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Primera edición: abril 2013

@ Derechos de edición rcser!?dos.


Fiditotial Círculo Ro jo.
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Colección Docmti¿
á)n9elaa xi áoixáa. aLta,peiv .
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@ Carlos Martínez Aguirre
Apcmd)ne
Iidición: Editorial Círculo Rojo.
Maquetációor Juan Muñoz Céspedes
Fotografia de cubierta: @ Fotolia.es
De igtal nodo para la presenación dt la ,erdad e! preciro aPartal
Cubienas y diseño de portada: O Luis Muñoz García.
iduo lo q* ms es más fircJtro.
tmpresión: PUBLIDISA Pus siendo ambas cosas q eidai ei tat deber ¡agradl elegir la nerdad.

ISBN: 978 84-9030,963 6


Ariifliteh.t
DEPÓSNO LEGAL: AL 327 2013

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recordando s¡empte que Ia obra que tiene en sus menos
puede ser una novela de ficción o un enseyo en cl quc el
autor haga valoraciones personales y subjetivas.

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l)c¡rlc cntr¡nccs han sido muchos los profesores de latín y griego zado exclusivamente mediante el estudio de la gram iacr- y b práctica
r¡ttc lc han pucsto cn contacto conmigo para expresarme su total de la traducción. Este hecho, sin embargo, no me ha llevado en nin-
rcucrrlo cr¡n Lr contad<¡ en ese ardculo y felicitarme por cl valor de- gún momento a poner en duda mi negativo juicio respecto a los re-
nlostrf,(l() ¿l cxponcr una verdad tan generalizada como poco admi- sultados de tal metodología, pero me ha servido de ptueba palpable
tirln: quc lr¡s liccnciados de Clásicas, después de cinco años de de cómo la perseverancia y el genio de determinados indiüduos son
csfrrrzatkrs cstudios, no sirlo solemos ser incapaces de expresarnos capaces de ct¡zar el éxito, incluso en las circunstancias más ad-
con una mínima c<¡rrección en ladn y griego §, en general, ni si_ versas imaginables.
quicra de escribir un par de lÍneas sin el temor a cometer quién sabe
qué horribles atentados contra las leyes de la gramática) sino,lo que
es peor, de leer con comodidad los libros escritos en estas lenguas
sin necesidad de echar mano continuamente de un diccionario o de
ediciones bilingües.
Algunos justifican este hecho aduciendo que el fin de la Filología
Clásica no es hablar ni escribir en latín y griego, sino [a traducción
rigurosa de los textos antiguos, algo que no se puede tomar a la li-
gera, sino que debe ser realizado con sumo cuidado, ponderación y
esfuerzo. Ante tal objeción yo respondo que si un profesor de tuso
se confesase incap az de imptovisar it.r¡lz la traducción de una página
de Dostoyevski, simplemente nadie le tomaía en serio. y no veo la
razón por la que el ruso deba resultar más fácil de aprender a un es_
pañol que el griego clásico ni, muchísimo menos, que el latín.
Muchos han sido los profesores de Clásicas con los que he tenido
la ocasión de discutir sobre esta cuestión en los últimos años. La
mayoría de ellos, ante mi pregunta sobre si podrían expresarse con
corrección en latín o griego antiguo o si serían capaces de improvisar
una tráducción de un texto clásico que no hubieran preparado pre-
viamente, han tenido que reconocer simple y llanamente que no.
Cierto es que, en algunas ocasiones, sí he encontrado a clasicistas
capaces de tales hazañas; Ia mayotia de ellos habían aptendido con
métodos 'haturales " (es decir, más o menos como se aprenden las
lenguas modernas.) En algún caso rarísimo he llegado a conoccr,
para mi sorpresa, a profesores con una competencia lectora en latín
y griego más que satisfactoria que me han asegurado haber alcan_

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por parte de nuestras maestfas y maestros. Cuando pienso en el ca_
riño que sentiamos por ellos (y que seguro debían nttar), y lo habi_
tual de l¿s visitas llenas de agradecimiento que muchos antiguos
alumnos hemos hecho a lo largo de nuestras vid¿s a nuestros
anti_ EL BACHILLTlRATo tsxpERrMtlNTAL
guos profes, sé que tantos sacrificios han sido tecompensados
con
creces. Como profesot siempre he tratado de seguii los pasos
de
aquellos maestros tan locos que me hicieron feliz, y siempie
he en-
vidiado a quienes tuvieron y tienen la ocasión de ejercer la docencia
en un lugar tan maravilloso.

l] st"d;é el Bachillerato entre los años 1988 y 1992. Me matriculé


L)enla sección experimental del Instituto San Isidro de Madrid.
El Bachillerato experimental era una especie de laboratorio en el que
el gobietno socialista de entonces estaba probando lo que iba a ser
la futura LOGSE. No sé si los maestros del Siglo XXI que nos acon-
sejaron matricularnos en aquella modalidad realmente tenían con-
tranza en ella y en los resultados de la futura reforma o simplemente
buscaban amortiguár cl inevitable golpe que nos llevábamos todos
los alumnos del Siglo al pasar de una educación no represiva basada
en la curiosidad y la creatividad a oüa autoitaria, individualista y
memorísdca en el peor sentido de la pzlabta..
Lo cierto es que a mí en el Bachillerato experimental no me fue
del todo mal, y posiblemente mi hermana Marina, que sufrió horro-
res para terminar el BUP y el COU en el mismo instituto, pero en
la sección normal, lo hubiese pasado con muchas menos angustias
de haber escogido, cuatro años antes, la misma modalidad. Ésa era
una de las críticas más fecurrentes que se hacía al sistema educativo
del Siglo XXI: que los alumnos no se sabían adaptat a los institutos


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manía de coger un trocito de ttza y zgltarh en su puño como si se
tratase de los dados en un cubilete. Pues bien, no sé a cuál de mis
compañeros se le ocurrió que aquello era un tic que le había quedado
MI pnrMER coNTACTo coN EL de tanto machacársela, y la comparación tuvo tanto éxito que al
MUND() CLAstco hombte le cayó el mote de "El Paiosqui", y así nos pasamos el resto
del cuatrimestre partiéndonos de ris¿ cada vez que el infeüz empe-
zaba co¡ sus explicaciones acompañadas del meneo de tiza, sin que
probablemente él llegara nunca a entender la razo¡ por la que pro-
vocaba tal hilaridad entte aquella jauda de pequeños salvajes. Esto
es lo único que recuerdo de los cuatro meses de cultura romana im-
partidos por el "Pajosqü".
Totalmente distinta fue la parte dedicada al mundo griego, im-
partida por M' Ángeles Martín Sánchez, una de las muiere s por las
que más admi¡ación he sentido en mi vida, y no sólo por su labor
docente sino pot ser una de esas personas que parecen haber sido
tr n aquel Bachillerato experimental que, como digo, era una es-
pecie de laboratorio de l¿ LOGSE, creo que en el curso se-
gundo (el equivalente al actual 4o de ESO) teníamos una asignatura
sacadas del molde del imperativo categórico kantiano. Es la única
profesora del San Isidro (y también de la Universidad) con la que
I]amada CULTURA CLÁSICA. mantengo hasta hoy amistad y en todo este tiempo mi respeto y ca-
Los profesores de aquella asignatura eran dos: uno encargado de
riño por ella no han hecho más que aumentaL Además, le debo a
la parte romana y otra de la griega. Del profesor de la parte romana ella, más que a nadie, haber descubierto mi vocación frlológica.

poco recuerdo y creo que no aptendí casi nada con é1, entre otras Pero volviendo a aquel primer contacto mío con [a lengua y la
cosas por el follón que montábamos en sus clases. [,o más intere- cultura griega, recuerdo que desde el primer momento todos nos
sante que me viene a la memoria es una anécdota algo chusca <¡ue, sentimos imptesionados por aquella maestra que, con su cafácter
como se verá, no tiene nada que ver con los objetivos de dir:lgación decidido pero a la vez úable, sin necesidad de dar una voz, se hizo
a las mil maravillas con nuestra revoltosa clase poniendo fin al ca-
de este libro pero, como tiene su gracia, aquí viene: el tal profeso¡
del que no recuerdo ni el nombre, creo que era un interino y debía chondeo con e! que habíamos atormentado durante la primera mitad
de llevar muy poco tiempo en la docencia pues se le veía muy joven,
del curso al pobre "Pajosqui".
casi lampiño. Ya fuese por su inexperiencia, ya por un humor exce- De aquel cuatrimestre de cultura griega recuerdo las proyecciones
sivamcntc sanguíneo, lo cierto es que el hombre se mostfaba muy de diapositivas con cuadros mitológicos de todas las épocas que nos

netvioso a cada momento (yerfo funesto cuando se tiene que eiercer encandilaban (años después, como profesor, he podido comprobar
la autoridad sobre un grupo de adolescentes en plena revolución como los mitos griegos amansan incluso a los alumnos más feroces,
I aún no enúendo muy bien por qué), el aprendizaie del alfabeto, que
hormonal), y entre los gestos que denotaban su excitación estaba Ia
a mí me pareció tan divertido como si nos estuviesen enseñando a

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escribir con tinta simpática y, sobre todo, lo que para mí fue un ver-
dadero descubrimiento: el asunto de las etimologias, y en esto era
yo rara aris, pucs la mayor parte de mis compañeros preferían, con
mucho, la parte mitológica de la asignatura. Mt tixPERTENCIA COMO ALUMNO D },]

lo cierto es que esa alquimia de las palabras que es la etimología LATiN t:N 11 L B,rculLLr,rRATo
me pareció algo grandioso, hasta el punto de que no sé si ese mismo
año, o al siguiente, me pedí para reyes un enorme diccionario eti-
mológico de palabras españolas de origen griego para continuar in-
cluso fuera del aula el inacabable juego de maravi.llas que M" Ángeles
nos había descubierto en su asignatura. Todavía conservo ar¡uel pri-
mer diccionario de helenismos del Profesor Cdsóstomo Eseverri
Hualde y lo guardo con el mismo cariño con que otros conservan
su primer y más querido iuguete.

n el tercer curso del Bachillerato experimental debíamos elegir


tr, entre varias modalidades. F,n el San Isidro se ofertaban dos: fi-
lológico y de ciencias experimentales. Había bastantes más que no
recuerdo pero, en cualquier caso, creo que en mi instituto sólo se
ofertaban estas dos, así que mi elección estaba clzrz, dada mi abso-
luta ineptitud para las matemáticas, que me perseguían como furias
desde 7" de EGB.
Comencé el Bachillerato frlológico atraído más que nada pot la
Historia y las Ciencias Sociales, pero también con ganas de continuar
aprendiendo eúmologías con aquella profesora de griego tan mara-
villosa que habíamos tenido el curso antedor y que yo sabía, por mi
hermana, que era la única que se encatgaba de la asignatura en el
turno de mañana (en el tutno de tarde había otra, Rosa, famosa por
dirigit un grupo de teatro griego que eta uno de los orgullos del ins-
tituto.)
El profesor de Laún, sin embargo, era nuevo ('Pafosquí" des-
apareció aquel año y nunca lo volvimos a ver.) Su nombre: Jesús
Garcia García y había sido ya profesor de mi hetmana en el Bachi-

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l7eruto narmal, asi que tenía algunas referencias de éL joven, simpático rido maestro de la lengua del Lacio y que erl el que empleaban y ve-
y estaba como un tren (esta erá una apreciación completamente sub- nían empleando desde hacía más de un siglo la mayoda de los do-
jetiva de mi hermana Marina y sobre la que yo no podía opina! y centes latinos cn España y el mundo, salvo algunas hontosas
aunque a veces se cabreaba y pegaba unas broncas que temblaba el excepciones de las que hablaremos en'su momento.
misterio, al final era un buenazo y aprobaba a todo quisqui (este era
el dato que más me interesaba, porque el l^tíí tení^ fama de
"hueso".)
Años después supe que Jesús murió siendo todavía muy joven
en un desdichado accidente de automóvil. Mantuve amistad con él
durante todos mis estudios universitados, y creo que la última vez
que le vi fue al volver de mi estincia en Grecia, donde pasé dos años
después de acabar la Universidad. En aquella época todavía no había
descubierto el método Orberg, así que creo que nunca llegué a plan-
tearle mis inquietudes y dudas pedagógicas. ¡Cómo me hubiese gus-
tado hacedo!
[,o cierto es queJesús resu]tó ser tal y como mi hermana lo había
descrito: un tío genial, carismático, que se metía a los chavales en el
bolsillo pero con el que, la verdad, no aprendí demasiado latín. Y
que conste que no le echo la culpa aJesús en absoluto: efa un pro-
fesor excelente, enamorado de su profesión y que nos preparó muy
bien para la Selectividad (y eso quc yo no era precisamente un
alumno bdllante ni aplicado, sino más bien vaguete), pero a lo que
me tefiero es a que, en realidad, en aquellos tiempos y con la meto-
dologh que se aplicaba en la enseñanza del latín, lo normal es ni si
quiera los alumnos más ttabajadores e inteligentes, aprendiesen latín.
Aprendíamos otras cosas: declinaciones, conjugaciones, sintaxis,
morfología... pero nada de lo que cualquiera entiende por aprender
realmente una lengua .
Pero todo esto necesita una explicación más detallada, para lo
cual permítame el amable lector hacet un inciso en estos recuerdos
y dedicar los próximos capítulos a un anáIisis algo más pormenori-
zado de aquel método de enseñanza que aplicaba mi primer y que-

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que un curso de lengua, parecía de cábala. Como bien decían los de-
fensores de aquella ahrcación: el latin era lz gimnasia del eEíitu pues,
sin duda, mucho músculo cerebral había que tener para poder llegar
a dominar una asignatura que consistía en aprender una lengua como
L¡ SnLECTIvIDÁD DE, LATÍ N
si se tratase de un ejetcicio de lógica.
EN F,L CURSO DE 1992
Lo cierto es que no a todos los alumnos se les daba tan mal como
z mí Había, algunos que incluso destacaban y le cogían el gusto.
Estos eran, generalmente, los alumnos más dóciles y aplicados en
todas las asignaturas, por lo que realmente go de rzzón tenían los
alemanes invento res de la Billangcuando decidieron convertir el es-
tudio de las lenguas clásicas en la piedra de toque de su sistema edu-
cativo: para llegar a aprender latín con esta metodología hay r¡ue
tener una disciplina y capacidad de trabajo verdaderamente prusianas
y muy poco espíritu crítico.

f omo ya he dicho, pasé mis dos cursos de Latín en ei instituto


\--.t descifrando frases y, en total. no creo que en aquellos dos años
la cantidad de texto latino que trabalamos en clase alcanzase las dos-
cientas líneas. Lo mismo hubiera dado que hubiesen sido el doble o
la mitad, porque con cada nueva sentencia latina lo único que per-
feccionaba era mi técnica de descifrado, que consistí¿ en saber iden-
tificar cada vez meior las desinencias diversas y en establecer
hipótesis cada vez menos disparatadas de traducción, siempre con
el apoyo del diccionario, con el que consultaba prácticamente todas
y cada unas de las palabras, incluso aquéllas más evidentes, siempte
alerta ante la posibilidad de los "falsos amigos", y que me hacían
que, tal y como se nos había advertido, en ningún momento preten-
diese leer e[ texto de forma lineal, como había sido escrito y pensado
por sus autores y como se hace en cualquier otra lengua, sino que lo
primero que debíamos hacer era "buscar los verbos" y, a partir de
ellos, ir teconstruyendo la frase piez pieza, pimero comprobando
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si éstos eran intransitivos o transitivos, de ser así verificando las dis-
tintas palabras que pudieran estar en caso acusativo y comprobando

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en que cada alumno debía pfepa;^r y rea)tztr unz exposición sobre
un género literario o autor a nucstra elección, además de la lectura
de algún clásico latino (en traducción, obüamente.) Yo leí, por con-
LAS CLASES DE GRIEGo ItN EL sejo de mi padre y con mucho disfrute, ElAslo de Oro.
BACHILLERATO En clase de griego, sin embargo, la maesra dedicaba una Parte
muy importante del tiempo a las explicaciones de cultura, siempre
siguiendo el método de ir apoyando todo lo que contaba con ilus-
traciones en fotocopias o diapositivas y explicando cada tema no
una, sino muchas veces, dejando que en últimas fuéramos nosotros
los que comentásemos las ilustraciones, de manera que al Frnal del
curso me sabía bastante bien casi todo lo que habíamos ido traba-
jando sin necesidad de habet estudiado nada en casa. Este estupendo
método pedagógico es el que yo mismo siempre he aplicado en mis
clases a la hora de abordar los temas de civilización (también en
latín), si no con el mismo éxito que mi querida maestra, sí con bas-
Q astante más provecho saqué de las clases de griego. En primer tante contento de mi parte, y creo que también de parte de mis alum-
I)lrgr. M" Ángetes dedicaba mucho más tiempo a los aspectos nos.
de cultura y civilización, de forma que en aquellos mis dos primeros En el capítulo de lengua griega M' Angeles seguía más o menos
cursos de lengua griega me pude formar un panomma b¿stante com- el mismo método queJesús pero de una forma más clara y sistemá-
pleto de la historia,la mitologÍa, las instituciones, el arte y la literatura tica (o, al menos, así me lo parecía a mf , de tal manera que a lo largo
de la Grecia Antigua. En la clase de latín no recuerdo que "sacrifi- de los dos años me quedaron bastante claras cuáles eran las princi-
cásemos" nada de tiempo a estos temas. Seguramente Jesús consi- pales desinencias y catacterísticas de Ia morfología griega y cómo
deraba, no sin razón, que cada minuto escamoteado a la práctica del debía aplicar estos conocimientos a la hora de "desci[tar" las frases.
análisis y la traducción suponía una amenaza a nuestras posibüdades He de decir también, en honor a la verdad, que M" Angeles insistía
de apr<ibar el Selectivo. mucho en el aprendizaje del vocabulario básico. Nos proporcionó
Quizás me equivoque y en algún momento se nos diese alguna una lista de unas 600 palabras ordenadas por grupos semánt.icos y
clase sobte la historia romana. Sea como fuere, si lo hizo, me debie- siempre nos insistía cn la importancia de ir aprendiendo cada día
ton resultar tan aburridas que las he botrado de mi memoria. Lo unas pocas, algo que yo, por desgracia, no hice, y creo quc tamPoco
que sí recuerdo es que cn primero leímos un librito titulado Así uitíatt ninguno de mis compañeros... quizás alguno de los más empollones
los romanos, del que posteriormente hubo un examen que suspendi- sí, no lo sé.
mt¡s casi toda la clase, yo incluído: a pesar de haber leído el libro me Con todo ello los rcsultados de aquellos mis dos primcros años
resultaba imposible memorizar la inmensa cantidad dc datos que allí de griego fueton bastante más positivos que los de latín: en primer
aparecían. En el segundo curso la parte de cultura romana consistió lugar aprendí mucho sobre el mundo griego antiguo y, sin ninguna

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advettitme del mal momento que vivía la especialidad, de cómo el temor justificado a que ésta supusiese uflá merma considerable, e
futuro no auguraba nada bueno para la misma y de sus dudas sobre incluso la desapatición de nuestras materias en el Bachillerato.
la supetvivencia del latín y el griego en la inminente ley de educación I-o cierto es que Raquel sólo completó el primer año de carrera,
(a fututa LOGSE) que se nos venía encima, con las consecuencias pues durante el segundo conoció a un chico que teda un ¡arania y
nefastas que ello podía acarrear para mi posible futuro laboml. "Hay allí se nos fue, feljz con su aventura rural. Sergio terminó la carrera
quc pensar en los garbanzos, Cados".- Me diio. con éxito y, aunque le he perdido la pista; sé que ha estado traba-
Con parecidas reflexiones acogió M' Angeles mis propósitos. jando como profesor en algunos institutos de Barcelona y Madrid.
Creo que las acompañó t¿mbién de alguna palabra de aliento, pero
en general en 10 que más insistió fue en que se trataba de una carrera
cuyas posibles salidas laborales corrían serio peligro de desaparición.
A pesar de que pienso que mis dos profesores de Clásicas se alegra-
ban de mi decisión, cteo que ambos se mostraban sinceramente pre-
ocupados por las consecuencias que pudiera tener en mi futuro
profesional.
Pero cuando uno tiene diecisiete años, cinco más parecen una
eternidad, así que a mí eso de que las oposiciones llevasen años con-
geladas y de que quizás me tuüera que acabar dedicando a cualquier
otra cosa, no me preocupaba en lo más mínimo. Con la inconscien-
cia propia de la edad, desoí las advertencias de mis profesotes y de
una tía mia, catedrática de Filosofía, que me echó una btonca mo-
nument¿.I cuando se entetó de mi decisión. Todo en vano. A mí lo
único que me preocupaba era mi baio nivel de latín, pero pensé que
ya me pondría las pilas y recuperaría el terreno perdido durante la
c tÍet .

No sé si mi temerada decisión influyó en algo peto, poco después


de anunciar yo mis intenciones, otros dos compañeros de mi clase,
para mi so¡presa, anunciaron que también querían estudiar Filología
Olid y Raquel de Andrés. Me ñguro el asombro y la
Clásica: Sergio
preocupación de M" Ángeles yJesús, al enconüarse en un grupo de
quince alumnos á tres Futuros Filólogos Clásicos en aquellos mo-
mentos en que la continuidad de la especialidad pendía de un hilo.
Recuérdese que aún se estaba discutiendo la LOGSE y existía un

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Mis notas erzn cad^ yez meiore s, llegando a estar siempre entre
los primeros de la clase. Pero al acercarme al fin del tercer año yo ya
había flegado a la conclusión de que jamás llegaría a aprender latín
o griego de verdad, o al menos, no durante la ctrtera, así que lo Los ¡:xAMENES "sIN DICCI()NARr()"
único que mc quedaba era contentarme con meiorar mi pericia en
la técnica de descifrado con diccionario y disftutar, en la medida de
lo posible, de las clases teódcas de üteratura, historia, arte y filosofía
que, a estas alturas, ya había comprendido que era lo único verda-
deramente útil que estaba sacando de la cz¡reta.

f apítulo aparte mcrecen los llamados exámenes "sin dicciona-


\-.rrio". Ya he explicado que todo el conocimiento filológico que
hasta aquí había adquirido consistía en una técnica bastante imper-
fecta de descifr¿r textos con ay'r¡da de un diccionario de unas lenguas
de las que lo único que conocía eran unas cuantas reglas de gtamá-
tica. Pues bien, a esta curtosa exercitaü0, que a día de hoy me parece
absolutamente inútil e incluso contraproducente, pfonto se üno a
sumat otra (creo que a partir del tercer curso), más ardua si cabe,
aunque de resultados parecidos en lo que al verdadero aprendizaje
de la lengua se refiere.
Sucedió que un buen día el profesor de turno nos anunció que
ya eta hota de que empezásemos a traducir en serio a los autores
clásicos; es decir, que ya era hora de que empezásemos a hacer exá-
menes "sin diccionario".
Y allífie el llantol el cnjir de dieltes... ¿Cómo íbamos a traducir un
texto sin diccionario? ¡Nosotros, que por cada tres palabras que teníá
la frase consultábamos diez!
No recuerdo quién fue el que nos expücó el "truco" con el que
pasar aquel escollo más peligroso que las mismísimas Escila y Ca-

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el Instituto Goethe o fra¡cés en la Alüance Frangaise: empezábamos
con los saludos, aprendíamos a presentarnos, a hablar de nuestra fa-
milia, de nuesttas aficiones, del trabalo, los estudios... de forma que
LAS cLAsES Dg Hr"t BRB() íbamos asimilando el vocabulario y la gromáttca a través de'la con-
vers¿ción y el uso del id.ioma.
Si yo no hubiese estado ya totalmente deformado por la didáctica
gramaticalista (de ahí que antes dijese que no sólo se trata de un mé-
todo estéril, sino contraproducente), seguramente habría sacado
mucho más provecho de aquellas clases pero, por desgracia, ya era
demasiado tarde, de forma que, a pesar de que la orientación de la
clase era cien por cien comunicativa, lo que a mí más me preocupaba
era que mi traducción de los diálogos del libro de hebteo fuese co-
rrecta y creatme unos buenos esquemas de gramática para poder
estudiados, con lo que echaba a perder algunas de las mejores vir-
ya conté, decidí rep,:tir el primer tudes del método.
l-"-: curso de c trer^ p^ra
\--rpoder cambiarme al plan de estudios recién estrenado y así cur- A pesar de esto, en aquel primer curso aprendí más hebreo que
sar la subespecialidad de Filología Hebrea. También todo el latín y griego de los cuatro años anteriores: poseía un voca-
influió en mi
decisión el librarme del inglés y darme un poco d. mrrien bulario de varios cientos de palabras, sabía presentarme, hablar de
pam
coger mejor nivel en latín, que aunque la tenia aprobada mi familia, de mis gustos, de mis aficiones, er^ c p^z de mantener
y convali_
dada, sabía yo que todavía me costaba más de la cuenta. pequeñas conversaciones, ¡y hasta leía textos sencillos de un tirón y
Mi primer profesor de hebreo fue Luis Girón, en cuyas clases sin necesidad de usar el diccionariol
aprendí más que en ninguna otra de aquel curso, incluidas Es curioso como en ningún momento me planteé qoe la nzón
las de mi
propia especialidad. de aquel éxito pudiera estar en la metodología... ¿unque pueda pa-
Las clases de Girón no tenían nada que ver con las tecer increíble lo justificaba con la descabellada idea de que, al ser el
de latín y
griego. En aquel entonces yo no me daba cuenta del por hebreo moderno una lengua "artificial", debían haberla hecho muy
qué, pues
la defo¡mación mental a que me había conducido fácil.
el ,pr.rdizrje si._
temático del latín y el griego mediante el estudio de l, grr_ática Por desgracia en el segundo año de hebreo el método cambió to-
y
la traducción de textos me hacían creer que esta era la talmente y dejó de ser un curso de lengua viva para transformarse
única forma
de aprender una lengua, y no erz c paz de entender en el estudio de la gramática y los textos bíbücos siguiendo la misma
que lo que ha-
cíamos en clase de hebreo era radicalmente clistinto. metodología que en latín y griego. A mí aquello me pareció muy
I-o cierto es que aquella clase de hebreo tenía un enfoque bien, pues es a lo que estaba acostumbrado, y en ningún momento
que
nada sorprendería a cualquiera que empezase a estudiar se me ocurrió pensar que el cambio podría suponer una pérdida.
alemán en
Pero lo cierto es que a parúr de ese momento, sencillamente deié de

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A pesar de ello debo decir que no todas mis buenas notas se de_ a mí se me ocurrió preguntarle si él ya eÍ^ caP^z de leer libros en
bieron a esta triquiñuela, y en más de una ocasión, realmente realicé
latín y griego, a lo que me respondió, después de muchos circunlo-
una buena versión de textos que no había visto nunca, gracias a mi
quios, que en latin, algo podia, pero que en griego deFtnitivamente
ya muy perfeccionada técnica de descifrado.
no, que eso era imposible, y que él no conocía a nadie que fuese
Sea como fuere, matrículas y sobresaüentes aparte, tras ocho
capz de hacer algo así. Me dejó alucinado.
años de estudios dc latín y griego (dos en el Bachillerato y seis en la
Lo cierto es que durante mis seis años en la Universidad no co-
facultad) yo, alumno número dos de mi promoción (el núme ro uno
nocí a ningún profesor que nos hablase nunca en latín o griego en
era mi buen amigo Juan José Carracedo) seguía siendo inceipaz, no
sus clases o que hiciese algo distinto ¿ exPlicar temas de grzmáúca
ya de hablar en latín o griego (eso ni se me pasaba por la cabeza que
y comprobar la traducción de los textos que nos había mand¿do el
fuera posible, de hecho ¿cuándo había visto hacer algo así a alguno
día anterior. Ignoro si alguno de estos profesores er2 caPaz de hablar
de mis profesores?) sino, ni tan siquiera de escribir dos [neas co-
fluidamente latín o griego antiguo. De ser así, lo disimulaban muy
rtectas en esas lenguas, o de traducit una página cualquiera sin sufrir
bien.
como un condenado a galeras. Y sé petfectamente (porque lo hc ha-
blado con é) que lo mismo le sucedía a mi amigoJuanio. Imagíneose
cuál debía ser la situación de los compañeros que habían terminado
con un expediente mucho menos brillante.
Recuerdo que una vez, cuando ya empezaba yo a olerme el pastel
(debía ser a finales del tercer curso), le pregunté a una profesora de
griego con la que tenía muy buena relación: ,.¿Cuándo llegaremos a
poder leer griego de forma fluida?,,A lo que ella, con la condescen-
dencia de quien responde a un niño que, sin sabedo, ha preguntado
una impertinencia, contestó: "¡Uy! A eso se llega cuando ya llevas
muchos años dando clase..." En aquel momento di la respuesta por
buena, aunque algunos años después (cuando ya era yo mismo pro-
fesor) comprendí que si uno no había aprendido de verdad latín y
griego durante la facultad, tampoco se debía esperat que esto suce-
diese por el hecho de dar clase con el mismo método con el que no
habías llegado nunca a aprender nada, por muchos años quea ello
le dedicases.
En otra ocasión, debía de estar yo en cuarto o quinto de carrcra,
me encontré en la Casa del Libro, en la sección de Lingüística, a un
chico algo mayor que yo y que estaba haciendo el Doctorado, o in-
cluso andaba ya de profesor ayrrdante, no estoy seguro. No sé cómo

48 49
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estoy harto yo de ver por aquí a profesores de griego que no tienen
ni idea de nada, pero ni de moderno, ni de antiguo, ni de nada". En
aquel momento aquello mc deió bastante desconcertado, pues mis
verdaderos y escasos conocimientos de griego clásico, a pesar de la LAS CLAsE,S DE GRIEGo MoDERNo Y MI
licenciatura, lo consideraba yo un vergonzoso secreto, y ni se me TRABAJO COMO PROFESOR
ocuría que pudiera ser algo generalizado (a pesar de que sabía que DE ESPAÑOL
ninguno de mis compañeros de clase sabían mucho más que yo,
salvo una excepción a la que me referiré más tarde, pero, en cualquier
casq pensaba yo que debía ser algo de mi promoción, que debíamos
ser ejemplares degenerados de la especie, o algo así.) I-a cosa es que,
como aquel tipo, que pot lo demás era muy simpático, me pareció
que estaba un poco majara (me dejó las llaves de su apartamento
durante todo el vetano mientras él estaba de vacaciones en España
sin conocerme de nada), no le di demasiada importancia a su co-
mentafio.
Y así, con la fortuna sonriéndome desde el primer instante en a HeUenic American Union es un instituto de idiomas dedicado
f
que pisé suclo griego, dieron comienzo aquellos dos años que pasé l---l fundamentalmente a la enseñanza de inglés, pero que también
en Atenas y que, por muchos motivos, fueton los mejores de mi ofrece cursos de griego moderno para extranieros. El curso de ve-
vida. rano con el que yo comencé tenía carácter intensivo (mañana y tarde)
Pero no es el objeto de este libro contar cuál fue mi ventura en por lo que en un mes debimos avanzar desde el nivel ptincipiante a
el país de los dioses sino, tan sólo, lo referente a mis experiencias Ia mitad del 42.
con el aprendizaje de su lengua. Aparte de conocer las letras y no tener problemas para entender
los conceptos gramaticales, de poco me sirvieron mis escasos co-
nocimientos de griego clásico en el aprendizaje de la lengua.
El funcionamiento del curso era el habitual en la metodología
comunicativa y que cualquier persona que haya estudiado inglés en
sitios como International House o el British Council conoce per-
fectamente: empezábamos aprendiendo a presentarnos, a h¿blar de
nuestra familia, nuestta profesión, nuestros gustos, etc. y, poco a
poco, a través de situaciones comunicaúvas cada vez más compleias,
íbamos asentando y ampüando nuestros conocimientos de gramática
y vocabulario. Si a esto se suma que en muy pocos días comencé a
hacer amigos griegos con los que pasaba todo mi tiempo, a nadie le

f2 tl
I
extrañará que p¿ra el final del verano ya fuese capaz de chapurrear la lengua, sino el procedimiento por el que ésta se aprende, para así
en griego con bastante soltura. poder apücado después yo mismo como profesor. Y debo añadir
Durante el curso normal segui asistiendo a las clases matudn2s que tuve unas maestras extraordinarias, pues verdaderamente en la
de la Hellenic American Union, y Por la tarde dando clases como Hellenic American Union sabían muy bien cómo se enseña una len-
profesor de español en la sección del Instituto Cervantes del Pireo. gua.
Al ¿cabar el año escolar creo que h abízmos dcz¡zado el nivel 82
(equivalente al FzTsl Cetifcate), y aunque todavía me quedaba muchí-
simo camino por recotrer en el aptendizaie del griego (y hoy sé que
aprender una lengua exttaniera es un camino que no se termina
nunca), ya me desenvolvía de forma completamente autónoma y eta
crpzz de defenderme con soltura en casi cualquier situación de la
vida cotidiana.
Muy interesante me resultó también mi trabaio como profesor
de español. Cuando Césat, el entonces iefe de Estudios del Cervan-
tes, me ofreció el trabajo, confieso que a mí me daba bastante miedo
mi falta de expedencia y, sobre todo, por mis todavía escasos cono-
cimicntos de la lengua griega, hecho por e[ cual me parecía muy di-
fícil poder impartir clase a alumnos griegos. Sin embatgo, al confesar
a César mis temores, éste me respondió: "¿Que no sabes griego? ¡Ni
yo tampocol ¡Pero no te habrás creído que vas a dat clase de español
en griego! Eso ni pensatlo, ¡totalmente prohibido!" César fue tan
amable que me permitió asistir a su propio curso para principiantes
como observador durante los primeros días, de forma que, lo que
yo veía que hacía él en su clase, después lo repetía yo también en la
mía.
Pero lo que más útil me fue a la hora de preparat mis clases de
español fue mi propia experiencia como alumno de gdego moderno:
en efecto, en las clases a las que yo mismo asistía por la mail'a¡a la
única lengua que se permitía era el griego (no podía ser de otra
forma, pues los alumnos éramos cada uno de países distintos y Ia
única lengua que todos teníamos en común era la que estábamos
aprendiendo.) De esta forma en las clases de gtiego, no sólo aprendía

f4 5t
para tener Seguridad Social, así que en el instituto tenían no pocas
dificultades para cubrir todos los cursos, especialmente los del Pireo.
Hoy creo que con la crisis y la globalización (en aquellos años toda-
EL DtiscuBRtMrBN r() DEL GRTEGo vía eramos rñuy pocos los españoles en Atenas) la situación ha cam-
biado totalmente y hay tortas para conseguir un trabajo de interino.
Por aquel tiempo yo casi me había olvidado de que en otra época
fui un filólogo clásico. Mi nueva profesión de profesor de español
me parecía lo más maravilloso que me podía suceder en el terreno
laboral y, verdaderamente, creo que nunca he disfrutado tanto de un
trabajo como durante aquellas clases dadas a un grupo de personas
tan deseosas de aprender que incluso cuando yo lo hacía mal me
daban ánimos para que no me preocupase y siguiese adelante. Mu-
chos años después, siendo ya ptofesor de Enseñanza Secundaria y
enfrentándome a alumnos carentes de toda motivación, me he la-
mentado de haber deiado aquel maravilloso rabajo, y he sentido la
urante mi segundo año en Atenas conseguí una beca del Mi-
extrañeza de ver como una misma profesión puede ser tan distinta
nisterio de Asuntos Exteriores, para la cual el único requisito
seg¡in las condicioncs en guc sc cierce.
era acreditar conocimientos medios de griego moderno (yo me había
Pero la concesión de la beca y mi matrícula en el Instituto de Es-
sacado el título en la Universidad de Atenas al terminar el curso pa-
tudios Bizantinos me llevaron ¿ record¿t mi antigua vocación y así,
sado) y ptesentat un proyecto de estudios que, en mi caso, fueron
después de casi un ¿ño de desconexión absoluta del mundo Clásico,
unos cursos en el Instituto de Estudios Bizantinos. Sabía que estas
me vi un día comprando una edición bilingüe de dos diálogos de
becas eran muy fáciles de conseguir pues por aquel entonces el nú-
Platón. Más que nada tenía curiosidad en ver si er c p^z de leer el
mero de españoles con conocimientos suficientes de griego era tan
texto en griego moderno, cosa que, en efecto, comprobé que hacía
ínfimo que, en ocasiones, incluso quedaban becas sin conceder.
sin dificultades. Pero mi sorpresa fue maÉscula al dirigir mis ojos
La única desventaja es que la ayuda era incompatible con mi tra-
al texto clásico y ver que ¡lo entendía! Es decir, no lo entendía... pero
bajo en el Instituto Cervantes, por lo que tuve que compensar la
entendía muchísimo más de lo que había llegado a entender nunca
pérdida de ingresos con algunas clases particulares. Hacía tiempo
durante la carrera. Realmente no p odialeer de conido el texto antiguo
había descubierto, por cierto, por qué me había sido tan fácil entar
pero, por primera vez en mi vida, aquello me pzrecít r.rtr texto y no
a trabajar en el Cervantes a pesar de mi nula experiencia: las clases
una seric de códigos en clave que yo debiera descifrar con ayrrda del
particulares se pagaban mucho mejor que las del instituto, y como
diccionario. Es cierto: todavía no eta c p^z de leer a Platón directa-
la demanda eta tanta, en cuanto los interinos se familiarizaban un
mente en el original, pero mi nivel de comptensión del texto a simple
poco con el país, empezaban a coger clases particulares y dejaban
vista había mejorado de forma espectaculat ¡y todo esto en un año
plantado al Cervantes, o a lo sumo se quedaban con un solo curso
en que no había estudiado absolutamente nada de griego clásico!

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mafavillosa y cuya oratofia exquisita, aunque en muchas ocasiones Afortunadamente cuando me tocaba a mí leet (de mala manera
resultaba demasiado difícit para mi nivel de griego, me fascinaba. por ser incapaz de entender a primera vista como hacían ellos, los
Fue al señor Mosjonás al primero a quien yo oí en mi vida lecr textos en griego antiguo), mis compañeros y profesores se mostra-
textos en griego antiguo con esa naturalidad absoluta que sólo puede ban comprensivos y benevolentes, como si supieran de sobra que
tener quien los entiende a primera vista y sin ninguna dificultad, y eso era lo normal entre los estudiantes extranjeros, incluso entre fi-
también fue el primero a quien escuché citar de memoria conrinua- lólogos clásicos. Por el contrario, y creo yo que para darme ánimos,
mente frases y frases y más frases en griego clásico, pasando de una todos se deshacían en elogios respecto a mi dominio del griego mo-
época a otra de su lengua sin el menor esfuerzo ni alarde. derno que, la verdad, tampoco era para tanto.
¡eué di-
ferencia entre estas clases y aquellas sesiones de gramática y traduc- Después de todo aquello comprendí algo que antes he mencio-
ción que había recibido en la Universidad! ¿por qué no había oído nado tan sólo de pasada: decía, cuando hablaba de mis peregrinas
nunca a mis profesores de griego en España dat clases así, leyendo ideas sobre por qué los alumnos de mi promoción habíamos apren-
y comentando los textos con esa naturaüdad, citando de memoria dido tan poco latín y griego, que en el caso del griego había una ex-
parrafadas de Aristóteles, Ana Comnena o los Evangelios? cepción. A una de mis compañeras de facultad, de nombre Patricia
Pero [o que más me asombraba (y avergonzaba) era ver cómo Velasco (y de la que anduve yo medio enamoriscado, pot cierto,
mis compañeros, los otros alumnos, también leían y entendían los como prueban algunos sentidos sonetos que le dediqué) le dio por
textos clásicos sin necesidad de habedos preparado previamente. aprender griego moderno durante la c Íteta, e incluso fue a pasar
Desde luego no con la misma facilidad que los profesores: en oca- un verano en Atenas.
siones preguntaban alguna palabra o punto que no entendían del Pues bien, con el tiempo Patricia empezó a destacar sobremanera
textq pero se notaba que, en líneas generales, entendían a primera en clase de griego. Como a pesar de sus desdenes éramos muy ami-

vista textos que a mí me parecían muy complicados (y eso que había gos, muchas veces hacíamos juntos los deberes y a mí me asombraba
la cantidad de vocabulario que conocía y la soltura con que se en-
mejorado mucho respecto a lo que sabía zl acal¡ar- la carrera),
¡y ni frentaba a los textos, aventurando con frecuencia la ttaducción de
siquiera eran alumnos de Clásicas! ¡Pero si había una chica que venía
los mismos sin echar mano ni una sol¿ vez del diccionario. A mí
de ciencias puras! Por no hablar de los textos de época helenística o
aquello me parecía asombroso y no podía explicarme de dónde le
evangélicos, que todos leían sin ninguna dificultad...
¡si hasta yo había venido aquel genio para el griego que nos dejaba al resto de la
mismo los entendía!
clase a la altura del betún. Ni por uri mome¡to se me ocurrió rela-
Entonces descubrí que las diferencias entre el griego de los Evan-
cionado con sus progresos con el griego moderno.
gelios y el actual no son mucho mayores que las que puede haber
entre, por ejemplo, el español y el italiano; de forma que cualquier
griego de ho¡ incluso sin haber estudiado nunca griego clásico,
puede comprender cabalmente y sin demasiados esfuerzos el griego
de los Evangeüos. ¿Y ésta era la lengua que no tenía nada que ver
con el griego moderno?

k@-.á.
óo ór l"sr'ruonro"]
Pr. §)
Pero, volviendo al tema que nos ocupa, en aquel curso de San-
I tander aprendí muchas cosas que tuvieron una enorme influencia
en mis ideas respecto al aprendizaje de idiomas.
UN vrrRANo EN I-¡ M¡GDALENA Fue, sobre todo, en una conferencia en la que la ponente hizo un
repaso histórico de las diversas metodologías aplicadas a la ense-
ñanza de segundas lenguas. En ella describió con bastante precisión
todo el sistema con el que durante mis años de Bachillerato y Uni-
versidad se me había enseñado latín y griego, llamándolo mérodo de
granártca1t tradtcciór, y poniéndolo como ejemplo de cómo za se debe
cnseñar una lengua. Dc los apuntes que tomé en aquel curso pude
hacerme una primera idea de las diferentes metodologías con las
I
que se enseñaban lengr.ras extranieras y así llegué a comprender por
primera vez cómo la Filología Clásica se había quedado totalmente
al margen de todos los avances que en didáctica de segundas lenguas
se habían producido en el último siglo, al menos en lo que a los do-
f_J e olvidado contar que entre mis dos cursos en Grecia (el que centes que yo había conocido se refiere.
I lpasé como profesor del lnstituto Cervantes y el de Becario en
el Instituto de Estudios Bizantinos), hubo una estanci2 en Santander,
También fue entonces cuando, por pdmera vez, me planteé la
posibilidad de qué habría sucedido si a nosotros, en vez de enseñar-
con una ayrrda que ofrecía el Cervantes a sus profesores asociados
nos latín y griego como lo habían hecho, nos lo hubieran enseñado
para realizar un curso de verano dedicado a la Di&i¡tica d¿t Erpañul
como Lzngta Extranjer¿ en el conocido Palacio de la Magdalena.
con el método comunicativo, tal y como yo había aprendido griego
Gracias a ese viaje me libré del terrible sismo que viüó Atenas
moderno o como yo mismo enseñaba español a mis alumnos hele-
nos.
aquel verano y que, seguramente, me hubiera provocado no poco
Por primera vez en mi vida empecé a comprender que si yo no
tertot postraumático, como le sucedió a más de un amigo mío: al-
había adquirido una competencia mínimamente aceptable en estos
gunos de los cuales incluso pasaron una buena temporada dur-
miendo en el patio o en una casa de campo, por miedo a las réplicas. idiomas ¿ pesar de todos mis esfuezos, no se debía a una incapaci-
dad innata o a que el latín y el griego clásico fueran lengns dficilísi-
En mi vieio apartamento de la calle Erecteo el terremoto abrió una
mas s6lo aptas para mentes superiores como la del profesor
raia en la pared, como poco inquietante. Pero por [o que se ve, al no
Rodríguez Adrados, sino a que el mátola con el que se nos habían en-
haber estado yo en el momento en que el suelo de Atenas se levantó
señado era dfitilísino. Y que si, en vez de haber pasado ocho años
como si por debajo pasase una ola, a mí los relatos de mis acongo-
jados amigos me hacían muchísima gracia, así que seguí durmiendo de mi üda dando vueltas a aquel juego de espías que erala grzLmíaca.

a pierna suelta sin dade ninguna importancia a la grieta que cruzaba


y traducción, mis profesores se hubiesen dedicado a hablarme en
de arriba abajo el salón.
gtiego y latín sencillo desde el primer día y a hacerme h¿blar en esas
mismas lenguas como yo hacía con mis alumnos en clase de español,

62
6l
probablemente a estas alturas no sólo sería capaz de expresarme srn
ninguna dificultad ni titubeo en las lenguas de los antiguos griegos
y romanos, sino que podría leer con comodidad todo tipo de obras,
con las dificultades normales de cualquier persona que lee üteratura Du vurlr.TA A E,sPAñA
en una lengua que no es la materna, desde luego, pero sin tener que
enfrentarme a los clásicos no como a lo que son (un texto vivo que
nos habla desde el pasado), sino como a un crucigrama.

l)asaron mis dos años triunfales en Grecia y, no sé muy bien por


I qué, me vi de melta en la patria, convencido de que me esperaba
un brillante futuro como profesor de español como lengua extran-
ierz.
Por desgtacia pronto descubrí que las opotunidades de ganarme
dignamente la vida con este trabaio en España eran remotísimas: es-
tuve un año trabajando a cuenta de algunas academias que me pa-
gaban una miseria pot clases que ellos ofrecían a precio de oro y,
finalmente, llegué a [a conclusión de que tenía más posibilidades de
acertar seis númetos en la primitiva que de encontrar un buen em-
pleo de profesor de español para extranieros en Madrid.
Así las cosas, me veía otra vez haciendo las maletas y, mientras
andaba tanteando las posibiüdades de Francia (que no patecían mu-
chas, debido al gran número de españoles allí asentados) y de l-rtano
(con bastantes más opciones, aunque sabía que a mis padres no les
iba a h¿cer demasiada gracia), mi padre me convenció de que, entre
tanto, empezara a prepa(ar oposiciones para profesor de I-engua y
Literatura españolas.

64 6t
I

A mi la plaza de ptofe de lenpga no me atrtía en lo más mínimo, alumnado, al ser más selecto, era mucho
menos conflictivo, por kr
pues tenía v¿rios amigos en la profesión y a todos les escuchaba re- que pensaba que mi calidad de vida como
latos pavorosos sobte la situación del sistema educativo: la indisci-
doc.nt. r..í, much,,
mejor ejerciendo como profesor de Clásicas
que de t,engua y Litc_
plina en las aulas, la falta de motivación e interés del alumnado, etc. t?tvrí¿..
Como a mi señor padte, Antonio Mttinez Menchén, que es uno Nada más volver a casa, y con la cabeza
en plena ebullición, llamé
de los narradores más importantes de la generación del 50 y algo de ,..,T:lg1], maestra y conseiera de temas relacionados
üteratuta española sabe, le hacía mucha ilusión ir preparándomc los con las Clá-
sicas: M" Angeles Martín Sánchez.
temas, y yo siempre he sido un buen hijo y un buen aficionado a la
lectura de nuestros clásicos, me pareció bien [a idea.
No es que tuüera demasiadas esperanzas en aprobar aquellas
oposiciones pero, al menos, veía bien lo de completar de esta manera
mi formación y mis lecturas de literatura española, así que dejé de
trabajar, abandoné el piso compartido donde había estado viviendo
desde mi regreso de Grecia y, de vuelta al nido, me dediqué a estudiar
los primorosos temas que iba haciendo mi progenitor y a leer poesía
y novela española de todas las épocas.
Y en esto andaba cuando, en una visita que hice a un sindicato
para informarme de los llamados "temas legales" de la oposición,
no sé cómo, empecé a hablar con uno de los sindicalistas y en la
conversación salió que yo, en re¿lidad, había hecho Clásicas, a lo cual
él me preguntó que cómo no me presentaba a las oposiciones de
griego, que en Castilla la Mancha habí¿n salido ese año unas cuantas
plazás y que seguro que la. ratio era mucho meior que en l-enguz y
Literatura.
Y así volvió a pasar por mi cabezz aquel sueño que hacía mucho
tiempo había descartado completamente: ser profesor de Clásicas
en Secundaria. La perspectiva me parecía mucho más atractiva que
la de profesor de Lengua y Literatura. Primero porque se trataba de
mi especialidad, y de enseñar segundas lenguas, algo con lo que ya
estaba familnnzado y por lo que sentía mucha más vocación que
por la enseñanza de la gramática y la [iteratura española. Y, segundo,
porque yo sabía que la mayor parte de los problemas de la Secunda-
ria se concentraban en la ESO, mientras que en el Bachillerato el


6'l
ttiiílii i§tí;É1,iÉii§li á§iɧ!;¿
\o
igÉiiiiiiii1B1 I si iiiáíái llsíss?
iá¡Ei;E [tgálE lEg [át ÉEtii E iÉ{E?E§
iiiagáÉg;r iE! i€á§EiI 1áiE siiit ÉEÉi
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ij EÉE [Ét i' ᧠ɡ,í H tÉ
en la lengua objeto de su estudio, los licenciados de Clásicas, habién-
dole dedicado un tie mpo y esfuerzo mucho mayores, no. Al menos
es¿ es la frustrante experiencia que yo viví, y la que muchos otros
profesores y compañeros me han confesado haber sufrido ellos mis- RTiADTNG GRREK
mos. Y este no es un problema de los ultimos años, sino que viene
de antiguo y afecta a todos los niveles de la especialidad. Aunque de
todo esto ya hablaré con más detalle en los últimos capítulos.

f omo ya comenté hace unos capítulos, a estas alturas yo era


\--rconsciente de que mi competencia en griego clásico era muy
superior a la que tenía al terminar lt catrerz y sosPechaba que, Por
lo mismo, debía de serlo a la de la mayoría de los licenciados en Clá-
sicas que no hubiesen aprendido griego moderno. Pero también
sabía que eso no significaba que supiese griego antiguo de verdad,
en absoluto.
Digamos que mi relación con el griego antiguo era similar a la
de un español que, sin haber estudiado nunca francés, pretende en-
terarse de las noticias a través de L¿ Mo¡d¿. Dada la similitud entre
las dos lenguas, entenderá bastantes cosas, e incluso puede que en
algunos artículos cuyo tema le sea familiar capte la idea general con
bastante acierto, pero eso no significa que pueda leer el francés o
hacer una buena traducción de ninguno de sus textos.
Mónica se encontraba en una situación mejor que la mía pues, al
igual que Patricia, ella había aprendido muy bien griego moderno
durante la carrera, por lo que, en los años de facultad, su relación
con el griego antiguo fue muchísimo más provechosa que la del testo

7o '1t
de alumnos de Clásicas: desde los primeros cursos estaba acostum- El ReadiryGruk, sin embargo, se aparta en algunos puntos muy
brada a leer los textos antiguos con naturalidad, no como enigmas, importantes de la ortodoxia metodológica que sí cumPle, Por eiem-
los
con la tranquilidad de quien posee la enorme base léxica común del plo, la serie Assimil. En Primer lugar no ofrece l¿ traducción-de
griego moderno y el clásico. t.*to, gri.go., sino un glosario con el que el alumno debe "desci-
Entre los libros que había traído conmigo había uno titulado R¿- frar" lo que allí pone. Ejercicio ¿bsolutamente inútil y estéril, como
ading Gruk que era lo más parecido a un método innovador que comprenderá quien haya entendido bien el mecanismo de esta me-
había conocido durante mis años de carrera. En re¿lidad se trataba tod.riogía, perá que, con toda certeza' los helenistas que pretendie-
de lo que en la clasificación de métodos didácticos se conoce como .on diptrrl" ,l aprendizaie del griego clásico se vieron obligados a
Mét0d0 de itmersión repetitiud. Este tipo de metodología, que estuvo imponer por la fuerza de la (mala) cosrumbre'
^E.,,
muy de moda en los años 60 y cuyo ejemplo más conocido es la fa- ,.g.rrr-ente, la causa por la que, cuando aquel libro llegó
mosa serie Assimil, consiste en ptesentar una sede de textos, al prin- "., igual de di-
a mis mrnos á,rrante mis años universitarios, me pareció
cipio muy sencillos y paulatinamente más complejos, que el alumno fícil y poco eficaz que la Gramática y los eiercicios de Berenguer
debe leer en voz alta (o escuchar del disco), para después comprobar
A-.ná.. También a causa de esto, cuando algunos profesores in-
el significado del texto con una traducción, y repetir unas cuantas no-
tentaban aplicar ese manual en el aula, ni ellos ni los estudiantes
veces más hasta estar seguro de entender el texto perfectamente
taban demasiada meiora en los resultados Es más: incluso resultaba
según se va leyendo o escuchando el original.
conttaproducente, pues los alumnos se acostumbraban a descifrar
A través de la repetición cotidiana de textos c d^ vez más com- forma
textos en general más sencillos que los verdaderos clásicos, de
plejos, el alumno va asimilando el sonido, el vocabulario y las expre- desde
que, al tlegar a estos, estaban peot entrenados que aquellos que
siones de la lengua, hasta llegar un momento en que se empiez z
el principio se habían enfrentado a textos originales'
pedir que sea el propio alumno el que haga e[ ejercicio de ir tradu-
Mi siiuación, sin embargo, thora' totalmente distinta, pues
e¡a.
ciendo pequeñas frases (as cuales ya ha escuchado cientos de veces)
de forma inversa, es decir: de su propia lengua a la lengua que está gracias a mi conocimiento del griego moderno el texa de.Rtaüng
aprendiendo. Zruk no me resultaba en absoluto dificil' Comencé a leer el primer
El nétodo de innersión repetitiru no es un mal método. Desde luego tomo y en menos de una tarde casi lo había terminado T¿n sólo
tenía que consultar e ir subrayando algunas pocas palabras para
mi
es mucho más eficaz que eL de granática1 tradlcciót. Entre sus virtu-
des está el ofrecet un aprendizaje muy relaiado (como decía la vieja desconocidas en cada página. El resto, simplemente, las teconocía
en
serie Assimil: r¿ff peine) y quLe se adapta perfectamente al autodidacta. gracias al gtiego moderno. De esta forma podía concentratme
No es, sin embargo, una opción muy popular para la enseñanza en isimilar los elementos gtamaticales, que se introducían de manera
sabiamente graduada. Poco a poco comencé a recordat y a
com-
el aula, pues resulta ext¡aordinariamente monótona, además de que
comienza a dar resultados activos mucho más tarde que el método prender, estivez de una forma mucho más clara, todo lo que había
comunicativo. estudiado en [¿ facultad.
Éste err, sin embargo, el único método no gramatical que yo El segundo volumen era bastante más compleio, e incluía textos
había conocido para la enseñanza del griego antiguo y el latín (sí, y, -uy lo.o adaptados, de Demóstenes, Platón y l¿ Odisea' I'¡:s
también había un Ruding L-atit) dur¿nte la carrera. i.*tos ho-éricos me resultaron los más dificiles a causa de la dife-

72 7l
rencia del léxico poético de la épica con el griego actual, pero los de
prosa, una vez asimilado el vocabulario del primer tomo, fui capaz
de entendedos casi a la primera. Tras varias lecturas de todo el mé-
todo en voz alta, constaté, no sin cierto asombro, que no sólo com- LA cAvltRNA DE LA FrLoLociA CLAsrcA
prendía todo sin dificultad, sino que había asimilado sin ningún
esfuerzo muchísimo vocabulario del griego antiguo, algo que, como
ya he contado, me resultaba imposible durante la ca;rreru..
Una vez estuve seguro de haber aprendido todo lo que podía del
método Rmding Grae,€ me dediqué, tal y como me habí¿ recomen-
dado M'Angeles, a leer todo lo que pude de Lisias, cuya oratoria no
me presentó dem¿siados pfoblemas y de cuyos discursos preparé
un libro comple to en edición de Oxford. Ni en sueños hubieta pen-
sado durante la cxrera que algún dia setía captz de algo así.
Me presenté a las oposiciones y obtuve pla,z^ et primera convo-
cátoria, a pesar de no llevar ningún punto de experiencia docente,
ni de ninguna otra cosa, pues ni las clases en el Cervantes, ni los cur- ll ene aqú y, Contra todo pronóstico vi cumplida mi
proJeson...
sos del lnstituto de Estudios Bizantinos, ni el título de griego de la I Iprimitrva ilusión de estudiante de Bachillerato: ¡iba a ser pro-
Universidad de Atenas contaban en el baremo de méritos. fesor de latín y griego! ¡Como M'Angeles yJesús! Bueno, no exac-
Donde más ventaja obtuve fue en los ejercic.ios de traducción, tamente, pues si algo tenía ya clato por aquel entonces es que no iba
especialmente en la raducción sin diccionario, en la que las notas a seguir los pasos de mis queridos maestros, al menos en lo que a
de la mayor patte de los candidatos, tal y como me había anunciado metodología se refiere.
M" Ángeles, fueron desastrosas. Después de haber podido comptobar con mis propios oios cómo
Mi amiga Mónica obtuvo l¿ calificación más alta en [a parte de mis alumnos griegos aptendían español a una velocidad incompa-
traducción sin diccionario y, en general, en todo e[ primer ejercicio. rablemente supedor a la de cualquiet alumno de latín o gtiego anti-
Pero en la encetrona se puso nerviosa y se quedó en blanco, por lo guo que hubiera visto yo nunca, tenía clato que, cuando empezase
que echó a perder el examen. Dos años más t¿rde volvió a presen- a dar clases de lenguas clásicas en el institutq debía aplicar una me-
tarse, esta vez por Castilla y León y aprobó con pl^z . todología similar a la que tantas satisfacciones me había proporcio-
nado como profesor de español.
¿En qué mundo vivía? ¿E,s que no me daba cuenta de que para
poder impartir clases con el método comunicativo el profesor debe
dominar la lengua que enseña a un nivel que ni por asomo era el que
yo poseía? Por increíble que pueda parecer, no. Yo seguía en la parra
o, para utilizar un ejemplo más clásico, en la caverna.

74 7t
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contrar algún manual para enseñat el griego antiguo de forma co-
municativa. Esperaba encontrar algo sim)lar tl Epikinoniste Ellinihi,
con el que había aprendido griego moderno en la Hellenic American
Sc¡cuÉLLAMos
Union, pero en griego clásico. Siguiendo ese manual, pensaba, iía
aprendiendo yo mismo a la vez que enseñaba.
Para mi desespctación y sorpresa al cabo de unas semanas de
búsqueda comprendí que no había nada parecido en griego clásico.
Lo más zvanzado que existía en el ya, comentado Reading Greek, el
método de Oxford (que me pareció igual que el Reading Greek, es
decir, para nada lo que yo andaba buscando) y algunos métodos más
en la misma [ínea... ¡escritos a principios de siglo! (me refiero al fa-
moso trabaio de WH.D. Rouse: I Grak bE at hone.)
Ante la imposibiüdad de llevar a cabo mi plan, tuve que pospo-
.f] nerlo sine die hasta que yo mismo elaborase los materiales. Ingenuo
I primer instituto al que me destinaron como funcionario en de mi, me figuraba que con un poco de esfuerzo sería capaz de es-
I--.rprácticas estaba en un poblachón manchego llamado Socuélla-
cribir yo mismo un método comunicativo para griego clásico. Tat-
mos Allí el profesor de L,ati¡ era también
Jefe de Estudios, por lo daría bastantes años más en publicarse e.l primer manual de griego
que la plaza por la que se me solicitaba era sólo de griego, teniendo
clásico que pretende adoptar dicho enfoque; me reEero al interes¿nte
que completar el resto de mi horari o con Alternatiu a la Relisón, pn
ce¡os de Commicación y cosas por el estilo.
método Polis, escrito por Cristophe Rico y del que, de momento,
A pesar de mi firme intención de enseñar griego clásico con el sólo está editado el nivel básico.
método comunicativo, en seguida me di cuenta delue una cosa Entre tanto, comencé a usar el claro y efectivo sistema de M" Án-
era
tener clara la metodología y otra, tener la competlncia suficiente geles que, dentro de la metodología de gramática y traducción era el
como para aplicarla. Como ha quedado dich o yo entendía. ra<urrabh_ mejor que conocía, combinado con un método experimental elabo-
nente el gttego antiguo, pero mi conocimiento era exclusivarnente rado en los años 70 por el catedrático Martín Ruipérez, y que es uno
pasivo. No tenía ni idea de cómo hablar griego clásico. Era como de los pocos eiemplos españoles que conozco de intentar enseñar
si,
pot ejemplo, pretendiese ponerme a enseñar italiano: por muy bien el griego clásico con una didáctica distinta a la de grtmáttca. y ttz-
que entienda el italiano (y cualquier español culto puedc leedo con ducción.
relativa facilidad a poco que se familiarjce con las pácas palabras Los resultados fueron bastante buenos dentro de lo que se suele
dis_
tintas más frecuentes), una cosa es eso y otra b;en distiÁta ser obtener con esta metodología: los chavales aprendieron bien las ca-
capaz
de dar una clase en italiano.
racterísticas básicas de la gtamáaca gñega, el uso del diccionario, y
Como en aquella época internet empezaba a ser una herramienta
a aplicar estos conocimientos a la traducción de textos sencillos, así
familiar, se me ocurrió que en la red de redes me sería muy fácil
en- que todos pasaron con éxito la Selectividad.

j8
79
Pero eso no tenía nada que ver con lo que a mí me hubiera gus-
tado consegür. Yo sabía que las lenguas se podían enseñar de otra
forma, incluso las lenguas clásicas. Pensaba entonces que el único
problema era que carecía de materiales adecuados; no me daba ORBT.,RG 11 x MACHINA
cuenta del otro problema, mucho mayor: que yo mismo catecía de
la competencia necesaria para dar una clase comunicativa en griego.

l\ [i siguiente destino, ya definitivo, fue el lnstituto de Enseñanza


IYlSecundaria de Pedro Muñoz, otro poblachón de la provincia
de Ciudad Real, a medio camino enre Tomelloso y Alcázar de San
Juan.
Aquí era profesor único de Clásicas, así que tendría horario com-
pleto de mi especialidad, encargándome de los cursos de Bachillerato
de Latin y Griego. En aquel instituto pasé unos años muy buenos,
pues el alumnado de Humanidades era poco numeroso y vocacional,
de forma que las clases eran una delicia.
Había concluido el verano y yo seguía igual de atascado en mis
tribulaciones metodológicas. Para las clases de griego había reelabo-
rado los apuntes de M" Angeles y las ftases de Ruipérez aptove-
chando las facilidades de maquetación que dan los modernos
sistemas informáticos. Me resignaba a seguir aplicando la misma me-
todología con la que yo había estudiado griego en el Bachillerato
que, aunque no era la que consideraba ideal, sí que eta más que su-
ficiente para preparar a los chicos pata Selectividad y además me de-
jaba mucho tiempo para tratar temas de civilización y procurar

8o 8r
transmiúr a los alumnos parte de mi entusiasmo por el magnífico Aquellas Navidades me llevé el primer volumen a Atenas, donde
mundo griego. fui a pasar las vacaciones con la famiüa de Amalía, quien al año si-
Bn latín, sin embargo, no sabía por dónde empezar. Había con- guiente se convertiría en mi esposa. Me leí el libro de un tirón ¡
sultado diversos libros de texto españoles y no me convencía nin- desde los primeros capínrlos, comprendí que había hecho un des-
guno. Tampoco podía aprovechar mis caóticos apuntes del instituto cubrimiento que iba a cambiar mi vida.
así que, finalmente, me decidí a intentar preparar unos materiales si-
milares a los que había heredado de M" Ángeles, pero para latín.
Como textos para las prácticas de traducción iba aprovechando los
que me patecían más adecuados de distintos libros y de la Antología
l¿¡ina de [a editorial Gredos.
Y en esto había pasado ya los dos primeros meses de curso
cuando, en una de mis incursiones por [a red, debí poner en el bus-
cad.or "latin pith tbe commanicatiu approacb" o algo similar ¡ no sé
cómo, llegué a una página danesa donde se presentaba un libro titu-
lado Un¿ra L.alina per se llluhafa.
Además de explicar cómo funcionaba el método se incluían unas
páginas de los primeros capítulos. Comencé a leedas y me quedé
fascinado: aquello no era exactamente un método comunicativo,
pero me parecía mucho más interesante que cualquier otro manual
de latín que hubiese visto hasta entonces. Se trataba de un texto es-
crito íntegramente en latín pero de una forma tan inteligente que
ca,dz- púabru nueva se podía comprender mediante el contexto o
ilustraciones al margen.
Ni corto ni perezoso escribí una breve misiva en inglés a la di-
tección que aparccia en la págSra solicitando un ejemplar. Casi in-
mediatam€nte recibí una respuesta que, en español, me indicaba el
número de cuenta donde ingresar el irrisorio precio del material co-
rrespondiente al primer volumen, y me daba efusivamente las gracias
por mi inte rés. Firmaba Hans H. Orberg.
A los pocos días recibí el paquete en el que no sólo me enviaba
lo que lc había pedido sino, de regalo, el segundo volumen del mé-
todo, un simpático Iibrito de diálogos en latín y unas cuantas edi-
ciones de Plauto, César y otros autores, todo ello preparado según
la misma metodología.

Il2 8l
I
pania, Graecia y Roma, cualquiera, incluso en el imptobable caso de
que ignorase por completo a qué se refieren estas palabras, podría
deducir el significado de las tres primeras frases ¡ por consiguicnte,
LINGvA LATINA PER SE ILI,vSTRATA también de las palabras i8, est, ety s,.tt t. Y fíjense que digo ctalquiera:
incluso un alumno cuya lengua materna no tuviera ni el más remoto
parecido con el latín.
Para un alumno español el significado de las tres Primeras frases
es evidente por su parecido con nuestra lengua, pero tl ldega, a la
cuarta frase encontramos una palabra cuyo significado no es posible
deducir de su similitud con el castellano y, sin embargo, cualquier
alumno mínimamente despierto será capaz de comprender el sen-
ttdo de qwque gracias al contexto en que aPárece.
Al igual que sucede con este primer eiemplo, por increíble que
pueda parecer, todas y cada una de las casi cuatro mil palabras latinas
"p I tolrmen que me había llevado conmigo a Atenas era un que van apareciendo en el método, siempre pueden deducirse, la pri-

Lgrueso mera vez que aparecen, de su contexto. Es gracias a este sistema que
manual de trescientas veintiocho páginas escrito desde
la primera hasta la última completamente en latín; no había ni una el manual no necesita incluir ningún vocabulario auxiliar en ninguna

sola palabra en ninguna otra lengua. lengua extranjera y que cualquiera que aprenda latín con este método
Más que a un método de idiomas, recordaba a aquellos übros de no necesita recurtit ni una sola vez en su aprcnüza1e al auxilio de
primeras lecturas que abundaban en la antigua escuela primaria, peto un diccionario. Y esto sucede desde el primer capítulo hasta el ú[-
en latín. De no ser por las explicaciones y los dibujos de los márge- timo.
nes, aquello bien podría pasar )or una novela latina antes que por El alumno que complete con provecho el primer volumen des-
un manual de aprendizaie, al menos no se parecía en nada a otros cubrirá que ya es captz de leer de forma fluida textos latinos senci-
manuales o libros de texto que yo hubiese visto, ni de latín, ni de llos como los libros narrativos de la Vulgata o algunas crónicas
ninguna otra lengua. latinas medievales, por ejemplo. El que asimile con éxito los conte-
El capítulo I, titulado IMPERI\'L{ ROMAN\M comienza con nidos del segundo volumen puede disfrutar como verdadero lector
las siguientes frases:
de cualquier obra de la üteratura latina.
Exactamente el mismo sistema de enseñanza se emplea para [a
Rtma in Italia e¡/. ltalia ifi Etropa est. Italia e¡ Graecia in Earopa smt.
explicación (más bien deberíamos decit e jemplificación) de la gra-
Hispattia qrcqw in En@a est.
mática: cada nuevo concepto gramatical es introducido de tal forma
que e[ aprendiz puede llegat a deducir su mecánica mediante la com-
Como quiera que en la página de la derecha aparece un mapa de
prensión del contexto.

EA
Europa donde se indican los nombres y localización de Italia, His-

84 8t (iuuruorc$
Por si todo esto fuera poco, al final de cada capítulo (cuyas his-
torias poco a poco van configurando una simpática novela de aven-
turas protagonizada por una familia romana del siglo II d.C.) se
ofrece un claro resumen (también en latín, por su puesto) de los MI pRItlf r:,RA LBCT'tr RA DEL MÉT()Do
nuevos contenidos gramaticales aparecidos en [a lectura, dos ejerci-
cios para practicarla gramáticty el vocabulado, y una üsta con todas
Ias palabras nuevas aparecidas en el capítulo para que el lector pueda
verificar, fuerá de contexto, si ha retenido todos los significados.

on el presentimiento de habet encontrado por fin, un material


f
\-¡extraordinario, me lancé a devorar, capíhrlo tras capíhrlo, aquella
obra maestra de la didáctica de latín.
Para mi desgracia, sin embargo, yo ya sabía algo de lzttin. ¡Oialá
hubiera conocido este método nada más empez^t la cztteta. o
cuando todaüa no estaba deformado por la mala didáctica! De haber
sido así, necesariamente habría procedido de una forma mucho más
pausada y humilde, resolviendo no sólo los dos controles que sirven
de revisión a cada capítulo, sino los centenares de eiercicios com-
plementarios que el amable profesor Orberg me había enviado
como regalo en dos cuadernos aparte y que yo ni siquiera me había
parado a mirar.
Pero por aquel momento mi mente flológica todavía identificaba
exclusivamente saber latín con traducir textos, así que quedé atrá-
pado en la lectura de ese texto latino que, por primera vez en mi
vida, podía entender directamente sin descifrar y del que veía que
¡oh maravilla! ¡asimilaba el léxico!
Cualquiera que no hubiese estudiado Filología Clásica no podría
haber avanzado tan deprisa como yo lo hice, que terminé los treinta

8ó 87
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I § e" E &E
!gE:! E:
gEi I E áÚ
E§! iiiiái Éigiíi i¡sItiil isagáíili
ÉE it i:i§i ÉEáiEi ?i ;i
ii i¿i lgitisiiii* it i iiÉi iíiiíiáÉiá
gEelE
sáÉ; sááeááiásÉáE
§
iái iiá{ii i§
cillo y ameno que cualquier otro que les hubiera propuesto hasta
entonces, y a mí me setvía para expltcar la. gtamánca y el vocabulario
con una seguridad mucho mayor que la que hubiese tenido con cual_
DIFUStóN DFr L M ÉT oDo O Rts11 RG quier otro m¿nual. No era un mal comienzo, pensaba.
En el curso sigrriente el mismo profesor Orberg me escribió con-
tándome que "algunos profesores de latín idealistas llevan unos años
trabajando con mi método y están tratando de dado a conocer en
España". Me facilitó la dirección de los mismos por si me interesaba
ponerme en contácto con ellos. Se trataba de Antonio Go¡zilez
Amadot y EmiLio Canales, de la Asociación Cultura Clásica. para mi
enorme alegría descubrí que no era el único interesado en aquella
metodología, sino que había ya un grupo de docentes preparándose
para daÁa. t conocer y distribuida en España. Me sumé con todo el
entusiasmo que pude a la labot de la Asociación. Incluso en mi in-
genuidad llegué a ofrecerme para elabotar un método similar al de
A p.rr. de los errores en los que incurrí cn mi primer contacto
Arbergparz gnego clásico, algo para lo que pronto descubrí que no
-1 \con el L)ngra I -atina per se lllnshala ya ügo que no fui consciente
estaba ni remotamente capacitado.
de ello hasta pasado bastante tiempo. Mi primera impresión es que
En aquella época leí el conocido texto del profesor Luigi M.iraglia
había encontrado un método definitivo y que por fi¡ iba a. aJcanza:,
Cóno (no) se enseña latítt en el que por primera vez vi reflejadas mis
e[ nivel de latín con el que siempre había soñado.
propias dudas y obleciones respecto a la metodología con que se me
F,n seguida comprendí que la lectura del segundo volumen me iba
había enseñado latín y griego en mis años de estudio. Un párrafo
a llevar algo más de tiempo (¡aunque no imaginaba entonces yo
me impresionó en especial. Decía en él el profesor Miraglia:
cuántol) pero mi prioridad en aquel momento era aplicar la nuer,z me-
todología en mis clases; realicé unas fotocopias y empecé a utilizar el
"Ilaa algtnos añot tlte la gran srcrte dt asistir a ma conferetia pronun_
texto de Lirrgla l.atina e¡ el aula... ¡apücando la metodología de gra-
ciada en el Institrto ltaliarro ?ara bs Estldios Filonífns fu Nápotes por el
mática y traducción! ¿De qué otra forma? Estaba claro que con cl I-.rz-
nztca tlficientemet* llorado lai§ Firpo, Curdo los dirponemos a aerifcar
gta Lztina no 1ba a aprender a hablar (q al menos, eso pensaba yo), de
las eompetencias de ntteslros ahtmnos de irctitlto, dtcía nás o menos Firpo, tos
forma que seguía descartando el método comunicativo; pero como
etcontiamos en la misma sitttatión q*e m direciilo de ua empresa qw, nue_
texto para la traducción me parecía mucho más adecuado que cual-
sitando tna seretaia qm sepa irlglér, ptlblid tn antncio en et peiódico. At
quier otro por la clariciad con que se ejemplificaban los nucvos fenó-
día siyien* u le presenta zna seioita, qte sostiene (auakndo con docmentos
menos gramaticales y la facrlidad que daba para asimilar el léxico.
sz dularación) haber esndiado el inglés daraúe cilco años, haber asistido ¿ c/a_
F,l resultado no fue todo [o malo que podría haber sido: a los
ses de inglés mat cinco horas a k semana,l baber *tdiado esa hngra et casa
chavales les gustri el nuevo texto, que les result¿ba mucho más sen-
tna hora dtrante todos e¡o¡ años. El indutrial, mntefiísimo, eslá segtro de

9o 9r
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Aunque mi forma de emplear el método, centrándome casi ex-
clusivamente en la lectura y la comprensión, no era en absoluto la
correcta, los resultados eran incomparablemente meiores que los
UN ¡l-ro EN EL cAMlNo que yo hubiera visto alcanzar nuncá con el método d,e gramáúca y
traducción; y no sólo los alumnos estaban encantados, también los
buenos resultados de Selectividad me confirmaban que iba por buen
camino.
Con todo, yo comenzaba a sospechar que el nivel del segrrndo
volumen debía ser demasiado alto. Algo así como que al bueno de
Orberg se le había ido la mano y había querido dar un salto dema-
siado grande al pasar de los textos totalmente elaborados pot él a la
adaptación en prosa del relato de la Eneida que compone los prime_
ros capítulos d,e Roma Aeterna ¡ sobre todo, a los textos del Ab IJrbe
Cofldita de Tito Livio que siguen después.
Me comenzaba a resignar a que tampoco ahora I ogfz,ti^ nzar
os cursos fueron pasando y a pesar de mi entusiasmo inicial los
f el nivel soñ¿do de latín: todavía pesaba en mi demasiado el^lc trauma
l---lresultados no eran tan espectaculares como en un principio me
de la cxreta.
había prometido.
Me había vuelto a leer el primer volumen del método tres o cua- Y en eso estaba cuando me llegó la oportunidad de cumplir una
tro veces, prestando mayor atención a los últimos capítulos que me sueño con el que había fantaseado desde el momento en que saqué
resultaban más complicados. Pero cada vez que intentaba el salto al b pla;ze de funcionario: el de hacer una alto en el camino y marchar
segundo volumen f¡tcastba.. Para mayor desconsuelo otros profe- a un país extran,ero. Aunque mi preferencia inicial era ldanda, mi
sores que estaban estudiando el método por su cuenta me contaban mujet siempre había soñado con vivir en Francia así que, cumpljdo
que tenían el mismo problema: el segundo volumen, el que conducía mi quinto año de trabajo, solicité la excedencia voluntaria y nos fui-
por fin a la ansiada lectura fluida de textos clásicos, también lcs te- mos a París, donde pasamos un ¿ño maravilloso dedicados a pet-
sultaba demasiado difícil. feccionar el idioma y disfrutar del t ouvre, los restaurantes libaneses
En el aula mis resultados eran más esperanzadores: poco a poco y los cines del batrio latino.
iba introduciendo, aunque de manera muy balbuciente, el uso oral El segundo año de excedencia (en la excedencia voluntaria es
del latín en mis clases y veía como a los ¿lumnos no sólo les encan- obügatorio solicitar dos años, supongo que con intención disuasoria,
taba, sino que ellos mismos se lanzaban a hablar en latin a [a primera y la verdad es que al llegar a ese momento nuestros ahorros se acer_
de cambio. Cada curso ayanzaba más en el libro: el primer año que caban a un punto ctítico) tuve la suerte de conseguir trabajo como
lo apliqué leímos sólo doce capítulos en todo el año, mientras que profesor asistente en la región de Bretaña, donde también disfruté
en los años siguientes llegamos a terminar casi todo el primer volu- de lo lindo. Nos instalamos en una casita de campo cetca de .la co_
men en un año, es decit: ¡treinta y cinco capítulos! muna de Plougastel y aunque a mí me encantaba el lugar, mi mujer

94 9J
no se adaptó demasiado a aquel exceso de tranquilidad. Yo, sin em-
bargo, nunca olvidaré las noches repletas de estrellas, [a vieia y soli-
taria iglesita, los atardeceres nublados iunto al lago, las visitas al
bosque de Brocéüande... QvoD ocvLvs NoN vrDrr NEC
Pero basta de digtesiones poéticas. [.o cierto es que pasé dos años AVRIS AVDIVIT
dedicado a disfrutar de la vida y costumbres francesas y bastante
desentendido de todo lo que tuviese que ver con la filología gteco-
latina. Supongo que necesitaba un descanso y recuperarme del des-
encantado sufrido respecto a mi primitivo fervor'

reo que fue durante mi segundo año de estancia en Francia


f
\.--t cuando empecé a escribirme con Gonzalo Jerez Sánchez, un
joven filólogo clásico de Madrid que por aquel entonces debía estar
en su primer año de ca¡retz-
Había llegado a mí, como tantos otros, a través de [a lectura de
mis artículos sobte didáctica. Según me contaba era latinista auto-
didacta pues ni siquiera había cursado el Bachil.lerato de Humanida-
des así que todo lo que conocía del latín eta gracias al estudio del
Lingta l-atina per se llh¡trata- Tras unas primeras misivas en las que
ptonto empezó a sorprenderme por su sededad y madurez intelec-
tual me descubrió, como quien no quiere la cosa, que "ya me he
leído varias veces el Rom¿ Aetena". Tuve que leer varias veces aquella
frase pata estar seguro de lo que veía. Inmediatamente le volví a es-
cribir pidiéndole que me explicara cómo lo había hecho, si no le
había costado demasiado el salto del primer al segundo volumen y
exponiéndole todas las dudas y dificultades que yo y otros colegas
habíamos experimentado.
Con absoluta tranquilidad me explicaba que antes de empezar a

,e.\
leer el segundo volumen del método ya se había hecho varias veces

/-.-
96 s7 (irruorcf)
\c..-
I

el primer libro copiando todos los ejetcicios a mano. Pensaba él (con


¿Y cómo había logrado aquel chico en menos de tres años de es_
toda la ruzón) que se!+rfamente por eso la transición al segundo vo- tudio autodidacta todo aquel.lo? Simplemente siguiendo el método
lumen no le había resultado dcmasiado complicada. A pesar de todo de Arberg con absoluto rigot y constancia; tal y como el propio
admitía que "el libro de ejercicios d.el Rnma Aeterxa no lo he hecho autor lo h¿bía concebido: leia cada capítulo un par de veces, lo es-
todavía completo, pues son tantos que me resulta ya insoportable". tudiaba con detenimiento, se aseguraba de haber entendido todo y
Por otta parte admitía que una vez alcanzada l¿ mitad del segundo no dejar ninguna palabra o concepto gtamatical en el aire, y luego
volumen había comprobado que su competencia lectora en latín era pa.saba. z realizar, copiándolos a mano en un cuaderno aparte, todos
tal que ya podía leer sin dificultad a autores clásicos como César o y cada uno de los ejercicios propuestos. Esta labor de hormiguita la
Cicerón así que, no pudiendo resistir a la tentación, había abando- había llevado a cabo un par de veces a lo largo de un año y medio,
nado el trabaio sistemático pat r dedicarse a disfrutar "indisciplina- y poco después comenzó con el segundo volumen, aunque a la
damente" de la lectura de las obras Frlosóficas de Marco Tulio, en mitad de éste, como ya he contado, comenzó a descuidar la resolu_
las que andaba entretenido en ese momento. ción del libro de ejercicios.
Todavía con la cabeza dándome vueltas no sabía bien si aquello Con este sencillo plan de trabaio, el que quizás yo mismo hubiera
que me contaba mi joven cottesponsal eran fantasías y exageraciones seguido de no haber estado lastrado por los preiücios heredados de
o si, por fin, había dado con alguien capaz de sacar verdadero pro- mi anterior mal aprcnüza1e, gwzás a esas alturas yo hz;bría alcanzado
vecho a la metodología de Hans H. Orberg. unos resultados similares a los de mi admirable amigo. Indudable_
Salí de dudas al volver a España unos meses después y tener la mente a éste, además de su tenaz empeño y esfuerzo, le favorecían
ocasión de conocer personalmente a tan talentoso muchacho. Que- unas dotes innatas para las lenguas de las que yo carezco. pero, en
damos para tomat un café cerca del distrito Universitado y, después cualquier caso, a partir de ese momento el ejemplo de aquel chaval
I del breve apretón de manos, comenzó a explicarme, como un to- me dio fuerzas renovadas para retomar mi estudio del método Or-
rtente, tod¿s las lectur2s y estudios en que andaba metido. Y allí fue berg.
qrod oculus non tidit nec aris ardiút, como dice la Biblia: aquel chaval Desde entonces los avances de aquel joven extraordinario no han
que aún no había cumplido los veinte años comenzó a desplegarme dejado de admirarme. Su maestría latina es tal que es la única persona
toda una serie de libretas en las que, a modo de diarios, libros de a la que conozco capaz de componer hexámetros en latín de forma
notas y cuadernos de escritura, había escrito páginas y páginas y más improvisada. Ha aprendido también, con gran esfuerzo y l.ibros
páginas ¡en latín! Yo apenas podía cteer lo que veía: "¿Y todo esto mucho menos eficaces que el Lingta I atina per se lllxstrata, griego
lo has escrito tú?" -"Sf', respondió sin darle ninguna importancia. clásico y es una de las pocas personas a las que he visto hablar y es-
Ahora escribo siempre e n laún pata ejercitarme, pero todavía me cribir con corrección en esta lengua. También ha aprendido de ma-
cuesta mucho hablar". Y ante mis atónitos oídos, continuó la con- nera admirable griego moderno y en la actualidad sé que está
versación hablando en latín, pausadamente, pero con un léxico tan dedicado al estudio del sánscrito. No me cabe duda que en poco
cuidado y una sintaxis tan compleja que a mí apenas me resultaba tiempo será capaz d.e escribir fábulas y contar chistes en la lengua
posible entender lo que me decía. No sé cómo no me dio un infarto. de Panini como si Io hiciera en la suya.

98
99
I
Si en la Universidad española hubiese un poco de cordura hace
tiempo que habrían nombrado a este chico profesor titular sin es-
perar ni a que termine la tesis. Supongo, sin embargo, que acabará
marchándose a alguna facultad extranjera o trabaiando en cualquier ORBT:,RG RELoADL,D
cosa sin relacirín alguna con la Filología Clásica.

erminado mi contrato como asistente de conversación ¡ como


f
I mi mujer estaba bastante harta de las soledades bretonas en
donde habíamos pasado el curso, regresamos a España nada más
terminar mi conúato a finales de mayo. Tenía por delante más de
cuatfo meses hastá reincofporarme a mi puesto de profesor de Clá-
sicas. Decidí comenzar el estudio sistemático del método Otberg si-
guiendo el ejemplo de Gonzalo.
Como se puede suponer mi avance etz thota muchísimo más
lento que en aquella primera y precipitada lectun, cinco años ha. El
copiar y resolver meticulosamente todos los ejercicios poniendo es-
pecial cuidado en aprender las cantidades vocál.icas de cada palabra
me llevaba un tiempo y esfuerzo considerable pero a mediados de
agosto ya había completado todo el material correspondiente al pri-
mer tomo y, con enorme satisfacción, pude comprobar como los
frutos de mi trabajo eran incomparablemente superiores.
En efecto: tal y como me había dicho Gonz lo reaüzar de esta
forrna el Lingta l -atina per se llhstrata la competencia activa del latín
parecía despertarse como por arte de magia. El pasar cientos de

IOO
IO¡
horas resolviendo eiercicios de gramática activa (similares
a los de de leer el texto y hacer los eiercicios casi tan bien como yo. No
Ios lVorkbooAs de cualquier método de inglés) ,".rí, .o-o
resultado quiero ni pensar lo que hubiera logrado con esa clase de haber.la te-
que, poco a poco, la mente se acostumbrase de tal forma
a pensar nido dos años. Baste decit que varios de ellos alcanzaron un nivel
en latín que, incluso sin haber tenido ni una clase práctica
de con- tan bueno que eran capaces d,e entenl¿rlos exámenes de Selectividad
versación, al acercarte al final del primer volumen te
dabas cuenta a primera vista. Estaba tan emocionado que hasta llamé a un perió-
de que eras capaz de expresarte en ladn con relativa fluidez
sobrc dico local para que nos hicieran una entrevista.
cua.lquier tema cotidiano que se te pasase p or la ctbeza. para
mi in_ En el curso de primero, sin embargo, los resultados fueron bas_
mensa alegría descubrí que ya podia hablar en latín, si
no como un tante más flojos: eran también pocos alumnos pero, en general, nada
Cicerón, sí con una competencia similar á la que, por ejemplo,
ten- motivados ni trabajadores. La falta, de ttabajo ¡ sobre todo, de inte_
dría un estudiante de inglós dc nivel A2. tJna vez misest;ba
;ufórico rés y atención en el aula, provocaron que tanto el ritmo de la clase
y esta vez con tazón.
como el nivel úcatztdo se resintieran considerablemente. Fue una
Eso sí: el esfuerzo reñzado había sido agotador. Deciclí
tomarme desagradable sorpresa encontrar a alumnos de esa edad tan faltos
un desc¿nso antes de comenzar con el segundo volumen. Empecé
de interés y poco responsables; era la primera vez que encontrába
a leer los primeros capítulos del Roma Aeterna sin proponerme
rea_ una clase así en el Bachillerato. Por desgracia no iba a ser la última.
lizar sistemáticamente los ejercicios como había hecho
hast enton_
ces y para mi alegtÍa y sorpresa comprobé que ahora
sí los leía sin
dificultad. ¡Los consejos de Gonzalo habían funcionado!
Me reincorporé a la función pública con destino provisional
en
un instituto de Almagro. Sabía que mi nueva compre.r.iór,
d. lr -.-
cánica del método y el trabajo realizado los últim;s cuatro
meses no
sólo habían supuesto una meiora espectaculff en mi nivel
de latín,
sino que iban a suponer un c¿mbio radical en mi aplicación
del mé-
todo en el aula. Por ptimera vez me veía capacitado para dar
una
clase de latín ¡en latín! Y est¿ba convencid<¡ de que podía
hacer
aprendet a mis alumnos con el mismo si.tem, qu. é.rnzrl.,
me
había descubierto-
Durante aquel curso viví el mayor éxito de mi üda como profesor
de latín con el grupo de segundo de Bachillerato, donde
hab?a pocos
alum¡os y casi todos excelenres. Completé casi todo el primer
vo_
l1men, Pero esta vez trabajándolo como es debido y haciendo
los
eiercicios. I-os chavales en seguida se engancharon al métod.,,
qr"
empezamos de cero, y a las pocas semanas ya estaban
hablando en
latín, componiendo sus propios textos y resúmenes, y
eran capaces

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áágEiiláÉiiɧiii*
^,
I

Pero como cteo que no está bien contar


confesiones ajenas,habrá
que esper¿r a que sean los propios protagonistas
de esas historias
quienes lo hagan. Verdaderamente merecerían ser puestas
en un
libro y_conocidas por todo latinista de este país,
y no irirAi""
que .'Txemusque,, p"., ^ "ra. D¡:,rrnANT ISTI RoMANI
Tr: id:.lid: i" v.rdrd'era historia
ce ta laürudad lrva en España en el último"r.iibi.
siglo. Ojalá la lectura de
estos recuerdos míos, sin duda mucho
_.ro, irr,.r"."ntes que los
que él podría escribiq despierten en él
el deseo de h¿cerlo.
No puedo dejar de lamentar que un hombre
de tan extraordinaria
facundia latina, poseedor del título oficial
de f.,e.pr.i. j".ra" a.
I aún concedido por el Ministerio de Asuntos
f"a.io.., y qr. .. .f
únic1 c1s3 lue conozco en España de
alguien que r,ry, p'..],lorao
un¿ tesis doctoral completamente en
latíi (algo que á ü párm,i.
ron pormotivos burocráticos) no esté
dándo ;hs.s .n nirrgu.ra Uni_
versidad española, sino trabajando como
catalogadoi ¿. ,n,
conocida biblioteca digtal. O tenpora, o nores!
I demás de las reuniones del Circths l_ztints ora de las activida_
-l \des a las que me dediqué por aquel tiempo pata melorar mi
nivel de latín fue la lectura de las excelentes versiones ladnas
de los
tebeos de Astérix rca,lizad,as por el gran Rtbrica¡relkws.
En mi época universitaria había comptado el eiemplar de la serie
titul^do A¡teix gladiatl4 pero después de traducir pis"d"me.rt
y
con ayuda del diccionario las primetas viñetas compiendr que
aque-
llo era tan sólo añadir una tortura más a mis abundantes tareas
d.
análisis y traducción y que en nada iba a contribuir a mejorar
mi de_
ficiente nivel, así que guardé el libro en algún rincón de ia bibLioteca
para que corriera la misma mala fortuna que el resto de ediciones
latinas que, no sé muy bien pata qué, había ido acumulando
a lo
largo de la carrera.
Sin embargo, después de haber trabajado bien el volumen de
F¿_
milia Ronana (que es el título del primer tomo de la obra de
Orberg,
creo que aún no lo he mencionado), un día se me ocurrió volver
a
echar un vistazo a aquel olvidado tebeo.
Descubrí con infinita alegría que ahora sí que lo podía leer
sin
apenas esfuerzo. Ni siquiera tenía que echar mano del diccionario

roó
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iÉ;E IEEÉI§i ¡áir{
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€::;€ g t; i€ t:Éi í; E,í j r,s gÉ = E IE* ¡
E Érái§ Eii tá i€t g§Et iÉgiár{}ÉE§l
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í[iÉsÉiáÉiá, i á93Éiii gI i íI
álE?i;§iiÉ i*rt á=; i**É
§ ÉEt ii
i,iiÉáiil§5
f§iÉá* í í *= j * ái is rá€
iáu*ÉÉiái ÉEE
t ---
para poder trabajar con este manual. En
la segunda fase, una vez
nos hemos empapado bien del vocabulario
y la. .*pr..io.rá. lati.r"s,
para lo cual hay que haber leído y vuelto
a leer muchísima" ,reccs
cada uno de los primeros cincuenta capítulos,
hasta entendedos a la
primera según los vamos leyendo u oyendo Cunso DE LATI N DE CAMBRTDGE,
e n latín, comenzaremos
a traducirnosotros mismos del francés al latín las rnir-". Rr.raorNG LATrN y orRos
f.rr., .o., MÉToDoS NATURALES
las que ya nos hemos familtarizado y
así continuaremo,
hasta completar los cien capítulos de la
obra. Cada siete"u"r,r^.rdo
capítulo,
hay uno d_edicado a la explicación pormenorizadr,
.n f."-é., d.
todos los fenómenos gramaticales que han ido
apareciendo hasta el
momento.
Ya digo que a mí, personalmente, aprender
una lengua así desde
cero me parece muy dificil. yo no me vería
captz de estudiar, por
ejemplo, ruso o alemán sólo con el método
Assimil. pero utilizar
esta metodología como refuerzo de otras
es bastante efectivo
sobre todq relaiado, pues se adapta perfectamente ¡ "p t¡rtso
a cualquier ritrno. de latín de Desessard fue al que más tiempo dediqué y
Basta con tener a mano siempre il liLrito
o los audios p".r'J.di."rl.. I---.t el único cuyo nivel, sobre todo en el ultimo tercio del übro, su_
unos minutos en cualquier momento en
que no tengas otra cosa petó con creces los conocimientos que hasta entonces había adqui_
mejor que hacer. y los resultados, po"o pl.q
,. noi".,. rido con el Lingta l.atiu per se llllstrata, cuyo segundo volumen ya
Además del método Assimil a. O...r."ra, "
existe otra edición había comenzado a urbajar.
francesa más_moderna que no recomiendo
y cuyos textos no sólo Convencido, no obstante, de que la lectura de textos en latín sen_
no tienen nada que ver con los simpatiquísimos
ie la vieja edición cillo me resultaba no sólo beneficiosa sino un descanso frente a el
,,no.:o:, además, están plagados d" ..ior.r. Afortrn"dairerte, esfuerzo constante que suponen los ejercicios de Orbergme dedi_
la
sección italiana de la casa Assimil ha reeditado
el método de Deses_ qué a leer una serie de métodos cuya estructura era, en líneas gene_
sard acompañándolo de unas excelentes
grabaciones ..,
-ó rales, similar a la que ya comenté en el capítulo dedicado al Rcading
qu.,
además, han tenido la genrileza de registá
en dos lrersio.re.., .on Crak
pronunciación restittta y con la musical y primorosa
pronunciación En el mundo anglosaión este tipo de métodos, conocidos como
erc/esiastia, que es la tradicional en
Italia. Rrudings, son casi los únicos empleados para la enseñanza del latín,
que en muy pocas escuelas o Universidades se enseña con la meto-
dología de gramática y traducción.
E.l pdmeto que leí fue el Car¡o de l_,4tír, de Canbridge, un método
muy intefesante que gozó de bastante popularidad en España en los
años 90 a través de una edición de la Universidad de Sevilla. para al-

l¡o
I
; ɧi;F§ rj§süi
t ;§; ;** f ;É iIá
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E€is§§ij; iE ái,t§iɧfi É+
ffígÉiííá §ÉÉgáiíi íÉíii3§§Éát áÉÉ
i¡áigiirá i; ;;ÉFi E iÉiÉíii¡t§ iÉáE
Éil
ɧí§i*tiri'Éár;
á§{ § if iiÉÉɧ§ áiɧ§-ÉÉ! iil ;§EÉt ; s;
'§Éii*EláfÉii§
á§E ári¡ igE * iE [ÉÉE iE ÉE i[áÉáE iE áÉt§
los mismos que en español) sin
que haya diferencia ent¡e
largas y breves. Además hay toda vocales
;* *;";;;;;;;;:;0,"r*".
LA BRoMA DE En¡suo como vocales simples
:;X:;'*'an 1,ir"Á" r,))y i[" .;y
como es bien sabido toda lengua
carente de un sistema educativo
está.sometida a u." .rol,.i¿n .on.-t",it.lD"oo
::1; r,"
:;**:{":.',iln;:r::i+::{ill{:1""tffi
't:Hffi :1.,u;::
produce cada cambio se
concreto, cuáles son .,.rnrlli.lllento
."ixi'""."ff ü:n';;1#j;:i,I1?:ff
problema: su escrirura quedó.fiiadi'en K,:1.:i"il,i:
,J-o-;;,;;;.i" ,, .uo_
I ntes de continuar
con
Iución fonética no se había deienido.
Ei.;il j;. ]l .uo lo.
I A-i-., n
como en alguno de los pró-
.rii,;ilii :1:'t"'cuestiones v
técnicas rereridas la
ofrecen el francés y el inglés, cuyas
ortografias no reflejan en
Iuto la pronunciación rear de ra rengua abso_
1..s"" s.*g;,:;;;,::'Jr:'"" a
inciso pata explicar a.lgu-
*tur,.i." ,.'lr,"o" rn,._
i
nos detalles que
pu"r.,., .", o."lt^lzcer -unpata aquelJos de estas lenguas, sin embargq
no pettenczcan , r" .ro..rrtttonoctdos Iectores que
_ .t":,:*i, se le ocure a nadie
misma. s.,;; ;., ;
H::'l|i*j]:I::I::i
En ta casi totaridad a" i"",i,r,o, ::::-. 0.," tratar de leer los
textos de épocas ,nrlgu", ."rnUi.nio
ción para adaptada a Ia corrr ir-O-nrn.,r-
f ü.Jr"..,Ji5r.ffi.oro, me.,t.s.t.enco",,p.".,;;::::"j.:::,'r::i"":::,:i:,::::,;
j-.^,:9, -rld:, excepción de p'r;;;;;;;.i*;;:,r*,-f,
ta
t. .l:*0, con la llamada
r_lcna pronunciación
pronuncracron era¡miana_ ;:'f "::,3"H: ::i:l'j ;'#'er s"g, ros, ada r, i-p" Jüia,a
d
en qué momento se produio
qu.
difier cambio fonético particular. cada
de la pronunciación
g';i;;.'".;':::
r.,irto.i." a'"i Ttablemente
Así sucedía también en la lengua
:3::: :;'il'ñ#j]
oores, vrene
il:,'ffii['üff'::i:Ill*;:
,T
emplcándose en la lenfua
ningún filótogo o gramático de r,
griega., y hasta el siglo
_t!ti.a'"á.'"
XVI a
grie*i_. _r, 0".r, copista bizantino se le hubiese "i;;;;;*;.r*
rencias desde el siglo II a.C.
o,O" otutt'oo'eer a Platón' Aristóteles, ni"
inuÉst,gad.,.e, muchísimo menos ros ,rn,o. E.*u,11it1.".:
od.r.n,,n ..t" ilx;;J;.".;;,H:*i:.r#*"os otra
I-as principales diferencias
que la histórica y t ra.ion¿ a.lr
gflego, que era-t"iIa únicaPronunciación
que conocían
la p,ronunciación histórica
r
y ra de toda la vida.
era¡miana afectan a)*¡.r.r.,, ,.o.llltt
actual cxiste ," ,i;;;;;;;.:ll:"-
t,, Ia pronunciación del gricgo Pero en esto apz¡teció el bueno
de Eras mo, que como todo
tlcs con cinco sonidos mundo sabe era un homb¡e con mucho el
(exactamenre s entido del humor,
ocurrió escribir una broma sobre y se le
el asun to. John pickering,

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helenos, perpetuó la catástrofe. Sobre este punto recomiendo


viva_ Es simplemente la fuerza de la tradición. pero es una tradición
mente la lectura del l1l¡ro E/ ni¡terioso caso alemán, de
la historiadora errónea y contraproducente que desprecia la unidad histórica de la
Rosa Sala Rose, en especial los capítulos tinrlados: D
e aimo los alemanes
lengua helénica negando uno de sus principales valores: el de ser la
se enamoraron de m /rgar que ntnca habíat uisto, De
cómo /o¡ a/emane¡ deci_
única lengua europea con un corpus literario que ha conservado una
dieron aoberse giegos y De cómo los ahmanes confuntlieror
a losgiegor c»n la asombrosa unidad a lo largo de cas.i tres mil años. Además, el empleo
laluralela.
del la pronunciación erasmiana aleia incomprensiblemente a nues-
Respecto a las cuestiones de la pronunciación del griego,
además tros alumnos del griego moderno, convittiendo momentos distintos
de los escritos del insigne erudito atgentino Saúl Anloniá
T,,ra¡ es de una misma lengua casi en idiomas extraños, lo cual supone un
muy recomendable la serie Saluados por brmanistas
1flólogos, escrita desprecio inexplicable hacia el propio pueblo griego, a quien debe_
por Santiago Carbonell, profesor de la Universidaá á.
AJ.r.,,.. ríamos estar eternamente agradecidos por habernos conservado vivo
Resumiendo: se puede decir que la pronunciación
erarmiana con hasta nuestros días el milagro de su idioma.
que se enseña el griego clásico es una hipótesis dudosa
y arbi.r;a¡ia
y que nadie puede afirmar que se cotresponda con la
empleada por
los atenienses del siglo V a.C. r,; con la de ninguna
otta éioca o dia_
lecto de la lengua gtiega.
De Io que sí estamos seguros es de que contiene numerosos
erro-
res. También estamos seguros de que la pronunciación
del griego
antiguo fue distinta según b época o la zona geográfrca,
algo que
ignoran qüenes aplican a todas sin excepción lÁipát".i,
.rr.-i*r.
Y también existe un consenso casi absoluto d. q,re ya en tiempos
de los apóstoles la ptonunciación del griego deúi, ,.,
muchísmo
más próxima a la del gdego acrual que a la hipótesis
erasmiana. A
pesar de ello, ni siquiera al leer los Evangelios los clasicistas
renun_
cian a esta pronunciación.
La única pronunciación de la que podemos estar absolutamente
seguros es la que los mismos griegos han seguido
empleando hasta
nuestros días desde hace más de dos mil años.

.la Todo esto es ignorado (en todos los sentidos de la palabra) por
mayoría de los profesores de griego clásico. No .r.o
qr. ,.t d_
mente ninguno lo siga haciendo con los mismos fi.r.,
que en tiem_
pos de la lnquisición o la Bildtngalemana. ya nadie pret..,d.
,purtr
de las cátedras a filólogos sospechosos de antipapistas
ni suplantar
a los griegos como legítimos herede¡os d. su.
,ni.pr.a.los. '

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a pocos kilómeros de Roma, donde la Iglesia Católica les ha cedido


parte de las instalaciones de un seminario, tazón porla cual sólo ad_
miten chicas en los cursos de verano, cuando no hay seminaristas
Vrv,rnrvM N ()vv r\,, en el campus.
Los cursos de verano están planteados como una inmersión in-
tensiva con la que los alumnos participantes en el primer mes debe_
rían completar el primer volumen del L)ngua Latina per se llltstrata y
en el segundo comenzar con el Rnma Aeterna y con una antología de
autores latinos de distintas épocas.
El planteamiento de estos cursos de verano es, en mi opinión,
excesivo. Creo que serían mucho más provechosos si redujesen el
ritmo por lo menos a la mitad. Ni siquieta en Israel, donde por ra-
zones políticas se encuentran los mayores expertos mundiales en
enseñanza intensiva de segundas lenguas, se plantean un dtmo tan
fuerte como el propuesto en los cursos de verano de Vitariun
I I autor de la edición itñzna de Atbínat, y principal divulgador Noutm, gtse pretende z.lcanza.¡ el nivel 82 (equivalente tl Fir¡t Certi_
-( Ide la obra de Hans H. Orberg en ltalia, tuve la ocasión de co-
nocerle en el verano de 2O10. fcate ing)és) en sólo un mes y el C2 (equivalente al de un hablante
nativo con estudios superiores) en el mes siguiente.
Luigi Miraglia, conocido entre sus alumnos como Aki¡itl¡ Mira-
Por lo que yo pude ver varios de los alumnos que llegaron con
bilis, es, probablemente, la persona que, en la actualidad, mejor habla
latín en el mundo. Desde hace más de veinte años dirige una insd- un nivel inicial muy bajo o sin conocimientos previos, acabaron d-
tución dedicada a la enseñanza del latín a jóvenes de todo el mundo rando la toalla y bastante perdidos a la mitad del primer mes. Sólo
en la que sólo se habla en latín las veinticuatro horas del día. No es alguno muy aplicado y con enorme facilidad natural para las lenguas
de extrañar, pues, que su facilidad en esta lengua sea incomparable. consiguió mantener, a duras penas, el ritmo.
Pasé dos meses con Miraglia durante unos cursos de vetano con Ent¡e los alumnos del curso de verano había varios que éramos
los que la Academia Viuim Nowm trata de teunir fondos para profesores de Clásicas, con distintos niveles de latín: desde los que
continuar con su encomiable labor, seriamente aLmena;zaLda por falta ya estábamos familiarizados con el método y habíamos llegado allí
de recursos económicos, pues los alumnos que durante todo el año más que nada para poder conocet a MitE¡lia personalmente y apren_
viven en la Academia y reciben clases de latín lo haien sin pagar m der de é1, hasta los que llegaron con los úpicos conocimientos gra-
un solo céntimo de sus bolsillos y la mayor parte de ellos provienen maticales de un filólogo clásico, pero sin poder decir ni una frase en
de mcdios desfavorecidos que, de otra forma no podrían permidrse latín. Estos, creo, fueron los que más provecho sacaron del curso,
estar 2llí. pues pudieron seguir el ritmo sin demasiadas complicaciones y al
La Academia comenzó su andadura en la ciudad de Montela, final de los dos meses ya eran capaces de chadar con cierta fluidez
cerca de Nápoles, y en la actualidad se encuentra en Castel di Guido, y de entender textos medianamente complejos.

122
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íi giiiiiiÉitl IEtl i iáii áíiit }í¡iáI
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itÉ iái; iiÉ iiÉÉ: át iaá;il E : É igE á[= i
destinado a seleccionar y formar tna^ élite i¡telectu a la vez que a
dotar a la futura nación alemana de una identidad fundamentada en
ese modelo educativo ideal.
EI, oRIGEN Dt1 LA TRAGEDIA I-as consecuencias del proyecto de Humboldt para la enseñanza
de las Clásicas fueron que lo que antes todos los chicos aprendían
en unos pocos años sin demasiado esfuetzo, ahora costaba diez du-
rísimos cursos a razón de dieciséis horas semanales. En toda Europa
surgieron voces críticas contra los catastróficos tesultados del nuevo
sistema pero, por desgtacia, las tazones políticas acabaron impo-
niéndose sobre las pedagógicas y en menos de un siglo el nuevo mé-
todo de enseñanzt esta.bt tan extendido que actualmente este es
conocido, ertóneamente, como el "tradicional".
Este fue el oigen de la tragedia del latín y el griego. Tan sólo unas
pocas órdenes religiosas, principalmente la Compañía de Jesús, se
libraron de aquella peste y conservaron durante algunas décadas la
A pr.r" de las clases de la mañana, Miragl.ia nos regaló a los tres metodología heredada de los humanistas, aunque también en la Igle-
I \o cuatro profesores que teníamos más nivel con un par de sia acabó por introducirse el nuevo enfoque. Y es que el método de
horas de cutso cxtr2 todas las tardes en las que leíamos textos rena-
gramáttca y traducción cuenta con una ventaia, si es que se puede
centistas ¡ a modo de comentario a estos, nos ofrecía sus conoci-
llamar así: permite que incluso alguien con muy pocos conocimien-
mientos y reflexiones sobre la historia de la enseñanza del latín.
tos de latín o griego pueda enseñar estas lenguas; basta con tener la
En aquellas charlas, además de disfrutar del prodigioso latín del gramáúct a mano y una versión bilingüe de los textos a descifr¿t
Mirabihs, comprendí en parte el origen del problema didáctico de
Miraglia, sin embargo, tuvo la suerte de haber aprendido latín
las lenguas clásicas; según Miragüa el latin fue enseñado como lengua
con el método natural cuando era adolescente del filósofo y natura-
viva (es decir, con un método no muy diferente al que en la actuali- lista Giorgio Punzo quien, a su vez, lo había aprendido asíde los je-
dad se aplica a las lenguas modernas) hasta bien enttado el siglo
suitas.
XIX. En aquel momento la crisis del laún como lengua académica Entre los profesores que se rebelaton contra los resultados de la
y la reforma educativa dirigida por Wilhelm von Humboldt condu-
nueva metodología estuvo el británico §Tilliam Henry Denham
jeron a la sustitución paulatina, primero en Alemania y después en
Rouse, fundador de la [.oeb classical library. Inglaterra fue uno de
el resto dc Europa, del sencillo método natural por otro cuyo obje-
los países en que más tardó en importarse la devastadora metodo-
tivo no era ya tanto el aprendizaje de la lengua como herramienta logía gramatical pero, cuando por fin lo hizo, en poco tiempo el nivel
de comunicación, sinr> un proyecto mucho más ambicioso y com-
de latín de los estudiantes británicos comenzó a descender de forma
plejo que consistía en tra¡sformar el estudio de científico dc la gra-
aterradora. Espantado de aquellos resultados el profesor Rouse
mática griega y latina en el paradigma de un modelo de educación
abandonó [a Universidad y decidió fundar su propia escuela en la

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la lectura o la historia, e incluso de actitud disrupdva en el aula) aquí chillerato ni entienden si realmente les va a scrvir prra llgo. Sc cn.
era algo más que frecuente. El ptimer año tuve suerte y el grupo de cuentran desmoralizados y angustiados por cl dramr cr¡tirlirno tlcl
segundo era razonablemente bueno así que, al igual que me sucediera paro y e[ endeudamiento que viven en sus casas. Much«¡s sc han ma-
en Almagro, pasé el mal trago de tener un primero flojo por la ilu- triculado ras haber sido rechazados de unos ciclos de F<¡rmación
sión con que viví las clases de segundo. Pero el curso siguientc me Profesional completamente saturados y otros, sencillamente no quc-
encontré con dos grupos poco motivados, sin hábito de ttabajo y rían estudiar. Son chicos a los que ni siquiera les gusta leer, que ter-
con tales carencias que hacían que incluso los ¿lumnos más trabaja- minaron la ESO con muchas dificultades y que nunca hubicran
dores tuvieran dificultades para seguir el ritmo de la asignatura. pensado que acabarían cursando un Bachil.lerato, peto se han visto
Fue un curso muy malo y no solo por los resultados: mi salud se obügados para no quedarse en casa de brazos cruzados. Si han es-
resintió hasta llegar a preocuparme de veras. cogido Humanidade s es, simplemente, porque piensan que es la op-
Comprendí que el método Orberg podia ser un ¿rma de doble ción más fácil. Y, para colmo de males, la próxima ley am er,^z con
filo: con él los alumnos motivados y trabajadores cosechan resulta- suprimir nuestras disciplinas en miles de Institutos de España: pre-
dos espectaculares; pero aquellos poco aplicados o con carencias tenden reducir las modalidades de Bachillerato ofertadas por los cen-
importantes corren el riesgo de quedarse descolgados encontráfl- tros, por [o que podría suceder que en muchos Institutos
dose perdidos de forma irreparable a mit¿d de curso. desapareciesen las opciones de Humanidades y Ciencias Sociales.
No sin pesaq al año siguiente adapté la metodología a las nuevas Algo tenemos que hacer. No basta con quejarnos: hay que rebe-
circunstancias hasta conseguir enconúar un equilibrio, si no satis- larse y luchar, aunque el camino se presente largo y doloroso. Como
factorio, al menos adecuado para que todos los alumnos saquen algo dijo un gran poeta g;riego: para que ruehn el nl, reqtiere muclto e{tet7o.
de provecho de las clases. Me acordé de un profesor español al que
conocí en Wuim Noum y que procedía de un centro de car¿cte-
rísticas simil¿¡es al mío: me comcntó que en su centro eta imposible
trabajar con el Ungta I -atina per se me dijo que él lo que
hacia en otganizat un seminario por la tarde cuando contaba con
alumnos adecuados. Entonces me pareció que exageraba.
Es irónico que en el momento en que me siento mejor preparado
para dar clase es cuando me enfrento a las condiciones más difíciles
para ello. Creo que, más allá de las catacterísticas de mi nuevo centrq
la agresión que en los últimos años se está perpetrando contra la in-
mensa mayoría de la sociedad tiene mucho que ver con todo ésto:
la matrícula del Bachillerato está desbordada, hay grupos de latín de
más de reinta alumnos, algo que no había visto nunca en toda mi
¡ experiencia anterior como profesor; peto lo malo no es éso, sino
que una gran parte de estos chavales ni siquiera querían hacer Ba-

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ffií§iiiíÍÉiííisiíi
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I-o cierto es que me produ)o una sensación bastante penosa ver
a un muchacho que sería capaz de entenderse con un griego de hace
dos mil quinientos años pero no con uno de hoy. Comprendí lo triste
que es formar a helenistas incapaces de disfrutar de los poemas de LA HISToRIA DE UN HoMBRI]
Carafis, de las canciones de Theodorakis, de las novelas de Kazantzakis,
del cine de Angelópulos, de la simpatía y cotdialidad, en Frn, del mag-
nífico pueblo griego.
No sé en qué quedará el sistema educativo español, pero si final-
mente se acaba dotando de verdadera autonomía a los centros para
orga,riza.r sus propios planes de estudios, sé que a mis alumnos no
les sucederá esto.

I preoder una lengua exúanjera es un camino que nunca termina


I \de r..o.t..se. Y si lo que se pretende es canzar el nivel que
permita disfrutar de las grandes obras de su literatura, con mucha
mis razón-
En ningún momento he pretendido que sea imposible l.legar a
dominar e[ latín y el griego medianre la metodología de gramática y
traducción. I-o que afirmo es que en mi caso ese sistema fue un fra-
caso y que muchos profesores de Clásicas (y no me refiero sólo a
los de mi generación, también a licenciados bastante más mayores
que yr.r) me han confesado haber sentido la misma frustración y sen-
timiento de estafa tras completar sus estudios. Si otros afirman haber
alcanzado el éxito de aquella forma, ellos sabrán cómo lo consiguie-
ron; puede que todos los caminos conduzcan a Roma pero está claro
que unos son más tortuosos que ottos.
La ambición de un filólogo clásico debcría ser disfrutar de los
autores antiguos en su lengua original sin necesidad de emplear el
diccionario mas que muy de tarde en tarde para veifrcar el signifi-
cado de alguna palabra que, en todo caso, hubiera deducido por el
contexto.

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