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La decisión Blanco

(L arrêt blanco)
Abg. Marizabel Fernández Suzzarini
mfernandez@corp.microjuris.com
En esta oportunidad queremos referirnos brevemente a la sentencia que se constituyó en la
piedra angular del derecho administrativo, marcando un hito importante en su evolución en sus
distintos ámbitos tales como en la responsabilidad administrativa así como en los servicios
públicos, esta sentencia data del año 1873, fue proferida por el Tribunal de Conflictos Francés,
y fue el caso de l´ arret blanco o decisión blanco, el cual influenció de manera categórica el
Derecho Administrativo en los ordenamientos jurídicos de varios Países, entre ellos Venezuela.
Conozcamos un poco los hechos, la niña Agnés Blanco de 5 años, al pasar frente a la fábrica
de procesadora de tabaco, fue atropellada y gravemente herida por una camioneta que salió
súbitamente de la fábrica. La camioneta pertenecía a una empresa estatal de manufactura de
tabaco de Burdeos, en ella se encontraban cuatro (4) empleados y producto del arrollamiento,
a la niña se le amputó una pierna.
A raíz de ello, el padre de la niña, Jean Blanco introdujo ante la jurisdicción judicial un recurso
de indemnización o demanda de daños y perjuicios contra el Estado ya que lo estimaba
civilmente responsable por la falta cometida por sus cuatro empleados. Esto produjo un conflicto
de competencias entre la Jurisdicción Judicial (Civil) y la Jurisdicción Administrativa.
El tribunal que le correspondía solventar el conflicto, llegó a un empate, siendo el voto del
Ministro de Justicia y presidente del Tribunal de Conflictos, Jules Dufaure, el que logró el
desempate otorgando su voto al Consejo de Estado o Tribunal de la Jurisdicción Administrativa
como Tribunal para conocer la demanda en cuestión. En su decisión, el Tribunal le otorgó una
pensión vitalicia a la víctima, como indemnización por los actos cometidos por los empleados
de la empresa del Estado.
Es importante señalar, las conclusiones del Comisario de Gobierno David, quien señaló que los
Tribunales Judiciales o Tribunales ordinarios “son radicalmente incompetentes para conocer de
todas las demandas ejercidas contra la Administración en razón de los servicios públicos,
cualquiera que sea su objeto, e incluso, cuando ellas tiendan, a no hacer anular, reformar o
interpretar por los Tribunales Judiciales los actos de la Administración, sino simplemente a
hacer pronunciar contra ella, condenas pecuniarias en reparación por los daños causados por
sus operaciones.”
Así pues, podemos ver que es determinante esta decisión, para que la actuación de la
Administración, en este caso, de la gestión de los servicios públicos, se deslastre de las normas
de derecho civil, que no le son aplicables, y se rija por normas especiales, una Jurisdicción
especialísima, la cual se fortalece con este fallo, como es la Jurisdicción Administrativa.
Además nos reseña un tema muy interesante que tocaremos en otro Boletín, como es el de la
Responsabilidad del Estado Administrador y su responsabilidad por faltas o daños acaecidos a
los particulares por sus funcionarios, en este caso por los empleados del servicio público.
Como lo señaló Henrique Iribarren, al referirse a dicha sentencia en la Revista de Facultad de
Derecho Nro. 44 de 1992, que el Consejo de Estado estableció los tres pilares de la
responsabilidad administrativa, y enfatizó que con el caso blanco se dio un paso incalculable
en la historia del derecho comparado en el mundo occidental ya que se establecieron dos
principios claves: La posibilidad de los particulares de atacar el patrimonio del Estado-
Administrador, a los fines de satisfacer por indemnización, los daños que éste les hubiera
causado por motivos no contractuales, y que la responsabilidad patrimonial de la Administración
estaba sometida a un régimen especial, distinto al contemplado en el Código Civil para las
relaciones entre particulares.
Podemos concluir que la decisión Blanco se constituyó en un fallo importante en la
consolidación de la autonomía del Derecho Administrativo y donde quedó sentado que las
causas relativas a los servicios públicos y de responsabilidad patrimonial contra el Estado
Administrador, debían ser resueltas por la jurisdicción administrativa y no por un tribunal civil,
criterio que fue adoptado por nuestro Poder Judicial, dando lugar a grandes decisiones en la
materia.

1
EL FALLO BLANCO DEL TRIBUNAL DE CONFLICTOS DE FRANCIA DE
FEBRERO 8 DE 1873
COMPETENCIA - RESPONSABILIDAD
Considerando que la acción intentada por el ¡leñar Blanco contra el prefecto del
departamento de la Gironde, representante del Estado, tiene por objeto hacer
declarar al Estado civilmente responsable, por la aplicación de los articules 1383 y
1384 del Código Civil, del perjuicio resultante de la herida sufrida por su hijo, por
hechos de obreros empleados por la administración de tabacos; considerando que
la responsabilidad que puede incumbir al Estado por los perjuicios causados a los
particulares por hechos de personas que emplee en el servicio público, no puede
estar regida por los principios establecidos en el Código Civil, para las relaciones de
particular a particular; que esta responsabilidad no es ni general ni absoluta; que
tiene sus reglas especiales que varían según las necesidades del servicio y la
necesidad de conciliar los derechos del Estado con los derechos privados; que,
desde entonces, en los términos de las leyes acabadas de ver, la autoridad
administrativa es la sola competente para conocerla; ... (Recisión de conflicto
confirmado).
OBSERVACIONES
Habiendo sido una niña atropellada y herida por una vagoneta de la manufactura
de tabacos, el conflicto había sido elevado ante los tribunales judiciales, incautados
por el padre de la niña de una acción en perjuicios-intereses contra el Estado como
civilmente responsable de las faltas cometidas por los obreros de las manufacturas.
El Tribunal de Conflictos debía así resolver la pregunta de saber, para retomar a los
términos de las conclusiones del comisario del Gobierno, David, "cuáles de las dos
autoridades, administrativa y judicial, la que tiene competencia general para
conocer de las acciones en perjuicios-intereses contra el Estado". El Fallo dado en
esta ocasión debía tener una suerte singular. Se le consideró durante largo tiempo
como el fallo de principio, la piedra angular de todo el Derecho Administrativo; hoy
algunos autores sostienen que ha caducado (prescribe), suponiendo que nunca tuvo
la importancia que se le dio. Sin entrar en estas controversias, se debe buscar
dentro de la evolución del derecho positivo, el alcance exacto del Fallo Blanco.
1. El Fallo Blanco consagra primeramente el abandono definitivo del criterio de
delimitación de competencias fundado en los textos en virtud de los cuales sólo los
tribunales administrativos podrían declarar el Estado deudor (6 de diciembre de
1855, Rotschild decisión en la cual aparecen ya, al lado del criterio tradicional del
"Estado deudor", los principios y los términos mismos del Fallo Blanco). Sólo
subsiste desde ahora la referencia a las Leyes del 16-24 de agosto de 1790 y 16
fructidor4, año III, que prohíben a los tribunales judiciales "perturbar de cualquier
manera las operaciones de los cuerpos administrativos y de conocer de los actos de
administración, de la especie que sean".
2. Estos textos son interpretados por el comisario del Gobierno, David, en el sentido
de que los tribunales judiciales "son radicalmente incompetentes para conocer de
todas las demandas hechas contra la administración en razón de los servicios
públicos, cualquiera que sea su objeto e incluso que ellas tenderían, a no a hacer
anular, reformar o interpretar por la autoridad judicial los actos administrativos,
sino simplemente a hacer pronunciar contra ella condenaciones pecuniarias en
separación de los perjuicios causados por sus operaciones".
3. Los litigios así sustraídos al conocimiento de los tribunales judiciales, no deben
estar marcados según los textos del Código Civil. Retomando ciertas fórmulas de
las conclusiones de su comisario de Gobierno, el Tribunal de Conflictos decide que
"la responsabilidad del Estado... no puede ser regida por los principios que están
establecidos en el Código Civil para las relaciones de particular a particular; esta
responsabilidad no es ni general ni absoluta; tiene sus reglas especiales que varían
según las necesidades del servicio y la necesidad de conciliar los derechos del Estado
con los derechos privados.
4. La competencia administrativa y la sustracción al derecho privado solo se aplican,
entretanto, al "Estado poder público": en tanto que "propietario -es decir en la
gestión del dominio privado- y en tanto que "persona civil capaz de obligarse por
contratos dentro de los términos del derecho común", el Estado es sometido, dice
el comisario del Gobierno, al derecho privado y a los tribunales judiciales.
5. Los aportes del Fallo Blanco a la teoría general del Derecho Administrativo son
entonces los siguientes:

2
5.1. El principio de la unión de la competencia y del fondo está afirmado: además,
las conclusiones del Fallo mismo establecen un lazo directo y recíproco entre la
aplicación de reglas autónomas exorbitantes del derecho privado, y la competencia
de la jurisdicción administrativa.
5.2. La noción de gestión privada de los servicios públicos está esbozada dentro de
las conclusiones ("El Estado propietario", "el Estado persona civil capaz de obligarse
por contratos dentro de los términos del derecho común"); iba a ser desarrollada
dentro de las conclusiones del comisario del Gobierno, Romieu, sobre el asunto
Terrier (6 de febrero de 1903) y consagrado en el Fallo del 31 de julio de 1912,
SOCIEDAD DE LOS ORANTOS PORFIROIDES DE LOS VOSGOS, por lo contractual.
5.3. Dentro de lo contencioso de la responsabilidad, contrariamente, el Fallo y las
conclusiones consagran la competencia administrativa exclusiva de toda idea de
gestión privada. El comisario del Gobierno separa expresamente la competencia
judicial y la aplicación del derecho civil, ya que está dentro de la especie "de una
manufactura de tabacos que tiene gran parecido con una industria privada" y de
"hechos de imprudencia reprochados a simples obreros que están fuera de la
jerarquía administrativa. La jurisprudencia ulterior confirmaría estos puntos de vista
sólo en
5.3.1. Sigue siendo exacto que la responsabilidad del poder público está sometida
a reglas especiales y releva de la competencia administrativa "incluso si el agente
que ha causado el perjuicio en el cumplimiento del servicio no tiene la calidad del
funcionario sino que es un empleado auxiliar o un encargado de la Administración,
contratado por ella en virtud de un contrato hecho dentro de las condiciones del
derecho común;
5.3.2. Pero, mientras que el comisario del Gobierno, David, preconizaba la
competencia administrativa para las acciones en responsabilidad formadas en razón
de los servicios públicos, "cualquiera que sea su objeto", la jurisprudencia reconoce
desde 1920 la existencia de servicios públicos industriales y comerciales que
su parecido con la industria privada ha hecho sustraer justamente a los principios
del Fallo Blanco (22 de enero de 1921, COLONIA DE LA COSTA DE MARFIL (Sociedad
Comercial del Oeste Africano).
5.4. El Fallo Blanco afirma la autonomía del Derecho Administrativo de la
responsabilidad en relación con las reglas puestas en el Código Civil. A pesar del
acercamiento de las jurisprudencias administrativa y judicial sobre ciertos puntos,
ese principio continúa siendo válido, como lo atestiguan las recientes decisiones del
Consejo de Estado y de la Corte de Casación que retoman los términos del Fallo
Blanco. Esta autonomía ha tomado, entre tanto, un nuevo sentido; si implica todavía
en ciertos casos, conforme al sentido primitivo de la fórmula del Fallo Blanco, reglas
menos favorables a los particulares que aquellas que hubiesen resultado de la
aplicación del Código Civil (exigencia de una falta grave, por ejemplo), ello arrastra
cada vez con más frecuencia el reconocimiento de la responsabilidad de la
Administración en situaciones donde el derecho civil no habría permitido satisfacer
a la víctima.
6. Finalmente, en lo que concierne al propio caso Blanco, podría preguntarse si él
relevaría todavía hoy, de la competencia administrativa. La Ley del 31 de diciembre
de 1957, en efecto, ha transferido a los tribunales judiciales, "por derogación del
artículo 13 de la Ley de 1 6-24 de agosto de 1 790", el contencioso de los "perjuicios
de toda naturaleza causados por un vehículo cualquiera", exceptuando aquellos
ocasionados en dominio público (art. 1), y la jurisprudencia ha dado, para la
aplicación de esta ley, la interpretación más extensa de la noción de "vehículo",
aplicándole principalmente a una draga fluvial, a un quitanieves, a un avión o a una
balsa.

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