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CARÁCTER SOCIAL DE LA MORAL

“La moral tiene esencialmente una cualidad social. Ello quiere decir
que sólo se da en la sociedad, respondiendo a sus necesidades y
cumpliendo una determinada función en ella. En cada individuo se
anudan de un modo peculiar una serie de relaciones sociales, y el
modo mismo de afirmar, en cada época o en cada sociedad, su
individualidad tiene un carácter social. Hay una serie de cauces que,
en cada sociedad, modelan el comportamiento individual: su modo de
trabajar, de sentir, de amar, etcétera. Varían de una comunidad social
a otra, y, por ello, carece de sentido hablar de una individualidad
radical al margen de las relaciones que los individuos contraen en la
sociedad.

La moral, como forma de comportamiento humano, tiene también un


carácter social, ya que es propio de un ser que, incluso al
comportarse individualmente, lo hace como un ser social. ¿En qué se
pone de manifiesto esta socialidad? Veamos tres aspectos
fundamentales de la cualidad social de la moral.

A) Cada individuo, al comportarse moralmente, se sujeta a


determinados principios, valores o normas morales. Pero los in-
dividuos forman parte de una época dada y de determinada co-
munidad humana (tribu, clase, nación, sociedad en su conjunto,
etcétera). Dentro de esa comunidad rigen, se admiten o se tienen por
válidos determinados principios, normas o valores, y aunque éstos se
presenten con un carácter general o abstracto (válidos pera todos los
tiempos o para el hombre en general), se trata de principios y normas
que valen de acuerdo con el tipo de relación social dominante. Al
individuo en cuanto tal no le es dado inventar los principios o normas
ni modificarlos de acuerdo con una exigencia propiamente personal.
Se encuentra con lo normativo como algo ya establecido y aceptado
por determinado medio social, sin que tenga posibilidad de crear
nuevas normas a las que pudiera sujetar su conducta al margen de
las ya establecidas ni tampoco de modificar las existentes. En esta
sujeción del individuo a normas establecidas por la comunidad se
manifiesta claramente el carácter social de la moral.

B) El comportamiento moral es tanto comportamiento de in-


dividuos como de grupos sociales humanos, cuyas acciones tienen un
carácter colectivo, pero concertado, libre y consciente. Pero, incluso
cuando se trata de la conducta de un individuo, no estamos ante una
conducta rigurosamente individual que sólo afecte o interese
exclusivamente a él. Se trata de una conducta que tiene
consecuencias en un sentido u otro para los demás, y que, por esta
razón, es objeto de su aprobación o reprobación. Los actos
individuales que no tienen consecuencia alguna para los demás no
pueden ser objeto de una calificación moral; por ejemplo, el
permanecer sentado durante algún tiempo en una plaza pública.
Ahora bien, si cerca de mí resbala una persona y cae al suelo sin que
yo me levante para ayudarle, el acto de seguir sentado puede ser
objeto de una calificación moral (negativa, en este caso), porque
afecta a otro, o más exactamente, a mi relación con otro individuo. La
moral tiene un carácter social en cuanto que regula la conducta
individual cuyos resultados y consecuencias afectan a otros. Por
tanto, quedan fuera de ella los actos que son estrictamente
personales por sus resultados y efectos.

C) Las ideas, normas y relaciones morales surgen y se desarrollan


respondiendo a una necesidad social. Su necesidad y la función social
correspondiente explican que ninguna de las sociedades humanas
conocidas, hasta ahora, desde las más primitivas, haya podido
prescindir de esta forma de conducta humana.

La función social de la moral estriba en regular las relaciones entre los


hombres (entre los individuos y entre el individuo y la comunidad)
para contribuir así a mantener y asegurar determinado orden social.
Cierto es que dicha función se cumple también por otras vías más
directas e inmediatas, e incluso con resultados más efectivos, como,
por ejemplo, la vía del derecho… Pero esto no se considera suficiente.
Se persigue una integración más profunda y no sólo la que se
manifiesta en una conformidad exterior. Se busca también que los
individuos acepten íntima y libremente, por convicción personal, los
fines, principios, valores e intereses dominantes en una sociedad
dada. De esta manera, sin recurrir a la fuerza o imposición coercitiva
más que cuando es necesario, se pretende que los individuos acepten
libre y conscientemente el orden social establecido. Tal es la función
social que corresponde cumplir a la moral.

Aunque la moral cambie históricamente, y una misma norma moral


puede albergar un distinto contenido en diferentes contextos sociales,
la función social de la moral en su conjunto o de una norma en
particular es la misma: regular las acciones de los individuos, en sus
relaciones mutuas, o las del individuo con la comunidad, con el fin de
preservar a la sociedad en su conjunto, o, dentro de ella, la integridad
de un grupo social.

Así, pues, la moral cumple una función social muy precisa: Contribuir
a que los actos de los individuos, o de un grupo social, se desarrollen
en forma favorable para toda la sociedad o para un sector de ella. La
existencia de este tipo peculiar de regulación de la conducta humana
significa no sólo —como ya hemos señalado— que la sociedad no se
contenta con una aceptación externa, formal o forzosa de ciertos
principios, normas o valores —aceptación externa que el derecho se
encarga de asegurar—, sino que aspira asimismo a que esa
aceptación se asegure también en la esfera íntima o privada de la
conciencia individual, en la que el derecho y la fuerza no pueden
operar decisivamente. En suma, la moral tiende a que los individuos
pongan en consonancia, voluntariamente —es decir, de un modo
consciente y libre—, sus propios intereses con los intereses colectivos
de determinado grupo social, o de la sociedad entera.

La moral implica, pues, una relación libre y consciente entre los


individuos, o entre éstos y la comunidad. Pero esta relación se halla
también socialmente condicionada, justamente porque el individuo es
un ser social o nudo de relaciones sociales. El individuo se comporta
moralmente en el marco de unas condiciones y relaciones sociales
dadas que él no ha escogido, y dentro también de un sistema de
principios, valores y normas morales que no ha inventado, sino que le
es dado socialmente y conforme al cual regula sus relaciones con los
demás, o con la comunidad entera.

En conclusión, la moral tiene un carácter social en cuanto que: a) los


individuos se sujetan a principios, normas o valores establecidos
socialmente b) regula sólo actos y relaciones que tienen
consecuencias para otros y requieren necesariamente la sanción de
los demás; c) cumple la función social de que los individuos acepten
libre y conscientemente determinados principios, valores o intereses”.

Tomado de: Adolfo Sánchez Vázquez – Ética – Editorial Grijalbo,


México, 1969.

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