dad de vida: despuÈs de todo, øquiÈn puede negar que el deterio-
ro del medio ambiente ñla inseguridad de los hogares producto de la amenaza de desastres naturales, los riesgos para la salud debido a la contaminaciÛn del aire y del agua, el empobrecimien- to espiritual producto de la degradaciÛn estÈtica del paisaje, etcÈ- terañ son asuntos de peso? Sin embargo, rechaza la determina- ciÛn tÈcnico-cientÌfica de las condiciones ambientales y la calidad de vida, y en su lugar reclama la necesidad de ampliar las pers- pectivas mediante el di·logo y el debate. En otras palabras, el asunto se politiza, y esta politizaciÛn se produce tanto en el plano discursivo, para dotar a la nociÛn de desarrollo sostenible de un sentido social concreto (Escobar, 1999; Acselrad, 1999), como en las pr·cticas concretas de administraciÛn del espacio. Esta concepciÛn ha sido importante en los asuntos urbano- regionales, ya que se trata de un acercamiento experiencial al medio ambiente en espacios o territorios concretos. Esta deja de ser una preocupaciÛn distante y abstracta, para entrometerse en la vida mundana y condicionar la sensibilidad individual y social hacia el entendimiento de las condiciones de existencia urbanas y regionales (Brand, 1996c; 1999). En consecuencia, el medio ambiente adquiere un sentido pr·ctico-polÌtico accesible a los ciu- dadanos no expertos en el tema, y muchas veces en contradicciÛn con el entendimiento tÈcnico-cientÌfico de las autoridades am- bientales y de planificaciÛn. De esta manera, el medio ambiente anima la cuestiÛn de la polÌtica urbana, erigiÈndose en un asunto que permite controvertir el devenir de las ciudades y de proyec- tos especÌficos de desarrollo. A partir de esta movilizaciÛn gene- ral alrededor del medio ambiente, se cifran las esperanzas de nuevas din·micas progresistas para ëdignificarí la existencia de las mayorÌas en los sectores degradados de las ciudades. En Co- lombia, por ejemplo, Viviescas (1993: 76) ha conceptuado: En este punto se evidencia la potencia de la dimensiÛn ambiental para darle fundamentaciÛn y coherencia a la configuraciÛn de la sociedad civil colombiana [...]: en primer lugar, porque la dota con marcos de referencia tangibles e inmediatos de consideraciÛn de la calidad de la existencia individual y colectiva que est·n m·s all· de los niveles ëb·si- cosí o ëmÌnimosí, superando el marco de la mera supervivencia y ele- vando con ello el horizonte de la reivindicaciÛn social y, en segundo lugar, porque le da a su accionar una significaciÛn que avanza sobre los aspectos meramente fÌsicos y locales, dot·ndola de referentes e imagi- narios que tienden a cualificar y ampliar la perspectiva polÌtica y cultu- ral. 6 Charles, P.: La construcciÛn ambiental del bienestar humano
M·s all· de un medio experiencial y discursivo para redefinir
polÌticamente el futuro de las ciudades, sobre lo cual hay eviden- cias alentadoras, el medio ambiente tambiÈn se perfila, en su con- diciÛn de medida de la calidad de vida urbano-regional, como nueva esfera de acciÛn estatal a favor del bienestar colectivo. En Colombia, Palacio (1994: 26), por ejemplo, opina que ì... lo ambiental, considerado como polÌtica social, bien podrÌa ser el relevo de las polÌticas sociales de viejo cuÒo fundadas en el Esta- do Providenciaî. Ciertamente, el fuerte redireccionamiento de las instituciones del Estado hacia el medio ambiente presta cierta credibilidad a tal apreciaciÛn. Sin embargo, los efectos logrados hasta ahora, vistos a la luz del movimiento general de las condi- ciones de vida de las mayorÌas populares, advierte de la enorme distancia a recorrer todavÌa. Una tercera opciÛn de interpretaciÛn desarrolla las suge- rencias respecto al significado polÌtico del medio ambiente antes seÒalado, pero ubica al medio ambiente, y los esfuerzos polÌtico- institucionales sobre Èste, dentro del conjunto de las transforma- ciones sociales. Se trata de una perspectiva teÛrica que rechaza la cosificaciÛn del medio ambiente como objeto y lo considera como una construcciÛn social. De ahÌ surge el desafÌo de entenderlo no sÛlo como una cosa (ecosistema o recurso) para ser administrada, ni ˙nicamente como algo en disputa polÌtica, sino m·s bien para examinar las condiciones mismas del surgimiento del medio am- biente como problem·tica. Esto conduce a aproximaciones his- tÛricas y antropolÛgicas que obligan a acercarse al medio am- biente en su materialidad y contenido simbÛlico. Aunque abre perspectivas de reflexiÛn filosÛfica, este enfoque lo sit˙a sobre todo en la esfera de la praxis. Como explica Harvey (1996), todo proyecto sobre el medio ambiente es necesaria y simult·neamen- te un proyecto de cambio social. En relaciÛn con las ciudades y su planeaciÛn, se plantea la necesidad de ubicar lo que se examinar· en este trabajo ñlos dis- cursos, las instituciones y las pr·cticas espaciales del ambientalis- mo urbanoñ en relaciÛn dialÈctica con las transformaciones de orden econÛmico y polÌtico, junto con las conciencias sociales que de ahÌ se deriven; es decir, intentar captar la plena significa- ciÛn del auge ambiental en relaciÛn con el redireccionamiento general de la administraciÛn urbana en las condiciones contem- por·neas de modernizaciÛn. En tÈrminos m·s concretos, esta perspectiva permite ahon- dar en el an·lisis del significado de la reconstituciÛn de la idea EconomÌa, Sociedad y Territorio, vol. III, n˙m. 9, 2001, 1-24 7
del bienestar en y a travÈs del medio ambiente, examinando di-
chas posibilidades en relaciÛn con el desmonte de los propÛsitos, instituciones y programas tradicionales del Estado de bienestar (vivienda para todos, pleno empleo, seguridad social universal), el movimiento general hacia la privatizaciÛn de la vida, y el reto de reconstruir un sentido de interÈs colectivo en un periodo de fragmentaciÛn e intensificaciÛn de desigualdades sociales (Brand, 1996a). UrbanÌsticamente, se abre el camino hacia el examen crÌ- tico del significado de una nueva idealizaciÛn de la forma y la organizaciÛn urbanas (la ciudad ësostenibleí). Asimismo, abordar las contradicciones y conflictos inherentes al medio ambiente abre nuevos debates relacionados con los derechos y deberes ciudada- nos, la justicia social, la legitimaciÛn del Estado, el control social y la formaciÛn de un nuevo campo de relaciones disciplinarias (Dickens, 1996; Macnaughten y Urry, 1998). En fin, una conste- laciÛn heterogÈnea y contradictoria de connotaciones que ofrece nuevos caminos de reflexiÛn para entender y orientar el desarro- llo urbano. A continuaciÛn se pretende un acercamiento a esta ampli- tud de posibilidades mediante la comprensiÛn de la ëciudad sos- tenibleí como met·fora. Se enfocar· la ciudad sostenible no como una agenda tÈcnica, sino como un ideal: una fijaciÛn de aspira- ciones sociales y significados espaciales, con la capacidad de re- orientar el sentido del desarrollo urbano y legitimar las acciones estatales en nombre del bien colectivo. De este modo, la medi- ciÛn de la sostenibilidad no se preocupa por los Ìndices de consu- mo de energÌa, contaminaciÛn, riesgo o biodiversidad, y ni si- quiera por la calidad de vida o la justicia urbana, sino por la manera y grado en que la idea adquiere el reconocimiento y apo- yo p˙blicos, para asÌ contribuir a la cohesiÛn social y la goberna- bilidad urbana. Se busca captar la idea de la ciudad sostenible en su pureza metafÛrica: una figura para comunicar sentido y re- plantear los problemas socioespaciales de tal manera que sean polÌticamente manejables. En consecuencia, se deja atr·s el an·li- sis tÈcnico de los sistemas de recursos naturales para concentrar- se en el mundo de los sÌmbolos y la movilizaciÛn de significados a travÈs del discurso planificador y la forma urbana. La exploraciÛn de estas ideas en el caso de MedellÌn es apropiada en varios sentidos. La ciudad asimilÛ enÈrgicamente las propuestas del desarrollo sostenible a mediados de los aÒos 80, y en plena crisis social. La ciudad estaba sufriendo un agudo conflicto social asociado con los c·rteles del narcotr·fico, y lue- 8 Charles, P.: La construcciÛn ambiental del bienestar humano
go se agudizaron la violencia polÌtica, los problemas de orden
p˙blico y los Ìndices de criminalidad, estos ˙ltimos m·s tÌpicos de la ciudad latinoamericana. La urgente necesidad de recons- truir el sentido de unidad y orden en MedellÌn hizo que se explo- tara al m·ximo (y sin premeditaciÛn) el potencial ambiental, para enfrentar y encauzar los problemas socioespaciales.
3. La met·fora de la ëciudad sostenibleí
No obstante la reciente apariciÛn de los inicios de una discusiÛn
crÌtica en torno a la nociÛn de la sostenibilidad urbana (Drags- beck Schmid, 1998; Parnwell y Turner, 1998; Marcuse, 1998), generalmente se ha dado una interpretaciÛn bastante literal a los tÈrminos ëdesarrollo urbano sostenibleí y ëciudad compactaí. So- bre la base de una mirada ëobjetivaí a las condiciones internas de las ciudades y su contribuciÛn a los problemas ambientales globa- les, se ha formulado una agenda ambiental urbana de m˙ltiples dimensiones, pero que puede organizarse alrededor de los temas de: el consumo de energÌa, la poluciÛn, el transporte, la naturale- za, los estilos de vida y las formas de administraciÛn de lo urbano (Brand, 1996b). El reto de la ciudad sostenible se ha entendido con un sentido esencialmente tÈcnico, que consiste en un esfuer- zo sistem·tico de reducir o eliminar los problemas objetivamente definidos, cuantificables y medibles. Esto, a su vez, ha influido en la definiciÛn de una agenda socioespacial para la administraciÛn ambiental del desarrollo urbano. El enfoque ha sido pragm·tico e incremental: hacer lo posible en cada lugar particular y medir los resultados mediante un conjunto cada vez m·s amplio de in- dicadores de sostenibilidad. La idea de la ciudad compacta, con su Ènfasis en la forma urbana, refleja esta tendencia general. Es menester observar que el debate no se ha limitado a una escala espacial especÌfica ni se ha restringido exclusivamente a la ciudad como la unidad espa- cial definitiva. El enfoque pragm·tico e incremental ha permiti- do que, por un lado se destaque el edificio y el barrio, al tiempo que el reconocimiento de los sistemas urbanos lleve la atenciÛn a los sistemas regionales de asentamientos. La preocupaciÛn prin- cipal parece no ser tanto la compactaciÛn geogr·fica, sino m·s bien el impacto ambiental de las formas espaciales y los patrones de actividades. De esta manera, la idea de la ciudad compacta se revela tanto en su sentido literal como en el figurativo o como aspiraciÛn social. TambiÈn podrÌa plantearse, a la manera de Cas-