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B: 4 A. Ventanilla.
En este caso, en primer lugar, la máxima que se viola es la de manera, puesto que A, que
pretende sentarse al lado de B, en lugar de formular una pregunta clara y directa, muestra
interés por el número de asiento de B. En segundo lugar, A, sin que B se lo haya
preguntado, le da la información del número de su asiento, violando así la máxima de
cantidad, puesto que hace su contribución más informativa de lo requerido, aporta datos que
no le han sido solicitados. Y, en tercer lugar, A viola la máxima de la pertinencia añadiendo
«Vaya, qué pena», una aportación irrelevante para la conversación, pero gracias a la cual B
llega a comprender el propósito inicial de A.
En este caso, B, para no violar la máxima de calidad porque no sabe dar una respuesta
concreta a lo que se le pregunta, viola otras máximas: la de manera, porque no proporciona
una respuesta clara y concisa, y la de cantidad, porque ofrece más información de la que se
le ha solicitado. Por otro lado, la intervención de A no es una pregunta por definición, sino
una afirmación resultado de una suposición suya (da por hecho que B se va a quedar en
Barcelona); B desea que A no se vaya, lo cual quedará reforzado en la súplica final.
A la pregunta total de A, B no contesta de manera adecuada (es decir, con “sí/no”) y viola la
máxima de manera porque no es claro con su respuesta. En realidad, con “Pide por esa
boquita” está dando a entender que la contestación a la petición de A es afirmativa, pero no
lo dice en ningún momento.
B: Podemos comer si quieres, pero yo tengo que llegar a casa pronto. Mañana tengo
muchísimo trabajo…
B viola la máxima de manera, ya que, para dar una respuesta negativa a la pregunta de A,
hace un rodeo para evitar contestarle directamente. Además, al aportar todos los datos que
le sirven de excusa, B viola la máxima de cantidad, puesto que da más información de la
requerida. Con estas violaciones, sin embargo, A entiende claramente que la respuesta de B
es «no».
A formula una pregunta total a B, que tendría que haber respondido con “sí” o “no”. Al no
hacerlo ha violado la máxima de cantidad, porque da una información extra, y la de
pertinencia, porque el comentario no era relevante. Además, B no contesta ni siquiera
indirectamente a la pregunta, sino al término “favor” utilizado por A, recurriendo a una
implicatura para darle a entender que la acción llevada a cabo no la considera como tal.
B: Bueno, se ha sacado una novia nueva, una chica guapísima. Modelo, creo. Y no salimos
mucho con él últimamente, está siempre con ella.
Vemos un caso muy parecido al del ejemplo V, en el que, para no ser descortés rechazando
una invitación, B viola la máxima de manera no siendo ni breve ni claro, la de cantidad
porque dice más cosas de las que se le han preguntado, y la de pertinencia porque contesta
con evasivas no convenientes, ya que no le incumben a él.
A la pregunta de A, B contesta con una evasiva. Viola la máxima de cantidad porque da una
información que no se le ha demandado, y la de manera porque no es claro en su
explicación, con la respuesta cae, quizá de forma intencionada, en la ambigüedad: no dice ni
que sí ni que no, solo que no piense mal de él.
B: Mara.
B, a la pregunta de A “¿qué amiga? ¿la baronesa Thyssen?”, contesta con otra pregunta. La
intervención de A es irónica: A piensa que el regalo es muy caro y que solo una persona con
un poder adquisitivo elevado puede costearlo; B reacciona con una pregunta para verificar si
ha entendido correctamente la ironía y el propósito profundo del mensaje que le quería hacer
llegar A. Está violando la máxima de cantidad porque no contesta dando la información que
en principio se le requiere.
A formula una pregunta a B y este no contesta de la manera apropiada, sino que hace una
reflexión a partir de la cuestión de A. Está violando la máxima de cantidad, porque aporta
una información extra, y la de manera, ya que no es claro en su respuesta. B lo hace de esta
forma porque no está seguro de la respuesta adecuada (no sabe si fiarse porque no conoce
mucho a la persona que le ha hecho el regalo).
Conclusión
El libro entero es una violación de las máximas. Como punto de partida, podemos decir que
la autora, al escribir un relato de ficción, está quebrantando la máxima de calidad, ya que
nada de lo que aparece contenido en él es verdadero. Los personajes de la obra están
continuamente faltando a todas las máximas: hablan de asuntos irrelevantes, divagan, son
ambiguos, desordenados en sus discursos, se recrean en las explicaciones, hacen alusión a
sospechas e intuiciones, dicen mentiras, cuentan anécdotas innecesarias para el propósito de
la novela, etcétera. La autora plasma las relaciones de un grupo de gente más o menos
normal con una historia verosímil y, por tanto, con todos estos recursos, quiere hacernos
acercarnos a la novela recreando por escrito los diálogos y monólogos de los personajes tal y
como se darían en la vida real.