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Juicio particular
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Siglo XIV: Santa Brígida recibió de Jesús la revelación


de cuál será el destino eterno de cada persona.
Esto es de mucha actualidad, porque presenta las
pautas que probablemente use en el Aviso a la
humanidad, en que c/u verá el estado de su alma tal
como Dios la ve.
Más útil aún, para cuando luego de la muerte, nos
enfrentemos a Dios en el Juicio Particular.

Quién era Santa Brígida de Suecia


Brígida Birgersdotter [1303-1373] fue conocida como
Santa Brígida de Suecia. Mística, escritora y teóloga
sueca, a la que Juan Pablo II proclamó Patrona de
Europa. Hija de un gobernador y de la hija de otro
gobernador.
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Brígida formaba parte de la clase alta de Suecia. A los 7 años tuvo una
visión de María Santísima y a los 10, soñó con Jesús sangrante. A partir
de ese momento, se convirtió en devota de la Pasión de Nuestro Señor.
Casada a los 14 años, tuvo 28 años de felicidad conyugal, interrumpidos
cuando ambos decidieron dedicarse a la vida consagrada y vivir en
castidad. Brígida fue llamada a la Corte Real de Suecia, como dama de
compañía de la Reina. La santa intentó por todos los medios enderezar
al Rey, que era débil y vicioso, así como lo intentó con su esposa, la
Reina. Ambos la escuchaban ocasionalmente, volviendo a caer en sus
terribles faltas.
La vida de Brígida estuvo signada por frecuentes visiones, milagros,
peregrinaciones y un gran compromiso auténtico
con los pobres y los incrédulos. No la asustaban ni la
peste ni las burlas a sus sueños y visiones.
Fue la fundadora de la Orden del Santísimo
Corazón. Murió en el año 1373, a los 70 años, en
Roma [Italia].

Las visiones de Santa Brígida


Estamos frente a una persona cuyas visiones eran
realmente significativas para su época. Eran tan
populares, que se las discutieron en tres Concilios:
de Constanza, de Basilea y Quinto de Letrán.
El libro de sus revelaciones fue publicado por
primera vez en 1492.
Por orden del Concilio de Basilea, Juan de
Torquemada -más adelante, Cardenal- examinó el
libro de las revelaciones de la santa, declarando que
podía ser muy útil para la instrucción de los fieles.
Torquemada clasificó las revelaciones en 3 tipos:
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• Corporales
• Espirituales
• Intelectuales
Acerca de sus visiones, el Papa Benedicto XIV dijo: “Aunque muchas de
esas revelaciones han sido aprobadas, no se les debe el asentimiento
de fe divina. El crédito que merecen es puramente humano, sujeto al
juicio de la prudencia, que es la que debe dictarnos el grado de
probabilidad de que gozan, para que creamos píamente en ellas”.
¿Se sentiría aludido y, por lo tanto, herido, con el primer juicio?
La canonización de Brígida fue confirmada en 1415, en el Concilio de
Constanza, por el antipapa Juan XXIII. Sin embargo,
los reyes de Suecia querían una canonización
legítima y 4 años después obtuvieron la
confirmación por el Papa Martín V, Sumo Pontífice
de toda la cristiandad. En el año 2000, el Papa Juan
Pablo II la designó Patrona de Europa.

Revelaciones sobre el juicio de Jesucristo


En su libro de las revelaciones [Libro 1, capítulo 41]
Santa Brígida habla sobre las revelaciones que le hizo
Jesús sobre el destino de 5 hombres que
representan a toda la humanidad.
Estas revelaciones a Santa Brígida, efectuadas
delante de toda la Corte Celestial, tienen todas las
características de un juicio.
En estos 5 hombres, Él resumirá todas las miserias y
riquezas de la humanidad en su conjunto.
Las revelaciones tienen una coincidencia
sorprendente con lo que puede suceder a c/u de
nosotros durante el Gran Aviso y en el momento del
Juicio Particular o Personal en nuestra muerte.
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Los 5 tipos de hombre sobre los que Jesús revela su juicio son:
1. El primer hombre representa la cabeza de la Iglesia y
sus sacerdotes.
2. El segundo, representa a los laicos corruptos
[apóstatas].
3. El tercero, representa a los judíos [el pueblo elegido
que, habiéndolo negado, aún espera al Mesías].
4. El cuarto, representa a los paganos o mundanos.
5. Y el quinto, representa a “mis amigos” [los amigos de
Jesús].

Juicio de Jesucristo a la cabeza de la Iglesia


“Ahora declaro mi disgusto contigo, cabeza de mi Iglesia, tú que te sientas
en mi asiento. Les concedí este asiento a Pedro y a sus sucesores para
que se sentaran con una triple dignidad y autoridad:
Primero, para que pudieran tener el poder de atar y desatar a las almas del
pecado.
Segundo, para que pudieran abrirles el Cielo a los penitentes.
Tercero, para que cerraran el Cielo a los condenados y a aquellos que me
desprecian.
Pero tú, que deberías estar absolviendo almas y presentándomelas, eres
realmente un asesino de almas.
Designé a Pedro como el pastor y el sirviente de mis ovejas, pero tú las
disipas y las hieres. Eres peor que Lucifer.
Él [Lucifer] tenía envidia de mí, y no persiguió matar a nadie
más que a mí, de forma que pudiera él gobernar en mi lugar.
Pero tú, eres lo peor, no sólo me matas al apartarme de
ti por tu mal trabajo, sino que también matas a las
almas debido a tu mal
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ejemplo.
“Yo redimí almas con mi sangre y te las encomendé como a un amigo
fiable. Pero tú se las devuelves al enemigo del que yo las redimí. Eres
más injusto que Pilatos. Pilatos sólo me condenó a muerte, pero tú no
sólo me condenas como si yo fuese un pobre hombre indigno, sino que
también condenas a las almas de mis elegidos y dejas libres a los
culpables.
Mereces menos misericordia que Judas. Judas tan sólo me vendió, pero tú
no sólo me vendes a mí, sino que también vendes a las almas de mis
elegidos, en base a tu propio provecha y vana reputación.
Tú eres más abominable que los judíos. Ellos tan sólo
crucificaron mi cuerpo, pero tú crucificaste y castigaste a las
almas de mis elegidos, para quienes tu maldad y
transgresión son más afiladas que una espada.
Así, puesto que eres como Lucifer, más injusto que Pilatos,
menos digno de misericordia que Judas y
más abominable que los judíos, mi enfado
contigo está justificado”.

Juicio de Jesucristo al laico apóstata


“Yo creé todas las cosas para tu uso. Tú me diste tu
consentimiento a mí y Yo a ti. Tú me prometiste tu fe y me
juraste que me servirías.
Ahora, sin embargo, te has apartado de mí como alguien que
no conoce a Dios. Has dado rienda suelta a tus instintos y
desechan todo lo que te es molesto, para eliminar los
obstáculos a la vida fácil y placentera que quieres llevar en
mi nombre.
Te refieres a mis palabras como mentiras y a mis trabajos
como carentes de sentido. Tú dices que mi voluntad y mis
mandamientos son muy duros. Has violado la lealtad y la
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fe que prometiste. Has roto tu juramento y has abandonado mi Nombre.


Te has disociado a ti mismo de la compañía de mis santos y te has
integrado en la compañía de los demonios, haciéndote socio suyo.
Tú no crees que ninguno merezca alabanza y honor salvo tú mismo.
Consideras difícil todo lo que tiene que ver conmigo y lo que estás
obligado a hacer por mí, mientras que las cosas que te gusta
hacer son fáciles para ti.
No llevas tu cruz por mí, cuando prometiste que lo haría.
Es por esto que mi enfado contigo está justificado, porque me
has olvidado, porque tú has quebrado la fe que me
prometiste en el bautismo y en adelante. Encima, me acusas
de mentir sobre el amor que te he mostrado de palabra y
también de hecho. Dices que yo era un loco por sufrir”.

Juicio de Jesucristo al judío


“Yo comencé mi amoroso idilio contigo. Te elegí como mi
pueblo, te libré de la esclavitud, te di Mi ley, te conduje hasta
la Tierra que les había prometido a tus padres y te envié
profetas que te consolaran.
Después, elegí una Virgen de entre vosotros y tomé de ella
naturaleza humana.
Mi disgusto contigo es que aún rehúsas creer en mí, diciendo:
“Cristo no ha venido todavía, sino que tiene que venir”.
Sin embargo, he hecho una excepción con todos los judíos que
son cristianos en secreto y que me sirven en caridad sincera,
conforme a la fe y en sus trabajos perfectos en secreto. Yo leo
el corazón, de acuerdo será”.
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Juicio de Jesucristo al pagano o mundano


“En relación a ti, pagano, he hecho una excepción con todos aquellos que
con gusto caminarían por la senda de mis mandamientos, si tan sólo
supieran cómo, y si fuesen instruidos.
Los que tratan de poner en práctica todo lo que pueden y de lo que son
capaces. Éstos, no serán de ninguna manera sentenciados con vosotros,
los paganos.
A ti, pagano, Yo te creé y te redimí para que fueras cristiano. Hice contigo
todo el bien. Pero tú eres como alguien que está fuera de
sus sentidos, porque no sabes lo que haces. Eres como un
ciego, porque no sabes hacia dónde te diriges. Adoras a las
criaturas y a las cosas en lugar de adorar al Creador, a la
falsedad en lugar de a la verdad.
Te arrodillas ante las cosas que son inferiores a ti, esta es la
causa de mi disgusto en relación a ti”.

El quinto hombre: el amigo de Jesús


“¡Acércate más, amigo!”.
Y Jesús se dirigió directamente a la Corte Celestial:

“Queridos amigos, este amigo mío representa a mis muchos


amigos. Él es como un hombre cercado entre los corruptos
y mantenido en un duro cautiverio.

Cuando dice la verdad, le arrojan piedras en la boca.


Cuando hace algo bueno, le clavan una lanza en el pecho.
{“Venid, benditos de Mi Padre, porque tuve sed y me disteis de
beber, tuve hambre y me disteis de comer…” Además, Jesús
deja claro que parte de la misión del cristiano pasa por el
martirio provocado por la incomprensión}
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{A partir de ahora, Jesús invita a participar a la Corte Celestial en el juicio


particular. Intervienen figuras bíblicas, diciendo su parecer sobre lo que
Él ha demostrado}

“¡Ay, mis amigos y santos! ¿Cómo puedo soportar a esas personas y


cuánto tiempo me mantendré con semejante desprecio?”.

{San Juan Bautista responde}: “Eres como un espejo inmaculado. Vemos y


sabemos todas las cosas en ti como en un espejo, sin necesidad de palabras. Eres
la dulzura incomparable en la que saboreamos todo lo bueno. Eres como la más
afilada de las espadas y un juez justo, mi Señor”.

“Amigo mío, lo que has dicho es cierto. Mis elegidos ven toda la bondad y
justicia en mí. Aún los espíritus diabólicos lo hacen. Yo soy
como una espada que corta en dos, le doy a cada persona lo
que él o ella merecen.

{Santa Brígida vio al Señor dirigirse a San Pedro. Entonces el


Señor habló, hablando al Bienaventurado Pedro}:

“Tú eres el fundador de la fe y de mi Iglesia. Mientras lo


escucha mi Ejército, ¡declara la sentencia a estos 5 hombres!”.

La respuesta de Pedro y la primera sentencia


Entonces, dijo Pedro: “¡Gloria y honor para Ti, Señor!, por el
amor que has demostrado a la Tierra y a los hombres. ¡Que
toda tu Corte te bendiga!, porque Tú nos haces ver y saber en
Ti todo lo que es y lo que será. Vemos y sabemos todo en Ti.
Es verdaderamente justo que la cabeza de la Iglesia, el que se
sienta en Tu asiento mientras realiza los hechos de Lucifer,
vergonzosamente debe renunciar a ese asiento en el que
presumió sentarse y compartir el castigo de Lucifer”.

La sentencia al laico corrupto o apóstata


Pedro continuó: “La sentencia del segundo hombre es que
aquel que haya abandonado la fe, debe descender al infierno.
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Y hacerlo con la cabeza abajo y los pies arriba, por haberte despreciado a
Ti, mi Señor, nuestro Señor. Tú, que deberías ser su cabeza. Y por
haberse amado a sí mismo y sólo a sí mismo, esta es la justicia”.

La sentencia al judío
Pedro continuó: “La sentencia del tercero es que no verá Tu rostro y será
condenado por su perversidad y avaricia, puesto que los que no creen
no merecen contemplar la visión de Ti”.

La sentencia al pagano o mundano


Pedro continuó: “La sentencia del cuarto es que debería ser
encerrado y confinado en la oscuridad, como un hombre
fuera de sus sentidos”.

La sentencia al amigo de Jesús


Pedro finalizó diciendo: “La sentencia del quinto es que deberá
serle enviada ayuda”.
Cuando el Señor oyó esto, respondió: “Prometo por Dios, el
Padre, cuya voz oyó Juan el Bautista en el Jordán, que haré
justicia a estos cinco”.

Los terribles castigos


Luego, ante los ojos sin duda asombrados de Santa Brígida, el
Señor Jesús continuó y dijo al primero de los 5 hombres, al cabeza
de la Iglesia y de los sacerdotes, al sucesor de Pedro:
“La espada de mi severidad atravesará tu cuerpo, entrando
desde lo alto de tu cabeza y penetrando tan profunda y
firmemente, que nunca podrá ser sacada.
Tu asiento se hundirá como una piedra pesada y no cesará
hasta que alcance la parte más baja de las profundidades.
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“Tus dedos, es decir, tus consejeros, arderán en un fuego sulfuroso e


inextinguible. Tus brazos, es decir, tus vicarios, que deberían haber
conseguido el beneficio de las almas, pero que en su lugar consiguieron
provechos mundanos y honores, serán sentenciados al castigo del que
habla David: ´Que sus hijos queden huérfanos y su mujer viuda, que
los extraños le arrebaten su propiedad´.”

{Jesús explica aquí los términos que ha pronunciado}:


“¿Qué significa ´su mujer´, sino el alma que ha sido separada de la gloria
del Cielo y que quedará viuda de Dios? ´Sus hijos´ son las virtudes que
aparentaron poseer y mi gente sencilla, aquellos que se les sometieron,
serán apartados de ellos. Su rango y propiedad caerá en manos de otros,
y ellos heredarán la eterna vergüenza en lugar de su rango privilegiado.
Sus mitras se hundirán en el barro del infierno y ellos mismos nunca se
levantarán de él.
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“Por ello, lo mismo que el honor y el orgullo que alcanzaron sobre otros
en la Tierra, se hundirán en el infierno tan profundamente, más que los
demás, que les será imposible levantarse.
“Sus extremidades, o sea, todos los sacerdotes aduladores que les
secunden, serán separados de ellos y aislados. Igual que una pared que
se derrumba, en la que no quedará piedra sobre piedra y el cemento ya
no se adherirá a las piedras. La misericordia nunca les llegará, porque
mi amor nunca les calentará ni les repondrá en la eterna Mansión
Celestial.
“En su lugar, despojados de todo bien, serán eternamente atormentados
junto a sus líderes”.

{Al segundo hombre, el laico corrupto, Jesús le dijo}:


“Dado que tú no quieres mantenerte en la fe que me
prometiste ni quieres manifestar amor hacia mí, te enviaré
un animal que procederá del torrente impetuoso para
devorarte. Y, lo mismo que un torrente siempre corre hacia
abajo, así el animal te llevará a las partes más bajas del
infierno.
“Tan imposible como es para ti viajar corriente arriba contra
un torrente impetuoso, igual de difícil será para ti ascender
desde el infierno”.

{Al tercer hombre, el judío, Jesús le dijo}:


“Ya que tú, judío, no quieres creer que Yo ya he venido, por
ello, cuando vuelva para el segundo juicio, no me verás en
mi gloria sino en tu conciencia, y comprobarás que todo lo
que te dije era verdad.
“Entonces, ahí quedará que seas castigado como mereces”.
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{Al cuarto hombre, al pagano o mundano, Jesús le dijo}:


“Como no te has ocupado de creer ni has querido saber, tu propia
oscuridad será tu luz y tu corazón será iluminado para que comprendas
que mis juicios son verdaderos, pero, sin embargo, tú no alcanzará la
luz”.

{EL JUICIO PARA EL QUINTO HOMBRE, EL AMIGO DE


JESÚS}:
“Haré tres cosas por ti” -dijo el Señor-.
“Primero, te llenaré internamente de mi calor.
“Segundo, haré que tu boca sea más fuerte y más firme que
cualquier piedra, de modo que las piedras que te arrojen
serán rebotadas.
“Tercero, te armaré con mis armas, de forma que ninguna
lanza te dañará, sino que todo cederá ante ti como la cera
frente al fuego.
“Por tanto, ¡hazte fuerte y resiste como un hombre!
Como un soldado que, en la guerra, espera la ayuda de su
Señor y lucha mientras le quedan fluidos de vida, así
también tú, ¡mantente firme y lucha!
El Señor, tu Dios, Aquel a quien nadie puede resistir,
te ayudará. Y como ustedes son pocos
en número, les daré honor y los convertiré
en muchos.

¿Cómo es el juicio que Dios te hará al morir?


Antes de que tú mueras, hay un tiempo de conversión. La
misericordia Divina te dará incontables oportunidades. Pero
cuando mueras, te enfrentarás al juicio entre tú y Dios. El
premio de tu comportamiento en la tierra será el Cielo, si no
será el infierno.
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Hay una parábola de Jesús que explica de manera muy particular y didáctica
la misericordia de Dios y Su amor; con ella, se puede entender de una mejor
forma el tema del juicio llamado particular. El Evangelio según San Mateo lo
relata así:
“El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora
de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los
obreros en un denario al día, los envió a su viña.
Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados,
les dijo: ´Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo´. Y
ellos fueron.
Volvió a salir a la hora sexta y a la nona, e hizo lo mismo.
Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontrar a otros que estaban
allí, les dice: ´¿Por qué estáis aquí todo el día parados? Y ellos dicen: ´Es
que nadie nos ha contratado´. Entonces diles: ´Id también vosotros a la
viña´.
Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: ´Llama a los
obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los
primeros´. Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un
denario cada uno. Al venir los primeros, pensaron que cobrarían más,
pero ellos también cobraron un denario cada uno. Y al cobrarlo,
murmuraban contra el propietario, diciendo: ´Estos últimos no han
trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que
hemos aguantado el peso del día y el calor´.
Pero él contestó a uno de ellos: ´Amigo, no te hago ninguna
injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues toma
lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo
que a ti. ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va
a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?´.
Así, los últimos serán primeros y los primeros últimos” (Mateo 20)
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Amor y misericordia
• El dueño de la viña ha encontrado a diversas horas a varias personas.
• A cada una la ha contratado en diferente momento.
• Todos van a trabajar.
• Si bien les pagan a todos lo mismo, ¿acaso el que trabajó más merece
igual que los que trabajaron menos?
El tema no es el trabajo, es la misericordia.
¿Quién es el propietario? Dios, el dueño de todo.
¿Quién es el obrero? Cada uno de nosotros, las personas en general, pero
tienen una característica: se han encontrado con el dueño de la vid.
Si el jefe es el Señor y el obrero somos nosotros, las personas, esto significa
que es un encuentro, es la conversión personal.
Los que llegan a trabajar antes, es porque se encontraron a Jesús primero
que los demás: pueden ser aquellos que, desde pequeños, traen
consigo su fe y sólo necesitaban un pequeño empujón. En el
encuentro con Dios se entusiasman y van a trabajar por Él [en su
casa, en el matrimonio, en la vida monástica, en el sacerdocio].
Los otros son aquellos que, en un momento específico de su vida,
llegaron a tener ese encuentro con Dios y dejaron todo para ir a
trabajar por y para Él. Puede ser que se encontraron con Jesús en
la mitad de su vida. Cada uno en diferente momento de la vida.
Incluso hay un grupo que llega ya cuando han terminado o están
casi por terminar [en su ancianidad, por ejemplo, se encontraron
con Jesús]: estos son los que. incluso en ese último momento, en
la última hora de su vida, se encontraron con Jesús, y en ese
instante se acogen a Su misericordia.
La hora del pago es la hora del juicio.
Allí vemos el amor y la misericordia.
Dios ha estado llamando en todo momento, y sin importar
a qué hora llega c/u, a todos les paga lo mismo.
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Aquí, la experiencia es que a todos los que se han encontrado con el Señor,
la paga es el Cielo. Pues todos han llegado a trabajar. Todos le oyeron.
Todos le siguieron. Todos acogieron y practicaron el Evangelio.
En este caso, no hay ninguno que se niegue: todos los que se encontraron con
Dios se han salvado, por Su amor y Su misericordia. Pues nadie pagaría a
una persona algo sin que trabaje.

Dios quiere que todos se salven


El propietario del viñedo dice: “Te pagaré lo justo”. Entonces, el reclamo
que hacen los que trabajaron desde el principio, parecería que tiene un
buen fundamento: les han dicho que les pagarán lo justo, y eso ha
consistido en un denario. Mas, los que llegaron de último han recibido lo
mismo. ¿Es justo? En los términos de la justicia humana, obviamente no.
Pero la justicia de Dios está basada en otros principios.
Por eso se dice que los últimos han sido juzgados según su
trabajo, pero bajo la misericordia.
San Juan dice que “el Hijo no ha sido enviado a juzgar, sino para
que el mundo se salve por Él”. Dios, propietario de la vida, envía
a Jesús, quien los convence de mil formas para que se salven.
Porque mientras hay tiempo, hay misericordia.
Pero cuando le toque pagar, no puede darle algo que no ha
cosechado. Por eso, la hora de la paga es el juicio particular: c/u
muere y se enfrenta con “el administrador”, que le da el denario
[Cielo] o nada, porque nada cosechó [Infierno].
En esta parábola, Dios quiere enseñarnos Su amor y Su
misericordia. Todos han recibido un encargo, un trabajo. Todos
han sido llamados y han respondido con generosidad, por ello el
dueño ha pagado lo que consideró mejor para c/u, aunque haya
sido el mismo precio. Este pago “extra” a los que trabajaron
menos horas, sale de la ganancia del propietario: se la da a los
que debieron ganar menos, pero ganaron un sueldo completo.
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¿Por qué? Por la misericordia del Señor.


En otras palabras: Dios no se cansa de llamarnos para que nos convirtamos
a Él, y al final de la vida nos da el premio [el Cielo].
El mensaje de la parábola gira en torno a notar cómo Dios no escatima en
recursos para salvar a las personas, por eso les paga con el Cielo, porque
quiere que se salven.
Dios llama, no quiere perder a nadie. El negocio de la vid es la excusa
perfecta para que la gente se tope con Él, se convierta y se salve. El premio
es tan grande como nadie puede imaginar… pero Él sí lo sabe.
Así nos pagará a c/u en el juicio particular.

El precio de tu elección
Dios ha mostrado que quiere que todos, sin excepción, se salven. Y que será
misericordioso a la hora del juicio particular. Pero ¿y si alguno de estos
se hubiese negado a trabajar?
Otra parábola nos da la respuesta, Mateo 22, 1-13:
“Tomando Jesús de nuevo la palabra, les habló en parábolas, diciendo:
´El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el
banquete de bodas de su hijo. Envió a sus siervos a que llamasen
a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía
a otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: Mirad,
mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y
animales cebados, y todo está a punto, venid a la boda.
Pero ellos, sin hacer caso, se fueron: el uno a su campo, el otro a
su negocio, y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron
y los mataron.
Se airó el rey, y enviando sus tropas, dio muerte a aquellos
homicidas y prendió fuego a su ciudad.
Entonces dice a sus siervos: La boda está preparada, pero los
invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos…
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Y a cuantos encontréis, invitadlos a la boda.


Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron,
malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.
Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía
traje de boda, le dice: Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda? Él
se quedó callado. Entonces, el rey dijo a los sirvientes: Atadlo de pies y
manos, y echadlo a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de
dientes”.
En esta parábola, es más claro que Dios llama a la boda del Cordero [Su hijo
Jesús]. Unos no vienen, por lo tanto, si no llegan no reciben nada ni comen
nada. A quienes les ruega que lleguen, tampoco hacen caso. Quienes
mataron a los siervos, son como los que en el Antiguo Testamento mataron
a los profetas.
¿Quién recibe el premio del Cielo? ¿El que cumple con la misión del
Señor, o quien la ignora? ¿Cuál fue la reacción?
Muerte, fuego.
El rey necesita llenar el salón para la boda. Por ello, dice “que
venga el que sea, pero que vengan”. Aquí es cuando llega el rey y
ve que todos, buenos y malos, han cambiado su ropa por una de
bodas.
La ropa es nuestra vida, nuestras elecciones. Nos han
anunciado a Cristo, y en ese encuentro hemos dejado todo.
Malos y buenos renuncian a su vida pasada y se visten con el
traje de bodas. Pero hay uno que se cuela, piensa que puede
engañar al rey, sabe que es un buen banquete, que un buen
premio lo va a recibir, pero no ha querido cambiar su ropa = no
ha cambiado su forma de vida, va a Misa y comulga, pero su
vida sigue siendo la misma: por ello ha de pensar que puede
colarse y entrar, ya que entre tanta gente nadie se dará cuenta.
Al verse descubierto por el rey, el colado se queda callado; y por
ello es echado fuera, porque no quiso cambiar su vida, a pesar de
haberse encontrado con Cristo.
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Si hubiese dicho: “no tengo para comprarme otro traje”, el rey le hubiese
dado uno, pero esa no era la intención del colado.

Malgastando lo que Dios nos dio


Como en la parábola del hijo pródigo: recibe la herencia y la gasta (Lucas
15:11-32). Al no tener nada, ¿qué hace? Se dedica a cuidar cerdos, le sirve
de mortificación; por eso, cuando regresa a pedir perdón, el padre lo
recibe y lo celebra.
El hijo somos nosotros: recibimos algo de parte de Dios, talentos [algunos
pintan bien, otros cantan, otros son buenos oradores, otros son médicos
excelentes]. Cada quien usa su talento de acuerdo con lo que se le
“ocurre”, tal vez un poco bien o un poco mal, o simplemente no lo usa.
Su paga es lo que cosechó.
Para poder estar con Dios, debemos arrepentirnos y cuidar cerdos, como es
el Purgatorio [una forma para llegar limpios al Cielo]. Por eso, al terminar
su tiempo con los cerdos, Dios lo recibe con los brazos abiertos: uno más en
el Cielo.
El que no se arrepiente, va al Infierno, como el que quiso engañar a Dios.
Quien ha obrado de buena forma, va al Cielo, siempre y cuando esté sin
mancha. De lo contrario, va al Purgatorio, y de allí ya con Dios.

Dios es amor
Aún hay tiempo, mientras estés vivo.
Dios te espera.
Lo que cosechaste será tu recompensa.
Infierno, Cielo.
Porque en ese instante de tu muerte, serás juzgado y con ello se
decidirá. Pero el juicio lleva implícita la misericordia y el amor de
Dios.
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Si necesitamos purificación, iremos al Purgatorio, con la esperanza de


haberse salvado eternamente. Pagando, sí, pero sabiendo que algún día
estaremos en el Cielo.
Pero ¡pobres de aquellos que no se arrepintieron nunca ni fueron buenos!
La condena es el fuego eterno, y existe.
Cuando en 1857 Jesús se apareció a la Beata Madre Encarnación, era para
recordarle al mundo que Él sufre, porque no quiere que ninguno de los
hijos se pierda. Es como si le clavaran un dardo en el Corazón y se lo
retorcieran. Él ama, ama totalmente, y no quiere que se pierda nadie.
Por ello, Santa Faustina recuerda que Jesús le ha dicho:
“Aun si un alma estuviese en descomposición como un cadáver y
humanamente sin ninguna posibilidad de resurrección, y todo
estuviera perdido, no sería así para Dios.
Un milagro de la Divina Misericordia resucitaría esta alma en toda
su plenitud.
¡Infelices los que no aprovechan de este milagro de la Misericordia
Divina! ¡Lo invocaron en vano, cuando sea demasiado tarde!”.
Dios es amor, pero también es justicia; por ello, éste es el momento de pedir
misericordia.

Dios nos mostrará los pecados de nuestra vida


Se trata de la iluminación de conciencias.
La humanidad pasará por una iluminación del alma, estando aquí en
la Tierra, y un mini-juicio particular, según varias profecías
católicas.
Si las revelaciones de los videntes de Garabandal y Medjugorje son
ciertas, esto será en una ventana de aquí a 20 años [2018 a 2038].
Si bien los cristianos de todas las épocas han pensado que su
generación experimentaría una intervención decisiva del Cielo,
ahora hay fechas concretas.
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Es la primera vez en la
historia que, al menos a dos videntes, de dos apariciones Marianas
[Garabandal y Medjugorje] la Virgen María les ha pedido que anuncien
unos días antes este tipo de evento; esos videntes tienen hoy cerca de 50
años [los de Medjugorje] y algo más de 60 [las de Garabandal].
Una de las etapas de esta intervención será lo que se ha denominado
iluminación de las conciencias o iluminación del alma. Es el momento en
que Dios iluminará nuestra conciencia personal, para que podamos hacer
un examen y nos purifiquemos.
¡Atención! Bajo este mismo rótulo, la New Age se refiere a “un cambio en el estado de
conciencia”, que nada tiene que ver con la comprensión de los pecados y la conversión
de vida, sino con “adquirir más poderes mentales” (¡!).

La iluminación de la conciencia, según los católicos, es lo que posiblemente


se vehiculiza en las profecías de Garabandal, con el Gran Aviso. Y en los
secretos de Medjugorje, corresponde al “Segundo Secreto” dado a los
videntes.
De acuerdo con las profecías, la iluminación en masa del alma ocurrirá en
un tiempo sólo conocido por Dios. Será para todos, pero el mini-juicio será
personal, de cara a Dios. De repente, permitirá a cada persona viviente ver
su alma exactamente como la ve Dios. Será dada a través del Espíritu
Santo. Cada pecado cometido será visible a cada individuo, no importa
cuán pequeño o grande sea el pecado. Cada acto de buenas obras será
visible al individuo, no importa cuán pequeña o grande sea la obra.
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Literalmente, el mundo se parará por un tiempo, mientras que esta gracia


incomprensible es dada a todas las almas vivientes.
A todos será revelado que Dios verdaderamente existe y que será
imposible negarlo después de esta gracia misericordiosa.
A través de la historia, muchos videntes han recibido este mensaje. Santa
Catalina Labouré [en 1830]; a la estigmatizada Marie-Julie Jahenny [en el
siglo XIXI]; a Santa Faustina Kowalska [en la década de 1930].
Probablemente sea el mismo fenómeno que experimentó Saulo de Tarso,
camino de Damasco, lo que se narra en Hechos de los Apóstoles:
“De repente, le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le
decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hechos 9 3-4).

Y, aparentemente, también ocurre al individuo al momento de la muerte o


cerca de la muerte.

La iluminación o el mini-juicio
Muchas experiencias cercanas a la muerte [ECM] describen la misma
situación: uno ve pasar su vida como en una película, ve las cosas que
hizo, que son agradables a Dios, y ve los pecados que cometió.
Algunos que han tenido experiencias cercanas a la muerte, regresaron
contando que Jesús o un Ángel les mostró su vida como en una pantalla
de TV, que iluminó sus conciencias e implicó una especie de mini-juicio
que cada uno se hizo a sí mismo frente a Dios, y arrepentimiento.

La idea de una iluminación, un evento global que provocaría que


todos pudiésemos ver el estado de nuestra alma, puede rastrearse
en el mártir jesuita inglés San Edmundo Campión, que en el siglo
XVI habló sobre ello:
“Un gran día, en el que el Juez Terrible debe revelar a las conciencias de todos
los hombres y tratar a cada uno según sus obras”.

El concepto de un gran evento mundial que abra la conciencia de los


hombres [lo que algunos llaman “juicio en miniatura”] tiene su
origen en la época de la Revolución Francesa, desde fines de 1700
hasta gran parte de 1800.
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A raíz de la severa persecución a los cristianos en Francia, algunos videntes


comenzaron a repetir la gran profecía de los eventos próximos. Una
vidente llamada Elizabet Canori-Mora tuvo una visión en 1825:
“Una gran luz apareció sobre la tierra, que fue el signo de la reconciliación de Dios con
el hombre”.

En 1836, Anna Maria Taigi tuvo una visión similar:


“Una gran purificación vendrá sobre el mundo, precedida por una ´iluminación de la
conciencia´ en la que todos se verán a sí mismos como Dios los ve”.

Profecías del estilo han sido proclamadas por muchos videntes Marianos:
“Yo les daré una luz especial. Para algunos, esta luz será una bendición; para otros, la
oscuridad. La luz vendrá como la estrella que mostró el camino a los sabios. La
humanidad experimentará Mi amor y Mi poder”.
[A videntes en Heede, Alemania]

Estas profecías pueden relacionarse con los signos observados por santos y
papas. Santa Faustina vio una gran cruz luminosa en el cielo. En el siglo
XIX, el Papa Pío IX vio algo similar:
“Habrá un gran prodigio que va a llenar el mundo de admiración”.

En los últimos tiempos, la idea de “algo” en el cielo recibió el impulso de


los sucesos de Garabandal, España. Una de las videntes, Mari Loli
Mazón [ya fallecida] dijo que se le dio la profecía de un evento tan
poderoso, que parecería que:
“…todas las cosas en todas partes se detendrán por un momento, y todos
pensaríamos y nos miraríamos por dentro”.

Un vidente católico de Polonia afirma:


“En primer lugar, habrá una gran explosión en el cielo. Parecerá que las
estrellas están huyendo desde el cielo. Una gran cruz será visible para todo el
mundo, en el cielo. Entonces, la fase mística se iniciará, el tiempo se detendrá,
el alma abandonará el cuerpo e irá ante Jesús al llamado mini-juicio. Todo el
mundo podrá ver todos sus pecados, las omisiones y el mal comportamiento,
como en una película de toda la vida. Uno va a ver todo esto en la justicia
perfecta, al igual que Dios ve nuestra vida. Uno también sentirá justo lo que
los ofendidos sintieron. Después del juicio, cada uno tendrá una idea del lugar
al que llegaría en caso de su muerte durante el aviso, es decir: el infierno, el
cielo o el purgatorio”.
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El vidente polaco continúa:


“Aparte de eso, todas las personas experimentarán cómo es morir en un estado de
pecado mortal. Después de eso, las almas volverán a sus cuerpos y la gente tendrá la
oportunidad de enmendar su vida. Lamentablemente, algunas personas morirán. Por
lo tanto, Jesús nos pide que digamos una oración de la Coronilla de la Divina
Misericordia por ellos, lo que puede salvarlos de la condenación eterna.

La iluminación: ¿disparada por acontecimientos


sobrenaturales o naturales?
Es muy posible que venga una gran iluminación, como una especie de
acontecimiento sobrenatural -no es descartable.
Pero es posible que podamos ser “iluminados” por fenómenos naturales:
un cometa encontrado por astrónomos de la NASA, proveniente del lado
ciego del Sol; un cometa que, de pronto, estará en el cielo para que todos
lo vean sin previo aviso y sin poder decir si impactará o no en la tierra.
Ver y oír algo así causará que mucha gente examine su conciencia. El punto
es que los eventos naturales pueden tener importancia profética. Se
pronostican muchos “cambios en la tierra”, por el lado de los científicos
y de los místicos.

Detalles de lo que pasaría en el mini-juicio


En la “profecía de 1990”, de un vidente anónimo, que fue
entregada a Michael H. Brown, se dice:
“Los castigos serán diferentes según las regiones; y como el gran mal, podrá no
siempre o no inmediatamente notarse por lo que es. En el periodo también
habrá un aviso que no implica fuego del cielo, sino el temor de fuego desde el
cielo, y extraños retumbos en la tierra”.

Por lo pronto, en los últimos años ha habido constantes informes


de inexplicables retumbos de la tierra.
El teólogo Ronald Comte Jr. se ha referido a lo que sucederá:
“En ese momento, c/u mirará cómo ve Dios su conciencia; conocerá los pecados
que todavía están en su conciencia.
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“Pero no se te mostrarán los pecados de los cuales tú ya te arrepentiste, ni los pecados


que objetivamente hayas cometido, pero que no están en tu conciencia por un error de
formación tuya. Estos últimos son los que se te mostrarán en el juicio particular
después de tu muerte.
“Cuando c/u tenga su conciencia iluminada, producida por el aviso, a la gente se le
ofrecerá la gracia de arrepentirse de sus pecados. Los que acepten el arrepentimiento y
lo hagan con contrición [dolor del alma] tendrán un verdadero dolor por haber
ofendido a Dios y al prójimo. Y a partir de ahí, tendrán la gracia de mayor facilidad
para dejar de pecar en el futuro. Los que rechacen esta gracia de arrepentirse de sus
pecados, los que les serán mostrados en el aviso, cometerán un grave error que
afectará el resto de su vida”.

Comte dice que muchas personas se arrepentirán con gran dolor y


pondrán más empeño para amar a Dios y al prójimo:
“Ello llevará a la Iglesia a una mayor santidad y traerá una mayor justicia a la
sociedad.
“Pero habrá una parte que no se arrepentirá, que se negará a arrepentirse. Por lo tanto,
la sociedad se dividirá en dos polos opuestos: uno que tenderá hacia la paz, el amor y
la justicia; y otro que reafirmará las tendencias pecaminosas actuales. Las
parroquias se llenarán de gente que va a confesarse y los sacerdotes se verán
obligados a muchas horas de escuchar confesiones seguidas, una tras otra.
“Algunos falsos profetas dentro de la Iglesia se arrepentirán, a fin de conservar
su posición como lobos con piel de cordero. Pero también muchos no católicos
se acercarán a la religión católica, especialmente judíos y musulmanes
moderados. Del mismo modo, algunos ateos y agnósticos empezará a creer en
Dios. Y todo esto sembrará una semilla a través de la cual todos los cristianos
se unirán a la Iglesia Católica”.

¿Qué sucederá con los pecadores impenitentes?


“Los pecadores impenitentes, los que no quieren arrepentirse porque sienten
que no tienen nada de qué arrepentirse, tendrán diferentes formas de
reaccionar: unos lo harán con ira, miedo y desesperación, negándose a
arrepentirse; otros cometerán el pecado del suicidio en su desesperación.
Y habrá otros que se hundirán más en los placeres y entretenimientos,
con el fin de distraerse de lo que se les ha comunicado en el aviso”.
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AUTO-ILUMINACIÓN CON LA ORACIÓN


Si oramos, el Señor ilumina nuestra alma. Y a esto, está viniendo la
Santísima Virgen María a la Tierra: Ella nos está pidiendo que oremos
para convertirnos, que no esperemos hasta el último momento, porque
puede ser tarde.
Nuestra Señora ha dicho que este es un periodo de Gracia que da Su
Hijo a nuestras almas, para que dejemos el pecado.
Objetivo: la pureza del espíritu. Esto puede traer un milagro.
Durante las apariciones de Kibeho [Rwanda], aprobadas por la Iglesia, la
Madre Santísima dijo:
“A todos los que estén enfermos con enfermedades incurables, un
buen corazón supera todo; no hay riquezas que estén más allá de
un corazón limpio.
“A todos los que han tenido dificultades de todo tipo, hay
dificultades en todas partes, en todos los ámbitos de la vida, y
cuando no se van, ofrézcanlas a Dios”.
“Todo buen cristiano es solicitado para ofrecer un sacrificio.
Todos los de ustedes que tienen problemas en sus familias,
piensen en la Sagrada Familia, que vivió en la pobreza y que
vivió entre quienes no gustaban de ella ni la entendían, y con
los problemas que ustedes tienen, acérquense a ella [a la
Sagrada Familia]”.
“Todos los que han dedicado sus vidas a Dios, una vida como
esa no es fácil: la cosa más importante es ser fiel a sus
promesas”.

Durante sus visitas a Kibeho, la Santísima Virgen María reveló


que “el Rosario posee un inmenso PODER ESPIRITUAL para
aquellos que lo dicen con sinceridad” -escribió Immaculée
Ilibagiza, una mujer ruandesa cuya misión es promover Kibeho
y el Santo Rosario.
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“Nuestra Señora de Kibeho prometió que cuando recemos con el


corazón abierto y arrepentido, el Rosario nos ganará el perdón del
Señor por nuestros pecados y liberará nuestras almas de culpa y
remordimiento”.

“También prometió que, con el tiempo, el Rosario


desarrolla dentro de nosotros una profunda comprensión de por qué
pecamos. Y que este conocimiento, nos dará la sabiduría y la fuerza
para cambiar o eliminar cualquier defecto interno, las debilidades de
carácter, o las faltas de personalidad que causan infelicidad y que nos
impiden vivir en la gracia que Dios tiene para que nosotros vivamos”.

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