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Odiando a las mujeres: la derecha y la izquierda

Andrea Dworkin

Título original​​: Woman-Hating Right and Left


Traducción​​: Eugenia Chareun

Ha pasado mucho tiempo desde que nos unimos para decir lo que
entendemos por feminismo y por qué la lucha por la libertad de las mujeres
nos importa lo suficiente como para que le dediquemos nuestras vidas: no
tres horas el sábado por la tarde; no una carta ocasional aquí y allá; no un
indignado ​"¡Oh, Dios mío, no lo dices en serio!". No creemos que nuestras
vidas sean triviales. Imagínate. Y no creemos que los crímenes cometidos
contra nosotras sean menores o insignificantes. Eso significa que hemos
hecho un progreso estupendo en entender que somos seres humanos con
derechos en este mundo; que nadie puede quitarnos esos derechos y que
hemos sido lastimadas por la subordinación sistemática de las mujeres, por el
abuso sexual sistemático al que hemos sido expuestas. Y estamos
organizadas políticamente para contraatacar y cambiar la sociedad en que
vivimos desde sus raíces.

Creo que como feministas tenemos una forma de mirar los problemas
que otras personas parecen no entender. Para poner nombres: la derecha y
la izquierda parecen no entender qué es eso que las feministas están
tratando de hacer. Las feministas están tratando de destruir una jerarquía
sexual, una jerarquía racial y una jerarquía económica, en las que las mujeres
son lastimadas y no tienen poder, y en la que la sociedad celebra la crueldad
sobre nosotras y nos niega la integridad de nuestros propios cuerpos y la
dignidad de nuestras propias vidas.

Ahora bien: el problema de las mujeres no es un problema que la


izquierda haya decidido que debe ser resuelto. Puede que te hayas dado
cuenta. Y la derecha no considera como tal el problema de las mujeres. La
derecha no ha llegado al punto de decir que el problema aún no es
importante, la izquierda sí, porque la izquierda siempre está en la vanguardia.
Ya que la izquierda es vanguardista, puede estar ahí delante diciendo
“Bueno, sí, entendemos el problema. Sólo que no es realmente importante.”
La derecha, al ser los dinosaurios, sólo dirán que no hay problema. Y se
supone que tenemos que elegir entre estas dos opciones.
Entonces las feministas miramos la sociedad en la que vivimos y
tratamos de entender cómo haremos para luchar contra el poder masculino. Y
para tratar de averiguar cómo vamos a combatirlo, tenemos que descubrir
cómo está organizado, cómo funciona. ¿Cómo sobrevive? ¿Cómo se las
rebusca? ¿Cómo se mantiene a sí mismo como sistema de poder?

En el transcurso de analizar el poder masculino y todas sus instituciones,


tratando de entender cómo opera, tenemos que impedir que trabaje: como si
pusiéramos arena en sus tanques de combustible. Así que tratamos de
averiguar cómo podemos hacer eso.

Tenemos que analizar el rol de la derecha y el rol de la izquierda en el


mantenimiento del poder masculino sobre las mujeres: no analizar lo que
dicen, sino lo que hacen. Y entonces tenemos que ir más allá de la realidad
que nos presentan cuando dicen, como suelen hacer, de una forma u otra:
“Chiquitas, nosotros sabemos lo que es bueno para ustedes. Estamos
trabajando por sus intereses.” El ala derecha te prometerá un marido, a quién,
sí, es verdad, debes obedecer, pero él te amará por eso, por obedecerlo.
Ahora bien, hay circunstancias (como en las que vivimos) en las que para
muchas mujeres esa no es una mala oferta. Debido a que reduce por varios
millones el número de hombres a los que tienes que hacer caso.

Y la izquierda también dice ​“chiquitas” —a menos que estén siendo


políticamente progresistas en ese momento, en ese caso dirán ​“grandes
coños”​, porque esa es su idea de libertad— se dirigen a nosotras en el tono
de voz que estén usando y nos dicen (pensando que es un buen trato):
“Bueno, lo que haremos será concederles el derecho al aborto en tanto
ustedes permanezcan sexualmente accesibles a nosotros. Y si retiran la
accesibilidad y empiezan a hablar de esa mierda acerca de un movimiento de
mujeres autónomo, destruiremos cualquier apoyo que les hayamos dado:
monetario, político, social, cualquier cosa que les hayamos dado por el
derecho al aborto. Porque, chiquitas, si su derecho al aborto no significa
acceso sexual para nosotros, no pueden tenerlo​”. Y eso es lo que han estado
haciendo durante los últimos quince años.

Entonces venimos las feministas y decimos: bueno, vamos a entender


cómo es que esta gente hace lo que hace. Vamos a abordar el problema de
manera política. Eso significa que vamos a tratar de aislar y describir los
sistemas de explotación que funcionan sobre nosotras, desde nuestro punto
de vista como personas que están siendo perjudicadas por ellos. Esto
significa que, aunque estamos en la parte inferior y ellos en la superior, los
estamos examinando en busca de puntos vulnerables. Y a medida que
encontremos esos puntos vulnerables (se pueden localizar anatómicamente,
así como de cualquier otra manera), vamos a mover los músculos que
tengamos, desde cualquier posición en la que nos encontremos, y vamos a
quitarnos de encima a ese cabrón en su manifestación colectiva.
Y eso significa que estamos organizando políticamente una resistencia a
la supremacía masculina. Solíamos hablar de tener una revolución. Todas
sonreíamos y reíamos y estábamos encandiladas, pensábamos que iba a ser
fácil. Por alguna razón, no entendimos que quienes tienen el poder no van a
disfrutar de la revolución tanto como nosotras. Comenzaron a no pasarlo bien
cuando empezamos a organizarnos. Se volvieron más y más infelices cuando
comenzaron a ver que eran vulnerables, que la supremacía masculina no era
esa cosa gigante y rígida que les había sido dada por Dios o por la
naturaleza. Dios es la derecha; la naturaleza es la izquierda.
Comenzó a parecer que, si bien la revolución de la noche a la mañana
no iba a ser posible, sería posible una resistencia consistente, seria y
organizada al poder masculino y las instituciones del poder masculino que
dañan a las mujeres. Nosotras empezamos a entenderlo, y ellos también.

Luego comenzaron los días difíciles para el movimiento de mujeres. Las


personas a quienes tratábamos de quitarle el poder no sólo iban a seguir
atacándonos de las formas en que habían tenido el privilegio de hacerlo en
los cientos y miles de años anteriores, también iban a organizarse
políticamente para detenernos. Y eso es lo que han hecho.

Bien, cuando hablo de una resistencia, estoy hablando de una


resistencia política organizada. No estoy hablando de algo que viene y algo
que va. No estoy hablando de un sentimiento. No estoy hablando de albergar
en tu corazón el modo en que deberían ser las cosas y pasar un día normal
con ideas buenas, decentes y maravillosas. Estoy hablando de cuando
arriesgas tu cuerpo y tu mente y te comprometes a años de lucha para
cambiar la sociedad en la que vives. Esto no significa simplemente cambiar a
los varones que conoces para que sus actitudes mejoren (aunque esto
tampoco estaría mal). Han pasado quince años. Sus actitudes no han
mejorado de manera notoria, aún. Pero esto no es una resistencia política.
Una resistencia política ocurre día y noche, a cubierto y en campo abierto,
donde la gente puede verla y donde no. Se transmite de generación en
generación, se enseña, se incentiva, se celebra; es inteligente, es ingeniosa,
es comprometida. Y algún día ganará. Va a ganar.

Todas encarnamos, también, una resistencia personal a la dominación


masculina. Lo hacemos de la mejor manera que podemos. Y parte del
problema en los últimos años ha sido sugerir que una u otra resistencia (la
organizada políticamente o la personal) será suficiente porque el feminismo
es una especie de elección de estilo de vida. Eres una mujer joven y
moderna, por supuesto que eres feminista.
Eso no es lo que significa ser feminista. El feminismo es la práctica
política de combatir la supremacía masculina en nombre de las mujeres como
clase, incluidas todas las mujeres que no te gustan, aquellas con las que no
quieres estar, las que solían ser tus mejores amigas y con las que ya no
quieres tener nada que ver. No importa quiénes sean las mujeres
individualmente. Todas ellas son igualmente vulnerables a la violación y el
maltrato, como las niñas al incesto. Las mujeres más pobres son más
vulnerables ante la prostitución, que es básicamente una forma de
explotación sexual intolerable para la sociedad igualitaria por la cual
luchamos.

Parte de lo que tenemos que hacer en esta resistencia de la que estoy


hablando es negarnos a colaborar con el poder masculino, negarnos a ser
usadas por él, negarnos a ser sus chicas de la primera línea, negarnos a
colaborar con él para hacer nuestras vidas un poco más fáciles. Negarnos a
colaborar con él incluso cuando esa sea la forma de conseguir un lugar para
hablar en esta sociedad. Un ventrílocuo podría estar moviendo tu boca si eres
una mujer al frente del poder masculino. No estás trabajando en nombre de
tus hermanas, estás trabajando para los muchachos. Y estás haciendo que
les sea más fácil lastimar a otras mujeres. Es muy difícil no colaborar con el
poder masculino porque es omnipresente, está en todas partes.

Parte de tener una resistencia feminista al poder masculino incluye


expandir la base de esa resistencia a otras mujeres, a mujeres con las que
tienes poco en común, a mujeres con las que no tienes nada en común.
Implica un diálogo activo y proselitista con mujeres que tienen diferentes
puntos de vista políticos porque sus vidas valen lo mismo que la tuya. Por ese
motivo.

Tenemos que superar las barreras políticas convencionales, las líneas


que los varones han trazado para nosotras. ​“N​ uestras chicas están ahí; las
llamemos demócratas, las llamemos socialistas, las llamemos como
queramos llamarlas. ​Aquellas chicas están allá; esas son s​ us chicas. Las
chicas de nuestro lado no tienen permitido hablar con las chicas del lado de
ellos.” ​Bueno, si las chicas de cada lado hablarían con las chicas del otro
lado, es posible que descubran que están siendo engañadas del mismo modo
por el mismo tipo de hombres.

Y así, cuando miramos la experiencia real de las mujeres (algo que


hacemos las feministas y que no hace la derecha ni la izquierda) ¿qué
encontramos? Encontramos que las mujeres de todo el espectro político,
independientemente de su ideología, son violadas y maltratadas dentro y
fuera del matrimonio. Encontramos que una gran cantidad de mujeres adultas
ha sido víctima de incesto, incluso que la tasa de incesto está creciendo en
nuestro país. En este momento, los expertos creen que cada año hay
dieciséis mil casos nuevos de incesto padre/hija, y este es sólo un tipo de
incesto.

La experiencia real de las mujeres incluye prostitución y pornografía,


cuando analizamos la experiencia real de las mujeres (y rechazamos el
pábulo con que nos alimentan los chicos de ambos lados diciéndonos qué
pensar y cómo son nuestras vidas) lo que encontramos, por ejemplo, cuando
analizamos la pornografía, es que podemos rastrear su uso en el abuso
sexual de generaciones anteriores. Podemos tomar generaciones de mujeres:
niñas, jóvenes, madres, abuelas. La pornografía no tenía que estar por todas
las calles para ser una parte funcional del abuso sexual de las mujeres en
esta sociedad. Sólo les estoy recordando lo que ya saben: la mayoría de los
abusos sexuales a mujeres ocurren en privado. Se llevan a cabo en lugares
donde, realmente, no podemos verlo. Y el asombroso logro del movimiento de
mujeres fue decir: “Ya no respetamos tu privacidad, violador”

Las mujeres están aisladas en sus hogares. Esto no es decir que las
mujeres no puedan salir; las mujeres pueden salir. Pero las cosas que les
pasan a las mujeres, en su mayoría, suceden en el hogar. El hogar es el lugar
más peligroso para las mujeres en esta sociedad. Son más las mujeres
asesinadas en sus hogares que en cualquier otro lugar. Una mujer casada o
que vive con su pareja es golpeada en este país cada dieciocho segundos. El
hogar es un lugar peligroso para las mujeres.

Antes del movimiento de mujeres, las mujeres que fueron violadas y las
que fueron golpeadas no sabían que alguien más había pasado por eso. Le
había ocurrido a ella sola en todo el mundo. ¿Por qué? Por algo que ella hizo;
porque ella era de alguna manera; por algo que ella hizo mal; porque ella era
mala en algún sentido. El problema —la violencia— era eficazmente ocultado
por la supremacía masculina. El hecho era que se podía caminar una cuadra
en una ciudad y encontrar un gran número de mujeres que habían tenido
precisamente las mismas experiencias de violencia masculina contra ellas por
la misma razón. Y la razón, en realidad hay una única razón, es que son
mujeres. Es eso, son mujeres. La sociedad está organizada no sólo para
castigar a las mujeres, sino para proteger a los varones que castigan a las
mujeres. Y eso es lo que estamos tratando de cambiar.

Ahora, en términos de lidiar con la derecha, la izquierda y el odio a las


mujeres, quiero hablarles especialmente sobre pornografía y algunas de las
estrategias donde la derecha y la izquierda se unen para cuidar la
pornografía, mantener la subordinación de las mujeres a través de la misma y
resguardar el abuso sexual que genera.

La pornografía existía en los hogares y fue utilizada en abusos sexuales.


Estaba disponible para varones en grupos de varones solamente. Muchas de
nosotras crecimos, si tenemos cuarenta o cincuenta años, sin ver pornografía.
No saturaba el ambiente como lo hace ahora. Como resultado, siempre
faltaba una pieza cuando, más tarde, como feministas tratábamos de
entender el abuso sexual. Nunca hubo un modo de entender cómo se
transmitieron todos esos hábitos de los violadores y las formas de abusar de
las mujeres, o cómo se transmitieron todas las “causas” del abuso. ¿Cómo
aprendieron los varones? Las enseñanzas no cayeron del cielo, no creemos
que haya sido así. Supongo que algunas personas sí lo creen: bajaron con
los Diez Mandamientos; esta es la forma en que la golpeas, esta es la forma
en que la atas.
Pero no creemos que sea así. Entonces: tenemos a las mujeres como
propiedad privada, adquiridas por los varones, en casas, aisladas. Y luego,
para lidiar con el llamado problema de la pornografía, tenemos algo llamado
leyes de obscenidad. Lo que estas leyes hacen cuando funcionan en la
sociedad es ocultar la pornografía a las mujeres y los niños. Nos impiden
verla. No impiden que los varones la usen en nosotras para el abuso sexual.
Ellos pueden conseguir pornografía y usarla, pero nosotras no podemos
verla, hablar sobre ella u organizarnos, ni aprender todo lo que podamos
aprender acerca de cómo funciona la supremacía masculina. No podemos
hacer eso.

Uno de los modos en que la estructura social protege la supremacía


masculina es la estrategia de la derecha de usar leyes de obscenidad para
mantener la pornografía en secreto para las mujeres, pero disponible para los
varones, tanto como para los individuos como para los grupos exclusivamente
de hombres.

Tenemos esta extraña noción que aparece en el movimiento de mujeres


de vez en cuando (es una gran trivialización de nuestras vidas, y además es
incorrecta) de que en el mundo hay una división real de las mujeres en
mujeres buenas y mujeres malas. Y tenemos algunas mujeres de izquierda
que, muy orgullosas, quieren ser reconocidas, percibidas y consideradas
malas, muy malas. Ahora, la realidad es que puedes hacer todo lo posible
para ser una buena mujer en esta sociedad, pero cuando estás en casa con
el marido que sedujiste con tu conformidad de ser lo que en apariencia es una
buena mujer, cuando él empieza a golpearte, lo hace porque eres mala. La
premisa subyacente en esta sociedad es que todas las mujeres son malas,
que tenemos una naturaleza que es mala y que merecemos ser castigadas.
Puedes ser la mujer más mala de la izquierda (lo que significa ser una buena
mujer desde el punto de vista de la izquierda) y cuando el izquierdista
empieza a golpearte, lo hace porque eres una mujer, porque eres mala del
modo en que una mujer es mala, no del modo en que el izquierdista es malo;
eres mala porque eres mujer y mereces ser castigada.

Pueden verlo manifestado en las instituciones. Les pido que lo


consideren en relación con la pornografía, porque en la pornografía no hay
nada que pueda hacerse a una mujer que la castigue lo suficiente por ser
mujer. Y la naturaleza misma de su ser es que obtiene placer sexual al ser
castigada. No tienes que pedir ser una chica mala, vives bajo la supremacía
masculina: eres mala. Eres mujer; lo que es odioso en ti (​en ti,​ definiéndote)
es el motivo que los varones tienen para lastimarte. Ese es el motivo por el
que no dicen: “​estoy golpeando a un ser humano y estoy lastimando a ese ser
humano”​ . Dicen: “​Estoy castigando a una perra, estoy castigando a una puta​.”
Dicen lo que dice la pornografía: “​realmente te gusta, ¿no? hay algo en ti que
realmente… realmente te da placer”​ .

Después, cuando pides ayuda, pensando que eres una persona a la que
no le gusta ser lastimada, el psicólogo dice: “pero en realidad te gustó,
¿verdad?”. Tú dices: “Maldición, no. No es así”. Y él te dice “Bueno, no estás
siendo honesta y ciertamente no te conoces muy bien”. Acudes a tu guía
espiritual, tu instructor de yoga, y él es capaz de decirte lo mismo. Es un poco
desalentador, ¿no?. Incluso la gente en estado vegetativo cree que si eres
mujer, eres mala.

Se supone que tenemos una naturaleza que anhela el abuso. La


pornografía consiste en castigarnos hasta el punto de la aniquilación por ser
mujeres, y tanto la derecha como la izquierda tienen un papel que
desempeñar en la protección de la pornografía. Actúan en conjunto para
asegurarse de que seamos castigadas. La lucha pública que siempre tienen
es, desde nuestro punto de vista y para nuestros propósitos, una distracción.
Cada facción hace su parte para mantenernos debajo, y lo importante es
entendamos qué parte es esa.

Lo que sucede en torno a las leyes de obscenidad es que los jueces de


derecha, estas personas autoritarias que supuestamente odian la pornografía
más que a cualquier otra cosa en el mundo han establecido la fórmula legal
que protege la pornografía. Al definir la obscenidad, han establecido el
método que los pornógrafos utilizan para proteger legalmente el material que
publican. La Corte Suprema dice: “​Hazlo de esta manera, de esta manera, y
de esta manera. Mientras tengas esto, esto y esto no te tocaremos​”. Eso es lo
que dicen esas esas leyes de obscenidad.

Y luego tenemos a nuestros maravillosos escritores vanguardistas de


izquierda que se unen y dicen: “​Está bien, y proporcionaré el material
socialmente redentor para que pueda cumplir con las normas de la fórmula
establecida por los varones de derecha”​ . Y ocasionalmente un escritor de
derecha también lo hace, William Buckley o alguien así. Él no rechaza el
dinero, las feministas rechazan el dinero. Quienes no rechazan el dinero no
son feministas.

Así que tienes este extraordinario acuerdo social entre la derecha y la


izquierda, que actúan como si estuvieran peleándose todo el tiempo, pero de
hecho pueden poner cualquier cantidad de explotación, tortura, crueldad o
brutalidad de odio hacia las mujeres en sus publicaciones; sólo lo envuelven
en un escrito que cumple con el estándar establecido por la Corte Suprema.
Eso es todo lo que tienen que hacer. Apenas tienen que estar alfabetizados
para cumplir con ese estándar, y lo hacen juntos. Y si dejas que te distraigan
con la pelea de gallos1 pública que siempre están teniendo, olvidas el hecho
de que cuando se trata de producir el producto social llamado pornografía, la
izquierda y la derecha están de acuerdo.

El odio hacia las mujeres en la pornografía no molesta a ninguno de los


dos lados. El odio hacia las mujeres no “ofende” (por usar una palabra
corriente) ni a la derecha ni a la izquierda, tanto si las mujeres son mascotas,
vaginas, conejitas o si son torturadas. Ellos están bien con todo esto, ambos
lados.

La forma en que los pornógrafos manejan realmente su negocio tiene


que ver con su relación con los gobiernos municipales en todo el país.
Tenemos los supuestos buenos gobiernos en ciudades de todo el país
(demócratas y republicanos en los ayuntamientos) que toman decisiones
increíbles sobre nuestras vidas todos los días. La mayoría de nosotras somos
demasiado presuntuosas para prestarles atención, tenemos una ideología
que considerar, tenemos pescado político más importante para freír. Mientras
tanto, esos pequeños ayuntamientos que no significan nada para ninguna de
nosotras les están dando a los pornógrafos partes de nuestras ciudades.

Así que tienes a los políticos locales de pie, derecha e izquierda,


denunciando la pornografía. Los liberales están en shock, quiero decir,
simplemente están paralizados, pero deben defender la pornografía. Ellos
deben hacerlo. ¿Por qué deben hacerlo? Ellos cambian el tema. La
zonificación2 es un permiso legal para explotar y traficar mujeres. Eso es lo
que es. No detiene la pornografía, la pone en un barrio determinado. Los
1
NdT: en el original dice ​cockfight​, se juega con el sentido literal y vulgar que significaría ​pelea de
vergas/pollas​. En todo caso, Andrea se refiere a una pelea de virilidades o masculinidades.
2
​zoning​ en el original
pornógrafos obtienen un vasto poder municipal porque asisten a las
reuniones de la junta de zonificación, ellos y sus abogados. Averiguan qué
partes de las ciudades están programadas para el desarrollo urbano, ya sea
un centro municipal, un proyecto de viviendas o un centro comercial. Ellos van
y compran la tierra, luego la mantienen como rehén hasta que las leyes de la
ciudad se vuelven amigables para ellos y consiguen vender su producto, el
odio contra la mujer, en partes oficialmente reguladas de la ciudad. Y ¿cuáles
son esas partes de la ciudad? La mayoría de estos lugares son los lugares
donde viven personas de color y algunas personas blancas pobres.

Por ejemplo, Minneapolis es una ciudad donde el 96% de los habitantes


son blancos y el 4% de color, en su mayoría personas negras y nativos
americanos. ¿Cómo llegó el 100% de la pornografía a sus vecindarios?
Quiero decir, si la estuvieras tirando desde el cielo no podrías lograr eso.
Esto es lo que pasa: esas partes de las ciudades terminan empobrecidas, las
empresas legítimas se mudan, varones de todas partes de la ciudad vienen
de noche para comprar pornografía y cazar mujeres. Suben los delitos de
violencia contra las mujeres y las niñas en esos barrios. Nadie vendrá a esos
vecindarios desde otros barrios a menos que quieran pornografía. Así que
tenemos una nueva forma de segregación en nuestras ciudades creada por
los efectos sociales de la pornografía y un aumento de la violencia contra las
mujeres y las niñas.

Aquí está el complot de la derecha y la izquierda. Tenemos a los


republicanos y los conservadores, que a veces son demócratas, hablando de
valores inmobiliarios. Ellos van a proteger los valores inmobiliarios, ¿cuáles?
los de los ricos y blancos. Por eso colocan la pornografía donde la colocan.
¿Se alza la izquierda con furia y dice “​¿cómo te atreves a hacer esto?
Queremos igualdad económica. No queremos empobrecimiento​”? La
izquierda no hace nada, porque mientras la derecha habla de valores
inmobiliarios la izquierda está con sus discursos.

Y así tenemos, en vastas áreas de municipios en este país, una nueva


forma de segregación creada por la pornografía. Tenemos nuevas áreas de
deterioro económico creadas por la pornografía y tenemos una nueva miseria
para las personas que tienen que vivir allí.
¿Cuál es el rol del Estado en todo esto? A la gente le gusta hablar sobre
el rol del Estado, es afortunadamente abstracto. Es como leer un test de
manchas de tinta: puedes decir lo que quieras, nadie sabe nunca si tienes
razón o si estás equivocada. Entonces, lo que me gustaría decir es que
tenemos un Estado particular al que podríamos observar, ese es el Estado en
el que vivimos. De hecho, podríamos prestar atención a lo que es, a cómo
funciona y cómo se originó.

Una cosa que parece estar clara es que ni la derecha ni la izquierda


piensan que el rol del Estado sea crear justicia económica o sexual. Eso
parece ser fácil de ver: la igualdad ya no es un objetivo de la izquierda si tiene
que incluir a las mujeres, ha rechazado ese objetivo. Y la igualdad nunca fue
un objetivo de la derecha.

Esta es la realidad, y les ruego que piensen en esto cuando escuchen


toda la mierda que escuchen sobre la Primera Enmienda. Les ruego que
piensen en esta Constitución que fue diseñada para proteger la institución de
la esclavitud, diseñada para no interferir con la compra y venta de seres
humanos. No es una sorpresa que este Estado, regulado por esta
Constitución, sea profundamente insensible a los delitos que involucran la
compra y venta de personas.

Y les recordaré que los padres fundadores fueron, muchos de ellos,


dueños de esclavos, pero especialmente que James Madison, quien escribió
la Primera Enmienda, no sólo era dueño de esclavos sino que se jactaba de
que podía gastar 12 o 13 dólares al año en su mantenimiento y ganar de cada
esclavo 257 dólares por año.

La Primera Enmienda no tiene nada que ver con la protección de los


derechos de las personas que históricamente han sido esclavizadas en este
país. Y no es sorprendente que en este momento proteja a personas que
compran y venden personas: la Primera Enmienda protege a los pornógrafos.
Se nos dice que su libertad de expresión fortalece nuestra libertad de
expresión. Ustedes verán, toman a una de nosotras o diez o treinta, nos
ponen mordazas en la boca, nos cuelgan de algo y nuestra libertad de
expresión se fortalece. Desafía la lógica pero ellos siguen diciendo que es
cierto. Yo sigo diciendo que no es verdad.
Entendamos que vivimos en un país donde los tribunales protegen
activamente la pornografía y su negocio. Cuando se aprobó la ordenanza de
derechos civiles en Indianápolis, la ciudad fue demandada una hora después
por haberla aprobado. Por aprobarla. Ni siquiera fue utilizada, sólo por
haberla aprobado.

El primer juez en el tribunal federal de distrito era una jueza designada


por Reagan, una mujer de derecha. Ella dijo en su decisión que la
discriminación sexual nunca supera en importancia a los derechos de la
Primera Enmienda. Esa es la posición de la derecha: la Primera Enmienda es
más importante que cualquier daño que se esté haciendo a las mujeres. Esta
decisión luego fue apelada. Otro juez designado por Reagan, Frank
Easterbrook, escribió la decisión del tribunal de apelaciones en contra de la
ordenanza. Dijo que la pornografía hizo todo lo que nosotras dijimos que hizo:
dijo que promovía la violación y las lesiones, que llevó a un salario más bajo
para las mujeres, a los ataques, insultos y lesiones contra las mujeres. Y
luego dijo que eso demostraba el poder de la pornografía como discurso. Su
capacidad para herir a las mujeres demostró su poder como discurso y fue la
razón por la que tuvo que ser protegida. Un libertario de derecha designado
por Reagan.

Entonces si tu teoría es que la derecha está en contra de la pornografía


y usará cualquier medio a su alcance para evitar que la pornografía exista,
me parece que la realidad te obliga a cambiar tu teoría por ser incorrecta.
Tanto la derecha como la izquierda están de acuerdo en que una mujer a la
que se cuelga de algo es el discurso de alguien. El discurso de alguien. Y
esto significa que hay una nueva forma en la que las mujeres son legalmente
esclavas. ¿Entiendes que una vez que somos el discurso de los varones,
somos su propiedad en la era de la tecnología? Una vez tecnologizadas, una
vez que el abuso contra nosotras es tecnologizado, legalmente somos de su
propiedad.

Se supone que la izquierda no valora demasiado el libre mercado.


Quiero decir, el libre mercado no es una idea de izquierda ¿verdad? Es decir,
el libre mercado significa que vendes lo que puedes vender en grandes
cantidades y subes los precios al máximo y obtienes la mayor ganancia
posible. Y el mercado te dice lo que es popular y lo que no lo es, qué puedes
hacer y qué no. Y si muere mucha gente porque no valen mucho, esto es así,
porque en el libre mercado compiten los valores más altos.

Ahora, puede que hayas oído hablar a mucha gente de izquierda sobre
algo que llaman “el libre mercado de las ideas”. Verás, no sólo se supone que
vendas cerdos, ganado, cebollas, manzanas y autos en el libre mercado. Hay
un libre mercado donde las ideas compiten. Las buenas ideas ganan y las
malas ideas pierden.
Podrían pensar, como lo hice yo, que una idea es inefable y no es una
mercancía. Quiero decir, no puedes sacarla del aire y ponerla en el mercado
para venderla y decir: “Pesa esta cantidad y la estoy vendiendo por libra”.
Resulta que si se rastrean las ideas de las que habla la izquierda, se refieren
a mujeres. Se refieren a mujeres que son cosificadas, usadas y explotadas en
pornografía. Eso es el “libre mercado de ideas”. Y las ideas se parecen
curiosamente a nosotras: somos las ideas y ellos tienen un libre mercado en
nosotras, amigas. Tienen un libre mercado en nosotras.

La verdad es que la opresión es una realidad política. Es una situación


de alianzas de poder en el que ciertas personas están en la parte inferior y
son explotadas y utilizadas por personas que están en la parte superior,
encima de ellas. En este país, donde todo tiene que ser psicologizado y
también utilizado por los sociólogos, no hablamos de la opresión como una
realidad política. En cambio, hablamos de personas que son víctimas.
Decimos “Fulana fue victimizada”, “Fulana fue víctima de una violación”. Con
suma razón, es una palabra correcta. Si te violaron, te victimizaron. Es
malditamente cierto, fuiste víctima. No significa que seas una víctima en el
sentido metafísico, en tu estado del ser, como parte intrínseca de tu esencia y
existencia. Significa que alguien te lastimó, que te hirieron.

Y si te sucede sistemáticamente porque naciste mujer, significa que


vives en un sistema político que usa el dolor y la humillación para controlarte
y lastimarte. Ahora, una de las cosas que nos ha sucedido es que muchas
personas han dicho que no somos víctimas sino que nos ​sentimos
victimizadas. Lo sentimos, es un estado de ánimo, es un estado de
exageración emocional. Lo sentimos, no es que nos haya pasado algo, es
que tenemos un mal estado de ánimo. Y las feministas somos responsables
de ese estado de ánimo, porque hacemos que las mujeres se sientan
victimizadas.
Señalar que en este país hay una violación cada tres minutos y que una
mujer es golpeada cada dieciocho segundos es muy malo para las mujeres
porque las hace sentir víctimas. Y se supone que no debemos ser malas y
hacer que las mujeres se sientan mal. Esta es la mierda mental suprema:
elimina todas las bases sobre las que podemos afirmar: “Tenemos un
problema político, tendremos que cambiar la sociedad en la que vivimos para
encontrarle una solución política”.

Si tomas un grupo de personas y de repente descubres que una de ellas


es golpeada cada dieciocho segundos, que otra es violada cada tres minutos,
que diez mil millones de dólares al año se gastan en verlas violar por
diversión, verlas ser explotadas, cosificadas y violadas por diversión y no te
sientes un poco maltratada, me refiero un poco exhausta por eso, me parece
que una no sólo sería una víctima, sino una muerta en vida, totalmente
insensible e ingenua.

La explotación es real e identificable, luchar contra ella te hace fuerte, no


débil. La violación sexual es real e intolerable, luchar contra ella te hace
fuerte, no débil. El odio hacia las mujeres es real, se sistematiza en la
pornografía y en actos de violencia sexual contra las mujeres, combatirla te
hace fuerte, no débil. Y tanto la derecha como la izquierda —ya sea si Phyllis
Schlafly da una conferencia sobre cómo si hubieras sido casta y virtuosa no
te habrían acosado sexualmente o si la izquierda te explica que deberías
celebrar tu sexualidad y olvidarte de la violación, ​olvídate, no tengas una mala
actitud, no te sientas una víctima​— ambas quieren que las mujeres acepten el
status quo, que vivan en este estado de cosas y no organicen la resistencia
política de la que hablé anteriormente. Porque el primer paso para resistir la
explotación es reconocerla, verla, comprenderla y no mentir acerca de tu
posición.
El segundo paso es preocuparte lo suficiente por otras mujeres: si hoy estás
bien y ayer estuviste bien pero tu hermana que colgaron del árbol no está
bien, irás a la distancia para bajarla.

El feminismo es la oposición al odio contra la mujer para lograr una


sociedad verdaderamente igualitaria. No puede existir un movimiento de
mujeres que esté enraizado en las defensas políticas del odio hacia las
mujeres. No son feministas quienes piensan que el odio hacia las mujeres
está bien. No lo son. Tampoco son feministas quienes piensan que está bien
a veces, aquí y allá, cuando a ellas les gusta, cuando lo disfrutan, cuando
encuentran placer en ello —especialmente en lo sexual. Y no son feministas
quienes piensan que el odio hacia las mujeres es muy malo en algunas
situaciones pero está bien en la pornografía porque causa orgasmos. La
pornografía causa orgasmos en quienes odian a las mujeres, claro que sí. Y
no son feministas quienes odian tanto a las mujeres para creer que nuestra
explotación es sólo un discurso o una idea. Quienes creen que las mujeres no
son personas o que las mujeres en pornografía no son seres humanos, no
son feministas. No son feministas quienes encubren a quienes odian a las
mujeres, a aquellos que producen el odio hacia las mujeres, a quienes
producen pornografía y a aquellos que celebran el sexo de odio contra las
mujeres.

Me gustaría ver en este movimiento un retorno a lo que llamo el primer


feminismo. Es muy sencillo: significa que cuando algo lastima a las mujeres,
las feministas están en contra. El odio contra las mujeres hiere a las mujeres.
La pornografía es el odio contra las mujeres, la pornografía lastima a las
mujeres. Las feministas están en contra de la pornografía, no con ella.

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