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en Xalapa, Veracruz.
Voces desde la experiencia
y la disidencia
Jessica Viridiana Juárez Cortés
Prólogo: Dra. Estela Casados González
1
Jessica Viridiana Juárez Cortés
(Orizaba, México, 1993)
2018
3
Instituto Mexicano de la Juventud
Maximo Quintana Haddad
Director General
HQ1191.M4
J83
2018
Primera Edición
ISBN: 978-607-8232-55-0
1. Jóvenes mexicanas- Construcción de género- Género- Igualdad- Feminismo- Perspectiva de género-
Xalapa, Veracruz.
Serapio Rendón 76, Colonia San Rafael, Delegación Cuauhtémoc Ciudad de México. C.P. 06470
Teléfono: 1500-1300 Lada sin costo 01-800-22-800-92
www.gob.mx/imjuve
Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial, directa o indirecta del
contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorización por escrito de los editores en
términos de la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables.
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Presentación
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A mi madre y padre: María Luisa y Gabino Orlando
A mi abuela Marina
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Índice
Prólogo 11
Introducción 15
Metodología 19
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2. Sobre el movimiento feminista 80
A. Descripción 80
B. Resultados 82
Bibliografía 135
Anexos 141
1. Testimonios y agradecimientos 141
2. Guía de entrevistas 143
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Prólogo
Uno de los grandes pendientes del feminismo mexicano es reconocer la diversidad
de historias y espacios desde donde se ha construido el ser y quehacer feminista.
La investigación que dio lugar a este texto surgió de la necesidad de dar voz y
mérito a las veracruzanas que por décadas han trabajado a favor de los derechos
humanos de las mujeres. Sus historias, lejanas a todo reflector, cercanas a las
campesinas y colonas del movimiento urbano popular (MUP), dan testimonio de
ello.
¿Qué obstáculos enfrentaron en su quehacer feminista en la década de los
setenta y ochenta en Veracruz? ¿Cómo se fueron definiendo sus proyectos de cara
al siglo XXI? Hurgar en la memoria para observar el activismo en retrospectiva,
es uno de los aportes más interesantes de esta investigación. También posiciona
y visibiliza a las jóvenes que con ímpetu y compromiso feminista exigen el
cumplimiento de leyes que prometen una igualdad jurídica que anule la misoginia
y el machismo político de este siglo. Y da cuenta de sus preocupaciones, vivencias,
certezas e incertidumbres. Las estrategias para crear agrupaciones retomando el
legado emancipador de sus ancestras.
Este texto se adentra en las estrategias ciudadanas que construyen las más
jóvenes con el objetivo de brindar mayor seguridad y solidez al quehacer femenino
y a los derechos de las ciudadanas. ¿Quiénes son estas jóvenes? Universitarias que
a partir de su formación en las aulas y el activismo reflexionan sobre sus derechos
y valía como humanas. También son aquellas que desde diferentes sectores
requieren desesperadamente de un andamiaje social, político y discursivo que les
permita sobrevivir en un estado tan violento con las mujeres como lo es Veracruz.
Pensar, ser y hacer feminismo en Xalapa, Veracruz. Voces desde la experiencia
y la disidencia, escrito por Jessica Viridiana Juárez Cortés, es el resultado de un
trabajo de campo que se prolongó hacia la cotidianidad de la vida de la autora,
en tanto que es una activa feminista. Surge en el seno de la línea de investigación
Antropología feminista y estudios de género, en la Licenciatura de Antropología
Social de la Universidad Veracruzana. Retoma la experiencia vivida de las mujeres
y hombres que radican en Xalapa, a partir de sus percepciones de una corriente
social y política que a pesar de los siglos recorridos sigue siendo la gran desconocida
de la que siempre habrá algo desinformado qué decir.
La autora también explora en la perspectiva de sectores jóvenes en donde
el feminismo, como movimiento global y local, se entiende a través del rumor y
de la efigie mediática. Este acercamiento permite conocer cómo es visto por las
generaciones en el siglo XXI. Desde Paquita “La del Barrio”, pasando por Laura
Bozzo, hasta Emma Watson, estos son los nombres que enfundan el “feminismo
radical” que la población universitaria entrevistada en el marco de esta investigación
identifica y enuncia en el trabajo de campo realizado por Juárez Cortés.
La campaña de la ONU, He for she, posicionó a la otrora bruja de la saga del
mago de Howarts, Harry Potter, como la cara más amable y hermosa de un
“radicalismo moderado” que les puede ofrecer la magia de un rostro cercano para
que no sea tan grande el susto generado por el prejuicio.
Es interesante observar cómo el rítmico discurso ofrecido por la actriz Emma
Watson ante la ONU acercó los términos de igualdad y derechos de las mujeres
11
a una nueva generación que conserva, más o menos intacto, el escepticismo
patriarcal de los siglos que les precedieron.
De la mano de estas imágenes, juegos de palabras y la cara familiar del
llamado “feminismo blanco”, las y los jóvenes que guardan distancia tuvieron algo
que decir sobre lo que piensan del feminismo y de aquellas que consideran son
su multifacética manifestación: resentidas, anti-hombres y conflictivas, las que
defienden a otras, pero que también las agreden.
A lo largo de tres años de intenso trabajo, tuve la oportunidad cómplice y el
placer de asesorar las inquietudes de investigación de Jessica que hoy se concretan
en este libro, gracias al reconocimiento del Instituto Mexicano de la Juventud,
quien le otorgó el primer lugar del 8° Concurso Nacional de Tesis sobre Juventud
2017.
Cuando recién comenzó a articularse este planteamiento, parecía ser una
propuesta “sin importancia” o que antropológicamente no mostraba “el menor
sustento ni seriedad científica”. En pleno siglo XXI, historiar sobre las mujeres
y hacer análisis antropológico sobre un movimiento revitalizado por las nuevas
generaciones, continúa padeciendo de los mismos prejuicios que hace medio siglo.
Sin embargo, las condiciones para la descalificación científica aparentemente
han cambiado y, en el mejor de los casos, se han sofisticado. A la luz de herramientas
teórico-metodológicas fortalecidas, la antropología feminista pone sobre la mesa
retos que indagan de manera sólida, científica y comprometida socialmente.
Ejemplo de ello son Natalia De Marinis, del CIESAS-Golfo, y Rocío Ochoa García,
de la Universidad Veracruzana, antropólogas feministas entrañables, que también
tomaron parte en la construcción final de este texto. Jessica y yo siempre les
estaremos agradecidas por su lectura y aportación generosa.
Sirvan las siguientes páginas para comenzar a analizar al feminismo xalapeño,
para dar cuenta de los feminismos que construyen día a día las mujeres de este
siglo y para no perder de vista la minusvalía social que se ha transmitido a las
nuevas generaciones y con la que juzgan la radicalidad de la exigencia para que se
nos considere humanas y ciudadanas.
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introducción
1
Fuente: Proyecto de investigación: Asesinatos de mujeres y niñas por razón de género. Feminicidios en la entidad
veracruzana. Estela Casados González (coord.), en colaboración con el Observatorio Universitario de Violencia contra
las Mujeres
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Los siguientes testimonios son algunos ejemplos que encontré en la red social
Facebook que prueban las discusiones que se forjan en torno al feminismo en las
que, inclusive las propias integrantes, se confrontan.
Ok muy bien. Pero ojo, ser lesbiana tampoco te hace feminista, mucho menos
radical. Hay algunas que no queremos un sistema de medición para saber qué tan
radical somos. Pese a esta reflexión adoro y sigo admirando un chingo a todas las
compas lesbofeministas (Usuaria de Facebook, dic. 22, 2016, a las 11:16 am).
16
demuestro la importancia del quehacer feminista en un entorno específico.
Cómo este movimiento ha roto con los estereotipos femeninos. Doy importancia
a la experiencia: qué es ser feminista en un estado del país cuyas características
las mencioné al principio.
A partir de estas líneas pretendo registrar y sistematizar un movimiento de
mujeres que han intentado cambiar su historia y la de las demás. Demuestro que
la política no sólo ha sido forjada por hombres, sino que también se han sumado
mujeres a su construcción, quienes desde sus definiciones de política han intentado
crear otros modelos de participación pública.
De igual modo, me interesa conocer cuáles son las percepciones de aquellos
sujetos que no se identifican con la corriente feminista; cuáles son los factores que
influencian en su discurso no simpatizante del movimiento y qué se entiende por
igualdad de género.
De esta manera, los objetivos generales de esta investigación son:
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realizado dos entrevistas a profundidad dirigidas a dos integrantes del primer
colectivo feminista de la región.
El capítulo III es el etnográfico y se titula “El feminismo en Xalapa. Un
movimiento multifacético”. En este apartado expongo los resultados de las
entrevistas de la primera y segunda temporada de campo. Relato los hallaz-
gos que obtuve de diversas entrevistas grupales que realicé a cierta población
universitaria para conocer cómo perciben el movimiento feminista y los factores
sociales que forman opinión sobre el mismo en dicho sector estudiantil. Asimismo,
muestro los resultados de las entrevistas dirigidas a jóvenes feministas para
conocer de qué manera definen el feminismo, qué corriente siguen, cuál es su
percepción sobre ciertos temas referentes al movimiento y cuáles son las
problemáticas a las que las veracruzanas se enfrentan.
El capítulo IV es el capítulo de análisis y tiene como nombre “Análisis sobre el
pensar, ser y hacer feminismo en Xalapa, Veracruz”. La propuesta es recuperar
ciertos elementos que considero importantes y relacionarlos con las categorías
anteriormente propuestas para desarrollar el tema. Este capítulo, así como el
etnográfico, está dividido en 2 partes; por un lado, expongo el análisis de
algunas entrevistas relevantes dirigidas a las y los universitarios que no se
posicionan como feministas, y por otro, señalo el análisis de las entrevistas
aplicadas a las feministas.
Finalmente, desarrollo mis conclusiones sobre el tema de investigación en un
último apartado llamado “Balance final: conclusiones sobre el feminismo de la
región xalapeña”. Por último, anexo los testimonios, agradecimientos y la guía de
entrevistas.
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Metodología
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Guber (2001) indica que la etnografía como método se refiere a un con-
junto de actividades en las que están incluidas técnicas tales como las
entrevistas y la observación participante. A todo ello, comenta, se le denomina
“trabajo de campo” y el objetivo de este tipo de etnografía es formular una evi-
dencia para realizar la descripción.
Tal como se mencionó al principio, el presente trabajo fue realizado a través
de dos tipos de entrevistas: a profundidad y grupal. Apliqué entrevistas a pro-
fundidad con el objetivo de conocer la opinión de mis colaboradores. De
acuerdo con Robles (2011), el propósito de este tipo de técnica es conocer y
comprender, detallar y explorar, a través de un guion de entrevista y de
reuniones constantes, la perspectiva de los colaboradores en relación con la
situación que el investigador(a) busca comprender.
En la primera etapa de campo me reuní con universitarios que no se
encuentran sensibilizados con la narrativa del movimiento feminista. Se realizaron
tres entrevistas a profundidad. La primera estuvo enfocada a un grupo de seis
hombres. La segunda a un grupo mixto de cuatro mujeres y tres hombres. Y la
tercera a un grupo de cinco mujeres. Sumando un total de 18 personas
entrevistadas2.
Para la segunda práctica de campo, me interesó indagar sobre la acepción que
tienen las feministas sobre el movimiento social que encabezan. Para ello, apliqué
cinco entrevistas a profundidad y asistí a un conversatorio organizado por un
colectivo feminista de la ciudad cuyo tema de discusión era el de exponer sus pos-
turas y su opinión acerca del feminismo en la región. A este círculo asistieron 11
feministas, de las cuales, ya había entrevistado a dos.
Asimismo, durante el periodo que duró la elaboración de la tesis, asistí a
movilizaciones convocadas por feministas de la ciudad y me sumé a conversatorios
y ciclos de cine organizados por el Colectivo Akelarre A.C. Lo anterior con el objetivo
de comprender el movimiento feminista desde una forma más profunda y desde
la visión de sus integrantes.
En este sentido, mi postura dentro de este trabajo es feminista. A pesar de ello,
me gustaría aclarar que la validez que tiene mi trabajo reside en el apego al mé-
todo y a las técnicas utilizadas durante el proceso de investigación. Pues tal como
lo indica la definición de observación participante de Guber (2011), esta técnica
tiene la cualidad de conocer de manera directa la opinión de las y los hablantes,
pero al mismo tiempo, requiere de un análisis crítico de los conceptos utilizados en
el proceso de investigación.
Otra de las técnicas aplicadas en el proceso de investigación de esta
tesis fue la observación participante. De acuerdo con Guber (2001), el
valor de este tipo de técnica reside en conocer de manera directa y no mediante
intermediarios la perspectiva de los actores sociales para así poder examinar cómo
aplicar las categorías analíticas en el proceso del análisis. Para esta temporada de
campo, me mantuve en contacto con las actividades organizadas por el Colectivo
Akelarre AC., aplicando así la técnica de observación participante.
2
Cabe señalar que, en ocasiones, la dinámica que se desarrolló durante el transcurso de estas entrevistas fue lenta debido
a que las y los hablantes muchas veces se detenían a pensar sus respuestas. A pesar de ello, se generó la discusión y la
exposición de sus ideas.
20
Mi intención fue conocer de manera profunda en qué consiste el feminismo de
algunas de las jóvenes entrevistadas.
Retomando las ramas en que el método etnográfico está dividido de acuerdo
con Guber (2001), finalmente se encuentra la etnografía como texto. La etnogra-
fía bajo esta característica se refiere a la presentación monográfica, por escrito
y/o de manera visual del fenómeno observado en el trabajo de campo (Van Maa-
nen, 1995, en Guber, 2001). La etnografía como texto es el producto final del
proceso de investigación.
La información obtenida de las prácticas de campo fue transcrita de manera
fidedigna. Posteriormente, me enfoqué en realizar el análisis de esta información.
Para ello, utilicé un procedimiento conocido como “codificación”. Su objetivo es el
análisis de la información a partir de la selección de expresiones enunciadas por
los colaboradores y que resuelven los objetivos de la investigación3.
Para Amanda Coffey y Paul Atkinson (2005), la codificación es importante
porque permite no sólo reducir los datos, sino también ampliar el horizonte del
análisis. Se trata entonces de un procedimiento que ayuda a generar preguntas
de investigación: abrir otras interrogaciones para conocer cuáles son las dimen-
siones del análisis. La codificación, según ambos autores, sirve para analizar los
testimonios de una manera más compleja y completa y que permita abordarlos
con diversas teorías y marcos conceptuales.
A través de este procedimiento, pude proponer otra perspectiva para
abordar los discursos de los colaboradores. No se trató de sustituir las categorías
analíticas que propuse en un primer momento, sino de complementar el análisis
con otro marco teórico que me permitió entender de una manera más comple-
ta los discursos que giran en torno al feminismo. Lo anterior se presenta en el
capítulo IV y en el balance final.
Guber (2001) indica que, para realizar una buena interpretación y
análisis de lo observado y resumido en campo, es necesario estar atentos a
los juicios de valor de quien investiga un determinado hecho social. Bajo este
argumento, aclaro que el presente trabajo recepcional está edificado bajo una
mirada feminista de los hechos. Esta forma de abordar la realidad cuestiona la
subjetividad del investigador para estudiar un grupo específico: el de las mujeres.
Según Henrietta Moore (2009), el interés de la antropología por estudiar las
formas de relaciones entre mujeres y hombres no ha sido del todo ignorado. El
problema radica entonces, según Moore, en cómo ha sido abordado el papel de
las mujeres en ciertas sociedades, pues se ha minimizado su importancia en las
mismas.
De acuerdo con Marcela Lagarde (2003), al androcentrismo operante en las
artes, las humanidades y las ciencias sociales, específicamente en la antropología,
tiene que ver con el posicionar al hombre en el centro del humanismo. Los
hombres como sinónimo de lo humano, de la historia, de lo simbólico y de los
elementos identitarios.
3
Si existen expresiones, palabras o frases que parezcan relevantes para los propósitos del trabajo, éstas se marcan,
y conforme se avanza en el proceso, los testimonios señalados se agrupan en tópicos específicos de acuerdo con sus
similitudes. Al final se desecha lo menos relevante y se obtiene una información agrupada, resumida y lista para
analizarse. Con ello también se pueden conocer discursos frecuentes, patrones o diferencias marcadas acerca de un tema
muy específico.
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Marta Lamas (1986) explica que la antropología se ha caracterizado por ser
una ciencia andrógina debido a que los resultados del proceso de investigación
se han visto influenciados por el contexto de quien investiga. Muchos de estos
trabajos omiten el papel de las mujeres en las sociedades, así como también
algunos minimizan la importancia de las mujeres en los fenómenos sociales y
naturalizan las relaciones y roles de género. De acuerdo con Lamas, un ejemplo de
lo anterior es que existe una tendencia a definir como “antinatural” las prácticas
de mujeres que buscan salir a la esfera pública.
Ante tal panorama, las teóricas feministas han cuestionado la forma tradicional
de hacer ciencia. En primer lugar, evidencian el androcentrismo imperante: fijar
en el centro del humanismo a los hombres y decidir qué temas son relevantes y
desde qué posicionamiento se deben abordar (Moore, 2009; Castañeda, 2009).
Sin embargo, Moore (2009:15) considera que el problema no se resuelve con el
sumar a las mujeres en las investigaciones, sino más bien, el centro que refleja los
resultados de las investigaciones es de corte teórico y analítico. De esta manera,
el objetivo sería “remodelar y definir la teoría antropológica”. La antropología fe-
minista debe debatir sobre el androcentrismo reflejado en las investigaciones, lo
cual proviene de los juicios de valor y de género de aquellos que han hecho ciencia
todos estos años.
Las primeras antropólogas feministas intentaron conocer “cómo y en qué
situaciones las mujeres ocupaban lugares de poder y cómo lo ejercían” (Lamas,
1986: 181). Sin embargo, las conclusiones a estas interrogaciones apuntaron que
existía un poder femenino no reconocido socialmente. También se enfocaron a
conocer cuáles eran los frenos que impedían que las mujeres pudieran modificar
sus status (Lamas, 1986). Fue entonces como uno de los objetivos de la antropo-
logía feminista se situó en hacer visible la importancia del papel de las mujeres en
el forjamiento de la historia y en las decisiones políticas.
De acuerdo con Castañeda (2006:37), la antropología feminista tiene que ver
con estudiar, analizar, proponer y evidenciar “una forma particular de la experien-
cia humana: la de ser mujer”. Esta misma autora señala que, paralelamente a la
denuncia del androcentrismo reflejado en las ciencias, la antropología feminista
pudo develar otras formas de opresión que se veían influenciadas en la metodo-
logía, teoría y epistemología de las investigaciones: el sexismo, racismo, clasismo,
etnocentrismo de occidente y colonialismo. En ese sentido, según su opinión, la
antropología feminista fue creando otras formas de conocer al sujeto mujer y pro-
puso otras categorías para su mejor análisis y resignificación (Castañeda, 2006).
Asimismo, ha podido visibilizar a las mujeres en el ámbito de las ciencias y ha
realizado una crítica a los modelos de mujer que se han implementado a partir de
la naturalización de los discursos que las legitiman como tal (Castañeda, 2006).
Al ser el feminismo un movimiento de injerencia política, esta tesis rescata
el papel de este movimiento como elemento fundamental que permite construir
sociedades más igualitarias. No se trata de una mirada feminista porque
haya abordado el tema del feminismo, sino más bien, tal como lo menciona
Henrietta Moore (2009), la característica de la antropología feminista es revisar
críticamente la manera en que un tema se aborda. En este caso, reconozco la
importancia de jóvenes feministas para formar guías, caminos y espacios que
ayudan a la emancipación de las mujeres. A su vez, valoro a este movimiento como
una pieza fundamental para forjar democracia en el país.
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Bajo el concepto de género, formado a raíz del análisis feminista, he analizado
los discursos que existen sobre el feminismo y las feministas. Es a partir de este
concepto que evidencio las relaciones de poder y la segmentación de espacios
y actividades que aún siguen persistiendo. Se hace un análisis crítico sobre las
actividades, roles, espacios y relaciones que se tejen sobre lo que debe o no ser
una mujer. Muestro que las mujeres que salieron al espacio público para exigir sus
derechos han sido pieza clave para el desarrollo de las sociedades. Evidencio
que ellas han roto con los estereotipos que inclusive las mismas investigaciones
antropológicas las han etiquetado No minimizo su importancia en la historia y
tampoco las relego. Por el contrario, abordo de manera crítica el papel de las
feministas en determinados momentos históricos de Xalapa (1980-2016).
También hago notar que a pesar de que el feminismo busca romper con los
estereotipos de género, existe una sanción y burla hacia las acciones de quienes se
proclaman feministas, pues éstas no corresponden a lo socialmente establecido.
A pesar de ello, demuestro que existe un camino que permite crear relaciones
diferentes a las tradicionales. Es por lo anterior que realizar una antropología
feminista representa una responsabilidad política, teórica y metodológica con la
que se aborda a un grupo social específico: las mujeres.
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I. Feminismo: entre la lucha política y la teoría social
En el presente trabajo intento conocer y analizar cuáles son los factores sociales
que forman una opinión sobre el feminismo en dos grupos claramente identifica-
bles. Por una parte, estoy interesada en indagar sobre la percepción del feminis-
mo de aquellos sujetos que no se identifican con la movilización, teoría y práctica
feminista. Por otro lado, aspiro a conocer y analizar los discursos que giran en
torno al feminismo desde sus propias integrantes.
Es por lo anterior que en este capítulo se aborda el “feminismo” como una
categoría analítica, con el fin de exponer qué es lo que la conforma, cuáles son
sus alcances, sus disidencias y sus convergencias. Asimismo, expongo la categoría
género, la cual me permitió conocer cómo se puede explicar y entender la
formación de discursos que existen sobre el feminismo.
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Una de las autoras que ha reflexionado sobre el término feminismo es Ana Lau
(2000), quien distingue dos áreas de aplicación de dicha categoría. La primera
es un cambio en la realidad social; un movimiento que sitúa a las mujeres en el
aquí y ahora en el espacio político, ya que identifica que han sido invisibilizadas,
subordinas y explotadas en la esfera pública. Por otra parte, considera que el
feminismo crea un marco teórico que permite develar nuevas prácticas sociales,
discursos políticos e incidencia en el conocimiento; crea una nueva cultura, una
nueva identidad, una nueva política y una nueva ciencia.
Desde el punto de vista histórico, para Lau el feminismo tiene que ver con una
evolución de conceptos que han sido definidos desde títulos como: “la causa de
la mujer”, hasta llamarlo como: “el movimiento de la mujer o feminismo”. Como
proceso histórico, éste se relaciona con los derechos que se enarbolan de acuerdo
con su contexto, tal es el caso de la búsqueda del acceso al voto por parte de las
mujeres, la educación, el trabajo o los derechos sexuales y reproductivos.
Para la autora, la consolidación del feminismo en tanto movimiento político
y social, radica en un proceso de concientización de las mujeres acerca de la
opresión, marginación, subordinación y explotación que han vivido para el
beneficio de un sistema que privilegia el ser hombre. Es a través del análisis y la
reflexión de este contexto, que el movimiento de mujeres decide revolucionar
y transformar aquellas relaciones entre los sexos que reprimen sus derechos y
al mismo tiempo busca construir una sociedad más incluyente en el sentido
democrático.
En una conferencia ofrecida para asuntos de gobierno, Lau (2014) se
pregunta: ¿qué es lo que a cada feminismo lo hace diferente? Según la historiadora,
son los objetivos planteados, las ideas y las luchas lo que hacen enriquecedor a
este movimiento y que, por tal razón, surge la dificultad de definirlo. También
indica que si bien, en una primera ola se pensó que todas las mujeres eran iguales
en tanto a clase, etnia, edad, orientación sexual y espacio social en el que residen,
poco después se visibilizó que no era así.
Por lo anterior, Lau (2014) señala que este movimiento representa una lucha
para lograr la emancipación de las mujeres para así formar una corriente de pen-
samiento por, para y a favor de ellas. En dicho sentido, exige por la autonomía, la
autodeterminación y un espacio que ocupar en la esfera pública y política.
Asimismo, la autora destaca que el feminismo busca un cambio en la realida social
con el fin de acabar con la subordinación que viven día a día las mujeres. De
acuerdo con ella, el objetivo del feminismo es modificar las formas de ejercer el
poder en lo social, lo simbólico y en lo privado.
Desde otra perspectiva, Celia Amorós (1997) plantea que el feminismo parte
de la idea de que existe una jerarquización de los géneros en la cual las mujeres
son las subordinadas. Ante tal panorama, el movimiento feminista alerta por la
emancipación y cuestiona aquella identidad construida desde la óptica patriarcal
que les adjudica el término de femeninas. También evidencia las problemáticas a
las que son sujetas por un sistema cultural, simbólico y político desfavorecedor
para sus derechos.
Para Amorós (1997), el objetivo del feminismo es vindicar una igualdad de
las mujeres frente a los varones. Sin embargo, advierte que la igualdad debe de
ser pensada en términos que no tengan que ver con una identidad varonil, con
26
el querer ser como los hombres. Por el contrario, la igualdad debe de contener
elementos o abstracciones propias que definen a un ser humano: tales como el
ejercicio de los derechos político y la ciudadanía, la capacidad de decisión sobre lo
individual y colectivo, lo que conlleva a la toma de responsabilidades y al ejercicio
de poder. Para la filósofa, el término de igualdad va dirigido a dichas abstracciones,
más que en identidades.
Amorós (1997, 2011b) entiende aquellas abstracciones a través del término
genéricamente humano, definición que la autora desarrolla a lo largo de sus obras,
y coloca la noción de sujeto como un punto crucial para entender que las mujeres
quedaron despojadas de estos derechos en el proyecto de la Ilustración francesa,
pues sus alcances siempre fueron pensados desde y para una lógica masculina.
Amorós también retoma a Simone De Beauvoir para sostener su construcción
epistemológica de feminismo. De acuerdo con De Beauvoir, cuando las mujeres
luchan por alcanzar sus derechos, se les acusa de pretender ser como hombres
debido a que quieren situarse en un espacio masculino que lleva consigo elementos
propios de su género hasta en ese momento construidos (en Amorós, 2011b).
Por otra parte, Ana De Miguel (2007:15) entiende al feminismo como “la lucha
por el reconocimiento de las mujeres como sujetos humanos y sujetos de
derechos”. La científica del feminismo lo divide en tres categorías relacionadas
entre sí, pero divididos de acuerdo con su enfoque:
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situación de las mujeres, ya que no sólo estudia a las mujeres, sino que también
propone alternativas para su emancipación.
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Millet (1969), el feminismo radical señala que la emancipación de las mujeres no
depende directamente de la modificación de las leyes, sino más bien de una radi-
calización en la cultura y la sexualidad. Y su origen se encuentra en el pensamiento
de izquierda, por lo que también cuestiona los términos de raza y clase.
En México, el radicalismo es entendido desde un posicionamiento parecido al
de los años setenta en Estados Unidos, ya que también cuestiona los términos
mencionados. De acuerdo con Ximena Bedregal (2011), la radicalización del
feminismo fue propiciada bajo un contexto globalizatorio y neoliberal. Desde su
perspectiva, las integrantes del feminismo decidieron crear un feminismo radical
debido a problemas que identificaban: la doble militancia, la institucionalización
del feminismo, la poca reflexión teórica en aquellas fechas, el foco de atención
hacia ciertos temas y el mal manejo de recursos, entre otras cuestiones. De
esta manera, Bedregal plantea que el feminismo de los años noventa inducía
a trabajar desde una lógica, simbolismo, espacios y poder masculino. Por lo
consiguiente, el movimiento se vio mermado en su autonomía debido a la mesura
obligada y negociones sobre las problemáticas de las mujeres.
Para Bedregal (2011), el radicalismo se basaba en la disidencia de las prácticas
feministas hasta en ese momento llevadas a cabo. Apostaba por una total trans-
formación cultural que impactara sobre la construcción de la feminidad patriarcal
y llamaba a que la primera tarea del feminismo debía ser el instaurar una nueva
realidad y otra forma de construcción social.
Bajo esta lógica se encuentra Alica H. Puleo (2000), quien señala algunas
características que distinguen al feminismo radical de otras corrientes feministas.
En primer lugar, el feminismo radical utiliza el término patriarcado para visibilizar
esta forma de opresión. También formula una noción de poder y política desde una
perspectiva más amplia y utiliza la categoría de género para su confrontación con
la naturalización del proceso sociocultural de los sexos. . Esta misma autora tam-
bién considera que el feminismo radical está mayormente conformado por jóvenes
solteras, razón por la cual se encuentran entre una de sus principales
reivindicaciones, la sexualidad y el aborto. Además, señala que el feminismo
adical hace una crítica a la heteronorma y a la violencia patriarcal, y al mismo
tiempo visibiliza el androcentrismo imperante en la ciencia.
Específicamente, la crítica a la heterosexualidad obligatoria dio como origen
a un feminismo lesbiano que sitúa dicha orientación como un posicionamiento
político. Este hecho creó una polémica en el feminismo, a tal grado que dividió
a sus integrantes debido a ello y por otras cuestiones como la doble militancia
(Puleo, 2000). La doble militancia, término muy recurrido en el feminismo
mexicano, es una acepción que tiene ver con que las mujeres denominadas
feministas fueran activistas y al mismo tiempo participantes de partidos políticos.
Por su parte, Marcela Lagarde (2009) indica que el feminismo es radical
porque sugiere una construcción de una política, práctica, orden social e imaginario
diferente al patriarcal. Para Lagarde, el radicalismo del movimiento se
efectúa cuando uno de sus objetivos se fija en el desestabilizar la raíz de la
subordinación femenina. También lo visualiza como radical porque permite
interpretar a las mujeres a partir de su condición humana, además de que, a través
de la práctica, proclama una condición igualitaria entre los sexos. Lagarde añade
que la radicalización se logra cuando el feminismo propone una reinvención de la
29
vida de las mujeres ya que las induce a cuestionar sus deberes y los mandatos en
tanto a su construcción social impuesta. De esta manera, el feminismo también
se podría plantear como una postura personal que impacta de manera directa la
vida de las mujeres.
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mujeres y su intención de cambiar su entorno influenciado por la cultura, la ideo-
logía y las expresiones de poder del sistema patriarcal. La sororidad plantea una
forma no jerarquizada de poder, el reconocimiento de la autoridad de las mujeres
y sobre todo, la identificación de la misoginia naturalizada e implantada entre no-
sotras para así conocer cómo, cuándo y dónde es ejercida (Lagarde, 2009).
De Miguel (2007:16) llama a la sororidad como “pactos de género o pacto de
mujeres” y la sitúa en el plano de la movilización feminista. Según la autora,
aunque puedan existir especificidades que nos hagan diferentes, como la etnia o
la orientación sexual, se coincide en que vivimos en un sistema que nos afecta en
tanto que somos mujeres ya que “compartimos una historia de opresión”.
Para De Miguel (2007), el feminismo construye para sus practicantes una
referencia de empoderamiento y autoridad en donde la conciencia histórica es de
vital importancia para dar base a la legitimidad de sus demandas y reivindicaciones.
Asimismo, la historia es fundamental para reconocer un trabajo en conjunto con
otras mujeres y conformar alianzas basadas en el reconocimiento de la historia del
esfuerzo que les ha tomado para conquistar sus derechos.
Por otro lado, Ana Lau (2014) coincide con las demás autoras en que lo nece-
sario para asumirse y autoidentificarse como feminista es una toma de conciencia
crítica cuestionadora, así como luchar para transformar las relaciones de subordi-
nación a las que son sometidas las mujeres.
A manera de conclusión, se puede resumir que el feminismo es un movimiento
social y político cuya formación radica en las reflexiones del ser mujer en un
contexto específico. Su objetivo es eliminar las desigualdades genéricas. El feminismo
es también una decisión personal que otorga herramientas para la deconstrucción
de género y el cuestionamiento sobre otros elementos tales como la etnia, la
clase social o la identidad sexual. El feminismo es además un movimiento teórico y
metodológico que ha propuesto una forma específica de aprehender y analizar la
realidad. Para ello, ha formulado categorías analíticas que le ayudan a explicar de
manera más compleja y profunda cómo se estructuran las desigualdades.
Una de estas categorías analíticas propuestas por el feminismo es la de
“género”. Dicha categoría ha sido un aporte del feminismo para comprender los
discursos que giran en torno a las construcciones sociales que se han formulado
para delimitar lo “femenino” y lo “masculino”. Así como también para estudiar las
relaciones de poder que subyacen entre mujeres y hombres. Es por lo anterior,
y tomando en cuenta el objetivo de este trabajo investigativo, que me parece
pertinente indagar sobre el género como una categoría de análisis social.
31
Cabe señalar que de acuerdo con Enrique Gomáriz (1992) y Marta Lamas
(1986), el término “género” había sido abordado con anterioridad por la psicología,
destacando así especialistas como John Money y Robert Stoller, quienes en sus
ensayos realizaron una distinción entre los términos sexo y el género. Hoy en día,
se conoce que el “sexo” se refiere al campo biológico: las características físicas
y químicas con la que una persona nace y que diferencian a los hombres y a las
mujeres. Mientras que el “género” hace alusión al campo social: formas
específicas de relacionarse, de apropiarse de espacios, de formar identidades y de
tejer relaciones de poder de acuerdo con las características biológicas de mujeres
y hombres.
De acuerdo con Gomáriz (1992), las fuentes epistemológicas en las que se
basan los estudios de género radican en dos principios: las reflexiones que se han
gestado desde las ciencias para comprender la dimensión social de la diferencia
sexual y las reflexiones generadas por el feminismo. El mismo autor comenta que:
32
el sistema de poder. El género, según la historiadora, es la construcción social de la
diferencia sexual, es decir, es una distinción social basada en el sexo.
Scott (1997) define al género a partir de dos posturas; desde las relaciones
sociales y desde las relaciones significantes de poder. También agrega ciertas
características que lo definen, como son los símbolos culturales, los conceptos
normativos y las nociones políticas e institucionales. Es por ello que los espacios,
las instituciones, las normas, los conceptos, las identidades, la vida cotidiana, las
relaciones personales y el sistema simbólico se van delimitando y segregando por
el género.
Con base en estos análisis, se puede distinguir que el sexo son las características
biológicas con las que nacemos. Mientras que el género se va a tejer fuera de estas
características, tomando fuerza en lo social, como un deber ser, de un hombre y
de una mujer. A su vez, este deber ser involucra relaciones de poder. Estudiar la
teoría de género implica reconocer que existe una desigualdad de poder. A esa
desigualdad genérica, Scott (1997) agrega otras acepciones que la complican,
como la raza y la clase social.
La autora Marta Lamas se ha destacado por ser una investigadora feminista
que ha estudiado y teorizado sobre temas referentes al género y los estudios
sobre mujeres desde una mirada feminista. Desde su perspectiva, define a la categoría
género como el “conjunto de prácticas, creencias, representaciones y prescripciones
sociales que surgen entre los integrantes de un grupo humano en función de
una simbolización de la diferencia anatómica entre hombres y mujeres” (Lamas
2000: 3). Y agrega que esta categoría ayuda a entender la división sexual del
trabajo, las prácticas rituales, los ejercicios de poder y un orden moral,
psicológico y de afectividad regido por la distinción anotómica entre hombres y
mujeres.
Esta misma autora considera que la aportación de estudiar la categoría de gé-
nero es la reflexión y el debate acerca de la construcción simbólica del uso del
lenguaje y de las representaciones en función de la genitalidad de las personas.
De manera general, plantea que “la cultura marca a los sexos con el género y el
género marca la percepción de todo lo demás” (Lamas: 2000: 4). Los campos en
los que el género se expresa son la vida cotidiana, en lo económico, lo político, lo
social y lo religioso.
En otro texto conocido como La Antropología Feminista y la categoría género
(1986) Lamas indica que el sexo biológico y el género o identidad asignada son
conceptos diferentes. Aclara que la biología no es un elemento que determine por
sí misma las características de género otorgadas a las personas, debido a que,
si así lo fuera, las mujeres nacerían siempre con una fisionomía femenina y los
hombres con una masculina. Sin embargo, ello no siempre sucede de esta forma.
Es por lo anterior que Lamas (1986: 186) señala que el género es una cons-
trucción social asignada, “una construcción social de lo biológico”. (1986: 186).
Agrega que el género como categoría de análisis ha retomado los estudios sobre
el origen de la subordinación femenina y que la vida económica, política, de paren-
tesco y de matrimonio de las sociedades están segregadas y determinadas por
una construcción genérica.
33
Asimismo, la antropóloga advierte que uno de los aportes de la categoría
género es la explicación de cómo la diferencia sexual se traduce en desigualdad
social. Advierte que los últimos trabajos realizados bajo esta categoría analíti-
ca se han centrado en estudiar de una manera no tradicional las problemáticas
que giran en torno a las relaciones entre hombres y mujeres. La actual propuesta,
considera Lamas, es desarrollar el género más allá de lo descriptivo, centrándose
así en un análisis simbólico e interpretativo de los procesos sociales y culturales
que lo involucran.
Bajo esta propuesta, Marta Lamas enfatiza que los estudios actuales sobre
el género se estudian como procesos simbólicos, productos o construcciones
culturales: “el género y la sexualidad, son, por lo tanto, materia de interpretación
y análisis simbólico, materia que se relaciona con otros símbolos y con las formas
concretas de la vida social, económica y política” (1986: 193).
La teoría de género se ha convertido en una mirada indispensable para analizar
y cuestionar cómo las estructuras están segregadas y delimitadas en dos
espacios: el masculino y el femenino. Los estudios de género sirven para tomar
conciencia de que los aspectos simbólicos, normativos, espaciales y políticos
están regidos por relaciones de poder entre hombres y mujeres.
Cuando la línea que divide a los géneros en actividades y espacios específicos
se traspasa, se puede intuir que existe un cuestionamiento a las normas
sociales que se han establecido. Ante esta situación, es de esperarse que se lancen
burlas, sanciones y un cuestionamiento constante hacia la persona o al grupo de
personas que se están apropiando de espacios que tradicionalmente no les
corresponden. Lo anterior, puede ser el parteaguas que abra la discusión para
entender la percepción del feminismo en la sociedad.
Una vez entendidos los conceptos principales que giran en torno a la presente
investigación, me permito exponer de manera breve las aportaciones que han
realizado algunas científicas sociales para conocer, desde su perspectiva y
contexto social, histórico y político, los factores sociales que alimentan los
discursos sobre el feminismo.
34
esta definición, ya que han salido del espacio que socialmente les
correspondía y han señalado a ese sistema que no permite el desarrollo
personal de las mujeres. Es decir, son mujeres que han roto con el tipo ideal.
Ana De Miguel (2007) considera que por parte de la población existe una
gran dificultad para posicionarse como feminista. En gran parte ello se debe al
desconocimiento de la sociedad que no pertenece a los espacios que se definen
feministas sobre lo que significa este movimiento social y al mismo tiempo, a la
descalificación a la que es sometida el feminismo a pesar de su desconocimiento.
De Miguel (2007) añade que la percepción de las jóvenes frente a este
movimiento tenga probablemente que ver con dos aspectos: el primero de ellos
se refiere a su institucionalización, ya que a partir de esto se pudiera pensar que
los derechos humanos de las mujeres ya están más que superados. Por otra
parte, atribuye a los medios de comunicación masiva el hecho de que el
feminismo se mueva entre el desconocimiento y el rechazo debido a que nos han
hecho creer que nos situamos en un posfeminismo en donde los aspectos
relacionados con el género y las desigualdades no figuran más en nuestra realidad.
Asimismo, considera que los medios de comunicación valorizan al feminismo como un
limitante en la vida de las mujeres.
Las consecuencias de ello, considera De Miguel (2007), consisten en
que las jóvenes no puedan ser capacesde identificar la opresión a la que seguramente
están y han sido sujetas, por lo que no es de extrañarse que reproduzcan
“patologías personales”. Sin embargo, advierte que las nuevas generaciones
feministas han ido construyendo una “repolitización” del movimiento
y que a pesar de que en sus filas no estén inscritas muchas mujeres, el
feminismo sirve para fijar un nuevo modelo interpretativo de la realidad.
Por su parte, Marina Cacace, socióloga italiana, abordó en un libro titulado
Mujeres jóvenes y feminismo. Valores, cultura y comportamientos frente a frente
(2006) un análisis de los posibles factores que influencian en la percepción
del feminismo en dicha población mediante diversas teorías y análisis de
testimonios. Considera que las jóvenes no se sienten identificadas con el
movimiento y que en ocasiones se cree que la reivindicación de las mujeres a
través de las conquistas feministas son hechos aislados que nada tienen que
ver con su cuerpo teórico y práctico. Es decir, las jóvenes menosprecian a este
movimiento. Tampoco reconocen la forma en que se lograron sus derechos y
el de las demás mujeres. Y algunas otras han elegido qué rescatar y qué no de la
herencia feminista.
La socióloga retomó diversos testimonios de investigaciones realizadas en
Italia, Australia y Estados Unidos sobre jóvenes que expresaron su sentir por el
feminismo. En palabras de la autora, dichas jóvenes han desarrollado una especie de
“postfeminismo” que se aboca en realizar críticas hacia el feminismo de los años
setenta.
Cacace (2006) advierte que las jóvenes tienen cierto temor a identificarse
como feministas debido a las maneras estereotipadas a la que podrían estar
sujetas: mujeres velludas quemando sus brasieres y que no se interesan por los
hombres. Muchas de estas representaciones, considera, están distorsionadas
por los medios de comunicación. A lo anterior, añade que los problemas sobre su
asimilación se complejizan por las diversas corrientes de feminismo que coexisten.
35
Pero más allá de esto, Cacace intenta conocer aquellas lógicas y el origen
de esta crítica hacia el feminismo. La primera de estas explicaciones se inser-
ta en el tema del feminismo en las sociedades postmodernas4. Tomando en
consideración que el feminismo es un producto de la etapa moderna, entonces la
postmodernidad resultaría, para Cacace (2006), una primera área crítica a dicho
feminismo.
Un ejemplo en concreto sobre la visión del mundo que conlleva esta transición
de etapas se encuentra en el tema de la doble jornada. Para Cacace, en un
contexto postmoderno, se advierte que las jóvenes nunca han experimentado
este tipo de opresión, el deber ser la súper mujer. Es más, según Klein (1997, en
Cacace, 2006), muchas de ellas ni siquiera tienen trabajos estables y tampoco
hijos. Algunas prefieren enfocarse en una trayectoria profesional. Por lo anterior,
las reivindicaciones que ofrece el feminismo no parecen atractivas. Es por ello que
las jóvenes, según la autora, se sienten más allegadas a los hombres que con el
movimiento ya que no consideran al género como base de su opresión, sino más
bien dicha opresión provendría de un sistema político económico imperante.
En un segundo punto de la relación del feminismo con el postmodernismo
e identidades que están en juego, Cacace (2006) indica que existe una plena
confusión entre las jóvenes sobre si el feminismo actual busca posicionar a las
mujeres a la par de los hombres o si se busca remarcar las diferencias. Sin embargo,
considera que, desde el punto de vista histórico, el feminismo de la primera ola se ha
identificado más con acentuar las igualdades y el de la segunda ola las diferencias,
por lo que las posibles confusiones son el resultado de la tendencia postmoderna
en la que las estructuras del pasado se traducen y alteran su significado originario.
Finalmente, otra línea que influye en la percepción del feminismo es la que
tiene que ver con la de los estudios y teorías postcoloniales. Cacace (2006)
destaca la poca referencia que asumen las jóvenes del sur respecto a las
mujeres blancas. El hecho de no sentirse identificadas con las representantes
que dieron pie al feminismo moderno ha formado en las nuevas generaciones un
desapego de las activistas occidentales por no considerar sus problemáticas
como las suyas. En cambio, ponen atención a las dinámicas de clase y raza
que hacen que vivan otras experiencias de subordinación en su ser mujer.
Posterior a mostrar un amplio marco teórico que diera cuenta sobre la
modernidady postmodernidad, la socióloga se centra en las teorías
generacionales para conocer si existe una relación entre el feminismo
y las jóvenes. Según Cacace (2006), los cambios generacionales se imprimen
en cambios sociales y en ellos se muestran un estilo propio del feminismo
de acuerdo con el contexto para permitir desarrollarlo.
Desde su perspectiva, el corte generacional se relaciona con una problemática
que se traduce en el poco interés y oposición de las más jóvenes hacia sus
hermanas mayores o madres, por una parte; y por la otra, la desconfianza
de las más grandes hacia el feminismo poco consistente de las de menor edad.
De esta manera, la autora rescata cuatro cortes generacionales, cada uno con
características diferentes: la generación idealista (1943-1960), la generación “X”
(1961-1981) y la generación del milenio (1982-200).
4
Entiendo a la posmodernidad como aquella crítica a la racionalidad dominante que intentó construirla
modernidad y ante ello, la postmodernidad dio paso para pensar en lo subjetivo y lo individual.
36
Aplicados dichos cortes generacionales al feminismo, la autora considera que la
generación idealista sigue en el marco del proyecto moderno y ésta podría
representar el boom del feminismo de los años setenta. Mientras que la
generación X y la del milenio (milenial) se han caracterizado por haber nacido en
un proceso postmoderno.
La generación “X” imprimió su propio sello al feminismo tratando de rechazarlo
por las cruzadas morales y espirituales a los que interpretó que estaba sujeto,
enarbolando así a un postfeminismo (Denfel, 1995, en Cacace, 2006). La autora
encuentra que las feministas de la generación X cuentan con una amplia
agenda multiforme por lo que no alcanzan a definir cuáles son sus priori-
dades. Y en ese sentido, su construcción del movimiento feminista está
enraizada en la importancia que le otorgan a la vida cotidiana de las mujeres,
olvidándose de la necesaria participación en los espacios públicos y de poder
ya que sus proyectos se encaminan a los aspectos personales. Cacace (2006)
considera que la generación del milenio, por su parte, se centra en
una lucha antisistémica, pero más que nada antiglobal. Las feministas
pertenecientes a esta generación retoman el sentido de movimiento,
pero siempre combinándolo con su naturaleza posmoderna (2006).
Cacace (2006) agrega que las nuevas generaciones no se asumen como
feministas porque suponen que éste se encuentra inmerso en un carácter
habitual que se presenta a través de compromisos de manera personal. Es de-
cir, las actuales generaciones creen que los cambios se pueden hacer sin
necesidad de la formación de un movimiento feminista, a través de las acciones
individuales y sin recurrir a la política. Para Misciagno (1977, en Cacace, 2006),
ello se relaciona con el hecho de que las jóvenes no están interesadas con el
feminismo porque éste ha sido interpretado como una parte ordinaria de su vida
social. Por el contrario, para sus madres, el feminismo era más bien extraordinario.
Cacace (2006) concluye recordando a las nuevas generaciones la importancia
que cobra el feminismo cuando existen acciones colectivas que lo respalden
ya que sólo así y mediante un posicionamiento en el cual se declaren
simpatizantes de este movimiento se puede dar eficacia a sus proyectos.
Por otra parte, considera que es necesario insistir a las feministas de mayor
edad la importancia del feminismo como práctica en la vida cotidiana.
A partir de lo expuesto por Cacace y Ana De Miguel, cabe entonces
preguntarse cuál es la situación de aquellas otras mujeres que no corresponden
al llamado primer mundo: ¿cómo asimilan las jóvenes mexicanas a un
feminismo cuya cuna es Occidente? ¿Se podría hablar de un “postfeminismo
en América Latina? ¿Son los mismos factores que identificaron dichas autoras
los que comparten las jóvenes de México? ¿En qué se diferencian?
38
El feminismo es conocido por luchar por la igualdad de derechos entre las
y los ciudadanos. Algunas características de este movimiento conocido
posteriormente como “feminismo de la primera ola” fueron: la reivindicación
de las mujeres en el ámbito educativo, el debate entre autoras feministas y
científicos sobre la igualdad de la inteligencia, la creación de grupos feministas
que buscaban el derecho al voto, una reforma en cuestiones del matrimonio y la
participación de mujeres en tribunas políticas e intelectuales (De Miguel, 2005).
b. La segunda ola feminista. La segunda ola del feminismo tuvo sus inicios en el
siglo XIX. Este movimiento heredó las demandas de la Ilustración (De Miguel, 2005),
y en su origen, se vio influenciado por al auge de las grandes manifestaciones entorno
a la preocupación de las condiciones infrahumanas que generó la revolución industrial
y el capitalismo (Flores, 2004). El feminismo de la segunda ola se caracterizó por una
diversificación de ideas influenciadas por el contexto social, económico y político.
El feminismo socialista es una rama del feminismo que surgió bajo este pano-
rama. Este feminismo indicaba que no sólo era necesario exigir el derecho al voto,
sino que también, era importante llamar la atención en torno a la esclavitud do-
méstica y la incorporación de mujeres al ámbito público (Moscardó, 2011). Estas
reflexiones se originaron debido a que el capitalismo incorporó a las mujeres pro-
letarias al trabajo industrial en búsqueda de mano de obra barata, sin embargo, en
la clase burguesa, las mujeres sólo se dedicaron a las labores del hogar (De Miguel,
2005). El feminismo socialista indicaba que la desigualdad de género y la opresión
de las mujeres se debía al sistema capitalista y a la división del trabajo que éste
generaba (Freedman, 2004).
Algunas de las principales representantes del feminismo socialista fueron: Flo-
ra Tristán (1803-1844), quien fue una defensora de los derechos de las obreras;
Clara Zetkin (1857-1933), activista que se caracterizó por apoyar a las mujeres
de clase media para conseguir el voto político; y Alejandra Kollontai (1872-1945),
cuyo pensamiento radicó en que los cambios económicos y políticos no son sufi-
cientes para conseguir cambios sustanciales en la realidad de las mujeres, por lo
que hacía falta una revolución en la vida cotidiana (Moscardó, 2011).
De acuerdo con lo que plantea De Miguel (2005), aunado al feminismo socia-
lista, emergieron otros tipos de feminismos que se adecuaban al contexto social
de aquella época y que lucharon por otros objetivos, tal fue el caso del feminismo
sufragista, el cual estuvo encabezado por Elizabeth Cady Stanton y Susan B. An-
thony. Esta misma autora menciona que, dicha corriente buscaba la igualdad en
los valores democráticos y liberales mediante el acceso de las mujeres al voto y al
parlamento. Posteriormente, explica que la lucha feminista sufragista se desarro-
lló principalmente en Estados Unidos y en los países del norte de Europa; luego, en
1848, en Nueva York, se aprobó la Declaración de Seneca Falls, uno de los textos
fundacionales del sufragismo feminista.
Contrario al feminismo sufragista que se caracterizaba por la integración de
mujeres de la clase media y trabajadoras, el feminismo socialista se centró y fue
protagonizado por mujeres obreras (Moscardó, 2011). A pesar de que las femi-
nistas socialistas luchaban por demandas sufragistas, acusaban a las feministas
de la clase burguesa de olvidar la situación de las proletarias y hasta las considera-
ban enemigas de clase, lo que provocó la disociación de los dos movimientos (De
Miguel, 2005).
39
Por su parte, el movimiento anarquista contó con diversas mujeres que se
sumaron a la lucha por la igualdad. Una de ellas fue Emma Goldman (1869-1940),
quien, junto con otras feministas anarquistas, proclamaban que las mujeres
podían ser libres gracias a su “propia fuerza” y esfuerzo individual (De Miguel,
2005). El objetivo de estas feministas era buscar la libertad y estaban en contra
de dos grupos: de las feministas sufragistas, ya que las anarquistas minimizaban
la importancia del voto; y de las feministas comunistas, ya que veían como algo
peligroso la intervención del Estado en cuestiones educativas, de procreación y el
cuidado de las hijas e hijos (De Miguel, 2005).
40
se sumaron todas las mujeres que buscan la igualdad de derechos dentro del mar-
co del Estado Liberal, ya que consideran que dicho Estado se encontraba construi-
do de forma justa y razonable, sin embargo, exigían que los derechos y privilegios
debían ampliarse a las mujeres para poder tener una igualdad de ciudadanía en
relación con los hombres (Freedman, 2004). En este sentido, las feministas libera-
les consideraban que el problema principal al que se enfrentaban era el de la exclu-
sión de la esfera pública, lo que propició que lucharan por reformas que pudieran
incluirlas en el mercado laboral (De Miguel, 2005).
Ana De Miguel Álvarez (2005) realizó un trabajo extenso en donde menciona
que, en este marco de movilizaciones sociales de los años setenta, surgió el
feminismo radical. La científica social aclara que el feminismo radical tuvo su ori-
gen en un movimiento conocido como Movimiento de la Liberación de la mujer, el
cual era parte del feminismo liberal. El movimiento radical tuvo discrepancias con
este Movimiento de Liberación, ya que no buscaba cambiar el orden sistémico,
más bien, luchaba por un nuevo cambio de vida (De Miguel, 2005). El feminismo
radical constituyó una forma autónoma de organización, la cual consistía en sepa-
rarse de los varones; sin embargo, no todas las feministas radicales estaban com-
pletamente de acuerdo con estas visiones, por lo que se dividieron en feministas
radicales “políticas” y “feministas” (De Miguel, 2005).
Una de las contribuciones más importantes del movimiento feminista radical
fue la organización de grupos de autoconciencia, iniciados en 1967 por Sarachild
en New York (De Miguel, 2005). Las mujeres integrantes de estos grupos
exteriorizaban las formas en que experimentaban y sentían su opresión con el
objetivo de interpretar políticamente la vida para crear transformaciones sociales
(De Miguel, 2005). De este modo, las feministas radicales propusieron diversos
términos que serían el principio de nuevos estudios, tales como el término
patriarcado y una distinción entre el sexo y el género (Flores, 2004).
A su vez, el feminismo socialista era representado por Juliet Mitchell y Sheila
Rowbotham, quienes publicaron diversas obras con el fin de teorizar acer-
ca de la explotación femenina y de recodar la historia del movimiento de las
mujeres (Gomáriz, 1992). En este segundo momento del feminismo socialista,
las integrantes aportaron nuevos conceptos que permitieron conocer las
problemáticas que ha generado el capitalismo y que el marxismo nunca
ha analizado; es el caso de la categoría: “Modo de Producción Doméstico”, cuyo
objetivo es develar que este modo de producción es la base del patriarcado
y del capitalismo (Moscardó, 2011). Sus estudios también indicaron que en el
trabajo doméstico no existe una retribución económica debido a que éste se
evalúa mediante mecanismos patriarcales (Moscardó, 2011).
41
característica intrínseca de las mujeres y que, además, la maternidad es un hecho
envidiable (Gomáriz, 1992). El objetivo de las feministas de la diferencia es
el de visibilizar las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, para que
se acepten, y a partir de ello las mujeres se reivindiquen (Moscardó, 2011).
Del mismo modo, se puede identificar al feminismo cultural como un
movimiento que deriva del feminismo radical y cuya base se encuentra en los
Estados Unidos, en la década de los ochenta (Moscardó, 2011). El feminismo
cultural define a la sexualidad masculina como algo agresivo y letal. Mientras que,
la sexualidad femenina, la sitúa en un plano orientado a las relaciones personales,
lo que permite analizarla desde un posicionamiento moralmente correcto
(De Miguel, 2005). Este feminismo expone la importancia de la sexualidad en la
subordinación de las mujeres y es por ello que se opone totalmente a la
pornografía,la heterosexualidad y las múltiples violaciones de hombres hacia las
mujeres (Moscardó, 2011).
Otro de los nuevos enfoques en los que se ha dirigido el movimiento feminista,
se encuentra en el llamado ecofeminismo. Este tipo de feminismo se ha preocupado
por asuntos relacionados con la salud, el pacifismo, el rechazo hacia conflictos nu-
cleares y el movimiento de liberación animal (Moscardó, 2011). Según Freedman
(2004), Vandana Shiva, impulsora del feminismo ecológico, ha considerado que
antes del colonialismo y la ciencia Occidental los pueblos indígenas tenían una
relación cercana y armoniosa con la naturaleza. En ese sentido, agrega, las fuerzas
naturales son representadas por un “principio femenino” ya que dicho reflejo
representa fertilidad y nacimiento.
Finalmente, se encuentra un feminismo latente que ha dirigido su atención
al legado de occidente: el feminismo decolonial. Según Freedman (2004), este
feminismo ha puesto en la mesa del debate el tema del racismo. Y ha acusado a
las feministas blancas de eurocentrismo, al tratar de imponer modelos feministas
occidentales, la mayoría de las veces inadecuados a las condiciones sociales de
países del tercer mundo. Para Freedman, el feminismo decolonial analiza las ma-
neras en que el colonialismo y la globalización han incido en los lugares que no son
Estados Unidos ni Europa, especialmente en cuestiones de género. Por otro lado,
las feministas decoloniales argumentan que la situación de muchas mujeres no es
igual que el de las de mujeres blancas, occidentales y del norte, señala Moscardó
(2011), y agrega que, debido aesto, se ha generado una fuerte crítica al feminismo,
por considerarlo como un movimiento universal.
42
II. México a través del feminismo
1. Feminismo nacional
43
A. Mujeres participando en la revolución y otros eventos feministas. El
momento histórico que permitió el desarrollo del movimiento de las mujeres en
México fue la etapa revolucionara. Como bien lo indica Martha Eva Rocha Islas
(2011), la Revolución mexicana creó un escenario social que admitió el acceso
femenino a dos espacios que se consideraban propiamente masculinos: la guerra y
la política. Esta misma autora menciona que la oportunidad para que las primeras
feministas mexicanas salieran a escena se originó a partir de las negociaciones
entre villistas, zapatistas y carrancistas.
Sin embargo, Rocha (2011) indica que las demandas de las feministas de
aquella época no fueron atendidas debido a que el gobierno en turno se centró
en resolver los problemas que aquejaran a la población en general. Entre 1915
y 1919, se formaron diversos proyectos feministas dentro del marco del consti-
tucionalismo; la edición de la revista La Mujer Moderna y la organización de dos
congresos feministas celebrados en Mérida, Yucatán.
Yucatán fue cuna de la aparición de un incipiente movimiento feminista a partir
de la segunda mitad del siglo XIX. Las manifestantes eran en su mayoría profesoras
de primaria y estaban lideradas por la maestra, poetisa y Directora del Instituto
Literario de Niñas, Rita Cetina Gutiérrez, quien, junto con las demás activistas,
formaron la asociación, revista y escuela feminista llamada Siempre Viva (Rocha,
2011).
Cetina Gutiérrez fue la formadora de muchas otras feministas: Rosa Torre,
Eusebia Pérez, Susana Betancourt y Mireya Rosado (Peniche y Martín, 2007, en
Rocha, 2011). Estas activistas, a su vez, trabajaron con Elvia Carrillo Puerto, quien
junto con otras políticas como Hermila Galindo, Elena Torres, Rosa Torre y Atala
Apodaca, formaron clubes feministas con la finalidad de realizar proselitismo en la
República mexicana (Salomé Carranza, 1991, en Rocha, 2011).
El Segundo Congreso Feminista que se celebró en Yucatán en 1916 fue el
de mayor relevancia. La convocatoria estaba dirigida a yucatecas que hubieran
cursado, por lo menos, el nivel de primaria (Primer Congreso Feminista, 1975,
en Rocha, 2011). El evento estuvo conformado en su mayoría por profesoras
originarias de dicho estado. Elvia Carrillo Puerto, Rosa Torre y Hermila Galindo
fueron tres feministas que tuvieron una fuerte presencia en la participación de los
congresos (Rocha, 2011). Los temas que se discutieron en dicho evento fueron
sobre el sufragio femenino, la educación y la sexualidad de la mujer (Rocha, 2011).
Tal como lo recuerda Rocha (2011), el "feminismo liberal revolucionario" se
destacó por enmarcar los debates en torno a la emancipación de las mujeres.
También puso énfasis en analizar su situación en los espacios privado y público.
Si bien, hubo algunas reformas constitucionales que favorecieron a las mujeres
en el año 1917, aún faltaba mucho camino por recorrer para alcanzar la igualdad.
No obstante, durante los años veinte y treinta, muchas más feministas siguieron
movilizándose para lograr alcanzar los objetivos planteados en la etapa revolucio-
naria mexicana (Rocha, 2011).
44
llevaron a las feministas a lograr que las mujeres pudieran votar y ser votadas en
el país.
De acuerdo con dicha autora, fue en el gobierno presidiado por Lázaro Cárdenas
cuando las mujeres que anteriormente se encontraban organizadas, decidieron
seguir luchando por sus derechos, especialmente en el ámbito político,
específicamente el voto. Tuñón (2011) expresa que, para muchas, la razón por la
que las mujeres debían ejercer el derecho al voto se debía a que era necesario que se
encontraran preparadas para educar y formar a sus hijos; por su parte, el entonces
presidente, consideraba que el papel de las mujeres era el de estar con y para la familia.
Las feministas de aquél entonces decidieron organizarse para dirigir su accionar
a congresos internacionales para entablar comunicación a favor de sus derechos
políticos (Tuñón, 2011). Esta acción es interpretada por Tuñón (2011) como
una estrategia a nivel mundial para ejercer un tipo de presión ya que en México
no existía tal fuerza para exigir los derechos de las mujeres. Aunque también,
considero, pudo haber influenciado el alineamiento de las feministas con el Estado.
Tuñón (2011) indica que una de las feministas más reconocidas en aquella
época fue Amalia Castillo León, quien trabajó para lograr los derechos políticos
de las mujeres. El posicionamiento de Castillo León fue un ejemplo del feminismo
realizado en aquella época ya que su metodología era alcanzar los derechos
mediante la discreción. En su discurso intentaba reforzar los valores tradicionales
de las mujeres. Para ella, el feminismo debía ser “femenino”. Este término fue una
característica del feminismo latinoamericano. A su vez, la prensa interpretaba a
Amalia Castillo como si fuera una mujer bella y elegante (Tuñón, 2011).
A mediados de 1945, Miguel Alemán, candidato a la presidencia de la República,
ofreció a las mujeres un cambio al artículo 115 para que pudieran votar y ser
votadas a nivel municipal, acción que se concretaría el 27 de junio de ese mismo
año en un mitin celebrado en la Arena México (Tuñón, 2011). Alemán mencionó
que era importante otorgarles el voto debido a que esto apoyaría al desarrollo
del país. Sin embargo, para el candidato, el permitirles que tuvieran acceso
a derechos en el ámbito político, no eximía sus supuestas responsabilidades
en el espacio privado ni reproductivo ya que, para el presidente,
estas acciones eran naturales para las mujeres (Tuñón, 2011).
Rocha (2011) indica que cuando Ruiz Cortines asumió la presidencia en
1952, a través del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el pendiente
político acerca del acceso al derecho al voto de las mujeres sucedió casi de
inmediato debido a la presión de las feministas. A pesar de los pretextos
que presentaron los senadores panistas para otorgar el sufragio femenino,
finalmente en octubre de 1953 se declaró en el Diario Oficial que las mujeres
tenían la facultad de votar y ser votadas en cargos de elección popular. Sin
embargo, se seguía manteniendo el discurso acerca de la supuesta importancia
de mantener los roles de género. Tuñón (2011) interpreta que, en asuntos de
política, el hecho de que el PRI les haya otorgado estos derechos se tradujo como
ganar popularidad entre la población femenina y con ello, un mayor número de
votantes de mujeres se encontraba bajo el poder político del sistema operante.
45
C. El feminismo histórico. Si bien, es complicado indicar cuándo fue la fecha
exacta en que se consolidó el movimiento feminista en México, autoras como
Ana Lau, Eli Bartra, Anna Fernández y Gisela Espinosa (2000), coinciden en que se
afianzó en el país en 1970. Dichas investigadoras muestran que las pioneras de
este movimiento fueron mujeres urbanas de clase media universitaria quienes se
organizaron en torno a la búsqueda de la igualdad entre los sexos para dar inicio a
la “nueva ola del feminismo mexicano”.
El motivo por el cual las primeras feministas en el país se agruparon, fue con
el objetivo de proponer grupos de liberación femenina con el fin de conocer y
abordar las problemáticas que procedían del ámbito privado, bajo la intención de
proponerlas en el ámbito de lo político y público. Tales exigencias radicaban
principalmente en la aparición de muchas más mujeres en el campo laboral y otras
más inscritas en la educación superior (Lau et al., 2000).
Según Ana Lau, Eli Bartra, Anna Fernández y Gisela Espinosa, la formación
de los grupos feministas se vio influenciada por la educación universitaria, los
métodos anticonceptivos baratos y eficientes, y el surgimiento de diversos movi-
mientos sociales en 1970, relacionados con las nuevas corrientes de pensamiento
surgidas por las élites intelectuales y un crecimiento de la izquierda mexicana,
formada principalmente por lo sucedido en 1968.
Ana Lau relata en su artículo El Nuevo Movimiento Feminista Mexicano a
Finales del Milenio (2000), el panorama complicado que vivían las mujeres previo
a la formación de los grupos feministas y la forma en que se organizaron para
hacer frente al patriarcado. La autora indica que para 1968 sólo habían transcurrido
15 años desde que el voto a las mujeres fuera permitido.
Muy pocas mujeres habían pasado por la Cámara de Diputados o Senadores.
Es decir, su práctica política y pública era incipiente. Bajo ese contexto, se organi-
zaron en grupos de autoconciencia a partir del lema “lo personal es político” y se
enfocaron a estudiar y a conocer acerca del sexismo y el androcentrismo imperan-
te en su vida cotidiana, muchas de ellas a partir de la perspectiva marxista.
Estos grupos se formaron a partir de los lazos afectivos, por compañerismo
estudiantil o lugar de origen. Sin embargo, como bien lo relata la investigadora,
las diferencias entre las integrantes hicieron que el movimiento se diversificara y
se formaran asociaciones. Además de lo anterior, otra característica mencionada
en el texto que se proyectó en el feminismo mexicano fue su oposición a
involucrarse con partidos políticos e instancias gubernamentales. Por tal razón,
según Ana Lau (2000), se generaron diversos debates sobre la doble militancia,
ya que las mujeres debían elegir entre trabajar en algún organismo político o
pertenecer a un colectivo feminista.
Lau (2000) también realizó un recuento y descripción de las agrupaciones
formadas por las llamadas “feministas históricas”, nombre otorgado a las
activistas que se destacaron por iniciar, construir el movimiento y preparar a las
futuras generaciones. En el siguiente recuadro rescato los nombres de algunos
grupos que se formaron entre 1970 y 1976, con base en lo investigado por Lau.
También se menciona el trabajo de Gisela Espinosa (2009), quien retoma las
investigaciones sobre la historia del feminismo elaboradas por González, Lau y
Lamas, para indicar algunas características de estos grupos.
46
Cuadro 1. Algunos Colectivos feministas de la Ciudad de México
dentro del marco del “Feminismo histórico”.
47
Este grupo cristiano se enfocó
en trabajar para las mujeres de
Comunicación Humana
1969 los sectores populares mediante
en América Latina
un Centro de Documentación y
un Boletín Documental.
Lau relató el impacto que generaron las feministas históricas tras reunirse para
debatir asuntos concernientes a la situación de las mujeres a nivel nacional. Indi-
ca que en 1975 se llevó a cabo la Conferencia del Año Internacional de la Mujer
organizada por las Naciones Unidas. Aunque la mayoría de las feministas históricas
decidieron no asistir, organizando así un Contracongreso a través del Frente de
Mujeres contra el Año Internacional de la Mujer, un pequeño grupo se enfocó en
las discusiones debatidas en la Conferencia para reformar los códigos en México,
con el fin de que el país no quedara rezagado, además de que colaboraron en la
creación del Centro de Información y Documentación para el Decenio de la Mujer
y el Desarrollo (CIDDEM).
La conferencia impactó debido a que, por vez primera, los gobiernos tuvieron
que informar a la comunidad internacional y nacional sobre el contexto de la
educación, el trabajo y la salud de las mujeres. Pero, también, se comprometieron
a diseñar y ejecutar políticas estatales para mermar el tema de la desigualdad de
las mujeres y suprimir la discriminación legal (de Barbieri, 1997, en Lau, 2000).
En 1980, gracias a las políticas de acción destinadas para cambiar el papel tra-
dicional de la mujer, se logró crear el Programa Nacional de Integración de la Mujer
al Desarrollo (PRONAM) para incidir a nivel nacional mediante proyectos destina-
dos para las mujeres (de Barbieri, 1997, en Lau, 2000). Fue también dicho Pro-
grama un antecedente que sirvió para intentar desarrollar comisiones de la mujer
dependientes de la Secretaría de Gobernación en el territorio mexicano.
En relación con las publicaciones, en 1976 se fundó la revista Fem, un
proyecto editorial creado por feministas para difundir sus ideas (Espinosa, 2009).
En 1990, menciona Lau (2000), se publicó el libro-revista Debate feminista, el cual
se ha encargado de traducir artículos académicos de todo el mundo y de hablar
sobre algún tema en particular en relación con las mujeres. Asimismo, las mujeres
integrantes del Centro de Investigación y Capacitación de la Mujer A.C. (CICAM)
publicaron La Correa Feminista (Lau, 2000).
A partir de las investigaciones de Espinosa (2009) y Lau (2000), se pueden
conocer otros grupos que aparecieron a finales de la época en la escena política.
El siguiente cuadro rescata algunas de estas agrupaciones y sus características:
48
Cuadro 2. Algunos grupos feministas de la Ciudad de México (1977-1979).
De acuerdo con Lau (2000) y Espinosa (2009), gracias a los grupos anteriormente
mencionados, en 1979 se creó el Frente Nacional por la Liberación y los De-
rechos de la Mujer (FNALIDM), con el propósito de unir los esfuerzos de las or-
ganizaciones políticas partidarias, sindicales, feministas, universidades y
sociales para trabajar a favor de los derechos de las mujeres (FNALIDM, 1979). El
plan del Frente se enfocó en diversos objetivos tales como la maternidad voluntaria,
la creación de guarderías, la organización de campañas en contra de cualquier
tipo de violencia y atender asuntos sobre los problemas de las trabajadoras
discriminadas por la Ley Federal del Trabajo.
A pesar del esfuerzo invertido para hacer el plan de trabajo del FNALIDM, la
unificación entre feministas nunca llegó. Lo anterior, según la perspectiva de Lau
(2000), fue debido a las múltiples corrientes feministas que existían por el debate
sobre los principios constitutivos y por las diversas posiciones políticas que
integraban el Frente.
La primera ola del feminismo, como lo indica Espinosa (2009), se caracte-
rizó por poseer diferentes cualidades tales como la diversificación de temas,
posturas y propuestas políticas; la expresión de distintos grupos, la multiplicidad
reflexiva y los diferentes modos de acción, entre otros aspectos. Pero fue esa
pluralidad de acciones y opiniones, según la investigadora, las mismas que
limitaron el movimiento, ya que impidieron la estructuración y permanencia de éste.
49
Del mismo modo, Espinosa (2009) indica que, a finales de la década de los
setenta, el movimiento feminista en México era inestable en consecuencia de
la debilidad teórica y práctica con la que habían estado trabajando. Las feminis-
tas lesbianas eran minoría en el movimiento, por lo que se presentaron diversas
discusiones entre las posturas heterosexuales y lésbicas al grado de que algunas
lesbianas feministas se separaron del movimiento para integrarse a grupos de li-
beración homosexual. Un ejemplo de ello fue la creación del grupo Oikabeth, que
se separó de Lesbos.
50
Cuadro 3. Algunos grupos feministas de la Ciudad de México dentro del marco de la
institucionalización del movimiento.
Fuente: Elaboración propia con base en las investigaciones realizadas por Ana Lau (2000).
51
Sin embargo, a partir de dicha fecha, el número de feministas aumentó, por
lo que diversas mujeres se vieron beneficiadas por el activismo. Actualmente,
muchas de las integrantes del movimiento se encuentran laborando en
Organizaciones no Gubernamentales (ONG) para salvaguardar los derechos
humanos de las mujeres. Un ejemplo de lo anterior es el Grupo de Información en
Reproducción Elegida (GIRE) o Salud Integral para la Mujer (SIPAM) (Lau, 2000).
Otro de los campos de acción feministas consiste en trabajar por los derechos
sexuales y reproductivos de las mujeres. Este tema, tal como lo menciona Lau
(2000), se convirtió en una prioridad en la agenda a partir de las conferencias
realizadas en El Cario en 1994 y en Beijing en 1995. Además de lo anterior, se han
enfocado en luchar para la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres a
través de diversas organizaciones.
Lau (2000) puntualiza que a lo largo y ancho del país se han creado Agencias
Especializadas en Delitos Sexuales (AEDS) las cuales han sido promovidas
por el Movimiento Nacional de Mujeres. Siguiendo esta línea, muchas se han
relacionado con instancias gubernamentales para transformar la realidad política,
trabajar en proyectos para mujeres, cambiar legislaciones debido al género y
asesorar a las militantes políticas a partir de la teoría feminista. Asimismo, se han
creado diversas organizaciones políticas cobijadas por partidos políticos y que
han sido promovidas por feministas que han trabajado desde ese mismo campo.
Para Lau, si bien, el número de dependencias gubernamentales con motivo
de género ha crecido, la situación para mujeres no ha cambiado del todo.
Especialmente la situación de indígenas, quienes, a partir de la aparición en escena
del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 1994, denunciaron la poca
atención de las feministas hacia dicho sector poblacional. Por tal razón,
actualmente diversas activistas se han puesto a trabajar para mejorar lacondición
de dichas mujeres. Por lo que el surgimiento de un feminismo llamado “feminismo
decolonial”, que encuentra su existencia tanto en la academia, como en el
activismo político, ha ido ganando espacio en encuentros, debates, acciones y
reuniones feministas en México y en toda América Latina.
Una de las contribuciones que este trabajo investigativo busca aportar es el de conocer
acerca de la historia del feminismo en Xalapa. Lo anterior fue posible debido a
entrevistas a profundidad que apliqué a dos activistas feministas importantes
de la región: Monserrat Díaz y Gladys Villegas. En las próximas líneas relato sus
posicionamientos ante las diversas ramas que existen en este movimien-
to. Me interesó indicar cuáles fueron los momentos claves que las motivaron a
encaminarse hacia la lucha por la igualdad. Cómo empezó, cuál fue su línea de
trabajo y a qué retos se enfrentó el primer colectivo de la región: el “Colectivo
feminista”.
Gracias a sus aportaciones, en el presente capítulo se puede deducir que la
historia del feminismo en Xalapa no es un hecho reciente, por el contrario, sus
testimonios son una prueba de que este movimiento se ha desarrollado y
madurado; ha formado alianzas entre diversos grupos con fines específicos; ha resistido
ante las adversidades y ha sido partícipe de los grandes cambios políticos del estado.
52
Monserrat Díaz es una de las fundadoras del primer colectivo que se autode-
nominó feminista en Xalapa y también es una activista reconocida de la región.
Díaz, de formación abogada, fue y sigue siendo una representante y defensora de
los derechos humanos de las xalapeñas y de las mujeres de la entidad veracru-
zana. Con base en un plan de trabajo formal, organizado y constante, ha logrado
formular avances significativos en la materia. Al mismo tiempo, la activista se ha
caracterizado por vigilar y criticar constantemente al sistema político ineficiente
que gobierna Veracruz, y que indudablemente afecta de manera negativa a la se-
guridad, vida, economía y decisiones de las veracruzanas.
La Doctora Gladys Villegas es una artista plástica feminista que a través de
su trabajo ha realizado una denuncia férrea al sistema patriarcal que aqueja al
estado veracruzano. Villegas también ha sido partícipe del Colectivo Feminista. A
pesar de no haber sido fundadora del colectivo, su presencia fue importante para la
movilización y la formulación de talleres y proyectos para las veracruzanas desde
una perspectiva feminista. Su trabajo se ha destacado por incidir desde la rama
artística, académica y pública a favor de los derechos de las veracruzanas.
53
sino de tener un crecimiento humano integral y en todos los sentidos. Incluyendo
la participación con otros seres humanos, como los varones y las personas
transexuales.
Del mismo modo, Montserrat Díaz aclara por medio de la entrevista, que el
feminismo humanista se distingue de otras corrientes, por ejemplo, del feminismo
socialista. Considera que esta vertiente del feminismo plantea que la
reivindicación de la situación de las mujeres está totalmente ligada a la situación
económica y social. Sin embargo, Díaz considera que lo económico es importante,
pero no garantiza que las mujeres alcancen una libertad plena. Aunque ello
pueda generar cambios significativos, no absolutos, para lograr una condición de
igualdad.
Para Monserrat Díaz, su interés por lograr una mejor condición para las
mujeres inició desde que tomó conciencia de que algunas cuestiones que le han
tocado vivir como mujer no son fortuitas, que no se deben al estilo de vida que
ha seguido, ni por buena o mala suerte, o por castigo divino. Ella se percata que
situaciones importantes de su vida tienen que ver con su condición de mujer. Que
no es lo mismo ser mujer que ser hombre en esta sociedad. Específicamente,
lo que a ella le impactó fue la vivencia de los derechos reproductivos, su propia
sexualidad y la condición de la maternidad en términos del derecho a decidir.
Lo anterior fue el parteaguas para que se iniciara en el activismo feminista.
La feminista expresó en la entrevista que desde siempre vivió ciertas
circunstancias que la hicieron ser diferente al resto de las mujeres. Situaciones
que también se presentaron en su propia familia. Por ejemplo, relata que
ocasionalmente su hermana tendía a reproducir el “deber ser” de una mujer. De
niña, Monserrat se percataba que lo primero que hacía su hermana al levantarse
era barrer la casa. Por el contrario, lo que ella hacía era estar en el ámbito público;
solía estar en la calle y revelarse ante ciertas cuestiones.
El proceso de involucrarse en el activismo también coincidió con su formación
académica y con las amistades con las que empezó a relacionarse. Montserrat
estudió en la Normal Veracruzana en 1970 y se graduó de la Facultad de Derecho
en 1980. Además, el primer Colectivo Feminista en Xalapa, del que fue una de
las fundadoras, estuvo integrado por mujeres extranjeras que tenían una mirada
diferente respecto a lo que significaba ser mujer. Lo anterior fue determinante
para que decidiera participar en el activismo en la década de 1980.
Por su parte, Gladys Villegas (comunicación personal, 6 de diciembre de 2016),
define al feminismo como una ideología que busca la igualdad entre hombres
y mujeres. Una igualdad en todos los campos de la vida humana: en lo social, lo
económico, lo laboral. Villegas ha expresado que ahora practica un feminismo
holístico, aunque antes practicaba el de la diferencia. Expresó haber seguido otra
corriente del feminismo porque no le gusta encasillarse en solo una perspectiva.
Gladys Villegas menciona en la entrevista que sostuve con ella que el ele-
mento que le ha ayudado a posicionarse como feminista es darse cuenta
de las desigualdades existentes. Al igual que Monserrat Díaz, Villegas hace
referencia a una concientización feminista. También indicó que el hecho de haber
identificado en las relaciones personales y amorosas violencia implícita de género,
ha sido un elemento que ha incidido en su postura política. Considera que
observar que las mujeres siguen siendo leídas como objetos de consumo, y
54
que sigue existiendo una diferenciación sexual del trabajo que las imposibilita
posicionarse en otros espacios que no sean los tradicionalmente femeninos, ha
incido en que se denomine feminista.
55
Asimismo, Díaz rescata la presencia de Alaide Foppa en los círculos organizados
por sus compañeras feministas. Cabe agregar que ella no la conoció, pero sí se ha
visto influenciada gracias a sus escritos y poesías.
Ambas activistas, Monserrat y Gladys, consideran que el mayor obstáculo al
que se enfrentaron, principalmente al inicio del Colectivo, fue el rechazo hacia el
feminismo. Ellas asumen que en ese entonces había una fuerte discriminación
y violencia hacia mujeres que se posicionaran como feministas. Tampoco había
un reconocimiento a nivel político. Fue gracias al trabajo constante y a las
movilizaciones que lograron cambiar de manera significativa la percepción de la
sociedad hacia el feminismo.
La integración de Monserrat Díaz al movimiento fue mediante estas reuniones.
Por su parte, Gladys recuerda que ella fue invitada por Monserrat y su
involucramiento en el movimiento fue después de varias sesiones y talleres. En
ese momento, Díaz aclara que las reuniones no tenían un nombre específico, pero
posteriormente comenzaron a denominarlos como “el pequeño grupo”. La forma
de trabajar en “el pequeño grupo” consistía en programar temas propuestos desde
la individualidad de las mujeres y discutir sobre ellos. Algunos tópicos que recuerda
haber dialogado fueron: el de la niñez, sobre la primera menstruación, sobre
los hermanos, sobre la maternidad, entre otros. Posteriormente, se llegaban a
algunas conclusiones desde el ser mujer. Monserrat considera que esos espacios
le permitieron reflexionar profundamente.
En el encuentro que mantuve con Monserrat Díaz, mencionó que, gracias a
estas reuniones, el espacio se fue formalizando. Por lo que empezaron a
desarrollar ideas de trabajo para impactar también a otras mujeres. Villegas
comentó que después de estas reuniones, las integrantes rentaron un cuarto
en la Colonia Salud para seguir sesionando. Indica también que este espacio era
bastante regular y que entre todas las integrantes pagaban la renta.
En ese entonces, la temática era sobre la salud, específicamente la salud
reproductiva. Incluso, Monserrat piensa que ese tema pudo haber tenido su
apogeo a nivel Latinoamérica en aquella época. Entre las integrantes del equipo
de trabajo había extranjeras, Díaz recuerda algunos nombres: Caryl Herremans,
de origen austriaco; Janet Wilson, nacida en Inglaterra; y Teresa Bredius, cuyo
origen es holandés. Asimismo, destaca que la participación de dichas mujeres se
destacó por ser un trabajo muy metódico, cuestión que les permitió laborar de
manera efectiva en las actividades programadas, pues eran “mujeres de trabajo”.
Una de las primeras actividades del grupo fue la de trabajar mediante talleres
con temáticas de salud. Gladys Villegas recuerda que los talleres se impartieron
a mujeres conocidas de clase media. Recuerda también que los temas
principales giraban en torno a la sexualidad, derechos humanos, anticonceptivos,
partos, abortos, violencia, entre otros. Puntualizó no haber participado en la
elaboración y aplicación de los talleres
Por su parte, Monserrat Díaz destacó la forma de implementación de estos
talleres y algunos datos referentes al tema. Las integrantes practicaban y se
instruían entre ellas mismas los talleres. Posteriormente, cada una preparaba su
papel y conjuntamente ensayaban para poder presentarlos en diversos lugares.
Los temas de los talleres eran: embarazo y parto, autoayuda, anticonceptivos,
entre otros. El primer taller que ofrecieron fue impartido en una guardería lla-
56
mada “El canguro”, la cual era propiedad de las hermanas Lisa y Maga, cuyo
pensamiento también era feminista. Posteriormente, comenzaron a impartirlos
en colonias. También realizaron folletos hechos en stencils que ellas mismas
trabajaron bajo temáticas del área de salud.
Otro de los temas que Monserrat Díaz recordó haber abordado de manera
profunda fue el de la sexualidad. Estos dos tópicos, el de la salud y la sexualidad,
considera, fueron trabajados a nivel general en aquella época. Sobre este último
tópico también realizaron talleres y éstos fueron impartidos especialmente en
escuelas secundarias. Según Díaz, lo anterior sucedió aproximadamente en 1985.
Monserrat recuerdó en la entrevista, que conforme se fueron estableciendo
algunas fechas emblemáticas del feminismo, tal como el 25 de noviembre,
las activistas comenzaron a apropiárselas y a realizar acciones y actividades
encaminadas a los días conmemorativos. Asimismo, indica que, a partir de la
realización de estos eventos, diversas mujeres se incorporaron al Colectivo. Sin
embargo, mencionó que la integración de dichas mujeres ha sido parecida a lo
que pasa actualmente con los grupos feministas: hay algunas que no se sienten
identificadas con un trabajo en equipo, y aunque su vida ha permeado a razón de
una mirada feminista, no existe una formalidad en relación con el grupo.
Posteriormente, el Colectivo se formó como una asociación en 1989. Fueron
alrededor de cinco o seis mujeres quienes lo formaron como tal. Recuerda, ade-
más, que para el cumpleaños número 20 de la asociación, realizaron una fiesta
a la que asistieron más o menos 60 personas que han pasado por el Colectivo
Feminista. Dicha fiesta se celebró en el Centro Recreativo Xalapeño. Además de
que en ese lugar se llevaron a cabo muchas otras actividades. Del mismo modo,
Monserrat recuerda otro evento muy grande celebrado en el antiguo edificio de
la escuela Normal Veracruzana, que actualmente se conoce como la facultad de
economía.
Además del Colectivo Feminista, otros grupos que abordaron los temas de
trabajo que se habían estado planteando, se fueron conformando a principios de
1990. Sin embargo, tanto Gladys Villegas como Monserrat Díaz consideran que los
posicionamientos de estos grupos no estuvieron planteados desde el feminismo.
Díaz recuerda ciertos nombres de algunos grupos tales como: “Salud y género” y
“Xochiquetzal”. Por su parte, Villegas rescató a un grupo que trabajaba alrededor
del libro Mujeres que corren con Lobos de Clarissa Pinkola y que fue organizado
por Indra Olavarrieta con el fin de accionar a partir de una línea emocional y
terapéutica para ayudar a mujeres. Monserrat indica que el Colectivo Feminista
pudo trabajar en conjunto y de manera profunda con Salud y género,
especialmente cuando Benno de Keijzer, estuvo dentro de esta organización.
Por su parte, Gladys Villegas menciona que durante los años ochenta, las
integrantes del Colectivo Feminista estuvieron presentes en asambleas,
congresos y encuentros en la Ciudad de México. También formularon talleres en
distintas regiones e indica que había una red que se llamaba “La Colectiva” en la
cual los grupos feministas se articulaban.
Monserrat Díaz especifica que, en algún momento, al Colectivo Feminista se le
conocía como “Grupo Fémina”. Sin embargo, decidieron llamarlo de otra manera
porque consideraban que “Fémina” estaba asociada con el ser femenina. Por lo
que después se denominó como “Grupo de mujeres de Xalapa”. Finalmente, poco
57
antes de que se formalizaran como asociación, decidieron nombrarlo Colectivo
Feminista. Aun habiendo tenido otros nombres, Díaz aseguró que las actividades
que realizaron para atender a las mujeres, siempre se llevaron a cabo desde el
título “Colectivo Feminista”.
A su vez, Gladys Villegas apunta que a finales de los años ochenta, al Colectivo
llegó Susana Pendzik, una terapeuta argentina, quien le dio un enfoque diferente al
grupo de trabajo. Villegas la recuerda como una psicóloga en arteterapia y que, a
partir de esta línea, el Colectivo Feminista comenzó a trabajar temas relacionados
especialmente con la violencia.
A propósito del tema anterior, Monserrat Díaz apunta que, en el 1987, el
Colectivo formuló un proyecto de atención a las mujeres en situación de violencia,
por lo que decidieron que el nombre de este proyecto no tuviera insignia feminista.
De esta manera, lo nombraron con la palabra “Ticalli”. La razón por la cual temían
que las mujeres no asistieran a las asesorías si se les dejaba un nombre feminista
era porque la población veía una negación hacia el feminismo. Lo anterior,
considera Monserrat, es un problema que tuvieron y que sigue persistiendo en el
movimiento. Este proyecto sigue en pie y su centro está enfocado en trabajar por
los derechos humanos de las mujeres.
Monserrat Díaz y Gladys Villegas destacaron que, en un principio, Ticalli estaba
dirigido a dar atención psicológica y jurídica a las mujeres, especialmente a
mujeres víctimas de violencia. De este proyecto, Gladys rescata que se publicó
un manual de trabajo sobre mujeres maltratadas. A su vez, Monserrat recuerda
que por este grupo pasaron grandes psicólogas como Carmen Valenzuela, Alicia
Ceballos y Martha Alicia Delgado Portales. Mientras que ella, junto con otras
cinco abogadas, se dedicaron a brindar asesoría jurídica enfocada especialmente al
derecho familiar. También indicó que la oficina del grupo estaba ubicada en la
avenida Ávila Camacho y después se localizaron en la Colonia San Bruno. Tenían
letreros que indicaban que en dicho lugar las mujeres podían recibir asesorías.
Aunque en la actualidad, Díaz explicó que Ticalli no tiene un rótulo que indique su
ubicación.
El hecho de no nombrar ciertas acciones que trabajan a favor de las mujeres
como feminismo, como indica Monserrat, es algo delicado que aún persiste ya que
actualmente esta situación se refleja mediante el rechazo que ha tenido el
gobierno hacia el feminismo, puesto que todas las políticas públicas trabajan
desde una “perspectiva de género”. Sin embargo, para ella, la sociedad es tan
ompleja y existen tantos problemas que no importa la postura que se tome. Lo
importante es actuar y buscar el cambio.
Otra de las actividades que Díaz recuerda que se realizaron a través del
Colectivo Feminista fue trabajar con el Sistema Nacional para el Desarrollo
Integral de la Familia (DIF). Se mantuvieron diversas reuniones con su personal
y buscaron realizar actividades y acciones desde dicha institución. En ese
sentido, a partir de los años noventa, consideraron que era necesario abrir
instancias especiales para trabajar desde las políticas públicas a favor de las
mujeres. Una participación en gestión. Por lo que el objetivo principal del
Colectivo se volcó en formalizar los derechos humanos de las mujeres.Monse-
rrat añade que la decisión anterior se vio fortalecida debido a que coincidió con
una generación que se dedicó al activismo por los derechos humanos y la
institucionalización del feminismo.
58
Por su parte, la artista plástica indica que durante el sexenio de Ernesto Zedillo,
el Colectivo inscribió proyecto para su financiamiento en el Programa Progresa
(ahora conocido como Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL). Considera que,
en ese entonces, se ofrecieron múltiples financiamientos porque las ONG y las
asociaciones civiles impactaban aún más en la sociedad que el mismo gobierno.
Recuerda que el Colectivo entró y ganó en todas las convocatorias lanzadas a nivel
estado. Asimismo, señala que anterior a ello, el Colectivo Feminista fungió como
un espacio que acogió al Movimiento Zapatista en su paso por el estado y que
diversas integrantes asistieron a un encuentro Zapatista en 1994.
Por otro lado, Monserrat Díaz recuerda que la movilización en las calles fue
muy importante para impulsar el movimiento, especialmente en los años ochenta.
La fecha emblemática con la que se manifestaron siempre fue la del 08 de
marzo. Además, las integrantes del Colectivo realizaron movilizaciones para
visibilizar la violación sexual. Lo anterior fue impulsado porque en Xalapa se
registraron dos casos muy sonados de abuso de índole sexual dirigidos a dos mujeres
universitarias. Ambas víctimas de un taxista. Este lamentable hecho generó
una movilización emblemática llevada a cabo en la ciudad para denunciar este
problema. Monserrat añade que el hecho de que una mujer o sus familiares
permitan que se dé a conocer el caso de una circunstancia desfavorable por la que
esté pasando una víctima de violencia, puede generar una fuerte movilización.
El impacto de Gladys Villegas en las manifestaciones sociales fue mediante
un trabajo artístico. Villegas relata que ella fue la primera artística que comenzó
a realizar exposiciones de mujeres para el día 08 de marzo. La primera de estas
exposiciones fue en el Ágora de la ciudad. Su tarea, junto con la de otras artistas,
siempre fue la de hacer este tipo de exposiciones con base en temáticas sobre el
aborto, la violencia, el género o la identidad. Agrega que, en ese tiempo, el cine y
el teatro se formularon como herramientas de denuncia al sistema patriarcal.
Por su parte, Monserrat Díaz señaló que el uso de los medios de comunicación
ha sido una herramienta de defensa de los derechos humanos. En ese entonces,
considera que los medios más importantes eran la televisión, la radio y los
impresos. De hecho, Díaz indica que tenía un programa de televisión que pasaba
todos los lunes en el canal que ahora se conoce como TVMÁS, pero que antes
se llama 4MÁS. Ella relata que el programa que condujo duró dos años al aire a
principios de los años noventa. Se llamaba “La mujer hoy” y en él tocaba temas de
suma importancia, como el primero que salió al aire, que trató sobre la violación.
Sin embargo, el programa fue sustituido por programación deportiva.
Díaz también señaló que el colectivo feminista tuvo un programa de radio que
duró aproximadamente tres años y que fue difundido por Radio UV.
C. Visiones a futuro. Por otro lado, y sobre la situación actual del feminismo,
Monserrat considera que éste ha sufrido diversos cambios a comparación con
los años ochenta, principalmente uno de los cambios, han sido las críticas que
realizan ciertas instancias feministas a la institucionalización del movimiento. La
posición de Monserrat al respecto es que por más organizaciones sociales que
existan, la condición de las mujeres sería difícil de cambiar si el Estado no se
responsabiliza. También considera que si bien, existen diversas leyes las cuales
59
pueden estar inacabadas, insuficientes o mal planteadas, lo importante es que
están ahí y que es necesario que la ciudadanía las active. En ese sentido, menciona
que también es importante adquirir una responsabilidad por parte de la ciudadanía.
Del mismo modo, considera que ahora existe una mayor y fuerte participación
pública de las mujeres. Que antes, lo privado era específicamente un espacio
femenino. Sin embargo, hace falta trabajar en ello porque ahora las mujeres
se encuentran laborando en los dos espacios: en lo privado y en lo público.
60
siendo objetos de violencia y de una división sexual del trabajo que aún sigue
vigente y que imposibilita la apropiación de las mujeres en los espacios públicos y
de poder.
Sobre las diferencias que encuentra entre el feminismo con el que inició y
que actualmente desarrollan las nuevas generaciones feministas, Monserrat
considera que las feministas actuales están más informadas y tienden a relacionar el
feminismo con alguna postura en específico. Lo anterior lo justifica por la influencia
de las nuevas tecnologías. E inclusive, resalta que hay movimientos feministas
desde las redes sociales. Además, observa que el feminismo de ahora es menos
radical en cuanto a planteamientos, ya que ahora hay una mayor apertura de
incluir a los hombres en el movimiento. Sin embargo, Díaz no ha trabajado
demasiado con las jóvenes, pero le gustaría hacerlo para conocer cuál es el
pensamiento de las mujeres actualmente. Una de sus impresiones es que las feministas
jóvenes siguen teniendo la idea de cumplir el rol de madres-esposas. A pesar
de ello, considera que otras feministas jóvenes, como las del Colectivo Akelarre
A.C. tienen un feminismo más abierto y práctico, es decir, resolutivo y menos
intelectual.
La activista reflexiona que actualmente existe una mayor apertura hacia
el feminismo. A pesar de que sigue habiendo esa resistencia, sobre todo de los
varones. Por otra parte, observa que las políticas públicas que se están realizando
desde los institutos tienen muchas fallas y una de ellas es que no están hechas
desde la mirada feminista. Sin embargo, eso empieza a considerarse. Cree
que ahora es menos peligroso asumirse como feminista. Pero ello tiene
que ver con el trabajo que se esté realizando desde el movimiento.
Finalmente, Gladys Villegas indica que el feminismo joven de Xalapa la ha
sorprendido porque hoy en día a muchas mujeres no les da miedo asumirse
como feministas, por lo que existe una gran cantidad de jóvenes que deciden
seguir esta postura política. Sin embargo, plantea que algunas de ellas no la tienen
claro porque son jóvenes y su ambiente se reduce a uno, el universitario. A pesar
de ello, indica que las feministas jóvenes están empezando a conocer sobre la
materia a través de la academia, puesto que la artista plástica expresó que ha
dirigido y sigue dirigiendo múltiples tesis entorno a los problemas que atañen a la
construcción genérica de las mujeres.
61
62
III. El feminismo en Xalapa. Un movimiento multifacético
63
La edad de las y los interlocutores oscila entre los 20 a 29 años. No se
consideran feministas y tampoco son activistas de cualquier otro movimiento
social. Finalmente, cabe mencionar que la interacción entre ellas y ellos en las
entrevistas grupales resultó, en algunas ocasiones, poco dinámica debido a que
hubo complicaciones en responder preguntas relacionadas con el feminismo.
A continuación, se presenta un cuadro en el que se muestran los pseudónimos
de las personas colaboradoras.
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que han tenido los hombres todos estos años (Antonio, (comunicación
personal, 20 de febrero de 2015).
Pues yo creo que es una ideología basada en el respeto hacia los derechos de
las mujeres y la igualdad ante los hombres (Mónica, comunicación personal,
21 de febrero de 2015).
Siguiendo esta línea, cinco de los hablantes varones definen al feminismo como un
grupo o movimiento de mujeres que busca recibir el mismo trato que tienen los
hombres en diversos aspectos. Pero también, uno de ellos identificó al feminismo
como mujeres que pretenden ser iguales a los hombres.
Yo tengo una idea, no conozco bien… creo que es el hecho de que las mujeres
tratan de según ser iguales a los hombres o no sé. Algo así (Karla,
comunicación personal, 21 de febrero de 2015).
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¿¡Es cómo el machismo!? ¡Pero diferente! ¡Con las mujeres! Donde la mujer
toma la autoridad (Andrea, (comunicación personal, 20 de febrero de 2015).
A mí por eso me sorprende Sor Juana ya que ella permitió que las mujeres
estudiaran. O sea, ella fue la que promovió esa ley feminista en donde las
mujeres tuviéramos los mismos derechos del hombre (Andrea, comunicación
personal, 20 de febrero de 2015).
Cuando les pregunté sobre los medios que les han permitido conocer en qué
consiste el feminismo, me comentaron que las redes sociales son los instrumentos
por los cuales se han informado sobre este movimiento social. Siguiendo esta
línea, sólo uno ha hecho énfasis en que cada medio de comunicación puede dar
una interpretación diferente de acuerdo con lo que cada uno considera que es el
feminismo. Por otra parte, un hablante mencionó que en la universidad también ha
escuchado acerca del feminismo, pero en un grado menor.
66
principalmente por el Internet (Pedro, comunicación personal, 22 de febrero
de 2015).
Sobre la pregunta para indagar si conocían a una persona que se asumiera como
feminista, Gisell y Carmen identificaron a Emma Watson como una activista que
se ha encargado de luchar desde la ONU, por el derecho de las mujeres. Cabe
agregar que cuando se refirieron a la actriz, lo hicieron con énfasis y emoción.
Por otra parte, Jorge identificó como feminista a su hermana. El hablante narró
su acercamiento a este movimiento. Asimismo, describió ciertas actitudes que
mostraban que estaba influenciada por el mismo. Dichas descripciones tienen que
ver con un cambio en su vida cotidiana.
Mi hermana cambió su forma de ser mediante unas amigas porque ella era
muy callada y muy reservada. Era la típica chava que decía “los hombres
mandan”. Y desde que empezó a juntarse con esas amigas, empezó a darse
cuenta de que las cosas no son así, ¿no? De que todos tenemos los mismos
derechos, la misma libertad. Y pues eso se notó en la manera de actuar con
nosotros como hombres que somos menores e igual con el hermano mayor.
Enseguida se notó el cambio de que ya no se dejaba que se le dijera: tú tienes
que hacer esto o tienes que hacer aquello (Jorge, comunicación personal, 22
de febrero de 2015).
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Conozco a una súper feminista que muchos yo creo conocen que es Laura
Bozzo. Y esa siento que sí es una feminista muy extrema que siempre quiere
denigrar a los hombres y las mujeres acá, muy arriba. Que no las pueden
tocar y así (Raúl, comunicación personal, 22 de febrero de 2015).
Cabe destacar que el colaborador que hizo énfasis en que cada medio de comuni-
cación puede dar una interpretación diferente de acuerdo con lo que cada uno con-
sidera en qué consiste el feminismo, también mencionó que no conoce a alguna
feminista. Sin embargo, identifica ciertos grupos integrados por mujeres, aunque
en este caso, contrario a la exposición de los colaboradores anteriores, el colabo-
rador no sabe si se definen como grupos feministas o no.
Era sobre el respeto hacia sus cuerpos, al decidir sobre abortar o no. Se
manifestaban mediante pancartas, algunas veces haciendo manifestaciones
artísticas. Y también algunas mujeres iban en brasier, como mostrando ese
derecho de decidir sobre sus cuerpos (Araceli, comunicación personal, 20 de
febrero de 2015).
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Y en ese caso, ¿sobre qué temáticas eran las luchas dónde participaban
dichas mujeres? (Entrevistadora).
Yo recuerdo una en donde había problemas con unos terrenos o algo así. Y
pues obviamente la mujer está teniendo una participación en movimientos
sociales ya que, sin su ayuda, a veces, no podrían ser posibles muchas de
sus manifestaciones o luchas (Raúl, comunicación personal, 22 de febrero
de 2015).
Posterior a estas preguntas, me interesó conocer cuál era la imagen que tienen
las y los interlocutores sobre las feministas. En algunas de sus respuestas, la
percepción difiere con el concepto que tienen sobre el feminismo, lo cual no puede
ser interpretado como una contradicción; más bien, identifican por un lado al
movimiento feminista y por el otro, a las feministas.
Primeramente, expongo algunos testimonios que difirieron con el resto, pero
que me parecen importantes recalcar puesto que arrojan información valiosa para
analizar. Posteriormente, agrupo la información obtenida de las entrevistas con
base en las características de sus respuestas. En estos testimonios se pueden ver
matices que reflejan su percepción: desde que son mujeres que luchan por sus
derechos, hasta el hecho de catalogarlas como personas hembristas, aun
habiendo definido que el feminismo no tiene relación con ello.
Carmen mencionó que, a pesar de que nunca ha visto a una feminista, tiene
como referencia que son personas que en un pasado fueron maltratadas por los
hombres, por lo que a partir de este hecho se posicionaron como tal. Lo anterior
hace referencia a que el feminismo es una forma de mediar e intervenir cuando
existen casos de violencia de género.
Irma, colaboradora del grupo mixto, dijo reconocer a una feminista por
manejar un lenguaje incluyente. Por otro lado, Gisell, hablante que identificó a
Emma Watson como feminista, considera que estas activistas son personas que
están en una búsqueda por sus derechos y para ella, esto le causa admiración.
Cabe agregar que fue la única participante que definió de tal manera la imagen con
la que recrea a las feministas:
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Pues es que a esas personas las han catalogado mal porque siento que el
feminismo, a veces, uno lo toma de manera negativa. Entonces yo antes, la
verdad, tenía una idea de que feminista era una persona que pensaba que
nada más las mujeres ¿no? Como decía mi compañera (M6): en vez de decir
machismo, es feminismo. Sin embargo, después de que escuché a esa chava
(Emma Watson), tuve una imagen más clara del tema. Y pues me di cuenta
de que las personas que son feministas luchan por hacer valer sus derechos.
O sea, desafortunadamente vivimos en un país que todavía se le da más
cabida al hombre ¿no? Lo vemos, por ejemplo, en la política y en muchos
lados que todavía sigue prevaleciendo el machismo. Entonces yo siento
que una persona que es feminista lucha o está todavía en la lucha por sus
derechos y pues es de admirar (Gisell, comunicación personal, 21 de febrero
de 2015).
De acuerdo con Pedro, las feministas tienen una postura política a favor de los
derechos de las mujeres. Estos derechos no están enmarcados únicamente en el
ámbito jurídico, sino más bien, tienen que ver con la vida cotidiana de este sector
social. Dicho interlocutor identifica a una feminista cuando en una conversación
sale a relucir la problemática del sistema sexo género y exponen que las mujeres
no deben seguir reproduciendo la cultura patriarcal. Él no se considera machista,
pero tampoco sigue una tendencia feminista. Tal vez porque para él, el ser
feminista significa ser activista, pues reconoce que, aunque ciertas mujeres estén
de acuerdo con la igualdad, no necesariamente las lleva a reconocerse como
feministas. También considera que las feministas visualizan la igualdad como
luchar por los derechos que han tenido los hombres.
Las feministas son aquellas mujeres que tienen una visión respecto a la mujer
de igualdad de género. En ese aspecto de que las mismas oportunidades
que pueda tener un hombre, las pueda tener una mujer. Sobre todo, en
comportamiento, porque estamos muy acostumbrados a que el hombre,
como que sobaja o mantiene en un nivel inferior a la mujer. Entonces a estas
personas, feministas, respecto a hombres, tratan de una manera muy
particular a las damas, a las mujeres. Y también tienen ideas del mismo peso
que los hombres. Pero también me he topado con mujeres que discuten ¿no?
discuten con personas, digamos, machistas con respecto a qué es bueno que
hagan o no las mujeres. Pero sin ser necesariamente feministas. De hecho,
he escuchado decir a mujeres: soy feminista. Pero en sí, más que nada, el
comportamiento que he visto en ellas es que defienden sus derechos. Que
no les gusta que les digan que tienen que estar en la cocina, ¿no? Que lo
mismo que lo que puede hacer un hombre, lo puede hacer una mujer. Que en
estos tiempos pues ya es muy normal (Pedro, comunicación personal, 22 de
febrero de 2015).
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Bueno, estas personas reaccionan al instante cuando escuchan alguna frase
como “las mujeres no deben salir de su casa o la cocina o cosas así”. Te das
cuenta de que reaccionan al instante y luego exponen: “¿por qué tú crees
que la mujer no puede hacer esto?” o a lo mejor puede ser que las mujeres
defiendan esta posición porque es cierto. Yo he visto que hay mujeres que
no defienden esta posición. Simplemente se quedan calladas o se hacen
de la vista gorda. En lo personal, no me considero feminista, tampoco me
considero machista, pero cuando yo veo una reacción de una persona así,
pues simplemente trato de exponerle mis ideas; de que creo que una mujer
puede hacer lo mismo que un hombre y punto. Y pues ya como que no
reaccionan mal (Pedro, comunicación personal, 22 de febrero de 2015).
En definitiva ¿tú crees que el feminismo no tiene nada que ver con el
machismo? (Entrevistadora).
Para mí, una persona feminista es la mujer que hace la diferencia de las de-
más mujeres ya que ella sí exige sus derechos (Diego, comunicación perso-
nal, 22 de febrero de 2015).
Es una persona que quiere ser liberal porque quiere tener los mismos derechos
y obligaciones (Carolina comunicación personal, 20 de febrero de 2015).
Es una mujer que trata de ser igual a los hombres. Como que se quiere
parecer a ellos: quieren tener los privilegios que ellos tienen y hacer las
cosas que ellos hacen (Karla, comunicación personal, 21 de febrero de 2015).
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Como una persona autoritaria que quiere salir adelante (Cecilia,
comunicación personal, 21 de febrero de 2015).
Yo creo que son mujeres que llevan el mando en todo, ¿no? (Andrea,
comunicación personal, 20 de febrero de 2015).
Pues más que nada una persona que usa los pantalones. Una persona que
está al mando de la familia o de su trabajo. Una persona muy luchona,
que siempre está alerta (Antonio, comunicación personal, 20 de febrero de
2015).
Otra de las referencias que tienen las y los participantes sobre ellas, es que
algunas veces son incongruentes en su quehacer con el discurso que manejan.
Identifican dos grupos: a las feministas y a las feministas radicales. Las primeras
son mujeres que exigen sus derechos. Y las segundas son las que distorsionan
de una manera errónea el movimiento ya que buscan situar a los hombres en un
plano inferior. En ese sentido, el radicalismo también se basa en no aceptar
opiniones que estén en contra de su posicionamiento político, esto incluye a las
de otras mujeres.
Una feminista, a veces, maneja las cosas como le conviene. O sea, es una
mujer que dice ¡yo puedo! Pero en otros lados dice ¡ay es que tienes que
hacer esto porque yo soy mujer y las mujeres no hacemos esto! Por ejemplo,
a mí me choca cuando dicen; ¡Sííí, soy feminista! Pero luego exigen que
los hombres paguen la cuenta ¿Por qué no dicen en esos casos que son
feministas? A mí eso no me gusta. Te lo digo porque yo conozco a muchas
amigas que son así (Carolina, comunicación personal, 20 de febrero de
2015).
Pues es que siento que hay muchos tipos de feministas. Hay unas que se
van al extremo. Y otras que están conscientes de que es una forma de
pensar. Y las personas feministas que se van al extremo ven al hombre como
lo malo, lo dominante. Que quiere hacerlas menos. Siempre viéndolas así de
mala forma (Araceli, comunicación personal, 20 de febrero de 2015).
Pues no es una imagen mala. Pero tampoco te puedo decir que es una buena,
¿no? Digamos que lo tomo como intermedio porque también, tanto tienen
sus derechos, como pueden decir: eso es elección propia. Una cosa es lo del
voto y otra cosa es decir: ¡ay! mira esa persona me cae mal porque está
hecha a la antigua. De que está hecha para estar en la casa o cosas así.
Entonces la imagen mala serían las críticas porque algunas no son tan
tolerantes como otras y se dedican a criticar a las personas que no apoyan
a ese derecho feminista (Jorge, comunicación personal, 22 de febrero de
2015).
72
Finalmente, están quienes observan a las feministas como mujeres violentas e
intolerantes, que interpretan cualquier actividad humana como un sinónimo de
subordinación femenina.
Pues, para empezar, tiene que ser una mujer. Que piensa que el hombre es
esto, el hombre es lo otro. O sea, que es antimachista. La feminista piensa
que puede utilizar al hombre porque es un objeto. El hombre es de lo peor.
No puede haber un hombre romántico y entregarte rosas porque ya te está
dominando (Carmen, comunicación personal, 21 de febrero de 2015).
Una mujer feminista es alguien que quiere tratar a los hombres un poco
menos de lo que son tratados para que las mujeres sean las que manden
(Raúl, comunicación personal, 22 de febrero de 2015).
La equidad de género es que los hombres y las mujeres tengan los mismos
derechos, como las mismas obligaciones. Pero también entendiendo que hay
cosas que las mujeres no pueden hacer (Karla, comunicación personal, 21 de
febrero de 2015).
Llama la atención las respuestas de dos interlocutores varones. Una de ellas indica
que la igualdad se origina cuando la sociedad propicia espacios de igualdad para
las mujeres. Es decir, en lugar de que las mujeres tomen dichos lugares y los hagan
feministas, son los hombres los que deben de abrir la puerta para que las mujeres
puedan acceder al espacio público.
Es la igualdad que tenemos los hombres y las mujeres de que todos podamos
respetarnos mutuamente; respetar los derechos, decisiones, no sé. No tanto
las decisiones, sino también, darle esa apertura a las mujeres para que puedan
entrar al mundo de los hombres. La cual está en la mayoría de los trabajos que
solamente admiten hombres. Cuando las mujeres también son aptas para po-
der realizar el trabajo (Jorge, comunicación personal, 22 de febrero de 2015).
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Antonio agregó que la igualdad de género no sólo debe de aplicarse en el campo
de las oportunidades ya que, para él, las mujeres también han sido violentadas
emocionalmente. Desde esta perspectiva, la igualdad se basa en que una vez que
las mujeres puedan cuestionar su deber ser en tanto a su género, es posible una
sociedad más igualitaria.
No hay igualdad porque, para empezar, los hombres y las mujeres se tratan
diferente. Y pues ahora sí, en mi carrera, los hombres ven mal a las mujeres
por estar aquí ya que dicen que esta carrera es para hombres. Pero la
realidad es que es para los dos (Cecilia, comunicación personal, 21 de febrero
de 2015).
¡No! Bueno, por lo menos en nuestra carrera como que hacen menos a las
mujeres porque la mayoría son hombres. Eso me ha pasado, que los profes
les dicen a las mujeres: vete a industrial o a gestión porque no tienen la
capacidad para llevar, por ejemplo, electrónica (Luis, comunicación personal,
20 de febrero de 2015).
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Para la colaboradora que describió de una manera más cercana en qué consiste
el feminismo, considera que en su entorno no existe la igualdad de género. Sin
embargo, para ella, esto también se genera debido a la competencia que el
sistema patriarcal ha impuesto entre las mujeres. Asimismo, otra participante
opinó que es la familia la que se encarga de reproducir dicho sistema.
No, porque se ve, ¿no? Porque cuando tienes maestros que son mujeres
existe el celo entre mujeres. Y, sin embargo, cuando tienes maestros
hombres, luego como que tienen más preferencia hacia las mujeres. O sea,
yo siento que eso es interno. Tanto los hombres le dan cavidad más a las
mujeres. Y las mujeres a los hombres. (Gisell, comunicación personal, 21 de
febrero de 2015).
No porque a veces desde nuestra propia familia nos dicen que si eres mujer
debes de hacer la comida o lavar la ropa de tus hermanos y la de tu papá
(Araceli, comunicación personal, 20 de febrero de 2015).
En cambio, fueron los colaboradores varones los que fueron menos críticos en rela-
ción con dicha pregunta. Sólo uno de ellos dijo que en su entorno no hay igualdad,
por lo que el movimiento feminista debe de continuar con su activismo a favor de
las mujeres. Con excepción de esta afirmación, la mayoría de las respuestas se
basaron en que sí ha habido cambios en la sociedad que han permitido un proceso
de empoderamiento de las mujeres.
Un ochenta por ciento sí. Porque como lo comentaban varios, todavía existen
algunos hombres machistas (Jorge, comunicación personal, 22 de febrero de
2015).
Si tuviera que elegir entre un no o sí, yo diría que no porque para decir que
sí, tendría que haber una totalidad para que fuera equidad. Y pues yo creo
que realmente no. O sea yo veo lugares donde yo he estado donde la mujer
todavía no tiene las mismas oportunidades (Pedro, comunicación personal,
22 de febrero de 2015).
75
No creo. Porque hay mucha desigualdad en ese aspecto. Por ejemplo, hay
trabajos donde solicitan a una persona de diferente sexo, un masculino o
un femenino. En las escuelas también se puede ver cuando te dicen que
las mujeres son las más inteligentes o maduras que los hombres (Adrián,
comunicación personal, 20 de febrero de 2015).
La verdad no creo porque por lo menos aquí, los maestros te prefieren por
ser del sexo masculino o femenino. Dependiendo de cada maestro. Entonces
realmente no creo que sea algo generalizado (Diego, comunicación personal,
22 de febrero de 2015).
Sí claro, tanto las mujeres como los hombres debemos tener las mismas
oportunidades en todo, los mismos derechos. En la política los hombres
tienen más peso, lo cual considero que las mujeres deberíamos tener y
también esas oportunidades que los hombres tienen (Karla, comunicación
personal, 21 de febrero de 2015).
76
Finalmente, mi intención se centró en conocer qué elementos consideran
importantes para el desarrollo de la igualdad de género. La mayor cantidad de
respuestas coincidieron en que la inclusión de los valores en la familia, poniendo
énfasis en la enseñanza del respeto de los infantes hacia las mujeres, es
fundamental para alcanzar la igualdad. Por otra parte, dos interlocutores varones
creen que políticas a gran escala, como la correspondiente a la de la paridad de
género, son necesarias para la inserción de las mujeres al ámbito laboral. En cambio, dos
hablantes propusieron que los medios de comunicación masiva, en especial, las
redes sociales, deben de funcionar como herramientas que promuevan la igualdad
Por otra parte, dos colaboradores expusieron que las mujeres y las feministas
deben de ser partícipes para que se desarrolle la igualdad ya que existen
privilegios que se les otorgan debido a su género.
Valores:
Pues más que nada, que desde niños nos enseñen a respetar y que los padres
nos fomenten los valores para poder respetar a las mujeres (Diego,
comunicación personal, 22 de febrero de 2015).
Todo este viene desde la educación desde casa. Siento que para que exista
una equidad de género, se debe entrenar a los padres de familia para que
ellos mismos puedan quitar muchas cosas que venimos arrastrando de la
educación de antes (Carmen, comunicación personal, 21 de febrero de
2015).
Paridad de género:
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Entonces, empezar a darle esa oportunidad en esas áreas a la mujer. ¿Por qué
eliminarlas? (Pedro, comunicación personal, 22 de febrero de 2015).
Comunicación:
Pues más que nada serían algunos comerciales o cosas así. O por la televisión
porque es por lo que más se guían las personas. Es como el centro de
atención para todos. Al igual como lo es el internet, los chats, Facebook y
todas esas cosas. Hacer una campaña de ese tipo porque tienen más impacto
sobre las personas y de otra manera no se difunde tanto como se quisiera
(Jorge, comunicación personal, 22 de febrero de 2015).
Mujeres y feministas:
¡Ay! Pues, en primer lugar, que las mujeres se dejen de hacer las mártires. Y
que se dejen de enfadar porque no le den el lugar en el carro. O sea, si quieren
equidad de género, las mujeres deben de tener en cuenta que los hombres
tienen los mismos derechos, como el de sentarse en un carro. (Lo dice muy
exaltada). Que en una sociedad no te clasifiquen por ser mujer o por ser
hombre. Que no tengas derechos o privilegios por ser mujer u hombre (Irma,
comunicación personal, 20 de febrero de 2015).
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Yo creo que al paso de los años la gente como que se van preparando más
y van cambiando su concepto de lo que es la vida y por eso ya hay una
mayor cantidad de mujeres elaborando más en las industrias o así. Y antes
sólo estudiaba el hombre porque el hombre era quien iba a mantener a la
mujer (Andrea, comunicación personal, 20 de febrero de 2015).
Yo creo que todo empieza desde nosotros. Proponiendo… (Irma, comunicación
personal, 20 de febrero de 2015).
(Andrea la interrumpe) Sí. Que haya una evolución. Antes todo era más
primitivo porque había ventaja con los hombres. Ahora no. Ahora hay
mujeres pintoras, filósofas y científicas. Todo va evolucionando. Y se va
haciendo más equitativo la igualdad de género (Comunicación personal, 20
de febrero de 2015).
(Luis contesta) Ajá. Todo va evolucionando porque todo tiene que ver con
que el ser humano ha creído que el que está arriba es un dios y es un hombre
y ahí es machismo. ¿Por qué no puede ser mujer? (Comunicación personal,
20 de febrero de 2015).
(Luis le responde) Pues desde ahí está mal. Desde ahí viene el machismo
(Comunicación personal, 20 de febrero de 2015).
Yo creo que al paso de los años la gente como que se van preparando más
y van cambiando su concepto de lo que es la vida y pues ya hay una mayor
cantidad de mujeres elaborando más en las industrias o así. Y antes sólo
estudiaba el hombre porque el hombre era quien iba a mantener a la mujer y
así (Irma, comunicación personal, 20 de febrero de 2015).
A mí por eso me sorprende Sor Juana ya que ella permitió que las mujeres
estudiaran. O sea, ella fue la que promovió esa ley feminista en donde las
mujeres tuviéramos los mismos derechos del hombre. Entonces, sí se ha ido
promoviendo la ley feminista con el tiempo. Pero obviamente falta mucho.
Y pues así. Por ejemplo, aquí en México, las mujeres, obviamente al ir
estudiando y teniendo más conocimientos, obviamente han ido luchando
para que todos los géneros. Sea hombre o mujer. Tengan la misma igualdad
(Andrea, comunicación personal, 20 de febrero de 2015).
Que los hombres sean más comprensivos con las mujeres (Diego, comunicación
personal, 22 de febrero de 2015).
79
2. Sobre el movimiento feminista
80
diversos temas que alimentaban y respondían las preguntas que había formulado
para la segunda práctica de campo.
En el siguiente cuadro, sistematizo los pseudónimos de las participantes que
asistieron a la reunión anteriormente mencionada, así como los pseudónimos de
las cinco jóvenes feministas que colaboraron en esta investigación.
Colaboradoras
No.
(Entrevistas a profundidad)
1 Melina
2 Marina
3 Socorro
4 Georgina
5 Karina
1 Melina
2 Socorro
3 Maricruz
4 Rosa
5 Isabel
6 Sofía
7 Ana
8 Gabriela
9 Érika
10 Paulina
11 Mirna
12 Lilia
13 Lorena
81
B. Resultados. La pregunta con la que comencé las entrevistas aplicadas a
cinco interlocutores fue para conocer cómo concebían al feminismo. Si bien, todas
se posicionan desde esta postura política, concuerdan que no existe una definición
única del mismo, ello debido a la diversificación del movimiento. Sin embargo,
pude hallar algunas palabras clave de las respuestas de las colaboradoras que me
permitieron establecer una definición general. Dichas palabras fueron:
reivindicación, derechos de las mujeres, teoría política, filosofía de igualdad,
práctica cotidiana, visibilidad y movimiento social. De lo anterior, rescato
que el feminismo es una lucha individual y colectiva; una forma de vida y un
posicionamiento personal que atraviesa la vida cotidiana y la forma de
relacionarse con la otredad. Este movimiento está basado en aspectos
políticos-éticos, por una parte, y una acción colectiva que busca el
empoderamiento de las mujeres, por el otro.
No creo que haya una definición porque hay muchos tipos de feminismo. Pero
surge como un movimiento social ya conformado en el siglo XVIII para reivin-
dicar los derechos de la mujer como ciudadana. Independientemente de qué
concepciones tengan las feministas de lo que es el feminismo, hay un objeti-
vo en común; que es la reivindicación de los derechos de las mujeres y de la
sociedad (Georgina, comunicación personal, 16 de mayo de 2015).
Para mí, el feminismo son varias cosas; por una parte, desde una perspectiva
más académica, tiene que ver con una teoría política, ética. Pero no se queda
en ese plano académico, sino que también es como una forma de vida que
tiene que ver con una reflexión sobre varias cuestiones; sobre tu condición
de ser mujer, de género, de la sexualidad, sobre el reflexionar que no sólo
tiene que ver con la construcción del género, sino que tiene relaciones con la
clase, con la raza, con un sinfín de imbricaciones que están ahí. Es la teoría
política, ética. Una forma también de estar en el mundo y que tiene que ver
en tus relaciones con tu pareja, con tus amigas, con otras mujeres (Karina,
comunicación personal, 15 de mayo de 2015).
El feminismo es una filosofía, una forma de vida y, dentro de esta filosofía,
en términos generales, sería buscar la igualdad de las mujeres en la sociedad
partiendo de que las mujeres estamos en subordinación en un sistema en el
que se ha dado un valor prioritario a la figura del varón, al hombre en sí. Y
con base al hombre en sí, se ha generado toda una serie de pensamientos
y estructuras que por ende oprimen a las mujeres. Para mí, el feminismo es
esa filosofía que las mujeres estamos en subordinación y lo que propone son
medidas para crear esa igualdad (Melina, comunicación personal, 15 de
mayo de 2015).
Es luchar por ser visible, las mujeres, además de exigir los derechos. Pero
también hay muchas corrientes, la mía es el lesbofeminismo (Marina,
comunicación personal, 15 de mayo de 2015).
82
Tomémoslo como una respuesta de diccionario de Larrouse; es aquel
movimiento social, el más radical de todos porque cuestiona el poder
del cuerpo en sí, por lo tanto, cuestiona la base de la humanidad en sí. El
feminismo es la equidad en las diferencias. La igualdad en las diferencias,
con los deberes y derechos (Socorro, comunicación personal, 16 de mayo
de 2015).
Es una forma de vida. Más bien, es algo que es susceptible de volverse una
forma de vida. No necesariamente tiene que ser así para todas. Y conforme
a cómo va pasando el tiempo, me voy acercando como feminista (Ana,
comunicación personal, 20 de mayo de 2015).
83
ciertos intereses, que da la casualidad de que no son los mismos de las mu-
jeres blancas. Ellas no han luchado, por ejemplo, para la no discriminación. Y
también caigo en el feminismo marxista, en la línea de Silvia Federici. Y pues
a mí me parece que su aporte también nos puede ayudar, porque ella dice
“ok, sí está el feminismo decolonial y ok, las mujeres blancas no tienen los
mismos intereses que las mujeres afros, pero las cosas tienen que ver con
el modo de reproducción capitalista”. Cualquier movimiento que pretenda
cambiar a la sociedad, tiene que cambiar desde el modo de reproducir. Creo
que el feminismo marxista está en esa relación entre el patriarcado y el
capitalismo. Y a veces creo que también caemos, dentro de los feminismos,
en pensar que el patriarcado es el único sistema, pero también hace falta aún
definirlo más. Se utiliza mucho el patriarcado, pero creo que se le ha dado
poco estudio, a diferencia del capitalismo. También veo al patriarcado como
una ideología. O sea, el patriarcado dice: “lo que tienes que hacer como mujer
es chingar a otras mujeres. Mujeres juntas, ni difundas. Tú tienes que ser
abnegada”. Eso es lo que he leído más, pero también conozco otras
líneas como el ecofeminismo, que me parece que también hace un aporte
interesante, ya que, si partimos de que el sistema capitalista ya no nos puede
sostener en este mundo, entonces también tenemos que velar por nuestro
lugar, un mundo que sea sostenible por las generaciones futuras (Melina,
comunicación personal, 15 de mayo de 2015).
Yo sí soy bien, bueno no soy feminista radical, pero apoyo a las feministas
radicales y me gustaría ser así en algún momento. Según lo que yo creo, soy
feminista socialista. Yo creo que una parte de lo que yo lucho es contra el
capitalismo. Yo creo fervientemente que el capitalismo nos lleva a todas esas
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redes de dominación, entonces el feminismo abre una brecha, diría un maestro,
el feminismo puede agrietar un poco esa vertiente capitalista. Entonces yo voy
en contra del capital. Porque ese sistema, además de empoderar al patriarcado,
sumerge a la mujer en un proceso de dominación en seres políticos y laborales.
Si bien, para una mujer ha sido un gran paso insertarse en la esfera laboral,
hay que ir más allá porque el capitalismo destruye. Destruye seres políticos,
seres naturales (Gabriela, comunicación personal, 20 de mayo de 2015).
Cabe destacar que las interlocutoras también practican otras corrientes tales
como el feminismo de la igualdad (Georgina), el transfeminismo (Paulina), el
liberal (Sofía), el ecofeminismo (Mirna) y el anarcofeminismo (Lilia).
Yo creo que mi corazón aún está muy dividido. Me gusta mucho el trabajo
del feminismo institucional, pero también creo que no es el único. También
creo que es importante el trabajo de base, por ejemplo, el luchar por otras
mujeres jóvenes y me gusta mucho dar talleres. Pero también me gusta estar
en las calles. Mis experiencias en las calles han sido muy liberadoras. O sea,
creo que es algo muy importante, posicionarnos públicamente, en espacios
públicos (Karina, comunicación personal, 15 de mayo de 2015).
85
Yo no quisiera decir desde dónde me posiciono. ¿Conocen este cuento de la
gusana busca novio? Pues esta gusana se topa siempre con piedras porque
no ve. Entonces la gusana piensa que se topa con una piedra, un árbol, una
hoja y ella piensa que se topa con otra gusana. Entonces yo soy un poco
como este cuento. Y quiero disfrutar de toparme con otra clase de cosas.
Entonces todavía no logro terminar de entender. Lo que sí logro ver es, por
ejemplo, con Silvia Federecci, que a mí también me abrió los ojos. Últimamente
he leído a Yuderkis Espinosa Muñoz o a Ochy Curiel. Entonces me sigo
construyendo. Y lo que he descubierto últimamente, a pesar de que es una
feminista muy reconocida, yo no sé por qué, pero no puedo con Martha
Lamas (se escucharon risas por parte de otras feministas que estaban en el
Akelarre). Pero también cosas que yo digo, ya no me basta, necesito más.
Estoy descubriendo cosas (Lorena, comunicación personal, 20 de mayo de
2015).
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ahí fue mi primer encuentro con el feminismo. Y después en la prepa, siempre
que hablábamos sobre nuestros derechos y sufrí. Hasta que después entré a
sociología, esa carrera te abre los ojos, te abraza y te dice “no te preocupes,
en realidad el que seas puta no es nada, y si lo eres y no lo eres ¿qué?”. Y
ahí fue un acercamiento, porque después me embaracé, tuve tres abortos.
Entonces digamos que mi feminismo empezó a empoderarse a partir del
decidir sobre mi cuerpo, sin que yo me diera cuenta. O sea, nunca leí en sí
qué es el feminismo, porque es algo que se cruza en tu camino. Hasta que yo
lo había enfrentado, pensé que varias cosas que había hecho es feminismo.
Cuando entré a la universidad, te pones a leer más cosas. Y después el estar
en la calle, te das cuenta de varias cosas. Luego no solamente me he tenido
que enfrentar contra hombres, sino que también, las mismas mujeres no se
dan cuenta o no tienen el feminismo (Paulina, comunicación personal, 20 de
mayo de 2015).
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Lamentablemente, han sido malas porque vivimos en una sociedad que
carga con mucho estigma, con muchos prejuicios. Tan sólo escuchar la
palabra feminismo, remite a que odias a los hombres o que eres lesbiana.
Como el caso de mi papá, él piensa que todo el tiempo estoy a la defensiva
(Georgina, comunicación personal, 16 de mayo de 2015).
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Lo importante es formar una red. Donde haya una conformación entre todas
y no dejar a un lado estos espacios. Y ver que el feminismo de la vieja escuela
está padre, que tienen un chingo de varo y van y vienen. Y está padre. Pero
también ver que hay mujeres más jóvenes que también nos afectan ciertas
cosas. Y es importante que nuestra voz se escuche (Lorena, comunicación
personal, 20 de mayo de 2015).
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car el lugar donde habitamos y, por lo tanto, puede ser también usado
políticamente para empoderar a las mujeres. En la medida de que yo utilice
en la forma en que yo quiera, sin estar sujeta a las normas de afuera. Eso
también forma un empoderamiento de que se puede y de que se debe
normalizar el cuerpo de las mujeres. Entonces, el cuerpo en las manifestaciones
es una herramienta vital (Melina, comunicación personal, 15 de mayo de
2015).
Con las Nihuilas, creo que ahorita llevamos dos manifestaciones. Una de
ellas fue un acto de protesta en el parque Juárez en septiembre que es el
día por la despenalización del aborto en América Latina y el Caribe. Esa
vez nos articulamos con otros colectivos feministas como el Akelarre y
otra red que se llama Redefine que es un proyecto de derechos sexuales y
reproductivos, más que feminista. Además de las del 08 de marzo que es
el día de la mujer. (…) También, como parte del proyecto de investigación
en el que estaba por parte de la Doctora Estela Casados, que era un
monitoreo sobre tipos y modalidades de violencia, feminicidios y
desapariciones, hicimos un acto de performance sobre los 70 feminicidios
que iban hasta ese año del 2014. Otra de las manifestaciones más
significativas fue la del 2009 porque se estaba discutiendo la despenalización
del aborto en Veracruz. Hubo una manifestación bastante grande de
feministas de Xalapa, académicas. Fue impresionante porque había marchas
y conversatorios. Fue una temporada de acciones feministas muy constantes
y había un número bastante grande de organizaciones y académicas. De ahí
en fuera, me parece que las demás, siento que no son muy masivas porque
igual creo que colectivos feministas jóvenes en Xalapa, tampoco creo que
haya muchos. Y de hecho yo prácticamente he estado cercana a las Nihuilas
y al Akelarre que han hecho conversatorios, pero me parece que no son tan
masivas. No hay tanta gente como en otros colectivos feministas. Pero
también hay que comprender que muchas veces, no se trata de que vaya
mucha gente. Yo creo que tiene que ver más con la articulación misma con
otras mujeres feministas, porque cada quien tiene sus ideas. Porque esa
es la parte difícil. Pero en las acciones públicas, yo creo que las dificultades
están más entre la misma organización (Marina, comunicación personal, 15
de mayo de 2015).
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grandes de edad; yo estaba muy chica y la que me sigue ha de tener como
unos 30. Y de ahí, hay mujeres que han tener más de 70, que son feministas
y que han estado en colectivos feministas desde los 80s aquí en Xalapa.
Y yo me he dado cuenta de que sí nos hemos podido articular con
feministas no institucionales. Las acciones que tomamos en conjunto son
ruedas de prensa, cuestiones más estratégicas o juntas. Pero desde la
nstitución es un accionar político diferente, menos como de las calles.
Me gusta mucho aprender de ellas, de sus experiencias. Pero a veces me
pregunto en qué momento de su vida feminista pierdes ese interés sobre la
protesta en las calles. Porque me doy cuenta cómo van pasando los años y
lo que hacen es institucionalizarse. O sea, se consolidan en AC, trabajan bajo
proyectos, seguimiento con los monitoreos, incidencia en políticas públicas.
No veo que sea la única forma de hacer feminismo, pero puedo aprender de
esa parte. Lo que he cuestionado con ellas, es la protesta, por la protesta
ya que llega un momento en el que no pasa a mayores. Un ejemplo fue la
legalización del aborto en el DF, en donde fueron muchos años de protesta,
pero también hubo un momento en el que se tuvo que enfrentar con
diputadas, con senadores a hablar sobre legislaciones. Eso en algunos temas,
porque no todo son acciones legales, ni el feminismo sólo se dedica
en las transformaciones legales, porque también tiene que ver con las
transformaciones sociales. Y hay feministas que se encargan más de dar
talleres para trabajar con otras mujeres, más que la incidencia política y
cívica (Karina, comunicación personal, 15 de mayo de 2015).
Posterior a ello, pregunté sobre cuáles son las demandas actuales por las que
lucha el feminismo. En general, las respuestas coincidieron en que se combaten
los feminicidios y la violencia en contra de las mujeres, además de velar por los
derechos sexuales y reproductivos, específicamente, la despenalización del
aborto. No obstante, también realzaron la importancia de otros derechos de
diversos sectores de la población que han sido invisibilizados. Por su parte, Melina
consideró que actualmente el feminismo está vinculado con los derechos
humanos y que la igualdad debe de estar pensada de acuerdo con las necesidades
de las mujeres.
91
Además, muchas que ahora son feministas, tienen trabajadoras domésticas
en sus casas. Saben que hace falta un reconocimiento a ese trabajo porque
de algún modo, el feminismo nos ha hecho creer que debíamos salir de todo y
que lo público era lo más importante y, de pronto, se olvidó de que lo privado
también lo es. No puso importancia en la resignificación de lo que pasa en
esos ámbitos privados. Y ese ámbito privado tiene que ver con la sexualidad y
el trabajo doméstico, éste último es muy importante que se valore porque se
sigue viendo como menos, incluso entre feministas es así como: “¡ayy! ellas”.
Y, por otro lado, yo creo que siempre ha habido un tabú hacia los derechos de
las trabajadoras sexuales. La misma ilegalidad hace que vivan esas situaciones
de violencia y de vacío laboral porque es una cuestión ilegal y eso hace
que las vulnere. Ese es un tema muy difícil de dialogar entre las feministas.
Porque le ha costado al feminismo el verse bien. Yo creo que muchas feministas
dicen “si hablamos de trabajadoras sexuales ¿qué van a pensar? Si ya de por
sí nos ven como unas locas, ahora van a decir que estamos defendiendo a
las prostitutas”. Y eso tiene que ver con el porqué se ha dejado ese tema
aparte. Yo creo que el feminismo, no sé cómo decirlo, pero ha tratado como
de deslindarse. Ante eso las feministas han dicho: “pues vamos a seguir en
esto hasta que lo consigamos y mientras vamos a hacer una buena cara al
feminismo. Sí somos muy libres, pero no somos putas”. Por eso han hecho a
un lado al trabajo sexual.
También las lesbianas quedaron aparte. Porque a las feministas al principio
se les decía que eran como hombres y que eran lesbianas, entonces, lo
que hizo el movimiento feminista fue decir: “no, no somos lesbianas. Somos
feministas”. Se les olvidó que dentro del movimiento había lesbianas. Las
lesbianas, las trabajadoras sexuales y las trabajadoras domésticas.
Por último, yo creo que cada una construye el feminismo que más le
atraviesa. Yo creo decirte a ti: “no, es muy importante el tema de los feminismos
comunitarios o los feminismos de las comunidades indígenas”, pero, al fin y
al cabo, creo que no es una realidad que a mí me cruce del todo. Y pues sí,
podría acercarme y tratar de entenderla, y entenderla también desde una
perspectiva antropológica. Pero las indígenas o campesinas conocen más que
nadie su realidad y se están organizando. Es muy difícil trabajar desde una
perspectiva occidental. Sí es necesario, pero recientemente, las feministas
indígenas, así como lo hicieron las feministas negras, han ido visibilizando sus
demandas (Karina, comunicación personal, 15 de mayo de 2015).
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decide si quiere ser papá o no. El feminismo debe pensarse en otras
categorías que no sean las categorías del hombre (Melina, comunicación per-
sonal, 15 de mayo de 2015).
La siguiente pregunta que apliqué fue para conocer cuáles eran los obstáculos que
las interlocutoras identificaban en el movimiento feminista. El principal de ellos
es que reconocen que existe un enfrentamiento entre quienes trabajan con las
instituciones y quienes lo hacen desde fuera de estos espacios. Estos conflictos
derivan de un cuestionamiento sobre la obtención de los recursos, su aplicación
y la relación que tienen las feministas institucionales con el capitalismo. A ello
se agrega lo que Melina, feminista autónoma, señaló acerca de las prácticas de
quienes colaboran para el sector privado las cuales, considera, son en su mayoría
paternalistas.
Por su parte, Karina opina que ambas posturas son válidas puesto que los
problemas son tan complejos que una solución y línea de trabajo no es suficiente.
También mencionó que ha observado que feministas jóvenes se quejan sobre
el adultocentrismo que existe en los encuentros feministas ya que son ellas las
encargadas de atender gran parte de la logística de los eventos, más no lideran
mesas o discuten acuerdos. Del mismo modo entiende que, algunas de las quejas
de las feministas son que, en estos encuentros se utilizan a las indígenas para
hacer ver que hay una diversidad de mujeres, pero la realidad es que no se generan
diálogos con ellas. Reconoce que en el movimiento ha habido etnocentrismo y
lesbofobia.
Por otro lado, Lorena y Socorro consideran que otro problema del feminismo
es el querer liderar el movimiento a partir de demostrar quién tiene más
conocimientos sobre el tema y de acuerdo con su perfil académico. Finalmente,
otras de las opiniones que reflejan las problemáticas del feminismo son las de
Georgina y Marina pues ambas muestran, desde dos perspectivas distintas y
de acuerdo con sus experiencias, su posicionamiento sobre el “lesbianismo por
postura política”. Lo anterior se puede leer en las siguientes transcripciones:
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Algunas dificultades que observo y que me ha tocado es el convivir con
chavas del feminismo de la igualdad, de mi misma edad, y esas chavas
también están en contra del lesbofeminismo. Sin saber que el lesbofeminismo
lucha en contra de la heteronormatividad. Están en contra del lesbofe-
minismo porque dentro del movimiento, hay mujeres que se asumen
lesbianas como postura política y quieren ir en contra del patriarcado y
deciden amar y tener relaciones con otras mujeres. Porque ellas dicen que
cómo puedes acostarte con el enemigo en la cama. Pero para mí, eso implica
historias de vida que ellas han tenido. Entonces, muchas de esas chavas
nunca analizan el contexto y siempre critican. Yo convivo mucho con ellas.
Pero yo, por ejemplo, soy más de la idea queer. No me gusta etiquetarme
porque no es el hecho de amar a un sexo o género, sino la esencia de la
persona (Marina, comunicación personal, 15 de mayo de 2015).
94
por qué decían “machirrín” y me pareció un poco violento. Más que nada
porque yo fui criada por hombres. Pero luego me di cuenta de que decían
eso por su historia de vida, por la violencia muy fuerte. Es que todavía no
entiendo si odian o no a los hombres, eso es lo que aun no comprendo. Las
lesbofeministas radicales son autónomas. No hay una institución que las
avale. Es más que nada feminismo en las calles. Hacen batucadas. Pero lo
que no he agarrado es el discurso hacia los hombres. Es que muchas veces te
hablan de lo que han hecho, pero no te explican bien el discurso. También he
leído el manifiesto de ellas, pero no lo entiendo todavía (Marina, comunicación
personal, 15 de mayo de 2015).
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Por otra parte, ellos siempre han sido los que han tenido la palabra y en
los grupos mixtos, casi siempre terminan hablando sobre las mujeres o los
hombres. No está chido que quieran tomar la palabra, pero también creo que
tiene que ver con su educación o cosas así. Hay hombres que se acercan a
grupos feministas creyendo que ahí van a encontrar a mujeres más libres o
accesibles y que de pronto no pueden deconstruir esa parte de su búsqueda
sexual. Hay otros que creen que se les debe de aplaudir mucho porque “¡ay
mira!, qué buen hombre es”. Por eso creo que su participación debería ser
más reflexiva. Así como las mujeres nos ha costado desaprender muchas
cosas, creo que los hombres también deben de pensar en ese proceso de
desaprender actitudes que tienen (Melina, comunicación personal, 15 de
mayo de 2015).
Voy a poner un ejemplo así de claro; si pensamos que vamos con los hombres,
como feministas que incluyen a los hombres; entonces a ellos les tocaría
decidir sobre nuestro útero. ¿Ustedes me dan permiso de abortar? Yo creo
que, como mujer, si nos está costando ganar ciertos espacios, como en
la política y en el trabajo, entonces deben de defenderse. ¿Por qué darle
más poder a quién ya lo tiene? No hay comparación entre un hombre que
sufre violencia de diferente tipo y la mujer. Y si el feminismo se pone a ver
desde ahí, desde esas pequeñeces, te das cuenta de que hay un abismo
entre el uno y el otro (Sofía, comunicación personal, 20 de mayo de 2015).
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Respecto a la pregunta en la que abordaron los sesgos actuales del feminismo,
se puede apreciar que mis colaboradoras identificaron cuatro tópicos que deben
de trabajarse en el movimiento y en la teoría. Por una parte, Georgina considera
que no existe información objetiva sobre el feminismo y que ello causa que se
confunda con el hembrismo, aunque también aclara que hay feministas que
prefieren ser separatistas y no son tolerantes con ningún tipo de convivencia
con los hombres. En ese sentido Marina, quien es más cercana a los círculos
lesbofeministas, cree que algunas catalogan a todos los hombres como misóginos
y machistas opresores.
Finalmente, las colaboradoras abordaron el tema de los conflictos y sesgos que
existen en el movimiento. Por una parte, Melina realza el tema del conflicto entre
feministas de los colectivos y quienes trabajan en dependencias de gobierno. Cabe
agregar que, en el Akelarre, las asistentes alertaron que en algunos espacios del
feminismo institucional reproducen y revictimizan la violencia hacia las mujeres.
Además de que es importante cuestionar quiénes y en qué condiciones laboran
en dicho lugar.
Creo que uno de los sesgos tiene que ver con que el movimiento feminista
se cierra mucho en su caso que de pronto no se ha articulado con otros
movimientos sociales. Aunque tal vez yo creo que no sólo es un sesgo del
feminismo, sino de todos los movimientos (Karina, comunicación personal,
15 de mayo de 2015).
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bueno, nos vamos a los Institutos Municipales, sí es cierto, no hay ninguna
rectora que tenga conocimiento de género, o que viene desde esta
asignación del alcalde (Isabel, comunicación personal, 20 de mayo de 2015).
Aquella que lee. Aquella que siempre se está preguntando cómo cuándo y
dónde. Aquella que le da la mano al hombre en son de apoyo. Aquella que
acompaña. Aspecto físico despreocupado. No tanto por el qué dirán. Holgada
en su andar, vestir. Más que nada en la corporeidad. Y ya, cuando hablas con
98
ellas empiezan; yo he oído a una Judith Buttler. Ahí te activas. Y eso hace
que te voltees y digas que no estoy sola. Porque, aunque tengas una pareja
hombre, también te sientes sola (Socorro, comunicación personal, 16 de
mayo de 2015).
Yo creo que una feminista es una mujer empoderada, decidida, que no tiene
miedo. Es como cuando te haces un tatuaje. Es una decisión, al final el femi-
nismo es una decisión ante el mundo. Algo que te respalda frente a los demás
y a las demás. Es una persona que ejerce sus libertades. Que no tiene miedo
a ejercer su sexualidad, por ejemplo. Que no se detiene mucho a los dilemas
morales porque la moralidad es un tipo ideología o prácticas que siguen a un
determinado sistema. Las feministas son personas abiertas que puedes llegar
y platicarle cualquier tipo de cosas. Es una persona que actúa con sororidad.
Que al asumirse como feminista, también te asumes como activista. Es libre,
pero también tiene sororidad con otras mujeres. Y si tiene eso, se puede decir
que es una mujer empoderada porque está consciente de quién es, o mínimo
hacia dónde quiere ir (Melina, comunicación personal, 15 de mayo de 2015).
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está pugnando por una sororidad. Por relaciones más horizontales. Trabajar
en conjunto y no echarnos tierra (Melina, comunicación personal, 15 de
mayo de 2015).
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Es más bien con el trabajo que seguimos haciendo, yo creo que solito va a ir
fluyendo y van a dar dando los frutos. Y así como también en las cuestiones
familiares te ven como la loca, pero a la larga, ven que no estaba mal de
que no fueras virgen, se dan cuenta que no estaba mal que fueras lesbiana,
pero es solito, con el tiempo. Y se va viendo que el feminismo construye
sociedades más justas, no sólo para mujeres, sino también para los hombres.
Porque el patriarcado ha trabajado para los hombres, pero en su propio
proceso también es doloroso para los hombres. Que les exige ser violentos,
que los manda a las guerras, o sea, el patriarcado también mata hombres.
Entonces en la manera en que sigamos viendo en que el feminismo está
construyendo sociedades más justas y sociedades diferentes para hombres
o para mujeres, o para gente que ni siquiera se quiere considerar hombre o
mujer, pues yo creo que ese el único camino en el que el feminismo va
cayéndole mejor a la gente. Pues, así como pensaron que la educación no era
necesaria para las mujeres, ahora ya todo el mundo entiende que las mujeres
tienen derecho a estudiar (Karina, comunicación personal, 15 de mayo de
2015).
Sí creo que es necesario porque el feminismo puede dar esa luz, como
caminos para la liberación de mujeres y de hombres. Creo que es necesario
que se dé a conocer qué es y qué no es feminismo. Empezando porque la
gente piensa que el machismo o la discriminación está mal y entonces,
más de una, se va a querer adherir al movimiento. Y también estrategias
muy puntuales; hagamos trípticos. Hay que tener la voluntad de llegar a un
acuerdo. Eso está bien, priorizar un acuerdo. También los círculos. El visibilizar
los piropos. Las violencias hacia las mujeres. Compartirlas en Facebook, por
más que luego te digan que no, ´pero al final la estás evidenciando. Yo digo
que, si no hubiera sido por esas feministas locas, de los 60s, que las llamaron
paranoicas no se hubiera evidenciado y visibilizado. También es importante
el ejercer una sexualidad libre y compartirlo. Hay que hacer círculos de
autoconcientización, como la escuela feminista para aclarar el tema. Y sobre
el apoyo se necesita de todas las instancias, los medios, es importantísimo
que haya una visión ética y feminista de tratar las noticias. Audiovisuales,
cómics que sean feministas (Melina, comunicación personal, 15 de mayo de
2015).
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IV. Análisis sobre el pensar, ser y hacer feminismo en
Xalapa
El presente capítulo tiene como objetivo el análisis de las entrevistas dirigidas a las
y los sujetos que forman parte de este estudio. Con base en el marco teórico ex-
puesto en los anteriores apartados, en las próximas líneas abordo la intepretación
de la apreciación de la comunidad universitaria sobre el feminismo y su reflexión
en torno al quehacer feminista de las universitarias en Xalapa.
Asimismo, retomo los objetivos específicos propuestos en este trabajo, los
cuales son los de analizar el impacto de la corriente feminista en la población
joven y conocer los factores sociales que forman opinión sobre este movimiento
en dicha población. Otro de ellos es el de mostrar un listado preliminar sobre
algunas de las problemáticas de las veracruzanas desde una perspectiva feminista.
Para tal fin, he estructurado este capítulo en dos grandes secciones con la
intención de identificar los puntos de encuentro y de desencuentro expresados
por la comunidad universitaria feminista y no feminista sobre este movimiento
social.
Yo tengo una idea, no conozco bien… creo que es el hecho de que las mujeres
tratan de según ser iguales a los hombres o no sé. Algo así (Karla, comunica-
ción personal, 21 de febrero de 2015).
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El feminismo es como un tipo movimiento de parte de las mujeres para que
sean respetadas y tratadas con igualdad por los hombres (Jorge, comunicación
personal, 22 de febrero de 2015).
Una feminista es una persona que maneja las cosas como le conviene. O sea,
es una mujer que dice: ¡yo puedo! Pero en otros lados dice: ¡ay es que tie-
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nes que hacer esto porque yo soy mujer y las mujeres no hacemos esto! […]
(Carolina, comunicación personal, 20 de febrero de 2015).
Otra de las definiciones que resaltaron para definir al feminismo fueron las
mencionadas por algunas jóvenes hablantes. Muchas de ellas no se sienten
incluidas en el movimiento ya que lo definen como un hecho externo a lo que pasa
en su realidad. Como si hablaran de otras mujeres, otro contexto, otro espacio.
Aquí nos topamos con otra forma de concebir al feminismo la cual se refiere a un
movimiento que no figura en sus necesidades.
Cacace (2006) advierte que existe un desfase entre las ondas generaciones
modernas y posmodernas y que afecta en las cuestiones de género. En una etapa
moderna se ha fijado que los problemas que atraviesan las mujeres están
relacionados con su construcción genérica. La doble jornada es un ejemplo de
ello. Sin embargo, en una etapa posmoderna, muchas jóvenes no se sienten
identificadas con estos problemas ya que no les interesa ni han tenido que pasar
por todo lo que ello conlleva.
Por lo anterior, pareciera que las luchas actuales del feminismo no se encargan
de abatir las preocupaciones de muchas jóvenes. Las mujeres, desde la perspectiva
de Cacace (2006), se pueden sentir más allegadas a los hombres porque las
problemáticas que enfrentan no las visualizan a partir de su construcción genérica,
sino más bien consideran que su base de opresión está ligada a otras cuestiones
estructurales.
Lo anterior explica muy bien el testimonio de Karla y de otras colaboradoras
que al definir al movimiento feminista se refieren a ello como un ente lejano a su
realidad. No niegan que existen problemas como la violencia, y para muchas, el
feminismo es un movimiento que se ha creado para mediar con dicho problema.
Sin embargo, no es algo que les cruce del todo porque tal vez no se han enfrentado
a situaciones explícitas de violencia. También hay que recordar que se trata de
jóvenes universitarias de últimos semestres, sin hijos (as) y que sus perfiles
apuntan a graduarse para posteriormente conseguir un empleo.
Esta puede ser una de las razones por las cuales las jóvenes universitarias
no se sienten identificadas con el feminismo. Consideran que los problemas que
atravesaron las mujeres son antiguos, y creen que actualmente la preocupación
está puesta en otras cuestiones estructurales. Para ellas, este movimiento no
es más que un término que encierra otro tipo de mujeres con otras necesidades.
Además, si llegaran a sentirse a fin con el feminismo, consideran que podrían
estar sujetas a imaginarios que tienen que ver con mujeres velludas quemando
brasieres y que no se interesan en los hombres (Cacace, 2006).
En relación con el planteamiento anterior, otro de los discursos que refuerzan
la idea de que muchas jóvenes no se sienten identificadas con el feminismo actual,
105
es la tendencia a dividir este movimiento en dos tipos: el de antes y el de ahora.
Aunque no exista una claridad consiente de esta división, las hablantes
demuestran cierto rechazo al feminismo actual y más acercamiento al feminismo
de antes.
[El feminismo] ¿¡Es cómo el machismo!? ¡Pero diferente! ¡Con las mujeres!
Donde la mujer toma la autoridad [...]
[...] A mí por eso me sorprende Sor Juana ya que ella permitió que las muje-
res estudiaran. O sea, ella fue la que promovió esa ley feminista en donde las
mujeres tuviéramos los mismos derechos del hombre (Andrea, comunicación
personal, 20 de febrero de 2015).
B. La única vía. Según lo reportado en las entrevistas, el uso de las redes so-
ciales es el único medio por el cual las y los sujetos desconocedores del feminismo
se informan sobre este movimiento. Como ya lo advertían Ana De Miguel (2005)
y Cacace (2006), esta única vía se ha convertido en un espacio que representa
una interpretación distorsionada del movimiento. Por su parte, Cacace considera
que los problemas en torno a su apreciación también están relacionados con las
diversas posturas feministas que se expresan a través de dichas redes. De esta
manera, la desinformación y las diversas posturas del feminismo que en ciberes-
pacio confluyen, impactan en las interpretaciones que tienen las hablantes sobre
el feminismo.
106
Ana De Miguel y Cacace mencionan que los medios de comunicación distor-
sionan el movimiento feminista. Sin embargo, no explican cómo ocurre dicha
distorsión. Con base en los modelos de comunicación que se han utilizado para
conocer cómo funciona la emisión y recepción de mensajes, especialmente el
modelo de comunicación de David Berlo (1960), propongo una explicación del
proceso de transmisión de información referente al feminismo. Específicamente,
el proceso que reporté en mis entrevistas aplicadas.
Alejandro López, Andrea Parada y Franco Simonetti en un texto conocido
como Introducción a la psicología de la comunicación (1995) realizaron una
síntesis y un análisis del modelo de comunicación propuesto por David Berlo
(1960). En dicho artículo exponen que el objetivo de Berlo en sus investigaciones
es el de conocer cómo se puede establecer una comunicación efectiva, sin las
mayores interferencias posibles. Se trata de que el mensaje se interprete de la
manera más fiel posible, de acuerdo con la intención del emisor. Sin embargo,
indican que Berlo advierte que, en ocasiones, el mensaje puede estar influenciado
por ciertas interferencias que limitan su sentido original. Estas pueden ser por el
desconocimiento de la intención, por el hábito de comunicarse o por la incorrecta
interpretación del propósito de lo que la persona quiere transmitir.
Estos autores muestran que Berlo distingue dos tipos de receptores: los
intencionales y los no intencionales. Los primeros son el público para quienes el
mensaje va dirigido. Los segundos serían aquellas personas a los que el mensaje
no intenta influir, pero que de todas maneras lo hace. Los receptores no
intencionales generan “malos entendidos”, ya que la información que dicho público
interpreta es diferente a la que el emisor pretendía comunicar.
Según dicho autor, existen diversos componentes que integran el modelo
del proceso de comunicación. A continuación, indico de manera fiel estas
características que lo componen, de acuerdo con las interpretaciones de López,
Parada y Simonetti (1995):
107
Sin embargo, los teóricos del tema recuerdan lo que Berlo indica en ocasiones, la
fidelidad del mensaje puede no llegar al receptor de manera tal como el emisor lo
busca. Lo anterior está sujeto a diversos elementos que se reflejan en la siguiente
imagen.
Con base en la teoría de David Berlo (1960), López, Parada y Simonetti (1995)
indican que la fuente y el encodificador constan de cinco elementos de los cuales
depende la fidelidad del mensaje final. El primero de ellos es la habilidad de
comunicación, lo cual se refiere a la capacidad de análisis, habilidad verbal y escrita
para encodificar los mensajes. Las actitudes hacen alusión a la autopercepción
de quien lanza el mensaje, la actitud hacia el tema y la actitud sobre el receptor.
El conocimiento, por su parte, responde al nivel de comprensión sobre el tema.
Finalmente, la cultura y el sistema social se refieren a situarse en un contexto
específico, donde el mensaje es transmitido. Estos autores rescatan que mientras
exista una mejor capacidad analítica-verbal, una actitud más positiva y congruente,
un conocimiento amplio y un contexto similar o igual, el mensaje podrá ser
recibido de una forma más fiel. Por su parte, el receptor contiene las mismas
características debido a que ella o él decodifican el mensaje y después lo
reproducen. Por lo que, al reproducirlo, pasan a ser parte de una fuente.
Asimismo, subrayan que en el mensaje conviven tres elementos: contenido,
tratamiento y código. Estos se refieren a los materiales del mensaje: símbolos,
orden y estilo. Finalmente, el canal son los sentidos que se activan al percibir el
mensaje.
Aplicada la teoría de comunicación anterior a la presente investigación,
tenemos que, según las y los hablantes, son las redes sociales las que se encargan
de proporcionar información referente a lo que consta el feminismo. De esta
108
manera, las feministas publican en sus redes sociales, tales como Facebook o
Twitter, una idea referente al género. Es decir, las feministas, quienes serían la
fuente de información, a través del canal -o sea, el uso del internet- transmiten un
mensaje escrito.
Sin embargo, dicho código está construido a partir de una lógica feminista.
Una deconstrucción del género y de un cuestionamiento sobre la clase, la etnia
y/o el adultocentrismo. Publican lo que quieren proyectar a partir de reflexiones
que cuestionan el deber ser femenino y otros aspectos relacionados con la
subordinación de las mujeres. Asimismo, la habilidad de comunicación de dichas
feministas puede variar. Algunas podrían conocer de manera extensa en qué
consiste dicho movimiento social, pero otras podrían ser principiantes. Algunas
podrían tener mejor habilidad escrita, pero otras no. Y muchos de estos mensajes
estarán llenos de actitudes, regularmente de denuncia y enojo.
El receptor o receptora recibe dicha información. La decodifica. Sin embargo,
él o ella también están influenciados, sólo que por un contexto diferente. Su
construcción social genérica puede ser tradicional y patriarcal. Y en algunas oca-
siones, poco han reflexionado sobre otras formas de opresión y probablemente
carecen de una deconstrucción de sus privilegios o del deber ser.
De esta manera, el resultado del mensaje lanzado por la feminista está
juzgado a partir de una construcción genérica no habitual. Por lo que el mensaje
final está sujeto a una lógica patriarcal que hace que el mensaje original sea
recibido bajo burlas, sanciones y diferentes interpretaciones. El receptor decodifica
el mensaje, lo traduce desde su contexto y lo reproduce bajo otras actitudes,
otras habilidades escritas y, seguramente, bajo una menor comprensión del tema.
Es importante comprender que la información que surge del feminismo está
condicionada bajo el análisis de una realidad diferente a la filosofía y teoría
feminista. Con lo anterior no busco explicar de manera automática cómo
funcionan las redes sociales. Sin embargo, creo que este circuito de comunicación
puede acercarse a la realidad social relativa a la información que existe en el
ciberespacio sobre el feminismo.
109
con el imaginario de una feminista estereotipada, posiblemente hará que más
mujeres lejanas al movimiento se sumen al mismo. De esta manera, el feminismo
ya no se vería como un obstáculo para muchas, pues no representaría una amenaza
para su construcción, más bien, se pudiera comprender a partir de una ideología
de igualdad de género y no una que intente ser igual que los hombres. Desde su
perspectiva, mientras menos radical sea, mejor.
A pesar de que no conocen feministas, estos sujetos tienen una imagen
diversa sobre dichas mujeres. Para algunas y algunos, son mujeres con pantalones
y autoritarias. También se puede encontrar que se cree que las feministas son
personas intolerantes y bloqueadas, con las que es muy complicado entablar una
conversación.
Se piensa en una feminista como una persona que busca equidad en el
comportamiento. Como mujeres que trabajan en oficinas o en grandes empresas.
Pero no que se dediquen a las labores domésticas. Al contrario, para los
colaboradores(as), una feminista siempre cuestiona “si debe de estar en la
cocina”. Desconocen la agenda feminista, la cual tiene que ver con la despenaliza-
ción del aborto o en contra del feminicidio, entre otras cuestiones. Por lo anterior,
para algunos colaboradores y colaboradoras, los quehaceres feministas están
más relacionados con desnaturalizar los roles de género. ¿Por qué ocurre ello? La
respuesta lo dará el análisis del movimiento feminista.
Según indica Axela Cárdenas (2013), quien recupera las palabras de Marcela
Lagarde, en la vida de las mujeres existen dos vías: “ser puta o ser santa”. Las
feministas están insertadas en la primera categoría por razones que tienen que
ver con una apropiación del espacio público y por romper los ideales de mujer.
Según se puede apreciar en la imagen que tienen los hablantes, el perfil que
aprecian de una feminista corresponde a mujeres que desafían el sistema
sexo-género.
Primeramente, referirse a una feminista con la frase “mujer que usa los
pantalones” puede evocar a diversas interpretaciones. La primera de ellas se
refiere a lo que planteaba en las primeras hojas de este capítulo: a que el
feminismo se relaciona con una masculinización de las mujeres.
La segunda interpretación que observo de dicha frase, parte de la idea de
imaginarios que tienen que ver con el poder. Desde la perspectiva de Irigay (2002),
las relaciones sociales son de dos órdenes: vertical y horizontal, y en nuestra
cultura jerárquica y patriarcal, se ha favorecido el ejercicio de relaciones verticales.
Dicho término está ligado con lo que Rowlands (1997) ha llamado “poder sobre”,
lo cual significa ejercer un poder dominante para cometer objetivos específicos,
sin importar la subordinación que este poder pueda causar. Al existir pocos
referentes que recreen otros tipos de poder positivos, tales como el “poder para,
con y desde dentro” propuestos por Rowlands (1997), se consideraría que quienes
ejerzan poder no puede ser más que un poder vertical. Por tal razón se esperaría
que las feministas, al ser interpretadas como mujeres masculinizadas, ejercieran
un poder vertical, dominante y patriarcal5.
5
Sin embargo, una feminista chilena argumentó en el Sexto Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, llevado a
cabo en Costa del Sol, El Salvador, que: “como feministas queremos construir un poder diferente al patriarcal. Un poder
horizontal basado en la justicia social” (Pérez, 1995: 73).
110
También hallé resultados aparentemente contradictorios. Algunos sujetos
definen qué es el feminismo desde una manera más o menos exacta de acuerdo
con lo que se ha establecido desde el mismo movimiento. Sin embargo, dicha
definición no concuerda con la imagen que tienen de una mujer posicionada como
tal. El siguiente testimonio es un ejemplo de ello:
Conozco a una súper feminista que muchos yo creo conocen que es Laura
Bozzo. Y esa siento que sí es una feminista muy extrema que siempre quiere
denigrar a los hombres y las mujeres acá, muy arriba. Que no las pueden
tocar y así (Raúl, comunicación personal, 22 de febrero de 2015).
Una mujer feminista es alguien que quiere tratar a los hombres un poco
menos de lo que son tratados para que las mujeres nada más sean las que
manden (Raúl, comunicación personal, 22 de febrero de 2015).
111
percepción hacia los receptores sobre este movimiento. Esta percepción se mezcla
con el casi nulo conocimiento objetivo del tema y el resultado es una diferenciación
entre la poca teoría feminista que conocen y las imágenes que tienen sobre
algunas feministas. El mensaje no llega claro y terminan haciendo una distinción
entre la teoría y la práctica. Lo anterior refleja que los hablantes se mueven dentro
del desconocimiento. Mezclando y reproduciendo discursos sin conocimiento
previo y bajo la lupa del patriarcado.
Pareciera además que interpretan a las feministas (a la acción), como una
amenaza a sus privilegios, especialmente a aquellas “más radicales”. Partiendo
de la idea de que se cree que las feministas son mujeres masculinizadas y que
cualquier poder que ellas ejerzan, es un poder patriarcal, entonces se podría
esperar que las acciones que ellas tomen para exigir sus derechos estén regidas
por este tipo de poder. Lo anterior sin importar si son o no realmente feministas.
El siguiente testimonio es también un ejemplo de lo que he estado planteando a
lo largo de este capítulo:
112
subordinantes. Veamos tres ejemplos. El último se refiere a cómo se logra la igualdad
de género, pero tiene que ver con la interpretación de este hecho.
Pues, para empezar, tiene que ser una mujer. Que piensa que el hombre es
esto, el hombre es lo otro. O sea, que es antimachista. La feminista piensa
que puede utilizar al hombre porque es un objeto. El hombre es de lo peor.
No puede haber un hombre romántico y entregarte rosas porque ya te está
dominando (Carmen, comunicación personal, 21 de febrero de 2015).
[Para que haya equidad de género], en primer lugar, las mujeres deben de
dejar de hacerse las mártires. Y que se dejen de enfadar porque no le den el
lugar en el carro. O sea, si quieren equidad de género las mujeres deben de
tener en cuenta que los hombres tienen los mismos derechos, como el de
sentarse en un carro. (Lo dice muy exaltada) O sea, en una sociedad que en
la vida cotidiana no te clasifiquen por ser mujer o por ser hombre. Que no
tengas derechos o privilegios por ser mujer u hombre (Irma, comunicación
personal, 20 de febrero de 2015).
Para interpretar este hecho, considero que es importante ubicarse en los dos
contextos que las entrevistas arrojan. Se parte de dos miradas hacia el mundo
completamente diferentes. El alcance de observar la realidad a partir de lentes
específicos impacta en la manera de interpretar los hechos. En este caso, las
interlocutoras carecen de esa mirada de deconstrucción genérica que permite
observar la realidad social de una manera no tradicional. El feminismo es una
mirada crítica hacia el mundo. Quienes no están sensibilizadas(os) con este
discurso, podrían interpretar que en este movimiento manejan ideas excesivas,
incoherentes, llenas de victimización y de sobrevaloración.
El ser feminista, como bien lo indica Ana De Miguel (2007), es una forma de
vivir y entender la vida cotidiana a partir de una teoría crítica de la realidad social
patriarcal. Representa un cambio individual y un cambio de chip que cuestiona
todos los ámbitos de la vida humana de las mujeres. Cacace (2006) agrega
que algunas jóvenes no identifican que en su entorno pueda existir desigualdad
genérica. De esta manera, al carecer de esa mirada feminista, será complicado
conocer e identificar aquellos elementos que propicien la subordinación femenina.
Y si es que los identifican, no se sienten comprometidas a cambiarlo porque no
están conscientes de que dichos “micromachismos”7 puedan afectar a su mundo.
Así como las feministas observan subordinación en la vida cotidiana, las
interlocutoras observan que dichas interpretaciones por parte de las feministas
son exageradas. Ello corresponde a lo planteado en el párrafo anterior: a la forma
de observar el mundo desde una mirada tradicional. Además, algunas de mis
colaboradoras no sensibilizadas por este movimiento, identifican que la
subordinación no es sólo por parte de un género hacia el otro. Sino que también existe
un sistema que a los varones les perjudica y que existen “privilegios” por ser mujer.
7
El micromachismo es un término acuñado desde la teoría feminista para hacer referencia a “las actitudes de dominación
“suave” o de “baja intensidad”, formas y modos larvados y negados de abuso e imposición a la vida cotidiana” (Bonino,
2004: 1). Se retoma la idea “micro” de Michelle Foucault para referirse a que es algo “casi imperceptible, lo que está en
los límites de la evidencia” (Bonino, 2004: 1).
113
Por lo que consideran que el feminismo no se sostiene en sí porque la realidad
social es más compleja que únicamente observar que sólo existe subordinación de
un lado. Consideran que el feminismo es un discurso que apunta a sobrevalorar la
experiencia del ser mujer.
115
Diagrama 1. Divisiones del feminismo
Filosofía
de vida
Teoría Movimiento
política social
Feminismo
116
qué es el feminismo está mediada por los asuntos internos que suceden dentro del
mismo movimiento.
8
Alain Touraine (1973), Alberto Melucci (1985-1986), Charles Tilly (1998) son algunos de los más representativos. Cada
uno de ellos ha desarrollado perspectivas específicas para abordar la teoría de los movimientos sociales. Sin embargo,
concuerdan con algunos momentos mencionados en este trabajo que detonaron la aparición de los movimientos obreros
y los nuevos movimientos sociales.
117
Mi interés en este análisis es hacer notar la relación macro y micro de los
movimientos sociales. Desde mi perspectiva, el feminismo no es un movimiento
que se guíe de manera independiente, pues está insertado bajo una lógica más
general que lo lleva a combatir, así como a otras movilizaciones, los problemas
sociales de cada momento. Como bien lo indican Melucci y Tourraine, los teóricos
del tema, los movimientos sociales deben ser entendidos a partir del sistema
económico, cultural y político en el que se tejieron. Indican que éstos son parte de
un contexto específico y, a su vez, estas condiciones los van formando y definiendo.
Con base en lo anterior, se puede comprender el crecimiento de las prácticas
del feminismo decolonial y socialista en las colaboradoras. El aumento de dichas
prácticas corresponde a un campo más extenso que va de la mano con la crítica
a la globalización y el capitalismo. Según lo reportado, el feminismo socialista, el
decolonial y lesbofeminismo son teorías feministas que se posicionan en contra
del actual sistema económico y político. Sin embargo, la diferencia del feminismo
con otros movimientos sociales es que éste rescata la experiencia de ser mujer en
un contexto más amplio y hace una crítica férrea al sistema patriarcal.
Como bien lo indica Cacace (2006), muchas de las practicantes de este
feminismo corresponden a una generación millennial, la cual se caracteriza por
una lucha antiglobal y antisistémica. Considera que, aunque retomen el sentido
de movimiento, la naturaleza con lo que las caracterizan es posmoderna. Ello se
puede ver reflejado, por ejemplo, en lo reportado por las feministas lésbicas, pues
su feminismo se inserta en un periodo posmoderno, pero en su discurso rescatan
la crítica hacia el sistema capitalista.
El análisis del feminismo no se puede entender sin su relación con la teoría de
los movimientos sociales. Mucho menos en un contexto actual donde la tendencia
es luchar, desde cada trinchera, en contra de las circunstancias surgidas por la
globalización y el sistema capitalista. Son esos cambios políticos, económicos y
culturales a nivel mundial los que van moldeando a los movimientos. El objetivo
del feminismo en la actualidad se enmarca en conocer cuál es el papel de las
mujeres dentro de este sistema. Desde este punto de vista, el problema al que se
enfrentan las mujeres sería estructural, teniendo en cuenta que el sistema político
y económico se sostiene por el patriarcado y las relaciones de género y poder que
éste va tejiendo para su beneficio.
118
La manera integral que tiene una sociedad de ver e interpretar el mundo, la
cual estaría formada por el conjunto de opiniones y creencias que conforman
la imagen general del mundo, a partir de la cual se interpreta todo lo existente
en todos los campos de la vida política, economía, ciencia, religión, moral,
filosofía… (Hidalgo y Cubillo-Guevara, 2006: 15).
119
Cuadro 7. Algunos Colectivos feministas de la Ciudad de México dentro del
marco del “Feminismo histórico”.
Participación
Patriarcado Indiferenciación
Matrimonio paritaria
Subordinación de los roles sociale
Relaciones canónico Diversidad e
de la mujer y sexuales de
de género Indisoluble intercambiabilidad
al hombre género LGBT
deroles de género
Socialismo Resignación
Comunismo individual
Feminismo liberal Protesta Indignación
Respeto de la Feminismo antisistema Protesta pacífica
tradición socialista Anarquismo Democracia
Propuesta
Conservadurismo (…) Feminismo participativa
política
Machismo Matrimonio civil radical Altermundialismo
oluble Feminismo Queerismo
Familia nuclear lesbiano
Familia reconstituida (…)
Parejas
Matrimonil
ocasionales
Matrimonio civil soluble Pareja estable
Concepción Parejas
canónico Familia nuclear Familia flexible
de la sexualmente
Indisoluble Familia Diversidad familiar
familia diversas
reconstituida
(…)
Otro ejemplo que muestra la estrecha relación de los discursos entorno al feminismo
con las cosmovisiones que coexisten, es la diferenciación marcada que realizaron
los colaboradores acerca de los objetivos del feminismo a lo largo del tiempo.
Dichos hablantes explicaron que el feminismo de la segunda ola es más valioso
que el de ahora, pues consideran que anteriormente las activistas luchaban por
derechos políticos, mientras que las insertadas en esta ola, se preocupan más por
asuntos superficiales. Relacionando lo anterior con el cuadro de las cosmovisiones,
se puede observar que la etapa moderna se ha caracterizado por la lucha de las
mujeres a nivel político, mientras que, en una etapa posmoderna, la acentuación
está marcada en otros aspectos más culturales y de la vida cotidiana de las
mujeres.9
9
Sin embargo, la correspondencia anterior no significa que el feminismo de la segunda ola sea mejor que el de la llamada
“cuarta ola” o feminismo actual. Pues se trata de luchas que se van tejiendo de acuerdo con las necesidades de la época.
Una de las aportaciones teóricas de la posmodernidad es observar la política desde un sentido más amplio y relacionar la
vida cotidiana con los aspectos estructurales.
120
Comprendiendo lo anterior, se podría esperar que el movimiento feminista
también esté influenciado por las diversas posiciones que existen para observar el
mundo. La forma de incidir, analizar, comprender y asimilar las problemáticas que
ellas identifican, deriva de las cosmovisiones a las que son sujetas y que parten
de necesidades que el propio sistema económico, político y social va creando.
Por lo tanto, aunque el objetivo principal del movimiento feminista sea el de
proporcionar mejores condiciones de vida para las mujeres y denunciar la
subordinación existente, las condiciones anteriormente mencionadas pueden
influenciar en su forma de actuar frente a un sistema operante.
Desde esta perspectiva, los obstáculos que existen en el feminismo se
podrían entender a partir de las cosmovisiones y de los cortes generacionales
que se enmarcan en el comienzo de cada etapa y cuya convivencia se desarrolla
en un mismo espacio y tiempo. Por ejemplo, el accionar feminista es un hecho que
ha dividido a las mayores de las más jóvenes. Muchas de las primeras han forjado
una agenda moderna, en la que es importante la participación en los espacios
públicos. Las más jóvenes, con pensamientos posmodernos, han acentuado que el
feminismo, más que movimiento social, es una ideología de la vida cotidiana.
Tal como se dijo, el movimiento feminista forma parte de una teoría más
general de los movimientos sociales. A su vez, éstos podrían derivar de las
cosmovisiones anteriormente presentadas. De esta manera se plantea que la
teoría general de los movimientos sociales tiene relación con las etapas
premodernas, modernas, posmodernas, decoloniales y transmodernas. Desde
este contexto, los feminismos se adaptan a situaciones más complejas para
uchar por las necesidades de una amplia agenda de mujeres.
Los discursos que existen en torno al feminismo se alimentan de las
cosmovisiones que coexisten en un mismo espacio y tiempo. Por lo tanto, este
movimiento social se valora desde diversas perspectivas. Los problemas que en
él se gestan se deben en gran parte a una mezcla y transición de determinadas
lógicas que en un contexto conviven. Se podría señalar que las cosmovisiones son
la base que moldea las opiniones existentes sobre el feminismo.
121
importante que las ayuda a conocer el feminismo desde un aspecto teórico,
también mencionan que existen burlas y una mirada constante desde dichos
espacios hacia su persona y activismo.
Las feministas jóvenes vivieron situaciones en sus vidas que permitieron
preguntarse cómo está construido el mundo. Estos escenarios generalmente
residen en dos polos: o bien, pasaron por circunstancias que implicaban violencia
hacia ellas u otras mujeres cercanas a su círculo, o, por el contrario, residían en
un entorno que favorecía su mirada feminista ya que convivían con mujeres (la
madre, la abuela, la tía) que las apoyaron en sus decisiones.
Además de lo anterior, pareciera que existe una relación entre quienes han sufrido
violencia por el hecho de ser mujeres, con su feminismo practicante. Es decir,
algunas mujeres que se posicionan como lesbofeministas han comentado que en
su entorno han existido cuadros muy marcados de violencia de género.
Algunas expresaron que acercarse a círculos feministas las ayudaron a concebir
desde otra mirada al feminismo. Sin menos prejuicios y con más argumentos.
Una de ellas mencionó que, si bien la iglesia católica ha sido una limitante en su
vida, las monjas que se encargaban de administrar la escuela donde ella asistió, la
impulsaron para que pudiera estudiar una carrera universitaria.
De esta manera, encontré tres momentos clave que marcaron el posiciona-
miento de las jóvenes feministas que entrevisté.
Primer momento:
Se refiere a las experiencias personales y enfrentamientos cotidianos sobre la
construcción genérica. Se sabe que algo está “mal” en relación con las mujeres,
ya sea por la influencia de los discursos de féminas cercanas a su círculo, y/o
por situaciones marcadas por violencia. Puede que ejerzan actos propiamente
feministas, pero desconocen cómo sustentarlos con teoría.
Segundo momento:
Se caracteriza por el acercamiento a la teoría feminista a través de algún
facilitador, como una carrera cercana a las ciencias sociales o humanidades.
Además de la asistencia y participación en círculos feministas, movimientos
sociales, espacios religiosos y/o instituciones de gobierno o no gubernamentales.
Aunque también se puede presentar un interés personal para aprende
sobre dicha teoría. Empieza un proceso en el cual es importante aprender
sobre el feminismo y sus ramas. Se caracteriza por la sensibilización hacia este
movimiento social.
Tercer momento:
Existen cuestionamientos, enfrentamientos personales y públicos sustentados
ahora con teoría feminista. A veces se combina con el activismo y con reflexiones
teóricas y/o labores institucionales a partir de una mirada de esta índole. En este
periodo hay también reflexiones más profundas en torno a lo que es o no puede
ser el feminismo. Se va construyendo más teoría y posicionamientos. Quien se
asume como feminista puede estar sujeta a una serie de críticas constantes.
Nunca acaba la construcción de la mujer posicionada como feminista.
122
Los siguientes testimonios ilustran los tres momentos clave que impulsaron
a las jóvenes a identificarse como feministas. El fin de dicha sistematización
es identificar a las y los actores clave, las instituciones, los determinantes
sociales y de género, así como las corrientes teóricas que influenciaron en dichas
colaboradoras para identificarse como tal.
Pues yo desde muy chica siempre viví en una casa horrible. Llena de violencia.
Muuucha violencia. Y ante eso, mi mamá siempre me decía “eres una
eminista”. Después fue mi etapa LGTTBI. Después conocí a unas tipas en el
DF, en un evento que se llama FEMSTIVAL, que es del colectivo de Las Cirujanas,
y a partir de ahí se me cambió todas las expectativas que tenía acomodas.
Y el tipo de feminismo que sigo es el lesbofeminismo. El lesbofeminismo es
el más radical y el más cuestionador porque lo que otros feminismos no se
atreven a cuestionar, este lo cuestiona, la sexualidad obligatoria. También
incluye el cuestionamiento contra el racismo, la gordofobía y todo lo que se
junte (Érika, comunicación personal, 20 de mayo de 2015).
Yo creo que, desde niña, de alguna manera mis prácticas eran masculinas.
Desde ahí me empecé a dar cuenta de que era diferente. Mi mamá me
dejaba hacer lo que yo quisiera. Y también, mi mamá es una mujer muy
fuerte. La verdad fue mi primera maestra. Después yo me volví punk y entré
mucho al anarquismo, muchísimo. Pero me di cuenta de eso, de que los
hombres de izquierda siguen siendo machos. Entonces yo siempre tenía
enfrentamientos cotidianos, sin decirme feminista, pero siempre decía la
defensa de las mujeres y siempre tenía conflictos. Después, cuando entré a la
preparatoria y seguía como punk y eso. Empecé a leer más sobre feminismo
y ahí abiertamente me decía soy feminista. Después estudié antropología(..).
Cuando estudié antropología, se me abrió el mundo. Se me abrió porque
entendí que todo podía ser distinto. Todo puede ser cuestionado. Todo puede
ser de otra manera y todo es posible al mismo tiempo (…) Y yo también creo
mucho en la espiritualidad y también he estudiado la teología de la liberación.
Y he visto el potencial de las creencias para la transformación de las
mentalidades y de los espíritus de las personas para la construcción de un
mundo mejor. Después de eso, viví en una comunidad oaxaqueña y ahí viví
siete meses y ahí hice mi tesis sobre violencia de género y fue para mí muy
impactante ver otro tipo de violencia, mucho más fuerte y en otro contexto
(Rosa, comunicación personal, 20 de mayo de 2015).
Desde niña fuimos tres mujeres, mi mamá y mi papá. Mi papá creció en una
familia muy machista, clásica. Yo siempre me preguntaba por qué. Pero no
sabía qué, no tenía los argumentos. Solamente era un constante conflicto
con mi papá. Luego entré a la facultad de sociología y en una materia se nos
invita a participar en un diagnóstico para conocer las condiciones de violencia
que se viven en Xalapa. Ahí fue totalmente enriquecedor, el abrir los ojos
y todo esto (…) Entonces de ahí comencé a ser prácticas con el instituto
municipal, no sé si sean feministas o no. Pero ahí hablan de temas de
mujeres, para mujeres. Y en la facultad, fuimos de las generaciones
123
feministas, con la línea de género, abrimos esa línea. Ahí me fui. Y ahí descubrí
a Silvia Federecci que me encanta. Me identifico mucho con el feminismo
decolonial, pero, sin embargo, no me declaro muy conocedora. Me gusta. Me
interesa. Pero conozco más a la Federecci y su reconocimiento por
el medio de reproducción capitalista. Un feminismo marxista (Isabel,
comunicación personal, 20 de mayo de 2015).
Como bien lo indica Ana De Miguel (2007), quien concuerda con Amelia Valcárcel,
no existe movilización alguna que dote de gran peso a las experiencias de la vida
cotidiana como el feminismo. Lo anteriormente planteado se puede evidenciar
en las historias compartidas por las jóvenes. De acuerdo con Mtetwa (2002), la
concientización es un elemento fundamental que da forma a la teoría y práctica
feminista. Ésta surge a partir de las experiencias en la vida cotidiana.
Se observa la importancia de la concientización para formar un cuerpo
teórico y práctico. Las entrevistas arrojan que la concientización, tal como lo indica
Mtetwa, corresponden a una manera específica de analizar la cultura patriarcal.
La reflexión surge a partir del reconocimiento de la subordinación, la misoginia y
discriminación a las que son expuestas y sometidas por el hecho de ser mujeres.
Finalmente, el acercamiento de las jóvenes a los espacios públicos figura
como un elemento que las ayuda a asumirse como feministas. También parece
importante la formación de redes entre ellas. La sororidad, entendida como
Marcela Lagarde (2009) como un lazo político formado entre mujeres para
contrarrestar problemas que las atañen, es un peldaño que si se va tejiendo puede
facilitar el acercamiento de jóvenes hacia el feminismo.
124
Ana De Miguel Álvarez (2005) y Amelia Valcárcel (2001) indican que el
feminismo es un movimiento radical porque nació como contraparte de un
contexto (La Ilustración francesa) que de por sí ya era radical para su época. Por
su parte, Espínola (2004) considera que el feminismo radical fue una corriente
nacida en Estados Unidos cuyo foco de atención se centraba en la cultura como
hecho determinante que justifica la subordinación de las mujeres.
Como se puede apreciar en el capítulo que aborda la historia del feminismo en
México, y tomando en cuenta lo expuesto por Bedregal (2011) y Puleo (2000),
se entiende que el feminismo en el país a partir de los años ochenta y noventa
comenzó a ser radical a partir de su separación con el Estado. Puleo hace énfasis
en que el radicalismo realiza una crítica a la heteronorma. Por su parte, Lagarde
(2009) considera que el feminismo es una postura radical en sí porque se atreve a
cuestionar el orden establecido que afecta a las mujeres.
Actualmente, el radicalismo en Xalapa se entiende por parte de las feministas
jóvenes de manera diferenciada a lo que se enmarca en una “feminista común”.
Lo anterior está relacionado con lo que Bedregal y Puleo (2000) analizan sobre el
feminismo radical en México. Sin embargo, actualmente el radicalismo se basa,
más que en trabajar a partir de proyectos autónomos, en ser una feminista
lesbiana.
Finalmente, este tema presenta una relación con lo que mencionaron aquellos
sujetos que no están sensibilizados por este movimiento social. En dicho grupo y
en el de las jóvenes, se cree que mientras una feminista se aleje de una construcción
genérica tradicional, más radical es. La diferencia de la interpretación de este
hecho se basa en que los grupos de personas disidentes observan la radicalidad de
manera negativa. Por su parte, las feministas están divididas: algunas consideran
que la radicalidad ha dividido al grupo y esto ha generado conflictos internos; para
otras, mientras más radicales y separatistas sean, más alcance tienen sus actos y
más subversivas son.
125
Se advierte que una similitud de las jóvenes feministas con las históricas
es que, además de su perfil universitario y de pertenecer a la clase media, la
formación de los grupos se desarrolla a partir de la inquietud de compartir
experiencias que les afectan por el hecho de ser mujeres. El Colectivo Akelarre y
la Colectiva Las Nihuilas son un ejemplo de lo anterior. En los círculos se siguen
exponiendo temas que sólo marcan a las mujeres. Por ejemplo, en un círculo
organizado por Akelarre, titulado “las huellas del patriarcado”, diversas feministas
y jóvenes interesadas por este tema, se reunieron para conocer aquellos
momentos en los que se han sentido subordinadas por el sistema. En el caso de
Las Nihuilas, se han organizado para debatir temas referentes a la gordofobia y se
valoran las experiencias personales.
Los días simbólicos feministas en el estado actualmente son tres: 25 de
noviembre: Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres;
08 de marzo: Día Internacional de la Mujer; y el 28 de septiembre: Día por la
Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe. Yo también me he
sumado a las marchas y lo que he observado es que no todas las que han asistido
a los círculos feministas han participado en las movilizaciones. Por el contrario, son
las Akelarras y Las Nihuilas las que siempre se han integrado a las filas. La mayoría
de las organizadoras de estos eventos son las feministas mayores, sin embargo,
eso no desmerita el trabajo de las más jóvenes, pues en la marcha se puede
apreciar su incidencia y participación.
Considero que el feminismo joven en Xalapa se ve favorecido gracias al trabajo
previo de sus compañeras, ya que ello ha incidido en una aceptación más o menos
generalizada que rechaza la violencia hacia las mujeres y que ha modificado
ciertos parámetros que se habían definido para identificar qué es ser mujer desde
una óptica patriarcal.
Si bien, en estos momentos se puede observar que existen más mujeres que
se autonombran feministas, la discriminación y el señalamiento hacia dichas
activistas aún no ha cesado por completo. Un ejemplo de la situación anterior
se ve reflejado en el espacio académico. Por un lado, tenemos a más jóvenes
feministas inscritas en la universidad, lugar en donde pueden proyectar sus ideas y
realizar círculos de concientización. Por otro lado, este espacio se ha caracterizado
por una discriminación y señalamiento constante hacia sus producciones teóricas
y activismo político a favor de las mujeres.
Tal como se expuso en el capítulo III, la mayor parte de las feministas han
trabajado o trabajan en instituciones gubernamentales. El Instituto Municipal
de las Mujeres es un ejemplo de ello. Muchas de ellas lo han hecho a través de
labores esporádicos. También han buscado el financiamiento y la organización de
proyectos para impactar de manera positiva la realidad de las mujeres. Lo anterior
se entiende porque la mayor parte de ellas ha estudiado una carrera en la que se
especializan en el área de género, por lo que buscan ejercer su profesión.
Asimismo, algunas de las feministas “institucionales” han ejercido presión en
la falta de Políticas de Estado que garanticen los derechos de las veracruzanas
para una vida libre y justa. Se han visibilizado tanto en manifestaciones sociales,
como en Sesiones Extraordinarias de Cabildo. Por parte de este grupo, existe un
cuestionamiento y enfrentamiento constante hacia el papel del estado frente a las
mujeres. La mayoría está integrada por feministas mayores. Sin embargo, también
126
existe un apoyo visible y constante de las feministas más jóvenes, especialmente
de las pertenecientes al Colectivo Akelarre.
Las que se autonombran radicales, han buscado financiamiento para el
desarrollo de proyectos. La mayor parte de su incidencia ha sido a través de
movilizaciones sociales. Ello concuerda con lo que ocurría en la Ciudad de México:
una relación entre el radicalismo con una metodología de trabajo independiente.
Sin embargo, la diferencia entre estas dos generaciones se basa en que la
radicalidad se acentúa en un posicionamiento lésbico feminista.
Al igual que las demás formas de incidencia social, las feministas jóvenes han
utilizado el cine y los programas de radio para difundir sus ideas. Por ejemplo,
el Colectivo Akelarre realiza regularmente un ciclo de cine feminista y abre la
invitación para aquellas mujeres que quieran discutir sobre lo proyectado en la
pantalla grande y que tiene que ver con el hecho de ser mujer.
Las problemáticas gestadas dentro del feminismo parecen ser las mismas que
cuando se inició como movimiento social. Estas discusiones limitan la formación y
la unión de los grupos feministas. Las dificultades se expresan a través de la etnia,
la ocupación, la edad, la orientación sexual, el manejo de los recursos y cómo
trabajar para hacer frente a lo que cada agrupación considera como mayor
obstáculo a superar. Existe una crítica hacia las feministas que trabajan para
el estado y hacia las instituciones que las representan, así como también hacia
las entidades encargadas de impartir justicia. La problemática gira en contra de
as feministas occidentales.
Ante tal circunstancia, algunas jóvenes rescatan la propuesta de la “sororidad”
para poder enfrentar estos problemas. Pero otras se observan más reacias a
utilizar esta herramienta, pues consideran que esto media su postura. Inclusive,
quienes se proclaman como lesbofeministas, piensan que las heterosexuales
realizan un trabajo a medias, ya que para ellas la raíz de la problemática que
genera la desigualdad de género se basa en las relaciones hombre-mujer.
Finalmente, se sigue indicando que las mujeres continúan enfrentándose a
situaciones como la violencia y su poca aparición en los espacios públicos.
Actualmente, en el estado de Veracruz se ha gestado una constante vulneración
a los derechos humanos de las mujeres, ya que no existen medidas que aseguren
nuestro bienestar, porque carecemos de un estado laico. Esto se ve reflejado
en una alta ola de feminicidios y en un retroceso en los derechos sexuales y
reproductivos de las mujeres.
Según indica Valcárcel (2001), uno de los mayores retos a los que se enfrentan
las feministas a partir del año 2000 tiene que ver con los derechos de las mujeres
y el papel del estado. El estado debe de asegurar libertades y oportunidades para
las mujeres. Cuando éstas no existen, y en cambio hay tiranía y control social, la
participación de las mujeres en las movilizaciones se limita y se norma. Es así como
se visualiza que el feminismo depende en gran medida de la consolidación de una
democracia, pero también es pieza clave para el fortalecimiento de ésta.
En Veracruz, las libertades y oportunidades para las mujeres están limi-
tadas. En la entidad, durante el año 2016 se registraron un promedio de siete
feminicidios por mes.10 Por su parte, el Estado y la Iglesia han imposibilitado la
capacidad de decisión de las mujeres sobre su cuerpo11. Las condiciones de tra-
bajo no son óptimas. Por el contrario, la feminización de la pobreza en Veracruz
127
es un hecho que se reproduce gracias a que el estado posee uno de los mayores
porcentajes (22.7%) de hogares con jefatura femenina. (Ochoa, 2007).
A lo anterior se suma una ola de violencia y muerte que paraliza el bienestar de
la comunidad veracruzana. Se trata de asesinatos ocurridos día tras día y que
incitan a la naturalización de la violencia. El asunto se agrava debido a la corrupción
e impunidad que impacta de manera negativa en la vida de las y los ciudadanos.
Pues se carece de dinero para poner en marcha programas estatales. “Pasa
Veracruz por una escalada de violencia, sangre, secuestros, levantados, mutilados,
desaparecidos, agravada por la corrupción sin límite de Javier Duarte y su banda, el
círculo cercano acusado de desvío de 35 mil millones de pesos de origen federal”
(Cárdenas, 1 de junio de 2016: párr. 13).
Definitivamente, el movimiento feminista en Xalapa encuentra uno de sus
mayores obstáculos en el Estado. No existe la disposición, el interés y los recursos
para asegurar el bienestar de la población. La oleada de violencia, pobreza,
corrupción, impunidad y falta de oportunidades y derechos impacta de manera
especial a las mujeres. Lo anterior se traduce en diversas problemáticas:
explotación sexual y laboral. Vulneración a sus derechos sexuales y reproductivos.
Delitos de violencia, desapariciones, y feminicidios que quedan sin resolver. La falta
de recursos debido al desvío económico que obstaculiza el desarrollo de políticas
públicas que ayuden a su mejoramiento de vida. En otras palabras, el estado frena
las posibilidades de tener una vida más justa y equitativa, por el contrario, agravia
las problemáticas que deben de enfrentarse por el simple hecho de ser mujeres.
Si bien, el movimiento se encuentra en un periodo en el que cada vez es menos
peligroso asumirse como feminista y en el que existen avances en la materia,
también es cierto que la agenda política de las mujeres se desarrolla en un espacio
y tiempo en el que es indispensable seguir construyendo proyectos para las
mujeres y mantenerse en pie de lucha. El estado, la iglesia y el sistema económico
y de género forman un círculo que continuamente se enfrenta con el movimiento
de las mujeres. Por su parte, las feministas jóvenes en el estado persisten, resisten
y su trabajo ha logrado expandirse y cubrir parte de las problemáticas a las que
se enfrentan una gran diversidad de mujeres con inquietudes, perspectivas y
necesidades diferentes.
10
Fuente: Proyecto de investigación “Asesinatos de Mujeres y Niñas por razón de Género. Feminicidios en la Entidad
Veracruzana”; realizado en la Facultad de Antropología de la Universidad Veracruzana y coordinado por la Dra. Estela
Casados González.
11
El día 28 de julio de 2016 se aprobó la reforma al artículo cuarto de la Constitución Política del Estado, en la que se
garantiza el derecho a la vida del ser humano desde la “concepción” hasta la muerte natural. Para más información
consultar: http://www.jornada.unam.mx/2016/07/29/estados/029n1est
128
Balance final: conclusiones sobre el feminismo de la región xalapeña
12
La palabra cosmovisión es una propuesta realizada por Hidalgo-Capitán y Cubillo-Guevara (2006) para hacer referencia
a la manera particular de observar el mundo. Las cosmovisiones pueden ser premodernas, modernas, posmodernas,
transmodernas y decoloniales. De acuerdo con dichos teóricos, estas etapas conviven en un mismo espacio y tiempo.
129
privilegios que le son otorgados por el simple hecho de ser mujeres.13 Consideran
que el discurso feminista invisibiliza a otros sectores que pueden ser objetos de
discriminación, violencia y desigualdad. Es por los motivos anteriores, que muchas
jóvenes no se sienten identificadas con este movimiento.
La población que no se siente allegada tiende a diferenciar al feminismo
“de antes”con “el actual”. Las jóvenes consideran relevante el trabajo de las
feministas de la Ilustración y de la segunda ola ya que detectan que algunos derechos
básicos pueden devenir de estas corrientes. Sin embargo, señalan que
actualmente la agenda de este movimiento se encarga de luchar por elementos
accesorios que están insertados en la cotidianidad de las mujeres.14 Las jóve-
nes no se sienten representadas con la lucha actual ya que creen que pueden
ser etiquetadas por los estereotipos del feminismo: mujeres velludas quemando
sus brasieres y que no se interesan por los hombres (Cacace, 2006).
La opinión de las jóvenes disidentes con esta corriente podría estar
Influenciada por la propia construcción del movimiento. De acuerdo con la teoría
de los movimientos sociales y la de las cosmovisiones, el feminismo “de antes”
se encontraba insertado en la modernidad, donde la tendencia era luchar desde
una política más formal. Actualmente las activistas confluyen en una etapa
posmoderna que ha fijado su atención en la vida cotidiana y los aspectos culturales.
En relación con lo anterior, los grupos de jóvenes interlocutores consideran que
el feminismo es un movimiento que no figura en sus necesidades ya que creen
que las brechas de género están superadas. Ello se relaciona con dos aspectos.
Por un lado, se encuentran influenciados por una etapa posmoderna, la cual hace
referencia a que el género es un elemento no sustancial. Por otro, esa falta de
identificación con el feminismo se relaciona con una naturalización de los derechos
alcanzados y la invisibilización de los derechos por alcanzar (Cacace, 2006; De
Miguel, 2007).
Conforme a la imagen que tienen sobre las feministas, las y los interlocutores
no sensibilizados, tienden a diferenciar a dos tipos: las feministas y las radicales.
Las primeras son aquellas que manejan un discurso incluyente y sin una actitud
de denuncia, son heterosexuales y expresan una imagen que corresponde a una
construcción genérica tradicional. Por el contrario, las radicales son interpretadas
como personas cuyo discurso apunta a observar subordinación en todos los
aspectos de la vida de las mujeres, que no son incluyentes, son lesbianas y su
imagen refleja un cuestionamiento hacia la construcción genérica que se ha
impuesto desde la óptica patriarcal. Para la mayoría de dichos sujetos, las
feministas radicales son las que especialmente desvían el movimiento.
Como se pudo apreciar en las entrevistas y en el análisis, las redes sociales
son el único medio que proporciona información sobre el feminismo en dicha
población. Con base en el modelo de comunicación de Berlo (1960), propongo
que se puede conocer cómo ocurre dicho proceso de información acerca del
12
Por ejemplo: el que a una mujer le sedan el asiento. Para este grupo, este hecho representa una ventaja. Sin embargo,
desde mi perspectiva, algunas acciones como esta sólo refuerzan un sistema de género tradicional que apunta a la
inferioridad de las mujeres.
14
Por ejemplo, su capacidad de decisión sobre sus cuerpos en el sentido de poder vestirse y llevar puesto lo que ellas
deseen.
130
feminismo. Primero, la feminista publica un comentario desde una lógica y mirada
específica. Este comentario tiene ciertas interrupciones que afectan su significado.
Cuando el mensaje o comentario llega al público, se apropia y se lee a partir de una
mira distinta a la original. A partir de lo anterior, se puede comprender que parte
de la percepción que tienen los hablantes sobre el feminismo, está condicionada
por el contexto y construcción genérica con la que cada persona está formada y
por las interrupciones gestadas en el proceso de comunicación del mensaje que
afectan su sentido original.
Por otro lado, y en relación con las jóvenes asumidas feministas, se concluye
que este movimiento se enuncia a partir de tres vías. Cada una de ellas es muy
similar entre sí, pero pueden estar separadas. Estas líneas son: el feminismo como
movimiento social, como teoría política y como filosofía de vida. Este último
posicionamiento es el más enfatizado y predominante. El hecho de que observen
a esta corriente como un acto que puede ejercerse a partir de las relaciones
sociales y como decisión personal, más que como un movimiento político y teoría
académica, podría estar relacionado con la etapa posmoderna en la que conviven,
ya que esta cosmovisión otorga un gran peso a la vivencialidad y la vida cotidiana.
Las jóvenes feministas externaron que a lo largo de su vida se presentaron
ciertos momentos que las llevaron a posicionarse a partir de dicha filosofía. Su
experiencia del ser mujer en la sociedad y su reflexión a través de algún facilitador,
fungen como elementos importantes que influencian en su discurso. En otras
palabras, es el factor género y las relaciones de poder que en él se insertan,
además del cuestionamiento ante estas experiencias personales, los elementos
sociales que impactan en su posicionamiento político. Una vez asumidas como
feministas, su opinión sobre el movimiento está regida, sobre todo, por las
reflexiones del ser mujer y por la teoría feminista.
La mayoría ha trabajado de manera esporádica en temas relacionados con
el género. Su asistencia en las movilizaciones no ha sido constante. Han dicho
enfocarse en ejercer un feminismo a partir de las relaciones sociales en la vida
cotidiana. Posiblemente también, en las redes sociales. Lo anterior apunta a una
urgencia de su participación en espacios públicos. Es necesario que las jóvenes
feministas se apropien de la vía pública para otorgarles una mirada feminista.
También es importante realizar cambios más formales, organizar redes globales y
formular planes de trabajo con el objetivo de impactar de una manera más amplia.
Las jóvenes destacan la necesidad de dividir al feminismo en ramas ya que
consideran que las corrientes pueden dar soluciones a una extensa agenda política
de las mujeres. Las colaboradoras simpatizan mayoritariamente con el feminismo
socialista, decolonial y lesbofeminista, y realizan una crítica al feminismo occidental,
pues lo consideran opuesto a sus intereses. El fenómeno anterior puede ser
entendido a través de la teoría de los movimientos sociales la cual indica que
actualmente la tendencia es luchar desde las propias trincheras, en contra de un
sistema económico y político imperante.
Es importante enfatizar que la academia representa un espacio que permite la
difusión de ideas feministas. Este movimiento ha logrado introducirse en las aulas
y se ha formalizado en líneas de investigación o en especialidades. Sin embargo,
las jóvenes expresaron que en dicho lugar se ha normalizado una burla y
cuestionamiento hacia ellas y sus producciones teóricas. En otras palabras, de
acuerdo con sus perspectivas, la academia es un espacio misógino.
131
Dicho grupo evidenció que las características de una mujer que se asuma
feminista deben estar regidas por ejercer un poder diferente al patriarcal. Rescata-
ron la importancia de la sororidad como una estrategia política que debe guiar los
pasos del feminismo. Y coincidieron en que el cuestionamiento hacia las diversas
formas de opresión y la auto-deconstrucción genérica y social es indispensable
para que una persona pueda catalogarse como feminista.
Así como el primer grupo de jóvenes colaboradores distinguieron a dos tipos
de feministas, las jóvenes practicantes de esta corriente evidenciaron que
también existen dos ramas muy marcadas en este movimiento. Se trata de las
feministas y las radicales. La radicalidad para ambos grupos es entendida a partir
de un cuestionamiento a la imagen tradicional femenina y cuando se presenta una
exclusión de los varones. Específicamente, las jóvenes feministas expresaron que
esta corriente se consolida cuando se posicionan como lesbofeministas.
Dentro del mismo movimiento se han gestado problemáticas debido a la
radicalidad. Existe una tendencia a medir la teoría y práctica en una escala que
muestre qué tan profundo se lleva a cabo el feminismo. Mientras más radical, más
disidente. Quienes se posicionan desde esa rama, insisten en seguir cuestionando
a las feministas que no siguen sus pasos. Por el contrario, muchas de las que no
concuerdan con esta idea, consideran que esa división provoca rupturas en el
desarrollo del feminismo.
Desde mi punto de vista, estoy de acuerdo con la diversificación de feminismos
para cubrir las inquietudes de una amplia agenda de mujeres. También estoy de
acuerdo con el análisis y las propuestas que se generan desde el mismo movimiento
para mejorarlo. En lo que difiero es en que se piense que algún tipo de feminismo
es el enemigo, especialmente el que conlleva a la institucionalización del
movimiento. Si bien, es importante señalar que éste ha sido absorbido por el
estado y por el sistema político para sus fines, lo importante es que se generen
estrategias para que ello no ocurra. Esto no significa que el feminismo liberal y
heterosexual se destruya, pues ello sería opacar una agenda de mujeres que lo
constituyen y cuya participación en los espacios públicos y de poder es necesaria.
Dicho de otra forma, la propuesta estaría en conocer el contexto, analizarlo y
generar metodología feminista para cubrir los espacios con una mirada de esta
índole. Ello significa que ninguna agenda valga más que otra y que ninguna
feminista pese más que otra.
Aunque muchas de las feministas jóvenes de Xalapa observan que el
feminismo de estado es el enemigo, en esa investigación se ha demostrado que
esta corriente de ha sido la única estrategia para que mujeres que no se asumen
como tal, puedan acercarse al mismo. Pareciera entonces que ello representa un
buen primer acercamiento ya que corresponde a una imagen que es incluyente
y mantiene ciertos estándares femeninos. En la marcha, estas jóvenes podrían
seguir deconstruyéndose y empezar a cuestionar sobre la realidad social de las
mujeres.
El feminismo en Xalapa no es un movimiento reciente. A pesar de que a lo
largo de su historia en la región no se han organizado múltiples colectivos, los
que existen han puesto un gran esfuerzo para acabar con las problemáticas a
las que se enfrentan las veracruzanas. Desde la perspectiva de las jóvenes, estos
obstáculos tienen que ver con la violencia, los feminicidios y un retroceso en los
132
derechos sexuales y reproductivos de las mujeres por la intromisión de la iglesia
y los grupos de derecha conservadores en asuntos políticos. Algunas destacan la
urgencia de analizar y cuestionar los organismos e instituciones gubernamentales
que imparten justicia para las mujeres, pues se dice que éstas carecen de una
mirada feminista.
Los problemas de las veracruzanas están relacionados con una ola de violencia
que afecta directamente la capacidad de decidir sobre su vida y su cuerpo. Asimismo,
se relacionan con una falta de representatividad de mujeres cuyo pensamiento
sea feminista en los espacios encargados de impartir justicia. La situación se
agrava si tomamos en cuenta la corrupción, los intereses políticos, la pobreza y la
violencia que se vive en el estado.
Lo anterior apunta a una problemática a la que el feminismo en la región
enfrenta: el estado. Es éste el agente que vulnera al movimiento y también a la
ciudadanía en general. A lo anterior se suma la Iglesia, pues ambas instituciones
han formado una relación que afecta directamente a los derechos y el bienestar
de las veracruzanas.
Como bien lo menciona Valcárcel (2011), cuando existe tiranía y control
social, el feminismo se ve mediado y controlado por el estado. Ello se ve reflejado
en el feminismo como movimiento social, pero también como movimiento
institucional, ya que se tiene que enfrentar a intereses políticos. El estado limita
los recursos, selecciona desde su lógica quiénes deben de ser las representantes
de las mujeres, no asegura el bienestar en la ciudadanía y tampoco ofrece
soluciones ni formas de erradicar los principales obstáculos de las veracruzanas. El
estado es uno de los mayores enemigos de las mujeres.
Desde este panorama, considero que en la agenda básica del feminismo en la
región debe de agregarse una atención especial a las problemáticas que el estado
ha generado hacia las mujeres. Es importante realizar un análisis de las estrategias
políticas que les afectan. Desde cada trinchera feminista, este movimiento social
debe ahora más que nunca mantenerse en alerta y no separarse de un trabajo
que conlleve a formar una agenda pública y política que cuestione de manera
constante a dichas estrategias políticas de gobierno.
133
134
Bibliografía:
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139
140
Anexos:
1. Testimonios y agradecimientos
• Las cinco feministas jóvenes recién egresadas de carreras afines a las ciencias
sociales y humanidades. Sus edades van de los 23 a 29 años.
141
No. Grupo Mixto No. Grupo Mujeres No. Grupo hombres
5 Luis 5 Carmen 5 Diego
6 Adrián 6 Alejandro
7 Antonio
Colaboradoras
No.
(Entrevistas a profundidad)
1 Melina
2 Marina
3 Socorro
4 Georgina
5 Karina
1 Melina
2 Socorro
3 Maricruz
4 Rosa
5 Isabel
6 Sofía
7 Ana
8 Gabriela
9 Érika
10 Paulina
11 Mirna
12 Lilia
13 Lorena
142
2. Guía de entrevistas
Entrevista aplicada a las feministas jóvenes para conocer su valoración acerca del
movimiento que encabezan.
143
11.- ¿Cómo crees que debería ser la participación de personas que no son
mujeres en actividades feministas?
12.- ¿Consideras que existen sesgos en el feminismo y si es así cuáles serían?
13.- ¿Bajo cuáles actitudes te das cuenta que estás frente a una persona
feminista?
14.- ¿Cómo observas la situación del feminismo en Xalapa?
15.- ¿Cuáles son tus propuestas para realizar cambios sustanciales en
relación con el género en el estado?
16.- ¿Qué ideas te surgen para difundir el feminismo?
144
145
Esta obra se terminó de imprimir en agosto de 2018.
La edición consta de 1,102 ejemplares.
146
El feminismo es un movimiento social cuyo propósito es lograr la
igualdad entre las mujeres y los hombres en los aspectos políticos,
económicos, y culturales. Las feministas son quienes, por medio de
reflexiones académicas, de manifestaciones sociales, de incidencias
personales y/o de labores institucionales, buscan una reconfiguración
del status quo actual que impulsa una diferenciación entre los sexos.
Pensar, ser y hacer feminismo en Xalapa. Voces desde la experiencia y
la disidencia es una investigación de orden cualitativa acerca de dos
grandes rumbos: por una parte, la apreciación y el análisis de
los discursos de la comunidad joven acerca del feminismo. Por
otra, reflexiona sobre el quehacer feminista particularmente en
universitarias de Veracruz. De tal forma que los objetivos principales
son los de analizar el impacto de la corriente feminista en la población
joven y estudiar los factores sociales que determinan e influyen en sus
posicionamientos.
www.sedesol.gob.mx
www.gob.mx/imjuve