Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Introducción
Por último, aunque no menos importante, los roles y funciones que todos ellos -
obras, autores, instituciones- cumplen en la sociedad de cada momento y lugar,
también son cuestiones que se consideran a la hora de analizar una disciplina
científica. Hablamos entonces de los usos del conocimiento. Así por ejemplo, el
para qué se indagan ciertos temas y se produce conocimiento sobre ellos (y
no sobre otros) no es independiente de los objetivos e intereses que cada
sociedad en general, o cada grupo social con sus diferentes cuotas de poder,
1
tienen y definen como válidos. La consideración de estos usos o funciones del
conocimiento también es indispensable para comprender las características
que la ciencia adquiere en cada momento.
2
Antecedentes
Resulta interesante ver que algunos temas que serán objeto de la geografía como
disciplina científica, y que hoy reconocemos como tales, han estado presentes
como temas de interés o preocupación a lo largo de la historia occidental. Si bien
sería erróneo desprender de esto que la geografía como ciencia tiene un origen
remoto, ya que esto implicaría -entre otras cosas- desconocer que lo que hoy
entendemos como ciencia es producto de la modernidad (habiéndose
consolidado, por lo tanto, mucho después), permite ver que se trata de cuestiones
que han sido importantes y han estado presentes a lo largo del tiempo y en las
diversas sociedades, suscitando interés y debate, y brindando utilidad. Aunque no
puedan ser considerados como "geografía", estos temas y conocimientos sentarán
las bases sobre las cuales se irá consolidando la disciplina.
Conocer la ubicación de los distintos lugares, las distancias que median entre
ellos, y contar con elementos que permitan llegar de un lugar a otro, tendrá una
utilidad práctica evidente tanto para el comercio como para la conquista. La
cartografía será, desde esta perspectiva, el producto más importante, tanto por su
utilidad práctica como por su condición de objeto que expresa los conocimientos,
intereses y cosmovisión de cada sociedad en cada momento.
De este modo, la geografía humana nació en manos de una cultura que tomó
conciencia de la relación "hombre-Naturaleza": mas, como contraparte
negativa, esa misma cultura organizó su esquema de relaciones con otras
culturas poniéndose como modelo absoluto frente a las mismas, lo cual suponía
una desvalorización, y en otros casos, además, una justificación de dominio y
servidumbre. La historia de este hecho se extiende desde las páginas de la
Geografía de Estrabón hasta las casi contemporáneas nuestras de las Lecciones
sobre la filosofía de la historia universal de Hegel. (Arturo Roig, Introducción a
la Geografía, Prolegómenos de Estrabón, Madrid, Aguilar, 1980, XV).
5
Eratóstenes y Ptolomeo
Eratóstenes (276-194 a.C.) fue, como muchos hombres sabios griegos de su
tiempo, un célebre matemático, astrónomo, historiador, geógrafo, filósofo y
poeta. Estudió en Alejandría y durante algún tiempo en Atenas. Alrededor del
año 255 a.C., la gran variedad de sus conocimientos y capacidades para el
estudio lo llevaron a ser responsable de la dirección de la Biblioteca de
Alejandría, el mayor acervo del conocimiento que existía en su época.
En este trabajo propone el sistema de geocentrismo, que daba por supuesto que la
Tierra estaba inmóvil en el centro del universo con el Sol, la Luna y los astros del
firmamento girando en círculos alrededor de ella (Capel y Urteaga, 1984; Unwin,
1995). Este trabajo fue una fuente principal que influenció el pensamiento
astronómico y matemático hasta el siglo XVI, cuando fue sustituido por la teoría
heliocéntrica de Copérnico.
7
A pesar de las informaciones imprecisas que contenía, por basar las mediciones
de la longitud en la circunferencia máxima de la Tierra establecida por Posidonio
en 180.000 estadios en lugar de utilizar la estimación más precisa realizada por
Eratóstenes, su trabajo fue la principal herramienta de orientación geográfica
para el mundo europeo hasta la primera mitad del siglo XVI (Broek, 1967;
Unwin, 1995). Sus cálculos estuvieron aproximadamente 11 mil kilómetros por
debajo de la circunferencia real de la Tierra; el uso de esta fuente, cuando volvió
a consultársela en Europa a fines de la Edad Media, fue una de las razones que
llevaron a los exploradores a subestimar el tamaño del globo y, por ejemplo, a
convencer a Cristóbal Colón (a fines del siglo XV) de que podía alcanzar Asia
navegando hacia Occidente (Capel y Urteaga, 1984: 7; Unwin, 1995). Sin
embargo, la imagen del mundo que proporcionó su obra y los mapas que la
acompañan “fue el más completo boceto de la Tierra hasta aquella época y
continuó siéndolo durante siglos” (Broek, 1967: 16).
Estrabón
Estrabón (60 a.C-21 d.C.), griego de Amasí, estado de Ponto (actual Amasí,
Turquía), fue un gran viajero que recorrió casi todo el mundo conocido y un
importante geógrafo de la época romana. Al regreso de sus viajes, y durante su
8
larga estadía en Roma, Estrabón escribe su más importante obra titulada
Geographiká, el principal documento de aquella época que ha llegado hasta
nosotros.
En esta obra, Estrabón “da por sentado que la Tierra es una esfera situada en el
centro del universo y dividida en cinco zonas; habla de la porción habitada
como una gran isla rodeada de océano por todas partes” (Unwin, 1995: 84). Sin
embargo, su trabajo fue esencialmente una descripción del mundo habitado
conocido entonces (Broek, 1967; Unwin, 1995). De los diecisiete libros “ocho
están dedicados a Europa, seis a Asia y uno a África” (Unwin, 1995). En el libro
I el autor dice que la geografía precisa de una labor enciclopédica: “todos
aquellos que emprenden la tarea de describir las características diferenciadoras
de los países dedican especial atención a la astronomía y a la
geometría” (Estrabón, tomado de Unwin, 1995: 83). Así, como geógrafo
descriptivo rechazó la obra de los geógrafos matemáticos como Eratóstenes por
su carácter puramente astronómico o cartográfico.
Como la geografía tenía que tener una utilidad práctica para los gobernantes, para
Estrabón la geografía es la geografía humana. Para él la geografía no tiene que
ocuparse de aquello que está fuera del mundo habitado: “la observación propia y
la utilización erudita de fuentes griegas se combinan aquí para realizar una obra
geográfica que permite iluminar la historia del mundo romano” (Capel y
Urteaga, 1984). La geografía tenía para él un interés filosófico por su“pretensión
de integrar conocimientos variados y elevarse a un saber descriptivo universal y
a una visión integradora de los fenómenos” (Capel y Urteaga, 1984: 5).
Un ejemplo de esto último está dado por el estudio regional realizado por Pierre
Denis en nuestro país, pocos años después de los festejos del Centenario, y
publicado en París en 1920 con el nombre de La République Argentine. La mise
en valeur du pays. Se trata de una excelente caracterización de la geografía
argentina, en la que rasgos naturales y presencia y acción humana se entrelazan
de forma magnífica, para dar cuenta de los rasgos distintivos del país y sus
regiones. El breve párrafo que se transcribe a continuación muestra estos rasgos:
Como al Viejo Mundo se añadían nuevas tierras que había que describir y
cartografiar, los nuevos desafíos para la geografía y la cartografía se instalaron
rápidamente (Capel y Urteaga, 1984; Livingstone, 1992). Simultáneamente con
el creciente desarrollo de la labor descriptiva y de sistematización de los datos
que se tenían de las nuevas tierras fue necesario revisar los métodos de trazado de
mapas y modificar la imagen cartográfica del globo. Así aparecieron nuevas
cartografías, que reflejaban el cambio de horizontes que trajeron los
descubrimientos geográficos. Las cartografías ptolomeicas se superaron a fines
del siglo XVI a partir del refinamiento de las técnicas de medición, proyección y
dibujo cartográfico. Los principales trabajos son el Teatro del Orbe de la Tierra
(1570), de Ortelio, y el Atlas (1595), de Mercator.
12
Theatrum Obis Terrarum, de A. Ortelio, 1570 (tomado de Capel y Urteaga,
1984: 10)
13
superficie conocida de la Tierra se fue ampliando de forma
considerable. Ejemplos paradigmáticos de esos viajes son los de Cooke entre
1768 y 1780, Bougainville en 1766 y la Pérouse entre 1785 y 1788 (Escolar,
1997). Así, los viajes de exploración continuaron expandiendo el
conocimiento geográfico del globo.
La ciencia moderna
Lo anterior implica una nueva relación con la naturaleza, que deja de ser
expresión de lo divino para comenzar a ser objeto de indagación; la razón
humana y la observancia de ciertas reglas permiten dar cuenta del orden natural,
describirlo y explicarlo a través del establecimiento de las causas subyacentes. La
indagación de la naturaleza y la comprensión de sus mecanismos causales no es
sólo una aventura de conocimiento. Es también la posibilidad de manipular esa
naturaleza en función de objetivos humanos, y la capacidad que algunos actores
sociales tengan para hacerlo definirá también su rol en la sociedad. La burguesía
en ascenso comprende esto inmediatamente.
14
La expansión del mundo conocido proveerá de una naturaleza casi inagotable,
que será objeto de observación sistemática y de clasificación e inventario. El
conocimiento de los mecanismos subyacentes al orden natural permitirá el
creciente aprovechamiento de los elementos y procesos de este orden natural,
realimentando el prestigio creciente de la ciencia como forma de conocimiento, y
el poder económico de quienes están vinculados a su utilización.
El conocimiento del territorio será también una necesidad de los estados que se
van consolidando en el período moderno. Razones prácticas vinculadas con la
delimitación precisa, el inventario de poblaciones y recursos o la facilitación de
la circulación se unirán a otras vinculadas con la construcción de argumentos
legitimadores de la pertenencia de los habitantes y la homogeneización interna.
La crisis de los vínculos de vasallaje requerirá la construcción de nuevos
discursos de pertenencia, y la idea del pueblo vinculado a un territorio se irá
consolidando cada vez más.
Para concluir este primer título, interesa remarcar que sus contenidos muestran
cómo, a lo largo del tiempo, han estado presentes temas que, con posterioridad y
ya definida la geografía como ciencia, serán objeto de su interés. En algunos
casos estos temas fueron reconocidos bajo el rótulo de geografía, en otros no;
pero cuestiones tales como la localización y la distribución en la superficie
terrestre, la descripción de los rasgos particulares de los lugares, la
comprensión de la naturaleza y sus relaciones con la sociedad, atraviesan la
historia y van adquiriendo peso propio. Algunos están presentes antes de que
pueda hablarse de ciencia como la entendemos actualmente; otros "o los mismos
con nuevos significados" se imbrican en la constitución misma de esta ciencia
moderna, pero son siempre temas de interés. Aparecen esbozados cuestiones y
problemas que desafiarán a los estudiosos y para los cuales se propondrán
distintas respuestas, que irán perfilando la geografía actual: tradiciones físicas o
15
matemáticas interesadas por la localización, o humanas más relacionadas con la
descripción; el papel central de la representación cartográfica; la descripción de
lugares y sociedades como espejo de quien hace la descripción; y, atravesando
todo, la relación entre los hombres y la naturaleza.
Alexander von Humboldt nace en 1769 en Berlín (reino de Prusia), y tras una
esmerada educación inicial estudia Geología en la Escuela de Minas de
Friburgo. Luego de desempeñarse en el Departamento de Minas de Prusia, lo
que le permite viajar por Alemania, se instala en París. Durante cinco años
(1799-1804) recorre distintos lugares de América junto con Bonpland, viajes en
los que recogerá gran cantidad de datos y experiencias. Ya de regreso,
Humboldt comienza a trabajar sobre la información recogida y a publicar. Entre
estas publicaciones pueden nombrarse los Viajes a las regiones equinocciales
del Nuevo Continente, los Cuadros de la naturaleza y el Cosmos. Ensayo de
descripción física del mundo del que publica 4 volúmenes. Murió durante la
redacción del quinto.
16
En sus trabajos, Humboldt utiliza lo que él denomina empirismo razonado. Se
trata de un itinerario metodológico que parte de la observación del paisaje, en la
cual la naturaleza transmite una sensación al sujeto, quien filtra esta sensación a
través de su subjetividad produciéndose así una impresión que contiene ya un
presentimiento del orden o leyes subyacentes. Luego de esta primera etapa, el
investigador debe abocarse al tratamiento de la información empírica relevada,
de manera objetiva y sistemática, para establecer las conexiones que se
prefiguraron en la impresión. En tercer lugar, el material sistematizado es puesto
en relación con la visión sensorial del investigador para producir una descripción
fundamentada del paisaje, que permite describir la individualidad del área
estudiada. Se prosigue por último en el camino de la generalización, para llegar
al establecimiento de leyes de distribución y combinación espacial de los
fenómenos de la superficie terrestre (Moraes, 1989). Interesa rescatar aquí que
este método permite articular la diversidad y la unidad, esto es, los estudios
sistemáticos y los de síntesis; por otra parte, posibilita relacionar también la
individualidad de un área con la universalidad (la Tierra); y vincular también la
subjetividad (percepción sensible) y la objetividad (datos empíricos). Todas estas
son cuestiones centrales al conocimiento geográfico, que reaparecerán
permanentemente en la disciplina.
Para Humboldt, la geografía es una ciencia sintética, que trabaja con relaciones
entre fenómenos diversos, pero teniendo por objetivo establecer leyes. Como
ciencia de síntesis, busca las conexiones o relaciones entre los fenómenos que se
expresan en la superficie terrestre. No se interesa por lo único sino por lo
universal y constante, lo que permite llegar a la formulación de leyes. Por otra
parte, la geografía de Humboldt es un estudio de la naturaleza, que considera a
los hombres como un elemento más del cuadro natural. Todo esto está atravesado
por la idea de unidad de la Tierra y la naturaleza, cuyo orden y armonía se
manifiestan y deben ser encontrados.
17
El planteo de que el estudio de lo local es la puerta de entrada para el
estudio de lo general y global, es otra cuestión que queda planteada en la
obra de Humboldt, y que volverá a instalarse reiteradamente en torno al
problema de las escalas geográficas.
El autor reconoce varios abordajes posibles para la geografía. Por una parte, lo
que denomina geografías especiales se ocupa de abordar clases de fenómenos
desde lo regional (relevamiento de lo particular) hasta lo global (clasificación y
comparación a escala planetaria). Lo que denomina geografía física representa
una síntesis de los resultados de las geografías especiales y se orienta a componer
un cuadro físico del globo que permita ver la acción de las fuerzas naturales. Por
último, la denominada geografía comparada es, según el autor, la ciencia de
las relaciones espaciales, que busca establecer causas y determinaciones, y no se
limita a los fenómenos físicos sino que incluye también los relativos a la
actividad del hombre (Moraes, 1989).
Para dar cuenta de las relaciones entre fenómenos naturales y humanos, Ritter
recurrirá a explicaciones que se alejan de los parámetros de cientificidad que
18
busca alcanzar en las otras facetas de su trabajo (básicamente en el tratamiento
del orden natural): por una parte, recurre a explicaciones basadas en la supuesta
significatividad de ciertas formas espaciales; así por ejemplo, analizará el
desarrollo de las civilizaciones europeas poniéndolas en relación con la
forma del continente, en particular la peculiar relación entre tierras y
costas, que asocia a condiciones propicias para el desarrollo cultural,
explicación que hoy no dudaríamos en calificar como determinista. Por otra
parte, se basará en una finalidad establecida por el Creador en el reparto de los
dones naturales, que acaba determinando el devenir de los hombres; así, en
último término las explicaciones se orientan a comprender la obra de Dios,
siendo función del estudioso comprender para tratar de develar sus designios
(Moraes, 1989). Con esto, Ritter se aleja del modelo científico que intenta
desarrollar, alejándose también de los parámetros de cientificidad que están
haciéndose dominantes en su época.
El vínculo entre los fenómenos naturales y los humanos es, quizás, uno de los
mayores problemas que quedan sin solución en su obra; y esta es otra de las
cuestiones problemáticas que, en forma recurrente, volverán a instalarse en la
disciplina. Sin embargo, esto no debería llevar a desconocer que Ritter reconoció
claramente que las relaciones físicas del planeta experimentan modificaciones
bajo la acción humana (que es histórica), y que esto es precisamente lo que
distingue a la geografía de las restantes ciencias que se ocupan de la Tierra.
19
descubriendo sus secretos y dominando por la acción del pensamiento los
materiales recogidos mediante la observación, es como el hombre puede
mostrarse más digno de su alto destino. (Tomado de Gómez Mendoza y otros,
1994:160-161)
20
Los párrafos precedentes reflejan el interés de Ritter por comprender la
distribución espacial, que se muestra como desordenada, a partir del análisis de
las relaciones que se establecen entre las partes, cuya comprensión permitirá
superar el carácter aparentemente desordenado para descubrir el orden
subyacente. La significatividad que el autor otorga a las formas está puesta en
evidencia en el segundo párrafo, donde las características de la civilización
europea son puestas en dependencia de la forma del continente. Con esto, se
coloca a la civilización en relación directa y dependiente del orden natural.
La institucionalización de la Geografía
Introducción
Capel y Arteaga (1984: 17) señalan que el siglo XIX ha sido el gran siglo de las
expediciones marítimas y terrestres. En efecto, la revolución industrial y el
expansionismo imperialista alimentaron el interés por la exploración de todo el
planeta; por una parte, la consolidación de la producción industrial demandó
fuentes de materias primas y también mercados consumidores, lo que llevó a los
estados más poderosos de Europa, y en especial a Inglaterra, a explorar nuevos
territorios para aprovechar sus recursos y sus poblaciones. En muchos casos,
además, esto estuvo acompañado por la apropiación efectiva de territorios, en el
marco de la expansión colonial de estos países. A medida que fue avanzando el
siglo, también se consolidaron los flujos emigratorios de población hacia estos
territorios. El Congreso de Berlín (1884), en el que las grandes potencias
21
europeas se reparten el mundo definiendo sus colonias, marcó el momento
culminante de este proceso de expansión imperialista, y coincidió también con el
auge del número de expediciones y viajes de exploración territorial.
22
de ramas del saber que se independizaban (geología, meteorología), vaciando de
contenido a dicha geografía, que dejaba de tener un objeto de conocimiento
propio.
23
La geografía se consolidará, así, como una disciplina con un objeto propio: la
relación hombre-medio, cuyo abordaje puede realizarse a través del método
positivista. Ambas cuestiones -objeto propio y metodología científica- le
aseguran un lugar entre las ciencias. También adquirirá el carácter de
conocimiento útil para sociedades embarcadas en procesos de definición estatal y
expansión colonial: el discurso determinista dará una explicación -y una
justificación- "científica" a la dominación de otros pueblos. En qué medida estas
cuestiones atravesaron también a la geografía escolar es un tema que, si bien será
tratado en el último Módulo, conviene señalar ya aquí.
El positivismo
Si bien se reconocen diversos antecedentes del positivismo, asociado
fundamentalmente a lo empírico, será en la segunda mitad del siglo XIX que el
mismo se consolida como un método científico pero también como una
concepción filosófica del mundo. El positivismo puede definirse, en términos
generales, como una postura filosófica de oposición al idealismo y rechazo de la
metafísica, basada en la creencia en los hechos o realidades concretas accesibles
a través de los sentidos. Acompaña el proceso de secularización y también el
industrialismo, y sustenta nociones fundantes del orden social del momento,
como las de orden y progreso.
24
fenómenos observados. Esto lleva al estudio de los fenómenos, de lo que
es, renunciando a descubrir su origen o destino último (renuncia
metafísica).
Esta observación es objetiva, es decir, independiente del sujeto que
conoce. La neutralidad y la objetividad serán aspiraciones o pretensiones
centrales del positivismo.
El conocimiento de las relaciones debe llevar a la formulación de leyes
que den cuenta de las relaciones constantes que existen entre los
fenómenos observados.
Las leyes así establecidas tienen como fin la previsión racional. Puesto que
ellas expresan un orden constante y necesario de los fenómenos
observados, permiten prever el comportamiento futuro.
El establecimiento de leyes, por otra parte, no implica valoración. Los
juicios de valor, desde esta perspectiva, no tienen función cognitiva y
deben ser evitados.
La inducción se establece como el método privilegiado por el positivismo:
partir de la observación sistemática y reiterada, y a través de la
comparación y clasificación, llegar a conclusiones generales que permitan
establecer leyes. Esto implica, también, que la mera acumulación de datos
no es suficiente, sino que se requiere que los mismos sean interpretados.
El evolucionismo
La segunda mitad del siglo XIX asistirá también al triunfo del evolucionismo,
que avala las posiciones organicistas e incorpora una visión dinámica del mundo.
Fundamentalmente interesa aquí rescatar la modificación que se produce en la
concepción del equilibrio de la naturaleza, que deja de ser inmutable para pasar a
ser resultado de un proceso dinámico y permanente. Esto plantea otra perspectiva
para comprender las relaciones entre los seres vivos y el medio natural, en la
medida en que el equilibrio ya no es visto como resultado de la obra del Creador,
sino como el fruto de un proceso permanente de selección y adaptación.
25
La obra de Charles Darwin The Origin of Species (1859) tendrá un papel central
en esta cuestión, en la medida en que propone que la naturaleza no es algo
inmutable desde la creación, sino que es el resultado de una larga historia de
competencia entre los seres vivos y de selección de aquellos que mejor logran
adaptarse a las condiciones del medio.
Ratszel y la antropogeografía
26
que se desarrolla. Fuerza del pueblo y condiciones naturales, juntas, definen los
"niveles de civilización". Este esquema se enriquece con la consideración de la
"difusión" o movimiento de los pueblos en el espacio; los pueblos más
civilizados tienen la capacidad de expandirse y, con esto, influir sobre otros. A
medida que los pueblos "se civilizan", establecen relaciones más complejas con
sus espacios, al tiempo que tienden a expandirse.
La cuestión del dominio del espacio adquiere una posición central, y dos
conceptos formulados por Ratzel son fundamentales para dar cuenta de ella:
27
gran medida, una explicación "científica" de lo que está ocurriendo:
expansionismo, colonialismo, consolidación nacional y puja entre estados, orden
capitalista y diferenciación social extrema. Todos estos hechos encuentran su
explicación y, más aún, su justificación. Y más interesante aún es el vínculo que,
en esta justificación, se establece con el orden natural; esto lleva a
la naturalización del orden social y, en concordancia, al carácter necesario de
dicho orden. El darwinismo social resulta bastante evidente. Los distintos
pueblos serán ordenados en un orden evolutivo, desde los más "primitivos" hasta
los más "civilizados", abriendo paso a relaciones jerárquicas y de dominación de
los segundos sobre los primeros.
Vinculado con lo anterior, cabe destacar el rol central que adquiere la relación
entre Estado y territorio, y la justificación del expansionismo, que tendría bases
en una energía propia y diferencial de los pueblos, y en sus necesidades
territoriales (como su espacio vital). En último término, estas tendrían razones de
índole natural. Estos planteos tendrán importantes consecuencias. Por una parte,
serán retomados por ideólogos de la geopolítica y darán sustento y justificación a
hechos como el expansionismo alemán en el siglo XX, con nefastas
consecuencias. Por otra, y para el campo de la disciplina, llevarán "por reacción"
a un alejamiento o desconsideración del rol de la política en la explicación de la
organización espacial, que perdurará por muchos años.
Elisée Reclus
La obra de Elisée Reclus expresa también una clara asunción de los postulados
evolucionistas que permiten la comprensión unificada de lo físico y lo humano en
geografía. Sin embargo, y a diferencia de Ratzel, Reclus se aleja del darwinismo
social poniendo énfasis en las nociones de armonía y concordancia de los
hombres y la Tierra.
29
La obra de Reclus presenta un gran interés para el tema que nos ocupa, en la
medida en que muestra que la misma matriz positivista y evolucionista que se
reconoce en Ratzel puede ser utilizada para dar lugar a formas totalmente
diferentes de seleccionar, tratar e interpretar los mismos temas. Su obra es hoy
considerada fundacional de una geografía social, en tanto coloca a la
organización de las sociedades en un lugar central para comprender los procesos
de organización del espacio geográfico. Sin embargo, fue ignorada por la
geografía durante mucho tiempo, y recién en las últimas décadas ha sido
rescatada y analizada.
Entre los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del XX tomarán
fuerza posturas reacias o críticas al positivismo, en particular respecto de su
utilización o pertinencia para el estudio de los fenómenos humanos, que serán
englobadas bajo el rótulo de historicismo.
30
formular leyes para los fenómenos sociales, reconociéndose el carácter
contingente que los caracteriza; en lugar de buscar explicaciones causales, se
propone alcanzar la comprensión de los hechos. También la objetividad que rige
la relación entre sujeto que conoce y objeto conocido es puesta en cuestión, en la
medida en que quien conoce los hechos sociales está inmerso en ellos, y por lo
tanto la distancia entre ellos es, cuando menos, ilusoria. Las generalizaciones
propias del evolucionismo aplicado a lo social también serán puestas en cuestión,
en la medida en que resulta cada vez más evidente la imposibilidad de acomodar
la información que la investigación etnográfica aporta sobre distintos pueblos en
una línea evolutiva lineal; en lugar de esto, la indagación se orientará hacia la
comprensión de cada sociedad, de su funcionamiento (esto se conocerá en
antropología como funcionalismo). Y esto mismo se aplicará también al
conocimiento geográfico, en el que los postulados deterministas no logran
superar las formulaciones vagas y simplistas, sin alcanzar las pretendidas leyes
que expliquen de modo universal y necesario estas relaciones.
La región vidaliana permite, de este modo, superar los problemas planteados por
el determinismo, sin por esto abandonar el interés por la relación entre el hombre
y el medio. Al mismo tiempo, permite superar la dicotomía entre el conocimiento
32
sistemático de los distintos aspectos que intervienen en la comprensión de las
especificidades de un lugar (propio de la geografía sistemática o incluso
escindidos de ella y transformados en campos disciplinarios autónomos) y la
descripción detallada de las particularidades de los lugares. Combina, así, las
grandes tradiciones disciplinarias: conocimiento sistemático de un fenómeno en
su despliegue en la superficie terrestre, por un lado, y conocimiento descriptivo e
integrado de las peculiaridades de un lugar resultantes de la forma específica en
que estos distintos fenómenos se combinan él. Y al habilitar la vía sensible y
empática para su estudio, reafirma el carácter humano e histórico de la
construcción regional. El énfasis en la relación de los grupos humanos con su
medio tendrá, asimismo, un carácter político conservador que resulta adecuado a
una sociedad que ya se ha consolidado como Estado nacional y necesita reafirmar
la pertenencia de su pueblo (Escolar, 1992).
33
Los calificativos de irrelevantes, aburridos o ingenuos fueron utilizados para
describir a muchos de estos trabajos. Sin embargo, sería un grave error
desconocer que estos calificativos no valen para todos los estudios regionales.
Muchos de ellos son excelentes trabajos, que reflejan la aguda capacidad de sus
autores para captar los rasgos distintivos de las regiones estudiadas; muchos de
ellos son además piezas literarias destacadas, por la calidad de su prosa.
Un ejemplo de esto último está dado por el estudio regional realizado por Pierre
Denis en nuestro país, pocos años después de los festejos del Centenario, y
publicado en París en 1920 con el nombre de La République Argentine. La mise
en valeur du pays. Se trata de una excelente caracterización de la geografía
argentina, en la que rasgos naturales y presencia y acción humana se entrelazan
de forma magnífica, para dar cuenta de los rasgos distintivos del país y sus
regiones. El breve párrafo que se transcribe a continuación muestra estos rasgos:
36
Por otra parte, el carácter idiográfico de la geografía, su condición de ciencia
«excepcional», fue alejándola del resto de las disciplinas científicas, llevándola a
cierto aislamiento, lo que dificultó la interacción y el mutuo enriquecimiento. La
endeblez teórica de las propuestas regionales se fue haciendo cada vez más
evidente a medida que el contexto científico cambiaba y la tarea de los geógrafos
se hacía cada vez más difusa en sus objetivos, al punto de tener que concluir
definiendo a la geografía como aquello que «los geógrafos hacen». Sin embargo,
y más allá de todas estas cuestiones, el interés por la comprensión de las
características peculiares de los lugares («regiones») no disminuyó; por el
contrario, una y otra vez volverá a instalarse como tema de interés y trabajo de la
geografía.
Dado que representa una excelente síntesis del contexto en el que esta
perspectiva geográfica se inscribe, conviene reproducir un párrafo del texto
de Capel y Arteaga sobre "Las nuevas geografías":
Durante los años 1940 a 1960 se generalizan en todas las ciencias humanas
grandes cambios metodológicos. Estos están en relación con el triunfo de un
nuevo positivismo que deja sentir su influencia tanto en la filosofía como en la
ciencia. Se vuelve a insistir ahora en la vieja idea positivista de la unidad de la
ciencia, en la búsqueda de un lenguaje común, claro y riguroso, que permita dar
validez general (o intersubjetiva) a los resultados. Se acepta otra vez el
reduccionismo naturalista que considera las ciencias de la Naturaleza como
modelo de toda cientificidad y se pone de nuevo el énfasis en la explicación, en
la búsqueda de leyes generales como camino para conseguir lo que ha de ser la
auténtica meta científica: la predicción. Se postula, por último, la neutralidad de
la ciencia, excluyéndose de ella los juicios de valor y afirmando el carácter
objetivo y descriptivo del trabajo científico. (Capel y Urteaga, 1984: 26)
37
En este contexto, las tradicionales explicaciones de la geografía regional serán
fuertemente cuestionadas, y el artículo que Fred Schaeffer publica en 1953
criticando lo que él denominó el carácter "excepcionalista" de la geografía puede
considerarse como el manifiesto de dicho cuestionamiento. La descripción de lo
único y particular (la descripción regional) será cuestionada por ser insuficiente,
ya que no permite alcanzar la formulación de leyes o principios generales, ni está
organizada a partir de alguna teoría a cuya comprobación contribuya, y al mismo
tiempo permita explicar los hechos observados. El énfasis en la teoría llevará a
que esta perspectiva reciba el nombre de geografía teorética.
Sin embargo, rápidamente esta tendencia también fue objeto de críticas, muchas
de ellas llevadas adelante por algunos de los geógrafos que habían tenido
destacada actuación en ella, como David Harvey o William Bunge. Estas
críticas se inscriben en tendencias más amplias de contestación social que
tendrán lugar a partir de fines de los años sesenta. Y el argumento central de estas
críticas será claro y contundente: el orden espacial que la "nueva geografía"
analiza es, en rigor, la expresión de un orden social, el capitalista, cuyas
características quedan fuera de toda posibilidad de indagación mediante este
modelo de cientificidad.
38
La metodología neopositivista o teorética en geografía
El interés por el desarrollo de enfoques metodológicos acordes con los
parámetros de la cientificidad neopositivista es explícito en los autores que
adscriben a esta perspectiva. David Harvey fue uno de ellos. Su libro Explanation
in Geography (traducido al español con el título de Teorías, leyes y modelos en
Geografía), publicado a fines de la década de 1960, es un claro exponente de esta
preocupación. La observación de su índice muestra la gran distancia existente
entre sus contenidos y los que preocupaban a los geógrafos regionalistas.
ÍNDICE
(Harvey, 1983:7-14)
Nuevos temas serán privilegiados por esta perspectiva, como por ejemplo los
vinculados a la pobreza y el subdesarrollo, la marginación de las minorías,
las condiciones de vida urbana o la violencia y los conflictos sociales. Otros
temas serán revisados y planteados desde el nuevo enfoque, como es el caso de
los guetos étnicos en las ciudades norteamericanas, tema que había
concitado gran interés en el cuantitativismo (por ejemplo mediante el
desarrollo de modelos para prever las tendencias de su expansión espacial),
vistos ahora como consecuencia de un determinado modelo de organización
social que explica su presencia y sus tendencias de cambio. En general, los
temas urbanos tuvieron una gran presencia en esta perspectiva.
41
de Ives Lacoste, un conocido geógrafo francés con una larga tradición de
estudios regionales. En esta revista, por ejemplo, tuvo lugar el rescate de un viejo
geógrafo como Elisée Reclus, que había sido olvidado por la geografía
académica.
Más allá de las diferencias que las perspectivas radicales muestran entre sí, hay
algunos elementos comunes que merecen ser rescatados. En primer lugar, el
movimiento radical significó para la geografía una instancia de aproximación a la
tradición de estudios sociales muy importante, que rompió definitivamente con el
aislamiento de esta ciencia "excepcional". Para bien o para mal, la geografía se
vio obligada a incorporarse a foros de discusión científica, compartir conceptos,
justificar resultados; ya no fue suficiente decir que la geografía era "lo que los
geógrafos hacen" para justificar la pertinencia o relevancia de sus resultados. Y
esto dio lugar a un proceso de enriquecimiento de la disciplina que es
insoslayable.
Sin embargo, estas críticas también dieron lugar al desarrollo de propuestas que
intentan superarlas, dando origen a lo que en términos generales se conoce
como geografías críticas. Si bien estos desarrollos se retomarán en el Módulo 2,
cabe aquí indicar que los mismos se han centrado, precisamente, en tratar de
comprender el papel que el espacio tiene en los procesos sociales, teniendo en
cuenta su "contenido" de naturaleza e historia. Ni mero contenedor ni mero
reflejo, el espacio geográfico seguirá, así, ubicándose en un lugar central para la
disciplina.
La perspectiva antropocéntrica
"Los individuos entran a escena" sería una expresión útil para introducir estas
perspectivas geográficas. En efecto, y más allá de la extrema diversidad de
propuestas que se engloban bajo el rótulo de humanismos geográficos, todas ellas
comparten el hecho de poner énfasis en los individuos y en los factores
subjetivos asociados a ellos. Se trata de perspectivas antropocéntricas, esto es que
colocan a los individuos en el núcleo de interés. Buscan un enfoque holístico de
la realidad, evitando las fragmentaciones temáticas mediante la centralidad de la
experiencia humana (García Ramón, 1985).
44
A modo de cierre, la preocupación por la enseñanza
45