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MÓDULO 3.

¿CÓMO APLICAR LA NEUROCIENCIA EN EL


AULA?

3.1 ¿QUÉ SON LAS ESTRATEGIAS DE APRENDIZAJE?


3.2 TIPOS DE ESTRATEGIAS DE APRENDIZAJE:
SOCIOAFECTIVAS, COGNITIVAS Y METACOGNITIVAS
3.3 ¿CÓMO APLICAR LA INVESTIGACIÓN COGNITIVA PARA
MEJORAR EL APRENDIZAJE?
3.4 ¿CÓMO APLICAR LAS PRINCIPALES ESTRATEGIAS?:
PROYECTO ATMÓSFERA
3.5 BIBLIOGRAFÍA Y RECURSOS AUDIOVISUALES
3.6 PRUEBA DE AUTOEVALUACIÓN

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3.4 ¿CÓMO APLICAR LAS PRINCIPALES ESTRATEGIAS?:
PROYECTO ATMÓSFERA

3.4.1 ¿Qué es una Atmósfera emocional de Aprendizaje?

Desde el Proyecto Atmósfera que desarrolla el Instituto de la Inteligencia


Libre estudiamos los factores ambientes que influyen en la construcción y
desarrollo de los principales procesos lingüísticos y creativos en niños.

El Instituto de la Inteligencia libre acuñó el término “Atmósfera Emocional


de Aprendizaje” definiéndola como el conjunto de factores sensoriales,
perceptivos, motores, emocionales, cognitivos y ambientales que una vez
integrados en un mismo programa educativo favorecen la creación de un
ambiente positivo que propicia un equilibrio cognitivo, afectivo y conductual
del alumno necesarios para el aprendizaje socioafectivo y emocional.

Desde el proyecto Atmósfera hemos ido constatando la importancia de


tener en cuenta los sentidos, la percepción, la integración sensorial, la
neurocepción, el ambiente de aprendizaje, el espacio y las emociones a la
hora de programar los objetivos educativos y los contenidos curriculares.

De los estudios realizados desde el Instituto de la Inteligencia Libre con


niños de 5 a 9 años, y con los educadores que se han ofrecido a participar
en estos proyectos, hemos llegado a la conclusión de que los beneficios en
el aprendizaje se incrementan cuando el alumno percibe el ambiente de
aprendizaje como “emocionalmente positivo”.

Cuando hablamos de “emocionalmente positivo” nos estamos refiriendo a


crear un espacio educativo donde el alumno perciba el espacio de
aprendizaje como un lugar integrador y no amenazante, en el que el alumno
se sienta integrado, sea reconocido por el grupo y tenga la libertad para
expresarse sin miedo al rechazo, la crítica o el descrédito.

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Esta percepción de integración individual y grupal genera en el alumno una
mayor voluntad interna, auto-motivación, confianza y seguridad, necesarias
para el aprendizaje. Como ha sido objeto de tratamiento en los contenidos
expuestos en los módulos anteriores, los seres humanos no somos
únicamente seres racionales, sino que somos seres primeramente
emocionales y después racionales, ya que existen más conexiones
neuronales que van de las estructuras límbicas subcorticales, relacionadas
con los estados emocionales, hacia la corteza, implicada en el pensamiento
racional, que no a la inversa.

En este sentido, podemos afirmar que no hay razón sin emoción, que
cualquier decisión que tomamos, por más razonada que esté, tiene un fuerte
componente emocional que puede ser más o menos consciente, de manera
que un enfoque emocional e integrador en el ámbito educativo es vertebral
ya que las emociones determinarán cómo se dan los procesos de
enseñanza-aprendizaje (Morgado, 2010).

Como dice uno de los autores de referencia en Neuroeducación, Francisco


Mora (2013), se aprende lo que se ama, lo que produce una respuesta
emocional positiva en el momento de ser aprendido, y en esta línea,
estudios recientes demuestran la activación de estructuras cerebrales
implicadas en el aprendizaje y la memoria en contextos de aprendizaje
emocionalmente positivos (Erk et al., 2005).

Un ambiente relajado, de confianza, donde el alumno no se sienta


cuestionados, ni juzgados, ni evaluados, y donde estén reconocidos y
queridos, favorecerá de forma clara los procesos de enseñanza-aprendizaje
que puedan tener lugar en el aula.

A la hora de crear esta atmósfera emocional de aprendizaje es importante


tener en cuenta a partir de qué momento nuestra propuesta de aprendizaje
puede suponer un “reto” o un “desafío” para los alumnos, provocando así
una respuesta de estrés positiva (estrés adaptativo o eustrés). Y a partir de

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qué momento, el “reto” o “desafío” que les propongamos, sobrepasa sus
capacidades de afrontamiento y puede llegar a convertirse en una amenaza
(estrés no adaptativo o distrés).

El estrés es una respuesta innata de activación fisiológica causada por la


percepción de situaciones aversivas o amenazantes, las cuales preparan a
nuestro organismo para dar una respuesta para defendernos (por ejemplo,
de lucha o de huida) y sobrevivir. En este sentido, las respuestas de estrés
son evolutivamente adaptativas (supervivencia), siempre y cuando sean
respuestas puntuales y agudas. El problema ocurre cuando las respuestas
de estrés se dan de forma muy repetida, sostenida o incluso crónica en el
tiempo.

Cuando esta respuesta se cronifica en el tiempo, los niveles elevados de las


sustancias asociadas al estrés tienen un efecto nocivo y tóxico muy difuso
en nuestro cerebro (McEwen, 2006) afectando tanto el sistema nervioso
central, como el sistema inmune, el endocrino y el aparato cardiovascular
(McEwen, 2003).

Por los motivos expuestos, es imprescindible prevenir y eliminar del aula las
situaciones estresantes y hostiles que puedan estar impidiendo los procesos
de aprendizaje y potenciar los ambientes y espacios de aprendizaje
emocionalmente positivos, relajados y, en definitiva, motivadores.

Como ha sido objeto de exposición, la motivación es un proceso


multideterminado que da energía y dirige el comportamiento hacia un
objetivo. La motivación determina la elección de una conducta, el inicio de
ésta y la persistencia en su ejecución hasta alcanzar las metas propuestas.
Teniendo en cuenta la relación entre motivación y aprendizaje es evidente
que es más fácil que el alumno aprenda aquellos contenidos por los que
sienta una mayor predilección.

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De ahí la importancia de programar en el aula aquellas temáticas de alto
impacto emocional y motivacional por las que el alumnos se sienta más
atraído. Estas temáticas nos permiten englobar distintas áreas temáticas.
Por ejemplo, a través del conocimiento del antiguo Egipto no sólo podemos
aprender historia, sino geografía, arte o matemáticas.

Un aumento de la motivación tendrá como consecuencia un aumento de la


atención, que implicará que el alumno permanezca más tiempo ante aquella
tarea, fortaleciendo así la adquisición y el recuerdo de los contenidos
aprendidos (Singh et al., 2002).

Pero, ¿CÓMO PODEMOS CONSEGUIR QUE LO QUE HACEMOS


DESPIERTE LA CURIOSIDAD DE LOS ALUMNOS Y LOS MOTIVE A
TODOS POR IGUAL? Si planteamos una dinámica de aula más flexible, con
diferentes temáticas impactantes que adquieran un significado emocional
para el alumno, respondan, y cubran, las motivaciones de la mayor parte de
los alumnos, estaremos un poco más cerca de dar respuesta a las diferentes
necesidades de aprendizaje de cada alumno. Si además, apostamos por
estrategias, técnicas y prácticas en el aula que ofrezcan al alumno un rol
más activo y autónomo en la búsqueda de temáticas impactantes que le
interesen y motiven, garantizaremos una respuesta motivacional mayor y un
aprendizaje más real, significativo y duradero, como proponemos desde el
Proyecto Atmósfera.

Neurobiológicamente hablando, todas las conductas motivadas, ya sea para


garantizar la supervivencia, como para alcanzar objetivos deseados,
implican la activación de las vías neurales del refuerzo, relacionadas con la
liberación, especialmente, de dopamina, que provocan un estado de placer y
bienestar en nuestro organismo.

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De modo que todo aquello que nos gusta, tendemos a repetirlo en el futuro.
En este sentido, un aprendizaje emocionalmente positivo en el aula activa
este sustrato neural del refuerzo. La curiosidad, el interés, el disfrute y la
motivación son las mejores bases para un aprendizaje neurosensorial como
el que proponemos desde el Instituto de la Inteligencia Libre a través de
temáticas de alto impacto emocional y motivacional relacionadas con áreas
de conocimiento como la biodiversidad, la arqueología, el cosmos, etc.

Otro de los elementos a tener en cuenta para la construcción de una


Atmósfera emocional de aprendizaje es el componente social. Los humanos
somos seres sociales por naturaleza, hemos evolucionado y hemos
sobrevivido a lo largo de los años gracias a nuestra capacidad de
comunicarnos y cooperar. Varios estudios han observado que cuando nos
encontramos en situaciones sociales, por ejemplo de trabajo en grupo, se
produce un aumento en la liberación de ciertas moléculas
neuromoduladoras como la oxitocina o las endorfinas, que podrían estar
modulando y potenciando los procesos de aprendizaje y de consolidación de
la memoria. (Guastella et al., 2008; Meyer-Lindenberg et al., 2011;
Sylwester, 1994; Wirth, 2015).

Por este motivo el trabajo en grupo, la capacidad de aceptarnos a nosotros


mismos, de reconocer y de aceptar a los demás, de respetar nuestras
diferencias, etcétera, son factores a tener en cuenta en el aula. Una de las
capacidades innatas y automáticas que nos sitúa a la cabeza de las especies
colaboradoras y constructoras de sociedades es la empatía.

La empatía es la capacidad para interpretar, experimentar y representar


mentalmente e internamente los estados emocionales de los demás, hacer
atribuciones de sus intenciones, predecir su conducta y adaptar nuestra
propia conducta a las atribuciones y predicciones que hemos hecho. Una de
las bases neurobiológicas de la empatía es la activación de las neuronas
espejo, descubiertas por Rizzolatti (Rizzolatti et al., 1996) de forma azarosa.

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Este tipo de neuronas, que se descubrieron por azar, se activan cuando
vemos que alguien hace una acción intencionada y dirigida hacia un objetivo
de la misma manera que se activan cuando la acción la hace uno mismo, de
ahí que participan en la comprensión y la atribución de intención de los otros
(proceso conocido como teoría de la mente, Frith y Frith, 2006).

Estas valoraciones las hacemos de forma inevitable y de forma inconsciente


a lo largo de todo el día, y condicionan de forma clara la interpretación que
podamos hacer de los mensajes verbales, y no verbales, así como de las
interacciones con los demás. Es por ello que hay que considerar la
comunicación no verbal en el aula, tanto por parte del los maestros, como
de los alumnos y así poder influir en las relaciones que se establecen.

El cerebro humano juzga las caras y voces de los otros rápida e


inconscientemente y éstas influyen en el procesamiento de la información.

En este sentido, no podemos evitar juzgar el lenguaje corporal, el tono de


voz y la expresión facial de las personas con las que interactuamos, y se ha
visto que la seguridad que transmite nuestro interlocutor con lo que dice, y
su entusiasmo para enseñar, nos influyen de forma directa y proporcional a
la motivación y el rendimiento del alumnado (Patrick et al., 2000).

En resumen, si nuestro cerebro aprende más eficientemente cuando


compartimos un ambiente emocionalmente positivo donde nos sentimos
seguros y reconocidos, cuando trabajamos de forma flexible, cuando nos
dan la oportunidad de elegir aquellos temas que nos despiertan la curiosidad
y el interés por el aprendizaje, cuando interactuamos y nos socializamos,
etcétera, porqué no introducimos estos factores en el aula.

En los próximos apartados, expondremos por fases y os aportaremos


recomendaciones para crear una Atmósfera emocionalmente positiva en el
aula como propuesta de la Fundación Instituto de la Inteligencia Libre para
mejorar el aprendizaje creativo e inclusivo en el aula.

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3.4.2 Fases para diseñar en el aula una Atmósfera emocional de
Aprendizaje.

Para la construcción de la Atmósfera deberás seguir el orden que os


proponemos y que presentamos de forma resumida en forma de fases.

1ª FASE. COMIENZA POR TI MISMO

En esta primera fase recomendamos que el educador-si no lo ha hecho con


anterioridad-emprenda un proceso de autoconocimiento que le lleve a ser
consciente de sí mismo, de su carácter singular y genuino, aspectos estos
que le llevarán a manejar con mayor capacidad y habilidad, sus estados de
ánimo, sentimientos, tolerancia, comprensión, así como a ser capaz de
afrontar situaciones novedosas, aprendiendo a vivir en coherencia entre lo
que piensa, lo que hace (acciones) y lo que siente.

En los distintos proyectos que hemos desarrollado desde el Instituto de la


Inteligencia Libre hemos evidenciado que el educador le otorga poca o
ninguna importancia a esta primera fase. Sin embargo, después del proceso
de seguido desde el Proyecto Atmósfera hemos comprobado que esta fase
es la más importante y de la que depende el resultado positivo o negativo de
las siguientes fases.

RECOMENDACIONES FASE 1.

Como educador aprende a relajarte y a tomar conciencia de tus


emociones.
Mejora tu equilibrio y bienestar personal, tanto dentro como fuera del
aula.
Conecta a diario contigo mismo a través de ejercicios de relajación,
concentración o meditación antes de entrar en contacto con otras
personas (alumnos, educadores, familia, etcétera).

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Introduce a diario:
-Actividades motrices que promuevan el movimiento y la interacción
entre el grupo (estas actividades favorecen la lectura, escritura, la
agilidad mental y ayudan en el funcionamiento de los procesos
cognitivos).
-Prácticas y ejercicios de estimulación visual y auditiva en el aula.
-Prácticas de relajación, atención y concentración.
Organiza en el aula equipos de trabajo siguiendo un estilo cooperativo,
donde cada niño adquiera hábitos de responsabilidad individual y
grupal.

FASE 1

Estrategias afectivas y sociales nº: 1, 2 y 3 (ANEXO)

2ª FASE. VINCULO SOCIOAFECTIVO CON EL GRUPO

Una vez que hayas garantizado un ambiente educativo donde el alumno se


sienta integrado, es imprescindible crear un vínculo socioafectivo entre el
educador y el alumno.

Este vínculo socioafectivo garantiza una mayor confianza y un sentimiento


de responsabilidad compartida en el proceso de enseñanza-aprendizaje
entre alumno-educador /educador-alumno. Crear un vínculo afectivo y
social fomenta la valoración personal y promueve la auto-confianza del
alumno consigo mismo, con el grupo y con el educador.

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RECOMENDACIONES FASE 2

Desarrolla actividades para que el alumno adquiera una mayor


conciencia sensorial del cuerpo y de sus implicaciones emocionales.
Desarrolla actividades para que el alumno aprenda a equilibrar sus
emociones y aprenda a identificarlas en su cuerpo, adquiriendo
habilidades de autorregulación y control emocional (individual y grupal).
Promueve espacios de aprendizaje para el desarrollo de habilidades
emocionales y sociales en grupo.
Promueve el pensamiento positivo, la interacción y la retroalimentación.
Sin retroalimentación no seríamos capaces de aprender. El objetivo de
la retroalimentación es reducir la incertidumbre del alumno e
incrementar sus habilidades para afrontar y gestionar adecuadamente
situaciones de amenaza y estrés.
Otorga a cada alumno un papel relevante en el grupo en función de sus
potencialidades y limitaciones.
Promueve actividades individuales y grupales que te ofrezcan la
posibilidad de observar a los alumnos con la finalidad de conocerlos y
atender sus diferencias personales . De esta forma podrás conocer
mejor a los alumnos y orientar el proceso educativo teniendo en cuenta
su carácter singular, estilos de aprendizaje, estilos de pensamiento,
inteligencias múltiples, etc.
Para que el alumno esté motivado es imprescindible que encuentre su
lugar en el grupo y se sienta “útil”, poniendo en valor sus capacidades,
talentos y potencialidades.
Crea espacios para en los que el alumno se exprese libremente y sea
capaz de transmitir sus emociones y empatizar con los demás.

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Promueve proyectos y actividades que despierten el interés y la
curiosidad natural del alumno por el aprendizaje con el objetivo de que
el niño encuentre su espacio dentro del grupo.
Promueve proyectos y actividades para que el grupo identifique y
reconozca las potencialidades y limitaciones de cada alumno y su
contribución al bienestar y crecimiento personal del resto del grupo.

FASE 2

Estrategias afectivas y sociales nº: 4 y 5 (ANEXO)

3ª FASE. CONTEXTO DE APRENDIZAJE

El desarrollo de las capacidades y habilidades de aprendizaje descansan no


sólo en las predisposiciones innatas del alumno, si no por medio de una
interacción con el ambiente y con el espacio. El espacio de aprendizaje no
puede convertirse en un lugar estático, sino que tenemos que convertirlo en
un espacio dinámico y atractivo para el alumno. Por otro lado, cuando
hablamos de enriquecimiento del espacio no nos estamos reduciendo al
ámbito del aula, sino a todos aquellos espacios y recursos que potencian el
aprendizaje, tanto dentro como fuera del centro educativo.

El espacio es un centro generador de estímulos para el aprendizaje y


podemos convertirlo en una fuente de inspiración, alegría y creatividad. Para
hacerlo, puedes empezar por rediseñar tu espacio habitual de aprendizaje,
buscando una disposición diferente para el aprendizaje, dependiendo del
objetivo que persigas.

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Por ejemplo, divide el espacio en rincones diferentes rompiendo con la
estructura tradicional, creando focos de atención. Cada rincón tiene que
tener una finalidad y un sentido para el alumno. Por ejemplo, utiliza uno de
los rincones para las exposiciones de comprensión oral, otro para los temas
emocionales, otro será el del docente, y a otro, le otorgaremos un carácter
más innovador con una periodicidad menos programada, más de sorpresa o
improvisación.

Estos rincones son focos que rompen con la dinámica habitual de la clase y
el objetivo es captar la atención del alumno. Recordaros que para el
aprendizaje son tan importantes los estímulos visuales como los auditivos.
Para construirlos, aprovecha las paredes, utiliza los colores, tematiza los
espacios y, sobre todo, deja que sean los propios alumnos quienes se
encarguen de crear el espacio y de sugerir propuestas para dinamizarlos.

Es muy importante que estos rincones o focos temáticos no acaben


convirtiéndose en una rutina, así que aconsejamos que se cambien como
mínimo, cada mes y medio.

Además del aula, es importante que el centro educativo en su conjunto se


convierta en un espacio de aprendizaje, cambiando de aula, e impartiendo
las clases en un aula distinta a la habitual, o realizando una clase en el
exterior, o aprovechar una exposición, la visita a un museo, o un evento
musical o cultural para dar la clase en un sitio diferente con una dinámica
inusual para el alumno. Recordar cómo en los módulos precedentes hemos
hecho referencia a la importancia de la percepción interna y externa y de
cómo afecta en la motivación hacia el aprendizaje.

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RECOMENDACIONES FASE 3

Busca un equilibrio entre las actividades y recursos tradicionales y las


actividades más innovadoras. Al cerebro la gusta la variedad, pero es
importante para consolidar el aprendizaje un equilibrio entre novedad y
tradición.
En el ambiente no sólo es importante lo visual, sino lo auditivo. Ameniza
el ambiente con diferentes melodías y ritmos para educar al alumno en
la percepción auditiva en distintas frecuencias.
Utiliza la música para crear un ambiente de confianza, armonía y
bienestar.
Utiliza estímulos visuales (colores, fotografías, mensajes, etc.) para
enriquecer el espacio que despierten emociones y generen un clima de
confianza y bienestar en el grupo.
Recuerda que la tematización de espacios debe ser temporal y siempre
buscando un concepto, sentido y un objetivo determinado para el
aprendizaje.
Utiliza la conceptualización temática para darle un sentido al
aprendizaje de los contenidos curriculares, vinculando esta temática
con el ambiente y el espacio.

FASE 3

Estrategia nº 4 (ANEXO)

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4ª FASE: CONTENIDOS Y ÁREAS DE IMPACTO EMOCINAL

Una vez implantadas las tres fases anteriores nuestra percepción del
ambiente, nuestra motivación y nuestra predisposición hacia el aprendizaje
adquieren un nuevo significado para el alumno. A partir de este momento
programa contenidos de alto impacto emocional para el alumno a través de
estrategias indirectas metacognitivas, poniendo en práctica metodologías
que faciliten, tanto la comprensión, como la memorización, siguiendo las
recomendaciones que hemos desarrollado a lo largo de este módulo.

RECOMENDACIONES FASE 4

Proponles el aprendizaje como un reto, con nueva información y


nuevas experiencias que les motiven y les despierten la ilusión por
aprender.
Ofréceles la oportunidad de que sean ellos mismos quienes elijan
aquellos temas que les despierten la curiosidad y el interés por
aprender.
Selecciona temas impactantes y de alto contenido emocional y
motivacional.
Atrévete a exponer los contenidos de las unidades didácticas de una
forma distinta, despertando el conocimiento previo e intuitivo del
alumno.
Incentiva la retroalimentación interactiva o feedback.
Introduce la innovación como un objetivo para el aprendizaje eficaz y
programa actividades que cubran los procesos creativos.

Estrategias fase 4

Estrategia nº 6 (ANEXO)

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