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Hablemos un poco sobre el Tercer Reich.

Existe un problema fundamental a la hora de


comprender históricamente a la Alemania NS, y se trata, justamente, de la incapacidad de
desarrollar una interpretación no temporal (temporalizada) de las gestas humanas en general;
es decir, una visión no histórica de la Historia. ¿Pues qué más es la Historia toda, que una
construcción temporalmente ordenada de sucesos eminentes y manipulados? Entonces, para
comprenderla, y a cualquier punto determinado en su registro, habrá de ser necesario salirnos
del Tiempo como método de conocimiento humano, e ir por una explicación “mítica” (ya se verá
por qué el Mito es la única herramienta o método válido para tratar y entender la Historia) de
las cosas. No queda otro camino, a mucho pesar de los cientificistas y materialistas modernos,
pues nunca la Historia podrá dar razón de sí misma en tanto que académica (es decir, judía), sino
que habrá que encontrar una herramienta que nos permita analizar los sucesos y/o paradigmas
sin ninguna interposición errónea de criterios.

Se han escuchado opiniones semejantes a estas: “el Tercer Reich solamente fue un fenómeno
racial más de entre los muchos en la historia de la guerra”, o “la Weltanschuung NS corresponde
a una limitada visión del mundo, acuñada por los germanos modernos”, o Alemania NS es un
producto de determinadas corrientes e ideologías tradicionalistas y/o conservadoras, que
estallaron en un intento desesperado para no desaparecer en la égida indomable del
modernismo”; o por último “Alemania fue un hecho histórico determinado por los germanófilos
y sólo válido en Alemania”. Y no se piense que tales necedades son expuestas por los enemigos,
sino que son el pensamiento limitado de personas que militan en el NS ideológico o que se
consideran, de alguna forma, de “tercera posición”. Verdaderamente hay un rechazo metabólico
en ciertos reductos a analizar a la Alemania NS en su justa dimensión. Porque aquello significaría
reconocer un hecho esencial: que efectivamente existe ese “otro mundo”, la Magia, lo
Sobrehumano, la Metafísica no conceptual ni ideal, sino real. Es inexplicable que existan
“kamaradas” que se precien de tales que reduzcan al Tercer Reich a una especie de
napoleonismo alemán que pecó de avaricia y falta de realismo, “positivistas histéricos” de la
historia y de la Raza. Que vean en la SGM solamente un conflicto de intereses mercantiles por
la posición feudal y colonial de las potencias (los mismos ridículos que hoy creen ver en Medio
Oriente solamente una pugna por el mercado internacional y el petróleo). Hasta opiniones más
sensatas todavía quedan cortas, donde “la lucha” es sólo por la “supervivencia de la raza aria” o
de un “mundo mejor sin banca ni intereses”, creyendo ver en el Furher y su Alemania un intento
fallido de una utopía.

Por ejemplo, Juan Pablo Vitali, conocido escritor del medio, confiesa sin temor que Hitler fue un
necio idealista anulado por su “obsesión” al concepto fantasmal de raza aria (que no existe ya,
nos dice él con gran acierto) y su falta de realismo practico, sus ideas remotas (falta de
materialismo quizá…); y considera al Tercer Reich como un capítulo (uno trágico e incómodo)
más en la historia dramática del hombre blanco. En cambio, no tartamudea en reconocer a
Grecia y a Roma como sus más gloriosos y queridos conceptos. En este sólo ejemplo se podrá
observar todo cuanto queremos transmitir aquí: la incapacidad de tomar a la Historia como algo
esencialmente NO histórico, temporal, sino mítico, atemporal. Para Vitali es impensable, un
insulto casi, comparar al Imperio Romano con la Alemania NS por el simple hecho que la segunda
no duró mil años y la primera no tuvo un concepto racial de la historia publicado. Lo último es
fácilmente explicable. En Roma no se hizo apología de la raza como en Rosemberg o Streicher,
en tanto que en Roma no existía ese problema (la moral de chandala o moral judeocristiana
impuesta universalmente). Todos sabían la importancia de la Sangre, era un conocimiento
común y aceptado como hoy lo es la “igualdad de las razas y personas” y no imperaba el mundo
judaico de hoy en donde toda verdad debe ser defendida con pena de cárcel. Sobre el tema del
Tiempo, hemos de ser concisos en esto, pues tomaría largo tiempo exponerlo completamente,
y declarar que, en esencia, el Imperio Romano y el Tercer Reich son una y la misma cosa. Es
impresentable (a modo de broma) que alguien como Vitali, tan leído y sapiente, no pueda
observar cosas tan claras como la verdadera misión escatológica de Hitler, que fue la misma que
de Roma, y a la cual seguramente admira. Esto es, el regalo de la Civilización. Roma empieza a
ser Roma cuando comienza con sus compañas de conquista, pues el Imperio se estableció como
el Prometeo de los pueblos indoarios condenados al salvajismo (este es otro tema aparte). Roma
libera Europa de los druidas (no definitivamente claro está) con la fundación de Britania y su
muro Adriano, las campañas de César en las Galias y demás. También, y lo más importante,
apunta a Oriente, el blanco más importante, pues allí, en el territorio que hoy es Palestina,
estaban anclados los demonios del mundo. Pero no, Vitali, admirador de todas las campañas y
legiones romanas, ve, en cambio, en los avances alemanes sobre Europa una “invasión”, el
ataque a Rusia (ya pensar que fue un ataque y no un rescate es ya preocupante para un pensador
de tercera posición) como un error crucial, etc.

Debemos entender que tanto Roma como Alemania (representantes de decenas de imperios
hiperbóreos distribuidos por la historia) son la expresión de un mismo Origen, de un mismo Mito
Hiperbóreo, tienen la misma génesis. Ambos tomaron el Saludo Solar y el Águila como
estandartes, y lo más importante, ambos se lanzaron sin pensarlo contra el Enemigo del
Hombre. ¿De dónde nace Hitler y el Reich? ¿De dónde nace Roma y su Ley? La respuesta no es
histórica, aunque los resultados sí. Ya lo dijimos, la verdad de los hechos no es temporal, sino
arquetípico. Vitali dirá entonces: “sé a dónde quieres ir, yo también conozco a Jung y su teoría
de los Psicoides. En este entendido, Hitler fue solamente la activación del espíritu étnico de
Wotan, es decir, un profeta del Mito”. En primera instancia, el comentario es acertado, pero no
verdaderamente aceptado por él mismo. Si aceptamos que Hitler fue, a pesar de su humanidad,
la encarnación de un Mito (y no como “inconsciente colectivo”, sino como un Dios en todas las
de la ley), debemos concluir, NECESARIAMENTE, que los Mitos antiguos también fueron de carne
y hueso y no simples leyendas del folclore confeccionadas para determinados fines explicativos
o interpretativos de la realidad. ¡Y ahí es dónde ni Vitali ni ninguno de estos “kamaradas”
materialistas se atreverán a poner un pie! Porque sería aceptar que las historias del Mahabarata
y toda la “ciencia ficción” que en ella se encuentra contenida, no son tanto producto de la
fantasía de esos tiempos como hechos históricos verdaderos. Que los dioses, griegos, romanos,
indoarios, etc., existieron auténticamente en un tiempo más allá de las crónicas. Es por esto que,
consciente o inconscientemente, estos sujetos no pueden aceptar la verdadera dimensión de lo
que fue el Tercer Reich, ya que sería como aceptar la objetiva existencia de este Orden Superior.
Del esoterismo sobre el racionalismo y la ilustración ilusoria.

El Mito, en su sentido cultural, supone aquella unidad de transmisión “gnóstica” que tiene la
capacidad de trascender el tiempo y el espacio, no se borra como cualquier historia o crónica.
Civilizaciones han ido y venido a través de las arenas del tiempo, razas, etnias, pueblos, jerarcas,
reyes, aurigas, etc. Pero sólo subsisten aquellas cosas que, al representar un Mito primigenio,
quedaron, por este mismo hecho, fuera, o mejor aún, sobre la Historia. Por ejemplo, Heracles
es recordado hoy no por ser Heracles y sus hazañas, sino porque fue un representante, una
encarnación, del Arquetipo Hiperbóreo del “Héroe” quien va en busca de la inmortalidad, aun
tratando de robársela a los Dioses. Antes lo hizo también Gilgamesh. En relación con los
imperios, cabría preguntarse ahora: ¿Existen también Mitos Hiperbóreos colectivos? Sí, y esto
puede definirse como “Estrategia O de los Siddhas”, en otras palabras, el Imperio Universal. Un
concepto que queda perfectamente ilustrado en el Señor de los Anillos y el Retorno del Rey.
Desde que hay historia recordada, los arios de todo el mundo tendieron, o ciñeron, su sociedad
a un ARQUETIPO FUNCIONAL que podría resumirse así: el pueblo de la sangre más pura de entre
todas, en cuyo seno surge un Rey-Pontífice que unifica a las demás etnias blancas en torno suyo
y que, finalmente, marcha contra el Enemigo Esencial. Es de suponer que, en mayor o menor
medida, pocos pueblos consiguieron encarnar totalmente el Mito, por distintas variables, pero
podemos decir que Roma fue la máxima expresión de este sistema HASTA 1933, que es cuando
Hitler asume el Poder.

Nuestros “Kamaradas” materialistas no intuyen la importancia de tal situación. Para ellos, el


tiempo y la historia son las medidas de todo ente psicológico. Para ellos, que un específico
gobierno o idea dure poco tiempo es sinónimo de fracaso (para Vitali, Alemania NS fue el mayor
fracaso de los blancos porque “duró apenas 12 años”). Este tipo de lógica es tan infantil que
tampoco se pregunta por los MOTIVOS REALES DE TAL ASPECTO. “Fracasó porque no duró los
1000 años de Roma”, no porque existió una conspiración mundial totalmente desesperada y en
contubernio para llevar a Alemania a la ruina. En realidad, Alemania venció y fue el mayor éxito
jamás acaecido para el bando del Espíritu. Una victoria que no es palpable para Vitali y otros,
puesto que no es temporal ni cultural, sino metafísica. Nosotros, por el contrario, pensamos
totalmente diferente: ¡EL NS SÓLO NECESITÓ 12 AÑOS PARA LOGRAR MÁS DE LO QUE ROMA
EN 1000!, es decir, ¡representar al Mito en toda su perfección y cumplimento y alcanzar la
Victoria (otro tema aparte es en qué consistió tal victoria). No importa si el Reich duró poco más
de un decenio, pues ese decenio quedará grabado en oro en los libros atemporales de la Sangre.
El NS es, como encarnación del Mito continuo, no un simple episodio más (como fuera Babilonia,
Macedonia, Roma, Grecia, Occitania, etc.), sino el último y mejor, el exitoso y vencedor. Hasta
tal grado que podríamos decir que los 10.000 años de historia del hombre blanco fueron un
ensayo para arribar por fin al NS. Es por esto mismo que no interesa que tal o cual idea dure 10
o 1000 años, que venza o fracase en la superficie rocosa de la Tierra, SINO EL GRADO DE
VOLUNTAD PARA DESARROLLAR, REPRESENTAR, AL MITO, pues tal logró será entonces esencial
y espiritual. Y esto va aún más lejos. Hitler y Alemania NS no sólo representaron al Mito a
cabalidad, llevándolo hasta las últimas consecuencias, sino que lo trascendieron. Hitler es ahora
más que el Mito. También por esto mismo no puede haber un “Cuarto Reich”, pues el Mito ya
ha vencido, no necesita de más representaciones, de pruebas. Todo lo que pueda venir será
solamente la continuación del NS.

Esta incapacidad de apercibir el Mito de la Sangre (la Áurea Catena), lo no contingente, lo oculto,
lo no mecánico, lo atemporal; da como resultado un sinfín de teorías e ideas corrompidas, sin
fundamentación real y totalmente inocentes, como el “pancriollismo”, el “identirarismo” o el
“tribalismo blanco”, etc. Estas ideas más que suponer la continuación del hombre blanco y su
omphalos, suponen su derrota definitiva. Al no reconocer al Tercer Reich como el verdadero y
único camino posible a través de las aguas negras del Kaliyuga, el Mito queda desactivado y así
el Destino del ario. ¿Qué es un criollo blanco americano sin el Mito que fundamenta su sangre?
En su esencia más recóndita van Grecia, Roma, España y, sobre todo, Alemania. El negro es negro
ahí donde vaya y lleva a África en sus zapatos. De igual manera, el hombre blanco lleva
hiperbórea en su Sangre ahí donde nazca. Esto no lo entiende Vitali, pues para él, Alemania
queda muy lejos en el tiempo y espacio, en la MATERIA. El NS, como Weltanschuung, como Mito,
en verdad, no sólo representaría a los alemanes de 1900´s, sino a todos los arios de todas las
épocas y de todos los lugares. Hitler es el Inca como es el César, es tanto el Avatar de Visnu como
la encarnación de Wotan. Sin esta perspectiva “mítica y romántica” de las cosas (como ellos
calificarían), no se verá más en el Tercer Reich que una ideología político-económica bávara del
siglo XX.

Ahora bien, para apoyar esta explicación cabe responder a la pregunta: ¿Cómo se sabe que
determinado pueblo o imperio es efectivamente la encarnación del Mito? La respuesta desde
ya no puede ser histórica (es decir, causalmente progresiva) como vimos antes. La historia
oficial, y toda la telaraña académica que se ha tejido en torno a ella, son incapaces de dar razón
de los hechos históricos en su verdadera significación y naturaleza porque, fundamentalmente,
ignoran los dos conceptos clave que gobernaron y gobiernan aun la sociedad humana (el tema
de la Raza y el “asunto judío”) y, además, todo lo que se refiere a lo metafísico. El Mito no se
“desarrolla” en la historia, OCURRE, DESPIERTA, SE ACTIVA SIN NINGUNA DETERMINACIÓN
PROCESUAL DE ORDEN CULTURAL. Hasta hoy los antropólogos no pueden explicar la aparición
de la Gorgona en diferentes partes de mundo, sin aparente relación geográfica. Ni pueden
tampoco estar en concierto sobre la igualdad de todos los “apocalipsis” de diferentes etnias sin
aparten conexión. El Pársifal y todo el movimiento cátaro son indescifrables para la Ciencia
Social moderna. El Neoclasísimo (como antecesor cultural del Reich) y el Romanticismo alemán
no tienen antecedentes culturales como sí los tienen toda revolución judía de orden materialista
iluminista. Por último, que, en plena edad contemporánea, postmoderna, haya resurgido DE LA
NADA el símbolo solar de la Swastika y el saludo romano, que se revivieran vestimentas y
marchas de todas las épocas arias, son hechos totalmente inexplicables para la mentalidad
mecánica del robot académico. Sin embargo, nosotros responderemos la pregunta con la misma
incógnita. Se sabe que el Mito hiperbóreo ha surgido nuevamente en la Tierra cuando realiza,
inexplicablemente para la historia, actos “irracionales” para el sentido del mundo que tiendan
al Imperio Universal (surgir, reunir, conquistar y vencer al Enemigo eterno, el Judío).

Podemos ahora entender esa incapacidad de muchos allegados a la “Tercera Posición” de


concebir al Tercer Reich en su justa dimensión: la Victoria Total del espíritu ario sobre las
potencias del Enemigo. Ellos sólo cuantifican en números y estrofas, en tomos y explicaciones
racionales. El Mito y su perfeccionamiento, única medida para saber el valor de tal o cual
civilización (y no así el resultado bélico ni el tiempo de duración ni el realismo de las “ideas
fuerza” exteriores), es lo que nos puede brindar un acercamiento cierto hacia el verdadero
rostro de la Historia, que sea dicho de paso, no es lineal como el judío pugna por establecer. Los
mismos judíos poseen sus propios Mitos colectivos a los cuales tienden independientemente de
la coyuntura o las circunstancias históricas, como ser el Mesías, Sión, etc. Es por esto mismo,
que ellos saben que la verdadera historia es arquetípica y mítica, que vienen ganando en la
superficie; mientras ellos usan las Palabras de Poder, nosotros nos contentamos con el análisis
temporal de Spengler y teorías “tradicionalistas más o menos modernas”.
Para finalizar, observemos cómo estos “kamaradas” de biblioteca terminan por burlarse
cínicamente de las cosas verdaderas y místicas. ¡Cómo se ríen idiotamente de la Ciencia Secreta
del Reich como si fueran asuntos de burda superchería! Y he aquí expuesto, de forma simple, el
problema que venimos hasta ahora analizando. Si estos sujetos aceptaran la supremacía y
existencia efectiva del Mito, es decir, de una historia atemporal detrás de la oficial, aceptar la
magnificencia mágica del Reich y de Hitler como algo no totalmente humano; tendrían,
necesariamente, que reconocer que esta realidad, aparentemente objetiva, donde viven, es
ILUSORIA. Por esto mismo, no pueden haber Kamaradas disociados del esoterismo, la verdadera
faz del NS y de toda la Historia, pues entonces, “no han entendido nada”.

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