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Proyecto: “Rutas de violencias y estrategias de resistencia:

trayectorias de vida travestis y trans.”


Informe parcial de resultados | Área: Valles Calchaquíes

Equipo de trabajo: Lorena Carpanchay

Marce Butierrez y Fernando Cata Carrizo.


Introducción

El presente informe reúne los datos obtenidos durante el desarrollo de tres diferentes
instancias de trabajo en las que tomamos contacto con compañeras trans y travestis
radicadas en las localidades de Cachi, Cafayate, Animaná y San Carlos, que forman parte
del denominado Valle Calchaquí.

El Valle Calchaquí es un complejo de valles de altura ubicados en la franja oeste de la


provincia de Salta, entre la región de la Puna y los valles fértiles de la zona central de la
provincia. Sus características climáticas y la curiosidad de sus paisajes hacen de este un
espacio en plena transformación ante el desarrollo de nuevos emprendimientos turísticos
e inmobiliarios. Las localidades del valle calchaquí se encuentran interconectadas por la
ruta 40, que la recorre de norte a sur, provocando una circulación y movilidad de bienes y
personas entre sus diversos parajes y ciudades. Pueden distinguirse, sin embargo, tres
espacios bien diferenciados en el Valle: el sector norte integrado por Cachi, Angastaco y
Molinos; el sector central integrado por San Carlos, Animaná y Cafayate; y el sector sur
integrado por Fuerte Alto, Santa Maria del Valle de Catamarca y Amaicha del Valle
(Tucumán).

A los efectos del presente informe nos limitaremos a retratar las experiencias de violencia
ocurridas en este particular espacio, tomando los testimonios recogidos del encuentro con
las compañeras trans y travestis, pero aclarando que no todas estas experiencias han sido
problematizadas por las propias protagonistas como tales. Entendemos que en el contexto
cultural del Valle, están naturalizadas algunas prácticas y discursos, lo cual provoca que
para las compañeras sea difícil identificar la violencia en el relato de sus propias vidas. El
valle, heredero de un patrón de asentamiento colonial, fuertemente jerarquizado entre
clases sociales (peones y patrones), visiblemente racializado (indios y criollos) e
impregnado de discursos religiosos y morales; es un espacio donde el conflicto se evita y
donde la población tiene poco margen para expresar su descontento. Es por esto que
identificar las violencias implica una exegesis por parte del equipo de investigadorxs y una
apuesta reflexiva para el conjunto de las compañeras.
Entendemos por violencia de género todo evento en el que la persona es víctima de una
agresión, ofensa, discriminación y/o segregación en base a su identidad de género y/u
orientación sexual. Tomamos como referencia para problematizar esta categoría la ley N°
26.485 de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las
mujeres en los ámbitos en que se desarrollen sus relaciones interpersonales, sancionada
en Marzo de 2011. Esta ley distingue entre tipos y modalidades de violencia que
comprenden desde la violencia física, de más fácil constatación, hasta la violencia
simbólica.

El concepto de rutas de violencia que hemos escogido para el presente proyecto se


asienta en la idea de que los episodios de violencia están encadenados entre si y van
desplegándose de modo tal que las compañeras evitan determinados espacios o bien
idean estrategias para resistir a dicha afrenta. Estas rutas suelen delimitar aquellos
espacios institucionales en los que las identidades trans/travestis pueden circular y
desemboca en una privación de ciudadanía para tales agentes.

Otra noción básica que vamos a utilizar es la de estrategia de resistencia, la cual


entendemos como una acción individual o colectiva que permite anular o mermar los
efectos de la violencia y que opera en las compañeras como un subterfugio para conseguir
acceso a derechos.

Para obtener estos datos e identificar las rutas de violencia hemos operado en diversas
formas, adaptándonos a los tiempos y cualidades de las compañeras entrevistadas. En
algunos casos hemos logrado realizar encuentros grupales en donde se intercambiaron
percepciones sobre los eventos logrando en ocasiones intercambios de opiniones muy
interesantes, en otros casos hemos procedido a realizar entrevistas individuales cuando
por razones de tiempo o disponibilidad se dificultaba el encuentro con otras compañeras.
Sin embargo, debido a que las entrevistadas comparten un mismo espacio geográfico
surgen constantemente referencias comunes y sobre las mismas personas, lo que nos
permite tras un ejercicio de puesta en común entrecruzar las visiones sobre un mismo
evento. Además de las entrevistas a las compañeras trans y travestis se realizaron algunas
entrevistas con agentes estatales pertenecientes a diversas instituciones indagando sobre
la frecuencia con que las chicas acceden a servicios de salud, educativos, etc. Muchos
datos han sido obtenidos de la directa observación en el campo, ya que además de las
entrevistas como tales se realizaron largas conversaciones informales y actividades
cotidianas junto con las compañeras trans y travestis, incluido el circular junto con ellas
por los diferentes espacios en donde ocurre su vida social.

Los datos hasta aquí obtenidos nos permiten realizar un diagnostico parcial de las rutas de
violencia y estrategias de resistencia que da cuenta de un buen número de casos, aunque
ha sido difícil obtener los testimonios de las compañeras mas jóvenes ya que muchas
optan por dejar el espacio del Valle y radicarse en las ciudades, fruto de la misma violencia
y discriminación sufrida. Es por esto que consideramos que el grado de avance obtenido
es aún intermedio, ya que precisaríamos de nuevas instancias de investigación para
acceder a aquellos testimonios de quienes no se radican en la región pero tienen una
experiencia al respecto que deseen contar. Para acceder a dichos testimonios sería preciso
ahondar en un trabajo más complejo y con perspectivas sobre la movilidad estacional, a
fin de lograr acceder a nuevas entrevistas que complejicen el panorama con un enfoque
intergeneracional.

Por último, vamos a presentar en este informe los datos obtenidos organizándolos en dos
grandes bloques que se corresponden con los espacios trabajados: Valle Calchaquí Norte y
Valle Calchaquí Central. Desagregaremos a su interior los dos ítems que competen a la
presente investigación: rutas de violencia y estrategias de resistencia. Finalmente
pondremos ambas experiencias en diálogo en las conclusiones. A fin de preservar la
confidencialidad de los datos utilizaremos seudónimos cada vez que refiramos a una
experiencia de vida en concreto, aunque trataremos en lo posible de evitar cualquier
posible relato que ponga en evidencia a las entrevistadas. Las observaciones personales
ocurridas en el campo serán mencionadas en primera personal del plural.
Valle Calchaquí Norte: Cachi.

La localidad de Cachi es un pequeño poblado de apenas 2000 habitantes. Es la segunda


localidad mas visitada del Valle Calchaquí y uno de los principales destinos turísticos de la
Provincia. Al igual que otras áreas del Valle su historia se remonta al pasado pre-hispánico
de lo que hay sobrada evidencia arqueológica. Durante la colonia se constituyo junto a
Molinos como una hacienda en la que se producía fundamentalmente condimentos, en
especial pimentón, siendo esta en la actualidad una de sus actividades principales junto a
la vitivinicultura. Durante el siglo XX, Cachi fue transformándose en un pequeño poblado y
recibiendo en su ejido a las poblaciones campesinas e indígenas desplazadas de otros
pequeños parajes, hasta constituirse en el poblado cabecera de la localidad homónima.
Actualmente, y en parte de la mano de proyectos turísticos como la Ruta del Vino, recibe
casi 50.000 turistas anualmente, lo que ha provocado diversas tensiones en la comunidad,
sobre todo entre los habitantes auto-percibidos como indígenas y nucleados en la Nación
Diaguita Calchaquí y el estado municipal junto a empresarios y terratenientes de la región.

En este marco de disputas sobre las identidades de la localidad, las voces sexo-disidentes
han quedado opacadas y es nulo el abordaje de estas cuestiones en las políticas públicas y
discursos institucionales, lo cual dificulta su abordaje al momento de investigar. Sin
embargo y a raíz de anteriores investigaciones (Butierrez:2016) sabemos de un grupo de
compañeras que viven en la localidad y desarrollan sus actividades profesionales, así como
otras han optado por migrar hacia la ciudad para desempeñarse como trabajadoras
sexuales.

Rutas de violencia

A los efectos de este informe incorporaremos los testimonios de dos compañeras cuyas
edades superan los 40 años y que se desempeñan una como peluquera y la otra como
comerciante. Sabemos de otras dos compañeras cuyas edades oscilan los 20 años, pero ya
no radican en Cachi, debido a que fueron hostigadas en el colegio de la localidad y
prefirieron radicarse en la ciudad capital de la provincia para completar sus estudios. Sin
embargo estas dos compañeras más jóvenes luego migraron hacia capital federal, donde
se encontraban a la espera de ser sometidas a cirugías de implantes mamarios y se
desempeñaban como trabajadoras sexuales. Sabemos por intermedio de las dos
entrevistadas que una de ella suele regresar a visitar a su familia durante su cumpleaños,
pero el contacto con las compañeras suele ser esporádico y acotado.

Un dato importante sobre las compañeras que están radicadas en Cachi es que ninguna de
ellas ha accedido al cambio del nombre registral en su documento, debido a que lo
consideran innecesario a esta altura de sus vidas. Sin embrago esta falta de acceso tiene
su correlato en las dificultades que las compañeras tienen para expresar abierta y
públicamente su identidad auto-percibida en el espacio del Valle. Una de ellas aún utiliza
el nombre con el que fue registrada al nacer, tanto en su labor profesional como en el
trato cotidiano. La otra evita todo contacto con el exterior y pasa la mayor parte del día en
su negocio, sin interactuar con espacios institucionales o sociales en los que le sea
requerido ser nombrada. De hecho, cuando tomamos contacto con las compañeras, tras
preguntar en domicilios vecinos, tuvimos la dificultad de que al llamarla por el nombre
femenino, se nos respondiera refiriéndose a la compañera en masculino.

Este es sin embargo un punto que sentimos conveniente problematizar y complejizar, ya


que la identidad trans en estos espacios escapa de una formula binaria. Ninguna de las
compañeras entrevistadas para este caso en particular ha experimentado como un
imperativo para su auto-percepción el estar intervenidas, ya sea quirúrgicamente o a
través de tratamientos hormonales; como tampoco el vestir de modo “femenino”, usar
maquillaje, etc. Incluso el cambio registral es vivido como una externalidad que no
consideran vaya a cambiar nada en su modo de vida. La “performance” de la feminidad en
estos casos tienen mas que ver con el modo en que se nombran entre sí, con los
pronombres que usan en el discurso cotidiano y con la forma en que experimentan el
propio género, sin que este guarde relación directa con la expresión de género.

Si bien ambas entrevistadas coinciden en señalar que su presencia en Cachi no produce


situaciones conflictivas y que se encuentran integradas a la vida social y la rutina de la
localidad, admiten que su circulación esta sujeta a respetar determinadas pautas. La
principal de ellas implica guardar decoro en todo lo que hacen, tratar de no llamar la
atención, evitar andar travestidas y/o generando escándalo. Una de ellas relata cómo en
una ocasión en que se invitó a compañeras trans de la capital provincial a participar de los
corsos, se provoco todo tipo de comentarios en la radio local, ya que estas habían
desfilado con vestuarios sensuales y provocativos. Incluso, en esa ocasión la entrevistada
desfilo junto a las demás chicas, pero luciendo un atuendo discreto y una mascara,
logrando pasar desapercibida ante la mirada de la localidad.

Otro caso significativo es referido por la otra entrevistada quien poseía en las
inmediaciones de su comercio un bar en el que servía bebidas alcohólicas. En numerosas
ocasiones la entrevistada señala haberse visto sobrepasada por el acoso recibido por
parte de los clientes, pero mucho más violento resultaba el hecho de que fuera increpada
por las esposas de los parroquianos que la acusaban de pervertir a sus maridos, algo que
distaba mucho de lo que en realidad ocurría en dicho establecimiento. La entrevistada
opto por cerrar aquel negocio, para evitar el acoso y el escarnio al que era sometida por la
comunidad y que había puesto en tensión sus relaciones interpersonales.

Este andar discreto es una de las características que las entrevistadas consideran que las
distingue de las compañeras trans que viven en las ciudades y no es percibido como una
cuestión que las inferioriza, sino precisamente lo contrario. Consideran que la habilidad de
adecuarse a estos márgenes de acción es una característica distintiva y que implica
saberes específicos, por ejemplo una lectura sagaz de los espacios y temporalidades en las
que se les permite desenvolverse abiertamente en la comunidad. Hacemos este
señalamiento ya que las propias compañeras lo plantean así en las entrevistas, dando
lugar a que lo que nosotros podemos entender como una limitación y una violencia, es
para ellas su forma de resistir, su estrategia frente a la comunidad.

De todos modos, estos acuerdos son vistos de esta manera cuando ocurren entre
personas que se conocen y comparten un código en común, es decir con otros pobladores
de la localidad. Cuando la tensión sucede con extraños al Valle, el desenlace es otro. Por
ejemplo, en una ocasión en que una de las entrevistadas se encontraba junto a una amiga
que venia de la ciudad y habían salido a comer, al regresar fueron demoradas por un
oficial de la policía que si bien estaba radicado en Cachi no había nacido en la localidad. El
oficial solicito los documentos y ellas se negaron a entregárselo, la entrevistada lo
enfrento diciéndole que no era preciso ya que todos la conocían en el pueblo. Aún así el
oficial siguió requiriéndole los documentos y las chicas debieron acceder al control,
sintiéndose humilladas por el proceder del policía. Días después el oficial en cuestión fue a
la peluquería de la entrevistada y esta se negó a cortarle el pelo, pero ante la insistencia lo
hizo cobrándole mas caro el servicio y recordándole su proceder en aquella requisa.

El vínculo con la policía aparece en otras entrevistas como problemático, aunque este
nunca haya derivado en detenciones. Sí es frecuente que la policía impida que las chicas
se congreguen en grupos, sobre todo en el casco histórico, ya que eso produce sospechas
de que pudieran ejercer el trabajo sexual. Esto resulta hilarante para las entrevistadas
quienes señalan que jamás ninguna chica se dedico a tal tarea en el pueblo, sino que por
el contrario son los hombres quienes buscan a las chicas intercambiando sexo por dinero
u otros favores.

Respecto al vínculo con las instituciones educativas y de salud el panorama es complicado.


Se sabe y comenta entre las chicas y otros agentes de la localidad que los directivos del
colegio secundario son sumamente violentos con toda identidad sexo-disidente. Se valen
para ello del reglamento escolar que obliga a usar uniformes diferenciados por género y
pautas de aspecto e higiene para cada caso. Con esta normativa se acoso a una
compañera por llevar las uñas pintadas y el cabello largo, al punto de que la misma
abandonara los estudios y optara por continuarlos en un B.S.P.A.

En el servicio de salud existen profesionales del área de la psicología social que trabajan
esforzadamente por introducir la perspectiva de género en el trato con todas las
identidades, pero dicho trabajo no deja de toparse con tropiezos sobre todo cuando se
intenta capacitar al respecto a personas de las comunidades originarias y de las
instituciones educativas; sin embargo este grupo de profesionales son aliadas claves ara
articular cualquier posible intervención en caso de violencia de genero.
Estrategias de resistencia

Como ya hemos mencionado una de las estrategias de resistencia principales implica una
lectura cuidadosa de los márgenes de acción y la posterior adaptación a los mismos,
aunque en esa negociación táctica producida entra las entrevistadas y la comunidad se
deba resignar algunas cuestiones, por ejemplo la posibilidad de ser nombradas de acuerdo
a su autopercepción, la posibilidad de expresar su género del modo deseado o el
establecimiento de vínculos sexo-afectivos.

Una de las formas en que las compañeras lidian con estas cuestiones tiene que ver con las
prácticas de movilidad, en donde se puede obtener un margen de acción menos acotado.
Una de las entrevistadas suele viajar con frecuencia a la capital de la provincia en donde
se permite vestir y lucir según su género auto-percibido, salir a eventos y tomar contacto
con sus pares y también con “chongos” con quienes mantener vínculos sexo-afectivos. Por
el contrario la otra entrevistada rara vez sale de su casa y de la localidad, optando por esa
forma monástica de vida como estrategia para evadir la burla y el escarnio.

La religiosidad es también otra de las maneras en que las entrevistadas han logrado ser
mas aceptadas en la comunidad, ambas toman parte en las celebraciones religiosas,
colaboran con la parroquia y asisten regularmente a los oficios religiosos. Esto ha
permitido que su imagen ante la comunidad haya sido menos estigmatizada. Además la
iglesia les brinda un consuelo espiritual y les permite entender su propio devenir como
parte de una prueba superior.

Por último, pero no menos importante, es la sociabilidad entre las entrevistadas que les
permite enfrentar cualquier obstáculo de modo colectivo. Ambas chicas comparten una
amistad muy fuerte desde hace muchos años y también han sido muy amigas de aquellas
otras chicas que se fueron de la localidad, oficiando a veces de madres o hermanas
mayores y aconsejándolas aún hoy sobre los cuidados que deben tener. Si bien los
encuentros nos suelen ser frecuentes, cada situación de tensión que han enfrentado fue
resuelta colectivamente.
Valle Calchaquí Central: Cafayate, Animaná y San Carlos.

El espacio del valle central tiene otras características poblacionales y demográficas


diferentes al sector norte, además de estar atravesada por otros procesos de desarrollo
socio-económicos que dan lugar a un paisaje cultural distinto. En primer lugar cabe
mencionar que el espacio esta más densamente poblado y que Cafayate es una ciudad
cabecera que nuclea varios espacios de referencia para la región. Cafayate tiene cerca de
15.000 habitantes, en tanto que San Carlos tiene 2.000 y Animaná unos 1.500, lo que
sumado a otras localidades de la región en total arroja la suma de casi 20.000 habitantes,
casi diez veces más que el área norte.

Además los procesos socio-económicos de incorporación de esta región al turismo y el


mercado inmobiliario están mas desarrollados que en el sector norte, ya que desde hace
varias décadas Cafayate es considerada un destino turístico, primero como villa veraniega
para las elites locales, y luego como parte de proyectos internacionales como la Ruta del
Vino. Las actividades económicas también se encuentran mucho más diversificadas que en
otras regiones productos de la explosión demográfica y turística de dicha localidad.

Cabe aclarar sin embargo, que las tres localidades consignadas son diferentes, atraviesan
procesos histórico-culturales disimiles y tienen formas distintas de percibir la vivencia
trans. Mientras San Carlos y Animaná están más próximas a las actividades agrícolas y
permanecen “aisladas” en el tiempo como sucede en Cachi, Cafayate esta fuertemente
poblada, atravesada por problemáticas que podrían considerarse propias de un espacio
urbano y en constante movimiento y ebullición. Los vínculos entre la población y el estado
también son diferentes, mientras en los primeros el estado esta fuertemente presente e
interviene en muchos aspectos de la vida cotidiana, en el segundo existe tanta
complejidad que muchos aspectos discurren sin que el estado pueda intervenir y
controlar, lo que en muchas ocasiones puede producir espacios liminares en donde la
experiencia trans resiste a la vigilancia.
Rutas de violencia

Tal como ocurre en el caso de Cachi, las entrevistadas no logran identificar como una
situación de violencia los eventos que narran durante las entrevistas, aunque con la
repregunta constante y el dialogo grupal se logra reflexionar al respecto. Todas coinciden
en señalar que no han experimentado alguna situación de violencia extrema, pero si que
han sido objeto de burlas, de comentarios y de ridiculizaciones; a lo que responden
haciendo caso omiso. Para esta instancia del informe hemos logrado alrededor de 10
entrevistas a compañeras de distintas edades y que tienen opiniones diversas y a veces
encontradas respecto a la experiencia de ser trans en el Valle Calchaquí. Vamos a reunir a
continuación algunos puntos en común, procurando detallar algunos aspectos puntuales
cuando fuera necesario.

Un primer evento que resulta de importancia mencionar, ya que es un caso que habla de
una situación de violencia extrema es el ocurrido hace mas de diez años, cuando una
persona (a veces mencionada como trans y otras sólo como gay) fue hallada muerta en su
peluquería. Esta persona tenía trabajando junto a ella a dos compañeras que fueron
entrevistadas, una de ellas incluso tenía un vinculo muy cercano, ya que aprendió el oficio
en dicha peluquería. La persona fue encontrada por la compañera mencionada quien se
encontraba acompañada de otra entrevistada que circunstancialmente estaba allí. El
cuerpo del difunto había sido victima de violencia y se encontraba degollado.

Más allá del episodio criminal que en sí encierra una situación de violencia sexual y de
género, lo importante es el giro que tomaría la investigación policial. Las dos primeras
personas sospechadas fueron las compañeras trans que trabajaban en el local. Una de
ellas era aprendiz de peluquería y fue señalada porque tenía conocimiento de los
movimientos del fallecido, la otra hacia tareas de limpieza y fue señalada debido a que
conocía la trastienda de la peluquería donde residía la victima. Aunque no fuera
evidenciado en la investigación el prejuicio existente hacia las compañeras fue lo que
dirigió las miradas hacia dicha hipótesis. Luego se giro la investigación hacia la conducta
sexual de la víctima, por lo que se detuvo a un menor de edad que decían mantenía
relaciones sexuales con el fallecido. El supuesto victimario fue puesto en libertad pocos
días después por tratarse de un menor, y en la memoria popular quedó el discurso sobre
la conducta sexual de la víctima y la idea de que merecía dicho final por tratarse de un
pederasta.

Las entrevistadas coinciden en señalar que dicha perdida fue muy dolorosa para ellas
porque implico que queden bajo sospecha de la comunidad y que sus vidas privadas sean
puestas en boca de todos. Esta referencia al rumor, al decir de los vecinos, aparece
constantemente como preocupación de las compañeras ya que frecuentemente señalan
que ellas se esfuerzan por mantener una vida ordenada y sin sobresaltos y ser aceptadas
por el pueblo, pero que periódicamente emergen rumores y chismes que colocan en
tensión sus identidades.

Mencionan esto en varios casos, de los que reseñaremos dos: uno es el tiempo del
carnaval y la serenata en que muchas compañeras trans regresan al pueblo desde Buenos
Aires y alteran el orden exhibiéndose o provocando escándalos y otra son los
señalamientos sobre la vida sexual y el estado serológico de algunas compañeras trans.

El primer caso es el de los inconvenientes que provocan las chicas venidas de Buenos Aires
o Salta en tiempos de carnaval o serenata. Por ejemplo, las chicas suelen participar en una
murga desfilar en los corsos. Para hacerlo definen una temática y realizan sus vestidos,
tratando de que estos sean discretos y no exhiban más de lo necesario. Cuando chicas
foráneas toman partida en la murga suelen hacerlo usando muy poca ropa, e incluso
mostrando los pechos al desnudo, lo que provoca los comentarios de los vecinos y
señalamientos de orden moral. Esto provoca indignación en las chicas locales ya que
sienten que son puestas “en la misma bolsa” que las otras. Señalan que luego les toma
mucho tiempo “reconstruir” la imagen ante la localidad. A veces estas chicas foráneas
toman mucho alcohol y provocan escándalo en los mismos corsos o en los boliches, lo que
también provoca señalamientos en las locales. Esta situación es mencionada con
frecuencia y no sólo para el caso de Cafayate, sino también para las otras localidades.
Continuamente aparece en el discurso de las compañeras la idea de “ganarse el respeto”
por parte de los vecinos, algo que guarda relación con lo ya observado en Cachi, aunque a
diferencia de aquel caso aquí las negociaciones no suelen ser tan desiguales y las chicas
logran encontrar márgenes de acción ampliados que les permiten vivir de acuerdo a su
identidad de genero y ser nombradas con respeto por los vecinos.

La siguiente cuestión que pone en tensión sus identidades y las coloca bajo sospecha
refiere a su conducta sexual. En diversas ocasiones han sido señaladas por la comunidad
debido a que surgieron rumores sobre posibles relaciones con menores de edad o con
personas influyentes en la vida política de la ciudad. Estos rumores que surgen de fuentes
inciertas terminan poniendo en foco a todas las chicas, mas allá de que ninguna tenga esta
clase de vínculos sexo-afectivos. Algo que señalan con frecuencia es que tener amistad
con hombres les resulta imposible, ya que la sólo cercanía entre ellas y algún varón,
implica la sospecha por parte de la comunidad de un romance y las intrigas en torno a
esos vínculos. Es por esto que las compañeras guardan mucha distancia de cualquier
situación comprometedora o incómoda, o bien deben recurrir a la clandestinidad para sus
encuentros románticos.

Respecto al tema de las infecciones de transmisión sexual suele ocurrir algo parecido.
Actualmente Cafayate tiene un alto número de casos de VIH positivo según señalan los
funcionarios del hospital de la ciudad, y en su mayoría se trata de parejas heterosexuales
que se han instalado en la localidad recientemente. Sin embargo los señalamientos
siempre apuntan a las chicas trans y travestis. La mayoría destaca que prefieren no acudir
el servicio médico público, ya que saben que si van al hospital aunque sea por un malestar
menor van a ser observadas como posibles personas con VIH. En Cafayate si hubieron
casos de personas trans con VIH, pero se trataban de chicas que vivían en la ciudad y
habían regresado ya en un estadio terminal de la infección. Por eso cada vez que se instala
el rumor sobre una posible chica infectada las miradas se posan en el conjunto de las
compañeras, algo que ellas señalan como injusto.
Esta situación con la salud publica es mencionada como un inconveniente por las
entrevistadas, ya que recuerdan y han sido testigo de que cada vez que las compañeras
acudieron al servicio medico fueron maltratadas, llamadas por otro nombre que no es el
auto-percibido e incluso inferiorizadas por el personal de enfermería.

En el caso del acceso a la educación las compañeras señalan no haber tenido mayores
inconvenientes, pero tras una encuesta mas detallada aparecen situaciones de acoso
escolar, de violencia sistemática y de burla que han generado mella en su autoestima. No
en todos los casos ocurre esto, ya que depende de a que institución educativa hayan
concurrido dado que no todas tienen iguales características, de hecho se diferencian por
clase social y nivel socio-económico de su estudiantado.

En relación al vínculo con las fuerzas policiales no aparece mención de casos de violencia
extrema, aunque si relatan episodios de detenciones por contravenciones simples como la
ingesta de bebidas alcohólicas en la vía publica. Algunas entrevistadas señalan que las
detenciones no son violentas ya que muchas veces los oficiales son amigos, conocidos e
incluso familiares, los que les permite establecer acuerdos de convivencia. Un solo
episodio se menciona como traumatizante y sucedió tras el hallazgo de un indigente
muerto en un predio baldío. La investigación policial primeramente señalo a una
compañera travesti como sospechosa de dicho crimen debido a la sospecha de que
mantenía un vínculo sexo-afectivo con el fallecido. La compañera fue detenida durante 15
días, que fueron de mucha angustia para la compañera además de vivir situaciones
incómodas durante la misma. Luego se determino que se trataba de una muerte
accidental y la compañera fue puesta nuevamente en libertad.

Para los espacios de San Carlos y Animaná los relatos no distan mucho de lo hasta acá
expresado, aunque suele experimentarse menos resistencia por parte de la comunidad.
Una sola compañera señalo que en una ocasión fue objeto de comentarios negativos por
encontrarse en la plaza juntos otras amigas tras una fiesta. Se menciono el caso de una
compañera que ya no vive en San Carlos y que habría sido objeto de una fuerte golpiza.
De hecho una de las compañeras entrevistadas ocupa un cargo en la municipalidad de San
Carlos y la otra asiste con periodicidad al colegio de Animaná donde son respetadas de
acuerdo a su género auto-percibido. También en el caso de Animaná tomamos contacto
con una compañera de 75 años de edad quien tomara parte de joven en diversas
actividades sociales del pueblo y tuviera vínculos de amistad con familias destacadas de la
localidad, sin que se le hicieran señalamientos sobre su sexualidad.

Una observación que se desprende de nuestra lectura de los comentarios que hacen las
compañeras apuntan a pensar la dificultad señalada para establecer vínculos sexo-
afectivos de modo abierto y público como una situación que esta impregnada de
violencia. El hecho de que no puedan relacionarse abiertamente con otras personas de
modo sexual o afectivo y que permanezcan en la clandestinidad permanente genera un
vicio constante en los vínculos. Las relaciones de pareja pueden derivar en situaciones
peligrosas para la integridad psíquica, emocional y sexual de las entrevistadas; pero
debido a tratarse de vínculos “secretos” y encuentros “a escondidas” la escalada de
violencia que puede derivar en crímenes, no toman estado público ni pueden ser narradas
abiertamente. Consideramos que esa violencia que subyace en la modalidad de los
vínculos clandestinos encierra una peligrosidad de la que aún las mismas protagonistas no
toman dimensión.

Estrategias de resistencia

Las compañeras del Valle Calchaquí Centro mencionan estrategias similares a las
anteriormente consignadas para el caso de Cachi, aunque en este caso toman mucha mas
intervención en la vida pública del pueblo. Las compañeras son profesionales destacadas y
respetadas; tienen vínculos con personas importantes del pueblo, desde funcionarios
políticos a empresarios vitivinícolas y hoteleros; toman parte en eventos importantes para
la localidad, por ejemplo las elecciones de reina o los desfiles de carrozas, colaborando en
su organización y desarrollo; participan de discusiones políticas y toman parte de espacios
partidarios; etc. Una de las entrevistadas es la responsable del cuidado de las pelucas de
las imágenes religiosas de la Prelatura de Cafayate, lo que le ha dado reconocimiento en la
comunidad aún a pesar de la resistencia de algunas antiguas matronas de la iglesia.

Una de las entrevistadas señalo que durante su adolescencia el colegio al que asistía
significo la posibilidad de realizar su transición sin mayores inconvenientes o violencia,
llegando incluso a recibir su titulo de bachiller vestida de acuerdo a su identidad auto-
percibida, algo que para aquellos años previos a la Ley de Identidad de Género resultaba
sumamente disruptivo. Señalo que a dicho establecimiento asistían muchas “mariquitas” y
travestis y que las autoridades eran amigables con las identidades sexo-disidentes; lo que
le permitió completar sus estudios sin mayores sobresaltos.

Para la mayoría de las entrevistadas su profesión también ha servido como espacio de


resistencia. El prestigio obtenido a raíz de su desempeño profesional les ha servido de
escudo ante posibles situaciones de violencia. La mayoría se dedica a la peluquería, un
espacio donde el cliente y el profesional pueden establecer largas sesiones de dialogo lo
que se aprovecha como momento de vinculación y narración de sus historias.

En muchos casos la movilidad aparece también como una estrategia de resistencia,


algunas de las chicas que son menos visibles en el espacio de Cafayate aprovechan su
visita a localidades vecinas para “montarse” y mostrarse de acuerdo a su identidad
elegida. También esta movilidad les permite tomar contacto con hombres y establecer
vínculos afectivos que en el propio lugar le resultan dificultosos.

Muchas coincidieron en señalar la figura de una de las compañeras de más edad como
central en sus historias y transiciones, ya que esta compañera siempre las recibió en su
hogar cuando eran victimas del rechazo familiar. Los vínculos interpersonales entre las
compañeras son fundamentales, ya que, aunque no se reúnen con frecuencia e incluso
existen rivalidades entre si; ante situaciones de conflicto el abordaje colectivo es una
forma de saldar los problemas. Señalan sin embargo que las nuevas generaciones no
tienen el mismo vinculo con ellas, algo que a su entender provoca tensiones y conflictos. A
raíz de esto aparece la demanda por generar espacios institucionales que permitan el
encuentro entre las historias y experiencias de vida de las compañeras mayores y las más
jóvenes, así como la formación de las últimas en oficios que les permitan tener
alternativas al trabajo sexual.

Conclusiones

Dado que los objetivos del presente informe es brindar un panorama de las situaciones de
violencia experimentada por las compañeras trans y sobre las formas en que estás
resisten a esos episodios, nos resulta importante sistematizar en torno a tres
problemáticas centrales y tres estrategias claves, para brindar luego tres propuestas
posibles de políticas públicas que tengan incidencia en el espacio consignado.

Las tres principales situaciones de violencia que observamos pueden reducirse


operativamente a estas:

 Rumores, chismes y comentarios prejuiciosos.


Son frecuentes los señalamientos hacia las compañeras trans ante cada situación
que provoque “escándalo” y sea disruptiva del orden presentado como “natural”
de la vida social de cada pueblo. El exhibicionismo, la conducta sexual, el festejo
desmedido, la exuberancia son vistas como acciones pecaminosas y censuradas
por la comunidad. Cualquier situación conflictiva que involucre aunque sea
accidentalmente a travestis y trans se convierte en objeto de señalamientos y
escarnio.

 Falta de acceso y permanencia a instituciones de salud y educativa.


Si bien las compañeras tienen trayectorias institucionales algo más consistentes
que en el caso de la ciudad, este transitar las instituciones responde a la misma
lógica del punto precedente: son aceptadas en la medida que no generen
“escándalo” ni ruptura con el orden. En el caso de la salud también deben evitar
ser objeto del prejuicio y los señalamientos sobre su conducta sexual. En muchos
casos las distancias entre la población trans y las instituciones esta totalmente
sujeta a las negociaciones y márgenes de acción establecidos para cada espacio y
en cada circunstancia temporal. Otra cuestión a señalar es que en ningún caso
logran acceder por vía de la salud pública a tratamientos hormonales o cirugías,
aun teniendo en el caso de Cafayate un hospital de mediana complejidad.

 Dificultad para establecer vínculos interpersonales y sexo-afectivos.


El constante asedio del prejuicio y la opinión desinformada de la comunidad
produce que las compañeras eviten hacer visibles sus relaciones con otras
personas, a fin de no “quedar pegadas” en posibles escándalos. Algunas
compañeras incluso prefieren recluirse de la vida pública y evitan toda situación
social que pudiera comprometer su imagen. Esta lejanía con sus vínculos genera
angustia, depresión y malestar. También es preocupante que sus vínculos de
pareja se produzcan en situación de clandestinidad pues se exponen a posibles
violencias y agresiones psíquicas, físicas y sexuales.

Ante estas situaciones las compañeras han desarrollado estrategias de resistencia, que
pueden tener mayor o menor efectividad dependiendo del espacio en que sean aplicadas:

 Adecuación a las pautas sociales de comportamiento.


Implica negociar con la comunidad los márgenes de acción expresión de su propia
identidad. Se desconoce el derecho comprendido en las diferentes leyes que
favorecen a la comunidad trans, pero se generan nuevos acuerdos dentro de los
cuales expresarse y existir. Estos dependen de los valores y tradiciones imperantes
en el espacio en cuestión.
 Acompañamiento entre pares para enfrentar posibles conflictos
Aunque el colectivo tenga diferencias a su interior e incluso rivalidades, el
encuentro con otras es siempre una oportunidad para pensar formas de
defenderse y actuar ante eventuales conflictos.

 Integración a la comunidad por la vía profesional y/o religiosa


El conocimiento de un oficio, la participación en actividades sociales y religiosas, el
desempeño de alguna tarea que las destaque (arte, estética, etc.) las coloca en
posición ventajosa al momento de negociar los márgenes de acción con la
comunidad.

En base a este sucinto análisis sugerimos tres posibles acciones de intervención y políticas
públicas que provocarían posibles cambios positivos en los vínculos sociales de la
comunidad trans del Valle Calchaquí y su entorno:

 Implementación de talleres, conversatorios y capacitaciones sobre diversidad


sexual y derechos de las personas trans en instituciones educativas, de salud y
municipales.

 Coordinación entre Estado provincial, municipal y ONG’S para la creación de áreas


específicas para la disidencia sexual en los municipios, en los que se realice
capacitación en oficios, grupos de discusión y encuentro entre compañeras trans,
asesoría jurídica en materia de derechos y actividades recreativas.

 Realización de materiales de difusión escritos o audio-visuales que permitan


visibilizar las identidades trans y travestis del Valle Calchaquí y su memoria.
Realización de eventos que procuren poner en conocimiento las historias de vida
de las compañeras de la región, sin exotizarlas ni relegarlas solamente al espacio
del carnaval.
Las sugerencias aquí expresadas son parte del dialogo establecida con las propias
entrevistadas y surgen como una demanda que exige la participación del Estado y las
organizaciones sociales. La realización de estas acciones no excluye el debido
cumplimiento de la Ley de Educación Sexual Integral con perspectiva de género y
diversidad, la correcta y completa implementación de la Ley de Identidad de Género, ya
que tales leyes generarían marcos de conocimiento sobre la realidad de las personas trans
que posibiliten mejores relaciones entre estas y la comunidad. También son
recomendables la aplicación de leyes como las de Cupo Laboral Trans “Diana Sacayan” y la
Ley Integral Trans impulsada por la FALGBT.

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