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DANIEL MORALES CERON – 1144072218

Un referendo impertinente Carlos Gaviria

El Estado de Derecho es la materialización de un propósito excelso, político y moral


a la vez: la erradicación del despotismo del monarca, es decir, del mandato del
gobernante, obediente tan sólo a su capricho y amparado en una supuesta
potestad conferida por la voluntad divina. Conseguir que el ejercicio del poder,
antes arbitrario, quede sometido a las reglas del derecho, tiene que contarse entre
las grandes conquistas de la humanidad. Pero el Estado constitucional de derecho
implica un avance cualitativo inapreciable: precaver algo que había pasado
inadvertido, a saber, que también las mayorías puedan decidir caprichosamente
en desmedro de sectores minoritarios de la población que reclaman derechos que
no pueden ser negados o recortados con argumentos fuertes de razón pública.
Asunto que puede plantearse de la siguiente forma: ¿hay temas problemáticos que
deban sustraerse a la decisión mayoritaria? Y la respuesta indudablemente es sí.
¿Como cuáles? Voy a señalar apenas dos: 1. Los asuntos técnicos y científicos que
reclaman una respuesta concluyente (en la medida en que la ciencia puede
darla), expuesta a la prueba de la razón y la experiencia. Ejemplos pueden darse
a granel, pero uno paradigmático me parece que basta.

¿No sería descabellado convocar al pueblo a que mediante sufragio universal


dirimiera el asunto de si el universo fue creado según la rica ficción fantasiosa del
Génesis o si está bien orientada la hipótesis abstrusa del Big Bang? ¿Alguien con
mediana sensatez podrá pensar que la respuesta definitiva proceda de las urnas?
A veces uno piensa, oyendo o leyendo a la senadora Viviane Morales, que es eso
lo que se propone con su dislocada propuesta de referendo contra la adopción
por parte de las parejas homosexuales. Como hay un debate académico y
científico en torno a los trastornos y sesgos de orientación que puedan padecer los
menores adoptados y, a su juicio, la balanza se inclina por una respuesta afirmativa
(cosa que parece refutada abrumadoramente por estudios serios y abundantes
hechos), que la mayoría profana diga a quién asiste la razón (¿a Ptolomeo o a
Copérnico?). Pero, desde luego, la ambigüedad diluye, en apariencia, las
verdaderas razones subyacentes a la iniciativa: para la senadora Morales (hay que
asumirlo así por las creencias que defiende) es pecaminosa y “contra natura” la
unión conyugal de dos personas del mismo sexo, y ni qué decir de que tengan la
temeridad de tratar como hijos a quienes no engendraron ni concibieron. 2. Los
asuntos relativos a las creencias. ¿Tiene una persona, en una sociedad pluralista,
regida por un Estado laico, el derecho a organizar su vida y su comportamiento en
armonía con sus creencias religiosas? La respuesta es sí, más allá de toda duda.
Pero ¿puede con igual legitimidad convocar a los ciudadanos que muy
probablemente comparten las mismas creencias derivadas de una fe común,
respetables, pero, por definición, injustificables racional y empíricamente, a que
impongan obligaciones y restricciones en sus formas de vida a quienes profesan
otras creencias o sólo tienen convicciones a que renuncien a la integridad y
desarticulen su pensamiento de su conducta y vivan una vida inauténtica, porque
así lo dispuso la regla mayoritaria? He tenido un alto concepto de Viviane Morales
como jurista y académica, pero advierto que esas calidades nada tienen que ver
con sus iniciativas de creyente militante. La democracia es la promesa de
convivencia grata entre sujetos autónomos que a nadie dañan, aunque sí pueden
molestar conciencias fanáticas que defienden sus prejuicios con argumentos de
razón privada como si fueran del interés común.

‘El derecho a la adopción no existe’ Viviane Morales

El exmagistrado escribió en que la propuesta de referendo sobre la adopción gay


es impertinente. La exfiscal y hoy senadora le contesta que lo impertinente es
hacerle creer a la gente que perderá un derecho que no tiene. Se aviva el debate.

Apreciado Carlos:

Leí tu artículo sobre la propuesta de referendo que presenté ante la Registraduría,


acompañada por 238.000 ciudadanos, para decidir si en Colombia aceptamos o
negamos la adopción de niños desamparados por parte de parejas del mismo
sexo. Lo leí con mucha atención, como siempre leí tus sentencias y, en general,
como leo tus escritos cuando llegan a mis manos. Pero esta vez lo leí, además, con
particular alegría. Enhorabuena llegaste a darle a mi contraparte la estatura
intelectual y moral que anhelé que tuviera, a fin de que el debate público
contribuya a la edificación de nuestra cultura democrática.

Créeme que he tenido la preocupación de que esta controversia pierda su talante


necesario cayendo víctima de prácticas degradadas humanamente, cuando no
de fundamentalismos antirreligiosos o de la banalización fatal con que muchos
medios de comunicación distorsionan el acontecer nacional.

Bienvenido, pues, al debate.

Desde el titular calificas de “impertinente” el referendo que hemos propuesto, esto


quiere decir: inoportuno, inapropiado y, aún más, molesto. Esto con base en la
afirmación categórica de que hay “temas problemáticos” que no pueden ser
decididos por el pueblo a fin de que las mayorías no “puedan decidir
caprichosamente en desmedro de sectores minoritarios de la población que
reclaman derechos que no pueden ser negados o recortados con argumentos
fuertes de razón pública”.

Efectivamente, estamos en total desacuerdo. Mi concepto de democracia radica


en que lo pertinente es que sea el pueblo quien resuelva las controversias y las
contradicciones fundamentales de toda sociedad, con más razón de la
colombiana cuya experiencia nos demuestra que la falta de democracia y la
histórica usurpación de los derechos del pueblo desde las esferas del poder, nos
han sumido en la tragedia de intentar la violencia como camino para conjurar
nuestros conflictos principales. En mi condición de mujer, de cristiana y de profesora
de Derecho Constitucional, soy la primera en defender los derechos de las minorías
de cualquier abuso en que puedan incurrir las mayorías. De hecho, pertenezco a
grupos minoritarios y he sido víctima de discriminaciones en virtud de tal
pertenencia; lo que ocurre es que este riesgo no se corre con el referendo que
hemos propuesto porque no estamos sometiendo a votación ningún derecho de
ninguna minoría. Nuestras leyes y la jurisprudencia de la Corte Constitucional a la
que perteneciste son expresamente claras en que la adopción no constituye
derecho alguno, de parejas heterosexuales ni de parejas homosexuales, ni de
hombres o mujeres solos, independientemente de su orientación sexual. Es
impertinente, entonces, acudir a la falacia de que estamos poniendo en riesgo el
derecho que tienen los homosexuales a adoptar niños, cuando está claro que el
derecho a adoptar no existe. Nadie puede perder lo que no tiene. Lo que sí existe
es el derecho de los niños a ser protegidos y criados por una familia y, en el caso
de los niños desamparados, sin familia, el Estado está en la obligación de
garantizarles este derecho de la mejor manera posible. De esto se trata nuestro
referendo: de que sea el pueblo quien le ordene al Estado cuáles son los
parámetros que, de acuerdo con su experiencia, su razón y su cultura, debe tener
en cuenta a la hora de tomar la delicadísima responsabilidad de entregar a un niño
en adopción. No sobra insistir, en este punto, que mis convicciones cristianas
coinciden íntegramente con las conquistas universales del Derecho que consagran
los derechos de los niños como prevalentes sobre cualquiera eventualidad jurídica.
Para mí los niños son sagrados y estoy decidida a luchar para que de ninguna
manera se les convierta en objetos de consumo emocional.

También me parece importante aclararles a nuestros lectores que tu posición


diluye, en apariencia, las verdaderas razones subyacentes a tu artículo: cuando
afirmas que hay que quitarle al pueblo el derecho de decidir sobre este “tema
problemático”, lo que en el fondo estás pidiendo es que dejemos la decisión sobre
la adopción de niños desamparados por parte de parejas homosexuales en manos
de los nueve magistrados de la Corte Constitucional. Te parece que los nueve
magistrados cuentan con la sabiduría necesaria para superar los riesgos a los que
nos exponen las decisiones de las que señalas como “mayorías profanas”
(¿ignorantes e incompetentes?). En este punto también estoy en total y respetuoso
desacuerdo con tus planteamientos. Mi experiencia de ciudadana, de abogada y
de legisladora me ha llevado a la convicción democrática de que son preferibles
las decisiones de nuestro pueblo, pese a los riesgos de errores, que las decisiones
de nuestros honorables magistrados de la Corte Constitucional, pese a sus riesgos
de aciertos. Por último, apreciado Carlos, sólo me resta compartirte una inquietud
de amiga y admiradora que me quedó de la lectura de tu artículo: ¿por qué esas
mayorías te resultan “profanas” y por lo tanto incompetentes para decidir en
nuestro referendo sobre la suerte de nuestros niños desamparados, y en cambio te
parecían competentes y dignas de votar por ti cuando les pediste su respaldo al
aspirar a la Presidencia de la República? Por lo pronto, le deseo lo mejor y de nuevo
te agradezco que hayas decidido intervenir en este debate.

Viviane Morales Carlos Gaviria


Argumento central Referendo adopción homoparental es Referendo adopción homoparental
o tesis pertinente y democrático es impertinente y no es democrático
¿Qué es Vivian Morales defiende su postura la cual Carlos Gaviria defiende su postura
democracia? plantea que esta sea una decisión tomada pues determina que la democracia
por una mayoria, por medio de un referendo, es la promesa de convivencia grata
convocando a la ciudadania a votar si esta entre sujetos autónomos que a nadie
de acuero o no con la adopcion de parejas dañan, aunque sí pueden molestar
del mismo genero sin tener en cuenta la conciencias fanáticas que defienden
opinion de las minorias. sus prejuicios con argumentos de
razón privada como si fueran del
interés común.

Argumentos Vivian Morales argumenta que nuestras leyes Carlos Gaviria argumenta que es
y la jurisprudencia de la Corte Constitucional erroneo o no es correcto que las
son expresamente claras al determinar que la mayorías puedan decidir
adopción no constituye derecho alguno ni caprichosamente en desmedro de
para parejas heterosexuales, ni para parejas sectores minoritarios de la población
homosexuales, ni de hombres o mujeres solos, que reclaman derechos que no
independientemente de su orientación pueden ser negados o recortados
sexual, teniendo en cuenta lo anterior ella con argumentos fuertes de razón
defiende que la decisión no debe ser tomada pública
basandose en temas cientificos o tecnicos si
no que debe ser el pueblo el que determine si
acepta o no y que no se estaria violando
ningun derecho.
Conceptos que Con relación a lo anterior se deja en claro Carlos Gaviria expresa dentro de su
plantea que la posición de la senadora es que solo texo que no es viable ni correcto que
debe existir un modelo de familia, este tipo de desiciones la adopcion
sustentándose en que sustituye a la de parejas del mismo sexo sean un
Constitución. tema de decisión de las mayorias, ya
que por mas de que estas sean
De igual manera se apoya en la definición consideradas mayorias como lo
de familia presentada en el artículo 42 de la infiere su nombre, no se pueden dejar
Constitución Política de Colombia con la que a un lado los intereses de las minorias
aparentemente busca proteger a los niños por mas de que estas tengan que ver
restringiendo su adopción por parte de con un modelo de famila distinto al
familias que no están constituidas por padre que comunmente se define como
y madres. hombre y mujer, ya que conceptos
tecnicos han determinado que el
echo de que sean parejas del mismo
sexo no hara que la formacion sea
distinta.

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