El diccionario describe la palabra “valiente” de la siguiente manera: “Valeroso, que
está dispuesto a arrostrar los peligros, esforzado”. Ahora, esto no se debe confundir con otra palabra que también se encuentra en el diccionario, que es, “valentón” y que significa “Bravucón, que se las da de valiente”. Son dos cosas muy distintas. Creo que otra buena palabra para entender “valentón” es la palabra «macho». Muchos nos creemos muy valientes, muy machos, es un mal que persigue sobre todo a muchos hombres latinoamericanos. Hay una región en México donde supuestamente están todos los verdaderos “hombres”: ¡Jalisco! Cuántas canciones se han escrito con las palabras “No te rajes, Jalisco” (que traducido quiere decir, “no huyas, no te hagas para atrás”). Esta es la idea típica de lo que es la valentía, de acuerdo al folclore latino. ¿Será cierto? Frases como «Los hombres no lloran», o “los hombres no son dejados” (que no se dejan insultar, no se aguantan a cualquier cosa humillante, sino que 10 manifiestan con golpes), han servido para inculcar en los jóvenes de hoy una idea totalmente equivocada sobre lo que es la valentía, de acuerdo a la Biblia. Por eso es que muchos hombres, después de conocer acerca de Cristo, aún batallan con entender el verdadero significado de esta palabra, «valiente». ¿Qué significará ser valiente? “Valeroso, que está dispuesto a arrostrar los peligros, esforzado”, es una descripción mucho más apegada a la Biblia. Me interesa saber la palabra que utiliza el texto hebreo original; «gibbowr», que significa, fuerte, poderoso, un hombre fuerte, valiente y poderoso. ¡Qué paquete tan grande es entonces esta palabra valiente! No sé si usted ya se enteró de que en sus propias fuerzas es imposible tener esta clase de valentía, y si ya tuvo este entendimiento, lo felicito, porque la única manera de obtener esta valentía es por medio de nuestro Señor. Imposible actuar en nuestras propias fuerzas para resistir todos los peligros, porque si de nosotros dependiera, nunca quisiéramos ver el peligro, nos alejaríamos todo lo posible de él. Que un individuo como usted o como yo tenga la fuerza “como de un ejército” es algo que sólo Dios puede hacer, como lo hizo en varias ocasiones con Sansón (Jueces 13 al 17). Es indispensable reconocer, como seguramente lo hizo David, que la única fuerza que tenemos viene de una fuente divina. Estoy convencido de que David no era un “busca-leones”, o un “busca- osos”, sino que como estaba lleno del Espíritu del Señor, por haber pasado tanto tiempo con Dios, sabía que cuando se aproximaba el peligro, lo podía enfrentar en el poder de la fuerza que el Señor le daba. No había que temer, porque tenía al Dios del universo de su lado. El temor no podía permanecer en David, por saber que mayor es el que estaba en Él que cualquier otra cosa. La única manera en que David pudo haber llegado a esta realización es pasando tiempo con su Señor, conociendo su corazón, sus caminos. A fin de cuentas David le pedía al Señor que le mostrara sus sendas, y que lo encaminara en sus caminos (Salmos 25.4-5). Todos hemos leído o escuchado la historia de David y Goliat. Es preciso observar que David no estaba en busca de algún gigante que matar, sino que cuando menos lo pensó, estaba frente a este “Gigantón” que medía alrededor de tres metros de estatura. David no llegó al campamento fajándose los pantalones, con su sombrero y sus botas puestos, caballo y pistolas a su lado, gritando «¿Dónde están esos gigantes de que me han platicado? Llévenme a ellos que les vaya dar su merecido». ¡No! Inocentemente, David llega al campamento de Israel para llevarles unos granos tostados y panes a sus hermanos mayores, quienes por cierto no lo querían mucho, y les trastorna la idea de que su hermanito MENOR los venga a molestar. Llega directo del campo, donde había estado con sus ovejitas, muy probablemente aún olía a oveja, y se topa con la realidad de que un enemigo del Señor está desafiando a los escuadrones de Jehová de los ejércitos... y se indigna por lo que ve. ¿Cómo es posible que ofendan a mi Dios de esta manera? se ha de haber preguntado. Sigue diciendo: ¿Quién es este filisteo incircunciso que nos desafía? Su preocupación, más que nada, era que “toda la tierra supiera que hay Dios en Israel” (1 Samuel17.46). No estaba tratando de añadir otra historia interesante a su currículum vitae, ni queriendo quedar bien con nadie más que con su Señor, al que en esta ocasión, están ridiculizando. Conocía a su Dios lo suficientemente bien para saber que el Señor era el que iba a hacer todo el trabajo: “Jehová te entregará en mis manos...” 1 Samuel 17.46, y que en sus propias fuerzas... ¡Ni loco saldría a enfrentarse a Goliat! Exactamente ahí es donde se encuentra la verdadera valentía; en confiar en el Señor y conocerlo, de tal manera que cuando se presente un león, podemos salir confiados en que Él estará con nosotros, y nos dará la victoria. De la misma manera, cuando se nos presente un oso o aun un Goliat. La verdadera fuerza, el verdadero poder, viene de Aquel que dio su todo por nosotros para que nosotros pudiéramos dar nuestro todo para Él. Él es quien nos ciñe de poder, y nos hace caminar por caminos perfectos (Salmo 18.32). Nunca confundamos el machismo con la verdadera valentía, que sólo puede venir de parte de nuestro Dios Todopoderoso. Considera este consejo que le dieron a otro joven valiente: Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mando; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas... Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Josué 1.7, 9). Siento que es importante enfatizar un poco en esta área porque muchos músicos no han sido conocidos como valientes, dispuestos a enfrentar peligros para hacer algo, sino que muchas veces ha sido todo lo contrario. Desafortunadamente, en la mayoría de los casos en que hay algo qué hacer, los músicos brillan por su ausencia, y esto es algo que debemos ir cambiando los de esta nueva generación que Dios está levantando. Permítame aclarar también que al referirme a una «nueva generación» no me refiero a personas de cierta edad, sino a gente que tiene una nueva manera de pensar respecto al ministerio de la música. Pueden tener todos los años del mundo y ser parte de la nueva generación, ya que tiene que ver más con la forma de pensar. Vivir y conducirse en el ministerio, que con la edad cronológica A esto me refiero cuando hablo de la “nueva generación” que Dios está levantando. Músicos, seamos valientes en el poder de Su fuerza.