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FIN DE LA PERSONA NATURAL

1. MUERTE O FIN DE LA PERSONA.

Según Aníbal Torres Vásquez, la muerte es un hecho natural que a todos


los seres humanos nos ha de llegar y tiene como consecuencia la
desaparición del ser humano como sujeto de derecho. De ahí, la necesidad
de precisar el momento del fallecimiento.

Asimismo conforme al Artículo 61° del Código Civil Peruano “La muerte
pone fin a la persona”. Es decir la persona deja de ser sujeto de derecho y
se convierte en objeto de derecho, la muerte trae consigo la apertura de la
sucesión, significa que acreditado el derecho hereditario se trasmitirán los
bienes del causante a sus herederos.

Del mismo modo con la muerte se disuelve el matrimonio de tal manera


que el cónyuge sobreviviente adquirirá nuevamente su estado civil de
soltero, aunque se le llame viudo o viuda según corresponda. Se extinguen
sus obligaciones personalísimas, por ejemplo, si fue contratado para
realizar un trabajo o una determinada actividad ya no se podrá exigir que
se cumpla; no obstante, tratándose de obligaciones no personalísimas,
como lo son de carácter pecuniario, sus herederos responderán por ellas
hasta donde alcance el patrimonio del causante. Asimismo, si estaba
siendo procesado penalmente, ocurrida su muerte, se cortará el juicio y se
archivará el proceso.

2.- CLASES DE MUERTE.

A) LA MUERTE DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA MEDICINA.


La medicina moderna tiene en consideración dos premisas objetivas:

A.1) LA MUERTE BIOLÓGICA O CELULAR.


Es aquella que se determina con la cesación definitiva de todas las células
del cuerpo humano, ya sea por descomposición, putrefacción o
simplemente porque dejan de existir.
A.2) LA MUERTE CLÍNICA.

Es la cesación definitiva e irreversible de la actividad cerebral del ser


humano. Antiguamente se determinaba la muerte de la persona
observando si tenía aliento o pulsaciones. A medida que la ciencia avanzó,
han ido apareciendo nuevas técnicas para determinar la muerte, por
ejemplo, el electroencefalograma, que se basa en los impulsos eléctricos
que desprende la actividad cerebral. Cuando una persona fallece, estos
impulsos eléctricos no se dan. De igual forma, existe otro método conocido
como el de la inyección de insulina, que consiste en inocular al cuerpo
cierta sustancia radioactiva que, de acuerdo a la coloración se determina
si hay, o no, funcionamiento del torrente sanguíneo.

Es importante distinguir el concepto de la muerte clínica o encefálica, de


aquella situación denominada como "muerte cortical", la cual se presenta
cuando: "es irrecuperable la actividad cerebral superior la que regula la
vida intelectual y la vida sensitiva y. por ende, la posibilidad de la vida de
relación, pero se conservan autónomamente las funciones respiratoria y
circulatoria”.

Recordemos que, en la denominada muerte clínica, es imposible recuperar


la capacidad para la vida de relación (como en la muerte cortical), y las
funciones vegetativas (actividad respiratoria y circulatoria), se pueden
mantener mecánicamente (a diferencia de la muerte cortical).

B) LA MUERTE DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL DERECHO.

La persona es un centro de imputación de derechos y obligaciones, en


otras palabras, es un sujeto de derecho. El ser humano, durante su vida,
es relación coexistencial con otros seres humanos, pero cuando esta
relación se termina, deja de ser sujeto de derecho para convertirse en un
objeto de derecho.

La corriente mayoritaria en la doctrina, considera a la muerte, sólo con


relación al sujeto de derecho persona individual. En el caso de las personas
colectivas y las organizaciones de personas no inscritas, no cabe decir que
su muerte pone fin a su existencia como centro de imputación de derechos
y obligaciones, más propiamente, cabría decir que su fin llega por la
extinción a que lleguen estos sujetos de derecho.

La muerte tiene relevancia jurídica, cuando es determinada clínicamente.


Es importante porque con su delimitación se va a dar lugar a que surjan
derechos como los de suceder y la protección jurídica de la memoria del
difunto, así como la de su cadáver.

Conforme al artículo 108 de la Ley General de Salud. Ley N° 26842, se


establece que "La muerte pone fin a la persona. Se considera ausencia de
vida al cese definitivo de la actividad cerebral, independientemente de que
algunos de sus órganos o tejidos mantengan actividad biológica y puedan
ser usados con fines de trasplante, injerto o cultivo.

3.- PRUEBA DE LA MUERTE


3.1.- PRINCIPIO GENERAL.
Como regla general se establece que la muerte de las personas se prueba,
a través de las partidas, o sea los certificados auténticos extraídos de los
asientos de los registros públicos. Debe inscribirse en los libros de
defunciones todas las que ocurran en el territorio de la Nación; aquellas
cuyo registro sea ordenado por juez competente; las sentencias sobre
ausencia con presunción de fallecimiento; y las que ocurran en buques o
aeronaves de bandera nacional o en lugares sometidos a la jurisdicción
nacional.

3.2.- ELEMENTOS PROBATORIOS.


El hecho de la muerte se prueba con el certificado de defunción extendido
por el médico que haya atendido al difunto en su última enfermedad; y a
falta de él por cualquier otro médico requerido al efecto o el del obstetra en
el caso de un niño nacido muerto. Dicha prueba puede suplirse por un
certificado de defunción otorgado por la autoridad policial o civil si no
hubiere médico en el lugar donde ella ocurrió, pero en estos casos la
inscripción deberá ser firmada por dos testigos que hayan visto el cadáver.
3.4.- CONTENIDO DE LA INSCRIPCIÓN.
Debe contener apellido, nombre, sexo, nacionalidad, estado civil,
profesión, domicilio y número del documento de identidad del fallecido.
Lugar, hora, día, mes y año en que haya ocurrido la defunción. Nombre y
apellido del cónyuge; nombre y apellido de los padres; lugar y fecha del
nacimiento. El asiento de la defunción debe contener también la
enfermedad o causa inmediata de la muerte, así como el nombre y apellido,
número de documento de identidad y domicilio del declarante. En cuanto
al certificado de defunción que se expide, está integrado, con los mismos
datos que el asiento más la causa de la muerte, con indicación de si dicha
circunstancia consta por conocimiento propio o de terceros.

3.4.- PERSONAS OBLIGADAS A HACER LA DENUNCIA. PLAZO PARA


HACERLA.

El cónyuge del difunto, los ascendientes, descendientes, parientes y toda


persona capaz que hubiese visto el cadáver o en cuyo domicilio hubiese
ocurrido la defunción, debe denunciarla, por sí o por otro, ante la autoridad
competente dentro de las 48 horas posteriores a la comprobación del
fallecimiento, si la muerte ocurre en lugares apartados, el plazo podrá
ampliarse conforme a las circunstancias particulares del caso. Si el
fallecimiento se produjese en algún hospital, hospicio, cárcel, casa de
huérfanos o cualquier otro establecimiento público o privado, los obligados
a realizar la denuncia de defunción serán los administradores de las
instituciones.
3.5.- MUERTE ANÓNIMA.
Si se ignora la identidad del fallecido y alguna autoridad la comprueba
ulteriormente, lo hará saber al Registro para que se asiente la inscripción
complementaria poniendo nota de la referencia en una y otra, bastando la
comunicación oficial para labrar la de oficio.
3.6.- MILITARES MUERTOS EN COMBATE.

Si no es posible producir la prueba normal mediante las partidas, se


establece que la muerte del militar ocurrida en combate se acreditará por
lo que conste en el Ministerio de Guerra. Esta disposición es aplicable a
todas las personas que tengan estado militar, pertenezcan al Ejército, la
Marina o la Fuerzas Aéreas. La certificación de la muerte por el
correspondiente ministerio no debe dejar lugar a dudas, pues, si no, sería
de aplicación con lo dispuesto, para que la desaparición de una persona
en acción de guerra la que causa la presunción de su fallecimiento,
transcurrido que sea el plazo de dos años desde aquel evento.

4.- PREMORIENCIA Y CONMORENCIA.

4.1. PREMORIENCIA.
Consiste en el caso de que dos o más personas con un vínculo de
parentesco o legítimo fallecen en un mismo momento, pero se puede
demostrar quién de ellos falleció al final; esto implica que la persona que
resistió más tiempo será quien herede; en este caso debe presumirse, la
muerte previa de unos respecto a otro u otros, sobre la base de la edad o
el sexo de los fallecidos.

Para mayor entendimiento se puede citar el siguiente ejemplo popular


conocido en el mundo jurídico: “Una pareja de casados toma un avión, y
surge una emergencia en que hace un acuatizaje forzoso. Como
consecuencia del impacto del avión con el mar varias personas fallecen, y
la pareja se salva con graves heridas hasta que llega el grupo de
emergencias a rescatarlos, en ese instante fallece la mujer pero no el
marido, quien fallece unos momentos luego por la impresión por la pérdida
de su mujer. Los paramédicos ya constataron quien falleció primero, por lo
tanto el último en fallecer (el marido) será quien herede los bienes de su
mujer; pero como este falleció, y no tenían hijos, heredarán los parientes
del marido”.

4.2.- CONMORIENCIA.

La conmoriencia, por el contrario, asume que en las circunstancias antes


anotadas debe presumirse que las personas referidas fallecieron en el
mismo instante, sin que entre ellas se produzca sucesión. Un fallecido no
puede heredar a otro igual, sólo los muertos heredan a los vivos, por lo
tanto es lógico que un muerto no podrá heredar lo que deje otro muerto. Si
al momento en que el causante falleció el heredero ya no se encontraba
con vida. Así, es como llegamos a la teoría de los conmorientes, situado
en el artículo 62° del código civil que dice: "si no se puede probar cuál de
dos o más personas murió primero, se las reputa muertas al mismo tiempo
y entre ellas no hay transmisión de derechos hereditarios".

Para mayor ejemplo se cita un ejemplo conocido del mundo legal: “Una
familia integrada por los Padres y dos hijos quienes salen de paseo en una
camioneta, y en el trayecto ésta tiene un accidente que genera la muerte
de toda la familia. Como no hay manera de probar en qué orden fallecieron
los miembros de la familia, se les reputa a todos muertos al mismo tiempo.
La diferencia entre la Premoriencia y la Conmoriencia radica en la probar
quién falleció primero; si se demuestra es premoriencia, si no se puede
comprobar, es conmoriencia”.

5. MUERTE PRESUNTA.
La muerte presunta, comúnmente conocida como declaración de falleci-
miento, se distingue de la muerte natural, porque se trata de una situación
jurídica distinta. La muerte presunta parte de un hecho del que se tiene
incertidumbre, frente al cual el ordenamiento legal opta por una solución,
tal es el caso de una persona que no se encuentra en su domicilio, ni se
tiene conocimiento de su paradero en un período determinado, ¿qué
pasaría entonces con sus bienes?, ¿qué sucedería si su esposa o esposo
desea contraer nuevas nupcias? El Derecho frente a este supuesto, quiere
dar una respuesta justa y equitativa.
El tratamiento jurídico de la declaración de fallecimiento tiene sus orígenes
en el derecho romano, en el sentido que, para tener la posibilidad de
ejercer derechos y obligaciones, se requería la presencial real y efectiva
de la persona que los ejercite, más al no hallarse ésta, y al no saber su
familia cómo ubicarla por un determinado lapso (caso de una guerra en
donde no se halle su cadáver), se podía pedir a los tribunales romanos que
se le considerara muerto, perdiendo sus derechos, o que se presuma que
se había vuelto extranjero, o que había perdido su status libertae por
haberse convertido en esclavo.
En el siglo XX y por las consecuencias surgidas a raíz de las dos guerras
mundiales, en donde un gran número de soldados eran considerados como
no habidos, ya sea porque desertaron o porque no se hallaban sus
cadáveres se originaron situaciones distintas a la muerte clínica, ya que
ésta existe por certidumbre, cuando se verifica la presencia de ese objeto
de derecho sui generis denominado cadáver; pero, al no tenerse la certeza
de un objeto verificable partimos de supuestos imaginarios, que el Derecho
recoge para indicarnos que, si bien una persona ejerce real y
efectivamente, sea por ésta o por otra, sus derechos de manera física,
también es cierto que el Derecho contempla aquellas situaciones donde el
sujeto, al no encontrarse físicamente presente, y al no tener representante,
pueda ejercer sus derechos (a través de un curador nombrado
judicialmente) o, que cuando su presencia afecte derechos de terceros,
estos no se queden en el limbo, sino que se debe definir su situación de
una manera más conveniente (es el caso de la esposa o esposo que quiere
contraer nuevo matrimonio).
Como se anotó, el hecho por el cual una persona no se encuentra en su
domicilio, o no se tiene conocimiento de su paradero por un determinado
período, se denomina por la doctrina "desaparición". Distínguese esta si-
tuación de hecho, de la declaración judicial de ausencia, en donde se pide
el nombramiento de un curador o en todo caso, se asignan los derechos
del ausente a los herederos forzosos. La declaración judicial de ausencia
se diferencia de la declaración judicial de fallecimiento, porque la primera
va destinada a cautelar los derechos del ausente, protegiéndolo, en cuanto
a terceros que no vayan a abusar de sus bienes. En cambio, el segundo,
va destinado a ciertas consideraciones que hacen presumir que tal
persona, ya sea por su edad, o por situaciones de certeza, esté muerta;
cosa que no se considera en la ausencia.
5.1.- CASOS DE DECLARACIÓN DE MUERTE PRESUNTA.

El artículo 63° del Código Civil señala que, “Procede la declaración de


presunta muerte, sin que sea indispensable la de ausencia, a solicitud de
cualquier interesado o del Ministerio Público en los Siguientes Casos:
5.1.1.- Cuando hayan transcurrido diez años desde las últimas noticias del
desaparecido o cinco si éste tuviera más de ochenta años de edad.

5.1.2- Cuando hayan transcurrido dos años si la desaparición se produjo


en circunstancias constitutivas de peligro de muerte. El plazo corre a partir
de la cesación del evento peligroso.

5.1.3.- Cuando exista certeza de la muerte, sin que el cadáver sea


encontrado o reconocido.”

Teniendo en cuenta las premisas referidas se puede inferir, que para la


declaración de la presunta muerte la persona debe estar en la situación de
hecho de desaparecida, es decir, que no se halle en el lugar de su domicilio
y que no se tenga noticias. Asimismo se debe considerar la edad ya que
hay personas que por avanzada edad, no tienen una capacidad de
supervivencia encomiable como uno de veinte o treinta años, entonces si
no se tiene noticias de aquél, por un lapso prudente (nuestro Código Civil
indica 5 años) se podrá pedir la declaración de muerte presunta. Otro
aspecto que debemos considerar, si no tomamos en cuenta la edad
avanzada, es el del tiempo de la desaparición y al término de un
determinado plazo, pedir la declaración de muerte presunta. Nuestro
ordenamiento legal considera que deben transcurrir diez años para que se
lleve a cabo la declaración de muerte presunta. Finalmente para
situaciones de certeza de muerte, se debe tener criterios relativos y
absolutos. El criterio relativo consiste en que, si una persona se encuentra
en peligro de muerte, o tiene alguna enfermedad incurable que, en
determinado momento, va a causarle la muerte o que sufre de alguna
enfermedad que si no tiene atención inmediata, puede morir; mientras el
criterio absoluto es en el que se tiene la certeza que se ha dado una
situación determinada y específica, por la cual, el único efecto que va a
producir tal situación hacia la persona, es la muerte. Como ejemplo se
puede citar la explosión de un avión comercial en el aire, o el hundimiento
de un barco, sabiendo que en la lista de pasajeros iba la persona a quien
quiere declarársele judicialmente fallecida.

5.2.- PROBLEMÁTICA QUE SURGE A RAÍZ DE LA DECLARACIÓN DE


MUERTE PRESUNTA.

Un primer conflicto surge en establecer legalmente cuándo ha sido la fecha


y lugar donde se considera a la persona como muerta. Algunos autores
consideran que esto sucede desde que se dio el supuesto de hecho y
transcurrió el término legal para poder declarar judicialmente la muerte
presunta, otros autores consideran que lo mencionado anteriormente
constituye requisito para la declaración de fallecimiento y que la resolución
judicial de la misma, determina la muerte presunta. Es decir, se entiende
que existiría muerte presunta desde el momento y lugar en que se expide
la resolución de declaración judicial de fallecimiento. En el artículo 65° del
Código Civil peruano se establece que, “En la resolución que declara la
muerte presunta se indica la fecha probable y. de ser posible, el lugar de
la muerte del desaparecido".

5.3.- EL NUEVO MATRIMONIO DEL CÓNYUGE DEL


PRESUNTAMENTE MUERTO.

El artículo 64° del Código Civil señala que, “La Declaración de presunta
muerte disuelve el matrimonio del desparecido. Dicha resolución se
inscribe en el registro de defunciones”. Esta situación fue planteada desde
el antiguo Código de Hamurabi y en el derecho romano, El derecho
canónico desarrolla ampliamente esta figura, influyendo en los códigos
civiles contemporáneos. García Amigo sostiene que, en esta situación,
entran en conflicto tres principios fundamentales, a saber:

 1.- La indisolubilidad del matrimonio


 2.- La seguridad jurídica.
 3.- La monogamia.

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