Juan 63 Labrador Tarragona Torroja Priorato 10.817 1939 1939 31/10/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
8/5/07

(Tarragona)
Vallvé Reñe, Juan 61 Agricultor Tarragona 1940 1941 27/01/1941 Enfermedad (pulmonía)
Valverde Serrano, Isidro 29 Ferroviario 1.840 1936 1936 11/08/1936 Saca de la cárcel
Vaquero Rubio, Manuel 54 Alcalde Villavieja Villavieja Villavieja de Yeltes 1936 1936 23/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
12:32

Varas Gabriel, Modesto 51 Industrial Narros Salamanca 19/07/1936 El tiro de la Plaza


Varas García, Prudente 39 Albañil La Maya La Maya 1936 1936 31/12/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Varas Gómez, Telesforo 27 Herrero Segoyuela Salamanca 1936 1936 17/08/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Varas Sierra, Leonides Barbadillo 1.847 1936 1936 09/12/1936 Saca de la cárcel
Vázquez Martín, Martín 44 Herrero Linares Villavieja de Yeltes 1936 1936 23/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Velasco Moro, Esteban 26 Jornalero Villavieja Villavieja de Yeltes 1937 05/07/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Página 182

Velasco Moro, Francisco 22 Jornalero Villavieja Villavieja de Yeltes 1937 05/07/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Verdugo González, Benito 63 Contable Medina (Va) Salamanca 19.632 1941 1942 07/05/1942 Enfermedad (asistolia)
Vicente Baldeol, Enrique 24 Electricista Salamanca Salamanca 1936 1936 23/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
esta salvaje pesadilla

Vicente Iza, Enrique 28 Salamanca Salamanca 1936 1936 23/10/1936 Sentencia de Consejo de Guerra
Vicente Ramos, Manuel 26 Zapatero. Anaya de Alba Anaya de Alba 10/08/1936 Fusilamiento ilegal
Vicioso, Maximiliano Alcalde de Tejares 19.556 1942 1943 04/08/1936 Fusilamiento ilegal
Viñals Jiménez, Isaac 19 Secretario JJSS Salamanca 2.513 1936 1937 04/10/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Viván Pérez, Luís Militar Salamanca 1937 24/02/1937 Sentencia de Consejo de Guerra
Z. M., V. 20 Jornalero 1936 1936 11/08/1936 Saca de la cárcel
Z. T., A. 62 Jornalero 1936 1936 21/12/1936 Saca de la cárcel
Zamarra del Río, Nicolás 36 Zamora Salamanca 16/09/1936 Herida por arma de fuego
Zapico Martínez-Conde, 37 Empleado Barrueco (P) Madrid 1939 1939 07/12/1939 Enfermedad (tifus exantemático)
Antonio
Zato Salicio, Alejandro 32 Fuenteguinaldo 08/10/1936 Fusilamiento ilegal
Fuentes: Elaboración propia. Libros de los Registros Civiles, de Entradas de cementerios, de Entrada en la Cárcel Provincial y Expedientes de la Real Chan-
cillería de Valladolid. Documentación facilitada por la Asociación Memoria y Justicia de Salamanca. Luis Calvo, Semillas de libertad (inédito).
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 183

que no se olvide el castigo 183

ANEXO 6. PROCESADOS

Juicios
Identidad Vecino de Profesión Militar Civil

Sánchez Holgado, Manuel Salamanca 1942


Alejano Fonseca, Celestina Espeja 1937 1941
Alonso Aprea, Baltasar Béjar 1936
Alonso Bajo, Benita Encinas de Abajo 1937
Alonso Criado, Aureliano Vitigudino Jornalero 1936
Aparicio Villagomez, Marcelino Béjar 1936
Arribas Martín, Andrés de Retortillo 1936
Carpintero Guijo, Miguel Béjar 1936
Carreño López, Juan C. Rodrigo Carabinero retirado 1941
Carretero Hernández, Félix Béjar 1936
Corrales Sánchez, Tomas Béjar 1936
Crespo Nieto, Egmidio Béjar 1936
Diego y Diego, Francisco 1937
Elices Moreno, Pedro Béjar 1936
Fraile Parra, Luís Béjar 1936
Fructuoso Agudo, Luís Villar del Ciervo
Fuente Carrasco, Joaquín de la Espino de la Orbada 1936
García Hernández, Juan José Vitigudino Jornalero 1936
García Jiménez, Ángel Béjar 1936
Gómez Cáceres, Alfonso Béjar 1936
González Repila, José Vitigudino Jornalero 1936
López García, Fermín Béjar 1936
López García, Rufino Béjar 1936
Nieto Nieto, Benito Béjar 1936
Ramos Sánchez, Domingo Pizarrales Jornalero 1936 1941
Repila Martín, Luís Vitigudino Jornalero 1936
Rozas Gutiérrez, Cándido Béjar 1936
Ruiperez Cristóbal, Salvador Peñaranda de Empresario - Alcalde 1938 1940
Bracamonte
Sánchez Andrés, Paulino 1938
Sánchez Montero, José 1936
Santos Santos, Miguel Béjar 1936
Vázquez Sánchez, Miguel Béjar 1936
Arribas Martín, José de Retortillo 1936
Calderón Matías, Fernando Retortillo 1936
Calvo Benito, Tomás Lumbrales
Herrero Gascon, Eloy Horcajo Medianero Médico 1946
López Vidal, Benjamín Alaraz 1937 1941
Martín Cavero, Benjamín Retortillo 1936
Martín Hernández, José Manuel Retortillo 1936
Mellado Salas, Bruno Salamanca Dentista 1942
Muriel Blanco, Feliciano Retortillo 1936
Ruano Albarrán, Joaquín Alaraz 1937 1941
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 184

184 esta salvaje pesadilla

Juicios
Identidad Vecino de Profesión Militar Civil
Ruipérez Cristóbal, Jesús Peñaranda de Empresario 1938 1943
Bracamonte
Sierra Sierra, Pelegrín Salamanca
Diez Montes, Luís La Peña Pastor 1937
Hernández Blanco, Venancio Retortillo 1936 1941
Martín Calvo, Martín La Peña Ganadero 1937 1943
Montes Moronta, Manuel La Peña Pastor 1937
Nacar Hernández, Manuel Vitigudino Jornalero 1936
Barroso González, Francisco Béjar 1936
García Hernández, Manuel Cerralbo
García Niño, Juan Manuel Ledesma Zapatero 1937
Hernández Grande, Pedro Salamanca 1936
Sánchez Martín, José Lumbrales
Silva Plaza, Felipe Capataz de obras 1939 1941
Iglesias Domínguez, Evaristo Salamanca 1939 1940
Rodríguez Fraile, Julián Lumbrales
Herrero Montes, Paulino Lumbrales
Martín Nieto, Domingo Artes blancas 1939 1940
Montero Egido, Isaías Retortillo Alcalde 1936
Iglesias Vicente, Nicolás Espeja 1937 1941
Cuadrado Sánchez, Manuel Cabeza de 1939
Framontanos
Fernández Montes, Manuel Lumbrales Panadero 1941
García Hernández, Manuel Lumbrales
José Juan, Aurelio Espeja Jornalero 1936 1941
Pérez Abizanda, Vicente Fuentes de Oñoro Interventor ferroviario 1937
García Martín, Antonia C. Rodrigo Maestra 1937 1941
Gómez Sánchez, Ana
Mateos Toribio, Bernardino 1943
Rodríguez García, Manuel Gallegos de Argañán Soldado 1937 1941
Vallejo Bazo, Leonardo
Barbero Barbero, Severo Babilafuente 1937 1940
Guarido Cabezas, Serafín Calzada de Valdunciel 1941
Cuadrado Sánchez, Manuel Cabeza de 1939
Framontanos
Carreto Casado, Marcial Barruecopardo Maestro nacional 1937 1941
González Sánchez, Emerenciano Babilafuente Maestro nacional 1937
Barquín Franchineli, Francisco Santander 1937
Sánchez Cenizo, Sebastián C. Rodrigo Jornalero 1937 1940
Santos Hernández, Baltasara Mancera de Abajo 1941
Sánchez Baz, Francisco Saelices el Chico Industrial 1937 1940
Hernández Ortigosa, Andrés Bilbao 1938
Alonso Vegas, Candido 1940
Amo Benito, Juan del Lumbrales
Barbero Alcalá, Manuel Sahugo Labrador 1940
García Martín, Maximiliano Villasrubias
Pozo Corral, Francisco Lumbrales
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 185

que no se olvide el castigo 185

Juicios
Identidad Vecino de Profesión Militar Civil
Arroyo Benito, Lorenzo Lumbrales 1939
Sánchez García, Fernando El Tejado Secretario Ayunt.
Sánchez Montero, José Béjar 1936
Casado Calvo, Indalecio Barruecopardo Propietario agrícola- 1941
Alcalde
Sánchez Martín, José Salamanca (Pizarrales) 1939 1940
Caballero Hernández, Manuel Aldeadávila de la Rivera
García Manzano, Luís Lumbrales Legionario (prófugo) 1939
Martín Estévez, Jesús Alamadilla 1937 1938
Rubio Vicenti, Ramón Diputado-Farmacéutico 1937
Moreno García, Lorenzo 1938
Díaz González, Aníbal Soldado nacional
Bautista Turrión, Alfonso
Anciones Hernández, Felipe
Gallego Marquina, Juan Madrid 1940
Alves Martín, Antonio Alamedilla 1937 1943
García Serrano, Nicasio Alaraz Jornalero 1937 1941
Sánchez García, Clemente Alaraz Jornalero 1939 1943
Álvarez Barbero, Felipe Alba de Tormes 1943
Pascual Antúnez, Gregorio Daniel Alberguería de 1937
Argañán
Mejido González, José Aldeadávila de la Teniente retirado 1938 1939
Rivera
Lorenzo Hernández, Santiago Aldeadávila de la Labrador
Rivera
Sánchez Ruano, Manuel Babilafuente 1939
Olivares Palmero, Leopoldo Babilafuente 1939
Oria, Guadalupe Babilafuente Maestra nacional 1937
Benito Fernández, Vicente Babilafuente Maestra nacional 1937 1941
Castellano Yecarauf, Joaquín Béjar 1936
Rodríguez Sánchez, Alfonso Béjar 1936
González Rubio, Miguel Béjar 1936
Crespo Nieto, Rodrigo Béjar 1936
García Martín Matéu, Tomas Béjar 1936
González Haya, Felipe Béjar 1936
Martín Matas, Marcos Béjar 1936
Gasante Luengo, Martín Béjar
Martín Vicente, Severiano Béjar
Hernández Martín, Fernando Beleña 1938
Grande Blaza, Jacinto Bermellar 1937
Hernández Herrero, Pablo Bermellar Labrador 1937
Prieto Bogajo, Manuel Bermellar 1937
Ramos Pérez, Nicolás Bermellar 1937
Sánchez Pérez, José Bermellar 1937
Grande Blaza, Juan Bermellar 1938
Álvarez Fonseca, Juan Bocacara
Martín Almaráz, Román Cabeza de Caballo Jornalero 1941
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 186

186 esta salvaje pesadilla

Juicios
Identidad Vecino de Profesión Militar Civil
Maldonado Carrasco, Pedro Bodón Tendero 1937
Antón Chico, Manuel Calzada de Béjar Alcalde 1937 1943
García Ramos, Miguel Calzada de Béjar Concejal 1937 1943
Sánchez Tolosa, Silvestre Calzada de Béjar Concejal 1937 1943
García López, Juan Calzada de Béjar 1937 1943
Muñoz Tolosa, Francisca Calzada de Béjar 1937 1943
Santos Alonso, Antolín Campillo de Azaba Maestro nacional 1937 1940
Casanueva Picazo, Valeriano Campo de Ledesma Diputado 1938 1945
Nieto Mediero, Ciriaco Campo de Ledesma 1938 1941
Alonso Medina, Antonio Carballo
Andrés Carballo, Manuel Carballo
Gómez García, Román Carpio de Azaba 1938 1942
Molina Salamanca, Onesima Carpio de Mayo 1938
Moreiro Martí, Manuel Casillas de Flores Sargento de carabineros 1938
Marcos Hernández, Agustín Cereceda de la Sierra Secretario de Ayunt. 1938
García Barahona, Inocencio Cerralbo
García, Benjamín Cerralbo
García Hernández, Manuel Cerralbo
Manzano San Higinio, Luciano Cerralbo
Méndez Lorenzo, Ramón Cerralbo
Medina Herrero, Bernardo Cerralbo
Moro Gómez, Manuel Cerralbo
Moro López, José Cerralbo
Pereña Herrero, Emilio Cerralbo
Rubio Sánchez, José Manuel Cerralbo
Sánchez Sánchez, Adeodato Cerralbo
Sánchez Sánchez, José Cerralbo
Bravo y Bravo, Esteban C. Rodrigo 1938 1940
Matheu Alonso, Antonio C. Rodrigo Catedrático, abogado 1938
Francisco
Gascón Briega, Isabel C. Rodrigo
Gómez Alonso, Celedonio Encinas de Abajo 1937 1941
Gómez García, Teofilo Encinas de Abajo 1937 1941
Pérez Calvo, Genaro Fuente de San Esteban Comerciante 1937 1941
Pérez Calvo, Fernando Fuente de San Esteban Dueño de un café 1937 1941
Vicente Bernal, Carmen Fuentes de Oñoro Estanquera 1937 1940
Fernández Fernández, Francisco Fuentes de Oñoro Comerciante 1937 1942
Bustillos Albies, Primitivo Gallegos de Argañán 1937 1941
Albín Collado, Ángel Gallegos de Argañán 1937 1941
Suárez Iglesias, Isidoro Huertas Médico 1941
Baz González, Olegario La Peña
Benito Zanca, Pedro Lagunilla Jornalero
Encinas García, Antonio Luís Ledesma Ganadero 1937 1941
Vicente Barrueco, Santiago Pereña Maestro nacional 1937 1941
Campos Merino, José Los Santos 1941
Criado Martín, Epifanio Lumbrales Productor 1941
Hernández Arroyo, Justo Lumbrales 1942
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 187

que no se olvide el castigo 187

Juicios
Identidad Vecino de Profesión Militar Civil
Villoria Pascual, Marcelino Lumbrales Jornalero 1942
Chico Sánchez, Carlos Lumbrales Jornalero
García Manza, Juan Lumbrales Concejal
González Comerón, Francisco Lumbrales Concejal
Rodríguez Grandes, José Lumbrales Concejal
Gajate García, Agapito Lumbrales
Romero Borrego, Daniel Lumbrales
Álvarez Egido, Enrique Lumbrales
Sánchez Velasco, Benjamín Lumbrales
Cascón Vicente, Sebastián Mogarraz 1937 1941
Sanfeliciano Pascasio, Arturo Peñaranda de Odontólogo 1937 1941
Bracamonte
Martín Cid, Marcelino Paradinas de San Juan 1937 1942
Álamo Gil, Matías Retortillo 1936
Lázaro Rodríguez, Jeremías Retortillo 1936
Villoria Esteban, Eugenio Robleda
Calvo Martín, Juan Salamanca Soldado 1937 1941
Pérez Pérez, Román Salamanca Gerente Teatro Liceo 1937 1942
Núñez Alegría, Jesús Salamanca Copropietario 1942
El Adelanto
García Bermejo, Ramón Salamanca 1936
Iglesias Calvo, Benito Salamanca 1936
Sánchez López, Mariano Salamanca 1938
Escanilla Simón, Nicolás Salamanca Maestro nacional 1937
Población Sánchez, Casimiro Salamanca Catedrático-médico 1939
Nieto Hernández, Ramiro Salamanca Médico 1939
Alonso Alonso, Gonzalo Salamanca Médico 1937
Grande Ramos, José Salamanca Catedrático
Luengo Vicente, Jesús Salamanca Maestro
Castro Zurdo, Gaspar Salvatierra de Tormes 1937 1942
Jiménez Muñoz, Juan José Salvatierra de Tormes Jornalero-tendero 1937 1942
Prieto Brito, Raúl Sancti-Spiritus Factor de ferrocarril 1938
Pérez Jiménez, Regino Santiago de la Puebla 1937 1941
Herrando Velasco, Segundo Serradilla del Arroyo Alcalde 1937
Lázaro Lázaro, Juan Antonio Serradilla del Llano Jornalero 1937 1940
Sastre Hernández, Elías Serradilla del Llano Jornalero 1937 1941
Sánchez de San José, Manuel Tenebrón Jornalero 1937 1940
Gómez Alonso, Francisco Tordillos Jornalero 1939 1941
Lorenzo Bajo, Ángel Villar del Ciervo Jornalero-concejal 1937 1941
Antúnez González, Andrea Villar del Ciervo 1937 1941
Herrero Sánchez, Manuel Villoria labrador 1938 1941
Puente Nacar, Pedro Vitigudino Propietario de café 1941 1941
Herrero Sendín, Gabriel Vitigudino 1937
Chico Sánchez, Fernando Lumbrales Maestro
Grande Ramos, Teresa Ledrada Maestro
Vicente Barrueco, Emilia Bogajo Maestro nacional 1937 1941
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 188
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 189

5
Patria y dinero.
La contribución salmantina a la
financiación de la guerra civil española:
suscripciones e impuestos especiales*
Mª Luz de Prado Herrera
Universidad Pontificia de Salamanca

L AS GUERRAS HAY que financiarlas. Endeudarse, en especial solicitando prés-


tamos internacionales, es el mecanismo más habitual. El Gobierno de turno
compromete sus riquezas, el tesoro, sus propiedades y futuras recaudaciones
para obtener el crédito correspondiente. Por supuesto, está el mecanismo más
sencillo: emitir moneda, normalmente en forma de papel, y pagarés de todo
tipo. Por eso las guerras suelen traer la inflación. Pero también se busca que la
población se implique, no ya a través de los impuestos normales, sino por me-
dio de suscripciones, impuestos especiales de guerra y directamente por medio
de requisas. Esta financiación interna suele acarrear una segunda función, la
de actuar como un marco de represión política sobre los ciudadanos que, aún
siendo proclives al bando de turno, no son entusiastas. Este capítulo trata de
esa financiación interna y del papel político que fue jugando en la ciudad de Sa-
lamanca.

A LA BÚSQUEDA DE LOS PRIMEROS APOYOS: LA CAMPAÑA PATRIÓTICA

Fracasado en parte el golpe militar, desencadenada la guerra y delimitados


los territorios bajo dominio de los contendientes, inmediatamente comenza-
ron a recabarse los apoyos de la retaguardia con destino al ejército y las mili-
cias. Nada más comenzar la guerra se puso de manifiesto que los recursos

* Este artículo es una síntesis de un trabajo más amplio dirigido por la profeso-
ra Josefina Cuesta y presentado como Tesis Doctoral en la Universidad de Salaman-
ca. Agradezco especialmente la observaciones realizadas por el profesor Santiago Ló-
pez para la realización de este capítulo.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 190

190 esta salvaje pesadilla

económicos del bando nacional eran insuficientes y que era preciso arbitrar
medidas adicionales para poder financiar las necesidades derivadas de la co-
yuntura bélica. Sin duda ésta era una labor y un esfuerzo que tenía que recaer
en la retaguardia, para lo cual los sublevados tuvieron que demostrar no sólo
su capacidad de organización, sino también su eficacia para poner en prácti-
ca todo un mecanismo de extracción y canalización de la ayuda.
En Salamanca, por ser una de las ciudades de la primera fase de dominio
insurgente, se ensayaron antes que en otras los mecanismos recaudadores.
Una vez efectuado el cambio de poder en las principales instituciones y mili-
tarizados sus servicios, se procedió a la movilización militar y económica de
la población. La búsqueda de los primeros apoyos no resultó difícil, pues los
líderes políticos de la derecha salmantina habían demostrado en la etapa re-
publicana su capacidad de influencia y movilización, y habían tanteado dis-
tintos mecanismos para recabar apoyos.1
El 26 de julio de 1936 se abre la primera Suscripción con destino a las
Fuerzas Salmantinas.2 A partir de ese momento los particulares pueden su-
marse a la suscripción en el Gobierno Civil, Diputación Provincial, Ayunta-
miento, Casino de Salamanca y en todos los Bancos de la capital y sucursales
de la provincia. Al día siguiente, el 27 de julio de 1936, La Gaceta Regional
publica la apertura de una nueva suscripción, pero esta vez con destino a la
Fuerza Pública. Se inicia así la denominada campaña patriótica para recoger
los primeros fondos con destino a las fuerzas armadas locales y milicias
como la Falange y los Requetés. Las principales instituciones de la ciudad,
Gobierno Civil, Ayuntamiento y Diputación Provincial, articularon la reco-
gida de los primeros donativos. La Comisión Oficial encargada de controlar
y coordinar la suscripción para las Fuerzas Salmantinas se constituyó en Sa-
lamanca a la semana del golpe militar e invitó a personas y entidades a que
participasen en la suscripción con la asignación de una cantidad determina-
da.3 Los «saludos-invitaciones» pusieron de manifiesto el dirigismo y la co-
acción desde el inicio.4
El presidente de Acción Popular y primer teniente de alcalde del Ayunta-
miento, Miguel Íscar Peyra, en una alocución por radio, hizo un llamamiento
a sus bases y a las del Bloque Agrario Salmantino para que contribuyesen a la
suscripción abierta para atender las necesidades de los frentes

con aportaciones espléndidas, que eso es vuestro deber, tanto por patriotismo
como por egoísmo. No pueden admitirse emboscados de la dádiva ... no es ésta
una de tantas suscripciones en las que se cumple haciendo que nuestro nombre fi-
gure en las listas, seguido de cualquier cantidad. Se trata de una causa grande, de-
cisiva, que si por un lado defiende los principios básicos de religión, autoridad y
orden, fundamento de una España grande y respetada, defiende por otro, nuestros
hogares, nuestras actividades lícitas, nuestras mismas vidas amenazadas estúpida-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 191

patria y dinero 191

mente en las luchas crueles del anárquico y destructor desorden con que vamos a
terminar para siempre. Tenemos aún, ante nuestros ojos, el espectáculo de las dos
Españas.5

Este llamamiento lo efectuó no sólo para favorecer a los voluntarios de


su organización, que se encontraban en el frente, sino para que la ayuda se
hiciese extensiva «a los de Falange, Renovación Española, Tradicionalistas y
patriotas» que se hubieran incorporado al ejército.6
La Comisión Oficial dio paso a las Comisiones Locales, cuyos represen-
tantes acompañaron a los jefes provinciales de los partidos judiciales en su
recorrido por la provincia alentando a la participación. La tarea de recaudar
fondos se estableció a través del Servicio de Prestación Personal para la reco-
gida de colectas voluntarias ordenadas por el gobernador civil el 1 de agosto
de 1936.7 Los ayuntamientos fueron los encargados de organizar este servi-
cio y los gobernadores civiles facilitaron las instrucciones para hacer cumplir
la orden «por medio de agentes imponiendo sanciones a que hubiera lugar».8
Una vez establecidas las bases de la recaudación, ahora sólo quedaba am-
pliar los medios para atraer recursos. Para ello se utilizaron colectas, festiva-
les benéficos, veladas teatrales, lotería patriótica, cuestaciones, entregas de
emblemas, etc.; todo era válido con tal de recabar la mayor cantidad de do-
nativos, en metálico o en especie, para avituallamiento de las tropas.9 Al
frente de todo aquel aparato recaudador se situaron las autoridades. El alcal-
de de Salamanca dirigió la Comisión encargada de controlar la Suscripción
para las Fuerzas Salmantinas y, desde primeros de agosto, el gobernador civil
presidió la Comisión Provincial Pro Suscripciones Ejército Nacional. Con la
apertura de esta suscripción se pretendía transformar las suscripciones de ca-
rácter local en otra más general. Se configuraba de esta forma la denominada
«campaña patriótica» con el objetivo de recaudar fondos para financiar las
primeras necesidades que había creado la guerra. Sin embargo, fue necesaria
la intervención del poder militar para dar el empuje necesario a las suscrip-
ciones. La llegada a la ciudad de Luis Valdés Cavanilles como comandante
militar a primeros de agosto influirá en el impulso y la articulación de los
apoyos, hasta ese momento carentes de una dirección clara. La sintonía entre
Valdés y el poder constituido se materializará el 10 de agosto de 1936 al
abrirse, a instancias de él, una suscripción con donativos a favor de la Junta
de Defensa Nacional y a nombre de la Comisión del Tesoro Público.10 Con
esta decisión se pretendía centralizar los fondos recaudados hasta el momen-
to y en lo sucesivo.
Aunque la organización iba mejorando y el poder militar ayudaba, lo
cierto es que abrieron nuevas suscripciones: una más específica dirigida a las
Milicias patriotas, oficializando las que ya se habían establecido a finales de
julio con destino a la Falange, a los Requetés y a Acción Popular, y la dirigi-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 192

192 esta salvaje pesadilla

da al Glorioso Movimiento Nacional. Igualmente se iniciaron las suscripcio-


nes para la adquisición de material de guerra y apoyo logístico, como la diri-
gida a la compra del Avión Guardia Cívica; a su vez, las destinadas a los he-
ridos y hospitales comenzaron con la de Ciudad Rodrigo, como fue la
denomina Junta para asistencia a los heridos.11

LAS SUSCRIPCIONES: ENTRE LA VOLUNTAD Y LA IMPOSICIÓN

A principios de agosto se constituyó la Comisión Provincial encargada de im-


pulsar y desarrollar el proceso suscriptor. Desde la capital se controlará a la
provincia a través de la configuración de las Subcomisiones de los Partidos
Judiciales en sus respectivas cabeceras. Éstas, a su vez, se encargarán de nom-
brar y controlar a las Comisiones Locales, todas ellas constituidas en los
ayuntamientos, por lo que el cambio o el control de su alcalde será impres-
cindible, ya que, como presidente de las Juntas Municipales, deberá promo-
ver, estimular y encauzar las ayudas.
Aunque en un primer momento la iniciativa en la apertura de las suscrip-
ciones partió de las autoridades militares, enseguida, como hemos visto, fue-
ron secundadas por otras instituciones, unas veces por los propios ayunta-
mientos, cuyos alcaldes tuvieron un importante protagonismo, y otras por
las Subcomisiones de las cabeceras de los partidos judiciales: «fueron lleva-
das a efecto por este Ayuntamiento, y otras por iniciativa de la Comisión del
Excmo. Ayuntamiento de Béjar, para atender al Glorioso Ejército Espa-
ñol»;12 en ocasiones, la iniciativa surge de particulares, más o menos relevan-
tes. Desde el principio y a medida que avanza la guerra, se simultanearán las
suscripciones oficiales con las iniciativas locales, aunque éstas últimas en cla-
ra desventaja con respecto a las primeras, porque en la mayoría de los pue-
blos se atendrán sólo a las de carácter general promovidas por las autorida-
des, y no a todas.
La necesidad de asegurarse la recaudación de fondos obligó al estableci-
miento de cuotas contributivas según un tipo uniforme y proporcional a las
cantidades devengadas por repartimiento vecinal sobre utilidades.13 Esas
pautas las seguirán los ayuntamientos de todos los pueblos de la provincia, a
imitación del de la capital, aunque con un cierto retraso. Las Gestoras muni-
cipales se convirtieron, pues, en un eslabón fundamental a partir del cual es-
tablecer toda una red dominadora y recaudadora. A partir de ese momento
quedará diseñado el organigrama administrativo del entramado suscriptor.
Las instituciones de la capital y, en especial, el gobernador se convierten en
las piezas clave de todo el proceso. El gobernador es el intermediario entre el
Gobierno General y las Juntas locales, el que se encarga de poner en conoci-
miento de los alcaldes las órdenes que señalan la apertura de la suscripción y
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 193

patria y dinero 193

el reglamento para su desarrollo. Les instará a que pongan la máxima aten-


ción y diligencia en el cumplimiento de las disposiciones, con objeto de re-
caudar toda clase de donativos.
Sin embargo, ese mayor control no evitó que surgieran de nuevo iniciati-
vas, al margen de la autoridad, con las que se presionó a los particulares para
que entregaran donativos, lo que obligó a Gobierno Civil a publicar una cir-
cular en septiembre de 1936 recordando las normas recaudatorias y advir-
tiendo de la necesidad de que las entregas se efectuaran voluntariamente. Se
advertía a los alcaldes que cuidaran y vigilaran, con la mayor eficacia, que
«ninguna persona, bien por él mismo o en representación de otro, reclamara
o exigiera especies, ropas o metálico, de no estar debidamente autorizadas, y
de que la voluntad se manifestara libre, espontánea y patrióticamente sin los
prejuicios de iniciativas reguladoras»; sin embargo, la realidad no parece que
se atuviera a esa petición de Gobierno Civil.14 La documentación que llegó a
su sede procedente de los ayuntamientos con el balance del proceso suscrip-
tor demuestra, aunque sea meses después de cerradas la mayoría de las sus-
cripciones, que sí existió obligatoriedad y coacción en la contribución y que
se consultó al gobernador las medidas sancionadoras que debían tomar con-
tra los más reacios a la colaboración.15
El caos y el desorden de las primeras semanas de guerra propiciaron que
el balance de las suscripciones abiertas hasta el momento fuese desigual. A
medida que transcurrieron las semanas y que el control fue mayor, se incor-
poraron más pueblos al esfuerzo contributivo, y de eso se benefició la sus-
cripción para el Ejército y Milicias. El aumento del número de pueblos, 183,
y la cantidad recaudada, 819.040,29 pesetas, así como los 11 meses que estu-
vo en vigor, ponen de manifiesto que el engranaje suscriptor mejoraba a me-
dida que transcurrían los meses. No obstante, los múltiples depositarios de
fondos y la fragmentación y dispersión de los ingresos fueron las notas pre-
dominantes en todas estas suscripciones. Esto demuestra que, en las primeras
semanas de la guerra, no había criterios claros y que todos los medios fueron
válidos con tal de canalizar lo antes posible la recaudación.
Si las fuerzas armadas concitaron el mayor número de apoyos, las fuerzas
políticas y sus milicias recibieron, aunque con distinta intensidad, parte de
los fondos recaudados. De éstos, fue Falange la que resultó más beneficiada.
A la suscripción Milicias patriotas y defensoras de nuestra España concurrie-
ron 22 pueblos y se recaudó un total de 15.622,38 pesetas. La mayor partici-
pación se produjo en la zona de Béjar, si bien la cantidad más alta se recogió
en el Partido Judicial de Alba de Tormes. Las suscripciones que se abrieron
para adquirir armamento y apoyo logístico no tuvieron el mismo respaldo
que el resto. No ocurrió lo mismo con la suscripción Avión Guardia Cívica:
ésta contó con más seguimiento que otras y para recaudar fondos se utiliza-
ron hasta 13 denominaciones diferentes. Militares y milicias fueron el desti-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 194

194 esta salvaje pesadilla

no de las ayudas a la vez que el origen de las presiones y los organizadores de


la recaudación. La presión fue en aumento hasta captar los donativos en es-
pecie.16 En ocasiones fueron el complemento de las aportaciones en metálico
o sustitutivas de aquellas; sobre todo, cuando la falta de liquidez era grave.
Otras veces, se ingresaba su valoración en metálico. Desde todos los puntos
de la provincia comenzaron a llegar ropas y alimentos con destino a los sol-
dados.17 Para ordenar aquella nueva «ayuda» el gobernador civil publicó
una circular en la que se disponía la centralización de los donativos en espe-
cie en la Comisión de Víveres instalada en el Ayuntamiento de la capital,18
aunque a veces los voluntarios de las fuerzas políticas de apoyo pasaron a re-
cogerlos para entregarlos directamente a sus milicias. Nada de la riqueza de
los particulares estaba a salvo del deber de ser entregada a la causa.

La campaña patriótica se institucionaliza: la Suscripción Nacional

Estas suscripciones, abiertas en las primeras semanas de la guerra, serán fun-


damentales para recabar los primeros fondos. Sin embargo, lo conseguido
era insuficiente para cubrir todas las necesidades que iban surgiendo. Era
preciso movilizar e implicar a más población. Nada ni nadie debía quedar al
margen, por lo que, a mediados de agosto, la denominada «campaña patrió-
tica» se institucionalizó a través de la Suscripción Nacional,19 convirtiéndose
en la línea de captación de divisas y activos más importante para paliar las
necesidades de los sublevados.20 El dinero, el oro, las divisas y los activos ex-
tranjeros en poder de particulares llegaron al incipiente Tesoro Nacional y se
utilizaron para mitigar en parte las consecuencias que la escasez de activos
provocaba a la hora de lograr importaciones.21 Después, el poder utilizaría la
Suscripción Nacional como vehículo legal para la canalización de las distin-
tas suscripciones abiertas al inicio y en el transcurso de la guerra. Se conver-
tía, pues, en el instrumento institucionalizador del esfuerzo realizado por la
retaguardia para solventar las necesidades de los frentes.
A partir de entonces el panorama empieza a cambiar sustancialmente. El
asentamiento en la ciudad del Cuartel General de Franco determinó un ma-
yor control, pero también un reclamo magnífico para que la población se
uniera al esfuerzo contributivo. En Salamanca, la Suscripción Nacional ven-
dría a institucionalizar lo ya existente en esta capital desde el comienzo de la
guerra. En la provincia, por el reclamo de las autoridades militares y con la
ayuda de las fuerzas políticas afines, se recogieron los primeros donativos
para la suscripción oro, antes incluso de que hubiera entrado en vigor la or-
den de 19 de agosto de 1936 que creaba la Suscripción Nacional. Burgos, en
este caso, fue a la zaga institucionalizando un proceso ya iniciado, que inme-
diatamente se aprovecharía para forzar a los más tibios a la colaboración.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 195

patria y dinero 195

El caos y la falta de organización de las primeras semanas también los


acusó la Suscripción Nacional, porque en un principio los donativos se reco-
gieron en Gobierno Civil y en las distintas entidades bancarias de la capital y
provincia. Más tarde se decidió que todos los donativos en oro y divisas se de-
bían entregar con prioridad en la Caja de Ahorros o en la sucursal del Banco
de España. Aquello causó un cierto retraso en las transferencias y una menor
cantidad recaudada los primeros meses. Sin embargo, a partir de noviembre
de 1936 la situación se normalizó y lo recogido ascendió de forma significati-
va hasta llegar a un máximo en 1938. Sin embargo, no existió un criterio a la
hora de transferir el dinero, aunque sí una tendencia a que en dos o tres días
del mes se acumularan el mayor número de ingresos y que éstos se efectuaran
en los primeros quince días o ya en los últimos días del mes. En total, lo ingre-
sado por Salamanca durante los tres años ascendió a 8.751.937,43 pesetas
(incluido el descuento de haberes de funcionarios)22 parte importante de una
cantidad total correspondiente a todas las capitales bajo dominio insurgente
de 119.748.191,72 pesetas en febrero de 1939.
En Salamanca la centralización de las remesas se hizo antes de la orden
de 17 de octubre de 1936, pero no por ello se dejaron de utilizar otras entida-
des intermedias. Lo mismo ocurrió con la Suscripción Nacional en metálico:
las autoridades salmantinas recogieron las cantidades producto de los prime-
ros donativos y, con alguna reticencia, las transfirieron a la cuenta corriente
a favor de la Junta de Defensa abierta en Salamanca el 30 de septiembre de
1936. Posteriormente, la Junta Técnica ordenó que todos los donativos se
centralizaran en la cuenta corriente de la Suscripción Nacional, incluidos los
generados por la detracción del sueldo de los funcionarios. La periodicidad
de los ingresos en la cuenta en metálico estuvo determinada por el descuento
de los sueldos y por la recaudación derivada de la apertura de otras suscrip-
ciones.23
Por lo que hace referencia a la Suscripción Nacional-oro, en las primeras
semanas de su andadura se aprecia una mayor improvisación y una falta de
criterio en la aplicación de la orden, que es superada a medida que ésta avan-
za. Las cantidades entregadas en estos primeros días no son muy abundantes,
se limitan a una o dos alhajas y alguna moneda.24 Los primeros donativos
proceden de la capital y de los pueblos pertenecientes a su partido judicial,
además de Sequeros, Ledesma, Alba de Tormes y Béjar. La presión sobre los
particulares, directamente o por los medios de difusión, y la mejor organiza-
ción como consecuencia de las distintas disposiciones propiciaron que paula-
tinamente la recaudación se incrementara, y los donativos provenientes de
los Partidos Judiciales de Béjar, Ciudad Rodrigo y Peñaranda, efectuados en
las respectivas sucursales de la Caja de Ahorros, se transfirieron a la central
salmantina. En las entregas de los primeros meses predominan las joyas fren-
te a las monedas y las divisas; pero poco a poco esta tendencia va cambiando,
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 196

196 esta salvaje pesadilla

y las monedas se incrementan y diversifican. Es más, en todas las remesas


existe una mayor variedad de monedas extranjeras frente a las españolas; y,
dentro de éstas últimas, las monedas alfonsinas e isabelinas de 25 pesetas y
las onzas de oro fueron las más abundantes.
Sin desdeñar lo recaudado en las primeras semanas de agosto, es preciso
resaltar que las partidas más cuantiosas se concentraron en los meses de sep-
tiembre y octubre de 1936. De los tres años de guerra, este período fue el de
mayor intensidad contributiva, e iría disminuyendo a medida que transcu-
rren los meses hasta prácticamente desaparecer.25 Y si la evolución de la re-
cogida de alhajas decrece de septiembre a octubre de 1936, el cómputo de
monedas, en cambio, es mayor en octubre que en septiembre, y sigue aumen-
tando a partir de las disposiciones que al efecto se pongan en marcha. En este
sentido, el papel de las Comisiones, controlando y ejerciendo una fuerte pre-
sión sobre los vecinos, pudo ser determinante en la intensificación, incremen-
to y diversificación de la recaudación a partir de septiembre de 1936.
Es posible que la mayor presión ejercida en los pueblos y la imposibilidad
de eludir el control influyeran en su mayor participación. En el análisis por
Partidos Judiciales a partir de las remesas que llegaron desde la sucursal de la
Caja de Ahorros a la central salmantina se constata que las entregas de Béjar
están fechadas en agosto, las de Ciudad Rodrigo en septiembre y las de Peña-
randa en octubre. Asimismo, se pueden conocer los grupos socioeconómicos
que apoyaban a los sublevados por la categoría profesional de los donantes,
así como su afiliación política: propietarios agrícolas, industriales, ganade-
ros, profesionales liberales, comerciantes, religiosos, personalidades relevan-
tes de la sociedad salmantina, etc.; e incluso los afiliados a las fuerzas políti-
cas que estaban colaborando con los militares que también participaron con
sus donativos.
Las entregas de oro más rezagadas a veces se mezclaron con las aporta-
ciones en metálico con destino a otras suscripciones. La escasez de divisas,
agravada por la presión de las importaciones, obligó a las autoridades de
Burgos a legislar de nuevo para captar moneda extranjera en poder de los
particulares, incluidos los residentes en el extranjero. De hecho, a partir de la
aplicación del Decreto-ley de 14 de marzo 1937 es cuando se diversifica e in-
crementa la cesión de monedas, tanto españolas como extranjeras.

Más suscripciones y presión recaudatoria

Aunque la Suscripción Nacional ordenó y encauzó el proceso suscriptor,


además de ser una extraordinaria fuente de recursos para la constitución del
Tesoro Nacional, no fue la única en la tarea de allegar recursos. Mientras
ésta se desarrollaba se abrieron otras suscripciones. La respuesta insuficiente
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 197

patria y dinero 197

de la población, la extensión de la guerra y, como consecuencia, el incremen-


to de las necesidades, obligó a los insurgentes a promover nuevas figuras sus-
criptoras. Las aportaciones voluntarias se combinaron con suscripciones me-
diante el reparto de cuotas contributivas «guiadas» entre los vecinos, con lo
que adquirían un carácter obligatorio que apenas se diferenciaba de los im-
puestos; todas las iniciativas tuvieron su correspondiente respaldo a través de
órdenes, decretos, circulares... que, además de institucionalizar el proceso, le
dieron el carácter de obligatorio con el corolario correspondiente de sancio-
nes, multas, etc., ante su incumplimiento. No se espera ya la generosidad del
ciudadano sino que se le impone.
Mientras se abren suscripciones con carácter oficial y para todo el territo-
rio dominado, surgen otras que responden a iniciativas locales para cubrir ne-
cesidades concretas. En este caso llegan a ser excesivamente específicas y las
promueven los propios ayuntamientos —el alcalde y las fuerzas políticas que
les apoyan— o los militares, y van dirigidas a paliar una necesidad concreta
—hospitales de campaña, atención a los soldados de la localidad o a sus fami-
liares—, etc. Las suscripciones de carácter local son las que suscitan mayor in-
terés entre el vecindario y, por ende, mayor participación o espontaneidad.26
Unos ciudadanos se suscriben y participan a veces con entusiasmo, otros
por aquiescencia, otros impelidos por el clima de terror que vive la ciudad y
provincia, y algunos negándose a la colaboración como una forma de resis-
tencia pasiva ante la imposición. Cada localidad colabora en unas u otras
suscripciones, de ahí que no todas se desarrollen por igual en todos los pue-
blos. En algunos, además de las de carácter oficial, se abren otras de carácter
voluntario y concreto, y es aquí donde se marca la diferencia entre ellos: unos
se atienen a lo estrictamente obligado, otros van más allá de lo dispuesto. En
la distinta participación desempeña un papel fundamental el promotor y vi-
gilante de las suscripciones.
Al tiempo que se participaba en las distintas suscripciones de forma co-
lectiva, también se producían donaciones particulares. La presión recaudato-
ria se fue ampliando con suscripciones como el Aguinaldo al soldado o Pro-
combatiente durante las navidades. Ésta se abrió cada año en los meses de
noviembre y diciembre y era un mecanismo fácil por el cual el Gobierno Civil
podía conocer la relación de vecinos que se habían negado a contribuir y,
consecuentemente, «tomar medida general», en especial cuando se trataba
de pueblos, como Villoruela, donde se daban fuertes procesos represivos.27
Aunque parecía que estaba todo encauzado, no fue así, y todavía a fina-
les de noviembre el gobernador general transmitía a los gobernadores civiles
órdenes para la creación de organizaciones, juntas o entidades encargadas de
organizar y encauzar las suscripciones y, sobre todo, para que le dieran cuen-
ta inmediatamente de aquellas que ya se habían puesto en marcha. La pre-
sión siguió en aumento según discurría la guerra. Nuevas suscripciones ve-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 198

198 esta salvaje pesadilla

nían a sumarse a las anteriores. Ahora empezaba la labor de reconstrucción y


se lanzaba la suscripción denominada Auxilio a Poblaciones Liberadas muy
relacionada con el asedio a Madrid y posteriormente con los de Málaga y Bil-
bao en febrero y junio de 1937 respectivamente, y Teruel en octubre de 1938.
La sobrepresión hizo que las suscripciones que se abrieron a partir de
1937 tuvieran menor eco entre la población. Los oficios que llegaron al Go-
bierno Civil procedentes de las distintas Comisiones Locales pusieron de ma-
nifiesto que no hubo la misma diligencia en la apertura de la suscripción en
todos los pueblos. El gobernador civil tuvo que incentivar la participación de
forma reiterada, lo cual nos permite aventurar que esa participación no fue
espontánea ni rápida y que la voluntad popular debía estar cansada de conti-
nuas sangrías, por lo que tuvo que ser estimulada por las instancias superio-
res y por los representantes del poder local, con la participación de las fuer-
zas políticas, en especial FET-JONS, sin cuyo concurso y participación esta
suscripción no se hubiera podido llevar a cabo. En este sentido, la suscrip-
ción que puso de manifiesto los problemas y las carencias de la retaguardia
salmantina fue Auxilio a Poblaciones Liberadas. El deseo de colaborar con la
causa no fue ni unánime ni generoso por parte de la población salmantina.
Los informes de resistencias al pago llegaron con más profusión a Gobierno
Civil. A pesar de las presiones, fue creciendo el número de vecinos que se
atrevieron a desafiar a la autoridad y se negaron a contribuir,28 «esperando
de V. E. sean castigados según proceda ya que pueden y no quieren», como
comunica el alcalde de Navarredonda de la Rinconada (P. J. de Sequeros).29
Es más, la mayor parte de las resistencias llegaron de aquellos que gozaban
de buena posición económica y a los que no les suponía tanto sacrificio la
contribución a las distintas suscripciones:30 «han dejado de contribuir a esta
suscripción D. Anacleto Sánchez Sánchez, que es el vecino de mejor posición
económica en el pueblo. Ídem ídem. D. Vicente Jiménez Polo, que lo es tam-
bién de posición económica desahogada».31
Los jefes locales de FET-JONS de las respectivas localidades comunica-
ron tales actitudes al gobernador para que tomara las medidas oportunas.
Éste, además de promover la participación a través de las circulares, comen-
zó a ejercer las primeras presiones contra los ayuntamientos por su retraso en
la apertura de la cuestación, y a apremiarles para que enviaran lo recogido en
las colectas, bajo amenaza de sanción: «teniendo conocimiento en este Go-
bierno Civil, que en ese término Municipal (Alba de Yeltes) no se ha contri-
buido conforme a las necesidades del mismo para la Suscripción “Auxilio a
Poblaciones Liberadas”, significo a esa Alcaldía, que si en el plazo de 8 días,
no tienen hecha la colecta de víveres, ropas y metálico, conforme a las órde-
nes, obraré en consecuencia».32
Además de las resistencias a la participación por parte de los vecinos, la ne-
gativa a colaborar también llegó de las personas encargadas de recoger los do-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 199

patria y dinero 199

nativos y/o tributos semivoluntarios.33 El gobernador civil se vio obligado a


enviar oficios a los alcaldes de los pueblos respectivos para que apercibieran a
los rebeldes por su proceder y por «no efectuar un servicio tan patriótico y hu-
manitario como el indicado».34
En ese binomio contrapuesto de colaboración/resistencia entró en juego
la delación entre compañeros y vecinos para delimitar la colaboración de la
desafección. El presidente de la Sociedad de Ultramarinos y Similares de Sa-
lamanca, en el informe que envió al gobernador civil, aprovechó para comu-
nicarle las cantidades que habían entregado los afiliados con destino a la po-
blación de Málaga y los nombres de los afiliados que «han hecho caso omiso
de tan laudable y caritativo fin, cuyo nombre figura en blanco».35 Y, junto a
la denuncia de los propios contribuyentes, se producía la exposición pública
en la prensa de los nombres de los «buenos» y «malos patriotas» y las sancio-
nes aplicadas a estos últimos como mecanismo ejemplarizante para el resto
de la población.
Los ciudadanos se vieron coaccionados, obligados a contribuir bajo la
amenaza de multas, cuya cuantía fue superior a la cuota asignada. La comu-
nicación de sus nombres al Gobierno Civil engrosó las listas tanto de los co-
laboradores y, en consecuencia, futuros beneficiarios de prebendas, como de
los «malos patriotas», excluidos de las ventajas que el régimen pudiera otor-
gar. De esta forma la suscripción venía a jugar una segunda función, la de in-
fundir el miedo a través de la denigración pública y la multa.
Mientras se atendían las necesidades de las retaguardias «liberadas» y se
continuaba con el resto de las suscripciones ya abiertas, no se descuidaban los
homenajes a los héroes y mártires ni las festividades, conmemoraciones y mo-
numentos. A la par que se constituyen los Lugares de la Memoria del nuevo ré-
gimen, se aprovecha para reunir fondos. Los insurgentes, en el proceso de
construcción de la legitimidad del nuevo orden, se afanaron desde el primer
momento en elaborar un universo ideológico y, para ello, incluyeron la cele-
bración de fiestas y conmemoraciones de todo signo. Se apropiaron de deter-
minadas celebraciones ya establecidas, a las que dotaron de nuevos contenidos
o se matizaron los que ya incluían. Festividades religiosas se superpusieron y
entremezclaron con las que la propia guerra suministraba, amalgamando los
significados respectivos con su consiguiente reforzamiento para crear encruci-
jadas de memoria. Gestas heroicas, héroes y mártires constituyeron el universo
que se deseaba que perdurase en la memoria colectiva. Las conmemoraciones y
festividades de todo signo fueron utilizadas no sólo como vehículos cohesiona-
dores y encuadradores de la población en el nuevo orden, sino también como
medio para extraer fondos para la causa. Así, muchas celebraciones religiosas
irán acompañadas de cuestaciones, de entregas de donativos a cambio de em-
blemas, de veladas teatrales como colofón a la festividad.36 Las instituciones
públicas se implicaron en las festividades religiosas, se imbricaron y colabora-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 200

200 esta salvaje pesadilla

ron en su realización. En definitiva, cualquier acontecimiento que se produjera


en la retaguardia servía para allegar fondos.37
Las suscripciones abiertas con ocasión de los homenajes desde el inicio de
la guerra y a lo largo de ella contribuyeron a la mitificación o heroización de
un personaje, además de un reclamo recaudatorio. De todos los homenajes,
el dirigido a Franco fue el que concitó mayor participación. En ese proceso
de encumbramiento de su figura, las suscripciones serán utilizadas para ex-
traer recursos económicos e inducir a la población al compromiso. Los sal-
mantinos, a través de sus aportaciones, quedaron ligados y asimilados a ese
proceso, además de ser sometidos a un estricto control. También la suscrip-
ción Pro-Monumento Nacional a los Caídos junto con donativos a iniciati-
vas como el Altar del Requeté para celebrar la primera misa cuando cayera
Madrid servirán para delimitar la línea entre buenos y tibios patriotas.
En definitiva, la retaguardia colabora, honra y recuerda a la vanguardia y
ésta, a cambio, le recompensa con los triunfos bélicos. El proceso suscriptor e
impositivo ensambla ambas realidades y las hace imprescindibles, y el régi-
men militar que progresivamente se impone «recompensa» a sus apoyos so-
ciales con una permanente e insistente sangría económica.

LAS FIGURAS IMPOSITIVAS

El entramado recaudatorio comienza, como hemos visto, con los donativos


espontáneos y las entregas inducidas con destino a las primeras suscripcio-
nes. Se continúa con la institucionalización de la Suscripción Nacional y se
completaría con el establecimiento de impuestos extraordinarios. Mientras
que las suscripciones no dejan de ser una petición de ayuda que se da de for-
ma «voluntaria», los impuestos son obligatorios y presionan sobre la renta
del trabajo o del capital de las personas.
La recaudación fiscal tuvo un resultado menor de lo esperado por los in-
surgentes, lo cual obligó a la Junta de Defensa, primero, y a la Junta Técnica,
después, a ordenar y encauzar los fondos a través de nuevas figuras impositi-
vas. A diferencia de lo sucedido con las suscripciones ya no se esperó la volun-
tariedad y espontaneidad de los ciudadanos, sino que se les fijan impuestos
bajo fuertes multas y coacciones. La vía impositiva se convierte, pues, en la se-
gunda de las formas de violencia política a través de la economía que ejerce el
poder frente a la población dominada. En realidad, lo que de verdad interesa-
ba era, además de demostrar quién tenía el poder, recaudar con la máxima di-
ligencia para solventar los primeros gastos derivados de la guerra y ocultar la
falta de desprendimiento de parte de la población. La respuesta generosa y es-
pontánea que los sublevados esperaban no se manifestó en la medida en que
ellos preveían y necesitaban; por eso, cuando los frentes avanzaron y las nece-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 201

patria y dinero 201

sidades aumentaron, ya no se espera al desprendimiento voluntario, sino que


se estableció la aportación obligatoria a través de decretos y órdenes.

La Detracción de haberes de funcionarios

El 26 de agosto de 1936 se pronunció el decreto número 69, que establecía la


detracción de haberes de funcionarios que vendría a institucionalizar lo que
ya existía en Salamanca desde el inicio de la guerra, como era la entrega de
donativos, en metálico y en especie, por parte de los funcionarios con destino
a las primeras suscripciones.38 Por esta razón, muchos de ellos, al entrar en
vigor el decreto, consideraron que ya habían contribuido suficientemente.
Aún así, tuvieron que seguir colaborando: algunos, entregando más cantidad
de la estipulada; otros, mostrando clara resistencia a la contribución, en es-
pecial los ayuntamientos de la provincia, encargados de efectuar el descuen-
to. Las excusas que se alegaron para eludir la tributación son un magnífico
reflejo de la situación por la que pasaba la retaguardia salmantina: desorden
y deficiencias administrativas, incapacidad para interpretar las órdenes, o
«por no saber dónde dirigirse».39 Pero, fundamentalmente, por la precarie-
dad económica de muchos municipios antes de la guerra, agravada por ésta y
por las resistencias a la contribución, factores, todos, que influyeron en la
aplicación del decreto.40 Por estos motivos, los primeros meses que siguieron
a la entrada en vigor del decreto no destacan por el número de cotizaciones y
por las cantidades detraídas en comparación con las que se recaudarán en los
meses posteriores.
La aplicación del decreto se vio afectada por el caos y la falta de organi-
zación de los primeros meses, especialmente el descuento de los sueldos a los
funcionarios de la provincia, y por la mayor dificultad en el ingreso de esas
cantidades. En cambio, la proximidad de las instituciones ubicadas en la ca-
pital, tanto al Gobierno Civil como a la sucursal del Banco de España, les fa-
cilitó a los habilitados una mayor celeridad en las transferencias. Por el con-
trario, la lejanía de la capital y las dificultades de comunicación, así como el
retraso en el cobro de los sueldos con respecto a otras entidades, explican
que el descuento por parte de los ayuntamientos se efectuase posteriormente.
En este sentido, hubo que esperar a noviembre y diciembre para que se incre-
mentara y generalizara el número de ingresos procedentes de los pueblos.
Asimismo, el que fueran los ingresos de los descuentos de los funcionarios
ubicados en la ciudad los que con más rapidez hicieron efectivos sus ingresos
demuestra el mayor control y vigilancia del poder en sus instituciones, por
ser éstas, sobre todo Gobierno Militar y Civil, Ayuntamiento y Diputación
Provincial, las impulsoras de las suscripciones y por la necesidad que tenían
de marcar la pauta y ser ejemplificadoras.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 202

202 esta salvaje pesadilla

A medida que transcurrieron los meses y que la situación en la retaguar-


dia se estabilizó, se incrementó el número de cotizaciones y, en consecuencia,
las cantidades ingresadas. Las circulares de Gobierno Civil, clarificando y
controlando su aplicación y la extensión del impuesto a funcionarios que en
un principio habían quedado excluidos, contribuyeron a ese aumento. De
igual forma, el análisis de las entidades cotizantes revela que el mayor núme-
ro de ingresos se produjo en 1937, cuando la situación estaba más normali-
zada, y que se redujeron a partir del último trimestre de 1938, cuando dejó
de ser obligatorio el descuento. Salamanca se acogerá a esa norma y apenas
participará con posterioridad a esos meses. Tampoco habrá simetría en las
cantidades ingresadas en los mismos meses de cada año, porque 129 entida-
des cotizan en una sola vez todo lo que se les descuenta a sus funcionarios. Y
si tenemos en cuenta las cifras totales, el peso mayor de esta figura impositi-
va recaerá en 19 entidades, pues un 75% del total cotizado les corresponde a
ellas, y el 25%, a las 511 restantes. Como ocurre con los datos de la Suscrip-
ción Nacional, no hay correspondencia entre número de veces y las cantida-
des ingresadas.41

Los impuestos para financiar el entramado benéfico-asistencial: el Plato


Único y el Subsidio Pro-Combatientes

Las tareas asistenciales fueron claves para ayudar a movilizar y a encauzar a


las masas en la dirección adecuada. El control de esta labor fue un ingredien-
te más para conseguir una organización eficaz de la retaguardia y un magní-
fico instrumento de propaganda para mostrar la mejor cara de un incipiente
Estado, definido por la exclusión y el uso desmedido de la violencia, además
de contribuir a cimentar las bases ideológicas del Estado franquista.42
Para financiar el vasto entramado asistencial se crearon impuestos, per-
sonales y de consumo, con destino al Fondo de Protección Benéfico-Social, a
través de las Juntas Provinciales de Beneficencia. Se estableció de ese modo el
nexo entre las instituciones benéfico-asistenciales viejas y nuevas. Auxilio So-
cial articuló una serie de mecanismos para recaudar fondos, pero también
fueron fundamentales el impuesto del Plato Único o el del Subsidio Pro-
Combatientes. Igualmente se estimularon todo tipo de suscripciones comple-
mentarias, como Ficha Azul y Cuestaciones, que dejaron al descubierto nue-
vas reticencias por parte de la población a hacer frente a las sucesivas
presiones recaudatorias.
A la Jefatura de FET-JONS llegaron constantes denuncias sobre perso-
nas, incluso pueblos enteros, que se habían negado a aceptar los emblemas
de Auxilio Social, y esta circunstancia la trasladó a Gobierno Civil por si era
necesario tomar medidas «ante las denuncias constantes que se reciben en
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 203

patria y dinero 203

esta Jefatura por no aceptar los emblemas de Auxilio Social en varios pue-
blos».43 A aquellos que no aceptaron la imposición de los emblemas se les
aplicaron las multas correspondientes y se publicó en la prensa la relación
nominal con las cantidades asignadas. La difusión de la relación de personas
multadas provocó, en algunos momentos, tensiones entre el gobernador civil
y el Delegado de Prensa y Propaganda, poniendo de manifiesto las luchas de
poder entre ambos y el deseo de FET-JONS de tomar decisiones autónomas
con respecto a la autoridad.44 Esa misma dualidad se produjo en todo lo refe-
rente al procedimiento sancionador, pues no siempre estuvo claro a quién co-
rrespondía ejecutar las sanciones. Al gobernador civil, como presidente de la
Junta Provincial de Beneficencia, le incumbía dar la orden;45 sin embargo, el
Delegado Provincial de Seguridad Interior y Orden Público ejecutó, algunas
veces, las sanciones sin su permiso.
Dejando a un lado las suscripciones y cuestaciones, lo cierto es que la fi-
nanciación del Auxilio de Invierno se concibió mediante el establecimiento
de impuestos, el primero de los cuales fue el Día del Plato Único.46 Consistía
en que cada hogar, «recordando a los hermanos caídos, viudas, huérfanos
abandonados se santifiquen con el sacrificio de comer un solo plato, de quin-
ce en quince días, ingresando las economías en el fondo común de Beneficen-
cia que al efecto se organizará por este Gobierno general».47 La orden esta-
blecía que la recaudación tendría lugar el 1 y 15 de cada mes, empezando a
regir desde el día 15 de noviembre de 1936. Los industriales de la hostelería
contribuirían con el 50% del importe de cada comida aislada que sirvieran,
con el 40% de cada pensión completa para las personas hospedadas y con el
25% de aquellas consumiciones que en forma de desayuno o meriendas, etc.,
se realizaran en los días señalados.
Este gravamen pretendía fines redistributivos de carácter benéfico-asis-
tencial, puesto que el artículo primero de la orden del Día del Plato Único
disponía que se creaba con destino a los fines benéficos de establecimiento de
comedores de asistencia social, jardines de infancia, casas-cuna, gotas de le-
che, orfelinatos e instituciones análogas, entre las cuales cabe destacar los ta-
lleres de aprendizaje, donde los refugiados pudieran aprender un oficio y
«desarrollar su espíritu católico y patriótico», campos de deportes para el de-
sarrollo físico y la enseñanza premilitar, colonias veraniegas y campamentos
para los jóvenes.
Los salmantinos que tuvieron que contribuir con el impuesto del Plato
Único, soportaron no pocas presiones.48 Éstas se manifestaron al mes de su
aplicación a través de las tareas de inspección ordenadas por el Gobernador
Civil. El retraso en los ingresos, así como la baja cuantía de los mismos
—para las previsiones que tenían las autoridades—, obligó a elevar las cuo-
tas contributivas y a efectuar un control riguroso por parte de los inspecto-
res. Se impuso la coerción y la sanción hacia un doble destinatario: las Juntas
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 204

204 esta salvaje pesadilla

Locales, por su retraso en el ingreso de la recaudación y por su dilación en la


comunicación al Gobierno Civil, y los particulares, con las multas que se les
aplicaban por no contribuir.49 El control y seguimiento de la población eran
estrechísimos y las visitas domiciliarias de los inspectores determinarían qué
miembros de la familia eludían la contribución.50
Aún con estas medidas, y a pesar del clima de terror imperante, algunos
salmantinos se atrevieron a burlar las órdenes y a encararse con los subdele-
gados, por lo que la negativa a contribuir se convirtió en un acto heroico y en
una manifestación más de rechazo al nuevo orden que se estaba construyen-
do.51 Muchos contribuyentes mostraron su descontento con el aumento de
cuotas o se negaron a contestar a los requerimientos. Ante la rebeldía, el Go-
bierno Civil no dudó en aplicar las correspondientes sanciones y arbitró me-
didas siguiendo un doble conducto: por un lado, las multas que se les asigna-
ban a los morosos o a los reticentes a la contribución y, por otro, la
publicación de las listas negras de malos patriotas.52
La cuantía de las multas se convierte así en otra forma de exacción, pero
aún más gravosa para el particular que el propio impuesto, pues las cantida-
des oscilaron entre las 10 y las 200 pesetas. Las resistencias llegaron no sólo
de los contribuyentes más precarios, sino también de aquellos que gozaban
de una buena posición económica. Los Delegados de la capital y los alcaldes
fueron los encargados de enviar la relación de vecinos que se negaban a con-
tribuir con el Plato Único,53 no sólo para sancionarles económicamente sino
también para publicar en el Boletín Oficial de la Provincia y en la prensa lo-
cal los listados con los nombres y las multas correspondientes.54 La publica-
ción de los contribuyentes rebeldes se convierte en el acta notarial de los
«malos patriotas que, debiendo hacerlo según su modo normal de vida, no
contribuyeron a esta Empresa Nacional».55 La publicidad en ambos medios
establece una clara división del vecindario salmantino entre los solidarios y
comprometidos con la causa y el resto. Consistió en otra forma de represión
añadida, pues a la exacción económica se le unía el agravio público.
Además de publicar la relación de personas multadas por el retraso en la
contribución del Plato Único, el Jefe Nacional de Beneficencia y Obras Socia-
les instará a la Guardia Civil a que ejerza la máxima vigilancia en la recauda-
ción, y a Gobierno Civil a que incremente las cuestaciones y el tipo de multas
para mayor ejemplaridad.56 Sin embargo, y a pesar de todas las medidas to-
madas por la autoridad, la resistencia o rebeldía de la población continuará.
Lo mismo ocurrirá con las Juntas Locales, que, a pesar de saber la obliga-
ción que tienen de indicar la recaudación del Lunes sin postre, el gobernador
civil se verá obligado a publicar una nueva circular recordándoles la necesi-
dad que tienen de cumplir con lo ordenado bajo amenaza de sanción.57
La aplicación de este impuesto se convierte en una vía recaudatoria a la
vez que controladora de la población, pues el contribuyente que se niega a
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 205

patria y dinero 205

participar pasa a ser objeto de la sanción económica y del correspondiente


escarnio público. Las multas se convierten, pues, en vehículo represor y re-
caudador.
Al mes y medio de la aplicación del impuesto del Plato Único, se estable-
ció el 8 de enero de 1937 el Subsidio Pro-Combatientes.58 Consistió en un
impuesto o recargo de tipo indirecto, que, gravando determinadas formas de
consumo que podían considerarse superfluas, sirviera para constituir un fon-
do destinado a socorrer a quienes lo necesitasen.
En consecuencia, de nuevo un impuesto sobre el consumo serviría para re-
cabar fondos con los que financiar un nuevo tipo de gasto público asistencial,
relacionado con el auxilio a los familiares de los combatientes que, habiendo
vivido bajo el mismo techo que el soldado antes del 18 de julio de 1936, care-
ciesen de ingresos, o que éstos fuesen insuficientes. Posteriormente, la orden de
21 de enero de 1937 y el Decreto de 25 de abril de 1938 completarían todo lo
referente a este impuesto.59 El artículo 13 de este último decreto del Ministerio
del Interior determinaba que los Ayuntamientos proveerían de local, menaje
y material de oficina a las Comisiones Provinciales y Locales, con cargo a los
presupuestos municipales, habilitando al efecto el crédito correspondiente.60
Al igual que había ocurrido con otros impuestos, meses después de la en-
trada en vigor del decreto que estableció el Subsidio Pro-Combatientes, el
Gobierno fijó unas reglas aclaratorias, al mismo tiempo que dispuso de la
ampliación del recargo de 10% del subsidio Pro Combatientes a los servicios
que se mencionaran.61 El 20 de febrero de 1938 tuvo lugar esa ampliación a
toda clase de tabacos, entradas de espectáculos públicos en general, consumi-
ciones en cafés, bares, confiterías y establecimientos similares. Además, la Je-
fatura del Servicio Nacional de Beneficencia y Obras Sociales acordó que,
con carácter general, se aplicara este impuesto a toda clase de juegos en esta-
blecimientos públicos y de recreo y a consumiciones extraordinarias en hote-
les, pensiones, fondas, hostelerías y posadas.62 A los pocos días se amplió el
recargo a la venta de perfumes, artículos de pieles de abrigo, artículos de lujo,
como alhajas, oro y plata, obras de arte, tapices y antigüedades, etc.63 Asi-
mismo, tuvieron un recargo los servicios de coche-cama, y las licencias de
aparatos de radio, y el 50% de la recaudación del día semanal del plato úni-
co y el producto íntegro del día semanal sin postre pasaron a engrosar los
fondos destinados al Subsidio, además de una tasa especial por la expedición
de salvoconductos y licencias de caza.64
Nada más entrar en vigor el decreto n.º 174, que estableció el Subsidio
Pro-Combatientes, quedó constituida en Salamanca la Junta Municipal en-
cargada de ponerlo en marcha. El alcalde de la capital, como presidente de la
Junta, nombró a los vocales que le acompañarían, y en la sesión municipal
del 1 de febrero de 1937 se ratificó la designación efectuada por el alcalde de
nombrar a Gaspar Alba vocal de la Junta en concepto de mayor contribuyen-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 206

206 esta salvaje pesadilla

te.65 A su vez, en los distintos pueblos de la provincia comenzaron a consti-


tuirse Juntas Municipales con los mismos criterios que el decreto había orde-
nado.66 En todas ellas el presidente era el alcalde y le acompañaban, como
vocales, el juez municipal, el mayor contribuyente del municipio, el cura pá-
rroco y un ecónomo que actuaba de secretario y que, a su vez, lo era del
Ayuntamiento. En la mayoría de las ocasiones fue el propio párroco el que
ejerció de secretario de la misma.
Inmediatamente, las Juntas Municipales se encargaron de elaborar el pa-
drón con el número de beneficiarios del Subsidio de la localidad y de enviarlo a
la presidencia de la Junta Provincial del Subsidio Pro Combatientes,67 así
como de controlar el cobro del impuesto en los establecimientos designados.68
Desde el primer momento, la aplicación del decreto no fue fácil. Las pau-
tas que tenían que seguir para cumplir sus disposiciones no debieron de estar
claras o hubo cierta desidia en el cumplimiento de éste, porque el Gobierno
Civil se vio obligado a emitir circulares con las instrucciones para su correcto
cumplimiento.69 Es más, cuando ya había pasado más de un año desde su en-
trada en vigor, se volvió a recordar cómo se organizaba el funcionamiento
del Padrón, de las Comisiones y de las Actas del Subsidio Pro Combatien-
tes.70 La falta de un único criterio en la aplicación de la normativa dio lugar a
diversas interpretaciones y a contradicciones entre las distintas Juntas Muni-
cipales. La improvisación y el acomodo de las disposiciones, a medida que se
iban aplicando estos impuestos, confundieron más que aclararon a los que
tenían que aplicarlas.71 Y las circulares emitidas por el Gobierno Civil no
ayudaron a clarificar las disposiciones de los decretos. Prueba de ello es que
llegaron denuncias de algunos vecinos sobre irregularidades en el funciona-
miento del Subsidio, o se consultó sobre si éste era obligatorio o voluntario.
Las normas relativas a la recaudación del Subsidio fueron las que generaron
más dudas a la hora de aplicarlas y la excusa perfecta para el retraso en la
contribución y posterior ingreso. Una cierta relajación por parte de los pode-
res locales en la presión que debían ejercer sobre los contribuyentes, las pe-
nurias económicas, las carencias administrativas de los pueblos salmantinos
y las trabas burocráticas entre la capital y la provincia influyeron en el retra-
so contributivo. Asimismo, todos estos inconvenientes no pudieron ocultar
la resistencia a las órdenes de la superioridad y la negativa de los particulares
a colaborar con el nuevo régimen militar. La prensa local, en concreto La
Gaceta Regional, se hizo eco de las multas impuestas por el Gobierno Civil a
presidentes y secretarios de las Juntas Municipales del Subsidio Pro Comba-
tientes. La publicidad de los incumplimientos, las resistencias y, en conse-
cuencia, las multas impuestas por la autoridad eran fundamentales a los efec-
tos de servir como represalia, y para que no se volvieran a producir futuras
infracciones.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 207

patria y dinero 207

4. CONCLUSIÓN: LA PRESIÓN ECONÓMICA COMO REPRESIÓN


SOBRE LA CIUDADANÍA

El desarrollo de los impuestos que se han detallado puso de manifiesto la fal-


ta de un criterio único en la aplicación de la normativa, las penurias econó-
micas, las carencias administrativas de los pueblos salmantinos y las trabas
burocráticas entre la capital y la provincia. Pero ante todo pusieron en evi-
dencia una constante presión fiscal, determinada por exacciones de todo tipo
y permanentes, que además implicó una clara acción coactiva que no dudaba
en abrir y publicar los casos de rebeldía o negativa al pago independiente-
mente de su carácter semivoluntario. Si no se producía la participación es-
pontánea y voluntaria en las suscripciones se imponía a través del reparto
contributivo; esto, sin duda, fue determinante para el incremento de los fon-
dos. Suscripciones voluntarias y obligatorias se sucedieron a lo largo de los
meses y se simultanearon de forma escalonada con los impuestos, poniendo
de manifiesto la escasa diferencia entre ellos.
Ciertamente Salamanca fue de las primeras capitales en colaborar en la lla-
mada «campaña patriótica» y en las suscripciones que se fueran abriendo pau-
latinamente; sin embargo, con el tiempo se demostraría que la recaudación al-
canzada en otras capitales por distintas suscripciones e impuestos fue superior
a la de Salamanca. Entre julio de 1936 y marzo de 1939, procedentes de Sala-
manca, se habían ingresado en la cuenta corriente de la Suscripción Nacional
en metálico un total de 8.751.937,43 pesetas; de éstas, 3.512.568,70 pesetas
como resultado del descuento de haberes de funcionarios, y 1.000.000 de pe-
setas por el valor equivalente en monedas y alhajas a través de la Suscripción
Nacional oro. La recaudación obtenida por la suscripción Auxilio a poblacio-
nes liberadas alcanzó la cifra de 120.600,06 pesetas y la asistencia social se cu-
brió, junto con otros impuestos, con la recaudación que llegó a través de Auxi-
lio Social (1.043.458,66 pesetas), Plato Único (3.585.439,70 pesetas), Día sin
postre (97.999,48 pesetas) y Subsidio Pro-Combatientes (103.086,80 pese-
tas). En resumen, por suscripciones e impuestos especiales se recaudaron un
total de 14.702.522,13 pesetas.72
A las autoridades de Burgos o Valladolid esas cantidades les parecieron
insuficientes comparadas con lo alcanzado en otras capitales, y a lo largo de
la guerra mostraron al gobernador civil de Salamanca su malestar al respecto
y le instaron a que se hicieran los máximos esfuerzos para fomentar la parti-
cipación. En esta tarea fue fundamental la utilización de los medios de comu-
nicación. Las arengas, instando a la población a participar, y la publicación
periódica de las listas nominales de los donantes debieron servir no sólo para
estimular a la población a la participación, sino también para tener informa-
dos puntualmente a los ciudadanos del desarrollo de cada suscripción. Las
nuevas autoridades franquistas tuvieron la necesidad de expresar la colabo-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 208

208 esta salvaje pesadilla

ración y el apoyo al régimen a través de la publicación en la prensa salmanti-


na; ésta, con la publicación de los listados, contribuyó, de forma sustancial,
en la extensión y propaganda de las suscripciones. Y si a lo largo del proceso
recaudador se observó tibieza en la entrega, se intensificaron las campañas
propagandísticas perfectamente metodizadas, diseñadas desde Burgos y
transmitidas a través de carteles, prensa y radio, para, por un lado, enmasca-
rar la realidad —reticencias, oposición— e inducir, por otro, a la entrega de
donativos.
Los medios de comunicación estuvieron sometidos a un estricto control y
los mensajes a una férrea censura. La propaganda hizo uso de un lenguaje
que enmascaró y mistificó la realidad y que hizo parecer voluntario lo que
era obligatorio. En las fuentes se alude constantemente a suscripciones y a
donativos voluntarios, nunca a imposición o contribución. Oficialmente, en
ningún momento se hace referencia a obligatoriedad. Hasta tal punto es así,
que tiende a confundirse suscripción con impuesto, y a la detracción del suel-
do de los funcionarios se le denomina «ofrecimiento patriótico» o «donati-
vos de funcionarios». Todo un sistema impositivo revestido de benéfico y vo-
luntario se puso en marcha y la utilización ambigua y espuria del lenguaje
ocultó las amenazas que la contribución llevaba implícitas.
Por tanto, la recaudación económica no estuvo exenta del clima de terror
que invadió Salamanca en esos días, ni de las presiones derivadas de ese am-
biente. A la represión física y a la depuración política se unió la extorsión
económica. Como un reflejo de lo que venía sucediendo desde el inicio de la
guerra, todas las disposiciones dictadas para regular la vida institucional y
económica establecieron la subordinación de toda autoridad civil a la militar
correspondiente. No obstante, y a pesar de la militarización, el gobernador
civil se convirtió en el «gerente» y guardián del proceso recaudador al que es-
tuvieron supeditadas las autoridades militares.
La presión fiscal constante a que se sometió a la población desde el inicio
de la guerra produjo una respuesta dispar entre los salmantinos. La colabo-
ración espontánea y voluntaria de unos se acompañó de la desidia y la resis-
tencia por parte de otros, por lo que los insurgentes utilizaron todos los me-
dios coercitivos a su alcance para inducir a la población a la participación.
La propaganda, a través de la prensa y la radio, sirvió para ocultar la reali-
dad, no tanto en lo que respecta a las cantidades entregadas por la población,
sino en su carácter voluntario y espontáneo. Salamanca aparecía como una
ciudad entregada y entusiasta, mientras la propaganda ocultaba la negativa
de los vecinos a dar su apoyo y las constantes denuncias en el Gobierno Civil
y en la Jefatura provincial de FET-JONS a la no colaboración, por lo que el
sistema de multas tuvo que imponerse para que la participación fuera efecti-
va. La publicación en la prensa se convertía así en un método coactivo más
para obligar a la cuestación. A su vez, servía de instrumento de validación de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 209

patria y dinero 209

lo entregado. A falta de un documento acreditativo de haber efectuado los


donativos, la publicación en la prensa servía de aval justificatorio.
Los delatores de los insumisos fueron los propios alcaldes o los integran-
tes de las fuerzas políticas colaboradoras, especialmente los dirigentes locales
de Falange. El conducto a través del cual se comunicó la desobediencia para
que la autoridad ejerciese las medidas punitivas fueron los comunicados que
se remitían a Gobierno Civil desde los ayuntamientos y las comandancias de
la Guardia Civil respectivas. La imposición y el sometimiento de la población
fueron absolutos, especialmente en los pueblos donde todos se conocían y
donde se ejercía una estrecha vigilancia entre los vecinos. Las denuncias fue-
ron la consecuencia, en muchos casos, de los «malos quereres», que hicieron
que los propios vecinos delatasen a los más reacios a la colaboración y apro-
vechasen el clima bélico para saldar rencillas del pasado. Asimismo, el segui-
miento de las suscripciones y de los impuestos sirvió para sancionar a la po-
blación a través de fuertes multas, no sólo por su negativa a la contribución,
sino para ejercer la represión hacia los contrarios ideológicamente o hacia los
que habían mostrado su desafección al Movimiento Nacional. El contenido
de las instancias que los propios sancionados enviaban al Gobierno Civil
para que se les retirase la multa refleja también que, aun siendo afectos a la
causa, participando y contribuyendo en las distintas suscripciones, teniendo
hijos luchando en los frentes de batalla e hijas colaborando en las cuestacio-
nes, no estarán exentos de ser multados por descuidarse en el pago, por lo
que en muchos casos se vieron obligados a reclamar y a exponer las razones
para que les fuera condonada la multa. Parece dibujarse, además, una cierta
imagen de propietario salmantino, avaro, tacaño, que, poseyendo bienes, re-
húsa cotizar. Difícil tarea la de delimitar la resistencia de la tacañería o avari-
cia.
Las medidas represivas que se hicieron efectivas no quedaron reducidas
al ámbito privado entre desafecto y autoridad, y al pago por aquel de la co-
rrespondiente sanción, sino que se extendieron al espacio público al darse a
conocer, a través de la prensa local, la lista de morosos. Las relaciones nomi-
nales de los contribuyentes se contraponían a las «listas negras» con los
nombres de los rebeldes que se habían negado a colaborar, constituyéndose
en un mecanismo establecedor de la divisoria entre patriotas y antipatriotas,
y que no sólo pretendía conseguir un efecto represor sino también de escar-
nio público. Los reacios a la colaboración serán víctimas de otra forma de re-
presión al ejercerse sobre ellos la presión económica, en primera instancia, a
través de multas, y de marginación posterior para alcanzar puestos de in-
fluencia. Mientras los mayores y más decididos colaboradores se situaban en
el escalafón para ocupar puestos relevantes en el presente y en el futuro, los
rebeldes quedarán marcados como insolidarios y traidores a través de la pu-
blicación de sus nombres en la prensa, sin que al mismo tiempo pudieran
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 210

210 esta salvaje pesadilla

quedar exentos del pago correspondiente, es decir, la sustitución de la canti-


dad que se había negado a entregar por la multa correspondiente. Nadie que-
dó exento del pago, ninguno se libró de las obligaciones impuestas.
El poder militar inaugura desde su inicio una nueva forma de represión,
de encuadramiento y de control de la población, y ni siquiera los escolares
quedaron al margen de las cuestaciones. En este sentido, los maestros, previa
depuración, inducirán a los niños a colaborar por medio de la organización y
asistencia a veladas teatrales; además de convertirse en un vehículo de en-
tretenimiento, servirá para recabar fondos y para encuadrar y socializar a la
población infantil en el sistema. Los maestros se utilizarán de ejemplo y de
correa de transmisión de los valores que se querían establecer.
Y frente a la imposición y la represión, la resistencia a la participación.
La negativa a manifestar la adhesión al nuevo régimen franquista y a contri-
buir a las distintas suscripciones e impuestos se reveló como una forma de
oposición ante el nuevo poder por parte de los sancionados. Las resistencias
populares se dejan entrever en la correspondencia que se establece entre po-
der omnímodo, el Gobierno Militar y el Civil, y los poderes locales. Los al-
caldes, en las comunicaciones enviadas a Gobierno Civil acerca del discurrir
de las recaudaciones, manifiestan veladas resistencias al proceso en curso, así
como tensiones entre los viejos y nuevos políticos, en especial con los falan-
gistas, a los que en ocasiones se percibe como nuevos arribistas.
La precariedad de los pueblos, puesta de manifiesto antes de la guerra y
agudizada por ella, contribuye a la reticente participación, por lo que las en-
tregas efectuadas por los vecinos a través de las distintas suscripciones esca-
samente fueron voluntarias; si acaso, algunas fueron espontáneas en un pri-
mer momento, al inicio de la guerra, conscientes de que su destino era cubrir
las necesidades de los frentes. Posteriormente, cuando la presión se intensifi-
có, comenzaron a surgir las resistencias a la entrega, y ello obliga a las auto-
ridades a amonestar en primera instancia al infractor y a multarle al produ-
cirse la reincidencia. A medida que la resistencia se hizo mayor y que el
requerimiento se repetía, las sanciones se incrementaron según su posición
social. En definitiva, aquellos que se negaban a participar acabaron por en-
tregar, a través del sistema de multas, una cantidad superior a la establecida
en la suscripción.
Ni el miedo que la población podía tener por lo que estaba sucediendo
desde el inicio de la guerra, ni el control a que fue sometida impidieron que se
mostraran esas resistencias que en muchos casos no fueron veladas, sino que
se manifestaron abiertamente y sin miedo a las posibles represalias.
En conclusión, el entramado recaudatorio que se puso en marcha con las
suscripciones e impuestos no sólo fue un cauce de extracción económica de la
población, sino también un eficaz instrumento para su encuadramiento y
control. Igualmente, los insurgentes lo convirtieron en otra forma de violen-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 211

patria y dinero 211

cia política al utilizar los medios coactivos y represores a su alcance para


obligar a la población a contribuir, además de servir de imposición y control
de la adhesión y de vehículo de propaganda.
Las cuotas contributivas relacionadas con la capacidad económica del
donante sirvieron no sólo para realizar una especie de justicia redistributiva
de la riqueza —al menos así lo presentó el régimen—, sino también para la
creación de un entramado recaudatorio revestido de benéfico, disfrazado de
contribución popular voluntaria y encubridor de un sistema tributario, que,
además de ayudar a solventar las necesidades de guerra, estableció las bases
hacendísticas del nuevo Estado y el dominio sobre la población.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 212

212 esta salvaje pesadilla

ANEXO I

TABLA 1. Suscripción en metálico. Cantidades recaudadas en Salamanca


desde octubre de 1936 a marzo de 1939
Año Número de ingresos totales Cantidad recaudada en pesetas
1936 172 911.711,90
1937 489 3.709.523,73
1938 647 4.129.773,42
1939 9 928,38
Total 1.317 8.751.937,43
Fuente: Archivo del Banco de España. Caja 456. Elaboración propia.

ANEXO II

TABLA 2. Suscripción oro en Salamanca (agosto de 1936-junio de 1939)


Peso de Peso de Peso de las
Fechas Día la plata/ las alhajas/ monedas/ Pesetas
Kg Kg Kg
1936
Agosto 25 500.000
27 500.000
Octubre
1 Béjar 10,925 6,745
5 9,945 39,594 20,560
1937
Marzo 18 0,655 11,557 3,595
Abril 7 0,074 0,636 1,949
Mayo 26 3,434 0,624 0,348
Julio 19 2,690
Agosto 7 0,107 0,387 0,682
Octubre 16 12,020 1,888 0,299
Octubre 16 0,068
1938
Febrero 17 0,892 1,912 0,329
Mayo 12 0,524 0,030 1/2
1939
Junio 13 0,082
Total 27,127 68,129 37,295 1/2 1.000.000
Fuente: A. H. P. BU (SN), libro 12.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 213

patria y dinero 213

ANEXO III. SUSCRIPCIONES E IMPUESTOS: PROVINCIA DE SALAMANCA


Cantidades recaudadas y pueblos que participan (1936-1939)
AÑO MES SUSCRIPCIÓN IMPUESTOS
Falange Española
(56.443,38) (47 p.)
Fuerzas
Fuerza Pública Requetés
salmantinas S. en especie Cruz Roja
JULIO (640.411,75) (6.038,50) (11 p.)
(327.607,50) (83 p.) (19.783,07)
(50 p.) Acción Popular
(54 pueblos)
(4.832,96)
(11 p.)
Suscripción
Avión Guardia
Ejército y Milicias Movimiento Nacional:
Cívica
Milicias Patriotas Nacional Haberes de
AGOSTO (64.088,24) (134 p.)
(819.040,92) (15.622,38) (28.895,15) - metálico: Funcionarios
Guardia Cívica
(182 p.) (22 p.) (4 p.) 8.751.998,34
(7.060,20) (15 p.)
-oro:1.000.000
Hospitales y
1936

heridos de
SEPTIEM-
campaña
BRE
(19.329,80)
(18 p.)
Homenaje de la Retaguardia Homenaje a Plato Único
Adquisición de
al Frente Franco Día sin Postre
OCTUBRE armamento
(4.009,25) (9.491,95)
(4.376,35)
(14) (110 p.) Auxilio de Invierno
Altar del Auxilio a Madrid
NOVIEM-
Requeté (2.704,85)
BRE
(7 p.)
Aguinaldo del
DICIEM- Soldado
Monumento a los caídos
BRE (65.427,80)
(p. 176)
Subsidio Pro-
ENERO Combatientes
(103.086,80)
FEBRERO Auxilio a Málaga
MARZO
ABRIL
Auxilio Social
MAYO
(1.043.458,66)
Acorazado España
Auxilio a Bilbao
JUNIO (3.683,75)
(5.472,31)
(14 p.)
1937

JULIO
AGOSTO
SEPTIEM-
BRE
OCTUBRE Auxilio a Teruel
NOVIEM-
BRE
Auxilio a Poblaciones
DICIEM- Pro-Aguinaldo del Combatiente Liberadas
BRE (97.380,57) (120.600,06)
(462 p.)
ENERO
FEBRERO
MARZO
Homenaje a Mola
ABRIL
(6.929,55) (14.000?)
MAYO
Homenaje a Calvo Sotelo
JUNIO
(101.724,70)
JULIO
1938

AGOSTO
SEPTIEM-
BRE
OCTUBRE Auxilio a Teruel Homenaje a los héroes de la vanguardia
NOVIEM-
BRE
Pro-Aguinaldo del
DICIEM-
Combatiente Homenaje a J. A. Primo de Rivera
BRE
(283.838,96)
IMPUESTO DE
Auxilio a Cataluña
ENERO BENEFICIOS
(134.081,66)
EXTRAORDINARIOS
1939

Auxilio a Madrid
FEBRERO
(28.814,30)
MARZO
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 214

214 esta salvaje pesadilla

ANEXO IV SUSCRIPCIONES: PROVINCIA DE SALAMANCA


Período de vigencia
RECONSTRUCCIONES

MONUMENTOS
ALTAR DEL REQUETÉ

A LA CONSTR.. CRUZ CAÍDOS

FESTIVIDADES Y
CONMEMORACIONES

A J. A. PRIMO DE RIVERA

A MOLA
HOMENAJES

A CALVO SOLTELO

A FRANCO

A SANJURJO Y ON. REDONDO

DE RETAGUARD. Al Frente

AUXILIO A POBLACIÓN MADRID

AUXILIO A POBLACIÓN
CATALUÑA
POBLACIONES
LIBERADAS

AUXILIO A POBACIÓN TERUEL


AUXILIO

AUXILIO A POBACIÓN BILBAO

AUXILIO A MÁLAGA

ASEDIO A MADRID

PRO AGUINALDO COMBATIENTE


SOLDADO
APOYO

AGUINALDO DEL SOLDADO

CRUZ ROJA
HERIDOS
APOYO

FRENTES Y HOSPITALES

ACORAZADO ESPAÑA
MATERIAL
GUERRA

PRO AVIÓN GUARDIA CÍVICA

ADQUISICIÓN ARMAMENTO

ACCIÓN POPULAR
POLÍTICAS
FUERZAS

REQUETÉS
MILICIAS

FALANGE ESPAÑOLA

MILICIAS PATRIÓTICAS

EN ESPECIE

MOVIMIENTO NACIONAL
ARMADAS
FUERZAS

EJÉRCITO Y MILICIAS

FUERZA PÚBLICA

FUERZAS SALMANTINAS
SUSCRIPCIÓN

SUSCR. ORO
NACIONAL

EN METÁLICO
SEPTIEMBRE

SEPTIEMBRE

SEPTIEMBRE
NOVIEMBRE

NOVIEMBRE

NOVIEMBRE
DICIEMBRE

DICIEMBRE

DICIEMBRE
OCTUBRE

OCTUBRE

OCTUBRE
FEBRERO

FEBRERO

FEBRERO
AGOSTO

AGOSTO

AGOSTO
MARZO

MARZO

MARZO
ENERO

ENERO

ENERO
ABRIL

ABRIL

ABRIL
JUNIO

JUNIO
MAYO

MAYO
JULIO

JULIO

JULIO
MES

1936 1937 1938 1939


AñO
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 215

6
La Universidad de Salamanca,
plataforma de la represión en el sistema
1
universitario español
Jaume Claret
Universitat Pompeu Fabra

T RAS EL FRACASADO golpe de estado de julio de 1936, los sublevados se


prepararon para una larga guerra contra la República, mientras desple-
gaban un contundente «terror azul» en las zonas bajo su control. La violen-
cia tuvo un carácter preventivo y no reactivo, y se convirtió en elemento fun-
dacional del nuevo régimen. En Salamanca, como en el resto del territorio,
las nuevas autoridades «no sólo se empeñaron en ocultar la represión en la
conciencia colectiva salmantina» imputándola en exclusiva al otro bando,
«sino que en algunos casos ejercen una labor de legitimación de la misma,
unida a un fuerte control social de la población en materias de conducta y
moral».2
Las primeras actuaciones de los sublevados se ajustaron a la contunden-
cia apuntada por el general Emilio Mola y dictada por el general Andrés Sali-
quet desde la Capitanía de Valladolid, y suponían una vuelta de tuerca de los
excesos protagonizados por la derecha contra los representantes del Frente
Popular tras las elecciones de febrero de 1936. Mientras las autoridades re-
publicanas se habían esforzado por mantener la calma y evitar nuevas tensio-
nes —con un resultado incluso notable—, nada similar hallaremos a partir
del 19 de julio de 1936.
«El tiro de la Plaza» —el incidente que acabó con cinco muertos y varios
heridos en la plaza Mayor— escenificó el paso de Salamanca al bando suble-
vado y la instauración de un nuevo régimen de terror y adhesiones inque-
brantables. Tras un primer período de violencia «preventiva», a partir del 1
de noviembre de 1936 comienza a «legalizarse» la represión. Esta legalidad
en construcción y la compleja estructura represora anexa necesitaban de la
implicación de un creciente número de técnicos. A los verdugos y ejecutores
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 216

216 esta salvaje pesadilla

de primera hora, progresivamente les acompañaron juristas, administrativos,


jueces, médicos, etc. «Cuando las gentes se pegan o se matan, llegan después
los juristas para explicar por qué se pegaron o mataron».3
La represión servía para castigar al enemigo y someter a los indecisos,
pero sobre todo ayudaba a cohesionar a los vencedores, pues tras cada san-
ción se hallaba un beneficio o una prebenda. Según relataba Pedro Laín En-
tralgo, «se decía: “¿Quién es masón? El que va por delante en el escala-
fón”».4 De hecho, el naciente régimen pudo consolidarse gracias a la estrecha
vinculación establecida entre sus propios intereses y los de una parte impor-
tante de la población. En el caso salmantino, la mayoría del Claustro univer-
sitario colaboró tanto en la justificación como en la aplicación de la repre-
sión.
A menudo la relevancia de la Universidad de Salamanca en el bando su-
blevado parece quererse reducir a un carácter meramente propagandístico
como portavoz de los académicos y científicos fieles al nuevo régimen. En
parte, este reduccionismo se ha visto alimentado por la omnipresencia de la
figura de su rector Miguel de Unamuno y Jugo. Sin embargo, y sin querer
desmerecer su evidente notabilidad, al naciente régimen le resultó mucho
más decisiva la aportación del resto del Claustro salmantino.
En este papel más pragmático y, a primera vista, menos vistoso podemos
distinguir dos grandes áreas de colaboración: en primer lugar las aportacio-
nes materiales más directamente relacionadas con el esfuerzo militar, sea en
el frente —como los 119 alumnos «caídos»—, sea en la retaguardia; y en se-
gundo lugar el papel de la Universidad como generadora del discurso justifi-
cativo del golpe de estado y como comadrona del cañamazo jurídico del nue-
vo régimen, aportando ideología y personal cualificado.5
Respecto de la primera categoría, destacan las cesiones de materiales y de
edificios. Como se recordaba en el acto inaugural del curso 1939-1940, «la
Cátedra salmantina fue entonces la Cátedra Nacional», encabezando la de-
fensa «ante el mundo [de] los principios de nuestra tradicional civilización
cristiana» y cediendo «hospitales, edificios, bibliotecas y laboratorios».6

La Universidad permitió así la utilización de su viejo edificio para asuntos


tan dispares como la Secretaría de Relaciones Exteriores, diversas secciones del
Arma de Aviación, la Estafeta de Correos del Cuartel General, la censura extran-
jera de correspondencia y de prensa (cuya eliminación por el fuego produjo más
de un conato de incendio, con las consiguientes protestas del rector) e incluso el
estudio o taller de pintura de José Aguiar —en la Sala de Columna— mientras
éste pintaba los retratos de Franco con el soldado a los pies (primero que se le
hace como «Caudillo» y adquirido por el Ayuntamiento salmantino) y de Car-
men Polo.7
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 217

la universidad de salamanca 217

La embajada alemana se instalaba en la Facultad de Medicina, mientras


que el Palacio de Anaya se convirtió en la sede de la Delegación del Estado
para Prensa y Propaganda bajo la dirección del general José Millán Astray y
Terreros. En realidad, desde el 4 de noviembre de 1936, el auténtico jefe sería
el fascista camisa vieja y catedrático de Instituto, Ernesto Giménez Caballero,
financiado por su hermano Ángel, con material requisado y acompañado de
personajes tan variopintos como Juan Aparicio, Víctor de la Serna, Agustín
de Foxà y el capitán Gonzalo Aguilera Munro, conde de Alba de Yeltes que
atribuía todos los males de España a la introducción del alcantarillado. Entre
las actuaciones de la Delegación del Estado para Prensa y Propaganda destacó
la creación de Radio Nacional de España (RNE) en el mismo palacio Anaya.8
En ésta también colaboraron miembros del Claustro salmantino, junto con
representantes de las organizaciones políticas y de las milicias y del clero.
La misma Biblioteca universitaria evidenciaba la transformación de la
ciudad, pues sus usuarios se diversificaban y, en lugar de estudiantes —en su
mayor parte movilizados—, extranjeros y altos cargos españoles monopoli-
zaban los préstamos. A pesar del aumento de clientes ilustres, el centro no fue
recompensado con una mayor dotación. Al contrario, los recortes presupues-
tarios comunes al resto de instituciones controladas por los sublevados se
vieron agravados por el secuestro de volúmenes valiosos. Finalizada la gue-
rra, por ejemplo, el rector tuvo que reclamar al Ministerio el retorno de una
serie de libros sobre Derecho Internacional en poder de José María Trías de
Bes, recordando que Madrid contaba con suficientes bibliotecas donde obte-
nerlos.9 Durante el conflicto, las novedades se limitaron a las escasas dona-
ciones de las embajadas alemana e italiana, a las relevantes cesiones realiza-
das por Miguel de Unamuno y el ex rector Enrique Esperabé de Arteaga, y a
los volúmenes requisados o entregados voluntariamente de obras considera-
das mayoritariamente como peligrosas o sospechosas.
A principios de 1938, con el traslado del general Francisco Franco y su pri-
mer gobierno a Burgos, la Universidad recuperó algunas áreas del palacio de
Anaya. Las otras permanecieron ocupadas por oficinas de los sublevados, como
por ejemplo las del general Millán Astray, quien prolongó su estancia hasta junio
de 1939. Las instalaciones fueron restituidas con importantes deterioros y sin
gran parte del mobiliario y del material de oficina. El Colegio Trilingüe —sede
primero de la Escuela de Comercio y más tarde de la Jefatura Superior de Mari-
na— fue el más afectado, a raíz de un incendio que provocó unas pérdidas por va-
lor de 300.000 pesetas, sufragadas por los sufridos presupuestos universitarios.
En cambio, otros organismos como la Delegación del Estado para la Re-
cuperación de Documentos subsistieron en Salamanca más allá del período
bélico. Esta institución creada el 26 de abril de 1938 con una clara función
represiva y de control policial dio lugar al posterior y polémico Archivo de la
Guerra Civil.10
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 218

218 esta salvaje pesadilla

En la retaguardia, la Facultad de Medicina se hizo cargo de los diferentes


equipamientos hospitalarios tanto civiles como militares, y aportó material,
edificios y personal. Destacaron, por las responsabilidades asumidas, el auxi-
liar de Patología quirúrgica Francisco Díez Rodríguez, director sanitario de
Guerra; el catedrático de Patología médica Fermín Querol Navas, director
del Hospital Militar Musulmán de la Vega, jefe de Cirugía Médica y del La-
boratorio de dicho centro y asesor de FE-JONS; el catedrático de Patología
médica Primo Garrido Sánchez, encargado de Clínicas en el Hospital Provin-
cial, en el Clínico y en el Militar, jefe de Clínica Médica del Pabellón de Ofi-
ciales del Hospital Militar de la Santísima Trinidad; y el catedrático de Higie-
ne y Microbiología Médica y decano Serafín Pierna Catalán, jefe de Clínicas
del Hospital Provincial y Clínico, jefe del Pabellón de Enfermedades Infeccio-
sas del Hospital Militar de la Santísima Trinidad, Provincial y Clínico. Su
compromiso no finalizaba aquí, pues los tres coincidieron, por ejemplo, al
solicitar la destitución fulminante del rector Unamuno tras los hechos del 12
de octubre de 1936.
También fueron integrados en las estructuras sublevadas los catedráticos
Miguel Moraza Ortega, José Pérez López Villamil, Arturo Núñez García,
Rafael Ramos Fernández, Gonzalo García Rodríguez y Leonardo de la Peña,
y los auxiliares Francisco Díez Rodríguez, Íñigo Machado, Ambrosio de Pra-
da Garrido y Guillermo Martín Marín. Además, tan sólo la Facultad de Me-
dicina mantuvo actividad docente a través de los diferentes cursos de perfec-
cionamiento dirigidos a cubrir la creciente demanda de cuadros sanitarios en
el frente y la retaguardia.11
Por su parte, la Facultad de Ciencias permitió la militarización de su per-
sonal. El profesorado colaboró en diferentes investigaciones, como las coor-
dinadas por el Servicio de la Comandancia General de Artillería y relaciona-
das con la guerra química. En estas oficinas dedicadas a la obtención de gas
tóxico, en el palacio Anaya, también se ubicaba el excéntrico alquimista Sa-
vapoldi Hammaralt que se había ofrecido a producir todo el oro que necesi-
tasen los sublevados para ganar la guerra.12
Respecto de la colaboración ideológica y doctrinal, ésta recayó especial-
mente en los docentes de las Facultades de Derecho y de Filosofía y Letras.
En esta segunda sobresalió, en un primer momento, la figura de Miguel de
Unamuno. Posteriormente, el protagonismo estuvo más repartido, destacan-
do personajes como el catedrático de Lengua y literatura españolas Francisco
Maldonado de Guevara Andrés. Éste llegó a desempeñar el cargo de «vocal
en la Comisión dictaminadora de libros de texto para la enseñanza que fun-
cionó durante los años de 1938 y 1939 en el Ministerio de Educación Nacio-
nal en Vitoria y en Madrid».13
La colaboración ideológica incluía también la propaganda tanto interior
como exterior, especialmente a raíz del establecimiento del general Franco en
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 219

la universidad de salamanca 219

la ciudad, tras su ascensión al caudillaje el 1 de octubre de 1936. La elección


tenía una justificación histórica, por la relevancia y prestigio de la ciudad,
pero no exclusivamente. No debe olvidarse, por ejemplo, que en ella también
fijaron su sede «las embajadas de los países amigos y las cúpulas de sus fuer-
zas militares de apoyo (Legión Cóndor, CTV)», así como el aparato de pro-
paganda de los sublevados.14 Las instituciones salmantinas correspondieron
a la designación con una orquestada operación de propaganda y adhesión.
El día 8 de octubre, coincidiendo con el primer parte de guerra fechado
en Salamanca por el Cuartel General del Generalísimo, se hacía público el
mensaje de la Universidad de Salamanca al resto de universidades y el día 11
se distribuía la pastoral del obispo Enrique Pla y Deniel Las dos ciudades, re-
dactada el 30 de septiembre anterior. El 14 de octubre Unamuno y seis recto-
res agradecían por telegrama a los delegados de Argentina, Uruguay y Portu-
gal en la Sociedad de Naciones su comprensión hacia la causa española. A
este orquestado crescendo servilismo cara a la opinión pública internacional,
se añadían otros actos de consumo interno como «el Vitor que los servicios
de propaganda franquista dedican a Franco ... pintado con sangre de toro en
un lateral de la Catedral, frente a la Universidad, el Cuartel General y la sede
de dichos servicios de propaganda». Decía así: «Generalísimo Franco, gloria
de las milicias hispánicas, Vítor».15
La declaración universitaria antes citada había sido redactada el 20 de
septiembre anterior por los catedráticos José María Ramos Loscertales y Teo-
doro Andrés Marcos, sancionada por el propio rector salmantino —con
«algunos retoques semánticos»— y aprobada por la Junta de Gobierno uni-
versitaria seis días después.16 Se trataba de una evidente jugada política que
buscaba publicitar la causa insurgente aprovechando el prestigio de la Uni-
versidad y en especial de su máximo representante, y contrarrestar el supues-
to apoyo mayoritario a la República de los intelectuales españoles.
La declaración recogía y ampliaba lo ya avanzado por Miguel de Unamuno
en las semanas anteriores. Por un lado, se planteaba el conflicto bélico como la
defensa de «nuestra civilización cristiana de Occidente, constructora de Euro-
pa», frente a «un ideario aniquilador». Se denunciaban «actos de crueldades
innecesarios —asesinatos de personas laicas y eclesiásticas— y destrucción
inútil —bombardeos de santuarios nacionales (tales El Pilar y La Rábida), de
hospitales y escuelas, sin contar los sistemáticos de ciudades abiertas—, delitos
de lesa inteligencia, en suma, cometidos por fuerzas directamente controladas
o que debieran estarlo por el Gobierno hoy reconocido “de jure” por los Esta-
dos del mundo». Se subrayaba la incapacidad del gobierno republicano, así
como su falta de humanidad o propósito de enmienda, y se pedía, a los «com-
pañeros en el cultivo de la ciencia», «una expresión de solidaridad».17
Aunque en el Archivo Histórico de la Universidad de Salamanca única-
mente se conserven las adhesiones remitidas por los centros de Bonn y Buda-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 220

220 esta salvaje pesadilla

pest,18 el documento tuvo una importante repercusión tanto en el ámbito


académico como político, social, cultural y religioso más allá de las fronteras
españolas.
Incluso tras la defenestración de Miguel de Unamuno, la Universidad de
Salamanca siguió realizando numerosos actos literario-propagandísticos
como instrumentos de justificación del nuevo régimen.19 El claustro salman-
tino intentó mantener su ascendencia dentro del bando insurgente y contra-
rrestar la percepción exterior de que los principales intelectuales españoles
apoyaban a la República. La ausencia de la figura paraguas del viejo rector
complicó la tarea y obligó a un mayor esfuerzo e inventiva.
El 9 de junio de 1937 se impulsaba un encuentro de todos los «rectores
de la España liberada» para realizar una declaración conjunta dirigida a la
comunidad internacional de apoyo explícito a los insurgentes —y de reco-
nocimiento implícito de la preeminencia salmantina—. La iniciativa había
surgido del Instituto de Secundaria de A Coruña, y el rector de Santiago de
Compostela Felipe Gil Casares la había elevado al resto de autoridades aca-
démicas.20
El día 10 se aprobaba una declaración, basada en una propuesta del rec-
tor de Sevilla José Mariano Mota Salado y redactada por el catedrático Cán-
dido Ángel González Palencia, donde se profundizaba en la línea ya abierta
con el texto de 1936 por la Universidad de Salamanca:

Los Rectores de las Universidades de Salamanca, Valladolid, Zaragoza, Sevi-


lla, Granada y Santiago, con la conformidad de los de Oviedo y La Laguna, reu-
nidos en la Universidad de Salamanca, reiteran su adhesión al nuevo Estado y a
su Ilustre Caudillo, el Generalísimo Franco.
Recogiendo el ambiente de sus universitarios y Centros de enseñanza que les
son adscritos y ante la calumniosa campaña contra los ideales que animan el Mo-
vimiento Nacional, se proponen dirigirse a los hombres de ciencia de todos los
países para informarles gráfica y documentalmente de la noble, caballerosa y va-
liente actitud del Ejército, secundado por la juventud española, en cuyas filas
tantos estudiantes han ofrendado generosamente su vida a la Patria.
Al mismo tiempo harán pública de modo bien patente, la labor destructora
de los enemigos de la verdadera España, que sin repara en los mas execrables
procedimientos han atentado contra la vida de las personas no combatientes, la
economía nacional y los más preciados valores artísticos y espirituales.
Al desarrollar este programa, en nombre de la cultura nacional, sumándose a
iniciativas anteriores, creen cumplir con un deber en defensa de la civilización
cristiana.21

A nivel académico la actividad fue escasa y únicamente los cursillos en


memoria de Marcelino Menéndez Pelayo merecieron ese adjetivo. La sesión
inaugural de 15 de septiembre de 1937 se dedicó a «El valor de la Cultura tra-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 221

la universidad de salamanca 221

dicional y de la Ciencia española, según las enseñanzas de Menéndez Pelayo»,


con una misa previa «por las almas de los estudiantes caídos en los frentes de
combate». El primer ciclo se prolongaría hasta finales de año, mientras que la
segunda edición se iniciaba a principios de 1938. A pesar del esfuerzo, su bri-
llantez fue escasa y la sensación de provisionalidad e improvisación prevale-
ció.22 Ya sin la advocación a Menéndez Pelayo, a finales de 1938 arrancaba
un nuevo ciclo de conferencias que concluiría a la vez que la guerra.
En el seno de la Universidad de Salamanca también se creó el 8 de diciem-
bre de 1937 el Instituto de España, donde se fundían las diferentes Reales
Academias y se buscaba ofrecer al exterior la imagen de una «Nueva Espa-
ña». El 7 de enero de 1938 se celebraba con solemnidad su constitución en el
Paraninfo, bajo la batuta de Eugenio d’Ors. «Los intelectuales —se decía—,
como soldados de la cultura, movilizados —espiritualmente— al igual que
los del frente, deberían abrir con su trabajo trincheras mentales que impidie-
ran en el futuro el contacto del pueblo con las ideas que habían llevado al
país a la decadencia y a la guerra civil; no se podía repetir con la cruzada lo
que había sucedido con la Guerra de la Independencia, en que el enemigo,
después de haber sido derrotado militarmente, había logrado imponerse por
el subrepticio camino de la traición liberal».23 La ampulosidad de la prosa y
la ambición de sus objetivos, pues se pretendía asumiese, entre otras, las
competencias de la disuelta Junta de Ampliación de Estudios (JAE), no con-
dujeron a ninguna parte y el invento nunca funcionó.
Iglesia y Universidad se nos revelan como los principales poderes locales
encargados de la legitimación, el control social y la desmovilización política.
La Iglesia salmantina se distinguió por ser una de las diócesis que más contri-
buyeron, tanto ideológica como materialmente, a la instauración e institucio-
nalización del nuevo régimen. A la legitimación ideológica de los sublevados
—mediante documentos como el Derecho de Alzamiento del magistral del
Cabildo, Aniceto de Castro Albarrán—, se sumó el apoyo económico —como
la donación efectuada por el párroco de Sancti Spiritus en octubre de 1936, de
10.000 pesetas «a favor del ejército salvador de España»— e incluso logístico
—como la cesión del Palacio Episcopal para que estableciese allí el Cuartel
General durante el primer año de guerra.
Ambas instituciones colaboraron estrechamente e incluso se compenetra-
ron a la hora de apoyar al naciente régimen. En esta labor de puente entre
ambas instituciones, destacaron especialmente los dominicos por su des-
acomplejado «integrismo católico». Éstos, junto con buena parte del Claus-
tro de la Facultad de Derecho, se convirtieron en los teóricos e ideólogos del
Alzamiento Nacional desde la —«conveniente descontextualizada»— Aso-
ciación de Derecho Internacional Francisco de Vitoria.24
La Francisco de Vitoria había nacido en 1926 como Asociación y en oc-
tubre de 1933 se constituyó como Instituto. Centrada en temas de Derecho
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 222

222 esta salvaje pesadilla

Internacional, se suponía dedicada al movimiento universal y pacifista. Aun-


que su sede se hallaba en Madrid, los cursos se realizaban en Salamanca. Con
todo, no adquirió una especial relevancia hasta después del levantamiento
militar, cuando hallaron un pretexto para la legitimación y justificación de la
rebelión armada y su consiguiente represión, y para poner a disposición de
las nuevas autoridades tanto sus conocimientos como sus contactos interna-
cionales.25 «Más de la mitad de la publicística elaborada en y desde Salaman-
ca como centro de poder, recurrió a las enseñanzas de Vitoria y de otros ele-
mentos de la Escuela Teológica Salmantina para conformar el discurso
justificativo-legitimador».26
Históricamente, la Facultad de Derecho salmantina no se había caracteri-
zado por su excelencia académica y docente. Como recuerda José Antón One-
ca, en 1923 «contaba con no demasiados alumnos (los oficiales, los verdade-
ramente presentes, no llegaban a 100 y, junto con los libres, apenas pasaban
de 500) así como con un reducido claustro de profesores que no superaba la
veintena, incluyendo los de todas las categorías». Él mismo denunciaría en la
Junta que era «pobre en material científico y sobre todo en libros».27 Quizás
para compensar esta falta de textos y cobrarse los servicios prestados, el 26 de
septiembre de 1940 el Instituto Francisco de Vitoria pedía al jefe del Depósito
de Recuperación de Libros de la Biblioteca Nacional las bibliotecas requisa-
das de Claudio Sánchez Albornoz y de Jiménez de Asúa, esta última en depó-
sito en la Universidad.28
Con estos antecedentes, determinados miembros de la Facultad de Derecho
salmantina lograron un fuerte ascendente dentro del nuevo régimen a través, en
parte, de su pertenencia a la asociación Francisco de Vitoria. En un encuentro ce-
lebrado el 7 de enero de 1938, hallamos reunidos al cañamazo académico-ideo-
lógico salmantino: el rector Esteban Madruga Jiménez, el obispo de Madrid-Al-
calá Leopoldo Eijo Garay, a los catedráticos de Derecho de Salamanca Manuel
Torres López, Nicasio Sánchez Maza, Nicolás Rodríguez Aniceto,29 Isidro Bea-
to Salas30 y Wenceslao González Oliveros, y a personajes importantes de la inte-
lectualidad insurgente como Joaquín Fernández Prida —catedrático de Historia
del Derecho internacional de Madrid y ex ministro monárquico—, José Gascón
Marín —catedrático de Derecho Político y Administrativo en Sevilla y último
ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes de la Monarquía—, José María
Trías de Bes y Giró —catedrático de Derecho Internacional de Barcelona y ex di-
putado de la Lliga—, José Yanguas Messía —catedrático de Derecho Internacio-
nal de Madrid y ministro durante la dictadura del general Primo de Rivera—, al
futuro ministro franquista Pedro Sainz Rodríguez, al líder monárquico Antonio
Goicoechea de Cosculluela y al futuro decano de Filosofía y Letras de Madrid
Eloy Bullón Fernández, entre otros.31
De entre todos ellos, sobresalía la figura del catedrático de Derecho penal
Isaías Sánchez Tejerina. Éste se había destacado como el primer gran teórico
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 223

la universidad de salamanca 223

de los insurgentes. En su doctrina planteaba «que la guerra tenía lugar entre


España (la tradición) y la anti-España (las ideas foráneas, el marxismo, el li-
beralismo). Se trataba, por tanto, de una guerra de defensa de España contra
las potencias extranjeras que querían destruir España valiéndose de españo-
les que no merecían tal nombre por estar poseídos por ideas extranjeras que
negaban a Dios, a la tradición española y a la moral católica». Según este ra-
zonamiento, los culpables de la violencia eran las mismas víctimas, pues la
habían generado con su actitud y comportamiento. En su discurso inaugural
del curso 1940-1941, fue todavía más explícito y lo tituló Un caso de legíti-
ma defensa colectiva.32
De su pluma también surgió el barniz legal que permitió la actuación
contra la masonería, al situar en plano de igualdad la condición de masón y
la de traidor a la patria. Como recompensa, el catedrático salmantino fue
nombrado vocal del Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el Co-
munismo. En su arrebatamiento, llegó a defender la reposición del Santo Ofi-
cio. Por fortuna, la propuesta no fructificó.33
Sin embargo, su relevancia en el ámbito universitario vino dada por su
integración en las estructuras represoras docentes junto con el también cate-
drático salmantino Teodoro Andrés Marcos. Así, Sánchez Tejerina formó
parte de la primera comisión creada para depurar los claustros universita-
rios: la conocida como Comisión para la Depuración del Personal Universi-
tario o Comisión A. Esta comisión formaba parte del entramado represor
creado por la centralizada Junta Técnica del Estado —sustituta de la provi-
sional Junta de Defensa Nacional— y dependía directamente de la Comisión
de Cultura y Enseñanza, presidida teóricamente por José María Pemán Pe-
martín y regida en la práctica por un triunvirato integrado por el vicepresi-
dente Enrique Suñer Ordóñez y los vocales Mariano Puigdollers Oliver y Eu-
genio Vegas Latapie. Los tres habían coincidido en Acción Española y los
tres compartían un significado catolicismo.
La Junta Técnica del Estado y la Comisión de Cultura y Enseñanza crea-
ron cuatro tipos de comisiones depuradoras responsables de los diferentes ni-
veles educativos, formadas por miembros propuestos desde la superioridad
—a indicación de las autoridades académicas de cada distrito universitario—
y ratificadas por el presidente de la Junta Técnica del Estado, «siendo los car-
gos irrenunciables». El decreto instituía dos comisiones —A y B— para toda
España, encargadas del personal universitario y de las escuelas de ingenieros
y arquitectos, respectivamente. En cambio, de las otras dos se establecían
una por provincia y asumían la represión de los docentes de secundaria, ins-
pectores, profesores de las Normales y personal administrativo —C—, y de
los docentes de primaria —D—, respectivamente.
El 8 de noviembre de 1936 (BOE, 11 de noviembre) se ordenaba «una re-
visión total y profunda en el personal de Instrucción Pública, trámite previo a
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 224

224 esta salvaje pesadilla

una reorganización radical y definitiva de la enseñanza, extirpando así de raíz


esas falsas doctrinas que con sus apóstoles han sido los principales factores de
la trágica situación a que fue llevada nuestra Patria». Esto incluía revisar y ra-
tificar o modificar las medidas ya tomadas, pues, siguiendo la tónica insurgen-
te, la acción precedía a menudo a la formalización y con anterioridad a su
constitución se habían dictado diferentes sanciones importantes, recogidas in-
cluso en el BOE. Por ejemplo, el 10 de octubre de 1936 se depuraba al rector
de la Universidad de Valladolid, Isidoro de la Villa Sanz, y el día 22 se cesaba
de todos sus cargos al hasta entonces rector de Salamanca Miguel de Unamu-
no.34 El mismo decreto subrayaba el carácter no «sólo punitivo, sino también
preventivo» de la represión, pues el objetivo último era acabar con «los enve-
nenadores del alma popular, primeros y mayores responsables de todos los
crímenes y destrucciones y que sobrecogen al mundo y han sembrado de due-
lo la mayoría de los hogares honrados de España».
La Comisión A se componía de cinco miembros, «tres de los cuales serán
Catedráticos de Universidad», y tenía como misión «recoger los informes so-
bre personal universitario, instruir los expedientes oportunos y proponer las
resoluciones que deben recaer en los mismos». Por su carácter singular, el de-
creto de 10 de noviembre (BOE, 11 de noviembre) autorizaba a los miem-
bros de la Comisión para la Depuración del Personal Universitario a instalar-
se allí donde considerasen oportuno, así como a elegir internamente los
cargos de presidente y secretario. Finalmente, se decantarían por establecerse
en Zaragoza, con el catedrático de aquella Universidad Antonio de Gregorio
Rocasolano de presidente y el catedrático de la Universidad de Madrid Cán-
dido Ángel González-Palencia Cabello de secretario. El resto de componen-
tes eran los vocales y catedráticos de Salamanca Teodoro Andrés Marcos e
Isaías Sánchez Tejerina y el de Valladolid Lorenzo Torremocha Téllez.
Meses más tarde, el 23 de julio de 1938, se modificaba la composición
para evitar «que sus componentes se hallen dispersos en ciudades alejadas».
Únicamente se mantuvo al presidente y al secretario, mientras se nombraban
como nuevos vocales a los catedráticos residentes en Zaragoza Luis Bermejo
Vida de Madrid y Emilio Jimeno Gil, de Barcelona, y a los catedráticos de la
propia Universidad aragonesa Miguel Lasso de la Vega y López de Tejada
(marqués de Saltillo) y Luis Sancho Seral.
La represión del funcionariado en general y de la universidad en concreto
se realizó a través de la depuración profesional. Se trataba de la asunción pú-
blica del inicio de la purga política, a través de herramientas de lenguaje falsa-
mente administrativo y jurídico.35 El objetivo final era asegurar la adhesión
inquebrantable de toda la administración. La depuración, positiva lógica-
mente, se convirtió en requisito previo imprescindible para recuperar el pues-
to de trabajo o para acceder a él.36 En el Ayuntamiento de Salamanca, por
ejemplo, a lo largo de las tres etapas de represión, se imputaron 194 expedien-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 225

la universidad de salamanca 225

tes, 143 destituidos, 51 sobreseídos, 8 sanciones (suspensiones de empleo y


sueldo, separación y traslado de servicio) y 28 ingresos en la cárcel provincial
con frecuente sentencia de pena de muerte o traslado a otras prisiones.37
La depuración profesional existía en la legislación española desde 1815,
cuando la Junta de Instrucción Pública estableció los «expedientes de purifi-
cación» contra los universitarios de ideas subversivas. El 27 de octubre de
1864 el moderado ministro de Fomento, Antonio Alcalá Galiano, extendió
su ámbito de actuación a las actividades realizadas fuera de la cátedra, para
combatir a los profesores krausistas fundadores, con el tiempo, de la ILE.
Posteriormente, con el aumento de la conflictividad universitaria durante la
Dictadura de Primo de Rivera, esta figura fue recuperada y adaptada.38
Se trataba, por tanto, de un procedimiento administrativo con habitual
tendencia a esconder una intencionalidad política y que dotaba de un barniz
legalista decisiones discrecionales.39 De hecho, la implantación de la depura-
ción profesional no resultaba incompatible con el mantenimiento del resto de
instancias represoras y de la violencia. En el caso de la depuración franquista,
ésta tuvo un carácter generalizado y virulento como en ninguna otra etapa.
Lógicamente, la presencia de dos docentes salmantinos en la Comisión
para la Depuración del Personal Universitario, explica muchas de las actua-
ciones, así como algunas de las imputaciones sin base documental. Con todo,
la labor de Andrés Marcos y Sánchez Tejerina no era solitaria, sino compar-
tida solidariamente por el resto del Claustro universitario. Ya bajo la presi-
dencia de Miguel de Unamuno, y desde el inicio de la guerra civil, el rectora-
do salmantino había asumido la responsabilidad de la purga sobre su distrito
universitario, desde el personal de los diversos centros de enseñanza a las bi-
bliotecas.40
La adhesión entusiasta no resultaba en balde, y las nuevas autoridades
supieron recompensar los servicios prestados durante la posguerra. Así, los
depuradores Sánchez Tejerina y Andrés Marcos consiguieron cierta proyec-
ción académica. El primero, catedrático de Derecho penal, fue considerado
exento de depuración en virtud de los servicios prestados y el 18 de junio de
1941 (BOE, 23 de julio) se le premiaba con la cátedra de Estudios Superiores
de Derecho Penal y Antropología Criminal del Doctorado de la Universidad
de Madrid, y el 13 de enero de 1949 (BOE, 9 de febrero) con la cátedra de
Derecho penal en la Universidad Central.41 El segundo, catedrático de Insti-
tuciones de Derecho canónico, también era exonerado de toda depuración y
nombrado, el 18 de noviembre de 1936, vicerrector de la Universidad de
Salamanca, cargo que desempeñó hasta su jubilación el 14 de abril de 1950
(BOE, 28 de abril).42
Las gratificaciones también alcanzaron a otros docentes vinculados con
la Francisco de Vitoria, como Torres López, González Oliveros, Fernández
Prida y Trías de Bes. Todos ellos coincidieron en la comisión de 21 «hombres
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 226

226 esta salvaje pesadilla

justos» creada el 21 de diciembre de 1938 y encargada de demostrar la ilegi-


timidad del régimen republicano.43 Incluso en el caso del catedrático de De-
recho Civil de la Universidad de Sevilla y director del Instituto Francisco de
Vitoria, Ignacio de Casso Romero, se mantuvo el vínculo entre cargo dentro
de la estructura represiva y premio, pues al ascenso a la cátedra madrileña en
1939, se sumó el nombramiento como juez instructor de la depuración de
«universidades varias». Posteriormente, sumaría el cargo de director general
de Registros y del Notariado y la gran cruz de San Raimundo de Peñafort con
la encomienda con placa de Isabel la Católica.44
Sin embargo, en el caso de la Universidad de Salamanca, quizá sea el ya
citado catedrático de Filosofía del Derecho Wenceslao González Oliveros,
hombre de confianza del Cuartel General, quien mejor ejemplifique este jue-
go de compensaciones. A finales de 1940 se imponía con facilidad en las opo-
siciones a la cátedra de Filosofía del derecho de la Universidad de Madrid.
Para el tribunal opositor, los servicios prestados resultaban decisivos y el
candidato vencedor aportaba su paso por Salamanca, por el Ministerio de
Educación Nacional y por el Gobierno Civil de Barcelona. El expediente des-
tacaba «sus servicios prestados a la enseñanza, y sus prestigios y merecimien-
tos literarios y jurídicos, demostrados en publicaciones y conferencias, une
grandes méritos prestados a la Causa Nacional, no sólo en tiempos de la Dic-
tadura, sino dentro de nuestro Glorioso Movimiento Nacional, desempeñan-
do en estos momentos uno de los cargos más delicados y transcendentales del
Estado español». No fue el último cargo, ya que también presidió el Tribunal
Nacional de Responsabilidades Políticas y la vicepresidencia del Tribunal Es-
pecial para la Represión de la Masonería y el Comunismo.45
La depuración, por tanto, no pretendía únicamente castigar a los desafec-
tos y reprimir a los tibios —Luis de Galinsoga exigía: «¡A la cárcel con el
neutral!»—,46 sino también reconocer a los adictos. La purga tenía un carác-
ter político, como se evidenciaba durante toda su tramitación y resolución fi-
nal. El catedrático de Geometría Analítica Emilio Román Retuerto superaba
sin problemas el proceso depurador e incluso obtenía la cátedra de Geome-
tría de la oposición en la Universidad de Madrid gracias a aspectos de su cu-
rrículum ajenos al mundo de la investigación y de la enseñanza pero que el
interesado hacía constar: «Es presidente del Círculo Católico de Obreros; del
Consejo Diocesano de Acción Católica, etc.; durante la Gloriosa Cruzada os-
tentó cargos de confianza en Salamanca».47
A su vez, el catedrático de Pediatría Francisco Zamarriego García solici-
taba la reincorporación al escalafón el 28 de febrero de 1938 desde Segovia,
tras conseguir escapar hasta Deva (Guipúzcoa) el mismo 18 de julio de 1936
«ante el temor de permanecer en Madrid, ya que tenía el honor de ser médico
de cabecera del protomártir D. José Calvo Sotelo y de su familia». Durante
unos meses la depuración quedó detenida al extraviarse el expediente, pero
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 227

la universidad de salamanca 227

finalmente, el 4 de septiembre de 1941 (BOE, 13 de septiembre) se le reinte-


graba «en todos los derechos que puedan corresponderle sin imposición de
sanción», destacando los servicios prestados en los hospitales de la Cruz
Roja y en los cursos de «formación de Damas Enfermeras».48
En el otro lado se situaban los docentes víctimas de la purga. La mayoría
de los sancionados afrontaban acusaciones generalistas, aunque no por ello
menos peligrosas, de militancia o simpatía hacia las izquierdas. «Tal es el
caso de los catedráticos Wenceslao Roces, del PCE y conocido traductor de
El Capital, José Camón Aznar, radical, y Laureano Sánchez Gallego, Álvaro
Calvo Alfageme y Miguel Moraza, sin filiación política concreta, pero de ten-
dencias liberales. Lo mismo se puede decir de los auxiliares temporales de la
Facultad de Derecho Luis Portillo Pérez, Agustín Íscar Alonso y Ángel Santo
Mirat, templados republicanos de izquierda y buenos amigos, que tenían ha-
bitualmente una tertulia en el café Novelty, a la que en alguna ocasión asis-
tieron Wenceslao Roces y Alfonso García Valdecasas». Con especial contun-
dencia eran castigados aquellos docentes colaboradores de primera hora con
la República como los juristas José Antón Oneca y José de Benito, o implica-
dos directamente en cargos como Luis Domínguez Guilarte, responsable en
Salamanca del Instituto de Reforma Agraria.
La purga no se limitó al profesorado ordinario, sino que se extendió al
resto de categorías docentes y al personal administrativo y de servicios. Así,
se separaba e inhabilitaba a los alumnos internos Juan Alonso Maeso y
Humberto S. del Olmo, y al médico de guardia Wilfrido Santos González; y
eran suspendidos temporalmente —serían readmitidos en mayo de 1937—
de empleo y sueldo el radiólogo Gabriel Alonso García y el alumno interno
Manuel Prieto Carrasco.49
Volviendo a los docentes, la Comisión de Cultura y Enseñanza decretaba
«la separación definitiva del servicio» en ocho casos: el 24 de abril de 1937
del catedrático de Historia del Arte José Camón Aznar; en mayo la medida
afectaba a la cátedra de Derecho Mercantil en la figura de los auxiliares Luis
Portillo Pérez y Agustín Íscar Alonso, y de su titular Álvaro Calvo Alfageme,
el 7, 20 y 22 de mayo respectivamente; el 12 de junio del auxiliar temporal de
Obstetricia Julio Pérez Martín; el 25 de septiembre del catedrático de Dere-
cho romano Wenceslao Roces Suárez y del de Derecho mercantil José de Be-
nito Mampel —ambos en excedencia desde 1931—, y el día 30 del auxiliar
de Oftalmología Julio M. Sánchez Salcedo.50
La sanción de suspensión «por un año de empleo y sueldo» se aplicaba a
siete docentes: el 25 de noviembre de 1936 al catedrático de Anatomía Godear-
do Peralta Miñón, a los auxiliares temporales Teodoro López Jiménez de
Ginecología y Darío Carrasco Pardal de Patología médica, al catedrático de
Derecho romano Laureano Sánchez Gallego y a su auxiliar temporal Luis
Domínguez Guilarte; y el 30 de octubre de 1937 —más la inhabilitación para
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 228

228 esta salvaje pesadilla

desempeñar cargos— al auxiliar temporal de Derecho Internacional Jesús Es-


perabé de Arteaga y González y al catedrático de Patología Quirúrgica Mi-
guel Moraza y Ortega.51
El castigo más leve, la inhabilitación «para cargos directivos y de confian-
za», se reservaba para el catedrático de Derecho penal —en excedencia desde
1932 al ser nombrado magistrado del Tribunal Supremo— José Antón One-
ca. Sancionado el 28 de septiembre de 1936, no fue rehabilitado hasta el 8 de
enero de 1948. Mientras tanto, el 24 de abril de 1940 (BOE, 7 de julio) se le
permitió reingresar en la Universidad de Santiago de Compostela, hasta que
una vacante en su antigua cátedra salmantina facilitó su regreso el 29 de sep-
tiembre de 1941. Ya rehabilitado, Antón Oneca sería nombrado vicedecano
el 10 de noviembre de 1956 y trasladado a Madrid el 14 de junio de 1962.52
Como en el caso de Antón Oneca, otros docentes consiguieron les fuese
revisada su primera sanción y, tras no pocas cuitas, lograron reincorporarse
a la docencia con penas de inhabilitación menores o rehabilitados completa-
mente. Sin embargo, estas revisiones pecaban de la misma arbitrariedad ca-
racterística de toda represión, y la prolongada incógnita sobre su resolución
se convertía en un nuevo castigo.53 Además, se acostumbraban a solapar dili-
gencias de diferentes instancias represoras, a menudo sobre los mismos he-
chos y frecuentemente con resoluciones contradictorias.
Sin embargo, la represión no se limitaba a la sanción administrativa e in-
cluía actuaciones expeditivas normalmente protagonizadas por las autorida-
des militares con la aquiescencia de los partidarios de los insurgentes. Las
medidas iban desde la clausura de centros como los Institutos de secundaria
de Béjar, Peñaranda, Arévalo, Toro, Trujillo y Talavera de la Reina;54 al ase-
sinato de docentes.
Por su relevancia pública, sin duda el más conocido fue el fusilamiento
del catedrático Casto Prieto Carrasco y el del Profesor de la Escuela Normal
José Andrés Manso (ambos diputados) en la madrugada del 29 de julio de
1936.55 El dirigente socialista Indalecio Prieto Tuero, años más tarde, se pre-
guntaba el por qué de ésta y otras muertes: «¿Qué delito purgó, al ser fusila-
do, el ilustre catedrático de Anatomía de la gloriosa Universidad, don Casto
Prieto Carrasco? Ser republicano. ¿Qué pagó con la muerte el profesor de la
Escuela Normal don José Andrés Manso? Ser socialista».56 Prácticamente to-
dos los alcaldes y concejales del Frente Popular en la provincia de Salamanca
fueron asesinados o condenados a elevadas penas de cárcel.57
La razón última parecía hallarse en la voluntad de frenar con las armas
aquello que no se había podido frenar en las urnas. En Salamanca como «en
Zafra no hubo guerra; sólo represión y violencia. La guerra, como en otros
muchos lugares de Extremadura y de España, sólo fue la excusa para exter-
minar a los ideológicamente contrarios».58 Y, justo un paso por detrás de los
verdugos, en seguida aparecieron los cuadros responsables de dotar a esa
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 229

la universidad de salamanca 229

violencia de un barniz ideológico, administrativo y judicial. Esa responsabili-


dad recayó principalmente en personajes provenientes de círculos católicos,
conservadores, carlistas, falangistas y de derechas, muchos de los cuales pro-
venían del ámbito universitario.
Como recordaba Esperabé de Arteaga, con motivo de la visita del general
Franco a la Capilla Universitaria durante la Semana Santa de 1937, existía
una «unión íntima e indestructible» forjada al calor de la guerra civil y que se
pretendía mantener constante entre «la Universidad inmortal y el Jefe del Es-
tado».59 Por fortuna, y aunque con retraso y reticencias, la Universidad espa-
ñola empieza a encararse con ese pasado, a denunciar la falsa herencia fran-
quista, a reivindicar el antecedente republicano y a rendir homenaje, como el
pasado 11 de diciembre de 2006 en Salamanca, a los docentes víctimas del
«atroz desmoche» franquista.60
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 230
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 231

Segunda parte
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 232
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 233

7
Unamuno, en guerra
Luciano G. Egido

1. UNA GUERRA PARTICULAR

L OS ÚLTIMOS MESES de la vida de Unamuno (1864-1936), en plena guerra


civil española, fueron especialmente dramáticos. Por así decirlo, sus mu-
chos fantasmas particulares se le aparecieron para torturarlo con sus interro-
gaciones, como si le pasaran la cuenta de sus responsabilidades sobre los ac-
tos, las ideas y las palabras de su pasado. Como si sus criaturas, igual que en
su novela Niebla, se le rebelaran y le exigieran una explicación, una clarifica-
ción de sus cómos y de sus porqués. Su obra se le vino encima, acuciándole
con el peso de sus insuficiencias y de sus debilidades. Todas las contradiccio-
nes de su biografía y de su pensamiento, todas las fisuras de su dialéctica exis-
tencial y todos los errores de su experiencia personal le explotaron en las ma-
nos y le amargaron sus últimas horas, agobiadas por el espectáculo sangriento
de la lucha fratricida, que no podía eludir y que le obligaban todos los días a
repensarse y a definirse dentro del caos de la guerra y de sus crueles eviden-
cias; todo, agravado por sus circunstancias personales y sus miedos de seten-
tón en territorio enemigo y adobado por lo que él había llamado su «yoismo».
De un hombre, que había vivido permanentemente en la contradicción y
en la duda, como tantas veces se ha dicho, señalar que el período final de su
vida fue una contradicción permanente, rodeado de incertidumbres, no es de-
cir nada nuevo. Pero sus vivencias durante aquellos violentos seis meses pos-
treros y las especiales características de sus últimas contradicciones merecen
una atención y un estudio pormenorizado, porque hubo un salto más que
cuantitativo, cualitativo. Sus contradicciones no sólo fueron más numerosas,
sino más sangrantes. Y no porque fueran unas contradicciones distintas a las
de siempre, sino porque sus contradicciones eran de otro orden mental y mo-
ral, como si la cantidad se hubiera transmutado en calidad. Y no me estoy re-
firiendo a las contradicciones de su biografía exterior, a su inicial aceptación
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 234

234 esta salvaje pesadilla

y posterior rechazo de la rebelión militar del 36, ni a su celebración de la llega-


da de la Segunda República y con el paso del tiempo sus ácidas críticas al régi-
men democrático, que fueron el tema de mi libro Agonizar en Salamanca.1
Lo que ahora quisiera analizar es la significativa contradicción de su pen-
samiento en relación con lo que hasta entonces, en el umbral mismo de su
muerte, había sido parte integrante de lo que pudiéramos llamar su filoso-
fía, homogénea, inequívocamente suya e idéntica a sí misma, desde sus prime-
ras endebles formulaciones concretas a finales del siglo XIX, en sus libros pri-
merizos, como En torno al casticismo y Paz en la guerra, tan nuclearmente
gemelos, hasta San Manuel Bueno, mártir, que en muchos aspectos puede con-
siderarse su testamento literario y filosófico, tan indisolublemente unidos y
paradójicamente potenciados todos entre sí. La publicación, después de medio
siglo, de sus Notas para un posible libro sobre su posición ante la guerra civil,
El resentimiento trágico de la vida, cuyo título parece parodiar el de la que es
tenida como su máxima obra filosófica, nos proporciona materiales valiosos
para el conocimiento del último Unamuno y sus contrastes, sus bandazos di-
ríamos, en relación con el Unamuno de siempre y, lo que es más significativo,
los contrastes entre el Unamuno público de aquellos meses últimos, de sus en-
trevistas periodísticas y sus declaraciones oficiales y el Unamuno privado de
sus confidencias epistolares y de sus apuntes personales de trabajo, al filo
de los días.
Aunque la edición de estas Notas2 no añada nada nuevo a la imagen po-
lémica, apasionada y atrabiliaria ya conocida, sin embargo nos permite asis-
tir directamente, de primera mano o en primera fila, a la situación de sus
ideas en aquel momento, que le hubieran servido para la preparación de un
libro, que hubiera sido esclarecedor e imprescindible en la bibliografía básica
unamuniana, si hubiera llegado a cogüelmo y sazón. Lo publicado, además
de poder gozar de esos balbuceos iniciales de cualquier libro que busca con-
cretarse y echar a andar, todavía nebuloso y desorientado, pero moviéndose
hacia la claridad, nos muestra un Unamuno al desnudo, sin la retórica litera-
ria de una puesta en escena, de un tratamiento racionalizado de la materia
tratada. Son opiniones, sensaciones, esbozos de pensamientos trasladados al
papel con la inmediatez de su origen, todavía caliente, el impulso de sus erup-
ciones dialécticas, sin el pudor de cuidar las apariencias y su acomodación a
la imagen pública del autor. Son como instantáneas cogidas al vuelo, sin pre-
paración ni distanciamiento, en carne viva.
Probablemente esta precariedad literaria sea más valiosa para conocer
los entresijos del pensamiento unamuniano de entonces, que el libro que, si
hubiera tenido tiempo, hubiera escrito sobre el tema de la guerra civil. En es-
tas pocas páginas Unamuno se retrata tan impúdicamente que sobrepasa los
niveles de impudor a que nos tiene acostumbrados el autor, que nunca tuvo
pelos en la lengua y que vibró en sus textos como en una conversación priva-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 235

unamuno, en guerra 235

da, a calzón caído, en la intimidad de un grupo de amigos. Porque, con más


evidencia que en otros escritores, Unamuno reaccionaba siempre con pronti-
tud y pasión a los estímulos de su entorno personal, social, político y, por su-
puesto, histórico, mojando su pluma, como él dijo en alguna ocasión, en su
propia sangre. Como un diapasón que se conmoviera a la menor brisa. Y la
guerra civil, vivida día a día en la Salamanca militarizada del verano y del
otoño del 36, fue mucho más que una ligera brisa. El propio Unamuno, en el
texto que estamos utilizando, la calificó de «huracán».
Lo que pretendo hacer brevemente es ordenar y dar coherencia, lo que su-
puestamente y de un modo diferente, como es natural, hubiera hecho él, si la
muerte no se lo hubiera impedido, al pensamiento de sus últimas horas, tal y
como quedó expresado en el manuscrito de El resentimiento trágico de la
vida, que, es sabido, escribió al filo de los acontecimientos, de un modo frag-
mentario e inconexo, desde por lo menos, según las fechas consignadas, el
mes de agosto del 36 hasta el mes de noviembre, de su última fecha indicada,
pocas semanas antes de su muerte. El mismo carácter apresurado y espontá-
neo de estas escasas Notas es la mejor garantía de su autenticidad intelectual y
de su absoluta sinceridad testimonial, de tal manera que en estas hojas ma-
nuscritas se nos ofrece «in nuce», en trance de alumbramiento, con el magma
de su gestación visible todavía sobre la superficie de la escritura, su reacción
ante el aluvión de la guerra. Por supuesto que esta misma franqueza no nos
autoriza a suponer que su utilización posterior se hubiera hecho en los mis-
mos términos que aquí dejó expuestos. Pero la rotundidad y la claridad de sus
afirmaciones, así como su fidelidad estilística al Unamuno que conocemos
bien, nos anima a pensar que gran parte de este material, todavía informe, pa-
saría, debidamente cribado y repensado, a la posible redacción definitiva del
libro, que parece probable tenía el proyecto de escribir, puesto que hasta llegó
a preparar una portadilla de la obra, con título, subtítulo y epígrafe.
La publicación de este manuscrito ha procurado una nueva luz sobre sus
ideas durante su larga agonía física y espiritual en la Salamanca agobiada por
el peso de la guerra, de julio a diciembre del 36, que es el tramo que a él le
tocó sufrir. Estos textos, algunos apenas esbozados, nos permiten asistir no
sólo al período final de su biografía convulsa, sino a lo que pudiéramos lla-
mar la terminación de su tiempo histórico. Se ha dicho con frecuencia que la
guerra civil fue el último capítulo de la historia del siglo XIX español y, en
exacto paralelismo, se puede decir que con Unamuno se cerraban también
los últimos restos de la herencia intelectual del antepasado siglo en España,
en el que nació, se formó y construyó el andamiaje de su pensamiento. Sus
inevitables disidencias con Ortega y Gasset no son más que la demostración
del distinto tiempo histórico en que ambos vivían. Ese carácter de ornitorrin-
co, que Ortega le echaba en cara, confirma el distanciamiento sideral que los
separaba y califica, casi arqueológicamente, sus grandes desencuentros. Una-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 236

236 esta salvaje pesadilla

muno conservaba algo de su romanticismo germinal y Ortega se anticipaba


al racionalismo de la modernidad.
Precisamente estos textos del Resentimiento trágico son una prueba de la
incapacidad de Unamuno para entender bien la historia contemporánea, por
los inadecuados instrumentos hermenéuticos que le habían servido para le-
vantar y organizar el sistema asistemático de sus ideas. Pero son, al mismo
tiempo, otra gran prueba de su honestidad intelectual, que reconoce esta in-
adecuación y confiesa su momentánea impotencia para captar la realidad,
que se le aparece muy diferente a la que hasta entonces había visto o había
querido ver, a través de su óptica particular. Las abundantes interrogaciones,
que salpican el texto, los frecuentes anacolutos y los puntos suspensivos, que
saltan sobre un precipicio, demuestran esa perplejidad desarmada, más signi-
ficativa en quien pocas veces, en estos temas, había dudado a la hora de ex-
presarse y que incluso había hecho de las aseveraciones tajantes una de sus
señas de identidad, que tanto dañaron su imagen pública, como aquella afir-
mación irreflexiva de «que inventen ellos», tan mal interpretada siempre y
tan tergiversada malintencionadamente.
Estos textos, dramáticos por más de un motivo, abren una serie de sor-
presas en relación con el entendimiento de la situación de ese último Unamu-
no, doblemente agónico en esos últimos meses de su vida, que siempre había
sido agónica y que ahora lo era más por la experiencia de la guerra civil, fren-
te a la que tenía que definirse, como había hecho siempre en su vida ante
cualquier acontecimiento de la vida nacional. Porque estos textos no sólo
ofrecen un a modo de resumen de los rasgos más significativos de su persona-
lidad trágica, tanto intelectual como vital, que en él eran la misma cosa, sino
una flagrante rectificación de lo admitido y defendido por él hasta entonces,
la conciencia de un patético e imposible volver a empezar, el proyecto de re-
construir un edificio que se le había venido abajo y los arrestos para iniciar
una nueva obra, para emplear los materiales de derribo. Estos textos delatan
las dudas y los tanteos de un escritor en los momentos liminares de un nuevo
libro y, al mismo tiempo, la perplejidad de Unamuno ante la ardua labor que
se le presenta y en la que bucea sin un norte fijo.
Lo que nos cuenta en estas pocas páginas, escritas en papeles ocasionales
y a vuela pluma, como otra prueba de su sinceridad, hasta donde un escritor
puede ser sincero, es su vivencia de la guerra civil. A sus setenta y dos años,
esta experiencia, a la que probablemente se sumaría su memoria de la guerra
civil vivida en su niñez, fue tan traumática que alteró el sistema de sus ideas,
si es que tenía algún sistema, y lo dejó inerme frente a sus enigmas. El propio
Unamuno se encarga de reconocer, por si hubiera alguna duda, el gran im-
pacto que aquella guerra había producido en su pensamiento, lo que equiva-
le a decir, en su vida: «La experiencia de esta guerra, —escribe—, me pone
ante dos problemas, el de comprender, repensar mi propia obra, empezando
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 237

unamuno, en guerra 237

por Paz en la guerra [Es curioso señalar que Unamuno cita varias veces en es-
tas páginas su primera novela, obra de juventud, como si los recuerdos dor-
midos se le hubieran puesto de pie, en su vejez] y luego comprender, repensar
España», para terminar haciéndose la pregunta más inesperada y más signifi-
cativa de su posición en aquellos días, tan revulsivos para él, como para to-
dos los españoles: «¿Qué es España?» (pp. 31-32, de la citada edición). Es
decir que fue consciente de lo que para la lectura del conjunto de su obra re-
presentaba el trauma de aquella guerra.
Se había dado cuenta, en su carne y en su mente, de que lo que tan doloro-
sa y largamente había elaborado a lo largo de su vida quedaba erosionado,
tambaleante y quizá inútil ante aquellos acontecimientos sangrientos, que tan
directamente le alcanzaban y le conmovían. En varios momentos de este texto
se transparenta la tristeza del desencanto, una especie de frustración de un an-
tes y un después, que le hace lamentarse: «No quería yo salir de casa, a la plaza.
Pues ya no me parecían los hombres y las mujeres, como antes, personajes so-
ñados, nivolescos, creaciones mías, sino de carne y sangre —sobre todo de san-
gre— que irrumpían en la eterna idealidad» (ídem, p. 29). Hay un «antes» y un
«ya», que imponen una frontera temporal al descubrimiento, al descalabro.
Reconoce aquí el choque con la otra realidad, que ha irrumpido en su «eterna
idealidad», en el mundo intocable de su creación, de su contribución a la reali-
dad y a su entendimiento. Esa ruptura violenta ha venido también a destrozar
sus presupuestos ideológicos, a invadir sus sueños, a desacreditar su óptica.
No puede haber una mayor trasgresión de su idealismo, un derrumbamiento
más atroz de sus puntos de vista, que hasta entonces le habían ayudado a escri-
bir, a conformar su imagen del mundo, a crear su persona. Una realidad hirsu-
ta se le revela y se le rebela y reconoce, con una humildad, admirable e insólita
en él, que «el mundo no era ya mi representación» (ídem, p. 29), donde el ad-
verbio «ya» vuelve a dejar su tajo contundente. Es casi el certificado de una de-
rrota o, por lo menos, el reconocimiento de una equivocación.
Indirectamente, también podemos medir la repercusión que los aconteci-
mientos de la lucha fratricida, tan unamuniana como antiunamuniana al
mismo tiempo, tuvieron en su cabeza. En este texto se ve que aquel terremo-
to histórico revolvió hasta sus defensas estilísticas, que siempre le habían ve-
dado ciertas expresiones de dudoso gusto, que también habían aparecido en
sus furibundos ataques a la monarquía y a la dictadura de Primo de Rivera,
frenadas por su pudor lingüístico de vasco casto y pequeño burgués de cole-
gio de pago. Por eso, no deja de sorprendernos que escriba, en un arrebato
senil y con una locuacidad de carretero: «exputas, putas y preputas» (ídem,
p. 45). Algo impensable en su obra anterior, anticipado unas líneas más arri-
ba por una observación local, que nunca había hecho antes: «las putas por
las plazas» (ídem, p. 23) y una referencia cultural: «Un burdel es un conven-
to», sólidamente anclado en un razonamiento anti-malthusiano. Poco des-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 238

238 esta salvaje pesadilla

pués se dejará ir hacia la grosería inexplicable y sólo aceptable dentro de las


licencias cuarteleras del lenguaje, que la guerra imponía en todas partes, in-
cluido el cuarto de trabajo de un gran escritor, permeable al aire lingüístico
del momento: «esos degenerados andaluces, con pasiones de invertidos sifilí-
ticos y de eunucos masturbadores» (ídem, p. 57).
Parecería que Unamuno había perdido la ecuanimidad literaria, si es que
alguna vez la tuvo, y se hubiera entregado a un desahogo personal, sueltos
los controles de la dignidad lingüística, por la noticia de la muerte de su gran
amigo y discípulo Salvador Vila, rector de la Universidad de Granada, a ma-
nos de los sublevados, con el que pocas semanas antes había estado charlan-
do en Salamanca. Hay algo más que malhumor bélico en estas expresiones
tabernarias de tertulia entre amigos, que con toda seguridad hubieran desa-
parecido en la redacción definitiva del libro en proyecto. Hay un desmadre
estilístico que atenta a su sistema habitual de signos y que expresa una indig-
nación, que presupone el tono que presidiría la obra en curso. Es algo más
que un enfado pasajero y que unas apreciaciones anecdóticas, que desea
mantener en la memoria escrita y que debemos poner en la cuenta nefasta de
la guerra. Es una pista para desvelar su desorden interior, el cataclismo que
sintió por aquellos momentos iniciales de la contienda y sobrepasaba los ni-
veles de su especial racionalidad. Como si hubiera perdido todos los contro-
les y la pasión desbordara todos los límites de su indignación. Como si estu-
viera viviendo un terremoto y nada a su alrededor quedara en su sitio. Ni
siquiera su pensamiento. La lengua se le rebela, en la intimidad de su estilo,
que traduce la arboladura de su rabia y el calado de su condena, al poco
tiempo de haber dado su apoyo verbal al levantamiento militar, como rectifi-
cación de la República, que fue la coartada inicial utilizada por los generales
rebeldes para justificar su gesto antidemocrático.
Su primera equivocación reconocida, de la que da cuenta en el Resenti-
miento, además por supuesto de renegar de su error inicial de su ingenua creen-
cia en las buenas intenciones de los sublevados, es el concepto que tenía de Es-
paña. Posiblemente este topónimo cordial, que había siempre levantado sus
entusiasmos dialécticos y sobre el que tanto había pensado y escrito hasta co-
locarlo en uno de los ejes de su pensamiento histórico, es el signo verbal más
repetido a lo largo de este texto. He contado hasta veintisiete apariciones de la
palabra «España» en un texto de apenas veinte páginas; más de una vez por
página. Como el eje nuclear de su pensamiento en aquellos momentos. La
idea clave. Debemos deducir que era su gran obsesión de entonces, después de
haberlo sido con frecuencia en el pasado, entremezclada con sus preocupacio-
nes personales, sus reflexiones filosóficas y sus arrebatos políticos. Para quien
conozca su fidelidad al concepto de España, durante toda su obra, no le extra-
ñará esta última dedicación absorbente. Pero de esta reiterada presencia, nin-
guna cita es más patética y más clarificadora de su posición en aquellos dra-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 239

unamuno, en guerra 239

máticos meses finales que la pregunta que se hace, cuando precisamente se


plantea la necesidad de repensar toda su obra, que le hace aguas por todas
partes en aquellos momentos. Como si su obra y España fueran la misma cosa
o como si inevitablemente el conjunto de su obra le llevara a pensar en Espa-
ña. «¿Qué es España?», se pregunta Unamuno, y creo que no es una interro-
gación retórica. Antes nunca se había hecho esta pregunta, porque la respues-
ta le parecía tan obvia que no hacía falta hacerse la pregunta. Sus libros están
llenos de respuestas, que hacen inútiles las contestaciones.
Este enigma que le asalta y que se ve impelido a verbalizar, como hacía
siempre con las cuestiones que le rondaban por la cabeza, no deja de sorpren-
der en quien en muchas ocasiones se había identificado con España, hasta lí-
mites casi físicos, intercambiando sus rasgos y dando la sensación de una mis-
ma realidad. Esto ya se ha dicho y expresado con claridad por el prof. Elías
Díaz: «La simbiosis Unamuno-España va a llegar a configurarse como autén-
tica y total identificación, trasvase mutuo de los recíprocos problemas. Una-
muno llegará a verse como una España en pequeño y su visión hará de España
un Unamuno en grande; el ser de ambos, por supuesto, coincidirá: contradic-
torio, agónico, en eterna y inacabable lucha consigo mismo».3 Y Max Aub lo
dirá más claro todavía: «Don Miguel, único, siempre creyó ser España; Espa-
ña misma sin más». Cualquiera que lea con detenimiento la obra de Unamu-
no puede llegar a conclusiones semejantes. Pero no estará de más recordar al-
gunos ejemplos, que nos devuelvan no sólo sus ideas, sino su estilística, casi su
fonética.
En 1913, escribió una frase en la que su sentimiento personal de España se
hace sentimiento cordial de su propio cuerpo, abundando en la identificación
de ambas realidades distintas y, como es natural, heterogéneas: «A mí, que
tanto me duele España, mi patria, como podía dolerme el corazón, o la cabe-
za, o el vientre...». El hecho de que esta cita tenga su punto de partida en otra
de Michelet, no le quita ni sinceridad ni valor significativo. No es la única que
va en esa dirección. España había sido su tema recurrente desde la gestación
de En torno al casticismo, en el que apareció, por primera vez, de un modo ar-
ticulado dentro de la dialéctica de su pensamiento, el tema de España, que se
convertiría, junto a la obsesión por su «yo», en el centro de sus meditaciones,
en un paralelismo muy significativo, que podemos prolongar hasta esa dolo-
rosa experiencia de la guerra, en que ambos temas se problematizan trágica-
mente.
Al margen de En torno al casticismo y al azar, sin pretensión alguna de
agotar sus citas sobre España, recordemos que en 1909, en Por tierras de
Portugal y España, había escrito: «Viendo ceñir los relámpagos a los pica-
chos de Gredos se me reveló el Dios de mi patria, el Dios de España, como Je-
hová se les reveló a los israelitas, tronando y relampagueando en las cimas
del Sinaí», donde la retórica bíblica le permite magnificar su ardorosa fe en la
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 240

240 esta salvaje pesadilla

España de su propia retórica. La magnitud de la comparación nos exime de


cualquier comentario. Poco después, en 1911, en Andanzas y visiones espa-
ñolas, volvería a la misma alucinación, en el mismo decorado de su revela-
ción patriótica: «los picos de Gredos, en donde no ha mucho soñé en la Espa-
ña inmortal». La huella repetida del recuerdo demuestra la profundidad de la
creencia. España, como concepto abstracto, intemporal e intocable, adquiri-
do en su juventud, de una vez para siempre, como fruto de una necesidad dia-
léctica más que como la consecuencia de una reflexión, se le disparaba como
una reacción pavloviana, cada vez que subía a Gredos: «Y volví a sentir (en
Gredos) lo que es la España que permanece».
Todavía en 1931, al final de su vida, mantiene, en el diario El Sol, su ob-
sesión y expresa su intención de «esforzarse en dar vida a un credo religioso
nacional, que haga que el consuelo de haber nacido sea para los españoles
haber nacido en España, de España y para España y su Dios», y todavía aña-
de: «Y volví a soñar en seguir soñando una España eterna e infinita». Proba-
blemente ya advertía el peligro del contraste con una realidad invasora y des-
calificadora de sus ideas, demasiado idealistas para aguantar el embate de la
experiencia, cuando en 1934, en el mes de noviembre, en el Diario Ahora, se
lamenta de su idealidad amenazada: «No lograrán matar a España, a la Es-
paña común, a la de todos sus hijos, esos sedicentes decentes pistoleros de
una sedicente tradición». Como si olfateara ya el peligro. El lenguaje de Una-
muno, en aquel tiempo, se está agriando por momentos, pero sigue fiel a lo
que ha venido pensando desde hace cuarenta años. España como concepto
sigue siendo para él intocable, un bien precioso, indisoluble y eterno, hecho
de una vez por todas, como una consigna del absolutismo hegeliano.
(Tendríamos que hacer un largo paréntesis, con el fin de no abochornarnos
con estas citas, tan evidentemente subjetivizadas, para preguntarnos en serio
qué quería decir Unamuno cuando decía España y la calificaba con esta exage-
rada adjetivación, devorada por el vocabulario de su formación juvenil y por la
herencia de sus débitos infantiles. He propuesto en varias ocasiones la necesi-
dad de semantizar las palabras claves del pensamiento unamuniano, que peren-
toriamente exige una revisión semántica de sus contenidos, que acerque el inte-
rés de su discurso a nuestra sensibilidad actual. Probablemente sea una tarea
que debería alcanzar a todo nuestro pasado, falto de una adecuada interpreta-
ción lingüística, entendiendo por lingüístico el estudio de cualquier signo. No
estoy muy seguro de que Unamuno, cuando hablaba de España, se refiriera a la
misma realidad a la que podría referirse, por ejemplo, su contemporáneo, el sr.
Pemán, o al decir Dios, quisiera decir lo mismo que el P. Caminero, su comenta-
rista y crítico, o, para tomar referencias más antiguas de nuestra historia lin-
güística, lo que querían decir, Quevedo o Berceo, cuando decían Dios.)
Y, volviendo al tema, en 1936, con la guerra ese sueño de la España eter-
na, esa idea, esa creencia se le viene abajo, después de cuarenta años de haber
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 241

unamuno, en guerra 241

estado alimentándola con el corazón y manteniéndola en la cabeza, con todas


las coartadas posibles, desde geográficas hasta culturales y religiosas. Repa-
sando sus citas de España, muchísimo más numerosas que las que acabo de
recordar, se nos hace más evidente el dramático quiebro de su sistema de sig-
nos, cuando reconoce que no sabe lo que es España. Antes, nunca se le hubie-
ra ocurrido hacerse esa pregunta impertinente. No quiero decir que abandone
el concepto de España, la palabra España, sino que se le hace, algo impensable
diez años antes, problemática. Porque la palabra sigue manteniéndola en su
vocabulario —no podía prescindir de ella—, pero su contenido, su significa-
ción, su carne semántica se le anubla, se le difumina, se le oculta y trata de sus-
tituirla por otra, menos idealista, como pasada por una cura de razón, por
una reducción a otra escala, como si necesitara, a aquellas alturas, con toda su
obra hecha, permeabilizarse a las nuevas experiencias, que le traía aquella
guerra civil, que, por mucho que la esperara, le cogió de nuevas y lo volteó
trágicamente.
España ya no es un sueño, ni una fe, sino «un valor comunal histórico»
(ídem, p. 33), «una historia-tradición» (ídem, p. 39). Ya no es aquella idea
unitaria y compacta, sin fisuras ni matices, que se sostenía a sí misma, invul-
nerable ante cualquier decepción e intocable por cualquier crítica. Se pregun-
ta, como siempre inquisitivo e inconformista: «¿Tiene Vd. fe en España?» y
se contesta: «¿En cuál? En la de los que gritan “arriba España” los arribis-
tas?, en esa no» «en cuál, pues? en la de usted?» La mía se acaba conmigo...»
(ídem, p. 57). Aquel sueño de la España eterna se convierte en una materia
fungible, perecedera, relativa, casi opinable y desde luego controvertida, qui-
zás ideal, una palabra literaria, pues escribe a continuación: «Y si la dejo (a
España) en mi obra tengo fe en ella; como tengo en la de Cervantes».
Todo el texto traduce un proceso de desemantización, de vaciamiento se-
mántico de la palabra España, que, como dijimos antes, había sido clave de
su pensamiento. Casi al empezar este texto, había escrito: «Entre los hunos y
los hotros están descuartizando a España» (ídem, p. 21), apenas quince días
desde el principio de la guerra civil. La experiencia de dos semanas fue sufi-
ciente para relativizar y después para destruir cuarenta años de pensamiento
elaborado, de firmeza credencial. Algo que es eterno e infinito no se puede
descuartizar, ni dividir, ni empobrecer, ni negar. Y el misticismo patrióti-
co de sus grandes citas estelares se convierte en ramplona comprobación de
rastreros resentimientos: «Rusia como España, un pueblo de resentidos»
(ídem). La conclusión es apocalíptica y congruente con sus nuevos plantea-
mientos dialécticos, barridos los anteriores por la historia: «Finis Hispaniae»
(ídem, p. 27), escrito a los veinte días del inicio del horror, en lo que coinci-
dió con Cernuda, que poco después en «Impresión del destierro», de su libro
«Las nubes», fechado entre 1937 y 1940, escribió: “¿España?”, dijo. “Un
nombre. España ha muerto”».
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 242

242 esta salvaje pesadilla

Unamuno también, en aquella ocasión, podía haber dicho: «Finis Una-


muno». España rota, «suicidada», contraviene el optimismo cenital de toda
su obra anterior en relación con el país, aunque se resiste a desaparecer de su
vocabulario, que la utiliza siempre, a partir de ahora, para desahogar sus crí-
ticas contra la guerra civil, anatematizar a los culpables, tratando de purifi-
car su significación, que es ya el contenido de una nostalgia. Pocos minutos
antes de morir, retomaría el concepto idealista de España, quizá por la fuerza
de la costumbre, y con su voluntarismo habitual, insistiría en su fe en sus
ideas, acosadas por la experiencia real. Y la palabra «España» sería el último
nombre sustantivo, propio, que pronunciaría en su vida. «España se salvará,
porque tiene que salvarse», le gritó a su ocasional visitante, único testigo del
momento de su fallecimiento. Podríamos preguntarnos qué quiso decir Una-
muno, en el umbral de la muerte, con este grito voluntarista, que fue el pos-
trero de los muchos gritos que había lanzado a lo largo de su existencia.
En el manuscrito del Resentimiento desarrolla una teoría dinámica sobre
España, muy lejos de su anterior misticismo estático, eterno, introduciendo
el devenir histórico en el concepto y relativizándolo. Ahora habla de la Espa-
ña de Altamira y de la «ibérica, románica, gótica, arábiga, reyes católicos,
hispánica, habsburguiana, borbónica, liberal, republicana y todo» (ídem,
p. 39), como si se apresurara a llenar un equipaje, que se resiste a la nada. Y,
como si aflorara en él un Resentimiento, una decepción, después de tantos
elogios, la equipara con el demonio, incapaz de amar, pero objeto de pasión:
«Y, ¿mi amor a España, al pueblo español? Por eso, por su desgracia, por su
degradación, por su desesperación. Como se puede querer al pobre Luzbel»
(ídem, p. 49), escribe y añade: «España no sabe sino envidiar» (ídem). Para
quien había escrito Abel Sánchez y reconocido el fondo autobiográfico que
había alimentado sus raíces, esta afirmación viene a corroborar su identifica-
ción con España y la evidente exageración del epónimo. Recordemos que no
es nueva esta actitud en Unamuno, pues ya la venía repitiendo desde la ins-
tauración de la República, lo que es nuevo es la violencia dialéctica y una es-
pecie de acrimonia intelectual, justificables por la experiencia de la guerra ci-
vil, que había venido a exacerbar su carácter.
El otro gran tema de Unamuno, traicionado por los datos de esta expe-
riencia, es el del «pueblo», muy frecuente en su obra y muy unido al tema de
España. Era otra gran palabra que necesitaba una revisión, en vista de lo que
estaba pasando. Como herencia del «volk-geist» romántico había entrado
pronto en su vocabulario y había centrado su interpretación de la Historia en
su teoría de la «intrahistoria», que tanta fortuna correría y tanto influiría en
una parte de la moderna historiografía, sobre todo en la Escuela de F. Brau-
del, por ejemplo. Pero el pueblo, al que había dedicado muchas páginas de
conmovido lirismo, pierde de golpe sus atributos y se demoniza. Aquellos hé-
roes de «su intrahistoria», que madrugaban en Paz en la guerra y En torno al
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 243

unamuno, en guerra 243

casticismo, se vuelven resentidos, suicidas, locos. Aquel hombre sufrido, del


que hablaba él, que iba a arar con la primera luz del alba, es ahora el asesino
de España.
Antes sólo veía cualidades positivas en el pueblo. En 1886, en el pleno ro-
manticismo de su educación, escribía que «el pueblo hace el idioma y el idio-
ma al pueblo». En 1897, expresó, heredero del historicismo decimonónico,
pero rebelde a sus propuestas, su fe en el pueblo anónimo y le concedió el pri-
vilegio de ser el protagonista de la Historia: «Los pueblos que forman las na-
ciones, empujan a éstas a integrarse, disolviéndose en el pueblo». En 1905,
seguía enfatizando la idea de «pueblo», decía que «la perfección del pensa-
miento y del sentimiento es no tenerlos, sino pensar y sentir lo que piensa y
siente el pueblo». En 1906, vuelve a conceder al pueblo la voz de la verdad:
«El pueblo ni siente, ni entiende el concepto abstracto y huero de orden, de
un orden en que no hay cosa alguna ordenada». Por estos años de principio
de siglo, Unamuno sufre su sarampión del «pueblo» e incluso espera la reno-
vación del lenguaje literario del uso del lenguaje popular, lo que le llevaría a
buscar afanosamente salmantinismos, por el campo de Salamanca, para in-
corporarlos a sus textos, como hizo en La vida de don Quijote y Sancho.
Volver al pueblo era una vieja consigna romántica, que Unamuno prolongó
hasta bien entrado el siglo xx, llegando a pensar que el pueblo sería el germen
revitalizador de la cultura anémica de su tiempo.
Bien es verdad que aquella ilusión se le fue perdiendo, pero conservó
siempre para él una parte de su antiguo atractivo. En los años veinte su fe
real en el pueblo estaba dañada gravemente y con la llegada de la República
se le acabó de morir. La guerra confirmó su muerte. En el Resentimiento el
pueblo recibe su desprecio crítico y no le merece más que despectivos co-
mentarios. El pueblo es «inculto»(p. 19), tiene «complejo de inferioridad al-
deana» (p. 21), el pueblo está mineralizado (p. ídem), el pueblo español es
«un pueblo de resentidos» (ídem), al pueblo «se le abren las entrañas y apa-
recen «envidia, odio, Resentimiento» (p. 23), «el pueblo español se entrega
al suicidio» (p. 25) y por «el instinto animal de vivir —y reproducirse— se
entrega a estupidizarse, al opio o al alcohol» (ídem). Del idealismo más eté-
reo hemos pasado al naturalismo más rastrero, inmisericorde. Estamos lejos
de aquellas vidas anónimas y laboriosas que hacían la intrahistoria, la ver-
dadera historia, lenta y constante por debajo de la historia. Ahora, el «tem-
blor de pueblo» es «huracán, tornado, galerna, manga, tifón, tromba en un
mar de tristeza» (ídem). Habla de «la deformidad mental de un pueblo»
(p. 37). El pueblo español es un adorador de «reliquias, huesos, lienzos teñi-
dos de sangre» (pp. 39-41). «Un pueblo que se tiene miedo a sí mismo, es-
pantado de sus propias barbaridades» (p. 47). Como siempre en Unamuno,
se va de un extremo al otro. La fe se ha vuelto descreencia, después de un
baño de realidad personal.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 244

244 esta salvaje pesadilla

Este retrato desencantado, nacido al conjuro de la guerra civil, contrasta


con su discurso habitual sobre el pueblo. Hemos recordado una parte de sus
opiniones anteriores a la guerra y podríamos seguir. Pero, después de las ex-
presivas citas del Resentimiento, querría recoger algunas pocas citas más, en
acusado contraste clarificador. «El pueblo está aquí en lo firme, su aparente
indiferencia arranca de su cristiana salud. Acúsanle de falta de pulso los que
no saben llegarle al alma. Dicen que está muerto los que no le sienten cómo
sueña su vida», es un texto de 1897. En 1900 repetía el mismo discurso: «Te-
néis que descubrir a nuestro pueblo tal como por debajo de la historia vive,
trabaja, espera, ora, sufre y goza». En 1902 insistía: «Abismáticos sentires en
la escondida religión del pueblo y como la religión fue y sigue siendo para él
manantial de vida... aun aguarda nuestro pueblo para revivir a vida nueva su
Reforma». ¿Para qué continuar? Treinta años después diría «que el pueblo
no cree en otro mundo», «guerra de irreligión», «la deformidad mental del
pueblo», etc.
Hablando de Ganivet, en 1903, escribía que «procuró despertar a los
más avisados del pueblo, avisarlos a que zahondaran en las entrañas del pue-
blo mismo y a que buscaran en las honduras de ellas el sedimento que dejara
al mundo fresco y abierto, en cuyo seno el pueblo se ha formado». En 1936
estas «entrañas», como hemos visto, estaban hechas de «envidia, odio y Re-
sentimiento». En 1906, en su poesía «En la Catedral Vieja de Salamanca»,
dejó escrito:

es el salmo del pueblo


que se alza libre...
la nueva fe que a ciegas
al pueblo empuja...
Y el Espíritu Santo que en el pueblo
va a encarnar, redentor de las naciones...
Quiera Dios, vieja sede salmantina,
que el pueblo tu robusto pecho llene...

En 1909, volvía su visión idealista del pueblo y, en este caso, estética: «Le
confesé que tengo algo de mi pueblo, y que me gustan esos Cristos lívidos...»,
lo que no concuerda con su acusación de 1936 sobre el gusto popular por los
«lienzos teñidos de sangre». En 1913, todavía escribió que «el pueblo, el ver-
dadero pueblo, el pueblo que trabaja y calla... es serio, pura y sencillamente
serio...», lo que no tiene nada que ver con sus afirmaciones de 1936, que ve-
nían insinuándose desde la implantación de la República, como ha especifi-
cado el prof. Alain Guy.
Estas citas del tema del Pueblo, lo mismo que las del tema de España, in-
dican un cambio radical en el pensamiento de Unamuno, propiciado eviden-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 245

unamuno, en guerra 245

temente por sus experiencias de la guerra civil, una diríamos toma de tierra,
confirmación de un hombre siempre muy sensible a todas sus experiencias,
ante las que reaccionaba inmediatamente y con absoluta sinceridad, según la
dinámica de su pensamiento, pero también hay que conectarlas con las cir-
cunstancias en que se producen y analizar la frecuencia y la intensidad con
que aparecen en sus textos. En este sentido, el Resentimiento no puede ser
más valioso para el estudio del último Unamuno de la guerra civil. Porque en
este texto se acumulan pruebas del gran impacto espiritual, intelectual y mo-
ral que recibió con la explosión de la guerra, que, por así decirlo, le cogió a
contrapié. Los dos conceptos claves, para el entendimiento de la guerra, Es-
paña y el Pueblo, sufrieron una auténtica revolución en su diccionario se-
mántico. Ya no está tan seguro como antes de la fortaleza de sus ideas y des-
cubre, con horror, no exento de la brutal polarización del conflicto bélico,
que la realidad, lo que él creía la realidad, le ha traicionado. Como él mismo
dice: «Pensando los mismos pensamientos que desde hace cuarenta años,
pero bajo el peso de este arrebatador huracán (ídem, p. 47).
Esta última evolución de los conceptos de «España» y «Pueblo» y su pro-
gresiva problematización, nos permiten pensar que quizá Unamuno, ilumi-
nado por los fulgores de la guerra y su propia mentalidad, intuyera ese futu-
ro próximo, que no había previsto, y se abriera a la comprobación de esa
nueva realidad, que le defraudaba, que no entendía, pero que se le imponía,
queriendo, como tantas otras veces había hecho, adelantarse a su tiempo y
proponer una teoría, que diera cuenta de su posición, y que estaba todavía en
una avanzada informe y larvada y que los hechos posteriores habrían de con-
firmar. Pero de momento estaba perdido y no daba con la solución de los
nuevos enigmas que le asaeteaban y que le apremiaban como una necesidad
que exigía una satisfacción. En este estado, como las ratas de los laboratorios
de psicología experimental que no encuentran la salida del laberinto y se sui-
cidan, se fue deslizando hacia la desesperación, confundió su desesperación
con esa supuesta desesperación del pueblo, que señaló en su Resentimiento.

2. UN HOMBRE SOLO

La secuencia de los actos unamunianos de aquellos años convulsionados pa-


rece obedecer a las necesidades de una demostración lógica «sui generis».
Después de haber ayudado tanto al descrédito y a la caída de la monarquía
con artículos, libelos, conferencias, declaraciones y hasta con poesías burles-
cas, que le valieron ataques, polémicas, citas judiciales, procesamientos pe-
nales y al final el destierro a Fuerteventura y luego al exilio voluntario de Pa-
rís y Hendaya, al poco tiempo de instaurada la República en 1931, también
se decepcionó de sus decisiones políticas y del rumbo de su marcha y la criti-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 246

246 esta salvaje pesadilla

có dura e insistentemente. Había mucho en su actitud de insatisfacción inte-


lectual, de desilusión y de impaciencia, como la de Ortega y su «No es eso; no
es eso». Pero también había mucho, como era habitual en él, de reacción vis-
ceral, de pronto personal, de rencores individuales, ante los responsables de
la República y sus tanteos políticos de la primera hora y de sus errores, en un
país sin tradiciones democráticas, en medio de una fuerte resistencia conser-
vadora. Incluso se ha llegado a decir que su reacción obedecía a su decepción
por no haber sido proclamado presidente del nuevo régimen, a lo que se creía
con derecho por sus campañas en favor de la República.
Inquieto, criticón, obsesionado por desmarcarse de cualquier situación
instalada, de cualquier encasillamiento, imprudentemente levantisco, Una-
muno se distanció de la República y recibió con alivio la noticia de la subleva-
ción militar del 36, en la idea de que venía a salvar los contenidos democráti-
cos, amenazados, según él, por la dirección política de los acontecimientos y
las insuficiencias gestoras de sus gobernantes, con especial atención a lo que él
creía lamentable actuación de Manuel Azaña, su bestia negra del régimen,
como demostró en su primera reacción visceral al tener conocimiento de la re-
belión militar, el día 19 de julio, a media mañana. Parece que gritó, saliendo
del Casino de sus costumbres burguesas: «¡Viva España, soldados! Y ahora, a
por el faraón del Pardo» (residencia del Jefe del Estado, Azaña), con belicosi-
dad de enemistad personal y rotundidad de insulto desabrido. Aquella misma
mañana, unos piquetes de soldados habían abierto fuego contra la multitud
reunida en la plaza Mayor y habían dejado cinco muertos. La guerra se había
instalado en Salamanca, con el beneplácito de Unamuno. Durante algún tiem-
po, su actitud no cambió, en la creencia de que aquel golpe de estado era para
bien de la República, necesitada, según él, de una drástica rectificación, aun-
que lentamente fue también abandonando esta creencia.
Su ceguera y su soberbia le impidieron ver la realidad y prever lo que se
avecinaba. La lista de los muertos empezó a engrosarse por horas. Todo era
anormal en la vida ciudadana. Se habían suprimido las garantías constitucio-
nales y proclamado el estado de guerra en la ciudad por las nuevas autorida-
des militares. Los falangistas presos habían sido liberados. El ejército tomó
los puntos estratégicos de las calles. La Prisión Provincial y las escuelas públi-
cas habilitadas como cárceles, empezaron a llenarse con los primeros repu-
blicanos detenidos, entre ellos algunos amigos de Unamuno. El terror inva-
dió Salamanca. Pero él quiso dar la sensación de normalidad y el día 20 se
sentó como si no pasara nada en un velador del café «Novelty» en la plaza
Mayor, en el centro mismo de la ciudad, en medio de la expectación y la per-
plejidad de los transeúntes. Lo insólito de aquel imprudente gesto de desafío
y de insensatez lo convirtió en noticia gráfica de un periódico local, La Gace-
ta Regional, ya requisado por los rebeldes, que al día siguiente publicó la
foto de Unamuno, totalmente solo, entre veladores vacíos, tranquilamente
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 247

unamuno, en guerra 247

sentado, ajeno a la tragedia que dominaba el aire de la ciudad y la guerra que


ensangrentaba el país. Su posición política ha sido estudiada admirablemen-
te por el prof. E. Pascual Mezquita.4
Poco a poco la evidencia de las verdaderas intenciones del alzamiento mi-
litar se le fueron confirmando por las noticias diarias de los periódicos y de la
radio, atorada de canciones belicistas y marchas militares. Los servicios pú-
blicos fueron militarizados. Se retiró, poco tiempo después, del balcón del
Ayuntamiento la bandera republicana y fue sustituida por una bandera mo-
nárquica tradicional, traída de Valladolid por unos falangistas. El día 24 em-
pezaron a funcionar los tribunales militares y sus juicios sumarísimos, con
sus correspondientes condenas de muerte. El día 25 se constituyó el primer
Ayuntamiento del nuevo régimen, al que Unamuno había aceptado pertene-
cer, según él para continuar el mandato popular de las elecciones del 31, que
lo habían elegido concejal. Al día siguiente, los periódicos locales publicaron
la foto de la toma de posesión de los nuevos ediles, en la que se ve a Unamu-
no, displicentemente apoyado en una mesa, un poco ausente al protocolo del
acto, con su pelo blanco y su cuerpo enjuto, mirando al suelo, sin el entusias-
mo de sus compañeros de gestión municipal, pletóricos, desafiantes y satisfe-
chos. En el acto habló, como concejal ilustre, considerándose un elemento de
continuidad en la vida municipal, «porque el pueblo me trajo, aquí estoy».
E inicia el discurso con que, durante los próximos meses, tratará de justificar
su posición y de explicar la guerra civil, fabricando el tópico, que tanta fortu-
na alcanzaría en los servicios de propaganda del nuevo régimen, de la salva-
ción de la civilización occidental, la civilización cristiana «que está en peli-
gro», e insistiendo una vez más, en su rechazo a los responsables políticos de
la República: «Bien de manifiesto está mi posición de los últimos tiempos, en
que los pueblos están regidos por los peores, como si buscaran los licencia-
dos de presidio para mandar». Su incomprensión de la realidad histórica no
puede ser mayor.
Ante su actitud de alineamiento con los sublevados contra el Estado de De-
recho, el Gobierno de la República, el día 22 de agosto, lo destituyó como rec-
tor vitalicio de la Universidad de Salamanca y de todos sus cargos dependientes
del Ministerio de Instrucción Pública, así como de la titularidad de la «Cátedra
Miguel de Unamuno», de dicha Universidad. En Bilbao se quitó su nombre de
la calle que le habían dedicado así como del Instituto de Segunda Enseñanza
que llevaba su nombre. En consecuencia, pocos días después, el 1 de septiem-
bre, el Gobierno de los militares rebeldes le confirmó en todos sus cargos, «de
rector vitalicio de la Universidad de Salamanca y titular de la cátedra de su nom-
bre en el mismo centro, con cuantas prerrogativas y atribuciones se le confirie-
ron en el Decreto de 30 de septiembre de 1934», a la vez que la prensa de Ma-
drid arreciaba en sus ataques y descalificaciones. El día 30 de agosto se había
conocido en España el texto de la «Carta a don Miguel de Unamuno» del escri-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 248

248 esta salvaje pesadilla

tor ruso Ilya Eremburg, echándole en cara sus incongruencias y su traición a las
ideas republicanas, y tachándolo de «enamorado de sí mismo».
Frente a su incomprensión, comenzó la lista de sus amigos fusilados: el
prof. Prieto Carrasco, alcalde republicano de la ciudad, con el que Unamuno
había proclamado la República desde el balcón del Ayuntamiento, José An-
drés Manso, Presidente de la Federación Obrera, que muchas veces le había
invitado a hablar en la Casa del Pueblo, y sobre todo Salvador Vila, su alum-
no predilecto y rector de la Universidad de Granada, hecho prisionero en Sa-
lamanca, donde había ido a pasar unos días de vacaciones. Su amigo, Filiber-
to Villalobos, un santo laico, antiguo ministro de Instrucción Pública con el
régimen republicano, fue encarcelado y condenado a muerte. El cariz anti-
democrático de la rebelión militar ya no se le podía ocultar por más tiempo.
Ya no eran sólo comunistas y anarquistas las víctimas de la represión; era
cualquier republicano, por templadas que fueran sus ideas. Las noticias de la
guerra y el comportamiento de los rebeldes eran inquietantes y Unamuno ya
no aguantó más y a principios de agosto empezó a redactar las Notas para un
posible libro, en las que iba recogiendo sus impresiones de aquella guerra in-
sensata y sus comentarios al levantamiento militar. En papel del Ayuntamien-
to, con su letra nerviosa y atormentada fue dejando constancia de su posición
interior ante los acontecimientos. Pero debemos señalar, como síntoma de su
situación, que públicamente siguió en la misma línea de la primera hora, sua-
vizando mucho la expresión que confiaba a las páginas de aquella especie de
Diario de guerra que escribía en secreto.
Este doble discurso público y privado no deja de sorprender, como si afe-
ara la imagen de un Unamuno íntegro y compacto, tan acostumbrado a las
afirmaciones definitivas e intocables y nos abre otra vía de acceso a los pro-
blemas personales e ideológicos que se le plantearon durante los últimos días
de su vida. Su cambio de actitud ante la rebelión militar se traduce en su tex-
to íntimo, pero se oculta en sus palabras públicas. Fueron varias las declara-
ciones que hizo, a instancias de periodistas sobre todo extranjeros, en aquel
tiempo. Se mueven todas en términos generales, en comentarios globales so-
bre la guerra y su necesidad, explicada por los peligros que acosaban a la ci-
vilización occidental-cristiana. Lo repitió como una consigna. Lo dijo, como
hemos visto, en la toma de posesión del Ayuntamiento; firmó el texto institu-
cional de la Universidad de Salamanca en defensa de la guerra: «Enfrentada
con el choque tremendo producido sobre el suelo español al defenderse nues-
tra civilización cristiana de Occidente, la Universidad...»; todavía en noviem-
bre al periodista francés Sadoul le dice: «Insisto sobre el hecho de que el mo-
vimiento, a cuya cabeza se encuentra el general Franco, tiende a salvar la
civilización occidental cristiana».
Para con los militares sublevados tiene públicamente una condescenden-
cia sospechosa, como si los tratara con miramientos. Del general Franco
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 249

unamuno, en guerra 249

nunca sospechó nada. Pero del general Mola había dicho que era un hombre
sensato y reflexivo y en una carta privada posterior escribió que era «un
monstruo de perversidad, ponzoñoso y rencoroso» y «vesánico». Del pueblo
español dijo que era «un pueblo dispuesto a unirse al ejército», en sus decla-
raciones a Le Matin y en su conversación con Kazantzakis, el 20 de agosto, le
dice que «es indispensable que me ponga junto a los militares» y «el pueblo
español está enloquecido» y en sus Notas personales de 2 de agosto habla de
«la mineralidad del pueblo» y «el pueblo español se entrega al suicidio». En
sus declaraciones a un periodista norteamericano, publicadas el 18 de agos-
to, le dijo que «la guerra civil española no es una guerra entre liberalismo y
fascismo, sino entre civilización y barbarie», y en carta a su amigo Quintín de
Torre, de 13 de diciembre, le escribe «esta es una campaña contra el liberalis-
mo, no contra el bolchevismo». En la semipublicidad de su correspondencia
privada, matiza sus puntos de vista y al final en diciembre se desata su irrita-
ción y habla en el tono de sus notas de guerra. A escondidas, pierde el control
de sus adjetivos y critica duramente la guerra y su excesiva brutalidad, con
pelos y señales, día a día, según le van llegando las noticias de los frentes bé-
licos. Su lengua se desata en improperios, en arrebatos de ira, en gritos de de-
sesperación.
¿Cómo explicar este doble discurso, que cambia no sólo de tono, sino de
conceptos, de actitud? Una primera justificación podría ser el temor de un
hombre viejo, de conocidas ideas liberales, perseguidas con saña por los suble-
vados, y antimilitarista reincidente y apasionado. Pero esta coartada biológi-
ca, de un hombre ante la muerte, no basta para entender esta duplicidad, que
únicamente adquiere un sentido si tenemos en cuenta la dramática perpleji-
dad que vive Unamuno, que ve que todos sus anclajes sentimentales, ideoló-
gicos, semánticos y filosóficos se le vienen abajo. No encuentra explicación de
nada y se refugia en la locura, como explicación de todo. Y ya no tendrá tiem-
po de recuperar el pulso normal de su pensamiento. Su último testimonio es un
zigzagueo de opiniones, una explosión de irracionalidad incontrolada, que
roza la desesperación, como él mismo admitió a una de sus visitas de última
hora. El día 8 de agosto apareció en la prensa de Salamanca, su donación de
5.000 pts., que era un dineral en aquel tiempo y más para él, como contribu-
ción a la lucha contra la República.
Hay un texto esclarecedor sobre su arrepentimiento por haberse puesto
en las primeras horas de la guerra del lado de los militares. Contra su conoci-
da soberbia dialéctica es un «mea culpa», entonado con humildad y la sinceri-
dad de su conciencia en ascuas. Es una carta de fecha del 10 de agosto y es al
mismo tiempo una defensa y un desahogo, donde trata de explicar su situa-
ción, ante la reprobación general de amigos, compañeros de letras y correli-
gionarios políticos de antes de la guerra, entre ellos su corresponsal. Es un do-
cumento conmovedor, que nos muestra un Unamuno que necesita encontrar
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 250

250 esta salvaje pesadilla

alguien que le entienda y que, por supuesto, le perdone, pues es consciente de


haberse equivocado y de haber hecho mucho mal con su ejemplo. La carta
está dirigida a un socialista belga, amigo suyo, y empieza avergonzado por su
comportamiento: «Espero no ofenderle llamándolo “mi querido amigo”,
cuando parece que tantas cosas nos separan». Se declara liberal y se entrega a
una vacua teoría sobre el bienestar del pueblo y los medios para conseguirlo,
que la República española no ha conseguido, por lo que, dice, «esto me deci-
dió a unirme a quienes no había cesado de combatir hasta ahora».
Su razonamiento es tan ilógico como siempre y mezcla lágrimas persona-
les con apelaciones a la amistad y un victimismo emocional, bastante insólito
en él, lo que viene a demostrar la debilidad de sus defensas y la precariedad
de sus argumentos, para acabar confesando, después de toda una vida refle-
xionando y escribiendo sobre el ser humano: «Fui uno de aquellos que desea-
ban salvar la Humanidad sin conocer al hombre». Insiste en lo de la «civili-
zación cristiana», que «iba a ser destruida», y le ruega a su corresponsal que
se oponga a la propagación de «la leyenda de su traición por oportunismo o
por puro miedo». Pero lo más patético de esta carta es su declaración de cul-
pabilidad, en otra contradicción de las suyas: «No me abochorna confesar
que me he equivocado. Lo que lamento es haber engañado a otros muchos.
De esto quiero dejar constancia y si entraña una humillación, la aceptaré».
Esto no parece estar escrito por Unamuno y nos da una idea del gran impac-
to que tuvo sobre él la guerra civil.
Era una pura confusión y la más clara expresión de sus dudas se encuen-
tra en su intervención en el paraninfo universitario de Salamanca, el día 12
de octubre. Se han dado numerosas versiones de sus palabras en aquel acto;
pero anécdotas aparte y desmemorias interesadas, como la de José María Pe-
mán, el sentido de su intervención está claro y su gesto político no puede
alentar ninguna duda ni ofrecer las disculpas para cualquier tergiversación.
Aquel día, desengañado de los propósitos de la rebelión militar y avergonza-
do de su inicial apoyo al levantamiento, habló para criticar el ideario de los
rebeldes, precisamente en la capital por entonces del fascismo español, sin
pelos en la lengua, jugándose el todo por el todo, con su arriesgada impru-
dencia de siempre y podemos pensar que para hacerse perdonar su pasado
apoyo al levantamiento militar, tan preocupado como estaba por el «qué di-
rán», que aparece en la carta citada anteriormente, para componer su ima-
gen o, como él decía en ese texto, «su verdad».
En el Paraninfo, deshizo dialécticamente la razón de los sublevados, aun-
que sin salirse de sus métodos característicos, de ir de acá para allá a salto de
mata. Pero hay que advertir que sólo utilizó la parte negativa de sus ideas so-
bre la sublevación militar, sin aludir a lo que había dicho en su defensa en los
meses anteriores y seguiría diciendo hasta su muerte. Se limitó a contestar a
lo que había oído decir en aquel acto académico tan insensatamente a los su-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 251

unamuno, en guerra 251

cesivos oradores José María Pemán, los profesores Francisco Maldonado y


José María Ramos Loscertales y el fraile dominico Beltrán de Heredia, lo que
representaba una porción de su pensamiento entonces. La otra porción, en la
que justificaba la sublevación, se la calló. O dándola por sabida o negándose
a aceptarla en aquellas circunstancias. O queriendo ocultarla de cara a la ga-
lería, en otra de las muchas contradicciones, exacerbadas con la guerra, del
hombre Unamuno. «Se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa
de la civilización cristiana; yo mismo lo he dicho otras veces. Pero no, la
nuestra es sólo una guerra incivil. Nací arrullado por una guerra civil y sé lo
que me digo», lo que significaba un cambio respecto a lo que venía diciendo.
En otras ocasiones había atacado el separatismo vasco y catalán, pero ahora
le pareció una ofensa personal la repentina explosión del prof. Maldonado
«contra vascos y catalanes, llamándoles la Anti-España». Y le salió su anti-
militarismo con lo de «venceréis, pero convenceréis», cuando el mes anterior
había dicho: «Militarmente, por lo menos, el soldado debe salvar a España».
A raíz de este episodio se precipita su soledad. Al día siguiente, el Ayun-
tamiento se reúne y decide expulsarlo, por su «actitud incongruente, facciosa
y antipatriótica», por su «incompatibilidad moral corporativa», por «su va-
nidad delirante y antipatriótica» y porque España estaba en peligro, «apuña-
lada traidoramente por la pseudo-intelectualidad liberal masónica». El día
14, el Claustro universitario lo expulsa de la Universidad y le priva de su car-
go de rector vitalicio, por segunda vez, pero ahora por el bando contrario. El
día 22, el general Franco firmó el Decreto de su cese como rector, por tercera
vez. Por fin estaba completamente solo, rechazado por unos y por otros. En
estas circunstancias, le visitó el escritor griego Nikos Kazantzakis, con el que
se sincera y le explica su desesperación, su decepción sobre el pueblo español,
sus temores ante los tiempos que se avecinan y se le confiesa diciéndole que
«ni es fascista ni bolchevique. Soy solamente un solitario». Y reitera sorpren-
dentemente su fe en los militares: «En este momento crítico por el que atra-
viesa España, es indispensable que me ponga junto a los militares». Ya se ha
olvidado de la «defensa de la civilización cristiana»; ahora se trata de orden
público. Y se despide volviendo a su experiencia de la soledad: «Estoy solo,
solo como Croce en Italia».
Tiene la tentación de marcharse de España y explica, su posición clara-
mente, con la parcial claridad que le era posible en el desenfreno de su pensa-
miento en ebullición. Pero le han puesto un policía para vigilar sus movi-
mientos y lo han confinado en su domicilio. Privado de sus paseos y
excursiones al aire libre, su vida empieza a languidecer, los síntomas de su ve-
jez se manifiestan a las claras. Los falangistas lo miman y lo rodean de aten-
ciones, pero él expresa su desprecio en la intimidad de sus Notas de guerra,
donde habla de la «Dementalidad fajista» y donde dice: «Los falangistas se
imponen pesadas obligaciones para cobrar derechos de venganza. Exponen
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 252

252 esta salvaje pesadilla

su vida y van a la muerte para poder matar»; «¡Qué estúpida retórica: Arriba
España!»; «los que gritan “Arriba España”? Los arribistas?»... «esos que lla-
ma V. arribistas, los de Falange... les falta estilo, o mejor el suyo es algo inde-
coroso y ramplón». Sus amigos de toda la vida dejaron de visitarle. El 1 de
noviembre le visita el periodista francés Sadoul, de Le Matin, y le vuelve a re-
petir la justificación de su apoyo a los sublevados, la defensa de la civiliza-
ción occidental y la necesidad de la intervención militar. Repite una y otra
vez lo mismo, como un salvoconducto intelectual.
En el mes de diciembre, tiene un intercambio epistolar con su amigo el es-
cultor bilbaíno Quintín de Torre, donde tenemos una información de prime-
ra mano sobre lo que pensaba de la guerra y de la situación española por en-
tonces. Estas cartas, junto a los apuntes del Resentimiento, son las dos
mejores fuentes de conocimiento de sus reales ideas de aquellos días. El tono
y las ideas son muy semejantes e igualmente desinhibidos, provocadores.
Todo el texto es una efervescencia, del mejor Unamuno, exaltado, eruptivo,
a salto de mata, a ciegas y sin red de seguridad. Empieza por un «Ay» que ya
da el tono general; después le confiesa que le escribe «desde una cárcel disfra-
zada» y le cuenta lo del Paraninfo, con estas palabras: «¡Hubiera usted oido
ahullar (sic) a esos dementes de falangistas azuzados por ese grotesco y loco
histrión que es Millán Astray!», y sigue de este tenor. Habla de «suicidio mo-
ral de España, esta locura colectiva, esta epidemia frenopática» y se refiere a
«este estúpido régimen de terror» y afirma que «no hay nada hay peor que el
maridaje de la mentalidad de cuartel con la de sacristía» y presiente lo que va
a venir: «la muerte de la libertad de conciencia, del libre examen, de la digni-
dad del hombre». Esta es una carta del 1 de diciembre y el día 13 le escribe
otra, en términos semejantes, desafiando a la censura.
Siguió escribiendo en su Cancionero algunas poesías de un denso pesi-
mismo en las que sólo tangencialmente aparece la sombra de guerra y el dra-
ma de su desamparo, en el ambiente desolador de sus dudas. Y el 31 de di-
ciembre, en el transcurso de una visita que le estaba haciendo un falangista,
venido del frente, se encontró con la muerte, intoxicado por las emanaciones
de anhídrido carbónico del brasero de la mesa camilla, donde trataba de
combatir el frío de la gélida Salamanca invernal, envuelto en una manta y sin
poder salir de casa, contra su tenaz costumbre de toda la vida de dar largos
paseos diarios al aire libre. Su fin se precipitó por la discusión con su visitan-
te, que le había traído una publicación falangista para animarle a sumarse a
este partido, lo que provocó su indignación, y el comentario pesimista de su
interlocutor sobre las malas relaciones de Dios con España, que le encendió
hasta el grito congestionado y le hizo exclamar lo que sería su última explo-
sión de irracionalidad verbal: «¡Dios no puede abandonar a España!», que
viene a demostrar el grado de su desesperación, que trata de ocultar con un
voluntarismo que niega su real situación.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 253

unamuno, en guerra 253

3. EL NUEVO UNAMUNO ÚLTIMO

La crisis semántica que le provocó la guerra civil, como otra de las trágicas
consecuencias de aquella contienda, y la cuarentena a que sometió sus habi-
tuales ideas, nos obligan a repensar el Unamuno tradicional y a despojarlo de
sus incongruencias intelectuales, que aquella situación puso en evidencia.
Hablar de la subjetivización de su pensamiento o de la visceralidad de sus
reacciones políticas, no basta para entenderlo o para justificarlo, por muy
simpática que nos resulte su figura estrafalaria y su gusto por echar las patas
por alto a la menor ocasión. Su actitud mantuvo a lo largo de su vida y de sus
textos, una coherencia interna que no siempre se le ha concedido, mantenién-
dolo en un pintoresco salvajismo dialéctico y abundando en el simplismo de
un cascarrabias académico, que muchas de sus anécdotas acreditan. No todo
se explica por un constante deseo de llevar la contraria a todo el mundo, con
una terquedad de expósito, explicitado en su manifiesto Contra esto y aque-
llo. No se trata de una cabezonería exhibicionista para llamar la atención y
hacerse un ser a la altura de sus expectativas.
El último Unamuno es dramáticamente serio, se ha quitado todas sus
máscaras y no pretende prolongar su fama de paradojista, que con tanta fre-
cuencia se le había colgado y al que con gusto había contribuido él. No está
fabricando anécdotas literarias para la posteridad. Aquello iba de veras y no
podía pensarse en gracias de tertulia ni en alimento apetitoso para la curiosi-
dad colectiva de los mentideros literarios. Es precisamente esta obligada sin-
ceridad de la situación la que nos permite abordar al auténtico Unamuno,
como si la guerra lo hubiera desnudado, le hubiera privado de sus recursos li-
terarios, de la estilística de su yo agónico. Ya no había lugar para ese Unamu-
no histriónico, que a veces se ha querido ver, o el Unamuno de problemas
existenciales que habían hecho su imagen pública y conformado su persona-
lidad literaria. Su filosofía de la incertidumbre se quedaba sobrepasada ante
los hechos sangrientos, ciertos, indudables, que llamaban a su puerta. Lo que
había parecido una tragedia personal quedaba empequeñecido ante aquellos
acontecimientos trágicos colectivos que le rodeaban. Fue como una piedra de
toque para su pensamiento, forzado a la revisión y a la autentificación. El ab-
solutismo hegeliano de su formación intelectual saltó hecho pedazos ante el
empuje de los acontecimientos bélicos concretos. La guerra civil lo zarandeó
y le hizo perder la hojarasca de su realidad ideada, como él mismo certificó
con la cita que hemos hecho más arriba sobre los hombres de la calle, que de-
jaron de ser para su mirada posibles personajes de sus libros y se le convirtie-
ron en seres humanos «de sangre sobre todo». Perdidas sus anteojeras litera-
rias, librescas, culturales se encontró desarbolado frente a la realidad vivida
de sus experiencias reales de cada día. No había sido un impostor, pero la
guerra le quitó el velo que parecía acusarlo.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 254

254 esta salvaje pesadilla

Cuando una editorial me pidió, en el año 1991, un Prólogo para una nue-
va edición de su primer libro de ensayos, En torno al casticismo,5 me enfren-
té con el problema de ofrecerles a los lectores actuales de la obra las claves de
una lectura acorde con los nuevos tiempos, sobrepasadas las circunstancias
históricas en que fue concebido el libro, tan distintas a las nuestras. Una re-
lectura superficial me hizo comprobar la distancia sideral que una sensibili-
dad de hoy se encontraría respecto a este texto, central del primer Unamuno
de fin de siglo, separado de nosotros por más de cien años de cambios litera-
rios, experiencias históricas y revoluciones y traumas políticos. No era tarea
fácil devolverle al texto la fuerza del primer día, que empezó a cimentar su
fama de ensayista original. Aparentemente, los signos lingüísticos sobre los
que está construido, han perdido una gran parte de su contenido semántico
para un lector actual, que no los entiende y le pueden causar en muchos casos
perplejidad.
En aquel entonces me encontraba con la incomprensión e incluso el des-
precio hacia Unamuno de algunos de los santones de la llamada posmoderni-
dad y de la indiferencia de los pensadores jóvenes. A primera vista, una in-
franqueable frontera semántica separaba el libro de sus potenciales lectores
de hoy, desalentados por una cierta desatención pública hacia su pensamien-
to filosófico, compensado por un valor en auge de su literatura. Sin embargo
no creí que desentrañar su significado para una conciencia moderna fuera
una tarea de arqueología literaria. Me negaba a tener que leer a Unamuno
como se lee a Cervantes o al Arcipreste de Hita. Al fin y al cabo no había
transcurrido más de un siglo desde su primera edición. Su lengua es todavía
nuestra lengua y sus problemas son en parte nuestros problemas. Pero es ver-
dad que, cuestiones de estilo y de vocabulario aparte, el texto se nos vuelve
viejo entre las manos, distanciado de nosotros por alejamientos astronómi-
cos. Mientras preparaba el Prólogo solicitado, no dejaba de preguntarme por
la perplejidad del posible lector, sorprendido por las afirmaciones del autor y
su equipaje de referencias: «Pero, ¿qué dice este hombre?, ¿qué quiere decir
con eso de Castilla y el espíritu místico?, ¿qué virtudes son ésas de los pue-
blos perdidos en la meseta, abandonados muchos de ellos y víctimas de la
misma televisión internacional, teledirigida y teledigerida, que cualquier otro
pueblo de cualquier lugar del mundo?». Como si repitieran el asombro del
propio Unamuno al releer su obra con los ojos nuevos que le había traído la
guerra civil de su última agonía.
Unamuno, como todo escritor, nace, se forma y trabaja en un ámbito lin-
güístico recibido del pasado, cerrado y disponible, creado por múltiples
afluentes, que van desde la tradición colectiva a la tradición familiar. Este
lenguaje inevitablemente lo condiciona y hasta cierto punto de él depende.
Este diríamos material de origen es difícil de olvidar e imposible no tenerlo en
cuenta. Normalmente, el escritor crea su propio lenguaje, sobre la trama del
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 255

unamuno, en guerra 255

recibido, del que siempre queda alguna huella. Este lenguaje heredado, por
supuesto en su vertiente léxica, traduce el espíritu de cada época, sus obsesio-
nes más generalizadas y la participación de la lengua en la historia. El valor
de un escritor se mide por su forma original de manejar este legado del medio
y su modo personal de transgredirlo y sobrepasarlo. Unamuno nació y se crió
en un ambiente cristiano y liberal, y se educó, o lo educaron, en un clima ca-
tólico y tradicional. Este medio le ofreció un léxico y unas preocupaciones
transmitidas a su través, después vivió la crisis del positivismo y del materia-
lismo del último tercio del siglo XIX de su experiencia universitaria, con su
correspondiente vocabulario, que contradecía el vocabulario de su romanti-
cismo inicial de sus años escolares de adolescente y que de un modo larvado
permanecerían en él hasta el final de su vida, mezclado con las sucesivas
aportaciones lingüísticas de su trabajo consciente de escritor y lector.
Su último episodio lingüístico fue el que le produjo la guerra civil, que
puso patas arriba todo el trabajo que había venido desarrollando desde hacía
cincuenta años. Toda aquella herencia lingüística, frente a la que se había de-
finido y que había gravitado sobre su creación literaria y filosófica, muy es-
pecialmente sobre sus primeras obras, se le vino abajo. El positivismo ro-
mántico, vía Hipólito Taine y sus Orígenes de la Francia contemporánea, es
la expresión de ese material asimilado y reelaborado de manera muy perso-
nal, antes de alcanzar su singularidad literaria y la originalidad de su pensa-
miento histórico. Aquello no servía para entender la España de 1936. En el
citado Prólogo, yo me preguntaba: «¿Habla este libro de algo que nos intere-
sa todavía?, ¿tiene sentido preocuparse por esa parcela de nuestra realidad
que se llama España, cuando se está produciendo una homogeneización in-
ternacional de la cultura, que la sociedad postindustrial y la civilización de la
tecnología han traído consigo?, ¿sigue existiendo ese pueblo castizo, perdido
en los lugares de una Castilla despoblada y olvidado de las virtudes y hasta
de las características que veía en él Unamuno?, ¿lo leemos como un cuadro
romántico, apasionado y nostálgico, como Unamuno podía leer las fantasías
históricas caballerescas de Walter Scott, cuando ya la sociedad industrial se
había puesto en marcha?, ¿sensibles a las tentaciones románticas de nuestro
final de milenio, son sus débitos al romanticismo germinal de su pensamien-
to histórico lo que nos hace atractivo todavía este libro?, ¿esos españoles, a
los que Unamuno se dirige, somos nosotros...?»
Porque afectados por un cataclismo histórico, como el que Unamuno
pasó durante sus últimos seis meses de vida, la moderna lectura de «En torno
al casticismo» necesita, al igual que él sintió respecto a su interpretación del
pasado, una actualización, una traducción al temario de hoy en día, si no
queremos que se nos caiga de las manos, si intentamos que no sea un simple
mausoleo de ideas muertas. Porque los muertos que habitan esta obra, como
los muertos que pudiéramos detectar en otros lugares unamunianos, están vi-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 256

256 esta salvaje pesadilla

vos. Sólo tenemos que encontrarles la yugular y sentir bajo nuestros dedos
sus latidos y sorprender la vida debajo de su aparente negación y descubrir
que ese texto, como el resto de su obra, nos sigue interesando, afectándonos
y produciéndonos admiración o rechazo, nunca indiferencia, que es a lo que
el autor aspiraba, como tantas veces dijo.
La desesperación dialéctica de Unamuno, durante los pocos meses de la
guerra civil que alcanzó a vivir, visible en sus ácidos comentarios al anecdo-
tario de la contienda, nos permite releer toda su obra con otra mirada reflexi-
va. Ese texto último del Resentimiento nos abre un portillo para entrar en
otro Unamuno más coherente con una línea de pensamiento más homogé-
nea, menos zigzagueante y paradójica, digamos, más sistemática. Cuando
leemos cualquier estudio total o parcial sobre su obra, nos gana la impresión
de que todo está claro allí, y de que la hermenéutica textual no es necesaria
para entender las afirmaciones más contradictorias y hasta arbitrarias de sus
comentaristas. Las citas unamunianas se suceden sin el más mínimo remordi-
miento semántico, sin la menor prudencia exegética. Nunca se pone distan-
cia y reflexión sobre el significado de las palabras claves, utilizadas por él con
su conocida audacia intelectual. Su código de signos parece inequívocamente
inteligible y transparente, sin vuelta de hoja. La unidimensionalidad semánti-
ca de sus textos está fuera de duda, conforme a la conciencia lingüística de
sus comentaristas. Cuando habla de Dios, de inmortalidad o de congoja, de
España o de pueblo, un consenso universal parece eludir cualquier problema
de interpretación. Esta candidez semántica explica los muchos estragos co-
metidos con la disculpa de sus ideas, de los que probablemente tampoco me
libre yo en este trabajo.
Pero la dramática brecha abierta por la guerra civil en su sistema de sig-
nos es una advertencia para cualquier propósito de facilidad interpretativa
del conjunto de sus signos. Es verdad que Unamuno autoriza esta desidia por
ser un autor abierto, accesible a múltiples lecturas, en mayor medida que
otros autores, pese a la contundencia de su expresión, tan escasamente mati-
zada, con la frecuencia de sus sustantivos absolutos y acorazados. Pero, no
obstante, es difícil soportar que se le haya podido leer, desde tan contrapues-
tas perspectivas, como católico y agnóstico, como liberal y prefascista, como
tradicional y revolucionario. El ateismo agónico de Unamuno ha recibido
una lectura de cristianismo militante por parte del prof. Armando Zubizarre-
ta y la ortodoxia católica preconciliar del P. Caminero lo ha empujado hacia
el Índice de Libros Prohibidos. La lectura liberal-socialista del prof. Elías
Díaz contrasta violentamente con la lectura claramente fascista de Armando
Bazán. Y para que todas las interpretaciones fueran posibles, el prof. Sánchez
Barbudo arriesgó la teoría de la probable clave hipócrita de sus escritos y de
su actitud pública. Siempre hay una cita de Unamuno en camino para justifi-
car cualquier desmadre exegético, perpetrado en su nombre, cualquier apro-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 257

unamuno, en guerra 257

piación indebida, con base documental. Pero precisamente esta facilidad de


penetración imprudente invalida cualquier intento de clasificarlo, de hacer
generalizaciones en su nombre. Es mejor dejarlo en su compleja indecisión,
aunque siempre necesitemos algún asidero para poder entenderlo.
El prof. Roger Wright, de la Universidad de Liverpool, discípulo de Ste-
phen Ullmann, dedicó su tesis doctoral al estudio semántico del vocabulario
esencial de Unamuno, reconociendo implícitamente sus dificultades. Esto ya
es algo. El análisis del profesor inglés se organizaba sobre el presupuesto de
que «Unamuno quería dar a entender que el lenguaje normal no convenía a su
propósito, por ser demasiado racional», y esto le llevaba al investigador a
plantearse la necesidad de desentrañar el verdadero significado de las palabras
en Unamuno, porque, decía, «nos hacen falta grandes esfuerzos mentales para
desenmarañar lo esencial de su pensamiento de las palabras, al parecer poco
precisas, en que lo vestía». Y añadía, «me parece que aquí se encuentra la raíz
del problema: muchas de las palabras específicas que emplea para exponernos
su filosofía no llevan ahí el significado que se les da en el castellano cotidiano.
En su propio «lenguaje vital, sentimental, concreto», Unamuno les asigna sig-
nificados del que carecen en su uso normal». Y, en este sentido, analiza el sig-
nificado de algunas de las palabras claves de El sentimiento trágico de la vida,
como «razón», «comprender», «concebir», «ideas», «definir», «lógica», «in-
teligencia, intelecto, mente», «ciencia», «filosofía», «teología», «dudar» o
«desesperación», para concluir que «hay que averiguar lo que quería transmi-
tir por las palabras de que se valía tantas veces para comunicárnoslo (su pensa-
miento-sentimiento)».6
Este valioso estudio nos pone en guardia contra cualquier simplificación
interpretativa de los textos unamunianos y reconoce las graves dificultades
de leerlo y de entenderlo debidamente. Si el prof. Wrigth hubiera podido co-
nocer las notas de la guerra que Unamuno tomó para su posible libro sobre
El Resentimiento trágico, hubiera encontrado motivos para confirmar su te-
sis y para añadir más problemas al correcto entendimiento de sus palabras.
Ese constante desdecirse sobre conceptos fundamentales de su pensamiento-
sentimiento aumenta las dificultades de su lectura, no sólo por el particular
sentido que le da a las palabras que utiliza, sino por el vacío que descubre de-
trás de sus palabras preferidas. Como si hubiera renunciado a lo que había
escrito y se hubiera quedado inerme frente a la nada. Cuando se interroga so-
bre «¿qué es España?», debemos pensar que algo muy suyo se ha roto como
consecuencia de la guerra civil. No es que en vísperas de su muerte haya he-
cho tabla rasa de todo, es que le siguen preocupando los mismos temas de
siempre, pero ya no encuentra respuestas.
Unamuno que, como escritor y como filósofo, además de filólogo, tenía in-
terés por las palabras, era consciente de los límites de su significado, que coar-
taban su necesidad de expresión. Había palabras de su vocabulario personal
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 258

258 esta salvaje pesadilla

que le exigieron una perpetua indagación de su significado. La palabra


«Dios», por ejemplo, que fue una de las más frecuentes y más importantes en
su sistema lingüístico, casi la piedra angular de su construcción filosófica, tuvo
más de una docena de redefiniciones, de las que hemos citado algunas, de la
mano de Unamuno, siempre descontento del significado que él le daba y siem-
pre intentando concretar su contenido, que se le escapaba como el agua de un
cesto. En realidad, aunque parezca lo contrario, no debía tener muy claro lo
que quería decir con la palabra «Dios», que tanto repitió y que a veces era un
concepto abstracto, filosófico, como un ser humanizado, como su vecino del
piso de arriba, o como una idea religiosa o como un almacén donde metía lo
inexplicable. Su palabra «Dios» tenía muchos significados, no siempre equi-
valentes y muchas veces contradictorios, aunque fáciles de descifrar a través de
su propia contextualidad, ajena a los hábitos de la lectura normal.
Con la guerra esta indefinición semántica se le desmadró. La guerra agudi-
zó la flebilidad arbitraria de su sistema lingüístico y le provocó un cataclismo
en su código semántico. Lo que había sido una contradicción verbal perma-
nente se le volvió catástrofe de expresión. El obligado encierro domiciliario
afectó al nivel de sus defensas biológicas; pero la falta de comunicación con el
exterior, su dolorosa conciencia de la soledad, las brutales anécdotas que dia-
riamente convulsionaban sus creencias más arraigadas y su aislamiento políti-
co, entre las convergentes condenas de la derecha y de la izquierda, minaron la
seguridad de sus ideas y lo dejaron a merced de la desesperación, como otra de
las consecuencias del levantamiento militar. Minutos antes de morir tuvo la
última explosión de su irracionalidad lingüística o de su fragilidad dialéctica,
que lo dejaron inerme frente al absurdo, que fue la mejor demostración de esa
precariedad semántica, que fue la última prueba de su personalidad literaria,
afectada por la experiencia de la guerra.
Ya hemos visto que le gritó al falangista que, recién venido del frente, ha-
bía ido a visitarlo y que se le quejó que parecía que Dios le hubiera vuelto la
espalda a España: «¡Dios no puede volverle la espalda a España!», como si
Dios fuera un padre que deja a sus hijos tirados en el arroyo o indefensos ante
los cuernos de un toro o un conductor de autobús que se apea en marcha y
deja a los viajeros que se estrellen en cualquier barranco. ¿Qué quería decir,
cuando decía Dios? Entre la docena larga de definiciones de la palabra
«Dios», que había hecho a lo largo de su vida, ¿a cuál se refería? Dos concep-
tos tan abstractos, de fronteras semánticas tan difusas, como son Dios y Espa-
ña, se compaginan mal como agentes de un acto tan concreto, tan físicamente
comprobable, como el hecho de abandonar algo, como quien abandona un
paquete o abandona a su novia. Ya hemos visto que por entonces ya se había
planteado el problema de la definición de España, que se le había vaciado de
sentido. El problema de Dios no se lo había planteado, porque nunca había
sabido bien lo que significaba, con una indefinición semántica sospechosa.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 259

unamuno, en guerra 259

La palabra «Dios», una palabra clave en su vocabulario, le servía para


expresar muchos conceptos distintos y a menudo contradictorios. Si quisié-
ramos fijar un único núcleo semántico para esta palabra en Unamuno, ten-
dríamos que conformarnos con unas difusas alusiones a algo impreciso, un
ente abstracto y sin embargo vital y próximo, vecinal y misterioso, adornado
de virtudes sobrenaturales y de reacciones humanas. Lo mismo que, cuando
decía «España» unamunizaba la realidad, se traducía a sí mismo y de aquí su
trágico descubrimiento de la nada, con motivo de la guerra, cuando decía
«Dios» unamunizaba el mundo y se volvía a traducir a sí mismo. Con el trau-
ma de la guerra, obligado a repensar todos sus signos, se había preguntado
con desesperación de náufrago: «¿Qué es España?», lo que equivalía a pre-
guntarse: ¿qué he estado diciendo durante toda mi vida, cuando he dicho
«España»?, o lo que, si aceptamos la identificación España-Unamuno, a la
que nos hemos referido antes, quiere decir: «A mis setenta y dos años, ¿quién
soy yo?».
En 1898, prácticamente en los inicios de su biografía literaria, Unamuno
había escrito: «¿Qué es Dios más que el deseo infinito, el supremo anhelo de
la Humanidad?», y al año siguiente describió, a su modo metafórico, el naci-
miento de la idea de Dios, pura creación humana, diciendo que el hombre,
ante un espectacular crepúsculo grandioso de nubes arreboladas y gloriosas y
rayos solares esplendentes, «cayó de hinojos y brotó de las entrañas de su es-
píritu pura creación sin palabras, música del alma, oración que cristalizó en
la idea de un Dios que tiende la esplendidez de su mano sobre la desnudez de
la tierra». Varios años después, en 1906, ya había sobrepasado esta ingenua
interpretación del origen de la divinidad, como un ente infinito y sobrecoge-
dor, que usa un atardecer en cinemascope y tecnicolor, para manifestarse al
hombre, y escribe con mayor sensatez: «Dios es, ante todo y sobre todo, la
verdad. Y, ¿qué es la verdad?... Verdad es lo que cada uno cree ser tal en el
sentido moral». Este relativismo y esta teología moral, mantienen la creencia
en la creación humana de Dios. Cinco años más tarde, en 1911, le da otro
vuelco a su interpretación de la idea de Dios y lo circunscribe al «yo» huma-
no, en otro abuso de su yoismo y en una vana palabrería: «Dios es mi yo, in-
finito y eterno, y en Él y por Él soy, vivo y me muero».
Pero la cosa no quedó ahí y continuó la escalada. Y podemos pensar que
su idea de Dios era una especie de cajón de sastre, donde cabía todo y don-
de todo se justificaba, según las necesidades de cada momento. En 1913, en-
sayó otra definición de Dios, en la que Dios sería el resultado de una creación
colectiva, para darle sentido al universo: «Dios es un producto social», lo
que enfatizó diciendo que «Dios es la más rica y más personal concepción hu-
mana» y, más aún: «Hemos creado a Dios para salvar al universo de la
nada», y, todavía más claro, «creer en Dios es querer salvar la finalidad hu-
mana del universo». Y para negar cualquier seguridad adquirida sobre la
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 260

260 esta salvaje pesadilla

idea de Dios, allí mismo, en el libro de El sentimiento trágico de la vida, escri-


bió para nuestra perplejidad al hilo de sus definiciones anteriores: «La idea
de Dios es una hipótesis». Y para acentuar cualquier tentación de certeza, en
1931, amplió y confundió algunas de sus antiguas afirmaciones antropocén-
tricas: «Dios es el universo concreto, el de mayor extensión y a la vez, de ma-
yor compresión, el Alma del Universo, o, dicho en crudo, el yo, el individuo
personal, eternizado e infinitizado».
Podríamos continuar la relación de las citas, para darle vueltas a la idea
de Dios en Unamuno, que llegó a identificar el Espíritu hegeliano con su Dios
personal. Pero ya tenemos bastante con esta permanente ensayo de definicio-
nes, a veces contradictorias, a veces incongruentes. Este recorrido nos hace
difícil descubrir el significado que le daba a cada palabra, cambiante y siem-
pre personalizado, por lo que el problema hermenéutico se reduce a encon-
trar el lugar de cada uno de sus signos verbales en el conjunto de su sistema
lingüístico propio, de tal manera que podamos encontrar, debajo de la acep-
ción habitual de sus palabras claves, el significado que él le daba y que se
aclara teniendo en cuenta la totalidad del sistema. Signos como Dios, Cristo,
yo, eternidad, nada angustia, inmortalidad, pueblo, España, casticismo o ser
se repiten en sus textos fundamentales y constituyen lo esencial de su origina-
lidad como escritor, formando un entramado de elementos significativos,
que se relacionan entre sí mediante conexiones de contradicción o de afini-
dad, complementariedad o exclusión. No podemos entrar ahora en la inves-
tigación de este sistema de signos; pero sí podemos establecer algunas apro-
ximaciones a sus elementos más fáciles de abordar que son también los más
significativos.
Como se ha dicho tantas veces, y nadie con mayor precisión que François
Meyer en su Ontología de Unamuno, «ser» era su único problema, es decir
su única palabra, la palabra a la que tendían las otras palabras, de un modo
planetario y adjetivo, girando alrededor de ese núcleo que les daba coheren-
cia y las explicaba.7 Para él el ser era el primer predicado del «yo», otro de
sus signos capitales. Todos los textos unamunianos están cuajados del pro-
nombre personal de la primera persona del singular, implícito o explícito. En
muchas de sus páginas, elegidas al azar, aparece ese «yo»señero e insistente,
casi recalcitrante. Su gran poema sobre Salamanca es una larga preparación
para su angustiada solicitud de ser a la ciudad que puede dárselo desde el ex-
terior: «Di tú que he sido», le solicita con humildad de náufrago. Es decir,
dame tu voz, con tu testimonio dame la seguridad del «ser», con esa densa
realidad de signos que el poema ha ido acumulando, con el valor de ese enor-
me caudal de datos que engrosan el nombre de Salamanca, retóricamente
convertida en ser humano, dispensador de verdad y de trascendencia, de eter-
nidad y de reconocimiento, con tu existencia di tú que he sido, que he tenido
ser, que he existido, porque tú puedes hacerlo. Porque «ser» es lo único que
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 261

unamuno, en guerra 261

le interesa; todo lo demás es accesorio, decorativo, casi anecdótico. Por eso


«ser», la palabra ser, ocupa el centro de su sistema de signos lingüísticos.
El ser y su corolario el «yo» forman una unidad y resumen la totalidad de
sus signos, su sistema completo, hecho de ese ser y de ese yo. Ahora podemos
volver a preguntarnos las preguntas que nos hacíamos antes. ¿Qué quería de-
cir cuando decía España, Castilla, casticismo, tradición eterna, casta históri-
ca, Dios, Cristo, etc? Porque ahora sabemos que quería decir algo muy distin-
to al común significado de estos conceptos obsoletos, envueltos en alcanfor,
sacados de viejos signos, arrumbados por el tiempo, olvidados en un rincón
de la memoria colectiva. Y, por tanto, nos es posible leerlo con ojos moder-
nos, de acuerdo con la idea de Borges, de que «la obra que perdura es siempre
capaz de una infinita y plástica ambigüedad, es todo para todos, como el
Apóstol; es un espejo que declara los rasgos del lector y es también un mapa
del mundo». Desligado su lenguaje de sus condicionamientos temporales, de
toda esa ganga expresiva que crea la contextualidad histórica de sus signos,
de todo el equipaje de su herencia lingüística nos encontramos con un Una-
muno moderno y podemos entender mejor su testimonio y su actitud verbal
frente a la guerra civil.
Lo que la guerra puso en entredicho fue su «yo», su «ser» y se rebeló con-
tra esa intromisión inaceptable. Era su ser, atropellado, marginado, olvida-
do, despreciado, negado, arrastrado por aquel caos que lo cambió todo, lo
destrozó todo, le segó la hierba debajo de los pies, le dejó sin anclajes dialéc-
ticos, desoyó su voz tronante de viejo profeta, le llevó la contraria sin vuelta
de hoja, le quitó sus argumentos, le arrebató la solidez de sus ideas, que tan-
to le había costado levantar y que se habían convertido en su propia vida,
que eran su propia vida. Como dijo Ortega, cuando se enteró de su muerte,
Unamuno fue otra víctima de la guerra, del mal de España. Cuando poco an-
tes de morir, gritó aquello de que: «¡Dios no puede volverle la espalda a Es-
paña! ¡España se salvará porque tiene que salvarse!», lo que en realidad esta-
ba diciendo es que «él no podía equivocarse, no podía no tener razón y no
podía perderse en la nada», que desde niño le había obsesionado. Porque
Dios y España eran él.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 262
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 263

8
Sables y naipes:
Diego Martín Veloz (1875-1938).
De cómo un matón de casino se
convirtió en caudillo rural
Javier Infante
Universidad de Salamanca

No siempre es fácil distinguir la moral de la política, pero a veces es


conveniente y hasta útil. Moralmente hubo gente buena y gente
mala en los dos bandos, como hubo asesinatos en los dos bandos y
en los dos bandos hubo barbaridades y horror e idealismo. Política-
mente, en cambio, no hay dudas: los buenos— los que tenían la ra-
zón política— perdieron la guerra; los malos— los que no tenían la
razón política— la ganaron
JAVIER CERCAS, Cómo acabar de una vez
por todas con el franquismo, 2005

E N EL SANGRIENTO verano de 1936 miles de campesinos de los pueblos de


Salamanca, Ávila o Segovia eran llevados al frente de la sierra de Guada-
rrama para combatir por los ideales de lo que no tardaría en convertirse en
una Cruzada. Si había entusiasmo se necesitaba canalizarlo, y en caso de no
haberlo había que estimularlo sin renunciar a la violencia si era preciso. Estas
páginas nos acercan a la biografía de un personaje que recorría las tierras de
La Armuña o de Peñaranda para llevar a las trincheras a las gentes del cam-
po. El texto que el lector tiene a su disposición en el anexo al final de estas
páginas, y cuya publicación es el motivo principal de este capítulo, es un
fragmento de una especie de rudimentarias memorias que en agosto de 1955,
cuando tenía 75 años, redactó Alejandro Martín Esteban, labrador armu-
ñés,1 de Villaverde de Guareña en concreto, y primo carnal de nuestro prota-
gonista, y que gracias a los encomiables afanes bibliófilos del editor de este
volumen se conservan en la Biblioteca General de la Universidad de Salaman-
ca.2 No estamos, desde luego, ni por la materia ni por la forma en que está es-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 264

264 esta salvaje pesadilla

crito, ante un texto relevante pero tiene la virtualidad de pergeñar— con un


lenguaje elemental y cargado de incorrecciones— el ambiente familiar de
procedencia de nuestro hombre, el de esos pequeños propietarios salmanti-
nos de las décadas finales del XIX que ejercían una autoridad brutal sobre
sus hijos y cuyas vidas se regían por una religiosidad ultramontana y por un
desmedido apego a la tierra. Y, más en concreto, por lo que se refiere a Mar-
tín Veloz, contiene multitud de noticias sobre sus andanzas que, pese a su ca-
rácter fragmentario y a su imprecisión, tienen probablemente un alto grado
de verosimilitud.
De las recogidas en los párrafos seleccionados en el anexo, destacan sus
intensas y extensas conexiones con los militares en general, y con los altos
mandos en particular, a las que prestaré atención más abajo, y muy en rela-
ción con ellas, su condición de golpista impenitente. El relato lo muestra per-
fectamente al corriente de la intentona de Sanjurjo, esforzándose en que la
guarnición de Salamanca se sumara a ella y acabando por ello en la cárcel. «Se
bajó a la puerta del cuartel (escribe en este sentido nuestro memorialista), y
entrevistó con el Teniente Coronel de Caballería que era adicto al movimien-
to y muy amigo de Diego. De incógnito se reunieron en una sala de (sic) jefes y
oficiales de más confianza. Tomó la palabra Diego y les habló...Estuvo un
buen rato hablando, tratando de calentar aquellos corazones a pesar de que
pronto se había dado cuenta de la indiferencia con que eran oídas sus pa-
labras».
Pocas dudas caben asimismo sobre su implicación en la sublevación de
julio de 1936 aunque es discutible el grado de la misma. Muy alto si se hace
caso al testimonio de su primo Alejandro, que resalta los denodados esfuer-
zos de nuestro hombre, hacia finales de mayo de 1936, para convencer a su
íntimo amigo, el general Queipo de Llano, de que se adhiriera a la inminente
sublevación: «Como venía diciendo costó trabajo que se decidiera a sumarse
al Movimiento pero ante los razonamientos de Diego y de sus ayudantes
aunque fue muy duro rendirse no pudo resistir más y se entregó. Antes de sa-
lir de Cañadilla (la finca armuñesa de Veloz) dio palabra formal de que iba a
ir a la revolución con todas sus consecuencias. Tan gran triunfo sirvió a Die-
go de gran lenitivo en tales circunstancias tan desfavorables para él. De día
en día se le conocía mejor semblante». Por contra, la historiografía, descono-
cedora de estos interesantísimos datos, le otorga un papel más discreto en la
gestación del golpe de 1936.3 En todo caso, aunque no se sabe demasiado so-
bre sus andanzas durante los primeros meses de la guerra, gozó de la absolu-
ta confianza de los militares como prueba, por ejemplo, su fugaz paso por la
presidencia de la Diputación provincial salmantina.4
En cuanto a su participación en la represión que los facciosos realizaron
en estas tierras, terrible por lo que vamos sabiendo pese a que éste fue desde
un principio territorio fidelísimo a la sublevación, su primo Alejandro guar-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 265

sables y naipes 265

da un absoluto silencio, que confieso que no me sorprende. No estaban los


tiempos a mediados de la década de los cincuenta, en pleno franquismo, para
hablar de estos asuntos, ni entre los vencedores ni entre los vencidos, bien es
verdad que por razones radicalmente diversas en uno y otro caso. Los des-
cendientes directos de Veloz lo niegan de forma contundente, aunque sin es-
grimir argumentos, y no hacen lo mismo con su intensa actividad de movili-
zación, recorriendo los campos en busca de efectivos para luchar en el frente.
Una vez más, el primo Alejandro, nuestro memorialista, remacha en este
caso tal labor, trascendental entonces: «Todos los días salía por los pueblos
con un camión para reclutar voluntarios y todos los días regresaba lleno el
camión». En otro orden de cosas, hasta el momento los historiadores (y de
tendencias muy diversas) no han encontrado el menor indicio al respecto so-
bre su actividad represora.5 Sin embargo, pese a la dificultad de documentar
estos siniestros asuntos, es razonable pensar que no sólo estuvo perfectamen-
te al corriente de los paseos y demás atrocidades, evitándolas en el caso de
amigos o cuando estuvo interesado en ello, sino que también encabezó y diri-
gió en ocasiones estas terribles actividades represivas. Como podrá apreciar
el lector en el transcurso de estas páginas, a ello llevaba toda su biografía,
mezcla de violencia extrema y desaforado militarismo. Pero es que, además,
existen indicios e informaciones suficientes al respecto. De algunas de ellas
da cuenta el escritor Agustín Salgado en su excelente novela La grama6 en la
que narra, con lenguaje y construcción admirables, el calvario y muerte que
padecieron durante las primeras semanas de la guerra ocho campesinos, per-
fectamente identificados, de El Pedroso de la Armuña, buena parte de ellos
miembros del Ayuntamiento del Frente Popular. En diversos pasajes del rela-
to aparece el médico del pueblo, significado republicano, acudiendo a Veloz,
ante sus crecientes dificultades con los sublevados, y la intervención de éste
salvándole la vida: «Poco después, mientras el jefe de falange come con don
Paco [el secretario del Ayuntamiento], un hombre corre cuanto puede. Es un
obrero de la vía. Lleva de la mano un papel que le ha dado el Jefe de Estación.
Va dirigido a don Francisco Martínez, camarada falangista. “Dejen en liber-
tad a don José Delgado”. Saludos. Arriba España. Firma, Diego Veloz. Unos
minutos después, don José es bajado del camión».7 Y en otro lugar de la no-
vela, se narra el paso de nuestro protagonista por el lugar, en su coche al
frente de una camioneta de falangistas, camino del próximo pueblo de Can-
talpino, donde también hubo una feroz represión: «Jugaban los muchachos
en la calle —había amanecido el día amenazando lluvia— cuando un Citroën
pato negro, seguido de una camioneta cargada de falangistas entraba en Pe-
droso por el camino de Espino de la Orbada. La comitiva se detuvo junto al
chiquillo... Por la ventanilla derecha delantera había asomado la cabeza de
un hombre. Don Diego Veloz. Chaval, ¿por dónde se va a Cantalpino? (si-
guen las indicaciones detalladas del muchacho sobre cómo llegar a este últi-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 266

266 esta salvaje pesadilla

mo pueblo) ... El señor Diego Veloz no sabe quién es el chiquillo. De haberlo


sabido, habría sabido que días antes ha salvado la vida de su padre, como an-
tes hiciera con la vida de don José. Hoy, sin embargo, Diego Veloz va de ca-
cería con su horda de falangistas, como ha hecho tantos días y en tantos pue-
blos de Salamanca».8 A estas informaciones, recreadas por la hermosa prosa
de Agustín Salgado, hay que añadir el testimonio dado en 1979 a un conoci-
do semanario por Fé García Encinas —viuda del diputado socialista por Sa-
lamanca, José Andrés Manso, fusilado en el monte de La Orbada el 29 de ju-
lio de 1936— donde se refiere a Veloz «asolando con sus hordas falangistas
los humildes hogares del campo salmantino». Por no hablar de las noticias
aparecidas recientemente que lo incriminan como uno de los responsables de
la localización del fusiladero sito en el monte que acabo de mencionar.9 Gil
Robles nos dejó un preciso testimonio que avala este tipo de interpretacio-
nes: «Los primeros ecos de la violencia me llegaron a Portugal pocos días
después de mi llegada, cuando me llamó por teléfono desde Salamanca el
tristemente famoso Diego Martín Veloz, preguntándome si podía facilitarle
armas para hacer «una limpieza a fondo». Le contesté como merecía y col-
gué violentamente el teléfono...».10
No es descartable que al final, avanzada ya la guerra, acabara aceptando
un carnet de Falange pero, desde luego, no ocupó posiciones relevantes en la
organización, aunque el lector, a la vista de lo relatado y de lo queda por rela-
tar, convendrá conmigo que se puede estar muy implicado con el fascismo sin
papeles que lo acrediten. La guerra le cogió cansado y enfermo, y no tardó en
morir, en marzo de 1938, en su casa de Salamanca y no en el frente, como ha
llegado a afirmarse con craso error.11 En cuanto a sus actitudes de clemencia
con miembros del bando republicano, eran perfectamente compatibles con su
intervención en la represión, algunas de ellas son bien conocidas (por ejemplo
la de Villalobos) y, al parecer, dieron resultado, es decir, lograron salvar la
vida de sus beneficiarios.12 Otras, que no han trascendido, en las que tal vez se
empleó con menos contundencia, no tuvieron lamentablemente éxito. Es, por
ejemplo, el caso del ferroviario Lucio Francisco Núñez Rivas que fue conde-
nado a muerte por adhesión a la rebelión (una vez más me encuentro con este
cruel sarcasmo), simplemente por su adscripción republicana y por formar
parte del comité de huelga en la estación extremeña de Arroyo de Malpartida,
mediante sentencia dictada por el consejo de guerra celebrado en Cáceres el
16 de diciembre de 1937, y ejecutado allí a los pocos días. Estuvo preso en la
prisión provincial cacereña durante casi todo el año 1937 y desde ella escribió
7 cartas a su madre y hermanos que vivían en Salamanca, cargadas de patetis-
mo como suele ser habitual en este tipo de documentos. Prácticamente en to-
das ellas insiste con vehemencia en que multiplicaran las gestiones ante Veloz
«que bien me conoce y me aprecia» para que le sacara de la cárcel o, una vez
procesado, consiguiera el sobreseimiento. Porque, como escribe en una de las
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 267

sables y naipes 267

cartas,» tengo la gran confianza que si él quiere zanja el asunto inmedia-


tamente». Algo, probablemente no mucho, debió de hacer Veloz porque en
escrito de alegaciones dirigido por Núñez el 9 de octubre de 1937 al tribunal
militar menciona una carta que nuestro protagonista, al que califica de «pro-
pietario y prestigioso militar», le había dirigido.13
En todo caso, más allá de esta trayectoria ciertamente negra, mezcla de
alguna compasión y mucha crueldad, parece particularmente significativa la
larga sombra de nuestro personaje en la ciudad, décadas después de su desa-
parición. Según relato de su propia experiencia, el Prof. Manuel Pérez Ledes-
ma,14 estudiante universitario antifranquista en la Salamanca gris y lúgubre
de la década de 1960, y con las consiguientes dificultades en su servicio mili-
tar en las milicias universitarias, sufrió junto con su familia el chantaje conti-
nuado del antiguo chofer de Martín Veloz que, mediante precio, intercedía
por el díscolo alumno ante el coronel del campamento de Montelarreina,
como él antiguo divisionario en Rusia. Y piensa Pérez Ledesma con buen cri-
terio que tal vez ellos no serían los únicos...

¿Quién fue este «bravo guerrillero de las guerras de Cuba», como lo cali-
ficó Arrarás? La ocasión sólo permite unas cuantas pinceladas, escogidas y
apretadas, en espera de otra más propicia para desarrollarlas con amplitud.15
Como figura en su hoja de servicios castrenses, que no tardaré en examinar,
Diego Martín Veloz vino al mundo en la localidad cubana de Manzanillo,
una de las más relevantes de la provincia de Oriente, el 12 de noviembre de
1875. Conforme a las memorias de su pariente Alejandro Martín y a los tes-
timonios familiares, ambos ya citados, era el mayor de una familia de ocho
hermanos. Por jugarretas del destino, nada infrecuentes en las familias nume-
rosas, uno de ellos, Agustín, fue uno de los fundadores del socialismo en
Cuba y tuvo una trayectoria vital radicalmente distinta a la de nuestro prota-
gonista.16 Su madre era cubana aunque provenía de familia de emigrantes
onubenses y canarios. El padre, armuñés, luchó como soldado en la guerra
de los Diez Años, regresando a su tierra para no tardar en volver a Cuba en
busca de fortuna. Debió, en efecto, de enriquecerse y entre sus negocios figu-
raban fábricas de tabaco y de dulces así como una central lechera.
El 24 de febrero de 1895, a punto de cumplir veinte años, y al parecer con
la oposición paterna, ingresó como voluntario en el ejército, inmerso ya en la
última de las guerras coloniales en la isla. Durante toda su vida alardeó de su
condición de militar, y de los valores que entonces conllevaba tal estado (pa-
triotismo exacerbado y honor a tutiplén), siendo este un elemento absoluta-
mente clave para comprender su biografía. Pero su hoja de servicios17 no re-
fleja precisamente una carrera brillante sino, por el contrario, fugaz y llena
de graves y continuados conflictos. En cuanto a lo primero, embarcó en San-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 268

268 esta salvaje pesadilla

tiago de Cuba con destino a España el 14 de agosto de 1898. Atrás quedaban


algo más de tres años en el ejército, buena parte de los cuales los pasó en pri-
siones militares.18 Por lo que hace a lo segundo, de su «carácter quimeristo,
pendenciero y temerario», otro rasgo imprescindible de su personalidad, ya
había dado pruebas de paisano cuando, en septiembre de 1894, fue encausa-
do por insultos a un cabo de la Guardia Civil, habiendo faldas por medio, si
bien fue absuelto. Ya en filas, en 1896 fue condenado por un consejo de gue-
rra a seis meses de prisión correccional por delito de insulto a centinela. Y en
septiembre de 1897 otro consejo le impuso cinco meses de arresto mayor por
un delito de lesiones menos graves causadas a un soldado a sus órdenes. En
su haber figuran sus rápidos ascensos a sargento de movilizados y luego a se-
gundo teniente y, algo más tarde, a primero, junto a una condecoración,19
conseguido todo ello por su arrojo en diversos hechos de armas entre los cua-
les destaca su participación, en julio de 1898, en los combates en defensa de
la plaza de Santiago de Cuba frente a los norteamericanos resultando allí he-
rido de gravedad en una pierna. Sus problemas con la justicia castrense no
acabaron con su salida de Cuba. Desembarcó en Vigo en septiembre de 1898
y, a los pocos años, en el transcurso de 1901, fue arrestado en dos ocasiones
por sendos escándalos públicos acontecidos en Madrid y en Valladolid, y
una tercera por réplicas desatentas a un superior. Ya a finales de 1906, un
nuevo consejo de guerra, y van tres, le condenó a seis meses de prisión por un
delito de insultos a la Guardia Civil, por hechos que tuvieron lugar también
en Valladolid. En 1907 cumplía condena en la cárcel de Salamanca, con con-
ducta «intachable», lo que propició un informe favorable a su indulto. Juz-
gue el lector (y tome buena nota por lo que luego vendrá), pero de los hechos
sumariamente relatados no se desprende, por expresarlo en términos suaves,
un flamante currículo militar del que su titular pudiera sentirse orgulloso.
Esta corta y convulsa trayectoria de oficial chusquero no explica, ni mu-
cho menos, la relación privilegiada con numerosos miembros de la alta ofi-
cialidad y la poderosa influencia que sobre ellos mantuvo Martín Veloz du-
rante décadas y que, como muestra el anexo de este trabajo, llegó hasta los
comienzos de la guerra civil. La brevedad de estas páginas me obliga a selec-
cionar los testimonios sobre el particular. Los familiares con los que me en-
trevisté, sin pruebas y contra casi todas las evidencias, hacen arrancar estas
relaciones de la coincidencia de su antepasado en la guerra de Cuba con di-
versos militares entre los que destacan los que más tarde serían los generales
Primo de Rivera y Queipo de Llano. No obstante, pese a lo controvertido de
este origen, parece claro que nuestro protagonista llegó a tener una estrecha
amistad con uno y otro.20 Si de la familia pasamos a los relatos de Prieto y
Venegas, no precisamente benevolentes con nuestro hombre, la impresión se
confirma. Para Prieto la conexión arrancaba de Cuba pero era fundamental-
mente interesada: «intimando [allí] con jefes y oficiales españoles que des-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 269

sables y naipes 269

pués, desde altísimas cumbres de la milicia, no desdeñaron su amistad ... ni


su auxilio económico ... Lo más granado del generalato español le amparaba
... y él amparaba al generalato».21 Por su parte, el periodista Venegas, en
cuyo relato bebió Prieto —ya que había tratado a Veloz muy de cerca y diri-
gido hacia 1923-1924 La Voz de Castilla, el periódico salmantino fundado
por este último— insistía en la bilateralidad de intereses en la relación con los
militares (no sólo con los generales) cuando escribía: «Su vinculación con
los militares le costaba mucho dinero. Generoso siempre, cuando se trataba
de militares no tenía límite. Había salvado a muchos capitanes cajeros que se
gastaron los fondos, dándoles lo que habían tomado de las cajas».22 Tam-
bién, por último, en las páginas del diario «velocista» (al que acabo de alu-
dir) abundan las referencias al asunto que ahora me interesa. Muy en espe-
cial en la coyuntura desatada por un sonado episodio que tuvo a nuestro
personaje por protagonista principal, y que todavía se recuerda en Salaman-
ca. Me refiero a la agresión armada que sufrió en el Casino de la ciudad, al
anochecer del 28 de enero de 1924, a manos de José Núñez Alegría, pertene-
ciente a una familia de empresarios locales de adscripción política liberal, y
que le produjo serias heridas de las que tardó en recuperarse. Como no sor-
prenderá, La Voz de Castilla llevó a cabo un amplio seguimiento del suceso
y, en las semanas subsiguientes, sus páginas se llenaron de listados de adhe-
siones a Veloz en los que sobresalen las firmas de militares de la más diversa
graduación, de tenientes a generales, de la guarnición de Salamanca y de
otras muchas, incluida, por supuesto, la de Madrid. Además, en esta misma
coyuntura, el 26 de febrero de 1924, el periódico publicó un editorial, «El
Ejército y la Patria», que en términos de ardiente soflama no concebía ésta
sin aquél y rendía encendidos elogios al Directorio militar por colocar al ejér-
cito al frente de los destinos del Estado. No me resisto a citar algún párrafo
de este significativo texto:

Hoy puede decirse que en España la compenetración de estos dos símbolos


es absoluta. Pasaron los días tristes en que en alguna región nacional se daba el
caso insólito de que el honroso uniforme militar se mirase a veces con desdén.
Hoy, al contrario, es unánime la alta consideración que se concede al Ejército,
porque gracias a él pudo prevalecer el movimiento de septiembre que salvó a Es-
paña de la peligrosa situación en que se encontraba ... No se cansen los que tan
mal ven la nueva política. Quieran o no, el cauce está hecho y las aguas tienen fi-
jada la dirección que han de llevar.23

¿Fue rico Martín Veloz? Se abre así otra faceta de su biografía muy rela-
cionada con la inmediatamente anterior ya que acabo de apuntar que en su
intensa y extensa conexión con los militares, al lado de afinidades, sentimien-
tos y altruismo, el dinero también desempeñó una muy notable función. Em-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 270

270 esta salvaje pesadilla

pecemos por el origen de su fortuna. Aunque, lamentablemente, no abundan


las fuentes, la coincidencia entre las que disponemos me permiten plantear
una hipótesis sólida. Tras la breve y nada ejemplar carrera militar que he re-
señado más arriba, y como precisa su hoja de servicios,24 nuestro hombre
desembarcó en Vigo a principios de septiembre de 1898. Sus primeros años
en España, hasta muy avanzada la primera década del siglo, fueron una ver-
dadera travesía del desierto, dura y difícil como todas ellas. Como he apunta-
do, todavía en 1907, ya casado,25 cumplía condena en la cárcel de Salaman-
ca. Esos años, en los que dio reiteradas muestras de su carácter bronco y
camorrista (que ya se había manifestado en Cuba), fueron para él un rosario
de sanciones gubernativas (que ya conocemos), y algún proceso criminal, e
idas y venidas constantes trabajando en los más variopintos oficios, todo ello
sazonado por su afición a las cartas y a las meretrices, por utilizar un eufe-
místico término.26 Así las cosas, no sorprenderá, pues, que hiciera el dinero
con el juego, primero como tahúr y, más tarde, como dueño de garitos y casi-
nos. Como este tipo de negocios no suele dejar, y menos entonces, demasia-
das huellas documentales dependemos en lo sustancial de la información
que, con cierto lujo de detalles, nos suministran Venegas y Prieto, muy próxi-
mo a él por entonces el periodista y muy enfrentado con él desde siempre el
político.27 En suma, en el transcurso de la década de 1910, vemos a nuestro
hombre, ya rico, inmerso en el triángulo formado por juego, militares y pute-
río tan característico, y tan influyente, de la España de entonces.
Enriquecido mediante el juego nuestro hombre blanqueó su dinero,
como se dice ahora, y lo invirtió en inmuebles, consciente de que quienes
mandaban en aquella sociedad eran los propietarios. En 1919 ya era el ma-
yor contribuyente de la ciudad de Salamanca.28 No es este el momento de
desgranar al detalle sus inversiones inmobiliarias y bastará con algunos ejem-
plos significativos. Entre 1916 y 1918, como principales fechas de referencia,
fue adquiriendo miles de metros cuadrados en una zona de la capital, enton-
ces suburbial, y los fue sembrando de diversos edificios y viviendas, entre
otras la que sería su segunda casa en la ciudad (antes había vivido en la cén-
trica plaza Mayor), rodeada de una batería de construcciones de diversa uti-
lidad, incluido un jardín de plantas exóticas, novedoso e impactante en la Sa-
lamanca de entonces.29 Allí, pocos años después instalaría la redacción y los
talleres de La Voz de Castilla, su periódico, al que ya he hecho referencia y al
que se hará luego mención.
Por esos mismos años, en 1917 exactamente, compró en Villaverde de
Guareña, el pueblo de sus mayores y de sus años de miseria, Cañadilla, la fin-
ca de sus francachelas y conspiraciones con los generales, y también de sus
experimentos agropecuarios e industriales, a la que acabaría retirándose
cuando su situación económica se tornó adversa.30
Todo indica que las dificultades económicas de Martín Veloz debieron de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 271

sables y naipes 271

agudizarse a mediados de los años veinte y ya no decrecieron hasta su muer-


te acontecida en 1938. A falta de mejores fuentes, el imprescindible relato de
José Venegas —que, insisto de nuevo, vivió los acontecimientos muy de cer-
ca— explica tal situación como resultado de una conjunción de factores. Ve-
loz llevaba un extravagante tren de vida que implicaba despilfarros enormes
y enloquecidos. Además, su fuente de acumulación por excelencia, el juego,
fue cegada por la política restrictiva hacia el mismo del gobierno de García
Prieto, agudizada por la dictadura primorriverista. Y, por si todo ello fuera
poco, la aventura de La Voz de Castilla, imprenta incluida, le ocasionó enor-
mes pérdidas y, según parece, acabó de forma trágica.31 En suma, una ges-
tión patrimonial no precisamente eficiente y más bien disparatada. No sor-
prenderá, pues, que desde temprano, estando todavía en fase de misterios
gozosos, nuestro personaje acudiera reiteradamente al mercado hipotecario,
en mejores o peores condiciones en cuyo análisis ahora no se puede entrar.32
Y tampoco que terminara arruinado, es decir, con un pasivo superior al acti-
vo patrimonial.33

Una vez rico, y ya sabemos en alguna medida el origen de su fortuna, qui-


so el protagonista de estas páginas participar en la tarta del poder— si me
permite el lector llamar a las cosas por su nombre ante la escasísima presen-
cia en el sistema político de la restauración canovista de nociones como servi-
cio público e intereses generales— y se dedicó a la política. Repasemos, con
la brevedad que imponen las circunstancias, los principales datos de su acti-
vidad institucional. Su entrada en escena se produjo en las elecciones al Con-
greso por el distrito de Salamanca, celebradas en junio de 1919, donde obtu-
vo un éxito arrollador frente al candidato integrista, José María Lamamié de
Clairac, que en los años de la República, comos se analiza en el capítulo 1,
tuvo una actividad política y social muy destacada. Supo hábilmente aprove-
char la hostilidad contra este último de los republicanos e, incluso y en aque-
lla ocasión, de los partidos del turno. De su consolidación en el distrito y de
sus todavía buenas relaciones con los políticos dinásticos da buena prueba el
que fuera reelegido, y con amplitud, en diciembre de 1920, teniendo en aque-
lla ocasión por adversario a Primitivo Santa Cecilia, candidato de los obre-
ros. La situación cambió por completo en las elecciones de abril de 1923, las
últimas antes de la dictadura. La fractura en sus apoyos sociales, a los que en
seguida me referiré, unida a su enemistad e incidentes con las familias políti-
cas dominantes explican que perdiera el acta por el distrito de la capital a
manos de Juan Casimiro Mirat, poderoso empresario local que encabezó una
heterogénea coalición contra él, que abarcaba desde Unamuno hasta las fuer-
zas obreras. No obstante, huyendo de la quema, Martín Veloz también se
presentó por el distrito de Peñaranda de Bracamonte y, con algunos apoyos
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 272

272 esta salvaje pesadilla

oligárquicos y por escasa diferencia, fue elegido frente al candidato ministe-


rial Francisco Gómez de Liaño.34
No conviene dejar de resaltar algunos aspectos de esta etapa parlamenta-
ria de nuestro hombre. Veloz fue un político populista y por este lado, el del
populismo —en buena medida rural, de labradores y pequeños campesinos,
con la inherente carga de demagogia y llamada a instintos primarios— vino
muy probablemente el grueso de sus apoyos.35 Por otra parte, su tempera-
mento bronco y sumamente violento, muy dado, en suma, al matonismo, del
que nos han llegado múltiples testimonios, algunos de ellos muy sonados, ex-
plica también, aparte de factores más estructurales, en los que no es momento
de entrar, su enfrentamiento con numerosos miembros de la oligarquía social
y política que, por lo demás, le consideraban como un advenedizo.36 Y, muy
en relación con lo que acabo de señalar, según relata el diario de sesiones y al-
gún destacado parlamentario de entonces, durante sus años en el Congreso
apenas fue protagonista y, cuando lo fue, y no precisamente modélico, su
comportamiento fue atrabiliario, mezcla del militarismo y españolismo me-
nos depurados, como muestra inequívocamente la siguiente intervención:

... porque yo, que he visto batirse gloriosamente al Ejército español; yo, que creo
que la mayoría de las libertades que tenemos se las debemos al Ejército español;
yo, que recuerdo que Daoiz y Velarde ... me produce, no ira, no lo que creen al-
gunos Sres. Diputados, ni siquiera desprecio: me produce un gran sentimiento, y
me lo produce como hijo del pueblo, porque el ejército está compuesto de los hi-
jos del pueblo. Entendedlo bien, en el ejército español es donde más democracia
he visto, donde más la he palpado, donde más la he tocado, donde en las Orde-
nanzas se dice al soldado... (Grandes rumores).37

Del tránsito de Martín Veloz por la dictadura de su amigo, el general Pri-


mo de Rivera, conviene anotar algunos detalles. De entrada, los claroscuros
de la relación entre ambos cuyos pormenores desconocemos por el momen-
to.38 No deja de sorprenderme el que nuestro protagonista no llegara a ocu-
par ningún cargo público en aquél régimen.39 Si pasamos a un terreno más de
fondo, La Voz de Castilla nos ofrece un observatorio privilegiado. Dejando
de lado ahora el que el tratamiento de la figura del dictador fuera siempre
acusadamente encomiástico, el periódico miró con calor e intensidad al
Duce, si se me permite parafrasear la expresión feliz de Rodríguez Jiménez.40
Basten dos ejemplos. El primero, el seguimiento alborozado de la visita a Ita-
lia de los reyes de España, acompañados del dictador Primo de Rivera, a fi-
nales de noviembre de 1923, al año escaso del nombramiento de Mussolini
como primer ministro.41 El segundo, diversos editoriales aparecidos en el
transcurso de la primavera y el verano de 1924 en los que La Voz (de su amo,
es decir, Veloz) optaba rotundamente por la dictadura fascista como fórmula
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 273

sables y naipes 273

mágica para solucionar los problemas de las viejas y caducas democracias


europeas, siguiendo el para ellos esplendente ejemplo italiano. Así, en «El de-
caído parlamentarismo», tras criticar el de Inglaterra y Francia, se escribía:
«Y no se recatan las gentes para profetizar que no tendría nada de particular
que la salvación de la patria viniera a consistir en algo parecido a lo que Mus-
solini consiguió en Italia, y a lo que Primo de Rivera logrará en España» (La
Voz de Castilla, 14 de mayo de 1924). Y en el titulado «Impresiones. El régi-
men antiguo. Mussolini y el fascismo» se alababa este régimen porque iba en
contra «de los odiados gobernantes del régimen viejo y de la amenaza de un
socialismo anárquico que ya estuvo a punto de triunfar» (ibid., 20 de julio
de 1924).
Con la llegada de la República la estrella de nuestro protagonista palide-
ció hasta casi apagarse. Ya se ha dado noticia de sus apuros económicos, ini-
ciados unos años antes. En cuanto a la política, su posición se convirtió en
marginal. En las constituyentes de 1931, en las que aparecía como candidato
monárquico independiente, quedó en último lugar. Tampoco obtuvo un
buen resultado su íntimo amigo el general Queipo de Llano, antiguo conspi-
rador contra Primo de Rivera y todavía republicano ferviente mimado por el
régimen. El que llegaría a convertirse, en tiempos de la guerra civil, en san-
griento virrey de Andalucía ya había probado suerte sin éxito en tierras sal-
mantinas siendo derrotado en el distrito de Sequeros por Eloy Bullón en las
elecciones de 1923.42 Desapareció nuestro hombre en las que se celebraron
en noviembre de 1933, tal vez para no obstaculizar el abrumador predomi-
nio de la CEDA. Y, por último, compareció en las de febrero de 1936, de
nuevo como monárquico, obteniendo también un muy deficiente resultado.43
En las semanas precedentes a estas trascendentales elecciones, desde ambien-
tes cedistas, se le había tildado de candidato pirata y se le había sugerido la
retirada. Pese a proclamar su coincidencia de objetivos con la que él mismo
calificaba de «candidatura contrarrevolucionaria», y pese a la falta de «pren-
sa y dinero», mantuvo la suya en cuya defensa combinaba un monarquismo
trasnochado (ajeno, por supuesto, a todo anclaje constitucional) con el hábil
cultivo de victimismos, el propio, de guerrero esforzado y doliente, y el de sus
presuntos electores, «la pobre y sufrida clase labradora y ganadera de esta
provincia», que tan buenos rendimientos le habían dado en elecciones preté-
ritas.44
Así las cosas, tras todo lo que antecede, se presenta el anexo que —de
mano amiga aunque en términos abruptos— relata los afanes golpistas del
inefable Diego Martín Veloz contra el régimen republicano al que, siempre y
coherentemente, repudió.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 274

274 esta salvaje pesadilla

ANEXO45

Después de estas cosas no tardó mucho tiempo en llegar la sublevación del Gene-
ral Primo de Rivera, el 13 de Septiembre de 1923. Tan pronto como Diego lo
supo se apresuró a enviarle un telegrama que decía aproximadamente. «Sé que se
ha sublevado Ud., dígame si le hago falta, para ir a su lado inmediatamente, sepa
que estoy dispuesto a jugarme la cabeza». Don Miguel le contestó. «Muchas gra-
cias, ahora no hace usted falta».
Con la llegada de la dictadura de D. Miguel Primo de Rivera terminaron sus
negocios, como él los llamaba.
No tuvo más remedio que cerrarlo (sic) definitivamente. Entonces se encerró
en Cañadilla y comenzó a hacer obras de mejoramiento en las que gastó mucho
dinero. Como además él era muy caro y los ingresos muy menguados, no tardó
en resentirse en la cuestión económica. Por lo que tuvo sus diferencias con Primo
de Rivera porque esto (sic) no transigió nunca con los proyectos que Diego tenía
y las reiteradas peticiones que le hizo para que le permitiera poder volver al nego-
cio; y como nunca lo autorizaron a ello, en algunas ocasiones llegó hasta hablar
mal de la Dictadura. A pesar de que D. Miguel era muy bueno y se interesaba por
contentar a Diego. Yo mismo leí algunas cartas en que pude comprobarlo.
Él, Diego, traía de Madrid además lo que le hacía falta y las obras continua-
ron, además de seguir viviendo en abundancia. Cuanto a Salamanca se refería en
materia de política era un coto cerrado donde no entraba nadie más que quienes
él quería, y tanto en la capital, como en la provincia, ponía y quitaba autoridades
a su antojo.
Como todo pasa en este mundo, llegó por fin un día en que cayó la Dictadu-
ra; y pronto vino la República en todas sus consecuencias. Antes se acabaron los
negocios pero quedó algo que los sustituyó. Más adelante, y ahora, aquella co-
rriente se secó en el mismo manantial.
La situación iba presentándose negra y fea, la tormenta estaba encima; él se-
guía recluido en Cañadilla, las obras se habían parado en seco. Es verdad que le
quedaba entre otras la amistad del general Pujdangola (sic)46 y la de Queipo de
Llano; que fueron de los que más hicieron por traer la república, que a él le de-
bían los dos de la cual (sic) más favores pero esto no era lo bastante, necesitaba
mucho más. Si él hubiera sido ya que era un hombre que consentía romperse pri-
mero que doblarse.
Pronto llegó el momento en que no podían cambiarse los papeles, ni cubrirse
los gastos de las casas de Salamanca y Cañadilla. Tuvo que principiar a hipote-
car, ya había hundido la casa de la plaza Mayor y la mayor parte de las fincas.
El discurso se acentuaba de día en día, la cosa iba de mal en peor, él que lo
había sido todo ya no era más que un hombre aislado y sin esperanzas de mejora-
miento. Apenas alguien visitaba Cañadilla. Ni los amigos, salvo escasas excep-
ciones, hacían caso de él. Otros lo trataban de igual a igual y los más se adapta-
ban a las circunstancias apartándose.
Conservó eso sí, aquel valor personal que siempre le caracterizó. Por eso
cuando las cosas se iban poniendo peor, y parecía que el desorden y la violencia
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 275

sables y naipes 275

de las masas yendo en aumento amenazaban destruirlo todo; él estaba dispuesto


a defenderse personalmente o contra todo. A tal efecto, cuando salía de casa,
siempre se acompañaba de dos pistolas cargadas; y en casa tenía en abundancia
armas de todas las clases.
Ahora bien, lo que más le agobiaba era la falta de medios económicos en que
se encontraba. Un día en que un poco más o menos me decía: Necesito trescien-
tas pesetas si las tienes mándamelas mañana. Necesito pagar unos jornales y no
tengo en casa ni cinco duros; ni de donde me vengan.
Contesté de palabra el criado: Di a tu amo que mañana sin falta iré yo. Efec-
tivamente, al día siguiente fue (sic) a llevarle lo que pedía. Hablamos mucho, me
estuvo contando y contando muchas cosas.
Después comentamos la situación interna de España y hablamos sobre lo
que podía llegar a ocurrir. Me debía a mí una cantidad de dinero y me dijo:
«Mira según se van desenvolviendo las cosas no sería nada extraño que hubiera
que perderlas». Se debía esto a que le había yo escriturado unas tierras de (diez
huebras en total) sin pagármelas. Yo, le contesté con serenidad y sangre fría;
hombre por eso no te apures pues el camino que llevan las cosas, me parece que
vamos a quedar todos igual, porque todo se va a ir a pique.
No quiero dejar de hacer presente que referida deuda, me fue abonada años
después por la viuda u los sobrinos a pesar de no haber encontrado ningún justi-
ficante; ni tan siquiera una simple nota.
Se había transcurrido un poco de tiempo desde aquel día en que hablamos
tantas cosas, cuando principiaron a iniciarse para Cañadilla de algunos señores
(sic) que pasaban largos ratos a solas hablando con Diego. Las visitas fueron me-
nudeando según iba pasando el tiempo. Un día, domingo por la tarde, y entrado
el verano me fui a pasarlo con él en Cañadilla. Al llegar le vi la cara alegre ense-
guida me dijo ¡Estoy respirando más satisfecho. La era de la revolución se apro-
xima! ¿Con qué gente podremos contar por aquí? Con nadie, le dije. Eso mismo
me parecía a mí. Contestó él.
Aquel día también me contó muchas cosas que yo no sabía.
Estando una tarde del mes de Agosto en la Estación de Gomecello, un mu-
chacho mío supo que se había sublevado el General Sanjurjo en Sevilla y que se
dirigía a Madrid según algunos comentaristas. En seguida mandé llamar a Caña-
dilla con la noticia.
Se había adelantado y Diego no lo sabía. Le dijo a mi chico. «Monta en la ye-
gua y vete volando a La Vellés. Le dices a Veterinario (sic) que venga en el coche
inmediatamente; pero no le digas lo que has oído en Gomecello». Como lo esta-
ba esperando, mientras llegó, montó en el coche y se fue a Salamanca. Se bajó a
la puerta del cuartel, y entrevistó con el Teniente Coronel de Caballería que era
adicto al movimiento y muy amigo de Diego.
De incógnito se reunieron en una sala de jefes y oficiales de más confianza.
Tomó la palabra Diego, y les habló aproximadamente en estos términos: Seño-
res, ha llegado el momento de intervenir para salvar a España, tenemos que sa-
carla de la angustiosa situación que se encuentra (sic) y nadie mejor que el Ejérci-
to puede hacerlo, es necesario hacerlo por España y por nosotros mismos y
nuestras familias para terminar con el desbarajuste actual, no podemos perder
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 276

276 esta salvaje pesadilla

un minuto, luego ya no tendremos tiempo, tenemos que principiar por esta mis-
ma noche, mientras la vida de la ciudad se paralice un poco, y la cojamos despre-
venida.
Estuvo un buen rato hablando, tratando de calentar aquellos corazones a pe-
sar de que pronto se había dado cuenta de la indiferencia con que eran oídas sus
palabras. Acabó pidiéndole sólo trescientos hombres, con los cuales se compro-
metía a hacerse dueño de la capital, pero no pudo conseguir nada.
Salió de allí amargado y fue a ver a algunos amigos en diferentes sitios, pero
en todas partes encontró la misma negativa y razonamientos y respuestas pareci-
das, ya no podemos hacer nada, es inútil que nos arriesguemos. Y... descorazo-
nado regresó a casa, pasadas las tres de la madrugada.
Poco rato llevaba acostado cuando llamaban a la puerta dos policías, que lle-
vaban orden de detenerle y llevarle a Comisaría. Les mandó pasar y les dijo que
acababa de acostarse, que tuvieran a bien dejarle descansar un rato y luego irían
directamente a la cárcel. Desde allí mismo telefonearon a su Jefe, lo que Diego les
pedía, y como aquél no viera mal, así lo hicieron; es decir, le dejaron y volvieron
unas horas más tarde. Ya les estaba esperando vestido y por la calle les fue con-
tando lo ocurrido aquella noche. Igual hizo en la declaración que después le to-
maron, no ocultó nada de lo que había hecho y de lo que pretendió hacer: Creo
firmemente que estaba deseando que lo fusilaran.
Pero luego, pasado el primer momento de desesperación, renació en él el de-
seo de seguir viviendo.
Como el General Queipo era de la situación, y era muy grande la amistad
que les unía, hablaron por teléfono, le explicó lo ocurrido sin omitir detalle. A
los pocos días salía de la cárcel y venía a Cañadilla. Fuí a verle en la misma tarde.
Tan pronto me vio, me llamó aparte y me dijo: espero vengan a registrar, vente a
la noche, traes un carro de paja para disimular y llevas las armas que tengo allí y
las municiones. Hice según me dijo y guardé en mi casa todo, fusiles, tercerolas,
metralletas, pistolas y demás.
Todas las ilusiones y esperanzas habían pasado esfumándose como nube de
verano; otra vez a padecer y a sufrir. Él, a pesar de ser de ánimo fuerte, se agobia-
ba y abatía. Le vi algunos días totalmente desesperado, y como pasaba mucho
tiempo sin vislumbrarse mejoría en la situación, llegué a temer que en Cañadilla
pasaría alguna desgracia, pero afortunadamente no fue la cosa así.
Le seguía persiguiendo la escasez de medios económicos. Hizo una segunda
hipoteca de todas las fincas que aún poseía, pero ¿qué podía durar aquello? Bien
poco cayendo como caía en vacío. Ni siquiera el rédito podía pagar, pues sólo de
intereses debía treinta mil duros. Podía considerarse arruinado.
Pasado el invierno allá por finales de abril, otra vez volvía a repetirse lo de
antaño. Visitas frecuentes en Cañadilla. Señores de diferentes sitios y clases, gen-
te joven en su mayoría. Cada visita que recibía parecía que le dejaba más alegre.
A mediados de mayo, cinco individuos de Valladolid, vinieron una tarde, se-
gún ellos dijeron, solo por verle, le dijeron que estaba en Villaverde y aquí vinie-
ron. Estaba en mi casa, entraron en una habitación donde estábamos, yo salí ce-
rrando tras de mí. Me llamó Diego, para que oyera lo que hablaban (y oí que les
explicaba: es primo mío y de absoluta confianza), pero yo me negué a entrar,
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 277

sables y naipes 277

pensaba yo que mi presencia podía quitarles confianza, no obstante me situé jun-


to a un falsete que tiene en la habitación, aplicándole bien el oído, además de es-
tar viendo aparte (sic) de los reunidos por el agujero de la cerradura.
Cambiaban impresiones y se contaban mutuamente cómo iban las cosas. Se
preguntaban si contaban con fulano. ¿Está con nosotros remuñano (sic)?, o si el
otro estaba en favor o en contra o indeciso.
Dijeron que tenían prisa por haber estado en Salamanca y esperarlos en Va-
lladolid una comisión de Burgos. Sacamos un jamón y deprisa merendaron y se
fueron. Luego que nos quedamos solos me contaba Diego lo que pasaba. No tie-
nes que contarme nada, le dije, porque lo oí todo. Entre los visitantes, uno era te-
niente y otro capitán; los demás eran paisanos.
Uno de los ayudantes del general Queipo de Llano estaba en comunicación
con Diego, entre los dos se proponían convencerlo para que se sumara al movi-
miento que estaba preparándose. Pero el general se hacía irreductible. Diego opi-
naba que era necesario que con alguna disculpa le trajeran a Cañadilla. Confiaba
en que él no se resistiera si disponía de unos días para trabajarlo.
A últimos de mayo del 36 llegó a Cañadilla acompañado de dos de sus ayu-
dantes para descansar un par de días. Después de hablar de muchas cosas baja-
ron a la huerta, pasaron un rato en las alamedas y luego regresaron a casa. Du-
rante la comida hablaron de la situación y de la vida en España, estaban de
acuerdo en casi todo. Terminaron de comer y la conversación se iba animando,
pues Diego era muy fogoso, uno de los ayudantes tocaba en el extremo, y Don
Gonzalo que no les iba en zaga, años después lo comprobamos todos oyendo por
radio tantas y tantas charlas. Todo marchaba bien en censurar al gobierno, si lo
hacía mal en esto o aquello, o en lo de más allá. Si fulano tenía tal cargo y era un
desastre, si España caminaba a la ruina, etc., etc. Así llegaba al punto más intere-
sante y convencido aunque no por todos. No hay más remedio que sublevarse,
dijo uno de los ayudantes.
Don Gonzalo dando un salto en su asiento, contestó de ninguna manera, yo
no puedo me he sublevado una vez y no volverá a suceder, ni a hacerlo. Diego
tomó la palabra y dijo categórico que su ayudante tenía razón, y que quien no lo
hiciera sería un mal patriota y peor soldado; y que la mayoría de los que no que-
rían sublevarse era por no perder la comodidad. Y cuando encarándose con D.
Gonzalo le dijo que su obligación insoslayable como la de todo español honrado
era salvar España, que se estaba hundiendo por momento, y que él precisamente,
con su pasividad estaba contribuyendo a tal hundimiento como el que más. Pero
que además estaba pisoteando la bandera que había jurado defender y, por con-
siguiente, estaba perdiendo la honra y el honor suyos y de sus hijos; y sin honor
ni honra, la vida era una porquería.
¡Pobre España! continuó Diego ¡Cómo te ultrajan tus hijos! ¿Qué dirán tus
mártires y tus héroes desde sus tumbas?, al ver que pisoteas y desgarras la heren-
cia de Pelayo, del Cid, de Guzmán, Daoíz y Velarde y otros tantos de cientos y
aún de miles.
Vendrán los comunistas que ya llaman a la puerta y otros dentro de casa, y
después de arrastrarnos violarán a nuestras mujeres y a nuestras hijas destruyen-
do nuestros hogares.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 278

278 esta salvaje pesadilla

No puedo creer que seas tan ciego que no veas estas cosas, a ti, no espero que
no te va a servir el que te entregues a ellos te colgarán de un palo, porque a pesar
de todo, más pronto o más tarde te encontrarán sospechoso.
En este punto intervino uno de los ayudantes para decir que estaba comple-
tamente de acuerdo con lo que había dicho D. Diego y que desde aquel mismo
momento Diego sería su único y verdadero General.
Movidas y laboriosas fueron las sesiones y en ocasiones fueron muchos los
que (sic) y las altas voces lo que demuestra que costó mucho trabajo convencer al
General Queipo. D. Gonzalo y Diego pasaron malos ratos porque bien se vio
desde siempre que se querían como verdaderos hermanos.
Recuerdo que muchos años antes, cuando la Dictadura de Primo de Rivera,
estando D. Gonzalo de Capitán General en Ceuta, no sé porque (sic) motivo lo
relevaron contra su voluntad, por cuyo motivo se enfrentó con D. Miguel. Como
Diego era amigo de ambos, le faltó tiempo para intervenir y hacer de mediador, a
tal efecto les juntó para celebrar una entrevista, en ella D. Gonzalo se empeñó en
que tenían que reponerle de nuevo en Ceuta. D. Miguel no accedió a esto pero en
cambio, por intervenir Diego, le daba a escoger entre todas las demás Capitanías
Generales de España, la que él quisiera menos Ceuta. D. Gonzalo no quiso acep-
tar, y se dio de baja temporalmente pasándola mal económicamente; y no lo pasó
bien aunque no tan mal ya que por entonces estaba Diego en la abundancia, ya,
Diego (sic) pronto sublevó teniendo que escapar a Portugal hasta que cayó la
Dictadura.
Con esto ha querido probar la suerte de la fuerte e indomable voluntad de D.
Gonzalo a la vez que la gran amistad que le unía con Diego.
Como venía diciendo costó trabajo que se decidiera a sumarse al Movimien-
to; pero ante los razonamientos de Diego y de sus ayudantes aunque fue muy
duro rendirse no pudo resistir más y se entregó. Antes de salir de Cañadilla dio
palabra formal de que iba a ir a la revolución con todas sus consecuencias. Tan
gran triunfo sirvió a Diego de gran lenitivo en tales circunstancias tan desfavora-
bles para él. De día en día se le conocía mejor semblante.
Hasta septiembre no se pensaba hacer la revolución, pues había que realizar
algunos reajustes importantes. Pero debido a que (sic) los desastres y atropellos
consentidos desde el poder no hubo más remedio que precipitar los aconteci-
mientos.
Mucho fue lo hecho por Diego desde el primer día del Movimiento. En un
principio estuvo pesimista. Creyó en un segundo fracaso por haber fallado mu-
chos resortes, sobre todo la Marina; además de fracasar en Madrid, Barcelona
y casi todo el Norte, Levante y Mediodía, descaladores (sic) en el Alto de los
Leones, etc., etc. En fin la situación real no era para estar optimista y él se halla-
ba al corriente de todo. Sin embargo él escondía lo desfavorable delante de los
demás e infundía en cuantos lo rodeaban ánimo extraordinario, hasta el pun-
to de hacer valientes de cobardes, pues valía (sic) podía tener miedo estando a
su lado.
Durante los primeros días todo eran dificultades en Salamanca, pero mien-
tras aparecía él automáticamente vencían. Hasta el presidente de la Diputación
Provincial hubo de investirse una semana (sic). Todos los días salía por los pue-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 279

sables y naipes 279

blos con un camión para reclutar voluntarios y todos los días regresaba lleno el
camión.
Las primeras semanas, y aún podríamos decir meses, no tuvo noche ni día de
descanso; luego, cuando fue pasando el tiempo, las cosas se iban encauzando y
pudo reposar un tanto.
Tengo que dejar bien sentado que en esta primera época, un tanto desenfre-
nada para algunos elementos poco escrupulosos, Diego tuvo mucha clemencia
con los perseguidos. Quizá en los primeros días no fuera tanto pero siempre pen-
sando en hacer justicia. Cuando alguno se sentía perseguido y recurría a él casi
siempre lo liberaba del peligro a no ser que la cosa fuera extremadamente grave.
Para mucha gente de esta comarca Cañadilla era entonces su refugio. En aquellas
en cierto aspecto desgraciadas circunstancias fue, como si dijéramos, el paño de
lágrimas de muchos. A otros para librarlos de la persecución les situaba en la
frontera. ¡Había tanto que contar con todo esto! ¡Fueron tantos los protegidos a
quienes salvó la vida!
Cuando Villalobos el hombre honrado y bueno por excelencia cayó en des-
gracia yendo a parar a la cárcel, Diego fue el primero que hubo de romper lanzas
en su favor con frecuencia iba a verlo en la prisión animándole y prometiéndole
que mientras él pudiera nada malo iba a pasarle. ¡Buen testigo de ello era su fa-
milia!
Mientras la guerra seguía su curso con victorias y sucesos, diecisiete meses
después de haber principiado le pregunté cierto día ¿Qué te parece? Creo ya se-
guro que ganaremos la guerra. Él no contestó. Todavía no se puede asegurar
nada, ni a favor ni en contra. Es verdad que se ha hecho y se ha ganado mucho,
pero queda aún mucho por hacer.
Pasadas unas semanas principió a ponerse delicado de salud. Era el principio
del fin. Días después de (sic) la enfermedad se agravó y el día 12 de marzo de
1938 tras una breve mejoría murió en su casa de Salamanca a los 64 años de
edad.
Tardó un año largo en terminar la guerra que él había principiado y vivido
con tanta intensidad, entusiasmo y esperanza.
Muchísimas cosas más podían contarse de la vida agitada de este pequeño
Napoleón siempre con lucha. Son tantas las que recuerdan mi memoria que sería
muy largo de enumerarlas, por lo que renuncio a hacerlo. No obstante había una
excepción pues no puedo resistir las ganas que me entran de hacerlo, aunque sólo
sea muy a la ligera.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 280
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 281

9
Casto Prieto Carrasco,
alcalde de Salamanca (1886-1936).
Escritos desde la cárcel
Ricardo Robledo
Universidad de Salamanca

De un lado están los que creen más en brujerías y milagros, que en


las verdades de la ciencia y del trabajo: los que creen que es honra-
do corromper a las gentes comprando votos en las elecciones, que
es inmoral utilizar los enfermos para aprender medicina ... De otro
lado, los espíritus abiertos y nobles para quienes el camino de la
justicia está siempre iluminado, los que ponen sobre todas las co-
sas, las cosas santas de la Humanidad, la sabiduría y la ciencia ver-
daderas ... la salud, la nueva religión del hombre que está reclaman-
do una cruzada ... Pero los de este bando son pocos, muy pocos,
para imponer a los otros la civilización a la fuerza ... y han de resig-
narse a columbrar aún desde lejos el reino de la justicia y a tener fe
y esperanza en que debe ser y ha de ser de este mundo.
CASTO PRIETO CARRASCO, 1922

Una excelente salud ... un día clarísimo y luminoso; este cielo de


Castilla la mansa, azul y brillante como la cara de Dios. ¿Es posible
que bajo este cielo tan bello cometan los hombres, azuzados por ba-
jos instintos y pasiones mezquinas, las enormidades que están ocu-
rriendo? ¿No les inspiran ese cielo tan puro y hermoso ideales de
mayor amplitud?
CASTO PRIETO CARRASCO, lunes 27 de julio de 1936

F ALTABA POCO PARA cumplir los 50 años cuando Casto Prieto Carrasco, ca-
tedrático de Anatomía, alcalde de Salamanca y diputado a Cortes, fue ase-
sinado en la carretera de Valladolid. Con el cuerpo del profesor «como un sig-
no, estaban sus gafas, muertas con él».1 La inscripción de defunción del
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 282

282 esta salvaje pesadilla

Registro Civil de La Orbada, de 29 de julio de 1936 a las 12:30, precisa que


«el cadáver fue hallado en el kilómetro 89 de la carretera de Valladolid a Sala-
manca, fallecido por disparo de arma de fuego».2 A su lado yacía el cuerpo del
también diputado José Andrés Manso, compañero de celda durante ocho
días. Juan Antonio, un labrador de La Orbada, reconoció los cadáveres y los
trasladó en un carro de bueyes al cementerio hasta que años después sus fami-
liares los rescataron.3

[yo] era consciente de que nosotros necesitábamos demostrar que éramos mejo-
res que los rojos, cuyas atrocidades llenaban las páginas de nuestros periódicos.
Por lo tanto, cuando mi tío fue asesinado, no pude dejar de preguntarme por
qué, por defender sus ideales, habían matado a un hombre que no había hecho
daño a nadie, un médico eminente y catedrático de la universidad, un hombre
que había sido elegido para su cargo de diputado.4

Tenemos todavía explicaciones insuficientes para contestar al interrogan-


te de aquel joven de derechas que tuvo que proteger semanas después a Una-
muno a la salida del Paraninfo.5 Los asesinatos de Prieto y Manso, como los
de tantos otros «que no habían hecho daño a nadie», ejemplifican la violencia
selectiva y crecida del dos ojos por ojo. Días atrás, en la víspera de «Santiago
Matamoros», había muerto Onésimo Redondo en una emboscada de las tro-
pas republicanas en el pueblo segoviano de Labajos. Las muertes de estos sal-
mantinos suelen figurar en el debe o haber de falangistas de Valladolid, pero
es improbable que esto se hiciera autónomamente, a espaldas de las autorida-
des o sin el consentimiento de la falange local.
Este desgraciado final rompió las aspiraciones de un hombre que juntaba
en su biografía el orgullo de la tradición familiar con la conciencia de haberse
hecho a sí mismo.6 Casto, hijo de José María Prieto, natural de Sequeros, y Mª
de la Concepción Carrasco, natural de Salamanca, nació en la céntrica calle
salmantina de Libreros el 11 de septiembre de 1886; «como todos o casi todos
los Españoles fue educado en la Religión llamada Católica, Apostólica, Roma-
na [y] confirmado por un obispo célebre, no sé por qué, llamado Fray Tomás
de la Cámara ...; me enseñaron eso que llaman Doctrina Cristiana en un cate-
cismo llamado del P. Astete del que le quedan a uno recuerdos de tortura ...».7
Después de apuntar el dato del matrimonio canónico en 1912 con Ana Carras-
co Robledo en Valverde del Fresno (Cáceres), se explaya en unas reflexiones
que debían dar por más que superada la etapa de seminarista en San Carlos de
Borromeo, dirigido por los jesuitas (1897-1901), «un acto inconsciente fruto
de mi orfandad ... y sobre todo de frecuentar sacristías como monaguillo».
Con una gran honestidad intelectual apuntará en su diario que se siente tan
«admirador de Cristo y de su doctrina» como alejado de «lo que dicen sus mi-
nistros en la tierra» y sobre todo de «las prácticas rituales de la Religión».8
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 283

casto prieto carrasco, alcalde de salamanca 283

Al quedar sin padres, fue la beca del Colegio Menor de San Adrián concedi-
da en 1899 (pensión de dos pesetas diarias) la que le permitió sobrellevar estre-
checes y realizar todos sus estudios, un caso más de la importancia de las rentas
procedentes de esa otra hacienda universitaria, la de los Colegios.9 Después
de anotar las excelentes notas del 4º curso de bachillerato, rescata el recuer-
do de unos sucesos que marcaron a toda aquella generación de estudiantes:

En este curso el 2 de abril de 1903 jueves, fueron muertos villanamente por


la fuerza pública, representada por un gobernador malvado y un policía no me-
nos, representantes de un gobierno de nefasto recuerdo, dos estudiantes Hipólito
Vicente y Federico García. De aquello sólo recuerdo la visión de un charco de
sangre, el odio a la opresión injusta, después que me he dado cuenta no fue sólo
odio sino horror y la satisfacción de ver al pueblo en motín de justicia.10

El título de licenciado (con premio extraordinario) lleva la fecha de 1 de


octubre de 1912; no oculta en sus notas a modo de diario la crítica para sus
maestros: «de toda la carrera sólo conservo el desagradable recuerdo de mi
profesorado, del que puede decirse que no adquirí ni una idea, ni una enseñan-
za práctica, ni una orientación, ni nada». Su vida profesional se inició en el
pueblo cacereño de su mujer, Valverde del Fresno, siguió como médico de la
Beneficencia Municipal de Salamanca en 1918 (n.º 1 de la oposición) y culmi-
nó con la entrada en la Universidad al año siguiente como auxiliar temporal.
Después de intentos fallidos en Sevilla y Madrid, fue nombrado en 1928 cate-
drático de Anatomía de la Universidad de Salamanca. Este hecho tuvo un gran
eco ciudadano como reflejan las crónicas y un nutrido grupo de amigos orga-
nizó un banquete en su honor en el Casino de Salamanca. En el discurso, Prie-
to se acordó de su bisabuelo Clemente Carrasco, liberal represaliado por Fer-
nando VII, mostró su admiración por Villalobos y finalizó con estas palabras:

A pesar de mi apariencia apacible, [mi espíritu] no se avendrá a vivir sin lu-


cha, tanto más cuanto que los tiempos que se avecinan, también aparentemente
apacibles, encierran un fondo de gran inquietud para todas aquellas cosas a las
que he de consagrar mi vida: la Universidad, Salamanca, España, por cuya pros-
peridad encaminada por las sendas de la justicia universal, brindo, haciendo pro-
fesión de un patriotismo tan sentido como el que más lo vocifere.11

Su actividad política se había iniciado cuando «circunstancias bien la-


mentables» le obligaron a formar parte en Valverde del Fresno de un partido
político llamado liberal, «aquello no era política ni liberalismo», mientras
que estaba orgulloso de la actuación política en Salamanca «al servicio siem-
pre de la dignidad ciudadana, de la civilidad, de la libertad y la justicia [de
las] luchas locales contra un hombre corrompido, apellidado Martín Veloz,
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 284

284 esta salvaje pesadilla

por otro nombre Martinillo».12 De estas luchas dan fe sus colaboraciones en


la prensa de los primeros años 20. No podemos dar cuenta de la obra perio-
dística que, aunque no muy amplia, es suficiente para constatar su indigna-
ción por la situación miserable de la sanidad municipal (el tracoma que no se
controlaba en el Hospicio), o las patentes de beneficencia para pobres que
utilizaban los ricos.13 De la campaña de prensa se pasó más de una vez a la
acción, por ejemplo en 1921, con motivo del pleito del Hospital de la Santísi-
ma Trinidad y la Facultad de Medicina; «por esta campaña merecí el honor
de ser procesado por injurias al Ministro de Gobernación». Su conferencia
en la Casa del Pueblo a fines de enero de 1924 sobre la beneficencia pública y
particular resume bien su idea de «socialización de la Beneficencia Pública»
tal como existe hoy. Se refirió a «la religión de Cristo, la religión del amor y
de la caridad» pero no tuvo reparos en denunciar «la beneficencia oficial
que, además de ser un montón de injusticias, de iniquidades y de vejámenes,
llega hasta tomar el dinero impuro del vicio, que no tienen reparo en admitir
damas respetables y virtuosos prelados de la Iglesia».14
Estas huellas de un médico humanista,15 que había sabido salir a flote de
adversidades, materiales y espirituales, con su propio criterio y muy crítico
con el sistema político y social de la Restauración lo aproximan a la llamada
generación de 1914 y explican sus afinidades políticas. Un poco más joven
que Azaña militó en el partido de Acción Republicana, cuya constitución ofi-
cial en Salamanca tuvo que esperar al año 1933, y fue gobernador civil en
abril de 1931, cargo del que cesó cuando fue elegido alcalde.16 Entre las nu-
merosas actividades que exigió su puesto de alcalde, le correspondió desarro-
llar la legislación laicista de la República; bien merece la pena exponer su ra-
zonamiento en el breve discurso cuando fue derribada la tapia que separaba
el cementerio civil del religioso

Puesto que se ha invocado el respeto a los sentimientos católicos, también


había que tener en cuenta y hacer patente el respeto que se debe guardar para los
que no lo son, respetables como los demás ante el misterio de la muerte. Habían
querido, a la vez, dar satisfacción a la opinión pública republicana que exigía
esta medida de laicismo, consagrada en las leyes de la República. Pero al mismo
tiempo habían venido para honrar a los muertos: a los de uno y otro bando, pero
principalmente a los enterrados en el cementerio civil, que en vida y muerte se
significaron por la entereza de sus convicciones.17

En las últimas semanas de su primer mandato gozó del reconocimiento


que supuso el homenaje a su amigo Unamuno al cumplir los 70 años el 29
de septiembre de 1934, con asistencia del presidente Alcalá Zamora y del
ministro Villalobos, pero pocos días después tuvo que soportar el trago más
amargo cuando fue destituido por el gobernador civil por haber expresado
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 285

casto prieto carrasco, alcalde de salamanca 285

en una sesión del consistorio «manifiesta hostilidad al poder público e inci-


tación a la continuidad del estado de agitación por el que atraviesa esta ciu-
dad»;18 como ocurrió en tantos sitios la derecha aprovechó octubre del 34
para recuperar el poder municipal perdido en 1931. De estos sucesos como
de la vuelta a la alcaldía en febrero de 1936 se habla en varios capítulos de
esta obra.19
Prieto Carrasco, como él mismo recordó con orgullo más de una vez, era
descendiente del diputado liberal en las Cortes de 1820 Clemente Carrasco,
que fue destituido de su cátedra salmantina de Instituciones Canónicas hasta
tanto se purificase. Ni en el peor de los sueños pudo haber imaginado, cuan-
do escribió en 1924 sobre las purificaciones blancas de un siglo atrás, que el
Ángel Exterminador y los Defensores de la Fe (aquellas organizaciones ul-
traabsolutistas dedicadas a perseguir a los «negros», o sea a los liberales) se
habrían de transmutar en terror azul para acabar con el biznieto.20
Al día siguiente de que se descubrieran sus cadáveres, La Gaceta Regio-
nal publicaba el artículo «Operación de limpieza», refiriéndose a la anti-Es-
paña de los obreros marxistas y los intelectuales extranjerizantes; para tal co-
metido de limpieza se apelaba a la luz que viene de lo alto, de donde «viene
también el rayo que es castigo y es destrucción».21

Miguel de Unamuno y Castro Prieto Carrasco fotografiados en el ámbito


poético de La Flecha, junto al río Tormes, año 1934.
(Casa-Museo M. de Unamuno.)
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 286

286 esta salvaje pesadilla

ESCRITOS DESDE LA CÁRCEL*

En la presentación de estos escritos, hasta ahora inéditos,22 he optado por si-


tuar primero las cartas enviadas a la familia y luego el pequeño diario que lle-
va como título «Travesía en el Cárcel Provincial, para respetar la fecha de su
elaboración. El alcalde, como ocurrió con las principales autoridades del
Frente Popular, fue detenido el día 19 de julio. Probablemente las dos prime-
ras noches transcurrieron en alguna de las dependencias civiles o militares de
los insurgentes para los trámites de rigor. Lo que sí sabemos con certeza es
que Prieto, Andrés Manso y demás autoridades ingresaron en la cárcel pro-
vincial en el mediodía del martes 21 de julio. La primera carta disponible he
supuesto que se escribiera al día siguiente; alguna nota o encargo debió de
hacerse el día de la entrada para entender las precisiones sobre el avitualla-
miento. Se trata de cartas tranquilizadoras, pensando que está recogiendo ar-
gumentos para alimentar la memoria de la vejez. El día 23 de julio, los re-
cuerdos de su viaje por el Mediterráneo23 lo llevan a imaginar que está
haciendo de nuevo una travesía, metáfora nada forzada por otra parte para
quien conozca la cárcel de Salamanca (hoy DA 2), cuyo plano se reproduce
en la página 151.
El lector por sí mismo tendrá la oportunidad de comprobar la fuerza de un
relato no exento de poesía. Debe de señalarse que las cartas están escritas en
cuartillas que llevan impresos los datos profesionales;24 tan sólo la última de
las cartas, la que lleva fecha del día 28, está escrita en una cuartilla que lleva el
membrete de «El Diputado a Cortes por Salamanca»; no sabemos si se agotó
el otro papel o quería dar fe de la ignominia que se cometía con un representan-
te de las Cortes. Los rasgos de la letra han variado, comunica el importante
crecimiento del número de presos (cuando llegó había 65 y a la semana pasa-
ban de 400) y se despide con un «au revoir» que nunca había utilizado.
La segunda parte es un diario escrito totalmente el día 27 de julio, como
si quisiera dejar constancia para el futuro de aquellos ocho días de julio. Los
rasgos de ironía se mezclan con los del escepticismo «pues no es consolador
el panorama, sea cualquiera el fin de nuestra aventura», escribe al final del
diario. Merece la pena destacar los comentarios de tipo político de los días
24 y 25 de julio, víspera y fiesta de «Santiago Matamoros». Sin duda no hay
texto mejor para reflejar la amargura que le supone la traición de su amigo
Unamuno, con el que había compartido tantas tareas ciudadanas y que había
sido homenajeado por todo lo alto gracias a su empeño. El diario se inte-
rrumpe ese día; el relato de lo que estaba sucediendo en los pueblos al este de
la provincia, donde más intensas habían sido las luchas sociales en el primer
bienio, debió de parecerle un aviso de lo que se avecinaba.

* Nota del editor.


001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 287

casto prieto carrasco, alcalde de salamanca 287

1. CARTAS A LA FAMILIA

[22 de julio de 1936, miércoles]

He pasado la noche bien y he dormido en una celda en compañía de Alba25 y


Manso.26 Hoy no necesitáis traer comida más que para mí, pues Manso ya
solucionó su problema. Café sí debéis traer el termo lleno y lo mismo el té de
la noche, pues tendré que convidar a los compañeros de celda. No dejéis de
traerme las zapatillas y los libros que hay abajo, en la mesilla, apartados por
mí el otro día. Traedme papel para escribir cartas y lo que se me ocurra.
También me traeréis un barril grande, que este chico es muy poco, me lo
traéis lleno de agua de casa.
Supongo que estaréis todos tranquilos como lo estoy yo. Sabéis que so-
porto bastante bien las molestias físicas y en cuanto a las otras, no serán ca-
paces, tan fácilmente, de abatir mi entereza. Me encuentro perfectamente de
salud y eso es lo único importante.
En la comida mandadme no sólo tortillas y chuletas, sino también pata-
tas, lentejas, alubias o garbanzos. No os olvidéis de la lechuga y fruta

CASTO

Cárcel Provincial 23 de julio de 1936, jueves

Querida familia: Como por lo visto puedo escribir, aún cuando no recibir
cartas cerradas, voy a hacerlo hoy, esta hermosa y clarísima mañana de julio,
a la luz de la ventana rejada de mi celda número 2. Las impresiones de esta
hermosura de cielo y de sol, que gracias a la forzada holganza puedo contem-
plar sin prisas, como uno de los pocos beneficios de un perfecto presidiario.
La satisfacción del buen estado de salud, tan excelente a pesar de haber dor-
mido poco la pasada noche, y un no sé qué de esperanza que la calle trae des-
de más allá de rejas y rastrillos, otro pequeño beneficio del buen presidiario;
todo esto da suficiente bienestar para chafar por sí sólo, la perversa intención
de los que gozarán en la sombra de su estupidez y de su maldad con la su-
puesta tortura de mi cuerpo y de mi espíritu. ¡Ah! Si yo no tuviera vuestro
problema, el de todo vosotros, el de vuestra tristeza y encogimiento, cómo yo
no tendría ni la más mínima nube de inquietud. Porque aquí, aparte de que el
problema más grave, el de la responsabilidad del deber de cada momento, se
lo dan a uno resuelto, ya que aquí no hay que pensar en lo que hay que hacer,
aquí, repito, no existe al menos para mí, ni el dolor ni sufrimiento; no sé si
cuando se prolongue esto se me hará intolerable. Hoy constituye para mí una
vida nueva, que me recuerda los inolvidables días de mi viaje en el Mediterrá-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 288

288 esta salvaje pesadilla

neo, ya que allí también está uno preso por el dulce mar, como aquí lo esta-
mos bajo el dulce cielo de mi Castilla, la sufrida. Me parece, en efecto, que
voy a bordo de un barco donde da la impresión de tal, todo lo que sucede: la
vida reglamentada, la convivencia entre los mismos, el modo de entretener el
tiempo... Las diversas sensaciones de anhelo, esperanza o de la melancolía y
temor de los que van a bordo. Sólo los presos no sociales y políticos, los que
aquí llaman comunes, tienen la serena tranquilidad de los estables, que les
hace ser como la tripulación del barco. Son también los que lo cuidan y lim-
pian, y nos sirven y atienden al pasaje, con esa solicitud que da la certeza de
que hemos de vivir juntos algún tiempo; nosotros tenemos, entre otros servi-
dores, uno a quien llaman El Chirri (condenado por una ratería)27 que tiene
un tipo soberbio de marino o cargador de muelles, con sus anchos hombros,
sus tatuajes, su robusto cuello; con esto la ilusión de que estamos a bordo de
un barco es completa.
Sólo hay una cosa que nos aparta un poco de esta ilusión: la entrada de
nuevos tripulantes sin arribar a puerto, cosa que sucedió ayer todo el día;
hoy parece que ha cesado.
No es extraño pues, que me haya interesado sobremanera de esta nueva
vida, que los avatares de la mía me han proporcionado para que al día de ma-
ñana, me sirvan de recuerdos en la vejez. Ya os contaré otro día detalles de
nuestra estancia. Estamos como os he dicho, Manso, Alba, y yo en la celda
número 2, donde hemos dispuesto nuestra habitación plena de buen humor,
de modo que en los 12 metros cuadrados de la misma, tenemos comedor,
cuarto de baño y despacho gracias a mis iniciativas y proyectos que, previos
los planos convenientes, han permitido realizar tal prodigio.28 Ya os explica-
ré cumplidamente.
Con mis abrazos y besos todo mi corazón y todos mis pensamientos

CASTO

Recuerdos de los compañeros de celda.

A bordo de «Cárcel provincial» 24 de Julio 1936, viernes 9 mañana

Después de una espléndida noche de Julio que hemos de abandonar en el pa-


tio (puente), para recluirnos en los camarotes (celdas), con harto sentimiento
por no poder gozar de la placidez de la temperatura y la esplendidez del cielo,
nos dormimos en esta tercera jornada sin que las varias emociones de un día
al parecer tranquilo, en la verdad agitado por encontradas sensaciones, nos
impidan dormir a pierna suelta hasta oír a las 7 de la mañana las campana-
das reglamentarias. Y es que, ya hemos encajado, a mí me es fácil lograrlo, en
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 289

casto prieto carrasco, alcalde de salamanca 289

esta vida monótona, no menor que la de la vida fuera de aquí, aunque nos
parezca ésta menos soportable por ser impuesta y aquella otra, la de fuera,
con su apariencia de libertad engañosa la creamos diferente.
Siempre el recuerdo de vosotros surge como primera oración matutina.
No me es doloroso el recuerdo. En este ilusorio viaje que a bordo de un gran
barco hacemos ¿hacia dónde? Tengo de vosotros esa sensación de ausencia
—sin más— que no logra ennegrecer ese ignorado punto de destino y del fi-
nal de nuestra ruta. Por esto, el recuerdo de vosotros se limita a suponer
vuestro despertar pleno de tranquilidad que da la esperanza de mis noticias
cotidianas.
Hemos de abandonar el lecho para cumplir la formalidad un poco enojo-
sa, quizá la única enojosa, de formar en la fila para el recuento de todos los
días. Mientras, después de esto, nos encontramos los pasajeros unos a otros
para preguntarnos cómo se ha pasado la noche, el Chirri, con mucho cuida-
do y competencia nos prepara y limpia el camarote. Conocemos a los nuevos
pasajeros recogidos en la noche, cual si fuese de un naufragio, o de un puerto
al que arribásemos sin darnos cuenta. Unos traen en su gesto —a más de la
fatiga que los semeja más náufragos— el dolor de la derrota que el cansancio
acentúa. Otros vienen como si hubieran llegado en triunfo, tomando la llega-
da no sólo como un descanso, sino como una conquista. No falta quien si-
mule alegría que no deja traslucir desfallecimiento. Las turbonadas del mar
de la vida, en el que nosotros navegamos ahora tan tranquilos, arroja a nues-
tro barco un conjunto verdaderamente curioso de hombres, cuyo estudio y
análisis siente uno no poder hacer, pero que aún vistos superficialmente ofre-
ce bastante interés y es por sí muy pintoresco.
¿Qué he de deciros de la vida a bordo? El camarote ofrece una tempera-
tura deliciosa y lo mismo de noche que de día, cuidado como nos lo tiene
nuestro asiduo asistente, ofrece un albergue al que nada se le puede pedir. La
cubierta o patios reúnen por la mañana y la tarde la gente que organiza tor-
neos de saltos y carreras, o charlas en corrillos comentando las escasas noti-
cias que llegan a bordo, o se aburren en modorra y sueño, sentados en el sue-
lo. Hay quien no repara en la situación especial del forzado para hacerle
objeto de cuchufletas y bromas, con las que trata de divertir a los demás o
quizá divertirse a sí mismo, huyendo de su propio miedo. El centro del día,
cuando el calor echa a la gente de los patios y el toque de campana lo impo-
ne, se pasa entre el comedor y la siesta los pasajeros de 1ª y la comida y la
siesta los de 2ª. No hay pasajeros de 1ª y suponerlo seria un sarcasmo. Entre
tanto, lectura los que leen, o la peluquería, o la recepción de un nuevo llega-
do que cuenta su pequeña odisea, igual, monótonamente igual en todos. La
noche: la cena del pasaje y tripulación, una nueva formación de recuento y la
reclusión en el camarote a sumirse tras breve lectura, en el piadoso sueño que
es capaz de transformar el mayor horror en ventura y también en espantosa
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 290

290 esta salvaje pesadilla

pesadilla. Yo como siempre estoy en el gozoso y sereno mar de la tranquili-


dad que para vosotros os deseo con un número grande de besos y abrazos.

CASTO PRIETO

«Cárcel Provincial» 25 de julio de 1936, sábado

Continuamos nuestra travesía en un mar tan tranquilo que el barco parece


una gran casa sobre la tierra firme; en la cubierta de popa se goza intensa-
mente la mañana radiante de luz y de azul. El pasaje, considerablemente au-
mentado, circula por cubierta o se sienta como puede. No ha habido hoy
juegos atléticos, no parece la gente animada y sí solo dispuesta a la conversa-
ción, en todos se refleja una cierta ansiedad que no sé de donde viene. ¿Será
quizá esta ignorancia del rumbo hacia donde caminamos que unas veces pro-
porciona el grato bienestar de la quietud eterna y otras el sabor agridulce de
la inquietud futura? La proa del barco constantemente hacia el oriente no
nos dice nada pues, en este extraño barco que nos conduce, no rigen tampo-
co los puntos cardinales del universo material. Abandonemos esas filosofías
para gozar la vida diluida en esta mañana de julio, defendidos del calor que a
esta hora, de las diez de la mañana, comienza a dejarse sentir, recogidos y es-
cribiendo en el frescor suave y la tibia luz del camarote número dos por cuya
ventana sólo ve el añil del cielo castellano. La vida sigue su monotonía en-
cantadora exenta de toda responsabilidad, de todo acto voluntario que no
sea los que derivan hacia el interior donde uno se siente absolutamente libre,
más libre que nunca, para pensar y sentir lo que uno quiera sin que ninguna
apetencia exterior de la vida se lo coarte. ¿No es bastante esto para sentirse
satisfecho? Para mí sí.
Mi única responsabilidad actual soy yo, exclusivamente yo. A vosotros,
mis queridos seres, no puedo dedicaros más que el recuerdo frecuente y esta
hora matinal que os dedico enteramente hablándoos de mí situación. Y ya
veis cuál es, de sana y franca serenidad y satisfacción, pues nada tengo de qué
quejarme porque nada malo me pasa sino es privarme del placer de veros.
Pero esto ocurre en todos los viajes de ausencia y nunca hemos de lamentar-
lo. No puedo quejarme de nada, ni de las causas que aquí me han traído en
las que me he sumergido yo muy conscientemente y por mi propia voluntad y
sin arrepentirme con amargura. Tengo pues cuanto quiero para hacer tolera-
bles las molestias del viaje que no son muchas: la mayor, la rigidez de las for-
maciones para el recuento, pues estamos en un barco cuyo mando es tan solí-
cito, y tan cuidadoso de nosotros que no quiere que ninguno nos perdamos y
nos cuenta cuatro veces al día. ¿Cómo no agradecer esta solicitud y soportar
por ello la molestia que nos causa? Y sobre todo el magnífico estado de mi
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 291

casto prieto carrasco, alcalde de salamanca 291

salud que ni la nariz me molesta en lo más mínimo ¡Qué feliz seria si supiera
que vosotros estáis lo mismo que yo!
Abrazos y besos
CASTO PRIETO

Cárcel provincial 26 de Julio 1936, domingo

Querida Anita: no es de extrañar que el día de hoy, tan limpio y brillante


como los anteriores, esté lleno para mí tan solo con un pensamiento; la fecha
que acabo de estampar a la cabeza de esta carta: 26 de Julio, Santa Ana, úni-
ca fiesta familiar propia, celebrada sin interrupción durante tantos años, que
no nos ha visto separados ninguno y que ha puesto entre nosotros dos este
año, el inesperado valladar de los muros de una cárcel, que a mi fantasía se
antoja barco navegante, como a D. Quijote se le antojaban castillos señoria-
les las ventas manchegas. Pero esto no puede ser motivo de melancolía y tris-
teza si, conservando fuerte el espíritu, más fuerte que nunca, y sano el cuerpo
más que nunca, podemos suplir con nuestra voluntad, lo que la voluntad de
otros hombres han querido romper inútilmente. El dulce recuerdo de tantos
otros días de esta misma fecha pasados en tu compañía me acompañará todo
este día y estoy seguro que tú harás lo mismo; tampoco para caer en la triste-
za, no hay motivo para ello, sino para salir de la prueba más fuertes y poder
revivir lo que nos han quitado, gustando en el placer de las fechas que ven-
drán, la memoria de la Santa Ana de 1936 que no se nos borrará tan fácil-
mente.
Quisiera que vosotros pasaseis el día como si yo estuviese presente, por-
que sabéis que lo estoy enteramente en espíritu. El abrazo y el beso que os
mando hoy tiene toda la significación de mi presencia.
Os mando el único regalo del que puedo disponer: unas florecillas del pa-
tio cogidas por mí y entre ellas una flor del pequeño jardín regado con sudor
del presidiario, que ellas lleven mi felicitación y si al cogerlas y leer la carta
lloráis, que sea de felicidad y alegría porque me hayan proporcionado la oca-
sión de celebrar Santa Ana de esta manera, que si por mi ausencia puede ser
amarga, está dulcemente sublimada porque me permite felicitarte de forma
tan poética y sentida, y no del modo vulgar con que lo hubiera hecho si,
como otros años lo hubiese pasado en tu compañía. Hasta la vuelta de mi
viaje.

CASTO PRIETO CARRASCO

Felicitaciones de Manso, Alba y Eduardo


Os mando también como regalo el papel de plata que me han dado.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 292

292 esta salvaje pesadilla

A bordo del «Cárcel Provincial» 27 de Julio, lunes

No quisiera haber causado con mis sentimentalismos cursis de ayer ningún


estrago. Hay que tener en cuenta que esos sentimentalismos son señal de ve-
jez, como lo es el recuerdo de fechas pasadas y cuando son muchas, no es
que sea mucha la memoria ni el sentimiento, sino muchos los años. Sólo
siento el estrago porque os hizo sufrir como se desprende de vuestras letras
de ayer. No lo hice con esa intención sino todo lo contrario; para mí el re-
cuerdo no es amargo sino placentero, sostén del momento presente que tene-
mos que arropar con recuerdos del pasado y avivar con esperanzas futuras
para que no se nos hiele en el corazón. Y como me siento joven, y aún reju-
venecido al presente pero joven de veras, no de los que ahora hay, no quiero
que supongáis que mis filosofías sentimentales son síntomas del menor des-
mayo.
El día de ayer lo pasamos a bordo bastante bien; nuevos pasajeros, nos
trajeron idea de que el mundo existe. La tempestad de la tarde, que no cau-
só ni la menor zozobra a nuestra nave, rompió un poco la monotonía de
nuestra vida a bordo; nos impidió el paseo sobre la cubierta de popa y nos
recluyó a nuestros camarotes o bajo el puente, paseando protegidos desde
la cabina de mando del oficial de guardia, tan amable como todos desde el
capitán al último tripulante. La asiduidad de nuestros servidores el Chirri,
fornido y en constante actividad, el Garduño29 cuidadoso de nuestro abaste-
cimiento, Lagunilla,30 cándido ratero de unos conejos monjiles y eficaz auxi-
liar de los otros, nos tienen los camarotes limpios, aseados y confortables que
nada más se puede pedir. No hace ni calor ni frío, no molestan los insectos,
que ahuyentamos de vez en cuando con el flit, no tenemos nada que hacer
sino pensar, leer, soñar, vivir solamente para uno. ¿Qué más podemos de-
sear? Mientras en el mundo engañador, odios, combates, sangre, aquí paz,
hermandad y una franca alegría juvenil nada fingida. Creo que debéis envi-
diarnos.
Hasta mañana
CASTO

Cárcel Provincial 28 de Julio 1936, martes

Ayer noche no recibí noticias vuestras aunque supongo que el no tenerlas in-
dica que nada tenéis que decirme.
Un día más y hoy cumple los ocho, se han pasado en este interesante via-
je de ignorado término. El día de ayer tranquilo, como todos no nos trajo
ninguna sensación nueva. El pasaje sigue aumentando, hemos rebasado la ci-
fra de los cuatrocientos. La salud es excelentísima, en mí al menos. En gene-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 293

casto prieto carrasco, alcalde de salamanca 293

ral tampoco hay enfermedades a pesar del acúmulo de la gente. Como me re-
claman para todos los enfermos de la colonia puedo asegurar que la enferme-
ría es escasa y sin importancia.
Nada me decís, si habéis tenido noticias de Valverde31 y qué puede haber
sido de aquella gente. Claro que como vosotros estáis tan prisioneros como
yo, poco o nada debéis saber. Que los muchachos aprovechen tanto tiempo
inactivo para hacer algo útil, pues es estúpido no aprovechar la única ventaja
que estos [ilegible] nos proporcionan.
Au revoir
CASTO PRIETO

2. TRAVESÍA EN EL «CÁRCEL PROVINCIAL». DIARIO DE A BORDO

Martes 21 de julio de 1936

Hacia las doce llegamos conducidos hasta el muelle en un autobús de las lí-
neas urbanas. Magnífico servicio el de esta empresa, cuyo empresario tanto
procuró adularnos.
Tras las formalidades obligadas al pasar a bordo, entrega del dinero, do-
cumentación, registro para el contrabando, pasamos al interior del barco. En
aquel momento poco pasaje. Manso y Alba, Gaite,32 Aristóteles33 y otro po-
licía de Ciudad Rodrigo34 y algunos más. La tripulación, unos 65 hombres.
Habían licenciado aquel día otros cuantos que no hubieran podido convivir
con el pasaje y que necesitaban para otros servicios de tierra.35
Primeras impresiones del barco: la oficialidad cortés y respetuosa. Entre
los pasajeros existentes los hay aterrados. Hay mucha gente que teme toda-
vía las travesías y viajes como un peligro. Yo es la primera vez que lo hago y
nada temo. Los que llegamos en mi expedición, unos 18 ó 20 entre ellos Pa-
redes36 y su hijo,37 venimos animados [Se establece] comunicación con la fa-
milia dándole cuenta de la llegada a bordo y que envíen cierto equipo que en
este extraño barco se hace indispensable. En una de las cubiertas están reuni-
dos los que han llegado antes que nosotros. Con cierto desorden se hace la
primera comida.
La tarde nos trae nuevos pasajeros. Hay dos, Guilarte38 y Don Paco Die-
go,39 que desisten del viaje. No pueden disimular el contento cuando les di-
cen que pueden desembarcar. Son de los que se marearían seguramente. No
se atreven, por ser de noche, a salir y duermen en la enfermería y por la ma-
ñana creo que se fueron.
Conozco el régimen de a bordo: Siesta y silencio de 1 1/2 a 4. Paseo sobre
cubierta de 4 a 6. Cena a las 7. Silencio a las 10. Formación antes para el re-
cuento a las 8 1/2. Estas formaciones son lo único molesto por lo estúpido y
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 294

294 esta salvaje pesadilla

vejatorio. En la tripulación gente curiosa. Escalona,40 el Chirri, Garduño, el


Hostias, el Cocinero, los ordenanzas, porteros, el practicante de enfermería.
Me duermo con la buena compañía de camarote o celda n.º 2, de Alba el
buenazo y Manso tal como es.

Miércoles 22 de julio de 1936

Hemos pasado la noche con cierta intranquilidad, la novedad del sitio las
emociones del día... pero estamos en perfecto estado de salud y por tanto en
perfecta tranquilidad espiritual.
Conozco a los pasajeros, como sé que todos propenderían al desaliento,
me tomo desde el primer momento la resolución de sostenerlos en un sano
optimismo. Mi punto de vista es éste: nuestro objetivo inmediato es cuidar
nuestra fortaleza. Todo lo que no sea comer, dormir y cuidar nuestra perso-
na, es perjudicial. Los de fuera no pueden tener mejor ayuda nuestra que si
conservamos entero y aún aumentado nuestro vigor al final del viaje.
Examino a los tripulantes, sobre todo a los que tengo más cerca. El Chirri
(Julián Montero) llama mi atención desde el primer momento. Viene forzado
en la Galera por no sé que cosas. Es un mozo fornido, de cuello robusto de
anchos hombros, tatuado en los brazos y pecho, de cara achatada pero ni
mucho menos repulsiva. Hombre de un dinamismo extraordinario. No sabe
permanecer ocioso. Cuando hubo poco trabajo a bordo, hizo y cultivó un
jardín que todavía riega y cultiva. Nos coge bajo su protección y nos atiende
solícito. Se disputó el puesto de nuestro servicio con el Garduño (forzado por
homicidio) pero vence el Chirri.
Recibimos noticias del mundo confusas y que nos traen alternativas de
desesperanzas y optimismo. Los de C. Rodrigo siguen siendo la nota triste
por su decaimiento. El día transcurre sin otros incidentes. No quiero llamar
incidentes, porque no merecen tal nombre, la visita que nos hicieron ha-
cer al Capitán del barco y lo que en el despacho del Capitán me hicieron
un notario y el interventor de fondos municipales, por cosas del Ayunta-
miento.41

Jueves 23 de Julio

El suceso saliente del día fue el paso del aeroplano; hacia las 6 de la tarde,
en dirección S. N. y a una altura considerable, pasó un aeroplano que nues-
tra gente tomó por suyo. Tal era el ansia de que algo ocurriera y la esperan-
za de que nuestra liberación iba a venir por los aires, que la gente recibió
con un júbilo considerable al aeroplano. Con tal regocijo se entregó al sue-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 295

casto prieto carrasco, alcalde de salamanca 295

ño el pasaje, no sin que ya ensombreciera la alegría noticias llegadas de la


ciudad, que anunciaban entusiasmos a sus actuales dominadores y que al-
gunos de nosotros interpretábamos como maniobra para deshacer el efecto
del aeroplano. El tiempo nos desengañó de ello al día siguiente (yo escribo
este diario el día 27) si bien la ininterrumpida corriente de buenas noticias
que nos siguió viniendo, hasta ahora, deshizo en parte el mal efecto de la
desilusión.
Pero, bueno, se preguntará el lector ¿si vais a bordo de una nave y de via-
je, qué es eso de liberación y de esperanza? ¡Ah! amigo lector, es que nuestro
viaje, en esta gran nave cuya alta proa se enfila constantemente hacia oriente,
punto cardinal de los amaneceres, de las ilusiones y esperanzas, lleva no obs-
tante un rumbo desconocido, pues no sigue su ruta la brújula conocida, ni la
rosa de los vientos; vamos con rumbo ignoto y nuestra liberación ha de ser
saber nuestro destino y con él, quizá, el término de nuestro viaje. Nuestra es-
peranza y nuestro desaliento corren parejos con este vislumbrar de nuestra
ruta incierta. Tan incierta, a pesar de la seguridad absoluta de la nave que
nos lleva. Todas las noticias son de buen augurio.
La salud y alegría de la colonia o pasaje es pues excelente pese a peque-
ños contratiempos sanitarios, que como médico atiendo con el colega Ma-
nuel Arce,42 el peñarandino valiente que entró con Paco Ruipérez,43 no tan
animoso. También tenemos al médico de [El] Pedroso: Delgado Romero.44
En cada camarote, tres o cuatro forman núcleos o células de esta colme-
na. Nosotros, Manso, Alba y yo ocupamos el 2. En el 1 Cuevas,45 Sotés46 y
Tino González,47 con otros que les acompañan, en las comidas; se dedican a
coger fuerzas para el mañana con toda decisión. No es poco el ánimo que to-
man con el vino de a bordo, bastante aceptable. Se organiza la vida adaptán-
dose al medio, cumpliendo así la inexorable ley animal.
Sigue llenándose el pasaje de nuevos pasajeros ¿Qué puertos ocultos
toma el barco para tomarlos? ¿O son náufragos que recogemos de una tem-
pestad? Más bien son así, tal es la cara de alegría al llegar a bordo o el susto
reflejado en algunos.

Viernes 24 de Julio

Víspera de Santiago Matamoros. Noticias de la ciudad nos anuncian


acontecimientos para el día de mañana, que harán memorable la fiesta, que
un patriotismo ruidoso quiere sacar del olvido hacia donde caminaba.
Por el periódico —gran regocijo nos produce su lectura, no tanto por lo
grotesco de su contenido cuanto por lo que indica— sabemos que mañana
tendrá Salamanca un Ayuntamiento al que van nombrados, graciosamente,
todo el Estado Mayor de los figurones locales; con ellos, luciendo sarcástica-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 296

296 esta salvaje pesadilla

mente su elección popular, la parte incompatible del Ayuntamiento del 12 de


Abril nacido tan limpiamente; esta parte es la osamenta: dos hombres incali-
ficables por hoy, Unamuno y Marcos Escribano,48 que nos abandonaron en
las responsabilidades pasadas tan enormes y se suben hoy al carro del triun-
fador. No puedo menos de confesar, que me amarga la traición, a sí propios;
la de D. Miguel claro, no la del otro botarate. El día que comienza con algu-
na mala noticia, va mejorando tan notablemente que la noche nos acoge ple-
nos de ilusión y esperanza.

Sábado 25 de Julio

Santiago Matamoros. En la plaza Mayor —sabemos al día siguiente por La


Gaceta y a la hora de poner la clásica Mariseca,49 el nuevo Ayuntamiento
constituido al amparo de nuevo Poder que viene de la Ciudad del Cid, escu-
cha las vulgaridades de M. Íscar,50 los denuestos repetidos en las tertulias de
café y casino tantas veces por Unamuno y que éste vierte sobre todos noso-
tros, poniendo en ellos la mala pasión que denuncia y que él sólo siente y los
balbuceos de Marcos Escribano, pero se nota en todos la satisfacción y entu-
siasmo que sólo sabe comunicar el pueblo, cuando escuchan las multitudes y
asisten y alientan con su calor. ¡Qué calor pueden dar los sables, bayonetas
y espuelas! ¡Qué calor un patriotismo abdominal y cretino!
El día de Santiago trajo para los caballeros del apóstol una desilusión y
parece que algo más.
A nuestro barco llegan los rumores de descalabros. El efecto de las pala-
bras enardecidas que desde Madrid nos llegan. Sigue el pasaje aumentando y
con él nuevas inyecciones de optimismo; al par que éste, comienza en noso-
tros una honda preocupación que parece nos va a traer el porvenir, tan hon-
do y grave, que si nuestro egoísmo fuera la norma de nuestra vida no desea-
ríamos nuestro triunfo. Para nosotros el sacrificio no es palabra fingida, al
menos en mí, y a pesar de la carga que encima se nos viene, el deseo del triun-
fo es cada vez mayor.
Por la noche recibimos la visita del Capitán. Cuanto sucede lo tomamos
por cosas de buen augurio, tal es nuestro optimismo.
De nuestra alegría participa la tripulación y la oficialidad. ¡Venturoso día
de Santiago aunque los otros crean otra cosa!

Domingo 26 de Julio

Es Santa Ana, el santo de mi dulce esposa que he celebrado con ella 24 ó 25


años sin interrupción ni contratiempos. No puedo sustraerme a esta emoción
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 297

casto prieto carrasco, alcalde de salamanca 297

que me embarga todo el día y que transmito en la carta que escribo a casa y a
todos mis actos del día.
Con unas florecillas que crecen en los bordes de la acera, en la cubierta de
popa, hago un sencillo ramo y con una flor cogida al pequeño huerto-jardín
que cultiva el Chirri y otros tripulantes.
Recibo un obsequio estimabilísimo de un buen amigo, Luis Clavijo; bue-
no por inteligente, como son los buenos de verdad. Entran El Timbalero51 y
su hijo, los detalles que recibimos son verdaderamente admirables. Interpre-
tamos, cual se merece esta arribada del Timbalero, desde los astilleros de El
Adelanto.
Sigue nuestra preocupación en aumento, al par que muestra alegría. Has-
ta el barco llega olor desapacible de sangre, mucha sangre. Parece que de la
ciudad viene un cierto silencio sepulcral.

Lunes 27 de Julio

Se espera un día tranquilo y escaso de noticias. Así es: los pocos que vienen
confirman esa impresión con que finalizo las notas de ayer. El día nuboso,
anoche hubo tormenta y lluvias, permite la estancia en el patio o cubierta aun
con pleno sol.
Han cesado entre los pasajeros y tripulantes, aquellos juegos deportivos
de los primeros días. Saltos y carreras. Entre los saltarines hay un tripulante
—forzado a galeras por parricidio nada menos, pues mató con su madre y
creo otro hermano, a un padre cruel— que da unos magníficos saltos que son
la admiración de todos. Pues bien, eso ha cesado. La gente deambula, con-
versa, lee, juega a las damas, al mus, a la taba, así valiéndose de juegos fabri-
cados con cartones (la baraja con cajas de cerillas)
En un rincón de la cubierta, bajo una de sus galerías, forman corro apar-
te los pasajeros C.N.T. de aspecto más siniestro, torvo y duro.
Hubo entre ellos uno, desautorizado por todos, que pretendió enredar en
forma que podía ser nociva a la colonia. Manso tuvo el acierto, conociendo
al sujeto, el llamado Choricero, de cortar el mal de raíz con una bofetada.
Seguimos notando una amabilidad extraordinaria con la oficialidad. Ya
he dicho que propendemos a tomar por venturosos todos los hechos. Induda-
blemente el ambiente que se respira no desagrada, pero la ignorancia en que
vivimos del mundo es desconcertante.
Se resiste uno a abismarse en el futuro, pues no es consolador el panora-
ma, sea cualquiera el fin de nuestra aventura. Para alejar eso no hay sino re-
fugiarse en el presente.
Una excelente salud (ni la nariz me molesta lo más mínimo), un día clarí-
simo y luminoso; este cielo de Castilla la mansa, azul y brillante como la cara
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 298

298 esta salvaje pesadilla

de Dios. ¿ Es posible que bajo este cielo tan bello cometan los hombres, azu-
zados por bajos instintos y pasiones mezquinas, las enormidades que están
ocurriendo? ¿no les inspiran ese cielo tan puro y hermoso ideales de mayor
amplitud?
Los pasajeros, náufragos recogidos hoy de Babilafuente,52 nos conmue-
ven con el relato de horrendos asesinatos que indica la ruindad de las almas
humanas. Ni el propio cielo tan bello, de Castilla la mansa, logra disipar
nuestras preocupaciones por el futuro.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 299

10
Desventuras del ex ministro Villalobos,
de la guerra civil al exilio interior
(1936-1955)
Josefina Cuesta Bustillo
Manuel Redero San Román
Universidad de Salamanca

DE LA ÚLTIMA ELECCIÓN PARLAMENTARIA A LA DECLARACIÓN DE GUERRA

«FUI DERROTADO porque estas elecciones tuvieron por característica el ren-


cor. Las gentes de derecha, con espíritu suicida, provocaron una lucha ex-
tremista, y los elementos revolucionarios reaccionaron con igual violencia,
siendo derrotados los hombres que tenemos un sentido generoso y huma-
no de la vida. Es inconcebible la insensatez de las gentes llamadas de orden
al no darse cuenta de que los extremismos de derecha provocan y vigori-
zan los de la izquierda. Sólo un Gobierno de tono liberal podrá salvar a
España de turbulencias y de males que algunos quizá sean irreparables».1
Filiberto Villalobos, al hacer el balance de las elecciones de 1936 en Sala-
manca, lanzaba —¿con qué consciencia?— esta profecía. Era una voz que
clamaba a favor de la «tercera España», la del diálogo y la batalla dialécti-
ca, que parecía zozobrar. Para él, empezaba a hacerse realidad el vaticinio
de su amigo Miguel de Unamuno convertido, tiempo atrás, en «profeta de
catástrofes» cuando había anunciado: «Me pregunta usted cómo va la Re-
pública. La República, o res-pública, si he de ser fiel a mi pensamiento,
tengo que decirle que no va: se nos va. Esa es la verdad... En fin, esto dura
poco».2
En efecto, múltiples guerras privadas estallaron al grito de «¡Viva la Re-
pública!»,3 con el que había terminado, equívocamente, el bando de guerra.
Inmediatamente se iniciará la represión sobre los miembros de los partidos
republicanos y de las organizaciones obreras de izquierda, en especial sobre
socialistas y cargos municipales del Frente Popular, como se ha analizado en
el capítulo 4.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 300

300 esta salvaje pesadilla

CON LA SUBLEVACIÓN ESTALLA LA REPRESIÓN

A juzgar por sus explicaciones y por sus escritos posteriores, el médico sal-
mantino no tenía nada grave que reprocharse en el campo político, si no era
el haber militado en él con una gran dosis de filantropía y humanismo. Pero,
a pesar de los datos de fidelidad a los sublevados que aportará desde la cár-
cel, la represión le tocó muy de cerca los primeros días de la guerra, sobre
todo cuando se enteró el mismo día 29 de julio del asesinato de Casto Prieto
Carrasco.4 El día 3 de agosto, con la huelga de la construcción, terminaba la
resistencia obrera que duraba desde el 19 de julio. El 4 se izaba en el Ayunta-
miento la bandera bicolor y se tenía noticia del bombardeo republicano al Pi-
lar de Zaragoza.5 Villalobos pudo ver el 5 de agosto desde la ventana de su
casa cómo se organizaba en Salamanca un primer acto de desagravio por este
ataque en la iglesia de la Purísima. Le seguiría otro el día 8 en la catedral. Se
habían iniciado las celebraciones religioso-patrióticas que sustentaban el ya
incipiente nacional-catolicismo. Eran las vísperas de la prisión de Villalobos.
La ciudad parecía hervir de militares y comenzaba a celebrar, con liturgia de
masas, las primeras victorias del Ejército sublevado y los episodios bélicos en
los frentes de batalla. Los periódicos divulgaban con amplitud estos actos y
con su actitud preludiaban ya la política de «prensa y propaganda» que más
tarde Serrano Súñer estructuraría.

EL MÉDICO SALMANTINO EN LA TORMENTA

Mientras, sus enemigos buscaban un pretexto para represaliar al ex ministro


republicano. Lo encontraron fácilmente. Se le instruyó un sumario «con mo-
tivo del hallazgo en las oficinas de la Inspección del Retiro Obrero de docu-
mentos y cartas de la juventud socialista».6 Los cargos que se le imputaron de
momento fueron la «negligencia» de no haber vigilado los papeles que tenían
en sus mesas los funcionarios que trabajaban en las dependencias que él diri-
gía. En suma, por apoyo a los revolucionarios. «El 10 de agosto de 1936 fue
detenido e ingresado en la cárcel para responder de su intervención político-
social, imponiéndole una sanción gubernativa de tres meses de arresto y mul-
ta de 50.000 pesetas, que hizo efectiva, y la destitución del cargo de Conseje-
ro delegado de la Caja de Previsión Social de esta capital, Ávila y Zamora,
continuando detenido desde aquella fecha hasta el 21-7-1938», informará el
comisario jefe salmantino en 1939.7 Y la sentencia dictada en la Audiencia
Provincial de Salamanca en 1942 expone en el «segundo resultando: que por
decreto del Exmo. Sr. General de la División, en 30 de agosto de 1936, fue
impuesta al encartado en este expediente, multa de 50.000 pesetas, permane-
ciendo en reclusión gubernativa».8 Fui acusado «por mi negligencia en la di-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 301

desventuras del ex ministro villalobos 301

rección de la Caja de Previsión Social, con motivo del hallazgo de unos pape-
les políticos en la mesa de trabajo de un funcionario de la Inspección del Re-
tiro Obrero, afecto a aquel organismo», dirá él en otro lugar.9 Aunque Villa-
lobos dejaba claro que no era una oficina directamente sometida a su
competencia: «tiene absoluta autonomía e independencia». No obstante,
añadía, «nada he de oponer a la justicia de la sanción que me fue impuesta.
La acato y la cumpliré con fidelidad y respeto».10 El arresto de tres meses en
prisión y la multa de 50.000 pesetas —junto a la destitución del cargo de
Consejero Delegado de la Caja de Previsión Social de Salamanca, Ávila y Za-
mora,11 por el que percibía una remuneración de 10.000 pesetas anuales—12
habían sido en realidad impuestos a Filiberto Villalobos por un decreto que
el Gobernador Militar, Luis Valdés Cabanillas, firmara el 30 de agosto (el
Gobernador Militar, como general comandante de la provincia de Salaman-
ca, tenía delegada dicha competencia del propio Mola. La Junta de Defensa
Nacional, en el decreto n.º 64 que el Boletín de dicha Junta publicó el 27 de
agosto de 1936, atribuía a los generales jefes de los ejércitos en operaciones
el ejercicio de la jurisdicción de guerra en la forma y atribuciones que estable-
cían los artículos 10 y 28 del Código de Justicia Militar).13
Según la sentencia de 1942, la multa tenía un valor proporcional a «la
fortuna del expedientado», que se valoró en 79.189 pesetas.14 Se puede apre-
ciar que la cantidad fijada a Villalobos es de las mayores que por cualquier
concepto se impusieron, salvo la aplicada a Valeriano Casanueva —el dipu-
tado socialista que ocupó un escaño en las Cortes del Frente Popular después
de la revisión de Actas —, al que se le aplicó un embargo de sus bienes valo-
rados en 88.515 pts., y a Salvador Ruipérez y Jesús Ruipérez sendas cantida-
des de 725.677 y 350.000 pts. respectivamente, las más altas que aparecen
en el listado de la provincia.15 Había también otras verdaderamente impor-
tantes.
Los delatores y los verdaderos motivos no han dejado rastro en la docu-
mentación conocida.16 Que la acusación no era fácil —o urgente— lo de-
muestra la fecha de su detención. Fue el 10 de agosto de 1936. Habían pasa-
do los primeros días de los ajustes de cuentas y de la represión incontrolada,
aunque ésta distaba mucho de estar controlada. En el caso del médico y ex-
ministro salmantino, el proceso tuvo todas las características de una persecu-
ción continua durante la guerra, aunque de «guante blanco».
Como era habitual en los primeros meses de la guerra, el cargo alegado
para la detención era sólo el pretexto; los motivos debían ser otros, sobre
todo a juzgar por la prolongación de la prisión y por los nuevos expedientes
que se le incoarían. En la tradición familiar se mantiene que el verdadero mo-
tivo estaba en «la reforma de los estudios de Bachillerato, realizada durante
su período al frente del Ministerio de Instrucción Pública. La campaña con-
tra su persona la inició El Debate en 1935 y culminó en su detención»,17 afir-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 302

302 esta salvaje pesadilla

man. Esta era la campaña pública. El ministro y diputado habría suscitado


oposición a lo largo de su vida pública, a pesar de su talante humanitario y fi-
lantrópico, no sólo por su política educativa. Pudo haber despertado envi-
dias y sembrado derrotados, como en la revisión de actas de diputados a
Cortes de 1936. La propia campaña electoral de 1936 es expresión de una
enemistad manifiesta entre el grupo de la CEDA y el republicano indepen-
diente. Pudo, en su caso, producirse una confluencia de «enemigos» que
aprovecharon la sublevación militar para pasarle factura por sus éxitos polí-
ticos o de determinadas decisiones. Al parecer, Mola era su perseguidor ma-
nifiesto, acaso haciendo suya la enemistad al ex ministro de Instrucción Pú-
blica de los sectores más integristas de la sociedad española. Pero no es ésta la
única explicación. Pues, muerto Mola en abril de 1937, Villalobos seguirá en
la cárcel un año más.
Encontrados los papeles «comprometedores» por los que se le acusa
—no nos consta prueba— en la mesa de un militante obrero, en el edificio
por él dirigido, el propio comisario jefe le llama por teléfono y le cita en Co-
misaría, según las fuentes orales y el texto mecanografiado de D. Enrique Vi-
llalobos. Ambos se conocían. Aquél debió querer evitar el escándalo de sa-
carlo de su clínica en presencia de los pacientes. La conversación telefónica
transcrita por la memoria oral se desarrolló en los siguientes términos: «Lo
siento mucho, pero ahora no puedo ir —contestó el médico republicano—
porque tengo la sala de espera repleta de enfermos». «Usted tranquilo —le
dijo el comisario—. Despache a los enfermos. Coma, y después de comer se
viene por la Comisaría ... Diga Vd. en casa que le traigan un colchón». Puede
resultar cuando menos extraña esta forma de arresto. Pero la realidad era
más dramática que las formas. No faltó algún amigo en el trance. Uno de
ellos, Cándido Casanueva, su contrincante político en las elecciones de febre-
ro del 36, precisamente porque militaba en campo político distinto y estaba
bien apoyado en la nueva situación, enterado de la orden de prisión, le ofre-
ció su coche para llevarlo a Portugal. En la provincia salmantina, también
Diego Martín Veloz, presidente de la Diputación en agosto de 1936, «se es-
forzó por poner en la frontera a algunos perseguidos y refugiar en su “feudo”
de Cañadilla a algunos que se sentían en peligro».18 El exilio portugués fue la
salida de algunos, no muchos, lo mismo que los montes de León o Gredos o
Extremadura. El ex ministro rehusó, alegando que no «temía a la justicia mi-
litar».19 Pero, como ya se había preguntado el Tribunal Supremo años antes,
«¿se trata(ba) de «afán de castigar o de hacer justicia»?20 Presentado el ex-
ministro en Comisaría, allí permaneció diez días, al parecer, antes de ir a pa-
rar a la cárcel provincial. En ese tiempo de sorpresa, perplejidad y represión,
acaso agradeció el colchón que representaba el único calor de hogar. Y agra-
deció, sobre todo, la visita diaria que Unamuno le hacía entre las paredes de
la Comisaría.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 303

desventuras del ex ministro villalobos 303

LA VIDA EN LA PRISIÓN SALMANTINA: DIGNIDAD Y RESISTENCIA

De entre los distintos centros de detención en la provincia de Salamanca, el


médico radiólogo sería encarcelado en la prisión provincial. Había otros en
cabeceras de comarca, como Peñaranda, Ciudad Rodrigo, etc. Se realizaba
en Salamanca el proceso represor general resumido por Pierre Vilar: «Al
principio improvisaciones individuales, después limpieza a cargo de grupos
organizados, luego represión legal menos mortífera».21 Ésta, afectaría a Vi-
llalobos. Aunque el proceso del ex ministro salmantino tiene algunos elemen-
tos específicos, como su estancia en comisaría, no sabemos si por su condi-
ción de ex ministro —nada de lo republicano gozaba de ningún respeto— o
por su condición de personalidad muy conocida, que contaba además entre
sus pacientes a la esposa del comisario. La memoria oral ha permitido trazar
el recorrido de un detenido hasta su ingreso en prisión, en Salamanca. Fili-
berto Villalobos se contó entre la mayoría, que serían enviados a la Comisa-
ría, donde se les sometía a un interrogatorio más sistemático, en el que se in-
cluían los castigos corporales y las «sacas».22 Si superaban estas pruebas el
destino era la cárcel, considerada por algunos, no sin cierto sarcasmo, como
«un seguro de vida», aunque no era nada evidente después de lo ocurrido
con Prieto y Manso. En todo caso, podía suponer librarse de la represión in-
controlada y poder acceder a un juicio, siquiera fuera militar.
Cuando en agosto de 1936 Filiberto Villalobos ingresó en la prisión, co-
nocía la cárcel por dentro, había estado ya en ella dos veces. La primera, en
1903 siendo alumno de la Facultad de Medicina, cuando la Guardia Civil
cargó contra los estudiantes, y algunos de ellos fueron detenidos. La segunda
en 1917, cuando se reunían en la Huerta Otea con los obreros, en su caso
para disuadirles de la huelga, de la que no era partidario, aunque le acusarían
de organizarla.23 La entrada en prisión por tercera vez debió de ser un golpe
duro. Cerrada y a disposición militar quedaba la clínica y desatendidos los
enfermos. La familia, salvo la hija que le acompañaba, estaba pasando «el
verano del 36» en La Toja, y no tuvo noticia de los episodios que se desarro-
llaban en Salamanca hasta su regreso en noviembre, al menos los niños. El
padre siguió escribiéndoles todos los días desde el interior de la prisión, y
procuraba no dar ningún motivo de preocupación.
En la cárcel salmantina, construida a las orillas del Tormes, el radiólogo
se tropezó con una ingente aglomeración, con el hacinamiento, con unas pé-
simas condiciones higiénicas y con un estado de enorme tensión entre los pre-
sos. Los primeros días apenas tenía espacio donde poner el colchón para dor-
mir pues estuvo en una celda con un montón de presos. Tenía que dormir
encima de un colchón sobre el suelo. El recinto penal salmantino, que estaba
dispuesto para alojar unos cien presos, llegó a albergar unos 2.000 durante
los tres años de guerra. En 1936 y 1937 su número superó el millar, confesa-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 304

304 esta salvaje pesadilla

ban los oficiales de Prisiones.24 Y el primer censo oficial de población reclusa


después de la guerra, en 1940, contabilizaba 1.430 internos.25
Hacinamiento que resultó tanto más penoso para un médico. Las enfer-
medades relacionadas con el pulmón y el corazón —bronconeumonía, tuber-
culosis pulmonar y angina de pecho— eran muy frecuentes. A menudo, los
reclusos enfermos se veían obligados a abandonar el recinto carcelario para
ser ingresados en los hospitales de la ciudad, y que Villalobos conocía bien
—Hospital Provincial inaugurado en 1928, «el hospital nuevo», se llamó du-
rante mucho tiempo—, o de otras provincias, especialmente en el Hospital-
Asilo de Segovia. De ellos, pocos regresarían a la prisión, y de muchos se
pierde el rastro con su salida de la cárcel por enfermedad. La hospitalización
de los más graves explica que sólo se tenga noticia de una docena de muertes
acaecidas en la cárcel durante el período de la guerra, y a cuyos agonizantes
pudo asistir el doctor encarcelado. La mayoría de ellas debieron de producir-
se fuera del recinto. Es difícil asegurar las causas de estas defunciones, pues
contamos con deficiente información sobre el análisis epidemiológico y sobre
los diagnósticos claros de las muertes acaecidas. Filiberto Villalobos pudo
conocer en directo estas malas circunstancias higiénicas que contribuyeron a
la mortalidad y a unas condiciones de encierro verdaderamente subhumanas:
hacinamiento en las celdas, patios y pasillos, alimentación deficiente y la ten-
sión permanente originada por las continuas «sacas» de presos y por el duro
régimen penitenciario aplicado. Le llevaron diariamente desde casa la comi-
da, que en muchos casos compartía con otros presos. Acaso lo más dramáti-
co, para algunos, era la perplejidad por el desconocimiento de los cargos que
se les imputaban y, para todos, un destino incierto, injusto y cruel, que osci-
laba entre la pena capital —en caso de producirse el juicio— o las «sacas»
nocturnas, frecuentes. Algunos pagaban con dinero el retrasar la revisión de
la causa, con la esperanza de que el fin de la guerra pudiera suponer una re-
ducción de la pena o, en el mejor de los casos, la libertad.

SUMARIO SOBRESEÍDO, SEPTIEMBRE DE 1936

El 12 de septiembre de 1936 se le comunicó el sobreseimiento del sumario


que se le había instruido a causa de los documentos de la juventud socialista
encontrados en la Inspección del Retiro Obrero, aunque seguía en pie la mul-
ta de 50.000 pesetas impuesta. Al día siguiente, el juez le requirió para que
hiciera efectiva dicha multa, «que con tres meses de arresto es la sanción de
mi negligencia»,26 repetía el encausado. Aprovechó los cinco días siguientes
para reunir el dinero. Villalobos, al no disponer en efectivo de la citada canti-
dad, elevó el día 17 una instancia al general comandante militar de la provin-
cia de Salamanca solicitando un plazo de 15 días para poder reunirla, peti-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 305

desventuras del ex ministro villalobos 305

ción que ya había realizado ante el juez. Le fue concedida. Buscó evitar sos-
pechas de dilación voluntaria: «no la estime como resistencia al cumplimien-
to de la sanción, como deseo de rehuirla».27 Sobre todo presentó ante la au-
toridad militar una cuidada información de su situación económica, que le
impedía pagar. Articuló la exposición de motivos de esta dilación como de-
fensa propia encubierta. Como en futuros escritos, lo inicia con un primer
autorretrato: huérfano de padre, hijo de viuda pobre, estudió con una beca
concedida por la Universidad de Salamanca. No aportó al matrimonio otro
caudal que su título. «Alegaba que después de haber sido diputado a Cortes
desde el año 1918, ministro tres veces y su clínica la más concurrida, no sólo
de Salamanca sino de las demás provincias limítrofes, no disponía de ese di-
nero».28 Y presentó sus cuentas, que no coincidían con las del Tribunal. Sus
ingresos se limitaban a los muy reducidos de la clínica, y al sueldo por la di-
rección de la Caja de Previsión, durante los cuatro últimos años.29 A ello se
añadían los generados por el patrimonio de su mujer. La casa donde vivía y
trabajaba era también bien privativo de ella. Nada decía de su sueldo como
ex ministro, del que se le retenían dos tercios desde que fue encarcelado.
Tampoco con él podía contar para saldar la multa. Lo reclamó y, en agosto
de 1937, la repuesta sería tajante, seguiría privado de los dos tercios mientras
estuviera en prisión.30 Pero antes de noviembre de 1936 la sanción estaba pa-
gada, aunque Villalobos careciera del dinero para saldarla. De nuevo los
amigos estuvieron a su lado. Le prestó dinero el Sr. Ibáñez, personalidad muy
conocida en Salamanca, director de la Caja de Ahorros, y que tenía un co-
mercio en la plaza del Liceo.31
Transcurridos los tres meses de arresto, Villalobos esperaba impaciente
el paso de aquel verano especialmente caluroso y la libertad, por eso retenía a
la familia en La Toja hasta su salida. Impaciente pero no inmóvil. Cuando ya
llevaba un mes entre rejas, además de las gestiones económicas, envió una
carta a su viejo amigo Miguel de Unamuno. Este, dada su posición de acepta-
ción de la sublevación en los primeros momentos, estaba en condiciones de
interceder por él ante las nuevas autoridades. Hacía veinte días que no se
veían, aunque el rector seguía visitando diariamente a su hija. Vivían cerca.
Entre la calle Bordadores y Ramón y Cajal sólo mediaba el palacio de Mon-
terrey con su torre, a la que el viejo rector cantó antaño: «Torre de Monte-
rrey, soñada torre / que mis ensueños madurar has visto, / tú me hablas del
pasado y del futuro / Renacimiento».32
La torre le hablaba ahora del presente y de ausencias, de angustias, de
«calvario». Entre otros, el de su amigo Filiberto Villalobos.

Mi querido D. Miguel: continúo soportando con serenidad mi calvario. Qui-


zá la tranquilidad de conciencia me da esta fortaleza del espíritu. Ni Dios ni los
hombres creo que en justicia pueden acusarme de que no cumplí mis deberes en
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 306

306 esta salvaje pesadilla

la humanidad, haciendo cuanto bien me fue posible, por amigos y por adversa-
rios. Con generosidad de la que sólo pueden acusarme mi mujer y mis hijos. Es-
toy inquieto por la suerte que me reserva el destino. Y no es por mí que tengo la
tranquilidad de los justos. Por mi mujer y por mis hijos que al fin tendrán que co-
nocer la realidad, que les omití para evitarles amarguras y sufrimientos. Para mi
hija Remedios será fatal la noticia y temo mucho por su salud. Si puede V. ate-
nuar mi situación se lo agradeceré en el alma. Es Vd. padre y conoce la pasión
que nos inspiran el amor y el dolor de los hijos. Confío mucho en su autoridad
moral y en la justicia de mi causa. Con todo el cariño que tengo por V. le hago
esta súplica en la seguridad de que será atendida. Le abraza su mejor y más fiel
amigo, F. Villalobos. Le agradeceré que la intervención sea inmediata. Urge mu-
cho una actuación decisiva de V.33

La carta tenía fecha de 10 de septiembre de 1936. No era la única peti-


ción de ayuda que recibió el rector. Cuatro días antes le había llegado otra
carta, también estampillada en la prisión provincial, que firmaba Atilano
Coco, el único pastor protestante que existía en Salamanca. Había sido dete-
nido nada más producirse la sublevación. Le acusaban de masón. Lo era. Fi-
liberto Villalobos le había encontrado en la cárcel, al ingresar. Ambas cartas
se aproximan al expresar una actitud serena ante la desgracia y el tono amis-
toso hacia D. Miguel. Ambos saben que visita a sus familias. Ambos presos
se diferencian por las condiciones de su entrada en prisión. El pastor desco-
noce cuáles son los cargos que se le imputan. Mientras tanto, Villalobos ha-
bía sido informado de su expediente y había buscado el dinero para pagar la
multa, aunque seguía manteniendo la injusticia de su causa.
La siguiente carta de Villalobos ya no llegaría a manos del amigo, sino de
sus hijos, era el pésame por su muerte, el primer día del año 1937. El ex minis-
tro seguía en la cárcel. A pesar de la carta, enorme debió de ser la sorpresa y
perplejidad de Villalobos cuando, pasados los tres meses de arresto, permane-
cía en la cárcel y la familia se tropezó con esta desagradable sorpresa al regre-
sar de La Toja. Transcurridos los tres meses de arresto, el médico no salió de la
cárcel. O más exacto salió, momentáneamente, una vez al hospital por un ata-
que de apendicitis.34 Allí permaneció gran parte del mes de noviembre de
1936, y allí se cumplió su plazo de reclusión, pero no su liberación. Acaso espe-
ró pasar del hospital a casa, pero su esperanza se frustró. Desde el propio Hos-
pital Provincial dirigió una nueva instancia, ahora más desesperanzada, a una
autoridad de máximo rango: al general Mola, jefe del Ejército del Norte. Aquí
arguyó en su favor no sólo razones técnicas, sino ideológicas. Es el escrito en el
que se muestra más afín al Movimiento Nacional. Es difícil trazar la frontera
entre lo que eran alegaciones de compromiso a favor de una pronta liberación
y lo que eran convicciones ideológicas profundas. En todo caso, dadas sus cir-
cunstancias, el documento debe ser tratado con la máxima cautela.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 307

desventuras del ex ministro villalobos 307

FILIBERTO VILLALOBOS ANTE EL ALZAMIENTO

Así pues, en el mes de noviembre de 1936, cuando en el hospital de Salaman-


ca Filiberto Villalobos ha cumplido la condena impuesta de tres meses de re-
clusión y no consigue ser liberado, el ex ministro dirigió un escrito a Emilio
Mola, en su calidad de General Jefe de los Ejércitos del Norte, en el que le su-
plicaba que tuviera a bien concederle la gracia de ser puesto en libertad. Ha-
bían terminado los tres meses de prisión y la multa había quedado pagada:
«También hice efectiva la multa de cincuenta mil pesetas, un mes antes de
terminar la prórroga que bondadosamente me fue concedida. No demoré ni
un minuto el cumplimiento de la sanción económica en cuanto hallé el crédi-
to que necesitaba para hacer efectiva aquella cantidad».35 Los castigos que-
daban saldados.
En la instancia a Mola se presenta como un defensor del movimiento mi-
litar y del Ejército español. No es fácil explicar esta posición en un decidido
republicano, en un ex ministro de la República. ¿Compartía la perspectiva
inicial de Miguel de Unamuno? ¿Era sólo un testimonio de auto defensa o
una convicción a la que había llegado después de las elecciones de febrero de
1936, o ambas realidades a la vez? El propio Villalobos alude, en su instan-
cia, a manifestaciones escritas por él desde marzo de 1936 y a testimonios
testificales «que demuestran plenamente, que estimé el movimiento militar
como necesario para la salvación de la Patria y que antes y después del 19 de
julio no recaté mi opinión, ni mi fervor y mi cooperación al Ejército espa-
ñol».36 También en la prensa salmantina el ex ministro había alertado de las
dificultades que la violencia de la primavera de 1936 suponía para la Repú-
blica española. Conocemos su «limitado» retiro político desde esas fechas.
Como prueba de su actitud alude a una serie de gestos, que si son proclives
hacia el Ejército sublevado, no siempre son voluntarios. Pues hoy es de sobra
conocido cómo las suscripciones y las requisas eran obligadas y su no acepta-
ción se pagaba con la misma pena que la sedición, en algunos casos. De ahí
que los datos que el médico republicano aporta como apoyo a la sublevación
tenían un significado ambiguo. «Espontáneamente contribuí a la Suscripción
Nacional».37 Sabemos que en caso de no haber contribución espontánea ésta
era obligada, luego en todo caso había que contribuir. «Mi clínica de Electri-
cidad Médica y mi casa de Baños se pusieron a disposición de las autoridades
Militares».38
Conociendo la necesidad hospitalaria del primer momento bélico no es
de extrañar que el radiólogo salmantino hiciera de grado lo que si no sería
consumado por la fuerza. Apelando a su proverbial sinceridad añade: «Nin-
gún hecho dentro de la verdad puede colocarme en otra zona que en la más
leal a las Instituciones Militares»39 y recurre, como lo hará más tarde, a testi-
gos notables dentro del nuevo régimen iniciado por los sublevados: «Podría
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 308

308 esta salvaje pesadilla

aportar testimonios de personalidades que ocupan preeminentes cargos en la


actual situación militar y política y que son conocedores de mi posición y
conducta».40 Acaso el escrito fue redactado en connivencia con algunas de
estas personalidades. Sabemos también su relación con Franco desde la revo-
lución de octubre de 1934, en que Villalobos ocupaba la Cartera de Instruc-
ción Pública. Podemos conjeturar, en efecto, que para un republicano refor-
mista y de centro, que había aceptado participar en un Gobierno con la
CEDA en las difíciles fechas de octubre de 1934, el advenimiento del Gobier-
no del Frente Popular suponía una radicalización de la política que podía
aconsejar una rectificación. Incluso pudo, lo mismo que su amigo Unamuno,
aceptar lo que parecía ser uno más de los múltiples golpes de estado para sal-
var «la civilización occidental» como afirmara aquél y luego divulgará Fran-
co. Pero es difícil admitir que un ministro republicano —no incluido en la
CEDA— se adhiriera a la sublevación militar. Los hechos que cita como pro-
batorios de su lealtad eran comportamientos obligados, impuestos por los
nuevos «señores de la guerra», como la obligatoriedad de contribuir y de ce-
der a la requisa todo tipo de pertenencias a su servicio. Y sobre todo se apo-
ya en pruebas testificales, a las que apelará en todos sus escritos de autode-
fensa. En verdad tenía buenos amigos entre los defensores de Movimiento
Militar. Además, el hecho de reclamar la parte del sueldo de ex ministro que
se le retiene en Hacienda supone una forma larvada, pero real, de resistencia
a contribuir. De hecho, no invocará estos argumentos en ninguno de los es-
critos posteriores, acaso prueba de su carácter de circunstancias. Su objetivo
es claro y lo expresa directamente al final del escrito: «Suplica ... me sea con-
cedida la libertad que estimaré como beneficio inapreciable, como reconoci-
miento de mi lealtad al Ejército y como un honor para dentro de mi modestia
y en la actividad que fuese, cooperar con el mayor fervor al triunfo del Ejérci-
to nacional».41
La dureza y arbitrariedad con las que de forma tan extrema las autorida-
des se habían conducido en la aplicación de la justicia represiva habían que-
dado claramente puestas de manifiesto en Salamanca con la detención del
ex ministro. Difícilmente podía un hombre como Filiberto Villalobos ser
acusado —como, en definitiva, lo fue— de haber contribuido con su inter-
vención en los asuntos públicos a enturbiar y radicalizar la vida política de la
Segunda República («Si han detenido a don Fili, ¿a quién no podrán dete-
ner?», comentaba la gente).42 Filiberto Villalobos había representado una
política de carácter liberal que además tenía una dimensión social moderada-
mente reformista. Una política, sin embargo, que había terminado por en-
frentarle muy fuertemente, desde las elecciones de noviembre de 1933, con
grupos poderosos de la derecha salmantina que la CEDA representaba y,
desde las del Frente Popular y no de forma tan directa ni tan acusada, con al-
gunos sectores radicalizados de las bases del PSOE.43 De esta forma, Filiber-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 309

desventuras del ex ministro villalobos 309

to Villalobos, un político que en realidad pertenecía a una época del pasado


en la que la movilización política no había alcanzado tan elevada intensidad,
había acabado por sentirse superado por la dinámica que imponía el desarro-
llo de los acontecimientos y, desde la primavera de 1936, por abandonar
prácticamente la actividad política.44 España estaría viviendo, según se ex-
presaba el ex ministro a través de la Asociación de Amigos de la Escuela y el
Niño a la que en aquéllos meses estaba muy entregado, las horas más difíciles
y trascendentales de sus últimos cien años. Las pasiones políticas, que con
tanta fuerza se habían desatado en el país, estarían provocando una situación
en la que predominaban el malestar, la inquietud y los resentimientos.45
Esta visión desesperanzada de la realidad política del momento le había
llevado a refugiarse en una posición en la que, por hallarse fuera del campo
de la política, se había quedado sin política que defender y a proponer a cam-
bio soluciones de tipo moral y religioso —como, por ejemplo, practicar
obras de caridad—, que él apreciaría como prácticamente las únicas que en
verdad podían conducir de nuevo a España por la senda de la concordia y de
la paz.46
Es, en fin, en este contexto en el que habría que situar las frases laudato-
rias hacia el Nuevo Estado, que la antes referida sentencia de la Audiencia
Provincial de Salamanca de 23 de octubre de 1942 recoge que hubo pronun-
ciado, o el apoyo que al «Alzamiento Nacional» habría prestado, y del cual
él mismo había informado a Mola en el también ya citado escrito que a éste
le envió a mediados de noviembre de 1936. Pero cabe realmente en todo caso
considerar la hipótesis de que tanto aquéllas (las frases laudatorias hacia el
Nuevo Estado) como éste (el apoyo al «Alzamiento Nacional») no fueran
compromisos reales que con el golpe militar hubiera adquirido, sino argu-
mentaciones sin ningún tipo de referente externo que, debido a las circuns-
tancias tan extraordinarias en las que entonces se llegó a encontrar, él sintie-
ra la necesidad de emplear con vistas a rentabilizar mejor su defensa. La
investigación que hasta el momento se ha llevado a cabo para comprobar la
veracidad de las referidas argumentaciones permite mantener con no pocos
fundamentos dicha interpretación. Además, ésta se refuerza al comprobar la
desconfianza que las nuevas autoridades franquistas continuaron teniendo
hacia el ex ministro durante los tres o cuatro años posteriores a su salida de
la cárcel. Filiberto Villalobos estuvo secretamente vigilado durante dicho
tiempo por la policía y la Guardia Civil (se tiene conocimiento, por ejemplo,
de que, a comienzos de agosto de 1940, el médico salmantino, pese a dispo-
ner de un salvoconducto que le permitía viajar hasta Cercedilla (Segovia),
con el fin de visitar a un familiar suyo que se encontraba enfermo en el sana-
torio de Fuenfría, fue estrechamente espiado por la Guardia Civil).47
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 310

310 esta salvaje pesadilla

«CONTINÚO PRIVADO DE LIBERTAD», NOVIEMBRE DE 1936

No le valió de mucho su defensa, por ahora. Pues desde el hospital volvió a la


cárcel. A partir de noviembre continuó D. Filiberto detenido gubernamental-
mente, bajo la jurisdicción de Mola y a disposición del gobernador civil (que
en aquel momento era un militar). No obstante, se mitigó la dureza de su régi-
men. Al incorporarse de nuevo a la prisión, le pusieron en una celda especial
separado del resto de los compañeros y amigos detenidos. Había dejado de es-
tar hacinado y, aunque las condiciones carcelarias eran las mismas, él fue alo-
jado con mayor independencia y cierto privilegio. La celda «especial» que
ocupaba era un cuarto de baño. Allí iban metiendo a los «presos distingui-
dos». «La compartió en primer lugar con D. Pelayo García Olay, secretario
de la Embajada española en Roma, que se había descuidado unos días en ad-
herirse al Movimiento. Y por este motivo fue encarcelado y denunciado».48
Un día antes del bombardeo de Guernika, el 25 de abril de 1937, es detenido
Hedilla, después de los episodios de los «siete días de Salamanca» y de los
avatares de la Unificación. Al parecer, fueron compañeros de celda «privile-
giada» y de confidencias. «Lo mismo que con Garcerán, otro falangista al que
también lo encerraron».49 Pocos más gozaron de unas condiciones de reclu-
sión algo menos infrahumanas. Él, con cierto trato de favor, podía seguir los
acontecimientos de la guerra, según los narraba la prensa, que leía mientras
otros jugaban a las cartas. Además conocía la evolución política no sólo por
las noticias censuradas de la prensa, también en directo por alguno de sus pro-
tagonistas —como podemos comprobar— y por muchos de sus testigos.
Transcurrido diciembre de 1936 sin la ansiada libertad, pasó la Navidad
separado de su familia, que estaba en la casa salmantina. «En el mes de di-
ciembre falleció repentinamente (Unamuno). La noticia de la muerte, al ser
conocida en la cárcel, produjo honda pena en la mayoría de los que estaban
allí encerrados. Y en particular a D. Filiberto que vivó una de las jornadas
más tristes de su reclusión, al perder a un amigo y admirado, no pudiendo ni
tan siquiera acompañar sus restos hasta el nicho del cementerio donde fue
enterrado, muy cerca donde años más tarde sería enterrado Villalobos», re-
cuerda su hijo.50 Debió de sufrir al perder un amigo y maestro en el pensar. Y
así se lo hace saber a los hijos del amigo. El 1 de enero de 1937 no fue día de
felicitaciones, sino de pésame.

Para los hijos de D. Miguel de Unamuno: Mis queridos y buenos amigos:


murió vuestro padre estando yo lejos de él; pero teniéndole siempre en mi pensa-
miento y en mi corazón. No quiso el destino que le acompañara en la hora de su
muerte, aunque fui su amigo más fiel durante la vida. Vosotros le debéis la exis-
tencia. Yo aprendí en sus doctrinas y en el alto y noble ejemplo de su conducta,
mi fortaleza espiritual y la concepción moral que tengo de la vida. La grandeza
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 311

desventuras del ex ministro villalobos 311

de su alma no pudo remitir este período tristísimo de nuestra historia. Dios le li-
bró de las pesadumbres y de las angustias que le ocasionaron los hombres, lle-
vándole con vuestra santa y buena madre a la mansión de los justos. Vuestro do-
lor es el mío que comparto con todo el cariño que tuve siempre para él y para
vosotros. Su recuerdo nos acompañará durante nuestra vida y honraremos su
memoria, siendo dignos vosotros del nombre que os dio y los que fuimos sus
amigos fieles y leales, correspondiendo con nuestra conducta al afecto que nos
prodigó constantemente. Con la expresión de mi sentimiento, recibid un abrazo
cordialísimo de vuestro mejor amigo, Filiberto.51

La carta, profunda y sincera, expresa el dolor y la deuda, la admiración y


la pena por la ausencia, la amistad inquebrantable. Sobre todo, la carta rezu-
ma amistad: «fui su amigo más fiel durante la vida», «los que fuimos sus
amigos fieles y leales». Con esta dolorosa obertura, debió de hacérsele largo
y penoso el año 1937, todo él en la prisión.
La cárcel era ahora su consultorio. Aunque no era el único médico encar-
celado, Villalobos ejerció como médico de los prisioneros, por lo que se reco-
rría las galerías y conocía a muchos de los presos: «ya que ... está ejerciendo
como médico de la Prisión y a esto es a lo que se dedica en la misma», según
declaración personal suya.52 Resume la memoria oral: «En la cárcel fue trata-
do con consideración. No le hacían formar con los presos y podía hacer la vi-
sita médica por todas las galerías. Realizó en ella, igual que lo había hecho
siempre, una labor humanitaria y caritativa, asistiéndoles en sus enfermeda-
des, animando a los decaídos, redactando los escritos de defensa a los que no
sabían hacerlo, hablando a favor de ellos a los jueces, compartiendo la comi-
da —que le llevaban de su casa— con los más necesitados. Fue el alma de los
centenares de presos que llegó a albergar la cárcel de Salamanca».53
También el médico republicano debió de conocer más a fondo las calami-
dades físicas y morales que se encerraban en la cárcel y en la sociedad. El ayu-
dante que le adjudicaron para acompañarle en las visitas médicas, era un jo-
ven que estaba allí denunciado por su propio padre, al parecer para poder
cobrar éste la herencia de su esposa muerta que correspondía al hijo. Como
médico, debió de asistir, pues la cárcel carecía de médico forense, a los con-
denados a muerte, y en las visitas a los pabellones percibiría los huecos que
dejaban las sacas. El mayor número de los condenados y ejecutados en la pri-
sión fue acusado de delito de rebelión, seguido del de tenencia de armas, que
por las fechas en que se imputan, fueron atribuidos fundamentalmente a los
que resistieron a la sublevación militar los primeros días, en julio de 1936.
Mientras tanto, el ex ministro republicano parecía estar a merced de
Mola. La memoria familiar ha retenido que fue Mola el principal enemigo de
su padre y transmite la persecución de aquél y la protección de Franco.54
Pero esto no explica toda la realidad. Pues si el general Mola hubiera sido su
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 312

312 esta salvaje pesadilla

único persecutor, la suerte del médico habría cambiado con la muerte súbita
de aquél, en accidente aéreo el 3 de junio de 1937. Franco tenía poder sufi-
ciente para haberlo liberado, pero permaneció en la cárcel todavía más de un
año. Además, en la imagen que poseemos del dictador después de sus varia-
das biografías, sabemos bien que no le temblaba la mano al firmar el «Ente-
rado» de las penas de muerte. No se caracterizó por su clemencia, ni siquiera
ante los que podían considerarse sus amigos o compañeros.

DENUNCIAS EN LA CÁRCEL

Muerto Mola, Villalobos siguió en la cárcel todo el año 1937 y gran parte del
38. Días después de la muerte de aquél, se celebró el Consejo de guerra con-
tra Hedilla, su compañero de cárcel, y fue condenado a muerte. El suelo de la
celda debió de temblar bajo los pies del doctor Villalobos, al percatarse de
que esa podía ser también la suerte destinada a los mejores colaboradores del
Alzamiento. El dirigente falangista sería indultado después.
El médico, al parecer, no prodigaba las conversaciones con los encarcela-
dos ni fomentaba los paseos por el patio central con ellos.55 No por ello se li-
braría de ser objeto indirecto de denuncias. Entre las miserias morales de la
guerra, ésta es una forma de venganza, de autodefensa de los débiles o de los
que temen por su vida. En la cárcel de Salamanca coincidían los «presos polí-
ticos», objeto de la represión, y los presos comunes en el patio central; los
condenados a muerte salían al patio chico. Entre los comunes pasó por la
cárcel un ciudadano de derechas, vecino de Navamorales, acusado de des-
acato a la autoridad local. Villalobos le conocía desde hacía tiempo. Se salu-
daron y despidieron en la sala de oficiales al entrar y salir aquél de prisión,
según confiesa el propio médico. Aquilino, que así se llamaba el vecino de
Navamorales, un conocido conservador «de buenos antecedentes e ideología
derechista»,56 a la salida de la cárcel, a fin de junio de 1937, denunció que en
el patio central de la misma

se oía sin recato alguno que Bilbao no se tomaría por el Ejército Nacional, que el
General Mola no había muerto de accidente, sino que había sido copada toda la
fuerza y que habían muerto con dicho general; que S.E. el Generalísimo Franco
se estaba curando de una herida sin saber dónde, que le causaría su baja y que
con esto quedaban los dos mejores generales fuera de la guerra teniéndola así
perdida de todo punto ... que había oído conspirar a varios reclusos contra el
Ejército y el Glorioso Movimiento Nacional; que estaba tomada por los rojos la
capital de Segovia y la de Ávila estaba sitiada por los mismos ... y que los reclusos
en coro y tono burlesco (decían) estas palabras: «Se va a tomar Bilbao ¡Miau!» y
otras cuantas frases todas de tono de burla contra el Movimiento Nacional ...
que la guerra tenía que ser ganada por los bolcheviques ya que todo el dinero de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 313

desventuras del ex ministro villalobos 313

España se hallaba en su poder y además que Rusia tenía más dinero, armas y ma-
terial bélico que todas las demás naciones que se pusieran contra ésta —y aña-
día— ... causándole asombro de que esto ocurra en una cárcel provincial en las
actuales circunstancias.

El propio denunciante y los testigos de la denuncia no llegaron a ponerse


de acuerdo si en el transcurso de ésta mencionó los nombres de los que había
visto en la prisión o de los que pronunciaban tales afirmaciones. Villalobos,
que conocía al vecino denunciante, según su testimonio, se vería envuelto en
la denuncia después. Ésta también salpicaría al director y a los oficiales de la
prisión por permitir semejante indisciplina verbal. Todos negaron estas acu-
saciones, que en el fondo no tenían autor, o si lo tenían era anónimo: «se de-
cía en el patio central de la cárcel»...Todos —presos y guardianes— negaron
la acusación.57 Se trataba de un comentario malintencionado orquestado por
el secretario del pueblo. Filiberto Villalobos hubo de declarar entre los en-
causados, y sin negar que conocía al autor de las acusaciones se desmarcó de
él y de las circunstancias de la acusación: «sin que durante el tiempo de per-
manencia en la misma —de Aquilino— tuviera ninguna otra conversación
con citada persona manifestando igualmente el declarante que nunca sale al
patio donde se encuentran los reclusos para no tener conversaciones de nin-
guna clase con ellos, ya que el declarante está ejerciendo como médico de la
Prisión y a esto es a lo que se dedica en la misma».58 Desde entonces se corrió
por la ciudad un gran temor con las palabras pronunciadas en prisión; «no
hables» decían las notas que algunas esposas introducían en el paquete diario
de comida a sus maridos encarcelados. La causa fue sobreseída porque «no
se puede acusar concretamente a persona alguna». De todo el proceso quedó
claro el hacinamiento de la cárcel —la descripción del director es la más ajus-
tada—, la imposibilidad de vigilar las conversaciones en el patio central, el
descontento de los presos con los sublevados que los encarcelaban, la dela-
ción como forma de venganza, de adscripción política o de deseo de lavar los
propios delitos, la ruindad de los que querían medrar a costa de la nueva si-
tuación y el peligro permanente que acechaba a los sospechosos de «izquier-
distas» y a Villalobos a cada momento.
No todo eran acechanzas. Durante su encarcelamiento, el médico seguía
recibiendo la visita de algún amigo que había contribuido a la sublevación,
aunque la presencia y las buenas palabras tampoco proporcionaban libertad.
«Cuando Villalobos hombre honrado y bueno por excelencia cayó en desgra-
cia yendo a parar a la cárcel, Diego (Martín Veloz) fue el primero que hubo de
romper lanzas en su favor, con frecuencia iba a verlo en la prisión animán-
dole y prometiéndole que mientras él pudiera nada malo iba a pasarle. ¡Buen
testigo de ello era su familia!».59 Martín Veloz murió pronto. La muerte le lle-
gó el 12 de marzo de 1938, cuando Villalobos aún seguía en la cárcel a la que
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 314

314 esta salvaje pesadilla

había sido condenado por tres meses. Desde la misma cárcel le recordará:
«Hubo un hombre, generoso y magnánimo, D. Diego Martín Veloz, que con
emoción fraternal que nunca olvidaré, me prodigó la ternura de su afecto y
la más noble y abnegada protección».60 Pero había perdido otro apoyo.

EL LARGO CAMINAR POR LA JUSTICIA REPRESIVA

El médico salmantino no había sido sometido a la más represiva de las justi-


cias entonces aplicables —aquella que representaban los Consejos de
Guerra—, lo que podía haberle acarreado la imposición de hasta la pena má-
xima o una sentencia a cadena perpetua, pero la represión que sobre él reca-
yó no se circunscribió únicamente a su reclusión en la cárcel (que fue larga), a
la multa antedicha (que fue muy elevada)61 y a la citada destitución del cargo
de consejero delegado de la Caja de Previsión Social (destitución muy senti-
da, no tanto por la pérdida de la remuneración que su desempeño conllevaba
cuanto por la mucha pasión que en el ejercicio del mismo había puesto). Le
afectó también aquella otra justicia represiva que en general tenía como obje-
tivo la penalización material de todas aquellas personas que habían llevado a
cabo algún tipo de actividad política o sindical en organizaciones de izquier-
da —pese a que él hubiera sido un político centrista—, y, en particular, en las
que se integraron en el Frente Popular o se adhirieron al mismo.62 Dicha jus-
ticia se desarrolló en aplicación del Decreto de 13 de septiembre de 1936, que
disponía la incautación de los bienes de quienes hubieran «causado daños o
perjuicios de cualquier clase» como consecuencia de su oposición al triunfo
del golpe militar y contemplaba su embargo como medida precautoria; del
Decreto-Ley de 10 de enero de 1937, que instituía una Comisión Central y
comisiones administradoras en cada provincia —formadas por un magistra-
do de la Audiencia, el gobernador civil y un abogado del Estado— para lle-
var a cabo las incautaciones y los embargos; y de la Ley de Responsabilida-
des Políticas de 9 de febrero de 1939, que afectaba a todos aquellos que
desde el 1 de octubre de 1934 al 18 de julio de 1936 hubieran cometido actos
que las nuevas autoridades consideraran como subversivos.63
En fecha que hoy resulta difícil de precisar, pero que debió de producirse
después de que en la cárcel llevara una larga temporada porque hasta abril de
1938 él no presentó el escrito en el que se defendía de los cargos de los que se
le imputaba,64 se le instruyó al ex ministro un expediente de incautación que
llevó aparejado el embargo de sus bienes (al menos de la casa sita en el n.º 1
de la calle Ramón y Cajal, en la que hasta el año pasado vivió y pasó su con-
sulta su hijo Enrique, y de sus cuentas corrientes)65 y una nueva multa que,
por valor de 27.000 pesetas, él pagó —ya después de haber salido de la cár-
cel— el 5 de octubre de 1938 (no es de descartar, no obstante, que esta se-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 315

desventuras del ex ministro villalobos 315

gunda multa no estuviera afecta directamente al expediente y fuera también


gubernativa).66
El 2 de abril de 1938, cansado de estar en la cárcel y después de bien me-
ditado el escrito, Villalobos responde «a los cargos contra él presentados».67
Preparó el pliego de descargo de «los cargos que verbalmente me expuso U.
S. (el juez que presidía la Comisión Provincial de Incautación de Bienes del
Estado) al prestar declaración en el expediente de incautación de bienes que
se me instruye».68 Su ánimo está menos entero que cuando escribió a Una-
muno en septiembre de 1936 y aún no conocía las acusaciones de fondo. Le
duele Salamanca.

He de confesar que me produjeron impresión tristísima la mayor parte de los


cargos que se formulan contra mí. Que estos cargos se me hicieran en una ciudad
extraña a Salamanca, podría disculparlos por impulso de la pasión, por descono-
cimiento de mi condición personal y de mi conducta. Pero que se me hagan en Sa-
lamanca a la que ofrendé generosamente mi vida, mi salud, la tranquilidad de mi
hogar y el patrimonio de mi mujer y de mis hijos, llevó a mi alma la más doloro-
sa de las amarguras.69

No le quebrantaba tanto la condena como el conocer su origen. Respecto


a los cargos que sobre él pesaban, según sus manifestaciones, Villalobos no
dispuso de un pliego de cargos, que podía tener carácter administrativo, ni de
un Acta de acusación de naturaleza penal. Se pueden entresacar del «Escrito
de descargos» precisamente porque los rebate. Podemos sintetizarlos, al me-
nos, en una decena: 1. Haber pertenecido a la masonería. 2. Su hostilidad a la
Iglesia. 3. Las obras realizadas en los pueblos. 4. Haber hecho alianzas elec-
torales. 5. Convertir en feudo el distrito de Béjar. 6. La utilización del presu-
puesto del Ministerio de Instrucción Pública. 7. El haber sido «Ministro pro-
tector de los Maestros marxistas». 8. Haber sido agente de enlace entre el Sr.
Alcalá Zamora y D. Indalecio Prieto. 9. Haber aceptado el Acta de Diputado
después de las elecciones de febrero de 1936. 10. Su —hipotético— nombra-
miento como Presidente del Consejo de Estado por el Gobierno de Madrid:
«Hay otro cargo que me parece una humorada: el de haber sido nombrado
presidente del Consejo de Estado por el Gobierno de Madrid, después del
Movimiento de Julio de 1936. ¿Cómo podía ser esto posible, cuando yo no
tenía la menor afinidad política con el Frente Popular, cuando estaba resi-
denciado por éste ante la Cortes, con todo el Gobierno de octubre de 1934, y
tratándose de un nombramiento de los más codiciados en las crisis ministe-
riales?».70 Podía haber algún cargo más, pues en la respuesta duda si aún ha-
bía otras acusaciones. «No recuerdo si en el expediente se formula alguna
observación a mi labor social en la Lucha Antituberculosa y de Protección
Infantil».71 En efecto, todo podía volverse contra él, en esa «justicia al revés»
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 316

316 esta salvaje pesadilla

de la que habla a Serrano Súñer. De la lectura del pliego de descargos es nece-


sario insistir en las irregularidades procesales, que la «justicia de guerra» se
permitía. Parece no obrar en su poder un escrito donde figuren los hechos
que se le imputan. Los cargos se le han formulado verbalmente. Son acusa-
ciones vagas, difusas y no documentadas. Sin que sea posible verificar que se
hayan presentado pruebas jurídicamente válidas y pertinentes. Sólo está pro-
bada su condición de ministro de Instrucción Pública y su vida política desde
1912 hasta 1936. Se le permite refutarlos oralmente y por escrito.
La recusación de los presuntos cargos es cuidadosa y puntual. Aporta los
datos y hechos que están a su alcance y, en aquellos que no lo están, remite a
la Gaceta Oficial u a otros expedientes. Recurre incesantemente a los testigos,
acaso los únicos que en aquél momento podían conducirle a la libertad.72
Más allá de los cargos de que se le acusa, y de los argumentos y de la na-
rración de hechos para refutarlos, destacan al menos, en esta autodefensa de
Filiberto Villalobos, otros tres hilos conductores. La selección de testigos que
va desgranando y el papel que ocupan los eclesiásticos en el hilo del relato, la
continua alusión que hace a sus actuaciones en favor de la Iglesia y el auto-
rretrato que dibuja de sí mismo y de su trayectoria política. Los testigos que
invoca, aunque en su mayoría pertenecen a sectores religiosos y eclesiásticos,
que en aquel momento tenía un gran poder sobre el juicio moral de las perso-
nas, pertenecen a un abanico muy variado de actividades. La acusación de su
hostilidad a la Iglesia provoca la relación de una serie de argumentos y de he-
chos para rebatir esa falsedad. Los argumentos son de dos tipos: la actitud de
toda su vida, profundamente evangélica e inspirada en sus valores, la vida
profesional dedicada también a los miembros de la Iglesia73 y la acción polí-
tica, siempre a favor de los monumentos religiosos. Aquí La Gaceta de Ma-
drid es testigo de la veracidad de las afirmaciones. Prueba evidente de que
esperaba por esta vía la defensa o los testigos más convincentes, acaso poda-
mos pensar en el nuncio Tedeschini, que acababa de ser relevado.
La respuesta del médico encarcelado es mucho más que un pliego de des-
cargos. Es una confesión de vida, y un balance, a la luz de la desgracia, de
treinta años de actuación política, que por mucho que se le recrimine, él con-
sidera sin tacha; al menos con tranquilidad de conciencia. No era la primera
vez. En la instancia dirigida al general comandante militar de la plaza, en sep-
tiembre de 1936, pidiendo una prórroga para el pago de la multa impuesta,
había trazado su primera semblanza.

Durante veintisiete años ejercí la profesión médica en esta ciudad. Mi clínica


fue de las más preferidas por los enfermos; pero hice de mi profesión un aposto-
lado, no una industria para explotar a la humanidad. Aunque es muy costosa la
especialidad de Rayos X y muy peligroso su manejo, hasta el punto de encontrar-
me inútil y sin el dedo medio de la mano izquierda por las quemaduras de los Ra-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 317

desventuras del ex ministro villalobos 317

yos X, los pobres tuvieron siempre abiertas las puertas de mi despacho, a los que
traté con igual esmero y cuidado que a los enfermos de mejor condición social. Y
los que no eran pobres, no tuvieron nunca que agregar al dolor y a la tortura de
sus males, el daño a sus intereses por la cuantía de mis honorarios. Mis ingresos
como médico fueron siempre modestos. Le será fácil a V. E. la comprobación de
estas manifestaciones por las personas de la ciudad y de la provincia, pues ami-
gos y adversarios políticos, harán justicia a mi proceder.74

Esta semblanza respondía más al carácter económico del escrito, la se-


gunda expresa más su autorretrato moral y humano. En el escrito de 1938,
Filiberto Villalobos defiende, sobre todo, la fidelidad a sí mismo, su identi-
dad personal, sin doblez, sin dolo ni esquizofrenia entre la vida personal y la
vida pública:

Nunca he creído que el hombre tenga dos personalidades: una para la vida
pública y otra para la vida privada. La condición moral de las personas, su con-
cepción espiritual de la vida y de los hombres, se reflejan con igual relieve y con
las mismas facetas en las actuaciones públicas, que en los actos particulares de la
sociedad y de la familia. Y la nobleza de mi condición personal, quizá excesiva-
mente ingenua para caminar por el mundo, se manifestó con igual vigor en mi
vida política. Nunca utilicé contra mis adversarios la injuria y la calumnia, la fal-
sedad y el engaño. A mí, en cambio, se me injurió, se me calumnió, muy especial-
mente en los últimos tiempos.75

Defiende haber luchado siempre por «la paz y el bien, no con la violen-
cia, sino dentro de la Ley y el Derecho —ambos con mayúscula— que es el
fundamento de la felicidad de los pueblos».76 Expresión que tiene, al menos,
un doble alcance, su propia defensa frente a otras opciones republicanas y
frente a las acusaciones de la derecha agraria en las elecciones de 1936, y un
velado ataque a sus propios verdugos que parecen apoyarse en los valores
que él rechaza. Fomentó la pacificación nacional, evitando la lucha de clases
y el divorcio y la discordia entre obreros y patronos, de las que se le acusa. Y
busca amparo en «mi espíritu siempre propenso a la concordia, a la tranqui-
lidad, a la paz, al vivir amoroso de los hombres», a la vez que invoca el «tono
de templanza, de humanidad, de tolerancia y de respeto para las ideas y las
creencias que fueron y han sido las características de mi política y de mi con-
dición personal».77
Su actitud de bonhomía no puede enmascarar sin embargo su reciedum-
bre en el cumplimiento del deber, aún a costa de perder las amistades: «Amis-
tades íntimas, cordialísimas, se entibiaron o se perdieron para mí, por ser un
ministro celoso de mis deberes».78 «He sido siempre un creyente de la ver-
dad», se define. «He sido y soy un hombre liberal», escribe con mayúsculas
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 318

318 esta salvaje pesadilla

en su propia defensa, invocando desde esta identidad sus raíces cristianas.


«Quizá mi liberalismo no se parezca al concepto que suele tenerse de esta
doctrina. Pero yo soy como soy».79 Define «la nobleza de su condición perso-
nal», manifestada en política en la ausencia de recurso a la injuria, a la ca-
lumnia, a la falsedad o al engaño contra sus adversarios: «No soy capaz de
acusar a nadie, ni aún cuando la acusación fuese un acto de justicia prove-
choso para mí».80 Aunque ya sabemos que se utilizaron contra él y él lo de-
nuncia. La cárcel también era prueba de ello. La calumnia es bien sabida:
acusarle de masón y de hostilidad a la Iglesia.
Se define como político independiente, ni ambicioso del poder, ni caudi-
llo de labradores, tampoco amigo de alianzas políticas oportunistas.81 Esta
afirmación, exenta de modestia, pudo ser realidad hasta 1936. Los votos so-
cialistas en las elecciones de febrero ponían de manifiesto que una segunda
fuerza, además de los agrarios, le estaba sobrepasando. Busca la colabora-
ción de las personas competentes, aunque sean de derechas, y no rehuye el
contacto con otros políticos, aunque sean de izquierdas. Su libertad se apo-
yaba en su ascendiente.82 Se identifica con el político popular, y sin duda algo
populista: «fui el representante popular de una clase y de una provincia»,
que accede a «los cargos públicos de elección popular, por acumulación de
votos de una masa heterogénea», de ideologías diversas, interclasista. Acaso
porque se defiende ante un régimen al que apoyan los mayores terratenien-
tes, carga las tintas poniendo de relieve sus electores de derechas en 1909 y
1912, su proximidad a ellos: «triunfé una y otra vez, con votación nutridísi-
ma, por el distrito del Centro, donde residen las personas de mejor posición
social y de espíritu más conservador».83
Los argumentos esgrimidos en el pliego de descargo debieron hacer su
efecto. Había atinado al señalar a sus posibles defensores y al poner de relie-
ve toda su actuación en el Ministerio de Instrucción Pública en favor del pa-
trimonio eclesiástico. Estos hechos, más su actuación profesional en favor de
las órdenes religiosas en Salamanca y la fama de filantropía y entrega profe-
sional fueron su mejor defensor en la causa que se le seguía.

EL REGRESO A CASA

La prisión llegaría a su fin. Dos años después de la sublevación militar, la sa-


lida de Filiberto Villalobos de la cárcel el 21 de julio de 1938 tuvo algo de
sorpresiva (sin que su calvario judicial se terminara de momento). Con la
obligación de residir en La Toja (Pontevedra), que tanto amaba, y donde tan-
to empeño había puesto en las colonias infantiles. Este destierro debió de ser-
virle de remanso de paz durante algunos meses. Luego volvería a Salamanca
para continuar «trabajando en su profesión de médico».84 En la versión hoy
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 319

desventuras del ex ministro villalobos 319

más extendida, que su familia mantiene y que en diversos medios de comuni-


cación ha sido repetida por algunas otras personas en varias ocasiones, la ex-
carcelación del médico salmantino habría obedecido a una decisión que a tal
efecto el propio Franco habría tomado y que a través de su asesor jurídico, el
general Martínez Fusset, habría sido transmitida al comisario de policía. Le
recibe el delegado y le manifiesta lo siguiente: “Me acaba de llamar el Gene-
ral Martínez Fuste (brazo derecho y asesor jurídico de Franco) para que en
nombre del Generalísimo le ponga a Vd. en libertad. Y que le manifieste que
en ningún momento se olvidó de las atenciones que tuvo Vd. con él cuando el
accidente de Calvarrasa”. Le tuvo que explicar al Comisario de qué se trata-
ba. Y de esta forma fue puesto en libertad».85 Franco habría mostrado inte-
rés por Filiberto Villalobos, a quien había conocido mientras dirigía el Mi-
nisterio de Instrucción Pública y Bellas Artes, en agradecimiento por los
desvelos que el ex ministro tuvo por él cuando el 25 de agosto de 1935 el au-
tomóvil oficial en el que viajaba arrolló a dos ciclistas cerca de Salamanca, y
en cuyo accidente uno de los cuales resultó herido y el otro muerto. Filiberto
Villalobos conseguiría que, a cambio de colocar en un organismo público y
con un trabajo fijo a uno de sus hijos que se encontraba en paro, el padre de
este último no pusiera el caso en manos de abogados.86 Esta versión, que atri-
buye también a Franco haber evitado el fusilamiento del médico salmantino
que Mola tendría decidido, deja, sin embargo, sin responder la pregunta de
por qué Franco, al que Miguel de Unamuno había pedido que liberara a Fili-
berto Villalobos en los primeros momentos de la Guerra Civil, no lo hizo
mientras tuvo su Cuartel General en Salamanca. Y, además, algunos de los
elementos con los que dicha versión se presenta no resisten una investigación
rigurosa (por ejemplo, la familia del joven muerto en el accidente de tráfico
antes reseñado niega que nadie de entre sus miembros fuera nunca compen-
sado con nada).87
Cuando de vuelta de La Toja intentó normalizar su vida en la ciudad, Fi-
liberto Villalobos pudo comprobar en su propia persona cómo muchos de
aquellos a los que tanto había ayudado en su dilatada vida de político en ac-
tivo le habían abandonado. Lo habían hecho antes con su familia mientras él
permaneció en la cárcel, y, habían sido, precisamente, aquéllos que «más ex-
plotaron y comerciaron con mi amistad», según el mismo, muy dolorido
«ante tantas deserciones y tanto desamparo», le confesó a la viuda de Diego
Martín Veloz en su carta de pésame del 3 de marzo de 1938. Notó también
que muchas de las gentes que antes de la guerra le saludaban con simpatía se
mostraban ahora —por miedo— recelosas a hacerlo. Y, pensando que con
ello evitaría situaciones embarazosas que le iban a provocar una enorme
aflicción, procuró, durante los años inmediatamente posteriores al momento
en el que recobró su libertad, pasar lo menos posible por la plaza Mayor.88 Y
es que la sociedad salmantina que Filiberto Villalobos se encontró a su regre-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 320

320 esta salvaje pesadilla

so de La Toja había sufrido durante su estancia en la cárcel una profunda


transformación en sus formas sociales de relación adoptando las formas fas-
cistas de sociabilidad, del encuadramiento y de la censura que la guerra le ha-
bía supuesto.89

CONTINÚA EL CALVARIO JUDICIAL

Filiberto Villalobos debió de ser convincente en su defensa ante la Comisión


Provincial de Incautación de Bienes por el Estado porque ésta, después de
constatar que ninguno de los cargos que se le imputaban había sido compro-
bado, propuso el sobreseimiento del expediente y el consiguiente levanta-
miento de los embargos.90 Semejante propuesta fue hecha también por el Au-
ditor de Guerra de la 7ª Región Militar, a la que Salamanca pertenecía, en el
informe que sobre el expediente preceptivamente emitió el 30 de junio de
1938. Así las cosas, con fecha de 26 de febrero de 1939, el capitán general
de la citada Región Militar, Saliquet, dio por terminado el expediente y, sin
declarar responsabilidad civil contra el ex ministro y dando fin al embargo,
facultó a éste para que recobrara la libre disposición de sus bienes. Y, confor-
me al artículo 57 de la Ley de Responsabilidades Políticas, el Tribunal Regio-
nal de Responsabilidades Políticas de Valladolid, una vez hubo recibido del
capitán general el expediente y el acuerdo de su terminación por él tomado,
procedió a dar publicidad de este último en el Boletín Oficial del Estado y en
el Boletín Oficial de la Provincia de Salamanca.91
Pero la pertinacia represiva del régimen continuó persiguiendo a Filiberto
Villalobos y, cuando todo parecía haber acabado, el 15 de octubre de 1941 el
Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Valladolid, siguiendo
órdenes del Tribunal Nacional, revocó el acuerdo del capitán general con el
argumento de que, una vez hubo entrado en vigor la Ley de Responsabilida-
des Políticas, éste había dejado de ser competente para resolver dicho asunto
y que correspondía a la Audiencia Provincial de Salamanca la definitiva reso-
lución del expediente en cuestión. En efecto, la Audiencia Provincial de Sala-
manca, en una sentencia que el 23 de octubre de 1942 firmaron Humberto
Llorente, como presidente, y los magistrados Ángel Martín y Álvaro Vicen-
te,92 absolvió definitivamente de todos los cargos que se le habían hecho a Fi-
liberto Villalobos, levantó sus embargos93 y ordenó que se le devolvieran las
27.000 pesetas que con fecha de 5 de octubre de 1938 había pagado como
multa, en el caso de que esta estuviera afecta a este expediente (no ha sido po-
sible confirmar si finalmente las recuperó).
Filiberto Villalobos tuvo abierto también otro expediente en el Juzgado
Instructor de Responsabilidades Políticas de Madrid, y del que hoy apenas es
posible saber prácticamente nada. Parece muy probable que su apertura en
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 321

desventuras del ex ministro villalobos 321

dicha ciudad, que casi con toda seguridad tuvo lugar en torno a los meses del
verano de 1939, respondiera al hecho de haber sido ministro y que apenas
tuviera para él consecuencias de ningún tipo. Se conoce de la existencia del
expediente por un documento que lleva fecha de 28 de agosto de 1939 y que
el juez instructor envió al Comisario Jefe Provincial de Investigación y Vigi-
lancia de Madrid, por otro del 27 del mes siguiente, que contiene la respues-
ta que éste a aquél dio y por un tercero que, datado el 4 de noviembre del
mismo año, el mismo juez envió al Delegado del Estado para la Recupera-
ción de Documentos de Salamanca.94 En el primero, en el que se indica que el
expediente se instruye «por orden de la Superioridad», el juez ruega al comi-
sario que «tenga a bien se practiquen las indagaciones pertinentes para venir
en conocimiento del último domicilio en esta ciudad del expresado inculpa-
do» y de «su actual paradero»; en el segundo, el comisario responde al juez
que «Filiberto Villalobos vivió en esta capital en calidad de huésped en el
Hotel Madrid, calle Carretas n.º 10, y, según referencias, parece ser que ac-
tualmente vive en Salamanca trabajando en su profesión de médico»; y en el
tercero, el juez solicita un «informe acerca de los antecedentes que consten
sobre si el nombrado pertenecía a la Masonería, grado obtenido y si ha sali-
do o no de la secta por baja voluntaria antes del 18 de julio de 1936». La res-
puesta a esta petición no debió de ser sino negativa ya que en el expediente
que sobre Filiberto Villalobos existe en el Archivo General de la Guerra Civil
Española, en cuyo origen se encuentra la Delegación del Estado para la Recu-
peración de Documentos de Salamanca, no consta referencia alguna a sus an-
tecedentes masónicos.

LA INMERSIÓN EN LA COTIDIANEIDAD

El estudio de la figura de Filiberto Villalobos desde que el 21 de julio de


1938 abandonara la cárcel hasta su muerte, el 13 de febrero de 1955, ha teni-
do que enfrentarse metodológicamente al hecho de que durante todo aquel
tiempo el ex ministro no desarrollara actividad pública alguna. Filiberto Vi-
llalobos no volvió a intervenir en la esfera política ni tuvo una presencia so-
cial significativamente destacada; fue un salmantino que intentó rehacer su
vida mediante la dedicación a su tarea profesional, la atención a su familia y
el cultivo de sus amistades, en suma, su vida privada en la Salamanca de
aquel entonces. Un exilio interior. Pero, con el fin de superar los límites que
dicho nivel de estudio imponía, se ha intentado que la investigación se aden-
trara igualmente en la explicación lo más fundamentada posible de la situa-
ción en la que Filiberto Villalobos acabó por encontrarse; dada la fuerte sig-
nificación política, que su persona aún tenía en la memoria colectiva de la
provincia, se propone una interpretación de lo que su figura pudo represen-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 322

322 esta salvaje pesadilla

tar a lo largo de este tiempo y cómo respondió la sociedad salmantina; en fin,


en la respuesta que la sociedad tuvo para con el médico salmantino se perci-
ben, a su vez, algunos de los aspectos que con relación a su traumático pasa-
do la caracterizaron.95
Filiberto Villalobos, después de haber sido excarcelado y tras regresar de
La Toja, se movió en Salamanca, de la que sólo en contadas ocasiones volve-
ría a salir, en un círculo social muy reducido e intentando pasar en la ciudad
lo más desapercibido posible. Su vida se centró de forma tan intensa en el
ámbito familiar, en especial en el más cercano que formaban su mujer (Elvira
Mier) y sus cuatro hijos (Remedios, Carmen, Fernando y Enrique), que ape-
nas se proyectó fuera de dicho ámbito más que en un pequeño grupo de ami-
gos. Y fue precisamente con sus familiares y amigos salmantinos —y también
en alguna ocasión con alguna otra amistad que mantuvo en Madrid— con
los que únicamente se atrevió a comentar la tragedia por la que en general
atravesaba España y, más en particular, sobre la situación que él padecía. El
ex ministro —según se desprende de alguna de las cartas que a través de ter-
ceras personas y no por la vía del correo oficial recibió— esperó con cierta
tranquilidad la resolución definitiva de su caso aunque no dejó de quejarse
de lo injusto que para con él todo había sido, dado que su actuación en la
cosa pública siempre había estado cargada de buenas intenciones y dirigida a
buscar la concordia.96
La absolución de todos sus cargos, que la sentencia de 23 de octubre de
1942 de la Audiencia Provincial de Salamanca sancionó, supuso para Filiber-
to Villalobos una auténtica liberación personal, al tiempo que le permitió
avanzar por el camino de la progresiva normalización de su vida social. La
sentencia no sólo insistía en que los cargos que a Filiberto Villalobos se le ha-
bían imputado no habían sido probados sino que además manifestaba que se
había demostrado, a través de testigos como los superiores de varias órdenes
religiosas y algunos otros sacerdotes, que el encartado era un hombre honra-
do, que había observado buena conducta, que había llevado una vida priva-
da intachable y que tenía sentimientos religiosos; éstos, además, siempre ha-
brían estado orientados al bien social.97 Filiberto Villalobos, especificaba la
sentencia, había educado a sus hijos en colegios religiosos, había sido protec-
tor del culto y clero de su parroquia y, durante la etapa republicana, no sólo
no se había mostrado sectario con la Iglesia sino que había ayudado a la mis-
ma en todo cuanto había podido; además, como ministro de Instrucción Pú-
blica, había nombrado para ocupar cargos diversos a personas que militaban
en el campo de las derechas. Filiberto Villalobos, en fin, en absoluto se había
ajustado en su vida pública republicana a los principios que informaron la
política de los partidos del Frente Popular y, después del «Alzamiento Nacio-
nal», hasta había tenido frases laudatorias para con el Nuevo Estado.
El ex ministro comenzó a recomponer muchas de las relaciones que ante-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 323

desventuras del ex ministro villalobos 323

riormente se habían enfriado e incluso roto, a pisar con más asiduidad las ca-
lles de la ciudad —no así algunos de los lugares que, como el Casino, frecuen-
taba antes de la Guerra Civil— y a sentirse cómodo en ella y a pasear por la
plaza Mayor hasta el extremo de llegar a hacerlo prácticamente todos los
días después de comer con un grupo de amigos muy variado en el que se en-
contraban algunas personas cercanas al régimen y otras que habían tenido
problemas con él (Fernando Iscar, Emilio Firmat, Antón Oneca, Tomás Mar-
tín, Julio Tejero Nieves, Rufino Aguirre, Ricardo Espinosa, Javier de Monti-
llana...).98 En 1954 recibió un homenaje público de la Asociación de la Pren-
sa, de la que era el decano de su cuadro médico, con motivo del cincuenta
aniversario de su Licenciatura en Medicina.99 Filiberto Villalobos continuó
siendo muy reacio a hablar de la Guerra Civil y de la experiencia que en la
misma había sufrido y a comentar la situación política del momento, aunque
sí recordaría por aquel entonces con frecuencia la vida política de los años de
la Monarquía (ofreció en este sentido datos acerca de Melquíades Álvarez a
Maximiliano García Venero para la biografía que éste realizó sobre aquél).
El ex ministro se mantuvo siempre al margen de la vida oficial del régi-
men franquista, aunque éste mostrara hacia él una actitud cada vez más res-
petuosa y pese a que en algún momento se produjera entre ambos alguna re-
lación (el gobernador civil, Salas Pombo, requirió su opinión a finales de los
años cuarenta acerca de la política de huertos familiares, de la que ambos
eran muy partidarios; Juan de La Cierva, desde el Ministerio de Educación
Nacional, le pidió en 1950 que le enviara un retrato suyo para hacer con él
un cuadro, que habría de colocarse en la Galería de Ministros; y el mismo Fi-
liberto Villalobos intercedió en favor de varios maestros que habían sido de-
purados ante el propio Ruiz Giménez cuando éste dirigió el Ministerio).100 Se
abstuvo igualmente de desarrollar cualquier tipo de actividad política anti-
franquista (a pesar de que Hartmut Heine le sitúa en posiciones de oposición
activa a la dictadura).101 Y tampoco volvió a ocupar el cargo de consejero de-
legado de la Caja de Previsión Social, ni el de consejero de la Caja de Aho-
rros, del que también había sido destituido (por la propia Caja de Ahorros).
Filiberto Villalobos estuvo durante todos estos años completamente en-
tregado a su trabajo profesional. Fue una entrega mucho más intensa que la
que había desarrollado con anterioridad a la Guerra Civil, pues en la nueva
etapa los asuntos políticos y los cargos de gestión no le restaban tiempo algu-
no ni tenía que dedicar su atención a los baños higiénicos que entonces ex-
plotaba. En su casa de la calle Ramón y Cajal, su consulta, siempre repleta de
gente de todas las clases sociales y no sólo de la ciudad sino también de la
provincia, estuvo abierta por la mañana y por la tarde, salvo los domingos y
los días de fiesta.
El ex ministro ejerció en su consulta de médico generalista (mandaba a
sus pacientes a los respectivos especialistas cuando lo consideraba necesario)
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 324

324 esta salvaje pesadilla

y ofreció en la misma un excelente servicio de radiología, de la que había sido


pionero en España (él había instalado en 1907 los primeros equipos de Ra-
yos X y de radioterapia profunda de Salamanca). Pero, además de sus pa-
cientes, a la consulta de Filiberto Villalobos acudían también personas de
toda condición, si bien generalmente humildes, que buscaban solución a pro-
blemas diversos de tipo personal o familiar (por ejemplo, algunas de las viu-
das o las madres de los que sufrieron la dura represión que se desencadenó
desde el comienzo de la Guerra Civil acudieron a él en busca de algún tipo de
consuelo).
Con su consulta, Filiberto Villalobos pudo haber obtenido unos ingresos
superiores a los que en realidad obtuvo. No sólo atendió siempre de forma
gratuita a las personas que con anterioridad se ha indicado que se acercaron
a su despacho en busca de una solución a los problemas personales o familia-
res que les afectaban, a las que incluso en no pocos casos hasta les ayudó
dándoles dinero, sino que con muchos de sus pacientes (con los más necesita-
dos, con los que habían estado con él en la cárcel, con los miembros de cier-
tas órdenes religiosas...) actuó de igual forma (en ocasiones lo que hizo fue
cobrarles solamente los gastos que se derivaban de hacer las radiografías, si
este era el caso).102
Filiberto Villalobos contó, no obstante, con otros ingresos que no eran
los que él generaba en su consulta. Pudo disponer de la renta —de 8.000 pe-
setas anuales en la Segunda República pero de cantidad hoy desconocida
para la etapa del primer franquismo—103 que le devengaba el arrendamiento
de la cuarta parte de la fábrica de harinas del Sur y de la aceña del mismo
nombre, que, junto con la casa de la calle Ramón y Cajal, había heredado su
mujer de sus padres y aportado al matrimonio,104 y de la pensión que como
ex ministro siguió percibiendo. Pensión que estaba cifrada en 10.000 pesetas
anuales cuando, el 23 de febrero de 1935, fue reconocida por la Dirección de
la Deuda y Clases Pasivas,105 que quedó reducida a una tercera parte de su
valor durante el tiempo en el que Filiberto Villalobos estuvo en prisión106 y
que resulta de cantidad actualmente desconocida para los años posteriores
(aunque debió de ser relativamente importante porque la cantidad que por
ella después de su muerte cobró su viuda —8.625 pesetas en 1958— devino
una de las más altas de Salamanca).107

EL HOMENAJE PÓSTUMO DE LA SOCIEDAD SALMANTINA

Filiberto Villalobos estuvo trabajando hasta prácticamente el momento mis-


mo de su muerte a pesar de que en diciembre de 1954 los médicos le habían
diagnosticado una muy grave lesión de corazón y le habían aconsejado el
abandono definitivo de toda su actividad profesional. Su fallecimiento se
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 325

desventuras del ex ministro villalobos 325

produjo en la mañana del 13 de febrero de 1955, después de que dos días an-
tes hubiera sufrido un infarto de miocardio. Murió con pleno conocimiento,
despidiéndose de todos los que le rodeaban y disponiendo que en su esquela
no figurara más que el título de médico, que su entierro fuera lo más sencillo
posible y que «se entregara a los pobres la diferencia que pudiera haber con
otro más lujoso».108 Antes de morir, un fraile del convento de los dominicos,
de los que su hijo Enrique era el médico y a los que él trataba en su consulta,
celebró una misa en la biblioteca de su casa, con el correspondiente permiso
del obispo Barbado Viejo, pese a que el ex ministro era un católico no practi-
cante (sí lo era, y mucho, su mujer).109
La muerte de Filiberto Villalobos, cuya noticia se extendió rápidamente
por la ciudad y la provincia y, a través de los corresponsales de las agencias
periodísticas, por el resto de España, provocó desde el primer momento una
gran movilización social.110 Durante todo el día 13 y parte del 14 (hasta que
a las doce horas diera comienzo el funeral en la iglesia de la Purísima) se for-
maron ante la casa mortuoria interminables colas de salmantinos —muchos
de ellos llegados de la provincia— y de algunas otras personas que vinieron
de otras ciudades para expresar a la familia su dolor y firmar en los pliegos
que a tal efecto allí se habían depositado. Y se contaron por miles los hom-
bres y mujeres que no pudieron seguir directamente el desarrollo del funeral
porque desde horas antes de que éste diera comienzo la iglesia se encontraba
absolutamente abarrotada de gente. Más de dos horas estuvieron los familia-
res recibiendo en la iglesia el pésame de cuantos quisieron pasar a dárselo al
final del acto religioso y sumamente dificultoso resultó después trasladar el
féretro al cementerio ante la que, sin duda, fue una de las concentraciones
humanas más multitudinarias que la ciudad ha tenido.111
Las muestras de dolor se expresaron también en forma de esquelas, tele-
gramas, cartas y llamadas telefónicas.112 Lo hicieron instituciones —el Mi-
nisterio de Educación Nacional, la Caja de Ahorros, la Diputación Provin-
cial, etc.—, personalidades muy diversas —el obispo, el rector (Antonio
Tovar), que asistió al funeral con otros doctores y con traje académico, nu-
merosos superiores de órdenes religiosas, políticos, como Gil Robles, con los
que había tenido relación antes de la Guerra Civil, etc.— y personas corrien-
tes que eran amigas, o simplemente conocidas, de la familia.
La movilización social que la muerte de Filiberto Villalobos provocó, en
la que se produjeron infinidad de escenas cargadas de emotividad, fue un
auténtico homenaje que, como expresión del enorme afecto que le tenían, los
salmantinos tributaron a un hombre bueno, de gran humanidad y con un es-
pecial don de gentes. Pero probablemente tan importante movilización no
pueda explicarse en su totalidad si no se tiene en cuenta la dimensión pública
que de su figura aún pervivía en la memoria colectiva de muy amplios y va-
riados sectores de la ciudad y la provincia (en la misma prensa del día 15 de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 326

326 esta salvaje pesadilla

febrero ya citada se comentaba su trayectoria política). No fue, como a veces


se ha insinuado, una manifestación que tuviera un fondo, si bien muy tenue,
de crítica política hacia el régimen, pero sí una eclosión social espontánea y
de carácter más bien pre político en la que no sólo se produjo un reconoci-
miento de sus virtudes personales sino también —de forma difusa y no muy
consciente, por lo demás— de la labor pública de un hombre que había re-
presentado la concordia que había naufragado en la España de 1936.
Este reconocimiento póstumo se había ido gestando poco a poco a medi-
da que el ex ministro se integraba de nuevo en la sociedad salmantina y el
peso de la dramática experiencia de la Guerra Civil se atenuaba. Fue un reco-
nocimiento de prácticamente todos los sectores sociales y por el que Filiberto
Villalobos se sintió extraordinariamente orgulloso, agradecido y reconforta-
do, y muy en especial por el que le profesaron los sectores más populares.113
La actitud tan diferente que la sociedad salmantina mostró en 1955 hacia
la figura de Filiberto Villalobos con relación a la que había tenido de 1938 a
1942 no resulta de fácil comprensión si no se tienen presentes los cambios
que en ella se habían producido a lo largo de todos aquellos años. La socie-
dad salmantina siguió envuelta en una atmósfera de miedo, separada del
mundo libre mediante una censura muy rigurosa que deformaba a menudo la
información cuando no impedía su circulación, atrapada en la vacua retórica
del régimen y presionada por los símbolos sagrados de la España oficial, pero
a la muerte de Filiberto Villalobos el grueso de la represión de la Guerra Civil
había pasado y, desde comienzos de los años cincuenta, la realidad de la vida
cotidiana se había impuesto en la mayoría de la población.114
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 327

11
«¡Dios se ha hecho
generalísimo nuestro!». Dichos y
hechos de Castro Albarrán,
magistral de Salamanca(1896-1981)
Ricardo Robledo
Universidad de Salamanca

Una vez más se comprueba, en documento fehaciente esta vez, la co-


laboración de las personas y de las tendencias que, de lejos en Siglo
Futuro y Acción Española, y luego en libros como España y el Vati-
cano, de Sánchez Mazas, el Derecho a la rebeldía [de Castro Alba-
rrán], y en campañas artificiales pero concordantes al fin supremo de
la intriga ... aspiran a hacer revivir el tradicional regalismo español,
que muchos creen poder definir con esta sola frase, toledanismo, no
al servicio de la Iglesia, sino del más extremo nacionalismo español.
Carta de Ll. Carreras al nuncio Tedeschini, 18 de junio de 1934

¡Ah! Cuando se sabe cierto que al morir y al matar se hace lo que


Dios quiere, ni tiembla el pulso al disparar el fusil, o la pistola, ni
tiembla el corazón al encontrarse cara a la muerte.
El derecho a la rebeldía, era en realidad un grito de guerra. El gri-
to de esta guerra que, por fin, ha llegado.
CASTRO ALBARRÁN, 14 de agosto de 1936 y 1938

Ahogad, en fin, el grito del 17 de julio de 1936, y no sé quiénes hu-


biesen quedado para llorar el finis Hispaniae
CASTRO ALBARRÁN, 1967

L A LECTURA DE la obra de Aniceto de Castro Albarrán, una docena larga de


libros, en busca de datos sobre la historia salmantina durante la Repúbli-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 328

328 esta salvaje pesadilla

ca y la guerra es un esfuerzo baldío.1 Don Aniceto siempre estaba mirando a


otro lado, o mejor dicho, sólo miraba en una dirección, la de la religión y la
patria amenazadas, de modo que en sus seis o siete libros dedicados al perío-
do de la República y la guerra sólo encontraremos la foto de la iglesia parro-
quial de Béjar (lámina 9 de La gran víctima) «incendiada por las turbas» a
raíz del triunfo electoral de febrero de 1936, y el relato de la muerte heroica
del teniente Vicente Pascua Moronta, teniente del Regimiento «La Victoria»,
un relato con la metáfora canina (el perro lobero que olfatea presas republi-
canas) como hilo conductor.2
Castro Albarrán es suficientemente conocido sobre todo por dos de sus
obras, El derecho a la rebeldía (1934) y Guerra Santa (1938); además, como
se ha expuesto en el capítulo 3, formó parte de modo muy destacado del pri-
mer aparato de propaganda franquista. Este publicista afín a la extrema de-
recha alfonsina es algo más que una mera reliquia histórica pues su obra se
sigue reivindicando hoy para fundamentar la idea de la rebelión y de la gue-
rra justa contra los poderes establecidos.3 Como la consistencia analítica de
su obra es inversamente proporcional a su éxito editorial, estás páginas se
centran más en las circunstancias que ambientan aquella incontinencia de
nacionalcatolicismo que en las ideas del mismo. El recorrido por su biografía
recuerda al de tantas otras que hicieron de la lucha contra la República el
motivo de su vida y creyeron, cuando se acercaba la transición, que se había
traicionado aquel compromiso. El auditorio proclive al mensaje de Castro
Albarrán es hoy más denso que hace treinta años, pues sintoniza con la idea
de democracia a la carta que tenía el Magistral: las urnas eran buenas si se
ganaba (1933) y malas si se perdía (1931, 1936).

LA REBELDÍA DE UN CANÓNIGO DE PÚLPITO

Martínez, un pueblo a unos 80 kilómetros de Ávila, en el límite con la pro-


vincia de Salamanca, tenía cerca de 800 habitantes cuando nació Aniceto,
hijo de Santiago de Castro y Urbana Albarrán el 17 abril de 1896;4 hoy, con
menos de 200 habitantes censados, apenas nadie se acuerda de su nombre;
familiares directos me han comentado los escasos contactos que mantuvo
con ellos y los recuerdos de los ancianos son pocos y no precisamente de ad-
miración incondicionada por hijo del pueblo tan ilustre. De origen muy hu-
milde, los estudios eclesiásticos le sirvieron de promoción social; llegó a la
Universidad Pontificia de Comillas en 1910 cuando el futuro Cardenal Segu-
ra finalizaba su doctorado en Filosofía y fue ordenado sacerdote en 1921.
Desempeñó diversos cargos en la curia diocesana, pero lo que nos interesa
destacar es su cargo de coadjutor de la parroquia abulense de San Pedro en
noviembre de 1927.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 329

«¡dios se ha hecho generalísimo nuestro!» 329

El recinto amurallado de la ciudad de Ávila parece que hubiera protegido


a «la ciudad de los caballeros» del contagio de nuevas ideas. La Junta parro-
quial de San Pedro, primer cargo pastoral de Castro Albarrán, se había cons-
tituido años atrás por la necesidad de una nueva cruzada y reconstitución de
la querida España, frente a la «horda liberal». El entonces liberal Velayos,
(que en su día apadrinaría la ley de contrarreforma agraria), formaba parte
de esa «horda» y por tanto era considerado un enemigo de los «elementos sa-
nos de nuestra ciudad» que apelaban a la necesidad de una «Gran Cruzada
Moderna» cuando llegaban las elecciones; su contrincante, Nicolás Sánchez-
Albornoz (padre de Don Claudio) representaba a la «gente de orden y cami-
sa limpia» frente a los que esparcían la semilla de la irreligión y el antipatrio-
tismo.5
Este ambiente antiliberal impregnaba con seguridad al alto clero; cabe re-
cordar que el epílogo del libro del integrista Sánchez Asensio, al que se ha he-
cho referencia en el capítulo 1, fue escrito por el magistral de Ávila, feliz al
comprobar en la dictadura la destrucción de «los partidos liberales con las
guaridas, parapetos, reductos y trincheras del liberalismo político»;6 por otra
parte, al frente de la diócesis estaba Pla y Deniel desde 1919.
Si las murallas de Ávila habían frenado el contagio de nuevas ideas, no
ocurría lo mismo en la universitaria Salamanca, adonde se trasladaría Castro
Albarrán en el mes de agosto de 1927 después de superar piques y trincas en
la oposición a canónigo magistral de la catedral de Salamanca.7 Este «sacer-
dote de buena fama y costumbres», como había testimoniado su obispo Pla y
Deniel, permaneció en el cargo veinte años hasta que en 1947 salió el edicto
anunciando la oposición de magistral de Madrid.
Los primeros escritos de Castro Albarrán se dedicaron a Santa Teresa has-
ta que la llegada de la República le obligó a dejar las publicaciones teresianas
por afanes más próximos, como los de quitar legitimidad al nuevo régimen
bien fuera por escrito o desde el púlpito: su estatura elevada, la voz sonora y
sus gesticulaciones, potenciaban la persuasión de sus prédicas antirrepublica-
nas. Para Esperabé se trataba «del primero, sin duda alguna, de nuestros ora-
dores sagrados [españoles]».8
Su primera incursión en la política conocida, si prescindimos de que era
consiliario de la Federación de Estudiantes Católicos, se produjo con motivo
de la campaña contra el programa secularizador del primer bienio. El 5 de
octubre de 1931 se celebró la Asamblea de Fuerzas Católicas convocada por
la Asociación de Propaganda Católica; Castro Albarrán como presidente de-
fendió los derechos de la Iglesia española, y la necesidad de envío de telegra-
mas a los diputados salmantinos: «la política trata de «tocar el altar» ... y los
guardianes del altar tenemos que defenderle de la política».9 Era la primera
vez que la Asociación se mostraba en público y el tono de su intervención era
todavía templado, pero no tardaría en hacerlo agresivo; pocas fechas des-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 330

330 esta salvaje pesadilla

pués, tal como se ha expuesto en el capítulo 3, el magistral figuraría entre los


suscriptores de Acción Española, organización que no hacía gala precisa-
mente de pacifismo.
La influencia sobre Aurora Calvo (1902-1933), actualmente en proceso
de beatificación, ilustra otra de las facetas antirrepublicanas del magistral
que recuerda, a escala mucho menor, lo ocurrido con las videntes de Ezquio-
ga (Guipúzcoa) que profetizaron el castigo divino por la actitud antirreligio-
sa de la República.10 Según contó años después, la voluntad divina se mani-
festaba en los sufrimientos de la monja que servían para expiar la quema de
iglesias o lograr el éxito de los diputados católicos en las discusiones del ar-
tículo 26 (24 en el proyecto).11
Curiosamente fue este programa laico de la República el que le permitió
ascender en la escala social y ocupar a los treinta y cinco años el importante
puesto del rectorado de la Universidad de Comillas. Suprimida la Compañía
de Jesús por decreto de 23 de enero de 1932, Comillas pudo seguir como
Universidad Pontificia, con el nuncio como gran canciller y con la continua-
ción de los jesuitas en la enseñanza, pero viviendo fuera, en el pueblo contiguo
de Comillas. Como no podían legalmente dirigir la Universidad Pontificia, el
delegado general de los jesuitas de España, cuya actitud político-religiosa era
contraria a la de Vidal i Barraquer,12 de acuerdo con el nuncio Tedeschini,
sugirió al obispo de Santander la designación del antiguo alumno Castro Al-
barrán, que efectivamente fue nombrado el 29 de enero.13
Fue pues siendo rector de Comillas cuando se produjo la sublevación de
Sanjurjo, por lo que tuvo que ser durante su veraneo salmantino-abulense
cuando, supuestamente, habría prestado algún tipo de colaboración. Tam-
bién fue durante su rectorado cuando publicó el libro que más notoriedad le
dio antes del franquismo y aún después. La revista Acción Española publicó
en su número de octubre de 1933 un anticipo de El derecho a la rebeldía con
la advertencia de que el libro se publicaría «en estos días».14 El libro, en efec-
to, había pasado la censura el 17 de julio de 1933 y aun cuando conste publi-
cado en 1934 salió en realidad a fines de octubre de 1933, difundiéndose,
por tanto, durante la campaña electoral que ganaría la derecha. Según su
propia confesión, la mayor parte del libro debió de escribirlo en 1932 pero se
retrasó y se conoció más cuando Acción Popular «quería apoderarse de la
República y bautizarla».15
La publicación provocó la desautorización del nuncio Tedeschini y de Vi-
dal i Barraquer que la consideraron inoportuna y de «especial gravedad»; en
carta a Pacelli, secretario de Estado, Vidal i Barraquer se quejó de la irres-
ponsabilidad de Castro Albarrán tanto por el cargo que ocupaba como por el
contenido.16 El objetivo del magistral de Salamanca era descalificar la opción
del adhesionismo a la República (ralliement) aconsejado a los católicos fran-
ceses por León XIII (Au Milieu, 1892) para que no pudiera utilizarse en Es-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 331

«¡dios se ha hecho generalísimo nuestro!» 331

paña; a tal fin deslegitimaba la Segunda República con diversos argumentos


y acusaciones, entre las que destacaba la de utilizar al pueblo en beneficio
propio («el egoísmo republicano» de Azaña) en contra del bien común.
Conspirar y utilizar la fuerza para derrocar «el régimen intruso y oprobioso
de aquella República» había sido lícito y necesario diría después, ensalzando
el folleto «Aspectos del golpe de estado» que había editado la Juventud Mo-
nárquica de Bilbao.17
El derecho a la rebeldía es paso obligado de los historiadores para de-
mostrar la vertiente más hostil de la Iglesia española contra la República y
por tanto no es necesario detenerse más de la cuenta en una obra apologética
que va rastreando de Matatías a San Hermenegildo, de los santos padres a
los escolásticos salmantinos pasando por los tradicionalistas españoles, o los
franceses Maurras, De Maistre, en busca de hechos o argumentos a favor de
la rebelión, con diversas piruetas dialécticas.18 Si, de acuerdo con Menéndez
y Pelayo, la esencia de España estaba en su catolicismo, ya se presume la ilici-
tud de cualquier medida que recortara esa identificación.
Castro Albarrán buscó «algún católico de cierta autoridad personal»
para que le prologase el libro, pero no encontró ninguno de la tendencia de
Ángel Herrera.19 Pedro Sainz Rodríguez, futuro ministro de Educación en el
primer gobierno de Franco, se encargó de la tarea haciendo alusión en su pre-
sentación al «ambiente que domina en el mundo elaborándose heroicamente
estados totalitarios que han de imponerse violentamente a las minorías dis-
crepantes». El efecto inmediato del libro fue acentuar la división de los cató-
licos, entre los partidarios de El Debate y los de El Siglo Futuro que, por cier-
to, consideró la obra «difícilmente superable»; El Observador de Fal Conde
publicó el libro por entregas y fue recomendado como «una saludable inyec-
ción de optimismo patriótico» que establecía el recto camino que debía se-
guir España.20 Para Ll. Carreras, consejero de Vidal i Barraquer, era una
obra más del «toledanismo, no al servicio de la Iglesia, sino al servicio del
más extremo nacionalismo español».21
Otra forma de ver la división es aludir a la contraposición que se hacía en-
tre el tradicionalista Enrique Gil Robles, a quien se citaba elogiosamente por
descalificar la democracia, y su hijo José María, partidario de acatar la legali-
dad republicana.22 El contenido del libro no difería de la orientación de otros
artículos que Acción Española llevaba tiempo publicando, por ejemplo los de
Vegas Latapie, pero como el autor era un alto representante del clero secular,
además de rector de Comillas, las consecuencias políticas se agrandaban.
Aunque no se logró la condena oficial (el Cardenal Segura aseguró al autor
que no habría condena), Castro Albarrán, que además había resumido y ac-
tualizado su polémico libro con el título Los Católicos y la Republica,23 tuvo
que dimitir como rector de Comillas, aproximadamente al año de la publica-
ción del libro, el 24 de septiembre de 1934;24 el magistral tardó tiempo en li-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 332

332 esta salvaje pesadilla

brarse de este desdén que corregiría en parte el primado Gomá en el prólogo a


Guerra Santa, pero no perdió ocasión en los libros que siguió publicando has-
ta 1971 de insistir una y otra vez en que él tenía razón, como cualquier pione-
ro incomprendido a quien el tiempo se encarga al final de dársela.
Desde principios de enero de 1933 hasta fines de mayo de 1935, en que
tomó posesión Pla y Deniel, la diócesis estuvo vacante.25 El Magistral seguía
con sus sermones que dejaron huella en la ciudad o en los pueblos como ocu-
rrió en la ermita de Valdejimena, «parecía que bramaba un toro» recuerda
un labrador.26 La consulta de las Actas del Cabildo durante la República no
proporciona ninguna información relevante ni en el momento de estallar la
guerra. Lo importante para Castro Albarrán, como para otros eclesiásticos,
ya no estaba en el escenario de la liturgia sino en la calle o en la radio.
La plaza de Anaya fue bautizada en su día como plaza Thiébault en ho-
nor del general francés que se atrevió, de acuerdo con la idea del obispo jan-
senista Tavira, a derribar las casas que el cabildo tenía entre el Colegio Ma-
yor de San Bartolomé (o de Anaya) y la Catedral. Desde entonces, desde
1811, nada se interpuso entre la Catedral y el Palacio de Anaya. Puesto que
Anaya fue sede de los Servicios de Prensa y Propaganda, incluida Radio Na-
cional, los dos edificios, frente a frente, representaban sin obstáculo ideológi-
co las dos caras del nacionalcatolicismo. El magistral ejemplifica bien esta
amalgama con su actividad en el coro o el púlpito y a la vez en Radio Nacio-
nal. Antes de cumplirse el mes del inicio de la guerra pronunció «elocuentísi-
mas y patrióticas oraciones sagradas» ofrecidas por Inter Radio Salamanca
que llamaban a seguir la Cruzada

¡Ah! Cuando se sabe cierto que al morir y al matar se hace lo que Dios quie-
re, ni tiembla el pulso al disparar el fusil, o la pistola, ni tiembla el corazón al en-
contrarse cara a la muerte ... ¿Dios lo quiere? ¿Dios quiere que yo, si es preciso,
muera, y si es preciso, mate? ¿Es esta una guerra santa o es una execrable milita-
rada? ... Los valientes que ahora son rebeldes, son precisamente, los hombres de
más profundo espíritu religioso, los militares que creen en Dios y en la Patria, los
jóvenes de comunión diaria ... Será nuestro grito el grito de los cruzados: Dios lo
quiere. ¡Viva España Católica! ¡Arriba la España de Isabel la Católica!27

A los pocos días de inaugurada Radio Nacional, Castro Albarrán empe-


zó a dar conferencias «sobre temas religiosos» tales como «El movimiento
nacional es un hecho religioso», «Nuestro antinacionalismo. Iglesia y separa-
tismo vasco», «La Iglesia y el contenido social del movimiento» y otras, ocu-
pando ocho viernes sucesivos desde el 27 de enero. Pero hubo conferencias
fuera de guión, como cuando anunció a principios de 1937 la aparición en
breve de su libro Éste es el cortejo, o la conferencia «La mano de Santa Tere-
sa, arrebatada a los rojos en Málaga, está en Salamanca»:
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 333

«¡dios se ha hecho generalísimo nuestro!» 333

Españoles, extranjeros:
Al acercarme en este momento al micrófono, se me pone el alma de rodillas.
Poned también de rodillas vuestro espíritu todos los que me oís y escuchad la
nueva que os traigo.
... El Ejercito nacional español, al conquistar Málaga, ha rescatado la mano
bendita de Santa Teresa.28

Lo que hacía el magistral en estas charlas era verter parte de los libros que
estaba escribiendo en lo que podría denominarse trilogía de guerra (Guerra
santa, Este es el cortejo, La gran víctima, que se abría con fotos y dedicatorias
autógrafas de Franco y Gomá), además de la edición corregida y ampliada de
El derecho a la rebeldía, que publicó al final con el título Derecho al Alza-
miento. Publicar cuatro libros en menos de tres años recuerda la misma rigu-
rosidad (historia en siete días o un libro por mes) de textos publicados sesenta
años después29 y éxitos similares (Derecho al Alzamiento publicado en 1940,
alcanzó la cuarta edición al año siguiente, y como de costumbre todos, salvo
Guerra santa, publicados y distribuidos por el autor.
Guerra Santa, el más doctrinal de la trilogía de guerra, (elaborado al mis-
mo tiempo que el dominico Menéndez Reigada defendía tal concepto ante
Maritain)30 se basa en las fuentes de lo que podríamos llamar el «Manual del
ilegitimador», Derecho a la rebeldía (de donde procedía junto con Acción
Española una cuarta parte de las referencias), con la actualización que exigía
el momento: Franco, Mola, José Antonio, junto con Gomá, mucho más que
Pla y Deniel, es decir, los autores o avaladores del golpe militar sumaban un
tercio de citas. Para el resto de fuentes se acudía principalmente a encíclicas
papales (20% de las referencias, con especial incidencia de la bendición pa-
pal de septiembre de 1936),31 pero la clave estaba en conseguir el título de
Cruzada del Vaticano, que después de dos meses de guerra guardaba silencio
oficial. Como es sabido, Pío XI recibió a unos quinientos españoles en Cas-
telgandolfo el 14 de setiembre de 1936; en su alocución, distribuida en caste-
llano entre los asistentes, no sólo no dijo nada de cruzada o guerra santa,
sino que expresó su horror por aquella guerra fratricida. El discurso conve-
nientemente mutilado, fue apropiado (y citado unas seis veces): «Desde este
momento, desde la bendición del Papa, la guerra española cobra anchuras de
catolicidad y es oficialmente Cruzada. Guerra santa» (p. 115); Castro Alba-
rrán que conocía la versión completa (la había publicado el Boletín del Obis-
pado de Salamanca) quitó importancia a dos o tres frases, las que precisa-
mente podían anular el discurso de intransigencia (y exterminio): «¿Y los
otros? ... No podemos dudar ni un instante sobre los que nos toca hacer a no-
sotros —decía Pío XI— y a vosotros: amar a estos queridos hijos y hermanos
vuestros, amarlos con un amor particular hecho de compasión y de miseri-
cordia ... y rezar para que estén con nosotros».32 Cuando el canónigo Galle-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 334

334 esta salvaje pesadilla

gos Rocafull pudo leer este discurso en París se sintió aliviado porque «el
Papa recordaba la gran verdad evangélica de que hay que amar, bendecir y
convertir a los perseguidores.33
La forma de argumentar del magistral de Salamanca se completaba con
otra pirueta que repetiría más de una vez, la de quitar legitimidad a las eleccio-
nes constituyentes de junio de 1931 y a las de febrero de 1936, es decir, sólo
eran legítimas las elecciones de noviembre de 1933 ganadas por la derecha.
Había dos hechos que, si no invalidaban la idea de Cruzada, minaban su
consistencia. Los enemigos de la Reconquista se habían convertido ahora en
tropa de elite del ejército de Franco mientras que los católicos vascos y cata-
lanes defendían la República. La primera contradicción se resolvía con recur-
sos retóricos

la roja mancha comunista se purifica a un tiempo con púrpura de boinas rojas y


con blancura de alquiceles ... estos hijos del Atlas vienen a España traídos por el
grito de Madre que ella les ha enviado ... en esta extraña guerra, todo es cruzada
auténticamente española34.

Para resolver la segunda contradicción se acudía al dogma del nacional-


catolicismo: los separatistas eran «herejes de la patria». La tarea de legitimar
el Alzamiento necesitó el esfuerzo de muchos legitimadores de modo que a
los pocos meses del golpe había ya más de ochenta títulos en defensa del Al-
zamiento;35 entre tanta literatura no sé si se encontrará mejor forma de defi-
nir el nacionalcatolicismo que estas frases del magistral de Salamanca

¿Qué hará la Iglesia con España y con Franco? La iglesia agradecida, pone
un beso maternal en la frente de España. Y un beso en la frente de Franco. ¡GUE-
RRA SANTA! ¡La más santa de todas las guerras! Dios se ha hecho Generalísi-
mo nuestro...!36

A LA SOMBRA DE GOMÁ

... nos han robado a Dios


LEÓN FELIPE

El libro de Guerra Santa, el más conocido de Castro Albarrán, dedicado


como reza el subtítulo a demostrar El sentido católico del Movimiento Na-
cional, fue prologado por el Cardenal Gomá. El primado se encargaba en el
prólogo de quitarle las espinas de las críticas recibidas por El derecho a la re-
beldía: «libro de una tesis que, sin disquisiciones previas de derecho público
o de ética social, el buen pueblo español, con un puñado de bravos militares,
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 335

«¡dios se ha hecho generalísimo nuestro!» 335

se ha encargado de demostrar con el argumento inapelable de las armas» (p.


7). Esta obra se completaba con un martirologio principalmente civil que ex-
puso en Este es el cortejo y el martirologio eclesiástico de La gran víctima; las
tres obras permitían mudar la rebeldía por Alzamiento. Este es el cortejo...
—apropiándose del «ya viene el cortejo de los paladines» de Rubén Darío—
era un retrato de las muertes de unos treinta «héroes y mártires» (Calvo Sote-
lo, Pradera, duque de Fernán Núñez, L. Moscardó, Padre Poveda, conde de
Plasencia y otros menos conocidos), donde Castro Albarrán vertía la exube-
rancia retórica de costumbre. La apropiación que había hecho Menéndez y
Pelayo de la guerra de la Independencia como «guerra nacional» le servía
para unirla con la que se estaba librando en el frente, con el mismo hilo del
nacionalismo redentor, la exaltación de la violencia y cierto racismo.
¿Y los otros? Ingenuamente, podríamos hacer esa pregunta como había he-
cho el Papa en septiembre de 1936. Las víctimas son sólo de un bando. Don Ani-
ceto no dice absolutamente nada del encarcelamiento de Villalobos, de los asesi-
natos de Andrés Manso, Casto Prieto, del crítico taurino «El Timbalero» o de los
campesinos de Fuenteguinaldo o Villavieja. Todos deben estar escondidos bajo
«las gavillas rojo-separatistas». Así se iba sedimentando la idea de exclusión e in-
tolerancia que durante décadas iba a acentuar la fractura social en España
El otro martirologio, el eclesiástico, contó con la tutela y ánimos de Gomá. En
pocas palabras el magistral de Salamanca tomó la iniciativa de «la preparación de
los materiales para un folleto que refleje con la mayor viveza y exactitud, la pa-
sión y el martirio que a lo largo de la guerra ha sufrido en tantas diócesis la Iglesia
de España». Junto a la carta iba un cuestionario que pedía datos sobre, personas
y lugares sagrados, arte sagrado, sacrilegios y profanaciones, obras católicas,
etc.37 Llevar a cabo esta tarea exigió previamente superar algunos problemas pro-
vocados por los cambios políticos que afectaban a los servicios de propaganda.
A principios de marzo de 1938 se había tomado la decisión de cesar a Castro
Albarrán (y a Artero), es decir a los canónigos salmantinos, como cola-
boradores en el Centro de Información Católica porque se consideraba más
eficaz la labor de los religiosos. Las «cosas no andaban bien» para el magis-
tral, pues los nombramientos del nuevo jefe nacional de Prensa (Giménez Ar-
nau) y de Propaganda (Ridruejo) no le favorecían: «Todo se reduce a montar
las cosas a gusto de alguien. Fascismo puro», se desahogaba, sorprendente-
mente, el Primado, que pensaba escribir «al señor que maneja esto» que no
era otro que Serrano Súñer para señalarle que su labor era insustituible.38
Resueltos estos problemas, el folleto se había convertido dos años des-
pués del ofrecimiento a Gomá en un libro de cerca de 300 páginas en tamaño
cuarto con 64 láminas con fotos de profanaciones de tumbas, «furia icono-
clasta», etc. Incluía también las primeras estadísticas de la destrucción de
iglesias o de asesinatos de religiosos en número de 2.373, que Castro Alba-
rrán redondeaba a 2.500.39
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 336

336 esta salvaje pesadilla

El libro se abre con la foto y dedicatoria autógrafa de Franco «para la res-


tauración de la iglesia devastada nos anima especial desvelo», escrita según
Castro Albarrán «con trazo robusto y luminoso como el propio zigzag de su
espada». A continuación venía la foto y la dedicatoria de Gomá. El humilde
seminarista, de origen que no de aspiraciones, había llegado adonde pocos lo
habían hecho: que el Caudillo y el Primado de España inauguraran su libro
que en su opinión juntaba «estadísticas escuetas» con «narraciones inflama-
das» para difundir «la experiencia comunista en España». El libro concluía
pidiendo ayudas al mundo católico para la reconstrucción de la Iglesia espa-
ñola. La argumentación ideológica era ambiciosa pues el objetivo era exponer
«la estrategia del mal» que había empezado con «el expolio liberal», había se-
guido con «la rapiña republicana» y terminaba con «la consigna roja» de ro-
bos, destrucciones y sacrilegios que el autor imputaba «a una jauría de hienas
que se han bañado en los torrentes de sangre que los hijos de ella han vertido»
(p. 63). Como en la propaganda derechista del momento, la terminología des-
calificadora del adversario, de la barbarie, supera con creces el ensalzamiento
de la civilización; de ahí que abunden las referencias al salvajismo, a los ins-
tintos primarios y a sus efectos inevitables: la anarquía y el caos. Obviamente,
se trata de una masa inculta y chabacana (calificada de plebe, chusma) que
quiere acabar con las clases creadoras de un estilo de vida al que ellos no te-
nían acceso.40 El colofón de La gran víctima, con la tipografía romana que
acostumbraba a utilizar, indica bien la filosofía de la victoria.41
Al mismo tiempo que se publicaba este libro, Castro Albarrán no podía
permanecer indiferente ante el tráfico de camiones que iban llegando carga-
dos con documentación de la zona ocupada que se depositaba muy cerca de
donde vivía. En 1937 se creó la Delegación Nacional de Servicios Documen-
tales en Salamanca, parte de la cual ocupó los espacios disponibles del Semi-
nario Mayor salmantino (luego Universidad Pontificia). Parecía natural que
el magistral se considerara legitimado para tener acceso fácil a esta informa-
ción. Su entusiasmo por el botín le hacía ofrecerse como «hermano lego»,
igual que al P. Bayle, en los servicios de recuperación de Madrid y Valencia
antes de que se decolorara «el rojo vivo» de aquella documentación

9 de Febrero de 1939 – III Año Triunfal

Sr. D. Marcelino Ulibarri – Barcelona


Mi distinguido amigo: Aquí me tiene V. llamando a su puerta.
Voy a proponerle un plan y quiera Dios que a V. le parezca bien. Usted cono-
ce un poco nuestra labor de propaganda para el extranjero, pero sucede, que es-
tamos escribiendo de muchas cosas con la única información que nos dan los pe-
riódicos. Esto está mal. Sobre todo para cuando se levante el velo de las tragedias
de Madrid, queremos hacer una gran campaña que de una vez abra los ojos en el
extranjero. Para ello es preciso entrar en seguida en Madrid. Como habrá las na-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 337

«¡dios se ha hecho generalísimo nuestro!» 337

turales dificultades, he pensado que V. podía resolver mi dificultad. ¿No será po-
sible que V. me agregue a alguno de los equipos recuperadores que habrán de ir?
Mire V. si es posible y no deje de hacerlo. Pienso que la principal labor habremos
de realizarla a base de lo que se descubra en Madrid, pero, si es posible ir, tam-
bién, por ejemplo, a Valencia, mejor que mejor. Acépteme, pues, aunque sea
como un hermano lego de su edificante cofradía. Y mándeme por esos rojos
mundos, que quiero verlos antes de que pierdan el rojo vivo que luego yo sabré
pintar a ojos encandilados de las gentes.
Ya sabe V. que trabajamos juntos el P. Bayle y yo. El querría también ir, so-
bre todo, a Madrid.
Esperamos, pues, órdenes.
Muy obedientes y muy agradecido.
Suyo afmo. A. Albarrán.42

La escasa documentación conservada en su expediente permite deducir


que una vez trasladado el Centro de Información Católica de Burgos a Ma-
drid, Castro Albarrán se quedó en Salamanca, trabajando con los materiales
que habían llegado al Servicio de Documentación, siendo habilitado para
ello por Ulibarri. Alguna vez le enviaba copia de la documentación político-
social de personajes relevantes como Jose Antonio Aguirre, tan decisivo en
«la tragedia vasca»,43 pero el magistral, preocupado por la mala imagen de
España en el extranjero, busca sacar mayor rendimiento a un archivo orien-
tado a la represión más que a la propaganda, y al año siguiente escribe de
nuevo a Ulibarri

9-V-1940
Marcelino Ulibarri. PRESENTE
«Mucho le agradeceré que al revolver papeles de sus ricos archivos, no se olvi-
den de lo que interesaría para nuestra Revista que es decir para la casi UNICA
PROPAGANDA que se hace en el extranjero. Los documentos que nosotros utili-
zaríamos son los que indico en el pliego adjunto. De vez en cuando me permitiré
molestarle por si han hallado algo que nos pueda servir. Mil perdones y mil gracias

«El Magistral de Salamanca»

DE REBUS HISPANIAE
DISTINTAS CLASES DE DOCUMENTOS QUE INTERESARÁN

1. Los que se refieran a planes, o maquinaciones de los rojos en orden a la cues-


tión religiosa
2. Los que den antecedentes de la preparación comunista de la Revolución Roja
3. Los que demuestren influjos masónicos o comunistas en la Revolución Roja
4. Los que indiquen a qué excesos, principalmente en el orden moral y religioso
hubiésemos llegado en el caso de haber ellos ganado la guerra.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 338

338 esta salvaje pesadilla

5. Los que descubran las hipocresías de los Personajes que más intervinieron en
la cuestión religiosa por parte de los rojos.

Y OTROS POR EL ESTILO.

La correspondencia conservada no nos permite conocer si al final se pasó


información al magistral; en sus escritos de esos años sin duda no utilizó do-
cumentación de archivo que demostrara esas maquinaciones sobre los exce-
sos principalmente en el orden moral y religioso «a que hubiésemos llegado
en el caso de haber ellos ganado la guerra»; tampoco le hacia mucha falta,
pues ya circulaban supuestos planes para consumar la revolución roja. El
mismo Castro Albarrán en el libro al que me referiré a continuación hacía su-
bir a cuatrocientos mil el número de españoles asesinados por los rojos.
Después de la trilogía de guerra publicó Derecho al Alzamiento, que ini-
cialmente (por la autopropaganda incluida en La gran víctima) tenía previsto
publicar con el título El derecho a la rebeldía, raíz y bandera de la Cruzada
española, es decir, sin ninguna contención hacia nacer la Cruzada en su ofen-
siva contra los gobiernos del primer bienio. Aunque cambiara el título, el
contenido era el mismo, y se atribuía el haber preparado las conciencias para
el levantamiento armado de España. Se trata de un libro eufórico en el que se
menosprecian las posturas más o menos pro republicanas, jactándose de su
acierto:

la cantinela del acercamiento a los poderes constituidos se ha apagado en la boca


de los cañones que han dicho su palabra definitiva a los tiranos. (p. 21)

El libro no es exactamente una reimpresión del El derecho a la rebeldía;


además de los cambios de estilo, hay varias apostillas que rematan varios ca-
pítulos del antiguo libro con la doctrina gestada al calor de la nueva situa-
ción. A tal fin, por ejemplo, se acude de nuevo al Papa en la bendición en
Castelgandolfo del 14 de septiembre de 1936, recortando otra vez las frases
incómodas, por ejemplo el consejo de amar «con un amor particular hecho
de compasión y de misericordia».44

¿EL FIN DE LA GUERRA SANTA?

Los frutos de tanto compromiso con el poder ya bien establecido no tardaron


en llegar. Además de algún cargo más en la administración diocesana, por
ejemplo censor de oficio el 31 de agosto de 1936, el magistral de Salamanca
figuró entre los que daban ejercicios espirituales a Franco y llegó a ser episco-
pable en los primeros años cuarenta.45 Por otra parte, aunque tuviera su ca-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 339

«¡dios se ha hecho generalísimo nuestro!» 339

nonjía en Salamanca, tenía puesto ya un pie en Madrid. Fue el encargado del


adoctrinamiento de los madrileños de la posguerra o más bien del sector de la
clase pudiente que frecuentaba la famosa Iglesia de San José (calle Alcalá),
donde cuentan que se oraba por la conversión de León XIII a fines del siglo
XIX, y desde la que se retransmitiría radiofónicamente el sermón de las siete
palabras. En marzo de 1942 pronunció las conferencias cuaresmales «para
hombres solos».46 En unas circunstancias en las que el propio mercado negro
debía de potenciar el edema del hambre del que habla Ridruejo,47 el magis-
tral se dedicaba al ascetismo criticando la idolatría del cuerpo y «el progreso
material» y ensalzando el carácter espiritualista de la contienda como una
«guerra del espíritu».
Las conferencias del año siguiente tuvieron una vertiente más política (y
belicista) en aras de constituir un nacionalismo patriótico español.48 En ple-
na ascensión del fascismo, que había ido borrando fronteras nacionales des-
de hacía tiempo, lo que le preocupaba al magistral era el «internacionalismo
de las Finanzas, el de la Alta Banca, al servicio, frecuentemente, del Mesianis-
mo Nacionalista Judío», el internacionalismo de la Francmasonería y, por
supuesto, el del comunismo. La República se metía en el saco de los humani-
tarismos e internacionalismos —«República democrática, socialismo, paci-
fismo, masonería, comunismo»—. Nada más oportuno para un sermón cua-
resmal que identificar a la Patria con la Dolorosa. La conclusión que se
establecía era rotunda: los buenos cristianos eran los buenos patriotas.49
Además de las conferencias cuaresmales en una iglesia singular, de signi-
ficación especialmente conservadora, Castro Albarrán fue invitado por la
Real Academia Española a participar en el homenaje a Cervantes con el dis-
curso El servicio de Dios en Miguel de Cervantes y Saavedra y en los demás
ingenios de las letras españolas, una aplicación del nacionalcatolicismo a la
historia de la literatura, donde Cervantes llevaba el alma de España y servía a
Dios, lo mismo que Zorrilla.50 Lo más importante de esos años fue la conse-
cución de la plaza de magistral de Madrid por unanimidad el 21 de abril de
1947; las relaciones con Eijo Garay eran muy cordiales y fue propuesto al
nuncio Antoniuti para Auditor de la Sagrada Rota Romana el 5 de enero de
1954.51 Señal de que Castro Albarrán todavía disfrutaba de buena estrella,
fue la Oración fúnebre del 14 de octubre de 1958 con ocasión de la muerte de
Pío XII ante nuncio, ministros, gobernadores: un ditirambo al difunto con al-
guna alusión a «las democracias, traidoras y cobardes».52 Pero los tiempos
estaban cambiando en sentido contrario a los del magistral y ese año de la
muerte del Papa fue también el de los cambios políticos que iban a desplazar
a personajes que como Castro Albarrán seguían anclados en la rebeldía anti-
rrepublicana.
En 1964, al cumplir los 70 años, dejó de dar clase de Formación religiosa
en la Universidad; los achaques de salud parece que le hubieran aconsejado
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 340

340 esta salvaje pesadilla

una retirada de la vida activa que no se produjo, y de nuevo, ante los aires re-
novadores de la Iglesia, como si fuera un Alonso Quijano, salió en defensa de
las esencias de la iglesia eterna adulteradas por el Concilio Vaticano II. Las
cinco conferencias «para hombres» pronunciadas sobre el Vaticano II en la
catedral de Madrid (seguía siendo el magistral), fueron editadas en 1967 con
el plácet del arzobispo Casimiro Morcillo.53 Don Aniceto no compartía la
idea de «que toda guerra religiosa debe considerarse proscrita», algo que
obligaba a cuestionar la Reconquista, la colonización de América y por su-
puesto «nuestra guerra de liberación». El derecho a la rebeldía, «escándalo
de cristianos demócratas, pero bandera y espada de Cruzados», era desem-
polvado de nuevo para enfrentarse como treinta años atrás «a las insidias de
La Croix, L’Esprit, La Vie intellectuel y todos los demás de la misma estofa».
Toda la oratoria propia del barroquismo de un Fray Gerundio de Campazas
se desataba para señalar los males en caso de no respetar el Imperio y defen-
der «el apoyo del brazo armado a la mano que bendice»; empezaba en los
Reyes Católicos, seguía con los conquistadores y concluía con Franco: «aho-
gad, en fin, el grito del 17 de julio de 1936, y no sé quiénes hubiesen quedado
para llorar el finis Hispaniae».54 Como en la literatura de los años 30, esta-
mos ante un retoricismo hueco, «imágenes que en definitiva no tienen otro
cometido que el disimular bajo la hojarasca lírica la incongruencia de los
contenidos que transmiten».55
Si la evolución de la iglesia oficial iba dejando menos espacio a Castro
Albarrán, el incidente ocurrido en junio de 1971 tuvo que marcar el gran de-
clive del «canónigo de púlpito de Salamanca», como alguna vez se autodeno-
minó, cuando ya era magistral de Madrid. Uno de los atractivos de la noche
madrileña era la celebración en la «boite-discoteque» New Sunset (Calle Tu-
tor, 1) de «shows-debates» en los que se enjuiciaban «temas candentes de ac-
tualidad» tales como «Proceso al toro de lidia» «Proceso a lo camp». Ade-
más de fiscal y abogado defensor, el periodista Julio Camarero hacía de juez,
y había jurado en la sala. El jueves 3 de junio, el banquillo se reservó para el
divorcio, actuando como fiscal Don Aniceto de Castro (como figuraba en la
propaganda) y como defensor Alfonso Paso.56 El show empezaba a la una y
media de la madrugada y allí, con sotana de treinta y tres botones, el ilustre
sacerdote con cinco doctorados convirtió la pista en púlpito para predicar
contra el divorcio. El resultado fue desastroso; el jurado votó a favor de las
tesis de A. Paso en la proporción de diez a uno. Desde las páginas de El Alcá-
zar, el periodista mostró su disgusto por el éxito logrado por la opción divor-
cista que atribuyó «al ambiente disparatadamente divorcista y enconadamen-
te divorcista». Alfonso Paso creía que el divorcio debía ser una excepción y
se alineó con Don Aniceto en la prensa en contra de aquellos «energúme-
nos» que llenaban la New Sunset, felicitádole por ser «un sacerdote fantásti-
co», por su gallardía y su catolicismo; era un cura de los de verdad, «muy dis-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 341

«¡dios se ha hecho generalísimo nuestro!» 341

tinto de esos curas de pantalón y pullover, que hablan de Marx y Lenin». Re-
conoció que le hubiera gustado ganar pero sólo por la mínima diferencia. No
lo vio así el informante que se dirigió al Vicario General de la Archidiócesis

No creo que una «BOITE» sea el marco adecuado para que un clérigo man-
tenga una controversia seria sobre temas relativos al matrimonio; aun con los
mismos interlocutores (y ya es suficiente tolerancia) podría haberse buscado otro
lugar. Resulta escandaloso para todos este «debate-show» —así lo llaman— en
una sala de fiestas, casi diría un motivo de jugoso comentario para Carandell en
su ya famosa «España insólita». No sé si para ser más «show» se repartieron en-
tre los asistentes ejemplares de un libro titulado «Serafinillo» y perdóneme la iro-
nía su Ilustrísima. Le ruego dispense cierta rudeza en mi escrito, pero creo justo
mi indignación de cristiano y confío plenamente en que el Arzobispado tomará
las medidas oportunas para por lo menos atenuar los efectos del escándalo.57

A pesar de este varapalo, de la llegada de Tarancón a la archidiócesis de


Madrid a fines de 1971 y de la muerte del dictador, Don Aniceto seguía sin
cambiar el rumbo tomado en los años 30. La brújula seguía orientada hacia
la «la pavorosa cuestión de la resistencia a los poderes tiránicos» (y citaba
para ello a Balmes); en 1977 publicó Muchas gracias..., pero el problema si-
gue en pie. Manifiesto por los hermanos. El libro está escrito después de la
mejora de los haberes del clero, es decir, se trata del asunto de la financiación
que se estaba discutiendo entre Tarancón y el Gobierno... pero tal asunto no
era óbice para dar la señal de alerta ante la deriva que se avecinaba:

Donde menos se piensa, resuena, de repente, una proclama en apología del


divorcio. El liberalismo, cadáver resucitado, parece que se ha puesto de moda y
se ha apoderado de hombres de los que menos podía esperarse semejante aberra-
ción. Prospera el laicismo del Estado, el marxismo político, la arreligiosidad de
los partidos. Se abusa, en estas materias, del Concilio Vaticano II. Mucho me
temo que todos estos elementos, rehogados, den al traste con esta gema del cato-
licismo español. (p. 93)

El jueves 1 de octubre de 1981 falleció en Madrid, siendo enterrado al


día siguiente en Salamanca. ABC publicó su esquela (no así Pueblo, ni El Al-
cázar). Era «el 45 aniversario de la exaltación del Caudillo a la Jefatura del
Estado ... (que) desde su puesto en los luceros contempla esta España roja y
rota».58 Por entonces abundaban anuncios de divorcios rápidos y baratos
y el obispo Tarancón hacía declaraciones en Almería tales como: «con un go-
bierno menos católico, España estaría mejor». Tenía razón Gomá cuando
puso entre interrogantes el contundente «No habrá traiciones» con el que
Castro Albarrán finalizaba su Guerra Santa pues presumía con temor que el
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 342

342 esta salvaje pesadilla

«cansancio, el arribismo ventajista, el espíritu taimado» harían posible que


se acabara matando «los cantos vivos del Movimiento Nacional ... con insti-
tuciones y tendencias forasteras al espíritu nacional y cristiano».59
En el prólogo a su último libro anunciaba la publicación de «tres amplios
volúmenes acerca de las cosas de nuestra Iglesia», que llevarían el título co-
mún de Nueva rebeldía, pero la jubilación que le llegó en 1977 vino acompa-
ñada de la enfermedad y otras complicaciones. Aunque había público sensi-
ble a estas ideas, el mensaje de Castro Albarrán tenía mucho de mercancía
averiada dadas las tendencias de la transición política. «Tengo veintisiete vo-
lúmenes de 500 folios para la imprenta en espera de mecenas» había dicho
años antes según recoge L.E. [Lamberto de Echevarría] en su necrológica,
quien añade «el mecenas no apareció»;60 posiblemente el periodismo revisio-
nista de la guerra civil se sentiría fortalecido con esa obra inédita.
«He combatido el buen combate, he concluido mi carrera, he conservado
la fe», es la frase de san Pablo que ilustra la tumba salmantina de Don Anice-
to. El paso del tiempo y el abandono hacen difícil reconocer este texto de
quien seguía sintiéndose un cruzado. Su sepultura, al lado de la de su madre y
hermana (fallecida en 1995), mira hacia el este, a espaldas de la tapia del ce-
menterio donde se acostumbraba a fusilar, cara al sol, a los rojos salmantinos.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 343

Abreviaturas
utilizadas en las notas

ARCHIVOS

AGA = Archivo General de la Administración.


AGGCE = Archivo General de la Guerra Civil Española.
AGMAV = Archivo General Militar de Ávila.
AHDPSA = Archivo Histórico de la Diputación Provincial de Salamanca.
AHPBU (SN) = Archivo Histórico Provincial de Burgos (sección Suscripción Nacional).
AHMS = Archivo Histórico Municipal de Salamanca.
AHPS = Archivo Histórico Provincial de Salamanca.
AHPSA (Gbno. C.) = Archivo Histórico Provincial de Salamanca (sección de Gobier-
no Civil).
AHN = Archivo Histórico Nacional.
AHUSA, AUS = Archivo Histórico de la Universidad de Salamanca.
AHUS = Arquivo Histórico de la Universidade de Santiago.
ARCV, Sección AP, RP = Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, Sección Au-
diencia Provincial, Responsabilidades Políticas.
FF. CC. = Fondos Contemporáneos (AHN).
RCS = Registro Civil de Salamanca.

PUBLICACIONES

AG = Archivo Gomá: documentos de la Guerra Civil, CSIC, Madrid, 2001-2006.

1. Julio-diciembre de 1936; 2. Enero de 1937; 3. Febrero de 1937; -- 4. Marzo


de 1937; -- 5. Abril-mayo de 1937; 6. Junio-julio de 1937; 7. Agosto-septiem-
bre de 1937; 8. Octubre-diciembre de 1937; 9. Enero-marzo 1938; 10. Abril-
junio de 1938.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 344

344 esta salvaje pesadilla

AVB = Església i Estat durant la segona República espanyola, 1931-1936: arxiu Vi-
dal i Barraquer: textos en la llengua original.
BOE = Boletín Oficial del Estado.
BOJDN = Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional.
BOPSA Boletín Oficial de la Provincia de Salamanca.

PARTIDOS, ORGANIZACIONES

AR = Acción Republicana
BAS = Bloque Agrario Salmantino
DLR = Derecha Liberal Republicana
IR = Izquierda Republicana
IRA = Instituto de Reforma Agraria
PRC = Partido Republicano Conservador
PRP = Partido Republicano Progresista
PRR = Partido Republicano Radical
PRS = Partido Radical Socialista
PRLD = Partido Republicano Liberal Democrático
UAS = Unión de Agricultores Salmantinos
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 345

Notas

Prólogo

1. H. Carlier, En Espagne nationaliste. Impressions de voyage, Courrier de Genè-


ve, Ginebra, 1937, pp. 9-12. Una nota en la portada aclara que la publicación,
al precio de 0’60 francos, «se vende en provecho de las obras de beneficencia de
la España nacionalista».
2. Douglas Organ, «Salamanca: city of surprises», en Spain, 4, 23 de octubre de
1937, pp. 2-5.
3. Cecil Gerathy, «Salamanca in winter», en Spain, 15, 8 de enero de 1938, pp. 3-
4.
4. «The example of Salamanca. The city of 50.000 without unemployment», en
Spain, 18, 1 de febrero de 1938, pp. 15-16.
5. Galeazzo Ciano, Diarios, 1937-1943, Crítica, Barcelona, 2004, p. 87 (8 de fe-
brero de 1938).
6. «The bombardment of “densely populated cities”. The red propaganda cam-
paign», en Spain, 22, 1 de marzo de 1938, pp. 9-11.
7. «Civilisation versus barbarism», en Spain, 2, 9 de octubre de 1937, p. 7.
8. Francisco Bravo, «Unamuno and the nacional movement», Spain, 20, 15 de fe-
brero de 1938, pp. 9-12. La frase final dice, literalmente: «That young man likes
the Phalanx. So do I. Only I don’t say so».
9. Francisco Blanco Prieto, Miguel de Unamuno. Diario final, Globalia. Ediciones
Anthema, Salamanca, 2006, p. 731. Eso lo sabía bien Francisco Bravo, a quien
Unamuno le envió una carta muy dura, que éste quiso devolverle, «para evitar
que alguien pudiera leerla y comprometerme» (p. 721).
10. Sobre este interesante personaje véase Josep Massot i Muntaner, El cònsol Alan
Hillgarth i les illes Balears, 1936-1939, Abadia de Montserrat, Barcelona,
1995.
11. British documents on Foreign Office: Reports and papers from the Foreign Of-
fice confidential print, Parte II, volumen 27: «Spain, july 1936-january 1940»,
University Publications of America, 1993, pp. 144-148. Menos interesantes, en
el aspecto que aquí nos interesa, son las observaciones de R.M. Hodgson en fe-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 346

346 esta salvaje pesadilla

brero y marzo de 1938, quien nos asegura que lo que caracteriza a todos los mi-
nistros que forman el primer gobierno de Franco es su absoluta mediocridad.
12. Sancho Dávila, José Antonio, Salamanca...y otras cosas, Afrodisio Aguado,
Madrid, 1967, p. 101.
13. Angel Alcázar de Velasco, Los 7 días de Salamanca, G. Del Toro editor, Ma-
drid, 1976, pp. 79-84, 123-128 y 131-133.
14. Blanco, Miguel de Unamuno. Diario final, p. 677.
15. Blanco, Miguel de Unamuno. Diario final, pp. 612 y 701.
16. Blanco, Miguel de Unamuno. Diario final, p. 672.
17. Blanco, Miguel de Unamuno. Diario final, pp. 692 y 676.

Introducción

1. «Debo decirte que cada una de las palabras de tu carta ha sido leída, releída y
pesada por mí, y que seguiré teniéndola en cuenta constantemente», le escribe
José Antonio el 24 de octubre de 1934. Puesto que se alude varias veces a Bravo
a lo largo de este libro presento una aproximación biográfica. Francisco Bravo
Martínez (1901-1968), hijo de un militar salmantino, aunque soriano de naci-
miento, vino de niño a Salamanca y estudió magisterio en la Escuela Normal de
Salamanca (1916-1920). En los felices años veinte se mostraba en la tertulia
«Peña Brujos» del Novelty «ferviente admirador» de Hitler y Mussolini. Amigo
personal de Ledesma Ramos, formó parte del grupo dirigente de las Juntas de
Ofensiva Nacional Sindicalista en 1931 y fue redactor jefe de La Gaceta Regio-
nal (1926-1936). Impulsor del Bloque Agrario y Secretario de la Federación
Gremial Salmantina. Cuando conoció a José Antonio Primo de Rivera en marzo
de 1934 en Valladolid acabaron las discrepancias convirtiéndose en su mano
derecha («Lo que precisamos-recuerda el programa nazi- es un conjunto dema-
gógico, de alta y tensa demagogia, de postulados fácilmente inteligibles y sin li-
teratura», le dice a Jose Antonio en carta del 12 de octubre de 1934). Fue Bravo
quien presentó Unamuno a José Antonio en febrero de 1935 acompañándolo a
su casa; estuvo en la reunión de Gredos como recoge la famosa foto con Ruiz de
Alda y Onésimo Redondo. Fundador de la Falange salmantina fue encarcelado
en 1936 por su implicación en la compra de armas. Diversos testimonios orales
le hacen responsable de la represión en Salamanca que un estremecedor testimo-
nio corrobora (fue publicado por R. Robledo, en Historia de Salamanca. Siglo
Veinte, Centro de Estudios Salmantino, 2001, p. 329). Próximo a Hedilla, supo
salir a flote en las luchas de Falange de abril de 1937. Dejó Salamanca para diri-
gir La Voz de Galicia en diciembre de 1937. En enero, con motivo del quinto
aniversario de la llegada de Hitler al poder, publicó un artículo en el que se con-
gratulaba de ser «uno de los primeros fascistas españoles» que vaticinó el éxito
de Hitler. Fue destituido a los pocos meses por reproducir dos veces el discurso
de Yagüe publicado en Burgos en el que éste lanzó la consigna de la revolución
nacional española al cumplirse el aniversario de la unificación. Fue alcalde de
Salamanca, delegado de la Vieja Guardia, consejero provincial del Movimiento,
procurador en Cortes, Delegado provincial del Ministerio de la Vivienda y Di-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 347

notas. introducción 347

rector de La Gaceta Regional hasta el día de su muerte en Aldeaseca el 8 de di-


ciembre de 1968. Su féretro fue llevado al cementerio a hombros de la Vieja
Guardia y de la Guardia de Franco junto con labradores de una cooperativa que
había fundado en aquel pueblo del Campo de Peñaranda. Expediente AI-235/4
AUS; La Gaceta Regional, 10-XII-1968. F. Bravo, José Antonio: el hombre, el
jefe, el camarada, Ediciones Españolas Almagro, Madrid, 1939. Carlos Fernán-
dez, La Voz de Galicia. Ed. Castro, 1993-1994.
2. En términos electorales Salamanca mantiene semejanzas con otras provincias
de la región, por ejemplo el buen resultado de la derecha en 1931 pese a la des-
orientación de los conservadores o en 1936 cuando la CEDA casi consigue co-
par todos los escaños; Concepción Marcos del Olmo, Voluntad popular y ur-
nas: elecciones en Castilla y León durante la Restauración y la Segunda
República (1907-1936), Universidad de Valladolid, Valladolid, 1995. Cabría
diferenciar la temprana y exitosa relación de catolicismo y agrarismo llevada a
cabo por el Bloque Agrario Salmantino que permitió el liderazgo antirreformis-
ta en las Cortes del primer bienio.
3. De cómo una tranquila capital de provincia de segundo orden, se convirtió en
la capital política y militar de un nuevo Estado, de las tensiones políticas y
otros aspectos, se da cuenta en S. López García, S. Delgado Cruz, «Víctimas y
Nuevo Estado, 1936-1940», en R. Robledo, (coord.), Historia de Salamanca.
Volumen V: Siglo Veinte, Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca, 2001,
pp. 219-324. Ismael Saz, Fascismo y franquismo, Universitat de València, Va-
lencia 2004, pp.125-150. En el informe de Gomá a Pacelli en abril de 1937, el
cardenal se hace eco de los males de la bicefalia del nuevo régimen, Burgos con
la gestión burocrática y «Salamanca, que ha retenido para sí, bajo la presiden-
cia del Generalísimo, la dirección de los más graves asuntos del Estado», Archi-
vo Gomá: documentos de la Guerra Civil, vol. 5, p. 81.
4. I. Francia, «Filiberto Villalobos: pespuntes sobre su dimensión humana» en R.
Robledo (coord.), Sueños de concordia: Filiberto Villalobos y su tiempo histó-
rico, 1900-1955, Caja Duero, Salamanca, 2005, p. 62.
5. El apelativo a lo agrario era moneda corriente, de ahí que La Gaceta protegiera
la marca de la casa: «la masa del derechismo, del orden y del agrarismo que
cruzó la calle de la amargura ha ensanchado su parcela horizontalmente, ha
crecido vertical en su prestigio: es la bandera del espíritu nacional, del espíritu
religioso, del espíritu agricultor. Y nadie puede ni podrá enturbiar sus colores
al medrar a la sombra de una conducta acomodaticia y banal» «Refrescando la
memoria. Más agrarios que los agrarios, no», La Gaceta Regional, 19-X-1933.
6. N. Koning, The failure of agrarian capitalism. Agrarian politics in the United
Kingdom, Germany, the Netherlands and the Usa, 1846-1919. Routledge,
London, 1994, p. 149. Respecto a la polémica de la modernización, los rasgos
precapitalistas o las peculiaridades, se halla un buen resumen en Ismael Saz,
Fascismo y franquismo... pp. 91-122.
7. En este caso hay que matizar, de acuerdo con el excelente estudio de Kent, que
poco antes de los años veinte los Huebra habían perdido afanes de aventura,
obligados por una situación financiera poco boyante y por una clientela menos
apasionada por las novedades, tales como los Jesuitas, las Esclavas del Sagrado
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 348

348 esta salvaje pesadilla

Corazón, los marqueses de Castellanos, de Llen, los Mirat, Íscar... Conrad Kent,
Luis González de la Huebra y los orígenes de la modernidad en Salamanca, Con-
sejería de Educación y Cultura, Valladolid, 2001, pp. 172-175.
8. Diversos textos sobre la cuestión meridional en A. Gramsci, Antología, México, Si-
glo XXI, 1970, ed. de M. Sacristán; puede verse un resumen de sus ideas compara-
das con las de Weber, Habermas y otros autores en http://www.afyl.org/fp15.pdf.
9. A diferencia de hoy donde la fabricación del consentimiento se considera explí-
citamente como una manipulación justa y necesaria: si no te quieres proteger
por la fuerza de «la rabia y las pisadas de un rebaño desconcertado», tendrás
que hacerlo mediante «la fabricación del consentimiento» calculada y es fun-
ción de las minorías inteligentes llevar a cabo la manipulación de las actitudes y
opiniones de las masas, Peter R. Mitchell, J. Schoeffel, eds., N. Chomsky, ed.
Crítica, Barcelona, 2002, p.29.
10. La Gaceta Regional, 5 de junio de 1933, citado en J. Aróstegui y J. A. Blanco,
«La República, encrucijada de cambio: Salamanca y las tensiones políticas en
los años treinta, en Sueños de concordia: Filiberto Villalobos, p. 333. Estas de-
claraciones se hicieron en la Asamblea de la Asociación Femenina para la Edu-
cación Ciudadana (AFEC), curiosa denominación entonces de la educación ca-
tólica; para la dureza de otros ataques que motivaron el encarcelamiento del
director de la publicación, véase el capítulo 3.
11. Algunos ejemplos son los de Bautista y Belestá, Brusi, Cobaleda, cuatro herma-
nas Diego y Curto, Fernández del Campo, Gil y Quiñones, las cuatro hermanas
Huebra (dos de ellas religiosas), cinco Lamamié de Clairac (dos religiosas), dos
hermanas Jiménez del Rey, Íscar Peyra, dos hermanas Mirat, dos Esperabé, Pé-
rez Tabernero, cuatro hermanas Salinas-Medinilla, etc. El nuevo edificio de las
Esclavas en el Paseo del Rollo estaba terminado en 1907, Memoria del Colegio
de Salamanca desde sus comienzos hasta el XXV año de su fundación, 1899-
1924. Talleres Voluntad, Madrid, 1925. Catálogo de la Congregación Mariana
de San Estanislao establecida en la Iglesia de PP. Jesuitas de Salamanca, Estab.
Tip. de Calatrava, Salamanca, 1919. Inmaculada. Revista mensual órgano de
las congregaciones marianas de estudiantes de Salamanca (Director Juan La-
mamié de Clairac (S.J.), primer n.º, 31-I-1923). Salmántica. Publicación de la
Federación de Estudiantes Católicos. Real Servicio Eucarístico Nocturno, Sec-
ción de Salamanca, etc.
12. J. M. Álvarez Domínguez,“Mujeres en política durante la II República (Acción
Femenina Leonesa a través de la prensa [1931-1936])”, en Tierras de León,
120-121, 2005, pp. 255-285.
13. Los archivos eclesiásticos conservan los informes de «statu animarum» que da-
ban cuenta del grado de cumplimiento de las obligaciones religiosas con informa-
ción, a veces detallada, sobre la difusión de «la prensa sectaria» y otros datos; se
han publicado los de Huelva, Juan Órdoñez Márquez, La apostasía de las masas
y la persecución religiosa en la provincia de Huelva 1931-1936, CSIC, Madrid,
1968. Véanse los informes de los párrocos en los Tribunales de Responsabilida-
des Políticas, Luis Castro, Capital de la Cruzada: Burgos durante la Guerra Civil,
Crítica, Barcelona, 2006, p. 287. Un caso realmente insólito en la iglesia de Casti-
lla y León fue el del canónigo Jerónimo García Gallego, que se presentó como re-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 349

notas. introducción 349

publicano independiente por Segovia en las elecciones de 1931, siendo el candida-


to más votado; perdió su escaño en 1933 y fue suspendido «a divinis» en febrero
de 1936. Como el otro canónigo republicano, Gallegos Rocafull, se vio obligado
a exiliarse, y falleció en La Habana en 1961, A. García Sanz, «Las tribulaciones de
un presbítero diputado a Cortes de la IIª República: D. Jerónimo García Gallego
(1893-1961)», en Elena Maza Zorrilla, María Concepción Marcos del Olmo y
Rafael Serrano García, Coords., Estudios de historia. Homenaje al Profesor Jesús
María Palomares, Valladolid, Universidad, 2006, pp. 211-229.
14. Los datos de Arnedo me han sido proporcionados por Carlos Gil y los de Cas-
tilblanco por Francisco Espinosa.
15. Aunque la derecha ganó en Macotera en 1931, los votos de centro e izquierda
sumados casi igualaban a los del Bloque Agrario; en diciembre de 1932 la huel-
ga general se cobró la muerte de un obrero. En 1933 la CEDA consiguió nada
menos que el 98,7 % de los votos y en 1936 bajó sólo hasta el 95 %. Los datos
municipales han sido recopilados por Víctor Robledo. Véase el sermón de Cas-
tro Albarrán citado en nota 25 del capítulo 11.
16. Carlos Gil Andrés, Lejos del frente. La guerra civil en la Rioja Alta, Crítica,
Barcelona, 2006, pp. 76, 140.
17. Albert O. Hirschman, Salida, voz y lealtad. México, Fondo de Cultura Econó-
mica, 1977.
18. R. Robledo, «Política y reforma agraria: de la Restauración a la IIª República
(1868/74-1939)», en Ángel García Sanz; Jesús Sanz Fernández (Coords.), Re-
formas y políticas agrarias en la historia de España, Madrid, Ministerio de
Agricultura, Pesca y Alimentación, 1996, pp. 247-349.
19. Historia de la Cruzada, 1939, Vol 3º, Tomo XII, p.426.
20. Carpeta 1314, Causa General, AHN. La Causa General es el gran sumario ju-
dicial abierto por los vencedores de la guerra en 1940 para esclarecer «la activi-
dad criminal de las fuerzas subversivas que en el 36 alentaron abiertamente
contra la existencia y los valores de la Patria, salvada en último extremo y pro-
videncialmente, por el Movimiento liberador»; la primera edición se publicó en
1943 con prólogo de E. Aunós, de donde procede la cita, F. Espinosa, Contra el
olvido, Crítica, Barcelona, 2006, pp. 95-107.
21. «El patriotismo de la Casa Mirat», La Gaceta Regional, 23-VIII-1936. «Teresa
de Castilla» cambió la lucha contra la República por la del «Oro para la pa-
tria», «Salamanca... la ciudad de oro», «¡Viva España!», «Con broche de oro»,
La Gaceta Regional, 28-VIII-1936, 24-IX-1936, 30-XII-1936.
22. Resumo lo expuesto por Jean Claude Rabaté, «Miguel de Unamuno frente a la
guerra civil: entre historia y leyenda», Congreso Internacional: la Guerra Civil
española, Madrid, 2006 (en prensa).
23. Archivo de la familia Santos Unamuno.
24. K. Marx, El 18 brumario de Luis Bonaparte, Ariel, Barcelona, 1968, p. 154.
25. José Venegas, Andanzas y recuerdos de España, Imprenta Ferrari, Buenos Ai-
res, 1943.
26. F. Espinosa Maestre, La justicia de Queipo: violencia selectiva y terror fascista
en la II División en 1936: Sevilla, Huelva, Cádiz, Córdoba, Málaga y Badajoz,
Crítica, Barcelona, 2006, p. 351.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 350

350 esta salvaje pesadilla

27. Por ejemplo, El peregrino de las estrellas (1915) de Jack London, donde el pri-
sionero aprende a liberarse del sufrimiento por medio de un esfuerzo de la ima-
ginación que segrega de sí otro cuerpo, de naturaleza intangible, que le hace
transportarse a otra situación y otro mundo totalmente diferente del de la pri-
sión. Debo estas observaciones al profesor Fernando R. de la Flor.
28. El 28 de diciembre de 2006 fue presentada en la sesión del pleno del Ayunta-
miento de Salamanca una moción del grupo municipal socialista para «reivin-
dicar públicamente la dignidad de todos los concejales elegidos democrática-
mente durante la II República y destituidos en el mes de julio de 1936, y
condenar la represión padecida por miembros de la corporación municipal, en
especial los asesinatos que sufrieron el alcalde Dr. Casto Prieto Carrasco y los
concejales D. Manuel de Alba Ratero, D. Luis Maldonado Bonatti y D. Casimi-
ro Paredes Mier y la anulación de la destitución como concejal de don Miguel
de Unamuno realizada en octubre de 1936». La propuesta fue rechazada por
11 votos a favor y 15 en contra. La argumentación del portavoz del equipo de
gobierno fue la siguiente: «La estrategia nacional del Partido Socialista [sólo
puede entenderse en un contexto] de romper el consenso constitucional del 78
y de fomentar iniciativas que dividan a los españoles en vez de unirlos. Esa es-
trategia nacional que tiene además como premisa básica el aislamiento del Par-
tido Popular para evitar la alternancia política, esencial en una democracia, se
ha concretado ya en cuatro líneas de actuación muy claras. El estatuto de Cata-
luña, la agresión a las creencias religiosas mayoritarias de los españoles, la ren-
dición del Estado y la democracia ante ETA-Batasuna y la llamada recupera-
ción de la memoria histórica», Libro de Actas del Ayuntamiento de Salamanca
de 28 de diciembre de 2006. El Ayuntamiento de Salamanca organizó una ex-
posición «El archivo de la memoria rota» en el primer trimestre de 2007 con el
objetivo de «preservar intacta la memoria de todos los españoles», campaña re-
lacionada con el denominado «expolio» del archivo de la guerra civil. Sobre
memoria para unos y Alzheimer para otros, puede consultarse mi artículo
«Memoria histórica», El Adelanto, 29 de junio de 2006.
29. Diccionario enciclopédico, ilustrado y crítico de los salmantinos ilustres y be-
neméritos (1952). Diccionario enciclopédico, ilustrado y crítico de los hombres
de España (1956) con prólogo del Conde de Romanones.
30. Sólo en 1983 el alcalde socialista Jesús Málaga reconoció la labor del alcalde
Prieto Carrasco.
31. Lo cuenta el profesor Sánchez Granjel en Casto Prieto Carrasco, Dos estudios
sobre la enseñanza de la medicina en la Universidad de Salamanca, Universidad
de Salamanca, Salamanca, 1986, p. 17.
32. Ricardo Robledo, “Salamanca en la Historia Contemporánea ¿un desierto his-
toriográfico?», Actas del Primer Congreso de Historia de Salamanca (1989),
Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca, 1992, pp. 9-33.
33. Ricardo Robledo, (coord.), Historia de Salamanca. Volumen V: Siglo Veinte,
Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca, 2001. La obra fue dirigida por
Jose-Luis Martín. Los errores de identificación de algunas víctimas, de los que
se habla en la nota 144 del capítulo 4 fueron advertidos por el editor en R. Ro-
bledo (coord), El siglo de Salamanca, Tribuna de Salamanca, Introducción de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 351

notas. capítulo 1 351

Julián Lanzarote, Salamanca, 2005, p. 256. Un resumen de la polémica en R.


Robledo, «En defensa de la història parcial?», L’ Avenç: Revista de història i
cultura, n.º 271, 2002, pp. 5-6.
34. R. Robledo, (coord.), Sueños de concordia: Filiberto Villalobos y su tiempo
histórico, 1900-1955, Caja Duero, Salamanca, 2005. Los comisarios de la ex-
posición fueron A. Rodríguez de las Heras e I. Francia. A este último se debe
la magnífica selección de documentos y fotografías del libro. El capítulo de S.
Juliá reproduce con algunas variaciones el publicado en el catálogo y el de J.
Cuesta y M. Redero está basado en sus colaboraciones en aquella publica-
ción.
35. La relevante información del Padrón Municipal de 1935 en Mariano Esteban,
Santiago González, Manuel Redero, Salamanca 1900-1936: la transformación
limitada de una ciudad, Diputación de Salamanca, 1992. Manuel Fernández
Trillo, «La clase obrera salmantina en la antesala de la Insurrección de Octu-
bre», Salamanca, Revista Provincial de Estudios, n.º 18-19, 1986, pp. 355-
392. El profesor Santiago González tiene una investigación en curso sobre la
Salamanca obrera en la República.

PRIMERA PARTE

1. «¡El campo en pie!»

1. José Sánchez Rojas, «La reforma agraria» artículo póstumo recogido en J. Mo-
reiro Prieto, Sánchez Rojas, crónica de un cronista, Salamanca, Centro de Estu-
dios Salmantinos, 1984 pp. 84-85.
2. Francisco Bravo, José Antonio. El hombre, el jefe, el camarada, Ediciones Es-
pañolas, Madrid, 1939, pp. 72-73.
3. José María Gil Robles, No fue posible la paz, Ed. Ariel, Barcelona,1968, p. 85.
4. «La vida era solemne / puro y sereno el pensamiento era / sosegado el sentir,
como las brisas / mudo y fuerte el amor, mansas las penas / austeros los place-
res / raigadas las creencias / sabroso el pan, reparador el sueño / fácil el bien y
pura la conciencia», Gabriel y Galán, «El ama» (1901). Para mayor detalle so-
bre el problema agrario en Salamanca, Ricardo Robledo, «Dejar el campo,
comprar la tierra: Población, Economía y Sociedad (1880-1930)», R. Robledo,
(coord.) Historia de Salamanca, Tomo V. Centro de Estudios Salmantinos,
2001; «Villalobos y el problema agrario en Salamanca, 1900-1931», R. Roble-
do (coord). Sueños de concordia, Caja Duero, Salamanca, 2005.
5. Los diversos Planes de Aplicación realizados por los ingenieros agrónomos de cara
a la aplicación de la reforma agraria exponen a menudo la situación de bastantes
pueblos rodeados por la gran explotación adehesada y el aumento de desempleo
cuanto mayor era la dedicación a pastos; a título de ejemplo, Plan de Aplicación de
Aldeanueva de Portanovis y Collado de Yeltes, Archivo IRA 37/14, 37/25.
6. Francisco Sánchez López y A. Calabuig, «La gran propiedad rústica de la pro-
vincia de Salamanca», VV.AA., Estudio integrado y multidisciplinario de la de-
hesa salmantina, Unesco, Salamanca-Jaca, 1978, Luis E. Espinoza, «De la espe-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 352

352 esta salvaje pesadilla

ranza, a la frustración: La Segunda República», R. Robledo (coord.) Historia


de Salamanca. Tomo V, pp. 175-176.
7. Por ejemplo los propietarios de la dehesa Vilvís (803 ha) llevaban en arrenda-
miento otras dos grandes fincas, Plan de aplicación de Aldeadávila, 21-III-
1935, Archivo IRA. También había grandes arrendatarios que eran a la vez ad-
ministradores de grandes patrimonios.
8. «Existían y existen allí pueblos numerosos (el Sr. Casanueva los conoce muy
bien porque él precisamente se crió y creció entre los de Trabanca y Cabeza de
Framontanos) donde las calles, la vía pública y los edificios públicos siguen
siendo del señor, y la Comisión de Reforma agraria advirtió que apremiaba
una solución para tan gravísimo problema en pueblos como Calzada de Don
Diego, Trabanca, Cabeza de Framontanos, La Sierpe, Quegigal, Canillas, Car-
nero, El Tejado, Campillo de Azaba, Gómez Velasco, Gallegos de Crespes, Ber-
noy, Garci-Rey, Villanueva de los Pabones, y tantos otros donde la propiedad
está concentrada, en grandes masas de terreno, en una sola mano». Interven-
ción de Marcos Escribano, Diario de Sesiones, 5-VII-1932.
9. El patrimonio de la Casa de Cerralbo vendido entre 1866 y 1923 ascendió a
cerca de 40 millones de reales, de los cuales poco más de 6 millones deben con-
siderarse adquisiciones campesinas; el resto correspondió a los grandes arren-
datarios o propietarios, Miguel Sánchez Herrero, De colonos a propietarios.
Endeudamiento nobiliario y explotación campesina en tierras del Marqués de
Cerralbo (Salamanca, siglos XV-XX), Tesis doctoral inédita, Universidad de Sa-
lamanca, 2000, p. 375. Algo parecido ocurrió cuando se subastó el patrimonio
salmantino de los Patiño-Sentmenat, Ricardo Robledo, «La liquidación del pa-
trimonio de los Patiño-Sentmenat en Salamanca (1910): ¿eutanasia del rentis-
ta?, en Doctor Jordi Nadal. La industrialización y el desarrollo económico de
España, Universitat de Barcelona, 1999.
10. Informe de Director de la Sucursal del Banco de España, Archivo Banco Espa-
ña; agradecemos a S. Díez Cano el conocimiento de esta fuente.
11. En el Congreso extraordinario del Sindicato de Trabajadores de la Tierra de
mayo de 1934 había delegados de 277 sociedades obreras, El Adelanto 27 de
mayo de 1934. Si tenemos en cuenta la existencia, muy aproximadamente, de
386 pueblos en la provincia, habría sindicato socialista en el 72% de los pue-
blos. A veces se barajaron cifras e más de 20.000 afiliados...
12. Carta a Unamuno 5-X-1914, Elorrieta se presentaba entonces como diputado
por Illescas, Archivo Casa Unamuno, E 51 bis 3.
13. Por ejemplo, el Sindicato «La Tierra», fundado por Villalobos para organizar
de forma comunal la explotación de la finca-pueblo que habían comprado los
vecinos de Robliza de Cojos.
14. Según Pilar Calvo, llegó a copar una tercera parte de los diputados provinciales
en 1921, y el número de sus afiliados podía estar entre 1.500 y 2.000 hacia
1919. Pilar Calvo, Asociacionismo y cultura patronales en Castilla y León du-
rante la Restauración: (1876-1923), Junta de Castilla y León, Valladolid,
2003, pp. 196-197.
15. Juan José Castillo, Propietarios muy pobres. Sobre la subordinación política
del pequeño campesino en España. La Confederación Nacional Católico-Agra-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 353

notas. capítulo 1 353

ria (1917-1942), Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Madrid,


1979, pp. 20, 355-359.
16. Prólogo a Ramón Ruiz Alonso, Corporativismo, Ediciones Ruiz Alonso, Gra-
nada, Salamanca, 1937, p.17.
17. Se resume lo expuesto por Mariano Esteban de Vega, que ha dedicado varias
publicaciones a este tema, «El entorno social: rivales y amigos en la Salamanca
de fin de siglo», VV. AA., El tiempo de Miguel de Unamuno y Salamanca, Edi-
ciones Universidad de Salamanca, Diputación y Ayuntamiento, Salamanca,
1998, pp.60-65. Véase también, Miguel Ángel Orcasitas (coord.), El P. Cámara
y Salamanca. Ediciones Escurialenses, Cabildo Catedral de Salamanca, Sala-
manca, 2004; nombres de otros profesores integristas que acompañaban a E.
Gil Robles, en p. 397, alguno de ellos volveremos a verlo en alguna organiza-
ción ultraderechista de la Segunda República.
18. Esteban de Vega, «El entorno social...», cap. cit. p. 63. Hay numerosas referen-
cias de cómo se cultivaban las amistades de los principales terratenientes, «la
crema de los católicos» en Equillor et al., Memorias del P. Luis Martín, General
de la Compañía de Jesús (1846-1906), Universidad de Deusto, Ediciones Men-
sajero, U. Pontificia Comillas, Madrid, 1998, tomo I, pp. 550-624. Una reciente
publicación muestra las divisiones del catolicismo salmantino y las dificultades
de Lamamié padre para ganar unas elecciones, Rosa Ana Gutiérrez Lloret, «Las
elecciones de 1907 en Salamanca: un ejemplo de la movilización y confronta-
ción electoral católica en la España de la Restauración», Studia Historica, His-
toria Contemporánea, n.º 22, 2004, pp. 319-341.
19. Las adquisiciones de estos personajes en la desamortización pueden compro-
barse en la investigación de R. Robledo y J. Infante, publicada en el volumen IV
de Historia de Salamanca; el dato de la peregrinación en Memorias del P. Luis
Martín, tomo I, p. 554.
20. Las cuestiones triguera y ganadera en España (a la luz de la hispana tradición).
Manojo de artículos de D. Manuel Sánchez Asensio, con prólogo del exdiputa-
do a Cortes, Don José Sánchez Marco y epílogo del M.I. Sr. Magistral de Ávila.
Sebastián Rodríguez Impresor, Toledo, 1926. Sánchez Asensio había muerto
en 1918. El prologuista José Sánchez Marco (1865-1949) era integrista, dipu-
tado a Cortes por Azpeitia en 1905 y por Pamplona en 1907 y 1910. En marzo
de 1930 firmó el manifiesto a los católicos españoles por la Comunión Tradi-
cionalista Integrista, A. García-Sanz Marcotegui, Diccionario biografico de los
diputados forales de Navarra (1840-1931), p. 165; información que se debe a
J. M. Lana. El magistral de Ávila era Ignacio Navarro Canales, «polemista en
defensa de los derechos de la Iglesia» desde las páginas de El Siglo Futuro entre
otros periódicos, Vicente Cárcel Ortí, Diccionario de sacerdotes diocesanos es-
pañoles del siglo XX. BAC, Madrid, 2006, p. 831. Cuando era Magistral de Cá-
diz publicó, Religión y Patria. Páginas de la guerra. Prólogo de Juan Marín del
Campo. Biblioteca Lux, Madrid 1922, que al parecer se agotó en cuatro días;
se trata de una exaltación religiosa de la guerra de Marruecos basada en recor-
tes de la prensa (utra)conservadora, donde por ejemplo la civilización liberal se
considera tan cruel o más que la rifeña (p. 116). Hace años que Josep Fontana,
llamó la atención sobre Las cuestiones triguera y ganadera en España y obras
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 354

354 esta salvaje pesadilla

similares, Cambio económico y actitudes políticas en la España del siglo XIX,


Ariel, Barcelona, 1975, pp. 200-201.
21. La Gaceta Regional, 14-V-1930; El Manifiesto de Acción Castellana, que repi-
te lo fundamental de la entrevista, se presentó el 23-VI-1931; Lamamié de Clai-
rac, Tradición española..., Madrid, 1933; cfr. Paul Preston, La destrucción de
la democracia en España, Turner, Madrid, 1978, pp. 64-65.
22. La dinastía de los Lamamié se inaugura con Esteban Lamamié de Clairac, go-
bernador en Flandes que nació en Toulouse el 5 de julio de 1643; José Maria
Lamamié de Clairac y Colina, cuyo hijo murió en el frente en 1937, era hijo de
Juan Lamamié de Clairac y Trespalacios diputado a Cortes, por Salamanca, en
1907, «combatiente, como los hijos, como los nietos, contra liberales y liberali-
zantes, contra conservadores incluso, contra mestizos y renegados, contra todo
lo que no fuera doctrina pura, patriotismo sincero, consecuencia heroica». An-
tonio Pérez Olaguer, «Piedras vivas» Biografía del capellán requeté José Mª
Lamamié Clairac y Alonso. Prólogo del Emmo. Cardenal Segura, Editorial Es-
pañola, San Sebastián, 1939. Además de las conexiones familiares eclesiásticas,
Rafael Lamamié era presidente de la Asociación de Ganaderos de Salamanca.
Lamamié de Clairac, Tradición española y las órdenes religiosas, Madrid,
1933, p. 4.
23. Gil Robles, No fue posible la paz..., p. 85.
24. «Fui yo quien marché a Madrid y traje el nombre de Gil Robles para incluirle
en la candidatura de Acción Castellana», Lamamié, Tradición Española..., p.
38; Martin Blinkhorn, Carlismo y contrarrevolución en España. Crítica, Barce-
lona, 1979, p. 271.
25. «Nuestra fe de vida», La Gaceta Regional, n.º 1, 20-VIII-1920.
26. Blinkhorn, Carlismo..., p. 90.
27. Su padre lo consiguió en 1907 a costa del fraude y una gran movilización, Rosa
A. Gutiérrez Lloret, «Las elecciones de 1907...», art. cit.
28. Santiago Díez Cano, Pedro Carasa, «Caciques, dinero y favores. La Restaura-
ción en Salamanca», Ricardo Robledo (coord.), Historia de Salamanca, tomo
IV, pp. 137-145.
29. No fue posible la paz, p. 37.
30. Se declaró la huelga general el 15 de diciembre de 1930 (al día siguiente del fu-
silamiento de Galán y García Hernández); fueron detenidos cinco integrantes
del Comité de la Federación Obrera Provincial y se encargó del orden público a
la autoridad militar. El día 17 se volvió a la normalidad y el gobernador pudo
comunicar a Madrid con orgullo que había recibido innumerables visitas de
apoyo y adhesiones al Gobierno. Fondos Contemporáneos (en adelante,
FF.CC.), Ministerio del Interior. Serie A. Legajo 42.A, Expediente 16, 2. Archi-
vo Histórico Nacional.
31. El Adelanto, 14-IV-1931, p. 2.
32. El Adelanto, 14-IV-1931, Emilio Salcedo, Vida de Don Miguel. Anthema, Sa-
lamanca, 1998,3 p. 377.
33. Ib. y la crónica de Sánchez Rojas, El Adelanto, 18-VI-1931.
34. La elección de Unamuno había sido propuesta por los estudiantes. AUS. Claus-
tros. Libro 548.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 355

notas. capítulo 1 355

35. Véase nota 110.


36. Algunos ejemplos se comentan en Espinoza, «De la esperanza a la frustra-
ción...», pp. 163-164. De 329 concejales, cuyos datos anticipó el gobernador,
sólo salieron elegidos 4 monárquicos y 24 agrarios, El Adelanto, 6-VI-1931.
37. Según el Anuario, dos tercios largos de concejales republicanos en los ayunta-
mientos que se ajustaron al artículo 29 y cerca del 60% en los que hubo vota-
ción. Anuario Estadístico de España, Madrid, 1931. Los 2.859 concejales se
repartieron casi por igual entre los que fueron proclamados y los votados; en
los distritos que hubo votación, lo hizo el 70% de electores. Concepción Mar-
cos del Olmo, Voluntad popular y urnas. Elecciones en Castilla y León durante
la Restauración y la Segunda República (1907-1936), Universidad de Vallado-
lid, Valladolid, 1995, pp. 67-113. Otras estimaciones menos optimistas, donde
el 63% es para los monárquicos, en Shlomo Ben-Ami, Los orígenes de la Se-
gunda República española: anatomía de una transición, Alianza Editorial, Ma-
drid, 1990, pp. 370, 371 y 376.
38. Emilio Salcedo, Vida de Don Miguel..., p. 389.
39. José Manuel Rivas Carballo, «La reorganización de la derecha católica salman-
tina en la Segunda República» Studia Historica, Vol. IV, n.º 4, 1986, pp. 225-
234. «Gil Robles y el nacimiento del Bloque Agrario salmantino» en Salaman-
ca. Revista de Estudios, n.os 33-34, 1994, pp. 275-290, basado parcialmente en
el anterior; la asamblea del Bretón fue el 10 de junio de 1931, el mitin de Ledes-
ma el día 11 y el mitin de la plaza de toros de Salamanca el 14, cronología que
no siempre se ha precisado bien.
40. El Adelanto, 13-VI-1931, «Partido Agrario de Acción Castellana», carta de
Lamamié, Gil Robles, Bermúdez de Castro; desde el 8 de mayo Acción Caste-
llana había reducido al mínimo su programa ideológico y asumido hasta cuan-
to era posible las reformas sociales.
A principios de junio Cándido Casanueva (que sustituiría al vizconde de
Revilla en la candidatura de derechas) propuso su candidatura en defensa del
mundo agrario como candidato católico agrario, en unión con el ganadero Ar-
gimiro Pérez Tabernero. Su decisión se justificaba por los peligros que se cerní-
an sobre España y la religión a la vista de los sucesos del 11 de mayo, advirtien-
do que no era hostil a la República, «a cuyo sostenimiento y afianzamiento
estamos obligados a contribuir todos los patriotas». Junto a su preocupación
por la religión, relativizaba la cuestión del campo, centrada en «la organiza-
ción de la tierra, que en esta región no presenta caracteres tan agudos como en
Extremadura y Andalucía», mientras que lo que sí era preocupante era la pro-
tección de la agricultura. Se ofrecía a apoyar la candidatura de derechas y espe-
raba el apoyo de ésta. La Gaceta Regional, 5-VI-1931. C. Casanueva, notario
de Madrid, sería ministro de Justicia de mayo a setiembre de 1935.
41. La Gaceta Regional, 6, 7-VI-1931, El Adelanto, 6, 7-VI-1931.
42. El Adelanto, 7-VI-1931; para La Liga de Agricultores el programa de unidad
agraria se había roto.
43. La Gaceta Regional, 8-VI-1931. El periodista califica al entrevistado de «cha-
rro lígrimo». Bien podría ser recreación de una entrevista a García Orive que,
vestido de charro, estuvo entre los oradores del mitin de la plaza de toros.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 356

356 esta salvaje pesadilla

44. El Adelanto, 11-VI-1931.


45. Gil Robles, No fue posible la paz, p. 38, y carta publicada el 12 de junio.
46. «En torno al Bloque Agrario», La Gaceta Regional, 8-VII-1931, p. 8. Gil Ro-
bles, No fue posible..., pp. 37-39.
47. Cimas Leal que intervino en el mitin del día 14 era directivo de La Gaceta, Bra-
vo era redactor jefe, y Gil Robles, uno de los principales accionistas.
48. Véase Ronald Fraser, Recuérdaselo tú y recuérdalo a otros, Barcelona, Crítica,
1979, tomo I, pp. 108-109. Castaño dijo años después que nada más empezar la re-
pública empezó una «campaña subversiva y demagógica», tomo II, pp. 310-311.
49. Rivas Carballo, «La reorganización...», p. 231.
50. Francisca Rosique, La reforma agraria en Badajoz durante la II Republica: la
repuesta patronal Diputación Provincial, Badajoz, 1988, p. 185
51. El 8 de junio de 1931, el mismo día que Bravo entrevistaba al charro, L. Sán-
chez publicaba un artículo sobre la mejor distribución de la propiedad rústica y
se atrevía a proponer que se interviniera en el 12% de la extensión de Badajoz,
262.500 hectáreas, para solucionar el problema de 15.000 productores que se
convertirían «en otros tantos defensores del orden, fervientes adoradores de la
República que los liberó de la miseria en que viven.» La Gaceta Regional, 8-VI-
1931. El artículo de L. Sánchez en el que se criticaba la política republicana
apareció en La Gaceta Regional, 5-VIII-1932.
52. No fue posible la paz, p. 39.
53. Robledo, Ricardo, «Cambio político y social en Salamanca: las elecciones du-
rante la Segunda República», Actas de las jornadas «Castilla y León en la his-
toria contemporánea», Salamanca, 8-11 de marzo de 2006, Fundación 27 de
Marzo, en prensa.
54. ¡El campo en pie! Discusión de las Actas de Salamanca ante las Cortes Constitu-
yentes en el Palacio de Congresos a 24 de julio de 1931. Imprenta Comercial Sal-
mantina, Salamanca, 1931. El repaso de las incidencias con motivo del escruti-
nio ofrece muchos elementos para hablar de pucherazo electoral; además del
elevadísimo número de votantes en bastantes pueblos («inspirando la natu-
ral sospecha de que dichas elecciones han sido fingidas» como decía el Bando del
Gobernador del 30 de junio), hay varias referencias a las «partidas de la porra»;
en Espeja, el alcalde del pueblo, enemigo de la Conjunción, «pistola en mano, co-
accionaba a los electores», El Adelanto, 3-VII-1931, Boletín Oficial de la Pro-
vincia, 1-VII-1931. La ponencia de la comisión dictaminadora nombrada por las
Cortes se inclinó por el falseamiento electoral aportando el dato de 211 seccio-
nes electorales en las que el porcentaje de votantes superó el 90%; la inter-
vención de Galarza como la de algún otro diputado interpretó el falseamiento
electoral como producto del tradicional caciquismo, en este caso, de los monár-
quicos disfrazados de agrarios. ¡El campo en pie! Discusión..., pp. 24-25.
55. Concepción Marcos del Olmo, Voluntad popular y urnas. Elecciones en Casti-
lla y León durante la Restauración y la Segunda República (1907-1936), Uni-
versidad de Valladolid, Valladolid, 1995, pp. 187-197.
56. La Gaceta Regional, 23-VI-1931. Firma el tradicionalista César Romo quien se
refirió al grave «pecado de cooperación»: «Quiero hacer esta única división en-
tre los electores: “católicos y no católicos”». Véase nota 96.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 357

notas. capítulo 1 357

57. «Colofón a un mitin agrario», El Socialista 25-X-1931.


58. Manuel Fernández Trillo, M. y E. McInnis, «Implantación obrera: socialistas y
comunistas en Salamanca durante la Segunda República» en Salamanca. Revis-
ta Provincial de Estudios n.os 16-17, 1985, p. 111.
59. Diario de Sesiones, 2-XII-1931, p. 2.763. Intervención de P. Santa Cecilia.
60. El Adelanto, 29-IX-1931, y 16-VII-1933. El cabo fue procesado y se hizo cargo
de la defensa Gil Robles, El Adelanto, 27-X-1931.
61. Comunicación del Gobernador al Ministro (28-IX-1931): el incidente se pro-
dujo al regresar excitadísimos del mitin en Peñaranda en el que intervinieron
Andrés Manso y Blas Carrasco (de Madrid). Dijeron: «nada de jornales, las fin-
cas son vuestras.» A uno que pregunta a Manso si matan a los patronos, éste le
contesta: «por ahí teníais que haber empezado». Había 7 guardias concentra-
dos en Palacios. Del grupo de obreros, en manifestación tumultuosa, salió un
disparo. Responden y se producen dos muertos y cuatro heridos. Legajo 16.A
Expediente 17, FF.CC. Ministerio del Interior. Serie A. AHN.
62. Fue bailando ante la casa del cura donde se produjeron los disparos y precisa la
hermana: «Cuando estaban en círculo bailando ... la Guardia civil, sin previo
aviso, sin que fuera vista por los obreros, mujeres y niños que estaban bailando,
hace una descarga y caen seis obreros», Diario de Sesiones, 2-XII-1931, p.
2.763. Éste y otros testimonios que aportó el diputado Santa Cecilia no tuvieron
ninguna réplica. Incluso La Gaceta se hizo eco de que «salió la música tocando
por las calles, llevaban de huelga cuatro días, seguida de mujeres, niños y obre-
ros, dando vivas a la república, a los socialistas y al Señor Manso. Al llegar fren-
te a la casa parroquial, salieron tres guardias civiles a caballo y tres o cuatro a
pie, y sin decir nada, dispararon sobre ellos, resultando los muertos y heridos
conocidos», La Gaceta Regional, 28-IX-1931.
63. El Adelanto, 29, 30-IX-1931.
64. «y es el sr. Gil Robles, que sabe perfectamente cómo estos compañeros nues-
tros, caídos en la lucha, lo habían sido por las balas de la Guardia Civil al servi-
cio de la Ceda, el que va allí a acusar a los once compañeros nuestros de haber
matado a compañeros nuestros también». Intervención de Andrés y Manso
Diario de Sesiones, 2-IV-1936, pp. 157-158.
65. El Adelanto, 16-VII-1933, 29-VII-1933. Al fallecer el segundo obrero grave, se
comentó: «El depravado criminal se pasea en plan de jaque, bien seguro de la
impunidad de su hazaña e incluso ha llegado a maltratar de palabra a las fami-
lias de sus víctimas», El Socialista, 9-X-1931.
66. «En el pueblo de Arabayona de Múgica, con motivo de una manifestación, a la
cabeza de la cual iba el presidente de la organización de Izquierda Republicana,
como se dieran algunos gritos de “Viva la República” y “Viva el señor Azaña”,
siendo contestados estos gritos con otros de “Muera la República” y “Muera
Azaña”, cayó muerto el presidente de la organización de Izquierda Republica-
na, cayendo heridos también compañeros nuestros, y compañeros nuestros
también ocuparon el banquillo de los acusados para responder de estos deli-
tos». Manso, Diario de Sesiones, 2 de abril de 1936, pp. 157-158.
67. «Las gentes están ciegas y sordas. No se dan cuenta de que el 12 de abril comen-
zó un nuevo período histórico para España y que el pueblo, la masa campesina,
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 358

358 esta salvaje pesadilla

ausente durante siglos de la vida pública quiere formar su personalidad y defen-


der sus derechos, a un porvenir más amable, a una mayor participación en el dis-
frute de la tierra...»; carta de Villalobos a A. Ramos. Archivo Villalobos.
68. José Manuel Naredo, José Mª Sumpsi, «Evolución y características de los mo-
delos disciplinarios del trabajo agrario en las zonas de gran propiedad», Agri-
cultura y Sociedad, n.º 33, 1984.
69. E. Malefakis, Reforma agraria y revolución campesina en la España del siglo
XX. Ariel, Madrid, 1971, p.204. Más argumentos y bibliografía en Ricardo Ro-
bledo, «Política y reforma agraria: de la Restauración a la II República
(1868/74-1939)», A. García Sanz y J. Sanz (coords.), Reformas y políticas
agrarias en la Historia de España. MAPA, Madrid, 1996; debe destacarse no
obstante Antonio Martín Valverde,«Colocación y regulación del mercado de
trabajo agrícola», Agricultura y Sociedad, n.º 3, 1977. J. Rodríguez Labandei-
ra, El trabajo rural en España (1876-1936). Anthropos, Barcelona, 1991 y va-
rias aportaciones en José Miguel Martínez Carrión (ed.), El nivel de vida en la
España rural, siglos XVIII-XX, Universidad de Alicante, 2002.
70. Las investigaciones sobre Andalucía se resumen en Francisco Cobo, De campe-
sinos a electores: modernización agraria en Andalucía, politización campesina
y derechización de los pequeños propietarios y arrendatarios: el caso de la pro-
vincia de Jaén, 1931-1936, Biblioteca Nueva, Madrid, 2003.
71. Si antes de abril de 1931 encontramos tan sólo 5 de estos sindicatos legalizados,
a fines de 1932 estaban censados 142 en otros tantos municipios, sobre todo de
los partidos judiciales de Salamanca, Peñaranda y Alba, y agrupaban unos diez
mil afiliados. Fernández Trillo, Manuel, y McInnis, Elizabeth, «Implantación
obrera: socialistas y comunistas en Salamanca durante la Segunda República»,
en Salamanca: revista provincial de estudios, 1985, n.os 16-17, p. 10.
72. El director de la Sucursal del Banco de España en Salamanca haciéndose eco se-
guramente de algunas opiniones de los propios dirigentes de la Federación Ca-
tólico Agraria, se lamentaba de la conducta poco fiel de muchos asociados
quienes, si bien mantenían su pertenencia al sindicato por las ventajas materia-
les que les reportaba, no habían dudado en afiliarse a las Casas del Pueblo ante
las promesas de reparto de tierras. De hecho en la asamblea del 2 de abril de
1934 se acordó la expulsión de los afiliados a UGT. Informe de Director de la
Sucursal del Banco de España, Archivo Banco España.
73. Designación de vocales propietarios y arrendatarios en el Jurado Mixto de la
Propiedad Rústica, después de la impugnación de elecciones por Marcos Escri-
bano (Diario de Sesiones, 19 de mayo de 1933); Gaceta de Madrid, 5 diciem-
bre de 1933 y Boletín del Instituto de Reforma Agraria, n.º 18 de diciembre de
1933.
74. «Víctimas de la reforma agraria», La Gaceta Regional, 28-IX-1932, p. 5. El
«rebasamiento del principio de la lucha de clases en el campo» era la conclu-
sión 2 del Programa del Bloque; «la república necesitaba la lucha de clases»
dijo años después Castaño, Ronald Fraser, Recuérdaselo... Tomo II, p. 311.
75. Boletín Oficial de la Provincia, 19-VI-1932. «Murieron ya aquellos gañanes de
alma sencilla que decían “nuestra dehesa”, “nuestros bueyes”». «La tristeza
del campo», Defensa, n.º 23, 9-VII-1932.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 359

notas. capítulo 1 359

76. Telegrama. Sociedad Obrera de Bóveda del Río Almar a Subsecretario. El ele-
mento patronal no cumple disposiciones sociales, jactándose el Alcalde de que
las Bases no se aplicarán en el municipio, 26-XII-1932. Ministro a Goberna-
dor: El Subsecretario de Trabajo le ha comunicado que en Villaverde de Guare-
ña los patronos se niegan a dar trabajo a los obreros asociados, exigiéndoles el
ingreso en el grupo agrario. No aceptan tampoco las Bases. Que intervenga el
Gobernador. 23-III-1932. Legajo 7.A., Expediente 22, FF. CC. AHN. La de-
nuncia de las represalias de Alicio Cobaleda (vocal propietario del Jurado Mix-
to) contra los afiliados a las sociedad obrera de Cubo de Don Sancho a quienes
dejan sin trabajo, en Tierra y Trabajo, n.º 68, 21 de enero de 1933.
77. Secretario del Gobierno Civil. Gobernador Civil interino a Ministro. 1-X-
1932: A las 21 horas de ayer la directiva del Bloque Agrario, ejecutando acuer-
do de la Asamblea celebrada el 25 de septiembre, repartía las hojas invitando a
suspender y aplazar la siembra hasta conocer las bases del Jurado Mixto. In-
cautación en el domicilio social de las hojas y detención del Presidente Ernesto
Castaño, Clausura del centro y orden de detención de la Junta Directiva. Orden
a la Guardia Civil para que vigile en los pueblos a los elementos del Bloque; Le-
gajo 6.A. Expediente 53. FF.CC. Ministerio del Interior. Serie A, AHN. El en-
carcelamiento de los dirigentes donde estaba también Ramón Olleros en la pri-
mera página de El Adelanto, 1-X-1931. El 7 de octubre estaban todos en
libertad, salvo Castaño que permaneció detenido unas semanas más; el encar-
celamiento de Castaño le hizo un mártir en la campaña electoral de 1933, La
Gaceta Regional, 11-XI-1933, p. 4. Para mayor detalle, Juan José Rodriguez
Almeida, «Bases de trabajo rural y conflictos sociales en Salamanca, 1932-
1936» Studia Historica. Contemporánea Vol. IV, n.º 4, 1986, pp. 205-223. «El
despliegue táctico cedista en Salamanca, 1931-1936», Salamanca. Revista Pro-
vincial de Estudios n.º 26, 1990, pp. 107-156.
78. La Gaceta Regional, 26-IX-1932. La respuesta fue: «30.000 afiliados al Sindi-
cato y la Federación Provincial, con los suyos, se ofrecen al Gobierno para la-
brar los terrenos que se pretenden dejar incultos», El Adelanto, 28-IX-1932. El
escrito fue contestado ese mismo día por E. Castaño (La Gaceta era periódico
vespertino) argumentando que el proceder era legal, que las explotaciones agrí-
colas llevaban años con pérdidas pues el coste de labor de la huebra era más de
200 pesetas y los ingresos 175 pts. La Gaceta Regional, 28-IX-1932.
79. La intervención de Gil Robles, Diario de Sesiones, 18 de octubre de 1932. Según
el ministro de Agricultura, las cuentas que exponía Gil Robles se hacían seña-
lando en los gastos los de las regiones ricas y los ingresos de las pobres. Presen-
taba cifras exageradas, por ejemplo en el abonado: según los datos del Ministe-
rio, el consumo de abonos en Salamanca ascendía a 6.181.000 pts. para
323.000 ha de cultivo (231.000 ha de cereales). El gasto de abono mineral por
ha era de 21,45 pts. mientras que Gil Robles argumentaba que eran más de 125
pts. Diario de Sesiones, 21-X-1932.
80. «Fueron los agrarios —decía Marcos Escribano— los que facilitaron que Tave-
ra fuera presidente y Escanilla Vicepresidente del jurado mixto y los que elabo-
raron aquellas bases que llevaron la ruina al campo», El Adelanto, 16-XI-1933.
81. Según la cláusula 8, si el obrero hubiera ganado en la recolección de 1931 ma-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 360

360 esta salvaje pesadilla

yor cantidad «en un día» que la que resultara de la aplicación de las bases de
1932, el salario de las bases de 1932 se incrementaría en un 20%.
82. Lista del Gobierno civil del 17 de noviembre de 1933, copia en Archivo de I.
Francia.
83. Desde las páginas del Semanario que dirigía Andrés Manso se criticó así a Largo
Caballero por el cese del Presidente del Jurado Mixto de Trabajo Rural: «Parece
fatal que cuando un ministro socialista se ocupa de las organizaciones obreras de
nuestra provincia, haya de hacerlo siempre para facilitar armas al adversario ... a
“Gilito”, [Gil Robles], y a “Marquitos” [Marcos Escribano]. Cuando no ha ha-
bido Jurado Mixto se ha estado incluso mejor que con él, puesto que su existen-
cia supone transigir. Con todo las Bases de trabajo no se cumplen. Se debe la re-
colección a miles de obreros sin que el Jurado haya intervenido. Las infracciones
no suponen sanción, las multas impuestas a los patronos no se pagan». Tierra y
Trabajo, n.º 63, 30-XI-1932.
84. «Los partidos republicanos de Salamanca a la opinión pública», «El Ayunta-
miento de Salamanca hace todo lo posible y aún más de lo posible para solucio-
nar la huelga», «La Unión General de Trabajdores considera un agresión a la
República toda huelga no autorizada por su Comité Nacional» fueron los suel-
tos que publicó el Boletín Oficial de la Provincia de Salamanca. El paro general
empezó el sábado día 10. El Adelanto no salió hasta el 17 de diciembre.
85. Los sucesos de Macotera se juzgaron un año después, El Adelanto, 15-XII-1933.
«La Federación Provincial Obrera escribe la página más brillante de su historia sin-
dical. DURANTE SIETE DIAS LA HUELGA GENERAL HA SIDO UNÁNIME,
PARALIZÁNDOSE, CASI EN ABSOLUTO, LA VIDA ACTIVA DE LA PRO-
VINCIA.», Tierra y Trabajo, n.º 65, 20 de diciembre de 1932. Véase también, Paul
Preston, La destrucción... p. 138. Salamanca ocupó el puesto n.º 8 de España por el
número de huelgas en 1932, y el n.º 26 en 1933, según Anuario Estadístico de 1934.
86. Acuerdo del Jurado Mixto de Trabajo Rural de 18 de febrero, Boletín Oficial
de la Provincia, 24-II-1932.
87. Véase nota 79. Se aceptaron 1.010 de las 8.813 reclamaciones que se habían
presentado, y el fallo llegó a mediados de noviembre (víspera de las elecciones).
El Boletín Oficial de la Provincia se llenó de reclamaciones de un buen número
de pueblos que fueron apareciendo desde abril a mediados de noviembre de
1933; en la relación constaba el patrono, vecindad, obrero y cantidad reclama-
da; no se excluye que un mismo obrero reclamara a varios patronos; las cifras
que damos proceden del recuento de cada uno de los boletines.
88. Rodríguez Almeida, «Bases de trabajo...», p. 214. El asunto clave era la liber-
tad de contratación; las disposiciones de 28 de noviembre de 1932 dejaban
cierto margen que era anulado en las modificaciones de junio de 1933 pues era
el sindicato quien asignaba los obreros por riguroso orden de inscripción.
89. No fue la reacción patronal a la huelga en plena recolección (No fue posible la
paz, p. 73), sino el rechazo a la prohibición de cuadrillas, o el rechazo a los
obreros que enviaba la Oficina de Colocación.
90. «Gobernador a Ministro. Publicada en La Gaceta una Circular de Unión de
Agricultores Salmantinos y Bloque Agrario incitando a patronos al incumpli-
miento disposiciones oficiales respecto a disolución cuadrillas de segadores
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 361

notas. capítulo 1 361

para ser distribuidos por Oficina Provincial de Colocación Obrera con arreglo
a dichas disposiciones y considerando contexto de dicho escrito pudiera ser
delictivo lo denuncia al Fiscal que lo remite al Juzgado para incoar sumario y
secuestro de ejemplares». 20-VI-1933, Legajo 50.A, Expediente 18, FF.CC.
Ministerio del Interior. Serie A. A.H.N. «Somos reos del mismo delito que
nuestros compañeros», era el título que acompañaba la información de la mo-
vilización patronal: «El aspecto que ofrecían los alrededores de la cárcel era
verdaderamente magnífico», La Gaceta Regional, 22-VI-1933. El Gobernador
remitió esta noticia, «por si pudiera revestir caracteres de delito».
91. La Gaceta Regional, 10-VI-1933. Para mayor detalle, Javier García Martín,
«Actitudes político-sociales de la clase patronal salmantina...» en Tusell et al.,
Estudios sobre la derecha española contemporánea, 1993.
92. El Adelanto 11-VII-1933, según el gobernador la huelga afectó a 25 pueblos,
especialmente Salvatierra de Tormes. Un bando del gobernador Friera del 13
de julio advertía de la gravedad al extender la huelga a otros oficios y profesio-
nes, Boletín Oficial de la Provincia, n.º 98. El recuento de las diversas noticias
de la prensa proporciona 62 detenidos y 14 heridos, Alexise V. Ikossie, El mo-
vimiento obrero en Salamanca durante la Segunda República (1931-1936), te-
sis doctoral inédita, Universidad de Salamanca, 2006, pp. 263-264.
93. «Exposición al ministro (9-VII-1932). En nombre de 1.000 gallegos que traba-
jan en faenas de siega en la provincia de Salamanca y que desde hace muchos
años vienen realizándolas, rogamos señor Ministro interceda junto Gobernador
de Salamanca nos autorice a continuar efectuando labores de recolección, ya
que esta provincia necesita brazos forasteros por no haber suficientes y estar co-
locados todos provincia. Antonio Domínguez (Villarino de Veiga) y Juan Alon-
so (Santa María de Cejo).» Ministerio del Interior. Serie A. Legajo 43.A Expe-
diente FF.CC. AHN (cursiva nuestra). «El Gobernador ha dispuesto la salida de
fuerzas de la Guardia Civil del puesto de Ledesma a los pueblos colindantes
para desalojar a los obreros portugueses y gallegos que trabajaban en aquellos
términos; hacen imposible la colocación de los parados de Ledesma que ascien-
den a una cifra superior a un centenar», El Adelanto, 6-VII-1932, p. 3. En Villa-
res de la Reina se encontraban varios segadores gallegos, cuando llegaron los
segadores serranos enviados por la oficina de colocación, hubo discusión y riñas
con hoces y palos, El Adelanto, 11-VI-1933. La crónica de la llegada de segado-
res portugueses, desorientados, (y la defensa de la legislación republicana que
hace el cronista local de Barbadillo) en El Adelanto, 21-VII-1932, p. 6.
94. En la convocatoria de huelga para el día 5 de junio se informaba de que las Ba-
ses de Trabajo recogerían la libre contratación y el destajo. El Adelanto, 27-V-
1934. La Delegación Provincial de Trabajo exigió el cumplimiento exacto de
las Bases de trabajo y Leyes sociales ante las constantes denuncias por infrac-
ciones, El Adelanto, 30-V-1934. La Delegación provincial de Trabajo informó
de la existencia de 35 propuestas de sanción por incumplimientos de las Bases,
El Adelanto, 29-VI-1934. Interesa la entrevista del día siguiente con el Delega-
do de Trabajo que da cuenta de cómo los patronos contratan a obreros foras-
teros sin tomarlos de los Registros locales o trabajan horas extraordinarias sin
estar colocados todos los obreros especializados.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 362

362 esta salvaje pesadilla

Los efectos fueron limitados a la tradicional zona conflictiva. El goberna-


dor informó que «los campesinos huelguistas de los pueblos de Babilafuente,
Villoria y Villoruela, se habían reintegrado al trabajo, pudiendo considerarse,
por lo tanto, terminada la huelga campesina en la provincia», El Adelanto, 18
de junio de 1934.También, comunicación del Gobernador a Ministro: «Se ha
celebrado en Peñaranda, foco de la huelga en la provincia, el acostumbrado
mercado semanal con normalidad. En Alaraz y Mancera de Abajo pretendie-
ron algunos huelguistas ejercer coacciones, cortadas con la presencia de la
Guardia Civil. En Cantalpino se produjeron 10 detenciones por orden judicial
por la agresión del día 5, sin incidentes. En el resto de la provincia la huelga
pasa desapercibida». Gobierno Civil Legajo 50.A, Expediente 12, 7-VI-1934
(AHN). La Gaceta Regional del 7 de junio da cuenta de agresión de obreros so-
cialistas contra los del Bloque con el resultado de 14 heridos. Para una visión
de conjunto, Espinoza, «De la esperanza, a la frustración...», pp. 179-190,
199-203.
95. Rodríguez Almeida, «Bases de trabajo...» p. 205 y ss. Manso tuvo dos elo-
cuentes intervenciones en las que aportó datos del salario del segador (2,60
pts.), seis veces más bajos de los que aportaban los parlamentarios del Bloque
(14-16 pts.), y avisó que el verano se pudiera vivir «bajo el signo de Marte, es
decir, de la guerra civil», si se aceptaban las peticiones de los patronos de más
guardia civil en vez de atender las justas reivindicaciones de los campesinos
que «sólo quieren ser respetados y retribuidos», Diario de Sesiones, 17 y 31
de mayo de 1934.
Sobre el desquite en otras provincias, Robledo, «Política y reforma agra-
ria...», pp. 308-315 y toda la intervención en las Cortes del 1-VII-1936 es la
mejor fuente. Una circular del Bloque, advertía que la contratación era libre,
pero los patronos «deberán procurar no hacer de este derecho legal arma para
represalias negando sistemáticamente trabajo a los obreros locales», La Gace-
ta Regional, 7-VII-1935.
96. El Adelanto, 31-VII-1935.
97. Denuncia que no se cultiva la finca Granadilla en Palencia de Negrilla. La Sec-
ción Agronómica no actúa porque «no tiene otra misión que oponerse por to-
dos los medios a las justas operaciones de los obreros de la Federación»; «es
foco de injusticias y perturbaciones». Tierra y Trabajo, n.º 71, 24 de febrero
de 1933.
98. Anuario Estadístico, Año 1932-1933, p. 659.
99. La Gaceta Regional, 19-X-1933.
100. La Gaceta Regional, 27-X-1931. Como se ha comentado en la Introducción,
este pueblo votó masivamente a la derecha en 1936.
101. Con motivo de una huelga en Cantalapiedra dos obreros invitaron al patrón
«a que dijera a sus obreros que no fueran a trabajar, y en este momento, sacó
una pistola, para cuyo uso tenía licencia, e hizo un disparo con el propósito de
matarle contra el Ignacio, a un metro de distancia, sin causarle lesión alguna».
El procesado, defendido por Cimas Leal, fue absuelto pues sólo trataba de
amedrentar, El Adelanto 15-XII-1933. En la «Carta al nuevo Gobernador»
de principios de 1933 se hace relación de los conflictos y agresiones a obreros
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 363

notas. capítulo 1 363

en municipios de la provincia. En Macotera, un muerto, en Paradinas agre-


sión, en Salmoral el alcalde y concejales derechistas agreden al presidente de
la Sociedad Obrera. Los jueces o no intervienen o lo hacen en contra de los
obreros. Se le pide su intervención. Tierra y Trabajo n.º 68, 21 de enero de
1933. Agresión en un mitin en Zorita. Manso se ve obligado a salir entre tiros.
«Otra vez asesinan los patronos», Tierra y Trabajo, n.º 79, 19 de abril de
1933. Sobre la actuación de la justicia, véase la intervención de Manso con
motivo de la discusión de las actas de 1936; después de relatar los hechos de
Palacios Rubios, Macotera, etc..., añadió, «Y todo esto dentro de la máxima
impunidad, y todo esto sin que los Tribunales de Justicia hayan dictado ni una
sola sentencia condenatoria como no sea contra trabajadores. ¿Creéis, Sres.
Diputados, que en estas condiciones necesitaba la Ceda el 16 de febrero reali-
zar coacciones de ningún género para obtener votos?, Diario de Sesiones, 2 de
abril de 1936 (pp. 157-158).
102. «¿Por qué se prohíbe sistemáticamente la tenencia de armas a las personas de-
centes?», Defensa, n.º 6, 28-XI-1931. Este periódico —panfleto— de la ultra-
derecha salmantina, al que nos referimos en el capítulo 3, está llamando desde
su nacimiento en septiembre de 1931 a la «acción», a «ganar la calle contra la
razón de la fuerza marxista»; entre sus mentores estaba Lamamié de Clairac.
103. Diario de Sesiones, 2 de abril de 1936.
104. Manso en las Cortes: «en Mancera de Abajo, en que a un niño le atravesaron
con balas de la Ceda el corazón y murió la madre que lo llevaba en sus brazos
y otra de las mujeres que por la plaza del mismo pueblo pasaba», Diario de
Sesiones, Ib.
105. No obstante en 1932 había unas doscientas reclamaciones judiciales sólo en el
partido de Ciudad Rodrigo. Azaña anota en su Diario el 25 de marzo de
1932: «Los decretos de revisión de rentas de arrendamientos han producido
una paralización muy seria y en los juzgados no despachan las demandas de
revisión; parece que la lentitud es intencionada, Manuel Azaña, Memorias po-
líticas y de guerra, Crítica, Barcelona, 1981, Tomo I, p. 433.
106. El Adelanto, 3-VII-1932, 16-VIII-1932, 23-VIII-1932. La primera conclusión
de la Asamblea de Arrendatarios era el impago de las rentas que vencían el
15 de agosto: «Fijaos bien que de aquí, hasta ahora, un solo propietario,
el Duque de Alba, sacaba 700.000 pesetas de renta, sin que se haya podido sa-
ber si era o no abusiva», «Mitin monstruo de la Unión de Agricultores Sal-
mantino», El Adelanto, 9-X-1932.
107. La constitución de tal jurado fue el 26 de octubre de 1932 «para dirimir la dis-
cordia entre arrendatarios y propietarios especialmente, no entre cultivadores
de la tierra, sino entre éstos y aquellos grandes propietarios que simbolizaban
en Salamanca el régimen de opresión y de tiranía de la propiedad señorial, que
nosotros habíamos combatido». M. Escribano, Diario de Sesiones, 19 mayo
de 1933.
108. Carta al apoderado general de S.E. 28-III-1932, 29-III-1832. 5-X.32 Leg.
1597, D, 2, Fernán Núñez. Archivo Nobleza de Toledo.
109. En la Asamblea de la Unión de Agricultores de 1933 estaban representadas
120 delegaciones; se reafirmó de nuevo la tendencia reformista, el apoyo a la
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 364

364 esta salvaje pesadilla

República y a la reforma agraria; Osorio y Gallardo fue la figura invitada,


aunque no pudo asistir, El Adelanto, 19 y 21 de febrero de 1933. El órgano
oficial de la Unión era La voz del agro que dirigía el ingeniero Felipe de la
Fuente.
110. El resultado de estas elecciones ofrece todavía un perfil menos derechista que
el que saldrá de las urnas de noviembre. De un total de 1.212 concejales perte-
necientes a 173 pueblos, si redondeamos resultados y prescindimos de los ca-
lificados como indefinidos, un tercio serían agrarios, otro tercio socialistas y
republicanos de izquierda y otro tercio radicales y republicanos conservado-
res y progresistas, elaboración según El Adelanto, 27-IV-1933.
111. Acto de la Unión de Agricultores para la presentación de la coalición radical-
conservadora que estaba compuesta por dos candidatos del Partido Radical,
Marcelino Rico, hombre de confianza de Lerroux, Camón Aznar, que ya ha-
bía sido candidato en 1931 por la Conjunción y los candidatos del Partido
Republicano Conservador de Maura, Marcos Escribano, y Fernando Íscar,
abogado que ya había concurrido en las elecciones municipales de abril del
31. El Adelanto, 16-XI-1933.
112. El Adelanto, 23-XII-1932.
113. La Derecha Autónoma Salmantina, creada el 26 de diciembre de 1932, ofre-
ció la presidencia al tradicionalista C. Romo que la rechazó, recayendo en
Gregorio Mirat, y la vicepresidencia en M. Iscar. Fue la encargada de coordi-
nar las diferentes organizaciones de la derecha salmantina, pero el peso de la
actividad siguió recayendo en el Bloque. Rodríguez Almeida, «El despliegue
táctico cedista...», pp. 127-128.
114. «Se intentó por las Constituyentes hacer una ley de Arrendamientos, se trajo el
proyecto y a aquel proyecto le hicimos una guerra sin cuartel todos los que for-
mábamos parte de aquella gloriosa minoría agraria, formada por 23 hombres
... que luchó aquí todos los días, todas las horas, paso a paso, artículo por ar-
tículo, para impedir que saliera aquella ley de Arrendamientos». Intervención
de Casanueva, Diario de Sesiones, 5 de diciembre de 1934, n.º 133, p. 5.264.
115. «Entre mítines en esta capital y propagandas en los pueblos tienen a la gente
del campo completamente envenenada. Nadie se niega a pagar, pero el caso es
que nadie paga. Hasta ahora únicamente hemos cobrado la renta en granos de
La Rad, con el descuento correspondiente al pasado año. Van y vienen unos
y otros, solicitando mayores descuentos, alegando la importancia de los jor-
nales que tienen que pagar, solicitando hasta el cincuenta por ciento de des-
cuentos; amenazan con no sembrar y abandonar las tierras dejándoselas a los
obreros...». Carta del administrador al apoderado de la casa de Fernan Núñez
en Salamanca, 20-IX-1932, Archivo Nobleza de Toledo, C 1597 D, 2. Este
asunto se desarrolla más en Robledo, «Política y reforma agraria...», pp. 284-
289.
116. Según parece, los militantes de la UAS acabaron engrosando las filas de la
CEDA, Richard A. H. Robinson, Los orígenes de la España de Franco. Dere-
cha, República y revolución 1931-1936, Grijalbo Barcelona 1973, p. 522.
117. En representación de las sociedades obreras de Trabajadores de la Tierra, de
varios pueblos abulenses y del salmantino Malpartida, carta que debemos a
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 365

notas. capítulo 1 365

Mar Gonzalez, nieta de uno de los promotores, desaparecido en la guerra civil.


118. La población activa agraria es la del censo de 1930 que ascendía a 70.379 per-
sonas (62,1% del total); la suma de jornaleros, pequeños propietarios y arren-
datarios inscritos en el censo supondrían el 47,7%. Para lo relativo al censo de
campesinos, Luis E. Espinoza, Ricardo Robledo, Mª Pilar Brel, Julio Villar,
«Estructura social del campo español: el censo de campesinos (1932-1936).
Primeros resultados (I)». Ricardo Robledo y Santiago López (eds.), ¿Interés
particular, bienestar público? Grandes patrimonios y reformas agrarias. Pren-
sas Universitarias de Zaragoza, 2007.
119. Sin duda alguna las intervenciones parlamentarias de la larga sesión del 1 de
julio resumen bien la problemática de la reforma agraria. Diario de Sesiones,
1 de julio de 1936, pp. 1722-1821.
120 Según Villalobos, más de 200.000 encinas se habrían cortado de 1914 a 1918,
Diario de Sesiones, 19-VI-1018, p. 1.831; otros testimonios y argumentación
para explicar el movimiento alcista de la renta de la tierra, en Ricardo Robledo,
La renta de la tierra en Castilla la Vieja y León, Banco de España, Madrid,
1984, pp. 141-142. La táctica del «repliegue ganadero» se analiza bien en Ser-
gio Riesco, La Reforma Agraria y los orígenes de la guerra civil. Cuestión yun-
tera y radicalización patronal en la provincia de Cáceres (1931-1949), Bibliote-
ca Nueva, Madrid, 2006, pp. 130-131; 164.
121. Se desestimaron solicitudes de roturaciones o de incremento del número de
asentados; a título de ejemplo, véase la relación de acuerdos de una de las reu-
niones de la Junta Provincial Agraria de Salamanca que examina varias de es-
tas solicitudes. Boletín del IRA, n.º 29-XI-1934, pp. 1.067 ss.
122. Hemos puesto nombre a las iniciales del Apéndice publicado en Francisco Sán-
chez López y A. L. Calabuig, «La gran propiedad rústica de la provincia de Sa-
lamanca» en VV.AA., Estudio integrado y multidisciplinario de la dehesa sal-
mantina Unesco, Salamanca-Jaca, 1978, pp. 139-140; el título nobiliario es el
del principal representante del grupo familiar.
123. Correspondencia del 10 de septiembre de 1932, Fernán Núñez, Archivo Nobleza
Toledo, Leg. 1370 D4.
124. El Adelanto, 19-I-1933. Villalobos no descartaba el uso político del desem-
pleo cuando denunciaba que los «señoritos terratenientes no dan el adecuado
cultivo a sus fincas, para restar jornales y acorralar a estas muchedumbres de
trabajadores». El Adelanto, 12-II-1935.
125. La Gaceta Regional, 28-I-1936.
126. Entrevista, La Gaceta Regional, 14-V-1930. Carta de L. de Clairac criticando
al sr. Wais por considerar artificiosas las quejas de los agricultores, La Gaceta
Regional, 9-IV-1930.
127. La Gaceta Regional, 27-II-1930, Monedero pocos días antes había reconoci-
do los escasos méritos de la Dictadura, La Gaceta Regional, 21-II-1930.
128. El Campesino, n.º 136, n.º 138, agosto-octubre 1935. El problema del trigo
minó mucho el prestigio de la CEDA según se observa en El Debate y publica-
ciones afines, Robinson, Los orígenes..., pp. 389-392.
129. El presupuesto del IRA era de 50 millones de pts. anuales; Chapaprieta explicó
en sus Memorias que, como ministro de Hacienda, había comprometido «can-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 366

366 esta salvaje pesadilla

tidades exorbitantes» (cerca de 200 millones de pesetas) para atender el proble-


ma de los trigos antes de la llegada de Larraz a mediados de noviembre de 1935;
la resolución del problema tal como exigía el nuevo comisario de trigos pasaba
porque el Estado adelantase entre 40 y 50 millones de pesetas sobre los ya des-
embolsados, decisión que no le pareció prudente aprobar, pues prácticamente
estaba ya dispuesta su salida del Gobierno. Medidas de otros ministros se co-
mentan en Ricardo Robledo, Los Ministros de Agricultura de la Segunda Re-
pública (1931-1939). Política y Sociedad en la España del siglo XX. MAPA,
Madrid, 2006. Un breve resumen sobre la literatura de la cuestión triguera en
R. Robledo, Economistas y reformadores españoles: La cuestión agraria
(1760-1935), MAPA, Madrid, 1993, pp. 94-100. Una de las carencias que ha-
cía fracasar cualquier retirada de trigos era la falta de silos. Eso explica que en
las elecciones de 1936 figuraran varias propuestas sobre las redes de silos; por
ejemplo, el propio Onésimo Redondo, uno de los líderes más destacados del
fascismo agrario castellano, candidato en las elecciones de febrero de 1936,
presentó en su programa electoral un plan triguero en el que defendía la «inme-
diata construcción de silos y almacenes para llegar al comprador único», Car-
los Barciela, La red nacional de silos y graneros (1930-2000) (en prensa).
130. El reglamento para la ejecución de la ley, Gaceta de Madrid, 27-VI-1935, pp.
2.477-2.480. Véase Jordi Palafox, Atraso económico y democracia. La Segun-
da República y la economía española, 1892-1936. Crítica, Barcelona, 1991,
pp. 242-249.
131. «En Salamanca hay tres entidades que, sin irreverencia de ninguna clase —yo
respeto las ideas de todos—, podríamos decir que eran la Santísima Trinidad
de las derechas, cada una con un nombre, pero todo uno y lo mismo: “Federa-
ción”, “Acción popular” y “Bloque agrario salmantino”, tres entidades en el
papel, pero las tres entidades dirigidas por las mismas personas. Llega el mo-
mento de la retirada de trigos y entonces aparece en escena el Sr. Lamamié de
Clairac, presidente de la “Federación católicoagraria”, y firma con el Estado
el contrato otorgando a esa Federación la retirada y molturación de trigo. Ya
está en manos del Sr. Lamamié de Clairac la posibilidad de todo aquello que
se denunció, no en este Parlamento, sino en el Parlamento vuestro, en el Parla-
mento disuelto, y que, como decía el actual señor Presidente del Consejo de
Ministros en Comillas, no se explicaba cómo no se había enviado el Diario de
Sesiones al juez de guardia, y esa Federación, presidida por el Sr. Lamamié de
Clairac, tiene un beneficio en quintal métrico de 3,90 pesetas. Llega el día 1º
de febrero; ya no hay duda posible de que va a haber elecciones el día 16, y en-
tonces el Sr. Lamamié de Clairac, hombre inteligente, conocedor de las leyes,
renuncia a su puesto de presidente de esa Federación; pero conviene que el la-
brador salmantino no despiste, y entonces le sustituye el vicepresidente y pre-
sidente de Acción Popular. Ya saben los labradores salmantinos que quien di-
rige la retirada y molturación de trigos, quien tiene en su poder la posibilidad
de que el tenedor de trigo tenga dinero es el presidente de Acción Popular. An-
tes lo era el Sr. Lamamié de Clairac; en el período electoral va a serlo el presi-
dente del partido que protege y abandera la candidatura de derechas en Sa-
lamanca. Por si esto no es bastante, está la tercera entidad, el Bloque Agrario,
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 367

notas. capítulo 1 367

y como a la Federación los técnicos del Estado le han rechazado una serie de
trigos en la recogida, es preciso que aquellos trigos no vuelvan a los labrado-
res, y entonces se hace un contrato con el Estado, no ya de retirada y moltura-
ción, sino simplemente de molturación, y este contrato lo hace un Sindicato
de fabricantes de harinas de Salamanca. Pero como la masa descontenta es la
que está en el Bloque Agrario, ¿qué se hace? Pues que todos aquellos trigos
que son propiedad de los pertenecientes al Bloque Agrario se sustraen a ese
contrato de los fabricantes de harinas con el Estado y se hace un nuevo con-
trato. Un nuevo contrato ¿entre quiénes? Entre el Estado y el Bloque Agrario.
Y ya tenéis a la tercera persona de esta trinidad metida en todo lo que refiere a
trigos en la provincia de Salamanca. ¿Quién firma este tercer contrato? Pues
este tercer contrato, en nombre del Bloque Agrario, lo firma otro de los candi-
datos, el Sr. Castaño, y para que nada falte, figura en la candidatura el Sr.
Ollero, de la Junta directiva de quien ha contratado en esta forma con el Esta-
do, consocio del Sr. Castaño en el Bloque Agrario. Y ahí tenéis cómo todo lo
referente al problema de los trigos, problema fundamental en la provincia de
Salamanca, que era el que hacía fracasar, y hubiera hecho fracasar, la candi-
datura de derechas, se utiliza precisamente para obtener, por medio de la co-
acción de tener en su manos esos contratos, los votos de los electores de la
provincia de Salamanca, y los firmantes son el Sr. Lamamié de Clairac, el Sr.
Castaño y el presidente de Acción Popular. Por si esto no basta, por si hay ele-
mentos descontentos, por si no ha sido posible incluir todo el trigo en el volu-
men de aquel contrato celebrado con el Estado, se publica el «entrefilet» en el
periódico oficioso de la Ceda, que es tanto como decir, para ellos que lo sa-
ben: «en nuestras manos los dos contratos con el Estado, en nuestras manos
tenemos que se te pueda comprar el trigo y que se te pueda pagar; pero por si
rebasa el trigo que hay en la provincia de Salamanca a aquel que nosotros te
podamos comprar, los cinco candidatos somos además tan generosos que po-
nemos nuestra firma para que un Banco preste 1.500.000 pesetas para com-
prarte el trigo, que en esos momentos es igual que comprarte el voto». Inter-
vención de Galarza, Diario de las Sesiones de Cortes, n.º 13, 2 de abril de
1936.
132. Para mayor detalle de los programas electorales, José Ramón Martín Vasallo,
Las Elecciones a Cortes en la ciudad de Salamanca 1931-1936. Un estudio de so-
ciología electoral, Ayuntamiento de Salamanca, Salamanca, 1982, pp. 119-124.
133. No fue posible la paz..., p. 544.
134. Los sectores más afectados en Salamanca fueron el de los ferroviarios, hostele-
ría, metalurgia y la construcción... Manuel Fernández Trillo, «Octubre de 1934:
Salamanca», Salamanca. Revista Provincial de Estudios, n.os 22-23, 1987, pp.
179-247. Según la cronología detallada de este autor, los pueblos donde hubo
más conflictos fueron Villavieja, Mancera, Matilla y Puerto de Béjar.
135. La JAP se fundó el 4 de febrero de 1934, en el seno de la Derecha Autónoma
que lideraban los industriales G. Mirat y M. Íscar; al año de afiliación dispo-
nía de mil militantes, José Ramón Montero, La CEDA. El catolicismo social y
político en la IIª República Madrid, Ediciones de la Revista de Trabajo, Ma-
drid, 1977, tomo I, p. 402; Rodríguez Almeida baja esa cifra a 400 pero muy
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 368

368 esta salvaje pesadilla

activos, dispuestos a reemplazar a huelguistas, mantener los servicios comuni-


tarios esenciales, garantizar el orden en los actos de propaganda, o, simple-
mente, facilitar el voto de ancianos o impedidos. «Asimismo disponía de fi-
chas detalladas a fin de poder utilizar estos recursos humanos con la máxima
rapidez y racionalidad. Junto a esta preocupación por la capital, dedicaron es-
pecial atención a organizar grupos en los municipios donde los socialistas te-
nían mayor implantación, como Béjar, donde, de hecho, había un embrión de
estructura desde la huelga revolucionaria, Santiago de la Puebla o Villavieja»,
Rodríguez Almeida, «El despliegue...» p. 141. Para el programa y tendencia a
la radicalización de la JAP, José Mª Báez y Pérez Tudela, «El ruido y las nue-
ces: la Juventud de Acción Popular y la movilización “cívica” católica duran-
te la Segunda República», Ayer, 59, 2005, pp. 123-145.
136. ¡¡Presente!! Órgano de la «JAP» Salmantina, n.º 1, 4-I-1936.
137. Castaño no se presentó en Salamanca, ni Olleros en la ciudad de Béjar, ni La-
mamié en Sequeros, ni Casanueva en Peñaranda... con lo que se sacó el máxi-
mo provecho a la candidatura. Luchar por los cinco puestos de la mayoría y
uno de la minoría suponía «parcelar» la circunscripción y dar instrucciones
para votar íntegramente a los cinco candidatos según los distintos partidos ju-
diciales o pueblos, para compensar los votos recibidos por cada uno y llegar a
tener los seis más votados. Respecto a la organización electoral de la derecha,
se dispone de varias instrucciones para interventores o control del voto de los
conventos conservadas en Archivo familiar Huebra.
138. La Gaceta Regional inauguró el año 1935 con varios editoriales en los que se
reivindicaba a Gil Robles como «verdadero caudillo» después de las eleccio-
nes de 1933, con éxitos inmediatos (ley de haberes para el clero, y ley de am-
nistía lo más amplia posible) mientras que Lamamié había sido el «lastre de la
candidatura» de 1933. La Gaceta Regional, 2-I-1935. Blinkhorn, Carlismo...,
p. 271.
139. Agradecemos a Julio Villar la confección del mapa y la presentación efectuada
por JA Diseño. La información de los partidos judiciales ha sido posible gra-
cias a que Víctor Robledo contabilizó los datos municipales.
140. El Adelanto, 22, 23-II-1936. La Casa del Pueblo estaba en la calle del Arco de
la Lapa n.º 4, donde están ahora las sedes de UGT y CC OO.
141. Las vicisitudes del Frente Popular se comentan más adelante (capítulo 4); To-
más Pérez Delgado, «La violencia política en Salamanca durante el período
del Frente Popular» en I Congreso de Historia de Salamanca, vol. III, 1992,
pp. 215-223. Según información de la asociación Memoria y Justicia de Sala-
manca fueron asesinados en Mancera doce obreros en los primeros días del
golpe, varios de ellos citados como testigos en los sucesos del mes de marzo.
142. «La Ley de Reforma Agraria tal como se ha llevado a la práctica, basándose
en la declaración de utilidad social, a juicio exclusivo de los mismos políticos,
fue el arma más eficaz del escandaloso soborno empleado en las últimas elec-
ciones; antes, el que sobornaba y compraba la opinión pública lo hacía a ex-
pensas de su dinero, ocasionándole en la mayoría de los casos su ruina econó-
mica, pero estos candidatos izquierdistas más avisados y sin escrúpulo alguno
en su conciencia, compraron y obtuvieron los votos de la masa obrera campe-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 369

notas. capítulo 1 369

sina con el ofrecimiento serio y formal de toda la riqueza rústica nacional per-
teneciente a sus adversarios políticos.» Carta de propietarios salmantinos al
Excelentísimo Señor Presidente de la Junta de Defensa Nacional de España.
10 de septiembre de 1936. Archivo IRA 37/24. Entre los firmantes están los
Sánchez Tabernero.
143. Francisco Espinosa, La primavera del Frente Popular..., Crítica, Barcelona,
2007 (tesis doctoral en prensa).
144. Con la misma moderación y tardanza que el resto de provincias afectadas, sal-
vo las extremeñas y Toledo. Véase el cuadro 37 de Malefakis, Reforma agra-
ria..., p. 433.
145. Gusanos (Campo de Ledesma). Leg. 37/20. Archivo IRA.
146. Anécdota que nos ha relatado el profesor Manuel Cuadrado que recuerda
bien esta vivencia infantil; la dehesa era el Cuartón de Traguntía de Inés Luna
(«la Bebé»).
147. Con el nombramiento de Fal Conde se incrementó el entusiasmo por los pre-
parativos militares, Robinson, Los orígenes de la España de Franco..., p. 289;
Blinkhorn, Carlismo..., p. 332.
148. Robinson, Los orígenes de la España de Franco...
149. En carta de 29 de diciembre de 1936, Gil Robles se dirige a Mola «para poner
en claro un episodio ocurrido en el período de preparación del Movimiento».
Comenta Gil Robles que «unas semanas antes del movimiento se presentaron
impensadamente en mi casa de Madrid, a eso de las diez de la noche, D. Fran-
cisco Herrera, D. Francisco Rodríguez y creo recordar que también D. Carlos
de Salamanca. Venían a decirme de parte de V.(sic) que le hacían falta con ur-
gencia 500.000 pesetas para los primeros gastos del Movimiento militar».
Existía un remanente electoral y «creyendo que interpretaba el pensamiento
de los donantes de esa suma, si la destinaba al movimiento salvador de Espa-
ña» se entregó esa cantidad a los supuestos enviados de Mola, lo que le comu-
nica Gil Robles por si estos detalles «le son interesantes para la historia de to-
dos los antecedentes del movimiento militar». «Ni directa, ni indirectamente
busco un reconocimiento de deuda ni título al agradecimiento de las gentes»,
Julio Aróstegui, Juan Andrés Blanco, «La República, encrucijada de cambio.
Salamanca y las tensiones políticas en los años treinta». Ricardo Robledo,
(coord., Sueños de concordia), p. 333.
150. Fraser, Recuérdalo..., vol. II, p. 311. Años más tarde, Castaño mostraría su
desencanto por la actitud de la iglesia lo que le llevaría a rechazar el ofreci-
miento de Serrano Súñer para dirigir la organización de los sindicatos vertica-
les, Fraser, Recuérdalo... vol. II, pp. 160-162.
151. «Veleta al viento», La Gaceta Regional, 23-VII-36.
152. Antonio Rodríguez de las Heras, Filiberto Villalobos. Su obra social y política
(1900-1936), Caja Duero, Salamanca, 2005, p. 147 y ss. También, Sueños de
Concordia. Filiberto Villalobos y su tiempo histórico (1900-1955), Salaman-
ca, 2005, Caja Duero. La obra —catálogo de la exposición del mismo
nombre— analiza los diferentes perfiles de la vida y obra del médico y político.
153. La Gaceta Regional, 15 de junio y 2 de julio de 1931, pp. 3 y 2; El Adelanto,
14 y 23 de junio de 1931.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 370

370 esta salvaje pesadilla

154. La Gaceta Regional, 19 de junio de 1936, p. 5.


155. La Gaceta Regional, 20 de junio de 1931, p. 1.
156. La Gaceta Regional, 11 de julio de 1931, p. 1.
157. El Adelanto, 28 de junio de 1933, p. 3.
158. El Adelanto, «Cara a la verdad», 19 de enero de 1933, p. 3.
159. La Gaceta Regional, 28 de junio de 1932, p. 1.
160. Archivo familia Villalobos: carta, 21 de enero de 1933. En El Adelanto, 24 de
enero de 1933.
161. La Gaceta Regional, «Don Fili y el árnica», 8 de noviembre de 1933, p. 1. La
Gaceta Regional, «Un caso de decrepitud política. Nos referimos al señor Vi-
llalobos», 24 de junio de 1933, p. 1.
162. La Gaceta Regional, 17 de noviembre de 1933, p. 1. Rodríguez de las Heras,
Filiberto Villalobos, pp. 158 y 159.
163. El Adelanto, «A los electores de la provincia de Salamanca», 18 de noviembre
de 1933, p. 1.
164. La Gaceta Regional, «Don Fili y el árnica», 8 de noviembre de 1933, p. 1.
165. La Gaceta Regional, «El escozor de don Fili», 19 de noviembre de 1933, p. 1.
166. La Gaceta Regional, «Salamanca, por los agrarios», 5 de noviembre de 1933,
p. 1.
167. La Gaceta Regional, «Chiripa», 15 de abril de 1934, p. 5. Días después, 18
de abril, p. 1, cuando se habló para otro ministerio: «»Por qué, ahora, no ha
de ser ministro de Agricultura el Sr. Villalobos».
168. La Gaceta Regional, «Desentonos de don Fili», 15 de junio de 1934, p. 1.
169. Rodríguez de las Heras, Filiberto, p. 197 y sgs. También, Sueños de concor-
dia. Filiberto Villalobos y su tiempo histórico (1900-1955), pp. 363-408.
170. La Gaceta Regional, «Momento salmantino», 23 de diciembre de 1934, p. 3.
171. La Gaceta Regional, «Unos meses de ministro», 29 de diciembre de 1934, p.
3.
172. La Gaceta Regional, «Figurones y figurillas. Ya es mucho, don Fili», 23 de
abril de 1935, p. 1.
173. La Gaceta Regional, «Villalobos habla de las candidaturas de Salamanca»,
26 de enero de 1936, p. 4.
174. La Gaceta Regional, «Enfrente no tenemos a nadie», 23 de enero de 1936, p. 1.
175. Mundo Gráfico, «Al señor Villalobos lo ha derrotado la propaganda de la
CEDA», 4 de marzo de 1936.

2. Gil Robles contra Villalobos

1. Vidal i Barraquer al cardenal Pacelli, 28 de noviembre de 1931, Apéndice E,


[Documento de Gil Robles], Arxiu Vidal i Barraquer, vol II, 1ª i 2ª part, Mont-
serrat, 1975, p. 186.
2. «Al año de las elecciones», El Debate, 15 de noviembre de 1934. Diego Hidal-
go, ¿Por qué fui lanzado del Ministerio de la Guerra?, Madrid, 1934.
3. Nigel Townson, La República que no pudo ser, Madrid, 2002, pp. 319-320.
4. «Un partido nuevo. El programa reformista», El Imparcial, 8-IV-1912.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 371

notas. capítulo 2 371

5. Maximino García Venero, Melquiades Álvarez, Madrid, 1974, pp. 258-259.


6. Manuel Suárez Cortina, El reformismo en España, Madrid, 1986, p. 94.
7. Juan Marichal, La vocación de Manuel Azaña, Madrid, 1982, pp. 67 y 75.
8. Declaraciones de Filiberto Villalobos, El Sol, 24-IX-1932
9. Manuel Azaña, Diarios completos, anotación de 10 de enero de 1932, Barcelo-
na, 2000, p. 435.
10. Para esta campaña electoral y sus resultados, es obligada la consulta de A. Ro-
dríguez de las Heras, Filiberto Villalobos. Su obra social y política 1900-1936,
Salamanca, 1985, pp. 151-162. Para lo relativo el tema educativo, José Mª
Hernández, «Villalobos, Ministro de Instrucción Pública», R. Robledo (co-
ord.), Sueños de concordia. Filiberto Villalobos y su tiempo histórico, Caja
Duero, Salamanca, 2005, pp. 363-390.
11. Para mayor detalle, véase el anexo 2 del capítulo 1, «La derecha salmantina
contra Filiberto Villalobos».
12. Intervención de Jesús Pabón en el debate sobre presupuesto del Ministerio de
Instrucción Pública, Diario de Sesiones de las Cortes. Congreso de los Diputa-
dos, 26 de junio de 1934, pp. 4.063-4.068.
13. Respuesta de Filiberto Villalobos en el mismo debate, id., pp. 4.068-4.072.
14. Declaraciones del ministro de Instrucción Pública a los periodistas, recogidas
por ABC, 30-VIII-1934.
15. «Un decreto importante. La reforma del Bachillerato» y «Un decreto importan-
te. La transformación de la enseñanza secundaria», El Sol, 2 y 4 de septiembre
de 1934.
16. Decreto de exámenes, Gaceta de Madrid, 28-VII-1934, pp. 967-968. Nuevo
plan de Bachillerato, Gaceta de Madrid, 30-VIII-1934, pp. 1.871-1.874. Re-
chazo del plan, «El nuevo plan de Segunda Enseñanza», El Debate, 30 de agos-
to de 1934. Para el conflicto en torno a la reforma del Bachillerato, Mariano
Pérez Galán, La enseñanza en la Segunda República española, Madrid, 1977,
pp. 238-248.
17. Todo esto es de «El nuevo plan de Segunda enseñanza», El Debate, 30-VIII-
1934.
18. DSC, 21 de diciembre de 1934, pp. 5.697-5.699.
19. José María Gil Robles, No fue posible la paz, Barcelona, 1978, p. 154 y DSC,
21 de diciembre de 1934, p. 5.701.
20. Intervención de José María Gil Robles, DSC, 21 de diciembre de 1934, pp.
5.702-6.703.
21. «La situación política y parlamentaria», ABC, 22 y 23 de diciembre de 1934.
22. Carta de Villalobos a Álvarez, de 20 de diciembre de 1934; visita a Álvarez, El
Sol, 22 de diciembre.
23. Discurso de Gil Robles en la sede de Acción Popular, ABC, 23-XII-1934.
24. «Resígnense pues las derechas ultramontanas a que el Estado renuncie al anó-
malo cometido de misionero en el campo de la instrucción», escribía el futuro
director del ABC republicano, «Lo que han perdido los reaccionarios», Heral-
do de Madrid, 4-IX-1934.
25. Carta del 20 de diciembre de 1934 Archivo Familia de F. Villalobos. La salida
del Ministerio se produjo el 29 de diciembre.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 372

372 esta salvaje pesadilla

3. La iglesia salmantina

1. La figura de Pla y Deniel tiene una relevancia que no se reduce al ámbito doctri-
nario y eclesiástico; en Cataluña también existía una Iglesia tan hostil a Vidal i
Barraquer como en el resto de España. Puede ser algo más que una coincidencia
que el primer alcalde franquista de Barcelona e importantísimo industrial y fi-
nanciero Miquel Mateu fuera sobrino de Pla y Deniel. Tampoco creo que sea
una anécdota que su secretario P. Bulart celebrara misa todos los días en el
Cuartel General y se convirtiera en el capellán de la familia de Franco.
2. Sigo la crónica de La Gaceta Regional, 21-III-1930, p. 1-2. Francisco Frutos
Valiente había nacido en Murcia en 1883; redactor de La Verdad de Murcia en
1903, año en el que se creó el periódico. Antes del obispado de Salamanca, ocu-
pó el de Jaca de 1921 a diciembre de 1925 siendo entonces senador por el arzo-
bispado de Zaragoza en 1923. Murió el 24 de enero de 1933.
3. José Artero (1890-1961). Hizo sus estudios eclesiásticos en la Universidad Pon-
tificia de Comillas, doctorándose en Filosofía y Letras. En 1914 consiguió la
plaza de prefecto de música de la Catedral de Salamanca, primera de esta clase
que se creaba en España. Fue el primer rector de la Universidad Pontificia de
Salamanca (1939-1943) y catedrático de Teología Fundamental hasta 1960,
Diccionario de la Música Española y Americana. Sociedad General de Autores
de España, Madrid, 1999.
4. «El manifiesto de un nuevo partido», El Adelanto, 15-II-1930, p.4, 18-II-1930,
p. 8. Cimas Leal, futuro diputado de la CEDA y con protagonismo en campa-
ñas contra el reformismo republicano, estaba al año siguiente colaborando con
la Unión Monárquica, Ideal Patrio, 5, 25-III-1931.
5. Artero: «Claridad y barroco», La Gaceta Regional, 1-IV-1930; Camón Aznar:
«Claridad simplemente», 4-IV-1930. Artero, «Claridad y distinciones», 7-IV-1930.
6. «Claridad simplemente», La Gaceta Regional, 4-IV-1930.
7. Artero, desempeñó varios cargos en la administración diocesana con Frutos y
Valiente, Mary Vincent, Catholicism in the Second Spanish Republic. Religion
and Politics in Salamanca, 1930-1936, Clarendon Press, Oxford, 1996, p. 100.
8. El Adelanto recogió un acuerdo de la agrupación socialista protestando ante el
gobernador civil por la gamberrada de unos señoritos estudiantes en el Gran
Hotel (se dedicaron a tirar petardos a los transeúntes) y mostrando el disgusto
por «la tolerancia de las manifestaciones religiosas» en alusión a la procesión
del Corpus. Santa Cecilia desmintió lo último. El Adelanto, 6, 8-VI-1931, La
Gaceta Regional, 6, 8-VI-1931.
9. Vincent, Catholicism in the Second Spanish..., ob. cit., p. 165.
10. Bajo grandes titulares de «libertad religiosa» hay dos artículos «No hay derecho
al error» al que pertenece la cita (con negrilla en el original) y al lado está el ar-
tículo «La Religión Católica, fortaleza inexpugnable»; sólo figura la firma de J.
Cimas Leal en este último. La Gaceta Regional, 9-VI-1931, p. 1. Es curioso que
ese día aparezca también en primera página la colaboración de F. Bravo (por
aquellas fechas próximo a Ledesma Ramos) «La dignidad de la fuerza», al que
he hecho alusión en la Introducción, donde se cita a Vitoria para defender la Es-
paña Imperial y criticar la debilidad y la educación «de la paz a todo evento».
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 373

notas. capítulo 3 373

11. El matrimonio civil fue calificado de «barraganía y concubinato» y la ley del


divorcio, el fin de «las grandes virtudes de una raza» donde los pueblos «se en-
lodan chapuzando en los barrizales de la lujuria»; la cita de Gomá en Mª C.
Frías García: La jerarquía eclesiástica española ante la legislación secularizado-
ra del primer bienio de la Segunda República. Tesis doctoral, Universidad
Complutense de Madrid, 1992.
12. W. Callahan, La Iglesia católica en España. 1875-2002, Crítica, Barcelona,
2002, p. 234.
13. «Se ha llegado a un acuerdo entre los actuales propietarios de La Gaceta Regio-
nal y D. José María Gil Robles, en representación éste de importantes fuerzas
sociales, entre las que figura la nueva vigorosa organización “Bloque Agrario”,
para hacerse cargo de aquel periódico, al que se pretende dar extraordinario im-
pulso orientador de los sectores de la derecha política, con un amplio criterio de
aquella ideología», La Gaceta Regional, 5-X-1931, p. 1.
14. La Gaceta Regional, 21-X-1931, p. 1, «Cómo votaron los diputados salman-
tinos».
15. Vincent, Catholicism... p.180. Una segunda petición organizada por la Acción
Católica de Ciudad Rodrigo consiguió 18.300; para Béjar, p.141.
16. La Gaceta Regional, 19-X-1931, «Ayer se ha iniciado en Ledesma una campa-
ña de revisión de la nueva Constitución».
17. La Gaceta Regional, 9-X-1931; Vincent, Catholicism..., ob. cit., 182-183.
18. La asamblea en el convento de los dominicos, La Gaceta Regional, 28-VI-1931,
con intervención entre otros de Cimas Leal. Vincent, Catholicism, pp. 183-184.
19. Defensa, n.º 18, 14-V-1932. El 28 de marzo de 1932 el gobernador comunicó
al ministro que había denunciado al fiscal el semanario de extrema derecha De-
fensa por el artículo «Degolladero de niños»; pide sanción y suspensión, Leg.
18 A, Expte. 6, Fondos Contemporáneos (FF. CC.), AHN. La información de
esta fuente la debo a C. E. Espinoza. Abilia Arroyo colaboró en los números 23
y 24. Se conservan varios ejemplares en la Biblioteca Universitaria.
20. En la constitución de la AFEC dijo Lamamié que la mujer no podía abandonar el
trono del hogar, por eso «votó en contra por temor de que, a pesar de todos los
esfuerzos, se rompa el hogar, pero si la mujer se inclina al extremismo, no se pue-
de dejar el campo libre ante el peligro, es preciso vuestra organización», La Ga-
ceta Regional, 26-X-1931. Casanueva, después de agradecer a las mujeres el haber
echado a Azaña y haber defendido la unidad de la raza como Isabel la Católica,
matizó: «Lo de concejales y diputados para los socialistas. A las mías no las quiero
ver en esos cargos». «Homenaje a Dª Abilia Arroyo», El Adelanto, 27-II-1934.
21. J. R. Montero, La CEDA y el catolicismo social y político en la II República.
Ediciones Revista de Trabajo, Madrid, pp. 681-682.
22. Emilio Román Retuerto, catedrático de Geometría Analítica, era de Palencia
(su familia tenía una casa de banca, dato que debo a J. Infante). Era consejero
de la Caja de Ahorros y directivo de otras empresas, fue el encargado del dis-
curso de investidura de Doctor Honoris Causa de Primo de Rivera, presidente
del Círculo Católico de Obreros, presidente de Editorial Salmantina (La Gace-
ta Regional), presidente del Consejo Diocesano de Acción Católica. Después
del 18 de julio, delegado del Plato Único, jefe del Gabinete de Censura de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 374

374 esta salvaje pesadilla

Prensa, etc. En la hoja de servicios (2-VIII-1940) se incorpora la observación


«Este Catedrático se halla convenientemente depurado, habiendo sido admiti-
do a prestar sus servicios sin imposición de sanción alguna». Expediente
1341/11 AUS. Probablemente esta observación obedezca a su destitución
como decano de la Facultad de Ciencias el 6 de octubre de 1938 debida a la
ausencia en la recepción popular celebrada en el Ayuntamiento con motivo de
la fiesta del 1 de octubre; el rector tuvo que aclarar que había dejado de ser de-
cano en 1931, J. Claret, El atroz desmoche, Crítica, Barcelona, 2006, p. 106.
De acuerdo con lo expuesto, debe matizarse que Abilia Arroyo estaba casada
con un importante hombre de negocios, Catholicism, ob. cit., p. 199. E. Ro-
mán Retuerto se trasladó a la Universidad Complutense muriendo en Madrid
el 30 de marzo de 1947; en una breve necrológica se destacó su labor de cáte-
dra y el haber luchado por los principios de la Religión, la Patria y la Familia,
La Gaceta Regional, 1-IV-1947. Además de su mujer, dejaba ocho hijos dos
de los cuales eran religiosos; hay sepultura familiar en Salamanca (M 56).
23. La Gaceta Regional, 24-X-1931, p. 3. «Teresa de Castilla», firma «El Rancio».
«¿Qué entiende por libertad la Señorita Campoamor?» «Qué madre tuvo la se-
ñorita Campoamor que no le enseñó a juntar sus manecitas cuando niña y rogar
al Altísimo con su voz balbuciente? ... ¿Qué pensarán de esto en el extranjero?»
Firma Carmen F. de Lara, La Gaceta Regional, 5-X-1931, p. 4. «La mujer cha-
rra» era el suplemento de La Gaceta Regional que hacía de portavoz de la
AFEC. La investigación de Mary Vincent resume bien la labor de Abilia Arroyo.
24. Vincent, Catholicism, p. 185.
25. «Gobernador a Ministro. Ayer se intentó quemar la iglesia en Lumbrales, por
monárquicos, a causa de la efervescencia provocada por el mitin de los agra-
rios. Ayuntamiento y partido republicano radical-socialista rechazan el inten-
to.» 17-VI-1931, Legajo 16.A Expediente 17, FF.CC. Ministerio del Interior.
Serie A. AHN. En la sesión extraordinaria del 17 de julio de 1931 el alcalde dio
cuenta de «elementos ignorados» que habrían rociado con petróleo o gasolina
las puertas «no teniendo que lamentarse, afortunadamente, más que la inten-
ción del propósito». Libro de Actas AHM de Lumbrales.
26. Información de La Encina, Candelario, Lumbrales y Cabrillas, La Gaceta Re-
gional 22-III-1932.
27. J. López Santamaría, Las Cinco Abejas. Béjar en el siglo XX. Centro de Estu-
dios Bejaranos, 2005, pp. 146-149.
28. Como dejó constancia el alcalde salmantino Prieto Carrasco en su discurso de
incautación del cementerio, véase capítulo 9.
29. Francisco Espinosa, La reforma agraria del frente popular en Badajoz. Los orí-
genes de la guerra civil. Tesis doctoral, Sevilla 2006, p. 48 (en prensa por ed.
Crítica). Como apunta este autor, es significativa la nota de Azaña en su diario:
«En Cádiz me dio Casares la noticia de que, en Castilblanco, el pueblo amoti-
nado había asesinado a cuatro guardias civiles». (M. Azaña, Memorias políti-
cas y de guerra, Crítica, Barcelona, tomo I, p. 360).
30. Los manifestantes fueron obligados a dispersarse, pero no hicieron caso: «Los
revoltosos no se amedrentaron y empuñando numerosas pistolas, comenzaron
a disparar contra los guardias, los cuales cayeron simultáneamente acribillados
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 375

notas. capítulo 3 375

a balazos. También resultó muerto un obrero» La Gaceta Regional, 1-I-1932,


p. 4.
31. La Gaceta Regional, 2-I-1932, p. 1. La negrilla en el original.
32. La Gaceta Regional, 1, 4, 5, 6 de enero de 1932; Vincent, Catholicism, p. 197.
33. P.G. González Cuevas, Acción Española: teología política y nacionalismo autori-
tario en España (1913-1936), Tecnos, Madrid, 1998, 146-158. Acción Española
era un grupo reducido, pero con una gran influencia en la construcción del nuevo
Estado. R. Morodo, Los orígenes ideológicos del franquismo, Acción Española,
Alianza, Madrid, 1985, pp. 5-91; Alfonso Botti, Cielo y dinero. El nacionalcatoli-
cismo en España (1881-1975), Alianza Universidad, Madrid, 1992, p. 73-89.
34. Derecho a la rebeldía se imprimió en octubre de 1933 «a expensas de la Ilustrí-
sima Señora M[arquesa] de V[alencina] quien generosamente donó su propie-
dad a la sociedad Cultura Española», se lee al final del libro; la exclusiva de
venta la tenía Ediciones Fax, editora también de Razón y Fe.
35. Para el complot de mayo de 1931, Expte. 17, Leg. 16 A, FF. CC., AHH. De-
nunciados Silvestre Durán, abogado y ex alcalde de la dictadura, y el sacerdote
don Honorato, ambos de El Bodón, fueron encarcelados por haber ordenado
imprimir unas hojas contra los hombres que constituyen el gobierno; se multa
al impresor Celestino Iglesias (125 pts.) El Adelanto, 6-VII-1932.
36. El Adelanto, 4-IX-1932, p. 3; según La Gaceta, cuando Don Teodoro fue a dar
clase «los estudiantes que en el Claustro le esperaban prorrumpieron en gran-
des ovaciones, siguiéndole hasta la clase que se llenó totalmente con alumnos
de todas las clases.» Don Teodoro, vivamente emocionado, sólo dijo «Con mis
alumnos, me basta», La Gaceta Regional, 10-X-1932. Respecto a Benedicto
Nieto (1906-1981), profesor del Seminario de Ciudad Rodrigo se trasladó a
Oviedo donde pasó la mayor pare de su vida como inspector de enseñanza me-
dia del distrito universitario de Oviedo, V. Cárcel Ortí, Diccionario de sacerdo-
tes diocesanos españoles del siglo XX. BAC, Madrid, 2006.
37. Arxiu Vidal i Barraquer, Esglesia i estat durant la segona Republica espanyola,
1931-1936 (en adelante AVB), vol 3, parte 1, p. 210, nota 1. Según testimonio
de Ernesto Castaño a Lamberto de Echevarría, recogido por los editores del
AVB, otros eclesiásticos implicados serían probablemente los canónigos Castro
Albarrán y José Artero.
38. Derecho al Alzamiento, Prólogo, p. 6.
39. Gil Robles, No fue posible la paz, Ariel, Barcelona, 1968, p. 100. La Gaceta Re-
gional, 15-XI-1933; noticia sobre las toneladas de papel que llegan a Salamanca.
40. La Gaceta Regional, 11 y 14-XI-1933; alcalde y juez municipal de Mogarraz,
al grito de «Viva Cristo Rey», obligaron a salir del pueblo, sin protección, a
candidatos socialistas que celebraban acto electoral en local cerrado, 16 de no-
viembre de 1933, Leg. 31 A, Expte. 8, FF. CC., AHN.
41. Véanse las páginas especiales «La mujer charra», La Gaceta Regional, 27-X-
1933; 2-X-1933; la organización de Sobradillo (1.254 habitantes) contaba con
300 afiliadas, es decir, prácticamente todas las mujeres mayores de 24 años. En
marzo de 1932 Abilia Arroyo declaraba contar con 7.000 afiliadas (3.000 en la
ciudad), «Cómo se organiza la mujer salmantina para defender los derechos
que le ha concedido la nueva Constitución», La Gaceta Regional, 16-III-1932.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 376

376 esta salvaje pesadilla

Los asesores jurídicos de la organización eran Cimas Leal y Torres López. Para
más detalle, Vincent, Catholicism..., pp. 210-212.
42. «Vosotras habéis salvado a España y habéis cumplido una misión providen-
cial», Casanueva en el Homenaje a D.ª Abilia Arroyo, El Adelanto, 27-II-1934.
43. La Gaceta Regional, 22-XI-1933, p. 1, 28-XI-1933, p. 3, 2-XII-1933.
44. Otros carteles en J. Tusell, Las elecciones del Frente Popular en España, Edito-
rial Cuadernos para el Diálogo, Madrid, 1971.
45. La Gaceta Regional, 4-I-1936. El primer número del boletín de la JAP salman-
tina, «¡¡ PRESENTE!!», se publicó el 4 de enero de 1936. Figuran las colabora-
ciones de M. Iscar, Cimas, Castaño con los consabidos consejos de la obedien-
cia ciega al Jefe, hombre providencial... La crónica «Salamanca en pie» recoge
la extensión de la JAP por Villavieja y Ciudad Rodrigo. Las empresas Mirat y
Moneo están bien representadas en los anuncios del boletín de la JAP.
46. La Gaceta Regional, 31-I-36, 5-II-36, 6-II-36.
47. La Gaceta Regional, 7-I-1936, Alba de Tormes, 11-I-1936 «Brillante acto de la
JAP en Santiago de la Puebla»; La Gaceta Regional, 23-VI-1936, p. 1.
48. El Adelanto 22-II-1936; 5-VI-1936. Las características del núcleo industrial
bejarano y su pertenencia al obispado de Coria, representado por un lugarte-
niente eclesiástico nada hábil y más bien provocador, son argumentos a tener
en cuenta para explicar el anticlericalismo. Debo esta observación al profesor
López Santamaría.
49. Gobierno Civil, AHPS, Leg. 287. Véase la interpretación que hacen S. López, y
S. Delgado en «Víctimas y poder en Salamanca la blanca...», R. Robledo (co-
ord.) Historia de Salamanca. Siglo Veinte, CES, Salamanca, 2001, p. 223.
50. Gobierno Civil, AHPS, Leg. 287 (13-VII-1936).
51. http://www.elpedroso.info/foro_vertema.php?tema=66
52. La Ciencia Tomista, n.º 145, enero-febrero 1934, pp. 117-119; 153, mayo-ju-
nio 1935, pp. 405, 407.
53. Etelvino González, «Dominicos españoles ante la cuestión social desde el ma-
gisterio de León XIII», A. Galindo y J. Barrado (eds.), León XIII y su tiempo.
Universidad Pontificia, Salamanca, 2004, pp. 345-375.
54. Max Weber, Economía y Sociedad, FCE, México, 1969, tomo I, pp. 170-192;
Juan C. Monedero: «Legitimidad» en Román Reyes (Dir.): Diccionario Crítico
de Ciencias Sociales.
55. «La licitud del movimiento armado» El Adelanto, 16-VIII-1936, p. 3; (ídem en
La Gaceta Regional). Esta propaganda radiofónica-periodística se ha comenta-
do por varios autores, por ejemplo, Hilari Raguer, «Los obispos españoles y la
guerra civil». Arbor, 439-440, 1982, p. 14. El autor hace un seguimiento de El
Adelanto que sirve para recrear las primeras semanas del Alzamiento; también
en La espada y la cruz, pp. 98-101 y Alberto Reig Tapia, Violencia y terror. Estu-
dios sobre la Guerra Civil Española, Madrid, Akal, 1990 pp.36-37. T. Pérez
Delgado, A. Fuentes Labrador: «De rebeldes a cruzados: pioneros del discurso
legitimador del Movimiento Nacional, en Studia Historica. Historia Contempo-
ránea, 4, vol. IV, 1986. T. Pérez Delgado «Cruzados salmantinos (Contribución
al estudio del discurso legitimador del Movimiento Nacional. Salamanca 1936-
1940). Salamanca. Revista provincial de estudios, pp. 20-21, 1986, pp. 217-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 377

notas. capítulo 3 377

262. Radio Nacional de España, Guerra civil y radio nacional. Salamanca 1936-
1938. Instituto Oficial de Radio y Televisión, Madrid 2006, pp. 256-258.
56. P. Ignacio G. Menéndez Reigada, O.P, La Guerra nacional española ante la mo-
ral y el derecho, Tip. Calatrava, Salamanca, 1937, posiblemente uno de los pri-
meros libros franquistas traducidos al francés (AG, 8, p. 430). Hay dos ediciones
en Salamanca, a cargo de dos imprentas distintas. La Biblioteca Nacional guarda
un ejemplar con la dedicatoria del autor «Al singular hablista y español de cepa
García Sanchis con admiración profunda y en ferviente comunión patriótica;
Acerca de la «Guerra Santa». Contestación a J. Maritain, Salamanca, 1937.
Southworth recogió hace más de cuarenta años buena parte de esta polémica, so-
bre «el judío converso» Maritain y otros aspectos de la guerra santa, Herbert R.
Southworth, El mito de la cruzada de Franco, Plaza y Janés, Barcelona, 1986
[1963], pp. 159-180. Antonio Fernández García, «La Iglesia española y la gue-
rra civil», Studia Historica, 1985, p. 62. T. Pérez Delgado, «Cruzados salmanti-
nos. La ciencia tomista contra los católicos europeos», Salamanca. Revista pro-
vincial de Estudios, n.os 27-28, (1991) pp. 183-226. G. Redondo, «Maritain, los
dominicos y la polémica sobre la Guerra Santa», Historia de la Iglesia en Espa-
ña, Rialp, Madrid, 1993, tomo I, pp. 354-368. Más recientemente, Michael Bur-
leigh, Causas sagradas. Religión y política en Europa, Taurus, Madrid, 2006,
pp. 197-200. En la reciente publicación del libro de Gallegos Rocafull se comen-
tan las publicaciones extranjeras contra el discurso de la guerra santa, José M.
Gallegos Rocafull, La pequeña grey. Testimonio religioso sobre la guerra civil
española, Península, Barcelona, 2007, pp. 59-71 y especialmente p. 78.
57. Reig, Violencia y terror... p. 38. Entre las múltiples referencias sobe la pastoral
de Pla y Deniel, destaco Bernardino M. Hernando, Delirios de Cruzada, Edi-
ciones 99, Madrid, 1977. Hilari Raguer, «Los obispos españoles....» art. cit.
Álvarez Bolado, Para ganar la guerra, para ganar la paz, Universidad Pontificia
de Comillas, Madrid, 1995. Glicerio Sánchez Recio, De las dos ciudades a la
Resurrección de España. Magisterio pastoral y pensamiento político de Enri-
que Pla y Deniel, Ámbito, Valladolid, 1994. G. Redondo Historia de la Iglesia
en España, Rialp, Madrid, 1993, tomo I, pp. 94-100.
58. Vegas Latapie, La frustración en la victoria, Memorias políticas (1938-1942).
Actas, Madrid,1995, p. 119.
59. La Gaceta Regional, 16-VIII-1936, P. Domingo del Pilar; El Adelanto 6-X-
1936, Beato Sala, p. 2.
60. El caso más conocido es el de Queipo, M. Barrios, El último virrey. Queipo de
Llano. Argos Vergara, Barcelona, 1978. F. Moreno, «La represión franquista a
partir de los datos de Córdoba» en Julio Aróstegui (coord.) Historia y memoria
de la Guerra Civil. Encuentro en Castilla y León, Junta de Castilla y León, Va-
lladolid, 1988, tomo I; F. Espinosa, La justicia de Queipo. Crítica, Barcelona,
2006, pp. 279-287; tan terribles debían de ser sus palabras que las galeradas re-
lativas a las charlas tenían que ser censuradas (p. 285).
61. El Adelanto, 6-X-1936, p. 2; Beato Sala, 25-VIII-1936, p. 2. Cesar Morán, «el
sabio agustino», «Vibrante alocución» en contra de la «caterva de malandrines
y forajidos». El Adelanto, 1-IX-1936, p. 2.
62. Sobre Aguilera, H. R. Southworth, La destrucción de Guernica. Periodismo, di-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 378

378 esta salvaje pesadilla

plomacia, propaganda, historia. Ruedo Ibérico, París, 1977, pp. 73-78; se dis-
pone ahora del trabajo de P. Preston, «Los esclavos, las alcantarillas y el capitán
Aguilera»: Culturas y políticas de la violencia, 2005, pp. 193-230. Después de
la guerra, en contestación a una encuesta de F. Bravo, sobre si Salamanca se es-
taba «desespiritualizando» afirmaba que «evidentemente nuestra Salamanca
no ha podido evadir la debeladora ola afro-asiática...», La Gaceta Regional,
25-II-1947.
Las circunstancias, no verificadas, que rodearon la muerte del diputado
José Andrés Manso fueron expuestas por primera vez en el Informe del Colegio
de Abogados de Madrid sobre violaciones de derechos humanos practicadas
por los militares sublevados (octubre de 1936): «Al diputado por Salamanca,
abogado socialista de gran prestigio, José Andrés Manso, le condujeron tam-
bién a la plaza de toros de esta ciudad, le pusieron banderillas de fuego y luego
lo mataron con un estoque», reproducido en A. Reig, Ideología e historia. So-
bre la represión franquista y la guerra civil, Akal, Madrid, p. 163. Este suceso,
que no ha podido ser contrastado, es relatado, sin embargo, por contemporá-
neos como Manuel Sánchez en su libro de Maurín y J. de Armiñán en sus Me-
morias (La dulce España). Hasta cierto punto el jesuita Bayle justifica el asesi-
nato del dirigente salmantino poniendo en su boca las palabras «Por unas
horas, no habéis reventado». ¿Qué pasa en España? A los católicos del mundo,
Delegación del Estado para Prensa y Propaganda, Salamanca 1937, p. 21.
63. Manuel Sánchez, Maurín, gran enigma de la guerra y otros recuerdos, Cuader-
nos para el Diálogo, Madrid, 1976, p. 126.
64. Testimonio de L.S., 4-I-2007.
65. Luis Santos, «La Historia II». El Adelanto, 3-VII-2006.
66. Libro de Actas, 15-X-1936. Archivo Catedral de Salamanca.
67. Julián Casanova, La Iglesia de Franco, Temas de Hoy, Madrid, 2001, p. 91;
vid. también pp. 82, 88, 91, 104, 202. Alfonso Álvarez Bolado, Para ganar la
guerra, para ganar la paz, Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, 1995:
«Los excesos que hacen los blancos» —decía el General de los jesuitas—, no
eran grandes, «Condenan, sí bastantes a muerte, ... pero bien escogidos de en-
tre los dirigentes; y que si quedaran vivos volverían al estado de antes», p. 80.
El consejo del obispo de Ávila: respecto a los cadáveres de los «rojos» que apa-
recían en el campo: «Guárdense mucho los señores Párrocos de sugerencia al-
guna que revele al autor o la causa de esa muerte trágica», p. 81, véase también.
pp. 118 y 165 y 165; A. Reig, Violencia y terror... pp. 37-43.
68. El Consejo Directivo de la Asociación estaba en Madrid. Los detalles de todo
esto en A. Fuentes Labrador, María Ángeles Sanpedro, F. Corrionero y María
Jesús Velasco, «Apoyo institucional en un centro de poder: la Universidad de
Salamanca durante la guerra civil. Un modelo de comportamiento», en Juan
José Carreras Ares y Miguel Ángel Ruiz Carnicer (eds.), La Universidad espa-
ñola bajo el régimen de Franco (1939-1975), Zaragoza, Institución Fernando
el Católico, 1991, pp. 274-278; Tomás Pérez Delgado, «Francisco de Vitoria:
institucionalización de su memoria. Salamanca, 1926-1936», José A. Bonilla,
José Barrientos (coord.), Estudios históricos salmantinos. Homenaje al P. Be-
nigno Hernández Montes, Salamanca, 1999, p. 539-571. Hubo polémicas y
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 379

notas. capítulo 3 379

discrepancias que este autor considera típicas de un carácter salmantino poco


proclive a empresas colectivas (p. 553).
69. El primer texto es de Antón Oneca, «Primitivismo académico» que supone
toda una lección contra la ramplonería, supuestamente académica. El catedrá-
tico calificó el artículo de su oponente de «insignificante, pero de interés para
la psicología española, en sus formas más atávicas y aberrantes». El Adelanto,
18-IV-26, p. 1. El segundo, de Rodríguez Mata, «La Cátedra de Francisco de
Vitoria», La Gaceta Regional, 14-III-1927.
70. Para Rodríguez Mata, R. Robledo, «Economía Política en la Universidad de
Salamanca: entre la intolerancia y la inteligencia (1786-1936)», Economía, De-
recho y Tributación: estudios en homenaje a la profesora Gloria Begué Can-
tón, Ed. Universidad de Salamanca, Salamanca, 2005; en cuanto a Antón, Ja-
vier Infante, «José Antón Oneca (Madrid, 1897-Madrid, 1981) y su aportación
a la historia del Derecho penal contemporáneo en España», en S. de Dios, J. In-
fante y E. Torijano (coords.), El Derecho y los juristas en Salamanca (siglos
XVI-XX). En memoria de Francisco Tomás y Valiente, Salamanca, Universidad
de Salamanca, 2004. Una visión general de la doctrina de Vitoria en Luciano
Pereña, «La Escuela de Salamanca. Notas de identidad», F.Gómez Camacho,
Ricardo Robledo (eds.), El pensamiento económico en La Escuela de Salaman-
ca, Ed. Universidad de Salamanca, 1998, p. 43-64. Véase nota 10 para la lla-
mada a Vitoria que hacía Francisco Bravo.
71. Eugenio Vegas Latapie, Los caminos del desengaño. Memorias políticas 1936-
1938, Tebas, Madrid 1987, p. 87.
72. La lista de conferenciantes, donde estaba también el obispo Frutos, en Tomás
Pérez Delgado, «Francisco de Vitoria: institucionalización de su memoria...».,
cap. cit., p. 550. Véase también el capítulo 6 de J. Claret.
73. «Hay que hacer todo el daño de una vez para que los ofendidos no teniendo mucho
tiempo para experimentarlo les resulte menos doloroso», El Príncipe, cap. VIII.
74. El discurso de Las Casas habría ofrecido una buena baza a los independentistas
americanos pues al denunciar a España arrebataba la voz a los indígenas para
regalársela a los criollos, Bartolomé Clavero, Genocidio y Justicia. La Destruc-
ción de las Indias, ayer y hoy. Marcial Pons, Madrid, 2002, p. 69.
75. «El Derecho de gentes a través de la guerra española». La Ciencia Tomista,
175, p. 491-505. Un año antes al menos había reconocido que «los blancos tal
vez se habrán equivocado en fusilar; pero a cada uno lo fusilaron por su hoja de
servicios ... Entre nosotros no se practicó la guerra de represalias, ni siquiera
para evitar que continuaran tan bárbaras costumbres entre los rojos». «Tres
charlas ente el micrófono de la radio», La Ciencia Tomista, 1937, 56, p. 69. La
actividad de Alonso Getino en la radio, Guerra civil y Radio Nacional..., ob.
cit. pp. 254-255.
76. «Acerca de la guerra santa...», La Ciencia Tomista, 1937, p. 364.
77. Esta observación que debo a J. Claret se documenta en el capítulo 6.
78. Fr. Ignacio Menéndez Reigada, y Antonio Luna García, La revolución judicial.
Discursos pronunciados el día 19 de abril en el convento de San Esteban, de Sa-
lamanca, para conmemorar el aniversario del partido único, Imp. y Lib. Hijos
de F. Núñez, Salamanca, 1938.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 380

380 esta salvaje pesadilla

79. Elogios a este «consejero de nuestro Jose Antonio» en AG, 3, p. 351; AG, 5,
pp. 288-290.
80. José Ramón Casabó Ruiz, El Anteproyecto de Código Penal de 1938 de F.E.T.
Y DE LAS J.O.N.S., estudio preliminar y edición, Universidad de Murcia
1978; (1ª ed., Imp. y Lib. Hijos de F. Núñez, 1938).
81. Afirmación de Luna, en La revolución judicial..., p. 27; otra perspectiva para
comprobar cómo Derecho y Justicia se transformaron en política, F. Espinosa,
«La memoria del fiscal del ejército de ocupación» en Contra el olvido, ob. cit.,
pp. 79-94.
82. Cfr. María Luz de Prado, La contribución popular a la financiación de la gue-
rra civil: Salamanca, 1936-1939, tesis doctoral, Universidad de Salamanca,
2006, pp. 157, 393-396.
83. A. Bolado, Para ganar la guerra, p. 149. Reig, Violencia y terror, p. 39.
84. Según Registro de presentación de funcionarios (BOE 12-XI-1936), el 18 de
septiembre se registró Giménez Caballero, adscrito a la secretaria de prensa y
propaganda; José Maria Trias de Bes, Decano de la Facultad de Derecho, como
asesor para cuestiones gubernamentales, agregado al gabinete diplomático del
Cuartel del Generalísimo; Juan Puig Sureda, catedrático de Terapéutica, Joa-
quín Garrigues Díaz Cañabate, Manuel Torres..., Registro de presentación de
funcionarios. Junta de Defensa Nacional. LR 333, AUS.
85. Segura creía que Artero era «demasiado inocente y débil para luchar las bata-
llas que debe sostener con mano fuerte la Iglesia sin transigencias en este punto
de moral cinematográfica del que dependen consecuencias tan graves para las
almas». AG, 9, 22-III-1938, p. 547. Los elogios a Artero por parte del Gabine-
te de censura de Sevilla, en p. 551.
86. «Las llamadas crueldades que hubieran sido cometidas por las fuerzas de Fran-
co en el país vasco» habrían debilitado la idea de la legitimidad del 18 de julio
que tenían los católicos, AG, 6, 8-VI-1937, p. 295. Los diez volúmenes publica-
dos del Archivo Gomá están llenos de cartas e informes sobre este asunto; des-
taco, por ejemplo, las supuestas discusiones del Papa con Magaz, el represen-
tante de Franco en el Vaticano, a quien «había acabado tirándole una
tabaquera», AG, 6, p. 608, junio de 1937. Otras referencias en Mª L. Rodrí-
guez Aísa, El cardenal Gomá y la guerra de España. Aspectos de la gestión pú-
blica y del primado, 1936-1939. CSIC, Madrid, 1991; Hilari Raguer, La espa-
da y la cruz, 91-146, Álvarez Bolado, Para ganar la guerra, pp.100-108.
87. Citado en Raguer, La pólvora... p. 147 (23 de mayo de 1937).
88. La emisora de los Juegos Olímpicos de Berlín de agosto de 1936 fue la enviada
por el gobierno alemán y montada por el mismo técnico que la había diseñado
para aquella ocasión, Guerra civil y radio nacional..., ob. cit, pp. 101-102.
89. Vicente Gay, delegado de Estado para Prensa y Propaganda suspendió La Gace-
ta por 5 días, en oficio de 2 abril de 1937 imponiéndole una multa de 5.000 pe-
setas. Franco levantó el castigo y destituyó a Gay, nombrando a Manuel Arias,
y como jefe de oficina a Francisco de Luis, antiguo director de El Debate. AG, 4,
pp. 278-282; 5, p. 310-315; no he encontrado en las colecciones disponibles de
los periódicos (quizá porque pudo haber más de una edición), reflejo de esos he-
chos; un cartel de propaganda atacando al protestantismo-comunismo puede
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 381

notas. capítulo 3 381

verse en la primera página de El Adelanto, 31-III-1937. Gomá sugería a Pacelli


diferir el conocimiento de la Encíclica. Para la reacción alemana contra la encí-
clica, Michael Burleigh, Causas sagradas, ob. cit. pp. 231-237.
90. Véase en el capítulo 11, los cortes de tal discurso que tuvo que hacer Castro Al-
barrán.
91. Rodríguez Aísa, El cardenal Gomá, ob. cit., p. 242. AG, 6, p. 294. Carta de Bay-
le a Gomá proponiendo contar con el apoyo de Castro Albarrán y otros religio-
sos salmantinos, F. Riesco, y algunos dominicos; Bayle descarta a Menéndez
Reigada: «Tengo entendido que está ya un poco pesado», AG, 7, 26-VIII-1937,
pp. 258-259. Según los editores del Archivo Gomá, la oficina se promovió si-
multáneamente en Zaragoza, AG, 9, p. 34.
92. C. Bayle, «La abortada República», Razón y Fe, n.º 94, 1931, pp. 67-75.
93. Sin Dios y contra Dios. La campaña de nuestros días, RAYFE, Burgos, 19382, p.
180). El libro se abre con una andanada contra el librepensamiento y los intelectua-
les para centrarse en los males de la Rusia soviética y en la sovietización de España.
94. En carta de Bayle a su superior se queja de que sólo él y Azpiazu, a tiempo parcial,
sacaban la revista, publicándose artículos de estudiantes; esta situación debería
cambiar con recursos de colaboradores estables. Carta de Bayle a General (21-
XII-1937?), dato que debo a Jesús Sanjosé del Campo. C. Bayle, natural de Zar-
za de Granadilla, murió en Madrid el 20 de febrero de 1953.
95. C. Bayle, «El espíritu genuino de Falange Española ¿es católico?», en Razón y
Fe, n.º 112, 1937, pp. 234-267; también, «Catolicismo del Fascismo español»,
De Rebus Hispaniae, n.º 11, 1-XI-1938, p. 3. Bayle superaba por la derecha a
Gomá pues éste se atrevió a reprochar a la Falange («el fascio») «la dureza en
las represalias» y corrigió la exaltación de Franco que hacía Bayle en la prepa-
ración del libro sobre la Carta colectiva, véase la nota 98. El Boletín del Obis-
pado de Salamanca de 30 de septiembre había reproducido íntegramente el tex-
to del discurso: «faltan párrafos del discurso en el texto publicado por la mayor
parte de la prensa diaria», se advertía. Si Castro Albarrán había prescindido de
lo que se decía en los párrafos finales, Razón y Fe, los reprodujo pero sin men-
cionar la necesidad de una paz «que satisfaga todas las justas y sabias aspira-
ciones compatibles con el bien común», Razón y Fe, n.º 476, 1936, pp. 146-
150; también se omitieron otros párrafos.
96. F. Mateos, S.I., «Personalidad científica del Padre Constantino Bayle, S.I.». Ra-
zón y Fe, 1953, pp. 455-478.
97. Raguer, La pólvora y el incienso..., p. 155. Como demuestra este autor hubo
tres proyectos distintos siendo el sugerido por Franco el que se publicó dejando
la supuesta autonomía de la Iglesia en entredicho, AG, 9, p. 561, Gomá se de-
fiende diciendo que no fue sugerida. A. Bolado, ob. cit., pp. 154-158.
98. El mundo católico y la Carta Colectiva del episcopado español. Desde Sala-
manca, donde estaba todavía el Centro de Información, Bayle recopila los ma-
teriales para editar el libro, AG, 9, 2-II-1938, p. 238; 15-III-1938, 521-522,
559 (donde Gomá expurga lo «políticamente incorrecto»). Bayle se encargaría
de editar también El clero y los católicos vasco-separatistas y el Movimiento
Nacional. Centro de Información Católica Internacional, Imp. y Enc. Sobrinos
de la Sucesora de M. Minuesa, Madrid, 1940.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 382

382 esta salvaje pesadilla

99. En Guernica, según Bayle, no se había destruido la única Iglesia parroquial ni


la casa de las Juntas, (¿Qué pasa en España?).
100. Salieron «ilustrados» sólo cien ejemplares con una fotografía pegada de modo
muy artesanal, al carecer de medios para ilustrar todos los números; el primer
número fue enviado a cerca de 1.400 direcciones de revistas, AG, 9, 21-I-
1938, p. 137. Gomá fue invitado a hacer la presentación, AG 9, 2-II-1938, p.
238. AG, 9, 25-II-1938, p. 384.
101. De Rebus Hispaniae, n.º 1, 1-I-1938.
102. Bernardino M. Hernando, Delirios de Cruzada. Ediciones 99, Madrid, 1977,
p. 52.
103. Raguer, La pólvora, pp. 172-173. La carta de Pacelli se puso como prólogo al
libro El mundo católico y la Carta Colectiva del episcopado español efectuán-
dose una pequeña pero decisiva censura que pongo entre corchetes: «... el alto
sentido de justicia de esos Excmos. Obispos al condenar absolutamente todo
lo que tenga razón de mal [de cualquier parte que venga]». El Vaticano la pu-
blicó íntegra en L’Osservatore Romano de modo que aumentaron los agra-
vios de Franco con el Vaticano. Raguer, La pólvora..., p. 173.
104. A. Carrión, «Crimen de lesa humanidad», De Rebus, n.º 1, 1-I-1938, pp.
15-16
105. A. Carrión, «Los protegidos por Maritain», De Rebus..., n.º 5, 1 de agosto de
1938, p. 2.
106. AG, 4, 5-III-1937, pp. 93-94.
107. Bayle, «Los testigos de mayor excepción contra el Movimiento Nacional», De
Rebus Hispaniae, 9, 1-X-1939, pp. 1-3. Interesa también la Respuesta a Al-
fredo Mendizábal en el n.º 20, 15-III-1938. Como es sabido Maritain había
prologado el libro de Mendizábal, Aux origines d’une tragédie.
108. Además de las colaboraciones en La Ciencia Tomista, la obra más conocida
de Antonio Carrión Tobio (1879-Madrid 1947) es Sagrado Orden de Predi-
cadores, Estab. Tip. de Calatrava, Salamanca, 3.ª ed. 1930. Se trata de una
guía de gran difusión dedicada a la exaltación de la orden de los dominicos;
en tal sentido, reivindica al «glorioso y calumniado Tribunal del Santo Ofi-
cio» y opina que se va desvaneciendo la leyenda negra sobre tal institución,
pp. 92-93.
109. «El 18 de julio de 1936 se enfrentaron las dos Españas existentes dentro del
territorio español, si es que con razón puede llamarse españoles a quienes vi-
viendo dentro de ese territorio con el cuerpo, sus ideas, sus sentimientos, sus
afanes, sus amores, su acción y todo su espíritu estaba con los enemigos de Es-
paña, con la antiespaña exterior», P. Teodoro Rodríguez, Así es España y así
la Antiespaña, apuntes para conferencias patrióticas educadoras, Imprenta
Juan Bravo, Madrid, 1941, p. 206. La estrategia de los católicos de convivir
con todos y tolerar para ser tolerados era «una monstruosidad jurídica y mo-
ral», había escrito en 1935. W. Callahan, La Iglesia católica en España. 1875-
2002, Crítica, Barcelona, 2002, pág. 259; T. Rodríguez (1864-1954) fue
nombrado rector de la Universidad Maria Cristina de El Escorial en 1910 y
montó una imprenta en aquel Real Monasterio. Otros libros de Teodoro Ro-
dríguez son Infiltraciones judío-masónicas en la educación católica, El Esco-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 383

notas. capítulo 3 383

rial, 1934. En Nueva reconquista de España, Santarem, Valladolid, 1938,


aunque se critica alguno de los puntos de Falange, están todos los lugares co-
munes de la Patria esclavizada por la antipatria a las órdenes de Moscú
(p. 21), los Protocolos de los Sabios de Sión, el intelectualismo vacuo de la
Institución Libre de Enseñanza frente a la tradición española (p. 159), el esta-
tismo como causa de todos los males, (p. 197), la sovietización frenada gra-
cias al 18 de julio, etc. Sin contar la obra periodística tiene censadas unas 200
publicaciones, Modesto González Velasco, Autores agustinos de El Escorial,
Ediciones Escurialenses, Madrid, 1996.
110. AG, 9, 10-III-1938, p. 500, véase el capítulo 11.
111. Bayle, «¿Cómo es el General Franco?», De Rebus Hispaniae, n.º 1, pp. 7-9.
Las referidas a Mola y Queipo, «el hombre más querido de Sevilla», en n.º 3,
30-VI-1938, pp. 5-9.
112. «En torno al armisticio», De Rebus Hispaniae, n.º 8, 15-III-1938. «El Papa y
la táctica comunista de «la mano tendida», De Rebus Hispaniae, n.º 11, 1-XI-
1938, pp. 9-10. «Lo dijo ya Mola, cuando vio el alma de los marxistas: “Ni
Pacto de Zanjón, ni abrazos de Vergara...”. Es lo de Franco: Rendición si con-
diciones... Dios se la ha concedido, y su ejército la ha ganado», Bayle en De
Rebus, 20, 15-III-1938, p. 3.
113. Así lo expresó tempranamente Gomá a un alto funcionario del Vaticano que
había acogido tímidamente la iniciativa británica de sondear al Gobierno ita-
liano para evaluar las posibilidades de una solicitud de mediación internacio-
nal presentada por Azaña al Foreign Office en mayo de 1937. S. Juliá, Histo-
ria de las dos Españas, Taurus, Madrid, 2005,4 p. 292. Raguer, La espada y la
cruz, pp. 120-130.
114. «Voces del sentido común», De Rebus Hispaniae, n.º 7, 1-VIII-1938, p. 11.
Digamos como anécdota que un «acto de simpatía pro-Japón», promovido
por el salesiano Pedro M. Escursell, párroco de Tokio, se celebró en Salaman-
ca en agosto de 1939. Su autorización en Gobierno Civil, Leg. 286, AHPS.
115. AG, 8, p. 604, y AG, 7, p. 45, AG, 5, p. 279. AG, 9, p. 80. Es Prensa y Propa-
ganda quien tiene que autorizar la incorporación de un jesuita a la oficina, etc.
116. Como precisa Botti, el nacionalcatolicismo no nace de la guerra civil sino que
se utiliza para «reconocer» y reconducir los hechos interpretándolos bajo una
perspectiva de gran alcance, Botti, Cielo y dinero..., p. 90. José Álvarez Junco,
Mater Dolorosa. La idea de España en el siglo XIX, Taurus, Madrid, 2001,
pp. 459-464.
117. Cultura y propaganda forman un maridaje bien avenido en tiempos de paz o
de guerra como ilustra el caso de Toledo donde la defensa del Alcázar se her-
manó con la suerte del patrimonio artístico de la ciudad. «Los nacionalistas
no perdieron ocasión para hermanar el “martirio de las obras de arte” con el
de los “héroes del Alcázar”», José Álvarez Lopera, «Realidad y propaganda:
el patrimonio artístico de Toledo durante la guerra civil», Cuadernos de Arte
e Iconografia, tomo III-6, 1990.
118. H. Raguer, «Le Vicaire du Cardinal: Salvador Rial Lloberas, vicaire géneral
de Tarragone pendant la guerre civil espagnole», Revue d’histoire ecclésiasti-
que, n.º 79, 1984, pp. 410-411. R. Muntanyola, Vidal i Barraquer: el carde-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 384

384 esta salvaje pesadilla

nal de la paz, Estela, Barcelona, 1971, p. 402, alude a Artero, que «por deseo
de las autoridades civiles hizo un simulacro de reconciliación, a pesar de ha-
ber asistido él mismo al acto litúrgico anterior».
119. «Los generales del Alzamiento ... se fueron a una guerra y se encontraron me-
tidos en una Cruzada, con Providencia y milagros», B. M. Hernando, Delirios
de Cruzada..., p. 107.
120. Se han analizado últimamente por Julián Casanova, La Iglesia de Franco,
ob. cit.

4. Que no se olvide el castigo

1. Bernabé Gómez Valle y Cipriano Egido Fondón, Cipriano. «La discusión de las
Actas de Salamanca en la Segunda República: Constituyentes de 1931 y Cortes
de 1936; dos posibilidades de fraude electoral», en Actas I Congreso de Histo-
ria de Salamanca, Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca, 1992, vol. 3,
pp. 207-214.
2. Ronald Fraser, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros: historia oral de la Guerra
Civil española, Crítica, Barcelona, 1979, vol. 1, pp. 106-109.
3. José Manuel Martínez Bande, La marcha sobre Madrid, San Martín, Madrid,
1982, p. 14.
4. Mola procedía de Marruecos, donde desempeñaba el cargo de jefe de la Cir-
cunscripción Occidental (Melilla) y jefe superior accidental de las fuerzas mili-
tares del Protectorado. Una de las primeras medidas del gobierno del Frente
Popular fue trasladar a Mola a Pamplona y a Franco a las Canarias.
5. Gabriel Cardona, Historia militar de una guerra civil: estrategia y tácticas de la
guerra de España, Flor del Viento, Barcelona, 2006. Santiago López García y
Severiano Delgado Cruz, «Aproximación a la Guerra Civil en Castilla y León»,
en Actas de las jornadas «Castilla y León en la historia contemporánea», Sala-
manca, 8-11 de marzo de 2006, Fundación 27 de Marzo, Valderas (León), en
prensa.
6. El Adelanto, 07-VIII-1936. Los comunistas pensaban hacer la revolución en
España el 1 de agosto.
7. Herbert R. Southworth, El lavado de cerebro de Francisco Franco: conspira-
ción y guerra civil, Crítica, Barcelona, 2000.
8. El Adelanto, 06-VIII-1936. Un guardia cívico dice que se apuntó porque estaba
en la lista negra, aunque no la había visto personalmente.
Arrarás reproduce en el vol. II, p. 509-510, de la Historia de la Cruzada
Española (Ediciones Españolas, Madrid, 1939) los «documentos secretos» que
demostrarían la existencia de ese complot clandestino comunista. Una vez con-
sumado el golpe militar, tanto Mola como Franco hicieron declaraciones públi-
cas en el sentido de que su golpe contra el gobierno de la República era un mo-
vimiento preventivo para impedir una revolución comunista. La prensa local de
local de Castilla y León, a partir de informaciones facilitadas por Radio Casti-
lla, de Burgos, mencionó la existencia de esos documentos, con mayor o menor
extensión, para que se viera el alcance del movimiento revolucionario que se
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 385

notas. capítulo 4 385

preparaba. El Diario Palentino y El Día de Palencia del 3 de agosto reproducen


el llamado «documento confidencial número 3», que es el supuesto plan de ac-
ción comunista. El Adelanto y La Gaceta Regional también se hacen eco de la
noticia: «La noche pasada, del 31 de julio al 1 de agosto, había de comenzar a
realizarse el plan [comunista] ejecutando los acuerdos del pacto [de la Interna-
cional Comunista], o sea, haciendo desaparecer muchos miles de personas de
todas las capitales, para que la madrugada de hoy fuese la primer alborada,
triste y trágica, del comunismo español». (La Gaceta Regional, 02-VIII-1936).
Más importante para la causa de los sublevados fue la aportación del car-
denal Gomá, primado de España, a través de la Carta colectiva del episcopado
español a los obispos de todo el mundo, del 1 de julio de 1937, en la que se re-
cogían al pie de la letra fragmentos de los «documentos secretos» y se decía que
el «movimiento cívico-militar» había venido a impedir la revolución marxista
que se gestaba. Esa carta constituyó un enorme apoyo para los sublevados ante
la opinión pública católica europea y americana.
A partir de la Carta colectiva, los «documentos secretos» salieron nueva-
mente a la luz, esta vez con diferente función: durante muchos años se utiliza-
ron como argumento para justificar el golpe de estado del 18 de julio, incluso
arguyendo (R. de la Cierva) que, si bien los documentos eran falsos, la revolu-
ción marxista que se preparaba era cierta (Herbert R. Southworth, El lavado
de cerebro de Francisco Franco).
9. José Luis Rodríguez Jiménez, «Una aproximación al trasfondo ideológico de la
represión: “Teoría de la conspiración” y policía política franquista» en Con-
grés sobre els camps de concentració i el mon penitenciari a Espanya durant la
guerra civil i el franquisme, 21, 22 i 23 d’octubre de 2002, Museu d’Història de
Catalunya, Barcelona. (Publicación en línea: http://www.cefid.uab.es/)
10. Mola en principio hizo oídos sordos al ofrecimiento del medio millón de pesetas
que le ofreció Gil Robles (véase nota 150 del capítulo anterior), simulando no sa-
ber nada de la conspiración, pero más tarde tomó la mitad del dinero para gastos
de las tropas que salieron de Pamplona el 19 de julio, devolviendo el resto a Gil
Robles (Hilari Raguer, La pólvora y el incienso: la Iglesia y la Guerra Civil espa-
ñola (1936-1939), Península, Barcelona, 2001, p. 85). Según el teniente coronel
Emiliano Fernández Cordón (ayudante del general Mola), Francisco Herrera
Oria, consejero de El Debate¸ entregó al capitán Gerardo Díez de la Lastra
500.000 pesetas en billetes de 100 nuevos, que finalmente fueron ingresadas en
una cuenta secreta del Crédito Navarro (AGMAV, C. 2102, Cp. 8, D. 1/65).
11. Como apuntaba Daniel González Linacero, profesor de Historia de la Escuela
Normal de Palencia, para concluir su famosa obra Mi primer libro de Historia
(Palencia, 1933): «Actualmente nadie vive para sí. Todos vivimos para los de-
más. Cada cual desempeña una profesión que utilizan los otros; a su vez los
otros trabajan en distintos oficios, cuyos productos necesitamos todos. El
trabajo está muy dividido y cada cual tiene el suyo. Todos son igualmente im-
portantes y productivos. No se podría vivir sin albañiles, sastres, mineros, agri-
cultores, médicos, ingenieros, maestros, etc. La vida se asienta sobre esta coo-
peración y ayuda que nos prestamos mutuamente. Y las ciudades son grandes
núcleos de trabajadores de todas clases.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 386

386 esta salvaje pesadilla

»En las Casas del Pueblo estos trabajadores aprenden a practicar las dos
grandes virtudes sobre las que se asienta la vida: cooperación y solidaridad».
Daniel G. Linacero fue asesinado el 8 de agosto de 1936 por un grupo de
falangistas que lo fueron a buscar a su casa en Arévalo (Ávila), donde pasaba
las vacaciones con su familia. Tenía 33 años y dejó esposa y tres hijos de corta
edad (Josep Fontana, «La caza del maestro», El País, 10-VIII-2006).
12. Joaquín Arrarás, «Salamanca», p. 392.
13. La CNT tenía gran presencia en la construcción y mucho menor entre los ferro-
viarios y los metalúrgicos. Contaba con 800 afiliados, casi todos en la capital.
El PCE a fines de 1933 no alcanzaba los 200 militantes, (Luis Enrique Espinoza
Guerra, «De la esperanza a la frustración», en José-Luis Martín (dir.) y Ricar-
do Robledo (coord.), Historia de Salamanca. Volumen V: Siglo Veinte, Centro
de Estudios Salmantinos, Salamanca, 2001, pp. 159-217, 180 y 193. El POUM
tenía alrededor de cuarenta militantes (Manuel Sánchez, Maurín, gran enigma
de la guerra, Cuadernos para el Diálogo, Madrid, 1976).
14. AHPS. Libro de registro 4045, Registro de asociaciones políticas. Inscrita el 3
de marzo de 1935. Su jefe provincial, el periodista Francisco Bravo, muy cerca-
no a José Antonio Primo de Rivera, había participado en la reunión clandestina
de la Junta Política de Falange Española en Gredos, en junio de 1935, en la que
se decidió pasar a la insurrección armada contra la República. Sus trabajos
para comprar armas en Portugal fueron detectados por la policía, que le detuvo
con media docena de falangistas más, permaneciendo detenidos hasta junio de
1936. El 14 de julio siguiente, Bravo volvió a ingresar en prisión como detenido
gubernativo (Arrarás, «Salamanca», pp. 392-393).
El primer caído de la Falange salmantina fue el obrero electricista Juan Pé-
rez Almeida. Cuando el 11 de abril de 1935 paseaba por el parque de la Alame-
dilla junto con su hermana Carmen y otra chica, fue tiroteado por un grupo de
izquierdistas. Carmen, de 12 años, cayó muerta de un tiro en la cabeza y Juan
murió el 4 de mayo. Este asesinato nunca fue resuelto.
15. Aunque se trata de un análisis provincial el texto toma como referencia princi-
pal los acontecimientos que sucedieron en la capital. En el Anexo 1, La geogra-
fía del terror a lo largo de la Guerra Civil en la provincia de Salamanca, el lec-
tor encontrará una relación de los hechos más destacados que acontecieron
fuera de la capital.
16. Había sido ministro de la Guerra del 14-XII-1935 al 16-II-1936 con Portela
Valladares.
17. Las unidades combatientes de la 7.ª División eran las siguientes:
13.ª Brigada de Infantería (Cuartel General en Valladolid)
Regimiento de Infantería San Quintín n.º 25 (Valladolid)
Regimiento de Infantería Toledo n.º 26 (Zamora)
14.ª Brigada de Infantería (Cuartel General en Salamanca)
Regimiento de Infantería Argel n.º 27 (Cáceres)
Regimiento de Infantería La Victoria n.º 28 (Salamanca)
7.ª Brigada de Artillería (Cuartel General en Valladolid)
Regimiento de Artillería Ligera n.º 13 (Segovia)
Regimiento de Artillería Ligera n.º 14 (Valladolid)
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 387

notas. capítulo 4 387

Regimiento de Artillería Pesada n.º 4 (Medina del Campo)


Batallón de Ametralladoras n.º 7 (Plasencia)
1.ª Brigada de Caballería (Cuartel General en Palencia)
Regimiento de Caballería Villarrobledo n.º 1 (Palencia)
Regimiento de Caballería Calatrava n.º 2 (Salamanca)
Escuadrón divisionario
Regimiento de Caballería Farnesio n.º 10 (Valladolid)
Además había unidades menores no combatientes (Caja de Recluta, etc.).
18. Ramón Salas Larrazábal, Historia del Ejército Popular de la República, Edito-
ra Nacional, Madrid, 1973, vol. 1, pp. 99-104, y del mismo autor, Los datos
exactos de la Guerra Civil, Rioduero, Madrid, 1980, pp. 270-272.
19. Joaquín Arrarás, «Salamanca», p. 392.
20. José Luis Giménez Lago, «Crónica triste, pero historia» en Salamanca: revista
provincial de estudios, 1991, n.os 27-28, pp. 227-239.
21. Tomás Pérez Delgado, «La violencia política en Salamanca durante el período
del Frente Popular», en Actas I Congreso de Historia de Salamanca. Tomo III:
Historia contemporánea, Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca, 1992,
pp. 215-224.
22. Carlos Rojas, «Unamuno y la Guerra Civil de España», en Actas del Congreso
Internacional sobre la Guerra Civil española, 1977: historia y literatura: Uni-
versidad de Montreal, Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid, 1988, pp.
283-292, p. 285.
23. De hecho, la actividad de las organizaciones obreras fue mucho mayor durante
la huelga general revolucionaria de octubre de 1934, que se mantuvo más de
una semana en la capital, Béjar, Ciudad Rodrigo y numerosas localidades de la
provincia, con frecuentes tiroteos entre grupos obreros y la Guardia Civil, pe-
tardos, cortes de la vía férrea y el tendido telefónico, e incluso un atentado a ti-
ros contra el general García Álvarez, que resultó ileso (Manuel Fernández Tri-
llo, «Octubre de 1934: Salamanca», en Salamanca: revista provincial de
estudios, 1987, n.os 22-23, pp. 179-248).
24. Estos dos generales no estaban destinados en la 7ª División, sino que, actuando
ilegalmente de acuerdo con los planes de Mola, dieron un golpe de mano en el
cuartel general de la División para apartar del mando a Molero por la fuerza.
De hecho, los dos ayudantes de Molero resultaron muertos a tiros al intentar
oponerse a las intenciones de Saliquet y Ponte.
25. Carlos Rojas, «Unamuno y la Guerra Civil de España», p. 285.
26. No hay noticia ni de que el gobernador civil hiciera intento de repartir armas
entre las organizaciones obreras, ni de que éstas las solicitaran. Según informa-
ción a los autores de Maximiano Vallejo, hijo de un militante obrero del mismo
nombre, se repartieron algunas pistolas en el domicilio de José Andrés Manso,
y de hecho Vallejo (padre) cogió una. Lo cierto es que nunca hubo grupos ar-
mados estables en el seno de las organizaciones obreras salmantinas, y por tan-
to los militantes carecían de la disciplina y la práctica necesarias como para de-
sarrollar una resistencia armada mínimamente eficaz. Otra cosa es que en el
ambiente político de la época, tanto en España como en otros países europeos,
las armas de fuego circularan con facilidad.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 388

388 esta salvaje pesadilla

27. Gonzalo Alonso fue condenado a cadena perpetua. Ingresó en la prisión de Sa-
lamanca en 1936 con el número de expediente 9067. Según la Asociación Sala-
manca Memoria y Justicia, murió en la cárcel en 1938. Román Pérez fue con-
denado a 14 años de cárcel. ARCV, Sección AP, RP, legajo 8, expedientes 3267
y 908.
28. El Adelanto, 28-VII-1936.
29. La precisión sobre el arco de la calle de Toro, y otros detalles del momento, nos
la ha hecho Juan Livianos Gorrionero, entonces un muchacho que se encontra-
ba en la plaza comprando entradas para el fútbol. Existen varias versiones de lo
ocurrido en la plaza en esos momentos, que sólo difieren en detalles circunstan-
ciales que no modifican lo sustancial del suceso.
30. Heliodoro Benito López, albañil, 25 años. Modesto Varas Gabriel, industrial,
51 años. Abel Sánchez Delgado, médico, 24 años. Francisco Coca y Coca, in-
dustrial, 58 años. Celestina Sierra Polo, 14 años. RCS, Libro Registro de Falle-
cimientos núm. 181.
Según Luis Calvo Rengel, que siendo un niño se encontraba con su padre por
las inmediaciones, no hubo ningún tiro previo, sino que Arcadio Lucas Velasco,
camarero del Astoria, gritó «¡Viva la República!». Arcadio, en cuyo registro do-
miciliario fue encontrada una pistola, fue fusilado el 4 de octubre de 1937.
Una versión del «tiro de la Plaza» en Esteban Madruga Corral, ¡Hola, cha-
val!: mirando desde abajo con asombro, edición del autor, Salamanca, 1993,
pp. 61-63. Según Madruga, nunca se supo con exactitud si había habido muer-
tos y heridos. Se dijo que habían sido balas de fogueo. Pero Livianos siempre
recordó que había muerto una niña, porque le impresionó mucho.
El ejemplo más claro de la desinformación sufrida desde el primer día es lo
ocurrido con una de las víctimas, Francisco Coca. El martes 21 de julio, cuando
salió de nuevo a la calle, La Gaceta Regional llevaba en su primera página el
bando declarando el estado de guerra y una esquela por «D. Francisco Coca y
Coca (industrial de esta plaza), que falleció en Salamanca el 19 de julio de
1936». En páginas interiores se daba la versión oficial de lo sucedido en la pla-
za Mayor: después de la lectura del bando, alguien gritó «Viva la República» y
después un hombre gritó «Viva la revolución social» y disparó contra los sol-
dados. Junto a ello, una nota editorial sin firma decía que el señor Coca «fue
durante toda su larga vida modelo de industriales honrados, consiguiendo con
el solo fruto de su trabajo formar un hogar feliz. En él fueron la laboriosidad y
la honradez las normas principales; su conducta rectilínea hizo que fuese muy
apreciado, no sólo en los círculos comerciales de Salamanca, sino en todas las
clases sociales. Con el triste motivo de su muerte enviamos a su desconsolada
familia la expresión de nuestro más sentido pésame ... rogando a los lectores de
La Gaceta Regional eleven una oración a Dios por el eterno descanso de su
alma». Ni la más mínima referencia a las circunstancias del fallecimiento de
este hombre.
El estudiante Abel Sánchez Delgado figura en la Memoria del curso acadé-
mico 1938-1939 de la Universidad como uno de los 119 estudiantes universita-
rios «caídos al servicio de Dios y de la Patria» durante la guerra civil.
31. En el mismo edificio del Gobierno Civil, pero con entrada por la calle del Prado,
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 389

notas. capítulo 4 389

se encontraba la Delegación de Orden Público (Comisaría de Policía). Ambos


organismos estaban unidos por dependencias interiores. El cuartel de la Guar-
dia de Seguridad y Asalto se encontraba en la calle de San Pablo, en el palacio de
Castellanos y el de la Guardia Civil en la Plaza de Colón.
32. Las emisoras de radio sufrieron desde el primer día los rigores de la incautación
de las instalaciones y el control de los contenidos, tanto en el bando republica-
no como en el sublevado. En aquellos momentos convulsos, el control de la in-
formación escrita o radiada tenía un valor primordial. De hecho, el bando de-
clarando el estado de guerra en la 7.ª División establecía la censura militar de
todas las publicaciones impresas de cualquier clase y prohibía el funcionamien-
to de todas las estaciones radioemisoras particulares (Rosa Cal, «Las incauta-
ciones de bienes: notas sobre la radio», en Historia y comunicación social,
2001, n.º 6, pp. 13-29).
33. En el pleno del Ayuntamiento del 25-VII-1936 se citan estos datos, Actas de las
sesiones del Excmo. Ayuntamiento de Salamanca. AHMS.
34. Le acompañaban como miembros de la gestora provincial Ricardo González
Ubierna (secretario), Fernando García García (sustituido luego por Ernesto
Blanco Alonso), José María Viñuela Corporales, Manuel Campos Sánchez, Pe-
dro Sánchez Puente (sustituido luego por Andrés Pérez Cardenal), Joaquín Apa-
ricio Ruano y Luis Romo Fernández. La comisión gestora se constituyó el 21 de
julio. No obstante, la provisionalidad de los nuevos nombramientos se refleja en
el hecho de que en menos de un mes pasan tres presidentes por la Diputación: a
Cibrán, nombrado gobernador civil, le sustituye Diego Martín Veloz, quien el
14 de agosto es sustituido a su vez por Francisco Márquez Sánchez, coronel reti-
rado de la Guardia Civil. (Mª Luz de Prado Herrera, «La retaguardia salmanti-
na al comienzo de la Guerra Civil: apoyos sociales y económicos a los subleva-
dos», en Salamanca: revista provincial de estudios, 1997, n.º 40, pp. 447-462).
35. El ministerio de la Gobernación había iniciado en marzo una campaña de revi-
sión de las licencias de armas, encomendada a la Guardia Civil, por lo que en
julio había multitud de armas largas y cortas en los cuarteles de la Guardia Ci-
vil de toda España («Decreto por el que se someten a revisión en todo el territo-
rio nacional las licencias concedidas a particulares para el uso de armas largas
de cañón estriado y cortas, las licencias especiales y las gratuitas», Gaceta de
Madrid, 10-III-1936).
36. Los dos discursos en La Gaceta Regional, 21-VII-1936.
37. No tenemos información sobre lo ocurrido con el gobernador civil, Antonio
Cepas. El Diario de Burgos de 23-VII-1936 dice que fue detenido cuando in-
tentaba ganar la frontera de Portugal.
Todos los concejales del Frente Popular pasaron por la prisión de Salaman-
ca en un momento u otro, según se refleja en el archivo informático CIS-VIC-
TORIA al que luego haremos referencia:
El diputado José Andrés y Manso (prisión 1936, expediente 1232), fue sa-
cado de la cárcel y ejecutado sin juicio (29-VII-1936).
Alcalde: Casto Prieto Carrasco (prisión 1936, expediente 1724), sacado de
la cárcel y ejecutado sin juicio (29-VII-1936).
Concejales: Casimiro Paredes Mier (prisión 1936, expediente 1725) sacado
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 390

390 esta salvaje pesadilla

de la cárcel y ejecutado sin juicio (13-XI-1936). Luis Maldonado Bomatti (prisión


1936, expediente 1726), sacado de la cárcel y ejecutado sin juicio (20-XII-1936).
Pablo Sotes Potenciano (prisión 1936-1941, expediente 5427). Antonio Juventi-
no Casado San José (prisión 1936-1938, expediente 11234). Primitivo Santa Ce-
cilia Rivas (prisión 1936-1939, expediente 11422). Enrique Santos Mirat (prisión
1937-1938, expediente 11762). Antolín Muñoz (sic) Bravo: seguramente se trata
de Núñez Bravo (prisión 1936-1942, expediente 20048). Fidel Olivera García
(prisión 1939, expediente 10804). Manuel de Alba Ratero, fusilado el 20-VI-
1937 (RCS, Libro Registro de Fallecimientos núm. 184), no tiene número de expe-
diente porque a los fusilados por sentencia de consejo de guerra no se les asignaba
(sólo 4 de los 155 fusilados por sentencia tienen expediente de la cárcel). Para el
caso de Alba Ratero, véase: J. L. Giménez Lago, «Crónica triste, pero historia».
También fueron detenidos hombres poco conocidos, pero fichados por sus
antecedentes de orden público. Por ejemplo, fueron apresados 11 militantes so-
cialistas y comunistas que el 6 de octubre de 1934 habían sido detenidos por par-
ticipar en una reunión clandestina en el Bar Egido. Cuatro de ellos fueron fusila-
dos. Del mismo modo fueron detenidos los siete hombres acusados en octubre de
1934 de formar parte del comité revolucionario; tres de ellos (Manuel de Alba Ra-
tero, Manuel Fiz Fonseca y Casimiro Paredes Mier) fueron ejecutados (Manuel
Fernández Trillo, «Octubre de 1934: Salamanca» para las detenciones en 1934).
Otros detenidos fueron Adolfo Goe Yagüe (prisión 1936-1937, expediente 11187),
presidente de la agrupación socialista; José Rodríguez Esteban (prisión 1936-
1937, expediente 2434), candidato del PCE en las elecciones de 1933; Manuel
Rivas Vicente (prisión 1936-1938, expediente 9027), dirigente de la FNTT; Ra-
fael de Castro Manjón (prisión 1936-1948, expediente 26209), candidato socia-
lista en 1933 (Manuel Fernández Trillo y Elisabeth McInnis, «Implantación obre-
ra: socialistas y comunistas en Salamanca durante la II República», en Salamanca:
revista provincial de estudios, 1985, n.º 16-17, pp. 87-164).
38. Los siguientes fueron sometidos a consejo de guerra y fusilados: Miguel Mella-
do Castro (23-X-1936), Juan Francisco Martín Sánchez (18-XII-1936), Ignacio
Hernández Leal (18-XII-1936), Octavio Rivas García (19-IX-1936), Ángel Ri-
vas Vicente (18-XII-1936).
En la lista de víctimas sacadas de la cárcel que manejamos, hay dos M.A.R.
ejecutados sin juicio. Podrían ser Manuel Álvarez Ramos, expediente 1218, y
Marcelino Álvarez Ramos, expediente 1703.
39. ARCV, Sección AP, RP, legajo 8, expediente 2124 contra Antonio Blanco Rol-
dán (prisión 1936-1939, expediente 1584). Fue condenado en 1941 a 27 años
de reclusión en el Fuerte de San Cristóbal en Pamplona.
40. AGA, J, 1308 (Juzgados Provinciales de Responsabilidades Políticas). Expe-
diente 1000 contra Antero Pérez Rodríguez.
41. Prisión 1936, expediente 1726. Véase Adoración Martín Barrio et al., «Dos
formas de violencia durante la guerra civil: la represión en Salamanca y la resis-
tencia armada en Zamora», en Julio Aróstegui, (coord.), Historia y memoria
de la Guerra Civil: Encuentro en Castilla y León, Tomo II: Investigaciones.
Junta de Castilla y León, Valladolid, 1988, pp. 367-437, p. 401.
42. Primitivo Santa Cecilia salió de la cárcel en 1939. Murió en 1954.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 391

notas. capítulo 4 391

43. Delgado González y Campo Redondo fueron sometidos a consejo de guerra y


fusilados el 14 y el 23 de diciembre de 1936, respectivamente (RCS, Libro Re-
gistro de Fallecimientos n.º 182).
44. Véase: Manuel Sánchez, Maurín, gran enigma de la guerra.
45. A ambos se les conmutó más tarde la pena de muerte por la de treinta años. So-
tés, que era profesor de la Escuela Normal, fue cesado por el gobernador civil el
20 de agosto de 1936. Estuvo en la prisión provincial hasta 1941 y Núñez Bra-
vo hasta 1942. A falta de consultar sus expedientes, desconocemos su destino
posterior
46. Ronald Fraser, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros, vol. I, pp. 232-235 y 282.
La columna gubernamental del coronel Mangada, poco después del golpe
de estado se adentró por tierras de Ávila hasta Villacastín (carretera Madrid-La
Coruña). El 24 de julio un destacamento tomó sentido norte por la carretera
hasta dar en Labajos con un grupo de falangistas, con los que entabló un tiro-
teo, muriendo Onésimo Redondo, jefe máximo de Falange en zona sublevada,
si bien los milicianos republicanos no sabían en aquellos momentos de quién se
trataba.
Prieto y Manso fueron enterrados en el cementerio de La Orbada.
47. Ángel Montoto, «Salamanca: así fue el terrorismo falangista», en Interviú,
04-X-1979, n.º 177.
48. ARCV, Sección AP, RP, legajo 7, expediente 1357 contra Ramón Turmo Tur-
mo, Victor González Carrasco, Evaristo Iglesias Domínguez, José Sánchez
Martín y Domingo Martín Nieto.
Todos ellos fueron condenados a 30 años de prisión (excepto Ramón Tur-
mo, a 28) y pasaron algunos años en la provincial de Salamanca (excepto Tur-
mo, expediente 20484, que fue trasladado a otra en 1941): Víctor González
(expediente 21488) y José Sánchez Martín (expediente 21489) hasta 1944,
Evaristo Iglesias (expediente 21972) hasta 1945 y Domingo Martín (expedien-
te 26275) hasta 1947. A falta de consultar los expedientes, no sabemos si con-
tinuaron pagando condena en otro sitio.
49. A partir del año 1943 se puede decir que la represión acompañada de asesina-
tos y fusilamientos desaparece, pero aún permanecería durante muchos años
más, en algunos casos hasta 1960, las penas carcelarias y los embargos sobre
los bienes.
50. Entre el día 20 y el 25 en el Registro Civil de Salamanca se apuntaron cinco ci-
viles y tres militares fallecidos por arma de fuego. Es difícil saber si hubo una
represión sobre militares fieles a la República, tan sólo podemos conjeturar que
entre los seis fallecidos hasta el día 19 de agosto por arma de fuego y que eran
residentes en Salamanca, tres pudieron haber sido republicanos, porque no re-
cibieron sepultura en el cementerio militar, aún siendo dos de ellos posiblemen-
te oficiales por la edad.
51. ARCV, Sección AP, RP, legajo 8, expediente 4512 contra Matías Álamo Gil,
Jeremías Lázaro Rodríguez, Feliciano Muriel Blanco, Fernando Calderón Ma-
tías (prisión 1936-1938, expediente 12135), Benjamín Marín (o Martín) Cave-
ro (prisión 1936-1938, expediente 12131), José Manuel Martín Hernández
(prisión 1936-1938, expediente 12133), Andrés de Arriba Martín (prisión
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 392

392 esta salvaje pesadilla

1936-1937, expediente 12136), Victoriano Prieto Tetilla (prisión 1936-1937,


expediente 2031), Isaías Montero Egido (prisión 1936-1947, expediente
26000), Venancio Hernández Blanco (no consta expediente de prisión) y José
de Arriba Martín (prisión 1936-1938, expediente 12132).
52. En realidad las columnas de Algeciras y Málaga no existían, dado que el ejérci-
to de África no había podido cruzar el Estrecho todavía.
53. La Falange tenía su oficina en la calle del Consuelo, pero ante la avalancha de
nuevos afiliados instaló su cuartel en el antiguo noviciado de los Jesuitas (paseo
de San Antonio), en el mismo edificio que el instituto de Segunda Enseñanza,
cuyo funcionamiento quedó suspendido durante la guerra. Los requetés tradi-
cionalistas instalaron su cuartel en el colegio de Calatrava (calle del Rosario).
54. José Luis Giménez Lago, «La guerra y la Guardia Cívica en Salamanca», en El
Adelanto, 05-IX-2003.
55. El puerto de Guadarrama (Alto del León) tenía mucha importancia, puesto
que por ahí pasaba la carretera Madrid-La Coruña. Según los planes de Mola,
una columna formada a base de los regimientos San Quintín y Farnesio, de
Valladolid, debía tomar este puerto y lanzarse sobre Madrid. El día 22 por la
tarde tomó el Alto del León una columna facciosa de unos 800 hombres, man-
dada por el coronel Ricardo Serrador, que había salido de Valladolid de ma-
drugada. Poco después recibió el apoyo de fuerzas de los regimientos La Victo-
ria (Salamanca) y Toledo (Zamora), el batallón de ametralladoras de
Plasencia, pequeñas unidades de Segovia y Medina del Campo y un tercio de
requetés navarros.
El gobierno de la República estaba firmemente decidido a reconquistar el
Alto del León, por lo que ordenó una serie de ataques fortísimos, llegándose el
día 26 al cuerpo a cuerpo en la explanada del puerto. El gobierno disponía de
numerosos aviones de combate, mientras que los sublevados carecían casi por
completo de aviación.
Hasta los primeros días de agosto la lucha fue muy violenta, pero a partir
del día 10 el frente comenzó a estabilizarse. Los nacionalistas conservaron el
control del Alto del León (que pasó a llamarse «de los Leones de Castilla»),
pero la prevista marcha sobre Madrid había quedado detenida.
56. Según Juan Livianos, se vieron por toda la ciudad muchas banderas bicolores
desde el primer momento. La bandera roja y gualda sólo fue adoptada oficial-
mente por el bando sublevado a finales de agosto (Decreto núm. 77 de la Junta
de Defensa Nacional. BOJDN, 30-VIII-1936).
57. El Adelanto, 28-VII-1936. Madruga, ¡Hola, chaval!, pp. 72-73, nos ofrece una
estampa de estos desfiles:
«Desde el balcón principal del Ayuntamiento, mediante un micrófono de
solapa, del tamaño de una caja de betún ..., se lanzaban unos vibrantes discur-
sos, largamente aplaudidos, interrumpidos con fuertes y masivos ¡vivas! por la
multitud concentrada en la Plaza Mayor.
»Después, animados y alegres, envueltos en brillantes marchas militares
—la más repetida era “Los Voluntarios”—, interpretadas por la Banda de Mú-
sica del Regimiento de Infantería La Victoria, los voluntarios desfilaban por la
Plaza y luego, enfilando la calle Toro —doctor Riesco, oficialmente—, la calle
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 393

notas. capítulo 4 393

Azafranal y el Paseo de la estación seguidos y rodeados por los salmantinos, lle-


gaban a la Estación del ferrocarril, donde les estaba esperando un tren de mer-
cancías, para trasladarlos al frente.
»Estos desfiles eran muy emocionantes y alegres. Los padres, los herma-
nos, las novias, los amigos, ¡en fin!, todo el mundo, solían acompañarlos
aplaudiendo, cantando y dando ¡vivas!
»Los uniformes eran monos, gorros y alpargatas. Una bolsa y una manta enro-
llada, colgando de los hombros, cruzándose en el pecho y la espalda, el correaje
con las tres cartucheras, el fusil y la bayoneta, componían toda la dotación militar.
»Los monos de color caqui los llevaban los voluntarios de Infantería, los
de la JAP, de la AET y del SEU, que unos meses antes se zurraban por los pasi-
llos de las aulas, los veías ahora juntos, con su mono, su gorro, sus alpargatas y
su fusil, en las mismas compañías, desfilando alegres y felices ... [Poco después
los voluntarios eran en su mayoría de Falange]
»Formados en tres filas, una por el centro de la calle y las otras dos junto a
las aceras, marchaban, fusil al hombro, tratando de marcar el paso, subiendo y
bajando el brazo libre, cada uno a su aire, riendo y saludando a personas que,
desde las aceras, balcones y ventanas, los aplaudía frenéticamente, o los se-
guían andando a su lado hasta la Estación.
»Más que a la guerra, parecía que iban de excursión. Allí no se veía una
sola lágrima. Todo el mundo reía, cantaba, se abrazaba, se saludaba y se daban
estruendosos ¡vivas!
»—¡Nos veremos en Madrid! —gritaban unos a otros ...
»... el convoy, repleto de hombres jóvenes y alegres, de voces de despedida
y de canciones, se puso en marcha, alejándose lentamente de los andenes de la
Estación del ferrocarril de Salamanca, por la vía de Ávila, al atardecer.
»Casi todos los voluntarios iban subidos en los techos de los vagones de mer-
cancías, entre los topes, de pie en los vagones plataforma, o asomados a las puer-
tas de los vagones de ganado, dando voces, cantando, saludando, agitando los
gorros o los fusiles».
58. Joaquín Arrarás, «Salamanca», p. 398.
59. La Gaceta Regional, 02-VIII-1936.
60. ARCV, Sección AP, RP, legajo 8, expediente 2364 contra Andrea Antúnez
González. Andrea era la mujer de Aristóteles. Fue condenada a pagar una mul-
ta de 300 pesetas por insultar al ejército cuando éste se llevaba a su marido el
20 de julio, quien sería condenado y ejecutado el 30 de agosto.
61. ARCV, Sección AP, RP, legajo 7, expediente 1420.
62. ARCV, Sección AP, RP, legajo 7, expediente 1860 contra Ángel Lorenzo Bajo.
63. ARCV, Sección AP, RP, legajo 8, expedientes 2135 y 2150 contra Sebastián
Sánchez Cenizo (prisión 1938-1939, expediente 11514, y multa de 150 pese-
tas) y Francisco Sánchez Bar. Estos dos vecinos fueron acusados de atacar a la
Guardia Civil de Saelices cuando se disponían a salir hacia Ciudad Rodrigo.
También fue detenido Melquíades Sánchez Cenizo (prisión 1938-1939, expe-
diente 12379).
64. Excepto Eusebio Garduño, que lo fue el 3 de septiembre. RCS, Libro Registro
de Fallecimientos n.º 182, actas de Martín Gascón, González Riesco, Hurtado
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 394

394 esta salvaje pesadilla

Martínez, Gaite Veloso, Sánchez Rivera, Repila Tetilla, Moro Ledesma, Gar-
duño Alonso, Cenizo Calderero y Pérez Rodríguez.
65. ARCV, Sección AP, RP, legajo 7, expediente 1420.
66. ARCV, Sección AP, RP, legajo 6, expediente 65 contra Raimundo García Bar-
tolomé y Antonio Luis Encinas García. El tribunal de Responsabilidades Políti-
cas impuso al desaparecido Raimundo en 1941 la sanción de embargo de bie-
nes por valor de 24.665 pesetas. Antonio Luis Encinas, ganadero de 71 años,
también falleció en 1936, ignoramos las circunstancias, pero fue condenado a
una multa de 1.500 pesetas.
67. Joaquín Arrarás, «Salamanca», p. 397.
68. ARCV, Sección AP, RP, legajo 6, expediente 63.
69. Para Madruga, eran mineros extremeños (sic) que venían a atacar Salamanca.
¡Hola, chaval!, p. 69.
70. La noticia de la existencia del convoy asturiano se difundió como el rayo por
toda Castilla la Vieja. El sábado 18, el gobierno de la República había dado
instrucciones para que salieran con urgencia hacia Madrid los mineros asturia-
nos que se pudiera reunir, de manera que se organizaron dos columnas, una
por carretera y otra en tren (unos tres mil hombres en total), que llegaron a
León el domingo 19 por la mañana temprano. Los mineros apenas portaban
armamento, porque el coronel Aranda, de Oviedo, les había dicho que no dis-
ponía de él y que se lo darían en León. El domingo por la mañana llegó también
a León el general Gómez-Caminero, inspector general del ejército, enviado por
el gobierno para mantener el orden en las guarniciones del Duero. Gómez-Ca-
minero, según lo dispuesto por el gobierno, ordenó al general Bosch, coman-
dante militar de León, que entregara armas a los mineros, pero éste —que esta-
ba esperando el momento para declararse en rebeldía— dilató el cumplimiento
de la orden exigiendo se le diera por escrito. Finalmente la orden llegó por tele-
grama y Bosch entregó doscientos fusiles, alegando no disponer de más reser-
vas, pero en tan mal estado que Caminero se negó a firmar el recibo de entrega.
A primera hora de la tarde los mineros salieron de León en dirección a Be-
navente (Zamora), una parte por carretera y otra en el ferrocarril Astorga-Pla-
sencia. El general Gómez-Caminero salió también de León el domingo por la
tarde, pero por causas poco claras, pasó a Portugal, regresando a España por
Badajoz para reincorporarse a las órdenes del gobierno republicano.
El tren de mineros asturianos llegó a Benavente sobre la medianoche. El al-
calde socialista de esa ciudad procuró que todo transcurriera con normalidad y
que no hubiera alteraciones del orden, como no las hubo. Los mineros más bien
estaban preocupados porque se habían enterado de la traición del coronel Aran-
da en Oviedo, por lo que a las cuatro de la mañana todos ellos emprendieron el
camino de regreso a Asturias, participando en el intento de liberar Ponferrada y
Villablino, que habían sido tomadas por los guardias civiles sublevados.
Aunque en la base de la columna Mangada había un batallón de milicias
llamado «Asturias n.º 1», no cabe pensar que estuviera formado por mineros
asturianos, dado que éstos no lograron pasar de Benavente.
(Fuentes: Santiago López García y Severiano Delgado Cruz, «Aproxima-
ción a la Guerra Civil en Castilla y León», en Actas de las jornadas «Castilla y
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 395

notas. capítulo 4 395

León en la historia contemporánea», Salamanca, 8-11 de marzo de 2006, Fun-


dación 27 de Marzo, Valderas (León), en prensa, y Juan Andrés Blanco Rodrí-
guez et al., «Las milicias populares republicanas de origen castellano-leonés»,
en Julio Aróstegui (coord.), Historia y memoria de la Guerra Civil: Encuentro
en Castilla y León. Tomo II: Investigaciones, Junta de Castilla y León, Valla-
dolid, 1988, pp. 311-340).
71. ARCV, Sección AP, RP, legajo 8, expediente 2000 contra Teófilo Gómez Gar-
cía, su esposa Benita Alonso Bajo e hijos José y Celedonio. Teófilo fue sancio-
nado con una multa de 1.500 pesetas, y Benita con otra de 250. También: RCS,
Libro Registro de Fallecimientos núm. 182, acta de José Sánchez García.
72. Este sujeto se haría célebre en poco tiempo por su siniestra eficacia en la repre-
sión de los «rojos» de la provincia.
73. Joaquín Arrarás, «Salamanca», p. 397.
74. Ambos fueron fusilados el 1 de enero de 1937 por sentencia de consejo de gue-
rra. Ramón Garrido Lobo, de 24 años, hijo de Valentín, murió a mediados de
agosto de una paliza que le dieron en la calle.
75. José Luis Majada Neila, Comentario: historia retrocedente 1999-1941 de una es-
cultura de Mateo Hernández, más un meticuloso apéndice sobre la Guerra Civil
en Béjar, edición del autor, Salamanca, 1999. Véase también el capítulo «Reunio-
nes» de la novela El soldado de porcelana, de Horacio Vázquez-Rial (Ediciones B,
Barcelona, 1997), en el que se narra el comienzo de la guerra civil en Béjar.
76. José Luis Majada Neila, Comentario, p. 93.
77. Joaquín Arrarás, «Salamanca», p. 397. Obsérvese, primero, la perfecta sinto-
nía entre los falangistas y los guardias civiles. El camión es de falangistas, pero
lo manda un teniente de la Guardia Civil. En segundo lugar, Arrarás llama «se-
diciosos» a quienes defienden la legalidad constitucional, cuando en realidad
los sediciosos son los del camión. Y tercero, el alcalde y los demás no dispara-
ron, pero recibieron «un duro castigo» en forma de muerte. Ante esto, natural-
mente, la gente quedaba aterrorizada.
78. 17-08-1936, Actas de las sesiones del Excmo. Ayuntamiento de Salamanca.
AHMS.
79. Manuel Fernández Trillo, «Octubre de 1934: Salamanca».
80. Los sucesos más graves tras las elecciones de febrero tuvieron lugar en Mance-
ra de Abajo el 15 de marzo, día de movilización a favor de la reforma agraria
convocado por la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra, y que ade-
más en Mancera coincidía con la sustitución de la gestora municipal. Una ma-
nifestación festiva de seguidores del Frente Popular fue atacada con armas de
fuego por elementos provocadores, muriendo el joven comunista Filiberto Du-
rán Albarrán, vecino de Salamanca. En el tumulto consiguiente, alguien mató
con arma blanca a Eleuteria Martínez Méndez, propietaria y conocida conser-
vadora. Finalmente, en circunstancias nunca aclaradas, murió también un niño
de corta edad durante los tumultos.
En respuesta, los partidos Socialista y Comunista, junto con el Comité de
Enlace de Sindicatos, convocaron un día de huelga general en Salamanca para
el 19 de marzo, con seguimiento masivo. Al entierro de Filiberto Durán asistie-
ron miles de personas, a la cabeza de ellas el alcalde Casto Prieto, el goberna-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 396

396 esta salvaje pesadilla

dor civil Antonio Cepas, el presidente de la Diputación, Antolín Núñez, conce-


jales de izquierda, representantes de UGT, PSOE, CNT y PCE, si bien el gober-
nador civil, en su discurso, eludió toda referencia a la mujer y al niño muertos
en Mancera.
Durante los meses de marzo, abril y mayo, la Guardia Civil y los alcaldes
de los pueblos procedieron a la disolución de numerosas reuniones, normal-
mente de derechistas, por considerarlas subversivas y conspiratorias. Por esa
época comenzaron a producirse altercados protagonizados por falangistas, en
ocasiones sin consecuencias más allá de unas bofetadas, pero en otras con re-
sultado de muertos. Así, el 3 de mayo un joven falangista que paseaba por la
plaza fue interpelado por otros jóvenes; de las palabras se pasó a las manos y el
falangista sacó una pistola, disparando varias veces e hiriendo a un guardia de
Asalto, que murió días después. En Ciudad Rodrigo, la detención de cinco jó-
venes fascistas originó un alboroto durante el que murió por disparo de arma
de fuego una persona ajena a los hechos. Al día siguiente tuvo lugar una huelga
general. Tomás Pérez Delgado, «La violencia política en Salamanca durante el
período del Frente Popular», pp. 217-218.
81. Ronald Fraser, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros, vol. 1, p. 232.
82. El Adelanto, 28-07-1936.
83. 1er teniente de alcalde Miguel Íscar Peyra, 2º José Luis de Bayo Arana (nuevo),
3º Manuel Gil Remírez (nuevo), 4º Andrés Rubio Polo (nuevo), 5º Manuel ye-
rro Ruiz (nuevo), 6º Andrés Hernández Vicente (nuevo), 7º Crescencio Fuentes
Príncipe (nuevo, del Sindicato de la DSC), Regidor síndico Fernando García
Sánchez (nuevo, de la Caja de Ahorros). Presidentes de las comisiones: Perma-
nente, Gobierno Interior, Hacienda: Francisco del Valle Marín (alcalde y co-
mandante); Aguas y Saneamiento: Miguel Íscar Peyra (anterior); Instrucción
Pública: Miguel de Unamuno (anterior); Mercados: Abel Mayorga (falangista,
nuevo); Dote Gómez Arias: Fructuoso Victoriano Pedraz (nuevo). 27-VII-
1936. Actas de las sesiones del Excmo. Ayuntamiento de Salamanca. AHMS.
84. Una de las mayores obsesiones de los sublevados, y del franquismo después, fue
dotar de legitimidad a su alzamiento, ocultando su origen como golpe de esta-
do ilegal. Para ello se harán los famosos informes sobre la ilegitimidad de los
poderes actuantes el 18 de julio de 1936, o se considerará que la guerra real-
mente comenzó en octubre de 1934. La ley de Responsabilidades Políticas de 9
de febrero de 1939 está dirigida a sancionar «A las personas, tanto jurídicas
como físicas, que desde el primero de octubre de 1934 y antes del 18 de julio de
1936, contribuyeron a crear o gravar la subversión de todo orden de que se
hizo víctima a España, y de aquellas otras que, a partir de las segundas de di-
chas fechas, se hayan opuesto o se opongan al Movimiento con actos concretos
o pasividad grande».
85. El Adelanto, 28-07-1936.
86. El 14 de septiembre, por orden de la Junta de Defensa Nacional de España, fue-
ron cesados del servicio de Beneficencia Municipal en Salamanca 7 médicos, 5
practicantes, 38 vigilantes sanitarios y una matrona. AHMS, Actas de las sesio-
nes del Excmo. Ayuntamiento de Salamanca, 14-09-1936. A menudo el cese
era solamente una parte de la sanción. Se trata de los siguientes:
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 397

notas. capítulo 4 397

Médicos: Adolfo Núñez Rodríguez, Vicente Gaite Veloso (hermano del fu-
silado director del Instituto de Ciudad Rodrigo), Emilio Sánchez Salcedo (pri-
sión 1936-1938, expediente 11212), Julio Pérez Martín (auxiliar en la Facultad
de Medicina), Arturo Santos Martín, Isidoro Suárez Iglesias (multa de 8.000
pesetas), Darío Carrasco Pardal (prisión 1936-1937, expediente 2219);
Practicantes: Lucas Lorenzo González (prisión 1936-1938, expediente
11730), Miguel Silva Ramos (prisión 1939, expediente 10819), Francisco Colo-
rado Arnaz, Luis González Vicente (prisión 1936-1944, expediente 24625) y
Andrés Lorenzo Torijano.
Vigilantes sanitarios: los tenientes Juan Iglesias Peral (fusilado el 20-VI-
1937) y Ramón Mesonero Vicente, los cabos Julio Macias Prieto, Santos Eus-
taquio Calvo, Sebastián López González y Pascual Cordero Casero (prisión
1936-1938, expediente 12169), los vigilantes de 1ª y 2ª Eugenio Ruiz Ramos,
Amador Martín Hernández, Álvaro Hernández Rodríguez, Cipriano Pérez
Maza, Faustino Alonso Villanueva, Pedro Lucas Barbero (prisión 1938, expe-
diente 12082), Gerardo Pascua Mangas (prisión 1938, expediente 12086), Ge-
rineldo Garrido Garrido, Honesto Rodero Rubiera (prisión 1936-1944, expe-
diente 24551), Joaquín Roca Sáez (prisión 1936-1944, expediente 21301),
José Hernández Sánchez, José Rollán Mesonero, Juan Manuel Sendín de la
Cruz (prisión 1937, expediente 11564), Ignacio Sánchez García (desapareci-
do), Manuel García Alonso (prisión 1936-1940, expediente 4748), Juan Fran-
cisco Huertas Palacios, Rafael Crespo Bahía (prisión 1936-1938, expediente
2655), Santiago Gutiérrez Martín (prisión 1937, expediente 2891), Tomas Vi-
cente Iglesias (prisión 1937-1938, expediente 8894), Torcuato García Jiménez,
Ventura Caamaño Román, Inocente Rivas Vicente, Salvador García Miguel,
Domingo Sánchez Romero, Manuel Barrado Sánchez, Rafael Hernández Gar-
cía, Esteban Gómez Gómez, Celestino Sánchez Hernández (prisión 1936, expe-
diente 1753), Faustino Sánchez Baz, José Sastre Souza, Evaristo Hernández
Marcos (prisión 1937-1939, expediente 11416), Martín Álvarez Sánchez.
Matrona: Esperanza García Rodríguez.
Algunos de ellos desaparecieron mientras se tramitaba su expediente. A Igna-
cio Sánchez García, vigilante sanitario, lo fueron a buscar a su casa el 30 de enero
de 1938 y no regresó. Estaba citado para el día siguiente por un asunto relaciona-
do con el expediente disciplinario. Fue fusilado ilegalmente en el monte de La Or-
bada y meses después le llegó una carta de despido «por antipatriota» (testimonio
de su nieta Palmira Sánchez, en Tribuna de Salamanca, 20-XI-2005).
87. Los acusados fueron: Domingo Hernández González (oficial de 1.ª del cuerpo
de funcionarios administrativos; prisión 1936-1938, expediente 2646), Ma-
nuel Sánchez Lombardía (mecanógrafo; expediente 11073, probablemente sa-
cado de la cárcel el 31-XII-1936), Andrés Olloqui Marcos (guardia municipal
de 2.ª), Santiago Sánchez Báez (obrero de la limpieza), Miguel Borrego de Paz
(obrero de la limpieza), Eustaquio García Vicente (obrero de la limpieza; pri-
sión 1936-1938, expediente 12142), Matías González Gudino (guardia muni-
cipal), Gabriel Blázquez García (obrero de la limpieza), Alejandro Luengo Prie-
to (matarife), Luis de San Dimas Sánchez (matarife), Luis Corredera García
(matarife), Matías Sánchez Polo (matarife), Isidro Gómez Rodríguez (matari-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 398

398 esta salvaje pesadilla

fe), Francisco de los Mozos de Dios (inspector veterinario), Enrique Iglesias


Iglesias (central elevadora). 28-XII-1936, Actas de las sesiones del Excmo.
Ayuntamiento de Salamanca. AHMS. Más tarde fueron destituidos Eusebio
Sánchez Benito (guardia municipal) por ser de Izquierda Republicana (prisión
1936-1937, expediente 1935), Vicente Sánchez Moreta (conserje del cemente-
rio) por pertenecer a «La Fe», Marcos Gómez Pérez (obrero del cementerio),
Blas Martín Martín (obrero del cementerio) y Clemente Santa Cecilia González
(practicante; prisión 1937-1940, expediente 4735). 04-I-1937, Actas de las se-
siones del Excmo. Ayuntamiento de Salamanca. AHMS. A estos hay que sumar
a Tomás Huerta Palacios (obrero de limpieza; prisión 1944, expediente 21200)
y Juan González Sánchez (obrero de limpieza), 18-I-1937, Actas de las sesiones
del Excmo. Ayuntamiento de Salamanca. AHMS.
88. Once trabajadores fueron investigados y absueltos, 28-XII-36, Actas de las se-
siones del Excmo. Ayuntamiento de Salamanca. AHMS. Quedaron sobreseí-
dos los casos de Dionisio Sánchez de la Iglesia (matarife), Andrés Sánchez del
Espíritu-Santo (matarife), Vicente Martín González (guardia municipal), Fa-
bián Pozo Cristina (obrero de limpieza), Ramón Vegas Jiménez (obrero de
aguas), Pedro López Fernández (barrendero) y Natalio Sánchez González
(guardia municipal). 4-I-1937, Actas de las sesiones del Excmo. Ayuntamiento
de Salamanca. AHMS. Más tarde fueron absueltos Manuel Sánchez Juanes
(matarife), Antonio Vasco Sánchez (guardia municipal), Andrés Elena Sánchez
(matarife) y Juan Andrés Blanco Sánchez (guardia) 18-I-1937, Actas de las se-
siones del Excmo. Ayuntamiento de Salamanca. AHMS. Por otra parte, los ex-
pedientes de Hilario Muñoz Cabezas (jefe de negociado), Jesús Sánchez Lom-
bardía (auxiliar; prisión 1936, expediente 1930), Leandro Martín de la Iglesia
Carrero y Andrés Elena Sánchez (matarife) se decidió ampliarlos, 28-XII-
1936, Actas de las sesiones del Excmo. Ayuntamiento de Salamanca. AHMS.
89. Aparecen listas en la prensa local en el mes de agosto. El 19-VIII-1936 aparecen
en La Gaceta Regional como cesados por el gobernador civil los siguientes fun-
cionarios de Telégrafos: Francisco Vega Fuentes, Santos Rodríguez Vega y Do-
mingo Vicente Rodríguez (Sequeros), José Martín Pérez y Severiano Martín Vi-
cente (Béjar, condenado más tarde a pérdida total de bienes, valorados en
2.796 pesetas), José García Sánchez (Fuente de San Esteban, murió en la cárcel
el 7 de abril de 1937, de «grippe abdominal», expediente 2496), José Seco Pey-
rot (Lumbrales), José Esteban Iglesias (o de la Iglesia) (prisión 1936-1938, ex-
pediente 9013) (Ledesma), Antonio Coca Tapia (Miranda del Castañar); y de
Teléfonos: Florencio Torres Pérez (prisión 1937), Francisco Barrueco Monleón
y Antonio Cascante Romo (prisión 1937, expediente 11017) (Salamanca).
90. BOE, 19-X-1936 y 21-III-1937.
91. BOE, 29-X-1936.
92. BOE, 25-II-1937 y 21-X-1937.
93. La Gaceta Regional, 19-VIII-1936.
94. Luciano González Egido, Agonizar en Salamanca: Unamuno: julio-diciembre
1936, Alianza, Madrid, 1986, p. 125.
95. «Escuelas de primera enseñanza, según sus clases y secciones que integran las
Graduadas, existentes en cada una de las provincias, en 1.º de septiembre de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 399

notas. capítulo 4 399

1933» y «Maestros nacionales de primera enseñanza, población escolar, ma-


trícula y adultos, por provincias, en 1.º de septiembre de 1933». Anuario Es-
tadístico de España 1934.
96. Censo de población de 1930. En 2006 Salamanca tiene 362 municipios.
97. Véase: Francisco Morente Valero, La escuela y el Estado Nuevo. Crespo Re-
dondo, Jesús, Purga de maestros en la Guerra Civil.
98. BOE, 21-VIII-1936.
99. Por sentencia de consejo de guerra fueron ejecutados Octavio Rivas García, de
Salamanca (19-IX-936), Alberto Sánchez Lorenzo, de Garcihernández (19-IX-
1936), José Castro Ramos, de Trabanca (05-XII-1936), Manuel Francisco
Crespo, de Béjar (21-IV-1937), Gerardo González Torres, de Cespedosa de
Tormes (16-V-1937) y Clodoaldo Esteban Pascual, de Cantalpino (12-I-1939).
Fueron sacados de la cárcel Julio Durán García, de Vitigudino (27-X-1936, ex-
pediente 1743), Luis Campo Redondo, inspector de enseñanza y dirigente del
PCE (14-XII-1936, expediente 1226), Antonio Álvarez Álvarez, de Vecinos
(14-XII-1936, expediente 1228), Ignacio Sánchez y Sánchez (19-12-1936,
no consta número de expediente), Joaquín Rodríguez Castilla, de Ledesma
(19-XII-1936, expediente 1914), Vicente Antón García (19-XII-1936, expe-
diente 1421) y Urbano Andrés Carballo (20-XII-1936, expediente 1214). Justo
Arduán Esteban, de Gallegos de Argañán, se encontraba en paradero descono-
cido cuando se le hizo juicio militar en 1938. Según la Asociación Salamanca
Memoria y Justicia, fueron fusiladas en el campo Esperanza Girón, de Berrocal
de Salvatierra (30-VIII-1936) y una joven maestra natural de Zaragoza que fue
enterrada en la fosa común de «los doce de Barbadillo».
100. Anexo 4. Represión sobre los maestros. Se ha elaborado a partir de García
Madrid, Antonio, «La depuración del Magisterio Nacional en la provincia de
Salamanca».
101. Resultaron especialmente afectados (maestro y maestra, o más de dos maes-
tros): Ahigal de los Aceiteros, Aldeacipreste, Aldeatejada, Babilafuente (5 maes-
tros), Cabrillas, Calvarrasa de Abajo, Cantalpino, Casillas de Flores, Cespedosa
de Tormes, Ciudad Rodrigo, El Cerro, Fregeneda, La Alberca, Ledesma, Le-
drada, Lumbrales (4 maestros), Miranda del Castañar, Peñaranda de Braca-
monte (4 maestros), Pereña, San Esteban de la Sierra, Sepulcro Hilario, Seque-
ros, Valdelosa, Valverde de Valdelacasa y Villanueva del Conde.
102. Mercedes del Amo, Salvador Vila: el rector fusilado en Víznar, Universidad de
Granada, Granada, 2005.
103. Damos el número de profesores en 1934, de acuerdo con el Anuario Estadísti-
co de España. Los institutos de Salamanca y Béjar eran nacionales y el de Ciu-
dad Rodrigo local. En el anuario de 1934 no aparece el de Peñaranda de Bra-
camonte.
104. Fueron separados del servicio con baja en el escalafón: Albino J. Gallego
Marquina (Salamanca), Alfonso Ballesteros Criado, Miguel Estremera de la
Torre, Álvaro Martínez Alonso (los tres de Béjar), Antonio Matheu Alonso
(Ciudad Rodrigo) y Alfonso Aznar Acevedo (Peñaranda de Bracamonte).
Santiago Riesco Cáceres, «auxiliar y secretario del Instituto de Salamanca»
fue sancionado con suspensión de empleo y sueldo por tres meses (BOE, 26-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 400

400 esta salvaje pesadilla

V-1937). Fueron sometidos a expediente, pero confirmados sin sanción: Ma-


ría Díez de Oñate, Cristóbal Riesco Lorenzo, Antonio Holguera Vadillo,
Manuel Jerónimo Barroso, Ricardo Beltrán González, Pedro Borrás Mounet,
Domingo Sánchez Hernández, Isidoro Rivera Gutiérrez, Victoriano Lucas
Cruz, Enrique Latorrre García (todos ellos de Salamanca), Alejandro Cuesta
del Muro, Matilde Martín González, Mateo Prieto Sánchez (de Ciudad Ro-
drigo) y Francisco Cid Gómez Rodulfo (de Béjar) (Olegario Negrín Fajardo,
«La depuración del profesorado de los institutos de segunda enseñanza», en
Historia de la educación, 2005, n.º 24, pp. 503-542). Ninguno de ellos apa-
rece en el archivo CIS-VICTORIA, lo cual indica que no pasaron por la cár-
cel, pero Antonio Francisco Matheu Alonso aparece en nuestra documenta-
ción como encausado por un tribunal militar en 1938, siendo localizado en la
prisión de Tarragona. Hemos encontrado en el BOE del 13-II-1937 las reso-
luciones de separación de los ya citados Alfonso Aznar, Antonio Matheu,
Álvaro Martínez, Alfonso Ballesteros (profesores), y de varios miembros de
la Escuela Superior y Elemental del Trabajo de Béjar: Pascual García Matas
(subalterno), Simón Bruno Martín (maestro tintorero) y Tomás Daniel Ber-
mejo Bullón (profesor).
105. En realidad, en la zona nacionalista la jurisdicción ordinaria quedó reducida a
un carácter residual. Muchos jueces y fiscales fueron trasladados a la jurisdic-
ción militar, y además militarizados con el empleo de capitán honorífico de
complemento del Cuerpo Jurídico-Militar. En segundo lugar, y más impor-
tante, se reservaba a la jurisdicción ordinaria solamente aquellas causas que
por la Autoridad no se estimaba que correspondiera su conocimiento a la jus-
ticia castrense. Por otra parte, había constante interferencia de órganos ad-
ministrativo-militares en el orden civil, como la Comisión Administrativa de
bienes incautados por el Estado (cuyas decisiones prevalecían sobre las judi-
ciales), las comisiones depuradoras de personal al servicio de las administra-
ciones públicas, las comisiones para instruir expedientes administrativos de
responsabilidad civil, y además la Autoridad militar podía imponer multas
de cualquier cuantía sin procedimiento alguno. (Ernesto Pedraz Penalva, «La
administración de Justicia durante la Guerra Civil en la España nacional: ju-
risdicciones ordinaria y especiales», en Revista Universitaria de Derecho Pro-
cesal, 1988, n.º 1, pp. 35-71 [1ª parte], y 1989, n.º 2, pp. 37-67 [2.ª parte»].)
Debido al desmesurado crecimiento de la jurisdicción militar sobre todo
tipo de asuntos, la justicia ordinaria se concentró casi exclusivamente en la in-
vestigación de circunstancias presuntamente fortuitas, suicidios y delitos con-
tra la propiedad (Manuel Ortiz Heras, «Instrumentos legales del terror fran-
quista», en Historia del presente, 2004, n.º 3, pp. 203-220, 212.)
106. Josep Fontana, España bajo el franquismo, Crítica, Barcelona, 1986, p. 25.
Enrique de Sena relata cómo todavía en 1940 se daba orden explícita a todos
los periódicos de no hacer mención alguna de los consejos de guerra y fusila-
mientos (Enrique de Sena, «Guerra, censura y urbanismo: recuerdos de un pe-
riodista», en José-Luis Martín (dir.) y Ricardo Robledo (coord.), Historia de
Salamanca. Volumen V: Siglo Veinte, Centro de Estudios Salmantinos, Sala-
manca, 2001, pp. 325-394).
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 401

notas. capítulo 4 401

El 13 de agosto de 1936 fueron enterrados en el cementerio de Salaman-


ca, y registrados en su libro de entrada, tres hombres sin identificar. Pero en el
Registro Civil no hay traza de estas muertes. A estas alturas resulta imposible
saber quiénes eran. El escritor Agustín Salgado recrea en su novela La grama
el ambiente de Salamanca durante las semanas iniciales de la guerra y lo suce-
dido en Pedroso en agosto de 1936, cuando cuatro campesinos fueron tirotea-
dos al atardecer en el encinar de La Orbada y otros tres fueron transportados
hasta Salamanca y fusilados junto al cementerio.
El hecho de que esos cadáveres no se anotaran en el Registro Civil indica
bien a las claras que el origen de su muerte debía ser ocultado, puesto que
poco después, el 25-II-1937, fue inscrito en el Registro Civil de Salamanca
«Un cadáver de mujer de unos 40 años, sin signos de violencia, aparecido en el
Refugio de los Desamparados. Asténica, blusa y falda negras muy usadas.
Desconocida» (Libro Registro de Fallecimientos n.º 183, acta 229).
107. Hilari Raguer, La pólvora y el incienso: la Iglesia y la Guerra Civil española
(1936-1939), Península, Barcelona, 2001, p. 184.
108. El Adelanto, 01-IX-1936, recoge unas declaraciones del general Mola al pe-
riodista Rienzi, en las que éste manifiesta que su objetivo es tener controlado
todo el territorio español en enero de 1937 y restablecer la paz social median-
te una dictadura militar.
109. Jesús Mª Palomares Ibáñez, La Guerra Civil en la ciudad de Valladolid: entu-
siasmo y represión en la «capital del Alzamiento», Ayuntamiento de Vallado-
lid, Valladolid, 2001, pp. 161-185.
110. Luis Castro, Capital de la Cruzada: Burgos durante la Guerra Civil, Crítica,
Barcelona, 2006, pp. 212, 220-221. Isaac Rilova Pérez, Guerra Civil y violen-
cia política en Burgos (1936-1943), Dossoles, Burgos, 2001, pp. 383-386.
111. Miguel Ángel Mateos Rodríguez, «La Guerra Civil», en Historia de Zamora.
Tomo III: La Edad Contemporánea, Instituto de Estudios Zamoranos Flo-
rián de Ocampo, Zamora, 1995, pp. 533-651, p. 640.
112. Santiago Vega Sombría, De la esperanza a la persecución: la represión fran-
quista en la provincia de Segovia, Crítica, Barcelona, 2005, pp. 351-367.
113. Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García, La represión en Soria
durante la Guerra Civil, edición de los autores, Soria, 1982, vol. 2, p. 193.
114. Fueron muertos al menos 15 alcaldes: Casto Prieto Carrasco (Salamanca, sacado
de la cárcel, 29-VII-1936), Maximiliano Vicioso (Tejares, paseado, 04-VIII-1936),
Valentín Poveda Gallego (Pedroso de la Armuña, paseado, 09-VIII-1936), Félix
Martín Trujillo (San Felices de los Gallegos, paseado, 19-VIII-1936), Amador So-
lano Solano (Barbadillo, fusilado por sentencia, 20-VIII-1936), Manuel Martín
Cascón (Ciudad Rodrigo, fusilado por sentencia, 30-VIII-1936), Gerardo Pesca-
dor Pescador (Matilla de los Caños, paseado, aprox. 01-X-1936), Manuel Vaque-
ro Rubio (Villavieja de Yeltes, fusilado por sentencia, 23-X-1936), Eloy González
Benito (Béjar, fusilado por sentencia, 01-I-1937), Elías García Holgado (Lumbra-
les, fusilado por sentencia, 05-VII-1937).
Otros cinco alcaldes sufrieron algún tipo de sanción: Salvador Ruipérez
Cristóbal (Peñaranda de Bracamonte, condena de 12 años de cárcel y multa de
725.000 pesetas; rebajado a 9 años y 250.000 pesetas en la revisión). Isaías
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 402

402 esta salvaje pesadilla

Montero Egido (Retortillo, 30 años de cárcel y multa de 10.000 pesetas). Inda-


lecio Casado Calvo (Barruecopardo, multa de 1.000 pesetas). Manuel Antón
Chico (Cabeza de Béjar, multa de 2.500 pesetas y pérdida total de bienes; ab-
suelto en la revisión). Segundo Herrando Velasco (Serradilla del Arroyo, so-
breseído porque es nominalmente socialista, pero parece de Acción Popular).
Entre los concejales, 7 fueron muertos: Francisco Oliva Pastor y Ángel
Grimaldos Múgica (Ciudad Rodrigo, paseados, 19-VIII-1936), Casimiro Pa-
redes Mier (Salamanca, sacado de la cárcel, 13-XI-1936), Eugenio Valentín
Garrido Sánchez y Antonio Gutiérrez Sánchez (Béjar, fusilados por sentencia,
01-I-1937), Manuel de Alba Ratero (Salamanca, fusilado por sentencia, 20-
VI-1937). Francisco González Comerón, de 41 años, jornalero, concejal de
Lumbrales, desapareció el 16-IX-1936 y su cadáver fue encontrado en Bermi-
llo de Sayago (AHN, Causa General, caja 1314). Francisco fue sancionado
además con una multa de 2.000 pesetas.
Incluso varios secretarios de ayuntamiento fueron sancionados: Cándido
Álvarez Carrasco, de Fregeneda (paseado, 28-VII-1936), Patricio Ángel Pana-
dero Domínguez, de Rollán (fusilado por sentencia, 28-VIII-1936), Pedro Mi-
ñana Regadera, de Béjar (fusilado por sentencia, 01-I-1937).
Otros tipos de sanción: Miguel García Ramos (Calzada de Béjar, multa de
6.000 pesetas, absuelto en la revisión), Silvestre Sánchez Tolosa (Calzada de
Béjar, multa de 1.780 pesetas y pérdida total de bienes, absuelto en la revi-
sión), Juan García Manza y Francisco González Comerón (Lumbrales, multa
de 2.000 pesetas a cada uno), José Rodríguez Grandes (Lumbrales, multa de
1.500 pesetas), Pablo Sotés Potenciano (Salamanca, pena de muerte, luego
conmutada por 30 años), Ángel Lorenzo Bajo (Villar del Ciervo, 15 años de
cárcel, multa de 750 pesetas y embargo total de bienes).
Es seguro que un mejor conocimiento de los expedientes personales saca-
rá a la luz un número mayor de ediles, puesto que uno de los primeros objeti-
vos de los militares sublevados fue la disolución de las gestoras municipales
del Frente Popular.
115. Eduardo Martín González, «Conflicto social y violencia política en el campo
zamorano, de la II República al franquismo. Un estudio de caso: Cañizo», en
Studia zamorensia, 2004, n.º 7, pp. 77-132, p. 89.
116. Cristóbal Guirado Cid, El alcalde en la legislación española, Trivium, Ma-
drid, 1991. Capítulo sobre la Segunda República.
117. El gobierno del Frente Popular convocó por Decreto del 17-III-1936 eleccio-
nes municipales para el 12-04-1936, pero finalmente suspendió la convocato-
ria por Decreto de 04-IV-1936.
118. Eduardo Martín González, «Conflicto social y violencia política en el campo
zamorano», p. 95.
119. Mercedes Díaz-Plaza Rodríguez, «La Guerra Civil en Aranda, 1936-1939», en
Biblioteca: estudio e investigación, 1996, n.º 11, pp. 177-206, pp. 183-184.
120. Vicente M. Encinas, Grajal de Campos, la década conflictiva: 1930-1940,
Instituto Leonés de Cultura, León, 2006, p. 141.
121. Luis Enrique Espinoza Guerra, «De la esperanza a la frustración», pp. 206-207.
122. Entendemos por autoridad militar el conjunto formado por el gobernador ci-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 403

notas. capítulo 4 403

vil, el comandante militar, el jefe de la comandancia de la Guardia Civil y los


presidentes de los tribunales militares.
123. Eduardo Martín González, «Conflicto social y violencia política en el campo
zamorano», p. 97.
124. Propietarios y arrendatarios con pequeñas y medianas explotaciones (de 10 a
100 hectáreas), que producen para el mercado pero sólo emplean la fuerza de
trabajo asalariada como un complemento ocasional de la autoexplotación de
la unidad familiar y de la ayuda mutua con otras unidades familiares en el
seno de la red social. Suelen tener, además, un nutrido servicio doméstico en
el que se emplean hijas de obreros. (Eduardo Martín González, «Conflicto so-
cial y violencia política en el campo zamorano», p. 81).
125. Eduardo Martín González, «Conflicto social y violencia política en el campo
zamorano», pp. 99-100.
126. En El Adelanto del 14-VIII-1936, Francisco Bravo, jefe de la Falange salman-
tina, publica una nota instando a los falangistas a mantenerse apartados de
«esa turbia corriente de violencia y cobardía» y a «desentenderse de toda vi-
llanía de tipo caciquil».
127. En Grajal de Campos, donde hubo una importante agrupación falangista des-
de marzo de 1934, los afiliados eran jóvenes labradores, comerciantes y pro-
fesionales. En Cañizo, la fuerte implantación de Acción Popular hizo que en
1936 la Falange prácticamente no existiera en ese pueblo y fuera la JAP la que
creara sus milicias tras el golpe de estado. Sin embargo, tanto en Grajal como
en Cañizo tuvo lugar una importante represión que se centró en los afiliados a
la Sociedad Obrera, lo cual indica que el ideario falangista tuvo un lugar acce-
sorio en el movimiento represor, primando más la enemistad de clase.
128. Michael Richards, «Guerra civil, violencia y la construcción del franquismo»
en Paul Preston (ed.), La República asediada: hostilidad internacional y con-
flictos internos durante la Guerra Civil, Península, Barcelona, 1999, pp. 201-
238.
129. Julián Casanova, La Iglesia de Franco, Temas de Hoy, Madrid, 2001, pp.
194-199.
130. Manuel Ballbé, Orden público y militarismo en la España constitucional
(1812-1936), Alianza, Madrid, 1983.
131. Manuel Ballbé, Orden público y militarismo, p. 401.
132. Ronald Fraser recoge el testimonio de Juan Crespo, estudiante monárquico de
Morasverdes, sobrino de Casto Prieto Carrasco. El 15 de agosto se presenta-
ron en Morasverdes unos falangistas a coger a unas cuantas personas. Como
un par de ellos habían sido compañeros de escuela de Crespo, le enseñaron la
lista, con cinco nombres. Crespo comprendió que la lista la había hecho al-
guien del pueblo. Los falangistas también querían «dar un susto» a alguien
más, de modo que el alcalde (que había sido puesto por la Falange) le dio va-
rios nombres más, uno de ellos el maestro, que era el jefe de los socialistas del
pueblo. Pero finalmente la intervención del cura evitó que los falangistas se
llevaran a nadie.
133. Herbert R. Southworth narra que Aguilera contó este crimen al menos en dos
ocasiones, aunque luego intentara desmentirlo cuando fue publicado por Peter
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 404

404 esta salvaje pesadilla

Kemp, del que Southworth toma la cita que hemos reproducido, y el periodista
Jean d’Hospital (La destrucción de Guernica, Ibérica de Ediciones, Barcelona,
1977, p. 74).
Para el caso de Gonzalo de Aguilera y, en general, la mentalidad de la ofi-
cialidad africanista, véase Paul Preston, «Los esclavos, las alcantarillas y el ca-
pitán Aguilera. Racismo, colonialismo y machismo en la mentalidad en el
cuerpo de oficiales nacionales» en Javier Muñoz Soro, José Luis Ledesma &
Javier Rodrigo, coordinadores, Culturas y políticas de la violencia. España si-
glo XX, Siete Mares Editorial, Madrid, 2005.
134. Julián Casanova, Víctimas de la guerra civil, Temas de Hoy, Madrid, 1999, p.
109. En Salamanca se tuvo miedo durante mucho tiempo a Bedoya, que pa-
seaba con una pistola al cinto con cachas de nácar, y a Beonza, que vivía en la
calle del Tostado, dos sinvergüenzas que habían estado afiliados a la Casa del
Pueblo y se pasaron al otro bando (información de Juan Livianos).
135. Ignacio Martín Jiménez, La guerra civil en Valladolid (1936-1939): amanece-
res ensangrentados, Ámbito, Valladolid, 2000, pp. 192 y 194.
136. Julia Cifuentes Chueca, El asalto a la República: los orígenes del franquismo
en Zaragoza (1936-1939), Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 1995.
137. Un ejemplo de esta actuación azarosa e incomprensible fue el asesinato en las
navidades de 1936 de José Sánchez Gómez, «el Timbalero», cronista taurino
de El Adelanto, hombre liberal, afiliado a Acción Republicana. Fue detenido
el 21 de julio por la policía, que fue a buscarlo a su casa. Ingresado en la cár-
cel con el número 1759, fue sacado el 25 de diciembre de 1936 y fusilado en
el monte de La Orbada. Su familia no se atrevió a inscribir el fallecimiento en
el Registro Civil hasta el 24 de marzo de 1939 (Carlos Manuel Perelétegui,
José Sánchez Gómez, el Timbalero: ensoñación biográfica, Anthema, Sala-
manca, 2002).
138. Francisco Espinosa Maestre, «Julio de 1936. Golpe militar y plan de extermi-
nio», en Julián Casanova (coord.), Morir, matar, sobrevivir: la violencia en la
dictadura de Franco, Crítica, Barcelona, 2002, pp. 53-119, pp. 115-116.
139. El testimonio de Juan Crespo recogido por Fraser es muy claro al respecto.
Crespo se alistó en el ejército al lado de Franco llevado por sus ideales nacio-
nalistas: «Yo combatía para crear una España mejor. Para ello harían falta sa-
crificios. Las cosas que estaban pasando en la retaguardia eran uno de estos
sacrificios necesarios para que la justicia triunfase. Aunque fuese dolorosa,
era una parte necesaria de la guerra». (Ronald Fraser, Recuérdalo tú y recuér-
dalo a otros, vol. 1, p. 237.)
140. El bando del general Mola del 19 de julio castigaba con la muerte «los actos
de violencia ejecutados contra las personas o las cosas por móviles de los lla-
mados políticos o sociales». También se declaraban incautados «todos los ve-
hículos y medios de transporte de personas o cosas y queda prohibida su cir-
culación sin licencia especial de la autoridad militar». (Diario de Burgos,
20-VII-1936.)
141. Para la elaboración de la Causa General se solicitó informes a los ayuntamien-
tos sobre las «personas residentes en los términos municipales que durante la
dominación roja fueron muertos violentamente o desaparecieron y se cree
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 405

notas. capítulo 4 405

fueron asesinados». Ricardo Robledo nos ha facilitado la documentación


existente sobre Salamanca, que se limita a dos listas, una de Aldehuela de la
Bóveda y otra de Lumbrales. AHN. Causa General, Caja 1314.
En Aldehuela constan como desaparecidos «con motivo del Alzamiento
Nacional» Bernardino Delgado Arroyo, 65 años, comerciante [prisión 1936,
expediente 1113, sacado 15-VIII-1936]; Claudio (o Eladio) Delgado Pérez
(hijo de Bernardino), 41 años, comerciante [prisión 1936, expediente 1710,
sacado 15-VIII-1936]; Alipio García Rodríguez, 54 años, industrial [zapate-
ro] [paseado 23-IX-1936]; Serafín Rodríguez Cortina, 48 años, jornalero [pa-
seado 15-VIII-1936]; Juan Hernández Lucas, jornalero [paseado 23-IX-
1936]; Manuel Santos [Vega], 36 años, jornalero [prisión 1936, expediente
1398, sin más datos]; Avelino Cortina García, 63 años, labrador [paseado 15-
VIII-1936]; Arístides Torres Aparicio, 37 años, de Correos [cartero] [paseado
15-VIII-1936]. Todos ellos simpatizantes del Frente Popular.
De Lumbrales figuran: Francisco González Comerón, 41 años, jornalero,
[concejal], desaparecido el 16-IX-1936 y su cadáver encontrado en Bermillo
de Sayago (Zamora), se inscribió en el Registro Civil. Da razón de él Celestino
Alonso Bernal, de Calzada de Valdunciel, y esto mismo vale para Germán
Hernández Arroyo, 44 años, jornalero, casado. Julián Gajate Estévez, 27
años, jornalero, casado, [expediente 1822] y Ángel García Hernández, 23
años, jornalero, casado, [expediente 1826] llevados los dos detenidos a Sala-
manca el 8 de agosto de 1936 y puestos en libertad el 21-XII-1936, se ignora
desde entonces sus circunstancias [en realidad, sacados y fusilados]. Los cua-
tro tenían relación con la Casa del Pueblo.
Hemos puesto entre corchetes la información que no consta en el docu-
mento de la Causa General.
También contamos con un documento del ayuntamiento de Los Santos,
elaborado por el secretario con fecha 17-IX-1938, facilitado por la Asocia-
ción Salamanca Memoria y Justicia, en el que se hacen constar, a petición de
la superioridad, los vecinos del pueblo detenidos, desaparecidos, sancionados
con multas y destinados a Batallones de Trabajadores. Los detenidos son An-
tonio Merino Yuste [prisión 1936-1944, expediente 21448], Cipriano Merino
Sánchez [prisión 1936-1939, expediente 11878], Agustín Merino Sánchez
[prisión 1936-1939, expediente 19828], Pedro Alvarez Yuste [prisión 1937-
1939, expediente 11882], Segundo Rodríguez Merino [prisión 1938, expe-
diente 9151], Amalio (o Abundio) Gómez Gómez [prisión 1938-1939, expe-
diente 9010], Patricio (o Saturio) Gómez Madruga [prisión 1938, expediente
11907], Sergio Gómez Madruga [prisión 1938, expediente 11908], Miguel
Peix Martín, Mariano Miguel Yuste, Agustín Merino Bonilla, José Merino
Sánchez, Agustín Miguel García, Félix Gómez Madruga y Sebastián Yuste
Merino [no tenemos datos de estos últimos].
Desaparecidos: Manuel Marín Maroto [sin datos], Ubaldo Blanco, An-
drés Campos [Gómez] [suboficial de Carabineros, multa de 17.000 pesetas en
1941], Juan Miguel Blanco, Agustín Bonilla, Daniel Aparicio, Esteban Pérez,
Andrés Aparicio, Agustín Aparicio José Pérez Yuste, José Rodríguez Freire.
[Todos ellos, menos el primero, fueron sacados de sus casas por falangistas y
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 406

406 esta salvaje pesadilla

fusilados en el campo el 15 de septiembre de 1936, según la Asociación Sala-


manca Memoria y Justicia].
Sancionados con multa: Mateo Pérez Martín, Eulogio Hermones, Federi-
co Merino Campos, Genara Gómez Campos, Miguel Peix Martín y María
Antonia Pérez.
Destinados a Batallones de Trabajadores: Belisario Merino Aparicio,
Agustín Miguel García, José Merino Sánchez, Francisco Pérez Merino, Maxi-
mino Yuste Gómez, Félix Gómez Madruga y Baltasar Merino Sánchez.
Todo esto nos lleva a la conclusión de que el régimen franquista elaboró
minuciosas listas de víctimas de la guerra.
142. En nuestro anterior trabajo sobre la guerra civil en Salamanca («Víctimas y
Nuevo Estado, 1936-1940», en José-Luis Martín (dir.) y Ricardo Robledo
(coord.), Historia de Salamanca. Volumen V: Siglo Veinte, Centro de Estu-
dios Salmantinos, Salamanca, 2001, pp. 219-324), dijimos que parecía poco
probable que hubiera fosas comunes en Salamanca, ya que sólo se había en-
contrado una. Esa afirmación hay que corregirla en sentido contrario, pues-
to que la información de la que se dispone en estos momentos lleva a lo con-
trario: existen numerosas fosas comunes en la provincia de Salamanca,
producto de la represión llevada a cabo como consecuencia del golpe militar
del 18 de julio. La mayor parte de esa información procede de la tarea lleva-
da a cabo por la Asociación Salamanca Memoria y Justicia, y en la labor de-
sarrollada casi en solitario por Luis Calvo Rengel, desde que participó en la
exhumación, en la primavera de 1978, de «los doce de Barbadillo», socialis-
tas de ese pueblo que fueron asesinados mediante saca de la cárcel el 15 de
septiembre de 1936, en la finca La Pinilla, a 2 km de Salamanca. En época
reciente se abrieron por casualidad, al hacer unas obras, dos fosas en Terra-
dillos, una con 7 y otra con 5 hombres muertos «por herida de arma de fue-
go por choque con la fuerza pública» el 4 de septiembre de 1936 (El Adelan-
to, 20-V-1999). El 8 de noviembre de 2006 fue abierta una fosa común en
Sanjuanejo, cerca de Ciudad Rodrigo, en la que estaban enterrados 13 veci-
nos de Fuenteguinaldo y uno de Casillas de Flores asesinados por paseo el 8
de octubre de 1936. El 17 de marzo de 2007 la Asociación Salamanca Me-
moria y Justicia abrió una fosa común en Pelabravo, a 10 km de Salamanca,
en la que estaban enterrados 14 hombres fusilados sin juicio a comienzos de
agosto de 1936.
143. En Segovia y en Burgos las sacas las firmaba el gobernador civil (Santiago Vega
Sombría, «La represión en la provincia de Segovia en los orígenes del régimen
de Franco», Hispania Nova, 2004, n.º 4. Luis Castro, Capital de la Cruzada).
La saca de Casimiro Paredes e Isidoro Calvillo (11-XI-1936) iba ordenada por
el comandante militar de Salamanca, coronel Baigorri, con destino a la prisión
de Burgos, pero los dos fueron asesinados por los falangistas en la finca El Cu-
beto, cerca de Valparaíso, carretera de Zamora. En realidad la saca iba destina-
da a Manuel de Alba, Paredes y Calvillo, pero el director de la prisión sólo en-
tregó a los dos últimos porque Alba estaba ya bajo sumario (José Luis Giménez
Lago, «Crónica triste, pero historia», en Salamanca: revista provincial de estu-
dios, 1991, n.º 27-28, pp. 227-239, p. 230). Lo que pone de manifiesto esta or-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 407

notas. capítulo 4 407

den es que las sacas no eran azarosas. Alba y Ratero fueron dos de los principa-
les dirigentes de la huelga general de octubre de 1934 en Salamanca.
144. La principal fuente en la que nos hemos basado es el «Apéndice 2» del artícu-
lo de Adoración Martín Barrio et al., «Dos formas de violencia durante la
guerra civil: la represión en Salamanca y la resistencia armada en Zamora»,
una lista elaborada con base en las declaraciones de familiares de presos. Las
autoras del artículo y de la lista tuvieron acceso en su momento al archivo de
la prisión provincial in situ, pero por alguna razón que desconocemos, en lu-
gar de publicar en la lista la identidad completa del sacado pusieron solamen-
te sus iniciales, la edad y la profesión. El hecho de contar solamente con las
iniciales ha dificultado la investigación y ha sido el origen de algún error que
lamentamos y que apareció en nuestro anterior trabajo «Víctimas y Nuevo
Estado» En él decíamos que Julio Sánchez Salcedo [J.S.S.] de 51 años, médico,
concejal y profesor de la Universidad, y Julio Pérez Martín, de 41 años, médi-
co, habían sido sacados de la cárcel y ejecutados en diciembre de 1936. En es-
tos dos casos, según testimonio de E. Battaner, la saca de la cárcel se convirtió
en castigo solamente psicológico pues ambos recuperaron la libertad. Por
otra parte, tras la construcción del centro penitenciario de Topas en 1995 los
archivos de la antigua prisión provincial fueron llevados a la Dirección Gene-
ral de Instituciones Penitenciarias (DGIP), pero en ésta no existe un «Fondo
Salamanca» que pueda consultar el investigador, sino que la consulta se reali-
za por el sistema de que el investigador pregunta por un nombre y la DGIP
contesta. Es obvio que la consulta de cientos de expedientes plantea proble-
mas materiales de difícil resolución y además hubiera constituido un retraso
muy importante para la publicación de este libro.
145. Miguel Ángel Mateos Rodríguez, «La Guerra Civil», p. 637.
146. Ignacio Martín Jiménez, La guerra civil en Valladolid, p. 230.
147. La Gaceta Regional, 21-07-1936.
148. Véase Anexo 5. Víctimas de la represión en Salamanca. Agradecemos al juez
encargado y al personal del Registro Civil de Salamanca, así como a Victoria-
no Martín Rodríguez, administrativo del cementerio San Carlos Borromeo de
Salamanca, su buena disposición para ayudar en la consulta de los libros a su
cargo.
149. Adoración Martín Barrio et al., «Dos formas de violencia durante la guerra
civil: la represión en Salamanca y la resistencia armada en Zamora», p. 383.
150. Santiago Vega Sombría, De la esperanza a la persecución, pp. 351-376.
151. Jesús Mª Palomares Ibáñez, La Guerra Civil en la ciudad de Valladolid.
152. Isaac Rilova Pérez, Guerra Civil y violencia política en Burgos, pp. 383-386.
153. Luis Castro, Capital de la Cruzada, p. 212.
154. El 1 de enero de 1937, el general Milán Astray visitó la prisión provincial de
Salamanca, en nombre de Franco, para decir a los presos que en lo sucesivo
nadie sería sacado de la cárcel para ser fusilado sin juicio previo. (Ronald Fra-
ser, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros, vol. 1, p. 243).
155. Para calcular el número de presos de la prisión provincial hemos utilizado un
fichero informático titulado CIS-VICTORIA que fue facilitado con ese nom-
bre a la Asociación Salamanca Memoria y Justicia por la Dirección General
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 408

408 esta salvaje pesadilla

de Instituciones Penitenciarias en 2005. El fichero consta de 10.093 registros


de otros tantos presos que han pasado por la prisión desde 1935 hasta 1950
(unos cuantos hasta 1952). El fichero es muy escueto y sólo recoge la identi-
dad del preso (nombre y apellidos), año de entrada, año de salida, número de
matrícula que se le asignó en la cárcel y signatura del archivo de la DGIP. Por
ese motivo ponemos solamente, por ejemplo, «Prisión 1936-1938», dado que
para conocer las fechas precisas, con día y mes, se debería consultar el expe-
diente completo.
156. Fuente: Elaboración propia a partir del fichero CIS-VICTORIA.
157. Véase Manuel Sánchez, Maurín, gran enigma de la guerra y otros recuerdos,
Cuadernos para el Diálogo, Madrid, 1976. Severiano Delgado Cruz, «Dos
obras nuevas de Joaquín Maurín, escritas en el exilio sin salir de España» en
Pérez Bowie, José Antonio (ed.), El exilio cultural de la Guerra Civil (1936-
1939), Universidad de Salamanca, Salamanca; Universidad de León, León,
2001, p. 295-322.
Joaquín Maurín, un testigo de excepción, describió la situación en su rela-
to «Gavín» del libro En las prisiones de Franco (Costa-Amic, México, 1974):
«Durante el día, que la gente estaba de pie o sentada, se cabía bien que mal; el
problema se planteaba pavorosamente cuando llegaba la hora de extender los
petates para acostarse. Primeramente, correspondió a cada preso una anchura
de medio metro. Más adelante, hubo que reducirla a cuarenta centímetros y,
finalmente, a veinticinco, la mitad casi del espacio que ocuparía un ataúd. No
quedaba, pues, otro recurso que dormir con cierto orden, tumbándose en fila
y de costado. Como, dada la posición, individualmente no era posible darse
media vuelta, se hacía de una manera colectiva, cada hora. Se dormía en haci-
namiento, pero con arreglo a los principios de la standardizacion, lo cual no
dejaba de ser moderno...».
El antiguo preso Jerónimo Madrid corroboró el dato en conversación con
Severiano Delgado.
158. Leonor Ruipérez Cristóbal, Relato de mi vida, edición de la autora, Salaman-
ca, 1996, p. 92.
159. Testimonio de Jerónimo Madrid recogido en Carlos Manuel Perelétegui, José
Sánchez Gómez, el Timbalero, p. 127-131.
160. Conxita Mir, «Violencia política, coacción legal y oposición interior», en
Ayer, 1999, n.º 33, pp. 115-146, p. 125.
161. Se trata de Adolfo Martín Marín, de El Cerro, Santiago Barcos Ramos, de Vi-
llavieja de Yeltes, y José Aparicio Galache, de Villares de Yeltes. Tribuna de
Salamanca, 17-IX-2006.
162. La Gaceta Regional, 25-II-2001 y 29-IX-2001.
163. Severiano Delgado Cruz, «Dos obras nuevas de Joaquín Maurín».
164. Ángel Alcázar de Velasco, Martín Almagro Basch, José Rodríguez Pascual,
José Sáinz Nothnagel, Victor de la Serna Espina, Vicente Gaceo del Pino, Ra-
fael Garcerán Sánchez.
165. Leonor Ruipérez Cristóbal, Relato de mi vida, pp. 144-145.
166. En conversación de Jerónimo Madrid con Severiano Delgado en 1999, Jeróni-
mo dijo haber visto en la cárcel a un grupo de rusos que solían lavarse en in-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 409

notas. capítulo 4 409

vierno en el patio, en ropa interior, rompiendo el hielo de la pileta, para pas-


mo de los demás presos. Pues bien, parece que los rusos existieron realmente.
167. Richard Baxell, British volunteers in the Spanish Civil War: the British Batta-
lion in the International Brigades, 1936-1939, Routledge, London, 2004. Ca-
pítulo «Prisoners of war».
168. Condenados a muerte: Harold Fry (jefe del grupo), George Leeson, Maurice
Goldberg, Jimmy Rutherford y Charles West. Resto del grupo: Ingrar An-
felds, Thomas Bloomfield, Emile Chops, Alfred Chowny, Jak Flin, Stanley Gi-
les, Marcel Gisbert, Georges Grormy, James Haley, Fred Jones, Bert Levy, Ba-
sil Minsk, John Montgomery, James Pugh, Donald Renton, Robert Silkock,
Austin Fred Skempton, August Sonnefeld, George Stmuhldreer, David Ber-
nard Thomas, Emile Georges Timmermans y George Waters.
Harold Fry volvió a España y murió en combate en Fuentes de Ebro (Za-
ragoza) en octubre de 1937. Jimmy Rutherford también volvió con las Briga-
das Internacionales y fue capturado de nuevo en Calaceite (Teruel) el 24 de
mayo de 1938, siendo fusilado de inmediato por contravenir su compromiso,
cuando fue canjeado, de no regresar a España.
Los internacionales fueron por lo general concentrados en el campo de
Miranda de Ebro (Burgos). En Salamanca hemos contado a unos cien presos
que podrían ser interbrigadistas, todos ellos con estancia de menos de un año.
Véase: Carl Geiser, Prisoners of the good fight: Americans against Franco
fascism: the Spanish Civil War, 1936-1939, Lawrence Hill, Westport (CT),
1986, y José Ángel Fernández López, El campo de concentración de Miranda
de Ebro, edición del autor, Miranda de Ebro, 2003.
169. El presente apartado debe entenderse como la represión económica más dura
y ligada a los procesos judiciales, sin embargo, hubo otra represión económi-
ca mucho más amplia ligada a los impuestos, cuestaciones y multas que se es-
tudia en el capítulo 5 de esta obra por parte de María Luz de Prado. En el
Anexo 6, Procesados¸ ofrecemos una lista de 219 casos que sufrieron largas
penas de cárcel y requisamientos de sus bienes.
170. Ejemplo de ello es la cesión voluntaria por parte del obispo Pla y Deniel de su
propio palacio, frente a la catedral nueva, para que el general Franco instalara
allí su cuartel general, la instalación del Servicio de Propaganda en el palacio
de Anaya, propiedad de la Universidad; del cuartel falangista en el noviciado
de los Jesuitas, sede del instituto de Segunda Enseñanza; del cuartel carlista en
la Casa de las Conchas, de propiedad privada, así como la utilización de va-
rios hoteles, cines y salones de baile para el alojamiento de las tropas alema-
nas e italianas, entre otras muchas situaciones similares que podrían citarse.
171. Decreto 108, de 13-IX-1936, Declarando fuera de la Ley a los partidos o
agrupaciones políticas que desde la convocatoria de las elecciones celebradas
el 16 de febrero último han integrado el llamado Frente Popular, señalándose
las medidas y sanciones que habrán de adoptarse tanto sobre aquéllas como
sobre los funcionarios públicos y los de empresas subvencionadas por el Esta-
do (BOJDN, 16-IX-1036).
Complementado por la Orden de 10-I-1937, Dictando normas para la
aplicación de los Decretos número 108 de la Junta de Defensa y Decreto-ley
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 410

410 esta salvaje pesadilla

de 10 del actual sobre incautación de bienes pertenecientes a las entidades de


carácter político (BOE, 11-I-1937).
172. La norma primera de la Orden de 10-I-1937 establece que «se entenderán
comprendidas en el artículo primero del precitado decreto número ciento ocho
de la Junta de Defensa nacional, las siguientes agrupaciones, organizaciones o
partidos: Izquierda republicana, Unión republicana, Confederación Nacional
del Trabajo, Unión General de Trabajadores, Partido Socialista Obrero, Parti-
do Comunista, Partido Sindicalista, Sindicalistas de Pestaña, Federación Anar-
quista Ibérica, Partido Nacionalista Vasco, Acción Nacionalista Vasca, Soli-
daridad de obreros vascos, Esquerra catalana, Partido galleguista, Partido
Obrero de Unificación Marxista, Ateneo Libertario, Socorro rojo internacio-
nal y cualesquiera otras entidades, agrupaciones o partidos filiales o de análo-
ga significación a los expresados a juicio de la Junta Técnica del Estado.»
173. La relación de cuentas de ahorro incautadas es: Círculo Liceo (1 pta.), Casino
Obrero (97,89 ptas.), Unión Protectora de Tejedores (26,72 ptas.), El Desper-
tar Femenino (252,33 ptas.) y Sociedad de Canteros y Mamposteros (166,33
ptas.). AGA, G, 498.
174. Gobernador civil fue desde el 17-I-1937 hasta el 30-VIII-1938 Jesús Ferrer
Gimeno. Los otros dos miembros de la comisión salmantina fueron Francisco
Díaz de Rueda, magistrado, y Pedro María Serrano Piedecasas, abogado del
Estado (BOE, 28-I-1937).
175. La tramitación de los expedientes venía regulada por la orden del BOE de 29-
X-1937.
176. José Cascón Martínez (1852-1930), notorio socialista e importante ingeniero
agrónomo, y Manuel Cascón Briega (1892-1939), aviador militar, en sep-
tiembre de 1936 jefe de las Fuerzas Aéreas republicanas del Norte. Con el
Consejo Nacional de Defensa del coronel Casado asumió el mando de la
Aviación Militar de la República. Fusilado el 3 de agosto de 1939.
177. Alguien trasladó el resto de los cadáveres a otro lugar y hoy día no se sabe
dónde están.
178. Testimonio de Juan José Aparicio Cascón en entrevista con Ricardo Robledo
y Severiano Delgado el 30 de mayo de 2004. Publicado en Santiago López
García y Severiano Delgado Cruz, «La guerra civil en Ciudad Rodrigo», en
Salamanca, punto de encuentro: relaciones hispano-portuguesas del Duero al
Tajo: Congreso Internacional ... noviembre de 2002, Diputación de Salaman-
ca, Salamanca, 2004, pp. 153-174.
179. ARCV, Sección AP, RP, legajo 8, exp 2466. El caso del teniente Díez Solís se
descubrió cuando éste intentó extorsionar al catedrático José Grande Ramos.
180. ARCV, Sección AP, RP, legajo 7, exp. 1.165.
181. ARCV, Sección AP, RP, legajo 7, exp. 722.
182. Cualquier pequeña manifestación podía conducir a condenas de veinte años
de prisión, como la que sufrió Cándido Alonso Vega por gritar en 1940 a fa-
vor de la UHP, o a multas menores como la que se impuso por 50 pesetas a
Ana Gómez por levantar el puño en 1940 (AGA, J, 1.308).
183. BOE, 29-X-1936. El comisario cesó en sus funciones, por pasar a la edad re-
glamentaria, el 8 de abril de 1937 (BOE, 21-III-1937). A lo largo de los pri-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 411

notas. capítulo 4 411

meros meses de la guerra el gobernador general ordenó la baja definitiva de


decenas de policías y guardias de Asalto, en aplicación del art. 3.º del Decreto
108 de la Junta de Defensa Nacional, pero es difícil saber dónde estaban des-
tinados porque a menudo las órdenes del gobernador general publicadas en el
BOE no mencionan la provincia de destino del funcionario.
184. BOE, 25-II-1937.
185. BOE, 21-X-1937. Nos basamos a continuación en la copia de sus expedientes
que nos ha facilitado la DGIP.
186. Este grupo supuso las tres cuartas partes de los crímenes en el primer año de gue-
rra. En el conjunto de las víctimas que sufrieron algún tipo de pena fueron el 40%.
187. Dentro de este grupo aparecen la cuarta parte restantes de los primeros asesi-
natos. También supusieron el 35% del conjunto de procesados. Anexos 5 y 6.
En ninguna de las sentencias civiles o militares consultadas ha aparecido una
condena explícita en función de la participación en la reforma agraria, pero
cuando aparecen los comentarios a la participación en tomas de tierras, en-
tonces las condenas suelen endurecerse.
188. Este grupo es casi despreciable entre las víctimas del primer momento, pero
luego pasó a tener un peso cada vez más destacable, en torno al 20%, en los
enjuiciamientos que suponían penas menores a la de muerte o perpetua. Ane-
xos 5 y 6.
189. Sólo hemos detectado algunos casos, que pueden oscilar alrededor de la do-
cena y que suponen más o menos un 5% de los enjuiciamientos. Un ejemplo
de este tipo de denuncias y de la probabilidad de no sacar nada con ellas es
el caso de Antonio Gómez Campos, de la localidad de Los Santos. Antonio
denunció a sus primos carnales José Campos Merino y Andrés Campos
González. Contra José nada pudo hacer, y contra Andrés, que había sido
muerto por la fuerza pública el 15 de septiembre de 1936, lo único que con-
siguió fue que, en vez de que su viuda recibiera la herencia, ésta quedara em-
bargada. ARCV, Sección AP, RP, legajo 7, exp. 1.091.
190. A lo largo del mes de agosto hubo 10 sacas en las que se fusilaba a una media
de 5,4 presos. Los fusilamientos de los días 11 y 26 fueron los más sangrientos
con 10 y 13 defunciones respectivamente. La procedencia de estas personas ya
no era sólo de Salamanca capital, sino de la provincia y posiblemente, aunque
en pequeña medida, de otras regiones (Anexo 5).
191. Las fuentes utilizadas para recopilar los crímenes de guerra (Anexo 5) son
principalmente las que versan sobre la capital, pero recogen en parte los acon-
tecimientos de toda la provincia, puesto que en la Prisión Provincial estaban a
la espera del juicio o de la saca buena parte de los políticos y simpatizantes del
Frente Popular que sería asesinados. Para el estudio espacial de la represión
nos hemos basado más en la fuente de los enjuiciamientos (Anexo 6).
192. Estos datos sólo pertenecen a la pequeña muestra de juicios militares que he-
mos podido reconstruir y que suponen no más del 20% de los mismos.
193. ARCV, Sección AP, RP, legajo 6, exp. 38-1907
194. Pasaron por la cárcel los seis hermanos Ruipérez Cristóbal: Jesús, Salvador,
Francisco, Leonor, Encarnación y Victorino, y los tres hermanos Ruipérez
Morán: Fortunato (fusilado por sentencia 22-V-1937), Arturo e Higinio.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 412

412 esta salvaje pesadilla

195. AGA G 498 y ARCV, Sección AP, RP, legajo 6, exp. 63.
196. ARCV, Sección AP, RP, legajo 8, exp. 2982 o 2097.
197. ARCV, Sección AP, RP, legajo 6, exp. 5058.
198. Prisión 1937-1939 (expediente 12036).
199. Prisión 1937-1939 (expediente 12026). Depurado del Magisterio Nacional
(Antonio García Madrid, Antonio. «La depuración del magisterio nacional en
la provincia de Salamanca: avance de estudio», en Papeles salmantinos de
educación, 2005, n.º 4, pp. 137-189).
200. A ambos se les conmutó la pena de muerte por pena inferior.
201. Fusilado por sentencia de consejo de guerra el 30-08-1936.
202. Prisión 1937-1939 (expediente 10951).
203. AGGCE, Legajo 190-B/39, expediente personal de Atilano Coco Martín.
204. Expediente 1749.
205. Luis P. Martín, «La otra cara de la Guerra Civil: la represión de la masonería
salmantina», en Salamanca: revista provincial de estudios, 1997, n.º 40, pp.
431-446, p. 444, y Antonio González Quintana, «Fuentes para el estudio de
la represión franquista en el Archivo Histórico Nacional, Sección Guerra Ci-
vil», en Espacio, Tiempo y Forma, 1994, n.º 7, pp. 479-508.
206. AGGCE, Legajo 190-B/39, expediente personal de Atilano Coco Martín.
207. A los pocos días del alzamiento fue fusilado en Zaragoza un grupo de milita-
res acusados de masones, entre ellos el capitán Pantoja (Julián Ruiz Marín,
Crónica de Zaragoza año por año. Tomo II (1921-1939), p. 332. Leyere, Za-
ragoza, 2001).
208. Luis P. Martín, «La otra cara de la Guerra Civil: la represión de la masonería
salmantina», pp. 437-441.
209. No hemos podido averiguar la fecha del fusilamiento de este último (prisión
1937-1938, expediente 3019).
210. Luis P. Martín, «La otra cara de la Guerra Civil: la represión de la masonería
salmantina», p. 445.
211. AGGCE, PS Madrid, carpeta 310, legajo 2932/2.
212. Luciano González Egido. Agonizar en Salamanca, p. 97.
213. Luciano González Egido. Agonizar en Salamanca, p. 224.

5. Patria y dinero

1. Juan Andrés Blanco y Julio Aróstegui, «La República, encrucijada de cambio.


Salamanca y las tensiones políticas en los años treinta» en R. Robledo (coord.),
Sueños de concordia. Filiberto Villalobos y su tiempo histórico, 1900-1955,
Caja Duero, Salamanca, 2005, pp. 330-333; véase también el capítulo de S. Ló-
pez y S. Delgado, y el capítulo de J. Infante.
2. La Gaceta Regional, 26-7-1936, p. 1.
3. Archivo Histórico Provincial de Salamanca, Sección de Gobierno Civil, leg.
3677. (A partir de ahora AHPSA (Gbno. C.).
4. AHPSA (Gbno. C.), leg. 148 (II).
5. El Adelanto, 31-7-1936, p. 1
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 413

notas. capítulo 5 413

6. Ibídem.
7. Circular n.º 132, BOPSA, n.º 107, 1-8-1936, p. 2.
8. El Adelanto, 30-7-1936, p. 5
9. En la documentación ha quedado consignada la cantidad de 1.925 pesetas por la
lotería patriótica establecida entre el 29 de agosto y el 28 de diciembre de 1936 en
Navarredonda de Salvatierra, Palomares, Pelayos (P. J. de Alba de Tormes) y Mal-
partida (P. J. de Peñaranda de Bracamonte). AHPSA (Gbno. C.), leg. 148 (II).
10. AHMSA, Actas Municipales, sesión del 10 de agosto de 1936, fols. 430-431.
Sin embargo, en la sesión de la Comisión Gestora de la Diputación Provincial
del 1 de agosto de 1936 ya se hace referencia a la contribución de los funciona-
rios provinciales en la suscripción a favor del Ejército. AHDPSA, Actas de la
Comisión Gestora, fols. 411-412.
11. El nuevo alcalde, Magín Vieyros, exhortó a la población mirobrigense el 28 de
julio de 1936 a que participara en la suscripción, El Adelanto, 31 de julio de
1936, p. 1.
12. En Sorihuela y Fresnedoso también se abrieron suscripciones por orden de la
alcaldía de Béjar, y en Cantagallo la suscripción patriótica fue iniciada por el
propio ayuntamiento. AHPSA (Gbno. C.), leg. 148 (II).
13. A finales de septiembre el gobernador civil envió una circular a todos los muni-
cipios para unificar criterios. Citado por Carlos Gil Andrés en Lejos del frente.
La guerra civil en la Rioja Alta, Editorial Crítica, Barcelona, 2006, p. 261.
14. Circular n.º 155 de Gobierno Civil. BOPSA, n.º 131, 18-9-1936, p. 2.
15. Sobre el carácter coactivo que adquirieron las suscripciones da cuenta Francis-
co Moreno en su libro La guerra civil en Córdoba (1936-1939), Editorial Al-
puerto, Madrid, 1985, pp. 457-458. También Carlos Gil Andrés, op. cit., p.
264, hace alusión a que el entramado de contribuciones económicas.
16. La circular n.º 153 será la que regule y organice los donativos en especie. BOP-
SA, 8-9-1936, p. 3.
17. AHDPSA, Actas de la Comisión Gestora, 7 de octubre de 1936, fol. 146.
18. Circular n.º 155, publicado en el BOPSA el 18 de septiembre de 1936, p. 2. Sie-
te meses después, el 13 de abril de 1937, se publicó en El Adelanto la noticia de
que se centralizaban los donativos destinados al Ejército, p. 4.
19. Orden de 19 de agosto de 1936 publicada en el Boletín Oficial de la Junta de
Defensa Nacional el 21 de agosto de 1936.
20. La recaudación alcanzada a través de la Suscripción Nacional, en sus diferentes
modalidades, pretendía no sólo canalizar hacia el incipiente Tesoro Nacional
las divisas y activos extranjeros en poder de particulares así como el oro y me-
tales preciosos, sino ofrecer también una posibilidad adicional de movilización
de reservas auríferas —muy disminuidas en comparación con las centrales exis-
tentes antes del 18 de julio de 1936— para financiar necesidades que no tarda-
rían en presentarse en el difícil período en el que entraría España en la época de
la posguerra, ya en pleno conflicto mundial, ibídem.
21. Según Teresa Tortella la mayor parte de las monedas españolas e hispánicas
que conserva el Banco en la actualidad, en la serie de las onzas y sus divisores,
se ingresaron a través de la Suscripción Nacional, mientras que la mayoría de
las antiguas medievales, incluyendo las árabes, entraron como consecuencia del
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 414

414 esta salvaje pesadilla

Decreto-Ley de marzo de 1937. Los dólares, por su parte, en su mayoría son los
que fueron devueltos del resto que quedaba en Mont-de-Marsan. Teresa Torte-
lla Casares, «Las monedas de oro del Banco de España» en, Monedas de oro de
la colección del Banco de España, Banco de España, Madrid, 1991, p. 24.
22. Ver anexo I para las cantidades y III y IV para su vigencia temporal.
23. Para la consulta de recaudación a través de la Suscripción en metálico es im-
prescindible la consulta de los fondos del Archivo del Banco de España (Ma-
drid), caja 456.
24. El Archivo Histórico Provincial de Burgos (Sección Suscripción Nacional) con-
tiene documentación relevante para la Suscripción Nacional-oro, leg. 83 y libro
12. También la Sección de Gobierno Civil del Archivo Histórico Provincial de
Salamanca, leg. 3657.
25. Ver anexo II.
26. AHPSA (Gbno. C.), leg. 148 I y II.
27. AHPSA (Gbno. C.), leg. 1777.
28. Ese es el caso de Aldearrubia (P. J. de Salamanca): el alcalde comunica a Go-
bierno Civil que Salustiano Noreña y Miguel Noreña no han entregado canti-
dad alguna, y por eso han quedado al descubierto. Ibídem, leg. 2631.
29. El alcalde, a requerimiento de Gobierno Civil, envía una relación de 71 vecinos
que no han contribuido y de su situación económica: mediana, 14 vecinos; re-
gular, 12; y mala, 45 vecinos. Sabemos que el pueblo contaba con 722 vecinos,
pero desconocemos la cifra de posibles contribuyentes para establecer el por-
centaje de rebeldes. Ibídem.
30. Así queda reseñado en la nota que figura al final de la relación enviada a Go-
bierno Civil por el pueblo de Arapiles (P. J. de Salamanca). Ibídem.
31. Oficio que envía el alcalde de Arapiles (P. J. de Salamanca) el 8 de febrero de
1939. Ibídem.
32. Ese era el contenido del oficio que envió Gobierno Civil al alcalde de Alba de
Yeltes (P. J. de Ciudad Rodrigo) el 25 de marzo de 1938, ibídem, leg. 1776 (b)
o el que remitió al alcalde de Monleón (P. J. de Sequeros) el 12 de marzo de
1938, amenazándole y haciéndole responsable del retraso. Ibídem, leg. 1777.
33. El Jefe Provincial de FET-JONS de Salamanca envió un oficio al gobernador ci-
vil el 14 de marzo de 1939, en el que le comunicaba que el Jefe Local de FET-
JONS de Doñinos de Salamanca le había informado de que el alcalde y él mismo
habían nombrado a dos mujeres de la localidad para que salieran a recaudar con
destino a Auxilio a Poblaciones Liberadas y que éstas se habían negado, «lo que
traslado a V. E. para que obre como estime conveniente». Ibídem.
34. Ibídem, leg. 253.
35. Ibídem, leg. 212.
36. En la prensa se refleja cómo la Juventud Católica de Piedrahita celebra una ve-
lada teatral el día de la festividad de los Reyes Magos a beneficio de la guerrilla
de Piedrahita. El Adelanto, 13-1-1937, p. 3.
37. Ese será el caso de la apertura de la suscripción con motivo del XIX centenario
de la venida de María Santísima a Zaragoza, A. H. P. SA (Gbno. C.), leg. 3039.
38. Los funcionarios de la Diputación Provincial serán de los primeros en contri-
buir a las suscripciones abiertas el 26 y 27 de julio de 1936, y así lo reflejan las
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 415

notas. capítulo 5 415

Actas de la Comisión Gestora, sesión del 1 de agosto de 1936, p. 412. También


la prensa salmantina se hace eco de la participación de otros funcionarios de la
capital: los ferroviarios, El Adelanto, 6 de agosto de l936, p. 1, o «el patriotis-
mo de los empleados de Hacienda», El Adelanto, 7 de agosto de 1936, p. 5, o el
«patriotismo de los funcionarios de la Universidad», El Adelanto, 8 de agosto
de l936, p. 5, o el patriotismo del cuerpo de Telégrafos del Centro provincial de
Salamanca, El Adelanto, 10 de agosto de 1936, Funcionarios de la Diputación
provincial de Salamanca, El Adelanto, 2-8-1936, p. 1.
39. AHPSA (Gbno. C.), leg. 1776 (b).
40. AHPSA (Gbno. C.), leg. 1776 (b), 1786, 1787.
41. Por orden de cantidad ingresada las entidades que más cotizaron fueron: Com-
pañía Nacional de Ferrocarriles del Oeste; Delegación de Hacienda; Coman-
dancia de Carabineros de Salamanca; Los maestros de la Escuela Nacional de
Magisterio; el resto de los maestros que no pertenecen a la Escuela Nacional,
Comandancia de la Guardia Civil; Secretaría de Relaciones Exteriores; Ayunta-
miento de Salamanca; Regimiento Infantería La Victoria n.º 28; Departamento
de Fondos Provinciales; Correos; médicos, practicantes y comadronas; Cuerpo
de Investigación y vigilancia; Juzgado Especial del Generalísimo; Penitenciarías
públicas; Juzgado Militar n.º 8; Telégrafos; Banco de España en Burgos y la 14
Comandancia de Carabineros de Salamanca. Archivo Histórico Provincial de
Burgos, sección Suscripción Nacional, legajos del 19 al 96.
42. Ángela Cenarro Lagunas, La sonrisa de Falange. Auxilio Social en la guerra ci-
vil y en la posguerra, Crítica, Barcelona, 2005, p. XVI.
43. El Alcalde de Aldearrubia (P. J. de Salamanca) envió un oficio a Gobierno Civil
el 18 de noviembre de 1938, en el que le comunicaba la poca voluntad que exis-
tía en la localidad para pagar los emblemas de Auxilio Social. AHPSA (Gbno.
C.), leg. 885.
44. El gobernador civil no dudará en recabar información de los directores de los
dos principales periódicos salmantinos para que le informen sobre quién ha au-
torizado la publicación. En una carta que envía el gobernador al director de El
Adelanto el 25 de diciembre de 1937 le solicita que le comunique quién es la per-
sona que ha autorizado la publicación de la relación de multados; el director de
El Adelanto le contestará que su firmante es el sr. Pérez de Cabo, Delegado Pro-
vincial de Prensa y Propaganda en Salamanca, AHPSA (Gbno. C.), leg. 558.
45. Así había quedado dispuesto en el artículo 14 de la Orden de Gobierno General
de 2 de febrero de 1937.
46. Fue creado por orden de Gobierno General el 30 de octubre de 1936 para apli-
carse en todo el territorio sometido. La orden fue firmada por el general Fran-
cisco Fermoso, gobernador general residente en Valladolid. B. O. núm. 20 del 3
de noviembre de 1936. La iniciativa del plato único seguía una sugerencia del
General Queipo de Llano sobre una práctica establecida en otros países.
47. Orden de Gobierno General, BOE, n.º 28, 12 de noviembre de 1936. El Gober-
nador general Luis Valdés Cavanilles, será quien dicte las instrucciones, preci-
sando la forma de efectuar la recaudación.
48. Para facilitar la coordinación de todos los trámites referentes al Día del Plato
Único, Gobierno Civil publicó algunas circulares para que los alcaldes de los
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 416

416 esta salvaje pesadilla

pueblos se atuvieran a las normas marcadas, pero, sobre todo, para advertirles
que efectuaran el ingreso de lo recaudado, o se les aplicaría la multa correspon-
diente. A su vez, se amenazó con publicar los nombres y comentarios que sugi-
rieran las autoridades de aquellos que no cooperaran o no cumplieran con ese
sacrificio. La obligación de contribuir se hacía extensiva, no sólo a los domici-
lios particulares, sino también a los hoteles y restaurantes. Su incumplimiento
se penalizaría con sanciones. En Valladolid, los gobernadores García de Diego
y Aspe siguieron de cerca los avatares de la recaudación sancionando a quienes
pretendieron eludir este impuesto y atemorizando a todos aquellos poco o nada
entusiastas en contribuir a las suscripciones e impuestos. Véase Jesús María Pa-
lomares Ibáñez, op. cit. p. 61.
49. Sobre las multas impuestas por negarse a pagar el impuesto del Día del Plato
Único a vecinos de San Vicente de la Sonsierra, en la Rioja Alta, da buena cuen-
ta Carlos Gil Andrés, op. cit., p. 264.
50. Circular n.º 150, BOPSA, 16-7-1938, p. 2. En esta circular se vuelve a pedir al
Servicio de Inspección que se compruebe en una visita domiciliaria si todos los
residentes contribuyen al Plato Único y al Día sin postre y que se apliquen las
correspondientes multas.
51. AHPSA (Gbno. C.), leg. 183.
52. Desde el 12 de enero de 1937 al 31 de agosto de 1938 se publicaron en el BOP-
SA un total de 18 listados con los nombres de los rebeldes que se habían nega-
do a contribuir al Plato Único.
53. Circular n.º 89 de Gobierno Civil, en la que se pide a los alcaldes que le envíen
la relación de personas que se niegan a contribuir con el Plato Único. BOPSA,
11-5-1938, p. 2.
54. En El Adelanto se publican con regularidad las listas; la primera aparece el 14
de enero de 1937, p. 3 y, a partir de esa fecha, todos los meses se insertan las
mismas que publica el BOPSA.
55. Día del Plato Único. Circular n.º 32 de Gobierno Civil de Salamanca. BOPSA,
15-2-1937, p. 2.
56. BOPSA, n.º 71, 21-5-1938, p. 2.
57. Circular n.º 153, BOPSA, n.º 99, 16-VII-1938, p. 3.
58. Decreto n.º 174, BOE, n.º 83, 9-I-1937.
59. La legislación que completó todo lo referente a este impuesto se fue imponiendo
poco a poco; un ejemplo de ello son las siguientes órdenes: la orden de 21 de
enero de 1937, 3 de febrero, 30 de marzo, 28 de septiembre, 10 y 12 de noviem-
bre, y las reglas aclaratorias del 1 de diciembre de 1937 y el Decreto de 25 de
abril de 1938.
60. BOE, n.º 552 de 26 de abril de 1938, pp. 6.970-6.972.
61. BOE, n.º 407, 1 de diciembre de 1937, pp. 4606-4607.
62. Circular n.º 53 de la Junta Provincial de Subsidio Pro-Combatientes, BOPSA,
20-2-1938.
63. Circular n.º 58, BOPSA, n.º 35, 10-3-1938, p. 1.
64. La ampliación se había ordenado el 20 de febrero de 1938.
65. AHMSA, Actas Municipales, fol. 71.
66. Circular n.º 39 de 19-2-1937, BOE, 21-1-1937.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 417

notas. capítulo 6 417

67. Circular n.º 64 publicada en el BOPSA, 15 de marzo de 1937.


68. Según la referencia que aparece en prensa el 1 de enero de 1938, el número de
familias salmantinas beneficiadas por el Subsidio Pro-Combatientes fue de
1.509, y la cantidad de dinero distribuido ascendió a 4.084.453 pesetas. El
Adelanto, 1-I-1938, p. 4.
69. Circular n.º 78, BOPSA, 19-IV-1938., p. 2.
70. Circular n.º 87, BOPSA, n.º 62, 3-V-1938, p. 2.
71. Circular n.º BOPSA, n.º 169, 5-XII-1936, p. 1.
72. En el Anexo III se especifica temporalmente la vigencia de estos impuestos jun-
to con la de las suscripciones entre 1936 y 1939.

6. La Universidad de Salamanca

1. Este artículo toma se basa en el capítulo dedicado a la Universidad de Salaman-


ca en Jaume Claret, El atroz desmoche. La destrucción de la Universidad espa-
ñola por el franquismo, 1936-1945, Barcelona, Crítica, 2006. Debo agradecer
las sugerencias recibidas para su redacción de Severiano Delgado, Josep Fonta-
na y Ricardo Robledo.
2. Guadalupe Pérez García, «Represión y control social en Salamanca (1936-
1939)», Cuadernos republicanos, 50, CIERE, Madrid, otoño de 2002, www.cie-
re.org/CUADERNOS/Art%2050/represión%20y%20control.htm.
3. Antonio Fuentes Labrador, María de los Ángeles Sanpedro, Florencia Corrio-
nero y María Jesús Velasco, «Apoyo institucional en un centro de poder: la
Universidad de Salamanca durante la guerra civil. Un modelo de comporta-
miento», en Juan José Carreras Ares y Miguel Ángel Ruiz Carnicer (eds.), La
Universidad española bajo el régimen de Franco (1939-1975), Institución Fer-
nando el Católico, Zaragoza, 1991, pp. 274-278.
4. Pedro Laín Entralgo, Descargo de conciencia (1930-1960), Barral, Barcelona,
1976, p. 283, nota 12.
5. Fuentes Labrador, Sanpedro, Corrionero y Velasco, «Apoyo institucional
en...», pp. 259-260 y 266-273.
6. «Relación hecha por el Excmo. Sr. Rector de la Universidad, Dr. Esteban Ma-
druga Jiménez, al inaugurarse el curso académico de 1939 a 1940, de los actos
más importantes celebrados en la Universidad durante los tres últimos años en
que no se ha redactado la MEMORIA ANUAL reglamentaria», Memoria so-
bre el estado de la instrucción en esta Universidad, Universidad de Salamanca,
Salamanca, 1939-1940, pp. 43-45.
7. Fuentes Labrador, Sanpedro, Corrionero y Velasco, «Apoyo institucional
en...», pp. 270-271.
8. Paul Preston, «José Millán Astray, el nuvi de la mort», en Botxins i repressors.
Els crims de Franco i dels franquistes, Base, Barcelona, 2006, pp. 141-142.
9. Archivo Histórico de la Universidad de Salamanca (AUS), caja 1257, expediente 17.
Quiero agradecer la amabilidad y profesionalidad del personal de dicho archivo.
10. Para una breve historia de la institución, véase Josep Cruanyes, Els papers de
Salamanca, Edicions 62, Barcelona, 2003, pp. 15-56.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 418

418 esta salvaje pesadilla

11. Tomás Pérez Delgado, «El siglo XX. 2: La guerra civil», en M. Fernández (dir.),
La Universidad de Salamanca, Universidad de Salamanca, Salamanca, 1989,
pp. 300-301. AUS, D1 L. 161 Registro de Entrada. Comunicaciones de la Su-
perioridad. Empieza el 11 de Abril de 1922, p. 685, número 680.
12. Paul Preston, «Los esclavos, las alcantarillas y el capitán Aguilera», en Javier
Muñoz Soro, José Luis Ledesma y Javier Rodrigo (coords.), Culturas y políti-
cas de la violencia. España siglo XX, Siete Mares, Madrid, 2005, pp. 193-230.
13. Su adhesión fue premiada con la cátedra de la Universidad de Madrid el 1 de
junio de 1945 (BOE, 26 de junio). Archivo General de la Administración, sec-
ción Educación (AGA), IDD 1.08, legajo 32/45/15050, expediente personal de
Francisco Maldonado de Guevara Andrés.
14. Fuentes Labrador, Sanpedro, Corrionero y Velasco, «Apoyo institucional
en...», p. 258.
15. Fuentes Labrador, Sanpedro, Corrionero y Velasco, «Apoyo institucional
en...», pp. 272-273.
16. AUS, libro 548, Claustros, sesión del claustro ordinario celebrado el 26 de sep-
tiembre de 1936. Erróneamente, Valentín del Arco López asegura que Miguel
de Unamuno no asistió a la reunión, pero en las actas consta su presencia e in-
cluso que tomó la palabra, «El siglo XX. 1: 1900-1936», en Manuel Fernández
Álvarez (dir.), La Universidad de Salamanca, volumen I, Universidad de Sala-
manca, Salamanca, 1989, pp. 285-286.
17. Del Arco López, «El siglo XX...», p. 286, nota 127. AUS, D1 L.160, Libro de
Registro de Salida de la Superioridad (1934-1944), p. 170, número 1.603, el 28
de septiembre de 1936 el Claustro ya había informado a la Junta Técnica del
Estado del acuerdo, tomado dos días antes, de protestar contra «los atentados
cometidos contra la cultura por el Gobierno rojo».
18. «Relación hecha por el Excmo. Sr. Rector de la Universidad, Dr. Esteban Ma-
druga Jiménez, al inaugurarse el curso académico de 1939 a 1940, de los actos
más importantes celebrados en la Universidad durante los tres últimos años en
que no se ha redactado la MEMORIA ANUAL reglamentaria», Memoria so-
bre el estado de la instrucción en esta Universidad, Universidad de Salamanca,
Salamanca, 1939-1940, pp. 47-48.
19. Se celebraron, entre otros, el el «solemne acto conmemorativo del primer ani-
versario del Glorioso Movimiento Nacional», la adhesión a la propuesta muni-
cipal de declarar al general Francisco Franco «Señor de Salamanca», o el «acto-
lección en memoria del Mártir del Glorioso Movimiento Nacional, José
Antonio Primo de Rivera, a cargo del catedrático D. Isaías Sánchez Tejerina» el
22 de noviembre de 1938. AUS, D1 L.160, Libro de Registro de Salida de la
Superioridad (1934-1944), pp. 235-236, número 1.943. También se contó con
la colaboración de las delegaciones alemana e italiana para la enseñanza de sus
respectivos idiomas, y se impartieron cursillos para reorientar hacia la nueva
ideología y desterrar pedagogías laicas, republicanas y extranjerizantes en los
maestros de primaria. Pérez Delgado, «El siglo XX...», pp. 301-308, repasa las
diferentes actividades que puntearon la vida académica salmantina durante la
guerra civil.
20. Arquivo Histórico de la Universidade de Santiago, Ensino Medio, legaxo 510,
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 419

notas. capítulo 6 419

documento fechado en A Coruña el 24 de abril de 1937 y firmado por todo el


Claustro coruñés de Secundaria.
21. AUS, L.R. 338, Libro de Actas de la Junta de Gobierno del Patronato Universi-
tario, 9 de julio de 1937.
22. AUS, L.R. 338, Libro de Actas de la Junta de Gobierno del Patronato Universi-
tario, 9 de julio de 1937, 13 de octubre de 1937, 22 de enero de 1938 y 8 de
abril de 1938.
23. Pérez Delgado, «El siglo XX...», p. 314.
24. Ricardo Robledo, «Economía política en la Universidad de Salamanca: entre la
intolerancia y la inteligencia (1786-1936)», en Derecho, Economía e Institu-
ciones. Estudios en Homenaje a la profesora Gloria Begué Cantón, Universi-
dad de Salamanca, Salamanca, 2005, p. 403.
25. Tomás Pérez Delgado, «Francisco de Vitoria: institucionalización de su memo-
ria. Salamanca 1926-1936», en José A. Bonilla y José Barrientos (coords.), Es-
tudios históricos salmantinos. Homenaje al P. Benigno Hernández Montes,
Universidad de Salamanca, Salamanca, 1999, pp. 539-571.
26. Fuentes Labrador, Sanpedro, Corrionero y Velasco, «Apoyo institucional
en...», p. 281.
27. Javier Infante Miguel-Motta, «José Antón Oneca (Madrid, 1897-Madrid,
1981) y su aportación a la historia del Derecho penal contemporáneo en Espa-
ña», en Salustiano de Dios, Javier Infante y Eugenia Torijano (coords.), El De-
recho y los juristas en Salamanca (siglos XVI-XX). En memoria de Francisco To-
más y Valiente, Universidad de Salamanca, Salamanca, 2004, p. 675. Del
mismo autor, «Sobre silencios y olvidos: la jurisprudencia del Tribunal Supre-
mo con motivo de la Sanjurjada», Anuario de Historia del Derecho Español,
tomo LXXIV, Ministerio de Justicia y Ministerio de la Presidencia, Madrid,
2004.
28. AGA, caja 31/8.530.
29. Este catedrático de Derecho político ocupaba el cargo de secretario del Instituto
Francisco de Vitoria y desempeñó diversos cargos de confianza durante la gue-
rra y el primer franquismo: juez instructor de la Comisión Provincial de Incau-
tación de Bienes por el Estado, colaborador de la sección de censura y prensa ex-
tranjera de la Delegación del Estado para Prensa y Propaganda, entre otros.
30. Este catedrático de Derecho internacional fue decano accidental, juez instruc-
tor de la Comisión Provincial de Incautación de Bienes por el Estado, vocal del
Tribunal Contencioso-Administrativo y colaborador de la Delegación del Esta-
do para Prensa y Propaganda.
31. Pérez Delgado, «El siglo XX...», pp. 291-292 y 316.
32. Isaías Sánchez Tejerina, Un caso de legítima defensa colectiva. Oración inau-
gural del curso universitario de 1940-41 en la Universidad de Salamanca, Hijos
de Francisco Núñez, Salamanca, 1940.
33. Santiago López García y Severiano Delgado Cruz, «Víctimas y Nuevo Estado
(1936-1940)», en Ricardo Robledo (coord.), Historia de Salamanca, volumen
V, Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca, 2001, p. 267.
34. Alicia Alted, Política del nuevo estado sobre el patrimonio cultural y la educa-
ción durante la Guerra Civil española, Dirección General de Bellas Artes y Ar-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 420

420 esta salvaje pesadilla

chivos, Centro Nacional de Información artística, arqueológica y etnológica,


Ministerio de Cultura, 1984, p. 168.
35. Para un seguimiento de la normativa depuradora pueden consultarse, José Pé-
rez Gomis, Nueva Legislación de Educación Nacional, Aldus, Santander,
1938, y Manuel Martínez Neira, José María Puyol Montero y Carolina Rodrí-
guez López, La Universidad española 1898-1939. Repertorio de legislación,
Dykinson, Madrid, 2004.
36. María Encarna Nicolás, «Los expedientes de depuración: una fuente para his-
toriar la violencia política del franquismo», Areas, 9, Editora Regional de Mur-
cia, Murcia, 1998.
37. Pérez García, «Represión y control...».
38. José Luis Rubio Mayoral, «El profesorado de la Universidad de Sevilla. Apro-
ximación al proceso de depuración política (1936-1939)», en María Nieves
Gómez García, Universidad y poder, Gihus, Sevilla, 1993, pp. 63-66.
39. Manuel Ortiz Heras, Violencia política en la IIª República y el primer franquis-
mo, Siglo XXI, Madrid, pp. 99 y 446.
40. AUS, L.R. 335, Libro de Actas de la Comisión Depuradora de Bibliotecas Pú-
blicas; y D1 L.161, Registro de Entrada, Comunicaciones de la Superioridad.
Empieza el 11 de abril de 1922, p. 712, número 827.
41. AGA, sección Educación, IDD 1.08, legajo 32/45/15054, expediente personal
de Isaías Sánchez-Tejerina Sánchez.
42. AGA, IDD 1.03, caja 31/3993, expediente personal de Teodoro Andrés Marcos.
43. Pérez Delgado, «El siglo XX...», pp. 293-296.
44. AGA, caja 31/10.994.
45. AGA, sección Educación, IDD 1.08, legajo 32/45/15049, expediente personal
de Wenceslao González Oliveros.
46. Citado por Julián Casanova, «Una dictadura de cuarenta años», en Julián Ca-
sanova (coord.), Francisco Espinosa, Conxita Mir y Francisco Moreno, Morir,
matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco, Crítica, Barcelona,
2002, p. 30.
47. AGA, IDD 1.03, caja 31/4000, expediente personal de Emilio Román Retuer-
to.
48. AGA, sección Educación, IDD 1.03, expediente personal de Francisco Zama-
rriego y García.
49. Pérez Delgado, «El siglo XX...», pp. 298-299.
50. AUS, D1 L. 161, Registro de Entrada. Comunicaciones de la Superioridad. Em-
pieza el 11 de abril de 1922, p. 691, número 696; caja 1257, expediente 17; D1
L.161, Registro de Entrada. Comunicaciones de la Superioridad. Empieza el 11
de abril de 1922. Concluye el., p. 691, números 710 y 712; caja 1339, expe-
diente 30; caja 1340, expediente 24, y caja 1331, expediente 7; y D1 L.161, Re-
gistro de Entrada. Comunicaciones de la Superioridad. Empieza el 11 de abril
de 1922, p. 702, número 768, respectivamente.
51. AUS, caja 1339, expediente 24; D1 L.161, Registro de Entrada. Comunicacio-
nes de la Superioridad. Empieza el 11 de abril de 1922, p. 702, número 770 y
771, p. 690, número 704, y p. 692, número 715; y Pérez Delgado, «El siglo
XX...», pp. 297 y 298, respectivamente.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 421

notas. capítulo 7 421

52. AUS, D1 L.161, Registro de Entrada. Comunicaciones de la Superioridad. Em-


pieza el 11 de abril de 1922, p. 699, número 751; y caja 1179, expediente 21.
53. El auxiliar Luis Portillo Pérez no fue rehabilitado hasta el 23 de junio de 1977,
ya en democracia, a pesar de que en su expediente era calificado como «perso-
na de orden, católico y de derechas». AUS, caja 1257, expediente 17.
54. Del Arco López, «El siglo XX...», p. 231.
55. Véase capítulo 4 y sobre todo, capítulo 9.
56. Indalecio Prieto, Palabras al viento, Oasis, México, 1969, pp. 247-248.
57. En Claret, El atroz desmoche, pp. 107, 112 y 355, se incluye erróneamente a
los auxiliares Julio Pérez Martín y Julio Sánchez Salcedo entre los asesinados.
Ambos sí que fueron sancionados e incluso Pérez Martín estuvo encarcelado en
la prisión provincial.
58. José María Lama, «Zafra 1936: la guerra inexistente», Actas de las V Jornadas
de historia en Llerena, Sociedad Extremeña de Historia, Llerena, 2004, p. 129.
59. Fuentes Labrador, Sanpedro, Corrionero y Velasco, «Apoyo institucional
en...», p. 272.
60. Para ampliar información sobre el homenaje: www.usal.es/gabinete/comunica-
cion/noticia.jsp?id=2399. Laín Entralgo calificó la represión franquista como
un «atroz desmoche», Descargo de conciencia, p. 283.

SEGUNDA PARTE

7. Unamuno, en guerra

1. Tusquets, Barcelona, 20062.


2. Alianza Editorial, Madrid, 1991.
3. Díaz, Elías, Revisión de Unamuno. Análisis crítico de su pensamiento político,
Ed. Tecnos, Madrid, 1968, p. 100.
4. La política del último Unamuno, ed. Anthema, Salamanca, 2003.
5. Colección Austral, n.º 234, Espasa Calpe, Madrid.
6. Wright, Richard, A Linguistic Study of Unamuno’s Vocabulary, Universidad
de Oxford. El cap. V del libro se publicó en Cuadernos de la Cátedra Miguel de
Unamuno, Universidad de Salamanca, n.º XXIV, 1976, pp. 67-103.
7. Meyer, François, L’Ontologie de Miguel de Unamuno, ed. Presses Universitai-
res de France, París, 1955. Traducción castellana, ed. Gredos, Madrid, 1962,
pp. 17 y ss.

8. Sables y naipes

1. Sobre la comarca de La Armuña, una de las más fertiles de Salamanca y pega-


da a su capital, sigue siendo imprescindible el estudio de Angel Cabo, «La Ar-
muña y su evolución económica», Estudios Geográficos, 58 (1955), pp.73-
136, y 59 (1955), pp.367-427. Abundantes noticias históricas respecto a los
pueblos que la integran, y en particular sobre Villaverde de Guareña, en Fran-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 422

422 esta salvaje pesadilla

cisco García González, Los pueblos de la Armuña, edición del autor, Salaman-
ca, 2004.
2. La referencia es R.396244, el título exacto Memorias y recuerdos y se trata de
un ejemplar mecanografiado que consta de 86 folios. El original, redactado de
puño y letra de su autor, pertenece a Isabel Martín Rodríguez, la menor de sus
hijos, que reside en Salamanca.
3. Es muy significativo que Joaquín Arrarás, uno de los primeros historiadores
oficiales del régimen franquista, no incluya su nombre entre los que integraron
la trama civil del golpe en Salamanca, en la que tuvo un papel sobresaliente el
falangista Francisco Bravo. Sí lo menciona, en referencia más que cuestionable,
como voluntario en la columna que partió de Salamanca al frente del Guada-
rrama, a finales de julio de 1936, y que mandaba el siniestro comandante Do-
val (Historia de la Cruzada Española, Madrid, 1939, III, pp. 392-398). Salvo
una referencia muy concreta, tampoco lo mencionan como golpista destacado
Santiago López y Severiano Delgado, autores de las mejores páginas de las que
disponemos por el momento sobre la guerra y la represión en Salamanca («Víc-
timas y nuevo Estado, 1936-1940», en Ricardo Robledo (coord.), Historia de
Salamanca. V. Siglo Veinte, Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca 2001,
pp. 219-324, la aludida referencia en p.240).
4. Fue designado como tal por su amigo, el general Cabanellas, el 28 de julio de
1936. No obstante, manifestó desde un primer momento que «no estaba dis-
puesto a continuar en el cargo por tener deberes militares que cumplir», y fue
efectivamente cesado en el cargo el día 1 de agosto (Archivo de la Diputación
Provincial de Salamanca, Libro de actas de la Comisión Gestora, sesiones de 1
y 14 de agosto de 1936).
5. Martín Veloz, que no tuvo descendencia en su matrimonio, mantuvo una rela-
ción muy estrecha con los tres hijos de su hermana Mercedes, sus sobrinos carna-
les Andrés, Ramón y Mercedes Cuesta Martín. Mantuve una amplia conversa-
ción con el primero de ellos, el 15 de noviembre de 2005, en la que negó toda
implicación de su tío en la represión, y, muy al contrario, me mencionó su inter-
vención para favorecer la huida a Portugal de un hijo del general Cabanellas o
para evitar fusilamientos en los pueblos de La Armuña, comarca sobre la que te-
nía gran ascendencia. Planteamientos similares mantuvo María Cuesta Pedraz,
hija de Andrés, en entrevista mantenida el 24 de noviembre del mismo año, que
mencionó algún caso de protección dispensada por Veloz a algún vecino de Sala-
manca. Me contó, además, que recorrió los pueblos de La Armuña haciendo va-
ler su influencia para reclutar gente para el frente y mostrándose durísimo con
los reticentes. En cuanto a los historiadores, véanse las referencias de la nota 3.
6. La novela se publicó por primera vez en Plaza&Janés, Barcelona, 1981, y fue
escrita por su autor, entre El Pedroso y Barcelona, desde julio de 1977 hasta ju-
nio de 1978, en tiempos ya no de silencio pero sí de olvido. Es, por tanto, un
texto literario que a su indudable calidad une el ser pionero en el tratamiento
de la represión franquista en tierras castellanas. Recientemente ha aparecido
una segunda edición corregida y aumentada, en Ed. Alcayuela, Salamanca,
2001, con introducción de M.ª Luisa García-Nieto, que es la que yo manejo.
En varias entrevistas con el autor durante agosto de 2006 me confirmó que se
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 423

notas. capítulo 8 423

trata de un relato literario sobre hechos que acontecieron (construido con el co-
rrespondiente acopio de documentación y de testimonios orales) en el que apa-
recen personajes de ficción y también otros que realmente existieron.
7. Hay, en efecto, numerosas referencias a José Delgado Romero, republicano y
médico titular de El Pedroso en la época por la que transcurre la narración, y
uno de los personajes históricos que aparecen en la novela (La grama, pp.236,
252, 275, 283 y 291). En todas ellas queda clara la relación de amistad que
Delgado mantenía con Veloz, así como la influencia de éste en el bando llama-
do nacional y su implicación en la represión. El texto que reproduzco figura en
la última de las páginas mencionadas. No obstante, el médico estuvo en la cár-
cel, como se documenta en el capítulo 10.
8. Hubo, pues, un testigo del paso de Veloz por El Pedroso, el 24 de agosto de
1936, pidiendo precisiones sobre el camino a Cantalpino. Se llamaba Miguel, y
entonces era un muchacho. Agustín Salgado recrea el suceso con todo lujo de
detalles (La grama, pp.322-323, de donde procede el texto que transcribo) y
me aseguró en nuestra entrevista que el personaje es real y que murió hace algu-
nos años. Sobre la feroz represión de Cantalpino, que supuso el asesinato de 23
de sus vecinos y la muerte por tifus en la cárcel de uno más, ha investigado Luis
Calvo Rengel, antiguo concejal socialista del Ayuntamiento de Salamanca y vi-
cepresidente de su Diputación Provincial, y otro de los pioneros de la recupera-
ción de la memoria sobre la represión franquista en la provincia. Me propor-
cionó con amabilidad extrema copia de su manuscrito Semilla de libertad en el
que incluye la lista completa de los represaliados de Cantalpino (ibíd., ff.37-38)
así como un detallado relato de los sucesos de El Pedroso (ibíd., fols.17-22).
9. «Salamanca. Así fue el terrorismo falangista», Interviú, n.º 177, de 4-10 de oc-
tubre de 1979. Se trata de un reportaje del periodista Angel Montoto sobre la
represión en la provincia, centrado muy en particular en Pedroso de la Armu-
ña, Cantalpino, Poveda de las Cintas y Villoruela, pueblos los tres últimos pe-
gados a La Armuña pero pertenecientes al partido judicial de Peñaranda de
Bracamonte. Según me cuenta Luis Calvo, la viuda de Manso falleció, ya ancia-
na, en Salamanca, en los primeros años de nuestro siglo. En cuanto al monte de
La Orbada véase lo publicado por F. Cañamero en el diario local Tribuna de
Salamanca, 20-III-2002, p.19.
10. Gil Robles, No fue posible la paz, Planeta, Barcelona, 1978, p. 796, nota 47.
11. La pertenencia a Falange, muy tardía y probablemente a efectos ornamentales,
la mantienen sus familiares (véase nota 5). En todo caso, no he encontrado la
menor referencia a su persona en la bibliografía sobre el partido fascista, ni en
Salamanca ni en general, en las obras de Francisco Bravo, Ángel Alcázar de Ve-
lasco, Sheelagh Ellwood o Luis Rodríguez Jiménez. En cuanto a su muerte, se-
gún el correspondiente acta de defunción del Registro Civil de Salamanca se
produjo, en su casa de esta ciudad y por enfermedad, el 12 de marzo de 1938 y
por tanto debe corregirse la información de que muere luchando en el frente de
la sierra de Madrid, en los primeros meses de la guerra: José Venegas, Andan-
zas y recuerdos de España, Imprenta Ferrari, Buenos Aires, 1943, p.103, Inda-
lecio Prieto, De mi vida. Recuerdos, estampas, siluetas, sombras..., Oasis, Mé-
xico, 1968, p.192.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 424

424 esta salvaje pesadilla

12. Es muy significativa en el sentido apuntado la sentida carta de pésame que, al


día siguiente de la muerte de Veloz, dirigió a su viuda Filiberto Villalobos, vete-
rano político reformista y ex ministro republicano. Allí, y en varios pasajes,
aquél aparece prodigando «protección y consuelos» a «muchas personas», in-
cluido el propio Villalobos, en medio del infortunio y la desolación. Agradezco
al Prof. Manuel Redero San Román el haberme proporcionado fotocopia de
esta expresiva carta. También, las memorias de Jaime de Armiñán, niño refu-
giado junto con su familia en la Salamanca de los primeros meses de la guerra.
Veloz era buen amigo de su abuelo, que asistió a un proceso por homicidio
contra él celebrado en Santander, donde ejercía de «matón insultante y violen-
to» en una casa de juego, recién llegado de Cuba. En la Salamanca de los suble-
vados nuestro hombre oficiaba de mandamás y les alojó en casa de Manuel
Frutos, «socialista, hombre de izquierdas, a quien Diego Martín Veloz había
salvado la vida, metiéndolo en la cárcel para protegerle» (La dulce España.
Memorias de un niño partido en dos, Tusquets, Barcelona, 2000, pp.162-188,
las citas en pp.163 y 168-169).
13. Una de las hijas de este ferroviario, Elisa Núñez Sánchez, me recibió con suma
cordialidad en su casa de Moríñigo (Salamanca), el 11 de septiembre de 2006,
y me proporcionó copias de algunas piezas del proceso y de las cartas mencio-
nadas.
14. Conversación mantenida el 3 de febrero de 2006.
15. Una versión muy ampliada de este trabajo, con el título «Diego Martín Veloz
(1875-1938). Historia de un golpista», se publicará en Alcores. Revista de His-
toria Contemporánea, en uno de los números correspondientes a 2007.
16. Sobre Agustín Martín Veloz (c. 1894-1934) véase el hermoso panfleto de Ma-
nuel Navarro Luna, Martinillo, La Habana, 1949, donde se incide en las face-
tas humana, intelectual y política del personaje.
17. Archivo General Militar, 1ª M, 1024/54, sin foliar, de donde proceden todos
los datos y citas que figuran a continuación.
18. Prestó un total de servicios de 2 años, 8 meses y 26 días, de los que sólo fueron
efectivos 1 año, 4 meses y 13 días.
19. En concreto, la cruz del mérito militar de 1.ª clase con distintivo rojo, por su ac-
tuación en una acción de guerra sucedida el 30 de junio de 1895.
20. La coincidencia en Cuba pudo producirse en cuanto a las fechas pero no es pro-
bable que un oficial voluntario y de baja graduación consiguiera intimar con
oficiales de academia, brillantes y bien relacionados. Miguel Primo de Rivera
(1870-1930) estuvo, en efecto, en Cuba desde abril de 1895 hasta febrero de
1896 como ayudante del general Martínez Campos; participó con valor en di-
versas acciones de guerra, también en la zona de Manzanillo, por las que sería
ascendido a comandante (Ana de Sagrera, Miguel Primo de Rivera. El hombre,
el soldado y el político, Ayuntamiento, Jerez de la Frontera, 1973, capítulo 4).
Por su parte, Gonzalo Queipo de Llano (1875-1951) estuvo también en la isla
algo más de dos años, entre mayo de 1896 y octubre de 1898, y regresó reitera-
damente condecorado y ascendido de segundo teniente a capitán (Ana Quevedo
y Queipo de Llano, Queipo de Llano: gloria e infortunio de un general, Planeta,
Barcelona, 2001, pp. 44-59). Los descendientes (véase nota 5) mencionan tam-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 425

notas. capítulo 8 425

bién relaciones con los generales Silvestre, Cabanellas y Goded, así como con el
padre del general Mola, oficial del ejército destacado en Cuba. Y hacen especial
hincapié, con detalles y mención de testigos, en las frecuentes estancias de Pri-
mo, y también de Queipo, en Cañadilla, la finca armuñesa que Martín Veloz
compró en 1917, en las que no primaba por cierto el sosiego y el recogimiento, y
sí las carreras de caballos, cruzándose apuestas, y las grandes timbas al póquer.
21. I. Prieto, De mi vida..., p. 184. Por las duras páginas que el veterano político socia-
lista dedicó a Martín Veloz desfilan los nombres de los generales Queipo de Lla-
no, Primo de Rivera, Goded, Fernández Silvestre, Burguete, y del coronel Páez Ja-
ramillo.
22. J. Venegas, Andanzas..., p. 76. O este otro texto, que incide en su vinculación
con los militares y plasma su proximidad al personaje: «Su casa estaba siempre
llena de militares. Allí conocí a Queipo de Llano, que me pareció un animal; a
Goded, que me dió una sensación muy desagradable de frialdad y disimulo, y a
otros muchos. También iban abundantes curas y frailes, aunque Veloz no disi-
mulaba su ateísmo, ni contenía sus blasfemias», ibíd., pp.88-89.
23. Véanse los números correspondientes a los meses de febrero, sobre todo, y tam-
bién marzo de 1924. En uno de ellos, el correspondiente al de 17 de febrero, un
capitán de caballería, Gonzalo de Aguilera Munro, conde de Alba de Yeltes, re-
cién llegado de Inglaterra, visitaba al herido y se ponía «incondicionalmente» a
disposición de su familia. Sobre las siniestras andanzas del conde en la guerra
civil Paul Preston ha escrito un brillante trabajo, «Los esclavos, las alcantarillas
y el capitán Aguilera. Racismo, colonialismo y machismo en la mentalidad en
el cuerpo de oficiales nacionales» en Javier Muñoz Soro, José Luis Ledesma y
Javier Rodrigo, coordinadores, Culturas y políticas de la violencia. España si-
glo XX, Siete Mares, Madrid, 2005.
24. Véase la nota 17.
25. Su esposa, que le sobrevivió muchos años, se llamaba María Aliste Arín, y era
hija de un sargento de Alabarderos que convivió con el matrimonio y con el que
Veloz mantuvo con frecuencia relaciones tormentosas. Algunos datos al res-
pecto en A. Martín Esteban, Memorias..., fols. 50 y ss. Sobre el carácter de esta
mujer y sobre su relación matrimonial con Martín Veloz, J. Venegas nos ha de-
jado algunas páginas excelentes que describen actitudes «del más bárbaro es-
poso español», Andanzas..., pp. 92-94.
26. De los reiterados arrestos militares que sufrió ya he dado cuenta en otro lugar de
estas páginas. I. Prieto se equivoca en cuanto al lugar al afirmar que «desembar-
có sin una peseta en Santander» y da cuenta en un jugoso párrafo de que allí fue
procesado, y absuelto, por asesinato de un competidor suyo en baraterías, lo
que indica que desde su llegada a la Península se metió en este turbio negocio.
No deja de señalar que en el proceso testificaron a su favor «guerreras galonea-
das y entorchadas» (De mi vida..., p. 184). Como hemos visto, J. de Armiñán ra-
tifica la existencia del proceso de Santander (La dulce España..., p. 163). Tam-
bién respecto a estos primeros años de siglo, con más que probable veracidad
pero sin demasiadas precisiones, su primo A. Martín Esteban nos da cuenta de
su situación económica paupérrima, viviendo a cuenta de parientes en Salaman-
ca y en Villaverde, de sus broncas y bravuconadas, de sus trapicheos y negocios
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 426

426 esta salvaje pesadilla

ruinosos, y, ya entonces, de sus andanzas por los garitos de los pueblos de La


Armuña (Memorias..., fols. 42-58).
27. J. Venegas, por quien Veloz sentía «una fuerte simpatía», y que le trató en Ma-
drid y acabó trabajando para él cerca de un año en La Voz de Castilla, escribe:
«Cuando conoció el juego sufrió algo así como un deslumbramiento. Juzgó que
aquél era un medio fácil de tener dinero». Alude a que logró una enorme suma
desbancando el casino de Montecarlo y afirma que «era en aquel tiempo ban-
quero de varias casas de juego en España; al parecer, sus ingresos excedían de mil
duros diarios, que materialmente derrochaba» (Andanzas..., pp. 75-76). I. Prie-
to, con quien nuestro protagonista tuvo duros enfrentamientos en el Congreso
antes de la dictadura de Primo, afirma que «llegó a monopolizar los juegos de
azar en Castilla la Vieja. Toda chirlata de Salamanca, Valladolid, Zamora y Pa-
lencia le pertenecía» (De mi vida..., p.185). Sus descendientes ratifican esta dedi-
cación e incluso la extienden a casinos en Santander y en Barcelona (véase n. 5).
28. Debo este dato al Prof. Santiago Díez Cano. Procede del Archivo Histórico
Municipal de Salamanca en el que figura un listado de mayores contribuyentes
correspondiente a ese año, y elaborado a efectos electorales. En él aparecía Ve-
loz en primer lugar, con más de 5.500 pesetas de contribución directa anual.
29. La zona a la que me refiero es un amplio triángulo, situado al norte de la ciu-
dad, y limitado hoy por las avenidas de Gran Capitán y de Torres Villarroel y
por el cuartel General Arroquia, que acoge en la actualidad a un regimiento
de ingenieros. Entonces era poco más que campo, situado en las afueras de la
llamada puerta de Zamora, en el camino que llevaba al convento de Capuchi-
nos y al vecino pueblo de Aldeaseca de Armuña. En escritura de 23 de sep-
tiembre de 1927, ante Jesús Veiga Neira, uno de los notarios de la ciudad,
Veloz hipotecó buena parte de estas fincas, catorce en concreto, que allí se
describen, a favor de la Caja de Ahorros de Salamanca por un préstamo de
algo más de 500.000 pesetas. He podido manejar el documento gracias a la
amabilidad de Restituto Aparicio, notario archivero de Salamanca. Hay co-
piosa información sobre este parque de casas y solares en el Archivo del Re-
gistro de la Propiedad n.º 1 de Salamanca, fincas n.º 8.866, 12.226 y 7.338,
cuyo titular, José María Gómez Valledor, viene facilitando con gran cordiali-
dad mis investigaciones.
30. Nuestro hombre compró Cañadilla en agosto de 1917, con una extensión inicial
de unas 40 ha. En el transcurso de los años siguientes, en especial entre 1921 y
1924, fue adquiriendo hasta 166 pequeñas fincas y prados, limítrofes con aquel
núcleo inicial. Todo el conjunto venía a sumar unas 150 ha. Había allí— aparte
de una casa para el dueño que, por lo que veo en la documentación, no debía de
ser una mansión— amplias instalaciones agropecuarias y la correspondiente ma-
quinaria, incluido un molino para trigo. Veloz instaló en la finca, con los perti-
nentes permisos administrativos, una central eléctrica que suministraba fluido a
cinco pueblos de los alrededores, incluido Villaverde de Guareña. Además, puso
en regadío unas 3/4 partes de la superficie embalsando a estos efectos el arroyo
Guareña que nace en el paraje. Todos estos datos proceden de la rica informa-
ción registral de la finca que se encuentra en el Archivo del Registro de la Propie-
dad n.º 2 de Salamanca, finca n.º 1.616. Y, muy en especial, de la escritura de ma-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 427

notas. capítulo 8 427

nifestación y adjudicación de la herencia de Martín Veloz (Salamanca, 27-octu-


bre-1938, ante Jesús Veiga Neira). Expreso de nuevo mi agradecimiento a los
sres. Gómez Valledor y Aparicio. Pretendiendo situarme en este escenario, en la
tórrida tarde del 8 de julio de 2006, visité la propiedad acompañado por José
Luis del Rey, alcalde de Villaverde de Guareña, que antes me había enseñado el
pueblo. Allí nos atendieron con extrema amabilidad Juan Hernández Rodrí-
guez, el encargado de la finca desde hace unos cincuenta años, y su esposa, Eva
Calvo González, y pude comprobar la exactitud de lo que queda reflejado y las
huellas de Veloz en edificios e instalaciones agropecuarias, pese al inexorable
paso del tiempo. Según nos relató Juan, María Aliste, la viuda de Veloz, seguía
pasando temporadas en Cañadilla, acompañada en ocasiones por otra viuda, la
de Queipo de Llano, y allí murió en 1965. Quede constancia aquí de mi agradeci-
miento a todos ellos, alcalde y encargados.
31. Las abundantes páginas que J. Venegas dedicó a Martín Veloz están llenas de
anécdotas y detalles sobre aquella personalidad desbordante y absolutamente
estrafalaria. En cuanto al periódico, su andadura no debió de llegar a los cuatro
años. En diversos pasajes, Venegas se refiere a las pérdidas «enormes» que pro-
ducía, y no descarta que el propio Veloz incendiara las instalaciones para co-
brar el seguro, Andanzas..., pp. 77, 87 y 103.
32. Por lo que se refiere a Cañadilla, el buque insignia de su patrimonio, cuyo nú-
cleo central Martín Veloz adquirió en 1917, estuvo afectada por cinco présta-
mos hipotecarios por importe total de 880.000 pesetas, dos de los cuales fue-
ron cancelados a su muerte; el más importante fue el de 1931 por importe de
460.000 ptas. (Archivo del Registro de la Propiedad n.º 2 de Salamanca, finca
n.º 1.616). En cuanto al parque de solares y viviendas de Salamanca, el importe
total de las hipotecas que lo gravaban ascendió a 665.000 pesetas, alguna de
ellas cancelada en 1954 (Archivo del Registro de la Propiedad n.º 1 de Sala-
manca, fincas n.º 8.866, 9.338 y 10.018 respectivamente).
33. En la escritura de testamentaria, realizada por María Aliste en octubre de
1938, a los pocos meses de la muerte de su esposo, (véase nota 30), el patrimo-
nio de éste-Cañadilla y sus instalaciones, más doce casas en la zona de Gran
Capitán, de Salamanca— se valoraba en 1.377.778 ptas. Y el pasivo, integrado
por 16 créditos, ascendía a 1.589.105 pts.
34. Para la política salmantina en la crisis de la Restauración, cuestión de «caci-
ques, dinero y favores», como ellos mismos la titulan, Santiago Díez Cano y Pe-
dro Carasa Soto, Historia de Salamanca..., V, pp. 136-145 donde dedican algu-
na atención a nuestro hombre y su irrupción política. En cuanto a los concretos
resultados electorales obtenidos por Veloz, figuran los siguientes en el Archivo
del Congreso de los Diputados: en 1919, 7.677 votos, siendo los votantes
10.544 y 12.976 los electores; en 1920, 6.789, 9.459 y 12.928 respectivamen-
te; en 1923, en el distrito de Peñaranda, 5.074 votos, con 9.658 votantes y
12.176 electores (Documentación Electoral, 135, n.º 37).
35. Este sesgo populista agrario impregna la trayectoria de La Voz de Castilla, el
periódico de Veloz, cuyo significativo subtítulo era el de «defensor de los inte-
reses agrarios» y que alardeaba de tener 296 corresponsales en la provincia. A
lo largo de 1923 abundan en este diario las informaciones sobre las actividades
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 428

428 esta salvaje pesadilla

de la Liga de Agricultores, organización que articulaba los apoyos campesinos


a nuestro personaje, y de la que acabó separándose al tiempo que anunciaba su
retirada de la política (El Adelanto, 29-X-1923). En los números de La Voz co-
rrespondientes a los últimos meses de 1923, por los que arranca la colección
que conserva la Biblioteca General de la Universidad de Salamanca, no son es-
casos los editoriales dedicados a los temas del campo, siempre desde la perspec-
tiva apuntada. Y cuando—, tras la agresión armada que sufrió Veloz en el Ca-
sino de Salamanca, el 29 de enero de 1924, y a la que ya he hecho alusión, las
páginas de La Voz se llenen durante semanas de listados de adhesiones a su
causa, junto a las firmas de militares, destacan con mucho las provenientes de
los pueblos de la provincia, que dan una buena idea (incluso contando con ma-
nipulaciones) de la red de apoyos con que llegó a contar en la geografía salman-
tina. De unos 385 municipios que forman el mapa provincial se recibieron fir-
mas, en mayor o menor medida, de 189 de ellos, sin contar las provenientes de
otros 28 núcleos de población que no aparecen en dicho listado.
36. Ya conocemos el carácter pendenciero de que dio muestras desde joven. Desta-
co ahora el incidente que provocó en el café Regina de Madrid, el 6 de abril de
1923, a los pocos días de las elecciones, insultando y tratando de agredir a Juan
Mirat (El Adelanto, 7-IV-1923). O el que tuvo con el rector de la Universidad,
Enrique Esperabé de Arteaga, el 6 de mayo de 1923, en la antesala del despa-
cho del ministro de la Gobernación, de nuevo con insultos e intentos de agre-
sión por parte de Veloz (El Adelanto, 6-V-1923). Probablemente como res-
puesta, el rector salmantino ignoró a nuestro protagonista en sus libros
destinados a hechos y personajes de la Salamanca de entonces (Efemérides sal-
mantinas. Historia de la ciudad en la época contemporánea. Fechas principa-
les, hechos notables, sus hombres, Salamanca, Imp. Núñez, 1933. Diccionario
enciclopédico, ilustrado y crítico de los salmantinos ilustres y beneméritos. Ma-
drid, Gráficas Ibarra, 1952, donde sí tiene entrada Mirat, que derrotó a Veloz
en las elecciones de 1923). O, como nos cuenta J. Venegas de primera mano, la
excentricidad, desde luego provocadora, de poner de nombre Unamuno a un
burro garañón que tenía en Cañadilla (Andanzas..., p. 96).
37. De sus broncas y rifirrafes en el Congreso, y alguna también en el Senado, amagan-
do a veces con usar la pistola, nos informa con detalles I.Prieto que las presenció
(De mi vida..., pp. 188-191). La intervención que destaco en el texto se produjo, al
filo de un incidente con el diputado Layret, en la sesión de 7 de agosto de 1919
(Diario de Sesiones del Congreso, loc. cit., pp. 853-854). Por lo demás, en el índice
del Diario correspondiente a la legislatura de 1923, p. 348, veo que tenía sendos su-
plicatorios pendientes contra él por los delitos de atentado contra la autoridad y sus
agentes y de desacato. Transcurrido, pues, casi un cuarto de siglo desde su llegada a
España, no había perdido su condición de incorregible camorrista.
38. Una vez más contamos con el valioso testimonio de J. Venegas que aprecia indi-
cios de que la relación entre el general y el antiguo teniente se había deteriorado
cuando aquél se convirtió en dictador. Primo «al que (Veloz) había facilitado di-
nero en múltiples ocasiones... cuidó de que no constara entonces públicamente
esa amistad» y encargó a su ayudante, el comandante Fidel de la Cuerda, tam-
bién muy amigo de nuestro hombre, que contestara al telegrama de felicitación
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 429

notas. capítulo 8 429

por su acceso al poder. También fue este comandante el que se interesó por su
estado, en nombre del dictador, a raíz del atentado del Casino referido ya en es-
tas páginas (Andanzas..., pp. 91 y 101-102).
39. Ni siquiera a escala de los cargos locales, municipales o provinciales, en Sala-
manca, al menos en los primeros años de la dictadura, como demuestra Carlos
Ernesto Hernández Hernández, Directorio militar y elites políticas en Salaman-
ca, memoria de licenciatura inédita, Universidad de Salamanca, 1997. No hay en
este trabajo ni una sola mención a Martín Veloz, no así respecto a Venegas que es
citado como director de La Voz de Castilla en aquel tiempo (ibid., pp. 71-72).
40. José Luis Rodríguez Jiménez, Historia de Falange Española de las JONS,
Alianza, Madrid, 2000. «Mirando al Duce» es el título de su capítulo I.
41. Según la correspondiente crónica, Alfonso XIII se mostró encantado con el
triunfo del fascismo en Italia y, al parecer, pronunció una frase que admitía va-
rias lecturas: «Este es mi Mussolini» (La Voz de Castilla, 24-noviembre-1923).
42. A los pocos meses, en abril de 1924 recibió un homenaje cerca de Abusejo, uno
de los pueblos del distrito, al que Veloz no pudo asistir por encontrarse todavía
convaleciente de las heridas sufridas en el Casino de Salamanca, y que fue am-
pliamente cubierto por su periódico (La Voz de Castilla, 25, 27 y 19-abril-
1924). Como es sabido, a raíz del advenimiento de la República, fue nombrado
jefe de la 1.ª División Orgánica con sede en Madrid. Es decir, se le puso al fren-
te de la guarnición de la capital.
43. El escaso éxito electoral de Martín Veloz y de Queipo de Llano se comprueba
en el cuadro 1 del Capítulo 1.
44. Todos estos planteamientos, con las consabidas proclamas de «amor a España,
a la Monarquía, a su glorioso y sufrido Ejército, y a sus tradiciones igualmente
gloriosas», se recogen en sendas cartas abiertas que Veloz dirigió a Eduardo Ji-
ménez del Rey, director de La Gaceta Regional, y que él mismo envió a El Ade-
lanto donde fueron publicadas (28-I-1936 y 9-II-1936).
45. Como no podía ser de otra forma, se ha respetado al máximo el sentido del tex-
to precedente. No obstante, se han señalado determinados pasajes no fácilmen-
te comprensibles y, también a estos efectos, se ha mejorado en ocasiones la or-
tografía.
46. Probablemente se trata del coronel Puigdengolas que dirigía las fuerzas de la Re-
pública frente a Yagüe —en Badajoz, en agosto de 1936— y que consiguió huir a
Portugal (Hugh Thomas, La guerra civil española, Urbión, Madrid, II,p. 246).

9. Casto Prieto Carrasco, alcalde de Salamanca

1. L. González Egido, Agonizar en Salamanca. Unamuno (julio-diciembre 1936),


Alianza, Madrid, 1986, p. 57.
2. Registro Civil de La Orbada, tomo 11, p. 100.
3. Información de Luis Calvo.
4. Testimonio de Juan Crespo, estudiante (monárquico), en Ronald Fraser, Re-
cuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la guerra civil española. Críti-
ca, Barcelona, 1979, t. I, p. 237.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 430

430 esta salvaje pesadilla

5. En el célebre acto del Paraninfo la mujer de Franco pidió a Juan Crespo que
protegiera a Unamuno mientras unos soldados contenían a culatazo limpio a
los más exaltados, Francisco Blanco Prieto, Miguel de Unamuno. Diario Final,
Globalia Ediciones Anthema, Salamanca, 2006, p. 660.
6. Estos párrafos no tienen más intención que la de ofrecer algunos rasgos biográ-
ficos que hagan más comprensible el sentir de las páginas que escribió los últi-
mos días de su vida. No es el momento de presentar una biografía apresurada
porque el protagonismo de este capítulo lo tienen sus escritos de la cárcel. Por
otra parte, L. Sánchez Granjel ya ofreció su estampa humana y profesional en
Casto Prieto Carrasco, Dos estudios sobre la enseñanza de la medicina en la
Universidad de Salamanca. ed. de L. Sánchez Granjel, Ediciones Universidad
de Salamanca, Salamanca, 1986, pp. 11-17.
7. Según el diario familiar donde Casto Prieto anotó los principales aspectos for-
males o informales de su vida hasta 1924; los párrafos que cito pueden estar es-
critos hacia 1918, una fecha sujeta a revisión.
8. Como si estuviera pensando en advertencia para historiadores, añade: «aunque
este libro no sea de comentario, sino de fechas y datos, bueno es quede consig-
nado esto para que no se tuerza nunca la verdad de las cosas que no pueden sa-
carse sólo de los hechos sucedidos en la vida oficial de un individuo».
9. En el curso 1903-1904 murió su abuela paterna, «quedando sólo en el mundo
con mi única hermana y 2 pesetas diarias por todo recurso».
10. La movilización del joven Villalobos ante estos sucesos le llevó por primera vez
a la cárcel. A. Rodríguez de las Heras, Filiberto Villalobos. Su obra social y po-
lítica 1900-1936, Salamanca, 1985, p. 81. Jean Claude Rabaté «Filiberto Vi-
llaobos y la Unión Escolar», R. Robledo (coord.), Sueños de concordia. Filiber-
to Villalobos y su tiempo histórico, Caja Duero, Salamanca, 2005, pp. 97-105.
11. Filiberto Villalobos apuntó en su felicitación: «La mayor lección de Prieto Ca-
rrasco es su propia vida, de hombre austero y bueno, de voluntad resuelta, de
amor al trabajo, de lealtad para las ideas», El Adelanto, 18-II-1928.
12. Véase el capítulo de J. Infante.
13. El Adelanto 5-I-1920.
14. El Adelanto 29-I-1924. A la conferencia asistió Unamuno que arremetió contra
las instituciones que se crearon para hacer pobres, no para acabar con ellos, y
felicitó al conferenciante.
15. Véanse sus estudios sobre historia de la medicina recogidos en el volumen cita-
do en la nota 6.
16. Acción Republicana contaba con 3.500 afiliados y 90 comités locales, y se
constituyó el 19 de febrero de 1933; fue nombrado presidente C. Prieto, y vice-
presidentes F. Ruipérez y J. Sánchez Gómez, El Adelanto 21-II-1933. Otros
cargos desempeñados fueron el de presidente de la Agrupación de Jurados
Mixtos de Trabajo de Siderurgia y Metalurgia y derivados (agosto de 1934), y
en julio 1935 el de médico supernumerario de la Compañía de Ferrocarriles del
Oeste, sin sueldo, afecto al Gabinete Sanitario de la División de Sanidad.
17. El Adelanto, 27-VII-1932, p. 3. El alcalde dedicó un recuerdo a M. Arés y a
Dorado Montero entre otros.
18. Del relato de la destitución da cuenta con detalle Manuel Fernández Trillo
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 431

notas. capítulo 9 431

«Octubre de 1934: Salamanca» en Salamanca. Revista Provincial de Estudios


n.º 22-23, 1987, pp. 179-247.
19. Fue elegido por 18 votos y una abstención. El tono de su discurso fue concilia-
dor, dispuesto a continuar la obra iniciada el 12 de abril de 1931 hasta el 6 de
octubre de 1934. El Adelanto 23-II-1936.
20. C. Prieto Carrasco, «Las purificaciones en 1824», La Semana. Revista de Sala-
manca, n.º 1, 17-II-1924, p. 1; el redactor literario de la revista era Francisco
Bravo (!). Clemente Carrasco había sido represaliado también en 1815; para el
contexto de la represión que afectó a los profesores liberales de la Universidad,
R. Robledo (coord.), Historia de Salamanca. Siglo Diecienueve. CES, Salaman-
ca, 2001, pp. 113-118. Comenta Lafuente, «Soldados, simples paisanos, muje-
res del pueblo, acusados de haber dado algún viva a la Constitución o hablar
a favor de Riego eran sentenciados a las más atroces penas...», M. Lafuente,
Historia general de España, Montaner y Simón, Barcelona, 1930,Tomo 19,
pp. 158-150. Para la violencia de esta etapa J. Fontana, De en medio del tiem-
po, Crítica, Barcelona, 2006, pp. 85-99.
21. La Gaceta Regional, 30-VII-1936. Apareció en la sección «Veleta al viento».
22. Debemos agradecer una vez más a Casto Prieto López, en representación de la fa-
milia de Don Casto Prieto Carrasco, su generosidad para la publicación de estos
escritos. Para verificar la identidad de algunos presos citados por Prieto, S. Delga-
do me ha proporcionado la información del archivo informático llamado CIS-
VICTORIA que la Dirección General de Instituciones Penitenciarias facilitó a la
Asociación Salamanca Memoria y Justicia en 2005. Más información sobre ese
archivo informático en el capítulo de S. López y S. Delgado. Véase nota 156 en ca-
pítulo 4.
23. En 1935 recorrió diversas ciudades europeas para preparar su ponencia en el
Congreso de Historia de la Medicina; se dispone de una foto de su estancia en
Venecia.
24. Catedrático de la Facultad de Medicina. Medicina Interna, Rayos X. Consulta
Diaria y la dirección de Paseo Carmelitas, 21.
25. Manuel de Alba Ratero, obrero ferroviario, diputado provincial y dirigente de
la UGT. Fusilado por consejo de guerra el 20 de junio de 1937. J.L. Giménez
Lago, «Crónica triste, pero historia», Salamanca: revista provincial de estu-
dios, 1991, n.º 27-28, pp. 227-239.
26. José Andrés Manso (1896-1936), presidente de la Federación Obrera, diputa-
do del PSOE en las Cortes de 1933 y 1936.
27. Julián Montero Pérez, «el Chirri». Expediente de la cárcel: 2514. Entra en
1936 y sale en 1937.
28. Véase el anexo 3 del capítulo 4, «La prisión provincial de Salamanca» para la
exactitud de las medidas y otros detalles.
29. Tiburcio Bernal Garduño. Expediente de la cárcel: 24604. Entra en 1936 y sale
en 1944.
30. Puede ser Manuel Laguna Heredia. Expediente de la cárcel, 1395. Entra y sale
en 1936.
31. Valverde del Fresno (Cáceres) donde estaban su mujer y sus tres hijos Manuel,
Alberto y Dolores; el día 30 de julio el gobernador civil autoriza el traslado de
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 432

432 esta salvaje pesadilla

la familia a Salamanca, instando al jefe de la Comandancia de la Guardia Civil


que facilite al chófer la gasolina necesaria.
32. Joaquín Gaite Veloso, catedrático de Instituto de Ciudad Rodrigo, fusilado el
30 de agosto.
33. Aristóteles González Riesco, de Ciudad Rodrigo, gestor de la Diputación, fusi-
lado el 30 de agosto.
34. Luis Sánchez Rivera, agente de vigilancia, de 43 años, natural de Peñaranda y
vecino de Ciudad Rodrigo, fusilado por consejo de guerra el 30 de agosto. Sin
número de expediente.
35. Cuando ingresaban en la cárcel Andrés Manso, Prieto Carrasco, Paredes, Alba
y otros, abandonaron la prisión los falangistas que allí estaban detenidos, E. de
Sena, «Guerra, censura y urbanismo: recuerdos de un periodista, 1936-1953»,
R. Robledo (coord.), Historia de Salamanca, volumen V, Centro de Estudios
Salmantinos, Salamanca, 2001, p. 327.
36. Casimiro Paredes Mier, concejal del ayuntamiento de Salamanca, obrero, ase-
sinado tras una saca de la cárcel el 30 de julio de 1936, en la dehesa de Valpa-
raíso, ya en la provincia de Zamora.
37. Su hijo tal vez sea Victoriano Paredes Iglesias (es el único Paredes de primer
apellido que ingresa en 1936, además de Casimiro). Expediente de la cárcel:
26266. Sale en 1947.
38. Luis Domínguez Guilarte, estuvo en la cárcel hasta 1938. Responsable en Sala-
manca del Instituto de Reforma Agraria. Ayudante de clases prácticas de la fa-
cultad de Derecho. A partir del 26 de octubre de 1931 se encarga de la cátedra
de Derecho romano de la que es titular Wenceslao Roces, en excedencia. El 1
de diciembre del 36 se le comunica su suspensión de empleo y sueldo como au-
xiliar temporal. El 1 de octubre de 1946 el rector le comunica que se le levanta
la sanción. Expediente AC 1201/4, AUS.
39. Francisco Diego y Diego. Expediente de la cárcel: 2451. Según CIS-VICTO-
RIA, sale en 1937. Fue sometido a juicio militar en 1937, y por tanto no parece
probable que le dejaran en libertad provisional; pero se trata sólo de una supo-
sición
40. Es probable que sea Teodoro Escalona Ruiz (sólo hay dos Escalona en CIS-
VICTORIA, el otro entra en 1938). Expediente de la cárcel: 12037. Entra en
1936 y sale en 1939.
41. Posiblemente, como ocurrió con Villalobos, se buscaron excusas contables
para amparar otras motivaciones de encarcelamiento...
42. Gerardo Manuel Arce Sáinz, Expediente de la cárcel: 22189, estuvo en la cárcel
hasta 1946.
43. Vicepresidente de Acción Republicana. A la represión sufrida por los Ruipérez
de Peñaranda se alude en el capítulo de S. López y S. Delgado.
44. José Delgado Romero, expediente de la cárcel 1960; salió de la cárcel en 1936;
republicano y médico titular de El Pedroso, uno de los personajes históricos que
aparecen en la novela La grama de A. Salgado, véase el capítulo de J. Infante.
45. Es probable que sea José Fernández de las Cuevas. Expediente de la cárcel:
2579. Según CIS-VICTORIA, entra en 1936 y sale en 1937.
46. Pablo Sotés Potenciano, concejal, era profesor de la Escuela Normal, estuvo en
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 433

notas. capítulo 10 433

la prisión provincial hasta 1941. Fue cesado por el gobernador civil el 20 de


agosto de 1936.
47. Es probable que sea Laurentino González Angoso (de todos los González que
entran en 1936, es el único cuyo nombre acaba en Tino). Expediente de la cár-
cel: 1713. Según CIS-VICTORIA, sale en 1936.
48. Tomás Marcos Escribano, diputado en 1931; impulsor de la reforma agraria
desde posiciones de centro y presidente de la Liga de Agricultores (capítulo 1).
La llegada de la República tuvo en Unamuno, Prieto y Marcos Escribano a los
principales protagonistas. Casto Prieto se convirtió en gobernador civil mien-
tras que Tomás Marcos Escribano asumió la presidencia de la Comisión Gesto-
ra de la Diputación Provincial y Unamuno concejal por la Conjunción procla-
mó con don Casto la República desde el balcón del Consistorio, cfr. capítulo 1.
49. En lo más alto de la espadaña de la plaza Mayor, se coloca todos los años a me-
diados de agosto una veleta con silueta de toro, la popular Mariseca, que anun-
cia la celebración de las ferias de septiembre.
50. Junto a Unamuno, Miguel Iscar Peyra formó parte del nuevo Ayuntamiento,
presidido por el comandante Francisco del Valle. Vicepresidente de la derecha
Autónoma Salmantina, encuadrada en la CEDA, había sido alcalde de Sala-
manca en la Dictadura de Primo de Rivera y cuando fue depuesto el consistorio
del 12 de abril de 1931 con motivo de la revolución de octubre en 1934, cfr. los
capítulos 1 y 4.
51. José Sánchez Gómez, uno de los personajes más populares de Salamanca, re-
dactor y cronista taurino de El Adelanto era invitado a dar conferencias, por
ejemplo, cuando se acercaba la semana grande de Bilbao. Pero también se en-
cargaba de otro tipo de crónicas académicas o políticas, y en artículo premoni-
torio advirtió que el periodista F. Bravo pasaría algún día de la palabra —apo-
logía del fascismo— a los hechos. El Timbalero fue asesinado en la madrugada
del 21 de diciembre de 1936. C.M. Perelétegui, José Sánchez Gómez «El Tim-
balero» (ensoñación biográfica), Anthema Edciones, Salamanca, 2002. «¿Qué
crimen se vindicó con el sacrificio de Pepe Sánchez Gómez, El Timbalero, po-
pular crítico taurino de El Adelanto? Ser amigo mío» dijo Indalecio Prieto. Era
vicepresidente 2.º de Acción Republicana en 1933.
52. Pueblo con estación de tren a unos 25 kilómetros de Salamanca; probablemen-
te eran vecinos de Cantalpino, Villoria y otros pueblos de la zona que fueron
muy castigados por la represión.

10. Desventuras del ex ministro Villalobos

1. Entrevista publicada en Mundo Gráfico, citada por Antonio Rodríguez de las


Heras, Filiberto Villalobos. Su obra social y política 1900-1936, Centro de Es-
tudios Salmantinos, Salamanca, (1985), p. 315.
2. Luciano González Egido, Agonizar en Salamanca. Unamuno. Julio-diciembre
1936, Alianza editorial, Madrid, 1986, pp. 49-50.
3. Luciano González Egido, op. cit., p. 43.
4. Según nota dirigida a Cibrán (Ramón Cibrán Finot, nuevo presidente de la Di-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 434

434 esta salvaje pesadilla

putación), que, según R. Roblado, conserva la familia de Prieto Carrasco, Vi-


llalobos da información de la familia de don Casto que ha de trasladarse desde
Valverde del Fresno, véase el capítulo 9.
5. Luciano González Egido, op. cit., pp. 66, 68. Josefina Cuesta Bustillo, «El es-
pacio y el poder en Salamanca al comienzo de la guerra civil (1936)», en Sala-
manca, Revista de Estudios, Diputación Provincial, Salamanca, n.º 40 (1997),
pp. 381-382.
6. «Instancia de F. Villalobos al General Comandante Militar de la provincia de Sa-
lamanca», Prisión Provincial de Salamanca, 17 de septiembre de 1936, véase el
anexo 2 del capítulo 1. La memoria familiar recuerda: «Utilizaron, como disculpa
para su detención, unos papeles que aparecieron en uno de los cajones de la mesa
del Jefe de la Sección del Retiro Obrero —que aunque ocupaba una dependencia
de la Caja de Previsión (dirigida por D. Filiberto Villalobos), dependía de la Dele-
gación de Trabajo. Estaba al frente de la misma D. Leandro Sánchez Gómez, dete-
nido el 21 de julio por ser elemento activo de las juventudes comunistas y que fue
paseado al día siguiente». «D. Filiberto Villalobos en la cárcel, por tercera vez», p.
3. Notas mecanografiadas de D. Enrique Villalobos, cedidas amablemente por él,
al que agradecemos vivamente la documentación y toda la información oral pro-
porcionada. Entrevista realizada en Salamanca el 6 de octubre de 2004.
7. AHN. Sección Fondos Contemporáneos, Ministerio de la Gobernación, Jefatu-
ra del Servicio Nacional de Seguridad, Investigación y Vigilancia, Expediente
de Filiberto Villalobos: Informe del Comisario Jefe de Salamanca, 4 octubre
1939. Caja 424, Expediente 86.432. Texto mecanografiado.
8. Sentencia dictada por la Audiencia Provincial, en Salamanca a 23 de octubre de
1942, Expediente 817 de 1940, de la Comisión de Incautación de Bienes del Estado.
9. «Instancia de F. Villalobos al General Jefe de los Ejércitos del Norte», Hospital
Provincial, noviembre 1936. Ver también «Instancia de F. Villalobos al Gene-
ral Comandante Militar de la provincia de Salamanca», Prisión Provincial de
Salamanca, 17 de septiembre de 1936. Ambas conservadas en el Archivo Villa-
lobos y cedidas amablemente por D. Enrique Villalobos.
10. Archivo Villalobos, Instancia de D. Filiberto Villalobos, Instancia cit., 17 sep-
tiembre 1936.
11. AHN. Sección Fondos Contemporáneos, Ministerio de la Gobernación. Servi-
cio Nacional de Seguridad, Investigación y Vigilancia. Comisaría de Salaman-
ca: Ficha de filiación de Filiberto Villalobos González de 4 de octubre de 1939.
Caja 424, Expediente 86.432.
12. Escrito que Filiberto Villalobos envía al Excmo. Sr. General Comandante de la
Provincia de Salamanca el 17 de septiembre de 1936 (Archivo familiar. Texto
mecanografiado).
13. Ignacio Díaz de Aguilar y Elízaga: «Justicia Militar en la España Nacional: 2.
Instituciones», en Varios Autores, Justicia en Guerra. Jornadas sobre la Admi-
nistración de Justicia durante la Guerra Civil Española: Instituciones y Fuentes
Documentales, Ministerio de Cultura. Madrid, 1990, p. 397.
14. Sentencia dictada por la Audiencia Provincial, Sentencia cit., folio 1v.
15. Archivo General de la Administración (AGA), Sección Justicia, Franquicia de co-
rreos entregando pliegos al Presidente del Tribunal Nacional de Responsabilida-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 435

notas. capítulo 10 435

des Políticas. San Sebastián, 25-08-1939, Anexo 3: «Listado Expedientes de res-


ponsabilidad Civil examinados por la Comisión Nacional de Incautación de Bie-
nes (Salamanca)», en esta fecha ya aparece F. Villalobos con la propuesta de
«ninguna» sanción. Ya estaba pagada. Caja 75/1247. La caja 75/1275 del Tribu-
nal de Responsabilidades Políticas, en la que se contiene la «Relación de sancio-
nados por responsabilidades Políticas que desempeñaron cargo de Ministro». Y
en la caja 75/1287, con fichas de expedientados por Responsabilidades Políticas
(1940-1952), en las que aparecen las grandes figuras políticas de la República no
consta Filiberto Villalobos. Ver también algunas multas en Santiago López Gar-
cía, y Severiano Delgado Cruz, Historia de Salamanca, op. cit., pp. 242, 243 y
255; Josefina Cuesta Bustillo, «La Guerra Civil y la militarización del espacio en
Salamanca (1936-1939)», en Salamanca. Revista de Estudios, n.º 40 (1997), pp.
403-431. Sobre el significado de las incautaciones y demás castigos o impuestos
de carácter económico, realizados por el nuevo régimen en Salamanca remitimos
a Mª Luz de Prado, La Suscripción Nacional (1936-1939). La contribución sal-
mantina a la financiación de la Guerra Civil, tesis doctoral, Salamanca, 2006.
16. Al menos no hemos dado con ella. A pesar de los esfuerzos de indagación faltan
documentos que no hemos podido encontrar, como el sumario de la causa de
Incautación de Bienes a la que alude el denunciado.
17. «D. Filiberto Villalobos en la cárcel, por tercera vez», op. cit., p. 3. Véase a este
respecto, el capítulo de Santos Juliá.
18. Véase el capítulo 9, donde J. Infante comenta esta faceta de Martín Veloz.
19. «D. Filiberto Villalobos en la cárcel, por tercera vez», op. cit., p. 3.
20. Archivo Histórico Nacional, (AHN). Sección Fondos Contemporáneos. Tribu-
nal Supremo, Materia criminal, Legajo 69, exp. 55. En este caso se refería a un
juicio contra Onésimo Redondo por delito de imprenta. Citado por Ignacio
Berdugo, Josefina Cuesta, Mª. Dolores de la Calle, Mónica Lanero, «El Minis-
terio de Justicia en la “España nacional”», en Justicia en guerra, Jornadas so-
bre la Administración de Justicia durante la Guerra Civil Española: Institucio-
nes y Fuentes Documentales, Ministerio de Cultura, Madrid, 1990, p. 249.
21. Pierre Vilar: La guerra civil, Crítica, Barcelona, 1986, p. 157.
22. Alguno de los presos, recordando su paso por comisaría, señala que existía un
cuarto llamado «de la memoria», donde se pegaba a los detenidos con un látigo
de caucho, y un cuarto de la «supermemoria», en él se les colgaba por los pies
del techo, mientras eran azotados. Entrevista realizada a L.G.H., Salamanca,
1987, citada por Adoración Martínez Barrio, Mª. de los Angeles Sampedro Ta-
labán, Mª. Jesús Velasco Ramos, «Dos formas de violencia durante la guerra
civil. La represión en Salamanca y la resistencia armada en Zamora», en Julio
Aróstegui (coord.) Historia y memoria de la Guerra Civil. Encuentro en Casti-
lla y León, Junta de Castilla y León, Valladolid, 1988, t. II, pp. 367-437.
23. Antonio Rodríguez de las Heras, Filiberto Villalobos, op. cit., ver también San-
tiago Díez Cano, «Las elecciones: el buen cacique», en R. Robledo,(coord.), Sue-
ños de concordia. Filiberto Villalobos y su tiempo histórico (1900-1955), Caja
Duero, Salamanca, 2004, pp. 199-230; Santiago Díez Cano, y Pedro Carasa
Soto, en «Caciques, dinero y favores. La Restauración en Salamanca», en José
Luis Martín (dir), Ricardo Robledo, (coord.), Historia de Salamanca, t. 5, op.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 436

436 esta salvaje pesadilla

cit., p. 136, y Enrique Esperabé de Arteaga, Efemérides salmantinas. Historia de


la ciudad en la época contemporánea. Fechas principales, hechos notables, sus
hombres. Imprenta y Librería de Francisco Núñez Izquierdo, Salamanca, 1933.
24. «Causa n.º 1581 contra los paisanos Indalecio García González, Bernardino
Sánchez Crespo, Eugenio Pérez y Pérez, Ramón del Campo Fumo, José García
Méndez, Rafael Vicente Galera, Pedro Ramos Jiménez, Juan Escanillas de Si-
món y Don Filiberto Villalobos González por supuestas manifestaciones contra
el Alzamiento Nacional, en el interior de la Prisión Provincial» julio de 1937.
Archivo Militar de la Región del Noroeste, El Ferrol, Expediente n.º 1254. La
ficha y el expediente personal de Filiberto Villalobos que debían conservarse en
la antigua cárcel, pasaron, al cerrarla, a la Dirección General de Instituciones
Penitenciarias, del Ministerio del Interior, Madrid, a la que agradecemos la in-
formación facilitada.
25. Sobre la ocupación y las condiciones de vida en la cárcel, véase el capítulo sobre
represión en esta misma obra: «Dos formas de violencia».
26. Archivo Villalobos, Instancia de D. Filiberto Villalobos, Instancia cit., 17 sep-
tiembre de 1936.
27. Archivo Villalobos, Instancia de D. Filiberto Villalobos, Instancia cit., 17 sep-
tiembre de 1936.
28. «D. Filiberto Villalobos en la cárcel, por tercera vez», op. cit., p. 3.
29. Archivo Villalobos, Instancia de D. Filiberto Villalobos, Instancia cit., 17 sep-
tiembre de 1936.
30. «Que no procede acceder a la petición formulada por el Señor Villalobos y au-
torizarle a percibir su ingreso completo solamente a partir del momento en que
sea puesto en libertad. En cuanto a que se le satisfagan los dos tercios de su pen-
sión que no ha percibido, ni percibe durante su detención, aun cuando fuera
puesto en libertad, tampoco es posible acceder, por oponerse a ello la orden de
18 de diciembre de 1936», Archivo Villalobos, Intervención de la Delegación
de Hacienda a D. Filiberto Villalobos, 16 de agosto de 1937.
31. Entrevista realizada a D. Enrique Villalobos el 6 de octubre de 2004.
32. Luciano González Egido: op. cit,, p. 244.
33. Archivo Casa Museo Unamuno, Salamanca, Correspondencia de Unamuno y
Villalobos González, Filiberto; Carpeta V2/102 (n.º 10).
34. «Por otra parte me encuentro enfermo. Desde el 31 de octubre estoy sufriendo
un ataque de apendicitis que hizo urgente mi ingreso en el Hospital Provincial
donde todavía me hallo; pero los cuidados familiares son necesarios para mi
curación completa por haber sido el ataque más intenso y ser el segundo que
padezco». Archivo Villalobos, Instancia de D. Filiberto Villalobos, Instancia
cit., noviembre de 1936.
35. Archivo Villalobos, Instancia de D. Filiberto Villalobos, Instancia cit., noviem-
bre 1936.
36. Archivo Villalobos, Instancia de D. Filiberto Villalobos al Excmo. Sr. General Jefe
de los Ejércitos del Norte, Hospital provincial de Salamanca, noviembre de 1936.
37. Archivo Villalobos, Instancia de D. Filiberto Villalobos, op. cit., noviembre de
1936.
38. Archivo Villalobos, Instancia de D. Filiberto Villalobos, op. cit., noviembre de 1936.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 437

notas. capítulo 10 437

39. Archivo Villalobos, Instancia de D. Filiberto Villalobos, Instancia cit., noviem-


bre de 1936.
40. Archivo Villalobos, Instancia de D. Filiberto Villalobos, Instancia cit., noviem-
bre de 1936.
41. Archivo Villalobos, Instancia de D. Filiberto Villalobos, Instancia cit., noviem-
bre de 1936.
42. Santiago López García y Severiano Delgado Cruz: op. cit, p. 320.
43. Esta actitud de los sectores radicalizados del PSOE fue comentada por Arcadio
Martín Hernández en la entrevista que Manuel Redero le hizo el 10 de diciem-
bre de 2004.
44. Antonio Rodríguez de las Heras: Filiberto Villalobos. op. cit., pp. 316-319.
45. El Adelanto, 12 de junio de 1936.
46. El Adelanto, 15 de julio de 1936.
47. Informes de la Guardia Civil, 8 de agosto de 1940. Se encuentran en el legajo
424 de la Sección Fondos Contemporáneos del Archivo Histórico Nacional
(Textos mecanografiados).
48. «D. Filiberto Villalobos en la cárcel, por tercera vez», op. cit., p. 5.
49. «D. Filiberto Villalobos en la cárcel, por tercera vez», op. cit., p. 5.
50. «D. Filiberto Villalobos en la cárcel, por tercera vez», op. cit., p. 4.
51. Archivo Casa Museo Unamuno, Salamanca, Correspondencia de Unamuno y
Filiberto Villalobos González; Carpeta V2/102 (n.º 10).
52. «Causa n.º 1581 contra los paisanos ... y Don Filiberto Villalobos González
por supuestas manifestaciones contra el Alzamiento Nacional, en el interior de
la Prisión Provincial» julio de 1937. Archivo Militar de la Región del Noroeste,
El Ferrol, Expediente n.º 1254, folio 17v.
53. «D. Filiberto Villalobos en la cárcel, por tercera vez», op. cit., p. 4.
54. Se verá más adelante lo relativo a su expediente de masonería, que resultará ne-
gativo.
55. Debe destacarse, no obstante, la estrecha amistad trabada con Joaquin
Maurín que estaba en la cárcel de Salamanca con nombre falso, Manuel
Sánchez, Maurín, gran enigma de la guerra y otros recuerdos. Cuadernos
para el Diálogo, Madrid, 1976. Severiano Delgado Cruz,.«Dos obras nue-
vas de Joaquín Maurín, escritas en el exilio sin salir de España»; José Anto-
nio Pérez Bowie (ed.), El exilio cultural de la Guerra Civil (1936-1939). Sa-
lamanca, Universidad de Salamanca; León, Universidad de León, 2001, p.
295-322. Agradecemos a S. Delgado las observaciones realizadas a este ca-
pítulo.
56. «Causa n.º 1581 contra los paisanos ...» julio de 1937, op. cit. Expediente
n.º 1254, folio 19.
57. «Causa n.º 1581contra los paisanos ...» julio de 1937, op. cit. Expediente
n.º 1254, folios 4v, 9 y 10v.
58. «Declaración de D. Filiberto Villalobos González», en «Causa n.º 1581 contra
los paisanos ...» julio de 1937, Expediente cit., folio 17 v.
59. Memorias y recuerdos de D. Alejandro Martín Escobar, vecino de Villaverde
de Guareña, reproducidas parcialmente en el capítulo 8.
60. Archivo de la familia Martín Veloz, Carta de Filiberto Villalobos a Dª. María
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 438

438 esta salvaje pesadilla

Aliste, esposa de D. Diego Martín Veloz, (desde la Cárcel Provincial), 15 de


marzo de 1938 (Carta cedida amablemente por D. Ángel. Zamanillo).
61. Las 50.000 pesetas que le impusieron de multa equivalían aproximadamente al
sueldo de entre cuatro y cinco años de un catedrático de universidad.
62. Esta justicia afectó a personas físicas y jurídicas, aunque en este trabajo se alu-
da solamente a las primeras.
63. Antonio Agúndez Fernández:«El poder judicial y los jueces en la guerra civil de
1936-1939. Aproximación histórica», en Varios Autores: Justicia en Guerra...,
pp. 423-424.
64. Archivo Villalobos, Escrito que el doctor Filiberto Villalobos dirigió desde la Pri-
sión Provincial de Salamanca en abril de 1938 para responder a los cargos contra
él presentados (Texto mecanografiado). En adelante citado como «Escrito de
Descargos».
65. Entrevista con Enrique Villalobos, 5 de octubre de 2004.
66. Audiencia Provincial de Salamanca, Sentencia de 23 de octubre de 1942 (Ar-
chivo familiar. Texto mecanografiado).
67. Archivo Villalobos, «Escrito que el Doctor Filiberto Villalobos dirigió desde la
prisión provincial de Salamanca, en abril de 1938, para responder a los cargos
contra él presentados» (texto mecanografiado), en adelante «Escrito de Des-
cargos», publicado en Sueños de concordia. op. cit., pp. 559-571.
68. «Escrito de Descargos», op. cit., p. 559.
69. «Escrito de Descargos», op. cit., p. 559.
70. «Escrito de Descargos», op. cit., p. 568.
71. «Escrito de Descargos», escrito cit., folio 563.
72. El lector puede consultar el documento por lo que nos excusará de un análisis
más pormenorizado, publicado en el anexo 2 del capítulo 1. Josefina Cuesta
Bustillo: «Un republicano en la inclemencia. Filiberto Villalobos encarcelado,
en la Guerra civil española», en Sueños de concordia, op. cit., pp. 475 y ss.
73. «Escrito de Descargos», op. cit., pp. 562-566.
74. Archivo Villalobos, Instancia de D. Filiberto Villalobos, op. cit., 17 de septiem-
bre de 1936.
75. «Escrito de Descargos», op. cit., p. 559.
76. «Escrito de Descargos», op. cit., p. 562.
77. «Escrito de Descargos», op. cit., pp. 563 y 561.
78. «Escrito de Descargos», op. cit., p. 567.
79. «Escrito de Descargos», op. cit., pp. 569 y 562.
80. «Escrito de Descargos», op. cit., p. 570.
81. «Escrito de Descargos», op. cit., p. 561.
82. «Escrito de Descargos», op. cit., p. 561.
83. «Escrito de Descargos», op. cit., p. 561.
84. Sentencia dictada por la Audiencia Provincial, en Salamanca a 23 de octubre de
1942, Expediente 817 de 1940, de la Comisión de Incautación de Bienes del Es-
tado, folio 1v.
85. «D. Filiberto Villalobos en la cárcel, por tercera vez», op. cit., p. 5.
86. Enrique Villalobos, «Don Filiberto en la cárcel por tercera vez» (Archivo Villa-
lobos. Texto mecanografiado).
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 439

notas. capítulo 10 439

87. Esto fue lo que varios miembros de esta familia le dijeron a Manuel Redero; y
esto mismo es lo que puede leerse en las declaraciones que algunos de ellos hi-
cieron en El Adelanto del 22 de agosto de 1998.
88. Entrevista de Manuel Redero con Arcadio Martín Hernández, 10 de diciembre
de 2004.
89. Véanse Cándida Calvo Vicente, «Formas de apoyo de los municipios salmanti-
nos a los sublevados durante la Guerra Civil», en I Congreso de Historia de Sala-
manca, Tomo III, Salamanca, 1992, pp. 237-245; Josefina Cuesta Bustillo «La
Guerra Civil y la militarización del espacio en Salamanca (1936-1939)», op. cit.,
pp. 403-431; Antonio Fuentes Labrador, «Información, ideología y propagan-
da: la utilización de la radio en un centro de poder —Salamanca— durante la
Guerra Civil», en I Congreso... op. cit., pp. 225-236; Javier García Martín, «Im-
plicaciones políticas de la Iglesia salmantina en el primer franquismo (1936-
1942). Aproximación al tema», en I Congreso..., op. cit., pp. 255-263; Lorenzo
Losada Bueno, «Las misiones rurales salmantinas: modelo de recristianización
(1936-1942)», en I Congreso..., op. cit., pp. 247-253; José I Madalena Calvo,
Mª Carmen Escudero, Alfredo Prieto Altamira, y José Francisco Reguillo, «Los
lugares de memoria de la Guerra Civil en un centro de poder: Salamanca, 1936-
1939», en Julio Aróstegui (coord.), Historia y memoria de la Guerra Civil. En-
cuentro en Castilla y León. II. Investigaciones, Junta de Castilla y León, Valla-
dolid, 1988, pp. 487-549; Adoración Martín Barrio, M.ª de los Ángeles
Sampedro Talabán, y M.ª Jesús Velasco Marcos, (1988): «Dos formas de violen-
cia durante la Guerra Civil: La represión en Salamanca y la resistencia armada en
Zamora», en Julio Aróstegui (Coordinador), Op.cit, pp. 367-437; Tomás Pérez
Delgado, «Cruzados salmantinos. Contribución al estudio del discurso legitima-
dor del Movimiento Nacional. Salamanca 1996-1940», en Salamanca. Revista
Provincial de Estudios, n.º 20-21 (1986), pp. 217-261 y Glicerio Sánchez Recio,
«Mons. E. Pla i Deniel, Obispo de Salamanca, 1935-1941» en Salamanca. Revis-
ta de Estudios, n.º 33-34, (1994), pp. 231-242.
90. Véanse Listado de expedientes de responsabilidad civil examinados por la Co-
misión Provincial de Incautación de Bienes de Salamanca y Relación de sancio-
nados (Textos mecanografiados). Se encuentran en la Caja 75/1274 del Fondo
Justicia, IDD: 39/ 002 del AGA.
91. El Boletín Oficial de la Provincia de Salamanca, en donde los autores han podi-
do leerlo, lo publicó el día 6 de febrero de 1940.
92. Audiencia Provincial de Salamanca, Sentencia de 23 de octubre de 1942.
93. Por un escrito de 8 de mayo de 1939 que el Presidente de la Comisión Central
de Incautaciones mandó al Presidente de la Comisión Provincial de Incautacio-
nes de Salamanca existe constancia de que en la referida fecha también tenía
embargada su biblioteca (o, al menos, una parte de la misma). Puede verse este
escrito en la Caja 75/498 del Fondo Justicia, IDD: 39/002 del AGA.
94. Los dos primeros se encuentran en el Archivo Histórico Nacional, Fondos Con-
temporáneos. Gobernación. Legajo 424 y el tercero en el Archivo General de la Gue-
rra Civil Española (Filiberto Villalobos González. Expediente n.º 54, legajo 1418).
95. Esta parte final de la historia no se presenta aquí con el ánimo de que sea reconoci-
do como un trabajo definitivo, sino como potencialmente abierto. Y ello es funda-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 440

440 esta salvaje pesadilla

mentalmente debido a que las fuentes —no pocas de enorme importancia— en


las que la investigación se ha apoyado, (documentos judiciales, otros que hacen
referencia a relaciones suyas con Hacienda, alguna correspondencia privada,
prensa salmantina, el Boletín Oficial de la Provincia y las notas tomadas de las
numerosas entrevistas que fueron realizadas a miembros de su familia y a perso-
nas que le conocieron) no pueden ser consideradas como la totalidad de las real-
mente existentes aunque sean las actualmente conocidas (en varios de los archi-
vos consultados aún queda mucha documentación salmantina de esta época por
catalogar) y a que la muy escasa producción historiográfica que ha centrado su
atención en la historia de la provincia de Salamanca de los años del primer fran-
quismo ofrece un conocimiento todavía muy incompleto de aquélla.
96. Carta de Vicente Iranzo Enguita a Filiberto Villalobos, Madrid, 4 de julio de
1942 (Archivo Villalobos).
97. No resulta nada fácil, mientras el expediente siga sin encontrarse, conocer con
precisión los cargos que a Filiberto Villalobos se le imputaron. Pero una lectu-
ra atenta de la sentencia arriba indicada y del pliego de descargos que en abril
de 1938 él envió al juez especial de incautación de bienes de Salamanca permi-
te al menos hacerse una idea aproximada de los mismos.
98. Aspectos diversos de la vida de Filiberto Villalobos fueron referidos a Manuel
Redero por Miguel Ferrer (7-VIII-2004), Jesús Sánchez Ruipérez (24-XI-
2004), Agustín Ríos (27-IX-2004), Manuel García Ibáñez (5-X-2004) y Ma-
ximiliano Cordero (15-X-2004).
99. AXEL: «En torno a don Fili», La Gaceta Regional, 19 de junio de 1954.
100. El asunto del retrato puede verse en la Carta de Juan de la Cierva a Filiberto
Villalobos, Madrid, 22 de julio de 1950 (Archivo Villalobos), mientras que lo
de los huertos familiares y los maestros depurados fue contado por Arcadio
Martín Hernández en la entrevista ya citada.
101. Hartmut Heine: La oposición política al franquismo, Barcelona, Crítica, Bar-
celona, 1983, p. 172.
102. Sobre todo este asunto habló Enrique de Sena en la conferencia que el 22 de
junio de 1976 pronunció en la Facultad de Medicina. Existe el texto mecano-
grafiado de la misma. Y también: Entrevista con Angel Zamanillo, 11 de oc-
tubre de 2004.
103. Así consta en el Escrito que Filiberto Villalobos envía al Excmo. Sr. General
Comandante Militar de la Provincia de Salamanca, 17 de septiembre de 1936.
104. El matrimonio, al que Filiberto Villalobos no aportó propiedad alguna, com-
pró antes de la Guerra Civil una casa en la calle Dr. Riesco, n.º 32 y 34 con un
crédito hipotecario, y años después de la misma la vendió.
105. El expediente de la concesión de la pensión se encuentra en el Archivo de la
Dirección General de Costes de Personal y Personas Públicas del Ministerio de
Economía y Hacienda (Madrid).
106. Así consta en un documento de la Delegación de Hacienda de Salamanca de
16 de agosto de 1937 (Archivo Villalobos).
107. Archivo Histórico Provincial. Salamanca, Delegación de Hacienda. Clases Pa-
sivas. Montepío Civil, Jubilados.
108. La Gaceta Regional, 15 de febrero de 1955.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 441

notas. capítulo 11 441

109. Filiberto Villalobos tenía la costumbre de leer todas las noches un capítulo del
Kempis.
110. El Adelanto, 15 de febrero de 1955.
111. Varias fotos de esta concentración se encuentran en la Filmoteca Regional de
Castilla y León (Salamanca). También puede verse alguna otra en La Gaceta
Regional y El Adelanto del día 15 de febrero.
112. Cartas y telegramas de condolencia pueden verse en el Archivo Villalobos.
113. Entrevista con Arcadio Martín Hernández, 10 de diciembre de 2004.
114. Para estudiar los mismos pueden verse: Julio Alcaide Inchausti, Evolución
Económica de las regiones y provincias españolas en el siglo XX, Fundación
BBV, Madrid, 2003; Ignacio Francia, Salamanca, 1950-1992. Materiales para
la historia, Caja Duero, Salamanca, 2002; Eugenio García Zarza, (coord.),
Salamanca en los años cincuenta del siglo XX. Una década peculiar, Centro de
Estudios Salmantinos, Salamanca, 2003; Raúl Morodo, Atando Cabos. Me-
morias de un conspirador moderado (I), Taurus, Madrid, 2001; y Enrique
Tierno Galván, Cabos sueltos, Bruguera, Barcelona, 1981.

11. «¡Dios se ha hecho generalísimo nuestro!»

1. Los libros que tienen algún interés son El derecho a la rebeldía, Ed. Fax, Ma-
drid, 1934; Los Católicos y la República. Cultura Española, Madrid, 1934; Se-
rafinillo. Víctima de amor y de dolor, Talleres Cervantes, Salamanca, 1935;
Guerra Santa. El sentido católico de la guerra española. Prólogo del Emmo.
Cardenal Gomá, Primado de España, Editorial Española, Burgos, 1938; Este es
el cortejo. Héroes y mártires de la Cruzada Española. Talleres Cervantes, Sala-
manca, 1938; La gran víctima. La Iglesia Española, Mártir de la revolución
roja. Talleres Cervantes, [1940] Salamanca, 19413; El Derecho al Alzamiento,
Talleres Cervantes, Salamanca, 1940 [4.ª ed., 1941]. Durante el franquismo,
publicó además de dos volúmenes sobre las conferencias cuaresmales, Lo nue-
vo conciliar y lo eclesial perenne. De la antítesis a la inserción, Studium, Ma-
drid, 1967. Muchas gracias..., pero el problema sigue en pie. Manifiesto por los
hermanos, Difusora del libro, Madrid, 1977. Los Talleres Cervantes pertene-
cían entonces a Avelino Ortega. Castro Albarrán editaba, distribuía sus libros
publicados en Salamanca y se hacía la propaganda en la contraportada con elo-
gios desmesurados. Vivía en la calle Palominos 2, en piso alquilado a C. Gª Ba-
rrado quien temía que la «fogosidad» del magistral diera a pie a que «las tur-
bas» acabaran algún día con los cristales del mirador; Manuel Sánchez,
Maurín, gran enigma de la guerra y otros recuerdos, Cuadernos para el Diálo-
go, Madrid, 1976, p. 76.
Un estudio grafológico de su firma efectuado por Amparo Bejarano refleja,
entre otros rasgos, los de una presunción vanidosa propia de persona absor-
bente y egocéntrica.
2. Ante la impaciencia por dar el golpe el 18 de julio que se retrasaba en Salaman-
ca, escribe Castro Albarrán: «Parecía un mastín lobero que ha olfateado su pre-
sa»; al día siguiente, las bayonetas de Infantería dominaron la plaza Mayor sal-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 442

442 esta salvaje pesadilla

mantina, y el autor lo vio así: «El perro lobero aquietó un poco sus impaciencias
porque le habían soltado la cadena y podía ya correr detrás de la presa que an-
helaba». Por último, cuando Vicente Pascua, acostumbrado a fusilar inmediata-
mente a todo prisionero con uniforme, fue desautorizado por sus jefes al querer
ejecutar a un militar republicano, comenta el magistral de Salamanca: «Pascua,
como perro rabioso, lanzóse a él, y con los dientes, le arrancó las estrellas», Este
es el cortejo... pp. 51-54. Vicente Pascua murió el 8 de octubre de 1936 en el
frente del Guadarrama; la esquela apareció al día siguiente en El Adelanto.
3. «Ante un problema grave, lo sensato es buscar cómo se resolvió el mismo en el
pasado, o en otras situaciones similares, por si eso pudiera dar una posible so-
lución actual. Ante el problema actual de España —acceso al Poder del PSOE
gracias a la masacre del 11-M, no investigada por el Gobierno; tolerancia del
Gobierno con los separatistas y los terroristas ... sería bueno releer a esos auto-
res.» Se citan seis libros dos de los cuales son Derecho a la rebeldía y Guerra
Santa. Razones para la rebelión http://blogs.periodistadigital.com
4. «Diligencias para la oposición y provisión de la Magistralía de la Santa Basílica
Catedral vacante por defunción del M.I.Sr. D. Nicolás Pereira, 19-IV-1927».
Actas capitulares, 1919-1946. Archivo Catedral de Salamanca. Las noticias
biográficas se completan con el expediente XV A c4 (1) del Archivo Catedral
de la Curia. Diócesis de Madrid.
5. E. Cabezas Ávila, «Los de siempre». Poder, familia y ciudad (Ávila, 1875-
1923), Madrid, CIS, 2000, pp. 230-237.
6. Las cuestiones triguera y ganadera en España (a la luz de la hispana tradición).
Manojo de artículos de D. Manuel Sánchez Asensio, con prólogo del exdiputa-
do a Cortes, Don José Sánchez Marco y epílogo del M.I. Sr. Magistral de Ávila.
Sebastián Rodríguez Impresor, Toledo, 1926, p. 198.
7. Se presentaron nueve candidatos; don Aniceto consiguió diecisiete votos, frente
al segundo que sólo sacó dos votos.
8. Enrique Esperabé, Diccionario enciclopédico ilustrado y crítico de los hombres
de España. Prólogo del Conde de Romanones, Artes Gráficas Ibarra, Madrid,
Nueva edición, s.f.
9. La Gaceta Regional, 6-X-1931, p. 8.
10. William J. Callahan, La Iglesia Católica en España (1875-2002). Crítica, Bar-
celona, p. 234.
11. Serafinillo, pp. 324-325. El magistral pedía libertad en su prólogo para inter-
pretar los hechos y escritos de Aurora, natural de Béjar, y «para negarles o con-
cederles carácter más o menos sobrenatural».
12. Enrique González de Carvajal, prepósito de la provincia de León, Arxiu Vidal i
Barraquer, Esglesia i estat durant la segona Republica espanyola, 1931-1936
(en adelante AVB), 2, p. 37.
13. AVB, IV, pp. 159-160. Más detalles en Q. Aldea, «Guerra Civil (1936-1939)».
Manual de Historia de la Iglesia, tomo XX, Herder, Barcelona, 1987, p. 303.
Según su expediente, el nombramiento fue el 27 de enero, extensivo a Rector
del Seminario.
14. «La sumisión al poder ilegítimo», Acción Española, 39, 16-X-1933; el artículo
corresponde a las páginas 197-220 del libro.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 443

notas. capítulo 11 443

15. Derecho al Alzamiento, p. 6.


16. En la circular 23 de noviembre de 1933 enviada por Vidal i Barraquer a los
obispos españoles pidiendo su parecer sobre el libro (no consta ninguna contes-
tación en el archivo, algo que puede interpretarse como silencio, más que como
extravío de documentación) lo calificaba «cuando menos, muy atrevido, suma-
mente inoportuno en las actuales circunstancias, y nada avenido con los senti-
mientos de pacificación y armonía que tanto nos hemos esforzado en predicar
los Prelados, siguiendo las directrices de la Santa Sede». AVB, IV, 1.ª, 2.ª parte,
p. 160; p. 170; cfr. también, pp. 37-39, 150-160; 263-264, 297-298. Véase
también, Hilari Raguer, La pólvora y el incienso. La Iglesia y la Guerra Civil
española, 1936-1939. Península, Barcelona, 2001, pp. 60-61. Q. Aldea: «Gue-
rra Civil (1936-1939)». Manual de Historia de la Iglesia..., op. cit., Gonzalo
Redondo, Historia de la Iglesia en España, 1931-1939, Rialp, Madrid, 1993,
pp. 224-226; 295-296.
17. El Derecho al Alzamiento... p. 293.
18. Por ejemplo, afirmar que los primeros cristianos no se rebelaron, pues bastaba
su superioridad moral, op. cit., «El cristianismo era agresor. Hoy el mundo ci-
vilizado es posesión legitima del catolicismo, que ha creado la civilización ... Y
el poder civil, antirreligioso, es un invasor, que entra a sangre y fuego en tierra
extraña». El Derecho a la rebeldía, p. 418.
19. Pedro Sainz Rodríguez, Testimonios y recuerdos. Planeta, Barcelona 1978, p.
194. Se lamenta de no haber escrito entonces «un prólogo más profundo, con
categoría científica», y recuerda la teología que defiende el derecho a la violen-
cia, «porque el católico no es un borrego».
20. La opinión de El Siglo Futuro en P.G.González Cuevas, Acción Española: teo-
logía política y nacionalismo autoritario en España (1913-1936), Tecnos, Ma-
drid, 1998, p. 226. Martin Blinkhorn, Carlismo y contrarrevolución en Espa-
ña. Crítica, Barcelona, 1979, p. 305.
21. Carta de Ll. Carreras a Tedeschini, 18-VI-1934, AVB, IV, p. 411.
22. «Ya no hay pueblo, sino masa y es la democracia vano y sarcástico nombre que
encubre una servidumbre efectiva», había escrito el catedrático de Salamanca
en 1891, y citaba el Magistral. Para el tema de Gil Robles, el «pueblo sano» y la
exigencia moral de las «jerarquías naturales», Jesús Millán, «La «retropía» del
carlismo. Referentes y márgenes ideológicos», Utopías y culturas políticas en la
España de la Restauración, Santander, noviembre de 2004 (en prensa).
23. Se trata de un librito al que no se hace mucha referencia quizá porque figure
como autor Cultura Española (Acción Española).
24. AVB, 4, p. 160.
25. La muerte del obispo Frutos y Valiente el 24 de enero de 1933 le dio ocasión
para un sermón fúnebre de tono apocalíptico donde se ensalzaba la figura del
obispo como víctima propiciatoria del «enciclopedismo dieciochesco», de los
sacrilegios de Cabrerizos y Guijuelo, y de la sangre derramada en Palacios Ru-
bios, Macotera y Paradinas: «¿Cómo este amor no se iba a convertir en dolor al
ver a su patria envenenada, borbotando de odios ... con la sangre de todas las
venganzas?», La Gaceta Regional, 28-I-1933.
26. «¡Qué voz, qué torrente! Aquello parecía que bramaba un toro —perdón por la
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 444

444 esta salvaje pesadilla

frase— ¡Qué sermón, qué discurso, qué arrogancia, qué bien dichas las cosas!
La inmensa multitud, no pudiéndose contener rompió en vítores y aplausos a la
Virgen bendita. ¡Qué de “vivas” a la Santísima Virgen de Valdejimena, qué ale-
gría», Severiano Mateos, Memorias de un salmantino p. 55. La romería en Val-
dejimena, muy cerca del pueblo de don Aniceto, fue el 8 mayo de 1934. Según
conversación con el canónigo Sánchez Vaquero, niño entonces de 10 años, al-
guien gritó ¡Viva la República!; ante el alboroto que se creó, Don Aniceto des-
de un púlpito móvil, exclamó: «No pasa nada, sólo se ha escapado un burro del
ronzal».
27. «La licitud del movimiento armado», en Inter-Radio, El Adelanto, 16-VIII-
1936, p. 3. También, «La bandera española», El Adelanto 20-VIII-1936 y el
discurso del día siguiente en la Catedral o el sermón de desagravio al Corazón
de Jesús del 20 de agosto, La Gaceta Regional, 21-VIII-1936. Véase, Josefina
Cuesta, «El espacio y el poder en Salamanca al comienzo de la guerra civil
(1936)», en Salamanca, Revista de Estudios, Diputación Provincial, Salaman-
ca, n.º 40 (1997), pp. 397-399.
28. Guerra civil y radio nacional. Salamanca 1936-1938. Instituto Oficial de Ra-
dio y Televisión, Madrid 2006, pp. 256-258.
29. F. Espinosa, Contra el olvido, Crítica, Barcelona, 2006, p. 237. Prólogo de P.
Preston, A. Reig, Anti-Moa, Ediciones B, Barcelona, 2006, p. 17.
30. «La guerra nacional española es guerra santa y la mas santa que registra la historia»
mientras que la guerra por parte del Frente Popular es «antisanta» y «antidivina»,
Acerca de la «Guerra Santa». Contestación a J. Maritain. Salamanca, 1937, p. 5.
31. El resto lo completan autores y políticos extranjeros (Spengler, Maurras, Oli-
veira Salazar, entre otros); pensadores españoles contemporáneos (Balmes, Do-
noso Cortés, Maeztu, Pemán...) y otras fuentes. Las referencias con nota en el
libro son sólo 118; si tomamos en cuenta a autores que se citan, pero sin refe-
rencia a pie de página, pueden ampliarse a 138, de forma muy aproximada.
32. Boletín Oficial Eclesiástico de la Diócesis de Salamanca, n.º 11, 31 octubre
1936, pp. 337-347. Razón y Fe, reprodujo el párrafo final, pero sin mencionar
la necesidad de una paz «que satisfaga todas las justas y sabias aspiraciones
compatibles con el bien común, n.º 476, 1936, pp. 146-150. Hilari Raguer, La
pólvora y el incienso, op. cit., p. 122; «El Cardenal Gomá y la guerra de Espa-
ña», Arbor, 436, 1982, p. 63. Raguer explica con detalle el malestar del sector
más fanatizado del clero, los murmullos de desaprobación y hasta «palabras
fuertes» que suscitó el discurso papal.
33. José M Gallegos Rocafull, La pequeña grey. Testimonio religioso sobre la gue-
rra civil española. Península, Barcelona, 2007, p. 38.
34. Éste el cortejo, pp. 35-36. No fue fácil prescindir de la impiedad mahometana,
de Lepanto y de la fiesta del Rosario, por ejemplo, en la pastoral de Pla y Deniel
de 31-XII-1937; Alfonso Álvarez Bolado, Para ganar la guerra, para ganar la
paz, Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, 1995, pp. 199 y 202.
35. E. Fernánez Almuzara, «Literatura del Alzamiento». Razón y Fe, setiembre
1937, pp. 130-145.
36. Guerra Santa, p. 216. Este es el cortejo, p. 287.
37. Archivo Gomá. Documentación de la Guerra Civil, ed. de José Andrés-Galle-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 445

notas. capítulo 11 445

go, Antón M. Pazos, CSIC, Madrid 2001-2006 (en adelante AG), 6, p. 539,
AG, 7, p. 22.
38. La desilusión de Castro Albarrán («Yo me había entregado a este trabajo con ilu-
sión por parecerme que aquí podría hacer algo, no sólo en bien de la Patria, sino
de la Iglesia») en AG, 9, 10-III-1938, pp. 499-501. La cursiva de la frase de Gomá
es mía, AG, 9, 12-III-1938, pp. 510-511. Gomá le escribió a Serrano Súñer ese
mismo día: «Si pudiese sostenerle [al magistral de Salamanca] en el cargo me ha-
ría un buen servicio, pues le tengo encargado un trabajo especial de propaganda
internacional, con motivo de la futura cuestación mundial a favor de nuestras
Iglesias y su situación actual favorece sus trabajos», AG, 9, 12-III-1938, p. 506.
39. Castro Albarrán contabilizaba 4.200 sacerdotes «ciertamente asesinados» y
2.500 religiosos, pero los cuadros disponibles suman 3.875 y 2.373 respectiva-
mente, La gran víctima, pp. 63, 210, 221.
40. José Antonio Pérez Bowie, «Retoricismo y estereotipación, rasgos definidores
de un discurso ideologizados. El discurso de la derecha durante la guerra civil»,
Julio Aróstegui, Historia y Memoria... tomo I., pp. 353-373 (p. 371).
41. «ACABOSE DE IMPRIMIR ESTE LIBRO QVE EL SEÑOR MAGISTRAL DE
SALAMANCA ESCRIBIÓ PARA DECIR EL MARTIRIO QVE LA SANTA
IGLESIA SVFRIÓ EN ESPAÑA, POR OBRA Y ODIO DE LA REVOLVCIÓN
ROJA ... EL DIA VII DEL MES DE DICIEMBRE DE AÑO DEL SEÑOR.»
42. AHN. Sección Salamanca. Delegación Nacional de Servicios Documentales.
Secretaria general. Expte. 117. Debo a F. Espinosa el conocimiento de esta in-
formación.
43. Carta de Ulibarri, 3-V-1940, enviándole de la Sección Político Social documen-
tos relativos a José Antonio Aguirre y Gonzalo y Victoria Salazar, al tiempo
que le reclama otros.
44. Hilari Raguer, La pólvora y el incienso. La Iglesia y la Guerra Civil española,
1936-1939. Península, Barcelona, 2001, p. 122.
45. G. Redondo, Política, cultura y sociedad en la España de Franco (1939-1975).
Eunsa, Pamplona, tomo I, p. 475.
46. Concepto pagano y concepto cristiano de nuestro cuerpo. Conferencias cuares-
males para hombres solos... en la Iglesia de San José, de Madrid. Salamanca,
Cervantes 1942.
47. Dionisio Ridruejo, Casi unas memorias, Planeta, Barcelona, 1977, p. 103.
48. Las dos ciudadanías. Conferencias cuaresmales. Pontificia Universidad Ecle-
siástica de Salamanca, Salamanca, 1943.
49. «¡Nuestra pobre Patria Española! Ellos nos la amorataron, nos la abofetearon,
como los judíos a Cristo, nos la escupieron, nos la pintaron de rojo, y, como a
una Dolorosa, le clavaron en el corazón todos aquellos puñales del marxismo,
del separatismo, del laicismo. Con todo lo cual nos dijeron muy alto y muy cla-
ro que ellos eran la negación, la brutal negación de la Patria.» Las dos ciudada-
nías...
50. Oración fúnebre que por encargo de la Real Academia Española y en las hon-
ras de D. Miguel de Cervantes Saavedra y demás ingenios españoles, Aldus,
Madrid, 1946.
51. «Difícilmente se encontrará en España otro sacerdote de tan preclara inteligen-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 446

446 esta salvaje pesadilla

cia y tan bien preparado», 18-I-1954. Para lo relativo a Madrid, me baso en el


expediente XV A C4 (1) Archivo Central de Curia. Diócesis de Madrid.
52. Pio XII. «Planctum» sobre su muerte: «Laudes» del Pastor Angélico. Toledo,
1958.
53. Lo nuevo conciliar y lo eclesial perenne. De la antítesis a la inserción. Studium,
Madrid, 1967.
54. Ibíd., pp. 136-137.
55. Pérez Bowie, «Retoricismo y estereotipación...», cap. cit. p. 359.
56. Escritor madrileño (1926-1978), autor de numerosas obras de teatro; colaboró
en ABC y en periódicos de ultraderecha como El Alcázar.
57. Carta de Francisco José Riaza al Vicario General Ricardo Blanco a principios
de junio; en la contestación del día 22 se promete corregir estos casos. Expe-
diente XV A C4 (1) Archivo Central de Curia. Diócesis de Madrid. El Diario
Pueblo del 5 de junio dio cuenta del show, y el artículo de A. Paso («Un estu-
pendo sacerdote») se publicó en El Alcázar, 8 de junio de 1971.
58. Fuerza Nueva, n.º 379 (3-10 octubre); no he encontrado referencias al falleci-
miento de Castro Albarrán en esta publicación, quizá porque pareciera dema-
siado monárquico.
59. Guerra Santa, prólogo, pp. 10-11.
60. La Gaceta Regional, 4-X-1981, p. 4.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 447

Bibliografía

Agúndez Fernández, Antonio, «El poder judicial y los jueces en la guerra civil de
1936-1939: aproximación histórica», en Justicia en guerra: Jornadas sobre la
Administración de Justicia durante la Guerra Civil española: Instituciones y
fuentes documentales, Ministerio de Cultura, Madrid, 1990, pp. 423-424.
Alcaide Inchausti, Julio, Evolución económica de las regiones y provincias españolas
en el siglo XX, Fundación BBV, Madrid, 2003.
Aldea, Quintín, «Guerra civil (1936-1939)», en Jedin, Hubert (dir.), Manual de His-
toria de la Iglesia. Tomo 10: La Iglesia del siglo XX en España, Portugal y Améri-
ca Latina, Herder, Barcelona, 1987.
Alonso Getino, Luis G., «El derecho de gentes a través de la guerra española», en La
Ciencia Tomista, 1938, n.º 175, pp. 491-505.
Alted Vigil, Alicia, Política del nuevo estado sobre el patrimonio cultural y la educa-
ción durante la Guerra Civil española, Ministerio de Cultura, Madrid, 1984.
Álvarez Bolado, Alfonso, Para ganar la guerra, para ganar la paz: Iglesia y Guerra
Civil, 1936-1939, Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 1995.
Álvarez Junco, José, Mater Dolorosa. La idea de España en el siglo XIX, Taurus, Ma-
drid, 2001.
Álvarez Lopera, José, «Realidad y propaganda: el patrimonio artístico de Toledo du-
rante la guerra civil», en Cuadernos de arte e iconografía, 1990, vol. 3, n. 5, pp.
17-163.
Amo, Mercedes del, Salvador Vila: el rector fusilado en Víznar, Universidad de Gra-
nada, Granada, 2005.
Andrés-Gallego, José, y Pazos, Antón M. (eds.), Archivo Gomá: documentos de la
Guerra Civil, CSIC, Madrid, 2001-2006.
Arco López, Valentín del, «El siglo xx. 1: 1900-1936», en Fernández Álvarez, Ma-
nuel (dir.), La Universidad de Salamanca. 1: Trayectoria histórica y proyeccio-
nes, Universidad de Salamanca, Salamanca, 1989, pp. 229-286.
Armiñán, Jaime de, La dulce España: memorias de un niño partido en dos, Tusquets,
Barcelona, 2000.
Aróstegui, Julio, y Blanco, Juan Andrés, «La República, encrucijada de cambio: Sala-
manca y las tensiones políticas en los años treinta», en Robledo, Ricardo (co-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 448

448 esta salvaje pesadilla

ord.), Sueños de concordia: Filiberto Villalobos y su tiempo histórico, 1900-


1955, Caja Duero, Salamanca, 2005, pp. 299-334.
Arrarás, Joaquín, «Salamanca», en Historia de la Cruzada Española, Ediciones Es-
pañolas, Madrid, 1939, v. 3, pp. 392-398.
Azaña, Manuel, Memorias políticas y de guerra, Crítica, Barcelona, 1981.
—, Diarios completos: Monarquía, República, Guerra Civil, Crítica, Barcelona,
2000.
Báez Pérez de Tudela, José María, «El ruido de las nueces: la juventud de Acción Po-
pular y la movilización “cívica” católica durante la Segunda República», en
Ayer, 2005, n.º 59, pp. 123-145.
Ballbé, Manuel, Orden público y militarismo en la España constitucional (1812-
1936), Alianza, Madrid, 1983.
Barciela, Carlos, La red nacional de silos y graneros (1930-2000), en prensa.
Barrios, Manuel, El último virrey: Queipo de Llano, Argos Vergara, Barcelona, 1978.
Baxell, Richard, British volunteers in the Spanish Civil War: the British Battalion in
the International Brigades, 1936-1939, Routledge, London, 2004.
Bayle, Constantino (S.I.), «La abortada República», en Razón y Fe, 1931, n.º 94,
pp. 67-75.
—, «El espíritu genuino de Falange Española ¿es católico?», en Razón y Fe, 1937,
n.º 112, pp. 234-267.
—, ¿Qué pasa en España? A los católicos del mundo, Delegación del Estado para
Prensa y Propaganda, Salamanca, 1937.
—, «¿Cómo es el General Franco», en De Rebus Hispaniae, n.º 1, 1938, pp. 7-9.
—, «Catolicismo del fascismo español», en De Rebus Hispaniae, 01-11-1938, n.º 11,
pp. 3-5.
—, «Respuesta a Alfredo Mendizábal», en De Rebus Hispaniae, 15-03-1939, n.º 20.
pp. 1-3.
—,«Los testigos de mayor excepción contra el Movimiento Nacional», en De Rebus
Hispaniae, 1-10-1938, n.º 9, pp. 1-3.
—, Sin Dios y contra Dios: la campaña de nuestros días, Burgos, «RayFe», 1938.
—, El clero y los católicos vasco-separatistas y el Movimiento Nacional, Centro de
Información Católica Internacional, Madrid, 1940.
Ben-Ami, Shlomo, Los orígenes de la Segunda República: anatomía de una transi-
ción, Alianza, Madrid, 1990.
Berdugo, Ignacio; Cuesta, Josefina; Calle, Mª Dolores de la; Lanero, Mónica, «El
Ministerio de Justicia en la “España nacional”», en Justicia en guerra: Jornadas
sobre la Administración de Justicia durante la Guerra Civil Española: Institucio-
nes y fuentes documentales, Ministerio de Cultura, Madrid, 1990.
Blanco Rodríguez, Juan Andrés; Fernández Cuadrado, Manuel; y Martínez Martín, Jesús
A., «Las milicias populares republicanas de origen castellano-leonés», en Aróstegui,
Julio (coord.), Historia y memoria de la Guerra Civil: Encuentro en Castilla y León.
Tomo II: Investigaciones, Junta de Castilla y León, Valladolid, 1988, pp. 311-340.
Blinkhorn, Martin, Carlismo y contrarevolución en España, 1931-1939, Crítica,
Barcelona, 1979.
Botti, Alfonso, Cielo y dinero: el nacionalcatolicismo en España (1881-1975), Alian-
za, Madrid, 1992.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 449

bibliografía 449

Bravo, Francisco, José Antonio: el hombre, el jefe, el camarada, Ediciones Españolas


Almagro, Madrid, 1939.
Burleigh, Michael, Causas sagradas: religión y política en Europa, de la Primera
Guerra Mundial al terrorismo islamista, Taurus, Madrid, 2006.
Cabezas Ávila, Eduardo, Los de siempre: poder, familia y ciudad (Ávila, 1875-
1923), Centro de Investigaciones Sociológicas y Siglo XXI, Madrid, 2000.
Cabo, Ángel, «La Armuña y su evolución económica», en Estudios Geográficos,
1955, n.º 58, pp. 73-136, y n.º 59, pp. 367-427.
Cabrera, Mercedes, La Patronal ante la II República. Organizaciones y estrategia, Si-
glo XXI, Madrid, 1983.Cal, Rosa, «Las incautaciones de bienes: notas sobre la
radio», en Historia y comunicación social, 2001, n. 6, pp. 13-29.
Callahan, William J., La Iglesia Católica en España (1875-2002), Crítica, Barcelona,
2003.
Calvo Caballero, Pilar, Asociacionismo y cultura patronales en Castilla y León
durante la Restauración: (1876-1923) Junta de Castilla y León, Valladolid, 2003.
Calvo Vicente, Cándida, «Formas de apoyo de los municipios salmantinos a los su-
blevados durante la Guerra Civil», en Actas I Congreso de Historia de Salaman-
ca. Tomo III: Historia contemporánea, Centro de Estudios Salmantinos, Sala-
manca, 1992, pp. 237-245.
—, ¡El campo en pie! Discusión de las Actas de Salamanca ante las Cortes Constitu-
yentes en el Palacio de Congresos a 24 de julio de 1931, Imprenta Comercial Sal-
mantina, Salamanca, 1931.
Cárcel Ortí, Vicente, Diccionario de sacerdotes diocesanos españoles del siglo XX,
BAC, Madrid, 2006.
Cardona, Gabriel, Historia militar de una guerra civil: estrategia y tácticas de la gue-
rra de España, Flor del Viento, Barcelona, 2006.
Carrión, Antonio (OP), Sagrada Orden de Predicadores, Estab. Tip. de Calatrava,
Salamanca, 19303.
—, «Crónicas Científico Sociales», La Ciencia Tomista, enero-febrero 1934, n.º 145,
pp. 117-119 y mayo-junio 1935.
—, «Crimen de lesa humanidad», en De Rebus Hispaniae, 1-01-1938, n.º 1, pp. 15-16.
—, «Los protegidos por Maritain», en De Rebus Hispaniae, 1-08-1938, n.º 5, pp. 1-2.
Casabó Ruiz, José Ramón (ed.), Anteproyecto de Código penal de 1938 de F.E.T. y
de las J.O.N.S., Universidad de Murcia, Murcia, 1978.
Casanova, Julián, Víctimas de la Guerra Civil, Temas de Hoy, Madrid, 1999.
—, La Iglesia de Franco, Temas de Hoy, Madrid, 2001.
—, «Una dictadura de cuarenta años», en Casanova, Julián (coord.); Espinosa, Fran-
cisco; Mir, Conxita; y Moreno, Francisco, Morir, matar, sobrevivir: la violencia
en la dictadura de Franco, Crítica, Barcelona, 2002.
Castillo, Juan José, Propietarios muy pobres. Sobre la subordinación política del pe-
queño campesino en España: la Confederación Nacional Católico-Agraria
(1917-1942), Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Madrid, 1979.
Castro, Luis, Capital de la Cruzada: Burgos durante la Guerra Civil, Crítica, Barce-
lona, 2006.
Castro Albarrán, Aniceto de, «La sumisión al poder ilegítimo», en Acción Española,
16-10-1933, n.º 39.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 450

450 esta salvaje pesadilla

—, El derecho a la rebeldía, Fax, Madrid, 1934.


—, Los católicos y la República, Cultura Española, Madrid, 1934.
—, Serafinillo, o El alma, místico castillo interior de Aurora Calvo Hernández-Age-
ró, que amó mucho a Jesucristo y fue muy amada de él y vivió y murió víctima de
amor y de dolor, Talleres Gráficos Cervantes, Salamanca, 1935.
—, Guerra santa: el sentido católico del Movimiento Nacional español, prólogo del
Emmo. cardenal Gomá, Editorial Española, Burgos, 1938.
—, Este es el cortejo: héroes y mártires de la Cruzada Española, Talleres Gráficos
Cervantes, Salamanca, 1938.
—, La gran víctima: la Iglesia española, mártir de la revolución roja, Talleres Gráfi-
cos Cervantes, Salamanca, 1940.
—, El derecho al alzamiento, Talleres Gráficos Cervantes, Salamanca, 1940.
—, Concepto pagano y concepto cristiano de nuestro cuerpo: conferencias cuaresma-
les para hombres solos, Talleres Gráficos Cervantes, Salamanca, 1942.
—, Las dos ciudadanías: conferencias cuaresmales, Pontificia Universidad Eclesiásti-
ca, Salamanca, 1943.
—, Oración fúnebre que por encargo de la Real Academia Española y en las honras
de Miguel de Cervantes Saavedra y demás ingenios españoles que cultivaron glo-
riosamente las letras patrias pronunció ..., Aldus, Madrid, 1946.
—, Pio XII: «Planctum» sobre su muerte: «Laudes» del Pastor Angélico, Editorial
Católica Toledana, Toledo, 1958.
—, Lo nuevo conciliar y lo eclesial perenne: de la antítesis a la inserción, Stvdivm,
Madrid, 1967.
—, Muchas gracias..., pero el problema sigue en pie: manifiesto por los hermanos,
Difusora del Libro, Madrid, 1977.
Cenarro Lagunas, Ángela, La sonrisa de Falange: Auxilio Social en la guerra civil y
en la posguerra, Crítica, Barcelona, 2005.
Cifuentes Chueca, Julia, El asalto a la República: los orígenes del franquismo en Za-
ragoza (1936-1939), Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 1995.
Claret, Jaume, El atroz desmoche: la destrucción de la Universidad española por el
franquismo, 1936-1945, Crítica, Barcelona, 2006.
Clavero, Bartolomé, Genocidio y justicia: la destrucción de las Indias, ayer y hoy,
Marcial Pons, Madrid, 2002.
Cobo Romero, Francisco, De campesinos a electores: modernización agraria en An-
dalucía, politización campesina y derechización de los pequeños propietarios y
arrendatarios: el caso de la provincia de Jaén, 1931-1936, Biblioteca Nueva, Ma-
drid, 2003.
Crespo Redondo, Jesús, et al., Purga de maestros en la Guerra Civil: la depuración
del magisterio nacional de la provincia de Burgos. Valladolid, Ámbito, 1987.
Cruanyes, Josep, Els papers de Salamanca, Barcelona, Edicions 62, 2003.
Cuesta Bustillo, Josefina, «El espacio y el poder en Salamanca al comienzo de la guerra ci-
vil (1936)», en Salamanca: revista provincial de estudios, 1997, n.º 40, pp. 381-382.
—, «La Guerra Civil y la militarización del espacio en Salamanca (1936-1939)», en
Salamanca: revista provincial de estudios, 1997, n.º 40, pp. 403-431.
—, «Un republicano en la inclemencia: Filiberto Villalobos encarcelado, en la Guerra
civil española», en Robledo, Ricardo (coord.), Sueños de concordia: Filiberto Vi-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 451

bibliografía 451

llalobos y su tiempo histórico, 1900-1955, Caja Duero, Salamanca, 2005, pp.


447-478.
Delgado Cruz, Severiano, «Dos obras nuevas de Joaquín Maurín, escritas en el exilio
sin salir de España», en Pérez Bowie, José Antonio (ed.), El exilio cultural de la
Guerra Civil (1936-1939), Universidad de Salamanca, Salamanca; Universidad
de León, León, 2001, p. 295-322.
Delgado Cruz, Severiano, y López García, Santiago, «La guerra civil», en Ricardo
Robledo (coord.), El siglo de Salamanca, Tribuna de Salamanca, Salamanca,
2005, prólogo de Julián Lanzarote.
Díaz, Elías, Revisión de Unamuno. Análisis critico de su pensamiento político, Ed.
Tecnos, Madrid, 1968.
Díaz de Aguilar y Elízaga, Ignacio, «Justicia Militar en la España Nacional: 2. Insti-
tuciones», en Justicia en guerra: Jornadas sobre la Administración de Justicia du-
rante la Guerra Civil Española: Instituciones y fuentes documentales, Ministerio
de Cultura, Madrid, 1990, pp. 395-404.
Díaz-Plaza Rodríguez, Mercedes, «La Guerra Civil en Aranda, 1936-1939», en Bi-
blioteca: estudio e investigación (Revista de la Biblioteca Municipal de Aranda
de Duero), 1996, n.º 11, pp. 177-206.
Díez Cano, Santiago, «Las elecciones: el buen cacique», en Robledo, Ricardo (co-
ord.), Sueños de concordia: Filiberto Villalobos y su tiempo histórico, 1900-
1955, Caja Duero, Salamanca, 2005, pp. 199-230.
Díez Cano, Santiago, y Carasa Soto, Pedro, «Caciques, dinero y favores: la Restaura-
ción en Salamanca», en Martín, José-Luis (dir.) y Robledo, Ricardo (coord.),
Historia de Salamanca. Volumen V: Siglo Veinte, Centro de Estudios Salmanti-
nos, Salamanca, 2001, pp. 87-158.
Eguillor, J.R.; Revuelta, M.; y Sanz de Diego, R.M., Memorias del P. Luis Martín,
General de la Compañía de Jesús (1846-1906), Universidad de Deusto, Bilbao,
1988.
Encinas, Vicente M., Grajal de Campos, la década conflictiva: 1930-1940, Instituto
Leonés de Cultura, León, 2006.
Esperabé de Arteaga, Enrique, Efemérides salmantinas: Historia de la ciudad en la
época contemporánea: Fechas principales, hechos notables, sus hombres, Im-
prenta y Librería de Francisco Núñez Izquierdo, Salamanca, 1933.
—, Diccionario enciclopédico, ilustrado y crítico de los salmantinos ilustres y bene-
méritos, prólogo del conde de Romanones, Artes Gráficas Ibarra, Madrid, 1952.
Espinosa Maestre, Francisco, «Julio de 1936: golpe militar y plan de exterminio», en
Casanova, Julián (coord.); Espinosa, Francisco; Mir, Conxita; y Moreno, Fran-
cisco, Morir, matar, sobrevivir: la violencia en la dictadura de Franco, Crítica,
Barcelona, 2002, pp. 53-119.
—, Contra el olvido: historia y memoria de la guerra civil, Crítica, Barcelona, 2006.
—, La justicia de Queipo: violencia selectiva y terror fascista en la II División en 1936:
Sevilla, Huelva, Cádiz, Córdoba, Málaga y Badajoz, Crítica, Barcelona, 2006.
—, La reforma agraria del Frente Popular en Badajoz: los orígenes de la Guerra Ci-
vil, tesis doctoral, Universidad de Sevilla, 2006 (Crítica, Barcelona, [en prensa]).
Espinoza Guerra, Luis Enrique, «De la esperanza a la frustración: la Segunda Repú-
blica», en Martín, José-Luis (dir.) y Robledo, Ricardo (coord.), Historia de Sala-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 452

452 esta salvaje pesadilla

manca. Volumen V: Siglo Veinte, Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca,


2001, pp. 159-217.
Espinoza, Luis E.; Robledo, Ricardo; Brel, Mª Pilar y Villar, Julio: «Estructura social del
campo español: el censo de campesinos (1932-1936). Primeros resultados (I)» en Ri-
cardo Robledo y Santiago López, (eds.). ¿Interés particular, bienestar público? Gran-
des patrimonios y reformas agrarias. Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza,
2007.
Esteban de Vega, Mariano, «El entorno social: rivales y amigos en la Salamanca de
fin de siglo», en El tiempo de Miguel de Unamuno y Salamanca, Universidad de
Salamanca, Diputación Provincial de Salamanca, Ayuntamiento de Salamanca,
Salamanca, 1998, pp. 56-81.
Fernández Almuzara, Eugenio, «Literatura del Alzamiento», en Razón y Fe, septiem-
bre de 1937, pp. 130-145.
Fernández García, Antonio, «La Iglesia española y la guerra civil», en Studia Histori-
ca. Historia contemporánea, 1985, pp. 37-74.
Fernández García, Julio, «Cárceles y sistemas penitenciarios en Salamanca», en Sala-
manca: revista provincial de estudios, 2001, n.º 47, pp. 235-281.
Fernández López, José Ángel, Historia del campo de concentración de Miranda de
Ebro, 1937-1947, edición del autor, Miranda de Ebro, 2003.
Fernández Trillo, Manuel, «Octubre de 1934: Salamanca», en Salamanca: revista
provincial de estudios, 1987, n.º 22-23, pp. 179-248.
Fernández Trillo, Manuel, y McInnis, Elisabeth, «Implantación obrera: socialistas y
comunistas en Salamanca durante la II República», en Salamanca: revista pro-
vincial de estudios, 1985, n.º 16-17, pp. 87-164.
Fontana, Josep, Cambio económico y actitudes políticas en la España del siglo XIX,
Ariel, Barcelona, 1975.
—, España bajo el franquismo, Crítica, Barcelona, 1986.
—, «La Segunda República, una esperanza frustrada» en La II República: una espe-
ranza fustrada: actas del congreso Valencia Capital de la República (Abril 1986),
Institució Alfons el Magnànim, Valencia, 1987, pp. 9-22.
—, De en medio del tiempo, Crítica, Barcelona, 2006.
Francia, Ignacio, Salamanca, 1950-1992: materiales para la historia, Caja Duero, Sa-
lamanca, 2002.
Fraser, Ronald, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros: historia oral de la guerra civil es-
pañola, Crítica, Barcelona, 1979.
Frías García, Mª Carmen de, La jerarquía eclesiástica española ante la legislación se-
cularizadora del primer bienio de la Segunda República, Universidad Complu-
tense de Madrid, Madrid, 1992.
Fuentes Labrador, Antonio, «Información, ideología y propaganda: la utilización de
la radio en un centro de poder —Salamanca— durante la Guerra Civil», en Actas
I Congreso de Historia de Salamanca. Tomo III: Historia contemporánea, Cen-
tro de Estudios Salmantinos, Salamanca, 1992, pp. 225-236.
Fuentes Labrador, Antonio; Sampedro, Mª Ángeles; Corrionero, Florencia; y Velas-
co, Mª Jesús, «Apoyo institucional en un centro de poder: la Universidad de Sala-
manca durante la guerra civil: un modelo de comportamiento», en Carreras
Ares, Juan José, y Ruíz Carnicer, Miguel Ángel (eds.), La Universidad española
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 453

bibliografía 453

bajo el régimen de Franco (1939-1975), Institución Fernando el Católico, Zara-


goza, 1991, pp. 257-282.
Gallegos Rocafull, José M., La pequeña grey. Testimonio religioso sobre la guerra ci-
vil española. Península, Barcelona, 2007.
García González, Francisco, Los pueblos de la Armuña, edición del autor, Salaman-
ca, 2004.
García Madrid, Antonio, «La depuración del Magisterio Nacional en la provincia de
Salamanca: avance de estudio», en Papeles salmantinos de educación, 2005, n.º
4, pp. 137-189.
García Martín, Javier, «Implicaciones políticas de la Iglesia salmantina en el primer
franquismo (1936-1942): aproximación al tema», en Actas I Congreso de Histo-
ria de Salamanca. Tomo III: Historia contemporánea, Centro de Estudios Sal-
mantinos, Salamanca, 1992, pp. 255-263.
—, «Actitudes político-sociales de la clase patronal salmantina durante el primer
bienio republicano: del “apoliticismo” inicial a la constitución de un frente único
provincial en julio de 1933», en Tusell, J.; Gil Pecharromán y Montero, F., (eds.)
Estudios sobre la derecha española contemporánea, Universidad Nacional de
Educación a Distancia, 1993, pp. 395-422.
García-Sanz Marcotegui, Ángel, Diccionario biográfico de los diputados forales de
Navarra: 1840-1931, Gobierno de Navarra, Pamplona, 1996.
García Venero, Maximiano, Melquíades Alvarez: historia de un liberal, Tebas, Ma-
drid, 1974.
García Zarza, Eugenio (coord.), Salamanca en los años cincuenta del siglo XX: una
década peculiar, Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca, 2003.
Geiser, Carl, Prisoners of the good fight: Americans against Franco fascism: the Spa-
nish Civil War, 1936-1939, Lawrence Hill, Westport (CT), 1986.
Gil Andrés, Carlos, Lejos del frente: la guerra civil en la Rioja Alta, Crítica, Barcelo-
na, 2006.
Gil Robles, José María, No fue posible la paz, Ariel, Barcelona, 1968.
Giménez Lago, José Luis, «Crónica triste, pero historia», en Salamanca: revista pro-
vincial de estudios, 1991, n.os 27-28, pp. 227-239.
Gómez Valle, Bernabé, y Egido Fondón, Cipriano, «La discusión de las Actas de
Salamanca en la Segunda República: Constituyentes de 1931 y Cortes de
1936; dos posibilidades de fraude electoral», en Actas I Congreso de Historia
de Salamanca, Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca, 1992, vol. 3, pp.
207-214.
González, Etelvino, «Dominicos españoles ante la cuestión social desde el magisterio
de León XIII», en Galindo, Ángel y Barrado, José (eds.), León XIII y su tiempo,
Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca, 2004, pp. 345-375.
González Cuevas, Pedro Carlos, Acción Española: teología política y nacionalismo
autoritario en España (1913-1936), Tecnos, Madrid, 1998.
González Egido, Luciano, Agonizar en Salamanca: Unamuno: julio-diciembre 1936,
Alianza, Madrid, 1986.
González Quintana, Antonio, «Fuentes para el estudio de la represión franquista en
el Archivo Histórico nacional, Sección Guerra Civil», en Espacio, Tiempo y For-
ma, 1994, n.º 7, pp. 479-508.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 454

454 esta salvaje pesadilla

González Velasco, Modesto, Autores agustinos de El Escorial, Ediciones Escurialen-


ses, Madrid, 1996.
Guirado Cid, Cristóbal, El alcalde en la legislación española, Trivium, Madrid,
1991.
Heine, Hartmut, La oposición política al franquismo, Crítica, Barcelona, 1983.
Hernández, José Mª, «Villalobos, ministro de Instrucción Pública», en Robledo, Ri-
cardo (coord.), Sueños de concordia: Filiberto Villalobos y su tiempo histórico,
1900-1955, Caja Duero, Salamanca, 2005, pp. 363-390.
Hernández Hernández, Carlos Ernesto, Directorio militar y elites políticas en Sala-
manca, memoria de licenciatura inédita, Universidad de Salamanca, 1997.
Hernando, Bernardino M., Delirios de Cruzada, Ediciones 99, Madrid, 1977.
Herrero Balsa, Gregorio, y Hernández García, Antonio, La represión en Soria duran-
te la Guerra Civil, edición de los autores, Soria, 1982.
Hidalgo, Diego, ¿Por qué fui lanzado del Ministerio de la Guerra?: Diez meses de ac-
tuación ministerial, Espasa-Calpe, Madrid, 1934.
Ikossie Seibo, Alexise Véronique, El movimiento obrero en Salamanca durante la Se-
gunda República (1931-1936), tesis doctoral inédita, Universidad de Salamanca,
2006.
Infante Miguel-Motta, Javier, «José Antón Oneca (Madrid, 1897-Madrid, 1981) y
su aportación a la historia del Derecho penal contemporáneo en España», en
Dios, Salustiano de; Infante, Javier; y Torijano, Eugenia (coords.), El Derecho y
los juristas en Salamanca (siglos XVI-XX): en memoria de Francisco Tomás y Va-
liente, Universidad de Salamanca, Salamanca, 2004, pp. 669-704.
—, «Sobre silencios y olvidos: la jurisprudencia del Tribunal Supremo con motivo de
la Sanjurjada», en Anuario de Historia del Derecho Español, 2004, v. 74, pp.
487-542.
Juliá, Santos, Historia de las dos Españas, Taurus, Madrid, 2004.
Kent, Conrad, Luis González de la Huebra y los orígenes de la modernidad en Sala-
manca, Consejería de Educación y Cultura, Valladolid, 2001.
Koning, N., The Failure of Agrarian Capitalism: Agrarian Policies in the United.
Kingdom, Germany, the Netherlands and the USA 1846-1919. Routledge, Lon-
don, 1996.
Lafuente, Modesto, Historia general de España. Tomo 19, Montaner y Simón, Bar-
celona, 1930.
Laín Entralgo, Pedro, Descargo de conciencia (1930-1960), Barcelona, Barral, 1976.
Lama, José María, «Zafra 1936: la guerra inexistente», en Actas de las V Jornadas de
historia en Llerena, Sociedad Extremeña de Historia, Llerena, 2004.
Lamamié de Clairac, José Mª, Tradición española y las órdenes religiosas. Conferen-
cia Tradicionalista, Monumental Cinema, Madrid 1933.
Lannon, Frances, Privilegio, persecución y profecía. La Iglesia Católica en España
1875-1975, Alianza, Madrid, 1987.
López García, Santiago, y Delgado Cruz, Severiano, «Víctimas y Nuevo Estado,
1936-1940», en Martín, José-Luis (dir.), y Robledo, Ricardo (coord.), Historia
de Salamanca. Volumen V: Siglo Veinte, Centro de Estudios Salmantinos, Sala-
manca, 2001, pp. 219-324.
—, «La guerra civil en Ciudad Rodrigo», en Salamanca, punto de encuentro: relacio-
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 455

bibliografía 455

nes hispano-portuguesas del Duero al Tajo: Congreso Internacional «La Raya


luso-española», Ciudad Rodrigo 11, 12, 13 y 14 de noviembre de 2002, Diputa-
ción de Salamanca, Salamanca, 2004, pp. 153-174.
—, «Aproximación a la Guerra Civil en Castilla y León», en Actas de las jornadas
«Castilla y León en la historia contemporánea», Salamanca, 8-11 de marzo de
2006, Fundación 27 de Marzo, Valderas (León), en prensa.
López Santamaría, Jesús, Las Cinco Abejas: Béjar en el siglo XX, Centro de Estudios
Bejaranos y Diputación de Salamanca, Salamanca, 2006.
Losada Bueno, Lorenzo, «Las misiones rurales salmantinas: modelo de recristianización
(1936-1942)», en Actas I Congreso de Historia de Salamanca. Tomo III: Historia
contemporánea, Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca, 1992, pp. 247-253.
Madalena Calvo, José I.; Escudero, Mª Carmen; Prieto Altamira, Alfredo; y Reguillo,
José Francisco, «Los lugares de memoria de la Guerra Civil en un centro de po-
der: Salamanca, 1936-1939», en Aróstegui, Julio (coord.), Historia y memoria
de la Guerra Civil: Encuentro en Castilla y León. Tomo II: Investigaciones, Jun-
ta de Castilla y León, Valladolid, 1988, pp. 487-549.
Madruga Corral, Esteban, ¡Hola, chaval!: mirando desde abajo con asombro, edi-
ción del autor, Salamanca, 1993.
Majada Neila, José Luis, Comentario: historia retrocedente 1999-1941 de una escul-
tura de Mateo Hernández, más un meticuloso apéndice sobre la Guerra Civil en
Béjar, edición del autor, Salamanca, 1999.
Malefakis, Edward, Reforma agraria y revolución campesina en la España del siglo
XX, Ariel, Barcelona, 1971.
Marcos del Olmo, Concepción, Voluntad popular y urnas: elecciones en Castilla y
León durante la Restauración y la Segunda República (1907-1936), Universidad
de Valladolid, Valladolid, 1995.
Marichal, Juan, La vocación de Manuel Azaña, Alianza, Madrid, 1982.
Martín, José-Luis (dir.), Historia de Salamanca, Centro de Estudios Salmantinos, Sa-
lamanca, 1997-2001.
Martín, Luis P., «La otra cara de la Guerra Civil: la represión de la masonería salman-
tina», en Salamanca: revista provincial de estudios, 1997, n.º 40, pp. 431-446.
Martín Barrio, Adoración; Sampedro Talabán, Mª de los Angeles; Velasco Ramos,
Mª Jesús, «Dos formas de violencia durante la guerra civil: la represión en Sala-
manca y la resistencia armada en Zamora», en Aróstegui, Julio (coord.), Historia
y memoria de la Guerra Civil: Encuentro en Castilla y León, Tomo II: Investiga-
ciones, Junta de Castilla y León, Valladolid, 1988, pp. 367-437.
Martín Esteban, Alejandro, Memorias y recuerdos de D. Alejandro Martín Escobar,
vecino de Villaverde de Guareña, ejemplar mecanografiado, Biblioteca de la Uni-
versidad de Salamanca, Manuscritos, MS 2.776 (R. 396244).
Martín González, Eduardo, «Conflicto social y violencia política en el campo zamo-
rano, de la II República al franquismo. Un estudio de caso: Cañizo», en Studia
zamorensia, 2004, n.º 7, pp. 77-132.
Martín Jiménez, Ignacio, La guerra civil en Valladolid (1936-1939): amaneceres en-
sangrentados, Ámbito, Valladolid, 2000.
Martín Valverde, Antonio, «Colocación y regulación del mercado de trabajo agríco-
la», en Agricultura y Sociedad, 1977, n.º 3, pp. 109-145.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 456

456 esta salvaje pesadilla

Martín Vasallo, José Ramón, Las elecciones a Cortes en la ciudad de Salamanca


1931-1936: un estudio de sociología electoral, Ayuntamiento de Salamanca, Sa-
lamanca, 1982.
Martínez Bande, José Manuel, La marcha sobre Madrid, San Martín, Madrid, 1982.
Martínez Carrión, José Miguel (ed.), El nivel de vida en la España rural, siglos XVIII-
XX, Alicante, Universidad de Alicante, 2002.
Martínez Neira, Manuel; Puyol Montero, José Mª; y Rodríguez López, Carolina, La
Universidad española 1898-1939: repertorio de legislación, Dykinson, Madrid,
2004.
Mateos, F. (S.I.), «Personalidad científica del Padre Constantino Bayle, S.I.», en Ra-
zón y Fe, 1953, pp. 455-478.
Mateos Rodríguez, Miguel Ángel, «La Guerra Civil», en Historia de Zamora. Tomo
III: La Edad Contemporánea. Instituto de Estudios Zamoranos Florián de
Ocampo, Zamora, 1995, pp. 533-651.
Menéndez-Reigada, Ignacio G. (O.P.), Acerca de la «guerra santa». Contestación a
M.J. Maritain, Imprenta Comercial Salmantina, Salamanca, 1937.
—, La guerra nacional española ante la moral y el derecho, Tip. Calatrava, Salaman-
ca, 1937.
Menéndez-Reigada, Ignacio G. (O.P.) y Luna García, Antonio, La revolución judi-
cial: discursos pronunciados el día 19 de abril de 1938 en el convento de San Es-
teban, de Salamanca, para conmemorar el aniversario del partido único, Imp. y
Lib., Hijos de F. Núñez, Salamanca, 1938.
Meyer, François, L’Ontologie de Miguel de Unamuno, ed. Presses Universitaires de
France, París, 1955. (Traducción castellana en Gredos, Madrid, 1962).
Millán, Jesús, «La “retropía” del carlismo: referentes y márgenes ideológicos», en
Utopías y culturas políticas en la España de la Restauración, Santander, noviem-
bre de 2004 [en prensa].
Mir, Conxita, «Violencia política, coacción legal y oposición interior», en Ayer, n.º
33: Sánchez Recio, Glicerio (ed.), El primer franquismo (1936-1959), Marcial
Pons, Madrid, 1999, pp. 115-146.
Monedero, Juan C., «Legitimidad», en Reyes, Román (dir.), Diccionario crítico de
ciencias sociales, Universidad Complutense de Madrid, Madrid. (Publicación en
línea: <http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario>)
Montero, José R., La CEDA: el catolicismo social y político en la II República, Re-
vista de Trabajo, Madrid, 1977.
Montoto, Ángel, «Salamanca: así fue el terrorismo falangista», en Interviú, 04-10-
1979, n.º 177.
Moore, Barrington, Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia. Penín-
sula, Barcelona, 1973
Moreiro Prieto, Julián, Sánchez Rojas: crónica de un cronista, Centro de Estudios
Salmantinos, Salamanca, 1984.
Moreno, Francisco, La guerra civil en Córdoba (1936-1939), Alpuerto, Madrid, 1985.
—, «La represión franquista a partir de los datos de Córdoba», en Aróstegui, Julio
(coord.), Historia y memoria de la Guerra Civil: Encuentro en Castilla y León.
Tomo I: Estudios y ensayos, Junta de Castilla y León, Valladolid, 1988, pp. 303-
329.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 457

bibliografía 457

Morente Valero, Francisco, La depuración del Magisterio Nacional (1936-1943): la


escuela y el Estado Nuevo, Ámbito, Valladolid, 1997.
Morodo, Raúl, Los orígenes ideológicos del franquismo: Acción Española, Alianza,
Madrid, 1985.
—, Atando cabos: memorias de un conspirador moderado (I), Taurus, Madrid,
2001.
Muntanyola, Ramon, Vidal i Barraquer, el cardenal de la paz, Estela, Barcelona, 1971.
Naredo Pérez, José Manuel, y Sumpsi Viñas, José María, «Evolución y características
de los modelos disciplinarios del trabajo agrario en las zonas de gran propie-
dad», en Agricultura y Sociedad, 1984, n.º 33, pp. 45-86.
Navarro Canales, Ignacio, Religión y patria: páginas de la guerra, Biblioteca Lux,
Madrid, 1922.
Navarro Luna, Manuel, Martinillo, La Habana, 1949.
Negrín Fajardo, Olegario, «La depuración del profesorado de los institutos de segun-
da enseñanza: relación de los expedientes resueltos por el Ministerio de Educa-
ción Nacional (1937-1943)», en Historia de la educación: revista interuniversita-
ria, 2005, n.º 24, pp. 503-542.
Nicolás Marín, Mª Encarna, «Los expedientes de depuración: una fuente para histo-
riar la violencia política del franquismo», en Áreas: revista de ciencias sociales,
1998, n.º 9, pp. 103-123.
Orcasitas, Miguel Ángel (coord.), El P. Cámara y Salamanca, Ediciones Escurialen-
ses, Cabildo Catedral de Salamanca, Salamanca, 2004.
Ortiz Heras, Manuel, Violencia política en la II República y el primer franquismo:
Albacete, 1936-1950, Siglo XXI, Madrid, 1996.
—, «Instrumentos “legales” del terror franquista», en Historia del presente, 2004,
n.º 3, pp. 203-220.
Palafox, Jordi, Atraso económico y democracia: la Segunda República y la economía
española, 1892-1936, Crítica, Barcelona, 1991.
Palomares Ibáñez, Jesús Mª, La guerra civil en la ciudad de Valladolid: entusiasmo y
represión en la «capital del Alzamiento», Ayuntamiento de Valladolid, Vallado-
lid, 2001.
Pascual Mezquita, E., La política del último Unamuno, Anthema, Salamanca, 2003.
Pedraz Penalva, Ernesto, «La administración de Justicia durante la Guerra Civil en la Es-
paña nacional (jurisdicciones ordinaria y especiales)», en Revista Universitaria de De-
recho Procesal, 1988, n.º 1, pp. 35-71 (1ª parte), y 1989, n.º 2, pp. 37-67 (2ª parte).
Perelétegui, Carlos Manuel, José Sánchez Gómez, el Timbalero: (ensoñación biográ-
fica), Anthema, Salamanca, 2002.
Pereña, Luciano, «La Escuela de Salamanca: notas de identidad», en Gómez Cama-
cho, Francisco, y Robledo, Ricardo (eds.), El pensamiento económico en la Es-
cuela de Salamanca: una visión multidisciplinar, Universidad de Salamanca, Sa-
lamanca, 1998.
Pérez Bowie, José Antonio, «Retoricismo y estereotipación, rasgos definidores de un
discurso ideologizado: el discurso de la derecha durante la Guerra Civil», en
Aróstegui, Julio (coord.), Historia y memoria de la Guerra Civil: Encuentro en
Castilla y León, Tomo I: Estudios y ensayos. Junta de Castilla y León, Vallado-
lid, 1988, pp. 353-373.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 458

458 esta salvaje pesadilla

Pérez de Olaguer, Antonio, Piedras vivas: biografía del capellán requeté José Mª La-
mamié de Clairac y Alonso, Editorial Española, San Sebastián, 1939.
Pérez Delgado, Tomás, «Cruzados salmantinos: contribución al estudio del discurso
legitimador del Movimiento Nacional: Salamanca 1936-1940», en Salamanca:
revista provincial de estudios, 1986, n.º 20-21, pp. 217-261.
—, «El siglo XX. 2: La guerra civil», en Fernández Álvarez, Manuel (dir.), La Univer-
sidad de Salamanca. 1: Trayectoria histórica y proyecciones, Universidad de Sa-
lamanca, Salamanca, 1989, pp. 287-320.
—, «Cruzados salmantinos: la ciencia tomista contra los católicos europeos», en Sa-
lamanca: revista provincial de estudios, 1991, n.º 27-28, pp. 183-226.
—, «La violencia política en Salamanca durante el período del Frente Popular», en
Actas I Congreso de Historia de Salamanca. Tomo III: Historia contemporánea,
Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca, 1992, pp. 215-224.
—, «Francisco de Vitoria: institucionalización de su memoria en Salamanca, 1926-
1936», en Bonilla, José Antonio (coord.), Estudios históricos salmantinos: Ho-
menaje al P. Benigno Hernández Montes, Universidad de Salamanca, Salaman-
ca, 1999, pp. 539-571.
Pérez Delgado, Tomás, y Fuentes Labrador, Antonio, «De rebeldes a cruzados: pio-
neros del discurso legitimador del Movimiento nacional», en Studia Historica.
Historia contemporánea, 1986, n.º 4, pp. 235-266.
Pérez Galán, Mariano, La enseñanza en la Segunda República española, Cuadernos
para el Diálogo, Madrid, 1977.
Pérez García, Guadalupe, «Represión y control social en Salamanca (1936-1939)»,
en Cuadernos republicanos, 2002, n.º 50, pp. 89-114.
Pérez Gomis, José, Nueva Legislación de Educación Nacional, Aldus, Santander, 1938.
Prado Herrera, Mª Luz de, «La retaguardia salmantina al comienzo de la Guerra Ci-
vil: apoyos sociales y económicos a los sublevados», en Salamanca: revista pro-
vincial de estudios, 1997, n.º 40, pp. 447-462.
—, «La Suscripción Nacional (1936-1939): la contribución salmantina a la financia-
ción de la Guerra Civil», Congreso Internacional: la Guera Civil española, Ma-
drid, 2006.
—, La contribución popular a la financiación de la guerra civil: Salamanca, 1936-
1939, tesis doctoral, Universidad de Salamanca, 2006.
Preston, Paul, La destrucción de la democracia en España: reacción, reforma y revo-
lución en la Segunda República, Turner, Madrid, 1978.
—, Franco. Caudillo de España, Grijalbo, Barcelona, 1994.
—, «Los esclavos, las alcantarillas y el capitán Aguilera. Racismo, colonialismo y
machismo en la mentalidad en el cuerpo de oficiales nacionales» en Javier Mu-
ñoz Soro, José Luis Ledesma y Javier Rodrigo, (coords.), Culturas y políticas de
la violencia. España siglo XX, Siete Mares Editorial, Madrid, 2005, pp. 193-230
Prieto, Indalecio, De mi vida: recuerdos, estampas, siluetas, sombras..., Oasis, Méxi-
co, 1968.
—, Palabras al viento, Oasis, México, 1969.
Prieto Carrasco, Casto, «Las purificaciones en 1824», en La Semana: revista de Sala-
manca, 17-02-1924, n.º 1.
Prieto Carrasco, Casto; Sánchez Granjel, Luis (ed.), Dos estudios sobre la enseñanza
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 459

bibliografía 459

de la medicina en la Universidad de Salamanca, Universidad de Salamanca, Sala-


manca, 1986.
Quevedo y Queipo de Llano, Ana, Queipo de Llano: gloria e infortunio de un gene-
ral, Planeta, Barcelona, 2001.
Rabaté, Jean Claude, «Filiberto Villalobos y la Unión Escolar, en Robledo, Ricardo
(coord.), Sueños de concordia: Filiberto Villalobos y su tiempo histórico, 1900-
1955, Caja Duero, Salamanca, 2005, pp. 97-105.
Raguer, Hilari, La espada y la cruz: (la Iglesia 1936-1939), Bruguera, Barcelona, 1977.
—, «El cardenal Gomá y la guerra de España», en Arbor, 1982, n.º 436, pp. 43-81.
—, «Los obispos españoles y la Guerra Civil», en Arbor, 1982, n.º 439-440, pp. 7-32.
—, «Le Vicaire du cardinal: Salvador Rial Lloberas, vicaire général de Tarragone
pendant la guerre civile espagnole» Revue d’histoire ecclesiastique, 79, 1984,
pp. 410-411.
—, La pólvora y el incienso: la Iglesia y la Guerra Civil española (1936-1939), Penín-
sula, Barcelona, 2001.
Redondo, Gonzalo, Historia de la Iglesia en España, 1931-1939, Rialp, Madrid,
1993.
—, Política, cultura y sociedad en la España de Franco, (1939-1975). Tomo I: La
configuración del Estado español, nacional y católico (1939-1947), Eunsa, Pam-
plona, 1999.
Reig Tapia, Alberto, Ideología e historia. Sobre la represion franquista y la Guerra
Civil, Akal, Madrid, 1986.
—, Violencia y terror estudios sobre la Guerra Civil española, Akal, Madrid, 1990.
—, Anti-Moa, Ediciones B, Barcelona, 2006.
Richards, Michael, «Guerra civil, violencia y la construcción del franquismo» en
Preston, Paul (ed.), La República asediada: hostilidad internacional y conflictos
internos durante la Guerra Civil, Península, Barcelona,1999, pp. 201-238
Ridruejo, Dionisio, Casi unas memorias, Planeta, Barcelona, 1977.
Riesco, Sergio, La reforma agraria y los orígenes de la Guerra Civil: cuestión yuntera
y radicalización patronal en la provincia de Cáceres (1931-1940), Biblioteca
Nueva, Madrid, 2006.
Rilova Pérez, Isaac, Guerra Civil y violencia política en Burgos (1936-1943), Dosso-
les, Burgos, 2001.
Rivas Carballo, José Manuel, «La reorganización de la derecha católica salmantina
en la Segunda República», en Studia Historica. Historia contemporánea, 1986,
n.º 4, pp. 225-234.
—, «Gil Robles y el nacimiento del Bloque Agrario salmantino», en Salamanca: revista
provincial de estudios, 1994, n.º 33-34, pp. 275-290.
Robinson, Richard A. H., Los orígenes de la España de Franco: derecha, república y
revolución: 1931-1936, Grijalbo, Barcelona, 1974.
Robledo, Ricardo, La renta de la tierra en Castilla la Vieja y León (1836-1913), Ban-
co de España, Madrid, 1984.
—, Economistas y reformadores españoles: la cuestión agraria (1760-1935), Ministe-
rio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Madrid, 1993.
—, «Política y reforma agraria: de la Restauración a la II República (1868/74-
1939)», en García Sanz, Ángel, y Sanz Fernández, Jesús (coords.), Reformas y
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 460

460 esta salvaje pesadilla

políticas agrarias en la Historia de España, Ministerio de Agricultura, Pesca y


Alimentación, Madrid, 1996, pp. 247-349.
—, «La liquidación del patrimonio de los Patiño-Sentmenat en Salamanca (1910):
¿eutanasia del rentista?» en Doctor Jordi Nadal: la industrialització i el desenvo-
lupament econòmic d’Espanya, Barcelona, 1999, vol. 1, pp. 541-558.
— (coord.); Martín, José-Luis (dir.), Historia de Salamanca. Vol. IV: Siglo XIX, Cen-
tro de Estudios Salmantinos, Salamanca, 2001.
—, «Dejar el campo, comprar la tierra: población, economía y sociedad (1880-
1930)», en Martín, José-Luis (dir.), y Robledo, Ricardo (coord.), Historia de Sa-
lamanca. Volumen V: Siglo Veinte, Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca,
2001, pp. 15-86.
—, «Economía política en la Universidad de Salamanca: entre la intolerancia y la in-
teligencia (1786-1936)», en Sánchez Macías, Ignacio (coord.), Economía, dere-
cho y tributación: estudios en homenaje a la profesora Gloria Begué Cantón,
Universidad de Salamanca, Salamanca, 2005, pp. 383-410.
—, «Regular la renta, comprar la tierra: Villalobos y el problema agrario en Salamanca,
1900-1931», en Robledo, Ricardo (coord.), Sueños de concordia: Filiberto Villalo-
bos y su tiempo histórico, 1900-1955, Caja Duero, Salamanca, 2005, pp. 231-276.
—, Los ministros de Agricultura de la Segunda República (1931-1939): política y so-
ciedad en la España del siglo XX, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimenta-
ción, Madrid, 2006.
—, «Cambio político y social en Salamanca: las elecciones durante la Segunda Repú-
blica», en Actas de las jornadas «Castilla y León en la historia contemporánea»,
Salamanca, 8-11 de marzo de 2006, Fundación 27 de Marzo, Valderas (León),
en prensa.
Robledo, Ricardo, y Espinoza Guerra, Luis Enrique, «La Reforma Agraria en la II
República: el proceso de asentamiento de comunidades de campesinos en la pro-
vincia de Salamanca», en Dios, Salustiano de; Infante, Javier; Robledo, Ricardo;
y Torijano, Eugenia (coords.), Historia de la propiedad en España: siglos XV-XX:
encuentro interdisciplinar, Salamanca, 3-6 de junio de 1998, Centro de Estudios
Registrales, Madrid, 1999.
Rodríguez, Teodoro (O.S.A.), Infiltraciones judío-masónicas en la educación católi-
ca, Imp. Monasterio del Escorial, El Escorial, 1934.
—, «El Papa y la táctica comunista de la mano tendida», en De Rebus Hispaniae,
1-11-1938, n.º 11, pp. 9-10.
—, «En torno al armisticio», De Rebus Hispaniae, n.º 9, 15-09-1938, pp. 1-3.
—, Nueva reconquista de España: caminos equivocados, Lib. Santarén, Valladolid,
1938.
—, Así es España y así la Antiespaña: apuntes para conferencias patrióticas educado-
ras, Imp. Juan Bravo, Madrid, 1941.
Rodríguez Aísa, Mª Luisa, El cardenal Gomá y la guerra de España: aspectos de la
gestión pública del Primado, 1936-1939¸ Instituto Enrique Flórez (CSIC), Ma-
drid, 1991.
Rodríguez Almeida, Juan José, «Bases de trabajo rural y conflictos sociales en Sala-
manca, 1932-1936», en Studia Historica. Historia contemporánea, 1986, n.º 4,
pp. 205-223.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 461

bibliografía 461

—, «El despliegue táctico cedista en Salamanca, 1931-1936», en Salamanca: revista


provincial de estudios, 1990, n.º 26, pp. 107-156.
Rodríguez de las Heras, Antonio, Filiberto Villalobos: su obra social y política 1900-
1936, Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca, 1985 (2.ª ed.: Caja Duero,
2005).
Rodríguez Jiménez, José Luis, Historia de Falange Española de las JONS, Alianza,
Madrid, 2000.
—, «Una aproximación al trasfondo ideológico de la represión: “Teoría de la conspi-
ración” y policía política franquista» en Congrés sobre els camps de concentra-
ció i el mon penitenciari a Espanya durant la guerra civil i el franquisme, 21, 22 i
23 d’octubre de 2002, Museu d’Història de Catalunya, Barcelona (Publicación
en línea: http://www.cefid.uab.es/).
Rodríguez Labandeira, José, El trabajo rural en España (1876-1936), Anthropos,
Barcelona, 1991.
Rojas, Carlos, «Unamuno y la Guerra Civil de España», en Actas del Congreso Inter-
nacional sobre la Guerra Civil española, 1977: historia y literatura: Universidad
de Montreal, Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid, 1988, pp. 283-292.
Rosique Navarro, Francisca, La reforma agraria en Badajoz durante la II República:
la respuesta patronal, Diputación Provincial de Badajoz, Badajoz, 1988.
Rubio Mayoral, José Luis, «El profesorado de la Universidad de Sevilla: aproxima-
ción al proceso de depuración política (1936-1939)», en Gómez García, Mª Nie-
ves (ed.), Universidad y poder, Gihus, Sevilla, 1993, pp. 63-66.
Ruipérez Cristóbal, Leonor, Relato de mi vida, edición de la autora, Salamanca,
1996.
Ruiz Alonso, Ramón, Corporativismo, Ediciones Ruiz Alonso, Granada y Salaman-
ca, 1937.
Sagrera, Ana de, Miguel Primo de Rivera: el hombre, el soldado y el político, Ayunta-
miento de Jerez de la Frontera, Jerez de la Frontera, 1973.
Sáinz Rodríguez, Pedro, Testimonios y recuerdos, Planeta, Barcelona, 1978.
Salas Larrazábal, Ramón, Historia del Ejército Popular de la República, Editora Na-
cional, Madrid, 1973.
—, Los datos exactos de la Guerra Civil, Rioduero, Madrid, 1980.
Salcedo, Emilio, Vida de Don Miguel, Anthema, Salamanca, 19983.
Salgado, Agustín, La Grama, Plaza & Janés, Barcelona, 19811; Alcayuela, Salaman-
ca, 20012.
Sánchez, Manuel, Maurín, gran enigma de la guerra y otros recuerdos, Cuadernos
para el Diálogo, Madrid, 1976.
Sánchez Asensio, Manuel, Las cuestiones triguera y ganadera en España (a la luz de
la hispana tradición): manojo de artículos de Don Manuel Sánchez Asensio, con
prólogo del exdiputado a Cortes Don José Sánchez Marco y epílogo del M.I. Sr.
Magistral de Ávila [Don Ignacio Navarro Canales], Sebastián Rodríguez Impre-
sor, Toledo, 1926.
Sánchez Herrero, Miguel, De colonos a propietarios: endeudamiento nobiliario y ex-
plotación campesina en tierras del Marqués de Cerralbo (Salamanca, siglos XV-
XX), tesis doctoral inédita, Universidad de Salamanca, 2000.
Sánchez López, Francisco, y Calabuig, A., «La gran propiedad rústica de la provincia
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 462

462 esta salvaje pesadilla

de Salamanca», en Balcells Rocamora, Enrique (dir.), Estudio integrado y multi-


disciplinario de la dehesa salmantina: Contribución a proyectos UNESCO-M. a
B. Vol. 1: Estudio fisiográfico-descriptivo. Centro de Edafología y Biología Apli-
cada, Salamanca, y Centro Pirenaico de Biología Experimental, Jaca, 1978.
Sánchez Recio, Glicerio, «Mons. E. Pla i Deniel, Obispo de Salamanca, 1935-1941»
en Salamanca: revista provincial de estudios, 1994, n.º 33-34, pp. 231-242.
—, De las dos ciudades a la resurreccion de España: magisterio pastoral y pensamiento
político de Enrique Pla y Deniel, Ámbito, Valladolid, 1995.
Sánchez Tejerina, Isaías, El Alzamiento Nacional Español comenzó siendo un caso
magnífico de legítima defensa: oración inaugural del curso de 1940 a 1941 en la
Universidad de Salamanca, Universidad de Salamanca, Salamanca, 1940.
Sena, Enrique de, «Guerra, censura y urbanismo: recuerdos de un periodista», en
Martín, José-Luis (dir.) y Robledo, Ricardo (coord.), Historia de Salamanca. Vo-
lumen V: Siglo Veinte, Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca, 2001, pp.
325-394.
Southworth, Herbert R., La destrucción de Guernica: periodismo, diplomacia, pro-
paganda e historia, Ibérica de Ediciones, Barcelona, 1977.
—, El mito de la Cruzada de Franco, Plaza & Janés, Barcelona, 1986.
—, El lavado de cerebro de Francisco Franco: conspiración y guerra civil, Crítica,
Barcelona, 2000.
Suárez Cortina, Manuel, El reformismo en España: Republicanos y reformistas bajo
la Monarquía de Alfonso XII, Siglo XXI, Madrid, 1986.
Tierno Galván, Enrique, Cabos sueltos, Bruguera, Barcelona, 1981.
Tortella Casares, Teresa, «Las monedas de oro del Banco de España», en Monedas
de oro de la colección del Banco de España, Banco de España, Madrid, 1991.
Townson, Nigel, La República que no pudo ser: la política de centro en España
(1931-1936), Taurus, Madrid, 2002.
Tusell, Javier, Las elecciones del Frente Popular en España, Cuadernos para el Diálo-
go, Madrid, 1971.
Unamuno, Miguel de, El resentimiento trágico de la vida: notas sobre la revolución y
la guerra civil españolas, Alianza, Madrid, 1991.
Vega Sombría, Santiago, «La represión en la provincia de Segovia en los orígenes del
régimen de Franco», en Hispania Nova, 2004, n.º 4.
—, De la esperanza a la persecución: la represión franquista en la provincia de Sego-
via, Crítica, Barcelona, 2005.
Vegas Latapie, Eugenio, Los caminos del desengaño: memorias políticas 1936-1938,
Tebas, Madrid 1987,
—, La frustración en la victoria: memorias políticas 1938-1942, Actas, Madrid,
1995.
Venegas, José, Andanzas y recuerdos de España, Imprenta Ferrari, Buenos Aires,
1943.
Vidal i Barraquer, Francesc; Batllori, Miquel (ed.) y Arbeloa, Victor Manuel (ed.),
Església i Estat durant la segona República espanyola, 1931-1936: arxiu Vidal i
Barraquer: textos en la llengua original, Monestir de Montserrat, Montserrat,
1971-1991. Tomo III, 14 d’abril-21 de desembre de 1932. Tomo IV, 10 d’octu-
bre de 1933-18 de juliol de 1936.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 463

bibliografía 463

Vilar, Pierre, La guerra civil, Crítica, Barcelona, 1986.


Vincent, Mary, Catholicism in the Second Spanish Republic: religion and politics in
Salamanca, 1930-1936, Clarendon, Oxford, 1996.
Vivanco Sánchez, Jesús, Guerra civil y Radio Nacional: Salamanca 1936-1938, Insti-
tuto Oficial de Radio y Televisión, Madrid, 2006.
Weber, Max, Economía y sociedad: esbozo de sociología comprensiva, FCE, Méxi-
co, 1969.
Wright, Richard, A Linguistic Study of Unamuno´s Vocabulary, Universidad de Ox-
ford. El cap. V del libro se publicó en Cuadernos de la Cátedra Miguel de Una-
muno, Universidad de Salamanca, nº XXIV, 1976, pp.67-103.
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 464
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 465

Índice onomástico

Véase también las listas de Maestros, Víctimas y Procesados (páginas 154-187).

ABC, 341 Alexevitch Mokronsow, Anatoli, 132


Abel Sánchez (Unamuno), 242 Alonso Getino, L. (O.P.), 87-88
Abril Ochoa, José Antonio, 153 Alonso García, Gabriel, 227
Acción Católica, XVII Alonso Maeso, Juan, 227
Acción Española, 330, 333 Alonso Manzanera, Gonzalo, 105
Acción Popular, XIII Alonso Medina, Antonio, 107
Agonizar en Salamanca (Egido), 234 Álvarez González, Melquíades, 56, 58,
Aguiar, José, 216 68-69, 323
Aguilera Munro, Gonzalo de, véase Alba Álvarez Ramos, Marcelino, 107
de Yeltes conde Andanzas y visiones españolas (Unamu-
Aguirre, José Antonio, 337 no), 240
Aguirre, Rufino, 323 Andrés Carballo, Manuel, 107
Ahora, 240 Andrés Manso, José, 19-20, 24,
Aizpún, Rafael, 63 27,31,43, 45-46, 42, 48, 51, 59, 76,
Alba, Gaspar, 205 85, 100-101, 104-105, 107-108, 115,
Alba Ratero, Manuel de,41, 102, 104, 228, 248, 266, 282, 286-288, 291-
107, 287-288, 291, 293-295 294, 297, 303, 335
Alba (Fitz James Stuart Falcó), duque de, Andrés Marcos, Teodoro, 79, 87, 89,
35, 42 91, 219, 223-225
Alba de Yeltes (Gonzalo de Aguilera), Andrevitch Martinoff, Alexander, 132
conde, 85, 125, 217, 287-288, 293- Anguera de Sojo, José Oriol, 63
295 Antón Oneca, José, 87, 222, 227-228,
Albarrán, Urbana, 328 323
Alcalá Galiano, Antonio, 225 Anuario Estadístico, 14
Alcalá-Zamora, Niceto, 55, 61, 284, Aparicio, Juan, 217
315 Aparicio Galache, José, 145
Alcázar de Velasco, Ángel, X-XI Aparicio Fernández, Eduardo, 134-135
Alexandrovich, Alexandre, 132 Aquilina (maestra), 113
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 466

466 esta salvaje pesadilla

Aquilino (encarcelado), 312-313 Blanco Prieto, Francisco, X


Aquino, Tomas de, 87 Blanco Roldán, Antonio, 107
Arce, Manuel, 295 Blázquez Tolosa, Juan, 147
Arcipreste de Hita (Juan Ruiz), 254 Blinkhorn, Martin, 10
Arés, Mariano, 9 Bohigas, Francisca, XVII
Arias Fernández, Ángel, 148-149 Boletín Oficial de la Provincia de Sala-
Arrarás, Joaquín, XIII, XV, XIX, manca (BOPSA), 320
102,114, 124, 267 Boletín Oficial del Estado (BOE), 320
Arroyo Pascual, Abilia, XVII, 76-77,78, Bonaparte, Luis, XXII
80-81 Bonet, sacerdote, 92
Artero, José, XXIV, 73-74, 79-80, 82, Borges, Jorge Luis, 261
91, 95, 97, 335 Braudel, Fernand, 242
Arteaga, (duque de Infantado), 35 Bravo, Francisco, IX, XIV, XXII, XXIV,
Asensio, general, 88 3-4, 16-17, 29, 103, 106, 108, 139
Astete, padre, 282 Bullón Fernández, Eloy, 146, 222, 273
Aub, Max, 239 Buylla, Adolfo A., XIX
Ávila, teniente coronel, 128
Axel, 49-50 Cáceres de la Torre, 35
Azaña Díaz, Manuel, 41, 56, 58-59, 61, Calvo, Aurora, 330
79-80, 246, 284, 331 Calvo Alfageme, Álvaro, 227
Calvo Rengel, Luis, 126
Baigorri Aguado, José María, 133 Calvo Santa María, Agustín, 116
Ballbé, Manuel, 124 Calvo Sotelo, José, 101, 135, 137-
Balmes, Jaime, 341 139,213-214, 226, 335
Barbado Viejo, Francisco, 325 Calvo Vallejo, Emilio, 111-112
Barros Manzanares, José, 105 Cámara, Tomás de la, obispo (O.S.A.),9,
Bartol, 35 11, 73, 282
Bastida, 35 Camarero, Julio, 340
Batalla, capitán, 79 «Cambio político y social en Salaman-
Bayle, Constantino, (S.J.) 92-98, 336- ca» (Robledo), 19
337 Caminero, padre, 240, 256
Bazán, Armando, 256 Camón Aznar, José, 31,44,71, 73, 81,
Beato Sala, Isidro, 86-87, 222 227
Beltrán de Heredia, Vicente, 251 Campazas, Gerundio de, 340
Ben-Ami, Shlomo, 14 Capdevila, Luis, 31, 44
Benito Mampel, José de, 227 Campo Redondo, Luis, 45,108
Berceo, Gonzalo de, 240 Cancionero (Unamuno), 252
Bermejo Vida, Luis, 224 Carandell, Luis, 341
Bermúdez de Castro, Luis, vizconde de Careaga, 35
Revilla, 14 Carlier, H., VII-VIII,
Bernaldo de Quirós, marqués de los Al- Carrasco, Clemente, 283, 285
tares, 35 Carrasco, María de la Concepción, 282
Bernanos, Georges, 93, 95-96 Carrasco Formiguera, Manuel, 94
Bernis, Francisco, XIV, 7, Carrasco Pardal, Darío, 227
Blanco Cobaleda, Matías, XVI, 35, 42 Carrasco Robledo, Ana, 282
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 467

índice onomástico 467

Carreras, Lluis, 327, 331 Claret, Jaume, XXI 71


Carrión, Antonio, 83, 95 Clairac, P. (S.J.), 75
Casabó Ruiz, José Ramón, 89 Claridad, 73, 101
Casado Calzada, José, 145 «Clarín», Leopoldo Alas, XXIII
Casanova, Julián, 71, 86, 122-124 Clavijo, Luis, 297
Casanueva Gorjón, Cándido, XV-XVII, Cobaleda, 5, 35
12, 15, 17-18, 31,32, 34, 40, 43-47, Cocinero (condenado), 293
75-76, 302 Coca, Ángel, 44
Casanueva, Cándido (hijo), 42 Coco Martín, Atilano, XX, 148-150,
Casanueva Picazo, Valeriano, 31, 45- 306
46,301 Coloma, Carlos, 153
Casas Cerezo, Anunciación, 132 Contra esto y aquello (Unamuno), 253
Cascón, 35 Crespo, Francisco, 31, 46
Cascón, Higinio, 113 Criado, teniente, 103
Cascón, Isabel, 134 Croce, Benedetto, 251
Casimiro Mirat, véase Mirat, Juan Cuesta Bustillo, Josefina, XIII, 299
Casso Romero, Ignacio, 226 Cuesta González, Amador de la, 117,
Castaño, Ernesto, 16-17, 23, 25, 31, 40, 138-139
43, 45-46, 48, 51, 71 Cuevas, 294
Castellanos, marqués de, 5,
Castro, Rafael de , 31, 45 Daoíz, Luis, 272, 277
Castro, Santiago de, 328 Darwin, Charles, 87
Castro Albarrán, Aniceto de, XXIII, Dávila, Sancho, X
XXIV, 79, 84, 91, 92-95, 97-98, 221, De Maistre, 331
327-342 Defensa, 76
Castro Martín, Abilio, 117, 138 «Del remanso y paz de la Restauración
Caudillo, véase Franco Bahamonde al caos de la República» (Aunós),
Cejudo Cejudo, Epifanio, 111-112 XIX,
Cenizo Calderero, Martín, 111 Delgado, Severiano, XX, XXV, 85, 99,
Cepas López, Antonio, 101, 104 153
Cercas, Javier, 263 Delgado González, Mateo, 108
Cernuda, Luis, 241 Delgado Romero, José, 265, 295
Cerralbo, marqués de, 9 De Rebus Hispaniae, 93-94, 96, 337
Cervantes, Miguel de, 241, 254, 339 Derecho al Alzamiento (Castro Alba-
Cherkasar, Alexis Teodoro, 132 rrán), 333, 338
Chirri, Julián Montero, 288-289, 292, Deza, Diego de, 89
294, 296-297 Díaz, Elías, 239, 256
Choricero, 297 Díaz de Vivar, Rodrigo (Cid), 278
Ciano, Galeazzo, IX, Diego y Diego, Francisco, 293
Cibrán Finot, Ramón, 106 Díez Rodríguez, Francisco, 218
Cid, véase Díaz de Vivar, Rodrigo (Cid) Díez Solís, Marciano, 136-137
Cierva, Juan de la, 323 Domingo, Marcelino, 32, 34
Cifuentes, 45 Domínguez Guilarte, Luis, 227, 293
Cimas Leal, José, 18, 31, 45-46,73-74, Domínguez Rodríguez, Juan Manuel,
76, 81 147
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 468

468 esta salvaje pesadilla

Donoso, Vicente, XXV, Esteban, Carmen, XXV


Dorado Montero, Pedro, XIV, 9 Esteban, Mariano, 9
Doval, Lisardo, 111
Dualde, Joaquín, 68 Fal Conde, Manuel, 331
Duce, véase Mussolini, Benito Falcó, Evaristo, 113
Fanjul, general, 43, 100
Echevarría, Lamberto de, 342 Faupel, Wilhelm, 91
Egido, Luciano G., XXI, 233 Fernán Núñez, duque de,(casa de), 28-
Eijo Garay, Leopoldo, 222, 339 29, 335
El Adelanto, XV, 13, 91, 105, 109, 152, Fernando III, 93
297 Fernández de Córdoba, (duque de Medi-
El Alcázar, 340 naceli),35
El Capital (Camón Aznar), 227 Fernández de las Cuevas, José, 294
El Debate, 9, 16, 49, 54, 62-63, 69, 85, Fernández Fernández, Francisco, 137
301, 331 Fernández García, Julio, 153
El derecho a la rebeldía (Castro Alba- Fernández Henestrosa,(duque de Santo
rrán), 79-80, 84, 97, 327-328, 330- Mauro), 35
331, 333, 338, 340 Fernández Prida, Joaquín, 222, 225
El Observador, 331 Fernández Suárez, 46
El sentimiento trágico de la vida (Una- Fernando VII, 283
muno), 260 Firmat, Emilio, 323
El resentimiento trágico de la vida (Una- Fonseca Martín, 35
muno), 231, 235-236, 238, 242-245, Fontana, Josep, XXV
252, 256-257 Forcadell, Vicente, XXV
El Siglo Futuro, 8, 331 Fortea, comandante, 103
El Socialista, 18 Foxá, Agustín de, XIII, 217
El Sol, 58, 61-62, 240 Francés, Manuel, 113
Elorrieta, XIV, 7-8 Francia, Ignacio, XVI
En torno al casticismo (Unamuno), 234, Franco Bahamonde, Francisco, VII,
239, 242-243, 254 XIII-XIV, XXI, XXIII, 84, 87, 91-95,
Eremburg, Ilya, 248 97-98, 100, 143,148,194, 200, 213-
Escalona Ruíz, Teodoro, 294 214, 216-220, 229, 248, 251, 308,
Escribano, véase Marcos Escribano, To- 311-312, 319, 331, 333-334, 336,
más 338, 340-341
España y el Vaticano (Sánchez Mazas), 327 Fraser, Ronald, 108
Esperabé de Arteaga, Enrique, XXIV, Freira, José María, 148
217, 229 Frutos Valiente, Francisco (obispo), 73
Esperabé de Arteaga y González, Jesús,
86, 228 Gabriel y Galán, José María, XV, 5, 11
Espinosa, Francisco, XXV, 71 Gaceta Oficial, 61, 68, 316
Espinosa, Ricardo, 323 Gafo Muñiz, José Domingo, 83
Espinoza, Luis Enrique, 3, Gaite Veloso, Joaquín, 111, 148, 293
Estatuto de Cataluña, XV, Galán, F., 92
Éste es el cortejo (Castro Albarrán), Galinsoga, Luis de, 226
332-334 Gallegos Rocafull, José M., 82, 333-334
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 469

índice onomástico 469

Ganivet, Ángel, 244 Gómez Alonso, José, 113


Garcerán, Rafael, 310 Gómez de Liaño, Francisco, 272
García, Faustino, 113 Gómez Rodulfo, J., 77
García, Federico, 283 González, José, 113
García Álvarez, Manuel, 103-107 González, Mar, XXV,
García Bartolomé, Raimundo, 112 González, Tino
García Encinas, Fe, 108, 266 González Angoso, Laurentino, 295
Garcia Olay, Pelayo, 310 González Benito, Eloy, 113
García Prieto, Manuel, 271 González Carrasco, Víctor, 108
García Reparaz, Rafael, 137 González Cobos, 46
García Rodríguez, Gonzalo, 218 González Gorjón, 45
García Tabernero, 46 González Huebra, Eduardo, XXIV
García Valdecasas, Alfonso, 227 González Oliveros, Wenceslao, 86, 222,
García Venero, Maximiliano, 323 225-226
García Zapata, Mariano, 149 González Palencia Cabello, Cándido
Garduño, Tiburcio Bernal, 292-294 Ángel, 220, 224
Garduño Alonso, Eusebio, 111 González Riesco, Aristóteles, 111, 293
Garrido Muñoz, Valentín, 113 Gramsci, Antonio, XVI
Garrido Sánchez, 35 Gregorio Rocasolano, Antonio de, 224
Garrigues, Joaquín, 91 Guerra Santa (Castro Albarrán), 97,
Gascón Marín, José, 222 328, 332-334
Gay, Siro, 73, Guilarte, véase Domínguez Guilarte, Luis
Generalísimo, véase Franco Bahamonde, Guy, Alain, 244
Francisco Guzmán, véase Pérez de Guzmán, Fer-
Gerathy, Cecil, VIII nán
Gerundio de Campazas, Fray, 340
Getino, véase Alonso Getino Hammaralt, Savapoldi, 218
Gil Casares, Felipe, 220 Hedilla Larrey, Manuel, 132, 310
Gil Robles, Enrique, 9,331 Heine, Hartmut, 323
Gil Robles, José María, XIV-XVI, 4, 8- Hernández Leal, Ignacio, 107
11, 14-18, 20, 23, 25, 34, 38-39, 43- Hernández Martín, Luciano, 131
44, 47, 49, 53-55, 58-59, 65-69, 71, Hernández Sánchez, Adrián, 137
75-76, 78, 88, 100, 266,325, 331 Herrera, Ángel, 9, 16, 331
Giménez Arnau,José Antonio, 335 Hidalgo, Diego, 54, 67
Giménez Caballero, Ángel, 217 Hierro Muriel, 45
Giménez Caballero, Ernesto, 91, 217 Hillgarth, Alan, X,
Giménez Fernández, XXII, 32, 63 Hirschman, Albert O., XIX,
Giral, José, XIV Hitler, Adolf, 89
Goebbels, Joseph, 82 Horcajada Rodríguez, Raimundo, 138
Goded, Manuel, general, XXII, 43 Hostias (condenado), 293
Goé, Adolfo, 31, 45 Huebra, XVI
Goicochea de Cosculluela, Antonio, 80, Hurtado Martínez, Domingo, 111
87, 222
Gomá y Tomás, Isidro, cardenal, 33, 75, Ibáñez (director de la Caja de Ahorros),
90-97, 332-336, 341 305
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 470

470 esta salvaje pesadilla

Ibáñez Martín, José, 65, 92 Largo Caballero, Francisco, 21, 38, 41,
Iglesias Ovejero, Ángel, 147 101
Inés, Honorio, 103 Las dos ciudades (Pla y Deniel), 84, 97,
Infante, Javier, XXII, 71, 263 218
Isabel la Católica, 332 Las nubes (Cernuda), 241
Íscar Alonso, Agustín, 227 Laso Conde, Luis, 138
Íscar Peyra, Fernando, 31,45,73, 323 Lasso de la Vega y López de Tejada, Mi-
Íscar Peyra, Miguel, 12, 24, 47, 110, guel (marqués de Saltillo), 224
115, 118, 190, 296 «La sumisión al poder ilegítimo» (Cas-
Izard, Ernesto, 113 tro Albarrán), 79
La vida de don Quijote y Sancho (Una-
Jerez, Francisco, 103 muno), 243
Jiménez de Asúa, Luis, 222 La Voz de Castilla, 270-273
Jiménez de Rada, Rodrigo (Arzobispo de Le Matin, 249, 252
Toledo) 93 Lenin, Vladimir, 341
Jiménez del Rey, Eduardo, 73, 81 León XIII, 330, 339
Jiménez Polo, Vicente, 198 León Felipe,334
Jimeno Gil, Emilio, 224 Lerroux, Alejandro, 53-56, 65, 67-68
Juliá, Santos, XVI-XVII, 53 Les Grandes Cimetièrs sous la Lune (Ge-
orges Bernanos), 95
Kant, 87 Llorente, Humberto, 320
Kazantzakis, Nikos, 249, 251 L’Osservatore Romano, 91
Kent, Victoria,31, 44,150 López de Vivero, Juan, 19
Kononenkof Sakolof, Pedro, 132 López García, Santiago, XX, XXV,
85,99
La Ciencia Tomista, 83, 95 López Jiménez, Teodoro, 227
La Cierva, Juan de, 323 Lorenzo Bajo, Ángel, 112
La cuestión triguera y ganadera en Espa- Los Católicos y la República (Castro Al-
ña (Sánchez Asensio), 10 barrán), 331
La Gaceta Regional, XVI-XVII, XIX, 4, Lozano, Manuel, 138
10, 15-18, 26, 36, 38-39, 41-42, 47- Luis, Francisco de, 92
50, 72-78, 80-81,83, 91, 103, 117, Luna, Inés, 35, 42
149, 190, 206, 246, 285, 296, 316 Luna García Castejón, Antonio, 89
La grama (Salgado), 265
La gran víctima (Castro Albarrán), 333- Machado, Iñigo, 218
334, 336, 338 Madrid García, Jerónimo, 153
La Guerra nacional española (Menéndez Madruga Jiménez, Esteban, 222
Reigada), 97 Maistre, 331
Laín Entralgo, Pedro, 216 Maldonado Bomatti, Luis, 107
La Información, 10 Maldonado de Guevara Andrés, Francis-
Lamamié de Clairac, Eduardo, 73 co, 218, 251
Lamamié de Clairac, José María, XIV- Manso, véase Andrés Manso, José
XV, 8-11, 14-18, 24,31, 34, 37-38, Manso de Zúñiga, Gonzalo, 104
40, 43-44, 46-47, 51, 73, 75-77, 100, Manzanera, Holgado, 128
271 Maquiavelo, Nicolás, 87
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 471

índice onomástico 471

Marcos Escribano, Tomás, 8, 12, 15-18, Mit brennender Sorge (Con ardiente pre-
25, 28-32, 44-47, 75, 296 ocupación), 91, 96
Marcos Hernández, Agustín, 146 Mola Vidal, Emilio, general, 43,100,
Maritain, Jacques, 84, 93, 333 103, 121, 213-214, 215,241, 249,
Martín, Ángel, 320 301-302, 306-307, 309-312, 319,
Martín, Tomás, 323 333
Martín Cascón, Avelino, 135 Molero Lobo, Nicolás, general, 103-104
Martín Cascón, Manuel, 111, 134 Monedero, Antonio, 37
Martín del Castillo, Antonio, 117, 138 Monedero, Juan Carlos, 71
Martín Esteban, Alejandro, 263-265, Montero Egido, Isaías, 109
267 Montillana, Javier de, 323
Martín González, Eduardo, 121 Moraza Ortega, Miguel, 218, 227-228
Martín Marín, Guillermo, 218 Morcillo, Casimiro, 340
Martín Sánchez, Juan Francisco, 107 Moreno de Vega, Mariano, 113
Martín Sánchez, Rufino, 31, 45, Moro Ledesma, Aquilino, 111
Martín Veloz, Agustín, 283 Moscardó, L., 335
Martín Veloz, Diego, XXII, 8, 44,46, Mota Salado, José Mariano, 220
136, 263-280,283-284, 302, 313- Muñoz, Emilio, 113
314, 319 Muriel García, 35
Martínez, Francisco, 265 Mussolini, Benito, (Duce),IX, 272-273
Martínez Barrio, Diego, 54
Martínez Fusset, general, 319 Narváez del Águila, Duquesa de Valen-
Martinillo, véase Martín Veloz, Diego cia, 35
Marx, Karl, XXII, 87,341 Navalón Peral, Alfonso, 117
Matatías, 331 Navarro Luna, Manuel, 284
Maura, XXII, Negrín Fajardo, Olegario, 118
Mauriac, François, 93, 96 Niebla (Unamuno), 233
Maurín, Joaquín, 132 Nieto, Benedicto, 79
Maurrás, Charles, 79, 331 Nocedal, Cándido, 9
Mayorga, Abel, 113 Núñez Alegría, José, 269
Mellado Castro, Miguel, 107 Núñez Bravo, Antolín, 108, 148
Menéndez Pelayo, Marcelino, 81, 220- Núñez García, Arturo, 218
221, 278, 331, 335 Núñez Ribas, Lucio Francisco, 266-267
Menéndez Reigada, padre,(O.P.) 84, 87-
89, 97, 333 Ochoa, José, 45
Merlo, Luis, 111 Olleros, Ramón, 31, 40, 46, 51
Mesonero Romanos, Ramón de, 5 Olmo, Humberto S. del, 227
Meyer, François, 260 Oneca, José Antón, véase Antón Oneca,
Michelet, Jules, 239 José
Mier, Elvira, 322 Organ, Douglas, VIII
Mila, XXV Orgaz Yoldi, Luis, general, 100
Millán, Jesús, 71 Orígenes de la Francia contemporánea
Millán Astray, José, XXII, 217, 252 (Taine), 255
Mirat, Gregorio, XV, 24 Ors, Eugenio d’, 221
Mirat Casimiro, Juan, 271 Ortega y Gasset, Eduardo, 11
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 472

472 esta salvaje pesadilla

Ortega y Gasset, José, 8, 56-57, 235- Pontón, Gonzalo, XXV,


236, 246, 261 Por tierras de Portugal y España (Una-
Ortíz, Juan, 111 muno), 239
Ossorio y Gallardo, Ángel, 73 Por Dios y por España (Gomá), 97
Portillo Pérez, Luis, 227
Pabón, Jesús, 60-61, 63-67 Poveda (padre), 335
Pacelli, Eugenio, cardenal, 95-96, 330 Poveda Gallego, Valentín, 82
Palacios, familia, 42 Prada Garrido, Ambrosio, 218
Palacios Martín, 35 Pradera, Víctor, 35
Palenzuela Arias, Manuel, coronel, 104 Prado Herrera, María Luz de, XXI, 189
Pantoja, José, 149 Prieto, José María, 282
Pareja Yébenes, José, 60 Prieto Carrasco, Casto, XII, XX, XXIII-
Pascua Moronta, Vicente, 328 XXV, 11-12, 24,31, 41,44, 85, 101-
Pascual Mezquita, E., 247 102, 104, 108, 115, 228, 248, 281-
Paso, Alfonso, 340 297, 300, 303, 335
Patiño, marqués de Castelar, 35 Prieto Carrasco, Manuel, 227
Pavía y Rodríguez de Alburquerque, Prieto López, Casto, XXV
Manuel, general, 100 Prieto Tuero, Indalecio, 135, 228, 268-
Paz en la guerra (Unamuno), 234, 237, 269, 315
242 Primo de Rivera, José Antonio, XIV, 4,
Pelayo, Don, véase Menéndez Pelayo, 213-214
Marcelino Primo de Rivera y Orbaneja, Miguel, ge-
Peralta Miñón, Godeardo, 227 neral, XXII, 10, 12, 17, 58, 87, 100,
Pemán Pemartín, José María, 223, 250- 222, 225, 237, 268, 272-274, 278,
251 333
Peña, Leonardo de la, 218 Pro, Ángel, 20
Pérez de Guzmán, Fernán, 278 Puerto, 35
Pérez de Herrasti, marqués de Albayda, Puigdengolas, Ponce de León, Ildefonso
35 (general), 274
Pérez Ledesma, Manuel, 267 Puigdollers Oliver, Mariano, 223
Pérez López Villamil, José, 218
Pérez Martín, Julio, 227 Quevedo, Francisco de, 240
Pérez Pérez, Román, 105 ¿Qué pasa en España? (Bayle), 97
Pérez Rodríguez, Antero, 105, 111 Queipo de Llano y Sierra, Gonzalo,
Pérez Tabernero-Lamamié de Clairac, XXII, 18, 40, 44, 146-147, 264, 268,
xx 273-274, 276-278
Pierna Catalán, Serafín, 31,44,218 Querol Navas, Fermín, 218
Pío XI, XXIV, 91-92, 94, 333 Quijano, Alonso, El Quijote, 291 340
Pío XII, 94, 339
Pla y Deniel, obispo, VII, XIV, 72, 83- Radio Castilla de Burgos, 110
84, 94, 96-97, 219, 329, 332 Radio Club de Lisboa, 110
Plasencia, conde de, 335 Radio de Madrid, Unión, 112
Polo de Franco, Carmen, X, 216 Radio Nacional, XIV, 217, 332
Ponte y Manso de Zúñiga, Miguel, gene- Radio Salamanca, Ínter, 110, 332
ral, 100, 104 Radio Valladolid, 110
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 473

índice onomástico 473

Raguer, Hilari, 71 Sadoul, periodista francés, 248, 252


Ramón y Laca, Francisco, 30 Sainz Herráiz, Próspero, 117
Ramón y Laca, Julio, 31, 44-45 Sainz Rodríguez, Pedro, 60, 222, 331
Ramos Fernández, Rafael, 218 Salas, Diestro, Tomás, 76
Ramos Loscertales, José María, 12, 219, Salas Pombo, Diego, 323
251 Salazar, Enrique, 103-104
Razón y Fe, 92 Salgado, Agustín, 265-267
Redero San Román, Manuel, XXIII, 299 Salvatierra, Castillejo de, 42
Redondo, Onésimo, 108, 282, 314 Saliquet Zumeta, Andrés, general, 100,
Reig, Albert, 71 104-105, 127, 134, 215, 320
Repila Tetilla, Vicente, 111 Samper, Ricardo, 54, 56, 67
Reyes Católicos, 19, 340 San Manuel Bueno, mártir (Unamuno),
Rico, Marcelino, 45 234
Ridruejo, Dionisio, 84, 335, 339 Sánchez, Juan, 9,
Riego, Rafael de, general, 100 Sánchez, Lisardo, 17
Río, Cirilo del, 32 Sánchez, los, 5
Ríos, Fernando de los, 21, 60, 62, 64 Sánchez Arjona, 35
Rivas García, Octavio, 107 Sánchez Albornoz, Claudio, 222, 329
Rivas Vicente, Ángel, 107 Sánchez Albornoz, Nicolás, 329
Rizal, José, XXII Sánchez Asensio, Manuel, 10, 329
Robledo, Ricardo, XIII, 3, 19, 281, 327 Sánchez Barbudo, Salvador, 256
Roces, Wenceslao, 227 Sánchez Cánovas, José, 148-149
Rodríguez, Teodoro,(O.S.A.) 95-96 Sánchez Cobaleda, Graciliano, 76
Rodríguez Aniceto, Nicolás, 86, 222 Sánchez Cobaleda, Ignacio, 113
Rodríguez de las Heras, Antonio, XXIII Sánchez del Campo, J. A., 9
Rodríguez del Barrio, general, 100 Sánchez Gallego, Laureano, 227
Rodríguez Fabrés, 35 Sánchez Gómez, José, XX, 296-297, 335
Rodríguez Jiménez, José Luis, 272 Sánchez Martín, Fernando G., 78
Rodríguez Mata, Antonio, 87 Sánchez Martín, José, 108
Rodríguez Pinilla, XIV, Sánchez Maza, Nicasio, 222
Rohm, Ernst, 89 Sánchez Mazas, Rafael, 87
Román Retuerto, Emilio, 77, 226 Sánchez Rivera, Luis, 111
Romo, Aquilino, 73 Sánchez Rodríguez, Manuel, 108
Royo Villanova, Antonio, 87 Sánchez Rojas, José, XIV, 3-4, 9, 29, 42
Rubén Dario, 335 Sánchez Salcedo, Julio M., 227
Ruipérez Cristóbal, Encarnación, 132, 146 Sánchez Sánchez, Anacleto, 198
Ruipérez Cristóbal, Francisco, 31, 46,146, Sánchez Tabernero, 35
295 Sánchez Tabernero, Manuel, 9
Ruipérez Cristóbal, Jesús, 146, 301 Sánchez Tejerina, Isaías, 148-149, 222-225
Ruipérez Cristóbal, Leonor, 132, 146 Sancho Seral, Luis, 224
Ruipérez Cristóbal, Salvador, 146 Sangróniz (gabinete diplomático), X
Ruiz Funes, Mariano, 4 Sanjurjo Sacanell, José, 32, 89, 101, 264,
Ruiz Giménez, Joaquín, 323 275,314, 330
Ruiz Zorrilla, Yerro, 37 Santa Cecilia Rivas, Primitivo, 12, 18,
31, 44, 47-48, 74-75, 107, 271
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 474

474 esta salvaje pesadilla

Santa Pau Ballester, Rafael, 106 Torres López, Manuel, 87, 222, 225
Santos Alonso, Antolín, 137 Tremor y Arróspide, duque de Castro
Santos González, Wilfrido, 227 Enríquez, 35
Santos Mirat, Ángel, 227 Trías de Bes y Giró, José María, 217,
Santos Unamuno, XXIV 222, 225
Saz, Ismael, 71
Scott, Walter, 255 Ulibarri, Marcelino de, 148, 336-337
Segura, cardenal, 74, 91, 328, 331 Ullmann, Stephen, 257
Serna, Víctor de la, 217 Unamuno, Fernando, XXII
Serrano Súñer, Ramón, 84, 95, 300, Unamuno, María, IX
316, 335 Unamuno, Rafael, IX-X
Sokolowski, Michail Ivanovich, 132 «Unamuno y el movimiento nacional»
Solórzano Barroso, Manuel, 148-149 (Bravo), IX
Soriano Scholtz, marqués de Ivanrey, 35 Unamuno y Jugo, Miguel de, IX-XV,
Sotés Potenciano, Pablo, 108, 148-149, XX-XXII, 7-8, 12, 14, 18, 44, 73,
295 110, 115, 117-118, 150, 216-220,
Soto, Domingo de, 89 224-225, 233-261, 274, 278, 282,
Spain, revista editada en Londres, VIII, 284-286, 296, 299, 302, 305, 307-
IX, 308, 310, 315, 319
Suinoff, Fiodor Alesandrovich, 132 Un caso de legítima defensa colectiva
Suñer Ordóñez, Enrique, 223 (Sánchez Tejerina), 223

Tabernero, Fulgencio María, 5, 9 Valdés, Jesús, 103


Tabernero, los, 35 Valdés Cabanillas, Luis, 191, 301
Taine, Hipólito, 255 Valle Marín, Francisco del, 106, 110,
Tapia López, 35 115-116
Tarancón, Vicente Enrique y, 341 Varela Iglesias, Enrique, general, 100
Tavera, Alejandro, 24 Vegas Latapie, Eugenio, 84, 87, 223,
Tavira, obispo, 332 331
Tebib Arrumi (Víctor Ruíz Albéniz), 94 Velarde, Pedro, 272, 278
Tedeschini, monseñor, 316, 327, 330 Velayos, Nicasio, 38, 329
Tejero Nieves, Julio, 323 Veloz, Diego, véase Martín Veloz, Diego
«Teresa de Castilla», véase Arroyo Pas- Venegas, José, XXII, 268-271
cual, Abilia Ventosa, diputado, 80
Tharaud, Jerôme, XI, Vicente, Álvaro, 320
«Tierra y humanidad» (Villalobos), 48 Vicente, Hipólito, 283
“Timbalero”, el, véase José Sánchez Gó- Vidal i Barraquer, Francesc, 53, 79, 83,
mez 93, 330-331
Tovar, Antonio, 325 Vila Hernández, Juana, 118
Toledo, Romualdo, 60 Vila Hernández, Salvador, 118, 237,
Toribio de Dios, Juan, 110 248
Torre Berástegui, Quintín de, 249, 252 Vilar, Pierre, 303
Torrelo Molina, Arturo Aurelio, 99, Villa Sanz, Isidoro de la, 224
117, 138-140 Villalobos, Carmen, 322
Torremocha Téllez, Lorenzo, 224 Villalobos, Enrique, 302,314, 322, 325
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 475

índice onomástico 475

Villalobos, Fernando, 322 Vivero, A., 69


Villalobos, Filiberto, XII, XIV-XVII,
XX, XXIII-XXIV, 3, 11, 15, 17-18, Wright, Roger, 257
29, 31-32, 39, 44, 46-51, 55-69, 72,
75, 80-81, 92, 103, 132, 136, 248, Yanguas Messía, José, 86-87, 222
266, 278, 283-284, 299-326, 335
Villalobos, Remedios, 306, 322 Zamarriego García, Francisco, 226
Villegas, general, 100 Zaragoza, Rodrigo, 103
Vincent, Mary, 74 Zorrilla, José, 339
Vitoria, Francisco de, 86-89, 222, Zubizarreta, Armando, 256
Vitoria, Francisco de, asociación, insti- Zúñiga, Clavijo, 35
tuto, 86,221-222, 225
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 476
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 477

Índice

Prólogo: Salamanca, capital de una España «viva, confiada y sana»,


Josep Fontana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VII
Introducción. La memoria rota de Salamanca, Ricardo Robledo . . . . . XIII

PRIMERA PARTE

1. «¡El campo en pie!» Política y reforma agraria,


Ricardo Robledo y Luis Enrique Espinoza . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
2. Gil Robles contra Villalobos: la cuestión educativa (1934)
Santos Juliá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
3. La iglesia salmantina: rebeldía, cruzada y propaganda.
El Centro de Información Católica Internacional,
Ricardo Robledo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
4. Que no se olvide el castigo: la represión en Salamanca durante
la guerra civil, Santiago López y Severiano Delgado . . . . . . . . . . . 99
5. Patria y dinero. La contribución salmantina a la financiación de
la guerra civil española: suscripciones e impuestos especiales,
Mª Luz de Prado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189
6. La Universidad de Salamanca, plataforma de la represión en el
sistema universitario español, Jaume Claret . . . . . . . . . . . . . . . . . 215

SEGUNDA PARTE

7. Unamuno, en guerra, Luciano G. Egido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233


8. Sables y naipes: Diego Martín Veloz (1875-1938). De cómo un
matón de casino se convirtió en caudillo rural, Javier Infante . . . . 263
9. Casto Prieto Carrascao, alcalde de Salamanca (1886-1936).
Escritos desde la cárcel, Ricardo Robledo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 478

478 esta salvaje pesadilla

10. Desventuras del ex ministro Villalobos de la guerra civil al exilio


interior (1936-1955), Josefina Cuesta y Manuel Redero . . . . . . . . 299
11. «¡Dios se ha hecho generalísimo nuestro!». Dichos y hechos
de Castro Albarrán, magistral de Salamanca (1896-1981),
Ricardo Robledo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 327

Abreviaturas utilizadas en las notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 343


Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 345
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 447
Índice onomástico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 463
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 479
001-480 Salvaje pesadilla 8/5/07 12:32 Página 480

Potrebbero piacerti anche