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Espinoza Hernández, Rodrigo

Literatura mexicana 5

​El ​sui generis ​de La hija del judío

La novela de folletín planteaba, de suyo, un amplio margen de maniobra para el escritor. La hija del
judío es una prueba cabal de esto. Se trata de una larga narración en que convergen buena cantidad de
estructuras narrativas, de subgéneros literarios y hasta de corrientes estéticas. Intricados en algunos
casos todos ellos, pero relacionados siempre. En este escueto texto trataré de exponer, sin dejar de
señalar los capítulos, lo que en este sentido encontré.
Mucho de regionalismo hay desde el inicio propio de la novela. La casa de Alonso nos es
descrita con una minuciosidad característica del naturalismo en el primer capítulo. En el noveno, “El
confesionario rojo” puede detectarse este elemento nuevamente. La descripción, por así decir, de
espacios íntimos es llevada, como procedimiento narrativo, a los espacios exteriores en algunos
momentos (sobre todo cuando los personajes se desplazan entre sitios) y entonces converge, de cierto
modo, con un cierto sentimiento regional de la ciudad de Mérida. A través, entonces, de la exuberante
descripción, vemos congeniar en la novela tanto al naturalismo como al regionalismo.
Otros elementos por demás detectables en la narración nos hacen pensar en el romanticismo:
esto es muy palpable en el capítulo tercero, momento en que María se enamora del colegial de San
Javier, al escuchar su melodiosa e inimaginablemente hermosa voz. Hay el típico sentimiento de amor
fatal, de difícil aceptación social, como se ilustra en la carta de María en el cuarto capítulo. Asimismo,
en el capítulo onceavo, “El tuerto de Hinostrosa” nos es apenas vislumbrado este personaje,
fantasmagórico y misterioso, casi terrorífico, como revisamos en clase que se permitía la tentativa
romántica europea en escritores como Edgar Allan Poe. También el romanticismo se hace presente en
la importancia mayúscula de los objetos. Tal es el caso del capítulo quinto “El puñal asesino”. En él,
notamos cómo la carga simbólica y significativa de un puñal se vuelve determinante. Conduce la
narración del mismo pero no al grado, claro, de la misteriosa carta, cuyo misterio nos mantiene
expectantes, en un uso por demás logrado del suspense, buena parte de la novela.
Un sentimiento realista también está presente en la narración. Aquí haré hincapié en la
utilización de cartas, manuscritos, pergaminos, etcétera, en la novela. Parecería, seguro, para un lector
de la época, casi facsimilares. El efecto logrado es bastante estimable: sentir que nosotros mismos, al
leer, estamos leyendo aquellos documentos. Es, podría decirse, un efecto de realidad. Este
procedimiento, dicho sea de paso, no queda vedado de la técnica suspense necesaria en este tipo de
novelas, pues, por ejemplo, en el capítulo octavo, se nos dan, de una gran cantidad de papeles, sólo
sus titulares, creando un formidable misterio. Por lo general, el contenido y estructura de estos
documentos es de índole argumentativa, pues se trata de justificar, a través de decretos eclesiales, el
ansiado encierro monacal de María. Me gusta pensar, a este respecto, el personaje de Propósito como
uno al cien por cien argumentativo: a través de la forma diálogo intenta convencer a los demás de no
ser subsidiario de aquel encierro. Es a través de la forma argumentativa que intenta mantener la
fidelidad a María.
Se trata, y lo digo porque viene al caso, de una novela bien que mal histórica. Esto lo supe
sobre todo a través prólogo. Esto, además, se suma a los demás procedimientos de carácter realista.
Toda mímesis es poiesis, pero la tendencia en la narración a la primera, seguramente, explica en buena
medida que los elementos aludidos estén presentes.
Trasluce, ya para finalizar, en toda la obra, un contenido de tipo moral: los personajes
principales son poseedores de valores, los cuales han de ser preservados por ellos mismos en pugna
con otros personajes. Esa tensión es la principal provocadora de todas las tensiones en la narración, las
cuales en definitiva mantienen al lector en el acto de lectura y de espera.
Estos son algunos de los subgéneros (me resulta un poco ambigua la palabra) de la novela
decimonónica presentes en La hija del judío, todos ellos en estrecha relación, como he tratado de
mostrar, con procedimientos narrativos y en convergencia con tendencias en la literatura, con
corrientes de la época. Así, sólo así, es como hay que entender este texto ​sui generis​, como un texto
fundamental en nuestra literatura, por lo poco encasillable, por ser tan depositario de tan diversas
tentativas, aún a pesar de su básico y apurado estilo (el escritor tenía estaba comprometido siempre a a
la pronta publicación, pues tenía que comer), aún a pesar de su época.

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