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Barrington Moore, Jr.

Los orígenes sociales


de la dictadura
y de la democracia
El señor y el campesino
en la formación del mundo moderno

TVaducción de Jaume Costa yGabrielle Woith

Ariel
IV. La decadencia de la Cdiina imperial y los orígenes de la variante
comunista 167
1. Las clases altas y el sistema imperial 167 PRÓLOGO
2. La «gentiy» y el mundo del comercio 175
3. La no adopción de la agricultura comercial 17'^
4. Ca)lapso del sistema imperial yauge de los cacic|ues guerreros iH2
5. F,1 interludio del Kuomintang y su sentido ISH
6. Rebeliones, revolución y campesinos 201

V. F.l fascismo asiático: elJapón 227


1. Revolución desde arriba: respuesta de las clases dirigentes Este libro pretende explicar los diferentes papeles políticos des
a las nuevas y a las viejas amena7.as 227 empeñados por las clases superiores terratenientes y el campesi
2. La ausencia de una revolución campesina 250 nado en la transformación de las sociedades agrarias (definidas
3. L1 orden de los Meiji: los nuevos terratenientes yel ca|)i- simplemente comí) sistemas donde una gran mayoría de la pobla
talismo -jyO ción vive de la tierra) en sociedades industriales modernas. Algo
4. C:onsecuencias políticas: naturaleza del fascismo japonés ... 2S4 más específicamente, trata de descubrir la gama de condiciones
VI. La democracia en Asia: la India yel precio del cimbio pacífico ... 305 históricas bajo las que uno de aquellos grupos rurales o ambos a
1. Relevancia de la experiencia india 305 la vez se convirtieron en fuerzas importantes para la emergencia
2. La India mogol: obstáculos ala democracia 30H de las versiones parlamentarias occidentales de la democracia y
3. La sociedad aldeana: obstáculos ala rebelión 320 íle las dictaduras de derecha y de izquierda, es decir, de los regí
4. C.ambios producidos por los británicos hasta 1S57 329 menes fascistas y comunistas.
5. Bntannica 1857-1947: ¿Un paraíso para el terrateniente? 340 Cvomo ningún problema llega nunca asecas ysin llover al es
• Mvinculo burgués con el campesinado a través de la no tudioso de la sociedad humana, vale la pena indicar muy breve
violencia
7- Una nota sobre la extensión yel carácter de la violencia mente las consideraciones implicadas en el que nos ocupa. Ya al
campesina gún tiempo antes de iniciar en serio esta obra hace mas de diez
8. La independencia yel precio del cambio'pacífico .17.77. W> ííños, me había vuelto escéptico sobre la tesis de que el indus
trialismo sería la causa principal de los regímenes totalitarios del
'^'glo XX, por el hecho muy obvio de que Rusia yla China eran
Icrccra parte. Infefendasy proyecciones teóricas países eminentemente agrarios cuando los comunistas se esta
VII. La ruta democrática hacia la sociedad moderna 307 blecieron en ellos. Mucho antes aún me había convencido de
VIII. Revolución desde arriba y fascismo que la comprensión teórica adecuada de los sistemas polmcos
IX. Los campesinos yla revolución ^ ••equiere que se atienda alas instituciones yla historia de Asia.
435 Por eso me pareció alo menos una estrategia prometedora in
Epílogo. Imágenes revolucionarias y reaccionarias vestigar qué corrientes políticas se dieron entre las clases que vi
463
vían del campo, ydedicar tanta atención alas sociedades de Asia
Apéndice como a las occidentales.
Una nota sobre la estadística ysobre la historiografía conservadora.. 4«7 Para empezar (en
V la. primera
I- pa la Edad
Unrííi , ,,, ,
Moderna, •
y asimismo
^ario democrático y capitalista hacia i? • 1
Notas ^ f pn Inglaterra, Francia y los
501 Como se icMjivi^
resolvió tal transformad^rioina ,había
i ^ sido
•j completar
1 ^ esa
Bibliografía Estados Unidos. Mi intención origmai nai k
565
objetiva. Este estudio se concentra en ciertos estadios importan
sección con capítulos similaressobre Alemania y Rusia con miras
tes dentro de un prolongado proce.so social que se ha ido confor
a mostrar cómo los orígenes sociales del fascismo y del comunis
mando en diversos países. Como parte de tal proceso han ido im
mo en Europa diferían de los de la democracia parlamentaria.
Tras algunas vacilaciones, me decidí a prescindir de esos dos ca poniéndose nuevos ajustes sociales, con o sin violencia, que han
pítulos, en parte porque el libro ya era bastante largo, en parte dado a ciertos países el liderazgo político en distintos momentos
porque durante el curso de su redacción se hicieron asetiuibles de la primera mitad del siglo xx. Lo que interesa aquí de modo
tratados excelentes a los que me hubiera sido imposible añadir central es la innovación que ha conducido al poderío político, y
nada en cuanto ainterpretación de la historia social de ambos pa no la propagación y la recepción de instituciones que han sido
íses. Por otro lado, no he dejado de aprovechar libremente ma forjadas acá y allá, .salvo donde han conducido a una pujanza sig
teriales sobre Alemania yRusia con fines de ilustración compa nificativa en la política mundial. El hecho de que los países de
rativa y en la exposición teórica de la tercera parte. Ea menor relieve dependan económica y políticamente de los gran
bibliografía reúne las fuentes que han formado la base de mi con des y poderosos indica que las causas determinantes de su políti
cepción de la historia social de Alemania y Rusia. No referirse ca se encuentran fuera de sus límites. Indica asimismo que sus
explícitamente aAlemania yRusia tiene por lo menos la ventaja problemas políticos no son en realidad comparables con los de
compensatoria de permitir una exposición más extensa (en la se- los países más importantes. Por eso un estudio general sobre las
^nda parte) de las versiones asiáticas tie fascismo, comunis.no v precondiciones históricas de la democracia y del autoritarismo
que incluyera lo mismo pequeños que grandes países sería proba
dernocraca parlamentaria, en el Japón, la China yla India, do..'- blemente tan amplia como llena de lugares comunes abstractos.
la es3Í la historia v Desde ese punto de vista, el análisis de la transformación de
la sociedad agraria en países específicos produce resultados tan
crí icos serán "¡T" ™P""- M- valiosos, por lo menos, como amplias generalizaciones. Es im
que menorcoñte portante, por ejemplo, saber cómo la solución de los problemas
agrarios contribuyó al establecimiento de la democracia parla-
nientaria en Inglaterra, mientras que el fracaso hasta hoy en la
y, ala vez, demasiado estrecho nara nérÍ c solución de aquéllos, planteados de modo muy distinto, constitu
bien fundadas. Acerca de la posibilidad de ^e^TpÍ df ye una amenaza para la democracia en la India. Además, para un
país cualquiera en particular, uno está obligado aencontrar líne
masiado ambiciosa, lo único miP ^.1 • empresa sea de-
as causales que no encajarían fácilmente en teorías de alcance
r;;: íi-r- más amplio. Una dedicación demasiado devota ala teoría, por el
contrario, entraña siempre el peligro de que uno ponga excesivo
.e„,ió„ £«.1..:^,':: tz sir'r énfasis en hechos que encajan en la teoría más allá de su impor
tancia en la historia del país en cuestión. Por todas esas razones la
democráticos, las áreas más reducidas de victoria ' *""7 '
munista por otro lado, como Cuba, los satélites d interpretación de la transformación en distintos países ocupa la
oriental, Vietnam del Norte, Corea del Norte— k' Europa mayor parte del libro. ,
deración alguna. ¿Cómo es posible generalizar sobre'eUle'r"o- En el esfuerzo por entender la histona de un país especifico,
lo de la dernocraca occidental odel comunismo excluyénl 7' nna perspectiva comparativa puede llevar al planteamiento de cues
La exclusión de los Estados democráticos occidentales tiones muy útiles y, aveces, nuevas. Hay aun mas ventajas. Las
do orden, ¿no da un sesgo antirrural atodo el libro, destle elTín'- comparaciones pueden servir para rechazar de pano exp icacio
nes históricas aceptadas. Yuna aproximación comparativa puede
cipio
1 hasta el fin? A esa objeción,
) 'ecreo
xune
i spyící-^
t e una respuesta
llevar a nuevas generalizaciones históricas. En la práctica tocias bable que la protesta sea aún más viva si el explorador, al fin del
esas características constituyen un proceso intelectual único y ha viaje, intenta fijar en forma muy sumaria para quienes quizá sigan
sus pasos las cosas más notables que ha visto. Eso es exactamente
cen que un tal estudio sea más que una colección heterogénea de
casos interesantes. Tras observar, por ejemplo, que los campesi lo que voy a intentar llevara cabo ahora, o sea esbozar con trazos
nos indios han venido asufrir de hecho durante los siglos xix y xx muy gruesos mis hallazgos principales con miras a dar al lector
tanto como los campesinos chinos sin engendrar un movimiento un mapa preliminar del terreno que vamos a explorar juntos.
revolucionario masivo, uno empieza a reconsiderar las explica En el conjunto de casos aquí examinados, se pueden distin
ciones tradicionales sobre lo que ha tenido lugar en ambas socie guir tres grandes vías en el tránsito del mundo preindustrial al
dades y presta atención a los factores relacionados con alzamien moderno. La primera de ellas pasa por lo que me ha parecido
tos campesinos en otros países, con la esperanza de discernir apropiado denominar revoluciones burguesas. Ese término, ade
causas generales. O tras tener noticia de las desastrosas conse más de ser una bandera roja para muchos eruditos a causa de sus
cuencias para la democracia de la coalición entre élites agrarias e connotaciones marxistas, presenta otras ambigüedades y desven
industriales en la Alemania del siglo xix yprincipios del xx, el tan tajas. Sin embargo, por razones que se verán a su tiempo, pienso
traído yllevado matrimonio del hierro ydel centeno, se pregun- que es una designación necesaria para ciertos cambios violentos
ta por que un matrimonio similar entre hierro yalgodón no iin- que tuvieron lugar en las sociedades inglesa, francesa ynorteame
pi '"en los Estados Unidos que se produjera la guerra civil; yasí ricana en el curso de su evolución hacia democracias industriales
modernas, yque los historiadores asocian con la Revolución Pu
""hU f'f "" *'f," 'as configuraci.mes thvo- ritana (también llamada con frecuencia Guerra Civil Inglesa), la
Revolución Francesa yLGuerra Cdvil Americana. Un rasgo cla
nrrlrrenta"'- el análisis comparativo ve de tales revoluciones es el desarrollo de un g^rupo social con
base económica independiente que ataca los obstáculos que se
a la versión democrática del capitalismo, obstáculos he
en ifn fscTaÍ"""" •' -a carta redados del pasado. Aunque gran parte del ímpetu procediera de
piloto de avión al atraerurcrtl^^'^l'"' clases ciudadanas mercantiles yartesanas, ello está lejos de ex
plicarlo todo. Los aliados que encontró ese ímpetu burgués, los
enemigos con que chocó, varían muchísimo de un caso a otro.
pe» > - Las clases altas rurales, principal punto de partida de nuestras
d,ínexícoidecad.caMycd,„„|„„ pñ consideraciones, obien fueron una parte importante de la marea
apie —y en la actualidad el historiador r capitalista ydemocrática, como en Inglaterra, obien quedaron al
cosa buena parte del tiempo In n ' ri" hace otra i^argen en las convulsiones de la revolución o guerra civil. Lo
d„,,» j.endd,, y
mente. Puede haber largos nerínHr
r,r:-r "r
^ gradual-
mismo se puede decir de los campesinos. Obien la orientación
primordial de sus esfuerzos políticos coincidió con aquel empu)e
sienta perdido en una maleza de hechorhartó hacia el capitalismo yla democracia política, obien de lo con
tas ocupados en salvajes disputas sobre si la mal^'' trario, Rieron irrelevantes, ya porque el avance capitalista destru
una jungla tropical. Es improbable que salea de raT T ya la sociedad rural, ya porque se inició en un nuevo país, ta
rasguños y magulladuras. Ysi cartografía el área sm como los Estados Unidos, sin auténtico campesinado.
puede muy bien suceder que uno cualquiera de lo''"'^ visitado, Através de grandes revoluciones yguerras civiles, la primera
se de haber omitidr. su casa, triste eventualidad si'rSlatlor ymás temprana de las tres vías arriba distinguidas condujo ala
ha encontrado allí, pistamente, buen sustento yrefrescr Es pn,- combinación de capitalismo ydemocracia occidental. La según-
da vía también fue capitalista, pero culminó durante el siglo xx que es considerablemente más que mera fachada. Justamente
en el fascismo. Alemania y elJapón son los dos casos más obvios, porque en la India el impulso hacia la modernización ha sido más
si bien tan sólo el último se trata con detalle en este estudio, por
débil, su caso resulta algo aparte de cualquiera de los esquemas
las razones ya comentadas. La calificaré de forma capitalista y teóricos que parece posible construir para los restantes. A la vez
reaccionaria. Representa un tipo de revolución desde arriba. Kn sirve de saludable refutación a tales generalizaciones. Es útil, en
tales países el impulso burgués fue mucho más débil. Si llegó a especial, para tratar de entender las revoluciones campesinas, por
cobrar cariz revolucionario, la revolución fue desbaratada. Más cuanto el grado de miseria rural en la India, donde no se ha dado
tarde sectores de la relativamente débil clase comercial e indus revolución campesina alguna, es más o menos igual al de la Cabi
trial contaron con elementos disidentes de las más rancias yaún na, donde rebelión y revolución han sido decisivas lo mismo en
dominantes clases rectoras, reclutados sobre todo en el campo, los tiempos premodernos que en los recientes.
para imponer cambios políticos y económicos indispensables Para resumirlo con la mayor concisión posible, nos mueve el
para la construcción de una sociedad industrial moderna, bajo ios propósito de comprender el papel de las clases altas rurales yde
auspicios de un régimen semiparlamentario. El desarrollo indus los campesinos en las revoluciones burguesas que condujeron ala
trial, bajo tales auspicios, fue quizá rápido. Pero el resultado, tras democracia capitalista, las revoluciones burguesas abortadas que
un breve e inestable período de democracia, fue el fascismo. La t-'ondujeron al fascismo, y las revoluciones campesinas que con-
tercera ^a es, por supuesto, el comunismo, ejemplificado en Ru í^hijeron al comunismo. Las formas como las clases altas rurales y
sia yen China. Las magnas burocracias agrarias de esos países sir- h>s campesinos reaccionaron al reto de la agricultura comercial
vieron para inhibir los impuestos comerciales yluego indtistria- fueron factores decisivos para que se dieran determinados resul
tados políticos. Espero que en el curso de la exposición que va a
esu " kÍ precedentes. Los seguir se pondrá de manifiesto la aplicabilidad de aquellas eti
quetas políticas, los elementos que tienen ono en común aque-
movimientos en diversos países ydistintas épocas. Hay un
nía
is -
y - '
' Kf ^-doptada por Alentá
1"® '^"bo tentativas en tal sentido Yal faltar
punto, con todo, que merece ser puesto de relieve en seguí a.
los mas mínimos pasos baria C u • ,""<>• t al faltar Aunque en cada caso destaque una configuración ominante, e.
continuó siendo ingente Ese estrat posible discernir configuraciones subordinadas que en otro país
ypresiones al introducirse el mundo m"T" ^ ^^onstituven los rasgos dominantes. Así en Inglaterra, durante la
yor afluencia de fuerza revolnri ."""^«rno, suministró la ma- " • • de la LvoUición Francesa yhasta
Últi ma parte uc la r\.cvwiu»_iv. . después del final,
d.niiguo „,d„, . .Túdi,^ ™h"rir°í'"'" tle las guerras napoleónicas, existían algunos de os e _
"na configuración reaccionaria reconocibles como -
nantes en Alemania: una coalición entre las mas rancms r/ to -
Finalmente, podemos ver en la Tnrlío ttatenientes ylas comerciales eindustria es en «veces de
ral que se caracteriza por el débil imn modelo gene- "ontra las cla.ses bajas ciudadanas yrurales (pero capaz avec
ción. En aquel país, haL el m:me:ril:" ^1?l'^ atraerse el importante apoyo de éstas en
Ues"! n
. reacciona-
4 orí pfpcto tal combinación reacciona
volución capitalista desde arriba o desde abai
campesina que haya conducido al comunismo ri.ade1 elementos aparece en
' cada
A un\ de las sociedades estudia-
absolutismo
pulso hacia la modernización ha sido muy débil ^^1 mcluso en los Estados Unidos. ^ , -i comercial
no
nn han dejado
deiado de hacer acto de pre.sencia. en
harer ontr^ él algunos
"eoli. 1or otroñor lo
lado, en Francia muestra algunos efectos f
menos, de los requisitos históricos previos de la ^ " ínticos alos de las grandes monarquías uro
dental. Hace cierto tiempo que posee un régimen parlamentario
1 I fT • 4. ^'^mocracia occi- zarista yla China imperial. Observaciones de ese tipo
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cientan un tanto la confianza en la posibilidad de que categorías el difuntt) profesor Otto Kirchheimer, leyó el manuscrito de cabo
fundadas empíricamente trasciendan los casos particulares. a rabo y sacó a la luz algunas tesis implícitas que después he tra
Existe, sin embargo, una fuerte tensión entre las exigencias tado de hacer explícitas. El concurso que me ha prestado Eliza-
de explicar en debida forma un caso particular y la búsqueda de beth Charol Moore en todos los estadios ha sido tan fundamental y
generalizaciones, en especial porque es imposible saber a ciencia tan variado que sólo un autor y marido puede apreciarlo. Ambos
cierta cuan importante puede ser un problema particular hasta nos hemos beneficiado a menudo, y en gran medida, de la inteli
que uno ha terminado de examinarlos todos. Esa tensión es res gencia y la prudente inventiva de algunos de los que integran el
ponsable de una cierta falta de simetría y de elegancia en la ma personal de la Wdener Library, en especial del señor Foster M.
nera de presentar esta obra, que deploro, pero que he sido inca Palmer y de la señorita Y. T. Feng.
paz de eliminar tras varias redacciones. L)e nuevo el paralelo con Distintos colegas con especiales conocimientos objetivos,
el explorador de tierras desconocidas puede no estar de más: no gracias a sus observaciones sobre capítulos particulares, me han
se le pide que construya un camino real llano ydirecto para el salvado de necios errores yme han hecho sugestiones valiosas. Su
gnipo de viajeros que va aseguirle. De ser su guía, se considera generosidad al confesarme que en esta obra han encontrado ma
ra que cumple adecuadamente con su cometido si evita las pértli- teria de reflexión e incitaciones a replantearse algunos puntos en
das de tiempo en marchas atrás yerrores de su primera explora sus respectivas especialidades ha constituido para mí una recom
ción, se abstiene cortésinente de conducir asus compañeros por pensa de sumo valor. Por más aclaraciones que hiciera constar,
lo mas intrincado de la maleza y, mientras les va guiando con cau- enumerar aquí sus nombres les identificaría en cierto modo con
ela hacia de ante, les indica los pozos de lobo más peligrosos. Si "lis puntos de vista yconferiría aeste libro una injustificada au
reola de consenso enidito. Por eso he preferido darles las gracias
™ del T1 trampa, puede incluso que al- privadamente. De aquellos no mencionados aquí lo mismo que
S, Inu r I "^"s expensL, cs- lo han sido, be aprendido que la nocion de una co-
de 1os que sí
niní roam ; vez'en su ca- "iiinidad de eruditos es más que pura retorica.
BARRING'I ON moore, jr.

con una precbsTdádfva'de tkmpÍPwlr''


que me han manifestado sin el menor f"®' "'mprensivo
toy especialmente agradecido adiver "^Pí^^'iencia, es-
durante cuyo ejercicio el libro ha sido escritoT'"'"Z'
lliam L. Langer, Merle Fainsod Abram Re P"'Pe«"res Wi-
hall D. Shulman, director asodado.ZÍZme 'T
han obligado ala señorita Rose DiBenedetto a de.scuidos
petidas veces incontables páginas del mannc •'"^"""Srafiar re-
alterado buen humor. "'"®mpre con in-
Alo largo de toda la empresa, mi excelenr» „ • .
Herbert Marcuse me ha .sostenido con su amaleámf!' •P*""
lido aliento yde crítica penetrante. Quizá cifanH T
ayiKÍado ha sido cuando me ha creído menos. Otro buen amigo.
1 j L •1 j 1 vulza cuando mas me ha

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14
III

LA GUERRA CIVTL AMERICANA:


LA ÚLTIMA REVOLUCIÓN CAPITALISTA

I. PLAN .ACÓN Vfabrica: ¿UN CONFLICTO INEVITABLE?


i_ norteamericana hacia la
Las principales diferencias entre j,gguidas por Inglaterra y
tleinocracia capitalista moderna y js^orteamérica. Los
Francia dimanan del arranque je desmantelar una
Fstados Unidos no se vieron con e p o feudales o bu
compleja yarraigada socieda . importante ya desde e
rocráticas. La apicultura comercial je Virginia,
principio, por ejemplo en las P , predominar. Las pugnas
ymuy pronto, al poblarse el X
políticas entre una aristocracia J ¡eana. Tampo^" ^a po
no forman parte de la historia ^na clase maciza de
seído nunca la sociedad nortean"® joJos
Pesinos comparable alas de E""" P historia p^.
vos, puede ser que alguien arg"^ ^able ala f
no ™,¡e„. ningu™ "S»,•l« T »
tirana ya la Francesa, m, P ^^^argo, se han p
glo XX en Rusia yla ^ . estallidos de violen
nuestra historia dos g« """. Historia moderna.
'Vmencana yla <^-"erra ^ entonces en la ^^es en
sanpientos teg'sttad°s ^sidoelemen
Fs bastante obvio que an Unidos se nan ¡ndns-
f r 1rr.. ™p""' oi",
violenta divisoria entre las ep capítulo verse so
toria norteamericana. Ve ^dilucidar si, en efec ,
causas yconsecuencias, "¿rructura social más antigua que
una ruptura
condujo violenta con ude la jg,pocracia política, de un mo
al establecimiento
UI a 1las revoluciones
comparable 1 Francesa v Puritana. Más en gene- Se sueie nresenMr
-^e suele a la Revoluciónandosaión)
presentar ala
presenrar americanapara
amentana como un buen
comt^el compro-
uue
ral,, espero mostrar cuál es su sitio en la secuencia genética tle ejemplo del
e|emplo genit) norteamericano (o enangcambio,
del genio osa|on)nosirve
pa" para ello;
grandes
urandes sacudidas históricas
histórieoc tjue potlenios
i ihacer arrancar <le
tle las miso
miso yla
y la concordia.
concordia. La
La Guerra
Gu > p;"V sucedió
«airedió así?
así?
guerras campesinas tlel siglo xvi en Alemania, vtpic, através tle corta una raja sangrienta en nuestra nuestras dife-
la Revolución puritana, la francesa yla rusa, ctiímina en la Revo ¿Por qué nuestra cacareada capacha e problema
lución china yaun en los conflictos de hoy en ilía. rencias nos falló en aquel punto? Como a fascinado pro-
tludas, he llegado ala conclusión de tpic la f'^e del mal humano yla caída de Roma, esa norteameri-
rra (avil americana fue la última ofensiva rcvohicionaria por V»'' fiindamente durante largo tiempo a os i parece estar en
te e otpic se puede llamar legítimamente democracia capiti'''''' can<.. Una ansiosa
la misma base de su Ínteres. For espac ^y^^rse. La genera
neim aT '""I «^^^'«visino de plantación en el Sur, ser" la forma de si la guerra hubiera po i ^V ^postrar impaciencia
mico nara I "" '"'••prr--^vntaha ningún lastre econ'-' ^dón presente de historiadores ha empe ^ jes parece éste
ZTZl l bien paLc, al contrartt'. ante ese modo de plantear el pro cm bandos hu-
en los Drimer"""'^''iintlustrial nortcainerican purainente semántico, toda vez que , jg g^ierra no se habría
para ÍIS: -clavisnto era mt obsni^;' ;; biesc estado tlispuesto asometerse cuestión: ¿por qué no
ambigüedades IT ^ '"terprciación en<-"- producido.^ Pero así eluden la ver . ^ bandos ya en ambos,
siendo expuestas a^ ''"r f''<^1 carácter tic los tlattts ir-^ hubo voluntad de someterse, ya eu un rnenos psico ogi
tan más en el fond !' ^ tlesarrolle el análisis, Pal vez convendría plantear o e mortal entre a
P'tulo, no desanar" """" tlemostrar al iinal tle ¿Había, en un sentido «hie^Ov -pecado de esa cue -
se sacaran aluz. e-ualest|uiera tpic fuesen los tlatos M ^^^cdeciades del Norte ydel Sur. ^ P ^ darle respuesta,
hón aparecerá más ciaramenK s. tra ^ aspea
hles al irctoÍquraTa'?'"" 'TÍa "leóiante una disquisición jando si los requisi o
"" 'ado la Rellucir ' ^«"'"-es objetivos para tle)» Kn I-":"»i
mentario.s. Desde el m ""as detlicarle unos tileionales para el desarro o en un mo ^
en el esclavismo chocaron desarrollo de un si^
con los necesarios, asu P j^do, en P'' ""P!°d en el mismo
En el fondo fue un , "n "n'niino ser llnnintln re ^tistrial capitalista. Doy po g^-gha en reah ,
nglaterra yNorteamérir^^*'^ intereses conicrci'^ ^ i 'lescubrir de qué requisitos se descubr p^
^^untos más elevados. Fl ' tninlnén un "«ntido objetivo en que un |,^„diciones necesa"
nido una revolución antir Norteamérica Muier organismo viviente ^ npos P
de propaganda,
tensüca perodeeslasmalr ^
distintiva puede
V^uala ser bueno
sociolognu jju ition, gratio de húmeda .^^jales para e de
XX es el esfuerzo por estah^' antieolonialistas de • •••^quisitos o imperativos es ¡^dustrial van
susran..-.u.
sustanciales elementos^^ablecer
soc!7^ una nueva forma de
uueva forma de sociedad [ación yel primitivo capita i gevan, sin ' revisten
no es sino un medio para 3nstas^o ^^^cudirse
1- el. vaigo jíc^"
..vtriml «i...» nTn. r.. "I""
les t|ue existieron dentro de"llaT'""""• e'corr'coo-
Trientes ra instituciones políticas. basadas e
I^ -..Mieron dentro de R , as mismas
mismas formas
formas políticas
políticas m"
que ,,,tral, ,es
tapates, en su mayor parte,
capaces, parte de
. .americana
americana nont |,^ciC' libre. Pero, para
'hre. Pero, vttiver aanu ^ p
para volver
efecto capital de aquélla fúe n hasta la siM ^¿tt' "lotivo para que deban
-i^Kcin conté
ornas enen una
lomas una sola ^quélla'pohüc
sola nnól„.,
unidatj hie Promover
prtT''' ' ^' ilamificacit>n- ítictle
iinificacit'm -ra-
conten

'ca ysu separacit'm tle I"!?


20 L
Cabría partir de un concepto general a ^lisa de que \w un La experiencia alemana sugiere que, si el
conflicto
conflicto inherente
inherente entre la esclavitud y
, el sistema capitalista de te y,Sur se hubiera arreglado por las buenas, e P . j
mano de obra asalariada formalmente libre. Aunque tal conflicto
lavia IWI IIICIIIIICIILC IIIJIC. l«ll *-»/••••• —
bría sido aexpensas del desarrollo democranco sub^^^ente de
uuiisuLuyc una
constituye uiiti parte
pul Lc 'básica
' ' del análisis de los hechos aquí debati los Estados Unidos,
dos, no voy autilizarlo atítulo de proposición general de la que la ningiín historiador revismnisB^ capitalistas del Norte no
Guerra C:ivil derivaría como un caso particular. Segi'm veremos amos bucear con provecho. ¿Po q establecer yafianzar el
dentro de poco, el algodón producido por la mano de obra escla necesitaron de los «Jiinker» de , ur p faltaban en
va desempeñó un papel decisivo en el desarrollo, no tan sólo del capitalismo industrial en los Estados ni ° ' 'u^jeos que exis-
capitalismo norteamericano, sino también del capitalismo inftlé^* los Estados Unidos los ^'^"""^sociedad norteamericana
Los capitalistas no tuvieron escrúpulo alguno en adquirir mercan rieron en Alemania? ¿Es que " " independientes en vez de
cías producidas por esclavos si podían sacar provecho de ellas ela grupos distintos, por
campesinos? ¿Dónde y com
J^an pero
alineados los principales
ya es tiempo de exa-
borándolas yvendiéndolas. Desde un punto de vista estrictamen
te económico, la mano de obra asalariada y el esclavisiwt de grumos en la situación norteamericana? Peroj^a«
pantación contienen iiléntico potencial para intercambios yre'" minar más de cerca el escenario ñor e
Clones políticas complementarias que para un conflicto. Fodem""'
pues, contestar al interrogante que nos hemos planteado con un" .. .0»,. ». »C,..KTO
negativa provisional: no hay ninguna razón general abstracta
ron"^ ^ <^íebieran contender. i\n otras palabras: tuvi^ Antes <le 1860. Ins país también di-
tara históricas especiales para qne res"'' mas de sociedad bastante tierra de granjeros indepen
mano.l h^no libre yel capitalismo
mano de obra sociedad agrariaascendente.
industrial ítasada en nn versas: el Sur algodonero; el O"'®' „ industrialización,
dientes; yel Nordeste, en •"^P^' j'j^n no habían seguido siem-
Las iLas divisorias yde coop^ "^s cierto, sin embargo,
ühl erarrwTtatr""""'"flim se produjo un acuerd<
tre ambos rin i
""Ílen' pre, ni mucho menos, tales ir „ había dado una pug-
que desde los días de Hamdton XJ ,^,5 urbanos comerciales
más amoL r K''"'''"^^dades dentro de una unidad p<."f; na aultranza entre los intereses a^^^^ X insinuó por un
mos algo de las circ"^*"' "n acuerdo, también s"' yfinancieros. La expansión de' P años treinta del siglo
vez el paralelo r ^lue podrían imposibilitarlo- momento, bajo el P*"®"'j®"'^^ricos del campo —en la practica,
í;r„fdr"''y
duscria avanzada pueda irmvT^ listante pur lo dani d"''Tí
^
XIX, que los principios
un mínimo absoluto de
central yuna tendencia afavo-
acreedores— habían alcanzado
cultura que posea un sistema T" ' repr®' recer más alos deudores qu /^exander Hamilton. Pero, m
sivo. El jfimker alemán sumamente una victoria definitiva so re jackson, la democracia agr^ia
propietariodeesclavoT YA,Alemania no era""los Fstados Unid"",
T . cluso en los Dos desenvolvimientos estrecha-
. r- .
punto fi)o, sin embargo ;dón,l,. i Lstatios .,5,0 tropezó con graves dificu ta ininterrumpido creci-
vas? Los Jmker'it las arr^L '"^'^"•""ton las diferencias mente relacionados •i gj Nordeste, y la apertura e
dependientes dentro
denendientes denrr de 1 su^ órbitaP"ta
yestablecer
atraer a losuna allané" ^
campesiP miento del capitalismo jón del Sur.
sectores de la gran industria b-otos j ' "" ,,ia paf"' un mercado de exportad rigodón para el Sur sea muy sa i a,
combinando renrosi'
represión ypaternalismo, retenercon
gozosos de contar alossu ayt"
obreft'^ ¡p- A.n,«I. Slob.!.Cboc mvm,
SU significado para el de.
dtistriales en sus puestos. Las consecuencias aalarga, fuet""
tales para la democracia en Alemania. ' 12.^

122
bien. Entre 1815 y 1860, el algodón ejerció una influencia decisiva países, los reaccionarios, los liberales ylos radicales han pintado
sobre el índice de crecimiento de la economía norteamericana.
retratos de los campesinos según sus respectivas teorías. El ele
Hasta alrededí)r de 1830, fue la causa más importante del aumen mento de verdad, ciertamente importante, contenido en aquella
to de la fabricación en el país,' Sin que perdiera su relieve en el or imagen particular estriba en que los pequeños granjeros del Sur
den interno, por entonces las exportaciones algodoneras adqniri^" aceptaron, por lo general, el liderazgo político de os gran es
ron enorme magnitiid.-i En 1849, un 64 por ciento de la cosecha de plantadores. Los autores impregnados de marxismo proclaman
algodón iba al extranjero, sobre todo a Inglaterra.' Desde 184° que tal unidad dentro de la casta blanca era contraria alos autén
basta la (iuerra Civil, (íran Bretaña sacaba de los listados Unidos ticos intereses económicos de los pequeños granjeros y que tan
del Sur las cuatro quintas partes de sus importaciones de algodón- sólo vino aproducirse porque el temor alos nep-os cohesionaba a
sta miiy cart), por consiguiente, que la plantación explotndn pof los blancos. Es una exégesis tan posible como dudosa. En mucb^^
rne 10 de esclavos no representó una excrecencia anacnniiea ocasiones, si no existe una alternativa manifiesta y,
el capitalismo industrial. Fue parte integrante de ese sistema, V""" vislumbra alguna posibilidad de converur^e uno en g«"
de sus motores en todo el mundo.
K.Dadopequf»-. propimn»..fei' » ^
que el esclavismo de plantación fue
S
clavL"si'' P''"PÍ«arios de plantaciones yde eS" te de la vida sureña, parece necesario ^''"¡''"^^ione^ de cuenta
blem n?".! -'vredticida Hacia .8,0, proh"' to del sistema para descubrir si engen cíderación- el es-
de esckv feseientos cincuenta mil propietnr-'" con el Norte. Se puede avanzar al acto
ese totnl. en las áreas d clavismo, casi de seguro, no estaba apunto e
zones internas. Resulta '"7é7sTntido7"que tarde otemprano
de^o de aT7 P'-W^ción blanca. Yau"- ÍXTeÍSlIalosmis^
pasaban ai v77 " minoría: cierto
tima qué un -7 n
""V"- los esclavos
cómputo para 1860 _ c,»». „ « ,„e n„ e » ™ " -
mo tenía que desaparecer de la soc
tas partL de ,0 poseían casi las tres cuat cesaría la Éierza. . i- • cnrovienen del Nor-
que el meollo del ^ 7"' "'^^tos." Lo mismo las mejores tiet Sobre ese particular, los Guerra Civil chocó
DeraSe
mente alos granier
=• recaer en sus '
Plantaciones, se pasaba gra'
te, donde la emancipación pacifica u Unión ce-
con dificultades casi insupera aprensiones cuando
pocos esclavos, entre la tierra valiéndose de rraron los oídos yexpresaron to ^ proyecto emancipador
de haciendas sin esclavos Pt^tiueños P''"P"^4g [aS Lincoln intentó introducir un mo ^pj^i-arios. Lincoln tuvo
zonas donde la aericnln ' ^ Hegar alos blancos pobres . con compensación P®''^„'°77Smación de Emancipación (1
zales de escasa extensión^ ® desmazalatio cavar o flue abandonar el plan. exceptuó los Estados es-
quedaban al margen de la ^'"^Productivos. Los blancos P" ^ de enero de 1863), como es len s » comprendidos den-
pequeñosgranjeros
modados aspiraban noestír"""
aposeer periferia.-Los
clavistas de la Unión ylos territori
trodesushmites;para deciH^^^^^^^^ " ^ observador in-
,g Bertrand
en plantadores agran escala F^"'u ^" de gles contemporáneo (Ear ,^^^5 ^<allí donde autoridades
grupo intermedio declinara'desnuÍÍ'V'"^ '"""T''lacks'"'' Riissell), emancipó tan solo a ^ . j. ninguna jurisdicción».'^
aunque existe toda una escuela cU K • nipe''''' de los Estados Unidos P"® ^ go,, tales dificultades en el
dos en romantizar a los veow '•'^^«nadores del Sur e 8i la emancipación pacifica P dentario alguno.
como la base de un orden sociTl sencilla» del Norte, las del Sur apenas requieren ya
der, es un solemne disparate. En tX;:rÍ.'cS'y"'eV> I2.t

124
talló la guerra, el esclavismo de plantación se había convertido en

Las consideraciones precedentes inclinan con fuerza a con un rasgo característico del bajo Sur. Había desaparecido de las
cluir que el esclavismo resultaba provechoso económicamente. plantaciones de tabaco antes de 1850, en especia porque no
El autor de una monografía aparecida hace poco arguye de un sultaba demasiado ventajosa para las explotaciones agran estia a.
modo muy lógico que ahí radicó la causa principal de que persis En Marviand, Kentuclty yMissouri, el propio termino de «plan
tiera en el Sur. Los lamentos del Sur de que, con el esclavismo, se tación» había caído casi en desuso con anteriondad ala Gue ra
estaba perdiendo dinero, los rechaza por considerarlos una de l^s Cavil.- Alrededor tle .850, donde se podía "^tene gananc^
racionalizaciones con que los portavoces sureños intentaban hí»' más crasas era en las tierras vírgenes:
llar un fundamento moral más elevado para aquél, con lo cual nos opornmidatles ,se habían presentado en regiones ^Te-
encontraríamos ante una temprana versión tle las responsahiln^^ Misisipí; después de 1840, en Tejas. eTL-
des civilizadoras del hombre blanco. Avergonzándose de justifi nes, lo más indicado era saldar ytrasplantarse antes de que
carlo con razones puramente económicas, cosa que les bubic''^ lo se agotara." Unrarión del Sur hacia el Oeste
puesto al mismo nivel de los mezquinos yrapaces yanquis, pr'^ ^ Ese inigrar el esclavismo de P x.pas del Oeste se ha-
rían proclamar que era la forma nauiral de sociedad humana, ereó un grave problema político, xteasas Aunque el
menos beneficiosa para el esclavo que para el amo.'-» Más recien liaban todavía despobladas oescasamen P ¡ jeclimay
temente aun, dos economistas insatisfechos con los tlatos sonr^ cui.1.,, jp.».1
los que descansaban los estudios anteriores, en su mayor pnrte re suelo, nadie podía estar Estados esclavistas
gistros de contabilidad fragmentarios e incompletos de esclavismo se extendía, el equi i gstá, tan
meras actividades efectuadas en las plantaciones, han intentac y los de hombres libres podía diferencia entre
.1. . mas general. Afin
P^^nteados examinando información sólo resultaba importante si o problema ya se había
tad^oca de averiguar si el esclavis.no res«l _ uno yotro tipo de socieda . aja i composición en
agudizado en gran manera, si niranesó la entrada de Mis-
dística'" provecho.so que otros sistemas, han reunido ' el C^ompromiso de Missouri, que co como Estado de
souri como Estado esclavista con ^ ^^^^so intermiten-
nimient, Ti <-<>merciales básicos, los costes de „ hombres libres. Apartir de entone ' parecían resolver o
de primera^ l"" ""^ndimientos por palmo de j5 te. Solemnes ymagistrales ^^^shacían. La cuestión de la
PecZ í ";comercialización del algodf' '. de una vez para siempre, ya P®^ llamaba alas áreas que
esclavitud en los ^ njvo un papel de primera
dísticas originales si.s c f ^ " ""epresentativo de _ 3ún no habían pasado a ser s mierra. La incero um
jeturas vnrohaUi' ""alusiones están en la línea tle " jje magnitud en el desencadenamient exageró los
puedan llevar tales mítod" T' T"""' el fite inherente
conflictos a la situación,
económicos de un niot" desproporcionado.
de plantación foe
vismt, de plantacLTe" T-
tuir un sistema eficaz dlsárroE"'' '"' ""'Vpr<'P' "'1 La tendencia migratoria ^ declinar en el viejo ur
para la prt.duccit-,n de a-gX^^^fi también importante en otros
el cultivo del algodón, hubo cíe asp adaptarse
determinar su alas cir-
alcance.
sureñas menos nrodiifrivoe • "oras, rm cikh
cedente alas recri ^''"''"C'an esclavos yexporta''' constancias criando esclavos^ nienos— bastante fehacientes e
Taber uL ef'"T
Saber que de cosechas
el e.sclavismo de plantación era tleenfibras."
ct.njuif''' ¿e í^ero existen indicios cuan o ^^^^j^da. El precio e os es
lucrativo es importante ñero .L c 1 „ diie""
que ello no bastó para satisface primeros años cuaren-
clavos aumentó casi de continuo
plantaciones,
I
hubo
II
diferencias de tiempt, yde lugar, t,ue /ifi*
' pero insuficiente Entre lo^
aron notables ctmsecuencias políticas. PorTs tieiT'<'« " 127
ta hasta el estallido de la guerra. El precio tlel
v.^. algodón tendió
- asi- que la burguesía europea cuando había PU^^to «n tela J l^e

mismo a aumentar, pero con fluctuaciones mucho más marcadas.
íis marcadas,
Irecho dfla aristocracia agobernar los plantadores sureño
Tras el pánico financiero de 1857, el último se desplomó,
_r^ 1^1* 1
mien-
lomó, luien-
1 ^ I
asumieron la defensa de los privilegios hereditarios. He aqu.
tras que aquél continuó subiendo sin tasa.'" La prohibición
)hibición oe
de diferencia ytin conflicto reales. iVuales se
U i<ta üe .od« lo.
importar esclavos parece haber cuajado en un bloqueo bastante contradecía, para mucha gente '• habían creado por
efectivo. Los clamores del Sur en torno a la reapertura tie la tr^ coídi..., kcho. ,0.
ta de esclavos, clamores que se intensificaron inmetliataitiente considerables y buenas razones. ) g| esclavismo,
antes de la ruptura definitiva de las hostilidades, mueven apensar Norte y frente a la tendencia unive ,o doctrinales para
en una seria escasez tIe mano de obra que entorpecía el sistema de los del Sur elaboraron toda una .sene revoluciones
plantación. Cuan seria, sin embargo, ya es más difícil decirlo- el sistema. Las tesis liberales burguesas, las d^e
Como los capitalistas están casi siempre inquietos por la perspec Americana y Francesa, se médu-
tiva de que la mano de obra escasee, parece oportuno considerar subversivas para el Sur, por
ios lamentos del Sur en ese sentido con un poco de escepticis"'"; la de su sistema: la j'^s^ñ un habitante del Norte de
pvnT"^ de plantación debió de sentirse un plantad ' sentiría hoy un
Prar por la estrangulación económica del estuviera
Norte. aponto nuestros días haría bien en pregun • Unión Soviética
de idant! requerimientos de la econo'"' sólido hombre de negoaos """panadá yestuviera tomando in-
a^d N ?" una fuente de connicto ecom-.tn^ ocupara el área geográfica e ^ ^omu-
cremento aojos vistas. Irnagi . » descosido (aun negando e
de cuentaT ¿no
cuenas,
deriiPnhoo . ""^demasiado
era" también'"un
e.sulta demasiado
canitali.... convincente.
„l „..,mPtario A
convincer de pl""
nista escupiera advertencias como . mandara sin cesar
tación^ Np capitalista el propietario - . gobierno que reflejaran su ^^a yansiedad del Sur no
Sn Pb'ií!:"" -i-to: «Era tan'difícil explo«r tnj agentes através de la frontera. La ama^^^z „3„amiento
aquélla se ase" """pleja fábrica moderna, con la d procedían tan sólo de una Henry Clay, el más famoso
buen m^tún n"" ''"^P^^nte-s aspectos. Los inétodoa^ al compromiso entre las dos pa ' reveladoras, muchas
ción ysolícita dr""^"' necesidad tIe incesante pía"' de los moderados del Sur, gg^áis de mirones asalvo y
veces citadas: «Vosotros los e descrito está ardien-
pitalistas del Norte n entenderse con sus hernia' en seguro mientras la conflagra platillos de la ha
habría sido, en efect j ealculadores que él? Anii i""' ¿n do en los
lanza, Estadosentonces,
tenemos, de esclavos...
sen sentimiento, meramente
oo
cálculos económicos est tan sólo el prob C j,
Weber, la actitud racionar^'T"'" "^¡'.nales. Pero, pa^ sentimiento; en el otro, p P
términos de cuentas Vbal "'"''"ra, la visión del'"U que hace la vida deseab ®Y^ industrial se afianzaba más ymas
de sociedades, que en al<n existir en una ainp Amedida que el caP'» jgl Sur miraban asu aire
cuestiones." Como Pueden enfrentarse P" en el Norte, los sectores P^. fcualesquiera rasgos aristocrau-
dedor para descubrir yen hallar en la sociedad a aque
france.sa, industrial.
tal actitud noNobasTno""-''V ' P^" ''^'ar,uña,de eos y preindustriales que pu j.0finamiento, actitud desprendi
volución lo hil pertenecían: cortesía, ele^ncW'^ mezquina yrapaz,
desarrollo urbano, salvo almin'' en el Sur, t da muy diversa de la de jeque el Sur
Orleans yCiharleston se ^ ent^rpofs coin del
' Poco antescon
producía deellaalgodón
Guerra la principa'
' . , f^gnte de riqueza norteame-
resto del país. La civilización ñeTs"L! pt^nTÍcapi^''list" gil
pero e.sca.samente burguesa M . ^ tanto, ru V.
1 • . No se basó en la viík urbana 129
vez (le impugnar a idea Hp
I S 1 1
'le cahdad segiín el nacimiento, adi1^

28
ricana, ele la que el Norte percibía las utilidades. Scgíin indica ción nacional se oponían a las ideas radicales proesclavistas yan
Nevins, esas ideas corrían parejas con doctrinas llsiocráticas acer tiesclavistas.'^ Incluso si su cálculo exagera la fuerza del senti
ca de que los beneficios de la industria y el comercio procedían miento neutral, uno de los aspectos más notables ydignos de es
de la tierra. Nunca dejan de aflorar con la intlustrialización, tudio de la Guerra Civil es que aquella masa de opinión
también, aveces, sin necesidad de ésta: la expansión de la a^'" indiferente no lograra impedirla. De ahí que historiadores tan in
cultura comercial en una sociedad precomercial cny;cm\ríi distin- teligentes como Beard duden de la importancia del ese avismo
tas formas de nostalgia romántica, así la admiración de Atenas como punto conflictivo. Eso, a mi entender, es un error, yun
por Esparta ola de la Roma repiddicana en su últin.a táse por 1»» error muy grave. No obstante, el fracaso ycolapso de la modera
supuestas virmdes de los orígenes. ción constituye una parte esencial del proceso, ^
Las raeionalizaciones sureñas entrañaban cierta verdad. Oe lo
hist<,riad<,re.s simpatizantes con el Sur han vertido buena luz^
contrario difícilmente habrían podido obtener crédito. E.xisa'an- Para que se creara una situación propicia a aguerra,
tener lugar cambios no tan sólo en el Sur, sino ademas en otras
don« MNorte ydel''«I
uones del Sur.tlP" rio del
Ylos las señaladas entre las civili«'-
Norte se lucraban, en gran
'"EMm^ut principal para el desarrollo de.
eo aue'iri""''T f^'S'xlón. No cabe duda, sin eiiibar- Norte durante la década de los años , jjgujente, el
vir'X era mucho mayor. !.as supoea"^ como hemos visto, del ' '^¿^"^XceTerósobre manera, hasta el
aristocracia^ P'"ooomerciales, oanticomerciales, de ntmo del crecimiento industrial ^prnón manufacm-
mente come
menrp comercialessacados .I..1 ..„..i.... en
en los
los provechos estric»'
• ... ,.i,.rto
proveer de punto de que el Nordeste se convirdo en
lo fX. serr " I5oli-rar lo eierto .•- rera. Esa expansión puso término a a agrícola. El Nor-
propósitos no" difícil, quizá imposible. Para mía norteamericana de una sola E (jg^tgcido al Sur de
deste y el Oeste, que en el pasa ° ® haciéndolo, pasa-
aborrarar reiaciore"^'"''''''""'
relacione '"'®"f®'"lo quizá tan
'"tentarlo
relaciones importantes., eondi"-'
sólo eoin"- ' t>uena parte de sus subsistencias y jalgodón era
Es tan injusto in, Moscurecer así. el. discerniim^"
^eiiiiient"-
ron adepender menos del Sur X ,esó de domi-
puramente econó^"'^"^ eausas motivas de la guerra a j,, 3ún importante para la economía e alffodón ocupaba el
«lifcracír, "r """" •«'•=» ai, el r.» n.,l.,.'E„ ordrí .1 v.lor d. » Y. .«
naban de las difer esclavismo. Ksas iiltinins t \ ^ segundo lugar entre las . g, ^orte una amplia gama
I-' apiel» mílr™f """"ic. El I,
bando.s. Sin el abiert '^' {J^tto mayor apasionamiento en 3quel tiempo, por otro lado, greneralmente—en peque-
sos que condujeron Tla^Xa "',|tÍS de artículos manufacturados a q iba destinado a
ñas fábricas. Un alto porcentaje e^^ ^^Q^iunidad agrícola: harina,
satisfacer necesidades propias e j^Q^j^bres, hierro, cuero, gé-
rnaderas, botas yzapatos, ropas pa veremos dentro de
vista en el sSur así rom crearon una econoíi^'^ . r»eros de punto, licor, js^Q^te vino aser objeto de
les antagónicos en otra^^ ^^^^^cturas sociales diferentes poco, la producción manu occidentales del país, en rápi-
'ritensos intercambios con las
Argumentar
ferencjal, a.sí nouotro
de un modo «XvakX''^'''' que el mero hhecb"'"¡,'. do crecimiento. i Morte del algodón del
Buena parte de la noblnr>- - inevitablemente 1^ h ^lO Si bien el pasar a depen -gj^os económicos fueron
^ur yel desarrollo de ciertos a que merecen nues-
co,n„ ,¡ „„ fc, * I" „ iw" ^as tendencias dominantes, no son tendencias divisorias,
nesde 18.9 pusieron d. aafirmar que lar e'' tro interés. Omviene no sobrevalorar las
el .11,i,no .nomen, r'
'
1™"menos tres"I"'cuartas partes de'hi" >'
P l.^l
Kn los intcrcninhios con la economía de plantaci.-.n, el Nordeste tarde), moneda sólida, y un sistema bancario central. Sobre todo,
suministra a os servicios de financiación, trasporte, asegura los líderes norteños más calificados deseaban estar en condicio
miento ycomerciahzación.-. El grueso del algodón exportado sa- nes de comerciar sin que les embarazaran fronteras regionales y
estatales. Estaban orgullosos de ser ciudadanos de un gran país
o r Y o r k era el más im- —c'omo también lo estaban muchos otros, por supuesto—, y, al
chodiie r ^ constituía un motivo de desatarse finalmente la crisis secesionista, reaccionaron contra la
perspectiva de una Norteamérica balcanizada.^"
dZ Lmnrarl ''7" -n-cialmar el algo- La cuestión económica que excitó más los ánimos fue la aran
díalas vacaciones
produlse de;:Z' Zr?a
los 'ricos ni V"
""IIf, celaria. Desde el momento que la industria norteamericana pro
gresó en gran manera bajo aranceles relativamente bajos tras
ealor. Tanto el Nnrr. . '^'""dores, ipie gustaban de huir del 1H46, la exigencia del Norte de que se elevaran yla correspon
manufacturados vsull'""" '^' además, vendían artículos diente oposición del Sur parecen, aprimera vista, un falso proble-
nia, un motivo para disputarse cuando, en realidad, se está flinoso
Lo más importante i i* nK) largo del Misisip'- por algo distinto. Si la industria norteña iba en bonanza, ¿que ne--
algodón de Nueva I' "i ^^'lílimiento de las tejedurKis de cesidad podía tener de protección política? Toda la tesis de que el
tranjera, se increinpnf-^'^^'^'^^' '"^Ltivainente ala eompeteiieui ex- Sur estaba intentando ejercer algo así como un veto contra el pro
'830 en adelante, los fII. 7° '^«•''dido de la guerra, greso industrial del Norte empieza aparecer muy dudosa en cuan
de participar en el m - V "'do-^ estuvieron en eondieion • to uno plantea esa cuestión. Al mirar más de cerca secuencia tem
^'ese sido más ñ.iertp^'^-^ portación.-'" Si ese impulso hu Poral, buena parte del misterio se disipa, aunque sera necesario
del Sur se habrían ace'rr ^ intereses del Norte y volver a debatir este punto una vez que hayan surgí o '
l^ría tenido lufíar Sei • presumir que la guerra no chos relevantes. Es cierto que, tlespués de 1850, " "
t^egocios del Norte de los honibrt^'^ t cimiento indtistriai muy rápido. No io es menos
'"Iteración, ni siquiera aun auna en determinados sectores, ios férreos yios textiles J;"
t^xiste ningún esuulio r por motivo de la Unión- N cios trastornos amediados de ia úidma ^e^^a antes de k^ ^
os industriales del Norte^rp^^^' ^ctiuides vactivid'id^-''^ Afi„e, .1. .8„. I„ ^«g"« il"
íítinado, no obstante, ettí' »<l„, 1™ mercaJo, ilel mmia. y
diahan por manejar los7 ''"e los intiustriales del Norte/'' norteamericanas habían cerrado. En ^ Min nrecio con
menreen pro de sus intel"''"' í^'"dierno federal cxdiis'^ Ha,... c..n,aga«o a.»
Lo que el camóoi- ^^onóinicos costes más reducidos que ^ de algodón saltaron
no, del tipo que fiierá'Zte' necesitaba era que el g<'' i^7 1846 y 1856, las importaciones
^ie t.o.oooa .04. TZZ
ordinario, de
<a- Para que los propietariosll'''^'""''' '' Pnopietla'' 1^ 915^000.00038.230.000. , egjones del Sur un arancel que,
apareciesen corno una amen plantaciones, y ' p
an circunstancias muy esne '^'ontra tal institución, se reqtí finanpipríi <nP aorobo baio l3S p -
I ""/"ciera, se aprou , derechos de aduana en aque-
clamaban, asimismo, cierta *^^pitalistas del
acumular capital yllevar
específicamente, ade?^' del ^oonomía
cierta prot gobierno de
en mercado-
el Jad ;"2„dm,.n,o!parece ,« .le. ''••P™" P™"
blecimiento de una red de tm ^^^ncelaria, favorecer c ^
pre se procedió de un mnd t |o^
Ot™nS'."/'ip""S •>'' i'*'
trranílec pcr-ón/'í/,L... . "'> t^strictamenfí» aiinqt'
•n.n„ di Ta ..fiei.nremen.e atondan» que .ral»..» pn'»l-
rios que pudiesen permitirse pagar. He aquí un grave punto con- gado hilo que les vinculaba con ia Unión." S^panzaban con lo
flictivo. El territorio libre del Oeste motivaba que los obreros Lques de Andrew Jackson contra las cindadelas de riqueza de
tendieran a marcharse, o por lo menos mucha gente lo creía flSi» Este, yformaban una de las alas de la coalición mas omenos
Yuna de las principales bierzas impulsoras del sistema de Jackson «plebeya» que gobernaba entonces el país. mi
había sido una operativa coalición de plantadores, «mecánicos» u El LsaLllo de la industria en el Este yel
obreros ygranjeros libres contra las finanzas y la indiistrÍ3 mentó de la demanda de granos y carne a es e
Nordeste. ¿Dónde podría, pues, obtenerse 'mano de estado de cosas. Las olas de ®''P®"®'°"g ®g p^jan la rentabili-
¿C.ómo rompería el capital norteño sii cerco político yeconó""'' .8,8, ,8,2-,836, ,846-.847 Y De los años
co? Los líderes políticos yeconómicos del Norte dieron con una dad creciente del trip), ^ j ,q se reorientó gra-
solución: desprender del Sur alos granjeros del ()estc yvincular treinta en adelante, la P-^ucaon del ^
os asu propia causa. Tales cambios fueron posibilitados por ¡in- dual mente hacia la costa onen . CArren'i resolvió el pro-
portantes alteraciones en la estructura económica v social d^' portes», la construcción de canales yvías posible una
blema del acarreo a través de las montan términos
IrT . T'""' ^examinarlas con algtín detalle. nueva salida para los productos declinó; incluso, de
esaÍefl «isnificado: valiéndose absolutos, el tráfico del Oeste con el Sur "o dec ,
de aneL "r"'' l"' del Norte eludieron la necesidad hecho, aumentó. Fueron las
til : ' ' «I P^ra retener ala mano de obra^ contribuyeron aacercar el Oeste a
L. dL.ní. de
transformando gra-
picolÓBic.. del
plaSÍrl "f"' factor, establecieron " dualmente la estructura socia y nuevo alineamiento. La
tíenÍd?tal "'T Ib Oeste, hasta el punto de posi i , üg^-g yapequeña esca-
bertad humanr'"^' P"sible una victoria parcial para a actitud del primitivo capitalismo in j ^.^to superior do-
la Ouerra cIvÍm"" guerras napoleónicas yel estall'do^ la, caracterLca del Nordeste, se exten^d.o aU^^
minante de los granjeros del .,¡3^ fae un mecanismo so-
perZe enZ . el Oeste Mef' tecnológicas de la época, cerdos, yotros pro-
se de tierra de nf '^"^P'"^niente el Oeste, ftie transform""' cial eficaz para la producción de ^ .^pido los produc-
ce. en eflto ' '"'"""r" ^fP-icultura comercial. P"J ductos comerciables.^*^ reportar acambio dinero
pionero se aíejaroñ"de 'if vivieron la época tos agrícolas alos mercad^ e muchos pasajes de
para la posteridad S ^ aprisa, dejando los paneg' contante ysonante —dice esencia de un cambio so-
merciales de come.stible"'' "'"' ''estante pronto de excedentes^l^^ Arnerkan Civilization que con contundentes al elevar os
mantos necesarios ven m^^ comprar alg^n''^ cial básico en unas pocas sent buenas carreteras, e va
años treinta, el grueso de l""*^ superfinos. Ha. f ferrocarriles, la población , jUq y¿q esqueleto de ma era
para nutrir ia ec«a 1" ^ lor de las tierras, las casas e |eños; con profundo
empezaron a reemplazar a a ^ pasión por
dencia quedelibaEste
mercado acontinuar,
pasarííi 'opero P^'*^í>endo sudeprimado,
aquella c significado político, la prosp ¡«yeterado odio contra los an
a™ ™ g„„ el "dinero fácil" ya los cánticos de los granjeros
ros independientes, en el . "^^^tsos, los pequeños g eos. En fin, más allá de las luo blancos pobres...»^^ Otra
afortunados cubrían los -^n e intensificación del senti-
arrebatar el control de las tierra^"^ de de las consecuencias fue probablemente al arraigo de la
hington, que obien espe™^Jo^n ír ' miento antiesclavista, atri ui
™»mb.n del 'K'.
Pretendían la autonomía local a\n.
cal, algunas "cccsiud
veces a expens^í»
\}5

H
granja familiar como productiva empresa comercial en ei suelo los votantes del país. El acercamiento parece haber sido obra,
del Oeste.Se nos plantea aquí un prohlema; la granja íainili'i'' más que de los hombres de negocios, de políticos y periodistas.
sin esclavos era también muy corriente en el Sur, auntiue parece La propuesta de abrir las tierras del Oeste a pequeños coloniza
haberse tratado en el mismo menos de una empresa comercial V dores era un medio oportuno para que un partido vinculado alos
más de una empresa de subsistencia. F.n todo caso, es oi)vio que intereses de aquellos con bienes e instrucción log^'ara atraerse
el sistema agrícola del Oeste, al desarrollarse fuera de la esfera de una masa de seguidores, en especial entre los obreros urbanos.-*-
influencia de la plantación ybasarse primortlialmentc en miein- l.a esencia del pacto era muy simple: ei mundo de los nego
bros de la familia para la labranza, había de engendrar considera cios debía sostener la exigencia de los granjeros de tierra, popu
ble temor a la competencia del esclavismo lar también entre los obreros industriales, acambio de su apoyo
los pinntaclores cid Sur, ciuc d principio lu.búm para un arancel más elevado. «¡Vota por tu granja! ¡vota por tu
clacio la bienvenuia alos granjeros cid Oeste como aliados con arancel!» fue la consigna solidaria republicana en i o. mo asi
tra la plutocracia cid Norte, antes ya de la mitad del siglo xix pa a constimirse un «matrimonio del hierro y el centeno» —para
saron aver en la expansicin de la agricultura independiente una establecer una vez más un paralelo con el pacto ^
amenaza contra d esclavismo yla totalidad de su sistema. <iustria y/«"Lr-, pero con fnmilia.s granjeras del «este yno
con aristckratas rurales, ypor ende con ° ni
entre '''''' diametralmente opuestas. No faltaron ni objeciones ^1
dOt^inun
do ntagonismo entre ac,ud ylas regio'nes de la costaerea-
M"e las pagaran a plazos habían tlel clamoreos por el divorcio, incluso durante
.,1. En .B6., C. V.ll.".l.|<j;»;d
obra— aÓ™'", '^""'Ktacic-.n —sea la pc-rdicla de mano tlt^ granjeros, argüía aun qne «el Sur p nscrp» noraue
Las inicia ^ """" Carolina del Nott^' déla Democracia del Norte yespeciabneme del Oeste», porque
tes bal n'T TT' h-anjas independie"- el jmeblo del Sur era un pueblo agrícola.^ ^ re-
agntE " '7'^' establecimiento t Í p„„ .1=1 p-»-'",''» td i"=rd":«
car.r'r,,r;~ alineacKÍn, además de los cambios
niral del Oeste, habían sido las
específicas del
je tierra libre
tesis «radicales» de clarlT^''' 7""n7í' de.sarrollo industrial en el Nordes . niralistas yobreros en
an» la regicin s» Los j' ? ' Ktanjeros cp.e «altobciona ^ dio un sesgo tínico alas relaciones entre -P-tafetas yo^
rataron el «'".errectc/'el los estadios primitivos del capita expansión de los mo-
earacterizados en Europa por ac^ ^ que en Europa se
í^sTtolrs'lc's con""
dir cjue se aprobar^T'^"^'"'
«"'113^7,,^
""
satLfaccid"^^^^
podid" ""P vimientos radicales violentos. , elaborar programas
habrían invertido en organizar . ^
Oest'LTmás" ccut!¡!jejr l"'
suyo favorables aque se conc , norteñcis no en ^
'Í® "•evolucionarios, se aplicaron en
yectos para dar atodos los tra
granja libre, la qui-
propuestas les so
lieran o no. Aalpinos la marcha hacia el
diese, puesto que de ello scilcrn??- "'^''1"''^" ' cicbi d'^' "aban a subversivas.^^ Los e e robustecer las fuerzas
número de brazos que acudían ^ r ^^^"'tar la tlisminii Oeste, sin embargo, no Rieron ^ individualista, al di-
fábricas. La bostilidad del Sur ce! ? [sfot'^'^ tíel primigenio Reard nos lo pinta demasiado
una buena oportunidad para aliar!eü 'Iro se P"" ftmdir el interés en ia
bonito cuando califica el ot
republicanos al proletariado
.^rnmo un don espontaneo
de', en comprenderlo Iacoalie' ' granjeros, per „
!«• L I
pol,., hC,n,p.ñ. no se convirtic) en una f" >
11^ famélico los dominios nacionales «com
aL.ninln ala (.asa Blanca, pese aqne se le „p„nfan la is»»'"
momento la posibilidad de una expeditiva solución reaccionaria
más significativo que el pan ylos circenses, gesto que hundió al alos problemas políticos yeconómicos del país en beneficio de
movimiento socialista».-^^' Apenas hubo tiempo para que tocio los estratos económicos dominantes. Por el mismo moovo. abo
eso sucediera. Fue la Cíuerra C^ivil, como él mismo observa unas có el país a la Cíuerra C.ivil.
frases más adelante, que atajó el radicalismo. Y qué socorro pro
porcionara en realidad la tierra del Oeste a los trabajadores del
Este antes de la Cnierra Civil, es aiin boy una cuestión suma 3. HACIA UNA EXPLICACIÓN DE LAS CAUSAS DE LA GUERRA CIVIL
mente incierta. Los especulatlores ya estaban metiendo mano a
grandes proporciones de ella. 'lanipoco parece muy prolwW^ La alineación de las grandes agrupaciones sociales ^entto de la
que los habitantes verdaderamente pobres de las ciudades de sociedad norteamericana en 1860 pt-ocura
Este pudiesen abandonar el pozo de la mina o el banco de la explicar el carácter ae
exnlicar de la„3^„,„ente:
guerra, las qué debió de capaces
divergencias ventilarseonoen ce
la
brica para comprarse una pequeña granja, equiparla con berra- desencadenarla —mas iianamciu ^ pcfollase una
rnientas, por más sencillas que fueran, yexplotarla con prov<í guerra. Nos dice hasta qué punto rr. /miWfe ^cl jel-
c o, aun cuando se beneficiasen de la perspectiva de cjue otros- contienda; de suyo, sin embargo, aa algunos de
podían hacerlo.
Apesar de todas esas restricciones, ipieda de la famosa tes'S
sMoporgué, en efecto, se Pr°du)o aquella^Mora que^^
los beTo! relevantes están ya ala vista, 3
de lurner .sobre la importancia de la frontera para la democrac' yor provecho la cuestión de si existía ono un ingénito
norteamericana un residuo esencial <le verdad: la realineación' ^ muerte entre Norte y Sur. de los dos sistemas
C>onsideremos los requisitos . i jg mano de obra,
nos
nnc temporalmente, el Oestegeográficos
ysectores abierto. F-lque
engarce entrep<>rla
produjo, lado alado en orden a: a) jós productos,
y c) los conexos con la co controversias, se
c sií r" ^ "-'"Vó por el •o Aunque ese punto sea ^ plantación definidas urgen-
ascendent"'^í"" •"eaccionaria alos problemas del industria is' ^ pueden detectar en la econ beneficios exigía nuevas
del Norr ^ 1 dado de alinearse los imlustr" cias expansionistas. El urgencia en lo tocante alos
u^ r •" " ->"tra los esclavos. I<.« P,
industriales. No es ningun«
tierras vírgenes. Había, pues, ^ins correspondientes indi-
requisitos de eaP'«P Más esclavos, habrían sido
de la C'uerra f- ? fuerzas empujaban en tal sentido a cios de que la mano de obr sistema funcionase, el al-
vante d" Ta Iser una característiea muy útiles. Por último, para ® productos, tenían que ven-
godón, yen menor medí a ® , ^gmacional.
Recon,,tlTrn7ntÍT:""""^'^-^""^
ricana ameHiaH
? <-'rdiinstancias de la sociedad ^al- derse abuen precio en el mer asistencia del gobierno
La industria del Norte pequen ig acumulación
en lo que podríamos j^gdio institucional favora-
^ así como
de capital, omo la creación ^ circulación mo
oir/^nLción mo-
ble; un sistema de transporte, un deudores y la gente
netaria lo bastante contenida pa excesivas ventajas,
menuda en general no pu mantuviese los precios en
los Ipoblai ores del
uei Nortp
iNorte ....
que ilos del
. Surdeestaban
cien dispt"= jad
,.-„estd'i (Algo de inflación, por más bien grata, al igual
abandonar el esclavismo eincorporar al negro en la «"fL/ continuo ascenso le era, pro mano de obra, la industria
norteamericana La ensambladura entre la inl.stria del Nd" p que en nuestros días.) En cuanto ala ma
los gran,eros del Oeste, tan lenta en sus preparativos coni"¿, ,|
ta en su llegada, contribuyó en gran manera aeliminé'" P" 139

l.t«
necesitaba de un modo perentorio olireros libres asalariados, si terriblemente la economía del Sur. Sin duda hubiesen golpeado
bien no parece nada fácil probar í|iie la mano de obra libre con fuerte a un número bastante elevado de plantadores marginales,
viene por principio más que la esclavitud a un sistema tabril, a no factor de cierta importancia. Pero si la sociedad sureña estaba
ser porque tiene que haber quien gane dinero para comprar lo dirigida por los plantadores más prósperos, ocuan omenos s
que produce la industria. Pero quizá esa consideración baste. P^r influencia era muy importante, los más humildes podían ser m-
iiltimo la industria en desarrollo necesitaba, claro está, un merca crificados en aras de un acuerdo. En lo tocante al supuesto anta
do expansivo, en aquel entonces proporcionado aún sobre to gonismo entre mano de obra esclava yli te. uno ^
pí)r el sector agrícola; en considerable medida por el Oeste, gún conflicto económico real.
con arreglo a ese rudimentario esquema, puede considerarse eran geográficamente del Norte oera indiferente
como una parte del Norte. minado indican que la mano de ob
Es difícil percibir algi'm grave conflicto estrucniral <> « era hostil al antiesclavismo. , ,q y gl
,1.1 conlli,» ™e lo. " Í7.«l«
cr nei ele l,.s requisitos econ.-.n.ics sistema de plantación, el argumento ^ jg se-
aducir en términos estrictamente
res revis^ñ 7'"';' T""" ' "'"•«y''" =>-erta<ia-uente los hist-r^" cesión ""representabaencon)un^^^^^ demasiado lo que el
hosa de conflict.t ! '^Tucon sonable, ante todo porque n
Norte tenía realmente para orecer^
inmediato, el
todo lo une Q 1^ 'n^creses. Meter mano y arramb a
inntocon muchTinVm despojar co-- Norte no podía comprar much B i;¡orte habría sido
ddiana de uu^k I ^ represión, ha sido la experien ' •^a. Lo máximo que hubiese po i ®°. de ocupar Cuba para
t "»•»-. I.. brp. Volver aabrir el tráfico de ese avos. . ^ acción suelta en ese
^a cría de esclavos, e incluso se lo bastante recientes,
tesde una saciidi 1 • ^^íes hechos ¡nmediatamc sentido. C:onforme han demostra ® habría podido ser en
sus eausas determi7"' 'a (íuet ra (ilvil yconsu''^' ' en otras circunstancias un tal mo^n obstante, parece
calquemos de nuevo"!^' "I '1'"^ dail» extremo popular en todo el país.
naturaleza de la <tiu •' necesario demostrar . -gar haber sido tan infructuoso como imp estrictamen-
P«r el análisis efectulT^'k ^^^'"Pr<>miso era imposible. J En suma: muy probablemente los^^ g produjo la
que puede re económicos eran negocia es- ¿ .^gnifíesta insuficiencia e
area esclavista hahn'., i respecto es que un increi guerra? ¿Qué se ventiló en ella. breve voy
"na explicación estrictamente fueron, en rigor, eor
soltaba provechoso pi- ^^^nde cada tipo tie agr'^'^^ 3reargüir que las causas fun historiadores abuscar exp i
grafía, nadie podía ten i"" ''"'='"'"1nadas por el clin'=' ^ lí den económico- ha inducido alo ^ p^n^er lugar,
mites sin experimentarT de dónde se hallad"" fgCf r-^aciones distintas. Cabe .^^'^^damentalmente en un con icto
suficiente para justifica i í®ctor, sin embarg"'''' piil'''' que la Guerra C:ivil consistió p^do que amplios e -
se estado tan satisfecha"^ industria del Qe^' moral en torno al hecho de la e gn el Sur, s
te como con cualquier ,7" "" '^®'' -arl<> de plantación e" ^ fluyentes sectores del país, tan " pro ya en ^
que importaba, y mii<, «tnsideraciones eran negaron aadoptar una postura graves dificultades, e e
allanado. Los demás n! '""•""'''uniente el conflicto \eíi ^sclavismo, esa exégesis trataban de burlar en su us
recen menos serios. ^^^"fíctivos potenciales cho las mismas que Beard yotr j^^enta desha-
queda de causas económicas.
miilación de canital norteños en cuantié iJ
arancel, etc., no puede C()7sií"'"®'' reforrna.s 141
'erarse que amenazaran c

40
cerse de ambas clases de dificultades mediante la proposición de Renovemos, pues, el análisis apartir de ese punto de vista.
que todos los puntos conflictivos eran en realidad negociables; Ante todo por motivos económicos ygeográficos, la estructura
sólo los desatinos de los políticos llevaron a una guerra que la social norteamericana se desarrolló durante el siglo xix en disun
mayoría de la población, del Norte y del Sur, no quería. La ter tas direcciones. Se impuso en el Sur una sociedad agraria basada
cera interpretación viene a ser una tentativa de desarrollar algo en el esclavismo de plantación. En el Nordeste en cambio, se es
más la anterior analizando cómo la maquinaria política, que de tableció el capitalismo industrial, que fue anu an
bía crear consenso dentro de la sociedad norteamericana, se des ciedad del Oeste, basada en el cultivo por mano de obra farni «r
integro, con lo que dio lugar aque la guerra estallase. Kn ese em Junto con el Oeste, el Norte fue creando una y^
peño, no obstante, los historiadores suelen verse constreñidos a tura cuyos valores cada vez estaban mas en con Pode-
retr^arse en una explicación en términos de causas morales. del Sur El nunto focal de las diferencias era el esclavismo. Pode
o( as las tesis comentadas, incluso la que hace hincaj^ié en lo^ mos, por tanto, convenir con Nevins en que
factores económicos, pueden aducir en su favor un acervo cons'- les ¿eron decisivas. Pero ésas resultan
estrucmras económicas que ^nrimientos morales
I vercrac. hech(«. Cada una
ero limitarse aesadeobservación
ellas ha dadoequivale
con unaacontentar
porción de Sólo habría motivos para considerar los
como un factor independiente po^/erec^o propio
de^r" ^ intelectual. Es preciso relacionar dichas porción®' miento abolicionista hubiese florecí o^en^ ^ medida, era si
la inrr"^ P'=' '-"i''ir el todo afin de coTuprendef l.a cuestión J'J.g, jebía utilizarse para apoyar a
nuúcl n' TT ^ de las verdades parciales. O"® la maquinaria del g^"0 ¡ficado profimdo de puntos
nes des h '''' l'daqueda, que las propias relac'n una u otra sociedad. He aq B i gncender los ani-
no quiere decir que deba abandonarse conflictivos en apariencia tan ¡opados clamores sure-
mos como el arancel, "si tributo al Norte,
,s otros
los económicos, el tomarlos apart® ' ños sobre asanto de que e c centro lo que hizo del es-
adirionol... """""®les. sociales, etc., sepm las e"'l"®jy Fue también la cuestión de po er ^ crucial. Los dirigentes
clavismo en los territorios un £stado esclavista ode uno
políticos sabían que la admisión ^ ^ sentido uotro. El
de hombres libres decantaría a «arte constitutiva de la si-
vismo en los terrimrí i esclavisino en sí mismo, ei
hecho de que la incertidum re parcialmente pobladas
tuación debido a las despo a jjfjcultades para alcanzar un
tierras occidentales aumento bando tenían cada
compromiso. Los dirigentes P° ^cualquier maniobra ome-
.n p.„ i„ K vez mayor necesidad de ventajas del otro. En ese con-
componían a la sazón la socierL^ • } nla dida que pudiese incremen intentó poner un veto a
Vla misma nerc^no . vivían todos los aspectos < texto más amplio, la tesis e^ efecto, una importante
j' apasionarse
día t por otra.
por f Indiferente
otra C.uanto auna de las cuestionáis P
más se rntenoViba la con^*' progreso del Norte parece ofrecer,
entre los diversos puntos ronir • " P^tentizaoa causa de la guerra. . justicia, eso espero, ala te-
cimiento entre los
hic sectores
c calificados. Aunseenextendía
fl'ctivos, más el hipotético
el c'.¿j Una tal perspectiva t^b|^e
de que uno por uno hubiesen sido negociables casi no cah''" Sis revisionista de que la ^ . i^^es, siempre que esos términos
políticos, quizás incluso e g insultantes. En una socie-
lo fue.sen en bloque,
• j j percibida
11 comocomo unidad
uaa.nnY ^
Y, ciertamente, criniía"''^
consotu no se entiendan como mero.
unidad, tal por
idj por o-neos» ^
no pocos contemporanet'-'
vez que eran manifestaciones ,le sociedades enteras 143

142
dad compleja con un alto grado de división del trabajo, y espe los colonizadores decidieran de ello por si mismos en uno u otro
cialmente en una democracia parlamentaria, los políticos, los pe sentido, hizo pasar aamplios sectores de opinión norteños de la
riodistas
. y, casi en .«la misma medida,
iiicuuiii, los
uis clérigos
Clérigos tienen
rier la misión moderación a miras próximas al abolicionismo, cuando menos
específica y necesaria de ser sensibles a aquello
" que iinfluye sobre por el momento. En cuanto al Sur, su apoyo no pasó de tibio.'"
la distribución
stnhucion del poder en
en la sociedad. Son
Son ellos asi
asimismo quie- En líneas generales, los moderados poseían aquellas virtudes
suministran los argumentos, favorables o adversos, ya que muchos creen necesarias para que la democracia funcione:
ibiar la estructura de la sociedad, ya para que las cosas sigan tlisptisición atransigir yacomprender el punto de vista del ad
como están. Siendo, pues, tarea suya estar alerta a los cambios versario, osea una actitud pragmática. Eran lo opuestt) a octri
potenciales, mientras los demás están absorbidos por entero en la narios. Ahora bien: ello, en realidad, tan sólo si^ificaba que no
de ganarse la vida, constituye una de las características del siste querían mirar los hechos cara acara. Siendo su intento primor
ma etnt)crático (|ue amenudo los pí)líticos tengan t|ue ser vo dial poner aun lado la cuestión de la esclavitud, los moderados
cmgleros eintensificar la división. Kl panel del político democrá no pudieron ni influenciar ni controlar la serie de ^caec^en o
tico moderno es sobre manera paradójico, por lo "lenos engendrados por la situación ' "byacente.''Crisis como las lu
chL por el «sangriento Kansas», el pánico 1^
dTn ue kfo no t"! '""'I"-
a de ocuparse de política. Por esa'l"e I-' '""y"!'
misma ra/óni"' tentativa melodramática de John Brown de
una insurrección esclava, ytantas ornas, • gj gspí-
ca en ^'"^riudo cree necesario despertar la opinión p"'''' y—
caen torno apeligros reales osupuestos.
caso He 1 f'sta, se hace aun comprensible el fr" ;"rrñj::rd t
c-o,npl.c,n™ como dm..m. meollo dj m^
rra Su VP'"'"" jmxlerada en contener el impulso hacia la
Sur. Por a "n" ' P"r potentados, del Norte V glosajona, se reveló por entero no basta
ciativa en ll"^ ordinarios llevan la do de ánimo, sin un anahsis y u p comparte la
para hacer Rincionar dignifica; lo que importa es
probablemen't'nn"! de opinión», así les maytiría. El consenso, de por. , p
calidad rhel 1=» "Pi"i''>" P"''!' ^"- ^ r- acerca de qué se da. a,, ver la sociedad norteamerica-
dialmente interesad^ "npcrante, yestantío pr'^' ^^ Finalmente en jas causas yel senrido de la
cuestitin del esclavisnio «'mero, preferían arrum na como un todo a fin de ^ u.^icnneda de las fuentes de di-
verdad muy difícil' El r- "• •"«'•""ñas estructurales, tar guerra, conviene recordar que a capital del problema. En
presentó una vÍ^'1; T'"'" ^''^yW-^^ster de .8 ° ^ sensión oscurece sin reme lo u tiempo existiendo, tiene
más estrictas en el Norte en f cualquier unidad polídca que e . ^ razones por las que
fugitivos, yque Riesen admirid™'"" i\ Esta que haber causas que ^g^jtables diferencias. Es difi'-
dos; California como Estatl ""T futuf los hombres deseen acomo ar regiones diferentes
aún por determinar Nuevo Mé^' laviti"'' cil hallar en la Historia algún c . basados en principios
según lo dispusieran suf^n^! ^ hayan desarrollado permanecido, con todo, bajo
admisión.tv Pero cualquier tentarf ' """" Ae la diametralmente opuestos y y ^^-oridad efectiva sobre am-
clavinid Vbuscarle un! nueva sr I ' núi"'^' un gobierno central que conserv situación requeri-
ro telos mtKleradt,.s dejaran de serlt,. Tal fite el caso cuando,n«" .
lio I , . . ^"'"cmn mtitivaba que gran bas áreas. Yo no encuentro contrarrestar las ten-
cuatrt, anos tiespues del Cttmpromiso, el senadt.r Stephen ^ ría fberzas cohesivas "'"J Unidos, amediados del siglo
Dt.uglas le pust, fin replanteando la cue.stión de la esclavitud dencias divisorias. En los
los territt,rios. Al proponer en el Acta de Kansas-Nebrask^ 1 145

144
XIX, las fuerzas cohesivas parecen haher sido débiles, aunque característica coalición reaccionaria entre éte urbanas yrurales,
siempre se corre el peli^o de exa^^erar su debilidad a causa de aexcusar, pues, el único compromiso que hubiese P°d'do impe
que la CTuerra C-,ivil vino efectivamente a producirse. dir la guerra. (El compromiso, por lo demás, que ala postf
El comercio, sin duda, es uno de los factores que pueden eU" quidó la guerra.) Otros dos factores coad^varon ^ha
pendrar vínculos entre los diversos sectores de un país. El que d cer en extremo difícil el tal compromiso. En '| •8
algodón del Sur se colocase principalmente en Inglaterra repre bituro del Oeste aparecía incierto yelo -l-a me em
senta casi de cierto un hecho muy importante. Significa que lus bución del poder en el centro, con lo que
vínculos con el Norte eran tanto más débiles. I.a parcialidad in agrandaban todas las caasas de recelo y [g jq.
glesa por la causa sudista durante la guerra es bien conocida- se acaba de notar, que las pnncipa " reforzando,
Pero no se puede poner excesivo énfasis en la dirección del co- ciedad norteamericana, aunque a a .
eran aún muy débiles.
nercio corno signo de desunión. Segiín se ha indicado antes, la^
je unas (e Norte estaban empezando aconsumir más alg^
H'"o fuertemente el mercado del Oeste tras la crisis 4. EL IMPULSO revolucionario YSU ERA
menrr^^' hombres de negocios de Nueva York pasaron de r- 1 nn PS necesario decir más que unas
Sobre la misma Guerra Civ • _ acontecimiento político
sin,, á' ' ^'^^"^^hmes con el Sur.- En una palabra: la pocas palabras, en especia p q gj^gncipación. ha sido ya
ducido E se estaba transformando; de no haberse más importante, la Proclamac , ¡gs clases domi-
sas econó^"^-'^^^' "s historiadores que indagan ante todo las ca^ mencionado. La guerra re habían hendido neta-
con una explicLwn. "'"P""" '"ificol"'! P'""' nantes de la sociedad norteam estratos dirigentes
mente en dos, mucho más Puritana o los de Francia
de Inglaterra cuando la Revo uci ^ grandes convul-
en mayo mH Norte'puede que lo cuando la Revolución Francesa. dominantes habían per-
do: la LsenS l' ' 'I V» ^a sido n.encion' siones, las divisiones dentro e ^u^pkotar hacia arriba desde los
piedad capitalisti ""i* amenazase la P middo alas tendencias radíeles »borbotar _
que los -.«I Norte. ¿ se,mn<lo estrd^ estratos inferiores - muc o £j^ jg Guerra Civil amenca-
sos. Aese respecto la sitúa " enemigos extran|eros P' volución Francesa q"^f" verdaderamente comparable,
se dio en Alemania' yel Japórn™ prop'"' na. no bubo ninguna olea ^,5 [js razones son fáciles de
versiones de crisis de m, i pasaron por sus p Ciuando menos a jgrvían de artesanos empo-
187. Alemania.! 'g^R ver: las ciudades norteamenca Ay^que no fuese sino indirec-
los estímulos para el earacterT!" 'Zr brecidos ypotenciales _ el potencial
tre élites agrarias eindustriales m' '-"""T,! ha"'" tamente. la existencia e as j^gteriales para una conflagra-
que empujara a los pronieta , lo-S explosivo. Faltaban también . ^ gj gur tenía esencialmen-
esclavos del .Sur aaliarse barT í,^ '^Í'^durías del Norte V". jad- ción campesina. En vez «^pesmo^. ^
Para resumirlo e;:!';! "^-^'-^-grada ''''P.S' asd" te esclavos negros en e pe
podían ono querían re ea
importa aquí si se trataba
algunas revueltas esclavas es-
la guerra pueden verse en el de^ las causas u ^^¡cuS de lo uno ode lo otro. Si , ¡35 políticas. De esa parte no
distintos que condujo aciviliza sistemas .^pqi'^ porádicas. no tuvieron ^^ecu^
ambas canitalistas^
capital,.stas) con
J actitudes incompatibles
'^""''^aciones respecto (aU
también distintas al , vino ningún impulso revolucionar .
visino. La conexión entre el capitalism.Klel Norte yla aí^ri^a
ra <lel Oeste contribuyó ahacer innecesaria por el 147

146
Lí) poco que se manifestó a modo de impulso revolucionario, sitaba el país era alguien en el poder (es decir: no Lincoln) «con

es decir, un intento de alterar por la fuerza el orden social esta suficiente clarividencia, y suficiente valentía moral, para tratar
blecido, provino del capitalismo del Norte. Dentro del grupo co esto como una revolución radical, y remodelar nuestras institu
nocido como «republicanos radicales», los ideales abolicionistas ciones... Ello implicaría tanto el arrasamiento del Sur como la
se combinaron con los intereses intlustriales para encender un emancipación, yuna repoblación de medio Continente...».
breve relámpago revolucionario, pronto extinguido en un fangu Lo que dio alas aese movimiento ehizo que no quedara re
de corrupción. Aunque los ratiicales fueron durante la guerra una ducido avana palabrería fue el hecho de que coinci ía ^
espina en el costado de Lincoln, éste pudo llevarla a una conclu tereses de sectores cruciales de la sociedad norteña. Uno de
sión militar feliz abase, ante todo, de preservar la Uni(')n, <> ellos era la industria de hierro yacero de Pe"silvania, en su fose
sin ninguna ofensiva seria contra los derechos de propietlad inicial. Otro, una serie de intereses en torno alas febeas.
os panta ores. Por corto tiempo, aproximadamente durante 1^^^ Stevens actuaba en el Cíongreso de medianero para «mbos secto
tres anos que siguieron al término de la contienda res, de cada uno de los cuales recibía dinero, confo™ U
os republicanos radicales ocuparon el poder en el victorioso ralidad política reinante.'' Los republicanos ^
encontraron considerable audiencia entre
,tación
'i"® ylos residuos del esclavismo.
"na ofensiva contra el sistema de plan Éstos, aunque muy reft-actatios ala P^°P^g;"Ííf,3ic¡o-
voliirif '"b'^ntes nistas de Nueva Inglaterra como hipocrit p ^.^pcio-
vo uc onaria entre delun gnipo veían laprogresista
capitalismo ¡pierra comoytina
una lucha re
societiad industriales, por lo que lentamente
^grar. reaccionaria basada en el esclavisano. Si el conflicto entre nes radicales de protección a intereses finan-
braron rer ' '""yo^ eoinbatcs más importantes se la intensa inflación monetaria __fT.j,ron ningún entusias-
cieros ycomerciales, en cambio, ^ radicales con principios
dicales Dp<;rl i ello se debió a los republicnnoí» mo poí los radicales. Tras la guerra os mtó P
se volvieron contra la «plutocracia e pna ofensiva
ré^en com^ o acien años de ílistancia. aP La ofensiva radical, por tanto, n P g^a una com-
gnesa vestricr" v'hración revolucionaria estrictamente bu capitalista aunada contra el gj relacionados con los
cTdadanos me '"'r los últimos sucesores tle _l^ binación de obreros, industria es e «uianza. Cabe, con todo,
res feudales An'''' fT" la rebelión contra los se" ferrocarriles, en su momento e""^y j^jg^or, incluso pto-
ciontt han si;:: I ' estimarla producto del ¡®'"^g^as creadoras (y filisteas)
trarrevolucionart"i In r^T'alistas, obien fascistas Ve""
Inspirándose en los id .'-"íapoyo del capitabsin'^ ^1^1
gresista; se atrajo las principa es
que, más tarde, Veblen pon
jp^iedad norteamerica-
f,panderos esnobs que
Suelo Libre una nc - '^os abolicionistas ylos radica • na, yrepelió las que «1"®' F vendiendo. En Thaddeus Ste-
ganaban dinero, no j,i„ac¡6n halló guía política exper-
.Kiu., d. -ir""" vens ysus asociados, la ta trazar una estrategia ge-
vo"». Veían en la Cíuerra f'i,' ^siervo-noble V , ta ysuficiente inteligencia explicación de adónde
yVdestruir
destruir amipl
aquel m ' onrf^c,-
anacronismo "na oportunidad
, para desa ' ^ neral. Los radicales P''°P°^j°j y cómo se podía sacar partido
se estaba dirigiendo la soc Querrá Civil era una revolu-
Sur aitttagen clel None democrático yproZiTbasado e" ^
bertad de palabra, libertad laboral, escuela! yurn;s electorj-lf , de esa encaminadura. Para e victoria militar yel ase-
Aunqtie sus declaraciones públicas fuesen al¿ más mesurad^J ción, cuando menos potencia me • apenas disimulada,
sinato de Lincoln, que acogieron con alegría p
líder de los republicanos radicales en la Calara de Dip"'"!-
Thatideus Stevens, escribió en una carta privada que lo 14P

148
les depararon una oportunidad, auiu]ue por breve tienipo, píira dría de suficiente tierra para dar a cada familia negra unos cua
intentar transformarla en una revolución real. renta acres.«Cmarenta acres y una ínula» se convirtió a la sazón
De nuevo 1haddeus Stevens apf)rtó el análisis, así como el en una matraca para desacreditar las esperanzas .supuestamente
liderato político cotidiano. Su estrategia, esencialmente, consis utópicas de los recién emancipados negros. Pero ni losrepublica
tía en controlar la matiuinaria del gobierno federal en beneficio nos radicales ni Stevens eran meros utopistas. La exigencia de
de los grupos de que era portavoz.. I-ra necesario para ello cain- una profunda reforma agraria reflejaba la visión realista de que
liar asociedad del Sur, no fuese (,ue el anti{rno tipo de liderato ninguna otra cosa quebrantaría la prepotencia de los plantadores.
Estos se habían puesto ya a reconquistar la sustancia de su anti
guo poder por distintos medios, lo cual estaba a su alcance por
existid en I ""1^"'^" revolticionario, escaso, que que los negros eran nulos econfímicainente. Todo ello, lo veían
n^i 6n ' <'^=1 "'"llicto. Stevens poseía sudeiente con bastante claridad los radicales, cuando menos algunos de
ellí)s. Yexisten indicios de que el dividir las plantaciones para dar
»»r "ní™r,''° '1- íninu, ,»» i»" alos negros pequeñas granjas era algo factible. En 1864 y1865,
las autoridades militares norteñas hicieron dos experirnenms en
opiníón piiWira cTcen pi-tsc-nt.'. :il Coiiprpso vp'J ese sentido afin de remediar el embarazoso problema de miles de
acompañatlo dp análisis pasmosamente coherent , negros indigentes. Entregaron tierras confiscadas yabandona as
™"rpld;| ,r
que por una cosa
'•"'I-'";™ «i».un conjunto de f amás de cuarenta mil negros, que parecen haberlas cultivado con
buen éxito como pequeños granjeros hasta que el presi ente
ahora convenía r habían abandonado la Unión V Johnson devolvió las haciendas asus antiguos propietarios a
-mientra ->n los brazos al>iertos. cos.-^' La experiencia de la esclavitud, sin embargo, poco podía
í/e/ícw ser desmontar! políticas, municipales ysociii haber preparado a los negros para dirigir sus propios negocios
gre ycaudales han s7mÍ"'''7'7 ""''i como pequeños capitalistas rurales. Stevens era ^
grarse tratándolos v • un vant). Kilo sólo puctiu ello, yasimismo de que los negros aún necesitarían durante larg
do».->9 deherÍQ^*^"^*! arándolos conu) un pueblo conquis^^ tiempo la superintendencia de sus amigos en e nómica v
prendía, además, que, sin un mínimo de segundad
C>)nstitiición
sus forjadoreshavasido^^^-ifinnaba,
se pron orden ahacer«hasta
de elhiqu^
lo ^ cié derechos políticos, entre ellos el de voto poco podrían
cendiente al partido dririr ^asegurar purpu^"*'^ ni por sus propios intereses ni por los de orte. .
En suma- la versión radical de la reconstmccion estribaba en
Los Estados del Sur rl republiciUU utilizar la potencia militar del Norte para d'^^truir la «
ferttistno para la revolu^i^rT u^'' de plantacL ycrear un facsímile de denrocraaa a^al.ta^ase^
contemporáneoeraalos
sifrmentes-, muyhechos
p„sik|a? Í" '7'''"'•'^lauiones histórica ss"'''
^ ^1 girando propiedad yderechos e«:tóra es a^ realmente
de las condiciones imperantes en ' • • u» Herechos ci-
Norte, alertaba Stevens por h, d''"' f P"""en'l''''' revolucionaria
revolucionaria, Un siglo después,
un sig n el movimientopretende
de derechos
menos,
aganar la pa?, después de hah Muu el Sm v VI e<; níiríi Inc npp-ros no pretende mas, uc I
viles para los negros u [ k
Si el anticiparse ala epo-
Se seguía de esas consideraciónth' P"'' porcuanto de,a a un lado o ec
reconstruir la sociedad del Sur 7"""] '"'"Srama definit ca en que se vive es revolucionar , Horace Greelev
quebrantar el poderío de los .1 - Lri''" simpatlantes del Norte confesaban su
las haciendas de más de doscieÓtT" P'^ntaciones ^,'eiTi' echtot del M. K.. 7.W, sim^ tóo proóunc^do
pujara ala nobleza (los plantad cuando sa abolicionista, escribió en re. p
I --I ' sureñnsf al pxi io».
" d;S„,1 fclr.l Jrf"
por Stevens el 6 de septiembre de 1865: «... protestamos contra
plantadores mayor control sobre su mano de obra. El cambio era
toda ap^resión a la propiedatl sureña... porque la clase nrás acau
significativo. Como se verá asu debido tiempo, la aparcería ha
constituido en muchas partes de Asia un medio de extraer un ex
dalada de habitantes del Sur, siendo más instruidos y humanos
cedente de los campesinos más por métodos económicos que po
que los ij^norantes y vulgares, son menos enemigos tle los ne líticos aunque ios últimos sean amenudo necesarios para refor-
gros».'"' Las aprensiones de (íreeley anunciaban lo que iba a su zar a¡os primeros. Es notable, por tanto, ver aparecer formas
ceder cuando los sectores acaudalados del Norte y del Sur ente ftindamentalmente similares en Norteamérica, sin previa exis-
rrarían sus diferencias y, por otro compromiso lamoso, dejarían tencia de campesinado.
que los negi os se las compusieran como piuliesen con su libei tad. Lo que dio un sesgo peculiar a la simacion norteamericana
No es, por tanto, sorprendente que la derrota tle los ratliea fue el comerciante rural, por más que también se han desarroba
les, omás precisamente de lo que era radical en su programa, ad do artificios semejantes en China yotras partes. El comerciante
viniese pronto, tan pronto como tropezaron con los intereses de rural solía ser el propio gran plantador.
propiedad norteños. Los radicales no pudieron introducir en los llevador val aparcero, con recargos muy levados sob ebs p
derechos de reconstmcción de 1867 la confiscación forzosa, re cios al detalle ordinarius, mantenía ba,o su c""-!
chazada por los republicanos más moderados. Kn la C:ámara, el obra. Aquéllos no podían comprar c"
proyecto de ley de los «40 acres» de Stevens obtuvo sólo treinta que en ningún otro teman crédito yp ^ 'mím»; reemnla-
ysiete votos.'-'' Los sectores privilegiados del Norte no estaban ^0 tos de dinen>.- De ese modo, los vínculos
modo algiino dispuestos atolerar un ataque declarado contra la zaban alos de esclavitud. Si el cambio que los
propiedad, ni siquiera contra la de «rebeldes», ni siquiera en real, es muy difícil decirlo. Pero sena el
nombre de ademocracia capitalista. La Nactóyj advirtió que prtipietarios tle plantaciones pg^ece haber sido in-
epartc, de las tierras de l„s ricos entre los desheredados... ntievo sistema. El efecto je monocultivo, por
tensificar aun mas en el Sur nlantador pre-
fíciline'nr ^^ i' sistema político vsocial de la '1'"^ 'I cuanto el banquero presionaba ^Pj*" " eonvertirse rápi-
K-Z" P-'lHla de la libertad». F,l fraca.so tF sionaha al aparcero aculuvar aquello que pea
corazón
on m,smo delsignificaba
progra.na una derrota
radical. Sin ladecisiva,
reforntaextirpa
agrarin.la ' damente en dinero.'^^ , , gi económico;
El „„.l,fcc,mi.mo P»"" tS -b»
eS ne n "'T'P^'-tivos más que una simple relación e historiar las idas yvenidas
obstante decr que tal fracaso despejó el camino para la «n mumo reforzarse. No Procede qmb.sto^
premaca defin.t.va de los terratenientes blanc stlel L y políticas de los que sucedieron en ^^1^ |a pgna seña
.ntereses pmp,erarios.^. Los radicales, en becbo de verdad, PU" la anteguerra en pos de '"f|^"J^f,Pracionistas, se les llamaría boy
ca habían llegado aobstruir el camino Su fracaso en aqfP' , lar que, entre los scalawags , j jotes, comerciantes emclu-
mentó revelo ios límites que
une imponía
im.^ - i' • . norteauicn
la sociedad quizá-, fignrabaii ra de violencia, deplorada tal
al impulso revolucionario so capitanes de industria. j-to sea de rigor el escepucis-
Abortada la confiscación yredistribución de la tierra, el vez por los mejores, aunqu sitio» yrestaurar así cum-
ma <le plantación volvió sobre sí mediante un nuevo siste.n'' mo, ayudó aponer a Los intereses industriales yfe-
rnano de obra. Aprincipio hubo algunas tentativas abase de plidamente la supremacía atic influencia en los
de obra asalariada, que fracasaron, en buena parte porque b'^ •' troviarios, entre tanto, iban también en el Sur, al igual que
gros propendían acobrar sus salarios durante los meses de negocios del Sur.^' En una ^j^taba recuperando poder,
en el Norte, la gente gorda mo
rividad ylargar.se después, cuando el algodón tenía que ser re
guio. De abi que se virara hacia la aparcería, que daba
dabí» a
autoridad e influencia. Se estaba j^reparando la escena para una sis de Beard de que tal fue el designio original de los que la re-

alianza entre ambos sectores que deshiciese las antij^ias líneas de dactaron ha sido impugnada poralgunos.^-» Que lo fuese o no, me
batalla. Dicha alianza fue consumada formalmente en 1S7Ó, cuan parece trivial. Las consecuencias no ofrecen dudas. En último
do la disputada pugna electoral Hayes-Tilden se resolvió dando el término, la valoración de la Guerra Civil depende decómo seva
poder al republicano Mayes acambio de que se eliminasen los re loren la libertad en la sociedad norteamericana moderna y la co
siduos del régimen ocupacional nordista. Ante la carga de los nexión entre las instituciones del capitalismo avanzado y la Gue
agrarios radicales en el Oeste yde los obreros radicales en el Este, rra Cjvil. Para debatir a fondo esos puntos, apenas bastaría un
libro entero como éste. Aquí voy a limitarme a esbozar algunas
^1 norteño de la riqueza, la propiedad vlos privilegios se de las consideraciones más importantes.
I 1^ ^ definitivamente de lado toda ostensión ile un de- Acompañaron ysiguieron la victoria ciertos cambios políti
''«ishereiladas y opriinitlas masas ne- cos de gran alcance. Pueden resumirse diciendo que e go
clavnc ísur no eran ya propietarios ile federal quedó convertido en una serie de murallas alredet^"'- de la
urbano^ '-•'«="<) barniz <le hombres (le negocios propiedad, así como en un agente de la sentencia bíb ica; «
feZ TJ' '••«Pitalistas (leí Norte debían hacer quien tiene, se le dará». La primera de las rnura as e
sultaba ^ la elásica coalicitm conservadora re- guardia de la propia Unión, lo cual, al irse po an oe es
ida
gunda Re?Í '"'"''I'"- '1'"= -in" «iNoi'l'"- I''
Revolución Americana». pues de la Cíuerra, vino asignificar uno de los mas Adatados m -
cados interiores del mundo; también un mercado protep p
el arancel más alto hasta la fecha en la historia de la La
5- significado DE LA GUERRA civn, propiedad, en virtud de la Décimocuarta
teccíión de los gobiernos estatales con malas '^''na
bién la circulación monetaria ftie . a j^n jel
Z"',P"-- - «^1 sentido de «n P.ÍO en meiilieo. S, ™J „p„„¡end<., e. pone hoy en
de la (íuerra "P'"'^sores. Determinar el signihci
historia q„¡ a^re r'T'-'' corresponda en 0" Oeste tanto como se había venia p KocMnfp bien lo mis-
duda; hay indicios de que se ' ^^^"^"¡^jXiguientes."' En todo
esde lasusdestrucci(-)n
causas V.su violena
dl^ haciéndose,
de es tan difícil como """""'
dar cuen
"rI a mo durante la guerra que en
caso, recibieron
apertura de ios do-
Aa de 1862), si bien es
la sociedad en que se ha oro políticas que pern mimos públicos en el Oeste f federal merece el ca-
Guerra Civil, el canitar tomar un nuevo curso. ^ ^ precisamente aese respecto tq g bíblica. Las com-
pasos agigantados. En'eTo 's"''T'i' geard lificativo de agente de la recien ci fabulosas, yla ad-
cuando acuñt) su fórmula fa' ' P'^'^^ha C,harles pañías de ferrocarriles jj^yén la base de grandes
ricana». Sin eml^: 1'TeT^ mdicación de ^ommios pu concepto de com-
capitalista industrial una cons q^é fortunas madereras y mine - obreros con el des-
decir de su contribución la '=> (inerra Cjvil- i pensación ala industria, que mantuvo abiertas las puer-
to los más conservadores aso' ''" humana, que , f^a arrollo del Oeste, el gobierno Como observa
historia de la Décimocuarta Em" palabra revo uci tas a la

dos privar acualquier persona7e''vil''"íbertad TJr<rpi Beard, Todo lo f i - m á s , se ganó en el espacio de


compendia aambigüedad del último exmemo. Como sab-^ ^ cZ^refan^breves años», ciertamente, es una
person instruida, la Decimocuarta Enmienda ha protegido
poco alos negros ymuchísimo alas sociedades anónimas- 155

I.M
exageración retórica; algunas de las medidas mencionadas fueron Para refiitar categóricamente tales argumentos, sería preciso
también propias de la Reconstrucción (1865-1876), y la readop demostrar que la sociedad sureña, dominada por la plantación,
ción del pago en metálico no se produjo hasta 1879. Pero da lo constituía un obstáculo formidable para el establecimiento de la
mismo: la Reconstrucción, en definitiva, no fue más que una par
democracia capitalista industrial. Todo parece
te del conflicto total. Si se mira hacia atrás y se compara lo lleva
clavismo de plantación era, en efecto, un obstáculo pam ad^o-
do acabo con el programa plantador de 1860: sanción federal del cracia, por lo menos para un concepto de la
esclavismo, nada de aranceles proteccionistas elevados, nada de de los .Ibjetivos de igualdad humana
subvenciones ni de dispendiosas mejoras internas que recargarí mitada de igualdad de oportunidade^ y
an los impuestos, ningi'in sistema monetario y bancario nacio los datos de que se dispone no establecen en
clavismo de ' m u e s t r a a las
nal,' entonces la tesis de una victoria del capitalismo industrial clustrial en si mismo. Y la per p j^^oof^-nllarse en socie-
sobre las cadenas de la economía de plantación, victoria que re claras que el «P''"' '"'°¿"^"h:edvLdemocráricos^
quirió hierro ysangre, parece en verdad muy convincente. dades que no profesen aquel ) rpnresenten más que
La reflexión puede hacer que buena parte de ese convenci algo más cautos, "^.^Ty e' Japó" '^45
miento se evapore. Merece la pena notar que la actitud del prop»^ una corriente secundaria. Al V
Beard es bastante ambigua. Tras extenderse sobre las victorias dd ejemplifican por nos lleva a discre-
capitalismo norteño arriba resumidas, observa: «I.os princip-j'^^ Una vez más el curso de la nvesagac.o jif^rentes
resu tados económicos de la Segunda Revolución Americana i^^ pancias eincompatibilidades po j ^ | jsjorte yel Oes-
icac os hasta aquí se habrían también conseguido aunque ní> de civilizaciones: la del Sur, a la mano de
biese tenido lugar un conflicto armado...».'- Téngase en ciien'"' te, por otro. Los je plantación, son obstáculos
kLT:!,
es sino por el mismo hecho devista
. ' n
que de
losBeard noinnovado'"'^'''
- • u c Vista ue Dearci no son
escritos .son obra, yen parucular el e capitalismo, en un estadio
políticos para una término más preciso, tene-
todo historiador puntero sacan aluz cuestiones antes ignora''"'' histórico específico: a Hemocrático competitivo. El es-
Contra la tesis de que la Guerra Civil fue una victoria revoli"^'"' mos que llamarle capita obstáculo para una socie-
la e a emocracia capitalista industrial, e indispensable clavismo constituía una am revoluciones Puritana,
tal victoria cabe aducir tres argumentos íntimamente interre'"' dad que, en rigor, era la jureña estaba firinemente
cKinat os. ^. primero, que no existe ninguna conexión real e"' Americana y France.sa. , .¡fg^ia como base de valoración
la Guerra (.ivil yla subsiguiente victor!; del capitalismo ¡ntl'"; asentada sobre con
humana. Junto la cali a
el Oeste, Morte contrariamente, aunque
concepto de
trial; ahogar por ella sería incurrir en un sofisma del tipo de ¿
hoc, ago proptcr hoc. En segundo lugar, que los cambios V" en pleno proceso de cam ^ j refleja-
produciéndose espontáneamente por los procesos ordinario" igualdad de oportunidades. conferían mucho de su
crecimiento económico sin necesidad de que los desencatlen"' han ordenaciones economi misma unidad política, a mi
una guerra civilPor último, a base de los indicios debafd" atractivo y fuerza. Dentro , . ggtablecer instituciones po-
bastante detenidamente al principio de este capítulo, se P<"'' modo de ver, era de suyo ^ y^rra
líricas ysociales que sansw^^^^ mucho mayor,parte.
si elSiS"""'
la sepa-
P"''
argüir que las economías del Norte y el Sur no se halla''"" ración geográfica u entonces, con toda probabi-
verdad enfrentadas en una competencia a muerte: o eran ejemplo, hubiese si ou glativamente fácil de resolver
plementarias o, en el peor de los caso.s, si no estaban jeS lidad, el problema habría sioo
una con titra, se debía tan sólo a circunstancias fortuitas, —a expensas del negro.
como el hecho de que el Sur vendía la mayor parte de su alg"' 157
a Inglaterra.

56
Que la victoria del Norte, a pesar de todas sus consecuencias final, ello se ha debido en gran parte al carácter incompleto de la
ambiguas, representó una victoria política para la libertad a vista victoria alcanzada en 1865 y a las subsiguientes tendencias hacia
de lo t]ue habría implicado una victoria del Sur, parece tan obvio, una coalición conservadora entre los intereses propietarios del
que excusa un comentario extenso. Basta con considerar lo que Norte yel Sur. Tal manquedad quedó empotrada en la estructu
habría sucedido si el sistema de plantación sureño hubiese podi" ra del capitalismo industrial. Con nuevas trazas, más puramente
do establecerse en el Oeste amediados del siglo xix vrodear al económicas, volvió al Sur mucha de la antigua represión, al paso
Nordeste. Entonces los Estados Unidos se haltrían hallado en la que en el resto de los Estados Unidos iban apareciendo formas
situación de ciertos países ,|ue están modernizándose al presente, represivas nuevas amedida que el capitalismo industrial crecía y
con una economía latifundista, una aristocracia antidemocrática se afianzaba. Si el gobierno federal se desinteresó de que subsis
dominante, yuna clase comercial e industrial débil ysubordina tieran las leyes de esclavos fugitivos, es que obien asentía o len
da, ni capaz ni deseo.sa de promover la democracia'política. Tal servía de instrumento a la represión. r 1 1 u
era, agandes rasgos, la situación de Rusia en la segunda mitad Por lo que respecta alos negros, el gobierno federal no ha
del ^glo XIX, solo t,„e su agricultura estaba menos comercializa- empezado acambiar de acritud hasta tiempos bastantes recientes.
Ha H k ' I " estaña menos comen-""" (Alando se escriben estas líneas, los Esta os ni os se
craria fi " entonces mucho más probables que una del"" mersos en un encarnizado conflicto acerca de los d^^^-^os civi
="'™'S«da -pese atelas sus limitaciones yde* de los negros, conflicto que probablemente alternar flu^s y^
'i- -"" flujos en los años venideros. ttlSaTrL-
de los negros. Debido alas peculiaridades de la .
Anokrt.. I ^cmirreaccionaria.

menos imn"'>" "clavismo fue un paso decisivo, un hecho n< mericanaí^el nócleo de ^
en la GuTra r" ar''"*; '"¡T-ilación <le la monarquía absoh-» personas cuya piel es negra. E . |os negros
nar esenT^ M «evolución Francesa, un pre ; la sociedad norteamericana co _ potencial de re
constituyen en el presente casi carácter de la de-
violentas los m' Como en aquellas saci"'' ' clutamiento para las tentanvas de c^i
potencial se
ton poS'::: r r (-¡l Americana l^e c.pL,i«f •H;rríio -1»-«'
nes posteriores ih ""T''" del término. Ceiierac mJudri CT "18" ^ deKondnio, para ««•
ndmico en el e.sauei' P"t in.suflar un contenido ec ^ contrario, .se combinara co g
hacia cierta conde dco, por elevar el nivel del pf® 5 gar a resultados aliados blancos pone
-nos los me^rertl : desd""" En el fondo, la lucha d capitalista contemporá-
No otra cosa se han nr. ' determinar su propio • .^ aprueba la capacidad de principios que profesa,
más tarde en Rusia yla revoluciones llevadas ^ nea para vivir de acuerdo con los no^^
hayan borrado ytorcido e i^^echa l<"^' algo que ninguna ^ |a valoración e interpreta-
ante la ambigüedad funda ,. - j j recurrente alo largo de
en. III. ,„ie,e "I""' l« «"e™ C™'' ción de la Guerra Civil. * conspicuos adalides
El que el gobierno federal se „ ,„sclavis"',*' la Historia. No es mera coincidencia q
no fue cosa baladí. Es fádiT!' sancionar el ^ de sociedades libres, separa os p ideales en discur-
i. d.„ ,:;:rr "" mil h.,.n ..p»J" L »..««
zos nara consetmir a • por ejemplo en str • -¿o SOS conmemoraavos de q [„ mismo Pericles que Lin-
ir nmiearaSla
franqueada quella barrera. Si los mov^ mientos decon.secutivf
no haber ^/jp diéndolos. Para el J ambiguas cuando confronta lo que
coln aparecen como figu
Guerra Civil para ensanchar los límites yel significado de
bertail han venido chocando con obstác.dos ya desde sU 159

58
hicieron y lo que acaeció con lo que decían y, con toda probabi
lidad, esperaban. La lucha por lo que expresaron no ha termina
do todavía, yno llegará asu fin hasta que la raza humana cese de
habitar la tierra. Quien observa más y más de cerca y profunda
mente las ambigüedades de la Histí)ria para tratar de esclarecer
las, acaba hallándolas en sí mismo yen su prójimo como en los
supuestamente muertos hechos históricos. Quiérase o no, esta-
ni<>s dentro del flujo yreflujo de tales acontecimientos, ytlese!"'
peñamíts un papel, no importa cuan petiueilo einsignificante itt
el'ftjttiro"'^"''^' '1'"= pasado llegará asignificar pa"^

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