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Asimismo conforme al Artículo 61° del Código Civil Peruano “La muerte
pone fin a la persona”. Es decir la persona deja de ser sujeto de derecho y
se convierte en objeto de derecho, la muerte trae consigo la apertura de la
sucesión, significa que acreditado el derecho hereditario se trasmitirán los
bienes del causante a sus herederos.
4.1. PREMORIENCIA.
Consiste en el caso de que dos o más personas con un vínculo de
parentesco o legítimo fallecen en un mismo momento, pero se puede
demostrar quién de ellos falleció al final; esto implica que la persona que
resistió más tiempo será quien herede; en este caso debe presumirse, la
muerte previa de unos respecto a otro u otros, sobre la base de la edad o
el sexo de los fallecidos.
4.2.- CONMORIENCIA.
Para mayor ejemplo se cita un ejemplo conocido del mundo legal: “Una
familia integrada por los Padres y dos hijos quienes salen de paseo en una
camioneta, y en el trayecto ésta tiene un accidente que genera la muerte
de toda la familia. Como no hay manera de probar en qué orden fallecieron
los miembros de la familia, se les reputa a todos muertos al mismo tiempo.
La diferencia entre la Premoriencia y la Conmoriencia radica en la probar
quién falleció primero; si se demuestra es premoriencia, si no se puede
comprobar, es conmoriencia”.
5. MUERTE PRESUNTA.
La muerte presunta, comúnmente conocida como declaración de falleci-
miento, se distingue de la muerte natural, porque se trata de una situación
jurídica distinta. La muerte presunta parte de un hecho del que se tiene
incertidumbre, frente al cual el ordenamiento legal opta por una solución,
tal es el caso de una persona que no se encuentra en su domicilio, ni se
tiene conocimiento de su paradero en un período determinado, ¿qué
pasaría entonces con sus bienes?, ¿qué sucedería si su esposa o esposo
desea contraer nuevas nupcias? El Derecho frente a este supuesto, quiere
dar una respuesta justa y equitativa.
El tratamiento jurídico de la declaración de fallecimiento tiene sus orígenes
en el derecho romano, en el sentido que, para tener la posibilidad de
ejercer derechos y obligaciones, se requería la presencial real y efectiva
de la persona que los ejercite, más al no hallarse ésta, y al no saber su
familia cómo ubicarla por un determinado lapso (caso de una guerra en
donde no se halle su cadáver), se podía pedir a los tribunales romanos que
se le considerara muerto, perdiendo sus derechos, o que se presuma que
se había vuelto extranjero, o que había perdido su status libertae por
haberse convertido en esclavo.
En el siglo XX y por las consecuencias surgidas a raíz de las dos guerras
mundiales, en donde un gran número de soldados eran considerados como
no habidos, ya sea porque desertaron o porque no se hallaban sus
cadáveres se originaron situaciones distintas a la muerte clínica, ya que
ésta existe por certidumbre, cuando se verifica la presencia de ese objeto
de derecho sui generis denominado cadáver; pero, al no tenerse la certeza
de un objeto verificable partimos de supuestos imaginarios, que el Derecho
recoge para indicarnos que, si bien una persona ejerce real y
efectivamente, sea por ésta o por otra, sus derechos de manera física,
también es cierto que el Derecho contempla aquellas situaciones donde el
sujeto, al no encontrarse físicamente presente, y al no tener representante,
pueda ejercer sus derechos (a través de un curador nombrado
judicialmente) o, que cuando su presencia afecte derechos de terceros,
estos no se queden en el limbo, sino que se debe definir su situación de
una manera más conveniente (es el caso de la esposa o esposo que quiere
contraer nuevo matrimonio).
Como se anotó, el hecho por el cual una persona no se encuentra en su
domicilio, o no se tiene conocimiento de su paradero por un determinado
período, se denomina por la doctrina "desaparición". Distínguese esta si-
tuación de hecho, de la declaración judicial de ausencia, en donde se pide
el nombramiento de un curador o en todo caso, se asignan los derechos
del ausente a los herederos forzosos. La declaración judicial de ausencia
se diferencia de la declaración judicial de fallecimiento, porque la primera
va destinada a cautelar los derechos del ausente, protegiéndolo, en cuanto
a terceros que no vayan a abusar de sus bienes. En cambio, el segundo,
va destinado a ciertas consideraciones que hacen presumir que tal
persona, ya sea por su edad, o por situaciones de certeza, esté muerta;
cosa que no se considera en la ausencia.
5.1.- CASOS DE DECLARACIÓN DE MUERTE PRESUNTA.
El artículo 64° del Código Civil señala que, “La Declaración de presunta
muerte disuelve el matrimonio del desparecido. Dicha resolución se
inscribe en el registro de defunciones”. Esta situación fue planteada desde
el antiguo Código de Hamurabi y en el derecho romano, El derecho
canónico desarrolla ampliamente esta figura, influyendo en los códigos
civiles contemporáneos. García Amigo sostiene que, en esta situación,
entran en conflicto tres principios fundamentales, a saber: