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La juventud revolucionaria

Ensayo de Antígona de Sófocles

A través de la historia podemos encontrar muchos levantamientos


populares en contra de las decisiones de un gobierno tirano, nucleados en la
juventud de una sociedad, ansiosa por hallar participación dentro de una política
que muchas veces los excluye. Casos como estos los tenemos todos los días,
más en un país como el que vivimos en el que estos movimientos no son
reprimidos si se muestran exentos de violencia.

La Antígona que nos retrató Sófocles, cuatro siglos antes del nacimiento
de Cristo, es un fiel reflejo de esta juventud ansiosa por una voz política. Y de
ella es de quien vamos a hablar en este ensayo, de su juventud en contraposición
de lo que también significa la senectud en la tragedia de Sófocles.

En la antigua Grecia, vejez y sabiduría se hallaban casi como sinónimos,


el anciano era el sabio y consejero, porque era quien, gracias a su experiencia
de vida, conocía cualquier revés y consecuencia que el destino, o los dioses,
podrían deparar a un gobernante que tomase malas o buenas decisiones.
Creonte, rey de Tebas tras la muerte de Eteocles y Polinices, es precisamente
el líder que, a pesar de tener sus propias experiencia y gozar de cierta sabiduría,
toma una mala decisión.

Es él quien da la orden de prohibir que Polinices, traidor por revelarse


contra Tebas, sea enterrado como la religión manda, dándole a su alma el peor
de los castigos. Es Tiresias, el anciano sabio por excelencia dentro de este mito,
quien aconseja al rey, como también lo supo hacer con Edipo, rectificar su
decreto para no tentar a la muerte ni al destino, y para contentar a los dioses.

La obstinación, ciertamente incurre en insensatez. Así


que haz una concesión al muerto, y no fustigues a quien
nada es ya. ¿Qué prueba de fuerza es matar de nuevo
al que está ya muerto? Por tenerte consideración te doy
buenos consejos. Muy grato es aprender de quien habla
con razón, si ha de reportar provecho. (Tiresias,
Antígona vv. 1028-1033)

Antígona, hermana del difunto Polinices, no puede concebir tal prohibición


del rey, quien también es su tío, por lo que toma la decisión de rebelarse ante él.
Quién se pone de su lado es el mismo hijo de Creonte, y amante de la chica,
Hemón, que busca convencer a su padre de que lo que está haciendo está mal.

Es irónico cómo Creonte se lamentó de las malas decisiones que supo


tomar Edipo y el destino que sufrió, por no hacer caso a quienes intentaban evitar
una condena que él mismo se había impuesto. Pues es la misma historia la que
va a sufrir el nuevo rey, por hacer oídos sordos a lo que los demás le dicen.

Antígona finalmente cumple con su propio propósito y da sepultura a su


hermano, por lo que es condenada por el rey. Hemón intenta evitar el desastre
pero, sin poder aflojar a su padre, corre en salvamento de su amada, quien ya
ha muerto, y se suicida junto a ella. Aquí está el entender griego, que ve a la
mujer frágil, por los sentimientos que en ella habitan, y a esa juventud inexperta
que se deja conmover por el amor y las pasiones incontrolables que los lleva a
tomar decisiones insensatas y estúpidas por no poder contentar su voluntad
necia.

Quitad de en medio a este hombre equivocado que, ¡oh


hijo!, a ti, sin que fuera esa mi voluntad, dio muerte, y a
ti, a la que está aquí.

El griego ve a la juventud como el camino en búsqueda de la sabiduría del


anciano. Es el saber antes del poder, por lo que ve a la voluntad del joven que
busca hacer uso de un poder ignorante que lo lleva ante el desconocimiento y el
error. De todas formas, Creonte es quien tiene en sus manos el saber, pero un
conocimiento erróneo y necio, que lo lleva de vuelta al uso de un poder ignorante.

Parece ser que en la tragedia de Sófocles es Tiresias, el anciano ciego,


quien más y mejor puede ver. El coro también se hace presente en diferentes
puntos de la obra, representando a los ancianos tebanos que también tienen la
sabiduría y que en muchos casos buscan aconsejar a Creonte. Es el mismo
corifeo quien toma a veces el papel de consejero del rey.

Para concluir, podemos notar y diferenciar de forma bastante clara lo que


la experiencia y sabiduría genera en los distintos personajes de la tragedia de
Sófocles. Como la juventud, y quizás el hecho de ser mujer, provocan que
Antígona sea movida por los sentimientos y el amor, quizás incestuoso, hacia su
difunto hermano, que solo lo quiere ver descansar en paz.

Incluso la misma hermana de ella, Ismene, aparece en la tragedia, pero


toma la decisión de no apoyarla en su propósito por temor a las represalias que
tal acto de rebeldía podría conllevar, quizás la más sensata.

Podemos notar también como a veces la experiencia puede dar un saber


erróneo al hombre, como el que le dio Creonte, quien uno creería que habiendo
pasado por todo por lo que pasó con Edipo, habría comprendido algo.

Matías A. Donoso

Luciano Vernieri

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